AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Once upon a dark winter night [Deiran Chassier]
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Once upon a dark winter night [Deiran Chassier]
Aquel lugar no era su favorito, ni siquiera se sentía atraída por él en lo más mínimo, entonces ¿qué hacia ella ahí? ¿Qué buscaba? Era tan sencillo decir que no lo sabía, simplemente llegó ahí atraída por algo que a ciencia cierta no podía saber qué era. El miedo no existía en su mente, ni supersticiones, ni mitos absurdos; por más que no se sintiera tan a gusto en aquel camposanto, el retoño de la curiosidad iba creciendo en su interior, como una leve flama que amenaza en convertirse en un gran incendio. A diferencia de un mortal común, ella podía percibir ciertas cosas que aunque, parezcan ajenas al ojo, estaban ahí, manifestándose en energía misma, convirtiéndose a su vez en extrañas sensaciones difíciles de explicar.
No era la primera vez que ponía un pie en ese sitio, en realidad ya lo había visitado un par de veces en compañía de su abuelo y de otras personas. Pero, esta vez era completamente distinto, y cómo no serlo si en ese instante en el que se adentraba en Montmartre, era de noche y estaba sola; ni Vittorio ni Lord Byron le acompañaban, había escogido a otro caballo, en vez del propio, para dar un breve paseo, terminando por adentrarse en aquel cementerio.
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Montmartre se situaba al norte de París, construido debajo del nivel de las calles de una vieja mina. El sitio preferido por los románticos de la época, debido a su peculiar diseño y a la cantidad de rumores e historias que se contaban del mismo. Y es que, Loreena tampoco estaba en la capacidad de negar algunas de estas habladurías, muchas eran realmente ciertas pero las personas siempre tienden a exagerar las cosas más de lo debido. Ella no se consideraba romántica, ni nada parecido, es más, Montmartre le era un sitio común y corriente con un singular arte funerario muy clásico, pero sólo eso. Sin embargo, aquella vez llegó a esas tierras casi por inercia, no se sentía emocionada en lo absoluto y como si fuera cualquier lugar lo recorría con bastante tranquilidad.
Ciertamente, el ambiente dentro del camposanto iba cambiando, la atmosfera que le rodeaba se sentía aún más pesada pero, eso seguía sin perturbar la mente de la chica, que se mantenía bastante serena. Loreena, –al igual que los demás miembros de la familia Mckennitt– era nigromante, ya estaba acostumbrada a esa clase de sensaciones; había experimentado el contacto con seres de otro plano desde muy niña. La mayoría de los cementerios suelen acumular extrañas energías haciéndose aún más pesadas al caer la noche, ella estaba consciente de ello y por esa misma razón ya no le era nada extraño percibir esa aura en aquel lugar, por el contrario, empezaba a causarle una leve curiosidad, a veces no sabes con lo que te puedas topar en el camino, por lo que se mantenía bastante alerta si sentía algún cambio importante en el ambiente. Su curiosidad era lo que le mantenía aferrada a continuar explorando los rincones de Montmartre.
Daba pasos largos y pausados, de vez en cuando se detenía para observar a los alrededores y detallar, a duras penas algunas lápidas talladas. Acariciaba el rostro del caballo para transmitirle calma y serenidad y no se perturbara a causa de todo lo que se movilizaba a medida que avanzaban. A pesar de estar muy bien abrigada, el frío, a veces inhumano, amenazaba con traspasar las telas sin compasión; eso le hizo pensar a la chica que podría servirse de cierta habilidad para que aquel jovial ser invisible dejara de molestar por un rato pero, era como faltarle el respeto a la naturaleza así que sólo intento conectarse con éste, evitando así incomodidades por ambas partes. Se sorprendía un poco de lo mucho que había mejorado en los últimos meses, seguía igual de busca problemas y fisgona pero, sus habilidades de cierta manera estaban siendo controladas casi a un 100%, todo gracias a su querido abuelo. Recordar aquello le hizo sonreír y sentirse orgullosa de sí misma.
El camposanto amenazaba con extenderse aún más haciendo que su vista se perdiera entre el borroso horizonte que se ampliaba frente a sus ojos, ¿debía seguir avanzando? Era innecesaria la pregunta cuando sus pies iniciaron de nuevo su recorrido. Arriba, el cielo nocturno dibujaba un camino de estrellas, y los arboles aferrados a la tierras muertas parecían casi percibir un aire desconocido, aquel al cual, sin saberlo se dirigía una joven irlandesa, bruja por condición y curiosa por naturaleza. Su única compañía, un corcel común, un pura sangre de pelaje blanquecino que galopaba al paso calmado de la chica que se hallaba a su lado. Ambos se encaminaban a una foránea ruta en la oscuridad de Montmartre.
No era la primera vez que ponía un pie en ese sitio, en realidad ya lo había visitado un par de veces en compañía de su abuelo y de otras personas. Pero, esta vez era completamente distinto, y cómo no serlo si en ese instante en el que se adentraba en Montmartre, era de noche y estaba sola; ni Vittorio ni Lord Byron le acompañaban, había escogido a otro caballo, en vez del propio, para dar un breve paseo, terminando por adentrarse en aquel cementerio.
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Montmartre se situaba al norte de París, construido debajo del nivel de las calles de una vieja mina. El sitio preferido por los románticos de la época, debido a su peculiar diseño y a la cantidad de rumores e historias que se contaban del mismo. Y es que, Loreena tampoco estaba en la capacidad de negar algunas de estas habladurías, muchas eran realmente ciertas pero las personas siempre tienden a exagerar las cosas más de lo debido. Ella no se consideraba romántica, ni nada parecido, es más, Montmartre le era un sitio común y corriente con un singular arte funerario muy clásico, pero sólo eso. Sin embargo, aquella vez llegó a esas tierras casi por inercia, no se sentía emocionada en lo absoluto y como si fuera cualquier lugar lo recorría con bastante tranquilidad.
Ciertamente, el ambiente dentro del camposanto iba cambiando, la atmosfera que le rodeaba se sentía aún más pesada pero, eso seguía sin perturbar la mente de la chica, que se mantenía bastante serena. Loreena, –al igual que los demás miembros de la familia Mckennitt– era nigromante, ya estaba acostumbrada a esa clase de sensaciones; había experimentado el contacto con seres de otro plano desde muy niña. La mayoría de los cementerios suelen acumular extrañas energías haciéndose aún más pesadas al caer la noche, ella estaba consciente de ello y por esa misma razón ya no le era nada extraño percibir esa aura en aquel lugar, por el contrario, empezaba a causarle una leve curiosidad, a veces no sabes con lo que te puedas topar en el camino, por lo que se mantenía bastante alerta si sentía algún cambio importante en el ambiente. Su curiosidad era lo que le mantenía aferrada a continuar explorando los rincones de Montmartre.
Daba pasos largos y pausados, de vez en cuando se detenía para observar a los alrededores y detallar, a duras penas algunas lápidas talladas. Acariciaba el rostro del caballo para transmitirle calma y serenidad y no se perturbara a causa de todo lo que se movilizaba a medida que avanzaban. A pesar de estar muy bien abrigada, el frío, a veces inhumano, amenazaba con traspasar las telas sin compasión; eso le hizo pensar a la chica que podría servirse de cierta habilidad para que aquel jovial ser invisible dejara de molestar por un rato pero, era como faltarle el respeto a la naturaleza así que sólo intento conectarse con éste, evitando así incomodidades por ambas partes. Se sorprendía un poco de lo mucho que había mejorado en los últimos meses, seguía igual de busca problemas y fisgona pero, sus habilidades de cierta manera estaban siendo controladas casi a un 100%, todo gracias a su querido abuelo. Recordar aquello le hizo sonreír y sentirse orgullosa de sí misma.
El camposanto amenazaba con extenderse aún más haciendo que su vista se perdiera entre el borroso horizonte que se ampliaba frente a sus ojos, ¿debía seguir avanzando? Era innecesaria la pregunta cuando sus pies iniciaron de nuevo su recorrido. Arriba, el cielo nocturno dibujaba un camino de estrellas, y los arboles aferrados a la tierras muertas parecían casi percibir un aire desconocido, aquel al cual, sin saberlo se dirigía una joven irlandesa, bruja por condición y curiosa por naturaleza. Su única compañía, un corcel común, un pura sangre de pelaje blanquecino que galopaba al paso calmado de la chica que se hallaba a su lado. Ambos se encaminaban a una foránea ruta en la oscuridad de Montmartre.
Loreena Mckennitt- Hechicero Clase Alta
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Re: Once upon a dark winter night [Deiran Chassier]
‘’No encuentro acuno en el sol, ni la piel me quema. Distante silencio, encanto tormento, un solo dolor para mi sed de sangre…’’
Inmutado. Caminé uno a uno dando pasos cortos y certeros, era más una danza extravagante por aquel sitio de almas rotas. Adoraba con extraño afán el lugar, su quietud era apacible, tanto así que sentía corrientosas eléctricas por la espalda adornándome los vellos muertos de los brazos. Como si fuese mi territorio deslizaba mis pies por aquel cementerio, entonando de manera tranquila una sonata con mi garganta, pensativo. Definitivamente vendría muy bien una copa de vino en ese momento pero no era el indicado aunque así haría un brindis con la muerte por aquellas almas que rezongaban en sus ataúdes.
Un respiro inútil salió de mi cuerpo, después de todo no era oxígeno lo que necesitaba para vivir y a lo largo, quizás no menos de un kilómetro divisé un olor peculiar, uno que se mezclaba con los putrefactos cuerpos que yacían inundados de gusanos. Lo que me trajo a la cabeza de manera retorcida la curiosidad por aquella sensación. En mi cuerpo ya nada se movía, todo era pétreo, estático y sin movimiento. La sangre estacada en mis venas hacía ver mi piel pálida y fría. ¿Se me había olvidado aquella sensación? Ignoré molesto esos pensamientos, odiaba cuando el vacío caía de aquella manera, me maldecía a mí mismo porque aquello solo refería una cosa. Necesitaba asesinar.
Se había vuelto una costumbre, adornar sin placer el lecho de muerte de alguien en particular. El sadismo siempre me había llenado de una manera gótica de placer el cuerpo y ahuyentado los pensamientos vanos que por sí solos arremetían en contra de mi salud mental. Ajusté el traje negro que llevaba puesto, se colaba de manera compacta con esa oscurana, aquella que, sólo era iluminada por unos faroles en un pequeño sendero empedrado que hacía recorrido por todo el clandestino cielo muerto y el ardor en mi garganta crecía.
Pensé en haberle dicho a Yuna esa noche que saliera conmigo a apreciar un poco de aquello pero después me negué esa idea a mí mismo, estaba dando demasiado espacio para cultivarle la dependencia y pasar tanto tiempo con ella sería maléfico para su aprendizaje como neófita. Depender sentimentalmente y físicamente de alguien solo te hace débil, te imposibilita a ver nuevas contingencias. Mi pasado oscuro debería seguir siéndolo aun ahora por eso la sed nunca se extinguiría y el día que lo hiciese ese día por mi propia cuenta podría mi piel bajo los rayos del sol.
Llegué pronto, quizás había avanzado más rápido mientras me hundía en aquel mar de ideas irracionales que, una vez cada mil lunas me acogía. El ruedo de unos casquillos darse contra el suelo fueron música para mis oídos. Tomé asiento en una de las lápidas. Una aura entre azul y negra manchada por un enorme hueco grisáceo me avisaba que se estaba acercando, definitivamente íbamos a toparnos de frente. —Interesante- advertí para mí mismo apoyando mi cabeza contra aquella estructura de piedra, algo mohosa y dañada por las inclemencias del tiempo. El viento comenzó a soplar con intensidad moderada y justo mis ojos divisaron una cabella rojo fuego, un cuerpo delgado, pálido y una estatura pequeña, llevé mi mano hasta la cien y la apreté con fuerza. Abrí mis ojos ante la expectante esencia de una bruja nigromante. Un par de veces había tenido la oportunidad de estar con otros de su especie por lo que me traía curiosidad efímera. Los espíritus que le rondaban eran grotescos pero no como aquel rostro de ángel que pintaba inocencia y dulzura más guardaban relación con el infierno.
Deiran Chassier- Vampiro Clase Alta
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Re: Once upon a dark winter night [Deiran Chassier]
"I was so very far from sleep
I longed to walk beneath the stars
Into the wood so dark and deep..."
Darkness - Blackmore's Night
I longed to walk beneath the stars
Into the wood so dark and deep..."
Darkness - Blackmore's Night
¿Cuál era el motivo de la reunión de aquellos seres espectrales a su alrededor? Sinceramente, no lo sabía. Loreena no se esperaba que los espíritus del Montmartre hicieran tal aparición, no querían dañarle sin embargo, dichas esencias le perseguían en una especie de procesión. No se molestaban en retirarse o alejarse, continuaban detrás de ella casi imitando el paso tranquilo y desinteresado de la joven y el rocín blanco que le acompañaba, que de vez en cuando mostraba su descontento por la tertulia espectral que se hacía presente a sus espaldas.
La chica no intentaba evadir de ninguna forma a los espíritus que le acompañaban en su paseo, no le causaba ningún malestar tenerlos tan cerca pero, el silencio era algo que le empezaba a impacientar al notar que estos no mencionaban vocablo alguno sobre el interés que los llevó a aquella extraña persecución. Loreena les echaba la vista en algunas ocasiones pero, ellos no mostraban deseos de revelar verdades. Un pesado suspiro dejaría escapar la pelirroja, haciéndoles mostrar claramente que ya estaba perdiendo la paciencia; era nigromante pero, pocas veces era centro de atención de algunos cuantos espectros y eso obviamente empezaba a sacarle de sus casillas.
Justo cuando pensó en dirigirse a ellos, con paciencia bajo cero, se detuvieron. Loreena les miró algo confundida, creyendo que estos, cansados de su peculiar reunión, decidirían volver a las lapidas que custodiaban; la muchacha se dispuso a iniciar su caminata cuando el más anciano de esos espíritus se postró frente a ella, no tenía una mirada especialmente agradable pero sus intenciones no eran del todo perversas, al contrario, intentaba advertirlo de algún futuro peligro.
El viejo abrió sus inmateriales labios produciendo un sonido, poco audible, era un leve susurro que claramente pudo percibir la joven bruja. Ella le miraría incrédula pero, alertándose antes las advertencias del anciano espectro.
— ¿Vampiro? —Preguntó la irlandesa algo incrédula, pregunta confirmado con un ligero movimiento de cabeza del viejo.
No era como si le temiera a los inmortales, sin embargo la clara desconfianza de los fantasmas que le rodeaban le hizo intuir que no estaba totalmente sola; ya no se trataba de otros espíritus, sino de algo más tangible y terrenal. Se quedó quieta por unos instantes, confiando en las palabras del arcaico ser, que con una señal de su dedo índice, le indicaría a Loreena la posición del nosferatu. Los orbes de la muchacha se posaron en el extenso camino que se abría en el horizonte, sabiendo que a unos pasos más adelante, le estaba esperando aquella criatura.
El miedo no estaba en sus facultades y se los dejó claro en un ligero gesto a los fantasmas que le seguían desde hacía un largo rato. Sintió una extraña curiosidad por conocer a aquel ser que sin duda le esperaba a unos cuantos metros, ¿le esperaba? ¿Tendría que ir a su encuentro o simplemente tomar en cuenta la advertencia de los espectros? Se debatió por unos segundos más qué era lo más conveniente en ese caso y finalmente, terminó por seguir ese breve trecho, acortando en cada paso la espera del vampiro. Por más que los espectros que le acompañaban evitaban que siguiera con su curso, no fueron obstáculo alguno, la muchacha era terca y nada la detendría.
La oscuridad se hacía imperante a medida que avanzaba, pero eso no era suficiente para atrasar su encuentro con el nosferatu que le esperaba. Se mantuvo alerta y finalmente logró toparse con él, a pesar de la poca iluminación, su perfecta vista logró divisar la silueta del vampiro. Un hombre condenado a divagar durante las horas nocturnas durante la eternidad; Loreena se quedó frente a él sin inmutarse, sin mostrar miedo, en realidad, ella no mostraba emoción alguna. Le observó atentamente, como si buscara de decodificar alguna cosa en ese ser; los fantasmas permanecieron distantes, mostrando su desagrado por la presencia del vampiro, atentos a cualquier movimiento de éste, la chica les era motivo de preocupación.
Miradas cruzadas, preguntas sin respuestas y un silencio reinante se hicieron presentes en el inusual encuentro entre aquellos desconocidos. Ella no huiría, ni atacaría, sólo permaneció atenta ante los movimientos de aquel, que podían volverse inesperados en algún momento de aquel inusual encuentro entre una bruja y un vampiro.
Loreena Mckennitt- Hechicero Clase Alta
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Re: Once upon a dark winter night [Deiran Chassier]
‘’Campo santo, cielo santo… Oh mi alma, que en pena está…’’
El murmuro del viento trajo consigo los pasos audibles de la dama, su cuerpo que se hundía con esperanzas a los aullidos de la noche, una esperanza sin luz alguna en un eterno silencio. Estaba con la cabeza recostada de manera despreocupada en aquella lápida que apenas y mostraba el nombre de quien reposaban ahí los restos de lo que algún día fue alguien. ¿Estaría actuando mal? ¿Estaría el espíritu de ese alguien molesto conmigo por irrumpir de manera grosera su aposento? No sabía y no me importaba, era como si profanara la quietud de los muertos, quizás mi presencia no les fuese tan grata, quizás podría ser el alma de alguien quien yo hace mucho tiempo arrebaté su vida, no lo sabía tampoco me interesaba, había alguien más que había robado mi atención hace unos minutos, una mujer, que se aproximaba con un paso seguro y con más de un acompañante lo que hizo que mis ojos somnolientos se abriesen para verle con más detenimiento.
Suficientemente lejos su energía, ese aura que daba chispazos de luz, su cabello y después su delimitada figura, guardaba más cuidado que antes, quizás un aire insensible de cautela que no traía consigo, podrían ser mis hipótesis ciertas, ahora estaban confirmadas, una nigromante. Colocándome de pie comencé a acortar las distancias entre ambos, el encuentro estaba pronto y un aire revoltoso despeinaba su cabello, el mío que apenas y se movía era como si hasta ahí llegara lo estático de mi tiempo. Las hojas endurecidas por la nieve y los árboles desnudos plateados por la luna justo encima de nuestra cabeza se agitaban grotescamente dando la sensación de estar en otro lugar, no uno donde se descansara por siempre.
Sin poder evitar la presencia de ella me inquietaba, a su alrededor miles y miles de almas que no lograban generar una imagen corpórea decente a mis ojos, eran tenebrosos, sonreí realmente satisfecho, un poco de sabor para la desabrida noche. Ella parecía un –Ángel- en medio de todo aquello, uno que extendía sus alas al caminar.
Estando frente a ella, su aire se convirtió en el mío aunque no lo respirase. —Nigromante- susurré para mí mismo sin saber si ella me pudiese haber escuchado, mejor soltar las cartas sobre la mesa, pues el ignorante muere por su boca. Ladee el rostro y le vi de manera incómoda de pies a cabeza, su energía me erizaba, era como un pequeño trofeo. Una muñeca danzante con trucos. —Realmente no esperé encontrarme a nadie esta noche tan fría- dije seguro con un tono algo sublevado viendo al cielo cerrando los ojos —Parece que la noche trae sorpresas y este cementerio se ha convertido en el lugar más apropiado para la diversión- no sonaba nada divertido a pesar de que las palabras cogieran por sí mismo ese tono, mi voz sonaba neutra, con las manos en ambos bolsillos queriendo parecer buscar algo. —Traes a los espíritus revueltos- quizás no era por ella lo que me hizo levemente esbozar una sonrisa —Pasa que no te detengo…- abrí los ojos he hice una mueca con la cabeza para señalarle el camino y que continuara pero sin quitarle los ojos de encima, su blanca piel y su cabello de fuego traía un aroma a vacío, algo roto que protegía, quizás esa era el campo de su aura rota que con anterioridad había visto.
Secretamente quise entrar en sus pensamientos pero sentí ser bloqueado por un hombre de edad mayor lo que me hizo sentir avergonzado y molesto. No era de los que husmeaba con frecuencia en las mentes ajenas, a menos que realmente me importara, por lo general los encantaba para que por sí solos salieran las respuestas. Pero al verme en aquella situación, sería más entretenido que de esos labios cuestionaran mis motivos, en la profundidad del invierno y la efímera noche.
Deiran Chassier- Vampiro Clase Alta
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Re: Once upon a dark winter night [Deiran Chassier]
Aquellos espectros murmuraban cosas inentendibles, iniciaban un debate en donde era difícil comprender su lenguaje. La bruja podía escucharlos a la distancia pero, les ignoraba o al menos eso trataba; el corcel blanco empezaba a inquietarse con las presencias que le rodeaban pero, una pequeña caricia por parte de la chica, le transmitía un poco de paz. El ambiente parecía lo suficiente abrumador como para que alguien quisiera acercarse sin embargo, eso nunca sería un obstáculo para Loreena quién no prestaba atención a ese tipo de detalles, ya le era bastante normal estar rodeada de espíritus, incluso en pleno día.
Obviamente él sabía con qué clase de criatura trataba, ella continuaba sin inmutarse ante la presencia de aquel inmortal, era como si no le importara su condición. Temía más a cierto espectro femenino que a un vampiro pero, ¿Qué pasaba con él? ¿Por qué se sentía tan incomodo ante la presencia de una oven bruja? Esas preguntas rondaban en la mente de la chica que pudo percibir las sensaciones ajenas como si fueran suyas aunque, terminaría bloqueándolas, no le era para nada adecuado sentir las emociones ajenas aunque, a veces esto era algo inevitable por más que se esforzaba en rechazarlas.
La bruja lo observó en silencio, era un tipo raro para ella, de esos que te causan curiosidad y ganas de reír al mismo tiempo, algo así. ¿Se empeñaba en hacerse el malvado? Sí, era eso, pues bastante mal le estaba saliendo o con Loreena no resultaban esas cosas. En realidad, para la chica nunca resultaban. Continuó percibiendo la energía de los espíritus a sus espaldas, un poco más cercana, empezaban a rodear al inmortal y a la bruja, clavando sus espectrales miradas en aquel vampiro.
Loreena casi se echa a reír en la cara del nosferatu justo cuando escuchó decir que traía a los espíritus revueltos, en especial por la escena de todos esos seres rodeándolos a ambos. Los observó de reojo, esbozando una ligera sonrisa para luego dirigirse seriamente al vampiro, le miró de arriba abajo y jalando ligeramente las riendas del caballo empezó a avanzar despacio.
—Bien, porque ya me has quitado demasiado tiempo y hay que seguir avivando a las almas del camposanto —diría la muchacha a la vez que continuaba con su marcha. Su tono de voz era seco pero internamente estaba riendo, empezaba a tomarse todo como un juego.
Continuó con su marcha, alejándose un poco hasta detenerse; se dio media vuelta y volvió a mirar al inmortal, tratando de verse lo más seria que podía. Él le causaba cierta curiosidad y haber llegado a este punto de aquel encuentro, algo le hacía permanecer ahí, su presencia le intrigaba un poco. Guardó cierta cautela y no dio un solo paso para acercarse al vampiro, especialmente por la actitud que empezaban a tomar los espectros que le acompañaban. Mordió su lengua, evitando que algún comentario molesto saliera de sus labios.
— ¿A qué se debe tanta intriga? ¿Nunca has visto a una bruja paseando por un cementerio y que estuviera acompañada de fantasmas? —Preguntó la pelirroja con tranquilidad, quizás desafiando un tanto al inmortal—. Sabes, el enojo nunca es bueno y leer las mentes de las personas tampoco, es de mala educación, ¿Verdad, anciano Paul? —Se dirigió al más arcaico de los espíritus, aquel viejo que observó fulminante al vampiro y luego con un suave gesto confirmó la pregunta de la muchacha.
—Un viejo ermitaño y buena persona, es bueno tener aliados en los distintos planos de existencia, me cuidan de vampiros fisgones —mordió su lengua por vez segunda. De nuevo había dejado escapar un comentario altanero de su parte.
Obviamente él sabía con qué clase de criatura trataba, ella continuaba sin inmutarse ante la presencia de aquel inmortal, era como si no le importara su condición. Temía más a cierto espectro femenino que a un vampiro pero, ¿Qué pasaba con él? ¿Por qué se sentía tan incomodo ante la presencia de una oven bruja? Esas preguntas rondaban en la mente de la chica que pudo percibir las sensaciones ajenas como si fueran suyas aunque, terminaría bloqueándolas, no le era para nada adecuado sentir las emociones ajenas aunque, a veces esto era algo inevitable por más que se esforzaba en rechazarlas.
La bruja lo observó en silencio, era un tipo raro para ella, de esos que te causan curiosidad y ganas de reír al mismo tiempo, algo así. ¿Se empeñaba en hacerse el malvado? Sí, era eso, pues bastante mal le estaba saliendo o con Loreena no resultaban esas cosas. En realidad, para la chica nunca resultaban. Continuó percibiendo la energía de los espíritus a sus espaldas, un poco más cercana, empezaban a rodear al inmortal y a la bruja, clavando sus espectrales miradas en aquel vampiro.
Loreena casi se echa a reír en la cara del nosferatu justo cuando escuchó decir que traía a los espíritus revueltos, en especial por la escena de todos esos seres rodeándolos a ambos. Los observó de reojo, esbozando una ligera sonrisa para luego dirigirse seriamente al vampiro, le miró de arriba abajo y jalando ligeramente las riendas del caballo empezó a avanzar despacio.
—Bien, porque ya me has quitado demasiado tiempo y hay que seguir avivando a las almas del camposanto —diría la muchacha a la vez que continuaba con su marcha. Su tono de voz era seco pero internamente estaba riendo, empezaba a tomarse todo como un juego.
Continuó con su marcha, alejándose un poco hasta detenerse; se dio media vuelta y volvió a mirar al inmortal, tratando de verse lo más seria que podía. Él le causaba cierta curiosidad y haber llegado a este punto de aquel encuentro, algo le hacía permanecer ahí, su presencia le intrigaba un poco. Guardó cierta cautela y no dio un solo paso para acercarse al vampiro, especialmente por la actitud que empezaban a tomar los espectros que le acompañaban. Mordió su lengua, evitando que algún comentario molesto saliera de sus labios.
— ¿A qué se debe tanta intriga? ¿Nunca has visto a una bruja paseando por un cementerio y que estuviera acompañada de fantasmas? —Preguntó la pelirroja con tranquilidad, quizás desafiando un tanto al inmortal—. Sabes, el enojo nunca es bueno y leer las mentes de las personas tampoco, es de mala educación, ¿Verdad, anciano Paul? —Se dirigió al más arcaico de los espíritus, aquel viejo que observó fulminante al vampiro y luego con un suave gesto confirmó la pregunta de la muchacha.
—Un viejo ermitaño y buena persona, es bueno tener aliados en los distintos planos de existencia, me cuidan de vampiros fisgones —mordió su lengua por vez segunda. De nuevo había dejado escapar un comentario altanero de su parte.
Loreena Mckennitt- Hechicero Clase Alta
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Re: Once upon a dark winter night [Deiran Chassier]
Me quedé callado expectante casi de manera difusa. Los colores de aquel cementerio eran tristes, fríos y apacibles por alguna razón me hacían sentir incómodo. Ignoré esos detalles me distraía más las voces que hablaban como susurros sin dejar oír y la pequeña cabecilla de fuego de la nigromante. Cerré los ojos y si hubiese podido suspirar lo había hecho, fingir definitivamente no era una opción factible, precisamente por eso me desligaba de la ciudad para no ser lo que me enfermaba pretender ser. Un aire de alivio me hizo volver a conciencia, ella era conocedora de mi condición y no tener que fingir me hacía sentir ‘’cómodo.
La idea de husmear en su cabeza había aparecido de nuevo pero no podía evitar seguir observando a un viejo bloquear como muralla sus pensamientos por otra parte constantemente sentía la violación a mi espacio mental con la imagen de una mujer y ese hombre pasado de años inmiscuyéndose en mis asuntos, era molesto. Creé una fortaleza de ese mismo tamaño, quizás más alta para evitar que se fugara más información de la que ya habían sacado y eso me hizo molestar aunque me causó gracia, jamás nadie se había atrevido a tal cosa.
Oía música dentro de mis pensamientos, una leve melodía. Eso me hacía sentir más tranquilo alejando todo pensamiento de muerte aunque era irónico, en aquel lugar todos danzaban como llamando a Belsebú a participar hoy. Ella cruzó miradas conmigo, yo reté su imagen parecía un poco arrogante para mi gusto pero merecedora de respeto, me había desafiado a pesar de ser una bruja. Tenía sed de ver sus poderes.
—Adelante…- susurré con una voz gruesa y tranquila mientras que mi cara estaba tan recia que era molesta, lo sabía porque sus ojos me lo gritaban. Jamás busqué agradar a nadie. —El tiempo es oro….- alcé mis cejas porque había podido espiar a través de su muralla pudiendo conseguir algunos datos básicos. —…Loreena- dije con una sonrisa victorioso y me aparté más de su camino viéndole avanzar, su pequeña figura era algo divino. Parecía que el juego se estaba equilibrando pero de lo que no estaba seguro era si ella misma había deseado que escuchara su nombre o quizás sí de alguna manera había vulnerabilidad a sus defensas.
Su paso se detuvo justo para que volteara a ver y de nuevo mi mirada se unió a la suya era desafiante, ella era muy ruda o al menos eso aparentaba. —No es el hecho que seas bruja lo que me sorprende o cuantos espíritus lleves tras tu vestido- sonreí de manera bizarra, era más una burla —Me intriga el contenido de esos espectros- acoté con cuidado y señalé a su alrededor. Alcé mis cejas e hice un gesto como si me disculpara pero era más una burla —Lo siento tanto mi querida bruja, no ha sido muy cortés de mi parte querer leer tus pensamientos- le dediqué una sonrisa y volví a erguir mi espalda viéndole. —Pero quizás esa mujer y ese ermitaño estén fallando, deberías revisarlos, me dejaron espiar y he obtenido información que quizás pueda usar en tu contra- solté una sonrisa por esa extraña broma, sí había podido fisgonear en sus adentros pero tampoco era que sabía vitales cosas de esa cabellera fuego que me quemaba la piel.
Deiran Chassier- Vampiro Clase Alta
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Re: Once upon a dark winter night [Deiran Chassier]
La bruja suspiró con pesadez y despeinó su rojiza cabellera. Miraba con cierto fastidio al anciano fantasma y éste sólo parecía encogerse de brazos; aquel vampiro no le daba miedo pero si le empezaba a aburrir con ese semblante de piedra que tenía. Hasta las esculturas de los ángeles de las lápidas parecían tener más vida y emoción que aquel inmortal. Si estuviera Lord Byron presente ya le hubiera hecho algún tipo de burla, de seguro pero quizás era mejor que no le habría acompañado esa noche. La actitud de Loreena había cambiado un poco, y esta vez no se guardaría palabra alguna. Su paciencia estaba por debajo de cero. Al escuchar su nombre rodó los ojos y observó al bufón que se escondía tras la lapida en donde se hallaba el vampiro. Un espectro al que le gustaba hacer bromas, la mente de la bruja logró visualizarlo por completo y negó levemente.
Él inmortal pensaba ser victorioso sin embargo, no sabía con quien se había topado esa noche, con una bruja que estaba poco cuerda, era amiga de los muertos y era la protegida de la reina de la Cacería Salvaje. Su piel se erizó al recordar eso y como si fuera poco, uno de aquellos muertos susurró con aire gélido el nombre de aquella antigua criatura. Lo menos que quería era buscar problemas así que sólo evadió los murmullos que llevaban de algún lugar lejano. Observó de arriba abajo a los fantasmas como si buscara algo material en ellos, claramente se estaba burlando del vampiro y no tomaba en serio sus palabras.
—Oh que pena… Están tan vacíos como tú. Si quieres puedes mirarlo por ti mismo, y lo digo sin ánimos de ofender. Yo soy una chica muy educada, sí señor —mencionó con altanería la bruja a la vez que los espíritus rompían el silencio con sonoras risas y balbuceaban algunas cosas para sí mismos—. Y no te confíes, mis defensas están bastante buenas. Alguien más te dijo mi nombre, claramente notó tu curiosidad tanto como yo, ¿Qué ganas con molestar? Ah cierto, no molestas, sólo haces tu trabajo de hacerte el señorsote malote.
Loreena podía ser tan molesta como se le diera la gana y las últimas palabras de su comentario fueron seguidas de un gesto en el que imitaba caminar como hombre mientras agravaba el timbre de su voz. El bufón oculto tras la piedra a espaldas del nosferatu mostró su presencia con una mueca de burla siniestra mientras imitaba los gestos de la pelirroja. El corcel que acompañaba a la chica se alertó soltando un bufido ante la presencia poco agradable del arlequín, una alimaña enviada por Morrigan.
—Ah, pero mira señorsote malote. Te presento a la alimaña que osó en delatar mi precioso nombre —indicó Loreena mientras señalaba al bufón—. Mira qué guapo es, su sonrisa mata a cualquiera. Oh, olvidé que tú ya estás muerto y bueno, yo debo irme, mi gato me espera para sobarle la panza. Síganme los muertos.
La chica sonrió triunfal para luego darse la vuelta y seguir con su paso. El arlequín se quedó postrado frente al vampiro, desafiándole con la mirada, bloqueando su mirada para que no pudiera seguir a la bruja. Loreena tarareaba alguna canción de su tierra natal mientras aquella reunión fantasmal seguía sus pasos.
Él inmortal pensaba ser victorioso sin embargo, no sabía con quien se había topado esa noche, con una bruja que estaba poco cuerda, era amiga de los muertos y era la protegida de la reina de la Cacería Salvaje. Su piel se erizó al recordar eso y como si fuera poco, uno de aquellos muertos susurró con aire gélido el nombre de aquella antigua criatura. Lo menos que quería era buscar problemas así que sólo evadió los murmullos que llevaban de algún lugar lejano. Observó de arriba abajo a los fantasmas como si buscara algo material en ellos, claramente se estaba burlando del vampiro y no tomaba en serio sus palabras.
—Oh que pena… Están tan vacíos como tú. Si quieres puedes mirarlo por ti mismo, y lo digo sin ánimos de ofender. Yo soy una chica muy educada, sí señor —mencionó con altanería la bruja a la vez que los espíritus rompían el silencio con sonoras risas y balbuceaban algunas cosas para sí mismos—. Y no te confíes, mis defensas están bastante buenas. Alguien más te dijo mi nombre, claramente notó tu curiosidad tanto como yo, ¿Qué ganas con molestar? Ah cierto, no molestas, sólo haces tu trabajo de hacerte el señorsote malote.
Loreena podía ser tan molesta como se le diera la gana y las últimas palabras de su comentario fueron seguidas de un gesto en el que imitaba caminar como hombre mientras agravaba el timbre de su voz. El bufón oculto tras la piedra a espaldas del nosferatu mostró su presencia con una mueca de burla siniestra mientras imitaba los gestos de la pelirroja. El corcel que acompañaba a la chica se alertó soltando un bufido ante la presencia poco agradable del arlequín, una alimaña enviada por Morrigan.
—Ah, pero mira señorsote malote. Te presento a la alimaña que osó en delatar mi precioso nombre —indicó Loreena mientras señalaba al bufón—. Mira qué guapo es, su sonrisa mata a cualquiera. Oh, olvidé que tú ya estás muerto y bueno, yo debo irme, mi gato me espera para sobarle la panza. Síganme los muertos.
La chica sonrió triunfal para luego darse la vuelta y seguir con su paso. El arlequín se quedó postrado frente al vampiro, desafiándole con la mirada, bloqueando su mirada para que no pudiera seguir a la bruja. Loreena tarareaba alguna canción de su tierra natal mientras aquella reunión fantasmal seguía sus pasos.
Loreena Mckennitt- Hechicero Clase Alta
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Re: Once upon a dark winter night [Deiran Chassier]
Su voz tan chillante hizo que sintiera una leve pesadez en los ojos, por lo que los cerré un instante pero me mantenía entretenido la cabellos de fuego. Sonreí a sus palabras, sí que era osada, confiada hasta cínica, no era la primera con que me cruzaba de su tipo, ni toda la vida de la bruja frente a mí le alcanzaría para hacerme sentir una leve pizca de dolor o algún arrepentimiento, ¿Sería que nadie le había colocado en su lugar? Miré el alrededor del camposanto y todo seguía como estaba, vacío aunque en el ambiente era todo tan denso que si algún humano común y corriente estuviese cruzando moriría, los espectros estaban revueltos y aunque no era capaz de verlos sí era posible sentirlos, lo que me tenía sin cuidado, quizás ella estaba confiaba de su capacidad yo no dudaba de mis habilidades, sería interesante por esta razón no dejarla ir así como así, qué tendría ella para enseñarme y qué sería yo capaz de aprender.
Sonreí amablemente a la imitación barata de la bruja y le aplaudí —¡Bravo! ¡Bravo! Además de bruja eres una actriz, oh Loreena, eres toda una actriz…- fingí una leve reverencia y me incliné en el acto para después dejar la altanería de lado. —Veo que tienes un leve problema con los de nuestra especie, ¿te han causado un trauma o algo que no hayas superado?- fingí preocupación y murmuré bajo para darle más realce a la situación. —Yo no tengo ningún perjuicio por mi condición, es más, estoy encantado- alcé las manos haciendo un gesto tranquilo, quizás no notaría la falsedad de las palabras. —¿Qué tienes para decirme, Loreena?- sentía cierto placer por decir su nombre, estaba seguro que era por la molestia tan fácil que le causaba con mi presencia, una criatura que se perturbaba así de sencillo era dócil y débil, el temperamento era un gran reto para controlar cosa que ella desconocía.
Miré como se iba tan fácil caminando hacia un lado, con su caballo sonriendo y cantando una canción, su voz melódica era un desastre pero al parecer le funcionaba para calmar los pensamientos. — Tengo que decirte Loreena, que ninguno de tus amigos fue quien me confesó tu nombre- sentí una barrera frente a mí que me impedía el paso, la cual rompí rápidamente sin ningún problema utilizando la velocidad, colocándome delante de ella y extendiéndole la mano le miré fijo —Ha sido tu misma cabeza la que me lo ha contado- viendo mi mano y sin esperar a que ella agarrara aquella, le tomé de la mano y le levanté en el aire llevándole cargada —Vamos a dar un paseo- era algo irracional lo que hacía pero tenía un precepto y estaba seguro que lograría mi cometido con ella.
Deiran Chassier- Vampiro Clase Alta
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