Cien años de recuerdos en un Silencio (Dominika Ankudinov)

Me desperté temprano el día de hoy como solía hacerlo muy a menudo, esta vez pensaba acompañar a un par de mis amigas al mercado parisino. Debíamos adentrarnos en terreno ajeno para intercambiar algunas de las prendas de fantasía que habíamos confeccionado por algunos comestibles como café, garbanzos, azafrán, y unas cuantas botellas de licor, así que nos apresuramos a entrar en la tienda del comerciante y entre risas ignoramos las miradas de los payos que al darse cuenta de que tres romanís se encontraban en el lugar se apartaban rápidamente de nosotras con rostros despectivos. Estábamos acostumbradas a dicha reacción y hoy nos encontrábamos de buen humor por tratarse de la fecha de celebración del nacimiento de Antonina quien hoy cumplía 18 años de nacida.

Tan pronto regresamos al campamento nos unimos a las otras mujeres que ya se encontraban inmersas en la preparación del que sería nuestro festín de esta noche. Arroz con hinojos, Zarangoyos y Merluza constituían los platillos principales, junto a la olla con peras y el café que la madre de Antonina solía preparar tan bien y que servirían para endulzarnos la velada. El día transcurrió rápidamente y pronto los rayos del sol comenzaron a ocultarse detrás de la línea del horizonte para revelar la llegada de la luna. Los hombres se apresuraron a apiñar la leña para encender las fogatas y reunirnos alrededor con la música de las guitarras y violines que hábiles manos hacían flotar en el aire nocturno.

Para nosotros, los romanís que sentíamos la música en cada poro de nuestro ser, era imposible que una celebración como esta no se encontrara amenizada por ella. Para mí, existía una especie de enamoramiento entre mi persona y la música, el cual me inducía a cerrar mis ojos por momentos y tan solo permanecer quieta escuchándola al lado de un viejo carromato, mientras a un par de metros Antonina empezaba una hermosa danza al son de los aplausos. Mis pies comenzaron entonces a moverse un poco seducidos por las notas, fue entonces cuando repentinamente la voz de Jorska me orilló a apartarme del lugar con un suspiro. Mi diversión terminaría pronto. El deseaba que le acompañase al circo y la idea causaba en mi desasosiego, pero él insistía en que alguien tenía que ayudarle a alimentar a los animales, idea que me consolaba pues siempre me había sentido muy afín con ellos y el que anduviese alrededor de la carpa del circo dedicada a alimentarles no me obligaría a entrar... ni mucho menos a ver los trapecios...

-Ya voy!!!- Grité en respuesta y corrí en dirección a la voz de Jorska creyendo que deseaba irse más temprano lo cual me contrariaba puesto que deseaba bailar, dejarme llevar por la música. Corrí hacia el viejo romaní de grises cabellos y lo tomé de los brazos haciéndolo girar sobre si mismo. -Y si en lugar de ir al circo nos quedásemos un poco más de tiempo acá?- Intenté convencerlo y luego me quedé de una pieza y levemente petrificada al ver a un payo detrás de él.

-JHUMMM JHUMMM niña, este pay... señor ha venido a verte, pregunta por ti.-

Algo dudosa di un par de pasos al frente y vi a un caballero de cabello oscuro de pie frente a mi. Sabía que la tela que llevaba puesta como vestidura era fina y su grande sombrero también. Lo miré un par de segundos con una extraña sensación en mi pecho, repentina pérdida del aliento, sin estar segura del por qué, hasta que finalmente recordé el uso del habla y pregunté.

-¿A mi? Niet. ¿Estás seguro Jorska?- El caballero entonces giró en mi dirección revelándome así su rostro, el cual observé con curiosidad. -Disculpe caballero si de repente Jorska se ha equivocado llamando a la joven equivocada.- Estaba segura de que debía de tratarse de un error. Un personaje así de importante no tenía nada que hacer con una simple romaní, de hecho resultaba bastante intrigante que estuviera en el campamento. -Está algo viejo y no oye bien...- Eso lo dije en tono más bajo, casi un susurro, para que el aludido no lo oyera, no quería herir su sensibilidad. -Si me dice a quien busca me encargaré de llevarle con la persona correcta...- Jorska tosió como una indirecta hacia mi y comprendiendo hice una reverencia, aunque no estaba segura de que fuera de la forma correcta.