AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Rojo escarlata
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Rojo escarlata
"Odio, desden, desprecio…
Son palabras que se quedan cortas cuando sientes en tu interior, que aquello que has querido erradicar con todas tus fuerzas... se propaga como la peste.
Sangre traicionera.
¿…hay algo peor que eso…?"
Tienes una pinta horrible indico con aquella voz grave,a la vez que me acercaba hacia él.
Yo tampoco me alegro de verte. Indique robándole una sonrisa de autosuficiencia. Estreche su antebrazo y él el mío a modo de saludo cordial, separándonos al cabo de un segundo para comenzar a caminar rápidamente hacia la salida de la estancia, que fue abierta por los guardias que se hayaban fuera.
Hay novedades, ¿verdad Zéphyr?
Las hay.
Esto se agiliza al fin.
…
Deberia decir que lamento lo Evander.
Mi corazón volvió a chocar contra mi pecho ante la sola mención. Y es que si…sabia lo acontecido con mi hijo, pues aunque no nos encontraramos juntos, podía saber si seguía vivo por medio de un mas que sencillo conjuro de percepción de animas…Un conjuro que aquella mañana no habia funcionado, porque no habia a quien invocar ni a quien mostrar. Su vida habia sido arrebatada y no por obra mia.
Pero realmente no lo siento. Era un estorbo mas que se interponía en nuestro camino.
...
Tu sinceridad solo es aplacada por tu lengua viperina.
Gracias por el cumplido.
Negué con la cabeza ante aquel bastardo. Ni siquiera recordaba porque seguíamos siendo amigos.
Llegamos hasta una puerta decorada con sendos pilares ornamentados. Ambos nos detuvimos pues me esperaban, Zephyr simplemente me habia recibido y escoltado. -Quizas por curiosidad ante la mención de mi hijo recientemente fallecido.- Y es que lo cierto es que aun no podía ni quería pensar en ello. Eran demasiadas las cosas que turbaban mi mente aquella noche.
Zephyr hizo un ademan con el rostro y yo asentí, entendiendo que Ambrose se hallaba tras las puertas. El continuó su camino ondeando su larga túnica roja tras su figura a la vez que un grupo de guardias se sumaba tras su paso, siguiéndole. Frunci el ceño y chasquee la lengua, pues por algún extraño motivo me estaba volviendo malhumorado ya nada mas llegar.
Camine hacia la puerta y esta se abrio sola, mostrandome la mas elegante de las estancias; su despacho.
Uno que estaba completamente vacio.
Son palabras que se quedan cortas cuando sientes en tu interior, que aquello que has querido erradicar con todas tus fuerzas... se propaga como la peste.
Sangre traicionera.
¿…hay algo peor que eso…?"
...
Mi figura expectral apareció como una cortina de humo en el suelo marmóreo, adquiriendo forma en medio del pentagrama invertido. Alce mi rodilla de la tierra posándome en pie mientras miraba con lentitud a un lado y a otro. Mas la estancia estaba vacia salvo por aquel de que brazos cruzados me miraba con esa cara de pocos amigos.Tienes una pinta horrible indico con aquella voz grave,a la vez que me acercaba hacia él.
Yo tampoco me alegro de verte. Indique robándole una sonrisa de autosuficiencia. Estreche su antebrazo y él el mío a modo de saludo cordial, separándonos al cabo de un segundo para comenzar a caminar rápidamente hacia la salida de la estancia, que fue abierta por los guardias que se hayaban fuera.
Hay novedades, ¿verdad Zéphyr?
Las hay.
Esto se agiliza al fin.
…
Deberia decir que lamento lo Evander.
Mi corazón volvió a chocar contra mi pecho ante la sola mención. Y es que si…sabia lo acontecido con mi hijo, pues aunque no nos encontraramos juntos, podía saber si seguía vivo por medio de un mas que sencillo conjuro de percepción de animas…Un conjuro que aquella mañana no habia funcionado, porque no habia a quien invocar ni a quien mostrar. Su vida habia sido arrebatada y no por obra mia.
Pero realmente no lo siento. Era un estorbo mas que se interponía en nuestro camino.
...
Tu sinceridad solo es aplacada por tu lengua viperina.
Gracias por el cumplido.
Negué con la cabeza ante aquel bastardo. Ni siquiera recordaba porque seguíamos siendo amigos.
Llegamos hasta una puerta decorada con sendos pilares ornamentados. Ambos nos detuvimos pues me esperaban, Zephyr simplemente me habia recibido y escoltado. -Quizas por curiosidad ante la mención de mi hijo recientemente fallecido.- Y es que lo cierto es que aun no podía ni quería pensar en ello. Eran demasiadas las cosas que turbaban mi mente aquella noche.
Zephyr hizo un ademan con el rostro y yo asentí, entendiendo que Ambrose se hallaba tras las puertas. El continuó su camino ondeando su larga túnica roja tras su figura a la vez que un grupo de guardias se sumaba tras su paso, siguiéndole. Frunci el ceño y chasquee la lengua, pues por algún extraño motivo me estaba volviendo malhumorado ya nada mas llegar.
Camine hacia la puerta y esta se abrio sola, mostrandome la mas elegante de las estancias; su despacho.
Uno que estaba completamente vacio.
Eskandar J. Délvheen- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 14
Fecha de inscripción : 03/03/2013
Re: Rojo escarlata
Alcé de nuevo mi mano, golpeando su mejilla con el dorso de esta. Su sangre me salpicó y yo me relamí, saboreando su sangre. Tomé su mentón con violencia, siendo ella la que forcejeó para impedir que la mirara a los ojos, como si odiara el simple hecho de que la tocara. Pobre infeliz.
- Dime cómo diablos llegaste a mí. Dime quién eres y para quién trabajas. ¡DIMELO!
La joven me escupió en la cara, lo que le costó otro bofetón que la hizo gritar de dolor cuando su piel se rasgó y la herida le cruzó parte de la frente hasta su ceja.
- Tengo todo el tiempo del mundo y créeme, hablarás por las buenas o por las malas.
En realidad, la paciencia no era mi mayor virtud, así que, ¿para qué esperar? Llevé mi mano a su frente, cerrando los ojos y sintiendo bajo la palma de mi mano cómo ella se resistía. Pero era una mísera humana, ¿cómo resistirse a mi manipulación mental? Era imposible. Y tan imposible fue, que cayó, mostrándome sus recuerdos, buceando yo en su memoria, en su cabeza. Torcí una sonrisa complacida, alejándome al fin de ella, dándole la espalda para permitirle recuperar el aliento perdido ante mi intrusión.
Mientras le hablaba, lavaba yo mis manos ensangrentadas en un cuenco de agua fresca, limpiándomelas luego con una toalla que un guardia me alcanzó.
- De nuevo la suerte me ha sonreído, amigos. - vociferé a los allí presentes, contoneándome por la sala alrededor de mi prisionera atada de manos mediante fuertes grilletes de hierro.- ¡YO, que llevo décadas sino siglos buscándole! ¡YO, su Creador, incansable a la hora de encontrarle! ¡AHORA! ¡Ahora tengo ante mí la llave que no sólo me llevará hasta mi mayor deseo... sino que lo atraerá a mí!
Reí a carcajadas, resonando mi eco por toda la cueva. Algunos guardias se unieron a mí, otros silbaron y otros aplaudieron mi suerte. Me acerqué por detrás de la chica, tomando sus cabellos recogidos en un despeinado moño y tiré de ellos para que su cabeza se irguiera y mirara al frente. Quería que viera los barrotes que la mantenían cautiva, quería que viera los rostros sonrientes de aquellos que de ella se mofaban. Pasé mi lengua por su mejilla, explotando así algunas risas maquiavélicas que me contagiaron. Adoraba sin duda jugar con mis presos, no tenía remedio.
- Ella me traerá de vuelta a Johannes. ¿Verdad, señorita Lithium? - susurré a su oído, mordiéndole su lóbulo juguetonamente antes de tomar distancias para posicionarme ante ella, tomando su rostro entre mis manos.
Sus ojos se abrieron mucho, con sorpresa. ¿Qué estaría viendo en mí en aquél instante? No me importó demasiado.
- Mírame bien, muñeca, pues mi bello rostro será lo último que verás. Despídete de la luz y saluda a tu nueva compañera, la Oscuridad.
Dicho esto y sin soltar su rostro hundí mis dedos pulgares en las cuencas de sus ojos, haciendo palanca luego para que éstos saltaran y cayeran sobre mi regazo. Ella gritaba, por supuesto, y la sangre impregnó todo mi torso desnudo, las paredes y algunos guardias cercanos. Ignoré su estruendo y tomé sus ojos con delicadeza, contemplando la belleza de éstos mientras le hablaba a Sebastian, uno de mis guardias carceleros.
- Mantenla viva.
Y salí de allí con paso firme y elegante, pidiendo a unas siervas que me trajeran ropa limpia a mi dormitorio cuando uno me anunció la llegada de Eskandar y Zephyr. Tendría que ocuparme luego de los ojos de aquella hermosa humana llamada Anhiel y pensar en qué forma sería más adecuada enviarle semejante presente a Johannes. ¿En una cajita? ¿Con una nota? ¿Sin nota? ¿Mi sello? ¿Entregárselo personalmente? Ais... ¡qué complicado era mi día a día!
Tras limpiar la sangre que había en mí y ataviarme con exquisitas ropas me vi capaz de atender a mis visitas, que por cierto había dejado esperando en mi despacho por bastante tiempo. ¿Se habrían aburrido en mi ausencia? Poco me importaba.
Abrí la puerta de mi despacho y allí estaban ambos, dialogando. Por un instante en el que usé mi don telepático pude saber que aquello que traía de cabeza a Eskandar era la muerte de su primogénito. Le miré ceñudo. ¿Me serviría ese energúmeno si se me ponía sentimental con sus hijos? Dudé un instante, pero luego pensé que si no me era útil, no saldría de aquella sala con vida. Pensé en lo bonita que se vería su cabeza reducida colgando de la lámpara de araña de mi salón principal...
- Sentaos, sentaos. - les pedí a ambos, tomando yo asiento tras el escritorio.- Bien, lo cierto es que tengo muchos quehaceres ahora mismo, así que prefiero ir al grano. Eskandar, ¿aun te interesa hallar a Alma?
Aquella estampa me recordó a la de una vicaría cuando un juez le hace un interrogatorio a uno de los casamenteros para luego bendecir su unión. Y allí estaba yo ante Zephyr y Eskandar, preguntándoles si aun estaban dispuestos a colaborar conmigo por una misma causa en común. De algún modo, sí que se trataba de unir lazos, aunque no eran los matrimoniales ni los amorosos realmente. Reí ante mi absurdo pensamiento, regresando al instante que traía entre manos junto a los brujos.
- Bien, pues. - indiqué cuando vi la afirmación en los ojos de Eskandar. Me cruce de brazos y en ese instante me percaté de mi escaso don como anfitrión.- Oh, lo lamento, ¿queríais algo de beber? ¿No? Pues yo sí.
Di dos palmas y en menos que canta un gallo dos bonitas siervas se presentaron ante mí tras una reverencia eterna en la que casi logran besar la punta de mis pies.
- Traed sangre fresca en un cántaro y tres copas de cristal. ¡YA!
Las mujeres se fueron y la puerta se cerró de nuevo, quedándonos solos y en silencio. Me quedé unos momentos mirando por la ventana situada en lo alto de la sala, alegrándome de que ya empezara a anochecer. Pronto las siervas regresaron con mi pedido y tras servirnos una copa a cada uno -aunque sólo yo bebería en aquella ocasión-, desaparecieron de mi vista.
- Como iba diciendo... Ah, sí, Alma. - Tomé un sorbo largo, paladeando su sabor. Exquisito.- Resulta que he encontrado su paradero y conocemos ya su forma, pero no exactamente sus poderes. No sabemos de lo que es realmente capaz de hacer ni qué tan peligrosa arma puede ser.
Eskandar asintió, impaciente, inclinándose levemente hacia la mesa tras la que yo me encontraba. Quería saber más, lo supe, así que no le hice esperar más.
- Alma se encuentra en tu hija Danielle. Ella es la portadora de Alma. Ella es su reencarnación, su forma original. Es a ella a quién debemos matar.
- Dime cómo diablos llegaste a mí. Dime quién eres y para quién trabajas. ¡DIMELO!
La joven me escupió en la cara, lo que le costó otro bofetón que la hizo gritar de dolor cuando su piel se rasgó y la herida le cruzó parte de la frente hasta su ceja.
- Tengo todo el tiempo del mundo y créeme, hablarás por las buenas o por las malas.
En realidad, la paciencia no era mi mayor virtud, así que, ¿para qué esperar? Llevé mi mano a su frente, cerrando los ojos y sintiendo bajo la palma de mi mano cómo ella se resistía. Pero era una mísera humana, ¿cómo resistirse a mi manipulación mental? Era imposible. Y tan imposible fue, que cayó, mostrándome sus recuerdos, buceando yo en su memoria, en su cabeza. Torcí una sonrisa complacida, alejándome al fin de ella, dándole la espalda para permitirle recuperar el aliento perdido ante mi intrusión.
Mientras le hablaba, lavaba yo mis manos ensangrentadas en un cuenco de agua fresca, limpiándomelas luego con una toalla que un guardia me alcanzó.
- De nuevo la suerte me ha sonreído, amigos. - vociferé a los allí presentes, contoneándome por la sala alrededor de mi prisionera atada de manos mediante fuertes grilletes de hierro.- ¡YO, que llevo décadas sino siglos buscándole! ¡YO, su Creador, incansable a la hora de encontrarle! ¡AHORA! ¡Ahora tengo ante mí la llave que no sólo me llevará hasta mi mayor deseo... sino que lo atraerá a mí!
Reí a carcajadas, resonando mi eco por toda la cueva. Algunos guardias se unieron a mí, otros silbaron y otros aplaudieron mi suerte. Me acerqué por detrás de la chica, tomando sus cabellos recogidos en un despeinado moño y tiré de ellos para que su cabeza se irguiera y mirara al frente. Quería que viera los barrotes que la mantenían cautiva, quería que viera los rostros sonrientes de aquellos que de ella se mofaban. Pasé mi lengua por su mejilla, explotando así algunas risas maquiavélicas que me contagiaron. Adoraba sin duda jugar con mis presos, no tenía remedio.
- Ella me traerá de vuelta a Johannes. ¿Verdad, señorita Lithium? - susurré a su oído, mordiéndole su lóbulo juguetonamente antes de tomar distancias para posicionarme ante ella, tomando su rostro entre mis manos.
Sus ojos se abrieron mucho, con sorpresa. ¿Qué estaría viendo en mí en aquél instante? No me importó demasiado.
- Mírame bien, muñeca, pues mi bello rostro será lo último que verás. Despídete de la luz y saluda a tu nueva compañera, la Oscuridad.
Dicho esto y sin soltar su rostro hundí mis dedos pulgares en las cuencas de sus ojos, haciendo palanca luego para que éstos saltaran y cayeran sobre mi regazo. Ella gritaba, por supuesto, y la sangre impregnó todo mi torso desnudo, las paredes y algunos guardias cercanos. Ignoré su estruendo y tomé sus ojos con delicadeza, contemplando la belleza de éstos mientras le hablaba a Sebastian, uno de mis guardias carceleros.
- Mantenla viva.
Y salí de allí con paso firme y elegante, pidiendo a unas siervas que me trajeran ropa limpia a mi dormitorio cuando uno me anunció la llegada de Eskandar y Zephyr. Tendría que ocuparme luego de los ojos de aquella hermosa humana llamada Anhiel y pensar en qué forma sería más adecuada enviarle semejante presente a Johannes. ¿En una cajita? ¿Con una nota? ¿Sin nota? ¿Mi sello? ¿Entregárselo personalmente? Ais... ¡qué complicado era mi día a día!
Tras limpiar la sangre que había en mí y ataviarme con exquisitas ropas me vi capaz de atender a mis visitas, que por cierto había dejado esperando en mi despacho por bastante tiempo. ¿Se habrían aburrido en mi ausencia? Poco me importaba.
Abrí la puerta de mi despacho y allí estaban ambos, dialogando. Por un instante en el que usé mi don telepático pude saber que aquello que traía de cabeza a Eskandar era la muerte de su primogénito. Le miré ceñudo. ¿Me serviría ese energúmeno si se me ponía sentimental con sus hijos? Dudé un instante, pero luego pensé que si no me era útil, no saldría de aquella sala con vida. Pensé en lo bonita que se vería su cabeza reducida colgando de la lámpara de araña de mi salón principal...
- Sentaos, sentaos. - les pedí a ambos, tomando yo asiento tras el escritorio.- Bien, lo cierto es que tengo muchos quehaceres ahora mismo, así que prefiero ir al grano. Eskandar, ¿aun te interesa hallar a Alma?
Aquella estampa me recordó a la de una vicaría cuando un juez le hace un interrogatorio a uno de los casamenteros para luego bendecir su unión. Y allí estaba yo ante Zephyr y Eskandar, preguntándoles si aun estaban dispuestos a colaborar conmigo por una misma causa en común. De algún modo, sí que se trataba de unir lazos, aunque no eran los matrimoniales ni los amorosos realmente. Reí ante mi absurdo pensamiento, regresando al instante que traía entre manos junto a los brujos.
- Bien, pues. - indiqué cuando vi la afirmación en los ojos de Eskandar. Me cruce de brazos y en ese instante me percaté de mi escaso don como anfitrión.- Oh, lo lamento, ¿queríais algo de beber? ¿No? Pues yo sí.
Di dos palmas y en menos que canta un gallo dos bonitas siervas se presentaron ante mí tras una reverencia eterna en la que casi logran besar la punta de mis pies.
- Traed sangre fresca en un cántaro y tres copas de cristal. ¡YA!
Las mujeres se fueron y la puerta se cerró de nuevo, quedándonos solos y en silencio. Me quedé unos momentos mirando por la ventana situada en lo alto de la sala, alegrándome de que ya empezara a anochecer. Pronto las siervas regresaron con mi pedido y tras servirnos una copa a cada uno -aunque sólo yo bebería en aquella ocasión-, desaparecieron de mi vista.
- Como iba diciendo... Ah, sí, Alma. - Tomé un sorbo largo, paladeando su sabor. Exquisito.- Resulta que he encontrado su paradero y conocemos ya su forma, pero no exactamente sus poderes. No sabemos de lo que es realmente capaz de hacer ni qué tan peligrosa arma puede ser.
Eskandar asintió, impaciente, inclinándose levemente hacia la mesa tras la que yo me encontraba. Quería saber más, lo supe, así que no le hice esperar más.
- Alma se encuentra en tu hija Danielle. Ella es la portadora de Alma. Ella es su reencarnación, su forma original. Es a ella a quién debemos matar.
Ambrose de Thíra- Vampiro/Realeza
- Mensajes : 33
Fecha de inscripción : 23/09/2012
Localización : Sin perder el Norte
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Rojo escarlata
Contemple el intenso rojo de mi copa mientras la mecía entre mis dedos, como si estuviera catando vino. Pero dejé de removerla con brevedad y deje la copa de sangre sobre su mesa. No iba a beber nada que viniera de Ambrose ni por asomo, ni aunque el mismo lo bebiera. Y no es que le haciera precisamente ascos al sabor de la sangre, era tan solo que no me fiaba de aquel desgraciado parasito con aires de grandeza.
Me levante y acaricie el borde de la copa con las yemas de mis dedos muy suavemente. camine pausadamente hacia Ambrose y me pasee por detrás de su asiento con lentitud, dejando que las yemas de mis dedos también acariciaran el respaldo de su asiento.
Jamas he dudado de tu palabra, eso ya lo sabes mi buen amigo.
Pero si eso que dices es cierto…espero que puedas comprender la magnificencia de lo que ello significa. De lo que la existencia y el dominio de Alma puede suponer.
Estoy seguro de que tienes muchas pruebas de su existencia...y me muero por verlas.
La imagen de Evander se cruzo una vez mas en mis retinas…Pues mi hijo, mi propia sangre, murió luchando y perdiendo su misma oportunidad de encontrar y utilizar a Alma.
Ahgh…Que desdichado fue por no querer ver la verdad y cerrarse en ideales absurdos de juventud.
Una mueca de profundo asco se cruzo en mi semblante ante la visión de mi hijo y su propia sangre desparramada en manos de un cualquiera. Ya que si él tenia que morir…habría preferido mil veces que hubiera sido ante mis manos y no las de otro. Nadie sino yo tenia derecho a ponerle las manos encima…
Dame pruebas…Si las hay sabes que te brindare mi apoyo y el apoyo de los brujos de mi orden…
Ambrose era lo suficientemente inteligente como para no subestimarme, y es que podía oler sus ansias de traición. Era como si eso fluyera por su sangre. Pero en este pacto, ambos saldríamos beneficiados. Pues mi orden contaba con brujos entrenados en las mas antiguas y negras artes. Y es que Il curato de la cruz, no solo se dirigía por cuatro miembros, sino que tenia a su abasto a los discípulos y siervos de su líder…Por lo que yo, mantenía a mi cargo a mas brujos de los que se podía contar no solo en París sino también en Alemania, Noruega, Rusia, Belgica, Finlandia y el resto de países Europeos…Tenerme como aliado, significaba tener a muchos brujos listos para actuar.Y tenerle como aliado a él significaba tener a su ejercito de inmortales como “amigos”.
Me encamine hacia la ventana y cruce mis manos a mi espalda con el gesto ceñudo.
Si lo que dices es cierto…
Sera una gran ventaja para nosotros. No matarle, sino poseerle... Pues Danielle…Es mi hija, y eso, aunque sea un ente reencarnado, jugara a nuestro favor asi como lo puede hacer su poder.
Si mi hija era alma, seria sencillo manipularla. Pues aunque estuviera reencarnada y fuera poderosa, tenia mi sangre y solo por ese sutil detalle podría convertirse en un peón a mi favor.
Me levante y acaricie el borde de la copa con las yemas de mis dedos muy suavemente. camine pausadamente hacia Ambrose y me pasee por detrás de su asiento con lentitud, dejando que las yemas de mis dedos también acariciaran el respaldo de su asiento.
Jamas he dudado de tu palabra, eso ya lo sabes mi buen amigo.
Pero si eso que dices es cierto…espero que puedas comprender la magnificencia de lo que ello significa. De lo que la existencia y el dominio de Alma puede suponer.
Estoy seguro de que tienes muchas pruebas de su existencia...y me muero por verlas.
La imagen de Evander se cruzo una vez mas en mis retinas…Pues mi hijo, mi propia sangre, murió luchando y perdiendo su misma oportunidad de encontrar y utilizar a Alma.
Ahgh…Que desdichado fue por no querer ver la verdad y cerrarse en ideales absurdos de juventud.
Una mueca de profundo asco se cruzo en mi semblante ante la visión de mi hijo y su propia sangre desparramada en manos de un cualquiera. Ya que si él tenia que morir…habría preferido mil veces que hubiera sido ante mis manos y no las de otro. Nadie sino yo tenia derecho a ponerle las manos encima…
Dame pruebas…Si las hay sabes que te brindare mi apoyo y el apoyo de los brujos de mi orden…
Ambrose era lo suficientemente inteligente como para no subestimarme, y es que podía oler sus ansias de traición. Era como si eso fluyera por su sangre. Pero en este pacto, ambos saldríamos beneficiados. Pues mi orden contaba con brujos entrenados en las mas antiguas y negras artes. Y es que Il curato de la cruz, no solo se dirigía por cuatro miembros, sino que tenia a su abasto a los discípulos y siervos de su líder…Por lo que yo, mantenía a mi cargo a mas brujos de los que se podía contar no solo en París sino también en Alemania, Noruega, Rusia, Belgica, Finlandia y el resto de países Europeos…Tenerme como aliado, significaba tener a muchos brujos listos para actuar.Y tenerle como aliado a él significaba tener a su ejercito de inmortales como “amigos”.
Me encamine hacia la ventana y cruce mis manos a mi espalda con el gesto ceñudo.
Si lo que dices es cierto…
Sera una gran ventaja para nosotros. No matarle, sino poseerle... Pues Danielle…Es mi hija, y eso, aunque sea un ente reencarnado, jugara a nuestro favor asi como lo puede hacer su poder.
Si mi hija era alma, seria sencillo manipularla. Pues aunque estuviera reencarnada y fuera poderosa, tenia mi sangre y solo por ese sutil detalle podría convertirse en un peón a mi favor.
Eskandar J. Délvheen- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 14
Fecha de inscripción : 03/03/2013
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