Encuentros en la tercera fase .... [Privado]

por **Gwendolyn Nylander** Mar Ene 07, 2014 10:31 am

Un día más en su mansión. Un día más que cuidaba a aquella muchacha de cabellos dorados. Aun dormía. El día anterior no pareció querer acercársele…o eso intuyo de ella. Ahora solamente estaba en su sofá, intentando ver donde estaba la línea en la que se quedó leyendo antes de ser interrumpido por un grito de la doncella. Suspiraba desesperado sin encontrar la maldita línea del libro - ¡Agh! – Cerró el libro de una sola vez, carraspeando sin poder evitarlo tras notar la garganta seca.

-Señor el correo llego…-suspiro lentamente, levantándose del sofá y tomando entre sus dedos el correo, observo a la doncella que lentamente evitaba la mirada de Ilya – ¿Un duelo? –Burlo al ver el contenido de la carta. Era de aquel brujo que había echado el ojo a la muchacha que se había quedado dormida en su regazo. Después la puso en su cama y él se durmió sobre el cómodo sofá de su habitación. Todo había pasado tan rápido, que no había pasado tampoco mucho tiempo con ella --….Puedes largarte Amina…-suspiro mirando el resto de las cartas, vio como aquella doncella y se le quedó grabada la silueta de esta. No pudo evitar sonreír ya que las doncellas que últimamente pisaban los suelos de su casa, eran bellas.

-Y ahora….-Levanto una ceja al ver un gato por la casa. Uno blanco precisamente. Miro hacia los lados, esperando una señal de alguien en busca del felino, pero Ilya alzo ambas cejas al ver un poco más de cerca el felino - ….Mmmm aay….-le entro un escalofrió, dios algunos pasos hacia atrás, tosió – Sh…Quieto…no…ve a…-un sudor frio le recorrió la espalda-…Joder…-Se quejó al notar que estaba a unos pasos del gato. No es que les tenga fobia a los gatos, pero cuando era pequeño, precisamente paso varias malas experiencias con los gatos. Su hermano, para gastarle una broma, le quito su osito de peluche y puso al gato de la familia y por ello, a la media hora llegaba el médico para poner varios puntos en la nueva cicatriz de Ilya, cerca de su frente. No lloró, pero se vengó de su hermano, a él le salió el plan bien y nadie salió herido. Fue divertido, término riéndose en el sitio por recordar aquello, y cierto aire de nostalgia salió a flote, haciendo que se sentara en el sofá, se tapara con una mano y comenzara a sentirse melancólico, los ojos húmedos, pero se mantuvo firme y no lloro apenas.

¿Dónde estarían sus hermanos?
Suspiro lentamente.

Ahora tenía cosas más importantes que hacer. Se levantó del sofá y se dirigió hacia la muchacha que estaría durmiendo plácidamente. Sería suave, pero antes de entrar, ya de por si vio la puerta abierta, entró rápidamente y vio que en la cama no había nadie. ¿Dónde estaría? El temor comenzó a apoderarse de él y comenzó a dar órdenes por doquier….aunque, tenía alguna que otra teoría.

por **Dianne Cossment** Mar Ene 07, 2014 6:45 pm

Hacía demasiado tiempo que no dormía igual. Las sabanas se me pegaban al cuerpo como una segunda piel, no quería despertar y además los rayos de sol que alumbraban ya la habitación en la que me encontraba, solo hacía que deseara todavía mas el tumbarme en la cama y disfrutar del sol, de aquel calor que en aquella oscura habitación de la que me sacaron, no tuve ningún día. Ronroneé dichosa en aquella gran cama y di vueltas desesperezandome lentamente. Entreabrí los ojos y cuando me acostumbré a la luz, miré el sofá donde en medio la noche habia visto a aquel joven cazador que me habia rescatado dormido como un jovencito. Al verlo dormir tan plácidamente, volví a dormirme sintiéndome segura, porque aunque aquella casa se me hacia desconocida, no podía ser peor de donde me habia ido. El castillo del loco brujo que me tenía cautiva.

El cazador no se encontraba y tras un vistazo rápido a la habitación, no habia nadie tampoco en las cercanías. Me levanté de la cama, y lentamente con sigilo fui hacia la puerta. La abrí un poco, y al ver que no habia nadie decidí ir a investigar aquel lugar antes de confiarme. Mi vientre se quejó y reí suavemente. Tambien debía ir a buscar alimento. Tras un nuevo vistazo, suspiré y de un momento a otro, mi ropa cayó a un lado del cuarto y de entre ella salí yo, en mi piel de gata blanca. Así se me haría mas fácil encontrar peligros, huir si debía y encontrar leche.

Enseguida con mis patas terminé de entreabrir la puerta y salí corriendo, escondiéndome en una escultura. Miré que no habia nadie y olisqueando el aire fui moviéndome por aquel pasillo, curioseando cada habitación. Pasé por un salón, una gran biblioteca y lo que parecía un despacho. Allí el olor al cazador era más fuerte, husmeé y entré encontrándome con que el joven se encontraba en el sofá mirando extrañado. Sin acordarme de mi condición felina, empecé a hablarle, diciéndole que le estaba muy agradecida por lo que hizo, pero al contemplar su cara, fue allí cuando me di cuenta de que no era capaz de entenderme de aquella forma, por lo que hice lo único que podía hacer, acercarme y acariciarle con mi pelaje y lamerle suavemente. No obstante de nuevo su rostro parecía no buscar mi cercanía. ¿me tendría miedo? Ronronee confundida y tal como fui, me volví por la puerta alejándome de él, buscando comida.

Leche..leche, mi mente solo se centraba en eso. Bajé unas escaleras, presintiendo encontrarme cerca de la cocina y justo terminé de bajar, que unos gritos resonaron por la casa. Enseguida me escondí y me aparté de en medio, dejando subir a las sirvientas que apresuradas iban a ver que sucedía. Al pasar me descubrí y recorrí lo que parecía ser el salón principal de la casa. Maullé triste y frustrada, oyendo mi estomago rugir de hambre, cuando me encontré con que una de las ultimas sirvientas salía de una puerta que aún no habia abierto. Rápidamente fui hacia la puerta y al entrar, el olor a comida inundó mi olfato. Ronroneando de felicidad, salté unas escaleras que había con mis suaves patitas, y al bajar me encontré en una gran cocina. Diferentes cazuelas hervían, y muchos alimentos, la mayoría de las cuales eran verduras yacían en la mesa, preparadas para cocinarse. Me paseé por el lugar, buscando lo que más ansiaba, mi leche. De un salto me subí a la encimera de la cocina y con cuidado de no quemarme pasé por el lado de las cazuelas, hasta llegar finalmente en donde se guardaba la leche.

A mis oídos llegó el sonido de la gente corriendo en las plantas de arriba. ¿Que sucederá? Me pregunté totalmente centrada en hacer volcar el envaso de la leche en la encimera. Con mis patas intenté abrir la leche, pero me era imposible sin manos. Así que como último intento y tras oír un fuerte golpe, y de nuevo unos griteríos, conseguí volcar la leche al suelo y que se desparramara por doquier. Hambrienta bajé al suelo y sin demora empecé a beber. De lo necesitada de alimento que me encontraba, no fui consciente de cuando una joven doncella bajó a las cocinas y me vio, ni cuando avisó a los demás, hasta que sentí la presencia del cazador bajando las escaleras. — Es esta ladronzuela la que está buscando, mi señor? Es una gata muy bonita. — Oí que decía una de las chicas que me miraba. Yo seguí bebiendo de la leche, temiendo que me apartaran de allí, hasta que alzando la mirada vi al joven entrar en las cocinas y mirarme. Al verle dejé de mover la cola y bajé las orejas, en señal de sumisión felina y de respeto. La doncella al verme distraída me sorprendió agarrándome, a lo que únicamente pude protestar con un maullido triste, mientras esta me tomaba entre sus brazos. —¿Que queréis que hagamos con ella? —Preguntó la joven que me acariciaba y me acercaba lentamente a él. Volví a maullar débilmente y clavé mis azules ojos en los de él, arrugando el morro en lo que me limpiaba una de las patas que se me habia mojado

por **Gwendolyn Nylander** Dom Feb 02, 2014 12:20 pm

No había observado a un gato tan de cerca desde entonces, pero había visto compañeros ofreciéndoles ternura-…..Podrías llevarlo a la cocina, que lo maten y que lo partan en trocitos chiquititos para así comer…-miro de malas al gato por desorganizar su cocina-…..-aunque termino por reírse y la doncella solamente suspiro del susto que se había llevado hace unos instantes. Ilya tomo al gato del pescuezo y lo coloco sobre su brazo con cuidado de que no cayera-…Si querías comer, haberme buscado o habérmelo dicho…-beso la cabecita del felino con cierto cariño, acariciando la parte de su cuello con suaves caricias, llegando a la cocina que ya estaba más o menos recogida, cada doncella o cada cocinera se reverenciaban ante él, y la leche había sido limpiada.

Ilya tomo un recipiente hondo para echar ahí la leche y en otro cuenco un poco de atún que tomo prestado de una cocinera que hacia una ensalada. Hasta se dio cuenta, se giró para darle instrucciones a la cocinera de que no era el día de las ensaladillas rusas, bueno si, pero hoy solamente le apetecía un buen plato con condimentos. Estuvieron discutiendo un buen rato hasta que giro su mirada hacia donde estaría el animal, pero este ya no estaba.

-¿Minino? –Pregunto sinceramente preocupado de donde pudiera estar aquel animal. Siguió buscando por doquier hasta que finalmente logro encontrar de nuevo a Aleida, a aquella muchacha que había rescatado la noche anterior. Ilya no se dio cuenta que estaba desnuda –Ouch! Mierda…-Se giró enseguida, cerrando la puerta de aquella habitación en la que dormía, volvió a entrar pero a tientas, de espaldas a Aleida para no ver su desnudez-…. ¿Estas despierta? –murmuro lentamente, esperando alguna respuesta-….mmm…-Solamente suspiro y encontró delante una bata oscura, una suya que apenas ya usaba y la cogió para ir igualmente a tientas hasta que consiguió intuir donde estaba la cama.

–Creo que puedes taparte con esto…-suspira-…No...no tengo ropa de mujer…pero creo que seguramente alguna de mis doncellas tiene algo con lo que puedas vestirte…-Si, seguramente alguna tendría algo para ella-…Enseguida voy a buscarte algo…-Murmuro saliendo de aquella habitación a oscuras, a aquella sala que…- huh?! –Enseguida se dio cuenta de la oscuridad de aquella sala, ¿Cómo que estaba tan oscura?

Ilya que iba a medio pasillo de aquella habitación, tras darse cuenta intento llegar nuevamente a ella, pero en cuanto faltaban varios pies para alcanzar el pomo de la puerta, dicha puerta se cerró, dejándola inaccesible para poder rescatar a Aleida de la amenaza que le tocaba pasar a continuación. La cuestión es ¿Cómo ha podido colarse en aquella habitación sin el darse cuenta? Le dijo que tendría un duelo con él, que todo pasaría fuera de las paredes de su mansión, lejos…de ella.

-¡ALEIDA! ¡ALEIDA! –Golpeo varias veces la puerta, intentando que Aleida le respondiera.

por **Dianne Cossment** Vie Feb 14, 2014 7:26 am

Tras aquella cruel broma que provocó que mi pelaje y todo mi cuerpo se erizara, dejé confiada que me acariciará y disfruté de sus besos y caricias en el cuello. Yo ronroneé satisfecha y placidamente tranquila a su lado, pero aún mi estomago rugía de hambre. Deseaba mas leche. Tras un mes sin apenas probar bocado mi cuerpo pedía alimento ahora que podía comer, aún así debía de vigilar ya que comer mucho podría hacerme enfermar.

Para mi alivio el cazador entendiendo o quizás oyendo los gruñidos de mi estomago entre mis ronroneos, me volvió a la cocina donde me ofreció nuevamente leche y con los ojos brillantes observé como también dejaba una lata de atún a mi alcance. Me relamí los bigotes y salí enseguida de sus brazos para la leche y el delicioso atún. Apresurada, sintiendo como mi cuerpo me pedía volver a mi forma humana o permanecer dormida a la luz del sol que hacia tanto tiempo mis ojos no veían, terminé enseguida el cuenco de leche para pasar al atún, que también desapareció tras unos minutos. Me relamí los bigotes y me limpié las patitas esperando sobre la encimera que Ilya terminase de hablar con la cocinera, cuando sin querer una de las doncellas que me vio, apresurada me quitó de allí y sin esperármelo me echó al jardín, cerrando la puerta de la cocina para volver a entrar. Maullé esperando que Ilya me viera cuando le vi confundido y llamándome saliéndose de la cocina. Gimotee y siguiendo la construcción de la casa busqué por donde colarme.

El ambiente estaba tenso y justo cuando me subí a una de las ventanas y de allí al balcón de la habitación donde me había despertado hacia apenas ni una hora, vi entre la arboleda del jardín un hombre oculto mirándome. Fruncí los bigotes inquieta y sin demorar más entré aterrizando en la cama, transformándome en humana solo mis patas tocaron la suavidad de las sabanas de dormir. Ya como humana lo primero que hice fue mirar por la ventana. Aquel hombre se me hacia conocido, su olor, la sensación… ¿Uno de los compañeros del cazador? ¿Alguno de los que me querían de mascota? De no ser por que ya estaba como humana, mis uñas se hubieran curvado y habría salido de mi un rugido mas parecido al de mi leona que al de mi blanca gatita.

Concentrada en aquella sensación no me di cuenta de la presencia de Ilya hasta que entró y se me quedó mirando unos segundos, coincidiendo con mi mirada. — Que ocurre? —Le pregunté al verme de aquella forma y girarse enseguida. Extrañada me miré y al caer que andaba desnuda, azorada me cubrí como pude. Entre cambia formas era normal andar sin ropa, pero entre humanos… Me mordí el labio y asentí cuando me preguntó si andaba despierta. — Si ando despierta…y con el estomago lleno. Gracias por lo de antes. —Dije terminando por sonreírle, mirando de reojo la ventana que daba al balcón por la que había entrado como gata hacia unos instantes. Cada vez sentía aquella sensación, la de ser acechada más cerca. —No se preocupe…me servirá por el momento. —Dije tomando la bata y enseguida cubriéndome con ella. Me iba larga por lo que por suerte me tapaba entera. Me levanté de la cama y apenas consciente de lo que él me decía miré al balcón, pudiendo jurar haber oído alguien. —Ilya…—Le llamé con miedo en la voz, dándome cuenta demasiado tarde que ya salía de la puerta.

Y justo fue cuando él salió, que un joven entró encapuchado y mirándome con unos ojos que reconocí como aquel brujo que se había peleado por mí con Ilya, tras verme y antes de que pudiera siquiera gritar o dar un aviso lo tuve encima de mí. Con una mano acalló el grito que me preparaba a soltar y con apenas un movimiento de su mano la puerta se cerró, dejándome desprotegida. — Volvemos a encontrarnos encanto. — Me susurró en la oreja al tiempo que oía los gritos de Ilya tras la puerta. Intenté gritarle pero la mano de él impedía que el sonido llegara si quiera a oírse. Mirándole aterrada, aproveché un momento en el que su otra mano dejó de sujetarme con fuerza el cuerpo y alzando una mano le arañe el rostro logrando que me soltara sorprendido. — ¡Ilya!! —Grité pasando por encima del brujo yendo hacia la puerta la que intenté abrir sin éxito. —Ábrete…ábrete...—Susurré preocupada por que el brujo riendo volvía a girarse hacia mí.

— No podrá ayudarte…dije que te llevaría conmigo maldita zorra. Y eso, gatita mía lo harás o te despellejaré. —Amenazó mirándome, logrando que por instantes mi cuerpo temblara. ¿Seria de verdad una mascota? ¿Una esclava de nuevo? Oí como Ilya intentaba abrir la puerta y las lagrimas al saberme perdida amenazaron por correr por mis mejillas. Sin poder hacer nada, se me acercó y tomándome fuerte del brazo, logrando que jadeara de dolor me llevó con él apartándome de la puerta. Me tiró a la cama y bajo mis ojos llenos de miedo, se acercó a mí riéndose. —Como mas te resistas será peor. Solo voy a torturarte placidamente. Y nuestro querido amigo oirá tus gritos. Será que podré hacerte gemir? —Río diabólicamente mirándome haciendo que mi cuerpo temblara y bajo sus ojos me quedará inmóvil. Como si cientos de cuerdas me sujetaran contra aquella cama. Deseaba poder aparecer en mi forma de leona, defenderme, protegerme de aquellas manos que lentamente empezaban a recorrer la bata que me cubría. Debía de arañarle, morderle, despedazar su cuerpo y lo haría si no fuera por sentir como me mantenía con su magia a sus órdenes y a su antojo en aquel lugar.

Al sentir por eso sus manos acariciando y descubriendo mis pechos, me removí y jadee de dolor al sentir sus salvajes caricias, que solo buscaban que gritara. —No me toques… así no...¡No!— dije fuera de sí al verme de nuevo como estuve con aquel brujo fallecido que me tenía cautiva en su torre. Solo que él no había logrado tocarme ni un pelo.— ¡Ilya rompe la puerta!— grité antes de que el brujo me acallará con una bofetada que me dejó aturdida unos segundos y me desvaneciera aquellos breves instantes.

por **Gwendolyn Nylander** Jue Feb 27, 2014 7:21 pm

Eternamente maldito se encontraba en ese momento que no sabía cómo abrir aquella maldita puerta, salvar a Aleida de las manos de aquel brujo del cual desconocía el “como” se introdujo en su mansión. Dio una patada a la puerta, pero nada, aún seguía sin abrirse del todo -¡Diablos! –Seguramente la magia del brujo estaría bloqueando la puerta, suspiró ¿Esperaría a que la violara? ¿Por qué debería de esperar a algo así? Suspirando se sentó en el suelo contra la puerta de la habitación en donde estaba Aleida -…Vamos Ilya, piensa de una maldita vez…-suspiro lentamente, esperando a que una solución se le cruzara de por medio, pero no, nada, los segundos estaban pasando y nada.

Sabia de sus hermanos que siempre estarían ahí para apoyarle, pero a uno lo perdió por culpa de un cambia formas –recordó a Aleida- y luego estaba la benjamina de la familia, que había desaparecido sin más. ¿Tan pronto se había desvanecido su familia? Ahora estaba siendo independiente ya que no veía solución para su persona, siempre tan solitario, tan independiente, a veces cruel, pero no era una persona cruel, solo estaba falta de cariño y afecto. Pensó que jamás lo volvería a sentir, hasta que conoció la noche anterior a Aleida. Una mujer de inmensa belleza pero que la ocultaba con una timidez que gustaría sacársela más de una vez solamente por lo bella que se veía de ese modo.

Levantándose fue poco a poco, arrastrándose por aquella pared de madera en dorado por la que formaba la puerta de la habitación ajena, tendría que pedir refuerzos, pero llegarían tarde, a mala suerte cuando ya la podría haber violado y secuestrado -…agh! ¡NO! –Se golpeaba con las manos la cabeza en busca aun de esa idea que estaba oculta en algún rincón de su raciocinio, sentía que la iba a perder, no, tenía que darse inmediatamente prisa si no quería volver a llegar tarde y perder nuevamente a un ser querido. Le prometió que la protegería, y eso haría.

-¡Déjala Brujo! ¡N-No es uno de tus victimas con las que juegas…! –Tenía que sonar fuerte, pero la fuerza de aquel brujo ya hablaba por sí sola, sintiéndose como un flan, pero trago saliva intentando hacerse el valiente -¡Aleida! ¡Resiste! –Grito de nuevo, volvió a intentar abrir la puerta, golpeándole con el hombro varias veces, pero seguía igual de cerrada y simplemente él se hacía cada vez más y más daño – No…-Estaba en las últimas, mientras que una doncella le dio en el hombro con suavidad, anunciándole de que había llegado gente en su ayuda, sus compañeros de combate, los vampiros estaban ausentes pues el día aún estaba presente, pero el resto de sus compañeros de la noche anterior, llegaron pisando fuerte, llenando con orgullo de haber sido llamados por los criados del rubio –Ilya- por el pasillo de aquella mansión hasta que se encontraron con la persona abatida de Ilya, pero ahora, otra doncella se incorporó al grupo de personas con una caja de madera rectangular, Ilya fue hasta la doncella y de esa caja saco lo que era una pistola de pólvora, bastante moderna, la última que había salido del mercado, equipada y lista para poder disparar a aquel condenado.

-….-No dijo nada, solo esperaba que no fuera demasiado tarde. Ilya estaba preparado, sentía en la sangre que se divertiría esa mañana - …Greyson… - Observo de reojo a un brujo, mucho más poderoso y controlado que el que estaba dentro de la habitación con Aleida, se puso al lado de Ilya para comenzar a abrir la puerta, susurrando palabras contrarias al hechizo de la puerta para finalmente, las puertas se abrieran de par en par, vieran el cuerpo de Aleida bajo el mastodonte del brujo -Hijo de la gran puta…- Ilya no dudo en disparar una vez, dos, tres, cuatro veces sobre el cuerpo de aquel tipo que salió disparado –nunca mejor dicho- hacia el otro lado de la habitación -…Aleida…-Bajo el arma para estar más cerca de ella, le acaricio el rostro e inmediatamente la tapo como pudo con aquella bata, cogiéndola en brazos, saliendo de aquella oscuridad-…Lo…lo siento…-Susurro sobre sus hebras doradas, aquellas que después comenzó a acariciar como pudo con la mano libre que la sujetaba -….Ahora estas bien…estás conmigo…-Dejó la pistola a un lado, lo más cerca posible y finalmente la pudo tomar del mentón, haciendo que le mirara a los ojos -…Todo estará bien…-sonrió de alivio al verla-….Te...lo prometo….

por **Dianne Cossment** Dom Mar 09, 2014 5:11 pm

Sentirme de nuevo desamparada, como con aquel oscuro viejo del que hacía unos días me libré, me hundía en un pozo de desesperación. ¡Ilya! ¡Ilya... por favor! Rogaba en mi mente tomando aire abruptamente con mis pulmones tras el bofetón que me había dejado unos segundos desvanecida, con la mirada perdida en las puertas del balcón, por las que se veía el sol brillar, alumbrar todo a su alrededor, pero a mi parecía haberme olvidado. Oí palabras, y gritos. Ilya, el brujo... Ilya, brujo, Ilya. Ya no podía diferenciar las voces, solo podía permanecer con los ojos cerrados, intentando doblegar aquella magia que impedía convertirme en mis animales y terminar con aquel malvado ser, que con sus diabólicas manos recorría mi cuerpo, sacando de mis labios, gruñidos de odio y desesperación.

Distinguí el sonido de alguien golpear la puerta. Intenté chillar de nuevo, pero un nuevo golpe esta vez en mi sien volvió a dejarme aturdida. Sin saber cuánto tiempo pasó, finalmente fue que sentí susurros molestos del brujo, que tras muchos minutos de hacer en mi cuerpo lo que le daba en gana, se levantó y me dejó unos segundos respirar en paz, aunque todavía sentía su magia sobre mí. Jadee dolorida al girar mi cabeza hacia la puerta y allí le vi haciendo unos conjuros. — Lo conseguirá y te matará...—susurré como pude. Él se giró hacia mí con malicia y río, volviendo a mí de nuevo. Intenté moverme, sin éxito y de nuevo le tuve encima de mí, solo que esta vez su mirada hacia temblar por completo mi cuerpo. — Estúpida felina! ¡Quédate quieta! —Me gritaba, yo negada intentaba moverme, escaquearme, hasta que bajo la sorpresa de ambos, la puerta se abrió, entrando Ilya al frente de los demás.

Concentrada en Ilya, viéndole, ni vi el momento en que el cuerpo del brujo era asesinado o por lo menos tocado por las balas del arma que mantenía Ilya y con el que lo apuntaba. Mi bata se llenó de gotas de sangre del impacto de las balas con el cuerpo del brujo, y tampoco me importó. Sin dejar de ver a Ilya, me permití cerrar los ojos cuando sentí su cuerpo a mi lado, y como tapando mi cuerpo con la bata, me alzaba en brazos sacándome de allí. Sentí las miradas de los demás inquisidores, aún así sintiéndome al fin segura en sus brazos, dejé que me cargara, alejándome de aquella oscuridad.

— No debes disculparte... fue mi culpa, no debí haber subido, no sin haberme asegurado que me encontraba sola y segura. —Susurré sintiendo como lentamente los hematomas de mi rostro iban desapareciendo, aunque aún dolían. Sonreí al sentir sus caricias, mirándole cuando me hizo mirarle. —Gracias...—Musite sonrojada viéndole. Sus pasos me llevaban lejos de aquel lugar, aún así la oscuridad aún era palpable y no deseaba que me llevara hacia otra habitación. Necesitaba luz, calidez. — Por favor... quiero luz. Sentir el sol...y poder transformarme. —Añadí con preocupación en la voz, al ver que aún todavía no podía transformarme de nuevo. ¿Que me habría hecho aquel brujo? Le miré y vi su mirada confundida. —Algo dijo...algo hizo que no podía transformarme en animal... si lo hubiera hecho, lo habría despedazado...pero no me dejó transformarme. — Empecé a decirle, antes de que una de las sirvientas corriera hacia nosotros con trapos limpios y hablando sin parar, a lo que no pude ni atender ni tres palabras, que cerré los ojos con un intenso dolor de cabeza. —Agua... por favor. —Pedí en un intento de que la sirvienta se quedará callada o fuera a buscarme un poco de agua y así poder tener unos segundos más de paz entre aquellos brazos que me mecían.

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