Tercera llamada [Privado]

Apenas habían pasado unos meses ya desde que llegó a París. Comenzaba a sufrir la nostalgia de haber dejado su hogar natal, pero sabía muy bien que no podía volver. No podía volver a su casa, la pura idea de hacer frente a sus padres y explicarles porque había decidido partir sin dar aviso alguno... Sabía ya muy bien que era la vergüenza de la familia. El hijo menor, aquel que siempre había sido bueno para los estudios, que tenía un futuro tan prometedor, abandonó todo solo para hacerse cortesano y entregarse a una vida llena de placer y falta de moral. Definitivamente en el momento que tomó la decisión no pensó bien las cosas, pero el daño ya estaba hecho y no había marcha atrás. Gente cercana a la familia que había pertenecido seguramente sabían lo que era y sus padres ya se habían enterado por la preocupación de no haber vuelto aquella noche de su cumpleaños.

Trataba de decirse así mismo que ya era mayor de edad, había cumplido dieciocho años y en esa época era hace algunos años ya un hombre grande. Tenía el derecho de hacer lo que quería con su vida, aunque las cosas no salieron tan bien. Aún no sabía como, había tenido un encuentro con una vampiresa y encima la falta de clientes lo hacían salir mucho del burdel. Precisamente aquel día su jefa se había hartado de verlo sin hacer nada y lo había mandado a la calle hasta que volviese con algún cliente.

Keyzey sentía ganas de encontrar algún cliente, pero aquel día se sentía algo valeroso. Decidió que aprovecharía haber sido hijo de familia de clase alta para acostarse con alguna dama de la misma clase. De su maleta sacó el mejor traje que se había traído de Inglaterra. Un terno bastante caro, con corbata y zapatos negro que le habían regalado sus padres para su cumpleaños. Siempre le habían regalado ropas caras, pero era su primer y único terno, así que creía que era su mejor vestimenta.

No había mucha gente de clase cerca del burdel, así que decidió ir a los lugares donde sabía que esta iba. El teatro le pareció una buena idea, seguramente se encontraría con algún cliente que lo había visto ya en el burdel. Al llegar al lugar pudo encontrarse con una de las cortesanas que conocía ya. Estaba trabajando como vendedora de boletos.

Intercambiaron algunas palabras. Keyzey pudo enterarse de las obras que iban a dar y la que venía en unos minutos le llamó bastante la atención. Coqueteó un poco con su compañera de trabajo, no se sentía muy seguro de sus encantos, pero ya le habían dicho que los tenía y supuso que gracias a estos pudo conseguir sus entradas a un precio razonablemente bajo. Se despidió de la cortesana luego de prometer que conseguiría algún cliente para esa noche y que le devolvería el favor algún día.

Se dirigió entonces a la entrada y comenzó a observar disimuladamente a los espectadores que comenzaban a entrar, ansiosos porque la función comenzara. Pudo observar entonces a dos gemelas, a lo lejos se les notaba mucho la diferencia, pero ambas tenían muy buena figura y se veían idénticas. ¨Olvidalo, están muy fuera de tu liga¨ Pensó para si mismo, pero a pesar de estar convencido de aquello la belleza de ambas y el contraste notable de personalidades era algo que no podía pasar por alto.

Su vista iba de una a la otra, aunque trataba de disimularlo. Por alguna razón Mia le parecía más atractiva, también sentía que era la más alegre de ambas, aunque la sonrisa de Bella tampoco la podía pasar por desapercibida. No cabía duda alguna que alguna vez los tres pertenecieron a la misma clase social, aunque Keyzey ahora más que nunca se lamentaba el hecho de ser cortesano. De haber estado con sus padres ahí quizás le habría sido más fácil intentar acercarse a ellas, pero por el momento no podía hacer nada más que dedicarse a apreciar la belleza de ambas.

Las vueltas que pueden dar la vida siguen sorprendiendo al joven cortesano. Solo basto unos segundos en que desvió su mirada hacía otro lado para mirar algo fuera de importancia cuando la voz de Bella que se había acercado y ahora se dirigía a él. Por un momento, Keyzey pensó que lo estaba confundiendo con alguien, ya que no veía forma de que pudiera iniciar una conversación con un extraño así como si nada. Mas notó lo equivocado que estaba cuando Bella le ofreció la mano.

En la cercanía podía apreciar la belleza de ambas con mucho más detalle y sin miedo a desilusionarse. Tomó la mano de Bella y beso la ante palma suavemente , inclinándose un poco para no levantarla mucho y sonrió a ambas. – Buenas noches. Encantado de conocerlas – Dijo cuando escuchó la voz que anunciaba la segunda llamada para tomar sus asientos. No solo vestían ni actuaban diferente, sino también su voz lo era. Ambas igual de bellas, aunque ahora era Bella quien había captado su atención. Keyzey era cortesano, parte de su trabajo era saber cuando una mujer u hombre tenía ganas de divertirse con él y podía advertir en la mirada de Bella que esta lo quería.  

Soltó la mano de Bella y sonrió a ambas. Les parecía bastante interesantes, el contraste entre ellas era bastante notorio al igual que la similitud física. Entonces fue Bella la que siguió hablando y por fin pudo decir que la suerte estaba algo a su favor. Tendría que devolver el coqueteo con ella de alguna forma. Al menos una se interesaba en él, eso ya era demasiado bueno para ser cierto.

– Soy Keyzey Skyride. La verdad es que ya tengo asiento, pero si la señorita insiste será un placer acompañarles – Dijo hablando a ambas, aunque en realidad su foco de atención seguía fijo con quien debía.

Tenía que jugar algo lento y cortes con Bella si quería llegar a algo. La situación no era la mejor ahora que lo pensaba, pero habría sido lo mismo con cualquier otra mujer que asistiera. Se adelantó unos pocos pasos a la entrada sin alejarse mucho de ambas y volvió a sonreír a las gemelas. – Seguro que la obra será tan buena como la compañía que tengo – Dijo guiñando un ojo algo coqueto a Bella tratando de que solo ella lo viera. Algo difícil estando al frente de ambas pero no era algo que creía fuese de mucha importancia.