AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Un inesperado encuentro [Aelric y Vianna]
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Un inesperado encuentro [Aelric y Vianna]
Volvía a caer la noche en París. Nuevamente los vampiros eran libres de nuevo para salir de sus guaridas y escondites y pasear por las calles, preparándose para un combate contra la Inquisición o contra un cazador, quizá para alimentarse, o simplemente para disfrutar de la noche. De una tienda de alimentos salía un sujeto, con una bolsa llena de comida, que andaba con cierta alegría entre las calles, hasta llegar a un apartado callejón...
Volvía a caminar entre marginados, y volvía a dormir en cubos de la basura, a pesar de mis malas experiencias anteriores con el tema. Sin embargo, no podía evitar sentir sierta simpatía por los vagabundos que se veían obligados a vivir entre la basura, alimentándose de los restos. Con la bolsa de comida que había conseguido gratuitamente mediante el poder de la Persuasión, al menos esperaba sacarlos del paso durante un tiempo.
Cuando me fui acercando al callejón donde me esperaban, un pequeño perrito corrió hacia mí, y me saludó con unos ladridos de entusiasmo.
- ¡Hola, Elmo! - dije, sonriendo. Era irónico que unas noches atrás nos hubiéramos peleado por una manzana, y tan amigos que éramos ahora - ¿Cómo está la gente esta noche?
Seguí caminando hacia el callejón acompañado por Elmo, hasta llegar a la guarida improvisada de los mendigos. De entre ellos salió el viejo Auguste, el líder de la pequeña pandilla de vagabundos.
- ¡Eh, viejo! - saludé, agitando la bolsa con los suministros - ¡Mira lo que me han regalado!
Hubo algunas voces de agradecimiento entre la pequeña multitud cuando dejé caer la bolsa, haciendo que su contenido saliera, pero Auguste no decía nada. Me miraba con seriedad, desaprobando mi actitud.
- Has vuelto a hacerlo, ¿verdad?
- ¿Que si he vuelto a hacer qué? ¿Pedir educadamente un poco de comida para unos pobres señores hambrientos y olvidados por la sociedad? Sí, he vuelto a hacerlo.
- No me mientas, Alexalmo. Te tolero que me llames "viejo", te tolero que nos pidas que te escondamos durante el día a pesar de que eso nos ponga a todos en peligro y te agradezco que intentes ayudarnos, pero al menos no me mientas. Haz vuelto a usar ese poder hipnótico tuyo.
- La Persuasión - le corregí.
- Me importa un cuerno cómo se llame. Te tengo dicho que no quiero que lo hagas. No para ayudarme. Prefiero pasar hambre que aceptar la limosna de un ladrón - traté de protestar, pero Auguste se me adelantó - Sí, te he llamado "ladrón". Hipnotizar a la gente para que te dé sus cosas es lo mismo que robar.
- Claro que no. Ellos me lo han dado voluntariamente.
- Sabes que eso no es cierto. Tú los obligas a pensar que deben dártelo. Tú mismo me lo dijiste: eres un vampiro y puedes controlar la mente de los mortales. No lo creía hasta que lo vi. Es satánico y lo sabes.
Dios, ¿por qué se me pasaría por la cabeza decirle que era un vampiro?
- Ya. Mira, puedes permitirte el lujo de criticarme y decir que lo que hago va contra la ley de Dios ahora que tienes el estómago lleno, pero si estuvieras muriéndote de hambre, cambiarías de canción, viejo, y lo sabes. Además, triste es pedir pero más triste es robar, ¿no? Técnicamente yo estoy pidiendo, y de no ser por el dinero que pedí ayer y la comida que pedí ahora, no tendrías fuerzas para enfadarte conmigo. Así que dejémoslo así - respondí, un poco molesto por su ingratitud, pero sin perder mi sonrisa o mi actitud burletera. En el fondo sabía que intentaba ayudarme y explicarme que lo que hago no es correcto, pero Auguste no hablaba el mismo idioma que yo.
- No lo entiendes, Alexalmo. ¿No has pensado en el daño que les haces en el cerebro metiéndole ideas en la cabeza por la fuerza? ¿No has pensado que podrías freírle la mente a alguien con ese poder algún día?
- Eso nunca pasará, viejo. Lo único que hace la Persuasión es hacer que la persona haga algo que yo le pida, nada más. No se puede matar a nadie con ese poder. No le hago daño y la "víctima" piensa que fue idea suya, así que en realidad es algo moralmente correcto, ¿no?
- Muy bien - respondió, mientras recogía algo de comida (y luego se enfada conmigo, el tío) y se iba a su rincón personal -. Si eso te ayuda a dormir mejor...
Me agaché junto a mi pequeño compañero y le acaricié la cabeza con cariño.
- ¡Oh, Elmo! ¡Por aquí tú eres el único que me comprende!
Salí del callejón, acompañado por Elmo, quien había tenido tiempo para comer algo de lo que traje y recuperar energías. Tenía sed, pero afortunadamente no me refería a "ese tipo de sed". Me encontraba bien en ese sentido. No, pero tenía ganas de tomarme algo.
Decidí dirigirme hacia alguna taberna, a tomarme una cerveza. Encontré una bastante modesta, y me pareció adecuada. Tampoco iba a ponerme quisquilloso. Entré y me senté en la barra. Había bastante gente, y el pobre tabernero parecía estar bastante estresado.
- ¡Eh, Cloude! ¡Ponme un poco de ron, colega! - oí gritar a uno de los clientes. Parecía ser un habitual, viendo cómo se sabía el nombre del tabernero, y con la complicidad con la que lo trataba. O eso, el tal Cloude era popular y amable y caía bien a todo el mundo.
Tras un rato de espera, el tipo se me acercó y me preguntó que qué deseaba. Le pedí una cerveza con naturalidad, y metí mi mano en el bolsillo. Noté que tenía algunos francos que había logrado mendigar la noche anterior. No sería necesario usar la Persuasión contra ese tabernero.
- Por cierto, Cloude (¿era Cloude, verdad?), ¿Por qué estás trabajando solo? Quiero decir, se te ve bastante estresado con tanta clientela, ¿no deberías tener a algún camarero ayudante o algo así?
- ¡Claro que lo tengo! - respondió Cloude, sonriendo, como si hablar de su ayudante le trajese buenos recuerdos - Pero no está ahora. Salió esta mañana con una "amiga" - hizo el gesto de las comillas con los dedos índice y corazón, y dando un énfasis pícaro a la palabra, dándome a entender que quizá hubiese algo más - y todavía no ha vuelto. Bueno, es un chico joven, y tiene derecho a divertirse. Aelric se llama, y es buen muchacho. Normalmente me enfadaría con él por llegar tarde, pero el chico ha mostrado ser bastante bueno, no sólo como socio, sino como amigo, así que esta noche se lo perdono. Ahora si me disculpas... - dijo, mientras se iba corriendo a atender a otro cliente.
El tabernero olvidó cobrarme la bebida, de modo que simplemente dejé las monedas sobre la taberna y esperé a que las recogiera al volver. Luego, sencillamente miré mi jarrita de cerveza y le di un traguito. Estaba fría, como a mí me gustaba. Elmo gimió un poco, como pidiéndome atención, y la acaricié la cabeza de nuevo. Quería relajarme esa noche, después de lo que tuve que pasar unos días atrás, quería relajarme.
Volvía a caminar entre marginados, y volvía a dormir en cubos de la basura, a pesar de mis malas experiencias anteriores con el tema. Sin embargo, no podía evitar sentir sierta simpatía por los vagabundos que se veían obligados a vivir entre la basura, alimentándose de los restos. Con la bolsa de comida que había conseguido gratuitamente mediante el poder de la Persuasión, al menos esperaba sacarlos del paso durante un tiempo.
Cuando me fui acercando al callejón donde me esperaban, un pequeño perrito corrió hacia mí, y me saludó con unos ladridos de entusiasmo.
- ¡Hola, Elmo! - dije, sonriendo. Era irónico que unas noches atrás nos hubiéramos peleado por una manzana, y tan amigos que éramos ahora - ¿Cómo está la gente esta noche?
Seguí caminando hacia el callejón acompañado por Elmo, hasta llegar a la guarida improvisada de los mendigos. De entre ellos salió el viejo Auguste, el líder de la pequeña pandilla de vagabundos.
- ¡Eh, viejo! - saludé, agitando la bolsa con los suministros - ¡Mira lo que me han regalado!
Hubo algunas voces de agradecimiento entre la pequeña multitud cuando dejé caer la bolsa, haciendo que su contenido saliera, pero Auguste no decía nada. Me miraba con seriedad, desaprobando mi actitud.
- Has vuelto a hacerlo, ¿verdad?
- ¿Que si he vuelto a hacer qué? ¿Pedir educadamente un poco de comida para unos pobres señores hambrientos y olvidados por la sociedad? Sí, he vuelto a hacerlo.
- No me mientas, Alexalmo. Te tolero que me llames "viejo", te tolero que nos pidas que te escondamos durante el día a pesar de que eso nos ponga a todos en peligro y te agradezco que intentes ayudarnos, pero al menos no me mientas. Haz vuelto a usar ese poder hipnótico tuyo.
- La Persuasión - le corregí.
- Me importa un cuerno cómo se llame. Te tengo dicho que no quiero que lo hagas. No para ayudarme. Prefiero pasar hambre que aceptar la limosna de un ladrón - traté de protestar, pero Auguste se me adelantó - Sí, te he llamado "ladrón". Hipnotizar a la gente para que te dé sus cosas es lo mismo que robar.
- Claro que no. Ellos me lo han dado voluntariamente.
- Sabes que eso no es cierto. Tú los obligas a pensar que deben dártelo. Tú mismo me lo dijiste: eres un vampiro y puedes controlar la mente de los mortales. No lo creía hasta que lo vi. Es satánico y lo sabes.
Dios, ¿por qué se me pasaría por la cabeza decirle que era un vampiro?
- Ya. Mira, puedes permitirte el lujo de criticarme y decir que lo que hago va contra la ley de Dios ahora que tienes el estómago lleno, pero si estuvieras muriéndote de hambre, cambiarías de canción, viejo, y lo sabes. Además, triste es pedir pero más triste es robar, ¿no? Técnicamente yo estoy pidiendo, y de no ser por el dinero que pedí ayer y la comida que pedí ahora, no tendrías fuerzas para enfadarte conmigo. Así que dejémoslo así - respondí, un poco molesto por su ingratitud, pero sin perder mi sonrisa o mi actitud burletera. En el fondo sabía que intentaba ayudarme y explicarme que lo que hago no es correcto, pero Auguste no hablaba el mismo idioma que yo.
- No lo entiendes, Alexalmo. ¿No has pensado en el daño que les haces en el cerebro metiéndole ideas en la cabeza por la fuerza? ¿No has pensado que podrías freírle la mente a alguien con ese poder algún día?
- Eso nunca pasará, viejo. Lo único que hace la Persuasión es hacer que la persona haga algo que yo le pida, nada más. No se puede matar a nadie con ese poder. No le hago daño y la "víctima" piensa que fue idea suya, así que en realidad es algo moralmente correcto, ¿no?
- Muy bien - respondió, mientras recogía algo de comida (y luego se enfada conmigo, el tío) y se iba a su rincón personal -. Si eso te ayuda a dormir mejor...
Me agaché junto a mi pequeño compañero y le acaricié la cabeza con cariño.
- ¡Oh, Elmo! ¡Por aquí tú eres el único que me comprende!
Salí del callejón, acompañado por Elmo, quien había tenido tiempo para comer algo de lo que traje y recuperar energías. Tenía sed, pero afortunadamente no me refería a "ese tipo de sed". Me encontraba bien en ese sentido. No, pero tenía ganas de tomarme algo.
Decidí dirigirme hacia alguna taberna, a tomarme una cerveza. Encontré una bastante modesta, y me pareció adecuada. Tampoco iba a ponerme quisquilloso. Entré y me senté en la barra. Había bastante gente, y el pobre tabernero parecía estar bastante estresado.
- ¡Eh, Cloude! ¡Ponme un poco de ron, colega! - oí gritar a uno de los clientes. Parecía ser un habitual, viendo cómo se sabía el nombre del tabernero, y con la complicidad con la que lo trataba. O eso, el tal Cloude era popular y amable y caía bien a todo el mundo.
Tras un rato de espera, el tipo se me acercó y me preguntó que qué deseaba. Le pedí una cerveza con naturalidad, y metí mi mano en el bolsillo. Noté que tenía algunos francos que había logrado mendigar la noche anterior. No sería necesario usar la Persuasión contra ese tabernero.
- Por cierto, Cloude (¿era Cloude, verdad?), ¿Por qué estás trabajando solo? Quiero decir, se te ve bastante estresado con tanta clientela, ¿no deberías tener a algún camarero ayudante o algo así?
- ¡Claro que lo tengo! - respondió Cloude, sonriendo, como si hablar de su ayudante le trajese buenos recuerdos - Pero no está ahora. Salió esta mañana con una "amiga" - hizo el gesto de las comillas con los dedos índice y corazón, y dando un énfasis pícaro a la palabra, dándome a entender que quizá hubiese algo más - y todavía no ha vuelto. Bueno, es un chico joven, y tiene derecho a divertirse. Aelric se llama, y es buen muchacho. Normalmente me enfadaría con él por llegar tarde, pero el chico ha mostrado ser bastante bueno, no sólo como socio, sino como amigo, así que esta noche se lo perdono. Ahora si me disculpas... - dijo, mientras se iba corriendo a atender a otro cliente.
El tabernero olvidó cobrarme la bebida, de modo que simplemente dejé las monedas sobre la taberna y esperé a que las recogiera al volver. Luego, sencillamente miré mi jarrita de cerveza y le di un traguito. Estaba fría, como a mí me gustaba. Elmo gimió un poco, como pidiéndome atención, y la acaricié la cabeza de nuevo. Quería relajarme esa noche, después de lo que tuve que pasar unos días atrás, quería relajarme.
Alexalmo- Vampiro Clase Media
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Fecha de inscripción : 16/10/2013
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Localización : Visto por última vez en París. Si lo ve, avise en la comisaría más cercana, por favor.
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Re: Un inesperado encuentro [Aelric y Vianna]
No había visto la taberna de Cloude tan llena. Aunque la verdad es que no había parado por aquel lugar muchas veces. La gente reía, gritaba, sonaba algo de música por lo que supuse que alguien debía de estar tocando un instrumento por el fondo de la sala.
Cuando entré el olor de la cerveza, me golpeó la cara, el suelo estaba algo pegajoso por la bebida que alguna persona había derramado, por lo que al andar mis pies se iban pegando, haciendo algo de ventosa.
Me acerqué a la barra, esquivando personas que te empujaban o te aplastaban contra otras, incluso le clavé el codo a un hombre borracho que se acercó a mí.
Por eso no me gustaban las tabernas, siempre que se llenaban de gente eran lugares agobiantes, donde las personas iban a beber, gritar y reír. No me gustaba la gente, y la gente borracha a´´un menos.
Conseguí un taburete que un señor dejó libre cuando se levantó para irse, lo agarré y me senté sobre él. Intenté captar la atención de Cloude para pedirle algo de beber, pero el gesto que hizo de secarse el sudor, con las mejillas muy coloradas, me dio algo de pena, por lo que salté al otro lado de la barra con la intención de ayudarle.
Cloude me caía bien, tenía un aspecto paternal que te hacía fiarte de él únicamente mirándole a los ojos, y al pobre se le veía agobiado. Empecé a servir mesas, y cuando me vio e intentó acercarse a decirme algo, yo le guiñé un ojo sonriendo. No me importaba, además aquella noche quería descansar un poco de la caza, llevaba una semana en la que noche tras noche había salido para cazar, y aunque ya estaba acostumbrada, hoy me había propuesto relajarme un poco, o hacer todo lo posible para intentarlo, porque viendo como estaba la taberna aquello no es que fuera a relajarme mucho.
Serví cervezas y algo de comida a diversas personas antes de ponerme a pasar un trapo sobre la barra, bastante sucia.
- ¿Vas a querer algo de comer? - pregunté a un chico que estaba en la barra, sin mirarle a los ojos, más concentrada en lo que hacía, y sin apartar la mirada de un par de hombres a la izquierda, en una de las mesas, que habían empezado a discutir, vigilando que aquella trifulca no llegara a las manos y no tener que echarles.
Cuando entré el olor de la cerveza, me golpeó la cara, el suelo estaba algo pegajoso por la bebida que alguna persona había derramado, por lo que al andar mis pies se iban pegando, haciendo algo de ventosa.
Me acerqué a la barra, esquivando personas que te empujaban o te aplastaban contra otras, incluso le clavé el codo a un hombre borracho que se acercó a mí.
Por eso no me gustaban las tabernas, siempre que se llenaban de gente eran lugares agobiantes, donde las personas iban a beber, gritar y reír. No me gustaba la gente, y la gente borracha a´´un menos.
Conseguí un taburete que un señor dejó libre cuando se levantó para irse, lo agarré y me senté sobre él. Intenté captar la atención de Cloude para pedirle algo de beber, pero el gesto que hizo de secarse el sudor, con las mejillas muy coloradas, me dio algo de pena, por lo que salté al otro lado de la barra con la intención de ayudarle.
Cloude me caía bien, tenía un aspecto paternal que te hacía fiarte de él únicamente mirándole a los ojos, y al pobre se le veía agobiado. Empecé a servir mesas, y cuando me vio e intentó acercarse a decirme algo, yo le guiñé un ojo sonriendo. No me importaba, además aquella noche quería descansar un poco de la caza, llevaba una semana en la que noche tras noche había salido para cazar, y aunque ya estaba acostumbrada, hoy me había propuesto relajarme un poco, o hacer todo lo posible para intentarlo, porque viendo como estaba la taberna aquello no es que fuera a relajarme mucho.
Serví cervezas y algo de comida a diversas personas antes de ponerme a pasar un trapo sobre la barra, bastante sucia.
- ¿Vas a querer algo de comer? - pregunté a un chico que estaba en la barra, sin mirarle a los ojos, más concentrada en lo que hacía, y sin apartar la mirada de un par de hombres a la izquierda, en una de las mesas, que habían empezado a discutir, vigilando que aquella trifulca no llegara a las manos y no tener que echarles.
Vianna Wilde- Cazador Clase Media
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Re: Un inesperado encuentro [Aelric y Vianna]
La tarde, luego de haber desayunado con Vianna había sido un desperdicio total, por como habían salido las cosas, solo tenía intenciones que llegar a casa a descansar. El sol había descendido hacía ya un par de horas, y yo deambulaba por las calles del centro de París, mi temperatura se había normalizado aunque no había hecho nada para que eso sucediera, entonces me percaté que mi falta de energía se debía a que no había dormido en casi 24 horas, sin embargo nunca estuve demasiado cansado para seguir caminando, paseé un rato por la plaza, escuché los parloteos de la gente, y algún que otro sonido musical, entre tanta carencia de música empecé a extrañar mi laúd. Tomé un hondo respiro y me encaminé a casa, solo entonces pude ver como el gentío iba aumentando conforme me acercaba a mi destino, recordando la noche anterior, que tuve que cerrar temprano, no podía imaginar como de una noche a la otra las calles cercanas a la taberna se colmaran de gente. Empecé a preocuparme al ver que entre más avanzaba, más gente había, empecé a acelerar el paso, entrada de la taberna estaba atiborrada, entonces corrí.
El éxito de la taberna se debía al arduo trabajo en equipo entre Cloude y yo, antes de mi llegada la taberna no solía tener tan buena fama, habían muchas peleas dentro y permanecía muy sucia, una vez entré a colaborar pude encargarme de anticipar los pleitos mientras Cloude atendía, o viceversa, con una mano derecha Cloude podía encargarse de más cosas, el servicio mejoró, y una vez me sentí más identificado con el lugar me encargué de su aseo, ya me repugnaba tanta mugre, y una vez que Cloude me hiciera socio traté el lugar como mío, el ambiente y la apariencia habían mejorado notablemente, y para ser una taberna pequeña, puedo decir que, definitivamente, era la mar agradable de todo el sector. Pero siempre Cloude había contado con mi apoyo, que entre más pasaba el tiempo, le quitaría la mitad de responsabilidades de encima, ahora no podía ni imaginarme como estaría Cloude con la casa llena y solo dos manos para trabajar.
Estaba apenas a una calle cuando me apresuré a llegar y ayudar a Cloude con semejante clientela, no más entrar al lugar escuché música, música en vivo, con razón el lugar estaba a reventar, me aproximaba a la barra, o eso creía, por lo menos ya alcanzaba a ver las botellas de licor del aparador sobre las cabezas de los clientes, mientras trataba de pasar entre un tumulto de gente y tuve que frenar un poco alcancé a escuchar a un par de hombres hablando.
-Bien amigo, pide otra jarra de licor, de la más grande y el licor más costoso...Decían entre risas-... Aprovechemos que el viejo tabernero está tan distraído y nos habremos embriagado como aristócratas sin haber pagado un solo franco
Un grupo de hombres a mis espaldas estalló en risas, mi reacción inmediata fue buscar de donde venían, estaban en una mesa, una de las más grandes, eran 5 hombres, grandes y gordos, parecían venir del mercado pues creí reconocer a uno de ellos, estaban ubicados bajo el sistema de faroles rojos, lo que significaba que era la mejor mesa de el lugar, estaba repleta de jarras vacías, y decían ¿que no habían pagado ni un solo franco?, estaba conciente que era únicamente culpa mía que algo como eso estuviera pasando, pero cuando la ira invadió mi cuerpo pude todo menos culparme, me acerqué en dos zancadas a la mesa, tomé a uno de los hombres, que me daba la espalda, por el hombro y lo volteé.
- Por suerte no está solo- Le dije, no se para los demás, pero para mí la frase tenía sentido, ellos me miraron extrañados al oírme a penas a través de la música y el jolgorio, pero uno de ellos me reconoció, abrió bien los ojos y se puso de pie.
-Ya lo pagamos todo, chiquillo entrometido
Se notaba el nerviosismo en su voz, pero yo no bajé la guardia.
- ¡Mentiroso! Son unos mentirosos y unos ladrones y ahora ¡van a pagar por lo que tomaron!- Simplemente no podía guardar la calma, me sacó de casillas que quisieran verle la cara al viejo Cloude.
Lo siguiente que sentí fue un empujón desde atrás y un fuerte golpe en mi pecho, me tambalee, pero no caí por tanta gente que había en el bar, me sostuve de un par de cuerpos, pero enseguida me devolví a mi atacante arremetiendo con un cabezazo en la nariz. Al hombre le temblaron las rodillas con el impacto, pero aquello hizo que se levantaran los demás de la mesa, se veían bastante más grandes que yo, pero eso no me hizo detenerme.Tomé al hombre, le sangraba la nariz, lo agarré de las solapas y lo empecé a sacar a empujones del lugar, no quería estragos en la taberna, pero no me retractaría de mis razones para pelear. Los demás salieron con dificultad tras de nosotros y llegaron cuando lo había arrojado al suelo frente a la entrada de la taberna, uno de ellos me tomó por el cuello y trató de levantarme, pude tomarlo por la muñeca para que me soltara y lo pateé en la rodilla, sentí que uno más venía hacia mi y me agaché para esquivarlo, luego venían otros dos, me tomaron por los brazos pero alcancé a recibir a uno con la rodilla en el vientre, el hombre se dobló y calló en las rodillas, pero mientras yo me soltaba de sus manos el otro me golpeó con su puño cerrado en el pecho y perdí el aire, el hombre era bastante grande, cuando me eché para atrás un poco me golpeó en la nariz con el mismo puño de roca, empecé a ver toda clase de colores y luces, un dolor intenso se apoderó de mi cara.
Aelric Ecrivain- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 31/12/2013
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Re: Un inesperado encuentro [Aelric y Vianna]
Quizo el destino, por ventura o por desgracia, que las almas de una cazadora llena de odio por los vampiros y un vampiro lleno de odio por la Inquisición se encontraran en la misma taberna, en la misma noche. Cuando Vianna entró en la taberna, algo activó el instinto de alarma de Elmo. Como ya se sabe, los animales tienen un sentido especial, un instinto que los humanos no sienten, o no son conscientes cuando los sienten. Tal vez la joven cazadora estaba impregnada de algún olor a sangre de vampiro o a madera y plata, que el cachorrito detectó. Tal vez fuera capaz de percibir su hostilidad, o tal vez simplemente sintiera el peligro y la muerte caminar de su mano. Sea lo que sea que percibía el perrito en ella, los humanos corrientes, ni siquiera los vampiros, podían notarlo. El cachorrito empezó a gemir con preocupación e incluso a gruñir, tratando de alertar a Alexalmo. Sin embargo, los dueños tienden a ignorar las señales que sus mascotas tratan de transmitirles. Un error que más tarde suelen lamentar...
Seguía tomándome mi cerveza tranquilamente, cuando Elmo empezó a gemir de nuevo. Empezaba a creer que no era atención lo que quería.
- ¿Qué te pasa, chico? - pregunté, un poco preocupado. ¡Ah, si los animales aprendieran a hablar idioma humano!
Decidí no darle mucha más importancia, y miré alrededor, distraído, como esperando a ver si algo captaba mi atención. Y desde luego algo, o mejor dicho alguien la captó. Una muchacha pelirroja, más o menos de mi edad destacaba entre la multitud. Era bastante guapa. La chica se acercó entre empujones y codazos a la barra. Tenía carácter, eso no hay que negarlo. Elmo gimió con más fuerza.
- Qué apetecible, ¿eh? - le dije al perro con una sonrisa ladina, hablándole de mujeres como si se tratase de mi colega de toda la vida.
Luego la pelirroja saltó la barra y empezó a hacer de camarera.
- Qué raro... - le dije a Elmo en voz baja - Cloude dijo claramente que su ayudante era un chico. O eso me pareció. Quizá lo haya entendido mal, quizá esta chica es nueva y se olvidó mencionarla. Quizá simplemente está ayudando por la mera bondad de su corazón - mi mente reprodujo la imagen de Auguste y los vagabundos, y una sonrisa cálida sustituyó a la sonrisa picaresca con la que la miré antes - Me alegra no ser el único. Si es que está trabajando sólo por ayudar, digo.
Elmo empezó a gruñir con un poco más de fuerza. Me estaba poniendo nervioso.
- ¿Seguro que estás bien, Elmo? ¿Elmito? ¿Te duele algo? - le miré fijamente, como tratando de ver si mostraba algún signo de dolor físico - Joder, que yo estudié medicina, pero no veterinaria. Quizá pueda llevarte con alguien que...
- ¿Vas a querer algo de comer?
La muchacha interrumpió mi "conversación" con Elmo de forma repentina, y me sobresalté un poco. Ni siquiera me estaba mirando detenidamente. O estaba alerta a todos los clientes para trabajar de la manera más rápida y eficaz posible o era una maleducada de cojones.
- Ah... no, gracias, sólo quería una cerveza.
Elmo gimió aún más fuerte, y entonces lo comprendí. O creí comprenderlo. Empecé a reírme con ganas.
- ¡AAAAH JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA! ¡Ya entiendo! ¡Jajajajaja! ¡Pobre Elmo, si sólo has comido un par de sobras en estos últimos días y aquí estás oliendo a comida por todas partes! ¡Estás muerto de hambre, pobre Elmito, por eso me gimes así! ¡Dios, no hay más ciego que quien no quiere ver! - dije esto último dándome un manotazo en la frente, y luego le dije a la camarera improvisada (como había empezado a llamarla en mi mente) - ¡Oye! ¿Os queda algo de carne cruda para el animalito? - levanté a Elmo con los brazos para que la camarera lo viera.
Cuando las miradas del perro y la chica se cruzaron, el primero empezó a gruñir...
No me dio tiempo a oír la respuesta de los camareros, cuando un griterío empezó a oírse en la multitud. No era un griterío de risas y de fiestas, sino de violencia. Otra reyerta. Otra puta y jodida reyerta de taberna. Por eso volví a dormir en cubos de basura. Por eso me escondí con los mendigos. Porque estaba quemado de las peleas.
- Mierda, Elmo - le dije, bajándolo lentamente hacia el suelo - No sé quiénes son más pesados, si la puta Inquisición o esos matones de bar.
Pero Alexalmo cometió un error: había dicho esa frase en un tono de voz bastante alto, suficiente para que algunos de los presentes, incluida la cazadora encubierta, pudieran oírlo...
- ¡Mentiroso! Son unos mentirosos y unos ladrones y ahora ¡van a pagar por lo que tomaron! - dijo uno de los causantes del alboroto, un chico joven que encaraba a un tipo gordo y corpulento. Sus gritos fueron respondidos con un empujón.
- ¿Aelric? - dijo Cloude, que parecía haber reconocido la voz del joven que gritaba.
- Su ayudante... - susurré. Tal vez, si lo defendía, me ganaría el favor del tabernero. Tal vez eso me diera alguna ayuda en el futuro. Tal vez me daban rabia los ladrones ("como tú", hubiera dicho Auguste).
Los matones sacaron a Aelric afuera de la taberna. Elmo y yo les seguimos con rapidez, y vimos cómo se estaban peleando. Al poco rato, uno de ellos tumbó a Aelric de un puñetazo. 5 contra uno, qué valiente. Esto es peor que los que atacaron a Kurt en el burdel...
- ¡Ya vale! - grité. Eso hizo que me miraran. Aproveché ese contacto visual, me concentré y lancé la Persuasión contra el que estaba más cerca - Dejad en paz al chico. Marchaos. Esta pelea se ha terminado - le ordené.
La expresión del matón se relajó un poco, dejándome ver que estaba bajo la influencia de mi poder, pero entonces otro del grupito me apartó de un empujón y me tiró al suelo, interrumpiendo mi hechizo vampírico.
- ¿¡Y a tí qué leches te importa esto, muchacho!? ¡Lárgate antes de que te rompamos los huesos!
¿Muchacho?
La cagaron. Ahora me habían hecho enfadar. No iba a calmarlos por la buenas. Me levanté y miré al matón con una sonrisa de loco.
- Ahora lo has hecho personal, colega - dije, y empecé a reírme con una voz aguda y chillona.
Con el poder de Levitar, salté contra el tipo y con todas mis fuerzas le estrellé la cabeza contra una pared cercana, haciéndole brotar algo de sangre y dejándolo bastante aturdido. Uno menos. La sangre empezó a hervirme.
- ¿Quién más? - pregunté, mirando a los demás matones con una voz ronca pero risueña - ¿Quién es el siguiente?
Sonreía con todas mis ganas.
Seguía tomándome mi cerveza tranquilamente, cuando Elmo empezó a gemir de nuevo. Empezaba a creer que no era atención lo que quería.
- ¿Qué te pasa, chico? - pregunté, un poco preocupado. ¡Ah, si los animales aprendieran a hablar idioma humano!
Decidí no darle mucha más importancia, y miré alrededor, distraído, como esperando a ver si algo captaba mi atención. Y desde luego algo, o mejor dicho alguien la captó. Una muchacha pelirroja, más o menos de mi edad destacaba entre la multitud. Era bastante guapa. La chica se acercó entre empujones y codazos a la barra. Tenía carácter, eso no hay que negarlo. Elmo gimió con más fuerza.
- Qué apetecible, ¿eh? - le dije al perro con una sonrisa ladina, hablándole de mujeres como si se tratase de mi colega de toda la vida.
Luego la pelirroja saltó la barra y empezó a hacer de camarera.
- Qué raro... - le dije a Elmo en voz baja - Cloude dijo claramente que su ayudante era un chico. O eso me pareció. Quizá lo haya entendido mal, quizá esta chica es nueva y se olvidó mencionarla. Quizá simplemente está ayudando por la mera bondad de su corazón - mi mente reprodujo la imagen de Auguste y los vagabundos, y una sonrisa cálida sustituyó a la sonrisa picaresca con la que la miré antes - Me alegra no ser el único. Si es que está trabajando sólo por ayudar, digo.
Elmo empezó a gruñir con un poco más de fuerza. Me estaba poniendo nervioso.
- ¿Seguro que estás bien, Elmo? ¿Elmito? ¿Te duele algo? - le miré fijamente, como tratando de ver si mostraba algún signo de dolor físico - Joder, que yo estudié medicina, pero no veterinaria. Quizá pueda llevarte con alguien que...
- ¿Vas a querer algo de comer?
La muchacha interrumpió mi "conversación" con Elmo de forma repentina, y me sobresalté un poco. Ni siquiera me estaba mirando detenidamente. O estaba alerta a todos los clientes para trabajar de la manera más rápida y eficaz posible o era una maleducada de cojones.
- Ah... no, gracias, sólo quería una cerveza.
Elmo gimió aún más fuerte, y entonces lo comprendí. O creí comprenderlo. Empecé a reírme con ganas.
- ¡AAAAH JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA! ¡Ya entiendo! ¡Jajajajaja! ¡Pobre Elmo, si sólo has comido un par de sobras en estos últimos días y aquí estás oliendo a comida por todas partes! ¡Estás muerto de hambre, pobre Elmito, por eso me gimes así! ¡Dios, no hay más ciego que quien no quiere ver! - dije esto último dándome un manotazo en la frente, y luego le dije a la camarera improvisada (como había empezado a llamarla en mi mente) - ¡Oye! ¿Os queda algo de carne cruda para el animalito? - levanté a Elmo con los brazos para que la camarera lo viera.
Cuando las miradas del perro y la chica se cruzaron, el primero empezó a gruñir...
No me dio tiempo a oír la respuesta de los camareros, cuando un griterío empezó a oírse en la multitud. No era un griterío de risas y de fiestas, sino de violencia. Otra reyerta. Otra puta y jodida reyerta de taberna. Por eso volví a dormir en cubos de basura. Por eso me escondí con los mendigos. Porque estaba quemado de las peleas.
- Mierda, Elmo - le dije, bajándolo lentamente hacia el suelo - No sé quiénes son más pesados, si la puta Inquisición o esos matones de bar.
Pero Alexalmo cometió un error: había dicho esa frase en un tono de voz bastante alto, suficiente para que algunos de los presentes, incluida la cazadora encubierta, pudieran oírlo...
- ¡Mentiroso! Son unos mentirosos y unos ladrones y ahora ¡van a pagar por lo que tomaron! - dijo uno de los causantes del alboroto, un chico joven que encaraba a un tipo gordo y corpulento. Sus gritos fueron respondidos con un empujón.
- ¿Aelric? - dijo Cloude, que parecía haber reconocido la voz del joven que gritaba.
- Su ayudante... - susurré. Tal vez, si lo defendía, me ganaría el favor del tabernero. Tal vez eso me diera alguna ayuda en el futuro. Tal vez me daban rabia los ladrones ("como tú", hubiera dicho Auguste).
Los matones sacaron a Aelric afuera de la taberna. Elmo y yo les seguimos con rapidez, y vimos cómo se estaban peleando. Al poco rato, uno de ellos tumbó a Aelric de un puñetazo. 5 contra uno, qué valiente. Esto es peor que los que atacaron a Kurt en el burdel...
- ¡Ya vale! - grité. Eso hizo que me miraran. Aproveché ese contacto visual, me concentré y lancé la Persuasión contra el que estaba más cerca - Dejad en paz al chico. Marchaos. Esta pelea se ha terminado - le ordené.
La expresión del matón se relajó un poco, dejándome ver que estaba bajo la influencia de mi poder, pero entonces otro del grupito me apartó de un empujón y me tiró al suelo, interrumpiendo mi hechizo vampírico.
- ¿¡Y a tí qué leches te importa esto, muchacho!? ¡Lárgate antes de que te rompamos los huesos!
¿Muchacho?
La cagaron. Ahora me habían hecho enfadar. No iba a calmarlos por la buenas. Me levanté y miré al matón con una sonrisa de loco.
- Ahora lo has hecho personal, colega - dije, y empecé a reírme con una voz aguda y chillona.
Con el poder de Levitar, salté contra el tipo y con todas mis fuerzas le estrellé la cabeza contra una pared cercana, haciéndole brotar algo de sangre y dejándolo bastante aturdido. Uno menos. La sangre empezó a hervirme.
- ¿Quién más? - pregunté, mirando a los demás matones con una voz ronca pero risueña - ¿Quién es el siguiente?
Sonreía con todas mis ganas.
Última edición por Alexalmo el Vie Ene 17, 2014 1:59 pm, editado 1 vez
Alexalmo- Vampiro Clase Media
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Re: Un inesperado encuentro [Aelric y Vianna]
Dejé de prestar atención al chico de la barra mientras seguía con la mirada fija en el grupo de personas que había al fondo de la taberna, pero el chico me preguntó algo, mostrándome un perro que me gruño, a lo que yo arrugué la nariz, frunciendo el ceño. No me gustaban los animales.
No pude contestar al chico, en seguida se empezaron a oír gritos y en seguida supe que era una pelea. Hice la intención de ir hacia el lugar de donde provenían las voces, pero el muchacho de la barra se me adelantó, sin pasarme desapercibida su frase antes de que se marchara.
Yo salí de detrás de la barra para calmar a la gente que se agolpaba en la puerta para ver la pelea, conseguí alcanzar a Cloude a tiempo justo cuando decía el nombre de Aelric. Le dije que intentara poner orden dentro mientras yo salía fuera.
Salí en el momento que el chico de antes pegaba a los cinco hombres que habían golpeado a Aelric, y observé asustada, dándome cuenta de que aquel chico era un asqueroso chupa sangre. Pero no podía atacarle, no aquí con toda la gente mirando y Aelric en el suelo.
Me puse a la misma altura que el vampiro, frente a aquellos hombres que lo miraban asustado. Estaba llamando demasiado la atención y había utilizado sus habilidades vampíricas, las cuales había personas que habían visto.
- Marchaos a otro lugar - dije con tranquilidad, acercándome un poco - Y no hace falta que volváis por aquí - uno de los tipos que estaba más cerca de mí me cogió del brazo, diciendo algo con un tono de cabreo, sin parar de mirar al vampiro. No le dio tiempo a tirar de mí, le di un puñetazo en la cara haciendo que retrocediera y soltara mi brazo.
Les di la espalda y miré al chupa sangre, entrecerrando los ojos, sin fiarme de él.
- Ayúdame a meterlo dentro - le dije, acercándome a Aelric y pasando uno de sus brazos por mi hombro. Lo mejor sería alejarnos de ahí, ya habíamos llamado mucho la atención. - Ves a la barra y trae algo de hielo - le dije al vampiro mientras metíamos al herido dentro de la taberna. Lo conduje hasta la habitación que estaba en el piso de arriba, a la cual me había llevado Aelric la noche anterior cuando me encontró malherida en el callejón.
- ¿No te han dicho nunca que no debes enfrentarte a tipos que te sacan una cabeza y tienen más amigos? - le pregunté a Aelric, sonriendo de lado.
No pude contestar al chico, en seguida se empezaron a oír gritos y en seguida supe que era una pelea. Hice la intención de ir hacia el lugar de donde provenían las voces, pero el muchacho de la barra se me adelantó, sin pasarme desapercibida su frase antes de que se marchara.
Yo salí de detrás de la barra para calmar a la gente que se agolpaba en la puerta para ver la pelea, conseguí alcanzar a Cloude a tiempo justo cuando decía el nombre de Aelric. Le dije que intentara poner orden dentro mientras yo salía fuera.
Salí en el momento que el chico de antes pegaba a los cinco hombres que habían golpeado a Aelric, y observé asustada, dándome cuenta de que aquel chico era un asqueroso chupa sangre. Pero no podía atacarle, no aquí con toda la gente mirando y Aelric en el suelo.
Me puse a la misma altura que el vampiro, frente a aquellos hombres que lo miraban asustado. Estaba llamando demasiado la atención y había utilizado sus habilidades vampíricas, las cuales había personas que habían visto.
- Marchaos a otro lugar - dije con tranquilidad, acercándome un poco - Y no hace falta que volváis por aquí - uno de los tipos que estaba más cerca de mí me cogió del brazo, diciendo algo con un tono de cabreo, sin parar de mirar al vampiro. No le dio tiempo a tirar de mí, le di un puñetazo en la cara haciendo que retrocediera y soltara mi brazo.
Les di la espalda y miré al chupa sangre, entrecerrando los ojos, sin fiarme de él.
- Ayúdame a meterlo dentro - le dije, acercándome a Aelric y pasando uno de sus brazos por mi hombro. Lo mejor sería alejarnos de ahí, ya habíamos llamado mucho la atención. - Ves a la barra y trae algo de hielo - le dije al vampiro mientras metíamos al herido dentro de la taberna. Lo conduje hasta la habitación que estaba en el piso de arriba, a la cual me había llevado Aelric la noche anterior cuando me encontró malherida en el callejón.
- ¿No te han dicho nunca que no debes enfrentarte a tipos que te sacan una cabeza y tienen más amigos? - le pregunté a Aelric, sonriendo de lado.
Vianna Wilde- Cazador Clase Media
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Re: Un inesperado encuentro [Aelric y Vianna]
A punto estuve de lanzarme como un animal contra los peleones de turno. A punto estuve de dejarme llevar por mi lado salvaje. A punto estuve de sacar los colmillos y pegarle una mordida en el cuello a uno para dejarlo seco y olvidar mi política de alimentarme sin matar. A punto estuve de provocar un gran espectáculo que llamaría más la atención que subirme a lo más alto del más alto de los edificios de París y gritar "¡Soy un vampiro wiiiiiiiiiiiii!" y que no tardaría en atraer a toda la Inquisición hacia mí y provocar mi ejecución inevitable. A punto estuve de condenarme por una estúpida pelea de bar, cuando la camarera improvisada salió de entre la multitud y les dejó las cosas claras a los matones. No sabía si era camarera oficial, pero desde luego los matones creyeron que sí, y viéndose expulsados del bar, y no atreverse a pelear contra una mujer (bueno, uno sí se atrevió, pero no duró demasiado), los buscapleitos vieron que nada más tenían que hacer ahí y se marcharon.
- ¡Y la próxima vez llamaré a mi colega Kurt Callahan! ¡Y os juro que ese tipo está mucho más zumbado que yo! - les grité, mientras les señalaba con el dedo con rabia. Un grito para descargar mi enfado sin perder el control de mis acciones.
El hombre al que reventé contra la pared se levantó con dificultad, aturdido. Me acerqué a él y le quité su bolsa de dinero.
- Por las bebidas. Y la propina. Largo - lo empujé en dirección en las que se habían ido los demás y volví con la pareja.
Y juraría que la chica me había mirado mal. No lo entiendo, ¿he hecho algo malo?
Sin embargo, su intervención evitó que me revelara y perdiera el control delante de tanta gente, lo que me hubiera supuesto una ejecución inminente. Bendito sea su nombre entre todas las mujeres, pues me había salvado la vida.
- Ayúdame a meterlo dentro - dijo - Ves a la barra y trae algo de hielo.
- Claro.
Levanté al chico por un hombro y dejé que ella le cogiese por el otro. En cuanto entramos en la taberna, ella condujo al muchacho escaleras arriba y yo fui a la barra, para hacer lo que ella me había pedido. Me acerqué a Cloude y le dije:
- Camarero, un poco de hielo para tu ayudante. Tranquilo, le han dado un puñetazo, pero nada más. Está bien. - le dije, para que no se preocupara demasiado - Es un muchacho valiente, lo reconozco. Y muy fuerte. - saqué la bolsa de dinero que arrebaté al tipo con la herida en la cabeza - Por cierto, la pelea empezó porque se estaban aprovechando de tu estrés y tu despiste para beber sin pagar. Aquí está lo que te deben. Y una generosa propia.
El hombre sonrió y me dio las gracias, pero no dijo demasiado más. El pobre debe de haberse llevado un buen susto. Me trajo el hielo que pedí, le di las gracias, lo tomé y subí a donde estaban los otros dos. Vi cómo entraban en una habitación y les seguí.
- Aelric - llamé, y le lancé la bolsa con hielo a la chica para que lo cogiera al vuelo. Me acerqué a ellos unos pasos, sonriendo petulantemente - Así te llamas, ¿no? Aelric. Y tú debes de ser la amiga con la que se marchó esta mañana - esta vez me refería a la pelirroja que estaba con él. Se veían bastante cercanos, así que ya me imaginaba la respuesta. Me apoyé en una pared y seguí hablándoles - El dueño habla maravillas de ti, Aelric. Dice que eres muy buen amigo y trabajador y bla bla bla. Incluso ha dicho que te perdonaba que hoy llegaras un poco tarde por lo bien que habías trabajado, así que me imagino que también te perdonará que descanses del puñetazo que te acabas de llevar, de modo que no tienes que preocuparte con eso.
Oí unos pequeños pasitos subir por las escaleras, y Elmo cruzó la puerta. Pobrecito, con tantas emociones me había olvidado de él y de su carne cruda. Eso también me recordó que sería mejor cerrar la puerta. Lo hice.
- ¡Y la próxima vez llamaré a mi colega Kurt Callahan! ¡Y os juro que ese tipo está mucho más zumbado que yo! - les grité, mientras les señalaba con el dedo con rabia. Un grito para descargar mi enfado sin perder el control de mis acciones.
El hombre al que reventé contra la pared se levantó con dificultad, aturdido. Me acerqué a él y le quité su bolsa de dinero.
- Por las bebidas. Y la propina. Largo - lo empujé en dirección en las que se habían ido los demás y volví con la pareja.
Y juraría que la chica me había mirado mal. No lo entiendo, ¿he hecho algo malo?
Sin embargo, su intervención evitó que me revelara y perdiera el control delante de tanta gente, lo que me hubiera supuesto una ejecución inminente. Bendito sea su nombre entre todas las mujeres, pues me había salvado la vida.
- Ayúdame a meterlo dentro - dijo - Ves a la barra y trae algo de hielo.
- Claro.
Levanté al chico por un hombro y dejé que ella le cogiese por el otro. En cuanto entramos en la taberna, ella condujo al muchacho escaleras arriba y yo fui a la barra, para hacer lo que ella me había pedido. Me acerqué a Cloude y le dije:
- Camarero, un poco de hielo para tu ayudante. Tranquilo, le han dado un puñetazo, pero nada más. Está bien. - le dije, para que no se preocupara demasiado - Es un muchacho valiente, lo reconozco. Y muy fuerte. - saqué la bolsa de dinero que arrebaté al tipo con la herida en la cabeza - Por cierto, la pelea empezó porque se estaban aprovechando de tu estrés y tu despiste para beber sin pagar. Aquí está lo que te deben. Y una generosa propia.
El hombre sonrió y me dio las gracias, pero no dijo demasiado más. El pobre debe de haberse llevado un buen susto. Me trajo el hielo que pedí, le di las gracias, lo tomé y subí a donde estaban los otros dos. Vi cómo entraban en una habitación y les seguí.
- Aelric - llamé, y le lancé la bolsa con hielo a la chica para que lo cogiera al vuelo. Me acerqué a ellos unos pasos, sonriendo petulantemente - Así te llamas, ¿no? Aelric. Y tú debes de ser la amiga con la que se marchó esta mañana - esta vez me refería a la pelirroja que estaba con él. Se veían bastante cercanos, así que ya me imaginaba la respuesta. Me apoyé en una pared y seguí hablándoles - El dueño habla maravillas de ti, Aelric. Dice que eres muy buen amigo y trabajador y bla bla bla. Incluso ha dicho que te perdonaba que hoy llegaras un poco tarde por lo bien que habías trabajado, así que me imagino que también te perdonará que descanses del puñetazo que te acabas de llevar, de modo que no tienes que preocuparte con eso.
Oí unos pequeños pasitos subir por las escaleras, y Elmo cruzó la puerta. Pobrecito, con tantas emociones me había olvidado de él y de su carne cruda. Eso también me recordó que sería mejor cerrar la puerta. Lo hice.
Alexalmo- Vampiro Clase Media
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Re: Un inesperado encuentro [Aelric y Vianna]
La pelea había salido de control en un momento, pude ver sombras y colores pasar en frente mío, voces mezcladas gritando palabras que no podía comprender. No sabía que me dolía más en un momento, el pecho, la cara, o mis pulmones sin aire, peleé por unos segundos con mi cuerpo, con mi garganta, para que dejara entrar aire a mi interior nuevamente, cuando por fin capturé una bocanada me hizo toser, y cuando lo hice mi labio superior ardió. Me llevé la mano a la cara y al posarla me di cuenta que seguía aturdido, no tenía sentido de profundidad, mi mano fue directo a mi ojo, traté de parpadear y abrir bien los ojos, buscando que todo volviera a estarse quieto, que las imágenes que tenía en frente volvieran a tener sentido, y escuché su voz ....(¿Vianna?)pensé, tal vez escuché mucho si voz durante todo el día y la confundí, traté de apoyarme en el piso e incorporarme pero apenas y me levanté unos centímetros del suelo antes de volver a caer, reposé la cabeza contra una pared y traté de buscar el cielo con los ojos, mi movilidad empezó a normalizarse, las imágenes dejaron de moverse, posé el dorso de mi mano un momento sobre mis ojos mientras trataba de recordar que estaba pasando. Definitivamente la falta de sueño me había afectado, se muy bien que ni en las mejores condiciones habría podido derrotar a mis oponentes, pero habría dado más pelea. Esos golpes que recibí fueron certeros y se ubicaron en zonas de mi cuerpo que se vieron afectados de inmediato, posiblemente todo mi malestar duró unos cuantos segundos nada más, pero nunca antes me había sentido tan desubicado, esto solo me hirvió en la sangre, tenía que volver a mi forma, se que antes habría aguantado un poco más...¿estaría perdiendo mis habilidades?.
Mientras divagaba sentí como me alzaban del suelo, un cuerpo junto al mío me llevaba dentro de la taberna, las luces habían dejado de bailar y mi vista volvía a funcionar correctamente, pude reconocer la mirada preocupada de Cloude cuando entré en la taberna, que ya se veía bastante más vacía, aunque vi el rosado en las mejillas y las gotas de sudor en la frente de mi tabernero amigo, quise ofrecerle mis disculpas pero no salían sonidos de mi garganta.
Solo hasta haber subido a mi recamara y ver que me descargara en el suelo reconocí a Vianna, la miré por un instante ladeando la cabeza y entrecerrando los ojos antes de aceptar que se trataba realmente de ella.
- ¿No te han dicho nunca que no debes enfrentarte a tipos que te sacan una cabeza y tienen más amigos? -
Reí y por fin pude emitir sonidos, me toqué la cabeza algo avergonzado por haber salido herido de una pelea que ni siquiera había empezado, por que ella me hubiera visto caer vencido con un solo golpe, si es que lo vio.
- No tengo el mismo entrenamiento que tu, ¿recuerdas? además también me falta algo de sentido común-
Reí y traté de incorporarme, pero mi cuerpo estaba muy pesado, el malestar y la falta de sueño me estaban pateando las costillas más que la pelea.
Entró un hombre a la habitación, no lo conocía pero se dirigió a mi con familiaridad.
Me arrojó una bolsa de hielo y la atrapé cuando golpeó mi pecho, esto me hizo soltar un gemido, debo tener la carne magullada porque me dolió el contacto, dejé la bolsa a un lado y me disponía a quitarme la camiseta, pero entonces recordé que estaba en compañía de Vianna, estaba pensando muy lentamente con el golpe.
Escuché al hombre, tenía el pelo mas o menos igual de lago que el mío, ojos claros y muy confiado de si mismo, cuando me habló de Cloude, sonreí, sabía como hablaba de mi pero...que me lo dijeran siempre me hacía sentir mejor.
Un pequeño cachorro entró a mi habitación en un rato, justo cuando nadie más que Cloude había entrado allí, de repente este lugar parece más concurrido que la misma taberna, pero no me pude enfadar, el cachorro se veía muy mono, me enterneció
- Ven acá, bichito, bichito Llamé al animal, al inclinarme hacia adelante una gota de sangre me cayó en la mano, estaba sangrado mi nariz.
Aelric Ecrivain- Humano Clase Media
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Re: Un inesperado encuentro [Aelric y Vianna]
Sonreí a Aelric cuando dijo lo del sentido común y asentí dándole la razón. Estuve por decirle que me había gustado su intervención con aquellos matones, y preguntarle el motivo de la pelea, pero el vampiro de antes entró en la habitación. La sonrisa se borró de mi cara y le miré con el ceño fruncido. Aquel vampiro casi se había delatado, a ambos, si hubiera enseñado los colmillos o hubiera atacado a cualquiera de aquellos hombres no había tenido más remedio que clavar una estaca en su pecho, y todavía no le había matado por el simple hecho de que había salvado a Aelric de una buena paliza.
Un perro entró a la habitación, era el perro de aquel vampiro, el que momentos antes me había gruñido. Vi a Aelric hacer intención de acercarse a él pero su nariz empezó a sangrar. Me acerqué a él y me agaché a su lado, poniendo el hielo en su nariz para detener la sangre, sabiendo que teníamos a un vampiro en la habitación. Toqué suavemente con mis dedos el lugar donde le habían golpeado. También aparté un mechón de pelo de su cara.
- Esto te dejará fuera de las peleas de taberna una buena temporada - le murmuré, sonriendo a medias. Cogí su mano y se la coloqué sobre el hielo para que lo sujetara antes de volver a incorporarme y mirar al vampiro, colocándome entre él y Aelric, con los músculos de mi cuerpo en tensión, por si el olor de la sangre hacía reaccionar a aquel vampiro y salar sobre nosotros. Aunque aquel chupa sangre no parecía peligroso, o no de momento.
- Has sido un estúpido ¿sabes? - dije con un tono grave en mi voz - Mucha gente estaba presenciando la pelea, si hubiera durado un poco más te habrías descubierto a ti mismo, y a mí... si hubieras mordido a alguno de aquellos hombros no habría tenido más remedio que matarte. Incluso me cuesta no hacerlo ahora, eres un vampiro, los vampiros no se preocupan por simples e inútiles humanos... sin ofender - digo aquello último girándome hacia Aelric, y vuelvo a mirar al chupa sangre - Te metiste en la pelea sin dudarlo dos veces, ¿por qué?
Un perro entró a la habitación, era el perro de aquel vampiro, el que momentos antes me había gruñido. Vi a Aelric hacer intención de acercarse a él pero su nariz empezó a sangrar. Me acerqué a él y me agaché a su lado, poniendo el hielo en su nariz para detener la sangre, sabiendo que teníamos a un vampiro en la habitación. Toqué suavemente con mis dedos el lugar donde le habían golpeado. También aparté un mechón de pelo de su cara.
- Esto te dejará fuera de las peleas de taberna una buena temporada - le murmuré, sonriendo a medias. Cogí su mano y se la coloqué sobre el hielo para que lo sujetara antes de volver a incorporarme y mirar al vampiro, colocándome entre él y Aelric, con los músculos de mi cuerpo en tensión, por si el olor de la sangre hacía reaccionar a aquel vampiro y salar sobre nosotros. Aunque aquel chupa sangre no parecía peligroso, o no de momento.
- Has sido un estúpido ¿sabes? - dije con un tono grave en mi voz - Mucha gente estaba presenciando la pelea, si hubiera durado un poco más te habrías descubierto a ti mismo, y a mí... si hubieras mordido a alguno de aquellos hombros no habría tenido más remedio que matarte. Incluso me cuesta no hacerlo ahora, eres un vampiro, los vampiros no se preocupan por simples e inútiles humanos... sin ofender - digo aquello último girándome hacia Aelric, y vuelvo a mirar al chupa sangre - Te metiste en la pelea sin dudarlo dos veces, ¿por qué?
Vianna Wilde- Cazador Clase Media
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Re: Un inesperado encuentro [Aelric y Vianna]
Elmo dio algunos pasos indecisos hacia Aelric cuando empezó a llamarlo, como si quisiera ir con él pero esperase mi aprobación. Me miró y le respondí con una sonrisa.
- Vamos, Elmo, el pobrecito ha recibido una paliza de las chungas. Necesita un poco de consuelo - dije, riendo - Puedes ir con él.
Elmo se dirigió hacia Aelric y dejó que lo acariciara. Eso los mantendría ocupados mientras yo discutía con la chica.
- Has sido un estúpido ¿sabes? Mucha gente estaba presenciando la pelea, si hubiera durado un poco más te habrías descubierto a ti mismo, y a mí... si hubieras mordido a alguno de aquellos hombros no habría tenido más remedio que matarte.
Crucé los brazos y permanecí apoyado en la pared mientras me reñía. No le faltaba razón a la chica, realmente había estado a punto de dejarme llevar por la emoción. Mientras ella hablaba, yo miraba hacia otro lado, sintiendo vergüenza y culpabilidad por lo que decía, como un niño que recibe una reprimenda tras cometer una travesura. Sin embargo, volví a mirarla fijamente a los ojos cuando dijo algo de "descubrirla a ella también" y "matarme". ¿Descubrirla de qué? Ella no era una vampira, ni tampoco un licántropo. Y había conocido a una chica cambiaformas y había visto qué clase de aura tienen. Ella era una humana normal y corriente, eso estaba claro, ¿qué había que descubrir? ¿Y por qué querría matarme? ¿Qué le he hecho yo?
¿Tal vez... tal vez sea una inquisidora? ¿Por eso le gruñía Elmo? No... los inquisidores están mal de la cabeza. Me hubiera matado en cuanto tuviera la ocasión, y si no lo ha hecho... tal vez sea una de esos cazadores independientes. Me tensé en señal de alarma, tal vez la cosa no acabara bien...
- Incluso me cuesta no hacerlo ahora, eres un vampiro, los vampiros no se preocupan por simples e inútiles humanos... sin ofender - dijo, mirando al chico con la última frase.
Lo intenté, lo juro. Lo intenté de verdad. Puse todo mi esfuerzo y mi empeño. Lo intenté con todas mis ganas, pero no pude. No lo conseguí. No pude, a pesar de intentarlo con toda mi alma, reprimir la risa. Aquello era lo más gracioso que había oído en mucho tiempo.
Primero fue una pequeña carcajada que escapó de mis labios, cuando aún intentaba evitarlo. Luego levanté la mano con un gesto de STOP para indicar a la cazadora que se callara y momento y empecé a reírme por lo bajo. La intensidad de mi voz fue en aumento, riendo cada vez más fuerte, hasta acabar riéndome con voz chillona y loca, fuera de control, riendo con todas mis ganas hasta quedarme sin aire con esa carcajada aguda que sólo tienen los locos...
- ¡¡¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJIAJAAJAJAJAAJAJAA!!! ¡¡¡WWUUUAAJAJAJAJAJAJIAJAJAJAAJAJAJAJA!!! ¡¡¡JIAAAAAJIAJIAJIAJIAJIAAAA!!! - aquello era el colmo. Antes había usado mis poderes vampíricos para conseguir comida para los vagabundos que me habían escondido durante el día, y después había asistido a Aelric contra los matones que lo estaban apaleando cuando descubrió su gorronería de aprovechar el despiste del camarero para no pagar. Por no mencionar el cuidado especial que tengo a la hora de alimentarme, siempre intentando beber de varias personas para saciarme sin dejar seco a nadie. Y todo eso para que viniera esta puta salida de la nada a decirme que no me preocupo por los humanos. Y encima le pedía disculpas a Aelric cuando el ofendido era yo. La rabia se mezcló con la risa, y lo siguiente se parecía más a un chillido de mujer asustada, pero acompañado de carcajadas - ¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAHHHHHJAJAJAJAJAJAJAJA!!! - mi voz alteró a Elmo, que dejó de jugar con Aelric y empezó a ladrarme preocupado, sin embargo a mí me pareció que se estaba riendo conmigo, lo que me pareció más gracioso todavía y me reí todavía más fuerte - ¡¡¡WUAAAJAJAJAJAJAJAJAJAJAAAAAAAA!!! ¡¡¡DIOS MÍOOOO LO QUE HAY QUE OÍR JAJAJAJAJAJAJAJA!!! ¡DAME PACIENCIA, CRISTO, DAME PACIENCIA PARA SOPORTAR ESTA TORTURA JAJAJAJAJAJAJAJAJA! - pero mi voz no parecía para nada torturada...
Me caí de rodillas y luego apoyé las manos contra el suelo como si fuese un musulmán orando, y empecé a golpear el suelo de la risa que me había entrado:
- ¡JIIIIIJIJIJIIJIJIJIIIII!
Finalmente me quedé sin aire. Me fui levantando lentamente, cubriéndome toda la cara con la palma de la mano derecha. Cuando estuve completamente de pie, bajé la mano poco a poco, hasta que mis dedos, ya un poco separados, dejaron ver mis ojos, que miraban a la cazadora con una mezcla de odio y alegría. No sabía si predominaba lo gracioso de la situación o lo mal que me caía esa mujer.
- ¿Cómo... lo sabes? - dije, en un susurro ronco, fulminándola con los ojos que se asomaban de entre mis dedos - ¿Cómo sabes... lo que nosotros... pensamos... de vosotros? - terminé de bajar mi mano hasta que no cubrió nada de mi cara, y dejé ver una sonrisa psicótica de oreja a oreja, mostrando unos colmillos afilados, y con todos los músculos de mi cara estirados, como si mi vida dependiera de esa sonrisa y tuviera que poner todo mi enpeño en ella - ¿Acaso has sido vampira... alguna vez? - dije, arrastrando las palabras como si estuviera quedándome dormido.
Esa era la pregunta clave: ¿qué sabrás tú de lo que pensemos nosotros si nunca has visto la realidad desde nuestra perspectiva?
Esperé su respuesta o su silencio, y respondí a la pregunta que posteriormente me hiciera:
- Te metiste en la pelea sin dudarlo dos veces, ¿por qué?
Mi expresión se relajó un poco, pero sin dejar de sonreír. Al menos ya no era una sonrisa de loco, sino más bien de presumido.
- Porque puedo - mi razón era así de simple - Porque me siento superior cuando lucho así. Porque ser vampiro es un regalo, y el regalo son estas habilidades que tanto disfruto usando. Porque tengo cierta adicción a que un grupo de matoncitos que van de duros me miren con miedo y se meen encima cuando me vean. Porque me gusta poner a la gente en su sitio. Porque se lo merecían. Porque me caía bien el tabernero y no me gustaba la idea de que le robaran. Porque Aelric me recordó a un amigo que conocí en un burdel con la forma en la que se enfrentaba a esos matones él sólo. Porque me dan asco los que abusan de su superioridad y la usan contra gente inocente que no les ha hecho nada. Porque me aburren los matones que se meten con los demás y empiezan peleas de bar por cualquier estupidez de machote. Porque me emociono... cuando tengo una vida en mis manos - empecé a sonrojarme y a sentir mariposas en el estómago, sentía un calor muy agradable que podría compararse con un momento de euforia y emoción. Mi voz empezó a sonar temblorosa y aguda, llena de emoción - Porque si no hubiera intervenido, Aelric hubiera muerto. En mis manos estaba parar la pelea y salvar al chico o dejarlo morir, de la misma forma que estaba en mis manos aplicar la pelea justa contra los matones para asustarlos y que se marcharan o... romperles la columna con un golpe mal dado, o arrancarles las arterias del cuello de un mordisco, o desenfundar mi sable y perforar sus órganos internos... - mi sonrisa se hizo más amplia y me sonrojé aún más, pero la expresión de mi cara cambió bruscamente, ahora era la sonrisa de un niño que había rescatado a un gatito de morir ahogado en el río - Pero no hay nada mejor que salvar o perdonar una vida y marcharte a casa pensando que has hecho lo correcto. Hace que duermas mejor y no te sientas como un cabrón todo el tiempo. Por todas esas cosas me metí en la pelea, y por eso lo seguiré haciendo en el futuro.
- Vamos, Elmo, el pobrecito ha recibido una paliza de las chungas. Necesita un poco de consuelo - dije, riendo - Puedes ir con él.
Elmo se dirigió hacia Aelric y dejó que lo acariciara. Eso los mantendría ocupados mientras yo discutía con la chica.
- Has sido un estúpido ¿sabes? Mucha gente estaba presenciando la pelea, si hubiera durado un poco más te habrías descubierto a ti mismo, y a mí... si hubieras mordido a alguno de aquellos hombros no habría tenido más remedio que matarte.
Crucé los brazos y permanecí apoyado en la pared mientras me reñía. No le faltaba razón a la chica, realmente había estado a punto de dejarme llevar por la emoción. Mientras ella hablaba, yo miraba hacia otro lado, sintiendo vergüenza y culpabilidad por lo que decía, como un niño que recibe una reprimenda tras cometer una travesura. Sin embargo, volví a mirarla fijamente a los ojos cuando dijo algo de "descubrirla a ella también" y "matarme". ¿Descubrirla de qué? Ella no era una vampira, ni tampoco un licántropo. Y había conocido a una chica cambiaformas y había visto qué clase de aura tienen. Ella era una humana normal y corriente, eso estaba claro, ¿qué había que descubrir? ¿Y por qué querría matarme? ¿Qué le he hecho yo?
¿Tal vez... tal vez sea una inquisidora? ¿Por eso le gruñía Elmo? No... los inquisidores están mal de la cabeza. Me hubiera matado en cuanto tuviera la ocasión, y si no lo ha hecho... tal vez sea una de esos cazadores independientes. Me tensé en señal de alarma, tal vez la cosa no acabara bien...
- Incluso me cuesta no hacerlo ahora, eres un vampiro, los vampiros no se preocupan por simples e inútiles humanos... sin ofender - dijo, mirando al chico con la última frase.
Lo intenté, lo juro. Lo intenté de verdad. Puse todo mi esfuerzo y mi empeño. Lo intenté con todas mis ganas, pero no pude. No lo conseguí. No pude, a pesar de intentarlo con toda mi alma, reprimir la risa. Aquello era lo más gracioso que había oído en mucho tiempo.
Primero fue una pequeña carcajada que escapó de mis labios, cuando aún intentaba evitarlo. Luego levanté la mano con un gesto de STOP para indicar a la cazadora que se callara y momento y empecé a reírme por lo bajo. La intensidad de mi voz fue en aumento, riendo cada vez más fuerte, hasta acabar riéndome con voz chillona y loca, fuera de control, riendo con todas mis ganas hasta quedarme sin aire con esa carcajada aguda que sólo tienen los locos...
- ¡¡¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJIAJAAJAJAJAAJAJAA!!! ¡¡¡WWUUUAAJAJAJAJAJAJIAJAJAJAAJAJAJAJA!!! ¡¡¡JIAAAAAJIAJIAJIAJIAJIAAAA!!! - aquello era el colmo. Antes había usado mis poderes vampíricos para conseguir comida para los vagabundos que me habían escondido durante el día, y después había asistido a Aelric contra los matones que lo estaban apaleando cuando descubrió su gorronería de aprovechar el despiste del camarero para no pagar. Por no mencionar el cuidado especial que tengo a la hora de alimentarme, siempre intentando beber de varias personas para saciarme sin dejar seco a nadie. Y todo eso para que viniera esta puta salida de la nada a decirme que no me preocupo por los humanos. Y encima le pedía disculpas a Aelric cuando el ofendido era yo. La rabia se mezcló con la risa, y lo siguiente se parecía más a un chillido de mujer asustada, pero acompañado de carcajadas - ¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAHHHHHJAJAJAJAJAJAJAJA!!! - mi voz alteró a Elmo, que dejó de jugar con Aelric y empezó a ladrarme preocupado, sin embargo a mí me pareció que se estaba riendo conmigo, lo que me pareció más gracioso todavía y me reí todavía más fuerte - ¡¡¡WUAAAJAJAJAJAJAJAJAJAJAAAAAAAA!!! ¡¡¡DIOS MÍOOOO LO QUE HAY QUE OÍR JAJAJAJAJAJAJAJA!!! ¡DAME PACIENCIA, CRISTO, DAME PACIENCIA PARA SOPORTAR ESTA TORTURA JAJAJAJAJAJAJAJAJA! - pero mi voz no parecía para nada torturada...
Me caí de rodillas y luego apoyé las manos contra el suelo como si fuese un musulmán orando, y empecé a golpear el suelo de la risa que me había entrado:
- ¡JIIIIIJIJIJIIJIJIJIIIII!
Finalmente me quedé sin aire. Me fui levantando lentamente, cubriéndome toda la cara con la palma de la mano derecha. Cuando estuve completamente de pie, bajé la mano poco a poco, hasta que mis dedos, ya un poco separados, dejaron ver mis ojos, que miraban a la cazadora con una mezcla de odio y alegría. No sabía si predominaba lo gracioso de la situación o lo mal que me caía esa mujer.
- ¿Cómo... lo sabes? - dije, en un susurro ronco, fulminándola con los ojos que se asomaban de entre mis dedos - ¿Cómo sabes... lo que nosotros... pensamos... de vosotros? - terminé de bajar mi mano hasta que no cubrió nada de mi cara, y dejé ver una sonrisa psicótica de oreja a oreja, mostrando unos colmillos afilados, y con todos los músculos de mi cara estirados, como si mi vida dependiera de esa sonrisa y tuviera que poner todo mi enpeño en ella - ¿Acaso has sido vampira... alguna vez? - dije, arrastrando las palabras como si estuviera quedándome dormido.
Esa era la pregunta clave: ¿qué sabrás tú de lo que pensemos nosotros si nunca has visto la realidad desde nuestra perspectiva?
Esperé su respuesta o su silencio, y respondí a la pregunta que posteriormente me hiciera:
- Te metiste en la pelea sin dudarlo dos veces, ¿por qué?
Mi expresión se relajó un poco, pero sin dejar de sonreír. Al menos ya no era una sonrisa de loco, sino más bien de presumido.
- Porque puedo - mi razón era así de simple - Porque me siento superior cuando lucho así. Porque ser vampiro es un regalo, y el regalo son estas habilidades que tanto disfruto usando. Porque tengo cierta adicción a que un grupo de matoncitos que van de duros me miren con miedo y se meen encima cuando me vean. Porque me gusta poner a la gente en su sitio. Porque se lo merecían. Porque me caía bien el tabernero y no me gustaba la idea de que le robaran. Porque Aelric me recordó a un amigo que conocí en un burdel con la forma en la que se enfrentaba a esos matones él sólo. Porque me dan asco los que abusan de su superioridad y la usan contra gente inocente que no les ha hecho nada. Porque me aburren los matones que se meten con los demás y empiezan peleas de bar por cualquier estupidez de machote. Porque me emociono... cuando tengo una vida en mis manos - empecé a sonrojarme y a sentir mariposas en el estómago, sentía un calor muy agradable que podría compararse con un momento de euforia y emoción. Mi voz empezó a sonar temblorosa y aguda, llena de emoción - Porque si no hubiera intervenido, Aelric hubiera muerto. En mis manos estaba parar la pelea y salvar al chico o dejarlo morir, de la misma forma que estaba en mis manos aplicar la pelea justa contra los matones para asustarlos y que se marcharan o... romperles la columna con un golpe mal dado, o arrancarles las arterias del cuello de un mordisco, o desenfundar mi sable y perforar sus órganos internos... - mi sonrisa se hizo más amplia y me sonrojé aún más, pero la expresión de mi cara cambió bruscamente, ahora era la sonrisa de un niño que había rescatado a un gatito de morir ahogado en el río - Pero no hay nada mejor que salvar o perdonar una vida y marcharte a casa pensando que has hecho lo correcto. Hace que duermas mejor y no te sientas como un cabrón todo el tiempo. Por todas esas cosas me metí en la pelea, y por eso lo seguiré haciendo en el futuro.
Alexalmo- Vampiro Clase Media
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Re: Un inesperado encuentro [Aelric y Vianna]
Vianna se acercó a mi y puso el hielo bajo mi nariz, este empezó a teñirse de carmesí, luego tomó mi mano para que lo sostuviera yo mismo, mientras mi mirada estaba clavada en el perrito que acariciba
-¿quien es lindo?¿quien?¿quien?-
Volví mi mirada a Vianna, aclaré mi garganta y le agradecí por la atención a mi herida con un gesto inclinando mi cabeza, un poco avergonzado por mis palabras al can.
La reacción de Vianna a la entrada del hombre me hizo incorporarme, ella estaba en estado de alerta, se puso frente a mi, como tratando de protegerme.
Cuando se dirigió al hombre lo llamó vampiro, ¿como es que no me di cuenta?, claro que si había mostrado sus habilidades en esos segundos de la pelea en los que estaba medio inconsciente no lo habría notado como ella, pero, ellos tenían algo en su presencia, se sentía como una tristeza agobiante cuando te acercas mucho a uno de ellos, como estar en un entierro, y por otra parte se siente una oscuridad, como un velo oscuro que los cubre, no importaba lo benevolentes que fuesen conmigo, nunca uno de ellos me había visto como su igual, evidentemente, pero este hombre no parecía uno de ellos, no llevaba el velo negro consigo. Podía estar equivocado. Muy probablemente estaba equivocado, pero si el era un vampiro, tal vez se trataba de uno que no propiamente fuese un asesino, lo sé, aquel pensamiento era una locura, nunca había visto a un vampiro que no fuese un asesino, pero no conseguía verlo a el en ese paquete. Vianna sabía mucho más de ellos que yo, pero si el resultaba ser realmente peligroso no me quedaría de brazos cruzados viendo como solo ella le hacía frente.
Traté de ponerme de pie y me incorporé lentamente, mis sentidos estaban funcionando bien otra vez y el cuerpo me dolía un poco menos, ya estaba listo para volver a pelear, aunque nunca antes lo hiciera con un vampiro.
Tenía la intensión de acercarme a Vianna cuando el hombre estalló en una risa macabra y lunática, ni no mismo podría replicar esa carcajada tétrica, este acto me hizo retractarme un poco de la imagen del tipo, empezó a decir cosas sobre tener ese poder y aún así haber interferido para " evitar el abuso de gente inocente". Entendí que, o estaba muy loco, o era un vampiro muy único, y posiblemente eso segundo se veía complementado por lo primero. Temí por Vianna, porque si ahí mismo se daba un combate ella estaría en desventaja porque no daría todo de ella, sabía que trataría de defenderme a mi también, y no me siento cómodo con la idea de ir de lastre. El hombre se iba poniendo serio, y yo me arrojé contra Vianna, por su espalda, la rodee con un brazo sobre los hombros y miré al vampiro
- Diablos amigos, !esa, de seguro, es la risa más lunática que eh oído!, y gracias, a ambos, ¿eh? pero no crean que habría caído tan fácilmente...- señalé con un dedo al vampiro, mirándolo divertido-... tal vez me habrían dado una paliza, pero se requiere de un poco más que unos simples humanos para acabar conmigo...-volví mis ojos a Vianna, la tenía muy cerca de mi rostro-...creo que tendría más ventaja una cazadora para acabar conmigo-le dije sin dejar de sonreír, luego volví a dirigirme a ambos -... Así que no hagamos esto personal, ¿quieren?, en la taberna de Cloude son todos bienvenidos, si no tienen intensiones de robar o de venir a pelear, una vez fuera pueden volver a perseguirse, mientras ¿por qué no nos tomamos unos tragos y hacemos las paces? estamos todos bien, ¿no es así?
Mi intención no solo era apaciguar las cosas, sino tener la opción de bajar la guardia, podía estar hecho un trapo pero no dejaría que le hicieran daño a Vianna y aunque me mataran primero daría pelea, y estaba muy cansado para eso, mientras esperaba una respuesta y extendía una mano al vampiro, sentí como alguien subía las escaleras...¿ahora que?.
Cloude apareció bajo la trampilla:
-Que pasa hijo, ¿esta todo bien?, ¿como te sientes?...-
Me aparté de Vianna y alcé los brazos como cuestionandolo
- ¿Dejaste desatendida la taberna?, yo estoy bien, ¿que haces aquí?-
Cloude me miró divertido, como un niño contándome algo malo que había hecho, con voz graciosa
- Ya cerré, solo quedan unos cuantos amigos de confianza dentro, ¡Amigo!, hoy vendimos más que en una semana completa, pude darme el lujo de cerrar... Dijo entre risititas- ..Vengan, bajen todos, si ya te sientes bien, Aelric, tenemos que celebrar! Decía juguetón mientras volvía a desparecer bajo la trampilla.
Suspiré un poco aliviado y le dije a Vianna y al vampiro:
- Bueno, ya oyeron al jefe, vamos a celebrar Me frotaba las manos como sabiendo lo que se nos venía encima, ya me hacía falta tomarme un buen trago para mantenerme despierto....-Vamos amigo, vamos por un trago le dije al cachorro, mientras caminaba hacia la trampilla.
Aelric Ecrivain- Humano Clase Media
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Re: Un inesperado encuentro [Aelric y Vianna]
Di un paso hacia atrás, sobresaltada, cuando el vampiro empezó a reír sin control, cayendo incluso de rodillas mientras su risa inundaba la habitación llegando a niveles casi ridículos.
Apreté los puños, frunciendo el ceño y enfrentándome a aquel vampiro. No le tenía miedo, sabía que le faltaba algo en la cabeza, un vampiro loco... genial.
Su risa hizo que me enfadara todavía más, se estaba riendo de mí, como si lo que hubiera dicho hubiera sido lo más gracioso del mundo, y encima tenía el valor para preguntarme el qué sabía yo de los vampiros, de cómo pensaban... Sabía muchas cosas, las suficientes para saber que no se preocupaban por nadie, y mucho menos por los humanos. Nosotros para ellos solo eramos simples trozos de comida que podían coger cuando quisieran, sin repercusiones.
Su explicación de por qué se metió en la pelea me hizo apretar los dientes, sentí las ganas de darle un puñetazo, de sacarle a la calle y quitarle aquellas ganas de volver a meterse en una pelea, quitarle la sensación que había descrito. Fui a adelantarme para golpear al vampiro, pero el brazo de Aelric rodeó mis hombros, frenándome. Le miré con los ojos abiertos, ¿estaba impidiendo que me peleara con aquel lunático? ¡Como si yo necesitara ayuda! ¡Podía acabar con aquel vampiro en un abrir y cerrar de ojos!
Me crucé de brazos y desvié la mirada cuando Aelric preguntó si estaba todo bien. No, no lo estaba, aquel vampiro me había cabreado, pero no podía romperle la nariz porque debajo de nosotros habían personas normales que escucharían el escándalo. Además estaba Aelric, si el chupa sangre y yo nos peleábamos seguro que él intervendría y se haría daño.
Cloude subió para preguntar sobre el estado de su empleado, pero yo no aparté la mirada del vampiro ni un segundo, mirándole con odio.
Caminé para ir hacia la trampilla para bajar pero me paré junto al vampiro antes de seguir.
- Como se te ocurra hacer cualquier tontería más te clavaré una estaca en el corazón, sin pensármelo dos veces - murmuré - Y conozco a los vampiros lo suficiente para saber que no deberíais existir - golpeé mi cuerpo con el suyo al pasar a su lado de forma intencionada, antes de seguir mi camino y bajar las escaleras hacia la taberna.
Ahora el lugar parecía incluso más grande, sin tanta gente en él. La música ya no sonaba, el hombre que la tocaba debía haberse marchado. Era una pena, su música alegraba un poco aquel lugar. Me planteé decirle a Cloude más tarde sobre la idea de contratar algún músico para el local.
Caminé hacia Aelric, acercándome a él y poniendo mi dedo índice sobre su pecho, mirándole de forma acusatoria.
- No necesito que me salves de un vampiro lunático - dije en tono de cabreo - Así que no vuelvas a hacer lo que hiciste ahí arriba. Puedo arreglármelas yo sola ¿de acuerdo? - me separo, dejando algo más de espacio entre nosotros - No te fíes de él - digo refiriéndome al vampiro - No me gusta nada - y después de decir eso me doy la vuelta y camino hacia la barra para echar una mano a Cloude, hay muchos vasos que limpiar por lo que decido ayudarle.
Cuando me coloco al lado de Cloude él me sonríe y me abraza, dándome las gracias por la ayuda. Yo también le sonrío y beso su mejilla mientras él bromea un poco sobre la pelea y la actuación de Aelric. Yo también río, relajándome un poco después del momento de tensión con el vampiro.
Apreté los puños, frunciendo el ceño y enfrentándome a aquel vampiro. No le tenía miedo, sabía que le faltaba algo en la cabeza, un vampiro loco... genial.
Su risa hizo que me enfadara todavía más, se estaba riendo de mí, como si lo que hubiera dicho hubiera sido lo más gracioso del mundo, y encima tenía el valor para preguntarme el qué sabía yo de los vampiros, de cómo pensaban... Sabía muchas cosas, las suficientes para saber que no se preocupaban por nadie, y mucho menos por los humanos. Nosotros para ellos solo eramos simples trozos de comida que podían coger cuando quisieran, sin repercusiones.
Su explicación de por qué se metió en la pelea me hizo apretar los dientes, sentí las ganas de darle un puñetazo, de sacarle a la calle y quitarle aquellas ganas de volver a meterse en una pelea, quitarle la sensación que había descrito. Fui a adelantarme para golpear al vampiro, pero el brazo de Aelric rodeó mis hombros, frenándome. Le miré con los ojos abiertos, ¿estaba impidiendo que me peleara con aquel lunático? ¡Como si yo necesitara ayuda! ¡Podía acabar con aquel vampiro en un abrir y cerrar de ojos!
Me crucé de brazos y desvié la mirada cuando Aelric preguntó si estaba todo bien. No, no lo estaba, aquel vampiro me había cabreado, pero no podía romperle la nariz porque debajo de nosotros habían personas normales que escucharían el escándalo. Además estaba Aelric, si el chupa sangre y yo nos peleábamos seguro que él intervendría y se haría daño.
Cloude subió para preguntar sobre el estado de su empleado, pero yo no aparté la mirada del vampiro ni un segundo, mirándole con odio.
Caminé para ir hacia la trampilla para bajar pero me paré junto al vampiro antes de seguir.
- Como se te ocurra hacer cualquier tontería más te clavaré una estaca en el corazón, sin pensármelo dos veces - murmuré - Y conozco a los vampiros lo suficiente para saber que no deberíais existir - golpeé mi cuerpo con el suyo al pasar a su lado de forma intencionada, antes de seguir mi camino y bajar las escaleras hacia la taberna.
Ahora el lugar parecía incluso más grande, sin tanta gente en él. La música ya no sonaba, el hombre que la tocaba debía haberse marchado. Era una pena, su música alegraba un poco aquel lugar. Me planteé decirle a Cloude más tarde sobre la idea de contratar algún músico para el local.
Caminé hacia Aelric, acercándome a él y poniendo mi dedo índice sobre su pecho, mirándole de forma acusatoria.
- No necesito que me salves de un vampiro lunático - dije en tono de cabreo - Así que no vuelvas a hacer lo que hiciste ahí arriba. Puedo arreglármelas yo sola ¿de acuerdo? - me separo, dejando algo más de espacio entre nosotros - No te fíes de él - digo refiriéndome al vampiro - No me gusta nada - y después de decir eso me doy la vuelta y camino hacia la barra para echar una mano a Cloude, hay muchos vasos que limpiar por lo que decido ayudarle.
Cuando me coloco al lado de Cloude él me sonríe y me abraza, dándome las gracias por la ayuda. Yo también le sonrío y beso su mejilla mientras él bromea un poco sobre la pelea y la actuación de Aelric. Yo también río, relajándome un poco después del momento de tensión con el vampiro.
Vianna Wilde- Cazador Clase Media
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Re: Un inesperado encuentro [Aelric y Vianna]
Aelric reaccionó con un poco de nerviosismo ante mi risa, pero la mirada de la cazadora no tenía precio. Entonces el muchacho, que ya se había hecho súper amigo de Elmo, pasó un brazo por el hombro de la cazadora en actitud amistosa y dijo que nos fuésemos a tomar un trago para relajarnos y hacer las paces.
- Mientras no me pongas polvos de ajo o virutas de plata en la cerveza, por mí perfecto - respondí, sonriendo. Estaba bromeando, pero miré fugazmente a la cazadora en señal de advertencia. Por lo que sé, ella sería capaz de hacerlo de verdad.
Cloude subió y anunció que iba a cerrar la taberna temprano. Eso era genial, era como reservar una taberna para una fiesta privada. Me sentí halagado. La pareja de taberneros me caía genial, pero no puedo decir lo mismo de la cazadora que nos acompañaba, que no paraba de mirarme mal. En cuanto los taberneros desaparecieron, me dijo:
- Como se te ocurra hacer cualquier tontería más te clavaré una estaca en el corazón, sin pensármelo dos veces. Y conozco a los vampiros lo suficiente para saber que no deberíais existir
Pasó a mi lado y me golpeó bruscamente, en señal de desprecio.
- ¿Y quién eres tú para decidir quién merece vivir y quién no? ¿Quién te ha dado ese derecho? Ándate con cuidado, o te dejaré seca de un mordisco, hija de la gran puta - respondí en un susurro amenazador. Ella no era la única que sabía amenazar con la muerte.
Dejé que se marchara primero y se me adelantara. No tenía ganas de cruzarme con ella bajando las escaleras. Entonces me fijé en Elmo, que nos estaba mirando con cara de preocupación. Ahora entendía su actitud antes. Me di cuenta de que me había olvidado de algo importante, me di un manotazo en la cabeza, corrí hacia las escaleras y, como si no hubiese pasado nada, le grité a la chica:
- ¡Oyeeeee! ¿Os queda carne cruda para mi perro?
Bajé con Elmo hacia la sala principal de la taberna, donde aún quedaban algunas personas que se estaban marchando. Reconocí a un pequeño grupo que me había visto pelear contra los matones y me di cuenta de que me estaban mirando con temor y murmurando algo. Les respondí con un corte de manga.
Me dirigí entonces a la barra, donde la cazadora indecente estaba limpiando vasos. No pude evitar pensar cosas crueles y machistas como "¡Eso, a limpiar que es lo tuyo, mujer!", pero no dije nada. Vale que era una mala persona, pero decir eso hubiera sido pasarse. Además, estaba bromeando y riéndose con Cloude, y no quería arruinar ese momento de tranquilidad. Pero hubiera sido tan gracioso...
Me dirigí a Cloude:
- ¡Otra cerveza, camarero! Y... ¿tienes carne cruda para Elmo?
- Mientras no me pongas polvos de ajo o virutas de plata en la cerveza, por mí perfecto - respondí, sonriendo. Estaba bromeando, pero miré fugazmente a la cazadora en señal de advertencia. Por lo que sé, ella sería capaz de hacerlo de verdad.
Cloude subió y anunció que iba a cerrar la taberna temprano. Eso era genial, era como reservar una taberna para una fiesta privada. Me sentí halagado. La pareja de taberneros me caía genial, pero no puedo decir lo mismo de la cazadora que nos acompañaba, que no paraba de mirarme mal. En cuanto los taberneros desaparecieron, me dijo:
- Como se te ocurra hacer cualquier tontería más te clavaré una estaca en el corazón, sin pensármelo dos veces. Y conozco a los vampiros lo suficiente para saber que no deberíais existir
Pasó a mi lado y me golpeó bruscamente, en señal de desprecio.
- ¿Y quién eres tú para decidir quién merece vivir y quién no? ¿Quién te ha dado ese derecho? Ándate con cuidado, o te dejaré seca de un mordisco, hija de la gran puta - respondí en un susurro amenazador. Ella no era la única que sabía amenazar con la muerte.
Dejé que se marchara primero y se me adelantara. No tenía ganas de cruzarme con ella bajando las escaleras. Entonces me fijé en Elmo, que nos estaba mirando con cara de preocupación. Ahora entendía su actitud antes. Me di cuenta de que me había olvidado de algo importante, me di un manotazo en la cabeza, corrí hacia las escaleras y, como si no hubiese pasado nada, le grité a la chica:
- ¡Oyeeeee! ¿Os queda carne cruda para mi perro?
Bajé con Elmo hacia la sala principal de la taberna, donde aún quedaban algunas personas que se estaban marchando. Reconocí a un pequeño grupo que me había visto pelear contra los matones y me di cuenta de que me estaban mirando con temor y murmurando algo. Les respondí con un corte de manga.
Me dirigí entonces a la barra, donde la cazadora indecente estaba limpiando vasos. No pude evitar pensar cosas crueles y machistas como "¡Eso, a limpiar que es lo tuyo, mujer!", pero no dije nada. Vale que era una mala persona, pero decir eso hubiera sido pasarse. Además, estaba bromeando y riéndose con Cloude, y no quería arruinar ese momento de tranquilidad. Pero hubiera sido tan gracioso...
Me dirigí a Cloude:
- ¡Otra cerveza, camarero! Y... ¿tienes carne cruda para Elmo?
Alexalmo- Vampiro Clase Media
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Re: Un inesperado encuentro [Aelric y Vianna]
Bajé las escaleras sosteniéndome de lo que podía, aún sentía la carne un poco magullada, me aparté el hielo de la nariz, ya no la sentía, estaba completamente dormida, apreté los labios y empecé a moverlos de un lado a otro, tratando de recuperar la sensibilidad en la cara.
Cuando estuve en la taberna me acerqué a la barra y apoyé el abdomen en ella para acercarme y abrazar a Cloude, el sudor de su rostro me mojó una mejilla y yo lo aparté asqueado.
-Viejo, tómate un descanso, vas a acabar evaporandote-
Me alejé secándome la cara con la manga, Vianna se puso a mi lado y me dijo
No necesito que me salves de un vampiro lunático. Así que no vuelvas a hacer lo que hiciste ahí arriba. Puedo arreglármelas yo sola ¿de acuerdo? -
Me quedé en silencio, sin saber que responderle, o si debería discutir con alguien de su temperamento, así que simplemente la miro con seriedad, sin decir una palabra.
- No te fíes de él, no me gusta nada-
Suspiré, entiendo bien que soy una persona al parecer muy confiada, pero también se cuidarme solo, se me cruzaron muchas palabras por la mente, pero Vianna no esperó una respuesta, una vez me lo dijo se dio vuelta y se metió a la barra a ayudar a Cloude, me dejó con las palabras en la boca, cuando me las hube tragado, pensé, no conocía mucho de ella, pero si sabía de su temperamento y su orgullo, al menos conmigo, y no tenía ganas de iniciar una discusión, entonces determiné que aquello fue lo mejor.
Me acerqué a la barra y, apoyándome de una silla, salté la barra para estar dentro, busqué dentro de un pequeño refrigerador, tomé una bolsa y volví a salir, me acerqué al vampiro:
- Lo siento amigo, creo que no tenemos nada crudo aqui, pero, ¡hey!, hoy comí fuera así que, si el pequeño Elmo me recibe, le ofrezco lo que habría sido mi almuerzo ¿está eso bien amigo?, solo está algo frío.-
Dije esto último inclinándome hacia el can, a quien le ofrecí la bolsa con comida dejándola a su lado.
Di toda la vuelta a ala barra y le hablé a Cloude mientras me agachaba para entrar por la puertilla a su lado.
-¿En que te ayudo, socio?-
Cloude me miró mientras me hacía una mueca, señalando a Vianna con la cabeza.
-Acá parece que lo tenemos, tu linda amiga y yo, todo cubierto por ahora- Cloude volteó hacia el fregadero donde estaban lavando la cristalería y cuando estaba por salir de la barra volvió sus ojos a mi, abiertos y brillando.
-¡Hey! ya se, vengan amigos, ¡tienen que ver esto!-
Cloude se inclinó sobre la barra para llamar a los clientes/amigos que aún se encontraban allí, para que se acercaran a nosotros. Di un paso hacia atrás, mirándolo con atención, a ver que tenía en mente. Se secaba las manos contra el pantalón mientras rebuscaba bajo la barra.
- Tienen que ver esto, enserio, este chico es un genio... Cloude sacó de nosedonde mi laúd, una reciente adquisición, se me acercó y lo puso en mis manos mientras me empujaba a la barra para que me subiera o me saliera, yo vi los ojos puestos en mí y empecé a negar con la cabeza y a sonreír con vergüenza.
- Toca para nosotros, chico, eres un maldito genio con este instrumento-
Aelric Ecrivain- Humano Clase Media
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Re: Un inesperado encuentro [Aelric y Vianna]
La barra estaba hecha un auténtico desastre, los rastros de una noche de gran alboroto se veían por todas partes. Había vasos bolcados, uno de ellos descascarillado por un lado, donde le faltaban unos trozos. La madera estaba realmente pegajosa, la bebida volcada le daba un olor agridulce que hacía que la nariz me picara. También había restos de comida desparramados por todos lados.
Suspiré y me puse a limpiar, intentando no cortarme con los trozos de cristal rotos del vaso. La verdad es que si unas semanas atrás me hubieran dicho que habría pasado la noche en una vieja taberna limpiando los restos de una gran masa de gente, después de haber presenciado la pelea más corta de mi vida, y todo eso solo por la estúpida idea de ayudar a un chico que había conocido hace poco, me habría reído con ganas.
Dejé un momento de limpiar, saliendo de mis pensamientos, cuando Cloude exclamó, pidiendo la atención de los pocos que quedábamos allí.
No pude evitar sonreír cuando vi como le ponían a Aelric un laúd entre las manos. Jamás habría acertado sobre aquello, la verdad es que no le pegaba saber tocar un instrumentos, normalmente las personas que se dedicaban a la música eran pomposos adinerados de la alta sociedad, aquellos que tenían una única habitación en sus grandes mansiones dedicada exclusivamente a guardar instrumentos de música.
Salí de detrás de la barra para sentarme en uno de los taburetes y disfrutar del espectáculo.
- ¡Vamos, toca! - exclamé, animándole. Quería escucharle, aunque también disfrutaba un poco viéndole algo avergonzado, viendo como sus mejillas se teñían de un color rojo. Era extraño ver a Aelric así, no parecía de los chicos que solían avergonzarse con nada. Empecé a aplaudir, animando a los demás asistentes a aquel concierto improvisado.
Giré la cara y miré al vampiro, que aún seguía allí, recordando que había preguntado por comida para su perro. - Oye - dije en un tono muy alto, para no estropear la exhibición de música que estaba ocurriendo en ese momento - Puede mirar detrás de la barra a ver si queda algo de comida para tu mascota, a lo mejor ha sobrado algo - digo encogiéndome de hombros, intentando sonar "amable". Me propuse ser un poco más maja con aquel vampiro, aunque no me agradara la idea, pero no era el lugar ni el momento indicado para una pelea entre un cazador y un vampiro, además, había ayudado a Aelric en la pelea... aunque lo hubiera hecho de un modo muy descuidado y algo impulsivo, pero me propuse concederle el beneficio de la duda e intentar llevarme bien con él, o lo máximo posible que pudiera hacer.
Suspiré y me puse a limpiar, intentando no cortarme con los trozos de cristal rotos del vaso. La verdad es que si unas semanas atrás me hubieran dicho que habría pasado la noche en una vieja taberna limpiando los restos de una gran masa de gente, después de haber presenciado la pelea más corta de mi vida, y todo eso solo por la estúpida idea de ayudar a un chico que había conocido hace poco, me habría reído con ganas.
Dejé un momento de limpiar, saliendo de mis pensamientos, cuando Cloude exclamó, pidiendo la atención de los pocos que quedábamos allí.
No pude evitar sonreír cuando vi como le ponían a Aelric un laúd entre las manos. Jamás habría acertado sobre aquello, la verdad es que no le pegaba saber tocar un instrumentos, normalmente las personas que se dedicaban a la música eran pomposos adinerados de la alta sociedad, aquellos que tenían una única habitación en sus grandes mansiones dedicada exclusivamente a guardar instrumentos de música.
Salí de detrás de la barra para sentarme en uno de los taburetes y disfrutar del espectáculo.
- ¡Vamos, toca! - exclamé, animándole. Quería escucharle, aunque también disfrutaba un poco viéndole algo avergonzado, viendo como sus mejillas se teñían de un color rojo. Era extraño ver a Aelric así, no parecía de los chicos que solían avergonzarse con nada. Empecé a aplaudir, animando a los demás asistentes a aquel concierto improvisado.
Giré la cara y miré al vampiro, que aún seguía allí, recordando que había preguntado por comida para su perro. - Oye - dije en un tono muy alto, para no estropear la exhibición de música que estaba ocurriendo en ese momento - Puede mirar detrás de la barra a ver si queda algo de comida para tu mascota, a lo mejor ha sobrado algo - digo encogiéndome de hombros, intentando sonar "amable". Me propuse ser un poco más maja con aquel vampiro, aunque no me agradara la idea, pero no era el lugar ni el momento indicado para una pelea entre un cazador y un vampiro, además, había ayudado a Aelric en la pelea... aunque lo hubiera hecho de un modo muy descuidado y algo impulsivo, pero me propuse concederle el beneficio de la duda e intentar llevarme bien con él, o lo máximo posible que pudiera hacer.
Vianna Wilde- Cazador Clase Media
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Re: Un inesperado encuentro [Aelric y Vianna]
En cuanto pedí comida para Elmo, Aelric se disculpó por no tener nada crudo, pero me ofreció una bolsa de sobras de la comida que había tomado fuera, y la acepté gustoso.
- Claro, amigo. Para los perros, un poco de sobras es un manjar digno de reyes, ¿sabes? - comenté, mientras abría la bolsa y la dejaba al alcance de Elmo, quien empezó a devorar su contenido con rapidez - Vaya, Elmo, menudo apetito traes.
Cloude sacó un laúd y se lo entregó a Aelric, comentándonos que la música se le daba bien. Seguramente tocaba para entretener al público durante las noches en la taberna, o al menos lo hacía antes, si es que ahora era socio del tabernero. Levanté mi jarra de cerveza en forma de brindis a Aelric y empecé a canturrear:
- ¡Que toooqueeeee! ¡Que toooqueeeee! - la expresión de vergüenza de Aelric sólo me animó a gritar con más ganas - ¡Toooooca! ¡Tooooca! ¡Tooooooca!
La cazadora también animó a Aelric, con casi el mismo ímpetu, aplaudiendo y animándonos a todos. Era un tanto más divertida que la mujer intimidante amenazando con matarme de antes. Esta versión de ella me gustaba más. Era más divertida y agradable. Y para mi sorpresa, ella misma me ofreció algo más de comida para Elmo. Fui a mirar detrás de la barra, como ella decía, y en efecto, encontré algo más de comida en un plato sin lavar (con tanto estrés se les habría pasado por alto), que inmediatamente cogí y derramé sobre la bolsa de la que estaba comiendo Elmo.
- ¡Jajajajajajaja! ¡Ten cuidado, chico, no vayas a reventar! - sin embargo, estaba contento, pues sabía que Elmo no tendría que volver a pasar hambre durante esa noche, y si engordaba algunos kilos, almenos eso lo mantendría con energía durante un tiempo - Es un perro callejero, ¿sabes? Por eso le dejo que coma todo lo que quiera ahora, porque nunca sabré cuándo podrá volver a hacerlo, el pobre - le expliqué a la cazadora, con una sonrisa triste, luego hice un gesto de disculpa con la mano y le dije con voz un poco nerviosa - Oye... lo que dije antes de dejarte seca de un mordisco no era en serio. Era... era... estaba enfadado, jeje - sonreí con un poco de nerviosismo, di otro trago a mi cerveza, me puse de pie y la alcé, en señal de brindis - ¡Y YA SÉ QUE A NADIE LE IMPORTA, PERO ME LLAMO ALEXALMO! ¡BIEEEEEEEEN! - grité como si fuera un niño ansioso de ir a jugar con su nuevo juguete.
Me senté y volví a concentrarme en Aelric, quería ver qué tal tocaba.
- Claro, amigo. Para los perros, un poco de sobras es un manjar digno de reyes, ¿sabes? - comenté, mientras abría la bolsa y la dejaba al alcance de Elmo, quien empezó a devorar su contenido con rapidez - Vaya, Elmo, menudo apetito traes.
Cloude sacó un laúd y se lo entregó a Aelric, comentándonos que la música se le daba bien. Seguramente tocaba para entretener al público durante las noches en la taberna, o al menos lo hacía antes, si es que ahora era socio del tabernero. Levanté mi jarra de cerveza en forma de brindis a Aelric y empecé a canturrear:
- ¡Que toooqueeeee! ¡Que toooqueeeee! - la expresión de vergüenza de Aelric sólo me animó a gritar con más ganas - ¡Toooooca! ¡Tooooca! ¡Tooooooca!
La cazadora también animó a Aelric, con casi el mismo ímpetu, aplaudiendo y animándonos a todos. Era un tanto más divertida que la mujer intimidante amenazando con matarme de antes. Esta versión de ella me gustaba más. Era más divertida y agradable. Y para mi sorpresa, ella misma me ofreció algo más de comida para Elmo. Fui a mirar detrás de la barra, como ella decía, y en efecto, encontré algo más de comida en un plato sin lavar (con tanto estrés se les habría pasado por alto), que inmediatamente cogí y derramé sobre la bolsa de la que estaba comiendo Elmo.
- ¡Jajajajajajaja! ¡Ten cuidado, chico, no vayas a reventar! - sin embargo, estaba contento, pues sabía que Elmo no tendría que volver a pasar hambre durante esa noche, y si engordaba algunos kilos, almenos eso lo mantendría con energía durante un tiempo - Es un perro callejero, ¿sabes? Por eso le dejo que coma todo lo que quiera ahora, porque nunca sabré cuándo podrá volver a hacerlo, el pobre - le expliqué a la cazadora, con una sonrisa triste, luego hice un gesto de disculpa con la mano y le dije con voz un poco nerviosa - Oye... lo que dije antes de dejarte seca de un mordisco no era en serio. Era... era... estaba enfadado, jeje - sonreí con un poco de nerviosismo, di otro trago a mi cerveza, me puse de pie y la alcé, en señal de brindis - ¡Y YA SÉ QUE A NADIE LE IMPORTA, PERO ME LLAMO ALEXALMO! ¡BIEEEEEEEEN! - grité como si fuera un niño ansioso de ir a jugar con su nuevo juguete.
Me senté y volví a concentrarme en Aelric, quería ver qué tal tocaba.
Alexalmo- Vampiro Clase Media
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Edad : 29
Localización : Visto por última vez en París. Si lo ve, avise en la comisaría más cercana, por favor.
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Re: Un inesperado encuentro [Aelric y Vianna]
Siendo sincero, la última vez que había tocado el laúd había sido bajo un ambiente menos apremiante, sin embargo Cloude había conseguido llamar la atención de todos allí, sus ojos puestos en mí, ansiosos y expectantes, esperando para evaluarme y juzgarme, eso sentía, más que para disfrutarme.
Vianna estaba aplaudiendo y animándome, la noté por sobre los demás espectadores. Vale, ya no tenía salida.
puse el laúd sobre la barra y luego me subí, me puse de pie con el instrumento en mis manos, acaricié sus cuerdas, concentrándome solo en él, como esperando que fuera él quien me diera la pauta de donde y como empezar una melodía, miré a mi alrededor mientras ubicaba mis dedos haciendo una cejilla, y movía mi mano derecha por entre las cuerdas sin hacerlo sonar, miré a mi alrededor, una última vez antes de perderme, le dirigí una sonrisa a Vianna. Señalé a Alexalmo y luego de un profundo suspiro comencé.
Empecé con una melodía que se elevaba en su compás, mis dedos empezaron a danzar, primero con timidez, luego con gracia, yo los observaba con mi cabeza gacha sobre las cuerdas, vigilando hacer el movimiento adecuado, cuando simplemente mis manos se hicieron uno con el instrumento, era simplemente mecánico, aunque nunca hubiese interpretado antes ese tema, alcé la mirada y empecé a interpretar la mirada de todo y cada uno de los que se encontraban allí, Cloude me miraba con orgullo, también, vigilante de la reacción de los demás, señalándome con una sonrisa en la cara de vez en vez.
Mi cuerpo se liberó de tensiones, mis músculos se relajaron, mientras mis manos nos llevaban de una melodía a otra, bajando y subiendo el ritmo, el color y el volumen, mientras desfilaba caminando la barra, me empezaba a mover como navegando sobre olas de sonidos. Sonreía.
Me paré justo en frente de Vianna y mis rodillas se flexionaron, bajándome al nivel de su rostro, le sonreí clavando mi mirada en sus ojos claros. Me dejé caer sentado en la barra y me dí media vuelta, saltando fuera de la barra, con la canción aún en mis manos, caminé hacia el centro del bar. Levanté un banco caído del suelo y luego apoyé mi pierna derecha sobre él, recostando mi laúd en la rodilla y, finalmente, dando la nota final, levantando la mano derecha y haciendo una venia para finalizar.
Lamento mucho la tardanza con la respuesta, ahora mismo vuelvo a ser un miembro activo
Aelric Ecrivain- Humano Clase Media
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