El principio de lo nuevo.

por **Gail Z. Huston** Dom Ago 22, 2010 9:42 pm

- Aramís -

Necesitaba estar completamente sola, sin sus hermanos que estuvieran todo el tiempo detrás de ella, protegiéndola hasta de una mosca. No era que no le agradara aquello, sino que ya creía que era algo grande para esas cosas. La cuestión era que aún sus actitudes eran de una niña. Eso era algo que ella no veía y tampoco entendía. Aunque ella se sentía una mujer, muy en fondo, sabía que era una pequeña de cinco años. Pero eso era algo que no iba a admitir, por lo menos en un buen tiempo.
Se había escapado de la guarida, procurando que no la oyeran y desviando su rastro. Sus hermanos se preocuparían cuando no la olieran cerca, pero no le interesaba demasiado. Quería ver cómo era la noche por su propia cuenta, que se sentía estar fuera con muchas otras criaturas. Y qué mejor lugar que el bosque para hacerlo.

Llevaba uno de sus vestidos favoritos, que solamente lo vestía en ocaciones especiales. Aquella noche no sería la excepción para Gail. Sería la primera vez que dormiría en el bosque, si no la encontraban primero. Consigo llevaba una manta para que no se arruinaran sus ropas. Caminó lo que le pareció una eternidad, hasta llegar al corazón del bosque: había un enorme claro en el medio y se podía ver perfectamente el cielo con sus estrellas, teniendo de protagonista a la Luna, la señora a la que hacía honor una vez al mes. Suspiró y se recostó en el medio de aquel lugar enorme, dejando que sus cabellos pelirrojos se mezclaran con la grava húmeda del lugar. Comenzó a escuchar a los animales nocturnos que se despertaban aquella noche y sonrió, completamente tranquila.

por **Aramís Ioshua Huston** Dom Ago 22, 2010 10:08 pm

Auqune solo tuvieran un año de diferencia y él no pudiera cuuidar ni de él mismo para Aramís Gail siempre sería una jovencita indefensa, una niña eterna, como bien lo había demostrado el lobo era SU niña. El rubio había salido por la mañana bien temprano, dejando la comida preparada y los víveres de la semana junto a la mesada para que los demás los acomodasen en las alacenas. No creía que se hicieran cargo de ello ni de cuidar que Gail saliera de la casa, asi que se había pasado por allí a media mañana. Como había sospechado no había nadie ya allí.

Se había pasado el resto del día en busca de alguna huella que le indicase donde se encontraría la pequeña de la familia, pasando por el mercado, el Luna Park, la laguuna donde se reunían hasta dar de lleno con aquella fragancia tan característica de la pelirroja. Aramís caminó por la sombra, siendo solo eso, un espectro del bosque, tenía la habilidad de camuflarse con la naturaleza, aunque ello no fuera poderoso, tenía sus ventajas. El muchacho siguió los pasos de Gail, alerta y cuidando de ella, como siempre.

por **Gail Z. Huston** Dom Ago 22, 2010 10:27 pm

Gail soltó un pequeño suspiro y soltó una risa, completamente tranquila y en su propio mundo, ajena a todo. Las luciérnagas comenzaban a salir, y Gail se reincorporó quedándose sentada y sonriendo en la noche. No le prestaba atención a más nada que no fueran esos pequeños animalitos luminosos. Estiró sus manos a ellos, quieriendo tocarlos. Y ellos respondieron de buena manera, acercándose a ella. En menos de cinco minutos, estaba iluminada por esos pequeñitos animales y ella solamente sonreía, divertida y feliz de algo tan simple como aquello. Ni siquiera prestó atención al aroma familiar que había en el aire, estaba en su mundo.

por **Aramís Ioshua Huston** Dom Ago 22, 2010 10:36 pm

Se podía estar tan cerca de una persona pero a kilómentros a la misma vez? Aramís se lo había preguntado dos preciosos años, podía cuidar de ella, valar cada noche por su bienestar y el de sus hermanos, reir sus gracias y llorar sus penas, pero aquella era lo que le tocaba como hermano mayor, hasta como protector de la niña, pero no estaba completo, y otra vez, el lobo había intentado hacer ese rejunte sin gloria.

Solo se contentaba con observarla reir varios metros lejos de ella. Tan tierna, tan feliz y llena de vida. El rubión se sentó bajo un árbol, observandola sin ser visto.

por **Gail Z. Huston** Lun Ago 23, 2010 9:55 pm

Se mantuvo así unos diez minutos por lo menos, en competo silencio y con esa sonrisa pura e inocente, mirando a aquellos fantásticos insectos, preguntándose qué harían de día. Para ella era todo un nuevo universo que tenía frente a sus narices y tenía toda una noche para poder descubrirlo. Aunque no alcanzaran un par de horas, porque lo sabía, haría todo lo posible por intentarlo.

Pero un aroma familiar la trajo de vuelta al mundo real y su sonrisa se suavizó, sin mirar a ningún lugar en especial, aún mirando aquellos animalitos. -Sal de ahí lobito, que te puedo oler- suelta a la nada, sabiendo que su hermano la oiría. -Recuerda que tengo tu sangre- añade, soltando una carcajada después. Y ese era el problema, que tenían la misma sangre.

por **Aramís Ioshua Huston** Miér Ago 25, 2010 2:36 pm

Lo recordaba.. ¿Lo recordaba? Al menos en la forma de la bestia podía no recordarlo y que aquel pensamiento no sel e hiciera carne, algo prohibido, fuera de lugar, para un caballero sería un total descontrol, una deshonra. ¿Y que dirían sus padre si supieran sus sentimientos y sus más oscuros pensamientos al respecto? La vocesita de su hermana llegó a sus oídos como música.

El delgado muchacho se puso en cuatro patas y caminó hacia ella así, despacio y sigiloso como un felino. Se arrodillo tras ella y se quedó a la espera.

por **Gail Z. Huston** Miér Ago 25, 2010 5:57 pm

Gail esperó que su hermano apareciera delante de ella, con esa mirada tranquila y suave, que siempre le daban las mejores esperanzas a la pelirroja, que todo iba a estar bien. Amaba la paciencia de él, porque era el único que podía soportar todos sus caprichos sin quejarse de ellos. No sabía cómo, pero Aramís para ella había dejado de ser un simple hermano mayor, aunque no quisiera verlo.

¿Si recordaba algo de la última transformación? No, nunca lo hacía por más que se esforzara en hacerlo.

Inspiró hondo y profundo, para poder suspirar. Y aquel pequeño acto, trajo el aroma de su hermano, llenándola completamente. Una sonrisa suave y tierna se dibujó en sus labios al sentirlo tan cerca. Y se dio vuelta, quedando muy muy muy cerca de él.

por **Aramís Ioshua Huston** Lun Ago 30, 2010 8:15 pm

Respirar era un trabajo arduo cuando estaba tan cerca de su preciosa hermana, el simple hecho de inspirar y expirar se le tornaba insoportable al lobo joven, era una tortura tenerla tan cerca, que le regalase una sonrisa de las suyas, tan dulce y embriagadora. Su aroma era especial, mescla de las flores silvestres más dulces del bosque.

Aramís se quedó arrodillado cuando Gail volteó para verlo y tomó su mano con la suya para besar su dorso levemente, algo tan sutil que fue para ella como una brisa mañanera, calida, pero que no llegaba a la piel del todo. No quería tentarse.

por **Gail Z. Huston** Lun Ago 30, 2010 9:10 pm

No pudo no sonreír en aquel gesto tan típico de Iosh. Era todo un caballero, el ejemplo de hombre que quería tener a su lado: con demasiada pasiencia, caballero, delicado con sus caprichos y completamente tranquilo. No pudo evitar no querer quitarle aquel mechón rebelde de su cabello que amenazaba con quitarle el protaginismo a sus preciosos ojos. Aquello era un acto simple y sencillo, sin ninguna doble intención, pero su interior no decía y sentía lo mismo. Su carozón se aceleró, desconcertándola por completo.

-Enano- le susurra, con esa voz suave y tierna que tiene por propia ya. Dejó que su mano se escapara de las de su hermano mayor para poder acariciar su rostro sin ningún impedimento. Se mordisqueó su labio inferior internamente, queriendo abrazarlo y pegarlo a ella, como si él se le fuera a escapar de allí corriendo.

por **Aramís Ioshua Huston** Lun Ago 30, 2010 9:21 pm

Si no tuviera su fuerza de voluntad reprimida y controlada Aramís ya podía imaginar lo que solo el toque de su hermana hacía en su piel y en sus partes pudentas: Saltaría sobre ella y no solo sus labios serían su aperitivo, saltaría sobre ella y su virtud se esfumaría tan rápido como la luna aparecía cada noche. No podría hacerle eso a ella y aunque el lobo en su interior se lo demandaba él era más fuerte que aquello. La fragilidad de los tibios dedos de Gail causaban estragos y él mismo corrió el mechón de flequillo de su frente, dejandola a la vista y acercando su rostro a ella como un cachorro cuando demanda un mimo.

La única palabra que salió de los labios que más anelaba no llegaron a sus oídos, o si, pero no se molesto en replicarle, podría decirle enano y mil cosas más que no le afectarían en ese estado.

por **Gail Z. Huston** Lun Ago 30, 2010 9:47 pm

No pudo evitar acortar la distancia entre ellos y esconder su rostro en su cuello, cerrando sus ojos, sin dejar que su mano mimara su rostro. Se dejó embriagar por su aroma, suave pero masculino y fuerte, como lo era él. Reflejaba tal cual era su hermano: tranquilo y suave, pero fuerte en todo momento. Dejó que su peso recargara suavemente en su hermano, y se acurrucó lo más que pudo en su cuerpo.

-¿Te quedas a pasar la noche conmigo?- susurró, moviendo a penas sus labios sobre su piel, sin dejar de acariciar su rostro ni un segundo. Ahora que lo tenía ahí, no quería pasar la noche sola.

por **Aramís Ioshua Huston** Lun Ago 30, 2010 9:57 pm

Si pudiera quedarse todas las noche acompañandola no pondría peros. La relaciión con Gail había cambiado en esos meses aunque el mismo sentimiento perduraba, hacía meses ella era su confidente, su compañera la noche de luna llena, su amiga además de su hermana, ahora no podía decir lo mismo del primer punto, no podría decirle confidente guardando el mayor secreto que su alma devoraba. Su alma y su corazón. El del chico ahora bombeaba salvajemente mientras su hermana se acurrucaba en su cuerpo y hablaba contra su cuello, una cicatriz a medio curar cruzaba ésta de la última luna, la mordida de Lhevin.

- Si cher.. - contestó abriendo sus brazos en un acto reflejo para acunarla y mantenerla abrigada del frío de la noche, ele viento hacía crujir las ramas de los árboles y los animales del bosque parecerían sintronizados en sus sonidos nocturnos.

por **Gail Z. Huston** Lun Ago 30, 2010 10:06 pm

Sonrió en sus brazos, acurrucándose en todo su cuerpo y sintiéndose cómoda allí, como no lo había hecho nunca. Acomodó su cabeza justo en su corazón y sintió cómo éste latía demasiado desbocado. ¿Por qué? Si hacían aquello... Bueno, antes lo hacían con mucha regularidad, pero en los últimos meses habían cambiado las cosas entre los dos. Gail lo veía como otra cosa y no como su hermano, aunque se dijera que no a sí misma.

-Gracias, mon amour. Y gracias también por no llevarme a casa- añade, sonriendo completamente cría y prestándole atención al corazón de Aramís.

por **Aramís Ioshua Huston** Lun Ago 30, 2010 10:15 pm

Él se la quedó mirando mientras la pequeña se le acomodaba haciendo que no solo su ccorazón palpitara, los ojos de Aramís se cerraron intentando calmar a la fiera inquieta que tenía entre las piernas, su gran vara henieta, lista para la batalla. Se mordió el labio sin pensar en nada más que acabar con aquel dolor en la ingle que lo torturaba.

- No se lo diré a los muchachos, pero debes avisarme si vas a salir.. - murmuró al abrir los ojos y mirar a la distancia.

por **Gail Z. Huston** Lun Ago 30, 2010 10:21 pm

-Lo sé, lo siento. Es que... -suspira, apretándose contra él. Pasa una de sus manos por su cintura, para abrazarlo y no dejarlo ir. -Quería venir sola y luego... apareciste- dice lo último con mejor humor, feliz de que esté con ella allí. -Y ahora no te vas a ir, no te dejaré hacerlo- añade, con esa pizca de travesura que caracteriza a todos los niños de cinco años. Aquello era como una aventura para ella.

Lo único que hizo fue despegar su rostro de su cuello para poder mirarlo, con una sonrisa traviesa.

por **Aramís Ioshua Huston** Mar Ago 31, 2010 4:06 am

Y como le gustaba torturarlo.. oh si, Gail había nacido para ello, sin duda. Aramís se quedó callado y tieso cuando su hermana volvió a moverse por su cuerpo, sería una total verguenza que ella se acentase justo allí, una deshonrra si descubría como lo tenía. El rubiales respiró hondo mientras sus blancas mejillas se teñían de un rojo intenso y delatador. Solo encontró la mirada de ella cuando bajo la vista y se encontró con esos pálidos ojos como dos cristales. Acercó su rostro y besó la comisura de sus labios despacio, solo un toque para luego dejarla suavemente el la grava y correr hacia el arroyo que rodeaba el bosque, había sido un idiota.

El frío líquido se instaló en su cuerpo luego de tirarse y hundir todo su cuerpo allí, sin querer salir ni encontrarse con la sorprendida e inocente Gail, no, había sido un acto desesperado y él no conocía eso, siempre se tomaba las cosas con paciencia y mucha calma.. ¿Porque ahora eso tenía que cambiar tan radicalmente?

por **Gail Z. Huston** Mar Ago 31, 2010 6:03 pm

Quiso morirse en el momento en que besó la comisura de sus labios, queriendo detener el tiempo en ese instante y que todo lo demás restara de importancia, que lo único válido fuera aquello, aquel beso. Pero la descolocó completamente cuando salió corriendo de allí y la dejó sola, en el medio de aquel claro y sintiéndose completamente vacía. Puchereó, entendiendo ahora la inmensidad del bosque por primera vez y lo indefensa que era.

Lo rastreó, aún con ese puchero en sus labios y vio cómo se lanzaba a la laguna así como así. La desconcertaba completamente, no lo entendía y quería de nuevo estar pegada a él. Se sentó en un tronco caído, mirándolo sin decir nada.

por **Aramís Ioshua Huston** Mar Ago 31, 2010 8:05 pm

No quería salir, no quería mirarla y enfrentarse a la realidad en el que él mismo se había metido porque era un maldito cobarde. Aramís nadó hacia las profundidades de la laguna y salió cuando ya estuvo a varios metros de la orilla, de espaldas a esta su cabello caía mojado hasta sus hombros, más oscuro cuando lo tenía humedecido. No sabía que reacción había tenido ella cuando él salió disparada, porque no le había dado tiempo a una reacción ni siquiera había esperado ser correspondido o no, su cabeza en ese momento era un completo desastre.

El rubio se hundió nuevamente para no salir de allí en los minutos que transcurrieron, quería que la tierra se lo tragase o mejor dicho que el agua lo ahogara para no pensar más en ello.

por **Gail Z. Huston** Mar Ago 31, 2010 9:52 pm

Comenzó a caminar hacia la orilla cuando lo vio salir y frunció sus labios al verlo meterse en el agua otra vez. ¿Por qué lo hacía? Si ella no iba a reprocharle nada (o quizás sí) pero lo quería con ella en esos momentos. Lo vio volver a hundirse y se quedó en la orilla, esperando a que saliera. Pero no lo hizo en dos eternos minutos y su corazón empezó a desbocarse, preocupada por él. ¿Estaría bien? ¿Le había pasado algo? Mierda, eso fue todo pensamiento que pudo atrapar en medio minuto antes de sumergirse en el lago, sin importarle que se empapara y que su vestido blanco quedara marrón después de aquello.

Se sumergió y nadó hasta encontrarlo, con sus ojos cerrados y con una expresión serena en el rostro, algo característico ya en él. Quiso gritar y llorar debajo del agua, pero su prioridad en esos momentos era sacarlo a la superficie.
Y así lo hizo, recargando todo su peso en su frágil y delicado cuerpo, nadando a la orilla. Lo recostó y sollozó a su lado, tomando su rostro entre sus manos blancas y delicadas, temblando por el susto.

-Iosh, despierta por favor- lo sacudió un poco y lo llamó con su voz temblorosa, dejando que sus lágrimas corrieran por su rostro. No sabía que hacer, estaba paralizada. No quería dejarlo ir. Todo lo que hizo fue acostarse a su lado, abrazarlo y susurrar su nombre entre pequeños sollozos, besando su cuello primero y después la comisura de sus labios. Estaba confundida y sorprendida, con miedo de que algo saliera mal.

por **Aramís Ioshua Huston** Jue Sep 02, 2010 6:55 pm

Lo único que había querido hacer era huír de allí, escapar como lo hacía cuando sus hermanos comenzaban a pelear, no había nacido para la batalla y siempre la odiaría. Y, aunque no pelearía con Gail igualmente tenía terror de ver los ojos de la pelirroja culpandolo de tamaño adulterio. Se le había pasado lla mano hundiendose allí, primero estaba todo bien y sabía que saldría en breve, pero algo había atrapado su pie y por más que había intentado safarse ya el aire se le había acabado, haciendole perder el conocmiento por consiguiente.

No sintió cuando su hermana lo tomó de los brazos y lo llevó a la orilla, su rostro estaba blanco como el pelaje del lobo alvino y sus labios amoratados ya. Al caer en la tierra blanda sonó un ruido muerto, el agua en su garganta le pedía que la expulsase.

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