AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Scars of Life ~Privado~
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Scars of Life ~Privado~
Recorrer las calles para no morir congelada se me había vuelto una costumbre, buscando de esa manera crear algo de calor corporal. Vivir en aquellas condiciones era muy difícil, mas aún en este cruel tiempo invernal que amenaza con destruirlo todo, incluso las vidas de los que luchamos en las duras calles de París.
Opté finalmente por adentrarme en los callejones, quizá entre tantos muros lograría combatir el frío viento que se dedicaba a jugar imperiosamente con mis cabellos y la capa que me servía como aislante del clima.
Aveces pensaba que mis razones para continuar en la ciudad ya no tenía valor, que probablemente jamás encontraría a esa persona que tanto ansiaba conocer, y solo arriesgaba mi vida al permanecer sin protección, sin un hogar seguro. Tenía muchas dudas rondándome, pero aún con todo aquello no quería desistir mi búsqueda, no podía, por que sentiría que me estaba fallando a mi misma junto con mis ideales, y no podía permitirme eso -No viniste hasta aquí para abandonarte al fracaso- debí recordarmelo, y volver a grabarlo en mi mente.
Me sentía débil, agotada y con mas hambre que de costumbre. Mordía mis dedos a causa de los nervios que solo noches sin luna como esta me provocaban. Mi cuerpo me rogó por un descanso, y avancé hasta unos escalones, que tenían un pequeño techo el cual me pareció perfecto para un refugio.
Había comenzado a tiritar, por lo que doblé las rodillas hasta mi pecho y las abracé con fuerza, escondiendo el rostro entre ellas, intentando controlar los involuntarios espasmos que mi cuerpo liberaba conforme recibía el viento contra mi piel.
No me quedaba mas que esperar a que amaneciera, y aunque aún faltaba para eso, me aliviaba pensar que a la mañana siguiente algunos rayos de sol nos alumbraran el camino.
- Descansa, Lexi. Buenas noches- murmuró muy cerca de mi oído aquel espíritu que siempre se mantenía fiel a mi lado.
Aunque no fui capaz de responderle en voz alta, controlé el castañeo de mis dientes para dedicarle una sonrisa un tanto forzada, buscando que así no se preocupara y volviera al lugar donde descansaba, dentro de Julieta. Mientras tanto yo anhelaba poder dormir, deseaba descansar, y dejar de torturarme a mi misma, con la imaginaria visión de mi desconocido hermano.
Opté finalmente por adentrarme en los callejones, quizá entre tantos muros lograría combatir el frío viento que se dedicaba a jugar imperiosamente con mis cabellos y la capa que me servía como aislante del clima.
Aveces pensaba que mis razones para continuar en la ciudad ya no tenía valor, que probablemente jamás encontraría a esa persona que tanto ansiaba conocer, y solo arriesgaba mi vida al permanecer sin protección, sin un hogar seguro. Tenía muchas dudas rondándome, pero aún con todo aquello no quería desistir mi búsqueda, no podía, por que sentiría que me estaba fallando a mi misma junto con mis ideales, y no podía permitirme eso -No viniste hasta aquí para abandonarte al fracaso- debí recordarmelo, y volver a grabarlo en mi mente.
Me sentía débil, agotada y con mas hambre que de costumbre. Mordía mis dedos a causa de los nervios que solo noches sin luna como esta me provocaban. Mi cuerpo me rogó por un descanso, y avancé hasta unos escalones, que tenían un pequeño techo el cual me pareció perfecto para un refugio.
Había comenzado a tiritar, por lo que doblé las rodillas hasta mi pecho y las abracé con fuerza, escondiendo el rostro entre ellas, intentando controlar los involuntarios espasmos que mi cuerpo liberaba conforme recibía el viento contra mi piel.
No me quedaba mas que esperar a que amaneciera, y aunque aún faltaba para eso, me aliviaba pensar que a la mañana siguiente algunos rayos de sol nos alumbraran el camino.
- Descansa, Lexi. Buenas noches- murmuró muy cerca de mi oído aquel espíritu que siempre se mantenía fiel a mi lado.
Aunque no fui capaz de responderle en voz alta, controlé el castañeo de mis dientes para dedicarle una sonrisa un tanto forzada, buscando que así no se preocupara y volviera al lugar donde descansaba, dentro de Julieta. Mientras tanto yo anhelaba poder dormir, deseaba descansar, y dejar de torturarme a mi misma, con la imaginaria visión de mi desconocido hermano.
Lexine Ristempart- Hechicero Clase Baja
- Mensajes : 16
Fecha de inscripción : 18/11/2013
Localización : Ahora París, luego quien sabe donde.
Re: Scars of Life ~Privado~
Recuerdo esa noche con claridad fotográfica. Sonrío de sólo repasar por mi cabeza aquellos momentos tan gratos para mí, pero que resultaban incomprensibles para el resto. Gente estúpida que no tiene utilidad aparte de seguir contaminando el mundo con esos sentimientos puros que yo me encargaba de corromper con los poderes que se me habían dado cual bendición, y que parecía una maldición para otros. Pero daba igual, de todas formas terminaban yaciendo bajo mi cuerpo, con su vida escurriendo entre mis dedos. Ese era el máximo de todos los placeres, comparable a un orgasmo. Y si ocurrían las dos cosas al mismo tiempo, mejor aún. Me sentía realizado, perfecto e invencible.
Así estaba esa noche, caminando por las calles parisinas con la calma de quien sabe cómo defenderse en una noche invernal de los posibles atacantes fueran humanos o sobrenaturales. Mis bolsillos del pantalón cobijaban mis manos y el abrigo se encargaba de regular mi temperatura luego de una noche intensa con mi última víctima. Me había quedado con su virginidad, con su vida y con su dinero, y esa triada se agregaba a mi colección como quien arroja unas gotas de agua al océano. Nadie sospechaba que una persona tan correcta y decente como yo haría semejante aberración social. Y los que sospechaban cerraban la boca para siempre con una mirada fija o un chasquido de mis dedos. Todos caían viendo mi sonrisa antes de desaparecer absolutamente.
Para ganar tiempo –y conseguir algo de diversión adicional de paso- doblé por una serie de callejones, asegurando que mi presencia sería suficiente para ahuyentar a cualquier extraño o conocido que intentase desafiarme; pero no encontré precisamente a alguien que quisiera hacerme frente, a juzgar por cómo estaba acurrucada en sí misma bajo un pequeño techo sobre unos escalones. Una pobre joven que no tenía nada para darme, aparentemente. Ya revisaría luego de probar mis dotes de actor qué tenía su cuerpo que pudiera ser de mi interés. Me acerqué pausadamente, dejando que escuchase mis pasos y se diera el tiempo de mirarme; yo, por supuesto, fingía preocupación por esa desgraciada chica que seguramente no tenía dónde caerse muerta. Pero yo le daría un lugar. – Disculpe, señorita. ¿Se encuentra bien? – Pregunté con estúpida obviedad, pero debía hacerlo para conservar las apariencias. Y en eso yo era un experto.
Así estaba esa noche, caminando por las calles parisinas con la calma de quien sabe cómo defenderse en una noche invernal de los posibles atacantes fueran humanos o sobrenaturales. Mis bolsillos del pantalón cobijaban mis manos y el abrigo se encargaba de regular mi temperatura luego de una noche intensa con mi última víctima. Me había quedado con su virginidad, con su vida y con su dinero, y esa triada se agregaba a mi colección como quien arroja unas gotas de agua al océano. Nadie sospechaba que una persona tan correcta y decente como yo haría semejante aberración social. Y los que sospechaban cerraban la boca para siempre con una mirada fija o un chasquido de mis dedos. Todos caían viendo mi sonrisa antes de desaparecer absolutamente.
Para ganar tiempo –y conseguir algo de diversión adicional de paso- doblé por una serie de callejones, asegurando que mi presencia sería suficiente para ahuyentar a cualquier extraño o conocido que intentase desafiarme; pero no encontré precisamente a alguien que quisiera hacerme frente, a juzgar por cómo estaba acurrucada en sí misma bajo un pequeño techo sobre unos escalones. Una pobre joven que no tenía nada para darme, aparentemente. Ya revisaría luego de probar mis dotes de actor qué tenía su cuerpo que pudiera ser de mi interés. Me acerqué pausadamente, dejando que escuchase mis pasos y se diera el tiempo de mirarme; yo, por supuesto, fingía preocupación por esa desgraciada chica que seguramente no tenía dónde caerse muerta. Pero yo le daría un lugar. – Disculpe, señorita. ¿Se encuentra bien? – Pregunté con estúpida obviedad, pero debía hacerlo para conservar las apariencias. Y en eso yo era un experto.
Jean Barceló- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 12
Fecha de inscripción : 16/01/2014
Re: Scars of Life ~Privado~
Sentía como mi parpados comenzaban a volverse mas pesados, y al no intentar luchar contra ello, rápidamente mis ojos estuvieron cerrados, sumergiéndome en la obscuridad que pronto me haría dormirme profundamente.
Aún no comprendía el echo de que extrañas visiones aparecieran en mi mente, y lo peor era que no podía controlarlo y solo ocurría, haciéndome sentir intranquila respecto a mi expuesta posición, no me sentía del todo sola y aquello solo lograba erizarme los vellos de mi cuerpo. Una muy mala sensación.
Esperaba que todo aquello fuera producto de mi imaginación, los pasos, esa voz... ¿una voz? Si, era precisamente aquello lo que había escuchado, una preocupada voz masculina, o al menos eso parecía. Si antes me encontraba asustada, ahora lo estaba aún mas, por lo que no levanté de inmediato la mirada, si no que me preocupé de sostener mi mochila, una acción un tanto estúpida, ya que no tenía nada de valor, o al menos eso parecía a ojos de todos.
Tuve que armarme de una valentía que creía perdida y retirar mi cabeza del refugio que formaban mis rodillas y comenzar a levantar mis ojos, hasta que estos dieran con los del hombre que se hallaba justo frente a mi, observándome con atención, con sus orbes azules... muy similares a los míos propios. No fui capaz de separar los labios para emitir alguna respuesta, por un momento me sentí abrumada, y hasta hipnotizada por el - Reacciona, creerá que eres una demente.- diciendo eso, sacudí mi cabeza y dibujé una tenue pero cálida sonrisa en mis labios.
- Si, si, me encuentro bien.- mentí casi por inercia, la verdad me encontraba hambrienta y con demasiado frío, pero eso no debía ser un problema de el, solo era mi carga.
- ¿Que hace alguien como usted...? ¡Digo! Alguien de su... ah - los nervios me traicionaban de nuevo, y preferí callar hasta pensar en algo mas simple.
- ¿Está perdido? - terminé preguntándole, aún sintiéndome como una completa idiota en mi interior. No comprendía por que me ponía así, nunca me había costado entablar conversaciones con desconocidos, pero había algo en el, algo que no podía descifrar.
Aún no comprendía el echo de que extrañas visiones aparecieran en mi mente, y lo peor era que no podía controlarlo y solo ocurría, haciéndome sentir intranquila respecto a mi expuesta posición, no me sentía del todo sola y aquello solo lograba erizarme los vellos de mi cuerpo. Una muy mala sensación.
Esperaba que todo aquello fuera producto de mi imaginación, los pasos, esa voz... ¿una voz? Si, era precisamente aquello lo que había escuchado, una preocupada voz masculina, o al menos eso parecía. Si antes me encontraba asustada, ahora lo estaba aún mas, por lo que no levanté de inmediato la mirada, si no que me preocupé de sostener mi mochila, una acción un tanto estúpida, ya que no tenía nada de valor, o al menos eso parecía a ojos de todos.
Tuve que armarme de una valentía que creía perdida y retirar mi cabeza del refugio que formaban mis rodillas y comenzar a levantar mis ojos, hasta que estos dieran con los del hombre que se hallaba justo frente a mi, observándome con atención, con sus orbes azules... muy similares a los míos propios. No fui capaz de separar los labios para emitir alguna respuesta, por un momento me sentí abrumada, y hasta hipnotizada por el - Reacciona, creerá que eres una demente.- diciendo eso, sacudí mi cabeza y dibujé una tenue pero cálida sonrisa en mis labios.
- Si, si, me encuentro bien.- mentí casi por inercia, la verdad me encontraba hambrienta y con demasiado frío, pero eso no debía ser un problema de el, solo era mi carga.
- ¿Que hace alguien como usted...? ¡Digo! Alguien de su... ah - los nervios me traicionaban de nuevo, y preferí callar hasta pensar en algo mas simple.
- ¿Está perdido? - terminé preguntándole, aún sintiéndome como una completa idiota en mi interior. No comprendía por que me ponía así, nunca me había costado entablar conversaciones con desconocidos, pero había algo en el, algo que no podía descifrar.
Lexine Ristempart- Hechicero Clase Baja
- Mensajes : 16
Fecha de inscripción : 18/11/2013
Localización : Ahora París, luego quien sabe donde.
Re: Scars of Life ~Privado~
Se tardó en responder, lo que reflejaba su nerviosismo y su falta de energía, incluso su falta de ganas. No quería meterme en sus recuerdos todavía para saber qué pasaba por su cabeza con exactitud; quería divertirme un rato con mi presa tal cual lo hacían algunos animales, antes de devorarlas y no dejar rastro. En ese sentido yo también era un depredador, pero uno mucho más peligroso que esas criaturas que yo podía controlar bastando una mirada. A pesar de la tentación, no caí en ella y no usé mis poderes cuando me miró, Tenía unos hermosos ojos azules, muy similares a los míos por no decir iguales, que resaltaban de aquel rostro blanquecino por el frío como incitando a algún desalmado a que los arrancara. Todo parecía ser una gentil invitación del destino con alfombra roja a mi siguiente víctima, pero debía ser cauteloso, y al mismo tiempo quería disfrutarlo. Era tan difícil, pero tan delicioso el resultado…
Hasta un niño podía darse cuenta de que estaba mintiendo. ¿Nadie le había facilitado un espejo para que se viera? Le contemplé en silencio, mientras preguntaba por mí. Era del típico tipo de gente que podía estarse muriendo y aún así se preocupaba del bienestar ajeno. Patético, pero indiferente. Yo iba a ser quien iba a ayudarle, y ahí entraríamos al juego de los favores, la llave a la manipulación. Negué con la cabeza para ir avanzando en la conversación, y mientras concluía que no tenía aura sobrenatural alrededor suyo le respondí – No, no lo estoy. Pero creo que usted sí lo está, madame. Su mirada me dice que necesita ayuda, y afortunadamente está frente a alguien que está dispuesto a hacerlo.- ¡Qué mentiroso! Aún me río de esa performance, tan perfectamente creíble.- Pero antes de hacer cualquier cosa, permítame presentarme. Me llamo Jean. – Dije agachándome, al punto de extender mi mano para que ella hiciera lo mismo con la suya y así poder besarla a modo de esa repugnante pero masoquista cortesía - ¿Le permitirá a mis oídos deleitarse con su nombre? – Pregunté, induciéndole un poco de confianza por medio de mi Ilusión; pero sólo un poco, lo suficiente para que no escapara o se negara a toda reacción. No pude resistirme a comenzar el juego ya mismo.
Hasta un niño podía darse cuenta de que estaba mintiendo. ¿Nadie le había facilitado un espejo para que se viera? Le contemplé en silencio, mientras preguntaba por mí. Era del típico tipo de gente que podía estarse muriendo y aún así se preocupaba del bienestar ajeno. Patético, pero indiferente. Yo iba a ser quien iba a ayudarle, y ahí entraríamos al juego de los favores, la llave a la manipulación. Negué con la cabeza para ir avanzando en la conversación, y mientras concluía que no tenía aura sobrenatural alrededor suyo le respondí – No, no lo estoy. Pero creo que usted sí lo está, madame. Su mirada me dice que necesita ayuda, y afortunadamente está frente a alguien que está dispuesto a hacerlo.- ¡Qué mentiroso! Aún me río de esa performance, tan perfectamente creíble.- Pero antes de hacer cualquier cosa, permítame presentarme. Me llamo Jean. – Dije agachándome, al punto de extender mi mano para que ella hiciera lo mismo con la suya y así poder besarla a modo de esa repugnante pero masoquista cortesía - ¿Le permitirá a mis oídos deleitarse con su nombre? – Pregunté, induciéndole un poco de confianza por medio de mi Ilusión; pero sólo un poco, lo suficiente para que no escapara o se negara a toda reacción. No pude resistirme a comenzar el juego ya mismo.
Jean Barceló- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 12
Fecha de inscripción : 16/01/2014
Re: Scars of Life ~Privado~
Estaba muy consiente de que me estaba comportando extraño, y claro que buscaría la manera de cambiar esa situación.
Busqué reincorporarme un poco para verle mas de frente, mientras el negaba a mi pregunta. - Si no está perdido ¿Que hará un hombre de alta sociedad como el, en un mugriento callejón? - me pregunté a mi misma, por que claramente no me atrevería a preguntárselo directamente a el, sería una patudez de mi parte. El debería tener sus motivos y el que se topara conmigo fue una casualidad, una que para mi se volvía... casi increible.
Creo que por unos minutos me quedé observándole fijamente, sin notar como la sangre subía lentamente a mis mejillas. El era atractivo, aún con la poca luminosidad del callejón podía notarlo. Y parecía ser alguien muy humano, estando dispuesto a ayudarme sin pedirme nada a cambio, al menos por el momento y lamentablemente yo tampoco podría pagarle y desee hacérselo saber desde ahora.
- No sabe como le agradezco la ayuda que me a ofrecido, pero... no tengo nada para compensarle por ello.- le dije con sinceridad, mientras me encogía de hombros, fue en ese momento que le escuché presentarse y sostuve su mano al momento que la estiró hacía mi, para luego recibir ese beso tan cliché, pero que me pareció muy delicado.
- Es un placer conocerle, Jean. Mi nombre es Lexine...- omití mi apellido, por que no era reconocido, solo sería por mera educación, la cual no me pareció necesaria.
- Y por cierto, no estoy perdida, solo estoy descansando aquí.- intenté explicarle, sin tener que mencionar que realmente vivía en las calles, pero aquello tampoco era algo bien visto, y creo que con la primera mala impresión que le dí fue suficiente.
No estaba segura por que su presencia comenzaba a darme seguridad, una bastante extraña, como si debería acercarme mas, pero por algún motivo no lo hice. Hubo un momento en que intenté ponerme de pie, pero sentí como mi mochila se removió, haciéndome quedar sentada nuevamente, una clara señal de mi espíritu a mantener cierta distancia con el joven, en ese momento hubiera deseado preguntarle el "Por que".
Busqué reincorporarme un poco para verle mas de frente, mientras el negaba a mi pregunta. - Si no está perdido ¿Que hará un hombre de alta sociedad como el, en un mugriento callejón? - me pregunté a mi misma, por que claramente no me atrevería a preguntárselo directamente a el, sería una patudez de mi parte. El debería tener sus motivos y el que se topara conmigo fue una casualidad, una que para mi se volvía... casi increible.
Creo que por unos minutos me quedé observándole fijamente, sin notar como la sangre subía lentamente a mis mejillas. El era atractivo, aún con la poca luminosidad del callejón podía notarlo. Y parecía ser alguien muy humano, estando dispuesto a ayudarme sin pedirme nada a cambio, al menos por el momento y lamentablemente yo tampoco podría pagarle y desee hacérselo saber desde ahora.
- No sabe como le agradezco la ayuda que me a ofrecido, pero... no tengo nada para compensarle por ello.- le dije con sinceridad, mientras me encogía de hombros, fue en ese momento que le escuché presentarse y sostuve su mano al momento que la estiró hacía mi, para luego recibir ese beso tan cliché, pero que me pareció muy delicado.
- Es un placer conocerle, Jean. Mi nombre es Lexine...- omití mi apellido, por que no era reconocido, solo sería por mera educación, la cual no me pareció necesaria.
- Y por cierto, no estoy perdida, solo estoy descansando aquí.- intenté explicarle, sin tener que mencionar que realmente vivía en las calles, pero aquello tampoco era algo bien visto, y creo que con la primera mala impresión que le dí fue suficiente.
No estaba segura por que su presencia comenzaba a darme seguridad, una bastante extraña, como si debería acercarme mas, pero por algún motivo no lo hice. Hubo un momento en que intenté ponerme de pie, pero sentí como mi mochila se removió, haciéndome quedar sentada nuevamente, una clara señal de mi espíritu a mantener cierta distancia con el joven, en ese momento hubiera deseado preguntarle el "Por que".
Lexine Ristempart- Hechicero Clase Baja
- Mensajes : 16
Fecha de inscripción : 18/11/2013
Localización : Ahora París, luego quien sabe donde.
Re: Scars of Life ~Privado~
Me incorporé con una sonrisa amplia tras haber probado el sabor de su piel en ese beso, y me aseguré de tener su atención mirando con disimulo su cuerpo. No debía tener más de veinte años como muy máximo, pero aún así tenía atributos que llamaban la atención de mi instinto masculino. El sexo no tiene edad si se quiere conseguir un beneficio económico, y aunque las circunstancias llamaban, la prudencia se mantenía como mi corrupto estandarte. La paciencia siempre terminaba rindiéndome frutos, y esa vez no iba a ser la excepción.
Aquella joven me seguía mintiendo: sí tenía cosas para recompensarme, y de hecho esas cosas estaban frente a mí. Pero como había dicho antes, había que ir lento pero seguro; y era evidente que no estaba únicamente descansando. No necesitaba mis habilidades para saberlo, y eso me daba una gran ventaja al concluir cosas de ella sin que me devolviera la mano. ¿Realmente había pensado que estaba perdido con la seguridad con la que me había acercado a ella? Inocencia e ingenuidad que me cautivaban más aún – Es un placer, madame Lexine. Hermoso nombre, por cierto.- dije tras haberme levantado, mirándola ahora sí fijamente a los ojos azules que parecían una fotografía de los míos – No se haga problema por la recompensa. Lo hago porque una señorita tan hermosa como usted no debiera estar en estas condiciones en la calle, más aún con el clima que hace. París perdería mucho si usted parte tan pronto, créame. –Le halagué guiñándole un ojo en complicidad, prediciendo que se sonrojaría y continuando igualmente – Además, no todos somos unos desalmados, ¿sabe? Aún queda gente buena en esta ciudad, se lo digo por experiencia. – Comenté llevándome las manos a la cintura un momento, mientras mi interior se reía a carcajadas por lo que era una auténtica rutina humorística y sádica – Pero si no quiere mi ayuda...- Mi Ilusión actuó de nuevo, induciendo más confianza y un poco de duda para continuar con aquel deleite sentimental ante mis ojos – puede quedarse aquí esperando a que un caballero de armadura venga a salvarle.
Lo que ella desconocía, es que yo era el Caballero Negro de la historia.
Aquella joven me seguía mintiendo: sí tenía cosas para recompensarme, y de hecho esas cosas estaban frente a mí. Pero como había dicho antes, había que ir lento pero seguro; y era evidente que no estaba únicamente descansando. No necesitaba mis habilidades para saberlo, y eso me daba una gran ventaja al concluir cosas de ella sin que me devolviera la mano. ¿Realmente había pensado que estaba perdido con la seguridad con la que me había acercado a ella? Inocencia e ingenuidad que me cautivaban más aún – Es un placer, madame Lexine. Hermoso nombre, por cierto.- dije tras haberme levantado, mirándola ahora sí fijamente a los ojos azules que parecían una fotografía de los míos – No se haga problema por la recompensa. Lo hago porque una señorita tan hermosa como usted no debiera estar en estas condiciones en la calle, más aún con el clima que hace. París perdería mucho si usted parte tan pronto, créame. –Le halagué guiñándole un ojo en complicidad, prediciendo que se sonrojaría y continuando igualmente – Además, no todos somos unos desalmados, ¿sabe? Aún queda gente buena en esta ciudad, se lo digo por experiencia. – Comenté llevándome las manos a la cintura un momento, mientras mi interior se reía a carcajadas por lo que era una auténtica rutina humorística y sádica – Pero si no quiere mi ayuda...- Mi Ilusión actuó de nuevo, induciendo más confianza y un poco de duda para continuar con aquel deleite sentimental ante mis ojos – puede quedarse aquí esperando a que un caballero de armadura venga a salvarle.
Lo que ella desconocía, es que yo era el Caballero Negro de la historia.
Jean Barceló- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 12
Fecha de inscripción : 16/01/2014
Re: Scars of Life ~Privado~
Un nuevo temblor azotó mi cuerpo, cuando una ventisca se interpuso entre ambos. Hacía demasiado frío, una noche casi glaciar se presentaba en París, y mi mente solo me torturaba con la idea de que podría estar en una cálida casa, frente a una gran chimenea disfrutando del fuego. Pero ahora esa visión se veía en la compañía del joven que había llegado hasta mi, quien sin tener razones para ayudarme, deseaba hacerlo, y yo no veía maldad en sus intenciones, por mucho que mi instinto me avisara que debía salir corriendo de ahí, alejándome de el, simplemente mi cabeza no me permitía liberarme de su mirada.
Siempre me mantuve atenta a lo que me decía, y sonreí al ver que mi nombre le agradó, por que realmente era algo extraño para una chica.
Lamentablemente para mi, y mi poco control corporal frente a cuando me siento avergonzaba, el rubor en mis mejillas no se hizo esperar nuevamente, dándole un marcado tono carmesí a mi rostro, razón por lo cual tuve que agachar un segundo la mirada, fingiendo que buscaba algo dentro de mi mochila.
- Lo sé, no todos son malvados, pero tampoco todos ofrecen este tipo de desinteresada ayuda.-mencioné sin levantar mi rostro aún, y observé a Julieta, la cual negaba dentro de la obscuridad de mis pertenencias, siendo como si afirmara que algo andaba mal, mientras yo continuaba negandolo.
Para cuando volví a escucharle, sonó como si estuviera despidiéndose al yo no saber que responder todavía. Rápidamente y casi por impulso cerré con fuerza mi mochila y la cargué a mi espalda, a la par me ponía de pie junto al joven, observándole casi hipnotizada.
- Acepto su ayuda, y le estaré eternamente agradecida.- le dije con una sonrisa llena de entusiasmo, por fin podría descansar en un buen lugar y aunque el me lo pidiera o no, ya después podría pagarle por alojarme, al menos por una noche. -Solo una noche, Lexi.-
Siempre me mantuve atenta a lo que me decía, y sonreí al ver que mi nombre le agradó, por que realmente era algo extraño para una chica.
Lamentablemente para mi, y mi poco control corporal frente a cuando me siento avergonzaba, el rubor en mis mejillas no se hizo esperar nuevamente, dándole un marcado tono carmesí a mi rostro, razón por lo cual tuve que agachar un segundo la mirada, fingiendo que buscaba algo dentro de mi mochila.
- Lo sé, no todos son malvados, pero tampoco todos ofrecen este tipo de desinteresada ayuda.-mencioné sin levantar mi rostro aún, y observé a Julieta, la cual negaba dentro de la obscuridad de mis pertenencias, siendo como si afirmara que algo andaba mal, mientras yo continuaba negandolo.
Para cuando volví a escucharle, sonó como si estuviera despidiéndose al yo no saber que responder todavía. Rápidamente y casi por impulso cerré con fuerza mi mochila y la cargué a mi espalda, a la par me ponía de pie junto al joven, observándole casi hipnotizada.
- Acepto su ayuda, y le estaré eternamente agradecida.- le dije con una sonrisa llena de entusiasmo, por fin podría descansar en un buen lugar y aunque el me lo pidiera o no, ya después podría pagarle por alojarme, al menos por una noche. -Solo una noche, Lexi.-
Lexine Ristempart- Hechicero Clase Baja
- Mensajes : 16
Fecha de inscripción : 18/11/2013
Localización : Ahora París, luego quien sabe donde.
Re: Scars of Life ~Privado~
Aquel sonrojo no necesitó magia para encantarme. Cada palabra y cada gesto de ella a medida que pasaban los segundos me convencía más y más –aunque en verdad no necesitase ninguna convicción ya que mi decisión era impecable e implacable- de lo que estaba haciendo, y me hacía desear el concretar mis intenciones lo más pronto posible. Nunca me había pasado algo así con una de mis víctimas, lo que era curioso e incrementaba al mismo tiempo la ansiedad de averiguar más de ella. Una brisa fría calmó un poco a mi cuerpo, pero esa joven parecía estar haciendo todo a propósito. En ese entonces no sabía que tenía poderes, pero deslicé la opción de que los tuviera por los efectos que estaba provocando en mí.
La indirecta que le lancé dio resultado perfecto, y logré que Lexine se levantara de un salto dispuesta a venir conmigo. Nadie en su sano juicio rechazaría la calidez de un hogar y de alimento en situaciones límite, más aún ella que estaba influenciada por mis “poderes” de persuasión. Su sonrisa me hizo apretar un puño inconscientemente para controlar mis impulsos y no expresar mi deseo de ella con mi mirada, ya que tenía que mantenerme calmado y sereno, como el gentleman que soy y decía ser a todas. Le sonreí tan sincero que no pareció falso aunque en verdad lo fuera y le ofrecí mi brazo para que se sostuviera de él como dictaba la etiqueta que me encargaba de destrozar cuando llevaba a las mujeres a la cama.- Sabia decisión, madame Lexine. –Le dije empezando a caminar - Y no se preocupe, no todos…somos malos. – Comenté saliendo del callejón en dirección a la residencia que nos recibiría, y que afortunadamente no estaba lejos. La mano libre me la metí al bolsillo, observando de reojo el reloj dorado de mi última “conquista”, y pensando cómo iba a arrancarle gritos primero a la niña tonta e ingenua que había caído en mis garras.
- Cuénteme algo de usted, madame Lexine. ¿De dónde viene? ¿Cómo llegó a estar solitaria en un callejón con tan pocos enseres? – Pregunté mientras cruzábamos una calle, manteniendo siempre la inducción de confianza para que no dudara en hablar. Le sacaría toda la información posible, luego todos sus orgasmos posibles, y finalmente toda la vida posible.
La indirecta que le lancé dio resultado perfecto, y logré que Lexine se levantara de un salto dispuesta a venir conmigo. Nadie en su sano juicio rechazaría la calidez de un hogar y de alimento en situaciones límite, más aún ella que estaba influenciada por mis “poderes” de persuasión. Su sonrisa me hizo apretar un puño inconscientemente para controlar mis impulsos y no expresar mi deseo de ella con mi mirada, ya que tenía que mantenerme calmado y sereno, como el gentleman que soy y decía ser a todas. Le sonreí tan sincero que no pareció falso aunque en verdad lo fuera y le ofrecí mi brazo para que se sostuviera de él como dictaba la etiqueta que me encargaba de destrozar cuando llevaba a las mujeres a la cama.- Sabia decisión, madame Lexine. –Le dije empezando a caminar - Y no se preocupe, no todos…somos malos. – Comenté saliendo del callejón en dirección a la residencia que nos recibiría, y que afortunadamente no estaba lejos. La mano libre me la metí al bolsillo, observando de reojo el reloj dorado de mi última “conquista”, y pensando cómo iba a arrancarle gritos primero a la niña tonta e ingenua que había caído en mis garras.
- Cuénteme algo de usted, madame Lexine. ¿De dónde viene? ¿Cómo llegó a estar solitaria en un callejón con tan pocos enseres? – Pregunté mientras cruzábamos una calle, manteniendo siempre la inducción de confianza para que no dudara en hablar. Le sacaría toda la información posible, luego todos sus orgasmos posibles, y finalmente toda la vida posible.
Jean Barceló- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 12
Fecha de inscripción : 16/01/2014
Re: Scars of Life ~Privado~
Esa sonrisa de alivio claramente se estampó en mis labios, mientras sostenía el brazo, el cual prácticamente se veía abrazado por mis manos, buscando un poco de su calor, y realmente que este me vino de maravilla. Mientras tanto mis pies buscaban acompañar su ritmo, para no quedarme atrás, aunque buscaba mantener mis ojos clavados al suelo antes que enfrentarme a sus par de azules, que cada vez que lo sostenía me sentía un poco mas sometida. No estaba segura de ser ilusiones mías o existía algo mas en el.
Por un momento solo escuché mi respiración y mas arriba la ajena, mientras los minutos pasaban y nos alejábamos por completo de los callejones. Mas tarde su voz capto por completo mi atención, y con ella la curiosidad de el.
- Bueno... vengo de Rusia, y la verdad el único lugar donde he podido permanecer definitivamente es en callejón. El dinero escasea rápido, y mis gastos se fueron encargado de dejarme sin nada. El poco dinero que consigo lo utilizo en comida, no puedo costear una habitación definitiva.-me decidí a contarle sobe mi presente, mas no sobre la verdadera misión a futuro, y la razón principal por la cual me encontraba en París, al menos no por ahora.
Sin darme cuenta iba cada vez mas cerca de su cuerpo, era una noche fría a pesar de todo, y tenía la leve sensación de que podía enfermar, y la verdad aquello no sería beneficioso para mi, puesto que la calle no arropa a nadie, y los mas débiles siempre terminan vencidos, y al no cuidarme eso sin duda me pasaría a mi y adiós a todo el esfuerzo y sacrificio que había echo durante estos meses.
Antes de continuar hablando, acomodé mi cabello para dejar libertad a mis ojos para posarse sobe el rostro del joven, y antes de ganarme su atención comencé yo con mis dudas.
- Y Jean. ¿Puedo conocer el verdadero motivo que lo llevó al callejón?. Ya me dijo que no estaba perdido, pero nunca supe sus motivos.- le dije con la curiosidad a flor de piel, y sería esa respuesta la mas importante, puesto que sea cual sea la razón, el destino me había enviado a alguien, que para entonces solo parecía una "bendición".
Por un momento solo escuché mi respiración y mas arriba la ajena, mientras los minutos pasaban y nos alejábamos por completo de los callejones. Mas tarde su voz capto por completo mi atención, y con ella la curiosidad de el.
- Bueno... vengo de Rusia, y la verdad el único lugar donde he podido permanecer definitivamente es en callejón. El dinero escasea rápido, y mis gastos se fueron encargado de dejarme sin nada. El poco dinero que consigo lo utilizo en comida, no puedo costear una habitación definitiva.-me decidí a contarle sobe mi presente, mas no sobre la verdadera misión a futuro, y la razón principal por la cual me encontraba en París, al menos no por ahora.
Sin darme cuenta iba cada vez mas cerca de su cuerpo, era una noche fría a pesar de todo, y tenía la leve sensación de que podía enfermar, y la verdad aquello no sería beneficioso para mi, puesto que la calle no arropa a nadie, y los mas débiles siempre terminan vencidos, y al no cuidarme eso sin duda me pasaría a mi y adiós a todo el esfuerzo y sacrificio que había echo durante estos meses.
Antes de continuar hablando, acomodé mi cabello para dejar libertad a mis ojos para posarse sobe el rostro del joven, y antes de ganarme su atención comencé yo con mis dudas.
- Y Jean. ¿Puedo conocer el verdadero motivo que lo llevó al callejón?. Ya me dijo que no estaba perdido, pero nunca supe sus motivos.- le dije con la curiosidad a flor de piel, y sería esa respuesta la mas importante, puesto que sea cual sea la razón, el destino me había enviado a alguien, que para entonces solo parecía una "bendición".
Lexine Ristempart- Hechicero Clase Baja
- Mensajes : 16
Fecha de inscripción : 18/11/2013
Localización : Ahora París, luego quien sabe donde.
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