Un picnic nocturno en el que no te vayas muy lejos..[Ágora][Aleister J. Ferdinand]

por **Faura** Miér Ene 29, 2014 1:40 pm

Ambas estaban bien acompañadas la una de la otra. No necesitaban mucho más que su compañía mutua, pero esa noche, Ágora se había ido a comer sola a la laguna, sin nadie que pudiera estar con ella, más que su soledad. Había muy pocas personas que llevaban los ojos amatistas con Faura y ella, muy pocas habían sobrevivido y su hermana había sido también una de ellas. Eran una población pequeña en donde eran suficientemente muchos por así decirlo.

Eran suficientes los que tenían esa marca por asi decirlo, pero ¿Por qué esa noche precisamente se ocultaba el cisne entre alas negras de la noche? ¿Por qué se sentía que tenía que vivir sola? Simplemente porque estaba convencida de su deformidad, de que tenía un cuerpo envidiable y saludable, pero que muchas veces jamás podría usarlo para que lo amaran otras personas. La brisa es su receptor y quien le susurra prácticamente nada en susurros que hielan su tez tostada.

Su mirada ahora se estaba fijando en aquel horizonte que había por delante de ella. Allí, a lo más profundo del mundo podría hallarse quizás muchas cosas en las que ella jamás ha descubierto por sus propios ojos y que no podrá descubrir jamás nunca. O quien sabe. Faura debería de estar fuera de peligro mientras estuviera ahora durmiendo. No estaba lejos de su casa, no estaba a las afueras de su finca ni nada por el estilo. En una laguna que encontró cerca, Ágora se acomodó con una manta, comida en una cesta y unas preciosas vistas para poder relajarse mientras.

-…-¿Qué esperanza hay para las amatistas? –murmuro con un humor pésimo para si misma, en un tono de voz algo bajo, nadie en verdad podría escucharla. Solamente ella, su soledad y su pena que la rodeaba por doquier. Suspiros y más suspiros estaban continuamente saliendo de ella a la vez que pensaba más y más cosas. El estado en cómo se encontró a Faura, el cómo se separó su familia, el cómo o el porqué de la desaparición de su padre. Algunos dicen que no está muerto, otros si lo creen, otros creen que se fue para no volver pero que no saben si su presencia ha sido vista por última vez.

¿Cómo lo van a saber personas que apenas lo conocen? Ella sabía, hasta donde llego para conocerle, que era un hombre leal a su familia, entregado y honesto, teniendo sus ratos de malhumor, que enseguida amainaban, se calmaban y entonces se volvía un hombre cariñoso y afectuoso. Eran nueve hijas contando a Ágora pero ahora apenas sabia tampoco si estaban vivas.

por **Aleister J. Ferdinand** Jue Ene 30, 2014 2:54 pm

La noche ofrecía un cielo estrellado, y una tranquilidad reconfortante. Había decidido cazar en las cercanías de aquella laguna, la misma a la cual en este instante me dirijo. Era un lugar agradable, pero durante la noche algunas personas eran testigos de extraños sonidos que nacían de la fauna circundante. Pero esta vez, esta noche, era diferente. Este silencio no se podía asimilar a esa quietud que existe antes de la tormenta, no. Era realmente quietud, lo podía percibir en el aire. Tal vez, sólo tal vez, me dejé llevar por la emoción de una noche de caza.

Caminaba sigilosamente entre árboles y arbustos, aminorando el paso cada vez que algo provocaba algún ruido que rompía la tranquilidad por unos instantes. Vestía mis ropas de cazador, algo no muy exagerado, pero era útil a la hora de sumergirme en las sombras debido a su tonalidad oscura. Había tomado sólo dos cosas del arsenal, dos de mis dagas favoritas y mi encantador arco. Después de todo, era una campaña que exigía precaución y sigilo.

Llevaba horas sin encontrar nada. En el horizonte atisbé el inicio de la laguna, con la plutónica imagen de una luna resplandeciente flotando en sus aguas. Poco a poco aparecían pequeñas edificaciones, a la vez que el bosque en el que había estado caminando por horas desaparecía, ofreciendo señales de lo que empezaba a ser una parte de la ciudad. Reanudé mi travesía hasta aquel lugar, con nada más en mi mente que el sincero deseo de obtener una mejor vista de aquel paisaje; pero algo me detuvo. Un calor recorrió todo mi cuerpo; me tensé, e hice un esfuerzo para tener una vista más certera de lo que veía, intentando asegurarme de que aquello no era fruto de mi cansancio. Pero mis sentidos no me engañaban, no, ellos sabían lo que veían.

Una silueta a las orillas de la laguna.

Al acercarme más, pude apreciar que poseía una forma femenina y reparar en que no contaba con compañía. ¿Una mujer a las orillas de una laguna, aquella noche, bajo la amena luz de la luna? Mi cerebro comenzó a trabajar;

–¿Una bruja tal vez, a mitad de algún ritual? –pensé.

No, el lugar era demasiado expuesto.

–¿Y si tal vez era alguna mujer amante de la negrura y soledad nocturna? –replicó otra voz dentro de mí.

Sin importar cuál de las dos opciones fuese la correcta, tomé una de mis dagas y me acerqué hasta quedar a un par de metros de distancia de aquella silueta, a la que ahora podía apreciar con mayor claridad. Me tapé el rostro con el delicado trozo de tela que solía llevar, dejando sólo mis ojos al descubierto. Si resultaba ser alguien hostil, era mejor no revelar mi identidad.

Me acerqué aún más, mi corazón palpitaba cada vez más rápido, y la noche era testigo de mi situación. Llevé mi daga a la espalda, escondiéndola, y reuní las letras para conformar alguna palabra, que luego resultaría en una oración:

–¿Puedo saber qué hace una mujer como usted, a altas horas de la noche, en una laguna sin más que la compañía de la luna? –pronuncié firme.

Mis músculos se tensaron aún más, y me aferré a la daga, como si eso me otorgara algún ímpetu para enfrentar cualquier cosa que se me interpusiera.

por **Faura** Sáb Feb 01, 2014 11:18 am

La voz misteriosa le sacó de sus pensamientos, dándose la vuelta a lo que la otra persona permanecía quieta y al parecer a la defensiva ante su presencia -…Tranquilízate, tan solo estaba pasando un rato “tranquilo” hasta que un entusiasmado…al parecer novato y cazador que está cogiendo mal el arma me interrumpiera mis pensamientos tranquilos…-murmuró con cierta molestia tras haberla distraído de sus pensamientos, de la calma en la que estaba metida y que bueno, en verdad, de su momento en el que pensaba disfrutar de un picnic a solas y con la soledad con la que brindaba la noche.
-Baja el arma joder, no soy nada de lo que piensas…-suspiro lentamente algo harta de tipos que se ponían en guardia por nada, si, hacia bien, era una desconocida para ella, pero igualmente no le haría nada, ¡Venga! Ella también era novata, pero al menos sabía cómo actuar en cada ocasión.

Así que ahora ya no tenía su “ki” en calma, sino que ya se había alterado con la tontería del cazador. Empezó a recoger sus cosas, las pocas cosas que había sacado, como una manta para echarse encima, un abrigo de un grosor medio y en el que apenas entraba el frio en su cuerpo, un cuaderno y un carboncillo con punta afilada, seguramente para distraerse dibujando cualquier cosa que le pareciera interesante. Dentro de su cesta de picnic tenia artilugios para dibujar, algo de comida y sobre todo unas mudas por si le entraba la idea loca de tirarse al agua…aunque lo dudaba si tenía compañía en ese instante.

-¿No te vas a presentar al menos? –Mostro su molestia en aquel tono de voz tan desagradable, sin mirar siquiera el rostro del otro, fijándose en el papel en blanco que aparecía enseguida tras levantar el anterior boceto de una chica del mercado ambulante de cada semana. La hoja continuaba con un lienzo en blanco en el que Ágora derrocharía su talento en el dibujo –no era mucho- pero sabía defenderse al menos con el carboncillo, sombras, etc. La pintura estaba bastante cara de conseguir, así que por ahora, se conformaba con lo que podía conseguir. No se dedicaría a mirar si estaba detrás suya aquel muchacho, pero solamente suspiro con pesar, el cuaderno en blanco lo dejo a un lado para después acurrucarse en sus rodillas, cubrirse con sus brazos su cabeza como queriendo hacer desaparecer todo lo que había a su alrededor. El pesar pudo con ella, la soledad de aquella paz corrompida por la sorpresa la pillo tan repentinamente, que parecía haberse sentido violada, maltratada y ella no podía haberse podido defender.

Gente malvada reinan estos valles que se disfrazan de inocentes pastores de ovejas. Entre estos están las personas que no les temen y otras que si les temen pues no se fían de ellos en absoluto, por ejemplo Ágora nunca tuvo a alguien a su lado para decir así…alguien para siempre. Fue forzada a concebir una hija que ahora se supone que también anda por rincones parisinos, fue abandonada en una isla junto aquella persona a la que creía confiar pero que se largó dejándola sin ningún disparo en un arma abandonada en la misma playa en la que la dejaron tras concebir a la primera de sus hijas y a la que nunca supo si volvería a verla.

Ágora sentía su resentimiento hacia ese pirata en este mismo instante y no se había dado cuenta de que había comenzado a florecer un llanto triste pero en constante silencio. Sus ojos amatistas sentían arder, sentían querer explotar más y más lagrimas que después de cinco minutos, solo era el sentimiento podrido dentro de su corazón.

por **Aleister J. Ferdinand** Sáb Feb 01, 2014 3:58 pm

Las palabras brotaron de la boca de aquella chica, y no pudieron ser más bruscas. Al parecer, la había sacado de sus casillas:

-…Tranquilízate, tan solo estaba pasando un rato “tranquilo” hasta que un entusiasmado…al parecer novato y cazador que está cogiendo mal el arma me interrumpiera mis pensamientos tranquilos…

¿Novato? Es cierto que aún no lo he visto todo, pero sé defenderme y cómo tomar un arma, en especial si es una daga. ¿Cuándo uno está listo para asesinar sin más? ¿Acaso es correcto dejar ir aquel centímetro de humanidad que nos diferencia de aquellos monstruos de la noche?

Decidí calmarme, mi credo no me permite actuar bajo sentimientos, no, y Jules me lo enseñó de una manera desgarradora.

-Baja el arma joder, no soy nada de lo que piensas…

Me estremecí un poco al oír aquello. Ella conocía a qué me dedicaba, y eso sólo decía una cosa, no era alguien común y corriente. Y aún así, sentía algo familiar en aquella silueta, ella no era hostil, no; aunque tal vez esa era su intención.

Comenzó a rebuscar entre una cesta, y entonces reparé en la total situación, un simple picnic a la luz de la luna, y allí estaba yo, interrumpiendo el grato momento que aquella chica anhelaba disfrutar.

-¿No te vas a presentar al menos?

Era cierto. Me sentí culpable, había arruinado su noche, y en adición, tenía el descaro de sostener un arma frente a ella. No pude pensar en algo más grosero.

Me quité la tela que cubría mi rostro, y volví a colocar la daga en su funda. Mi cuerpo volvió a la tranquilidad y el lugar volvió a ser calmo. Alcé mi rostro hacia la luna; el lugar tenía un ambiente gratificante y el silencio reinaba. Sin duda aquel lugar era digno de volver a visitar.

Me acerqué a la laguna, sentándome justo en el borde en que nacía la tierra. No le daría la espalda, así que me acomodé para quedar de perfil. Me arremoliné un poco el cabello, y clavé una mirada perdida en el horizonte.

–Soy Aleister, pero al parecer tu ya sabes más de mi que yo de ti –exclamé en un tono relajado.

Giré mi rostro para finalmente encontrarme con ella, una mujer acurrucada, una mujer que guardaba algún sentimiento reprimido por años. Entonces comprendí.

–¿Te encuentras bien? No quería asustarte –sabía que esa no era la verdadera fuente de su tristeza, pero no quería hacerla sentir aún más afligida–. ¿Puedo saber tu nombre?

No podía ime, a pesar de que aquella muchacha de seguro lo deseaba. ¿Dejar a una mujer en ese estado, a mitad de la noche, totalmente sola? Quizás diría que podía defenderse, pero no podía negar que dos es mejor que uno. Aunque quizá, sólo quizá, si seguía comportándose como lo había hecho, no habría más remedio que largarme.

Llevé mi mirada hacia las cosas que aquella chica había traído, pero no conseguí fijarme en nada más que en un cuaderno en blanco. ¿Una artista, quizá?

Una imagen surcó mi mente. Un violín, una chica, y una luna. Bajé los ojos hacia mi mano, buscando con la mirada mi anillo, el cual resplandecía bajo la delicada luz de la luna.

Después de todo, creo que ella murió en una noche como ésta.

por **Faura** Mar Feb 18, 2014 5:09 pm

-Perdóname…es que ando aun algo tensa desde esta mañana….-murmuro para después mirar a aquel desconocido que se había encontrado esa noche. En la mañana se había encontrado con una nota amenazante y para colmo una señal de lo más macabro. Seguramente algún vampiro quería vengarse de ella, podría estar claro, pero de lo que estaría segura es que se lo entrego por la noche y habría estado durmiendo con aquello. Solamente quería poder dormir bien al menos una vez, alguna noche, pero solamente estaba inquieta y casi ya con insomnio.

Y encima, la pobre Faura con su discapacidad, no podía hacer mucho. Prácticamente ahora esperaba que estuviera durmiendo en su cama - …Mi nombre es Ágora…-sonrió bastante débil, como si no tuviera ganas o se sintiera bastante tímida aunque, bueno, con un desconocido al que solo conocías su nombre, tenías que tener cuidado y no ofrecerte al primero que te pusiera una bella sonrisita de pacotilla.

Observo a… ¿Aleister? Para después darse cuenta de que él estaba de pie y ella sentada con un cuaderno en su mano. Solamente suspiro-…-Palmeo un sitio a su lado pero lo bastante distanciado de ella para ofrecerle un sitio a Aleister, sonriéndole con una sonrisa dulce y natural que ya no era puesta por modales o trabajo en el que la dieran dinero por matar gente. De cualquier modo, le estaba ofreciendo un lugar con toda la educación del mundo. Después se situó de nuevo para poder pillar parte del paisaje nocturno pero cierto inquisidor le quitaba el sueño. Era más bien como un sueño platónico y aparte, echaba de menos a sus hermanas.

Consiguió ponerse melancólica y ya dejo el cuaderno a un lado junto con el carboncillo. No sabía que decir entonces cuando tenía compañía ajena…esta vez la de este chico que no le había desagradado. Había sido ella la grosera en ser tan brusca -…Perdona por haber sido tan brusca si alguna vez lo he sido…solo creo que no se puede ir a la ligera, confiando así de primeras…espero que me entiendas..

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