AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Y por eso seras, mi nuevo capricho | Ángel Gray
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Y por eso seras, mi nuevo capricho | Ángel Gray
Una maldita semana era la que llevaba Julián en aquella casa viendo casi diariamente a su prima con aquel que era su prometido, no fue capaz de llegar a tiempo para impedir el compromiso y aunque trato de convencer de una manera sutil a sus tíos de que aquello era aún muy pronto, la familia estaba decidida a que Elisha contrajera matrimonio con aquel debilucho. La ira llegaba al cuerpo del cazador de maneras repentinas pero debiendo guardar la compostura al encontrarse en una casa ajena le era demasiado molesto por lo que optaba por salir a dar un paseo a caballo por París o simplemente fastidiar a Dorothea.
La segunda de aquellas opciones era siempre la que más le agradaba, la doncella de su prima le fastidio desde el preciso instante en que los ojos de ambos se encontraron por primera vez, en el momento en que encontraron a Elisha secuestrada por su mano y el desprecio en la mirada de la mujer apareció. Julián no le presto demasiada atención, era después de todo una simple doncella y que nada interesante poseía para él. En esa semana sin embargo demostró que era lo más cercano a su prima que tenía para molestar y por eso, se había dado a la tarea de hacerle la vida miserable, todo para que tarde o temprano su prima se mostrara preocupada por la doncella y cayera en sus manos una vez más.
Esa mañana, su mal humor había incrementado al escuchar las divertidas risas de Elisha y observarla a través de la ventana de su habitación, besando a su prometido. La sangre de Julián parecía hervir dentro de su cuerpo y por eso se dirigió a tomar un largo baño con agua templada; permaneció dentro del agua hasta que esta se torno fría y solo cuando eso sucedió fue que salió y después de cambiarse abandono aquella habitación para darse a la búsqueda de cierta doncella. Avanzaba de manera veloz por la gran mansión Gilmerië cuando al pasar cerca de la cocina fue que le vio, Dorothea y sonrió. - Vaya, pero si te han mandado a hacer labores de cocina para que no puedes ver como le meten mano a Elisha - entró de manera brusca en la cocina, tomo en su camino una manzana y la mordió al llegar al lado de Dorothea y dedicarle una mirada.
El cazador se divertía verdaderamente con ella, algunas veces de hecho hasta llegaba a pensar en lo entretenido que sería tenerla en su cama algunas noches, llenar el vació que se generaba al estar en aquella casa en la cual sus movimientos en el exterior eran completamente vigilados por su tío, no como en su casa, donde era capaz de hacer todo sin que nadie interviniera, ni dijeran nada. Dorothea era hermosa, de eso no le cabía la menor duda y era fuerte. Tanto como para no ceder ante las primeras ocasiones que Julián se acercó a ella, pero igual que con su prima haría todo lo posible para que cediera aunque fuera a la fuerza pues para mala suerte de la doncella, Julián al parecer, se había encaprichado con ella. - Vamos Dorothea - sonrió - ¿No me darás un beso de buenos días?
La segunda de aquellas opciones era siempre la que más le agradaba, la doncella de su prima le fastidio desde el preciso instante en que los ojos de ambos se encontraron por primera vez, en el momento en que encontraron a Elisha secuestrada por su mano y el desprecio en la mirada de la mujer apareció. Julián no le presto demasiada atención, era después de todo una simple doncella y que nada interesante poseía para él. En esa semana sin embargo demostró que era lo más cercano a su prima que tenía para molestar y por eso, se había dado a la tarea de hacerle la vida miserable, todo para que tarde o temprano su prima se mostrara preocupada por la doncella y cayera en sus manos una vez más.
Esa mañana, su mal humor había incrementado al escuchar las divertidas risas de Elisha y observarla a través de la ventana de su habitación, besando a su prometido. La sangre de Julián parecía hervir dentro de su cuerpo y por eso se dirigió a tomar un largo baño con agua templada; permaneció dentro del agua hasta que esta se torno fría y solo cuando eso sucedió fue que salió y después de cambiarse abandono aquella habitación para darse a la búsqueda de cierta doncella. Avanzaba de manera veloz por la gran mansión Gilmerië cuando al pasar cerca de la cocina fue que le vio, Dorothea y sonrió. - Vaya, pero si te han mandado a hacer labores de cocina para que no puedes ver como le meten mano a Elisha - entró de manera brusca en la cocina, tomo en su camino una manzana y la mordió al llegar al lado de Dorothea y dedicarle una mirada.
El cazador se divertía verdaderamente con ella, algunas veces de hecho hasta llegaba a pensar en lo entretenido que sería tenerla en su cama algunas noches, llenar el vació que se generaba al estar en aquella casa en la cual sus movimientos en el exterior eran completamente vigilados por su tío, no como en su casa, donde era capaz de hacer todo sin que nadie interviniera, ni dijeran nada. Dorothea era hermosa, de eso no le cabía la menor duda y era fuerte. Tanto como para no ceder ante las primeras ocasiones que Julián se acercó a ella, pero igual que con su prima haría todo lo posible para que cediera aunque fuera a la fuerza pues para mala suerte de la doncella, Julián al parecer, se había encaprichado con ella. - Vamos Dorothea - sonrió - ¿No me darás un beso de buenos días?
Julián Gilmerië- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 24
Fecha de inscripción : 22/11/2013
Re: Y por eso seras, mi nuevo capricho | Ángel Gray
- -1…, 2…, 3….-Seguía contando mentalmente, esperando el mejor momento en que estuvieran de verdad a solas para cortarle esa lengua viperina que la estaba sacando de sus casillas, pero que por mantener la maldita apariencia, tenia, que, seguir aparentando una maldita chacha de cocina y aguantar las gilipolleces de “Julián” quien al parecer había desarrollado una simpatía hacia ella más allá de la educación. No sabía nada sobre ella, podría herirlo y ella irse a la puta calle….como doncella, pero no como inquisidora, para eso tenía inmunidad papal, estaba protegida aun por aquel monasterio de las montañas en donde fue encontrada con su difunta madre.
Había comenzado a llorar a pesar de que Julián estaba aun martirizándola con impertinencias -¡…Maldita cebolla!..-En realidad estaba partiendo ajo para el arroz, dejo de cortar, ignorando al pesado de Julián -… ¿Se le ofrece algo? –murmuro lentamente mientras se secaba los ojos-….La señorita Gilmerië dudo que la encuentre disponible…-se sonrojo, pues le recordaría aquello, aunque ella no tuviera la culpa, aquel muchacho que la “acosaba” había hecho algo bastante bizarro -…Si…-se giró para verle a los ojos-…Está con ese adorable muchacho…que me parecía al principio un poco lelo, pero que parece ser todo un caballero…y se combina bien con la energía de la señorita Elisha….
Se había quedado mirando a Julián con cierta precaución, a distancia, por un momento pensó que llegaría a sonrojarse, pensó que lo hizo, pero pensó que había cruzado casi la línea de los modales. Podía sentir en el ambiente la tensión que había entre ambos-…Voy a por…-tenía que pensar rápido, se estaba sintiendo algo azorada por el momento-….Ah-ahora vengo…-Fue moviéndose con aquellos pies agiles, se soltó el pelo para poder sentir el viento, peinárselo con facilidad con sus dedos, pudo enseguida notar como el aroma del césped recién cortado le lleno sus fosas nasales y por último, suspiraba tranquilizándose poco a poco.
Sus ojos observaban desde el umbral de la puerta de la cocina a Elisha y a su prometido, parecían entablar una conversación privada y acogedora en donde los dos no tenían miedo alguno de decir algo erróneo. Para ella, estar de esa manera era algo que jamás, seguramente jamás…podría llegar a alcanzar. Con lo bruscos que eran sus movimientos pese a su entrenamiento diario con Astor, con todo lo que hacía, llegaba a perder la cordura y perder todo rastro de inocencia la cual por suerte aún conservaba con ella. De nuevo el moño volvió a hacerse sobre su cabeza, una última y escueta lágrima fue limpiada antes de dejar evidencias de que no necesitaba odiar, sino amar sin golpear al menos por cinco minutos.
-No...no se lo daré…-Dijo respondiendo finalmente a la pregunta que le formalizo en el principio. Podría haber cogido el cuchillo y haberle recortado mejor esa barba en la que se había dejado más de cuatro pelos mal recortados, pero no, en vez de eso, el sentimiento comenzó a hacerla sentir débil y hueca, cosa que no quería que pasara. No ahora. Bien era cierto, que tenía un encanto físico aquel muchacho, Julián lo llamaban, pero como su tapadera de doncella, no podía decir mucho acerca de ello.
Había comenzado a llorar a pesar de que Julián estaba aun martirizándola con impertinencias -¡…Maldita cebolla!..-En realidad estaba partiendo ajo para el arroz, dejo de cortar, ignorando al pesado de Julián -… ¿Se le ofrece algo? –murmuro lentamente mientras se secaba los ojos-….La señorita Gilmerië dudo que la encuentre disponible…-se sonrojo, pues le recordaría aquello, aunque ella no tuviera la culpa, aquel muchacho que la “acosaba” había hecho algo bastante bizarro -…Si…-se giró para verle a los ojos-…Está con ese adorable muchacho…que me parecía al principio un poco lelo, pero que parece ser todo un caballero…y se combina bien con la energía de la señorita Elisha….
Se había quedado mirando a Julián con cierta precaución, a distancia, por un momento pensó que llegaría a sonrojarse, pensó que lo hizo, pero pensó que había cruzado casi la línea de los modales. Podía sentir en el ambiente la tensión que había entre ambos-…Voy a por…-tenía que pensar rápido, se estaba sintiendo algo azorada por el momento-….Ah-ahora vengo…-Fue moviéndose con aquellos pies agiles, se soltó el pelo para poder sentir el viento, peinárselo con facilidad con sus dedos, pudo enseguida notar como el aroma del césped recién cortado le lleno sus fosas nasales y por último, suspiraba tranquilizándose poco a poco.
Sus ojos observaban desde el umbral de la puerta de la cocina a Elisha y a su prometido, parecían entablar una conversación privada y acogedora en donde los dos no tenían miedo alguno de decir algo erróneo. Para ella, estar de esa manera era algo que jamás, seguramente jamás…podría llegar a alcanzar. Con lo bruscos que eran sus movimientos pese a su entrenamiento diario con Astor, con todo lo que hacía, llegaba a perder la cordura y perder todo rastro de inocencia la cual por suerte aún conservaba con ella. De nuevo el moño volvió a hacerse sobre su cabeza, una última y escueta lágrima fue limpiada antes de dejar evidencias de que no necesitaba odiar, sino amar sin golpear al menos por cinco minutos.
-No...no se lo daré…-Dijo respondiendo finalmente a la pregunta que le formalizo en el principio. Podría haber cogido el cuchillo y haberle recortado mejor esa barba en la que se había dejado más de cuatro pelos mal recortados, pero no, en vez de eso, el sentimiento comenzó a hacerla sentir débil y hueca, cosa que no quería que pasara. No ahora. Bien era cierto, que tenía un encanto físico aquel muchacho, Julián lo llamaban, pero como su tapadera de doncella, no podía decir mucho acerca de ello.
Ángel Gray- Inquisidor Clase Media
- Mensajes : 20
Fecha de inscripción : 25/10/2013
Re: Y por eso seras, mi nuevo capricho | Ángel Gray
Tener que escucharla a ella halagar al prometido de su prima no era lo que esperaba, así que mordió la manzana y le escucho. Eran todas estupideces esas de que combinaban bien, todos debían notar lo tonto y débil que era aquel “hombre” que eligieron para marido de su prima. - Si, si… lo que digas - continuo hablando una vez que trago el trozo de manzana que llevaba en la boca - Y no, no se me ofrece nada ¿Qué puedo querer? Solo he venido a visitar a la doncella más encantadora y tierna de toda la mansión Gilmerië ¿No puedo hacerlo? - dijo entre risas, observando como es que ella continuaba picando y secándose lagrimas.
Parte del cazador sabía esa atracción que existía entre ambos, la manera en la que algunas veces la mirada de molestia de Dorothea cambiaba con un destello único que le provocaban deseos de besarla en cualquier sitio o incluso de terminar poseyendo aquel cuerpo en los lugares quizás menos convenientes, como en aquella cocina, por ejemplo. Le sonrió mientras que se alejaba de la cercanía de Julián, quien le dejo alejarse mientras continuaba comiendo su manzana y sus ojos no se apartaban de la doncella. Le recorrió el cuerpo de manera lenta con la mirada, imaginando como sería el verle desnuda andando por su habitación. Los cabellos rubios fueron liberados de aquel moño y Julián dio otra mordida a la manzana.
Solo hasta que termino de comer, dejo el centro de la manzana donde estaban los restos de lo que Dorothea picaba y se acerco hasta ella, contemplando entonces a la distancia a su prima con el prometido quienes parecían estar disfrutando bastante del tiempo y de la compañía del otro. Le era repugnante esa clase de actos, pero ¿Qué podía esperar? Su prima siempre fue de las que esperaban las cosas románticas y hasta cierto punto ridículas. La ira estaba por volverse nuevamente presente en su persona, cuando la respuesta de la doncella llego a sus oídos e impidió que terminara por hacer alguna estupidez como ir en ese preciso instante y llevarse a Elisha a algún otro sitio. - Eres una doncella que no sabe de puestos - suspiro, fingiendo que aquello le pesaba en el alma - debes obedecer todas las peticiones de las personas en esta casa o sino podría irte mal.
Con total naturalidad llego hasta situarse detrás de ella y de manera desinteresada recargo su mentón en el hombro de Dorothea. - No me digas… ¿Te has enamorado de ese débil también? - bromeo con ella con respecto al prometido - pierdes tu tiempo de ser así porque mi prima no le soltara nunca, a menos que me ayudes a tenerla y entonces podrías quedarte con el flacucho - si bien la idea era algo que antes no le disgustaba en lo más mínimo, ahora, al decirla le había quedado un mal sabor de boca. Era extraño que sintiera desprecio por lo que había sugerido y de hecho no estaba seguro de la razón de eso. Llevado entonces por la desesperación de no saber que estaba ocurriendo con él y como es que aquel plan de hace años le parecía ahora despreciable, sujeto de manera firme la cintura de Dorothea y haciendo que girara un poco en dirección a él, le beso en los labios; dejando que su instinto actuara de manera natural y pudiera deleitarse lo más posible de aquellos labios, antes de que ella terminara por alejarle. Una gran cantidad de pensamientos iban por su mente, pero todo era acallado por la sensación de tranquilidad que ahora se presentaba en todo su cuerpo, en un sentimiento extraño de haber obtenido algo que era suyo y que nadie más, tenía el derecho de tocar.
Parte del cazador sabía esa atracción que existía entre ambos, la manera en la que algunas veces la mirada de molestia de Dorothea cambiaba con un destello único que le provocaban deseos de besarla en cualquier sitio o incluso de terminar poseyendo aquel cuerpo en los lugares quizás menos convenientes, como en aquella cocina, por ejemplo. Le sonrió mientras que se alejaba de la cercanía de Julián, quien le dejo alejarse mientras continuaba comiendo su manzana y sus ojos no se apartaban de la doncella. Le recorrió el cuerpo de manera lenta con la mirada, imaginando como sería el verle desnuda andando por su habitación. Los cabellos rubios fueron liberados de aquel moño y Julián dio otra mordida a la manzana.
Solo hasta que termino de comer, dejo el centro de la manzana donde estaban los restos de lo que Dorothea picaba y se acerco hasta ella, contemplando entonces a la distancia a su prima con el prometido quienes parecían estar disfrutando bastante del tiempo y de la compañía del otro. Le era repugnante esa clase de actos, pero ¿Qué podía esperar? Su prima siempre fue de las que esperaban las cosas románticas y hasta cierto punto ridículas. La ira estaba por volverse nuevamente presente en su persona, cuando la respuesta de la doncella llego a sus oídos e impidió que terminara por hacer alguna estupidez como ir en ese preciso instante y llevarse a Elisha a algún otro sitio. - Eres una doncella que no sabe de puestos - suspiro, fingiendo que aquello le pesaba en el alma - debes obedecer todas las peticiones de las personas en esta casa o sino podría irte mal.
Con total naturalidad llego hasta situarse detrás de ella y de manera desinteresada recargo su mentón en el hombro de Dorothea. - No me digas… ¿Te has enamorado de ese débil también? - bromeo con ella con respecto al prometido - pierdes tu tiempo de ser así porque mi prima no le soltara nunca, a menos que me ayudes a tenerla y entonces podrías quedarte con el flacucho - si bien la idea era algo que antes no le disgustaba en lo más mínimo, ahora, al decirla le había quedado un mal sabor de boca. Era extraño que sintiera desprecio por lo que había sugerido y de hecho no estaba seguro de la razón de eso. Llevado entonces por la desesperación de no saber que estaba ocurriendo con él y como es que aquel plan de hace años le parecía ahora despreciable, sujeto de manera firme la cintura de Dorothea y haciendo que girara un poco en dirección a él, le beso en los labios; dejando que su instinto actuara de manera natural y pudiera deleitarse lo más posible de aquellos labios, antes de que ella terminara por alejarle. Una gran cantidad de pensamientos iban por su mente, pero todo era acallado por la sensación de tranquilidad que ahora se presentaba en todo su cuerpo, en un sentimiento extraño de haber obtenido algo que era suyo y que nadie más, tenía el derecho de tocar.
Julián Gilmerië- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 24
Fecha de inscripción : 22/11/2013
Re: Y por eso seras, mi nuevo capricho | Ángel Gray
-¿Pero...qu..?-ángel no termino en absoluto en terminar de responderle a lo que le pidió, pero inmediatamente la estaba besando, sujetando de la cintura, pero ella le respondía a aquellos besos que él la ofrecía. Era una doncella, tendría que estar dando ejemplo, pero era inquisidora-..Joder..-murmuro sobre los labios ajenos, propinándole una bofetada bien sonora en la mejilla cubierta por el vello facial ajeno-…Ya está bien, deja a tu prima en paz, deja de meterla en problemas, no te acerques a ella y aquel palurdo que esta con ella no está a mi altura para que lo desee de la forma que tú piensas…-terminaba por señalarle con el dedo, apuntándole.
- ….Se lo que le hiciste cuando aún era joven…no soy solo una doncella, Señorito, soy también una amiga, la más cerca y confiable que tiene, así que me gustaría que deje de planear cosas tan macabras a su favor….-Termino por apartarle del camino, el mango del cuchillo estaba sobre saliendo de la encimera, ella lo movió con su cadera y este cayó, pero lo atrapo a tiempo, con agilidad y gracia, con lo que por inercia lo introdujo perfectamente donde estaban guardados los demás cuchillos de cocina, pero ella seguía tal cual, sin darse cuenta de lo que había dicho.
-Me…-volvió a hablar, parecía que había perdido la cordialidad de princesita del polvo y la escoa, se giró en el sitio después de partir tomates para la ensalada-…Me gustaría saber el motivo del porque hizo eso… ¿Lo encontró atractivo ese tipo de aficiones? ¿Hacer sufrir a otros simplemente para el goce propio? –Ángel simulaba un temprano inconveniente con las personas que mostraban indiferencia frente a sus palabras, como si le hablara siempre a la pared, acabando por utilizar la violencia en contra del acusado o del que torturaba para conseguir información, pero ahora estaba en una modesta cocinita que parecía de juguete en donde estaba preparando aun la comida de aquel día.
Termino por encender el fuego, colocando más leña hasta el punto de que su ira se reflejó en su torpeza, haciendo que unas llamas se apegaran a la rosada piel de sus dedos, inmediatamente los puso bajo el agua-…¡AGH! ¡Ay!¡AY! Quema!! Quema!!! –Dijo intentando echar más agua sobre donde se estaba quemando los dedos, estaban bastante quemados, pero estables -…Y la ensalada no se hace sola….-Cuando se giró para buscar la crema dentro de un botiquín localizado en la despensa, vio como Elisha entraba lentamente en la despensa. Seguramente había escuchado el grito de ella, había ido a socorrerla mientras que vio que su primo no hizo nada.
Después de una hora de descanso, Ángel estaba observando sus dedos juntos, vendados e incapaces de hacer nada. Su cuerpo se sostenía sobre la columna del porche trasero. El efecto de las plantas y la crema actuaban con efectividad, pero le provocaba un ligero dolor, un ligero picor. Eso era que se curaba, pero no iba a estar bien para una semana o no supo cuánto volvería a mover esos dos dedos. No…no había dormido con tranquilidad desde nunca prácticamente. No había conocido a su madre, no había tenido nunca amigos y bueno, su ama prácticamente sería la primera, pero era su dueña, bueno a quien servía, pero aparte de todo, ella era una inquisidora. Fuera de la mansión, estaba prácticamente sola, sin nadie con quien compartir alguna risa o algo semejante. Fuera de la labor servicial, era Ángel Gray, inquisidora, una guerrera a órdenes de su “tutor” y de la iglesia la cual le mandaba misiones de muy poco alcance a pesar de ser una buena luchadora.
Así era ella, no había más secretos siendo inquisidora pero siendo doncella, estaba bastante protegida por el misterio que siempre transmitía a los demás.
-¿Has escuchado esto Gray? –Dijo una de las doncellas-….Dice…-La doncella desplego el periódico sobre la encimera, cerca de Ángel para que escuchara-…..Cierto asesino anda suelto, hermosas jovencitas, temed! Este busca vírgenes jóvenes y de gran belleza, muchachas que jamás han sido tocadas en su vida sexualmente…
-¿Está permitido que digan “sexualmente” en un periódico que precisamente es público?....-Ángel estaba que no se lo creía, picada de curiosidad, se levantó del suelo del porche y se acercó también a leer el artículo. Para cuando se acercó, vio algo que reconoció en las líneas de aquel redactado.
“…..Con una “s” trillada y una rosa roja en lugar del corazón de la víctima…..”
-Una…S….rosa roja….-Simplemente se puso a recordar, aquellos signos de como las “firmas” de los asesinos le recordaba de alguien en especial, pero no caía en quien.
- ….Se lo que le hiciste cuando aún era joven…no soy solo una doncella, Señorito, soy también una amiga, la más cerca y confiable que tiene, así que me gustaría que deje de planear cosas tan macabras a su favor….-Termino por apartarle del camino, el mango del cuchillo estaba sobre saliendo de la encimera, ella lo movió con su cadera y este cayó, pero lo atrapo a tiempo, con agilidad y gracia, con lo que por inercia lo introdujo perfectamente donde estaban guardados los demás cuchillos de cocina, pero ella seguía tal cual, sin darse cuenta de lo que había dicho.
-Me…-volvió a hablar, parecía que había perdido la cordialidad de princesita del polvo y la escoa, se giró en el sitio después de partir tomates para la ensalada-…Me gustaría saber el motivo del porque hizo eso… ¿Lo encontró atractivo ese tipo de aficiones? ¿Hacer sufrir a otros simplemente para el goce propio? –Ángel simulaba un temprano inconveniente con las personas que mostraban indiferencia frente a sus palabras, como si le hablara siempre a la pared, acabando por utilizar la violencia en contra del acusado o del que torturaba para conseguir información, pero ahora estaba en una modesta cocinita que parecía de juguete en donde estaba preparando aun la comida de aquel día.
Termino por encender el fuego, colocando más leña hasta el punto de que su ira se reflejó en su torpeza, haciendo que unas llamas se apegaran a la rosada piel de sus dedos, inmediatamente los puso bajo el agua-…¡AGH! ¡Ay!¡AY! Quema!! Quema!!! –Dijo intentando echar más agua sobre donde se estaba quemando los dedos, estaban bastante quemados, pero estables -…Y la ensalada no se hace sola….-Cuando se giró para buscar la crema dentro de un botiquín localizado en la despensa, vio como Elisha entraba lentamente en la despensa. Seguramente había escuchado el grito de ella, había ido a socorrerla mientras que vio que su primo no hizo nada.
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Después de una hora de descanso, Ángel estaba observando sus dedos juntos, vendados e incapaces de hacer nada. Su cuerpo se sostenía sobre la columna del porche trasero. El efecto de las plantas y la crema actuaban con efectividad, pero le provocaba un ligero dolor, un ligero picor. Eso era que se curaba, pero no iba a estar bien para una semana o no supo cuánto volvería a mover esos dos dedos. No…no había dormido con tranquilidad desde nunca prácticamente. No había conocido a su madre, no había tenido nunca amigos y bueno, su ama prácticamente sería la primera, pero era su dueña, bueno a quien servía, pero aparte de todo, ella era una inquisidora. Fuera de la mansión, estaba prácticamente sola, sin nadie con quien compartir alguna risa o algo semejante. Fuera de la labor servicial, era Ángel Gray, inquisidora, una guerrera a órdenes de su “tutor” y de la iglesia la cual le mandaba misiones de muy poco alcance a pesar de ser una buena luchadora.
Así era ella, no había más secretos siendo inquisidora pero siendo doncella, estaba bastante protegida por el misterio que siempre transmitía a los demás.
-¿Has escuchado esto Gray? –Dijo una de las doncellas-….Dice…-La doncella desplego el periódico sobre la encimera, cerca de Ángel para que escuchara-…..Cierto asesino anda suelto, hermosas jovencitas, temed! Este busca vírgenes jóvenes y de gran belleza, muchachas que jamás han sido tocadas en su vida sexualmente…
-¿Está permitido que digan “sexualmente” en un periódico que precisamente es público?....-Ángel estaba que no se lo creía, picada de curiosidad, se levantó del suelo del porche y se acercó también a leer el artículo. Para cuando se acercó, vio algo que reconoció en las líneas de aquel redactado.
“…..Con una “s” trillada y una rosa roja en lugar del corazón de la víctima…..”
-Una…S….rosa roja….-Simplemente se puso a recordar, aquellos signos de como las “firmas” de los asesinos le recordaba de alguien en especial, pero no caía en quien.
Ángel Gray- Inquisidor Clase Media
- Mensajes : 20
Fecha de inscripción : 25/10/2013
Re: Y por eso seras, mi nuevo capricho | Ángel Gray
Aquella mano impacto de lleno en su rostro y no pudo más que reír de aquel acto, Dorothea tenía algo que otras no poseían y simplemente le volvía loco de ira en muchos momentos y después encontraba instantes en los que no soportaba la idea de imaginarle junto a otro hombre que no fuera él mismo, sabía que no tenía mucho que reclamar en aquella casa pero aún así lo haría. Algo que aún no podía comprender le llevo a encapricharse con aquella mujer y no descansaría hasta que fuera suya - No deberías golpear a los familiares de tus señores, eso podría traerte consecuencias - dijo burlón, prestando atención a lo que decía y tranquilizandose por saber que el prometido de su prima no le llamaba para nada - No es como que tratara de ocultar lo que hice, además es divertido siempre lo ha sido y siempre lo será - le guiño un ojo a la doncella aquella y miro a otro lado, pensando en la manera de desviar sus preguntas de él, pero no tenía ganas de no responder consideraba en esos instantes que si hablaba con Dorothea se distraería lo suficiente como para olvidar a Elisha - Alguien como tu no lo entendería, así que lo mejor es no tratar de explicarlo - realmente no sabía porque era de esa forma, aunque siempre culpaba a su madre y a esa falta de interés por él, ella debía ser el inicio de aquel mal, esa enfermedad que amenazaba con llevarle a la locura o hasta el momento en que nunca más pudiese dormir nuevamente.
- Eres una idiota - pensó en acercarse a ella cuando se quemo los dedos, pero su prima hizo acto de presencia mucho antes que él y solo por ese motivo desvió la mirada, desinteresando por todo - me largo - susurro antes de dejarles ahí e ir de regreso a su cuarto, pasando al lado del prometido de su prima a quien ignoro. Todo en aquel lugar empeoraba su humor y por eso se dirigió rápido hasta su habitación, ya no temía que después sus tíos le dijeran algo, así que una vez dentro de aquella enorme habitación se dedico a golpear con el puño derecho la pared, hasta que en lugar de la pintura beige del lugar dejo su sangre.
Permaneció observando su propia mano durante demasiado tiempo, el leve dolor y la sangre en la pared le recordaban que aún estaba vivo y que las cosas aún podían ponerse peor de lo que ya estaban; cada vez que empuñaba la mano o la abría más sangre fluía de donde se había hecho daño pero hasta eso le parecía fascinante. Un suspiro salió de sus labios y se dirigió entonces a la parte trasera de la mansión al salir de su cuarto, había decidido fumar un poco y se recargo a un lado de la casa, en aquello que era una especie de porche extraño, sabía que había gente en el porche, pero hasta que una doncella no fue hasta allá y hablo a Dorothea fue que se percato de que ella había estado demasiado cerca de él.
Se quedo en silenció, escuchando las estupideces de aquel periódico, aunque en parte él también estaba interesado en aquello ya que eso se le antojaba tan de un vampiro que a momentos planeaba en ir a su búsqueda. Solo que esa idea podía esperar. - No me digan que creen en esas tonterías - salió de aquel lugar en el que se mantenía oculto y avanzo en dirección a aquel par de doncellas, estiro la mano y le quito a Dorothea el periódico. - Joven Julián, su mano deje que le revise - la otra doncella intento tomar la mano de Julián, que sangraba de nuevo por haber quitado a aquel par el periódico pero él termino por alejarle - No es nada, solo ha sido un inconveniente menor no hagas drama por esto - miro con severidad a la otra joven y de reojo a Dorothea antes de ver que la sangre goteaba en aquel lugar - Demonios - susurro y les dio la espalda a ambas avanzando en dirección al enorme patio, sospechaba que la otra estúpida mujer podría ir a decir que estaba terriblemente herido, cuando en realidad estaba acostumbrado a esa clase de cosas. Tampoco le parecía lo más conveniente entrar mientras la mano le goteaba de sangre, no quería que nadie se diera cuenta, no hasta que revisaran su cuarto y para eso agradecía que quien lo limpiase fuese Dorothea y ella no fuera como las demás.
Julián se miro la mano un poco y miro sobre su hombro, viendo a las dos mujeres que aún se mantenían en el mismo lugar - Joder, que se vayan de una - dijo de nueva cuenta para si, aguardando.
- Eres una idiota - pensó en acercarse a ella cuando se quemo los dedos, pero su prima hizo acto de presencia mucho antes que él y solo por ese motivo desvió la mirada, desinteresando por todo - me largo - susurro antes de dejarles ahí e ir de regreso a su cuarto, pasando al lado del prometido de su prima a quien ignoro. Todo en aquel lugar empeoraba su humor y por eso se dirigió rápido hasta su habitación, ya no temía que después sus tíos le dijeran algo, así que una vez dentro de aquella enorme habitación se dedico a golpear con el puño derecho la pared, hasta que en lugar de la pintura beige del lugar dejo su sangre.
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Permaneció observando su propia mano durante demasiado tiempo, el leve dolor y la sangre en la pared le recordaban que aún estaba vivo y que las cosas aún podían ponerse peor de lo que ya estaban; cada vez que empuñaba la mano o la abría más sangre fluía de donde se había hecho daño pero hasta eso le parecía fascinante. Un suspiro salió de sus labios y se dirigió entonces a la parte trasera de la mansión al salir de su cuarto, había decidido fumar un poco y se recargo a un lado de la casa, en aquello que era una especie de porche extraño, sabía que había gente en el porche, pero hasta que una doncella no fue hasta allá y hablo a Dorothea fue que se percato de que ella había estado demasiado cerca de él.
Se quedo en silenció, escuchando las estupideces de aquel periódico, aunque en parte él también estaba interesado en aquello ya que eso se le antojaba tan de un vampiro que a momentos planeaba en ir a su búsqueda. Solo que esa idea podía esperar. - No me digan que creen en esas tonterías - salió de aquel lugar en el que se mantenía oculto y avanzo en dirección a aquel par de doncellas, estiro la mano y le quito a Dorothea el periódico. - Joven Julián, su mano deje que le revise - la otra doncella intento tomar la mano de Julián, que sangraba de nuevo por haber quitado a aquel par el periódico pero él termino por alejarle - No es nada, solo ha sido un inconveniente menor no hagas drama por esto - miro con severidad a la otra joven y de reojo a Dorothea antes de ver que la sangre goteaba en aquel lugar - Demonios - susurro y les dio la espalda a ambas avanzando en dirección al enorme patio, sospechaba que la otra estúpida mujer podría ir a decir que estaba terriblemente herido, cuando en realidad estaba acostumbrado a esa clase de cosas. Tampoco le parecía lo más conveniente entrar mientras la mano le goteaba de sangre, no quería que nadie se diera cuenta, no hasta que revisaran su cuarto y para eso agradecía que quien lo limpiase fuese Dorothea y ella no fuera como las demás.
Julián se miro la mano un poco y miro sobre su hombro, viendo a las dos mujeres que aún se mantenían en el mismo lugar - Joder, que se vayan de una - dijo de nueva cuenta para si, aguardando.
Julián Gilmerië- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 22/11/2013
Re: Y por eso seras, mi nuevo capricho | Ángel Gray
-Esa herida no se va a curar solo señorito Fox….-Murmuro esta vez con más calma Ángel con un equipo especial para heridas como las que Julián tenía en la mano -….Y espero que colabore…-en donde se había sentado aquel señorito y familiar de su ama, ella se sentó a su lado, en aquel banco de dos plazas. Ángel extendió una manta gruesa que seguramente sirvió antaño de mantel para curar heridas, ya que estaba algo manchado y usado -….ponga la mano sobre la manta…-Y al ver que tardaba un poco o ella misma se impacientaba, puso la mano ajena sobre aquella manta, roció el alcohol sobre la herida y seguramente le habría escocido pero ella inmediatamente comenzó a limpiar la sangre, vio alguna que otra astilla o lo que parecía pequeños trozos visibles de la pared.
-…Dios santo…-Busco en el estuche del botiquín algo que podría servirle de pinzas y una vez encontradas, fue quitando un par de astillas y alguna que otra pequeña trozo de cristal -….¿De dónde salió el cristal? –Entonces recordó algo, que hacía tiempo que olvido -…¿Qué habitación se le fue otorgada? –Se quiso olvidar de aquello mientras terminaba de curar aquella mano, la envolvía en hierbas curativas y por encima le vendaba la mano -…Ya está…-No se atrevió a mirarle, tal y como era ella podría haber partido la cara de algún sinvergüenza, pero con aquel muchacho al que curaba la mano, aquel que se llamaba Julián, por ahora no quería mirarle.
Ángel había finalizado su tarea de curar aquella mano y la tarde aún estaba presente. Se acercaba la hora de la comida y pronto ella comería con Astor en la cocina mientras le llenaba de informes nuevos o ella le hablaría a él de lo aburrido que era estar de chacha todo el día y a todas horas. Solo soñaba con el día en que la Señorita Gilmerië para desposarse con el señorito Delay y así a otra cosa mariposa –La comida estará en cualquier momento…debería darse prisa….-Se fue levantando con aquel estuche del botiquín, miraba detenidamente a Julián, sintió unas ganas irrevocables de lanzarse en Julián y besarle pausadamente, pero no, sujeto aquel estuchito sobre su pecho para dirigirse hacia el porche en donde había estado meditando antes de que todo pasara.
Tras la comida, Astor le había traído nuevas interesantes sobre el vampiro que había visto en el periódico. Ella le comento todo lo que el articulo había descrito en el periódico para finalizar con una calurosa discusión que se quedaba en un silencio frio y tenso en el ambiente, pero esta vez, vio a Astor agitado por aquella noticia. Él mismo estuvo varios días buscándola cuando a los seis años desapareció de la mansión en la que compartía con él. Había sido un misterio para todos, hasta que uno de los inquisidores olio el rastro de Ángel que les condujo hasta los pantanos, dentro de una cueva, encontrando su cuerpo famélico e inconsciente. Después todo pasó. Sabía que era su tutor solo porque se lo debía a su madre, pero no había más relación que esa y algunas veces se le escapaba por qué se ponía tan histérico cuando se refería a su seguridad. Bien, desde entonces, discutía siempre con él, siempre a la gresca y muy rara vez, estaban de acuerdo en algo. Actualmente, Astor va por su lado y ella por el suyo y aunque sea un arrogante, engreído y un narcisista, le quiere, pero eso le vería ver débil y no era su forma de ser. Era muy orgullosa como para mostrarse tan débilmente hermosa e inocente -….Todo estará bien…-Dijo antes de coger su plato y su vaso para meterlo en el fregadero y comenzar nuevamente a hacer tarea.
Pasaron media hora hasta que Ángel termino de fregar todo lo que vino después de que los demás comieran. Su mirada se alzó para ver el atardecer y se sintió con ganas de abrazar a alguien conocido, a Astor o a su madre a la que nunca conoció. Sintió que iban a destruir la puerta y la iban a volver a secuestrar.
-¿Dorothea, estás bien? –dijo Elisha quien miro preocupada a Dorothea.
-S-Si…No sé señorita Gilmerië, pero el atardecer parecía triste de irse…como si temiera que a su ida saliera el mal de la oscuridad…
-Dorothea…No sé qué estás diciendo…pero debo decirte, que mientras estés aquí…no tienes nada que temer…-con aquellas palabras, la inquisidora que se camuflaba de doncella y que había matado más sobrenaturales que nadie se calmó rápidamente, alejando todos esos temores de su mente.
-…Esta bien…-Dijo con tranquilidad, haciendo una reverencia y besando la mejilla de su ama como muestra de agradecimiento, solo que cuando dejaba la cocina, se cruzó con la figura ostentosa de Julián -….¿Desea algo señorito?
-…Dios santo…-Busco en el estuche del botiquín algo que podría servirle de pinzas y una vez encontradas, fue quitando un par de astillas y alguna que otra pequeña trozo de cristal -….¿De dónde salió el cristal? –Entonces recordó algo, que hacía tiempo que olvido -…¿Qué habitación se le fue otorgada? –Se quiso olvidar de aquello mientras terminaba de curar aquella mano, la envolvía en hierbas curativas y por encima le vendaba la mano -…Ya está…-No se atrevió a mirarle, tal y como era ella podría haber partido la cara de algún sinvergüenza, pero con aquel muchacho al que curaba la mano, aquel que se llamaba Julián, por ahora no quería mirarle.
Ángel había finalizado su tarea de curar aquella mano y la tarde aún estaba presente. Se acercaba la hora de la comida y pronto ella comería con Astor en la cocina mientras le llenaba de informes nuevos o ella le hablaría a él de lo aburrido que era estar de chacha todo el día y a todas horas. Solo soñaba con el día en que la Señorita Gilmerië para desposarse con el señorito Delay y así a otra cosa mariposa –La comida estará en cualquier momento…debería darse prisa….-Se fue levantando con aquel estuche del botiquín, miraba detenidamente a Julián, sintió unas ganas irrevocables de lanzarse en Julián y besarle pausadamente, pero no, sujeto aquel estuchito sobre su pecho para dirigirse hacia el porche en donde había estado meditando antes de que todo pasara.
Tras la comida, Astor le había traído nuevas interesantes sobre el vampiro que había visto en el periódico. Ella le comento todo lo que el articulo había descrito en el periódico para finalizar con una calurosa discusión que se quedaba en un silencio frio y tenso en el ambiente, pero esta vez, vio a Astor agitado por aquella noticia. Él mismo estuvo varios días buscándola cuando a los seis años desapareció de la mansión en la que compartía con él. Había sido un misterio para todos, hasta que uno de los inquisidores olio el rastro de Ángel que les condujo hasta los pantanos, dentro de una cueva, encontrando su cuerpo famélico e inconsciente. Después todo pasó. Sabía que era su tutor solo porque se lo debía a su madre, pero no había más relación que esa y algunas veces se le escapaba por qué se ponía tan histérico cuando se refería a su seguridad. Bien, desde entonces, discutía siempre con él, siempre a la gresca y muy rara vez, estaban de acuerdo en algo. Actualmente, Astor va por su lado y ella por el suyo y aunque sea un arrogante, engreído y un narcisista, le quiere, pero eso le vería ver débil y no era su forma de ser. Era muy orgullosa como para mostrarse tan débilmente hermosa e inocente -….Todo estará bien…-Dijo antes de coger su plato y su vaso para meterlo en el fregadero y comenzar nuevamente a hacer tarea.
Pasaron media hora hasta que Ángel termino de fregar todo lo que vino después de que los demás comieran. Su mirada se alzó para ver el atardecer y se sintió con ganas de abrazar a alguien conocido, a Astor o a su madre a la que nunca conoció. Sintió que iban a destruir la puerta y la iban a volver a secuestrar.
-¿Dorothea, estás bien? –dijo Elisha quien miro preocupada a Dorothea.
-S-Si…No sé señorita Gilmerië, pero el atardecer parecía triste de irse…como si temiera que a su ida saliera el mal de la oscuridad…
-Dorothea…No sé qué estás diciendo…pero debo decirte, que mientras estés aquí…no tienes nada que temer…-con aquellas palabras, la inquisidora que se camuflaba de doncella y que había matado más sobrenaturales que nadie se calmó rápidamente, alejando todos esos temores de su mente.
-…Esta bien…-Dijo con tranquilidad, haciendo una reverencia y besando la mejilla de su ama como muestra de agradecimiento, solo que cuando dejaba la cocina, se cruzó con la figura ostentosa de Julián -….¿Desea algo señorito?
Ángel Gray- Inquisidor Clase Media
- Mensajes : 20
Fecha de inscripción : 25/10/2013
Re: Y por eso seras, mi nuevo capricho | Ángel Gray
Un pesado suspiro salió de sus labios. Estaba a solas en ese banco, aguardando porque ellas se fueran y la sangre se detuviera al menos algo, de esa manera no mancharía todo de camino a su alcoba pero antes de que alguna de esas cosas pasaran la voz de la doncella Dorothea llego hasta él - Se curara tarde o temprano y tampoco es de tu incumbencia, así que mejor ve a hablar de las tonterías que contaban con tu amiga- le ignoro. Evitaba poner la mano sobre la manta que le observo colocar en aquel lugar, pero a pesar de su terquedad ella misma tiro de la mano de Julián -Te he dicho que estoy bien… - le miro, aguantando el escozor que le provocaba el alcohol al estar en contacto con su herida pero al ver que ella no aceptaría un no por respuesta suspiro, contemplando a aquella doncella mientras efectuaba su labor.
Miraba fijamente a Dorothea, ella tenía algo que le era muy complicado ignorar. La deseaba, la odiaba, quería abrazarle pero al mismo tiempo alejarle y olvidarse completamente de ella y de todo lo que le provocaba no solo en sensaciones sino en pensamientos. Su mano se movió ligeramente al notar como sacaba las astillas de su mano y desvió la mirada para no verle más - No lo sé, yo solo estaba entrenando con la pared y eso ha sucedido - le miro entonces de reojo y sonrío ladino - ¿qué, piensas ir a visitarme por la noche para que me sienta mejor? - podía decir aquello a manera de broma, pero si ella iba a su habitación algún día Julián no le dejaría escapar nunca más de él.
No hubo más palabras por parte de él, solo se miro la mano una vez que ella termino de curarle y asintió a sus palabras sobre la cena - Dorothea… - susurro para si, observando la venda en su mano y pensando en ella, en que debía tener cuidado no podía tener debilidades y menos una como ella.
La cena había pasado prácticamente sin inconveniente alguno. Sus tíos le cuestionaron sobre la herida de la mano y debió mentir, asegurando que en un descuido había golpeado un árbol que termino por hacerle bastante daño, agrego que Dorothea le había ayudado y al mencionar aquel nombre una sonrisa surco su rostro; solo se percato de eso cuando su tío le miro con una sonrisa picara pues al parecer él sabía a la perfección que era lo que estaba pasando con él.
Apenas termino la cena y se fue a andar de un lado a otro, tratando de evitar toparse con aquella doncella solo que antes de eso su tío le observo mientras que pasaba por su estudio.
- El amor te tiene loco muchacho - su tío rió y una mueca de disgusto apareció en el rostro de Julián
- Esta mal interpretando todo tío, yo no amo a nadie y no me tiene loco
- Eso me diras, pero no soy un tonto. Yo he notado la manera en la que miras a Dorothea y no es que crea que el amor es malo, pero recuerda que ella es solamente una doncella - Gilmerië sabía que Dorothea era en realidad Ángel Gray, una inquisidora, pero quería comprobar si es que su sobrino era capaz de ir verdaderamente en contra de todo por ella.
- No hay nada de que preocuparse, porque no amo a nadie - finalizo aquella charla y se aparto del estudio.
No podía creer que incluso aquel hombre, su tío, pensara que estaba enamorado de Dorothea. Estaba analizando toda aquella situación, buscando puntos para desmentir aquello cuando termino por toparse a la mujer de frente. Julián se detuvo y le miro con atención, la doncella le observo con algo de extrañeza y pregunto si es que necesitaba algo - No deseo nada… - iba a alejarse cuando un pensamiento surco su mente - bueno de hecho… déjame ver algo…- sin decir mucho tomo el mentón de ella y se quedo mirando aquel par de ojos que le hipnotizaban. No existió pensamiento alguno que no estuviera relacionado con ella al mirarle, ella era todo lo que podía pensar y su corazón anhelaba abrazarle, sentir su cercanía y besarle nuevamente. Le soltó de manera abrupta - Esto es imposible… - dijo en tono bajo y con frustración camino hacía atrás, sujeto al tiempo la mano de la doncella y una vez que Julián sintió una pared detrás de su espalda se dejo caer en el suelo, tirando de la mano ajena para que ella terminara arrodillada frente a él. Dorothea reclamaría, eso era seguro al menos eso pasaría si es que se lo permitía pues antes de que ella dijese algo le beso. Era un beso lento, pausado de esos que dejaban que se disfrutara de los labios del otro. Julián estaba perdido.
Miraba fijamente a Dorothea, ella tenía algo que le era muy complicado ignorar. La deseaba, la odiaba, quería abrazarle pero al mismo tiempo alejarle y olvidarse completamente de ella y de todo lo que le provocaba no solo en sensaciones sino en pensamientos. Su mano se movió ligeramente al notar como sacaba las astillas de su mano y desvió la mirada para no verle más - No lo sé, yo solo estaba entrenando con la pared y eso ha sucedido - le miro entonces de reojo y sonrío ladino - ¿qué, piensas ir a visitarme por la noche para que me sienta mejor? - podía decir aquello a manera de broma, pero si ella iba a su habitación algún día Julián no le dejaría escapar nunca más de él.
No hubo más palabras por parte de él, solo se miro la mano una vez que ella termino de curarle y asintió a sus palabras sobre la cena - Dorothea… - susurro para si, observando la venda en su mano y pensando en ella, en que debía tener cuidado no podía tener debilidades y menos una como ella.
La cena había pasado prácticamente sin inconveniente alguno. Sus tíos le cuestionaron sobre la herida de la mano y debió mentir, asegurando que en un descuido había golpeado un árbol que termino por hacerle bastante daño, agrego que Dorothea le había ayudado y al mencionar aquel nombre una sonrisa surco su rostro; solo se percato de eso cuando su tío le miro con una sonrisa picara pues al parecer él sabía a la perfección que era lo que estaba pasando con él.
Apenas termino la cena y se fue a andar de un lado a otro, tratando de evitar toparse con aquella doncella solo que antes de eso su tío le observo mientras que pasaba por su estudio.
- El amor te tiene loco muchacho - su tío rió y una mueca de disgusto apareció en el rostro de Julián
- Esta mal interpretando todo tío, yo no amo a nadie y no me tiene loco
- Eso me diras, pero no soy un tonto. Yo he notado la manera en la que miras a Dorothea y no es que crea que el amor es malo, pero recuerda que ella es solamente una doncella - Gilmerië sabía que Dorothea era en realidad Ángel Gray, una inquisidora, pero quería comprobar si es que su sobrino era capaz de ir verdaderamente en contra de todo por ella.
- No hay nada de que preocuparse, porque no amo a nadie - finalizo aquella charla y se aparto del estudio.
No podía creer que incluso aquel hombre, su tío, pensara que estaba enamorado de Dorothea. Estaba analizando toda aquella situación, buscando puntos para desmentir aquello cuando termino por toparse a la mujer de frente. Julián se detuvo y le miro con atención, la doncella le observo con algo de extrañeza y pregunto si es que necesitaba algo - No deseo nada… - iba a alejarse cuando un pensamiento surco su mente - bueno de hecho… déjame ver algo…- sin decir mucho tomo el mentón de ella y se quedo mirando aquel par de ojos que le hipnotizaban. No existió pensamiento alguno que no estuviera relacionado con ella al mirarle, ella era todo lo que podía pensar y su corazón anhelaba abrazarle, sentir su cercanía y besarle nuevamente. Le soltó de manera abrupta - Esto es imposible… - dijo en tono bajo y con frustración camino hacía atrás, sujeto al tiempo la mano de la doncella y una vez que Julián sintió una pared detrás de su espalda se dejo caer en el suelo, tirando de la mano ajena para que ella terminara arrodillada frente a él. Dorothea reclamaría, eso era seguro al menos eso pasaría si es que se lo permitía pues antes de que ella dijese algo le beso. Era un beso lento, pausado de esos que dejaban que se disfrutara de los labios del otro. Julián estaba perdido.
Julián Gilmerië- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 24
Fecha de inscripción : 22/11/2013
Re: Y por eso seras, mi nuevo capricho | Ángel Gray
-….-Ángel no se esperaba aquello. Que le hubieran dado un beso después de tanto tiempo. Hacía mucho tiempo que no recibía uno después de lo que le paso cuando tenía tan solo seis años de edad. Un vampiro que estaba rematadamente loco de atar, la secuestro con tal de borrarle la memoria, la violo varias veces, cada noche abusaba de su infantil cuerpo hasta vaciarse en ella y volverá a dejar en los calabozos. Hubo una vez que creyó estar al borde de la muerte cuando aquel vampiro saco sus colmillos amenazadores dándola a entender que le quitaría la vida, pero justo en ese momento, los inquisidores irrumpieron en la mansión para finalmente encontrar a la pobre niña con siete años recién cumplidos y con un cuerpo alimentado pero parecía maltratado. Aquel vampiro huyó y jamás volvieron a saber de él.
Su tutor, Astor Gray la mantuvo encerrada hasta que cumplió mayoría de edad y a la vez hacia misiones para la iglesia siempre acompañada de una mujer o un hombre que presentara inclinaciones hacia la otra acera. Para Ángel aquello era algo exagerado que su tutor hacía. Si una cosa pasaba era imposible que pudiera volver a pasar.
Pero lo del beso que acababa de experimentar sentada a horcajadas sobre las piernas de su “señor” Julián tras haberse resistido un poco, no se lo esperaba. Esas cosas sí que pasan una y otra vez, hasta que te llevan a la perdición y luego no sabes parar, pero Ángel sabía en lo que se metía, no podía dejar que supiera por el momento lo que ella era -….Señor….-murmuro lentamente sobre los labios ajenos -….Soy una doncella y usted un noble….-se lamio los labios lentamente pues los notaba secos del deseo que tenía en esos momentos, de la necesidad de volver a besar esos labios y entregar su cuerpo y alma a Julián, pero por el momento se lo daría a Dios que era quien tenía ahora custodiada su alma hasta que fuera desposada con alguien.
Tenía un poco de venda de antes y con ello la utilizo para atar las manos de Julián y sujetarle en un saliente que había detrás de su cabeza -….Hasta que no haya desaparecido por esa esquina…-señalo hacia atrás mientras aun miraba a Julián-….no te sueltes….-Dijo con un deje de nerviosismo mientras estaba aún sobre aquellas piernas fuertes, llevo una de sus manos a la entrepierna ajena y le dio un apretón que duro varios segundos-….Ni se te ocurra...volver a besarme…-murmuro sobre los labios ajenos mientras aún mantenía ese apretón en la entrepierna ajena, fue soltando el apretón para levantarse, arreglarse la falda y aguantando las lágrimas que se avecinaban, salió corriendo hasta desaparecer por la esquina que le había dicho.
Ella sabía el peligro que conllevaba estar con ella, más que nada por experiencia. No se lo había dicho a nadie. Nunca lo había relatado en su diario ni nadie a quien le había preguntado cuál era su historia. Ángel estaba actualmente en un chantaje, en un chantaje que la tenía entre la espada y la pared. Estaba simplemente engañada por uno de los criados de la mansión Gilmerië que también trabajaba a tiempo parcial en otra mansión. Aquel criado no quería decir en cual precisamente y ella hacia todo lo que le decía aquel criado con tal de saber algún día en que sitio trabajaba además para los Gilmerië. El joven era hábil en no demostrarse a sí mismo con evidencias que le delataran de sus acciones chantajistas hacia Ángel la cual hacia su vida cotidiana de doncella por el día y por la noche de inquisidora. La vida de Ángel estaba sumida en el silencioso caos del que nadie podía ayudarla…o hasta que ella dijera basta.
-Dorothea…… -La voz masculina pero joven, resonó detrás de ella. Era aquel criado que la tenía limitada, Samael, que ocultaba unos ojos grisáceos bajo un flequillo planchado hacia la derecha -…No habrás estado llorando…-Fue a acariciar una de las mejillas rosadas de Dorothea con el canto de la mano, aquel tacto frío y suave de la mano ajena, hizo estremecer el cuerpo cálido de Ángel el cual se mantuvo mudo. Seguía sintiendo la mano de Samael bajar por su cuello hasta que vio la mano sobre los volantes blancos del cuello de su uniforme, se lo recolocó y con las mismas tomo la mano de Ángel para besarle el dorso y que ella volviera a sentir de nuevo otro escalofrío por su cuerpo, quería llorar, quería alejarse del que ahora sabia la naturaleza o la condición. Finalmente supo que Samael no era de la tierra de los vivos, sino de los muertos, aquello le hizo temblar y que Samael fuera testigo de ello. Solo algo no le cuadraba si es que estaba el crepúsculo escondiéndose y vio que ella estaba a las últimas luces del crepúsculo y él estaba en sombra completamente. No le reflejaba ningún rayo solar.
Vio como Samael fue yéndose de aquel lugar, dejándola sola y con un malestar en su cuerpo el cual tuvo que respirar varias veces para poder tranquilizarse. Su cuerpo había tomado forma fetal en una esquina del pasillo, olvidándose por primera vez en el tipo de persona que era. Quería disculparse con Julián, pero pensó que era demasiado tarde, en llegar y decirle. “lo siento por el apretón” pero, no, no se sentía con fuerzas de mirar a nadie a la cara, estaba….necesitaba entrar en estado neutro.
Su tutor, Astor Gray la mantuvo encerrada hasta que cumplió mayoría de edad y a la vez hacia misiones para la iglesia siempre acompañada de una mujer o un hombre que presentara inclinaciones hacia la otra acera. Para Ángel aquello era algo exagerado que su tutor hacía. Si una cosa pasaba era imposible que pudiera volver a pasar.
Pero lo del beso que acababa de experimentar sentada a horcajadas sobre las piernas de su “señor” Julián tras haberse resistido un poco, no se lo esperaba. Esas cosas sí que pasan una y otra vez, hasta que te llevan a la perdición y luego no sabes parar, pero Ángel sabía en lo que se metía, no podía dejar que supiera por el momento lo que ella era -….Señor….-murmuro lentamente sobre los labios ajenos -….Soy una doncella y usted un noble….-se lamio los labios lentamente pues los notaba secos del deseo que tenía en esos momentos, de la necesidad de volver a besar esos labios y entregar su cuerpo y alma a Julián, pero por el momento se lo daría a Dios que era quien tenía ahora custodiada su alma hasta que fuera desposada con alguien.
Tenía un poco de venda de antes y con ello la utilizo para atar las manos de Julián y sujetarle en un saliente que había detrás de su cabeza -….Hasta que no haya desaparecido por esa esquina…-señalo hacia atrás mientras aun miraba a Julián-….no te sueltes….-Dijo con un deje de nerviosismo mientras estaba aún sobre aquellas piernas fuertes, llevo una de sus manos a la entrepierna ajena y le dio un apretón que duro varios segundos-….Ni se te ocurra...volver a besarme…-murmuro sobre los labios ajenos mientras aún mantenía ese apretón en la entrepierna ajena, fue soltando el apretón para levantarse, arreglarse la falda y aguantando las lágrimas que se avecinaban, salió corriendo hasta desaparecer por la esquina que le había dicho.
Ella sabía el peligro que conllevaba estar con ella, más que nada por experiencia. No se lo había dicho a nadie. Nunca lo había relatado en su diario ni nadie a quien le había preguntado cuál era su historia. Ángel estaba actualmente en un chantaje, en un chantaje que la tenía entre la espada y la pared. Estaba simplemente engañada por uno de los criados de la mansión Gilmerië que también trabajaba a tiempo parcial en otra mansión. Aquel criado no quería decir en cual precisamente y ella hacia todo lo que le decía aquel criado con tal de saber algún día en que sitio trabajaba además para los Gilmerië. El joven era hábil en no demostrarse a sí mismo con evidencias que le delataran de sus acciones chantajistas hacia Ángel la cual hacia su vida cotidiana de doncella por el día y por la noche de inquisidora. La vida de Ángel estaba sumida en el silencioso caos del que nadie podía ayudarla…o hasta que ella dijera basta.
-Dorothea…… -La voz masculina pero joven, resonó detrás de ella. Era aquel criado que la tenía limitada, Samael, que ocultaba unos ojos grisáceos bajo un flequillo planchado hacia la derecha -…No habrás estado llorando…-Fue a acariciar una de las mejillas rosadas de Dorothea con el canto de la mano, aquel tacto frío y suave de la mano ajena, hizo estremecer el cuerpo cálido de Ángel el cual se mantuvo mudo. Seguía sintiendo la mano de Samael bajar por su cuello hasta que vio la mano sobre los volantes blancos del cuello de su uniforme, se lo recolocó y con las mismas tomo la mano de Ángel para besarle el dorso y que ella volviera a sentir de nuevo otro escalofrío por su cuerpo, quería llorar, quería alejarse del que ahora sabia la naturaleza o la condición. Finalmente supo que Samael no era de la tierra de los vivos, sino de los muertos, aquello le hizo temblar y que Samael fuera testigo de ello. Solo algo no le cuadraba si es que estaba el crepúsculo escondiéndose y vio que ella estaba a las últimas luces del crepúsculo y él estaba en sombra completamente. No le reflejaba ningún rayo solar.
Vio como Samael fue yéndose de aquel lugar, dejándola sola y con un malestar en su cuerpo el cual tuvo que respirar varias veces para poder tranquilizarse. Su cuerpo había tomado forma fetal en una esquina del pasillo, olvidándose por primera vez en el tipo de persona que era. Quería disculparse con Julián, pero pensó que era demasiado tarde, en llegar y decirle. “lo siento por el apretón” pero, no, no se sentía con fuerzas de mirar a nadie a la cara, estaba….necesitaba entrar en estado neutro.
Ángel Gray- Inquisidor Clase Media
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Fecha de inscripción : 25/10/2013
Re: Y por eso seras, mi nuevo capricho | Ángel Gray
La necesitaba, ya bastaba de mentirse a si mismo y decir que deseaba estar al lado de su prima Elisha. Su prima siempre había sido un mero capricho, uno que salió de su mente si bien vio por primera vez a Dorothea con aquella expresión de desprecio en el rostro. No podía saber que fue lo que le hizo sentirse de esa manera por ella, pero tal como su tío lo había dicho, estaba enamorado de ella y pudo comprobarlo finalmente cuando beso aquellos labios suaves, cuando su cuerpo reacciono a la cercanía femenina y la respiración de Dorothea se acelero entre sus brazos. Las manos de Julián recorrieron la cintura delicada y perfecta de la mujer que estaba a horcajadas sobre él, era capaz de tomarla ahí mismo, hacerla suya y de esa manera demostrar que nunca nadie podría tenerla más que él; solo necesitaba una señal de que ella estaba dispuesta a aquello.
La voz de la doncella no hizo más que aumentar el deseo de volver a acallarle con sus labios y creer de esa manera que podía realmente llegar a ser suya, pero estaba equivocado y las palabras de Dorothea se lo recordaron. Julián era un noble, alguien que no podía terminar con una simple doncella aunque tampoco era como si él hubiese seguido siempre las reglas de la sociedad, aquello poco le importara si ella le decía que si, si le daba una señal de que estaba dispuesta a ser amada por él, aunque el cazador fuera un idiota a la hora de amar. No pudo más que sonreír al notarse derrotado por ella y por ese motivo fue que dedo que ella le atara las manos de aquella manera y asintió a su petición. La delicada mano de Dorothea fue hasta su entrepierna y Julián hizo un gesto debido a la incomodidad que aquello le generaba - No lo haré… hasta que me lo pidas… - quería escucharle decir que le quería, que él no era el único cayendo a ese nivel por alguien como ella. Probablemente fueran solamente los propios sueños de Julián de tener finalmente a alguien a su lado, alguien que le amara realmente pero igual, no se sacaba de la cabeza a Dorothea.
Un suspiro salió de sus labios y se quedo ahí, con las manos apresadas por aquellas vendas que en cualquier momento hubiera podido sacar. No tenía ganas de liberarse ya que de hacerlo terminaría siguiendo a la joven que corrió de su lado y eso, únicamente podría empeorar la situación en la que se hallaba en aquellos momentos. Estaba sumido en sus pensamientos hasta que unos pasos le hicieron mirar al lugar por donde antes había desaparecido aquella doncella, en lugar de que apareciera quien él esperaba, vio a Samael, uno de los criados que nunca le había dado buena espina y cuando ambos se miraron el criado se acerco hasta él.
- Señor, ¿Qué ha pasado?
- Nada, solo ayuda con las vendas que me ha puesto Dorothea - Suspiro nuevamente, esperando a que el criado cumpliera su cometido, pero en lugar de eso le vio con una expresión burlesca en el rostro antes de comenzar a librarle.
- Lo siento Señor, ya sabe como es Dorothea. Pero no se apure esta noche será la ultima que tenga que lidiar con tan molesta criatura - una sonrisa perversa, de aquellas que Julián solía dedicar a un sin fin de inmortales o jóvenes, fue la que recibió por parte de Samael antes de que el criado terminara alejandose. De no haberse tratado de Dorothea, juraba que no se hubiese alarmado de la manera en que lo hizo, pues apenas desapareció Samael por el pasillo contrario al que había llegado, Julián se levanto con la mayor velocidad que pudo pues estaba seguro de que aquello había sido una amenaza a Dorothea.
- Estúpida cría… - maldecía mientras buscaba entre los pasillos a la doncella que minutos atrás le había arrancado la respiración por el beso y ahora, por la preocupación. Cuando llego a uno de los pasillos fue que la vio, estaba echa un ovillo en el rincón. Por unos segundos la creyó muerta y lentamente se fue acercando hasta notar como se movía un poco y él termino por suspirar. El alma del cazador se sentía en paz, tranquila al saber que aquella muchacha no estaba en peligro al menos no aún - ¿Qué demonios estas haciendo aquí? Vas a resfriarte Dorothea - se acerco más, hasta quedar inclinado a un lado de ella, pero así de cerca pudo notar como ella no estaba bien y sin decir mucho más se recostó en el suelo, acercando su cuerpo al de ella para rodearle de manera protectora - Nadie va a hacerte daño Dorothea, no voy a permitir que lo hagan - aunque fuera algo que no debía, iba a quedarse a su lado hasta estar seguro de que ella no corría peligro.
La voz de la doncella no hizo más que aumentar el deseo de volver a acallarle con sus labios y creer de esa manera que podía realmente llegar a ser suya, pero estaba equivocado y las palabras de Dorothea se lo recordaron. Julián era un noble, alguien que no podía terminar con una simple doncella aunque tampoco era como si él hubiese seguido siempre las reglas de la sociedad, aquello poco le importara si ella le decía que si, si le daba una señal de que estaba dispuesta a ser amada por él, aunque el cazador fuera un idiota a la hora de amar. No pudo más que sonreír al notarse derrotado por ella y por ese motivo fue que dedo que ella le atara las manos de aquella manera y asintió a su petición. La delicada mano de Dorothea fue hasta su entrepierna y Julián hizo un gesto debido a la incomodidad que aquello le generaba - No lo haré… hasta que me lo pidas… - quería escucharle decir que le quería, que él no era el único cayendo a ese nivel por alguien como ella. Probablemente fueran solamente los propios sueños de Julián de tener finalmente a alguien a su lado, alguien que le amara realmente pero igual, no se sacaba de la cabeza a Dorothea.
Un suspiro salió de sus labios y se quedo ahí, con las manos apresadas por aquellas vendas que en cualquier momento hubiera podido sacar. No tenía ganas de liberarse ya que de hacerlo terminaría siguiendo a la joven que corrió de su lado y eso, únicamente podría empeorar la situación en la que se hallaba en aquellos momentos. Estaba sumido en sus pensamientos hasta que unos pasos le hicieron mirar al lugar por donde antes había desaparecido aquella doncella, en lugar de que apareciera quien él esperaba, vio a Samael, uno de los criados que nunca le había dado buena espina y cuando ambos se miraron el criado se acerco hasta él.
- Señor, ¿Qué ha pasado?
- Nada, solo ayuda con las vendas que me ha puesto Dorothea - Suspiro nuevamente, esperando a que el criado cumpliera su cometido, pero en lugar de eso le vio con una expresión burlesca en el rostro antes de comenzar a librarle.
- Lo siento Señor, ya sabe como es Dorothea. Pero no se apure esta noche será la ultima que tenga que lidiar con tan molesta criatura - una sonrisa perversa, de aquellas que Julián solía dedicar a un sin fin de inmortales o jóvenes, fue la que recibió por parte de Samael antes de que el criado terminara alejandose. De no haberse tratado de Dorothea, juraba que no se hubiese alarmado de la manera en que lo hizo, pues apenas desapareció Samael por el pasillo contrario al que había llegado, Julián se levanto con la mayor velocidad que pudo pues estaba seguro de que aquello había sido una amenaza a Dorothea.
- Estúpida cría… - maldecía mientras buscaba entre los pasillos a la doncella que minutos atrás le había arrancado la respiración por el beso y ahora, por la preocupación. Cuando llego a uno de los pasillos fue que la vio, estaba echa un ovillo en el rincón. Por unos segundos la creyó muerta y lentamente se fue acercando hasta notar como se movía un poco y él termino por suspirar. El alma del cazador se sentía en paz, tranquila al saber que aquella muchacha no estaba en peligro al menos no aún - ¿Qué demonios estas haciendo aquí? Vas a resfriarte Dorothea - se acerco más, hasta quedar inclinado a un lado de ella, pero así de cerca pudo notar como ella no estaba bien y sin decir mucho más se recostó en el suelo, acercando su cuerpo al de ella para rodearle de manera protectora - Nadie va a hacerte daño Dorothea, no voy a permitir que lo hagan - aunque fuera algo que no debía, iba a quedarse a su lado hasta estar seguro de que ella no corría peligro.
Julián Gilmerië- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 24
Fecha de inscripción : 22/11/2013
Re: Y por eso seras, mi nuevo capricho | Ángel Gray
Ángel estaba sumida en el recuerdo de cuando Sade la tuvo cautiva a la temprana edad de los seis años. Aquel vampiro era un sádico, haciendo honor a su nombre, teniéndola atrapada mientras abusaba de ella una y otra vez hasta a veces alimentándose de ella cuando podía. Normalmente los mayores elegían presas más fáciles de obtener, pero con la llegada de los inquisidores, al Clan Ventrue se le acabo la fiesta y huyeron hacia algún lugar en donde nadie aun ha conseguido encontrar.
Sintiendo el cuerpo fuerte y varonil de Julián a su lado, fijo su mirada azulada en los azules de Julián – Perdóname, no debí huir…-Ángel se sentía pequeña en ese instante, cohibida y con los ojos preparados para comenzar a llorar. Quizás debería sentarse más contra la pared, pero opto por dejarse abrazar en aquellos brazos ajenos y fuertes que hacían que desprendieran el aroma del sudor humano adherido a las finas ropas de cachemir. El sol se había escondido detrás de las montañas, seguramente en el norte, aun estaría el sol rociando sus últimos rayos de sol sobre el pasto de las colinas vírgenes donde solo permanecen a paisajes de ensueño.
Recordaba la piel de Samael y sabía que era un vampiro pues tal como le había dicho con sus palabras y meramente la mirada que posaba sobre ella –Me tiene chantajeada Samael…-Su cuerpo entonces resbalo un poco más a favor del ajeno, pero el silencio estaba reinando en los pasillos y se hacía incomodo de soportar- Me gustaría ser más valiente para plantarle cara –Y siguió hablando lo que deseaba que no podía hacer porque eso sería revelar lo que en realidad ella era, una inquisidora la cual estaba ahí hasta que se casara su señorita Elisha.
Apenas conocía de Julián. Solo que era un orgulloso y ahora que estaba a su lado, intuía que era quizás una máscara que utilizaba para que no viera quien era él en realidad –Señorito Julián –Había continuado con la mirada fija en él, sin apenas pestañear hasta que el recorrido de una lágrima se escapó por su mejilla. Parpadeo entonces dejando salir unas cuantas más, acabando por ocultarlas sobre el torso de aquel que estaba a su lado, rodeándole la cintura para mantenerse cerca de aquel cuerpo cálido, sintiéndose de algún modo, segura y relajada cerca de alguien.
-Dorothea…-Samael había aparecido de la nada como era de esperarse, en ese instante Ángel no reacciono por estar acostumbrada a su nombre natural y no al de su papel en la mansión –Dorothea…-Volvieron a llamarla de nuevo y entonces Ángel reacciono enseguida, como si se hubiera dado cuenta de que en realidad la estaban llamando a ella. Ángel miraba a Samael a la vez que este le devolvía el gesto -...hum…-Samael saco su sarcasmo de costumbre-…Levántate ya que deberías estar preparándome la cena ¿No te parece? –La sonrisa de Samael era tan blanca que en la oscuridad brillaban por si solos, amplia y sin imperfecciones - ¿O estas algo ocupada para atenderme? –Observo a los dos sentados en el suelo, pero cuando miró a Julián, solo pudo sonreír mucho más.
Sintiendo el cuerpo fuerte y varonil de Julián a su lado, fijo su mirada azulada en los azules de Julián – Perdóname, no debí huir…-Ángel se sentía pequeña en ese instante, cohibida y con los ojos preparados para comenzar a llorar. Quizás debería sentarse más contra la pared, pero opto por dejarse abrazar en aquellos brazos ajenos y fuertes que hacían que desprendieran el aroma del sudor humano adherido a las finas ropas de cachemir. El sol se había escondido detrás de las montañas, seguramente en el norte, aun estaría el sol rociando sus últimos rayos de sol sobre el pasto de las colinas vírgenes donde solo permanecen a paisajes de ensueño.
Recordaba la piel de Samael y sabía que era un vampiro pues tal como le había dicho con sus palabras y meramente la mirada que posaba sobre ella –Me tiene chantajeada Samael…-Su cuerpo entonces resbalo un poco más a favor del ajeno, pero el silencio estaba reinando en los pasillos y se hacía incomodo de soportar- Me gustaría ser más valiente para plantarle cara –Y siguió hablando lo que deseaba que no podía hacer porque eso sería revelar lo que en realidad ella era, una inquisidora la cual estaba ahí hasta que se casara su señorita Elisha.
Apenas conocía de Julián. Solo que era un orgulloso y ahora que estaba a su lado, intuía que era quizás una máscara que utilizaba para que no viera quien era él en realidad –Señorito Julián –Había continuado con la mirada fija en él, sin apenas pestañear hasta que el recorrido de una lágrima se escapó por su mejilla. Parpadeo entonces dejando salir unas cuantas más, acabando por ocultarlas sobre el torso de aquel que estaba a su lado, rodeándole la cintura para mantenerse cerca de aquel cuerpo cálido, sintiéndose de algún modo, segura y relajada cerca de alguien.
-Dorothea…-Samael había aparecido de la nada como era de esperarse, en ese instante Ángel no reacciono por estar acostumbrada a su nombre natural y no al de su papel en la mansión –Dorothea…-Volvieron a llamarla de nuevo y entonces Ángel reacciono enseguida, como si se hubiera dado cuenta de que en realidad la estaban llamando a ella. Ángel miraba a Samael a la vez que este le devolvía el gesto -...hum…-Samael saco su sarcasmo de costumbre-…Levántate ya que deberías estar preparándome la cena ¿No te parece? –La sonrisa de Samael era tan blanca que en la oscuridad brillaban por si solos, amplia y sin imperfecciones - ¿O estas algo ocupada para atenderme? –Observo a los dos sentados en el suelo, pero cuando miró a Julián, solo pudo sonreír mucho más.
Ángel Gray- Inquisidor Clase Media
- Mensajes : 20
Fecha de inscripción : 25/10/2013
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