AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Crime of love [Privado]
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Crime of love [Privado]
El sol se iba despidiendo, sus cristalinos ojos se fijaban en el horizonte desde esa pequeña ventana. En sus delgadas y pálidas manos solo había un trozo de tela común y corriente, suspiraba de vez en vez cuando recordaba aquella vista desde su antigua mansión. Lo único que tenía eran esos vestidos que si no se apresuraba a actualizar pronto pasarían de moda y serían anticuados y una cajita de oro y plata que tocaba la misma melodía, una y otra vez. Comenzaba remendando ropa que ni siquiera era suya. Sin embargo la aguja le hizo despertar de sus fantasías. Y así bajo la luna, las estrellas decoraron el firmamento y un azul profundo se fue degradando hasta la completa oscuridad. Remendando como una araña, como una mujer de clase baja, eso era lo que era. Peor no por mucho tiempo o eso se había jurado hasta ese momento.
La mañana volvió a llegar y el azul se fue tornando en un amarillo claro, las nubes taparon las estrellas y la luna se convirtió en un sol, radiante, fuerte y acogedor pero para Liliac era tan molesto, se había quedado dormida mientras terminaba aquel trabajo.–‘Lili’, ‘Lili’ apresura o llegaras tarde y sabes que la patrona se enojara.–Porque aun dormida podía fruncir el ceño y con ello anunciar que su humor iba a ser el peor, ese nombre le ponía imposible. Odiaba aquel pequeño mote. Despertó de mala gana, se arregló de pies a cabeza como solía hacerlo y uso el vestido más sencillo que tenía para parecer una simple campesina. El perfume que solían llevar sus cabellos era un olor intenso a gardenias, sus cabellos castaños se rizaban con naturalidad dándole ondas largas, sus labios eran de un rosado que incitaban para besarle. Pero más allá nadie se fijaría más aún si trabajaba como ‘lavandera’ en aquellas casas de nobles.
Se acercó a la mansión a la que solía ir, por la puerta trasera. Veía las estructuras como imaginándose dueña de todo ahí. Y aquello termino cuando la mujer encargada de todo le arrebato la canasta donde llevaba la ropa y le boto otra más cerrándole la puerta en la casa, cosa que hizo que Liliac se tambaleara un poco. Revisó que había mientras acomodaba la ropa, observó uno de los vestidos que posiblemente pertenecían a la mujer de la casa. Sin dudarlo la bruja se escondió tras unos arbustos y se lo probó, le quedaba como un guante. Soltó su cabello y salió de su escondite. Recorrió uno de los jardines hasta llegar donde los establos, los caballos eran hermosos pero después de un momento debía marcharse de ahí. Camino de vuelta cuando observó que alguien venía hacía donde ella, montando en caballo. Liliac no tenía miedo, al contrarió pero aquella situación sería incomoda. Cuando la ráfaga de viento le indico que esa persona había pasado a su lado camino lo mas rápido que pudo para salir de la finca. No quería socializar en ese momento.
La mañana volvió a llegar y el azul se fue tornando en un amarillo claro, las nubes taparon las estrellas y la luna se convirtió en un sol, radiante, fuerte y acogedor pero para Liliac era tan molesto, se había quedado dormida mientras terminaba aquel trabajo.–‘Lili’, ‘Lili’ apresura o llegaras tarde y sabes que la patrona se enojara.–Porque aun dormida podía fruncir el ceño y con ello anunciar que su humor iba a ser el peor, ese nombre le ponía imposible. Odiaba aquel pequeño mote. Despertó de mala gana, se arregló de pies a cabeza como solía hacerlo y uso el vestido más sencillo que tenía para parecer una simple campesina. El perfume que solían llevar sus cabellos era un olor intenso a gardenias, sus cabellos castaños se rizaban con naturalidad dándole ondas largas, sus labios eran de un rosado que incitaban para besarle. Pero más allá nadie se fijaría más aún si trabajaba como ‘lavandera’ en aquellas casas de nobles.
Se acercó a la mansión a la que solía ir, por la puerta trasera. Veía las estructuras como imaginándose dueña de todo ahí. Y aquello termino cuando la mujer encargada de todo le arrebato la canasta donde llevaba la ropa y le boto otra más cerrándole la puerta en la casa, cosa que hizo que Liliac se tambaleara un poco. Revisó que había mientras acomodaba la ropa, observó uno de los vestidos que posiblemente pertenecían a la mujer de la casa. Sin dudarlo la bruja se escondió tras unos arbustos y se lo probó, le quedaba como un guante. Soltó su cabello y salió de su escondite. Recorrió uno de los jardines hasta llegar donde los establos, los caballos eran hermosos pero después de un momento debía marcharse de ahí. Camino de vuelta cuando observó que alguien venía hacía donde ella, montando en caballo. Liliac no tenía miedo, al contrarió pero aquella situación sería incomoda. Cuando la ráfaga de viento le indico que esa persona había pasado a su lado camino lo mas rápido que pudo para salir de la finca. No quería socializar en ese momento.
Invitado- Invitado
Re: Crime of love [Privado]
Now I'm about to give you my heart
But remember this one thing
I've never been in love before so you gotta go easy on me
I heard love is dangerous
Once you fall you never get enough
But the thought of you leaving ain't so easy for me
Desde que se había mudado a París apenas salía de su mansión y solo lo hacía cuando tenía que trabajar, todo era exactamente lo mismo, citas de trabajo, cenas que podrían convertirse en comidas, comidas que podrían ser desayunos, un par de copas, sonrisas falsas y el trabajo estaba hecho, un desgastante cumulo de deberes que no le interesaban en lo absoluto al joven Lemming; ese no era el mundo que quería Manech para sí mismo, cuando era tan solo un niño había soñado viajar por toda Europa tocando el piano, si un reconocido pianista, una pequeña granja en algún punto de su ciudad natal donde le esperaran una esposa que no importaba si fuera rica o fuera pobre solo que lo amara realmente, dos hijos una niña y un niño, después de casado su hijo y prometida su hija se jubilaría y pasaría el resto de sus días jugando al ajedrez, tomando siestas bajo la puesta del sol, tocando el piano por diversión, eso era lo que él quería.
No seas absurdo Manech, tienes la cabeza en la luna era lo que constantemente le decía su padre, la idea de perder el respeto y reputación de la familia Lemming parecía ser la pesadilla número uno de su padre, al joven le parecía completamente tonto que su padre se preocupara por aquellas cosas sin importancia sobre todo porque él jamás faltaría a un deseo de su padre por encima del suyo.
Esa mañana en especial se había levantando de un mejor humor que los últimos meses, al menos eso era lo que decían sus sirvientes, desde la muerte de su madre apenas y había cruzado palabras con los habitantes de esa enorme mansión, nunca estaba en casa y cuando estaba rara vez se le veía por los alrededores, siempre encerrado en su alcoba alegando que tenía demasiado trabajo que atender, esa era su forma de llorar su perdida.
Aquella mañana el joven Lemming pidió que se le sirviera el desayuno en el comedor principal, además que si alguien le buscaba aquella tarde les informara que había salido en un viaje de negocios y que volvería en algunos días, había decidido tomarse un par de días libres para sí mismo, después del desayuno pidió que preparan el carruaje pues le apetecía salir a tomar aire fresco
Y si el día no era lo suficientemente raro, cuando su chofer comenzó a andar por las calles de Paris, Manech le pidió que por favor estacionara el carruaje que prefería andar a pie, el chofer se ofreció a acompañarlo pero este se negó, el chofer le convenció de pasar a recogerlo en ese mismo lugar más tarde, en ese momento se sentía completamente libre y sin ninguna preocupación, las jóvenes le sonreían cuando pasaba cerca suyo pero a Manech no le interesaban en absoluto, tenía esa idea bohemia que encontraría el amor cuando menos se lo esperaba…
Sumido en sus pensamientos no se dio cuenta de la joven que salía hasta que tropezó con ella haciéndola caer, intentando que cayera sobre si mismo para que no se lastimara. - Lo siento mucho, señorita ha sido mi culpa - Manech no la había observado con detalle hasta que la ayudo a levantarse, sus vestidos no le interesaban en lo absoluto, sin querer quedo prendido a sus bellos ojos… llamémoslo primer amor.
No seas absurdo Manech, tienes la cabeza en la luna era lo que constantemente le decía su padre, la idea de perder el respeto y reputación de la familia Lemming parecía ser la pesadilla número uno de su padre, al joven le parecía completamente tonto que su padre se preocupara por aquellas cosas sin importancia sobre todo porque él jamás faltaría a un deseo de su padre por encima del suyo.
Esa mañana en especial se había levantando de un mejor humor que los últimos meses, al menos eso era lo que decían sus sirvientes, desde la muerte de su madre apenas y había cruzado palabras con los habitantes de esa enorme mansión, nunca estaba en casa y cuando estaba rara vez se le veía por los alrededores, siempre encerrado en su alcoba alegando que tenía demasiado trabajo que atender, esa era su forma de llorar su perdida.
Aquella mañana el joven Lemming pidió que se le sirviera el desayuno en el comedor principal, además que si alguien le buscaba aquella tarde les informara que había salido en un viaje de negocios y que volvería en algunos días, había decidido tomarse un par de días libres para sí mismo, después del desayuno pidió que preparan el carruaje pues le apetecía salir a tomar aire fresco
Y si el día no era lo suficientemente raro, cuando su chofer comenzó a andar por las calles de Paris, Manech le pidió que por favor estacionara el carruaje que prefería andar a pie, el chofer se ofreció a acompañarlo pero este se negó, el chofer le convenció de pasar a recogerlo en ese mismo lugar más tarde, en ese momento se sentía completamente libre y sin ninguna preocupación, las jóvenes le sonreían cuando pasaba cerca suyo pero a Manech no le interesaban en absoluto, tenía esa idea bohemia que encontraría el amor cuando menos se lo esperaba…
Sumido en sus pensamientos no se dio cuenta de la joven que salía hasta que tropezó con ella haciéndola caer, intentando que cayera sobre si mismo para que no se lastimara. - Lo siento mucho, señorita ha sido mi culpa - Manech no la había observado con detalle hasta que la ayudo a levantarse, sus vestidos no le interesaban en lo absoluto, sin querer quedo prendido a sus bellos ojos… llamémoslo primer amor.
Manech Lemming- Humano Clase Alta
- Mensajes : 18
Fecha de inscripción : 05/02/2014
Re: Crime of love [Privado]
This pain I feel is not love
I am incapable of love ... I am unable to feel
I'm a cold rose that breaks easily ... I have nothing to give.
I am incapable of love ... I am unable to feel
I'm a cold rose that breaks easily ... I have nothing to give.
Siempre había soñado con un cuento de hadas, le costaría trabajo realizar ese sueño porque no era conformista. Liliac soñaba todo el tiempo al grado de ambicionar pero su realidad estaba demasiado lejos, cada vez más lejana y sin embargo aquella tarde parecía diferente, aquel golpe, esa persona, todo había cambiado de pronto. Su cuerpo se tambaleó por un momento, sintió que perdía la compostura, observó fijamente a la persona después de sentir ese calor, la adrenalina, la fragancia fuerte y a su vez dulce invadiendo su ser, ese parpadeo pareció eterno, sus ojos se habían cerrado tan solo para deleitarse con ese momento y era algo que nunca le había sucedido, no tenía explicación para ello y no quería encontrarla, se le hacía demasiado absurdo, algo extraño que prefería no tocar por su propio bien.
Liliac se compuso casi de inmediato, su postura volvió a ser la misma tratando de alejarse bruscamente del cuerpo masculino como un acto de vergüenza, se llevó la mano a los labios y aclaro su garganta tosiendo un poco después alzo la mirada, había visto los ojos del caballero antes, demasiado expresivos, claros, transparentes casi. Sonrió con timidez, sacudió la vestimenta asegurándose por su propio bien que no hubiese sufrido daños. –No se disculpe, ha sido mi curiosidad lo que me ha guiado hasta aquí y si no me hubiese desviado del camino esto jamás habrá pasado. –Ese tono lleno de orgullo que se cargaba salió a relucir de pronto.
Le barrió con la mirada como si en ese instante el noble le pareciera poca cosa a lo que realmente aspiraba, suspiro y después de verlo con detenimiento pensó que no estaba nada mal, su rostro mostro esa sonrisa amable, dulce y su atención se concentró en él. -¿No se ha hecho daño, verdad?, porque estaría completamente avergonzada si eso hubiese sucedido. –Murmuró con un tono más simple acercándose mas para cerciorarse de que no había sido así. Suspiró y llevo la mano a su pecho como sintiendo alivio.
Su vista se desvió un poco hacía el campo, esos colores verdes, vivos, aquella presencia llevando un perfume tan extraño y embriagante, los pequeños soplos que el viento insistía en dejar hacían que Liliac se envolviera rápidamente para no olvidarle, para recordarle como si fuese algo obligatorio. No iba a decir que era enamoramiento, no, nadie lo llamaría así porque ella era realista, porque el destino le borro toda ilusión y aun si sentía que lo era no lo creería y se empecinaría en no hacerlo. –Lamento que esto sucediera, saldré de la finca, tan solo mi vista se ha desviado a este hermoso espacio, es algo tan familiar. – el tinte de nostalgia que había puesto en ese momento había sido verdadero, doloroso, dejando que el pasado tintara sus palabras y las arrojase con la verdad, sacudió la cabeza e hizo una reverencia se dio la vuelta y dio un primer paso para poder escapar.
Liliac se compuso casi de inmediato, su postura volvió a ser la misma tratando de alejarse bruscamente del cuerpo masculino como un acto de vergüenza, se llevó la mano a los labios y aclaro su garganta tosiendo un poco después alzo la mirada, había visto los ojos del caballero antes, demasiado expresivos, claros, transparentes casi. Sonrió con timidez, sacudió la vestimenta asegurándose por su propio bien que no hubiese sufrido daños. –No se disculpe, ha sido mi curiosidad lo que me ha guiado hasta aquí y si no me hubiese desviado del camino esto jamás habrá pasado. –Ese tono lleno de orgullo que se cargaba salió a relucir de pronto.
Le barrió con la mirada como si en ese instante el noble le pareciera poca cosa a lo que realmente aspiraba, suspiro y después de verlo con detenimiento pensó que no estaba nada mal, su rostro mostro esa sonrisa amable, dulce y su atención se concentró en él. -¿No se ha hecho daño, verdad?, porque estaría completamente avergonzada si eso hubiese sucedido. –Murmuró con un tono más simple acercándose mas para cerciorarse de que no había sido así. Suspiró y llevo la mano a su pecho como sintiendo alivio.
Su vista se desvió un poco hacía el campo, esos colores verdes, vivos, aquella presencia llevando un perfume tan extraño y embriagante, los pequeños soplos que el viento insistía en dejar hacían que Liliac se envolviera rápidamente para no olvidarle, para recordarle como si fuese algo obligatorio. No iba a decir que era enamoramiento, no, nadie lo llamaría así porque ella era realista, porque el destino le borro toda ilusión y aun si sentía que lo era no lo creería y se empecinaría en no hacerlo. –Lamento que esto sucediera, saldré de la finca, tan solo mi vista se ha desviado a este hermoso espacio, es algo tan familiar. – el tinte de nostalgia que había puesto en ese momento había sido verdadero, doloroso, dejando que el pasado tintara sus palabras y las arrojase con la verdad, sacudió la cabeza e hizo una reverencia se dio la vuelta y dio un primer paso para poder escapar.
Sálvame de mi soledad
Nunca fue posible haberte conocido
Soy una rosa congelada que ha perdido de amor
Nunca fue posible haberte conocido
Soy una rosa congelada que ha perdido de amor
Invitado- Invitado
Re: Crime of love [Privado]
“ I know your insides are feeling so hollow
And it's a hard pill for you to swallow
But if I fall for you, I'll never recover
If I fall for you, I'll never be the same.”
And it's a hard pill for you to swallow
But if I fall for you, I'll never recover
If I fall for you, I'll never be the same.”
Manech había sido soñador toda su vida, su cabeza siempre se encontraba en la luna era lo que muchas veces decía su padre e incluso sus tutores para referirse a él, un niño sobreprotegido por su madre, una mujer que se desvivía por su hijo pequeño mostrándole el lado hermoso de la vida, una mujer igual de soñadora que él, ambos pasaban horas leyendo cuentos donde el príncipe siempre rescataba a la dama en peligro, donde el bien siempre triunfa sobre el mal y que lo mejor que había en la vida era amar y ser amado.
El joven Lemming era la clase de niño que aunque sus ropas eran costosas y de finas telas siempre estaban cubiertas de tierra y que siempre traía consigo una espada de madera empuñada en su pantalón, exploró los jardines como nadie, los conocía de arriba abajo, además caminar por los jardines podía ser peligroso para las personas que no estaban familiarizadas con los escondites de Manech donde podrían encontrar todo tipo de trampas para mantenerlos alejados de su fuerte.
Con los años su escondite no paso a ser más que recuerdos, su padre decidió que era momento de educarlo como todo un caballero y aquellos sueños e ilusiones con las que creció lentamente se vieron desapareciendo cuando comprendió que sus padres envejecían y que el país de Nunca jamás no estaba a la vuelta de la esquina; ya no había más pequeña casa de madera en lo más profundo de su jardín ahora mismo su fuerte era su habitación donde todos sus sueños descansaban en un cajón y verla a ella así como la veía en ese momento trajo consigo un Manech que amaba tanto a la vida como a los sueños, ¿dejarla partir? Eso sería imposible y un tanto doloroso, al menos eso era lo que se aseguraba así mismo Manech, aquella mujer no había sido un simple incidente, había aparecido en su vida para algo.
La joven se dirigió a él tan rápido que no pudo contestar, además teniendo en cuenta de que el joven Lemming jamás había sido capaz de hablar con una mujer, sin embargo un impulso lo hizo dar un paso hacia ella para no dejarla ir, no podía dejarle escapar, no así como así porque ella ya llevaba algo que no estaba seguro como pero lo tenía, su corazón.
– Espere un segundo por favor… ni siquiera me he presentado con usted y me encantaría saber su nombre – Manech carraspeo un par de veces, mentiría si dijera que no estaba nervioso, incluso más que eso. – Mi nombre es Manech Lemming - hizo una pequeña reverencia a la joven con media sonrisa, dirigió su mirada hacia los campos que ella observaba y sonrió de lado, aquellos recuerdos que aún conservaba de su ciudad natal eran en prados tan verdes y vivos donde lucho con dragones imaginarios y se caso con princesas de todas las nacionalidades cuando era apenas un niño.
– Es un lugar muy hermoso, creo que cualquiera se hubiera distraído con esa belleza, yo por ejemplo me distraje con otra clase de belleza – intento hacer un cumplido a su acompañante pero no pudo evitar que un tono sonrosado iluminara sus mejillas… vaya chico, dirigió de nuevo su mirar hacia los campos tomando valor para preguntar el nombre de esa bella flor, tan bella que opacaba incluso la belleza de una puesta de sol. – estoy seguro de que su nombre es tan bello que las flores estarán celosas de no poseerlo – aseguro con una sonrisa de medio lado.
El joven Lemming era la clase de niño que aunque sus ropas eran costosas y de finas telas siempre estaban cubiertas de tierra y que siempre traía consigo una espada de madera empuñada en su pantalón, exploró los jardines como nadie, los conocía de arriba abajo, además caminar por los jardines podía ser peligroso para las personas que no estaban familiarizadas con los escondites de Manech donde podrían encontrar todo tipo de trampas para mantenerlos alejados de su fuerte.
Con los años su escondite no paso a ser más que recuerdos, su padre decidió que era momento de educarlo como todo un caballero y aquellos sueños e ilusiones con las que creció lentamente se vieron desapareciendo cuando comprendió que sus padres envejecían y que el país de Nunca jamás no estaba a la vuelta de la esquina; ya no había más pequeña casa de madera en lo más profundo de su jardín ahora mismo su fuerte era su habitación donde todos sus sueños descansaban en un cajón y verla a ella así como la veía en ese momento trajo consigo un Manech que amaba tanto a la vida como a los sueños, ¿dejarla partir? Eso sería imposible y un tanto doloroso, al menos eso era lo que se aseguraba así mismo Manech, aquella mujer no había sido un simple incidente, había aparecido en su vida para algo.
La joven se dirigió a él tan rápido que no pudo contestar, además teniendo en cuenta de que el joven Lemming jamás había sido capaz de hablar con una mujer, sin embargo un impulso lo hizo dar un paso hacia ella para no dejarla ir, no podía dejarle escapar, no así como así porque ella ya llevaba algo que no estaba seguro como pero lo tenía, su corazón.
– Espere un segundo por favor… ni siquiera me he presentado con usted y me encantaría saber su nombre – Manech carraspeo un par de veces, mentiría si dijera que no estaba nervioso, incluso más que eso. – Mi nombre es Manech Lemming - hizo una pequeña reverencia a la joven con media sonrisa, dirigió su mirada hacia los campos que ella observaba y sonrió de lado, aquellos recuerdos que aún conservaba de su ciudad natal eran en prados tan verdes y vivos donde lucho con dragones imaginarios y se caso con princesas de todas las nacionalidades cuando era apenas un niño.
– Es un lugar muy hermoso, creo que cualquiera se hubiera distraído con esa belleza, yo por ejemplo me distraje con otra clase de belleza – intento hacer un cumplido a su acompañante pero no pudo evitar que un tono sonrosado iluminara sus mejillas… vaya chico, dirigió de nuevo su mirar hacia los campos tomando valor para preguntar el nombre de esa bella flor, tan bella que opacaba incluso la belleza de una puesta de sol. – estoy seguro de que su nombre es tan bello que las flores estarán celosas de no poseerlo – aseguro con una sonrisa de medio lado.
No sé por dónde empezar, solo estoy un poco perdido,
quiero sentirme como que nunca vamos a parar,
no sé qué hacer, estoy justo delante de ti,
pidiéndote que te quedes, deberías quedarte,
quédate conmigo esta noche.
quiero sentirme como que nunca vamos a parar,
no sé qué hacer, estoy justo delante de ti,
pidiéndote que te quedes, deberías quedarte,
quédate conmigo esta noche.
Manech Lemming- Humano Clase Alta
- Mensajes : 18
Fecha de inscripción : 05/02/2014
Re: Crime of love [Privado]
‘Belleza’, si, esa palabra describía su mundo, sus sueños, su ilusión, pero todo parecía oscurecerse con lentitud, no había nada, tan solo dejo escapar un ligero suspiro al escucharle, mentir o no mentir, eso ya era cosa del pasado, siempre optaba por lo primero, desde que su madre se convirtió en una prostituta de las baratas y los rumores de su pasado azotaban con fuerza su puerta.
Deslizo una de sus manos sobre la fina tela del vestido, era hermoso, el color no le gustaba demasiado, pero parecía que le contrataba, pensaba que se veía hermosa aunque al llegar a casa tendría que quitarse todo el disfraz. Sonrió y suspiró, le vio, sonrojado, parecía tierno, amable, ¿eso importaba ahora?, se preguntó mientras se ponía delante de él, mientras clavaba sus pupilas en las ajenas e hizo una reverencia sin dejar de mirarle. –Lili Moore. –Sí, era mejor así, aunque odiaba ese diminutivo, no podía siquiera decir su nombre completo, ni su apellido real, los problemas se avecinarían con fuerza, las quejas, los reclamos, las deudas, todo la desmoronaría. Hizo una mueca de desagrado al escuchar semejante cumplido.
Se le quedó viendo con seriedad, algo molesta pero fingida, suspiro con pesadez. –No, en realidad no es hermoso, como puede notar es algo que me desagrada bastante, preferiría llamarme de mil formas, menos de esta. –Bajó la mirada y se acercó mas de lo debido, quizás apenas había espacio para que ambos respiraran, el oxígeno quizás se agotaría. -¿Es así como coquetea Señor Lemming? –Dejó escapar un bufido lleno de ironía. Pero no dijo mas, solo se echó a reír.
Le observó de pies a cabeza. –No piense que me halaga, para nada, eso lo he escuchado mil veces, una y otra vez que por lo mismo he rechazado mi compromiso, dígame algo que jamás he odio, saque de ahí –golpeó su pecho con fuerza pero no tanta para hacerle daño –el romanticismo del cual es capaz, porque veo sus ojos, veo sus facciones y apuesto a que usted es un poeta empedernido. –Moore sonrió, si, quería provocarlo, porque eso es Liliac, una mujer, que lleva al hombre de un extremo a otro, ella como toda una víbora ambiciosa quiere analizarlo, acercarse con sigilo hasta clavarle los colmillos y envenenarlo, no solo con su belleza. –Si mi belleza le ha entretenido está muy lejos de conseguir siquiera una plática decente conmigo, dígame eso cuando me vea completamente desnuda. Y entonces le creeré. –Liliac desaparecía y aparecía, Lemming el soñador debía entender que ella no era tierna, que su rostro amable tan solo era un error porque el filo de su lengua atacaba sin pensar.
No era su culpa, ella era así, destrozada por dentro, llena de ego, solo quería amor, solo quería algo que removiera su ser, Liliac Madelaine Moore, ella ya no existía, la desgracia, la muerte, todo había terminado con aplastarla, con dejar solo oscuridad en su ser.
El amor no existe, no para mí, veo tu sonrisa y me destroza.
¿Cómo puedes ser feliz?, ¿Estás enamorado, amor mío?
quisiera borrar el brillo en tus pupilas.
Deslizo una de sus manos sobre la fina tela del vestido, era hermoso, el color no le gustaba demasiado, pero parecía que le contrataba, pensaba que se veía hermosa aunque al llegar a casa tendría que quitarse todo el disfraz. Sonrió y suspiró, le vio, sonrojado, parecía tierno, amable, ¿eso importaba ahora?, se preguntó mientras se ponía delante de él, mientras clavaba sus pupilas en las ajenas e hizo una reverencia sin dejar de mirarle. –Lili Moore. –Sí, era mejor así, aunque odiaba ese diminutivo, no podía siquiera decir su nombre completo, ni su apellido real, los problemas se avecinarían con fuerza, las quejas, los reclamos, las deudas, todo la desmoronaría. Hizo una mueca de desagrado al escuchar semejante cumplido.
Se le quedó viendo con seriedad, algo molesta pero fingida, suspiro con pesadez. –No, en realidad no es hermoso, como puede notar es algo que me desagrada bastante, preferiría llamarme de mil formas, menos de esta. –Bajó la mirada y se acercó mas de lo debido, quizás apenas había espacio para que ambos respiraran, el oxígeno quizás se agotaría. -¿Es así como coquetea Señor Lemming? –Dejó escapar un bufido lleno de ironía. Pero no dijo mas, solo se echó a reír.
Le observó de pies a cabeza. –No piense que me halaga, para nada, eso lo he escuchado mil veces, una y otra vez que por lo mismo he rechazado mi compromiso, dígame algo que jamás he odio, saque de ahí –golpeó su pecho con fuerza pero no tanta para hacerle daño –el romanticismo del cual es capaz, porque veo sus ojos, veo sus facciones y apuesto a que usted es un poeta empedernido. –Moore sonrió, si, quería provocarlo, porque eso es Liliac, una mujer, que lleva al hombre de un extremo a otro, ella como toda una víbora ambiciosa quiere analizarlo, acercarse con sigilo hasta clavarle los colmillos y envenenarlo, no solo con su belleza. –Si mi belleza le ha entretenido está muy lejos de conseguir siquiera una plática decente conmigo, dígame eso cuando me vea completamente desnuda. Y entonces le creeré. –Liliac desaparecía y aparecía, Lemming el soñador debía entender que ella no era tierna, que su rostro amable tan solo era un error porque el filo de su lengua atacaba sin pensar.
No era su culpa, ella era así, destrozada por dentro, llena de ego, solo quería amor, solo quería algo que removiera su ser, Liliac Madelaine Moore, ella ya no existía, la desgracia, la muerte, todo había terminado con aplastarla, con dejar solo oscuridad en su ser.
El amor no existe, no para mí, veo tu sonrisa y me destroza.
¿Cómo puedes ser feliz?, ¿Estás enamorado, amor mío?
quisiera borrar el brillo en tus pupilas.
Invitado- Invitado
Re: Crime of love [Privado]
Las heridas que te causa quien te quiere,
son preferibles a los besos engañadores de quien te odia.
Salomón
son preferibles a los besos engañadores de quien te odia.
Salomón
¿Madre? ¿Cómo sabré que es la chica indicada para convertirla en mi esposa? Preguntó Manech a su madre cuando apenas era un niño de nueve años de edad, la mujer se sorprendió por las preguntas de su hijo, sonrió quitándole el cabello de la cara y le afirmó “aquella mujer que con solo mirarla desees una vida entera a su lado, que te veas envejecer a su lado y que no importe que obstáculo se presente en su camino sea lo suficientemente fuerte para soportarlo a tu lado, aquella que con solo sonreír detenga tu respiración, que te lleve al borde del precipicio y te tire antes de caer, su voz endulzara tu oído y te darás cuenta de que no hay nadie más como ella, que llena la palabra perfección, esa mi querido príncipe esa será la mujer que debes desposar como tu esposa”
Eso es lo que Manech siempre buscaba en una mujer, pero ninguna había conseguido impresionarlo tanto como la joven que ahora estaba delante de él, aquellos ojos que eran tan bellos pero que una capa de tristeza les mantenía un poco apagados, sus labios rojos cual carmesí que te incitaban a probarles… esa mujer sería con quien él quería envejecer.
Sin embargo él no sabía como hablarle a una mujer, nunca había cruzado más de algunos saludos cordiales con jóvenes casaderas que hacían cualquier cosa por llamar tu atención e intentar convencerte que lo que buscabas estaba en ella, aquellas chicas le habían hecho sentir muchas veces incomodo y un poco confundido, pero ahora mismo su confusión era mayor al oir el veneno puro de las palabras femeninas, un hombre cualquiera hubiera tomado aquellas palabras punzocortantes como un ataque a su ego pero Manech que había sido criado por una mujer que aunque contara cuentos de hadas a su pequeño niño sabía lo que el dolor le había cambiado a lo largo de los años.
– Lo siento si mis palabras parecen genéricas, que solo quiero llevarle a mi cama o si la insulte de algún modo – Manech levantó la mirada buscando la fuerza en su interior para poder mirarla a los ojos y lo que se encontró delante de si mismo fue algo que lo dejo completamente helado… sus ojos eran tan bellos que habían enmudecido al joven Lemming, tragó saliva antes de atreverse a hablarle de nuevo – Lo único que puedo decirle en este momento es que no se quien pudo haberle lastimado de tal modo que necesita una barrera que la aleje de la gente… no todos en este mundo aunque a veces pareciera podrido somos seres crueles y viles –
Manech era un tipo enamorado, deseando encontrar aquella belleza y felicidad absoluta había encontrado a la mujer que podría ser su perdición, la mejor opción era salir huyendo pero aunque pareciera sorprendente se mantuvo en su lugar, si ella deseaba irse entonces él buscaría el modo de volver a encontrarle, ahí frente a Dios juraba que no importaba cuanto le costara él sería capaz de curar las heridas que sangraban internamente en Lili.
Eso es lo que Manech siempre buscaba en una mujer, pero ninguna había conseguido impresionarlo tanto como la joven que ahora estaba delante de él, aquellos ojos que eran tan bellos pero que una capa de tristeza les mantenía un poco apagados, sus labios rojos cual carmesí que te incitaban a probarles… esa mujer sería con quien él quería envejecer.
Sin embargo él no sabía como hablarle a una mujer, nunca había cruzado más de algunos saludos cordiales con jóvenes casaderas que hacían cualquier cosa por llamar tu atención e intentar convencerte que lo que buscabas estaba en ella, aquellas chicas le habían hecho sentir muchas veces incomodo y un poco confundido, pero ahora mismo su confusión era mayor al oir el veneno puro de las palabras femeninas, un hombre cualquiera hubiera tomado aquellas palabras punzocortantes como un ataque a su ego pero Manech que había sido criado por una mujer que aunque contara cuentos de hadas a su pequeño niño sabía lo que el dolor le había cambiado a lo largo de los años.
– Lo siento si mis palabras parecen genéricas, que solo quiero llevarle a mi cama o si la insulte de algún modo – Manech levantó la mirada buscando la fuerza en su interior para poder mirarla a los ojos y lo que se encontró delante de si mismo fue algo que lo dejo completamente helado… sus ojos eran tan bellos que habían enmudecido al joven Lemming, tragó saliva antes de atreverse a hablarle de nuevo – Lo único que puedo decirle en este momento es que no se quien pudo haberle lastimado de tal modo que necesita una barrera que la aleje de la gente… no todos en este mundo aunque a veces pareciera podrido somos seres crueles y viles –
Manech era un tipo enamorado, deseando encontrar aquella belleza y felicidad absoluta había encontrado a la mujer que podría ser su perdición, la mejor opción era salir huyendo pero aunque pareciera sorprendente se mantuvo en su lugar, si ella deseaba irse entonces él buscaría el modo de volver a encontrarle, ahí frente a Dios juraba que no importaba cuanto le costara él sería capaz de curar las heridas que sangraban internamente en Lili.
¿Y si vienes a mis brazos?
¿y si te protejo de todos los males del mundo?
No permitiré que nadie vuelva a sangrar tus heridas,
sanaré cada una de ellas y besaré las cicatrices,
no volverán a recorrer tus ojos lagrimas de dolor…
si quieres llorar, que sea de felicidad
esa es mi maldición.
¿y si te protejo de todos los males del mundo?
No permitiré que nadie vuelva a sangrar tus heridas,
sanaré cada una de ellas y besaré las cicatrices,
no volverán a recorrer tus ojos lagrimas de dolor…
si quieres llorar, que sea de felicidad
esa es mi maldición.
Manech Lemming- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 05/02/2014
Re: Crime of love [Privado]
Amor, dolor, sinceridad, crueldad, ternura, destrucción, no, no veía todo eso junto y mas aun en una balanza, no es que estuviera herida completamente, es que estaba envenenada de ira. Siempre había llenado todo vacío con materialismo, no era de extrañarse, su padre nunca le abrazo, nunca le acaricio los cabellos o se dirigía a ella como ‘princesa’, ella creció en un mundo donde sus deseos eran realidad y ahora se los habían arrebatado y aquello, sin quererlo y quien fuera a decirlo, le daba miedo, era un pánico enorme el que se le atravesaba en el cuerpo ¿Qué clase de palabrería soltaba el otro? Pensaba que solo existía en los libros más cursis que sin duda no se usaban en ninguna parte. ‘Liliac’ es una flor que nunca está sola que está acompañada, es hermosa, pequeña y color blanco pero es sumamente frágil siempre permanece triste, caída pero esa es su naturaleza. Su compañera entonces es color café, se va muriendo por el veneno que la primera desprende, ella se va muriendo pero en cuadro ambas son hermosas. Nuestra Liliac tiene ambos, esos dos lados extraños y retorcidos que pueden salir al ver al caballero que la admira con dulzura mientras lo demás lo han hecho con tristeza y desprecio, la flor que se usa en los funerales, no es mas que eso y sin embargo para alguien como él es la mas hermosa incluso dejando a las rosas completamente celosas.
Siempre escuchó que el hombre con el que se casaría sería alguien de dinero y poder, aquel que la hiciera feliz a base de costosos viajes, regalos y joyas. El amor y los hijos eso podía venir después, aunque el ‘amor’, el concepto que le inculcaron era retorcido.-’El amor es algo que se puede comprar en un aparador’ –Eran las palabras de su madre y ahora a ella se le habían salido con la misma frivolidad pero con un tono tan bajo que esperaba aquel no pudiera escuchar. ¿Era aquel su hombre ideal?, no, para nada pero podría servirle, podría amarrarlo a su lado con facilidad.
-Señor Manech, es gracioso, no estoy herida, soy feliz sin embargo usted es un extraño y bien sabe las reglas; ‘Nunca te fíes de ellos’, ¿Quién me asegura que es en verdad usted así todo el tiempo?, nadie, ¿Cierto?, como una dama debo cuidarme porque como ve estoy completamente sola hablando con un desconocido que puede resultar ser una asesino que engancha a las mujeres con su romanticismo. –Le sonrío y le miró fijamente a los ojos, se acercó y beso su mejilla alzándose un poco. Aquello estaba comenzando a tomar forma. –Por ahora me fiaré de usted. –Susurró en su oído acariciando la piel de su mejilla con la suya. –Debo marcharme. –Deslizó su mano sobre su otra mejilla y después se separó para verlo y dejar que sus dedos recorrieran sus labios, dejando esta caricia ella se dio la vuelta. Debía regresar a la realidad.
Siempre escuchó que el hombre con el que se casaría sería alguien de dinero y poder, aquel que la hiciera feliz a base de costosos viajes, regalos y joyas. El amor y los hijos eso podía venir después, aunque el ‘amor’, el concepto que le inculcaron era retorcido.-’El amor es algo que se puede comprar en un aparador’ –Eran las palabras de su madre y ahora a ella se le habían salido con la misma frivolidad pero con un tono tan bajo que esperaba aquel no pudiera escuchar. ¿Era aquel su hombre ideal?, no, para nada pero podría servirle, podría amarrarlo a su lado con facilidad.
-Señor Manech, es gracioso, no estoy herida, soy feliz sin embargo usted es un extraño y bien sabe las reglas; ‘Nunca te fíes de ellos’, ¿Quién me asegura que es en verdad usted así todo el tiempo?, nadie, ¿Cierto?, como una dama debo cuidarme porque como ve estoy completamente sola hablando con un desconocido que puede resultar ser una asesino que engancha a las mujeres con su romanticismo. –Le sonrío y le miró fijamente a los ojos, se acercó y beso su mejilla alzándose un poco. Aquello estaba comenzando a tomar forma. –Por ahora me fiaré de usted. –Susurró en su oído acariciando la piel de su mejilla con la suya. –Debo marcharme. –Deslizó su mano sobre su otra mejilla y después se separó para verlo y dejar que sus dedos recorrieran sus labios, dejando esta caricia ella se dio la vuelta. Debía regresar a la realidad.
Debería haberte abrazado.
Quería abrazarte para que no te marcharas.
Quería abrazarte para que no te marcharas.
Invitado- Invitado
Re: Crime of love [Privado]
¿Y si te dejo partir te volveré a ver?
¿O es que todo esto ha sido un sueño?
Si fue así no me despiertes jamás.
¿O es que todo esto ha sido un sueño?
Si fue así no me despiertes jamás.
Quiso detenerla pero no se atrevió se limitó a dejar que sus caricias quedaran tatuadas en su piel, que su aroma se impregnara en lo más hondo de su alma y aquellos recuerdos se encargarían de volverlo loco en las noches de soledad, en los momentos de nostalgia cuando la luna descansa en lo más alto del ennegrecido cielo, las estrellas siempre le recordar la belleza de los ojos de su amada y entonces su recuerdo le perseguirá por la eternidad.
Estiro la mano levemente pero no se atrevió a tocarla, como si estuviera faltando al respeto a algo tan puro y bello, su mano se engancho a la tela de su vestido cuando la vio partir, pero justo cuando esperaba el dolor de la ausencia de aquella joven sus palabras retumbaron en sus oídos causando que su corazón latiera con fuerza, sin importarle que le pudiera hacer daño a su dueño de lo rápido que corría… la sonrisa en el rostro del joven Lemming se hizo presente y desde ese momento no volvió a desaparecer…
¿Cuánto tiempo ha pasado desde que la vio aquella vez? ¿días? ¿Semanas? No estaba seguro, pero el tiempo había parecido una eternidad, incluso esa misma noche le costó conciliar el sueño… debía volverla a ver, en aquella puesta de sol se juró así mismo que esa mujer sería la madre de sus hijos, la mujer con la que debía envejecer… la vida entera para Manech, en eso se había convertido aquella extraña.
Pero no era una extraña más, tenía un rostro, un nombre y el recuerdo de un jardín, aun en su mano podía sentir la tela de su vestido desvanecerse entre sus dedos, su mano acariciar sus labios y su mejilla acariciar la propia, no era una extraña… era Lili, la más bella de las flores, la mujer de sus sueños.
- Debo encontrarla… - repetía una y otra vez, no había pensamiento en la cabeza de Manech que no trajera consigo el recuerdo de aquellos labios carmesí, la servidumbre pensaba que había enloquecido... si, tenían toda la razón, había enloquecido de amor… y así pasaban los días, siempre volvía al mismo lugar un par de horas esperando verla de nuevo aunque fuera una vez… solo una vez más.
Se encargó que medio París se enterara que Manech Lemming se encontraba buscando a una joven con el nombre de Lili Moore, si no sabía donde estaba, al menos alguien en París podría comunicarle su mensaje, que le dijera que ninguna de sus palabras había sido una mentira que en verdad daría cualquier cosa por ella y cada vez que estaba a punto de rendirse aquel recuerdo era tan fuerte que la esperanza volvía a renacer.
Estiro la mano levemente pero no se atrevió a tocarla, como si estuviera faltando al respeto a algo tan puro y bello, su mano se engancho a la tela de su vestido cuando la vio partir, pero justo cuando esperaba el dolor de la ausencia de aquella joven sus palabras retumbaron en sus oídos causando que su corazón latiera con fuerza, sin importarle que le pudiera hacer daño a su dueño de lo rápido que corría… la sonrisa en el rostro del joven Lemming se hizo presente y desde ese momento no volvió a desaparecer…
Ahora no estás entre mis brazos mi bella musa
y no puedo evitar extrañarte,
A veces en las noches más frías estoy seguro que puedo sentir tu cuerpo
recostado a un lado mío,
Entonces abro los ojos buscando tu mirada de nuevo
y me doy cuenta de que solo soy un pobre soñador
y no puedo evitar extrañarte,
A veces en las noches más frías estoy seguro que puedo sentir tu cuerpo
recostado a un lado mío,
Entonces abro los ojos buscando tu mirada de nuevo
y me doy cuenta de que solo soy un pobre soñador
¿Cuánto tiempo ha pasado desde que la vio aquella vez? ¿días? ¿Semanas? No estaba seguro, pero el tiempo había parecido una eternidad, incluso esa misma noche le costó conciliar el sueño… debía volverla a ver, en aquella puesta de sol se juró así mismo que esa mujer sería la madre de sus hijos, la mujer con la que debía envejecer… la vida entera para Manech, en eso se había convertido aquella extraña.
Pero no era una extraña más, tenía un rostro, un nombre y el recuerdo de un jardín, aun en su mano podía sentir la tela de su vestido desvanecerse entre sus dedos, su mano acariciar sus labios y su mejilla acariciar la propia, no era una extraña… era Lili, la más bella de las flores, la mujer de sus sueños.
- Debo encontrarla… - repetía una y otra vez, no había pensamiento en la cabeza de Manech que no trajera consigo el recuerdo de aquellos labios carmesí, la servidumbre pensaba que había enloquecido... si, tenían toda la razón, había enloquecido de amor… y así pasaban los días, siempre volvía al mismo lugar un par de horas esperando verla de nuevo aunque fuera una vez… solo una vez más.
Se encargó que medio París se enterara que Manech Lemming se encontraba buscando a una joven con el nombre de Lili Moore, si no sabía donde estaba, al menos alguien en París podría comunicarle su mensaje, que le dijera que ninguna de sus palabras había sido una mentira que en verdad daría cualquier cosa por ella y cada vez que estaba a punto de rendirse aquel recuerdo era tan fuerte que la esperanza volvía a renacer.
y si estoy loco ¿Qué más da?
Si necesito tus besos para respirar
Si necesito tus besos para respirar
Manech Lemming- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 05/02/2014
Re: Crime of love [Privado]
Desde aquel día penetraste mi mundo con tanta facilidad y sin pedir permiso ¿Cómo debería tomar tal acto? Me repito que no es amor, soy dura conmigo misma, es solo ambición y sin embargo mi maldito corazón alberga tus palabras hace que las repita mil veces como si estuviera enamorada pero no quiero caer, no tengo miedo, es cuestión de orgullo y eso me divide el corazón y lo único que quiero es volver a verte Manech, tu quien te has convertido en mi rey, en mi adoración, estos estúpidos versos que se escriben solos, que llevan tu nombre, que me envuelven en tus brazos, estoy fantaseando, mis manos rompen en mil pedazos esas letras, no quiero volver a verlas porque esto a lo que llamas amor yo lo llamo ambición.
Liliac Moore había desaparecido, parecía que la tierra se la había tragado después de que conoció a aquel muchacho del cual sin remedio se había enamorado sin embargo ella lo negaba y se encargaría por todos los medios en dejar ese sentimiento tan banal. Y si no había salido era esa razón, la ropa de aquel día la había ido a dejar alguien más ella simplemente se la pasaba por ahí sin hacer nada, incluso aquellos pequeños encargos de la magia los dejaba de lado, aquel día se encontraba sentada sobre una de las fuentes, esa pequeña y estúpida plaza, destrozada, sin agua, se preguntaba que sería si solo se sincerara con él, si le dijera que le amaba o algo parecido y tan solo que la idea surgiera le daba un asco espeluznante.
Las tardes pasaban, esos anaranjados colores le decían que debía poner en marcha sus planes, que no tenía tiempo que perder debía actuar antes de que la oportunidad se le escapara y si se enamoraba debía ir contra la corriente. Aquellas tardes dejaron de ser tan melancólicas, la lluvia envolvía la ciudad en un color gris, parecía que no había nadie y solo ella poseía el ánimo en alto, se arregló como una dama de sociedad, se puso una capucha color rojo de terciopelo y pidió que uno de sus pocos amigos en ese putrefacto lugar le acompañara, llevaba días planeándolo que aquel simple caballero se había convertido en un guapo príncipe. “Contempla lo que el agua y el jabón pueden lograr” susurraba al acomodarle el atuendo a Damien, sonrió y tomo su mano, ambos caminaban con tranquilidad, él le preguntaba constantemente a ella porque hacía semejantes cosas, porque fingía y ella solo esperaba acercarse al lugar.
Y te contemplo ahí, te espero sin esperar, te busco sin motivo, sin razón, quiero tu corazón no me conformo con un simple lugar dentro de ti, hechizarte, amarrarte a mí, te quiero rendido a mis pies, sin escapatoria, con obsesión en la mirada y deseo en tus caricias. Deséame como si fuera algo prohibido e inalcanzable. Quiero todo de ti aunque no sea amor, quiero aquello que posees, mas allá de lo material, esa bendición que jamás nos separará no importando que lo nuestro sea algo unilateral.
Se paseaba del brazo del elegante caballero que acababa de entrenar, ¿por qué le llevaba? Para causar celos nada mas, sonrío cuando vio que se acercaban a la finca. –Mira querido Damien, ese es el lugar, pronto seré dueña de todo esto. –Susurró con voz y mirada maléfica. Como si aquello fuera algo seguro. Susurraba cosas al oído del ahora ‘sirviente’ que se había conseguido para seguir un poco con el teatrito. –Quiero entrar. –E hizo que el brazo del caballero le guiara de nuevo al lugar, no había nadie, no se había enterado de rumores, no sabía que aquella estaba esperando y ella estaba ahí sin invitación aguardando la llegada de quien sería su futuro marido. Sonrío y se quedó ahí junto al sirviente de tercera esperando, aguardando, quería ver su rostro, quería ver celos y comprobar que lo que sentía era amor verdadero por ella.
Liliac Moore había desaparecido, parecía que la tierra se la había tragado después de que conoció a aquel muchacho del cual sin remedio se había enamorado sin embargo ella lo negaba y se encargaría por todos los medios en dejar ese sentimiento tan banal. Y si no había salido era esa razón, la ropa de aquel día la había ido a dejar alguien más ella simplemente se la pasaba por ahí sin hacer nada, incluso aquellos pequeños encargos de la magia los dejaba de lado, aquel día se encontraba sentada sobre una de las fuentes, esa pequeña y estúpida plaza, destrozada, sin agua, se preguntaba que sería si solo se sincerara con él, si le dijera que le amaba o algo parecido y tan solo que la idea surgiera le daba un asco espeluznante.
Las tardes pasaban, esos anaranjados colores le decían que debía poner en marcha sus planes, que no tenía tiempo que perder debía actuar antes de que la oportunidad se le escapara y si se enamoraba debía ir contra la corriente. Aquellas tardes dejaron de ser tan melancólicas, la lluvia envolvía la ciudad en un color gris, parecía que no había nadie y solo ella poseía el ánimo en alto, se arregló como una dama de sociedad, se puso una capucha color rojo de terciopelo y pidió que uno de sus pocos amigos en ese putrefacto lugar le acompañara, llevaba días planeándolo que aquel simple caballero se había convertido en un guapo príncipe. “Contempla lo que el agua y el jabón pueden lograr” susurraba al acomodarle el atuendo a Damien, sonrió y tomo su mano, ambos caminaban con tranquilidad, él le preguntaba constantemente a ella porque hacía semejantes cosas, porque fingía y ella solo esperaba acercarse al lugar.
Y te contemplo ahí, te espero sin esperar, te busco sin motivo, sin razón, quiero tu corazón no me conformo con un simple lugar dentro de ti, hechizarte, amarrarte a mí, te quiero rendido a mis pies, sin escapatoria, con obsesión en la mirada y deseo en tus caricias. Deséame como si fuera algo prohibido e inalcanzable. Quiero todo de ti aunque no sea amor, quiero aquello que posees, mas allá de lo material, esa bendición que jamás nos separará no importando que lo nuestro sea algo unilateral.
Se paseaba del brazo del elegante caballero que acababa de entrenar, ¿por qué le llevaba? Para causar celos nada mas, sonrío cuando vio que se acercaban a la finca. –Mira querido Damien, ese es el lugar, pronto seré dueña de todo esto. –Susurró con voz y mirada maléfica. Como si aquello fuera algo seguro. Susurraba cosas al oído del ahora ‘sirviente’ que se había conseguido para seguir un poco con el teatrito. –Quiero entrar. –E hizo que el brazo del caballero le guiara de nuevo al lugar, no había nadie, no se había enterado de rumores, no sabía que aquella estaba esperando y ella estaba ahí sin invitación aguardando la llegada de quien sería su futuro marido. Sonrío y se quedó ahí junto al sirviente de tercera esperando, aguardando, quería ver su rostro, quería ver celos y comprobar que lo que sentía era amor verdadero por ella.
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