AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
Naturaleza Peligrosa {Privado}
2 participantes
Página 1 de 1.
Naturaleza Peligrosa {Privado}
No existe nada bueno ni malo; es el pensamiento humano el que lo hace aparecer así.
Las luces de los quinqués pasan frente a los ojos de la vampiresa como estrellas fugaces, destellantes y eclécticas, desde que era una criatura de la oscuridad la vida había adquirido una nueva perspectiva, todo se miraba más vivo que nunca, sus ojos se emocionaban por las luces danzantes y melodiosas que emitían cada cosa que apreciaba, su pasión por la pintura era más excitante que nunca, los colores, las texturas, las formas, sus contornos todo parecía apreciarse desde un punto tridimensional, como si encontrara el trasfondo en cada pequeña cosa que no podía apreciar durante su vida de humana, tenía miles de ideas para plasmar en el lienzo, incluso la luz de una pequeña luciérnaga le era fascinante, como un sol en movimiento que se mueve a través de sus penumbras, el galopeo de los caballos retumbaba dentro de su cabeza, su oído estaba extasiado, el murmullo de las personas parecía el cantar lejano de una plaga de insectos que infestan un maizal, entre ese murmullo tan ensordecedor escuchaba el palpitar de los corazones, sentía que las venas palpitaban bajo su delgada y pálida piel, sus instintos la llamaban para que se bajara del carruaje en algún punto solitario y buscara un alma penante, dejar que sus colmillos virulentos se clavaran en aquella piel tan tersa y se tiñeran de rojo carmesí, sus ojos se encenderían como dos bolas de fuego en medio de la noche tan fresca que cobijaba a París afuera, pero ella aún seguía renuente a alimentarse de un humano, cuando habían pasado dos, tres días como máximo salía a las calles para buscar un gato o una ardilla en las cercanías del bosque, llevaba a la criatura indefensa a la mansión donde vivía con su creador y les cortaba el cuello, vaciando aquel liquido tan revitalizante en un vaso, durante ese momento el calor volvía a su cuerpo, la garganta se le abría y el ardor en su estomago se apaciguaba, la sangre animal se enfriaba tan rápido y su efecto no duraba mucho tiempo, tal vez ella no se miraba tan revitalizada como otro vampiros pero esa táctica la ayudaba a seguir con vida, porque a pesar de estar en una lucha para abandonar esta inmunda eternidad quería encontrarle sentido a su nueva naturaleza, se rió de sus retorcidos pensamientos y la palabra eternidad le sonó como una palabra tan vacía y arrogante ¿qué es lo que en verdad significa la palabra eternidad? Para ella era tan poco excitante saber que iba a vagar por la vida, por el mundo en medio de las sombras, buscando algo para saciarse y peor aún su pesadilla de matar a un inocente para sobrevivir la atormentaba, algo muy en su interior le decía que no siempre los gatos y ardillas iban a estar a su disposición para hacerla sentir mejor, su piel estaba más delgada de lo normal, la sangre animal no era de mucha utilidad, incluso sus pómulos sobresalían más de lo normal, aún así todavía no aparentaba ser un cadáver en vida, cerró los ojos y tomó una inhalación profunda innecesaria, no necesitaba el aire que le ayuda a vivir a los humanos, frotaba sus manos, pero era debido a la emoción, se dirigía a recoger un pedido que había ordenado de algunos lienzos que eran traídos desde Alemania, el material que usaban para hacerlos era de alta calidad y a la hora de expresar sus palabras a través de colores le gustaba usarlo mejor, finalmente el carruaje se detuvo frente a la tienda, el cochero le abrió la puerta y ella se sintió un tanto incomoda, no le gustaba este tipo de atenciones, miro a todos lados, el rozar de la sangre por las arterias de los cuerpos que se paseaban de un lado para otro a su alrededor la aturdía, sino fuera porque momentos atrás había bebido sangre de una ardilla quizás su hambre la hubiera cegado y hubiera seducido a cualquier transeúnte para alimentarse de él, le indico al cochero que la esperara que no tardaría en salir, se encaminó hacia la entrada de la tienda, su vestido azul cielo de manta ligera con algunos encajes en los dobladillos del corte que le llegaba hasta un poco por encima de la rodilla se mecía con el aire fresco primaveral, algunas mujeres andaban con abrigos sabía que durante las noches la temperatura bajaba y podría hacer titiritar a los seres de sangre caliente que abundaban a su alrededor pero ella no sentía nada, ni el frío ni el calor hacían estremecer a su delgado cuerpo, entró a la tienda y no habían muchas personas, quizás tres o cuatro ocupantes dispersos en los mostradores decidiéndose entre opciones de pinturas, lienzos o caballetes, el dueño de la tienda iba saliendo de la bodega del fondo cuando la miro, una sonrisa se cinceló en su regordete rostro y caminó hacia ella, ella le devolvió la sonrisa con total amabilidad, el hombre era el que le vendía los productos que Leer usaba para desahogarse, siempre había sido así desde su regreso a París –Hola Amelia- dijo aquel hombre alto y bastante pesado, le tomó de la mano y besó su dorso –Hace frío ¿no?- ella arqueó una ceja y sonrió con humor, había notado su piel como tempano de hielo, abrazó su mano con la otra y asintió –Es una noche fría Florent- se pasó las manos por los brazos desnudos y se encogió de hombros como si estuviera dándose calor –Debiste usar un abrigo o algo- ella negó con una sonrisa –No te preocupes, solo vengo por el pedido y de inmediato regreso a la mansión para meterme bajo las sabanas- inspeccionó la tienda en busca de lo que había venido a buscar -¿Y dime ya están aquí? muero por ver a mis bebés- él asintió –Claro llegaron esta mañana- el hombre le dio una indicación a uno de los trabajadores indicándole que trajera los lienzos –¿Quieres algo de beber? ¿Un té tal vez?- la vampiresa centró su atención en el cuello del sujeto y pensó –Sedienta de ti querido Florent pero no esta noche, ninguna noche- negó –No gracias, sabes que mis visitas no duran mucho, no te molestes estoy bien- sonrió con picardía porque lo que deseaba lo tenía enfrente, con sus mejillas tan rosadas como ciruelas que cuelgan todavía del árbol, brillantes y suculentas, de inmediato el joven junto con otros dos aparecieron, traían en las manos los paquetes de lienzos, Leer los miró y no aguantaba la ansiedad por abrirlos y salpicarlos con colores vivos y chillones, de inmediato pagó al hombre por el producto –¿Cuándo podré volver a ver una de tus obras Amelia? La ultima que me enseñaste me gustó mucho, sabes que me fascinan los colores que usas y tus ideas tan tridimensionales y centradas en la naturalidad amable y oscura de las personas, eres muy buena- ella mordió su sonrisa, pero internamente quería ponerle la mano en los labios y hacerlo callar, odiaba los halagaos, no los necesitaba, no necesitaba que le dijeran mediante susurros dulces lo que habían visto a veces las palabras no son necesarias para decir lo que se desea, se cruzo de brazos y le vio directamente a los ojos –Si estás dispuesto a posar para mí sin ninguna ropa Florent estaré encantada de mostrarte otra de mis pinturas, hasta te la podrás llevar a tu casa para que la luzcas frente a tus invitados- él soltó una carcajada, Leer solo se limitó a verlo con una sonrisa cínica –Sabes que no tengo cuerpo de modelo Amelia- ella dejo caer los brazos de manera fastidiada –¿Y eso qué? No busco belleza superficial, cuando pintó personas desnudas lo que me importan es su forma, su color, textura, imperfecciones, el contorno de su cuerpo- dijo lo ultimo mediante un susurro, le fascinaba escuchar cómo se aceleraba el pequeño corazón de la persona, era como si estuviera despierta y soñando con beber sangre, el hombre se ruborizó, ese mar rojo se había quedado estancado en esos dos pozos profundos y carnosos –Pueda que algún día lo haga- ella se mordió el labio –Esperare ansiosa Florent- suspiro –Ya es tarde debo irme, todavía tengo muchas cosas que hacer- él asintió y le quiso dar un beso en la mano, pero Leer solo se limitó a darle una pequeña palmadita en el hombro, no quería más contacto humano que tentara a sus instintos.
Salió de la tienda seguida por los tres hombres, les indicó que metieran los lienzos en el carruaje, estos acataron la orden pero estaban teniendo problemas, de inmediato ella se puso nerviosa un tanto irritada, no les perdonaría si les hacían algo -¡Con cuidado por favor!- se exaltó un poco al ver como uno de ellos chocaba con los marcos de la puerta del carruaje en su intento de meter aquel manto blanco, el chico la miró con pena –Disculpe Mademoiselle- la vampiresa se llevo las manos al cabello y lo miro con preocupación –Solo… solo ten cuidado- él asintió, cerró los ojos para no ver y explotar en furia si quebraban su material, retrocedió un poco y de repente chocó contra algo o alguien, volteó de manera instintiva y alzo sus ojos, miro a un hombre bastante bien parecido, alto sus ojos oscuros brillaban por la luz del quinqué que iluminaba la calle, frunció el ceño –Disculpe Chevalier- no se sentía como cuando era tocada o se topaba con un humano, pero tampoco se sentía como cuando estaba frente a un vampiro, le sostuvo la mirada durante un momento meditando en eso que estaba percibiendo, tenía algo que le atraía, como un imán, era debido a eso, la curiosidad que la caracterizaba y su perseverancia hasta saber de que trataba pero debajo de todo ese porte y elegancia, esa apariencia tan exquisita a la vista había algo que le parecía peligroso y aquí estaba comenzando el juego para ella, el peligro era el incentivo para sus emociones y este hombre que tenía enfrente le había inquietado, estaría dispuesta a comportarse como una humana común y corriente por saber que era lo que ocultaba, rogando al cielo que su hambre no despertara si es que llegaba a cruzar unas palabras con él.
William Shakespeare
Las luces de los quinqués pasan frente a los ojos de la vampiresa como estrellas fugaces, destellantes y eclécticas, desde que era una criatura de la oscuridad la vida había adquirido una nueva perspectiva, todo se miraba más vivo que nunca, sus ojos se emocionaban por las luces danzantes y melodiosas que emitían cada cosa que apreciaba, su pasión por la pintura era más excitante que nunca, los colores, las texturas, las formas, sus contornos todo parecía apreciarse desde un punto tridimensional, como si encontrara el trasfondo en cada pequeña cosa que no podía apreciar durante su vida de humana, tenía miles de ideas para plasmar en el lienzo, incluso la luz de una pequeña luciérnaga le era fascinante, como un sol en movimiento que se mueve a través de sus penumbras, el galopeo de los caballos retumbaba dentro de su cabeza, su oído estaba extasiado, el murmullo de las personas parecía el cantar lejano de una plaga de insectos que infestan un maizal, entre ese murmullo tan ensordecedor escuchaba el palpitar de los corazones, sentía que las venas palpitaban bajo su delgada y pálida piel, sus instintos la llamaban para que se bajara del carruaje en algún punto solitario y buscara un alma penante, dejar que sus colmillos virulentos se clavaran en aquella piel tan tersa y se tiñeran de rojo carmesí, sus ojos se encenderían como dos bolas de fuego en medio de la noche tan fresca que cobijaba a París afuera, pero ella aún seguía renuente a alimentarse de un humano, cuando habían pasado dos, tres días como máximo salía a las calles para buscar un gato o una ardilla en las cercanías del bosque, llevaba a la criatura indefensa a la mansión donde vivía con su creador y les cortaba el cuello, vaciando aquel liquido tan revitalizante en un vaso, durante ese momento el calor volvía a su cuerpo, la garganta se le abría y el ardor en su estomago se apaciguaba, la sangre animal se enfriaba tan rápido y su efecto no duraba mucho tiempo, tal vez ella no se miraba tan revitalizada como otro vampiros pero esa táctica la ayudaba a seguir con vida, porque a pesar de estar en una lucha para abandonar esta inmunda eternidad quería encontrarle sentido a su nueva naturaleza, se rió de sus retorcidos pensamientos y la palabra eternidad le sonó como una palabra tan vacía y arrogante ¿qué es lo que en verdad significa la palabra eternidad? Para ella era tan poco excitante saber que iba a vagar por la vida, por el mundo en medio de las sombras, buscando algo para saciarse y peor aún su pesadilla de matar a un inocente para sobrevivir la atormentaba, algo muy en su interior le decía que no siempre los gatos y ardillas iban a estar a su disposición para hacerla sentir mejor, su piel estaba más delgada de lo normal, la sangre animal no era de mucha utilidad, incluso sus pómulos sobresalían más de lo normal, aún así todavía no aparentaba ser un cadáver en vida, cerró los ojos y tomó una inhalación profunda innecesaria, no necesitaba el aire que le ayuda a vivir a los humanos, frotaba sus manos, pero era debido a la emoción, se dirigía a recoger un pedido que había ordenado de algunos lienzos que eran traídos desde Alemania, el material que usaban para hacerlos era de alta calidad y a la hora de expresar sus palabras a través de colores le gustaba usarlo mejor, finalmente el carruaje se detuvo frente a la tienda, el cochero le abrió la puerta y ella se sintió un tanto incomoda, no le gustaba este tipo de atenciones, miro a todos lados, el rozar de la sangre por las arterias de los cuerpos que se paseaban de un lado para otro a su alrededor la aturdía, sino fuera porque momentos atrás había bebido sangre de una ardilla quizás su hambre la hubiera cegado y hubiera seducido a cualquier transeúnte para alimentarse de él, le indico al cochero que la esperara que no tardaría en salir, se encaminó hacia la entrada de la tienda, su vestido azul cielo de manta ligera con algunos encajes en los dobladillos del corte que le llegaba hasta un poco por encima de la rodilla se mecía con el aire fresco primaveral, algunas mujeres andaban con abrigos sabía que durante las noches la temperatura bajaba y podría hacer titiritar a los seres de sangre caliente que abundaban a su alrededor pero ella no sentía nada, ni el frío ni el calor hacían estremecer a su delgado cuerpo, entró a la tienda y no habían muchas personas, quizás tres o cuatro ocupantes dispersos en los mostradores decidiéndose entre opciones de pinturas, lienzos o caballetes, el dueño de la tienda iba saliendo de la bodega del fondo cuando la miro, una sonrisa se cinceló en su regordete rostro y caminó hacia ella, ella le devolvió la sonrisa con total amabilidad, el hombre era el que le vendía los productos que Leer usaba para desahogarse, siempre había sido así desde su regreso a París –Hola Amelia- dijo aquel hombre alto y bastante pesado, le tomó de la mano y besó su dorso –Hace frío ¿no?- ella arqueó una ceja y sonrió con humor, había notado su piel como tempano de hielo, abrazó su mano con la otra y asintió –Es una noche fría Florent- se pasó las manos por los brazos desnudos y se encogió de hombros como si estuviera dándose calor –Debiste usar un abrigo o algo- ella negó con una sonrisa –No te preocupes, solo vengo por el pedido y de inmediato regreso a la mansión para meterme bajo las sabanas- inspeccionó la tienda en busca de lo que había venido a buscar -¿Y dime ya están aquí? muero por ver a mis bebés- él asintió –Claro llegaron esta mañana- el hombre le dio una indicación a uno de los trabajadores indicándole que trajera los lienzos –¿Quieres algo de beber? ¿Un té tal vez?- la vampiresa centró su atención en el cuello del sujeto y pensó –Sedienta de ti querido Florent pero no esta noche, ninguna noche- negó –No gracias, sabes que mis visitas no duran mucho, no te molestes estoy bien- sonrió con picardía porque lo que deseaba lo tenía enfrente, con sus mejillas tan rosadas como ciruelas que cuelgan todavía del árbol, brillantes y suculentas, de inmediato el joven junto con otros dos aparecieron, traían en las manos los paquetes de lienzos, Leer los miró y no aguantaba la ansiedad por abrirlos y salpicarlos con colores vivos y chillones, de inmediato pagó al hombre por el producto –¿Cuándo podré volver a ver una de tus obras Amelia? La ultima que me enseñaste me gustó mucho, sabes que me fascinan los colores que usas y tus ideas tan tridimensionales y centradas en la naturalidad amable y oscura de las personas, eres muy buena- ella mordió su sonrisa, pero internamente quería ponerle la mano en los labios y hacerlo callar, odiaba los halagaos, no los necesitaba, no necesitaba que le dijeran mediante susurros dulces lo que habían visto a veces las palabras no son necesarias para decir lo que se desea, se cruzo de brazos y le vio directamente a los ojos –Si estás dispuesto a posar para mí sin ninguna ropa Florent estaré encantada de mostrarte otra de mis pinturas, hasta te la podrás llevar a tu casa para que la luzcas frente a tus invitados- él soltó una carcajada, Leer solo se limitó a verlo con una sonrisa cínica –Sabes que no tengo cuerpo de modelo Amelia- ella dejo caer los brazos de manera fastidiada –¿Y eso qué? No busco belleza superficial, cuando pintó personas desnudas lo que me importan es su forma, su color, textura, imperfecciones, el contorno de su cuerpo- dijo lo ultimo mediante un susurro, le fascinaba escuchar cómo se aceleraba el pequeño corazón de la persona, era como si estuviera despierta y soñando con beber sangre, el hombre se ruborizó, ese mar rojo se había quedado estancado en esos dos pozos profundos y carnosos –Pueda que algún día lo haga- ella se mordió el labio –Esperare ansiosa Florent- suspiro –Ya es tarde debo irme, todavía tengo muchas cosas que hacer- él asintió y le quiso dar un beso en la mano, pero Leer solo se limitó a darle una pequeña palmadita en el hombro, no quería más contacto humano que tentara a sus instintos.
Salió de la tienda seguida por los tres hombres, les indicó que metieran los lienzos en el carruaje, estos acataron la orden pero estaban teniendo problemas, de inmediato ella se puso nerviosa un tanto irritada, no les perdonaría si les hacían algo -¡Con cuidado por favor!- se exaltó un poco al ver como uno de ellos chocaba con los marcos de la puerta del carruaje en su intento de meter aquel manto blanco, el chico la miró con pena –Disculpe Mademoiselle- la vampiresa se llevo las manos al cabello y lo miro con preocupación –Solo… solo ten cuidado- él asintió, cerró los ojos para no ver y explotar en furia si quebraban su material, retrocedió un poco y de repente chocó contra algo o alguien, volteó de manera instintiva y alzo sus ojos, miro a un hombre bastante bien parecido, alto sus ojos oscuros brillaban por la luz del quinqué que iluminaba la calle, frunció el ceño –Disculpe Chevalier- no se sentía como cuando era tocada o se topaba con un humano, pero tampoco se sentía como cuando estaba frente a un vampiro, le sostuvo la mirada durante un momento meditando en eso que estaba percibiendo, tenía algo que le atraía, como un imán, era debido a eso, la curiosidad que la caracterizaba y su perseverancia hasta saber de que trataba pero debajo de todo ese porte y elegancia, esa apariencia tan exquisita a la vista había algo que le parecía peligroso y aquí estaba comenzando el juego para ella, el peligro era el incentivo para sus emociones y este hombre que tenía enfrente le había inquietado, estaría dispuesta a comportarse como una humana común y corriente por saber que era lo que ocultaba, rogando al cielo que su hambre no despertara si es que llegaba a cruzar unas palabras con él.
Leer Kruspe- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 105
Fecha de inscripción : 27/11/2013
Localización : Paris, Francia
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Naturaleza Peligrosa {Privado}
El juego es un aprendizaje de la naturaleza misma de la vida que está en juego con el azar, con el alea.
Edgar Morin
Esa noche había abandonado su hogar en búsqueda de un collar que necesitaba para el baile de presentación al cual llevaría a Corinne. El vestido de ella y el traje del inquisidor ya estaban listos, también hablaron debidamente de como se darían las explicaciones sobre la forma en que se habían conocido y como es que decidieron comprometerse. Sabía de sobra que las personas que conocía y quienes creían ser cercanas a él, hablarían sobre la manera tan acelerada en que se estaba dando la situación en general pero para Astor, las cosas debían ser de esa manera o no ser jamás. Lo triste del asunto para él estaba en el hecho de que ya le era imposible no estar pensando siempre en Corinne, se había perdido al estar tanto tiempo cerca de ella.
Rió mientras iba caminando observando las joyerías, ahí estaba una de sus notorios cambios relacionados con aquella loba. Antes hubiese enviado a alguien más para ir a conseguir un simple collar, pero ahora, estaba buscando el que fuese perfecto para aquel delicado cuello, uno que hiciera que los ojos de su prometida resaltaran y que no robara demasiado la atención de su belleza.
No fue hasta que ya estaba por darse por vencido cuando encontró el collar perfecto y sin dudarlo ni un segundo entro en aquella joyería para salir segundos después con una pequeña cajita que ocultaba en su chaqueta; una sonrisa de satisfacción se dibujo en sus labios y soltó un enorme suspiro, al fin había logrado su cometido y ahora, no existía nada más que debiera hacer por aquellas tiendas. A pesar de que su cometido había estado cumplido y aparentemente como un capricho del destino, Astor no se dirigió hacia donde estaba su carruaje, sino que avanzo por el lado contrario a donde se encontraba y se dejo llevar por las luces tenues de cada una de las tiendas que permanecían abiertas, los faroles que iluminaban las callejuelas y las personas aún estando despreocupadas por esos lugares. En determinados momentos se cuestionaba sobre la manea en que las personas se exponían a si mismas a los monstruos que rondaban por la oscuridad de la noche; pero justo como él antes de que su maldición le fuera concedida, debían de pensar que eran nada más que cuentos, alucinaciones de unos cuantos que trataban de mantener a todos fuera de las calles. Que ingenuos eran los humanos comunes, pero era mejor que vivieran así; él hubiese preferido que Corinne viviera como todos ellos. Un suspiro fluyó de sus labios, Astor dejaba ir la culpa que sentía en esos momentos con aquella exhalación pero para esa noche las culpas y las ideas de un cambio debían esperar. Su cuerpo fue golpeado por alguien y un gruñido de molestia se ahogo en su garganta solo para observar a quien tan educadamente se disculpaba.
Sus ojos fueron hasta los femeninos y sonrío de manera burlona. No era necesario que le mirara para darse cuenta de que era una vampiresa, el olor de ella la delataba y por la manera en que había terminado topando con él, no debía ser una vampira muy experimentada, dedujo entonces que no llevaba mucho tiempo siendo de aquella manera. Era una lastima, si se le veía bien, era bastante atractiva pero mucho de su encanto, incluso de aquel que era brindado por la inmortalidad se veía seriamente disminuido por la evidente falta de alimentación. Lo bueno de llevar años en la inquisición era que se podían notar cosas como aquellas fácilmente, después de ver tanto, era complicado saltar las cosas evidentes de los sobrenaturales.
– Descuide, ha sido mi culpa. Pensé que debido a su condición podría esquivarme fácilmente pero me he equivocado – si bien no había ido hasta allá para terminar con la vida de ningún sobrenatural, ahora que veía a esa joven quizás lo mejor fuera hacerle un favor y terminar asesinandola, igual, tarde o temprano terminarían cazandole y que mejor que hacerlo él mismo en esos instantes. Lo malo era que debido a su débil condición no le daría mucha pelea. Se acerco un poco más a ella, lo suficiente como para poder susurrarle – Deberías alimentarte más… vampira – acarició cada una de las letras de la ultima palabra, se deleitaba de ello – porque nunca sabes cuando puedes encontrarte con alguien que desee asesinarte – se separo de ella – es solo un comentario, ya que alguien tan torpe no aguantara mucho y mucho menos cuando se topan conmigo – le dedico una enorme sonrisa llena de la superioridad que le caracterizaba. Aquella vampiresa había buscado la peor noche para salir de su escondite y él, el mejor camino que pudo haber tomado.
Edgar Morin
Esa noche había abandonado su hogar en búsqueda de un collar que necesitaba para el baile de presentación al cual llevaría a Corinne. El vestido de ella y el traje del inquisidor ya estaban listos, también hablaron debidamente de como se darían las explicaciones sobre la forma en que se habían conocido y como es que decidieron comprometerse. Sabía de sobra que las personas que conocía y quienes creían ser cercanas a él, hablarían sobre la manera tan acelerada en que se estaba dando la situación en general pero para Astor, las cosas debían ser de esa manera o no ser jamás. Lo triste del asunto para él estaba en el hecho de que ya le era imposible no estar pensando siempre en Corinne, se había perdido al estar tanto tiempo cerca de ella.
Rió mientras iba caminando observando las joyerías, ahí estaba una de sus notorios cambios relacionados con aquella loba. Antes hubiese enviado a alguien más para ir a conseguir un simple collar, pero ahora, estaba buscando el que fuese perfecto para aquel delicado cuello, uno que hiciera que los ojos de su prometida resaltaran y que no robara demasiado la atención de su belleza.
No fue hasta que ya estaba por darse por vencido cuando encontró el collar perfecto y sin dudarlo ni un segundo entro en aquella joyería para salir segundos después con una pequeña cajita que ocultaba en su chaqueta; una sonrisa de satisfacción se dibujo en sus labios y soltó un enorme suspiro, al fin había logrado su cometido y ahora, no existía nada más que debiera hacer por aquellas tiendas. A pesar de que su cometido había estado cumplido y aparentemente como un capricho del destino, Astor no se dirigió hacia donde estaba su carruaje, sino que avanzo por el lado contrario a donde se encontraba y se dejo llevar por las luces tenues de cada una de las tiendas que permanecían abiertas, los faroles que iluminaban las callejuelas y las personas aún estando despreocupadas por esos lugares. En determinados momentos se cuestionaba sobre la manea en que las personas se exponían a si mismas a los monstruos que rondaban por la oscuridad de la noche; pero justo como él antes de que su maldición le fuera concedida, debían de pensar que eran nada más que cuentos, alucinaciones de unos cuantos que trataban de mantener a todos fuera de las calles. Que ingenuos eran los humanos comunes, pero era mejor que vivieran así; él hubiese preferido que Corinne viviera como todos ellos. Un suspiro fluyó de sus labios, Astor dejaba ir la culpa que sentía en esos momentos con aquella exhalación pero para esa noche las culpas y las ideas de un cambio debían esperar. Su cuerpo fue golpeado por alguien y un gruñido de molestia se ahogo en su garganta solo para observar a quien tan educadamente se disculpaba.
Sus ojos fueron hasta los femeninos y sonrío de manera burlona. No era necesario que le mirara para darse cuenta de que era una vampiresa, el olor de ella la delataba y por la manera en que había terminado topando con él, no debía ser una vampira muy experimentada, dedujo entonces que no llevaba mucho tiempo siendo de aquella manera. Era una lastima, si se le veía bien, era bastante atractiva pero mucho de su encanto, incluso de aquel que era brindado por la inmortalidad se veía seriamente disminuido por la evidente falta de alimentación. Lo bueno de llevar años en la inquisición era que se podían notar cosas como aquellas fácilmente, después de ver tanto, era complicado saltar las cosas evidentes de los sobrenaturales.
– Descuide, ha sido mi culpa. Pensé que debido a su condición podría esquivarme fácilmente pero me he equivocado – si bien no había ido hasta allá para terminar con la vida de ningún sobrenatural, ahora que veía a esa joven quizás lo mejor fuera hacerle un favor y terminar asesinandola, igual, tarde o temprano terminarían cazandole y que mejor que hacerlo él mismo en esos instantes. Lo malo era que debido a su débil condición no le daría mucha pelea. Se acerco un poco más a ella, lo suficiente como para poder susurrarle – Deberías alimentarte más… vampira – acarició cada una de las letras de la ultima palabra, se deleitaba de ello – porque nunca sabes cuando puedes encontrarte con alguien que desee asesinarte – se separo de ella – es solo un comentario, ya que alguien tan torpe no aguantara mucho y mucho menos cuando se topan conmigo – le dedico una enorme sonrisa llena de la superioridad que le caracterizaba. Aquella vampiresa había buscado la peor noche para salir de su escondite y él, el mejor camino que pudo haber tomado.
Astor Gray- Condenado/Licántropo/Clase Alta
- Mensajes : 232
Fecha de inscripción : 22/04/2013
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Naturaleza Peligrosa {Privado}
Lo que hacemos por nosotros mismos muere con nosotros, lo que hacemos por los demás y por el mundo permanece y es inmortal.
Albert Pike
Corazones danzantes, amaranto ardiente, la respiración rítmica de la presa es una dulzura, melodía que le seduce los oídos a la vampiresa ¿Hasta cuándo lo soportaría? ¿Hasta cuando se negaría a su nueva condición? Leer sabía muy bien que necesitaba sangre humana para que todo aquello que representaba el vampirismo fuera pulido de manera correcta después de todo lo sabía mucho antes de ser vampiresa, se había empezado a entrenar como cazadora desde los 15 años junto a aquel hombre que fue el primero y sigue siendo el único al que ha amado tan intensamente que el solo recordar su rostro le ardía la piel, aquel cazador experimentado, aquel cazador que le había enseñado a no tener piedad cuando se trataba de asesinar vampiros o algún otro infortunado que quisiera hacerle daño, pero ya no, esto ya se escapaba de aquellos recuerdos, estos tendrían que ser nuevos recuerdos que trazara en su eternidad dolorosa, porque para ella el hecho de tener que ser una criatura amante de la oscuridad era una tortura por veces, su conversión no había sido algo voluntario y prácticamente aquel ser que le había concedido esto tenía que obligarla a acatar su ordenes, sonrió para sí misma sin importarle que el caballero que estaba al frente notara ese humor misterioso, ella sabía que su actitud no era un terrón de miel, era difícil de tratar y una cínica en su máxima expresión, rápidamente frunció el ceño para despabilarse de esos pensamientos y volvió a tomar una actitud seria y fría, todavía estaba aquella zozobra que le hacía palpitar las sienes se preguntó por qué el estar parada frente a él le causaba un poco de repulsión, era algo difícil de explicar porque Leer no contaba con suficiente practica de sus habilidades con su creador, su actitud tozuda no era algo que le ayudara a aquel hombre en su misión, pero ella no quería aceptarlo, no estaba dentro de su actitud , simplemente se rehusaba a verlo como una figura de autoridad pensó -¿Qué rayos es esto? ¿Qué es lo que eres? ¿Por qué me siento incomoda frente a ti? ¡Lo voy a descubrir!- cuando ella escuchó que él le musitaba aquello acerca de su condición todo se detuvo, su expresión se volvió sorprendida ¿Cómo lo supo? ¿Él también sentía toda aquella incomodidad? Inhaló profundamente dándose en ese momento cuenta de un olor peculiar, un olor que no le agradaba en lo absoluto, no se parecía a ningún olor que antes haya percibido ¡se sentía aturdida y molesta! Miró por encima de su hombro hacia los jóvenes metiendo los lienzos al carruaje, frunció el ceño con firmeza y decidió no darle el gusto de verle anonadada, sonrió de lado y alzó la barbilla de nuevo hacia él, viéndole a los ojos con expresión inescrutable –No necesito consejos acerca de alimentarme- le miró de pies a cabeza –Sea lo que sea que eres no me intimidas- la actitud caprichosa estaba saliendo a la luz, su actitud grosera era algo que no se hacía del rogar cuando se trataba de escuchar consejos acerca de cómo llevar su vida, eso era algo que solo ella decidía y no necesitaba las palabras de alguien externo y mucho menos desconocido, no retrocedió ni un centímetro cuando miró que se le acercó se cruzó de brazos y sonrió burlonamente tomando toda una pose de niña malcriada sin verle a los ojos y mirando a los demás pasar –La que puede asesinarte hablador soy yo- pensó, no era una vampiresa neófita común y corriente su vida como cazadora le daba algo extra, negó suspirando y viendo al cielo –¿Asesinarme?- susurró con burla, alzó una ceja –No chevalier el que debería tener cuidado es usted- se inclinó hacia arriba susurrándole cerca del oído pero manteniendo una distancia no tan intima –No amenaces que las palabras se las lleva el viento iluso- se separó sonriendo de lado y viéndole a los ojos con altanería –Mira que tropezarme contigo ha sido una verdadera molestia- de un momento a otro el llamado de la sangre la aturdió, el demonio estaba gritando desesperado dentro de ella que lo convirtiera en su presa tragó pesado y se tranquilizó.
En cada momento lo desafiaba con la mirada esperando un mínimo movimiento para quebrarle las muñecas y luego alzarse sobre su cabeza partiéndole el cuello o metiéndole la mano en el tórax para sacar aquello que le daba vida, su tamaño era imponente junto al de ella pero tenía ciertas habilidades no solo sobrenaturales que ella poseía a diferencia de él ¿Era ventajoso? Aunque aún no se había alimentado de humanos la presa que hace poco había consumido le daba suficiente fuerza como para darle una lección y es que esa actitud altanera la irritaba y la divertía, quería jugar, pero luego se detuvo no podía cometer un acto tan imprudente frente a todas esas personas, no podía dejar a la vista lo que era con tantos murmullos y seres mortales, escuchó la voz del cochero –Señorita Amelia ya está todo listo- ella gruñó bajo y le vio de reojo –Vete a la mansión me regresaré por mi propia cuenta- no escuchaba ni un solo murmullo del hombre pero aún le sentía cerca –¿Qué esperas?- alzó la voz –Déjame sola tampoco soy una niña, al sacar esos lienzos ten cuidado y ni una palabra de esto al señor- se giró y le miró con dureza -¿Entendido?- él bajó la cabeza y asintió retirándose, lo siguió con la mirada hasta que se fue y la dejo con el hombre, sonrió y le volvió a ver –Entonces ¿en qué estábamos?- se llevó el dedo a un lado de la boca y miró hacia arriba -¡Ah sí! Hablábamos sobre que era torpe y tú eras toda una figura atemorizante- soltó una risita –Mmm no veo nada de atemorizante en ti- se encogió de hombros –Pero no te juzgo yo también sueño despierta por veces y no se puede hacer ver a las personas lo que ellas mismas no ven, si te gusta considerarte atemorizante bien por ti, solo que ten cuidado no será bueno cuando caigas en la realidad- sonrió de lado con la vista sombría -Además estás en tu noche de suerte porque tengo ansias por volver a jugar con todo aquel que represente un peligro o en tu caso una molestia para mí- se giró rondando al hombre -¿Qué eres eh?- se acercó a su oído desde atrás –Porque ni humano ni vampiro presiento que puedas ser- soltó otra pequeña risita en su oído y le pasó el dedo por los hombros -¿Quieres matarme?- caminó alejándose de él hacia una zona menos transitada para mostrarle con quien se estaba metiendo, se detuvo girándose y soltando un susurró al vacio -¿Qué esperas o ya te arrepentiste?- se burló de él y siguió caminando sonreía con complicidad y acariciando sus pequeños colmillos con la punta de la lengua, sentía sus cuecas oculares arder a lo que bufó, si quería que la situación se tornara hostil no dudaría en darle el gusto sobre todo porque si la tentaba más de la cuenta se convertiría en su primer cena y era algo oportuno porque Leer estaba realmente famélica y entusiasmada.
Leer Kruspe- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 105
Fecha de inscripción : 27/11/2013
Localización : Paris, Francia
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Naturaleza Peligrosa {Privado}
El mundo no perece por los bandidos y los incendios, sino por el odio, la hostilidad, y todas estas pequeñas rencillas.
Antón Pávlovich Chéjov
Los vampiros siempre daban aquel aire de superioridad hasta cuando eran tan torpes y mal alimentados como aquella chiquilla que estaba frente a él. Deseo en alguna parte de su ser que se hubiera alimentado más de algún grupo de humanos, de esa manera, si es que decidía asesinarla era probable que le diera más pelea y diversión que en esos momentos. Asesinar a inmortales así de débiles y hasta cierto punto tontos, era un desperdicio de fuerza y tiempo. Los ojos de Astor se deslizaban por la silueta femenina, cuestionando a él mismo la manera más interesante de terminar con ella. Era definitivo que en aquellas calles no podría hacer gran cosa, pero le era increíblemente sencillo ingeniarselas de alguna manera solo para divertirse con la vampiresa; quizás seguir su rastro hasta algún lugar mucho más solitario y entonces atacar el carruaje en el que iba, para de esa manera terminar no solo con ella sino indagar en los sirvientes que le acompañaban acerca del lugar de residencia de la criatura aquella, con la esperanza de que eso, le llevara hasta quien había creado semejante inutilidad.
Ante la ligera cara de desconcierto que fue capaz de notar en el rostro ajeno, dedujo que no sabía realmente mucho sobre otros sobrenaturales. Seguramente aquel o aquella que le creo menciono algo sobre ellos, pero no le enseñaba aun como reconocer a ciertas especies o también podía ser que ella aún no se topara con algún licántropo fuera de las lecciones creador-creación. Una sonrisa divertida apareció en sus labios ante la admisión de la joven de que no conocía lo que era él; eso podría volverla imprudente y nadie culpa a otros de asesinar imprudentes en las oscuras calles de París. Tampoco era que le preocupara mucho si alguien lo culpaba, en la inquisición agradecían que se terminara con criaturas así, antes de que comenzaran a pensar que podían destruir aquel sistema o que cometieran asesinatos estúpidos para llamar la atención.
– No necesita consejos porque la vampiresa es muy adulta para eso – rió – Mira que ni siquiera saber que es lo que soy y aún así continuar sintiendo que eras la mejor aquí. Eso podría salirte muy caro – la actitud de la vampira no cambiaba para nada. Ella era la superior ahí, sin importar lo que él pudiera decir o hacer. Sus actitudes, la manera en la que cruzaba los brazos y levantaba el mentón orgullosa era un acto que le divertía contemplar, quizás solo por eso optaría por dejar que se alimentara debidamente antes de perseguirle y matarla.
– Y el que me tropezara contigo ha sido un golpe de suerte – aspiro su repulsivo aroma, con la única intensión de mantenerlo en su memoria – No necesito tener cuidado, yo, contrario a ti, se perfectamente que es mi oponente y como terminar con su vida. Con mayor razón cuando ese remendó de oponente, es una chiquilla imprudente que ni siquiera se alimenta debidamente – sonrío – ¿Aún te remuerde la consciencia matarlos? ¿Aún te sientes tan humana que sufres porque los mortales mueran en tus manos? – pobre criaturita tonta. ¿Cuánto podría vivir?
No le despego la vista ni un segundo, incluso cuando despedía a los mortales que estaban ahí para servirle. La chiquilla había aceptado al parecer la invitación de Astor para pasar un rato divertido con él y eso, le entusiasmaba. No eran sus planes iniciales regresar a su hogar con la satisfacción de terminar con un sobrenatural, pero cuando el destino juzgaba a su favor y le dejaba situaciones como esa para su disfrute, no podía dejarles de lado. Le causaba gracia que dijera que no era una niña, cuando a leguas se veía que era una y entre las habladurías de la chiquilla pudo deducir que quien le había creado era un hombre y que no estaría muy contento de saber que hacía ella.
– ¿Siempre hablas tanto? Porque resultas molesta – suspiro, deseoso de que le demostrara de que se creía capaz de hacer. Astor mientras tanto, pensaba en que podía dejarle vivir un poco más después de darle una buena lección y entonces así aprendería a no meterse con hombres como él. Rió ante la palabra “jugar” porque eso era precisamente lo que él planeaba hacer con ella.
– ¿Qué soy? Buena pregunta, pero creo que si tienes un poco de idea del mundo sobrenatural no tardarías mucho en descubrirlo – dejo que la mujer se acercara de aquella manera a él. Jugando ella primero, dandole la confianza suficiente como para que pensara que podía ganar cuando en realidad estaba firmando parte de la sentencia de muerte real – Matarte sería una perdida de tiempo, aunque un juega rápido no esta mal y solo para que lo sepas… – le siguió mientras andaba a un lugar más solitario, aquel que sería el indicado para su un encuentro mucho más interesante – yo jamás me arrepiento de algo – dicho eso sonrío. Entrando en callejones más oscuros y solitarios, donde ningún mortal les molestaría para nada.
Antón Pávlovich Chéjov
Los vampiros siempre daban aquel aire de superioridad hasta cuando eran tan torpes y mal alimentados como aquella chiquilla que estaba frente a él. Deseo en alguna parte de su ser que se hubiera alimentado más de algún grupo de humanos, de esa manera, si es que decidía asesinarla era probable que le diera más pelea y diversión que en esos momentos. Asesinar a inmortales así de débiles y hasta cierto punto tontos, era un desperdicio de fuerza y tiempo. Los ojos de Astor se deslizaban por la silueta femenina, cuestionando a él mismo la manera más interesante de terminar con ella. Era definitivo que en aquellas calles no podría hacer gran cosa, pero le era increíblemente sencillo ingeniarselas de alguna manera solo para divertirse con la vampiresa; quizás seguir su rastro hasta algún lugar mucho más solitario y entonces atacar el carruaje en el que iba, para de esa manera terminar no solo con ella sino indagar en los sirvientes que le acompañaban acerca del lugar de residencia de la criatura aquella, con la esperanza de que eso, le llevara hasta quien había creado semejante inutilidad.
Ante la ligera cara de desconcierto que fue capaz de notar en el rostro ajeno, dedujo que no sabía realmente mucho sobre otros sobrenaturales. Seguramente aquel o aquella que le creo menciono algo sobre ellos, pero no le enseñaba aun como reconocer a ciertas especies o también podía ser que ella aún no se topara con algún licántropo fuera de las lecciones creador-creación. Una sonrisa divertida apareció en sus labios ante la admisión de la joven de que no conocía lo que era él; eso podría volverla imprudente y nadie culpa a otros de asesinar imprudentes en las oscuras calles de París. Tampoco era que le preocupara mucho si alguien lo culpaba, en la inquisición agradecían que se terminara con criaturas así, antes de que comenzaran a pensar que podían destruir aquel sistema o que cometieran asesinatos estúpidos para llamar la atención.
– No necesita consejos porque la vampiresa es muy adulta para eso – rió – Mira que ni siquiera saber que es lo que soy y aún así continuar sintiendo que eras la mejor aquí. Eso podría salirte muy caro – la actitud de la vampira no cambiaba para nada. Ella era la superior ahí, sin importar lo que él pudiera decir o hacer. Sus actitudes, la manera en la que cruzaba los brazos y levantaba el mentón orgullosa era un acto que le divertía contemplar, quizás solo por eso optaría por dejar que se alimentara debidamente antes de perseguirle y matarla.
– Y el que me tropezara contigo ha sido un golpe de suerte – aspiro su repulsivo aroma, con la única intensión de mantenerlo en su memoria – No necesito tener cuidado, yo, contrario a ti, se perfectamente que es mi oponente y como terminar con su vida. Con mayor razón cuando ese remendó de oponente, es una chiquilla imprudente que ni siquiera se alimenta debidamente – sonrío – ¿Aún te remuerde la consciencia matarlos? ¿Aún te sientes tan humana que sufres porque los mortales mueran en tus manos? – pobre criaturita tonta. ¿Cuánto podría vivir?
No le despego la vista ni un segundo, incluso cuando despedía a los mortales que estaban ahí para servirle. La chiquilla había aceptado al parecer la invitación de Astor para pasar un rato divertido con él y eso, le entusiasmaba. No eran sus planes iniciales regresar a su hogar con la satisfacción de terminar con un sobrenatural, pero cuando el destino juzgaba a su favor y le dejaba situaciones como esa para su disfrute, no podía dejarles de lado. Le causaba gracia que dijera que no era una niña, cuando a leguas se veía que era una y entre las habladurías de la chiquilla pudo deducir que quien le había creado era un hombre y que no estaría muy contento de saber que hacía ella.
– ¿Siempre hablas tanto? Porque resultas molesta – suspiro, deseoso de que le demostrara de que se creía capaz de hacer. Astor mientras tanto, pensaba en que podía dejarle vivir un poco más después de darle una buena lección y entonces así aprendería a no meterse con hombres como él. Rió ante la palabra “jugar” porque eso era precisamente lo que él planeaba hacer con ella.
– ¿Qué soy? Buena pregunta, pero creo que si tienes un poco de idea del mundo sobrenatural no tardarías mucho en descubrirlo – dejo que la mujer se acercara de aquella manera a él. Jugando ella primero, dandole la confianza suficiente como para que pensara que podía ganar cuando en realidad estaba firmando parte de la sentencia de muerte real – Matarte sería una perdida de tiempo, aunque un juega rápido no esta mal y solo para que lo sepas… – le siguió mientras andaba a un lugar más solitario, aquel que sería el indicado para su un encuentro mucho más interesante – yo jamás me arrepiento de algo – dicho eso sonrío. Entrando en callejones más oscuros y solitarios, donde ningún mortal les molestaría para nada.
Astor Gray- Condenado/Licántropo/Clase Alta
- Mensajes : 232
Fecha de inscripción : 22/04/2013
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Naturaleza Peligrosa {Privado}
Nuestras discordias tienen su origen en las dos más copiosas fuentes de calamidad pública: la ignorancia y la debilidad.
El infierno ardería, Leer no era de las que podría aguantar tantas tonterías por parte de los demás, palabras desdeñosas y expresiones altaneras, orgullosas, lo único que le causaban eran risa a la vampiresa, después de todo durante su vida de cazadora se había topado a tantos como él que sus parloteos insípidos no le eran ninguna novedad, mirando a los que pasaban a su alrededor y su olor tan cautivante como la bomba que le da impulso a la vida le extasiaban pero seguía renuente, ni su mismo creador había logrado hasta el momento que ella dejara sus berrinches para al fin tomar una vida y llenarse con la vitalidad de un ser mortal y tibio para ella era semejante barbarie pensar que las palabras de alguien que era un simple desconocido le sedujeran el instinto para al fin lograr el cometido de toda aquella naturaleza vampírica, sonrió y negó con una expresión cínica, después de todo aquella vampiresa jamás había gozado con comportarse como la típica dama con recato de la sociedad, las cosas eran como eran, sin tapujos, sin adornos, sin telones que cubrieran la verdad, fuera del gusto de los demás… salía sobrando, cruzando un pie frente al otro inspiró profundo, el olor exquisito de los demás humanos fue enmascarado y dañado por el petulante olor que salía del cuerpo de la criatura que hasta el momento no sabía de que se trataba, ese olor la alejaba de terminar con el plan que su perversa mente dibujaba con afán entre sus neuronas, su sed se veía menguada por aquel hedor que le causaba algo de repulsión, arrugó la frente y se quejó por lo bajo, doblando en una esquina la oscuridad empezó a hacerse más presente, era una criatura perteneciente a la misma y sabía muy bien que los vampiros le llevaban ventaja a cualquier humano y sobrenatural que se les interpusiese, sus habilidades no habían sido pulidas debido a su impertinencia con el ser que le había regalado la inmortalidad pero para seres tan poco persuasivos como el que se había topado aquello no era ningún inconveniente, la fuerza bruta es lo de menos en tierra de poco listos.
–¿Siempre eres tan lento? - ironizó recordando su última frase –Porque das pena- sonrió divertida apoyando su espalda contra un muro y mirando hacia la esquina donde había doblado –Quieres atacarme pero te tardas en tu misión- se echó una pequeña carcajada burlona y siguió su paso juguetón doblando en otra esquina, los caminos se hacían más angostos y los espectadores de aquel encuentro hostil eran casi nulos –Si fueras un asesino, pequeño e ingenuo, estarías fuera del negocio en un parpadear- se mordió el labio y sonrió, su iris volvió a tomar aquel amaranto que era preludio que la actitud, la presencia y el olor poco agraciado para ella de él despertaban su mal humor –Ya casi estamos solos campeón, ven por la vampiresa adulta que tiene remordimiento de conciencia por matar a los humanos que la rodean- dijo con sarcasmo e hizo un puchero y en una pequeña hendidura entre dos edificios viejos se metió, deslizando las garras alzó la cabeza hacia arriba viendo un pequeño balcón y en ese momento la idea estuvo más clara en toda la noche, dando un salto algo descuidado sus pies tocaron el metal del balcón, otro balcón estaba en una altura un poco más elevada que el que la sostenía y tomando otro impulso algo doloroso llegó hasta el siguiente, el tejado del edificio que se alzaba frente a ella no estaba tan lejano pero el salto tenía que llevar un poco más de impulso, agudizó los sentidos y escuchó la bomba cardíaca del ajeno sintiendo también el mal olor perturbarle el bulbo olfatorio –Pero que olor- murmuró entre dientes haciendo una ligera mueca despectiva y dobló las rodillas impulsándose con todo lo que podía hasta el tejado, algunos de sus huesos crujieron y se quejó por lo bajo –¡Maldita sea!- susurró y mantuvo su peso en un pie mientras se acariciaba el tobillo del otro, el no alimentarse como debía la mantenía algo débil sin embargo no se sentía en desventaja, llegó hasta el borde del edificio y se cruzó de brazos viendo al otro en la oscuridad y negó con una sonrisa cínica -Pero que iluso- pensó para ella misma mientras seguía su andar con la mirada.
Bajando los ojos hacia el suelo miró una pequeña piedra cerca de sus pies, alzó la ceja y bajó en sus rodillas para tomarla, haciéndola rebotar en su palma sonrió de lado y la lanzó cerca de los pies del hombre y saltó al edificio continuo evitando que la pudiese ver entre las penumbras mientras jugaba como niña en casa de cristal con él, frunció ligeramente el ceño –Me aburro mi temido oponente- fingió bostezar largo y sonoro llevándose la mano a la boca para que el eco llegara hasta el oído contrario –¿Deberé ser yo la que dé el primer paso?- dijo con burla y se llevó la mano al pecho fingiendo aflicción mientras caminaba con los brazos extendidos a los lados y muy poco equilibrio, no recordaba la última vez que se había sentido tan divertida al estar provocando descaradamente a alguien que no era de su interés, se quedó parada mientras se miraba las uñas en una de las orillas del tejado dejando que sus demás sentidos fueran los que la alertaran de la presencia del extraño y finalmente se cansó, ladeando la cabeza inocente sonrió mostrando la punta de los blancos colmillos y se dejó caer con la gracia de un felino llegando hasta donde estaba el hombre con velocidad sobrehumana –Aquí estoy- susurró mientras se inclinaba de puntillas susurrándole al oído con un filo burlón –Lista para recibir lecciones del maestro en pelea- colocó sus manos contra la espalda del hombre y dio un empujón grosero retrocediendo de inmediato tres pasos, quería provocarlo y dejar que fuera él mismo el que desatara todo aquel caos que se estaba construyendo con una velocidad cansina, abrió los brazos con cinismo y alzó la ceja con sus sentidos alerta para cualquier ataque y esperando si tenía la astucia de dar el primer golpe –¿O dejaras que las damas den el primer golpe? - dio otros dos pasos hacia atrás, sus cuencas oculares ardieron bajo el averno, la mesa estaba servida y ella… ella sería la que más gozaría de aquella pérfida y mentirosa velada.
Simón Bolivar
El infierno ardería, Leer no era de las que podría aguantar tantas tonterías por parte de los demás, palabras desdeñosas y expresiones altaneras, orgullosas, lo único que le causaban eran risa a la vampiresa, después de todo durante su vida de cazadora se había topado a tantos como él que sus parloteos insípidos no le eran ninguna novedad, mirando a los que pasaban a su alrededor y su olor tan cautivante como la bomba que le da impulso a la vida le extasiaban pero seguía renuente, ni su mismo creador había logrado hasta el momento que ella dejara sus berrinches para al fin tomar una vida y llenarse con la vitalidad de un ser mortal y tibio para ella era semejante barbarie pensar que las palabras de alguien que era un simple desconocido le sedujeran el instinto para al fin lograr el cometido de toda aquella naturaleza vampírica, sonrió y negó con una expresión cínica, después de todo aquella vampiresa jamás había gozado con comportarse como la típica dama con recato de la sociedad, las cosas eran como eran, sin tapujos, sin adornos, sin telones que cubrieran la verdad, fuera del gusto de los demás… salía sobrando, cruzando un pie frente al otro inspiró profundo, el olor exquisito de los demás humanos fue enmascarado y dañado por el petulante olor que salía del cuerpo de la criatura que hasta el momento no sabía de que se trataba, ese olor la alejaba de terminar con el plan que su perversa mente dibujaba con afán entre sus neuronas, su sed se veía menguada por aquel hedor que le causaba algo de repulsión, arrugó la frente y se quejó por lo bajo, doblando en una esquina la oscuridad empezó a hacerse más presente, era una criatura perteneciente a la misma y sabía muy bien que los vampiros le llevaban ventaja a cualquier humano y sobrenatural que se les interpusiese, sus habilidades no habían sido pulidas debido a su impertinencia con el ser que le había regalado la inmortalidad pero para seres tan poco persuasivos como el que se había topado aquello no era ningún inconveniente, la fuerza bruta es lo de menos en tierra de poco listos.
–¿Siempre eres tan lento? - ironizó recordando su última frase –Porque das pena- sonrió divertida apoyando su espalda contra un muro y mirando hacia la esquina donde había doblado –Quieres atacarme pero te tardas en tu misión- se echó una pequeña carcajada burlona y siguió su paso juguetón doblando en otra esquina, los caminos se hacían más angostos y los espectadores de aquel encuentro hostil eran casi nulos –Si fueras un asesino, pequeño e ingenuo, estarías fuera del negocio en un parpadear- se mordió el labio y sonrió, su iris volvió a tomar aquel amaranto que era preludio que la actitud, la presencia y el olor poco agraciado para ella de él despertaban su mal humor –Ya casi estamos solos campeón, ven por la vampiresa adulta que tiene remordimiento de conciencia por matar a los humanos que la rodean- dijo con sarcasmo e hizo un puchero y en una pequeña hendidura entre dos edificios viejos se metió, deslizando las garras alzó la cabeza hacia arriba viendo un pequeño balcón y en ese momento la idea estuvo más clara en toda la noche, dando un salto algo descuidado sus pies tocaron el metal del balcón, otro balcón estaba en una altura un poco más elevada que el que la sostenía y tomando otro impulso algo doloroso llegó hasta el siguiente, el tejado del edificio que se alzaba frente a ella no estaba tan lejano pero el salto tenía que llevar un poco más de impulso, agudizó los sentidos y escuchó la bomba cardíaca del ajeno sintiendo también el mal olor perturbarle el bulbo olfatorio –Pero que olor- murmuró entre dientes haciendo una ligera mueca despectiva y dobló las rodillas impulsándose con todo lo que podía hasta el tejado, algunos de sus huesos crujieron y se quejó por lo bajo –¡Maldita sea!- susurró y mantuvo su peso en un pie mientras se acariciaba el tobillo del otro, el no alimentarse como debía la mantenía algo débil sin embargo no se sentía en desventaja, llegó hasta el borde del edificio y se cruzó de brazos viendo al otro en la oscuridad y negó con una sonrisa cínica -Pero que iluso- pensó para ella misma mientras seguía su andar con la mirada.
Bajando los ojos hacia el suelo miró una pequeña piedra cerca de sus pies, alzó la ceja y bajó en sus rodillas para tomarla, haciéndola rebotar en su palma sonrió de lado y la lanzó cerca de los pies del hombre y saltó al edificio continuo evitando que la pudiese ver entre las penumbras mientras jugaba como niña en casa de cristal con él, frunció ligeramente el ceño –Me aburro mi temido oponente- fingió bostezar largo y sonoro llevándose la mano a la boca para que el eco llegara hasta el oído contrario –¿Deberé ser yo la que dé el primer paso?- dijo con burla y se llevó la mano al pecho fingiendo aflicción mientras caminaba con los brazos extendidos a los lados y muy poco equilibrio, no recordaba la última vez que se había sentido tan divertida al estar provocando descaradamente a alguien que no era de su interés, se quedó parada mientras se miraba las uñas en una de las orillas del tejado dejando que sus demás sentidos fueran los que la alertaran de la presencia del extraño y finalmente se cansó, ladeando la cabeza inocente sonrió mostrando la punta de los blancos colmillos y se dejó caer con la gracia de un felino llegando hasta donde estaba el hombre con velocidad sobrehumana –Aquí estoy- susurró mientras se inclinaba de puntillas susurrándole al oído con un filo burlón –Lista para recibir lecciones del maestro en pelea- colocó sus manos contra la espalda del hombre y dio un empujón grosero retrocediendo de inmediato tres pasos, quería provocarlo y dejar que fuera él mismo el que desatara todo aquel caos que se estaba construyendo con una velocidad cansina, abrió los brazos con cinismo y alzó la ceja con sus sentidos alerta para cualquier ataque y esperando si tenía la astucia de dar el primer golpe –¿O dejaras que las damas den el primer golpe? - dio otros dos pasos hacia atrás, sus cuencas oculares ardieron bajo el averno, la mesa estaba servida y ella… ella sería la que más gozaría de aquella pérfida y mentirosa velada.
Leer Kruspe- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 105
Fecha de inscripción : 27/11/2013
Localización : Paris, Francia
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Naturaleza Peligrosa {Privado}
La imprudencia suele preceder a la calamidad.
Apiano
Algunas ocasiones pensaba que era capaz de ganarse la vida simplemente dandoles lecciones a vampiros ilusos como aquella que estaba frente a él. Pero el poder divertirse con ellos le era suficiente, aunque no ganara nada más que la satisfacción, en la mayoría de los casos, de dejar al mundo sin otro bebedor de sangre. Astor disfrutaba de esa clase de encuentros, mucho más porque los vampiros eran resistentes, lo suficiente como durar un buen rato soportando todo cuanto tenía para ofrecer al mundo. Lo desafortunado con aquella criatura seguía siendo el hecho de que pareciera no alimentarse debidamente, habiendo tantas presas probables en las calles de París como para que ningún inmortal pasara de hambruna; sus ojos se enfocaron el el rostro de la joven que dejaba mucho que desear sobre alguien de su raza, un desperdicio sin duda de sangre del creador o creadora de aquella criatura.
– Es que si me apresuro no duraras mucho y a mi me gusta disfrutar de estas cosas. Destruirte de manera veloz no tiene ningún sentido para mi pero veo que tienes prisa porque termine contigo – sonrío – aunque si no me das la batalla suficiente podría ir detrás de aquel que te ha convertido en esto; espero a menos esa criatura resulte más entretenida que tu – sus pasos seguían lentos y firmes a los de la vampiresa. Aquella era en definitiva una chiquilla muy estúpida que se llevaría una mala jugada. Una risotada salió de sus labios, divertido ante la clase de tonterías que una inmortal tan tonta como ella podía llegar a decir – Desafortunadamente para ti no soy ni pequeño, ni ingenuo así que concentrate en la realidad y deja tu maldito mundo de fantasía – ¿Quién se atrevía a dejar a tan estúpida mocosa suelta? En definitiva el creador de aquella vampiresa no debía ser el más listo, pues para prueba de ello estaba esa joven que actuaba cual niña que se le permite salir a pasear por primera vez en la vida – Y precisamente ese remordimiento será lo que haga que acabe contigo más pronto de lo que esperas mocosa – se burlo de ella, con el descaro de quien se sabe superior al otro, porque de esa manera le hacía sentir la mocosa aquella.
Seguía sus pasos con atención en lo que les rodeaba y no fue hasta que la vampiresa decidió escoger un sitio más algo para su encuentro que Astor gruñó molesto ante aquello. Al menos de esa manera no tendrían definitivo, alma alguna que les molestara. Aguardo a verla saltar de lugar en lugar y con la frustración de tener que seguirle como si realmente tuviera ganas de andar saltando como idiota de un sitio a otro, debió buscar la manera de seguirle lo más de cerca que podía. Aunque para el inquisidor no era sencillo tener que saltar y mucho menos esa clase de distancias, escalaba las partes que más podía y saltaba distancias menos largas que las de aquella imprudente y estúpida criatura, pero iba a buen paso. De estar en su forma de lobo, aquello hubiera sido mucho más sencillo pero riesgoso. La licantropía le impedía después de todo, pensar debidamente y ya fuera aquella vampiresa o cualquier alma cercana se convertiría en su presa. Llegó después de ella al sitio del encuentro y le miro con furia.
– Si pensabas andar con jueguitos ridículos pudimos haber terminado esto en la salida de la tienda, donde cualquiera nos vería y hubiera sido más sencillo que verte hacer esta clase de tonterías.
La piedra que golpeo a sus pies le hizo soltar un gruñido. Definitivo que jugar con niñas era entretenido pero tener que soportar sus aires de grandeza era estar en el mismo infierno. De una manera muy retorcida le recordaban a su hija adoptiva Ángel, aquella en la que más de una ocasión debió contenerse para no terminar retorciendo su maldito cuello para librarse de ella. Al menos con aquella inmortal cerca podía imaginarse que era su hija y eliminarla tal y como lo esperaba de la joven inquisidora.
– Pues si te sientes inspirada para ser la primera en hacer algún movimiento adelante, que yo te esperare aquí con los brazos abiertos – sonrió con malicia, escuchando en la oscuridad la voz molesta y observando la figura femenina. Era como un molesto insecto y pese a que deseaba tanto aplastarla, no hizo nada, la dejo acercarse nuevamente hasta él y solo sonrió – Ya se que estas aquí, tu maldito aroma a muerto inunda todo el lugar y yo no doy lecciones de pelea, solo acabo con lo que se me cruza en el camino, tal cual lo has hecho tu ahora.
El empujón le hizo rabiar más de la cuenta y el gruñido que provoco pareció más el del animal salvaje que llevaba dentro de él que cualquier otra cosa.
– Estúpida mocosa; quizá debería atraparte solamente y llevarte a que los demás inquisidores se diviertan contigo – la idea de llevarles “carne fresca” al grupo de los más sádicos inquisidores le tentaba, pero no, aquella presa era solo suya. Busco en la oscuridad a la molesta alimaña y abrió los brazos de par en par – Demuestra de que eres capaz, mocosa mal alimentada – Si pensaba que se lanzaría él primero contra ella estaba equivocada, debía ver que clase de pelea tenía; aunque podía suponerlo, un ataque errático e inútil, como el de cualquier vampiro neófito.
Apiano
Algunas ocasiones pensaba que era capaz de ganarse la vida simplemente dandoles lecciones a vampiros ilusos como aquella que estaba frente a él. Pero el poder divertirse con ellos le era suficiente, aunque no ganara nada más que la satisfacción, en la mayoría de los casos, de dejar al mundo sin otro bebedor de sangre. Astor disfrutaba de esa clase de encuentros, mucho más porque los vampiros eran resistentes, lo suficiente como durar un buen rato soportando todo cuanto tenía para ofrecer al mundo. Lo desafortunado con aquella criatura seguía siendo el hecho de que pareciera no alimentarse debidamente, habiendo tantas presas probables en las calles de París como para que ningún inmortal pasara de hambruna; sus ojos se enfocaron el el rostro de la joven que dejaba mucho que desear sobre alguien de su raza, un desperdicio sin duda de sangre del creador o creadora de aquella criatura.
– Es que si me apresuro no duraras mucho y a mi me gusta disfrutar de estas cosas. Destruirte de manera veloz no tiene ningún sentido para mi pero veo que tienes prisa porque termine contigo – sonrío – aunque si no me das la batalla suficiente podría ir detrás de aquel que te ha convertido en esto; espero a menos esa criatura resulte más entretenida que tu – sus pasos seguían lentos y firmes a los de la vampiresa. Aquella era en definitiva una chiquilla muy estúpida que se llevaría una mala jugada. Una risotada salió de sus labios, divertido ante la clase de tonterías que una inmortal tan tonta como ella podía llegar a decir – Desafortunadamente para ti no soy ni pequeño, ni ingenuo así que concentrate en la realidad y deja tu maldito mundo de fantasía – ¿Quién se atrevía a dejar a tan estúpida mocosa suelta? En definitiva el creador de aquella vampiresa no debía ser el más listo, pues para prueba de ello estaba esa joven que actuaba cual niña que se le permite salir a pasear por primera vez en la vida – Y precisamente ese remordimiento será lo que haga que acabe contigo más pronto de lo que esperas mocosa – se burlo de ella, con el descaro de quien se sabe superior al otro, porque de esa manera le hacía sentir la mocosa aquella.
Seguía sus pasos con atención en lo que les rodeaba y no fue hasta que la vampiresa decidió escoger un sitio más algo para su encuentro que Astor gruñó molesto ante aquello. Al menos de esa manera no tendrían definitivo, alma alguna que les molestara. Aguardo a verla saltar de lugar en lugar y con la frustración de tener que seguirle como si realmente tuviera ganas de andar saltando como idiota de un sitio a otro, debió buscar la manera de seguirle lo más de cerca que podía. Aunque para el inquisidor no era sencillo tener que saltar y mucho menos esa clase de distancias, escalaba las partes que más podía y saltaba distancias menos largas que las de aquella imprudente y estúpida criatura, pero iba a buen paso. De estar en su forma de lobo, aquello hubiera sido mucho más sencillo pero riesgoso. La licantropía le impedía después de todo, pensar debidamente y ya fuera aquella vampiresa o cualquier alma cercana se convertiría en su presa. Llegó después de ella al sitio del encuentro y le miro con furia.
– Si pensabas andar con jueguitos ridículos pudimos haber terminado esto en la salida de la tienda, donde cualquiera nos vería y hubiera sido más sencillo que verte hacer esta clase de tonterías.
La piedra que golpeo a sus pies le hizo soltar un gruñido. Definitivo que jugar con niñas era entretenido pero tener que soportar sus aires de grandeza era estar en el mismo infierno. De una manera muy retorcida le recordaban a su hija adoptiva Ángel, aquella en la que más de una ocasión debió contenerse para no terminar retorciendo su maldito cuello para librarse de ella. Al menos con aquella inmortal cerca podía imaginarse que era su hija y eliminarla tal y como lo esperaba de la joven inquisidora.
– Pues si te sientes inspirada para ser la primera en hacer algún movimiento adelante, que yo te esperare aquí con los brazos abiertos – sonrió con malicia, escuchando en la oscuridad la voz molesta y observando la figura femenina. Era como un molesto insecto y pese a que deseaba tanto aplastarla, no hizo nada, la dejo acercarse nuevamente hasta él y solo sonrió – Ya se que estas aquí, tu maldito aroma a muerto inunda todo el lugar y yo no doy lecciones de pelea, solo acabo con lo que se me cruza en el camino, tal cual lo has hecho tu ahora.
El empujón le hizo rabiar más de la cuenta y el gruñido que provoco pareció más el del animal salvaje que llevaba dentro de él que cualquier otra cosa.
– Estúpida mocosa; quizá debería atraparte solamente y llevarte a que los demás inquisidores se diviertan contigo – la idea de llevarles “carne fresca” al grupo de los más sádicos inquisidores le tentaba, pero no, aquella presa era solo suya. Busco en la oscuridad a la molesta alimaña y abrió los brazos de par en par – Demuestra de que eres capaz, mocosa mal alimentada – Si pensaba que se lanzaría él primero contra ella estaba equivocada, debía ver que clase de pelea tenía; aunque podía suponerlo, un ataque errático e inútil, como el de cualquier vampiro neófito.
Astor Gray- Condenado/Licántropo/Clase Alta
- Mensajes : 232
Fecha de inscripción : 22/04/2013
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Naturaleza Peligrosa {Privado}
De lo sublime a lo ridículo no hay más que un paso.
Se estaba aburriendo, no entendía a veces como podían haber seres tan bocones y falto de actos, viéndole de frente siguió retrocediendo unos pasos y sonrió, realmente Dios le daba dientes a quien no sabía masticar –Eres divertido eh- desapareció entre la oscuridad cambiando de puntos estratégicos entre las paredes –Realmente se aplica el dicho a ti…- se rió y en una ráfaga pasó detrás de la espalda del hombre jalando de su saco con fuerza –Perro que ladra no muerde- elevó un poco el tono de voz al llegar a la puerta trasera de un edificio y seguir la figura masculina en la oscuridad como leona esperando a su presa, recordando sus palabras frunció el ceño era un inquisidor y para Leer esos eran calaña, durante fue cazadora su novio difunto le había dicho que ellos mataban en nombre de Dios, para Leer los inquisidores eran cobardes que no tenían las suficientes agallas para admitir que sus actos llevaban escrito su nombre y apellido y usaban el nombre de un ser que para Leer aunque ella no era devota existía, sobre todo había mencionado lo de su creador –Inepto- murmuró, Leer aún no aceptaba su condición de vampiresa mucho menos de tener que convivir con el ser que la había sentenciado a la inmortalidad pero eso no quitaba el hecho que por sus venas corría la sangre de él y los sentimientos poco a poco se hacían fuerte, deslizándose contra la pared miró por una esquina la espalda del hombre mientras caminaba, esa calaña debía ser exterminada no solo porque le pudiera hacer daño a ella y a Chassier también por el hecho que en las calles habían vampiros que quizás también hayan terminado siendo inmortales sin desearlo, un insecto menos un vampiro más.
Retrocediendo volvió a subir un edificio entre los balcones llegando al techo y saltando entre las estructuras que no estaban alejadas pensaba en como derribarlo, su olor seguía invadiendo el aire y le causaba repulsión –¿Así que un inquisidor eh? - le gritó desde donde se encontraba haciendo que el eco retumbara entre los objetos –Eres un cobarde ¿sabes? - gruñó y di unos cuantos pasos en el borde del techo sin perderlo de vista –Matar a criaturas en nombre de Dios- se rió –Dan pena, son la escoria de la iglesia y realmente en lugar de verse atemorizantes parecen niños en busca de sus dulces o juguetes extraviados- de un salto bajó hasta el suelo y se apoyó contra la pared con los brazos cruzados –Y no te creas- susurró entonado cerrando los ojos –No vas a ir por la criatura que me creó- apretó los dientes y los puños –Porque no vas a salir ileso de acá- abrió los ojos con el iris inundado del carmesí que se negaba a degustar y enderezó su cuerpo –A ti no tengo que demostrarte nada- empezó a caminar oculta por la oscuridad del otro lado de la calle –Porque ya te dije los cobardes no son dignos de ver la luz- tensó la mandíbula y en un haz de luz llegó hasta él tomándolo de los hombros y estampándolo contra la pared haciendo que la misma emitiera un sonido de agrietarse –Apestas- le escupió las palabras en el rostro -¿Qué rayos eres? - lo azotó con fuerza y rápidamente le enterró las garras en el pecho haciéndole una bonita herida –No entiendo porque te atreves a seguirme a amenazar si eres un inepto que no sabe cuando empezar algo y acabar lo mismo- lo empujó soltándolo y se miró las manos llenas de sangre –Que asco- olisqueó la sangre y sintió la necesidad de probarla después de todo a pesar de que le seguía desagradando la linfa era necesaria para los vampiros –Inquisidores como tú son los que repugnan a la sociedad- frunció el ceño y no se alejó para ver si se atrevía a golpearla –Son escorias de la naturaleza, la basura del mundo- se limpió las manos en el vestido –Gente como tú es la que debería estar en la horca o quemándose en la hoguera- gruñó y le mostró la mano –Tu sangre es igual de pestilente que tu olor, deberías alimentarte mejor y no de porquería- abrió los brazos tan cínica que daba risa –Así que aquí está tu presa inquisidor ven por ella para que así podamos terminar con esto y tu cabeza- se rió –¡Oh muchacho! - suspiró cansada –Tu cabeza terminara en el jardín de mi mansión sirviéndole de abono a las flores- ensombreció la mirada notando su pecho abierto –Eso tardara en sanar pequeño- susurró burlona mientras los hilos de sangre caían de sus dedos, esperando ver de que era capaz el inquisidor que había llegado a amenazarla y Leer esperaba ansiosa su primer movimiento porque no era niña de jugarretas.
Napoleón I
Se estaba aburriendo, no entendía a veces como podían haber seres tan bocones y falto de actos, viéndole de frente siguió retrocediendo unos pasos y sonrió, realmente Dios le daba dientes a quien no sabía masticar –Eres divertido eh- desapareció entre la oscuridad cambiando de puntos estratégicos entre las paredes –Realmente se aplica el dicho a ti…- se rió y en una ráfaga pasó detrás de la espalda del hombre jalando de su saco con fuerza –Perro que ladra no muerde- elevó un poco el tono de voz al llegar a la puerta trasera de un edificio y seguir la figura masculina en la oscuridad como leona esperando a su presa, recordando sus palabras frunció el ceño era un inquisidor y para Leer esos eran calaña, durante fue cazadora su novio difunto le había dicho que ellos mataban en nombre de Dios, para Leer los inquisidores eran cobardes que no tenían las suficientes agallas para admitir que sus actos llevaban escrito su nombre y apellido y usaban el nombre de un ser que para Leer aunque ella no era devota existía, sobre todo había mencionado lo de su creador –Inepto- murmuró, Leer aún no aceptaba su condición de vampiresa mucho menos de tener que convivir con el ser que la había sentenciado a la inmortalidad pero eso no quitaba el hecho que por sus venas corría la sangre de él y los sentimientos poco a poco se hacían fuerte, deslizándose contra la pared miró por una esquina la espalda del hombre mientras caminaba, esa calaña debía ser exterminada no solo porque le pudiera hacer daño a ella y a Chassier también por el hecho que en las calles habían vampiros que quizás también hayan terminado siendo inmortales sin desearlo, un insecto menos un vampiro más.
Retrocediendo volvió a subir un edificio entre los balcones llegando al techo y saltando entre las estructuras que no estaban alejadas pensaba en como derribarlo, su olor seguía invadiendo el aire y le causaba repulsión –¿Así que un inquisidor eh? - le gritó desde donde se encontraba haciendo que el eco retumbara entre los objetos –Eres un cobarde ¿sabes? - gruñó y di unos cuantos pasos en el borde del techo sin perderlo de vista –Matar a criaturas en nombre de Dios- se rió –Dan pena, son la escoria de la iglesia y realmente en lugar de verse atemorizantes parecen niños en busca de sus dulces o juguetes extraviados- de un salto bajó hasta el suelo y se apoyó contra la pared con los brazos cruzados –Y no te creas- susurró entonado cerrando los ojos –No vas a ir por la criatura que me creó- apretó los dientes y los puños –Porque no vas a salir ileso de acá- abrió los ojos con el iris inundado del carmesí que se negaba a degustar y enderezó su cuerpo –A ti no tengo que demostrarte nada- empezó a caminar oculta por la oscuridad del otro lado de la calle –Porque ya te dije los cobardes no son dignos de ver la luz- tensó la mandíbula y en un haz de luz llegó hasta él tomándolo de los hombros y estampándolo contra la pared haciendo que la misma emitiera un sonido de agrietarse –Apestas- le escupió las palabras en el rostro -¿Qué rayos eres? - lo azotó con fuerza y rápidamente le enterró las garras en el pecho haciéndole una bonita herida –No entiendo porque te atreves a seguirme a amenazar si eres un inepto que no sabe cuando empezar algo y acabar lo mismo- lo empujó soltándolo y se miró las manos llenas de sangre –Que asco- olisqueó la sangre y sintió la necesidad de probarla después de todo a pesar de que le seguía desagradando la linfa era necesaria para los vampiros –Inquisidores como tú son los que repugnan a la sociedad- frunció el ceño y no se alejó para ver si se atrevía a golpearla –Son escorias de la naturaleza, la basura del mundo- se limpió las manos en el vestido –Gente como tú es la que debería estar en la horca o quemándose en la hoguera- gruñó y le mostró la mano –Tu sangre es igual de pestilente que tu olor, deberías alimentarte mejor y no de porquería- abrió los brazos tan cínica que daba risa –Así que aquí está tu presa inquisidor ven por ella para que así podamos terminar con esto y tu cabeza- se rió –¡Oh muchacho! - suspiró cansada –Tu cabeza terminara en el jardín de mi mansión sirviéndole de abono a las flores- ensombreció la mirada notando su pecho abierto –Eso tardara en sanar pequeño- susurró burlona mientras los hilos de sangre caían de sus dedos, esperando ver de que era capaz el inquisidor que había llegado a amenazarla y Leer esperaba ansiosa su primer movimiento porque no era niña de jugarretas.
Leer Kruspe- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 105
Fecha de inscripción : 27/11/2013
Localización : Paris, Francia
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Naturaleza Peligrosa {Privado}
Como detestaba la seguridad en seres como los vampiros, quienes no significaban nada más que estorbos para él. Diversiones que eran mucho más resistentes que los humanos comunes, cambiantes y otras criaturas sobre naturales. De hecho, si Astor pensaba las cosas detenidamente, los vampiros eran lo más divertido que podía encontrarse en el camino y aquella neófita que presumía de poder derrotarle, como si la fuerza del inquisidor fuera un simple juego, era perfecta para desquitar los deseos de muerte de su interior. Matarla sería sencillo, terminar con la existencia de ella no significaría un gran esfuerzo, así que quizás solo le daría una lección y le dejaría vivir para encontrarla tiempo después y de nuevo usarla como material de simple diversión.
– Lo que tu digas, ya veras como este perro te da una buena mordida – una sonrisa de burla se dibujo en sus labios. Él no estaba ahí para cumplir deberes de la inquisición, estaba esperando un enfrentamiento con ella por la mera diversión que significaba eso. Matar porque se le pedía era una cosa que muchos inquisidores usaban para excusar sus actos, y realmente solo asesinaban a aquellos que les indicaban, pero Astor no. Él mataba por gusto, cumplía sus trabajos con la inquisición y cuando le era posible, iba en busca de presas como la neófita.
La siguió; con la intención de causarle daño suficiente como para que no olvidara su olor o su rostro, con la idea de que cada vez que lo viera o evocara su recuerdo sintiera la impotencia de saberse superada por un hombre que según ella era un inepto. ¿Lo era realmente? En algunas cosas si, pero al momento de matar, Astor Gray era todo menos inepto. Cuando estuvieron por llegar al lugar asignado por su encuentro, la inmortal hablo. De los labios eternos de aquella fémina salían las palabras que cualquiera podía esperarse; los inquisidores son cobarde, dan pena y tonterías que ella no alcanzaba a comprender realmente. Una risotada salió de los labios del licántropo ante semejantes estupideces que mencionaba la vampiro. Se reía de manera descarada de ella.
– Eres apenas una niña, ¿De verdad te crees esos cuentos de que matamos en nombre de Dios? – negó de manera divertida – Los humanos que son parte de la iglesia pensaran eso e incluso algunos sobre naturales idiotas como tu, pero la verdad es que solo somos un grupo de asesinos que disfruta de ver correr la sangre de otros. Para mi solo son diversión – permanecía inmóvil, dejando que la neófita le vigilara como si fuera una presa más para ella – Ya veremos que es lo que pasa, pero seguro que tu creador o creadora me da más batalla y sino lo hace, será completamente decepcionante – aquella inmortal no era más que una niña, una estupida que se acercaba a él, le amenazaba e incluso le clavaba las garras – Realmente no tienes ni idea del mundo en el que te has metido, ¿verdad? Te das iré de conocer todo y ni siquiera eres capaz de diferenciar que criatura soy yo. ¿Apesto? Claro que lo hago, tu aroma es igual de repulsivo para mi – dijo sacudiendo el hombro de manera despreocupada después de haber sido herido y azotado contra la pared. Esas cosas no le lastimaban; al menos no lo suficiente como ella pensaba – Yo me llevaría tu cabeza, pero tu aroma me da tanto asco que evitare hacerlo – dijo de manera segura y antes de hacer cualquier cosa le sonrío – ¿Tardar en sanar? ¿Qué? – pregunto, mostrando entonces donde antes estaba la herida, que ahora parecía ser una cicatriz – Ya te lo dije mocosa, no sabes con quien te metiste – y dicho eso fingió que le daría un puñetazo, pero lo que termino impactando contra el cuerpo de la inmortal, fue la pierna del inquisidor en uno de sus costados. La diversión, daba comienzo.
– Lo que tu digas, ya veras como este perro te da una buena mordida – una sonrisa de burla se dibujo en sus labios. Él no estaba ahí para cumplir deberes de la inquisición, estaba esperando un enfrentamiento con ella por la mera diversión que significaba eso. Matar porque se le pedía era una cosa que muchos inquisidores usaban para excusar sus actos, y realmente solo asesinaban a aquellos que les indicaban, pero Astor no. Él mataba por gusto, cumplía sus trabajos con la inquisición y cuando le era posible, iba en busca de presas como la neófita.
La siguió; con la intención de causarle daño suficiente como para que no olvidara su olor o su rostro, con la idea de que cada vez que lo viera o evocara su recuerdo sintiera la impotencia de saberse superada por un hombre que según ella era un inepto. ¿Lo era realmente? En algunas cosas si, pero al momento de matar, Astor Gray era todo menos inepto. Cuando estuvieron por llegar al lugar asignado por su encuentro, la inmortal hablo. De los labios eternos de aquella fémina salían las palabras que cualquiera podía esperarse; los inquisidores son cobarde, dan pena y tonterías que ella no alcanzaba a comprender realmente. Una risotada salió de los labios del licántropo ante semejantes estupideces que mencionaba la vampiro. Se reía de manera descarada de ella.
– Eres apenas una niña, ¿De verdad te crees esos cuentos de que matamos en nombre de Dios? – negó de manera divertida – Los humanos que son parte de la iglesia pensaran eso e incluso algunos sobre naturales idiotas como tu, pero la verdad es que solo somos un grupo de asesinos que disfruta de ver correr la sangre de otros. Para mi solo son diversión – permanecía inmóvil, dejando que la neófita le vigilara como si fuera una presa más para ella – Ya veremos que es lo que pasa, pero seguro que tu creador o creadora me da más batalla y sino lo hace, será completamente decepcionante – aquella inmortal no era más que una niña, una estupida que se acercaba a él, le amenazaba e incluso le clavaba las garras – Realmente no tienes ni idea del mundo en el que te has metido, ¿verdad? Te das iré de conocer todo y ni siquiera eres capaz de diferenciar que criatura soy yo. ¿Apesto? Claro que lo hago, tu aroma es igual de repulsivo para mi – dijo sacudiendo el hombro de manera despreocupada después de haber sido herido y azotado contra la pared. Esas cosas no le lastimaban; al menos no lo suficiente como ella pensaba – Yo me llevaría tu cabeza, pero tu aroma me da tanto asco que evitare hacerlo – dijo de manera segura y antes de hacer cualquier cosa le sonrío – ¿Tardar en sanar? ¿Qué? – pregunto, mostrando entonces donde antes estaba la herida, que ahora parecía ser una cicatriz – Ya te lo dije mocosa, no sabes con quien te metiste – y dicho eso fingió que le daría un puñetazo, pero lo que termino impactando contra el cuerpo de la inmortal, fue la pierna del inquisidor en uno de sus costados. La diversión, daba comienzo.
Astor Gray- Condenado/Licántropo/Clase Alta
- Mensajes : 232
Fecha de inscripción : 22/04/2013
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Temas similares
» La naturaleza llama (Privado)
» Naturaleza bajo restricción [privado]
» Baño en compañía de la naturaleza.
» Una noche peligrosa
» La naturaleza no va conmigo (con Jamal)
» Naturaleza bajo restricción [privado]
» Baño en compañía de la naturaleza.
» Una noche peligrosa
» La naturaleza no va conmigo (con Jamal)
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour