Carousel of Lights and Shadows

por **Thyra Nyx Reichërt** Dom Feb 23, 2014 8:33 am

Silencio. Desconcierto. Dolor. Pasear por entre las atracciones y puestos del circo no le estaba sentando en absoluto bien. Y menos en aquellas horas de la noche, en que la Luna estaba en lo más alto y el lugar permanecía parcialmente desierto. Cerrado al público. Claro que, para ella, eso no había sido nunca un problema. Habían quedado allí de madrugada a fin de deshacerse de miradas indiscretas, aunque comenzaba a sospechar que "Ella" quería que se vieran en un lugar como aquel por otra razón más evidente: para descubrir si había logrado superarlo. Thyra, desde que tenía uso de razón, había procurado siempre mantener sus emociones lo más ocultas posibles, a fin de que no la pudieran lastimar por este motivo. Y después de toda aquella pesadilla del circo y de su huida del mismo, la cosa no había hecho más que empeorar. Claro que ambas se habían dicho que entre ellas sería diferente. Llevarlo a la practica no estaba resultando demasiado sencillo. Trataba de sonreír, poner buena cara y ayudarla a las tareas que le mandaba, como prometió en el inicio de su "relación" comercial. Pero últimamente apenas si podía dormir, y cuando lo hacía, terribles pesadillas llenas de gritos y llantos la despertaban bruscamente. No era algo que pudiera ir contando por ahí, ni aunque fuese a la única persona en que confiaba en el mundo.

Caminó entre tiovivos apagados y arbustos poco cuidados, con la mirada siempre gacha. El suelo que pisaba le traía demasiados amargos recuerdos, y no porque hubiese estado allí nunca, sino porque fuese cual fuese el país en que un circo se asentaba, el aspecto de éstos por las noches siempre era el mismo. Sólo ahí te dabas cuentas de que la realidad de estos no era la felicidad. Era una alegría fingida, de puertas para afuera; una alegría artificial que sólo despertaba con la misión de atraer clientes que engordarían el bolsillo del dueño. ¿Pero qué había de las personas que estaban tras los payasos? ¿Qué pasaba con los animales, con los trapecistas, con los "bichos raros"? Ellos no tenían nada salvo eso. Lo conocían como su forma de supervivencia, como si realmente no pudiesen hacer nada más que eso. Era una realidad triste enmascarada por música de carrusel y por conciertos de cantantes desconocidos. Finalmente, y tras acostumbrarse a las sensaciones que aquel lugar despertaban en ella, se sentó en un solitario y destartalado banco de madera, situado junto a la noria, lugar que habían acordado para encontrarse. Miró al suelo con fijeza, como si en él pudiese hallar respuesta a tantas preguntas como tenía en la cabeza. Pero la materia inerte no suele hablar mucho, y un ruido a su espalda reclamó su atención. Percibió su cuerpo pálido y delicado recortarse en la oscuridad, y una sonrisa tímida se apoderó de su semblante. ¿Cómo podía después de tantos años seguirse deslumbrando tanto con su presencia? Era la perfección personificada. Y ella le interesaba. ¿Qué más podía pedir?