Cuando todo está perdido [Priv. Aldebaran Ballester]

por **Bridgette Anghelescu** Mar Feb 25, 2014 9:32 am

Aquella tarde me desperté desorientada y confusa, presa además de otra pesadilla que me había dejado trastornada y con un mal sabor de boca. Ya incluso había perdido la noción del tiempo, no sabía si era febrero o habíamos llegado a marzo...ni siquiera conocía el lugar en el que me encontraba, sólo sabía que era un edificio en ruinas de una planta y con una especie de sótano en el cual me resguardaba cuando era consciente de que iba a salir el Sol. Se había convertido en mi hogar, pero en uno pasajero, pues era inseguro quedarme en un mismo lugar por más de unos tres días...aún me andaban buscando. Sin embargo ya no me importaba...ya me había vuelto a acostumbrar a este mundo de horror y oscuridad.

Tuve que apoyarme en una caja rota para poder levantarme y ponerme en pie. El más mínimo movimiento se había convertido en una tarea difícil, mi cuerpo -ahora casi esquelético- había adquirido un color amarillento y estaba cubierto de suciedad. No parecía la misma de hace unos meses, tanto por fuera como por dentro. ¿Que por qué estaba en un lugar como aquel? Bueno, veamos, es una historia muy larga ... todos los que habían estado conmigo durante casi seis meses habían desaparecido de la faz de la tierra, comenzaron a llegarme noticias desapacibles acerca de ellos. Nadie había visto a Javi -mi mejor amigo- desde hace meses y tampoco sabía nada de Zelman...que comenzaba a convertirse en alguien muy importante para mí. La idea de que les hubiera pasado algo me atormentaba. ¿Por qué el mundo es tan cruel con gente que no se lo merece? Con gente que no ha hecho nada malo a nadie...

Todos y cada uno de sus rostros volvieron a pasar por mi mente mientras caminaba tambaleándome por el amplio lugar. El suelo estaba cubierto de escombros, cosas punzantes además de cristales y también había moho por todos lados. No era un lugar agradable, y estar en el sótano me daba mucho miedo porque estaba completamente oscuro y además había descubierto unas celdas secretas que no parecían ser muy viejas. Seguí caminando hasta encontrar la salida, pues era hora de buscar otro lugar. Suspiré y eché un último vistazo a la fachada del edificio; me sentí identificada. Comprendí que la historia siempre había sido así, tenía épocas de auge en las que abundaba la belleza y paz, pero luego se apresuraba por venir la tormenta y se lo llevaba todo consigo. Todo, y no había manera de volver a lo de antes.

Si uno miraba a la izquierda podía ver un París muy iluminado y en mi caso también podía percibir algún que otro ruido que procedía de allí. No obstante, mis habilidades de vampiro se habían casi difuminado...ya no podía trepar por los tejados, me costaba ver en la oscuridad. Comprendía que parte de mi mal estado se debía a no haber bebido sangre humana (y animal) desde hace unas semanas pero por mucha ansia que tuviera de ella me era imposible alimentarme. Aquello significaba herir a alguien, y aquella vez, si clavaba mis pequeños colmillos no habría vuelta atrás, no sería capaz de detenerme porque la sed es más intensa de lo habitual. No me dio tiempo a divagar más por mis pensamientos, pues apenas anduve un par de pasos más hacia mi nuevo destino caí inconsciente en la maleza.

por **Aldebaran Ballester** Sáb Mar 01, 2014 12:38 pm

La noche, cómplice y amante de un extranjero que se observa pensativo bajo el techo de un carruaje que pareciese dirigirse hacia París. La bóveda estrellada hace que el marco de la Luna se postre magníficamente entre las colinas de las Zonas Alejadas donde se debe de cruzar forzosamente en el sendero que une la ciudad del amor con la Madre Patria, España –Alfredo, pregúntale a Francisco si se siente bien o si no está cansado, yo mismo puedo dirigir el carruaje si así lo desea, es una zona peligrosa y no me gustaría que pasara un accidente- Las palabras de un personaje que se preocupa por sus empleados e inclusive sabe sus nombre. ¿Qué clase de especie extinta de aristócrata es él? –Maestro Aldebarán, no se preocupe, Francisco viene descansado y seguro no dudará en decirnos si algo anda mal, debería mejor de descansar. Es cuestión de minutos que lleguemos a Paris y ha sido un viaje largo- los cuidados y la voz calmada de un señor mayor responden al joven Aldebarán… ¿Pero quién es él?

El paso de los minutos efectivamente trae la imagen de París a lo lejos y hacen que los ojos marrones del Caballero muestren cierta felicidad al observar su segundo hogar. Sus cabellos largos agarrados por una coleta y su ropa fina son solo elementos que forman la imagen de un sujeto que es reconocido en la sociedad por ser no solo El Conde de España, sino también por renegar ante las costumbres de los ricos y defender siempre a su pueblo.

Así pues, el carruaje parece detenerse abruptamente mientras que una reacción instantánea por parte del joven lo orilla a salir del transporte en solo segundos -¡¿Pero qué ha pasado?!- cuestiona preocupado más que enfadado –Alfredo, Francisco… ¿Se encuentran bien?- se cuestiona al aire y ambos sirvientes responden con un “si”, sin embargo los ojos de Aldebarán se dilatan en sorpresa al ver a una niña tirada en el camino, corriendo hacia ella para tomarla en sus brazos y… ¿sorpresa?... Se trataba de -¡Bridgette!-

Sin tardar más, este la toma entre sus brazos y corre hacia su móvil, donde con un fuerte tono de voz emerge un grito -¡Francisco, a la mansión y rápido!- frunciendo su ceño mientras niega con su cabeza, meditando con suavidad “No, no, no… Bridgette… Resiste… Resiste” observando como su chofer atiende la orden y sale dirigido a toda velocidad hacia la residencia Ballester.

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