AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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¿Qué sabes tu del abandono? [Privado]
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¿Qué sabes tu del abandono? [Privado]
Aun no podía creer o no quería creer que había encontrado a Dania; todo le resulto tan irreal en la Catedral que incluso después de haber estado cerca de ella tenia sus dudas de todo aquello que sucedió.
Le había buscado mucho tiempo y por tantos lugares que de verdad había llegado al punto en el que pensó que nunca más sería capaz de verla o de escuchar su maravillosa voz pero ahora las cosas eran diferentes, como un ángel oscuro ella hizo acto de presencia en el lugar menos esperado para Zasha, cuando en su mente se empezaba a hacer idea de que las cosas no serían lo mismo y nunca más la vería. Ambos necesitaron espacio después de eso para aclarar sus mentes y nuevamente se vieron en la necesidad de separar sus caminos, solo que la diferencia era que en esa ocasión sabían en donde estaba el otro y que la atracción y el amor entre ellos no había mermado en todo ese tiempo; aún así sabiendo todo aquello se alejaban más confundidos que nunca.
El inmortal tenia por su parte la creciente necesidad de verla nuevamente, buscarla solo para cerciorares de que no era un sueño y su presencia era real; no una alucinación que su mente creo en la desesperación de saber que nunca se ferian de nuevo, ayudada también por la culpabilidad de lo que le hizo y que ya no cambiaría por más que deseara.
Las noches anteriores había buscado la manera de desviar su mente de ella y de sus propios deseos; mantuvo su mente ocupada en diversiones humanas pero esa noche no tenía ideas sobre que hacer para distraerse y no salir en su búsqueda. Aunque deseara estar seguro de la presencia real de Dania en aquellos lugares, era demasiado peligroso y no solo para él mismo, sino para ambos; necesitaba pues contenerse.
Contensión. Rió de si mismo terminando por salir de aquel lugar que era su hogar. Zasha sería bueno en un sin fin de cosas, menos en contenerse de llevar a cabo ciertas cosas aunque igual, descubriría que hacer esa noche justo como lo hizo las anteriores.
Se dejo guiar por sus pasos, sin tener idea de a donde era que le llevaban, solo esperaba que algo apareciera y mejorara su noche. De forma lenta, termino andando simplemente entre las calles; algunas mas concurridas y otras absolutamente solitarias, pero hasta esas calles en donde no existía nada ni nadie tenían su encanto. Al girar precisamente por una de aquellas solitarias calles fue que noto la presencia de otro inmortal bastante cerca, quizás aquello era parte del destino, una manera de pasar esa noche y esperando que fuese precisamente eso, el vampiro siguió a la otra presencia.
– Buenas. Excelente noche para dar un paseo ¿No lo cree? – dijo una vez que se topo con una mujer de cabellos oscuros y porte elegante; más con todo eso, se mantuvo a una distancia prudente, aguardando por alguna respuesta que le indicaría si aquella era una vampiro con la cual se pudiese platicar o una de esas que solo servían para luchar un rato. Solo la respuesta ajena, lo diría.
Le había buscado mucho tiempo y por tantos lugares que de verdad había llegado al punto en el que pensó que nunca más sería capaz de verla o de escuchar su maravillosa voz pero ahora las cosas eran diferentes, como un ángel oscuro ella hizo acto de presencia en el lugar menos esperado para Zasha, cuando en su mente se empezaba a hacer idea de que las cosas no serían lo mismo y nunca más la vería. Ambos necesitaron espacio después de eso para aclarar sus mentes y nuevamente se vieron en la necesidad de separar sus caminos, solo que la diferencia era que en esa ocasión sabían en donde estaba el otro y que la atracción y el amor entre ellos no había mermado en todo ese tiempo; aún así sabiendo todo aquello se alejaban más confundidos que nunca.
El inmortal tenia por su parte la creciente necesidad de verla nuevamente, buscarla solo para cerciorares de que no era un sueño y su presencia era real; no una alucinación que su mente creo en la desesperación de saber que nunca se ferian de nuevo, ayudada también por la culpabilidad de lo que le hizo y que ya no cambiaría por más que deseara.
Las noches anteriores había buscado la manera de desviar su mente de ella y de sus propios deseos; mantuvo su mente ocupada en diversiones humanas pero esa noche no tenía ideas sobre que hacer para distraerse y no salir en su búsqueda. Aunque deseara estar seguro de la presencia real de Dania en aquellos lugares, era demasiado peligroso y no solo para él mismo, sino para ambos; necesitaba pues contenerse.
Contensión. Rió de si mismo terminando por salir de aquel lugar que era su hogar. Zasha sería bueno en un sin fin de cosas, menos en contenerse de llevar a cabo ciertas cosas aunque igual, descubriría que hacer esa noche justo como lo hizo las anteriores.
Se dejo guiar por sus pasos, sin tener idea de a donde era que le llevaban, solo esperaba que algo apareciera y mejorara su noche. De forma lenta, termino andando simplemente entre las calles; algunas mas concurridas y otras absolutamente solitarias, pero hasta esas calles en donde no existía nada ni nadie tenían su encanto. Al girar precisamente por una de aquellas solitarias calles fue que noto la presencia de otro inmortal bastante cerca, quizás aquello era parte del destino, una manera de pasar esa noche y esperando que fuese precisamente eso, el vampiro siguió a la otra presencia.
– Buenas. Excelente noche para dar un paseo ¿No lo cree? – dijo una vez que se topo con una mujer de cabellos oscuros y porte elegante; más con todo eso, se mantuvo a una distancia prudente, aguardando por alguna respuesta que le indicaría si aquella era una vampiro con la cual se pudiese platicar o una de esas que solo servían para luchar un rato. Solo la respuesta ajena, lo diría.
Última edición por Zasha Kozlov el Sáb Abr 19, 2014 4:09 pm, editado 1 vez
Zasha Kozlov- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 28
Fecha de inscripción : 13/11/2013
Re: ¿Qué sabes tu del abandono? [Privado]
La figura de cintura pequeña y curvas pronunciadas permanecía de pie, frente a los músicos que continuaban tocando una suave y melancólica melodía mientras los invitados eran despedidos en la puerta por su querida Melissa. Podía escuchar las despedidas y agradecimientos antes de que los cuerpos traspasaran las puertas de su mansión y se internaran en la noche, en busca del coche correspondiente que les llevaría hasta sus propiedades. Unos cuantos eran humanos, otros no. Había planeado aquella reunión con el objetivo de conocer algunos de los rostros más renombrados de París. Se trataba de un ritual tan necesario como tedioso. Después de todo si se formaba parte de la clase alta debía, por regla general, conocerse a la crema y nata de la misma. Sentía la incomodidad de los músicos ante su intenso escrutinio; bien, solo tendrían que soportarlo unos minutos más, hasta que el ultimo de los asistentes se marchase para que ella, finalmente, les dejase en paz. Existía otro motivo oculto para que organizase tal evento, uno que no había salido justo como ella había planeado. Eso la tenia molesta y un poco deprimida. Por fin la puerta se cerró con suavidad y ella escuchó los pasos delicados acercándose – Ya se han marchado, pero, por supuesto, eso tu ya lo sabías – la melodiosa voz estaba cargada de sarcasmo. Lamentaba mucho tener que recurrir a las habilidades sociales de Melissa. Sabía que esa noche tenía planes pero no pudo prescindir de su presencia.
Sin mediar palabra alguna abandonó el recinto, dando la espalda tanto a la chica como a los músicos para luego solo salir por la puerta. Una vez afuera se dio un par de segundos para respirar. El frió del invierno daba paso al clima más acogedor de la siguiente estación. Ya no había nieve y los arboles, poco a poco, empezaban a florecer. El cielo estaba despejado, con estrellas pero sin luna. Sus pensamientos volvieron a la reunión, ignorando el paisaje que tenía ante ella ¿Cómo era posible que nadie le pudiese dar razón? Ella sabía que él estaba en esa ciudad ¿Por qué no podía encontrarle? La frustración la invadió mientras empezaba a caminar. Un paso detrás de otro, tranquilamente, sin prisa pero sin pausa. Caminó atravesando el jardín y a través de las rejas que demarcaban su territorio. Luego por las calles pobladas de mansiones y por calles mucho menos refinadas. Había muchos más parisinos recorriendo la ciudad a esas horas de lo que esperaba. Un simple detalle que podría o no tener importancia, dependiendo de cómo evolucionara su estado de ánimo. No tenía sed, por lo que no era alimento lo que buscaba. Su mente retornaba en el tiempo, bailando con recuerdos amables y cálidos; y otros salvajes y oscuros pero cargados de pasión. Tal vez había sido un error el instalarse en París en lugar de seguir el plan marcado y embarcarse hacia el nuevo mundo.
Se agachó y depositó algunos francos en una mano sucia y huesuda que se estiraba hacia ella pidiendo un poco de misericordia. De poco serviría, tal vez una comida caliente, una noche bajo techo, pero poco más. Le importaba pero decidió no intervenir más allá, esa noche no se sentía de humor para lidiar con los problemas de aquellos miserables. Hasta ese momento había seguido el rumbo que sus pies tomaran, sin meditar en realidad sobre la ruta o el destino. Sin embargo, en ese momento, sintió que deseaba un poco más de intimidad por lo cual, en la siguiente esquina, se internó en un callejón solitario y oscuro. Se detuvo algunos pasos más allá. De tanto en tanto le agobiaba su propia inmortalidad a pesar de que amaba su no-vida. Con un movimiento elegante se deshizo de los guantes que cubrían sus manos y brazos hasta encima del codo, luego sacudió el pesado vestido azul claro y retiró de su cabello el ornamento que lo había mantenido sujeto. Bien, y ¿ahora qué?
No bien había formulado la pregunta en su mente cuando sintió una fuerte presencia. Un inmortal se había acercado y ahora se dirigía a ella desde una distancia prudencial. Resultaba tan curiosa aquella oportuna interrupción que no pudo menos que sonreír. – ¡Oh si! No podría estar más de acuerdo pero sin embargo me veo en la obligación de preguntarle ¿Y qué noche no lo es? – no sabía de dónde salía el tono juguetón teniendo en cuenta el rumbo de sus emociones segundos antes, pero de pronto se sentía más animada – Más aún en una ciudad tan viva, con tanta luz, movimiento y color. Es sencillamente adorable aunque también puede resultar un poco… jum…sofocante, no sé si usted me comprende. Por eso me he retirado de la calle principal – se obligó a sí misma a detener el parloteo antes de que fuese ella quien abrumase al recién llegado. No percibía ningún tipo de animosidad de su parte por lo que se acercó un par de pasos. – ¿Y que lo trae a usted a tan “agradable” callejón esta noche Monsieur? –
Sin mediar palabra alguna abandonó el recinto, dando la espalda tanto a la chica como a los músicos para luego solo salir por la puerta. Una vez afuera se dio un par de segundos para respirar. El frió del invierno daba paso al clima más acogedor de la siguiente estación. Ya no había nieve y los arboles, poco a poco, empezaban a florecer. El cielo estaba despejado, con estrellas pero sin luna. Sus pensamientos volvieron a la reunión, ignorando el paisaje que tenía ante ella ¿Cómo era posible que nadie le pudiese dar razón? Ella sabía que él estaba en esa ciudad ¿Por qué no podía encontrarle? La frustración la invadió mientras empezaba a caminar. Un paso detrás de otro, tranquilamente, sin prisa pero sin pausa. Caminó atravesando el jardín y a través de las rejas que demarcaban su territorio. Luego por las calles pobladas de mansiones y por calles mucho menos refinadas. Había muchos más parisinos recorriendo la ciudad a esas horas de lo que esperaba. Un simple detalle que podría o no tener importancia, dependiendo de cómo evolucionara su estado de ánimo. No tenía sed, por lo que no era alimento lo que buscaba. Su mente retornaba en el tiempo, bailando con recuerdos amables y cálidos; y otros salvajes y oscuros pero cargados de pasión. Tal vez había sido un error el instalarse en París en lugar de seguir el plan marcado y embarcarse hacia el nuevo mundo.
Se agachó y depositó algunos francos en una mano sucia y huesuda que se estiraba hacia ella pidiendo un poco de misericordia. De poco serviría, tal vez una comida caliente, una noche bajo techo, pero poco más. Le importaba pero decidió no intervenir más allá, esa noche no se sentía de humor para lidiar con los problemas de aquellos miserables. Hasta ese momento había seguido el rumbo que sus pies tomaran, sin meditar en realidad sobre la ruta o el destino. Sin embargo, en ese momento, sintió que deseaba un poco más de intimidad por lo cual, en la siguiente esquina, se internó en un callejón solitario y oscuro. Se detuvo algunos pasos más allá. De tanto en tanto le agobiaba su propia inmortalidad a pesar de que amaba su no-vida. Con un movimiento elegante se deshizo de los guantes que cubrían sus manos y brazos hasta encima del codo, luego sacudió el pesado vestido azul claro y retiró de su cabello el ornamento que lo había mantenido sujeto. Bien, y ¿ahora qué?
No bien había formulado la pregunta en su mente cuando sintió una fuerte presencia. Un inmortal se había acercado y ahora se dirigía a ella desde una distancia prudencial. Resultaba tan curiosa aquella oportuna interrupción que no pudo menos que sonreír. – ¡Oh si! No podría estar más de acuerdo pero sin embargo me veo en la obligación de preguntarle ¿Y qué noche no lo es? – no sabía de dónde salía el tono juguetón teniendo en cuenta el rumbo de sus emociones segundos antes, pero de pronto se sentía más animada – Más aún en una ciudad tan viva, con tanta luz, movimiento y color. Es sencillamente adorable aunque también puede resultar un poco… jum…sofocante, no sé si usted me comprende. Por eso me he retirado de la calle principal – se obligó a sí misma a detener el parloteo antes de que fuese ella quien abrumase al recién llegado. No percibía ningún tipo de animosidad de su parte por lo que se acercó un par de pasos. – ¿Y que lo trae a usted a tan “agradable” callejón esta noche Monsieur? –
Última edición por Daphne Landry el Mar Ago 05, 2014 11:21 pm, editado 1 vez
Daphne Landry- Vampiro Clase Alta
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Re: ¿Qué sabes tu del abandono? [Privado]
La agradable voz que salió de aquellos labios era solo equiparable con la belleza que lucía aquella mujer de los cabellos oscuros. Si bien era algo así como un hecho que los vampiros tenían mayor atractivo físico que los simples humanos, también se había dado cuenta que aquellos que en vida humana eran considerados atractivos, en la vida inmortal solo podían ser considerados de la misma manera incluso por sus similares. Aquella vampira debía de ser de esas mujeres y él no tenía duda alguna de eso.
La respuesta a la pregunta que de manera tan casual había formulado, le convenció de que ella era una inmortal con la cual se podía hablar. A pesar de los años que llevaran “vivos” de vez en cuando era necesario también encontrar a alguien que compartiera su naturaleza y con quien compartir un poco de todo aquello que se había conocido; en algunas ocasiones eran encuentros de una sola vez en los que los inmortales se llevaban con ellos algo de otro para nunca más verse en aquella eternidad, pero siempre era reconfortante el creer que de esa manera se tenían conocido aun por más solitaria que fuera la existencia inmortal.
– Creo que la respuesta a esa pregunta sería – sonrío – aquella en la que ya no existamos en esta tierra o también aquella en la que no exista nada por hacer – dijo aquello porque justamente de esa manera había iniciado su noche hasta que se topo con ella – le comprendo. La soledad también es necesaria. No se puede vivir acompañado del todo, pero tampoco completamente solitario. En eso me parece que seguimos siendo como mortales ¿No lo cree así? – el que las palabras hubieran fluido de manera tan abierta le animo aún más para seguir cuestionando a aquella mujer.
Sus ojos fueron a ver el callejón, buscando la respuesta en aquellas paredes aunque la verdadera respuesta se encontraba en otro sitio.
– De hecho es bastante curioso lo que me ha traído hasta aquí – camino un poco más en dirección a ella. Llegó tan cerca que hasta se atrevió a caminar a su alrededor aún sin mirarla pues sus ojos se posaban el el cielo oscuro sobre ambos y Zasha no volvió a formular palabra alguna hasta que se sitúo frente a ella – En un inicio lo que me ha traído por estos rumbos no es anda excepcional, solo el dar un paseo, pero he terminado aquí en este callejón por usted – le dedico una sonrisa amable. No buscaba que ella se pusiera a la defensiva ante sus palabras por eso le demostraba con aquella sonrisa, que no quería problemas – Me causo curiosidad y vine a ver, eso es todo. Y a usted ¿Sólo le trajo que se sintiera sofocada? o es que necesitaba estar a solas para pensar en algo.
Dio un paso atrás y tomo la mano de ella entre las suyas para depositar un beso.
– Zasha Kozlov, para servirle – soltó aquella mano de manera suave – ¿Puedo saber su nombre? – aquel era un simple y casual encuentro en el que nada podía salir mal, solo una búsqueda de compañía y la desviación de sus pensamientos de todo aquello que agobiara a su muerto corazón.
La respuesta a la pregunta que de manera tan casual había formulado, le convenció de que ella era una inmortal con la cual se podía hablar. A pesar de los años que llevaran “vivos” de vez en cuando era necesario también encontrar a alguien que compartiera su naturaleza y con quien compartir un poco de todo aquello que se había conocido; en algunas ocasiones eran encuentros de una sola vez en los que los inmortales se llevaban con ellos algo de otro para nunca más verse en aquella eternidad, pero siempre era reconfortante el creer que de esa manera se tenían conocido aun por más solitaria que fuera la existencia inmortal.
– Creo que la respuesta a esa pregunta sería – sonrío – aquella en la que ya no existamos en esta tierra o también aquella en la que no exista nada por hacer – dijo aquello porque justamente de esa manera había iniciado su noche hasta que se topo con ella – le comprendo. La soledad también es necesaria. No se puede vivir acompañado del todo, pero tampoco completamente solitario. En eso me parece que seguimos siendo como mortales ¿No lo cree así? – el que las palabras hubieran fluido de manera tan abierta le animo aún más para seguir cuestionando a aquella mujer.
Sus ojos fueron a ver el callejón, buscando la respuesta en aquellas paredes aunque la verdadera respuesta se encontraba en otro sitio.
– De hecho es bastante curioso lo que me ha traído hasta aquí – camino un poco más en dirección a ella. Llegó tan cerca que hasta se atrevió a caminar a su alrededor aún sin mirarla pues sus ojos se posaban el el cielo oscuro sobre ambos y Zasha no volvió a formular palabra alguna hasta que se sitúo frente a ella – En un inicio lo que me ha traído por estos rumbos no es anda excepcional, solo el dar un paseo, pero he terminado aquí en este callejón por usted – le dedico una sonrisa amable. No buscaba que ella se pusiera a la defensiva ante sus palabras por eso le demostraba con aquella sonrisa, que no quería problemas – Me causo curiosidad y vine a ver, eso es todo. Y a usted ¿Sólo le trajo que se sintiera sofocada? o es que necesitaba estar a solas para pensar en algo.
Dio un paso atrás y tomo la mano de ella entre las suyas para depositar un beso.
– Zasha Kozlov, para servirle – soltó aquella mano de manera suave – ¿Puedo saber su nombre? – aquel era un simple y casual encuentro en el que nada podía salir mal, solo una búsqueda de compañía y la desviación de sus pensamientos de todo aquello que agobiara a su muerto corazón.
Zasha Kozlov- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 28
Fecha de inscripción : 13/11/2013
Re: ¿Qué sabes tu del abandono? [Privado]
Hermosa sonrisa, pulcros modales. Un vampiro que disfrutaba su estatus y hacia alarde de una elegancia que definitivamente la vampiresa no podía ignorar. Le observó y detalló tratando de vislumbrar algún dato importante que el aspecto pudiese ofrecerle. Un hombre transformado en el mejor momento en el cual pudiese hacerlo. Sin embargo, como bien lo sabía, no estaba frente a un “joven” de su especie. De hecho el vampiro podría llegar a superarle por algunas centurias. Tal vez le resultase un poco extraño el espíritu amistoso del acercamiento inicial pero solo había una manera de averiguar si era real o solo una elaborada fachada para jugar con ella. Algunos recuerdos recientes, y otros no tanto, de encuentros poco afortunados con inmortales mayores acudieron a su mente previniéndola e induciéndola a desconfiar aunque no fuese ese el camino que desease tomar en primera instancia. Una punzada de rabia le atravesó al pensar en su último encuentro con una hija de los milenios y las nefastas consecuencias para los pequeños niños que había intentado ayudar. Al menos en esta ocasión no existía ningún detonante cerca para su temperamento, así como tampoco una obvia debilidad que resultase en su humillación y derrota.
Parpadeó, obligándose a sí misma a abandonar aquella escena y a enfocarse en la que tenía enfrente. – Justo allí radica la belleza de poder manipular nuestras circunstancias. Puede que parezca que no hay nada que hacer pero siempre hay una opción y aquella que prefiero es justamente la que antecedió el presente encuentro: sencillamente caminar – sonrió amablemente pero el gestó no alcanzó realmente sus ojos, los cuales escrutaban sin tregua a su acompañante – Aunque admito que tiene usted razón, pretender vivir en medio la soledad absoluta es una idea tan absurda como lo es pretender contar con una eterna compañía… incluso para aquellos como nosotros – para ese momento ella se había detenido, un poco más cerca pero igual con una distancia prudencial entre los dos cuerpos. La brisa primaveral movía con suavidad mechones de su cabellera, elevándolos y sobreponiéndolos incluso sobre su rostro. Los sonidos de los transeúntes les llegaban claramente, recordándoles que la calle principal, con todo su desorden y belleza, se encontraba a solo unos pasos. Si se concentraba un poco estaba segura de que podría escuchar las conversaciones, los pasos, los latidos de decenas de jugosos corazones. Y allí estaba, en compañía de un congénere sosteniendo una charla a todas luces civilizada y en medio de una oscuridad que no significaba nada para ninguno de los dos.
Observó como los ojos oscuros se movían sobre las sucias paredes que les rodeaban. Luego permaneció completamente quieta mientras se acercaba hablando. Sus defensas se encontraba altas pero una pequeña parte en su interior se susurraba que desistiera del recelo y se diera una oportunidad de ver lo que tenía en frente sin matices ni sesgos debido al pasado. Inhaló el aroma del ser justo cuando esté se situó tan cerca que podría tocarlo solo con extender uno de sus brazos. - ¿por mi? – preguntó abiertamente sorprendida más que nada por la sonrisa amable que le ofreció – Bueno, asumiré sus palabras como un halago sin embargo espero me corrija si me encuentro en un error – manifestó sintiéndose de pronto un poco pueril – Tal vez un poco de ambos pero, a veces, necesitamos de un empujoncito del destino para darnos cuenta que lo que buscamos no es necesariamente lo que necesitamos… y si le soy sincera en este preciso momento me pregunto si en verdad era la soledad de este lugar lo que requiero – no lo dijo pero era obvio que se refería a la oportuna interrupción. Su cuerpo estaba ahora más relajado, como si de pronto se diera cuenta de que no existía peligro inmediato en aquella reunión. Entonces él tomó su mano y presionó sobre su piel desnuda la frialdad de sus labios. Una nueva sonrisa cruzo el rostro de la morena mientras retraía su mano ahora libre – por supuesto, soy Daphne Landry, Monsieur – respondió en tono suave pero firme.
Le agradaba darse cuenta de que, a pesar del tiempo que había deambulado por la tierra, aún podía sorprenderse. Lo triste del asunto es que fuese la amabilidad lo que disparara su sorpresa. ¿Habría su acompañante adivinado su reserva? – Disculpe usted si le parezco un poco… descortés con mi actuar. He de admitir que no suelo encontrarme con una actitud tan abierta y poco reservada en otros de nuestra propia especie. Hablar de beligerancia sería incluso más cercano a la realidad. Supongo que también habrá sufrido tales encuentros así que asumiré que me comprende – con gesto despreocupado arrojó los guantes que sostenía hacia un oscuro rincón para luego, usando sus dos manos, acomodar un poco su desordenada cabellera, luego miró hacia las estrellas, tal como su interlocutor hiciere poco tiempo atrás – No recuerdo haberle visto o escuchar de usted con anterioridad ¿lleva mucho en París o solo se encuentra de paso? – ok, bien, ella tampoco llevaba suficiente tiempo en la ciudad pero podía darse el lujo de fanfarronear sobre la cantidad de conocidos en tan poco tiempo. Después de todo era una búsqueda lo que impulsaba su estadía.
Parpadeó, obligándose a sí misma a abandonar aquella escena y a enfocarse en la que tenía enfrente. – Justo allí radica la belleza de poder manipular nuestras circunstancias. Puede que parezca que no hay nada que hacer pero siempre hay una opción y aquella que prefiero es justamente la que antecedió el presente encuentro: sencillamente caminar – sonrió amablemente pero el gestó no alcanzó realmente sus ojos, los cuales escrutaban sin tregua a su acompañante – Aunque admito que tiene usted razón, pretender vivir en medio la soledad absoluta es una idea tan absurda como lo es pretender contar con una eterna compañía… incluso para aquellos como nosotros – para ese momento ella se había detenido, un poco más cerca pero igual con una distancia prudencial entre los dos cuerpos. La brisa primaveral movía con suavidad mechones de su cabellera, elevándolos y sobreponiéndolos incluso sobre su rostro. Los sonidos de los transeúntes les llegaban claramente, recordándoles que la calle principal, con todo su desorden y belleza, se encontraba a solo unos pasos. Si se concentraba un poco estaba segura de que podría escuchar las conversaciones, los pasos, los latidos de decenas de jugosos corazones. Y allí estaba, en compañía de un congénere sosteniendo una charla a todas luces civilizada y en medio de una oscuridad que no significaba nada para ninguno de los dos.
Observó como los ojos oscuros se movían sobre las sucias paredes que les rodeaban. Luego permaneció completamente quieta mientras se acercaba hablando. Sus defensas se encontraba altas pero una pequeña parte en su interior se susurraba que desistiera del recelo y se diera una oportunidad de ver lo que tenía en frente sin matices ni sesgos debido al pasado. Inhaló el aroma del ser justo cuando esté se situó tan cerca que podría tocarlo solo con extender uno de sus brazos. - ¿por mi? – preguntó abiertamente sorprendida más que nada por la sonrisa amable que le ofreció – Bueno, asumiré sus palabras como un halago sin embargo espero me corrija si me encuentro en un error – manifestó sintiéndose de pronto un poco pueril – Tal vez un poco de ambos pero, a veces, necesitamos de un empujoncito del destino para darnos cuenta que lo que buscamos no es necesariamente lo que necesitamos… y si le soy sincera en este preciso momento me pregunto si en verdad era la soledad de este lugar lo que requiero – no lo dijo pero era obvio que se refería a la oportuna interrupción. Su cuerpo estaba ahora más relajado, como si de pronto se diera cuenta de que no existía peligro inmediato en aquella reunión. Entonces él tomó su mano y presionó sobre su piel desnuda la frialdad de sus labios. Una nueva sonrisa cruzo el rostro de la morena mientras retraía su mano ahora libre – por supuesto, soy Daphne Landry, Monsieur – respondió en tono suave pero firme.
Le agradaba darse cuenta de que, a pesar del tiempo que había deambulado por la tierra, aún podía sorprenderse. Lo triste del asunto es que fuese la amabilidad lo que disparara su sorpresa. ¿Habría su acompañante adivinado su reserva? – Disculpe usted si le parezco un poco… descortés con mi actuar. He de admitir que no suelo encontrarme con una actitud tan abierta y poco reservada en otros de nuestra propia especie. Hablar de beligerancia sería incluso más cercano a la realidad. Supongo que también habrá sufrido tales encuentros así que asumiré que me comprende – con gesto despreocupado arrojó los guantes que sostenía hacia un oscuro rincón para luego, usando sus dos manos, acomodar un poco su desordenada cabellera, luego miró hacia las estrellas, tal como su interlocutor hiciere poco tiempo atrás – No recuerdo haberle visto o escuchar de usted con anterioridad ¿lleva mucho en París o solo se encuentra de paso? – ok, bien, ella tampoco llevaba suficiente tiempo en la ciudad pero podía darse el lujo de fanfarronear sobre la cantidad de conocidos en tan poco tiempo. Después de todo era una búsqueda lo que impulsaba su estadía.
Última edición por Daphne Landry el Mar Ago 05, 2014 11:20 pm, editado 1 vez
Daphne Landry- Vampiro Clase Alta
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Re: ¿Qué sabes tu del abandono? [Privado]
– Caminar despeja la mente de todos. Mortales e inmortales. Con eso sigo confirmando que somos más parecidos a los humanos de lo que muchos esperan – En sus primeros años, como todo ser inmortal que se descubre a si mismo superior a la naturaleza humana, se creyó estar por encima de ellos. Hasta que conoció a Dania. Apenas salvar a una inocente mortal y había caído en las redes de algo tan común como lo era el amor. Descubrió a partir de ese momento que la superioridad de la raza a la que ahora perteneciera no era más que una ilusión de lo que ellos esperaban ser, una manera de alejarse de quienes les rechazaban y temían la mayor parte del tiempo, de separar a la presa del depredador. Aceptaba las palabras de la fémina, solo para mostrarle una expresión de descontento cuando dijo que la eterna compañía era imposible. Su esposa estaría con él para siempre, lo quisiera o no. Cuando el tiempo que le dijo darle fuera demasiado para él, iris en su búsqueda y no le permitiría dejar su lado nunca más – Creo que existen excepciones a la regla – quería creerlo, pensar en que Dania dejara de amarlo o desear estar lejos de él, le provocaba un dolor indescriptible – O ¿Qué se yo? Quizás quiero ser una excepción a esa regla – dijo aquello sin pensar realmente en las palabras que salían de sus labios, lo dijo simplemente siendo guiado por la necesidad de expresar aquellos pensamientos – A usted ¿No le gustaría poder estar con alguien siempre? – le miro fijamente, no deseaba sentirse el único con aquella clase de pensamientos.
– Así es, he venido hasta aquí solo por usted – Le parecía interesante la manera en la que tomaba sus palabras como un halago, pues a él le parecía que una mujer de semejante belleza y pulcritud al tratar con otros debía estar envuelta en esa clase de situaciones de manera recurrente. Fue su respuesta la que sin embargo, le dio a entender que era probable que fuese completamente lo opuesto a lo que él supuso que era – Es en definitiva un halago, nada más y nada menos que eso. ¿Cómo no halagar a una dama com usted? – negó de manera firme – de no hacerlo quedaría yo como un completo tonto. Alguien que no sabe apreciar una buena compañía cuando se la topa tan de frente como yo con usted en estos momentos – su sinceridad era absoluta para con ella. No tenía que perder con ofrecer la verdad a la vampiresa frente a él – Considero que la soledad no era lo que requería o no lo que el destino planeaba para usted esta noche. Prueba de eso es que me encuentro en este sitio, perturbando la paz de la soledad que antes estaba disfrutando, convirtiéndome solamente en un intruso – hizo una ligera reverencia a modo de disculpa – lamento si le he interrumpido de una manera demasiado grosera.
Rió por las disculpas dadas ante la rudeza que ella sentía demostrar en dirección a Zasha.
– No se preocupe Daphne. No me ha parecido para nada descortés sino que todo lo contrario ya que al igual que usted, estoy acostumbrado a otra clase de encuentros. Es muy extraño poder toparse con vampiras como usted que además de amables sean hermosas; así que descuide, no estoy aquí para pelear sino para pasar un buen rato en su compañía si es que me lo permite – Tomo las preguntas que Daphne realizaba como una aceptación de su compañía, si es que era lo contrario estaba seguro de que ella se lo haría saber pronto – Llevo algo de tiempo, pero creo que no me había visto antes debido a que estaba buscando a alguien que se me escapo, pero como le he encontrado, ahora solo quiero poder darle algo de espacio – suspiro como si fuera un humano – Temo que escape nuevamente y por eso decidí salir de paseo, antes de que termine por acorralarle y no dejar que se escape una vez más. Si lo hace, le odiaría por siempre – su amor convertido en odio real. Eso pasaría si Dania huía de su lado.
– Así es, he venido hasta aquí solo por usted – Le parecía interesante la manera en la que tomaba sus palabras como un halago, pues a él le parecía que una mujer de semejante belleza y pulcritud al tratar con otros debía estar envuelta en esa clase de situaciones de manera recurrente. Fue su respuesta la que sin embargo, le dio a entender que era probable que fuese completamente lo opuesto a lo que él supuso que era – Es en definitiva un halago, nada más y nada menos que eso. ¿Cómo no halagar a una dama com usted? – negó de manera firme – de no hacerlo quedaría yo como un completo tonto. Alguien que no sabe apreciar una buena compañía cuando se la topa tan de frente como yo con usted en estos momentos – su sinceridad era absoluta para con ella. No tenía que perder con ofrecer la verdad a la vampiresa frente a él – Considero que la soledad no era lo que requería o no lo que el destino planeaba para usted esta noche. Prueba de eso es que me encuentro en este sitio, perturbando la paz de la soledad que antes estaba disfrutando, convirtiéndome solamente en un intruso – hizo una ligera reverencia a modo de disculpa – lamento si le he interrumpido de una manera demasiado grosera.
Rió por las disculpas dadas ante la rudeza que ella sentía demostrar en dirección a Zasha.
– No se preocupe Daphne. No me ha parecido para nada descortés sino que todo lo contrario ya que al igual que usted, estoy acostumbrado a otra clase de encuentros. Es muy extraño poder toparse con vampiras como usted que además de amables sean hermosas; así que descuide, no estoy aquí para pelear sino para pasar un buen rato en su compañía si es que me lo permite – Tomo las preguntas que Daphne realizaba como una aceptación de su compañía, si es que era lo contrario estaba seguro de que ella se lo haría saber pronto – Llevo algo de tiempo, pero creo que no me había visto antes debido a que estaba buscando a alguien que se me escapo, pero como le he encontrado, ahora solo quiero poder darle algo de espacio – suspiro como si fuera un humano – Temo que escape nuevamente y por eso decidí salir de paseo, antes de que termine por acorralarle y no dejar que se escape una vez más. Si lo hace, le odiaría por siempre – su amor convertido en odio real. Eso pasaría si Dania huía de su lado.
Zasha Kozlov- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 13/11/2013
Re: ¿Qué sabes tu del abandono? [Privado]
Meditó en silencio por algunos segundos. La que parecía ser una pregunta simple tenia, en realidad, todo un matiz de posibles respuestas. Una simple afirmación o negación no eran suficientes cuando la eternidad estaba implicada. Era claro que aquel vampiro deseaba a alguien junto a él por siempre, se lo había demostrado al cambiar su expresión y reafirmado con sus palabras. Pero para ella el pensar en permanecer con solo un alma por años y años, siglos y milenios, resultaba demasiado apabullante. Indudablemente uno absorbería la personalidad y acciones del otro, sin importar cuánto se quisieran resultaba inevitable que el carácter más fuerte se impusiera. Ella ya lo había vivido y se había perdido al estar sumergida en medio de una fantasía que, a la larga, no era la suya. Alejarse y reencontrarse, eso era algo con lo que podía vivir. – Espero que, si es lo que en realidad desea, lo consiga y que cuente con la fortuna de no tener que admitir nunca haber estado equivocado – manifestó en tono amable aunque en el fondo sospechaba que él lo lamentaría tarde o temprano – Creo que me gustaría conocer a alguien por siempre, saber que se encuentra allí para cuando lo necesite y que yo esté allí para él. Pero, estar siempre juntos, eternamente atados físicamente uno al otro… supongo que es algo que tengo que pensar detenidamente. Es una respuesta con demasiadas implicaciones como para tomarla a la ligera – Era verdad que ella había manifestado más de una vez su intención de permanecer siempre con su familia humana adoptiva, sin embargo la situación era diferente. La vida y muerte se juntaban y cada una de las descendientes que permanecía a su lado era tan distinta a la anterior que simplemente resultaba incomparable. Así que, técnicamente, y aunque le doliera cada perdida, en realidad solo estaba con la misma persona unas pocas décadas antes de que el ciclo natural de la vida les reclamara. Aquellos pensamientos le llevaron hacia una nueva orilla ¿no sería esa la razón por la cual hasta el momento no había ofrecido su don a ninguna de las descendientes de Emma? Tal vez temía, secretamente, que al transformar a alguna ya no ansiara su compañía, que en pocos años deseara apartarse de ella rompiendo el vínculo fraternal que las unía. Curioso, nunca lo había visto de aquel modo.
Los halagos recibidos apartaron sus pensamientos de su familia. Ella sabía que era hermosa, lo reconocía ahora pero, por un instante, su mente la llevo hasta la época anterior a su transformación, cuando los hombres la miraban solo para apartarla de su camino. En ese entonces no era más que una mugrienta y huesuda mujer pasada en años como para emparejarse, sin dinero, familiares ni posición alguna que le ayudasen a salvar su destino de la soledad. Nada poseía y los días tenían un solo objetivo: reunir dinero suficiente para poder comer al día siguiente. No existían hermosos vestidos, ni peines de plata y oro, ni joyas o adornos. La única razón que podría haberla motivado a cuidar de su aspecto era su anhelo por concebir, pero las penurias diarias relegaban aquel sueño a un lugar oscuro que solo era iluminado por la luna en las noches solitarias. – Le agradezco entonces, no solo por sus amables y sinceras palabras, sino por su tiempo e interpretación tan acertada de lo que el destino me tenía deparado. No hay mejor interrupción que la inesperada, esa que transforma una hermosa y tranquila velada en solitario en una magnifica noche en compañía – comentó retomando la compostura y altivez propia y enviando al olvido aquellos recuerdos amargos y tristes de su existencia como simple humana. Con cada palabra proferida se sentía más confiada y a gusto con la presencia del inmortal.
– ¿Así que se encontraba usted en medio de una búsqueda? – cuestionó emocionada – Y no solo eso, sino que ¡ya ha dado con el objetivo de la misma! Pues que curioso el destino en verdad al unirnos en esta noche clara. Usted que ya ha alcanzado su objetivo y yo que aún continúo tras mi botín - aquel descubrimiento le hizo sentir de pronto muy cercana con aquel ser – No sabe cuánto le envidio, yo he tenido que instalarme en la ciudad solo para poder encontrarle. Sé que él está aquí, pero por mucho que lo intento se me sigue escapando de entre los dedos ¿estaré equivocada al obsesionarme con verle una vez más antes de partir hacia el nuevo mundo? – hablaba con la emoción a flor de piel y, además, aduciendo a hechos aún no compartidos, como si su interlocutor entendiera por completo lo que decía. Una nueva disculpa ahora sonaría redundante por lo que sonrió como excusa por tan incoherente palabrería para alguien que no conocía su pasado. – Que galante y considerado es al darle el espacio que necesita- comentó intentando retornar la conversación al tema de Zasha. No hizo alusión alguna al comentario sobre odiar a quien quiera que buscase atrapar. Lo comprendía pero, al mismo tiempo, sentía que no era correcto transformar el sentimiento de necesidad por uno de odio. Si ella no daba con su creador no lo odiaría por eso, le extrañaría y sí, refunfuñaría por un tiempo, solo hasta que se diera la oportunidad de buscarle una vez más o hasta que él se tomase la molestia de encontrarla.
Los halagos recibidos apartaron sus pensamientos de su familia. Ella sabía que era hermosa, lo reconocía ahora pero, por un instante, su mente la llevo hasta la época anterior a su transformación, cuando los hombres la miraban solo para apartarla de su camino. En ese entonces no era más que una mugrienta y huesuda mujer pasada en años como para emparejarse, sin dinero, familiares ni posición alguna que le ayudasen a salvar su destino de la soledad. Nada poseía y los días tenían un solo objetivo: reunir dinero suficiente para poder comer al día siguiente. No existían hermosos vestidos, ni peines de plata y oro, ni joyas o adornos. La única razón que podría haberla motivado a cuidar de su aspecto era su anhelo por concebir, pero las penurias diarias relegaban aquel sueño a un lugar oscuro que solo era iluminado por la luna en las noches solitarias. – Le agradezco entonces, no solo por sus amables y sinceras palabras, sino por su tiempo e interpretación tan acertada de lo que el destino me tenía deparado. No hay mejor interrupción que la inesperada, esa que transforma una hermosa y tranquila velada en solitario en una magnifica noche en compañía – comentó retomando la compostura y altivez propia y enviando al olvido aquellos recuerdos amargos y tristes de su existencia como simple humana. Con cada palabra proferida se sentía más confiada y a gusto con la presencia del inmortal.
– ¿Así que se encontraba usted en medio de una búsqueda? – cuestionó emocionada – Y no solo eso, sino que ¡ya ha dado con el objetivo de la misma! Pues que curioso el destino en verdad al unirnos en esta noche clara. Usted que ya ha alcanzado su objetivo y yo que aún continúo tras mi botín - aquel descubrimiento le hizo sentir de pronto muy cercana con aquel ser – No sabe cuánto le envidio, yo he tenido que instalarme en la ciudad solo para poder encontrarle. Sé que él está aquí, pero por mucho que lo intento se me sigue escapando de entre los dedos ¿estaré equivocada al obsesionarme con verle una vez más antes de partir hacia el nuevo mundo? – hablaba con la emoción a flor de piel y, además, aduciendo a hechos aún no compartidos, como si su interlocutor entendiera por completo lo que decía. Una nueva disculpa ahora sonaría redundante por lo que sonrió como excusa por tan incoherente palabrería para alguien que no conocía su pasado. – Que galante y considerado es al darle el espacio que necesita- comentó intentando retornar la conversación al tema de Zasha. No hizo alusión alguna al comentario sobre odiar a quien quiera que buscase atrapar. Lo comprendía pero, al mismo tiempo, sentía que no era correcto transformar el sentimiento de necesidad por uno de odio. Si ella no daba con su creador no lo odiaría por eso, le extrañaría y sí, refunfuñaría por un tiempo, solo hasta que se diera la oportunidad de buscarle una vez más o hasta que él se tomase la molestia de encontrarla.
Daphne Landry- Vampiro Clase Alta
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Re: ¿Qué sabes tu del abandono? [Privado]
Había creído antes estar completamente equivocado, ahora no sabía realmente que sería lo que traería el futuro. Esperaba en lo profundo de su muerto corazón que no fuera la idea de dejarle, no toleraría nuevamente estar lejos de Dania. La posesividad que mostraba con quien era su esposa algunas veces sobrepasaba los limites de lo que incluso él consideraba normal, pero no podía hacer nada más que no desearla a su lado, que no viera o estuviera con alguien más que no fuera él.
– Yo también lo espero, no me resta más que esperarlo – sonrió con simpleza. Pese a todo continuaba creyendo que en algún momento sería feliz al lado de la mujer humana que una vez convirtió en su esposa y quien al igual que él, compartía ahora la vida inmortal. Se detuvo unos segundos a analizar las palabras de la vampiresa sobre el pasar tanto tiempo al lado de alguien más; quizás en el pasado lo hubiera creído así, tal vez la obsesión que mantenía para con Dania le impedía ver las cosas de manera clara. No estaba seguro de nada, no desde que ella hubiera aparecido en su vida, nublaba sus pensamientos de maneras inesperadas y eso era algo que se sentía incapaz de evitar – Supongo que debe ser algo funcional para usted. No sé la verdad que tan funcional o no sea lo que le he dicho yo, sin embargo es lo que espero poder llegar a experimentar. Hasta ahora la soledad no me ha sentado muy bien, así que veré que tal me sienta la compañía – en eso si tenía razón. Las cosas en soledad le eran más complicadas.
Un silencio que le hizo creer que había incomodado a la fémina se volvió notorio. Pese a eso, Zasha se mantuvo en su lugar, aguardando para ver si es que ella expresaba que le disgustaba la manera en que se expresaba o alguna otra cosa que agobiara sus pensamientos. En varios momentos de la existencia inmortal, no había mejor oportunidad para demostrar las inconformidades o las penas que con alguien que lo más probable es que no se viera más. Sus creencias se cayeron cual castillo de naipes al escuchar la respuesta que la vampiro daba a sus palabras; las cuales además, interpretaba como una aceptación de su presencia ahí para charlar con ella un rato. De esa manera no solo sentía estarse ayudando a si mismo a desviar sus pensamientos, sino también los de ella.
La emoción en la voz femenina, le hizo sonreír. Daphne sin duda alguna era una inmortal interesante con quien resultaba agradable conversar.
– Así es, he encontrado de manera inesperada a quien estaba siguiendo. Tenía tanto tiempo sin verla que creía que me resultaría imposible encontrarla, sin embargo, ya lo he hecho – Escucho con atención las palabras de la mujer y asintió, entendiendo perfectamente la manera en que ella estaba pensando. En ese deseo de ver una vez más a quien estaba buscando – Seguro que aparecerá en el momento que menos lo espere, cuando piense por darse por vencida y que su búsqueda es una absoluta perdida de tiempo. En esos momentos cuando todo lo que ha hecho no tenga sentido, será seguro cuando pueda verle una ves más y si me permite, no considero que este mal en desear ver alguien que es importante para usted – le miro con curiosidad – Puedo comprenderle, cuando mi esposa se alejo de mi, solo pensaba en encontrarle y verla. Aunque ¿Piensa usted irse? Espero que no cambie de opinión cuando encuentre a quien busca, a mi me ha pasado de esa manera – Todo el odio se volvió una sombra en el instante en que sus ojos se posaron sobre Dania una vez mas.
Rió y negó cuando la vampiresa comenzaba a decir que era muy considerado.
– Nada de eso, al contrario. Creo que lo hago por mi mismo; si no me alejaba por completo de ella terminaría cometiendo una locura. Lo que siento por ella, sea lo que sea, pero que quisiera llamar amor me trasforma a maneras que generarían terror en otros – se encogió de hombros avergonzado por admitir aquello – soy un monstruo demasiado egoísta, por mi culpa se fue de mi lado en un inicio y a pesar de todo le sigo culpando – miro a Daphne – así que se equivoca, no soy considerado y mucho menos galante.
– Yo también lo espero, no me resta más que esperarlo – sonrió con simpleza. Pese a todo continuaba creyendo que en algún momento sería feliz al lado de la mujer humana que una vez convirtió en su esposa y quien al igual que él, compartía ahora la vida inmortal. Se detuvo unos segundos a analizar las palabras de la vampiresa sobre el pasar tanto tiempo al lado de alguien más; quizás en el pasado lo hubiera creído así, tal vez la obsesión que mantenía para con Dania le impedía ver las cosas de manera clara. No estaba seguro de nada, no desde que ella hubiera aparecido en su vida, nublaba sus pensamientos de maneras inesperadas y eso era algo que se sentía incapaz de evitar – Supongo que debe ser algo funcional para usted. No sé la verdad que tan funcional o no sea lo que le he dicho yo, sin embargo es lo que espero poder llegar a experimentar. Hasta ahora la soledad no me ha sentado muy bien, así que veré que tal me sienta la compañía – en eso si tenía razón. Las cosas en soledad le eran más complicadas.
Un silencio que le hizo creer que había incomodado a la fémina se volvió notorio. Pese a eso, Zasha se mantuvo en su lugar, aguardando para ver si es que ella expresaba que le disgustaba la manera en que se expresaba o alguna otra cosa que agobiara sus pensamientos. En varios momentos de la existencia inmortal, no había mejor oportunidad para demostrar las inconformidades o las penas que con alguien que lo más probable es que no se viera más. Sus creencias se cayeron cual castillo de naipes al escuchar la respuesta que la vampiro daba a sus palabras; las cuales además, interpretaba como una aceptación de su presencia ahí para charlar con ella un rato. De esa manera no solo sentía estarse ayudando a si mismo a desviar sus pensamientos, sino también los de ella.
La emoción en la voz femenina, le hizo sonreír. Daphne sin duda alguna era una inmortal interesante con quien resultaba agradable conversar.
– Así es, he encontrado de manera inesperada a quien estaba siguiendo. Tenía tanto tiempo sin verla que creía que me resultaría imposible encontrarla, sin embargo, ya lo he hecho – Escucho con atención las palabras de la mujer y asintió, entendiendo perfectamente la manera en que ella estaba pensando. En ese deseo de ver una vez más a quien estaba buscando – Seguro que aparecerá en el momento que menos lo espere, cuando piense por darse por vencida y que su búsqueda es una absoluta perdida de tiempo. En esos momentos cuando todo lo que ha hecho no tenga sentido, será seguro cuando pueda verle una ves más y si me permite, no considero que este mal en desear ver alguien que es importante para usted – le miro con curiosidad – Puedo comprenderle, cuando mi esposa se alejo de mi, solo pensaba en encontrarle y verla. Aunque ¿Piensa usted irse? Espero que no cambie de opinión cuando encuentre a quien busca, a mi me ha pasado de esa manera – Todo el odio se volvió una sombra en el instante en que sus ojos se posaron sobre Dania una vez mas.
Rió y negó cuando la vampiresa comenzaba a decir que era muy considerado.
– Nada de eso, al contrario. Creo que lo hago por mi mismo; si no me alejaba por completo de ella terminaría cometiendo una locura. Lo que siento por ella, sea lo que sea, pero que quisiera llamar amor me trasforma a maneras que generarían terror en otros – se encogió de hombros avergonzado por admitir aquello – soy un monstruo demasiado egoísta, por mi culpa se fue de mi lado en un inicio y a pesar de todo le sigo culpando – miro a Daphne – así que se equivoca, no soy considerado y mucho menos galante.
Zasha Kozlov- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 13/11/2013
Re: ¿Qué sabes tu del abandono? [Privado]
La inmortal retiró nuevamente el cabello que, alborotado ligeramente por la brisa, insistía en cubrir parte de su rostro. Un gestó automático y sutil, rápido para los estándares mortales, lento y agraciado para los inmortales. Consideró retenerlo nuevamente con el ornamento que se había retirado no bien había entrado en el callejón pero lo pensó mejor y decidió dejarlo suelto. Sería una pérdida de tiempo y energía, tanto como lo era pretender que algunas hebras de su negra cabellera pudiesen llegar a incomodarle. Algunos de aquellos gestos, tan mundanos, eran necesarios para aparentar ante los humanos. Entre más pequeños detalles como esos fuesen interpretados con naturalidad más sencillo era que las conciencias mortales ignorasen las diferencias claras existentes y omitieran los cuestionamientos y recelos propios de un encuentro con una criatura que solo debería vivir en las leyendas. – ¡Oh!, así que es su esposa, nada más y nada menos – comentó retornando a la exaltación y olvidándose por completo de su cabellera – Entonces, como bien lo ha dicho, puede que sea usted efectivamente la excepción a mi regla. Más aún si la experiencia le ha demostrado que no le conviene la soledad y que continua siendo fiel a sus votos matrimoniales– comentó con una medio sonrisa, aceptando el hecho de que no pensasen de igual manera sobre un tema en común.
– Espero tenga usted razón, tengo tantos deseos de verle – mucho tiempo había pasado y la despedida no había sido tan placentera como ella hubiese deseado. No se arrepentía de haber actuado como lo había hecho, era la única manera en la cual había podido separarse de él y encontrarse a sí misma. Él era un ser oscuro y despiadado, pero así le quería y su corazón entumecido anhelaba poder fundirse una vez más con el helado toque de su pétrea piel. – Si, me iré de todos modos aunque el momento de hacerlo será determinado por las condiciones del encuentro… si es que ocurre – medio rió con las últimas palabras. Lo que en un principio pensó sería relativamente sencillo se había convertido en toda una odisea. Aún no tenía idea de su paradero aunque no había cesado de buscarle desde que llegó a la ciudad.
Frunció ligeramente el ceño al escuchar lo que siguió. – Entiendo pero ¿está ella de acuerdo con su actuar? Es posible que me este extralimitando dada la confianza apenas incipiente entre dos seres que recién se conocen, pero creo que debería reconsiderar el hecho de que ella escapa de usted, al parecer, constantemente - torció ligeramente la boca mientras sus ojos volvían a los puntos brillantes y lejanos que les observan como silenciosos espectadores desde el oscuro cielo – Mi caso actual es diferente en el sentido de que creo que él desconoce mi paradero. Dudo mucho que sepa que me encuentro en París y que le estoy buscando – era algo que deseaba creer con fervor pues, la otra opción, esa en la que él se negara a mostrársele, le resultaba demasiado dolorosa incluso solo para imaginarla –Verá, él es mi creador y fue mi amante durante muchas décadas, sin embargo fue su temperamento egoísta y posesivo lo que me llevó a abandonarle en primer lugar. Era demasiado para mí, no podía seguir actuando según sus gustos y deseos e ignorando todo lo que había en mi interior y que, de hecho, desconocía por casi por completo. Ha pasado casi medio siglo desde que le dejé en contra de su voluntad y, aunque deseo volver a encontrarle, no me arrepiento para nada de mi decisión, así como estoy segura de que no permanece a su lado de manera indefinida - ¿Qué tendría él para decirle? Era una pregunta que la atormentaba tanto como la incertidumbre ante las posibilidades de un encuentro en el corto tiempo. Tal vez diese por olvidado aquel momento en el que ella simplemente le dejó, ignorando sus suplicas y su dolor. O, tal vez le repudiara y cargase con un odio profundo por haberse atrevido a dejarle en medio de la soledad ¿intentaría mantenerla cerca nuevamente o aceptaría que, a pesar de los sentimientos que continúan vivos, ella no puede aceptar tan fácilmente el “juntos para siempre”?
– Espero tenga usted razón, tengo tantos deseos de verle – mucho tiempo había pasado y la despedida no había sido tan placentera como ella hubiese deseado. No se arrepentía de haber actuado como lo había hecho, era la única manera en la cual había podido separarse de él y encontrarse a sí misma. Él era un ser oscuro y despiadado, pero así le quería y su corazón entumecido anhelaba poder fundirse una vez más con el helado toque de su pétrea piel. – Si, me iré de todos modos aunque el momento de hacerlo será determinado por las condiciones del encuentro… si es que ocurre – medio rió con las últimas palabras. Lo que en un principio pensó sería relativamente sencillo se había convertido en toda una odisea. Aún no tenía idea de su paradero aunque no había cesado de buscarle desde que llegó a la ciudad.
Frunció ligeramente el ceño al escuchar lo que siguió. – Entiendo pero ¿está ella de acuerdo con su actuar? Es posible que me este extralimitando dada la confianza apenas incipiente entre dos seres que recién se conocen, pero creo que debería reconsiderar el hecho de que ella escapa de usted, al parecer, constantemente - torció ligeramente la boca mientras sus ojos volvían a los puntos brillantes y lejanos que les observan como silenciosos espectadores desde el oscuro cielo – Mi caso actual es diferente en el sentido de que creo que él desconoce mi paradero. Dudo mucho que sepa que me encuentro en París y que le estoy buscando – era algo que deseaba creer con fervor pues, la otra opción, esa en la que él se negara a mostrársele, le resultaba demasiado dolorosa incluso solo para imaginarla –Verá, él es mi creador y fue mi amante durante muchas décadas, sin embargo fue su temperamento egoísta y posesivo lo que me llevó a abandonarle en primer lugar. Era demasiado para mí, no podía seguir actuando según sus gustos y deseos e ignorando todo lo que había en mi interior y que, de hecho, desconocía por casi por completo. Ha pasado casi medio siglo desde que le dejé en contra de su voluntad y, aunque deseo volver a encontrarle, no me arrepiento para nada de mi decisión, así como estoy segura de que no permanece a su lado de manera indefinida - ¿Qué tendría él para decirle? Era una pregunta que la atormentaba tanto como la incertidumbre ante las posibilidades de un encuentro en el corto tiempo. Tal vez diese por olvidado aquel momento en el que ella simplemente le dejó, ignorando sus suplicas y su dolor. O, tal vez le repudiara y cargase con un odio profundo por haberse atrevido a dejarle en medio de la soledad ¿intentaría mantenerla cerca nuevamente o aceptaría que, a pesar de los sentimientos que continúan vivos, ella no puede aceptar tan fácilmente el “juntos para siempre”?
Daphne Landry- Vampiro Clase Alta
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