Es que no sabes lo que tú me haces sentir... || Privado

"No te voy a dejar morir", justamente ahora no sabía si en verdad se lo había dicho o simplemente se había quedado en su cabeza, recordar aquella noche la hacía ponerse nerviosa, había sido demasiada la angustia que había vivido en poco tiempo, además de la misma represión que ella misma se ejercía, aquél maldito orgullo que la mantenía en pie, pero eso mismo la tuvo cuerda todo el tiempo que necesito para salir de aquél horrible lugar, para terminar con toda esa pesadilla.

Ahora mismo se encontraba en la fuente que le dejaba poder ver todo a su alrededor, hacía mucho que no volvía al burdel, tampoco para saber como iba el negocio, mucho menos para trabajar ahí, sabía que las cosas se mantenían pero por simples comentarios que lograba escuchar en las calles. Podía decir que no extrañaba aquello, después de todo no había motivos, ella podría salir de ese mundo cuando quisiera, siempre había sido por gusto, siempre por aquella rebeldía dominante que era parte de su propia esencia y que nadie había podido controlar, al menos no del todo.

Tomó asiento y cerró los ojos escuchando el agua caer, aquello la podía llegar a relajar, a pesar de lo que pudieran creer de ella había muchas cosas "simples" que podían gustarle demasiado, las podía disfrutar sin que costaran un solo franco, pero nadie la conocía, eso creía ella. Suspiró al pensar aquello abriendo los ojos, mirando aquella ventana donde quizá él reposaba. Una sonrisa se cruzó por sus labios, la realidad es que era demasiado temprano como para que estuviera despierta, pero sus fantasmas nocturnos no la dejaban estar en paz, además de que la costumbre de dormir durante el día todavía seguía, a pesar de un año estando lejos de aquél mundo, las costumbres seguían y era lo que la mantenía serena, para no creer que en verdad se había convertido en algo diferente, en algo que nunca había sido, ni nunca sería.

Sus brazos se ciñeron a su cintura intentando cubrirse del poco aire frío que todavía existía, cuando estaba amaneciendo siempre hacía más frío y según "aquél" también era más oscuro. Sus cabellos se movieron débiles, soltando ligeramente el chongo que se había hecho la noche anterior para poder descansar -Y es que no sabes lo que tú...- el canto suave que salió de sus labios por breves segundos se quedó sin voz a los pocos segundos, ella no podía estar diciendo tantas tonterías, estaba segura de que él sabía algo, pero también estaba segura de que no podía ser capaz de decirlo alguna vez, aunque en ocasiones le llegaba a quemar la garganta, hasta dejarla sin poder respirar, tal como lo hacía él con un simple beso.

Un suspiro sale de sus labios dejando a la mujer de cabellos rubios sin poder pensar, eran muy pocas veces las que aquello pasaba, sin embargo cuando ocurría, para su desgracia, siempre estaba él en sus pensamientos, era lo único que pasaba. Había dicho que no dejaría que se muriera porque aquello era extremadamente cursi, la realidad es que no sabía lo que pasaría con ella de tan sólo creer que el Conde de España había muerto. Un escalofrío le recorrió toda la espalda haciendo que su gesto cambiara, era mejor que regresara a dormir o su mente le haría divagar por senderos que no debían ser recorridos.

Aquél lugar siempre parecía pacífico, nada que ver con lo que podía ser el dueño de la casa cuando el apellido se le subía en la cabeza, aquello la hizo sonreír y comenzó a subir a la habitación que le correspondía, la tranquilidad siempre le había parecido algo que no era para ella, pero se había acostumbrado un poco, cuando menos, sólo esperaba que de momento estuviera bien, tal vez para ya irse, aunque en realidad eso también le angustiaba, algo en ella no quería irse de su lado, era la primera vez en mucho tiempo en que ella decidía cuando verlo, que no debía preocuparse porque llegara corriendo en la noche para buscar refugio o que la corona quisiera darle muerte, eran tantas cosas que habían cambiado que no sabía si volver al ajetreo diario le agradaría.

Escucha un grito y sube las escaleras corriendo hacia la habitación del caballero, abriendo la puerta de golpe -¿Estás...?- se quedó callada al no ver absolutamente a nadie en la cama, sintió como la presión crecía en su interior y se adentró al cuarto con cuidado, su respiración se había agitado, hasta que vio algo... alguien en el piso -¿Qué demonios haces?- preguntó frunciendo el ceño, cruzando los brazos por debajo de su pecho, ahora la preocupación era molestia, con Aldebarán las cosas siempre eran así, tenía el don perfecto para hacerla enojar -¿Quieres regresar a la cama ahora mismo?- la verdad es que no era aquello una pregunta, sino una orden. Su mano señaló el lecho donde debía descansar, esperando que él hiciera algo. Sus ojos estaban firmes sobre los otros aguardando el momento en que dejara las tonterías a un lado -Ya te dijo el médico que debes reposar ¿Qué parte no entiendes?- odiaba esa pose que tomaba cuando se trataba de él, siempre intentaba protegerlo pero sin ser demasiado obvia, ambas cosas eran muy complicadas, pues guardar las apariencias siempre era agotador.

Aquello le molestaba en verdad, pero no haría nada al respecto, ya era mayor y se supone que debería saber que hacer, o al menos poder ser responsable de sus propios actos, aunque en ocasiones podía llegar a dudar de eso. Parecía que el hobbie del Conde era hacerla enojar y lo peor es que lo lograba con tanta facilidad que en verdad se sorprendía ella misma de aquello -Como digas...- fue todo lo que dijo al notar como la sábana volaba, la realidad es que verlo semidesnudo era algo que no le importaba, hasta el momento no había parte de él que no conociera.

El beso no la toma por sorpresa, así que le es fácil responderlo, se había acostumbrado a eso, él hacía lo que quería y ella no se quejaba, aunque había límites, aún así cuando se separa de sus labios le mira con seriedad -No me necesitas a mí, Aldebarán, o sombra, ladrón, Rosa Negra, como quieras llamarte, ambos sabemos que no me necesitas...- murmuró con la mayor convicción que pudo -Y si quieres arriesgar tu vida, hazlo, sólo intenta que no te encuentre, porque no te volveré a salvar- su ceño se frunció en ese momento y se le quedó viendo, levanta una ceja -¿Acaso esa es una orden? Sabes que soy pésima con ellas...- la diversión en la voz es evidente.

-Ocho de la noche... Pensé que siempre estaba deslumbrante... que mal... He vivido engañada toda mi vida...- río ligeramente observando como la pantaloneta vuela hacia ella y la atrapa con las manos negando con la cabeza -Si gustas te puedo ayudar con la ducha...- dice antes de reír dejando la prenda sobre la cama, sin esperar que responda sale del cuarto ¿Qué es lo que tiene para decirle? Aún no lo sabe, seguramente alguna barrabasada como las que acostumbraba.

Entra a su cuarto, mirando inmediatamente aquél clóset que resguarda su ropa, no tenía idea alguna de que ponerse, uno a uno los vestidos comenzaron a inundar la cama y la desesperación de la rubia comenzaba a crecer hasta que encontró uno que fue de su agrado, se estaba esmerando pero eso sólo lo sabría ella. Entró al cuarto de baño meditando por todos los lados posibles que era aquello que le iba a decir, le molestaban en absoluto los misterios, era algo que no soportaba, pero bien lo toleraría por algún momento, la curiosidad le carcomía -Si tú pudieras un minuto estar en mí...- de nuevo comenzó a tararear la canción mientras se duchaba.

Daban justo las seis de la tarde y ella de nuevo había estado en el cuarto quitándose y poniéndose vestidos, uno tras otro sin quedar conforme con ninguno, cada vez que decidía que algo estaba bien, simplemente terminaba por desertar por cualquier situación, ¡No era posible! ¿Acaso no era ella la mujer perfecta? Siempre era lo que decía, sin embargo en aquella ocasión las cosas eran diferentes, su imagen en el espejo le exigía demasiado así misma y la adrenalina le corría por las venas de forma desesperada, haciéndola suspirar de vez en cuando.

Por fin, un vestido logró convencerla, la falda era lo suficientemente larga para que no se pudiera apreciar que en algún momento fue cortesana, sin embargo mostraba lo suficiente para que él se diera cuenta de que existían un par de piernas, se podría decir que había encontrado el término medio. Un corsé que se ceñía a su cintura haciéndola lucir una figura enmarcada, todo en color carmín, con suaves contrastes a causa del tipo de tela. Sus cabellos le caían sueltos a los hombros, dejando sólo un pequeño amarre en la coronilla. Un maquillaje discreto era el toque final junto con una gargantilla que caía sobre su pecho. Respiró profundo, antes de girarse y salir de aquél cuarto.

No había demasiada gente en los pasillos y eso la hacía comenzar a preguntarse más cosas, sin embargo notó que alguien terminaba de salir del comedor, haciendo una ligera reverencia, que contestó con un simple asentimiento de cabeza.

Justo iba a dar un paso hacia la estancia y se quedó petrificada en la puerta... ¿Rosas? ¿Champagne? ¿Y...él? Sus labios se juntaron ligeramente y prosiguió su camino hacia donde estaba el "anfitrión" -¿Qué es todo esto?- preguntó levantando una de sus cejas de forma marcada mientras le observaba fijamente -¿Es tu manera de decir "gracias"?- no podía decir que no la había sorprendido, pero no es algo que fuera a reconocer, al menos no delante de él, eso lo tenía bien claro -Me pides que luzca deslumbrante y tú no te esfuerzas...- esa había sido su extraña forma de decirle "que bien te ves", sólo tendrían que interpretarla, para su desgracia él era de los pocos, por no decir el único, que lograba entenderla.

Siente su mano y lo acompaña hasta la mesa, tomando asiento en la silla, la realidad es que aquello es completamente extraño, no dudaba que él fuera un caballero, sin embargo las cosas entre ellos iban a lugares en donde ese tipo de cosas no eran necesario que se demostraran. Hasta cierto punt era una parte de él que le faltaba conocer y podría decir que hacerlo le causaba cierta sensación incómoda que no podía llegar a encuadrar en un "por qué". Sonrió de lado al escuchar lo que decía -Usar ropa siempre es bueno... Pero no te emociones, que ya te he visto sin ella y no me impresionas- le guiña el ojo con cierto descaro y lleva la mano hacia donde estaba su copa, tomando esta de forma delicada.

-Hubiera deseado que te quedaras hasta el traje de enfermera, el cual por cierto se ha extraviado...- se mordió por dentro los labios para no reír, él podía ser tan elocuente con las cosas que decía, sin embargo el "nosotros" parecía innecesario, pero sobre todo irreal -Brindemos por mí, por mis cuidados y porque dejes de sonreír de esa forma extraña... Que te ves en verdad raro- chocó levemente su copa con la de él y dio un ligero sorbo a esta, para posteriormente dejarla sobre la mesa con todo el cuidado, tal vez era su idea pero había algo en la situación que la alteraba y la sonrisa del español no hacía más que hacerla dudar a cada segundo. Meditó un poco aquello mientras observaba el sitio, completamente plagado de flores que en realidad daban un toque de romanticismo al asunto que a Devany lograba ponerle los nervios en punta -¿Por qué rosas rojas?- preguntó como cualquier cosa, como si fuera algo que simplemente sale en una conversación común y corriente.

Regresó su mirada hacia el Conde y tomó su mano entre las propias, haciendo una leve caricia sobre sus nudillos, para después mirar sus ojos de forma fija, intentando no perderse en ellos, aunque en ocasiones le era sencillamente imposible -Hablando en serio... No me debes dar las gracias, dije que no te morirías en mis brazos y lo he cumplido, no te daría el gusto de que hicieras las cosas como tú quisieras, además sabes que la cursilería y yo no nacimos el mismo día...- finalizó la frase dejando la mano del hombre de nuevo sobre la mesa y evitó que un suspiro se le escapara de forma innecesaria, era como si en ese momento tuviera que decir adiós, pero algo la estuviera deteniendo sin motivo aparente, esperaba que la cena empezara pronto, para poder ocuparse el algo que no fuera él y sus palabras.

-No niego que siempre eres un cínico, te lo he dicho muchas veces, sin embargo ahora tu sonrisa es diferente...- una mueca se dibuja en sus labios al terminar aquella explicación, podía decir que ella se sentía inquieta, con un poco de ansiedad y tal vez nervios, pero todo era culpa de él que la miraba de esa forma extraña, además de las sonrisas, las palabras, el champagne, las rosas... Todo en su conjunto hacían que Devany no estuviera en un ambiente conocido y por lo tanto el desconcierto la invadiera al grado de hacerla titubear.

-Un detalle... Especial...- parpadeó un par de veces y siguió observando al hombre de forma detallada, con aquél nudo que se formaba en su garganta cada que él pronunciaba las palabras -También me encantan los tulipanes, así que podrías anotarlo para la próxima...- sonrió apenas, de aquella forma tan sutil que a lo mejor ni siquiera se hubiera notado, quería arruinar todo de forma inconsciente, su naturaleza le indicaba que no debía seguir aquél juego porque no sobreviviría, sin embargo quería llegar más allá de todo, también existía algo que la empujaba, en ese momento su cabeza era un verdadero caos, no sabía exactamente para donde tirar, porque de cualquier forma sentía que se aventaba a un abismo, sin que en el fondo hubiera una red. De un solo trago, imitándole, termina el contenido burbujeante de su copa, haciendo que con ello su garganta se refresque apenas unos segundos.

Mantiene la mano firme entre los dedos del hombre, agradece un poco que el soporte que le brinden sea perfecto, o de otra forma se vería como estas titubean de forma extraña. La voz parece que se ha perdido, pero intenta encontrarla en su interior, su ceño se frunce un poco confundida con lo que ocurre alrededor de ellos y relamiéndose los labios es capaz de poder pronunciar una palabra -¿Nosotros?- cuestiona con apenas un hilo de voz, observando su sonrisa, su mirar, sus facciones son perfectas, podía quedarse a admirarle pero el corazón intenta salirse de su pecho en busca de respuestas, su estómago ya no se encuentra en su sitio. ¿Qué es lo que pasa con la rubia? Ni siquiera ella se entiende en aquél momento, todo da vueltas -Te diría que las cosas aterradoras nunca han sido de mi agrado... Así que ¿Por qué no me dices que es todo esto? que en verdad me estás espantando- se le queda viendo un poco más, pero su cuerpo se inclina hacia él y la mano libre se deposita sobre su frente -¿Te ha hecho daño el ejercicio, no?- cuestiona aprovechando para acariciar su rostro de forma tenue hasta que el dorso de su mano perfila su mentón llegando a posarse de nuevo en la mesa. Siente la garganta seca, pero ya se ha acabado el contenido de su copa "Tranquila... ¿Qué es lo peor que puede pasar?" y muchas cosas vinieron a su cabeza con esa simple pregunta.

Ahí estaba ella frente a él, lo tenía para, con y por ella, eso era lo que más le gustaba de todo, que él estaba delante, demostrando que había sentimientos en su interior. Suspiró mientras sus ojos se fijaban en los de él y una sonrisa se dibujaba en sus labios sin que ella pudiera evitarlo, recordaba como era todo al principio, Devany huyendo de sus propios impulsos, de aquella necesidad que le crecía por estar con él, de correr a sus brazos y sin embargo lo ignoraba. Lo ignoraba a su modo porque llamaba su atención, hacía todo porque él fuera quien llegara con ella, pero lo alejaba de nueva cuenta.

Se iba a casar con otro, sólo por seguir un prototipo, sólo por darle gusto a los demás, sólo para acallar aquél sentimiento que intentaba desbordarse en su interior, al recordar aquello un dolor en el estómago la hizo cerrar los ojos, afortunadamente coincidió con aquél beso que se había depositado sobre su frente, haciéndola sonreír, ahora ya no importaban los errores pasados, sino que a pesar de todo nada ni nadie había podido separarlos, ni siquiera ellos mismos con tantas veces que se empeñaron en aquello, poniendo muchas barreras, hasta que se cansaron y ahora se arropaban el uno al otro.

Su ceño se frunció, mientras sus labios intentaron esconder una sonrisa por las palabras del hombre que, literalmente, la tenía loca, en más de un sentido psicológico -Ya sabrás de lo que hablo, ahora no importa- mencionó casi sobre sus labios mientras sentía aquella calidez de su beso, de su boca amoldándose a la propia, posó la mano sobre la mejilla ajena y cerró los ojos, en esa ocasión dejaría que fuera él quien descubriera los sentimientos que ella ocultaba, aunque siempre lo hacía, hoy todo era especial, pero ella sola no podría llegar a aceptar absolutamente nada.

Poco a poco se fue abriendo paso entre sus labios, degustando aquellos labios que ahora eran suyos, que le pertenecían y que no dejaría que besaran nunca a nadie más -Esto es trampa...- murmuró antes de dejar que su lengua hiciera suaves caricias a la lengua ajena -Pero me encan...- era mejor seguir con aquél beso o eso fue lo que le dijo el instinto, sus manos se abrazaron a su cuello, apegándose un poco más a él, estaban en el piso y aquello no parecía importarles a ninguno de los dos, que ahora sólo demostraban que había sentimientos demasiado fuertes como para ignorarlos toda la vida, que por más que luchen, siempre es este el que vence. Sus manos acariciaban sus largos cabellos, quería sentir que en verdad aquello estaba pasando y que no era un sueño del que tendría que despertar, mordió ligeramente el labio inferior ajeno, tirando de él -¿Qué me has preparado de cenar, ladroncito mío?- preguntó sonriendo, sin dejar de depositar pequeños besos sobre sus labios, se permitía estar siendo cariñosa con él y de alguna manera le gustaba.