AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Deseando me desees [Deiran]
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Deseando me desees [Deiran]
“Una vez más estoy aquí, esperando poder tenerte, buscando que me desees más de lo que puedes creer.”
Fueron casi dos meses sin saber de él, me había tomado un tiempo prudencial para intentar calmar esas aguas que venían acumulándose. La última vez habíamos pasado a la siguiente etapa y había sacado mi verdadera bestia más de lo que debería. Se me había salido de las manos, mi control estaba devastado. Anteriormente había practicado con mujeres, para probar si era capaz de acostarme y no matarlas; y efectivamente daba resultado, pero con él era diferente, rompía mis cadenas de forma tal que me embriagaba, terminaba sin pensar en lo que estaba haciendo, pudiendo provocarle casi la muerte, aunque obviamente eso no iba a suceder, ya que Deiran era bastante duro de matar, pero tampoco era mi intención hacerle daño, nunca lo había sido, ¿o sí? En cualquier caso había procurado tomar distancia, llegando nuevamente a la conclusión de que lo quería para mí. Lo deseaba más de lo que era normal en mi actitud dominante. Deseaba pasar con él buenos ratos, poder charlar de economía, de guerras y de bebidas sin que sea perturbante para el otro. Ahora tenía en mi poder parte de sus acciones, lo que significaba que podíamos trabajar juntos si él no seguía siendo tan testarudo.
Me propuse invitarlo a una cena en un lugar elegante y a la vista de todos, como si eso fuese un aviso de que no sucedería nada malo. Y así lo hice, pero obvié mi nombre, al igual que la compañía de whisky y todo lo que le avisara que fuese yo. Le daría una sorpresa, que sin duda le molestaría, pero iba a haber demasiada gente como para que me monte un espectáculo. Estaba ansioso porque llegue aquella noche. Me había juntado con un de esas mujeres que te arreglan para las fiestas, le había pagado para que me haga ver lo más natural y humano posible y luego de pagarle la había matado, para poder saciar mi apetito. Dos utilidades en una. Faltaba apenas una hora para aquella reunión, estaba ansioso, ya que me había preocupado de hablar con economistas, abogados y diferentes publicistas. Todos estaban de acuerdo con que a Francia le hacía falta algo nuevo y con el debido dinero invertido sería un gran triunfo, pero también sería un arma de doble filo, que hacía bastante tiempo estaba evaluando. El nuevo producto sería licores, finos y pulidos, derivados naturales y sin nada de conservantes, dos empresas grandes como las nuestras, eran con evidencia, capaces de crear un licor tradicional francés, sin perder aquel toque de “eternidad” que curiosamente, nos pegaba bastante bien. Y sin lugar a dudas ni discrepancias llegaría a la cima, pero había algo en ello que me preocupaba y era la popularidad que podía llegar a tener.
Los rumores esparcidos en el país hablan de la inquisición, sobre las matanzas a sangre fría, indicando que ahora no entran en consideración siquiera las familias de sobrenaturales con capacidades reproductivas. Estarían más fijos en acabar con nosotros, lo que significaba que ambos, estando tan expuesto con nuestros respectivos comercios, estábamos en gran peligro. Había oído que ya empezaba la persecución y me ponía los bellos de puntas imaginarme asesinado por la inquisición. Aquello no debía pasar, no podía permitírmelo. Y había oído de una organización que se juntaría para poder luchar contra ellos. Estaba claro que yo no firmaría para su bando, si la inquisición podía ser sobornada ese sería el camino que tomaría. Ellos no nos molestaban y nosotros tampoco, pero en realidad, estaba seguro de que eso no sucedería.
Me tomé con calma la noche y llegué a aquel bar restaurante, bastante lujoso, pedí una copa de vino, del Viñedo Camelia Vinn, obviamente, hacía un tiempo que lo bebía, con algo de asco por supuesto, el vino era una bebida de tontos y ricos. De gente que sin duda nunca había hecho la guerra en barcos, de niñitos mimados que lo único que quieren es figurar. El ron era la bebida que tenía mi sangre y el whisky mis venas. Pero mis razones eran superadas por aquellos distritos, era algo más fuerte, de lo cual no conseguía saber el nombre.
De repente sentí su aroma, penetraba todos los lugares, mi mente estaba cerrada y mi esencia perfumada y solo cuando le sentí lo suficientemente cerca para que no pudiese huir, me giré. Con una sonrisa tan grande y flameante que las demás personas se voltearon a verme, a verlo. Estaba claro que hacíamos una pareja exquisita, aunque él no lo deseara. — Buenas noches, Monsieur Chassier.—
“Perseguiré tu mente, tu cuerpo y tu alma a través de esta eternidad. Porque eres todo mío.”
Última edición por Josseph Pernd el Dom Abr 20, 2014 1:39 pm, editado 1 vez
Aaya Maciej- Cazador Clase Media
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Re: Deseando me desees [Deiran]
‘’Entre más se estira la cuerda esta menos afloja ¿De nuevo la cacería?’’
Dos meses de gracia. Dos veces para hundir mi cabeza en el agujero más profundo y no sacarla jamás. Ocho semanas en donde descubrí que nada es para siempre, que el autocontrol delante del deseo no es quimera. El tiempo sirve para lamer heridas aunque quisiera poder decir lo mismo de los recuerdos que, parecen que no quieren esfumarse. Hice de todo lo que conocía, caí en lo ridículo por la culpa de las fauces del oso. Visité un par de brujas tratando de que usaran su hipnosis en contra mía, pagué cantidades despampanantes para que los gitanos leyesen mi fortuna y me dieran una esperanza. Pero no, todo pintaba mal. Las primeras hicieron su trabajo, me llenaron de huesos de animales pestilentes, hierbas y menjurjes, me frotaron con polvos y humos de colores y nada funcionó, su excusa radicaba en que no se puede luchar contra de lo que realmente se quiere ¿Qué clase de respuesta es esa? Los gitanos alegaban que delante de mí, miraban a un hombre imponente, sediento de poder, lleno de orgullo domando mi ser, mi piel, mi temple, el demonio que yo llevaba dentro. Ambas partes –Tanto gitanos como brujos- pagaron con su sangre la osadía de decirme aquello, no podía creerlo, ni sus vidas en el infierno serían suficiente para aplacar mi ira. Yo no quería recordar, yo no quería revivir momentos, no quería nada que me trajese a colación la sonrisa burlona de Josseph Pernd porque cada vez que en mí se introducía su recuerdo hacía estremecerse más y más mis entrañas pidiendo lo que con el tiempo se llevó y jamás trajo consigo. ¡MALDITO! Maldito él, maldita su existencia, sus besos y su voz dejándome ahí como un costal de fruta podrida de precio barato que cualquiera pueda regalar.
Sus ‘’regalos’’ habían sido una molestia, aun llevaba uno de ellos conmigo y no me sentía orgulloso, ese anillo era realmente molesto. En la madrugada cerca del amanecer aquello apretaba tan fuerte que quería tirarme al sol ahí mismo sin dar explicaciones a nadie del por qué de mis acciones, claro, la idea de solo pensarlo era irracional ¿Por qué me había vuelto tan desequilibrado? ¿Qué era lo que me había hecho desvariar? Sí, lo sabía y no era necesaria la respuesta. Con el tiempo eso fue pasando. Aquel ‘’recuerdo’’ ya era vago, aprendí a vivir con eso como una purga por mi descuido y entonces algo más llegó a ocupar mis pensamientos; mi neófita. Mientras el señor Pernd jugaba al escondite que era más que claro que no del todo había desaparecido, me había dejado claro que estaba más cerca de lo que yo creía haciéndole desfalcos a mi empresa, convenciendo a mis socios para vender sus partes a él. ¿Qué más quería de mí? ¿Qué otra humillación más que la de aquella noche quería hacerme ver? Por otro lado yo estaba afrontando una nueva etapa de vampiro con una creación. Ella, la cazadora que conocí en el rubro de la vinería había terminado en mi poder y quizás de no ser por la responsabilidad que tengo con ella mis sueños fugaces de darme muerte verdadera hubiesen sido realidad. Parecía que este campo de la viticultura no traía nada bueno consigo –o eso quería creer-.
Una invitación llegó con el espacio de dos días. La nota era breve clara. Al inicio dudé de aquello, era un poco sospechoso. Recordé un sinnúmero de cosas. ¿Cuándo me había ganado alguien antes el valor? ¿Dónde estaba exactamente yo en este momento? La ira poseyó mi cuerpo y el resultado fue una gran habitación destrozada, no encontraba consuelo ni paz. Necesitaba verlo, necesitaba arrancarle la piel, desojarlo y tirar de su carne una a una hasta dejar su sangre esparcida por todo el lugar bañándome en ella disfrutando de su dolor. Era tal el desprecio que ignoré aquello hasta que el día por fin, de la secreta reunión había llegado.
Mi ropa fina, lista me esperaba, no perdí tanto tiempo definiendo detalles en mí mismo así que por mi cuenta salí al restaurante donde se me había citado. No tardé mucho en llegar y le di un vistazo rápido al sitio, aun no entendía por qué no podía ser un lugar más privado, por ejemplo la vinería pero después de todo los pormenores saldrían por sí solo a flote. Me dirigí directo a la barra. La luz tenue y la música baja propia de París develaban un ambiente tranquilo pero algo no estaba bien. Noté desde unos pocos metros de distancia mientras mi paso se hacía constante y preciso, una espalda ancha, un cabello negro bien peinado y de traje muy costoso –propio del lugar- era ese mi objetivo. Un hueco se abrió en mi piel, como si me fuesen a desollar ahí mismo y entonces dudé, era él. Me sentí un paranoico y con el ceño fruncido caminé con una presunta confianza si me había equivocado me arrancaría los ojos por mí misma cuenta porque estaba siendo un esquizofrénico por la existencia del vampiro vikingo.
Fue muy tarde, mis instintos me lo habían previsto, era él. Cuando giré para darme la media vuelta e irme acabando con esta payasada de teatro él grito tan fuerte que las miradas se posaron en nosotros dos. Maldición. Él tenía una fijación con ser el centro de atención. Me giré calmo, listo para arrancarle la cabeza en un mundo paralelo y tensé mi mandíbula tan fuerte que mis dientes crujieron. —Señor Pernd- dije tranquilo odiándome por ser un idiota, una libre cayendo de nuevo en su trampa —Buenas noches- dije apenas sin mover los labios y cerciorándome que ya la mirada de la chismosa París estuviese en otro lado me acerqué a él con ira y desprecio —¿Qué demonios es esto?- miré la copa a medio tomar que le pertenecía a él —¿Te crees listo al estar en un lugar como este?- la pregunta se contestaba sola. —No es necesario este teatro ¿Qué quieres?- me quedé de pie viéndole, tratando de obviar el tema de lo que hace tiempo pasó, esperaba que ese ser no lo sacara a colación aunque dentro de mí había una pequeña braza flameando.
‘’Ni en el infierno podré librarme del demonio que logró tatuar mi cuerpo’’
Deiran Chassier- Vampiro Clase Alta
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Re: Deseando me desees [Deiran]
“El tiempo no cura las heridas, las esconde, las hace llevaderas y amenguas y poco a poco te acostumbras al dolor hasta llegar a olvidarlo. Pero si toco ese lugar tiempo a tiempo, lo recordarás y te dolerá por siempre.”
Me carcajeé al escucharlo, tan educado como sabía que iba a ser. Se mostró cumplidor y sin duda la ira en su aura era tan vistosa como su traje, sus ojos y por supuesto esos labios carnosos y deseosos que siempre parecían seducirme. Al terminar de reír me mordí el labio con solo uno de mis colmillos y lo tironeé, buscando que mis impulsos se detuvieran en ese mismo instante, manteniendo esa sonrisa altiva resplandeciente. ¿Quién sabe qué cosas podría hacer si no me controlaba debidamente? En cualquier caso mis ojos demostraban que estaba conteniéndome, su vanidad y la mía misma estaban compitiendo una vez más, gesticulé con la mano, invitándolo a que vuelva a tomar asiento. La bulliciosa París actuaba tal y como lo deseaba, escuchando, murmurando, sin dejarnos paso a tener demasiada intimidad, pero eso luego se arreglaría. Yo había hecho esa reunión y por ende tenía calculado cada horario de la “cena”. — Un placer volver a verle, vamos a tomar asiento Monsieur Chassier, no se apresure. — Observando como sus ojos se ponían a fuego vivo, pasé por su lado y me senté en una silla, alzando la mano hacía una camarera que pronto estaba trayéndome una botella de campaña. La descorché yo mismo y serví en ambas copas, alcanzándosela al segundo con cortesía, una reprochable e impecable cortesía.
—Sí, me creo muy listo y lo sabes. Por otra parte, te contaré paso a paso que quiero de ti, pero no te estreses, he venido a hablar de negocios. Te interesan. Vamos, siéntate. — Apoyé una mano en su hombro y sentí la descarga eléctrica recorriendo mi piel de cabo a rabo, mis ojos estallaron y deseé poder hacerle mío ahí mismo. Contuve con todo el poder de años de práctica y mis necesidades se volvieron a apagar o más bien a amenguar, pero seguí empujándole, hasta dejarle frente a la silla, la cual corrí caballerosamente, para que él pueda disponer del lugar. En el medio de la mesa había un juego de velas, lo fui prendiendo poco a poco, sintiendo como el calor del fuego provocaba que mis ojos brillasen. Ya fuese la emoción por tenerle en frente o de lo que íbamos hablar, ambas cosas estaban inquietándome. — Tengo varias cosas para decir, pero empezaré por lo que, quizá, más te interesa. Ya sabes que tengo unas acciones que te “pertenecen” te las devolveré. Si creamos un nuevo producto, juntos. Quiero hacer una licorería, que se convierta en la tradicional de la ciudad. Una que impulse ambas empresas al mercado internacional, que empecemos en el negocio de exportaciones extranjeras de bebidas. Eso te haría salir de la quiebra en la que estás por meterte y por mí, es un capricho personal y aparte no estoy muy al tanto de cómo hacer las cosas, no tengo experiencia y necesito a alguien joven y adiestrado como tú para que me ayude. —
Alabarlo de alguna forma me hacía sentir ligeramente bien, era como hacerle oler a la carne a un perro para luego quitársela o darle algunos trocitos, pero no los suficientes para que se llene. Tomé un trago de la bebida e hice girar la copa en círculos, mirando hacia el fuego que había dispuesto entre nosotros. Depende lo que me dijera optaría en pasar a la habitación que había reservado para nosotros, donde una serie de humanos que estaban condenados a morir al día siguiente estaban durmiendo. La calidad de ellos era buena, eran prisioneros por traficar grandes toneladas de oro y diamante, por lo que se notaba que habían sido de mucha clase cuando estaban libres. Seguramente tenían azúcar en la sangre y al menos yo, los disfrutaría completamente. — Y por otro lado tengo un problema, del cual no estaba muy al tanto hasta que recibí esto. — Tiré la carta frente a él. Mis ojos se tornaron oscuros y profundos, aquella idea de que me quisieran dar caza no me gustaba en lo absoluto, ya había ido a la primer reunión que había salido dentro de todo muy bien. Se notaba que estaban poniéndose en marcha y no pretendía dejar a aquel inmortal afuera, tenía tanto derecho como yo a vivir, aparte que él, era mío. Y si le sucedía algo, me encargaría de destrozar lentamente y para toda la vida a aquella persona. La dejaría viva por más de cien años, aminorando las heridas, volviéndolas a abrir y así, noche tras noche, hasta que la muerte le consuma los ojos.
- Carta de la inquisición:
- CARTA ENCÍCLICA
IGNIS REGNUM*
DEL SUMO PONTÍFICE
PABLO IV
A LOS VENERABLES HERMANOS Y HERMANAS Y DEMÁS MIEMBROS PARTICIPES
EN ESTA SANTA ORGANIZACIÓN.
Bajo mi autoridad y como Sumo Pontífice, yo Pablo IV os reúno a vosotras, criaturas de Dios a fin de poner en marcha una nueva serie de medidas que afiancen el poder de nuestra Santa madre Iglesia en un mundo cada vez más alejado de los valores que ésta siempre ha defendido y protegido.
La herejía como bien sabéis constituye uno de los pecados más perseguidos, cuales herejes son condenados a la muerte. En los últimos años el numero de pecadores, toda criatura sobrenatural, de sangre gitana como aquellos que niegan la palabra de Dios, han aumentado en número, infectando a inocentes almas en sus caminos. Es por eso que finalmente, os llamamos mi fiel ejecito, para poner en vereda y sentenciar toda vida desligada a nuestro todo poderoso padre.
¡Abramos hoy la cruzada hermanos y hermanas!
Bajo tierra santa, por el poder que se me ha sido otorgado, yo os reúno y ordeno;
Que instruyáis nuestra justicia en toda estructura sin importar infantes, mujeres, madres o ancianos. Eliminad a toda criatura sobrenatural que pise la faz de esta, nuestra tierra.
Empezad destruyendo el futuro de nuestros enemigos, id a por la descendencia y escalad hasta llegar a quienes usurpan el santo poder, la corrupta realeza condenada a la vergüenza de la herejía. Sembrad el miedo, que se estremezcan al sonido de vuestros pasos. Castigos públicos, muertes públicas, usad cualquier método, para que sepan que nadie puede contra nosotros, y el poder que nos ampara y protege.
Busquemos y recemos por la unidad. Toda alma contribuyente a esta lucha contara con el favor de esta santa sede. Buscad y alumbrad el camino a los perdidos, a los extraviados y condenad a quienes se opongan en este mundo que juntos debemos construir en nombre de nuestro señor.
Y no temáis nunca a la muerte, pues en sus brazos no existe. Él salvara vuestras almas y la redención será vuestra como nuestra sangre es suya.
Esta decisión ha sido consultada y promulgada por I Sommi Pontefici Romani y yo Pablo IV doy mi aprobación, ordenando lo que en estos momentos hasta el cese de la misión, sea el único destino de cada uno de los aquí reunidos, como parte del Ignis regnum. La poderosa llama de Dios en la tierra. Seremos el reinado del fuego. El fuego cuál fue en vida todo esplendor de nuestro señor.
Que la apostólica bendición sea en cada uno de vosotros, venerables hermanos y amados hijos cuando los ríos se tiñan de la sangre de nuestros enemigos. Que la suerte sea en vosotros y en nuestro todo poderoso señor Dios.
Dado en Roma, junto a San Pedro, el 29 de Noviembre del 1800.Pablo IV
— Así que tengo dudas. El hecho de que seamos dueños de empresas relativamente grandes, nos hace más vistosos o al contrario, ¿nos “protege”? ¿Piensas irte y esconderte o seguir haciendo tu vida como siempre? Nunca me he estacionado por más de diez años en un lugar. Pero ellos tienen gente como nosotros. Quiero que me respondas algo, ¿vas a luchar?, ¿vas a trabajar conmigo? Si alguna de ellas es sí, sígueme, vamos a un lugar más privado. — Me levanté y comencé a caminar hacia la parte de atrás del lugar, con la copa en la mano, mientras daba unos sorbos y me hacía sonar el cuello, observando a todos los humanos que estaban sentados, comiendo, tranquilamente haciendo sus vidas, sin saber que bajo sus ojos una guerra estaba por comenzar, me exasperaba tener que ser un idiota que se esconde de la iglesia. — Si no, puedes irte, te buscaré en otro momento, pero para asuntos que no te gustarán. — Le miré de reojo, mostrándole la espléndida sonrisa que él tanto odiaba, observando su cuerpo indebidamente, haciéndole notar a lo que me refería.
“Nos encontramos en una misión, que solo se logrará si te puedo tener entre mis manos y moldearte a mi modo.”
Aaya Maciej- Cazador Clase Media
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Re: Deseando me desees [Deiran]
‘’¿Qué divertido tiene encontrar a tu posible talón de Aquiles? Voy a jugar a que tú no lo sabes y a que yo no lo sé’’
La ira es iracunda y maldita, ¿Por qué tenía que ser él? No estaba listo, no aún para verle, no para escucharle sin rememorar mi pasado. Odiaba a ese ser, lo quería entre mis garras, deseaba su sangre con afán escurrirse por la boca, cercenarme la piel ante su recuerdo. ¡Maldito oso gruñón! Hice un gesto que aparentó tranquilidad pura pero no pude fingir ninguna sonrisa a su petición de compartir una mesa. Sin ser posible sentía mi piel arder, quemarse en su mar azul. Oí sus palabras y me retorcí por dentro, era como tener un demonio en las entrañas rasgándome las vísceras; querer gritar con la boca sellada y otras cosas más, le haría pagar. —No creo que este circo dure tanto tiempo- murmuré casi a regañadientes y me fijé en el panorama. Podía escucharlas conversaciones alrededor de nosotros y sabía que nos estaban viendo , claro, el dueño de una de las licorerías más famosas y el distribuidor de vino de alta cuña de París era un completo deleite, me estorbaba estar en los labios de los metidos. —-Espero esto dure poco porque me encuentro ocupado le mencioné mintiendo sobre ello y quizás no me había quedado tan bien, él tenía ese don de hacerme sentir perdido, esperaba haberlo disimulado bien.
Le miré fijo como obviando todos mis remordimientos, hundiéndolos en el pasado, estaba sorprendido de fingir bien pero no quería mostrar debilidad ante su sonrisa molesta. Tomando valor y ganando confianza me creé una teoría de ‘’vida’’ en ese momento. El inmortal al frente mío no era quién para mantenerme dominado por ende no mantendría ‘’mi cola entre las patas’’. Giré la vista hacia un lado al escucharle alardear sobre sí mismo, ignoré la copa de champagne. No estaba ahí para celebrar ¿Qué estaba él festejando? Era claro que todo era un juego para sí mismo. Cuando aclaró que aquel jolgorio era para hablar de negocios le devolví la mirada a los ojos un tanto expectante —¿Negocios?- alcé la ceja y recordé los sobornos y desfalcos a mi empresa ¿Acaso no era tan fácil como irse sin dejar rastro alguno de su huracán? —¿Qué quieres?- volví a repetir —¿No te basta con tener parte de lo que me pertenece?- mis ojos se tornaron de un color diferente, ya no era verde menta, era rojo sangre, un rojo que combinaba muy bien con sus ojos y su piel pero duró poco. Su mano entró en contacto con mi piel atravesando las telas hasta llegar a tocarme, me estaba quemando. Recreaba escenas una y otra vez en mi mente. Su piel, mi piel, su cuerpo, el mío, sus labios. Perdí a consciencia estando ahí presente y tambaleé yéndome hacía atrás retrocediendo entonces estaba él empujándome hasta la mesa y casi como un maniquí me dejé llevar, sentándome en la silla, haciendo trato con el diablo. Comenzó a hacer su ritual con las velas y el dolor apareció de manera rápida bajo mi regazo. Fruncí el ceño notando aquello aligeradamente y comenzó a hablar, desperté del sueño.
Sus propuesta era sencilla y clara, desde que le conocí en él nunca hubieron rodeos pero si aceptaba me hundiría en su fuego, ¿Qué quería?, me contradije. —Primeramente no estoy en la quiebra… ni lo estaré- corregí casi malcriado, aprovechando la privacidad que no era del todo segura —He venido planificando elaborar un licor desde hace tiempo, sólo que han surgido ‘’cosas’’- recordé a la vampiresa —Así que no me la he pasado muy bien que digamos- el dolor justificó las palabras —Pero contigo? ¿Qué te hace pensar que quiero eso… contigo?- sentí que mi voz iba en decadencia así que carraspeé a garganta y crucé la pierna —Puedo tomarlo en cuenta pero la idea me resulta un poco desagradable- concluí con una media sonrisa —Creo que no vale la pena citar el por qué de mis razones, tendría que oír qué tienes en mente- hice una mueca —Entonces…- mis ojos se devolvieron a los suyos y se quedaron ahí viviendo por un rato pero fue su tono más serio que el anterior el que me alertó, algo no estaba del todo bien.
El sobre blanco rodó en la mesa y lo miré con cierto desprecio, alcé mis ojos a los suyos por lo educado que había sido y lo tomé leyendo de manera rápida la misiva. Mis ojos se ocultaron tras la sombra de aquella vela que bailaba con diversión en el aire. Inquisición, cacería, muerte, sobrenaturales. Fueron las palabras que rondaron mi mente unos segundos y entonces su voz me llamó de nuevo, cerrando el sobre y entregándosela de nuevo, sintonicé sus ojos, analítico del asunto. —Es obvio que estamos a la vista de París y no quiero sonar pretencioso pero quizás toda Francia- concluí siendo tan oscuro tal cual él lo había sido —Recién hace cinco años llegué a este país, he querido establecer mi mercancía de una manera estable para migrar lo más pronto de aquí… De no ser por ti- entonces caí en cuenta que necesitaba esa nueva ‘’asociación’’ extendí mi espalda como si aquello me molestase. —Tengo cosas por las que preocuparme, Josseph- confesé molesto —Y claramente eso que me has mostrado hoy cambia mi perspectiva de existencia- acaricié mi mentón Hay alguien de quien estoy a cargo y esos ‘’perros del infierno’’ me serán un problema, no puedo quedarme de brazos cruzados viendo extinguirse mi especie, no es que ellos me importen, pero si esto es cierto no puedo ser diferente y aún más , pregonando aquello en el nombre de su dios- sonando despectivo. Le miré caminar invitándome hacia otra parte del restaurante, entrecerré los ojos y vi su confianzuda sonrisa, en e´l la seriedad no duraba más de dos segundos, seguí sus pasos y crují los dientes, sentí como si me había cogido con la guardia baja entonces su ultimátum fue lo que me recordó lo sucio que sabía jugar —No seas idiota que esto es un tema serio- murmuré siguiéndole a la deriva hasta el momento nada había sido extraño esperaba que en aquel desconocido lugar todo siguiese siendo igual aunque con el protervo que llevaba tras mío las posibilidades serían nulas.
‘’Juego de nuevo con fuego, estoy pactando con el diablo…’’
Deiran Chassier- Vampiro Clase Alta
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Re: Deseando me desees [Deiran]
“¿Aún no quieres encontrarme a mí en tu interior? Es una lástima porque ya hace bastante tiempo que estoy viviendo allí, de incognito en el centro de tu cerebro. No puedes parar de pensarme, porque una vez allí, no te dejaré olvidarme.”
Silbé girando la cabeza a 180° a un lado y al otro, dando a entender lo poco que me importaba que él estuviese “ocupado” y seguí el camino a la mesa, lo haría quebrar, aún si él deseaba desmesuradamente salir huyendo de allí, se quedaría, porque su orgullo no le permitía huir. Era esa clase de personas que no entiende que “soldado que huye sirve para otra guerra”. Obviamente yo había sido igual en un momento de mi vida, cuando era humano y quería ser recordado en la historia como un hombre valeroso y valiente, capaz de hacer todo por su patria. Pero luego de vivir tanto tiempo uno se da cuenta que no importa lo que digan los papeles, nada es realmente así. Siempre el crédito se lo lleva el de clase mayor. En las batallas, si el general muere, es condecorado en su funeral y llamado “héroe”, pero en realidad solo murió y fue un estorbo para los demás. Eran cosas que yo aún con todo el tiempo vivido, seguía sin entender. Porque “humanamente” sabía que se trataba de cuestiones de valores, de la moral. Pero en cuestiones técnicas, simplemente hacen que el futuro del hombre se vea en picada, como cayendo desde una gran montaña. Porque terminan muriendo más de los que deberían. Como fuese, quité esos pensamientos fuera de lugar de mi cabeza y volteé a verle. — Imagino que debes estar súper ocupado, ahora te sientas, puppy. — Apunté a la silla, al tiempo que terminaba tirado en la contraria, jugando un poco con el sarcasmo, siempre me había gustado darle sobrenombres poco convencionales a aquel hombre que era una mezcla entre un gato feroz, un perrito chiquito o un dragón escupe fuego, según le conviniera, aunque pensándolo bien, no importa de qué se tratara lo torcía entre mis dedos.
Enarqué un poco una ceja cuando él no respondió a mi copa de champaña y giré los ojos, jugando con el vaso, haciéndolo girar mientras escuchaba sus sandeces. Se notaba que buscaba hacer lo que fuese para molestarme, pero estaba equivocado. Hacerme enojar parecía fácil, pero era más bien un juego para mí. Uno en donde siempre ganaba, porque no había oportunidad de que mi enfado real saliese a la vista. Eso había pasado pocas veces y eran situaciones que deseaba olvidar. Y claro que ahora estaba molesto, los temas de la inquisición me afectaban directamente y tenía ganas de ir y prender fuego la maldita estatua de ese “dios” mediocre del que tanto se hablaba pero efectivamente nada hacía, por ende, por obvias razones que la ciencia hace más de tres mil años que viene intentando demostrar, él no existía. Al igual que mis dioses antiguos, a los que antes le oraba seis veces al día. Para que no falte el pan, para que no me quiten la vida, antes de comer, antes de entrenar, antes de dormir. No había un solo día donde no les dijera plegarias a los “creadores de los mundos”, quizá habían sido escuchadas y me habían vuelto inmortal, pero no les daría el mérito del que me consideraba merecedor. — No sea tonto Chassier, ¿piensas que me conformaré para toda la eternidad con un pedazo de ti, siendo que te puedo tener entero y que mi capricho es aún más grande que eso? No me hagas reír. Y no estás en la quiebra, pero puedo hacer que estés en dos segundos más. — Aclaré alzando uno de mis dedos, para luego llevarlo a la boca y morder el dorso, escuchándole en silencio por unos momentos, pensando un poco más, había algo que estaba haciendo fuego mi estómago y rabia.
— No tengo intenciones de cargar con la culpa de eso, pero es divertido ver qué piensas en mí tan insistentemente. — Entrecerré esos ojos profundos y claros que tenía, riendo con una dulzura peligrosa y luego afilé mi mirada, sintiendo un hurgamiento de celos desesperados, mantuve mi plan hasta el final, había que meterlo en la sala para luego golpearlo hasta que me diga de quién rayos se trataba. Había posibilidades de que le quite esa carga en unos segundos si tan solo me decía el nombre. Tomé el aire que no necesitaba en mis pulmones y le sonreí cuando me dijo que me ponga serio, yo lo estaba, más de lo que podía imaginar. Apoyé mi mano en su hombro y a su lado caminé a la habitación privada, haciendo pasos cortos, en tanto me acercaba disimuladamente a su oreja. — No sé de quién se trate, pero escóndelo de mí también, porque no me interesa que te preocupes por alguien más. — Susurré maniáticamente en el momento que poníamos los pies en la habitación vacía y antes de que se cerrara la puerta alcé la mano. — Muy bien señor, ¡Paris volverá a la vida luego de esto! — Como para que todos lo escuchen sonreí y en ese mismo instante se cerró la puerta tras nuestro y fui a tirar mi cuerpo de piel trigueña a el cúmulo de almohadones que había en el suelo, era un estilo más bien oriental, ya que la sala estaba destinada a las charlas entre los extranjeros de oriente. — He preparado un poco de tus vinos más caros para que tengamos una hermosa charla. ¿De quién te tienes que preocupar? ¿A quién tengo que matar? Y en lo demás, he ido a una reunión de un grupo de viejos que se está juntando, de cinco mil años hacía arriba, yo era el más joven, sin contar a una vampiresa buena para nada que estaba detrás del “jefe”. Interesantes estrategias, aunque aún no hay nada sustancial armado, pero puede servir, al menos para desplazar a esa iglesia de aquí. — Expliqué en tono tranquilo, aunque no estaba del mismo modo, estaba ardiendo por muchas razones, pero como no quería jugar, tampoco iba a explotar o enfurecerme, más bien estaba buscando sacar datos y menguaba mi molestia a base de un gran vaso de whisky a un costado, con unos cubos de hielo seco que hacían humear la bebida. — ¿Debería ponerte al tanto de esos tipos o sabes a qué me refiero? Quizá hayas oído hablar de esa “Ignis Fraternitatem” de la que yo nunca me enteré. —
“Empezaremos algo que quizá es más poderoso que nosotros, pero no moriremos con las manos vacías.”
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Re: Deseando me desees [Deiran]
‘’No puedo ignorar tu existencia la llevo marcada en la piel’’
Su manera de expresarse acerca de lo que sea, incluso de mí jamás había sido de mi agrado pero ¿Puppy? ¿De dónde se había sacado esos tan bien estructurados sobrenombres? Cada vez sentía el deseo de arrancarle la cabeza y llevarla como premio mayor hasta mi mansión, colocarla a un lado de la chimenea que nunca había encendido y apreciarla con tanto recelo y satisfacción pero quedaría aquello en el baúl de lo que jamás haría aunque quisiera estaba encadenado a ese demonio pecando con tan solo saber su nombre, su piel canela devorarme, lo maldecía como todo lo maldecible en esta faz y en otras que existieran. No me encontraba de ánimo para nada por lo que dejé salir un gruñido molesto por su llamado y le seguí de manera tranquila aunque ardía devorándome la piel todo mi malhumor, solo él tenía esa capacidad de desequilibrarme de esa manera, hacía y rehacía con mí ser a su antojo. ¿Cuándo había comenzado a depender de alguien más? Me consideraba débil pero quizás correría con suerte sin que el supiera que tenía mayor parte del control pero aún no completamente para sentirme suyo, me molestaba la idea y pensarlo era un infierno.
Cuando al fin las cartas se pusieron en la mesa sentí todo aquello una pérdida de tiempo, ¿cuántas veces habíamos tenido este tipo de conversaciones? Bastaba con remontarme meses atrás y desde que conocí su existencia no había en él una pizca de seriedad quizás sí de cordura, los años no pasaban en vano y debía de reconocer, el vampiro que tenía delante de mí contaba con cinco veces más experiencia que yo, si de años se trataba pero no me subestimaba por eso yo tenía mis cartas sobre la mesa aunque con él nunca sabía cómo jugarlas pero aparecían como arte de magia, me hacía sentir como un chamán —Limita tus palabras, Josseph Pernd- me ardió decir su nombre de esa manera —Quizás sí tengas que ver con lo que está pasando en la Vinería pero aun así ¿Qué tengo que hacer para dejarte claro que nada mío te pertenece?- por una extraña razón volvieron de nuevo los pensamientos de él poseyendo mi cuerpo y su respiración fría quebrándome la nuca. —Y deja de jugar a niño caprichoso, no soy ningún ‘’puppy’’, no uses adjetivos calificativos como si yo te perteneciera, no te lo permito- golpeé levemente con la muñeca el borde de la mesa que hizo que el líquido de su copa de meciera tan danzante y recostando mi cuerpo sobre la silla clavé los ojos en los suyos con la cara hecha una piedra desaprobando su actitud infantil.
Le seguí de manera firme, con pasos tranquilos hacia lo desconocido sin saber en qué iba a terminar esto quizás si lo sabía, quizás remotamente me lo imaginaba y eso me hizo fruncir el ceño, tener a Josseph Pernd equivalía a momentos de locura, enojo y sexo desenfrenado. ¡Qué tortura! Con él me sentía como un humano más. —Ni te creas. Desde que desapareciste he vivido en paz- mentía —Pero me doy duro contra las paredes por caer en tu trampa-sonando vacío no podía pensar en nada más que la inquisición. Me desconecté, no quería estar más tiempo allí perdiendo mi tiempo, necesitaba saber cuáles serían sus próximos movimientos para que no se encontrara con ninguno de los seres que yo estimaba. —¿En verdad es necesario esto?- por un momento detuve mi paso pero era muy tarde estábamos más dentro que fuera y su susurro me desvió y dudó si comentarle sobre ella, consideraba a ese vampiro como una potencial amenaza pero tarde o temprano él se daría cuenta de lo que estaba sucediendo.
Una vez la puerta cerrada no había nadie más. Las paredes impermeables al sonido y la habitación lujosamente decorada le dieron paso quedándose de pie observando aquella piel tirada en los cojines de suelo de manera insinuante opta por ver un punto fijo de la habitación ignorando otros pensamientos —Te he dicho que no son cosas que deban de importarte-comencé a rodear el lugar para ver si había alguna especie de trampa escondido en su ‘’hospitaldad’’ —Pero como sé que de una manera u otra terminarás sabiéndolo pues escúchalo de mi boca- recostando mi cuerpo en la pared con las manos hacia atras aun sin verle tiré la cabeza hacia arriba recordé las cosas que había hecho —He convertido a alguien, ahora es una vampiresa, mi descendencia- abrí los ojos y enfrenté su expresión, quería saber la magnitud de la noticia —Era una cazadora, una humana con doble vida, quería introducirse a este mundo de la viticultura… Nos vimos un par de noches pero descubrí su mentira asesinando a un vampiro, terminó siendo mía- mis ojos se colocaron verde frío, casi congelado —Ahora me siento un irresponsable por haber engendrado a un ser mientras París se derrumba- ausentándome en mis pensamientos deduje que eso era como esas humanas que tienen hijos y no tienen cómo darles de comer o que nacen en plena peste negra arrasando con sus vidas, yo no iba a permitir aquello. Volviendo en sí sonreí levemente y me acerqué a él con más confianza tomando uno de los asientos a su par pero guardando distancia —¿Te sientes sometido por ser tan joven?- alcé las cejas —Mira que con eso lo acabo de ver todo…- apoyé mi espalda más cómodo y percibiendo el olor a su alcohol barato encogí las piernas —Dime todo lo que sepas sobre esos malditos de la iglesia, nombres, planes, movimientos ¿Qué harán?¿Cuáles son sus próximos pasos? porque tanto como tú, yo no tenía idea de su existencia y estoy quemando por saberlo - quitándome el abrigo y aventándolo a un lado desanudé la corbata dejándola holgada, así mismo recogiendo las mangas y levantándome por un poco de su ofrecimiento después de todo las amarguras con vino pasan.
‘’Un comienzo en la nada sin un curioso fin’’
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Re: Deseando me desees [Deiran]
“Marco el dolor, como fuego intenso en mi sangre. Exilio los pensamientos, para dejar entrar a los sentimientos.”
Destinaba los últimos minutos sentado sobre esa silla a observarlo. Sus ojos claros, su mente firme, sus pensamientos ilustrados que se revolvían a fuego lento hasta convertirse en una espesa capa de inteligencia y orgullo. Cosas que en mi época no servían del todo, si sabías demasiado tomaban todas tus palabras en serio y al mínimo error te condenaban, si eras orgulloso buscaban las mil y una forma de humillarte aún si no habías hecho nada malo. Esas eran las condiciones de la vida antigua y ahora no era muy diferente, al menos no para mí. Como fuese seguía mirando los movimientos de sus labios, pensé que quizá sería bueno callarlo a besos, pero al contrario, suspiré y me eché hacia atrás. — ¿Terminaste de jugar al niño rudo, rico y fortachón? — Pregunté sin más y le sonreí como digno vikingo, volviendo los brazos toscamente hacía la mesa. Me encorvé cual oso que estaba por atacar y alcé ambas cejas, esperando por aquel rostro maquiavélico nuevamente. — No sabía que tenía que esperar a que tú me permitieras para hacerlo. Lo tendré en cuenta. — Susurré con una risita infantil y sobre todo, sobradora. Esa sonrisa egocéntrica y modesta que podía hacer relucir aún en los momentos más tensos de mi historia. Una sonrisa que me había costado cicatrices y dolores interminables, sin duda hacerle eso a un enemigo no era una buena idea y menos cuando no estabas del bando ganador, pero era algo que no podía evitar, desde siempre me creía mejor que los otros, aunque no subestimaba a mis presas, eso jamás, la estrategia era lo primero en mi rutina.
Abrí mis ojos ante sus palabras y mordí mi labio inferior, sin duda era culpa de él, me estaba provocando. —Yo te daría duro contra la pared también, ¿te puedo ayudar? Quizá entre los dos logremos sacar algo. — Entrelacé los dedos unos con otros y le mostré los colmillos deliberadamente afilados, lamí mis dientes y volví a mi estado normal, en mi cabeza iba y venía la textura del cuerpo ajeno contra el mío, la suave semilla saliendo a presión por su tubería, el escozor de sus gruñidos y jadeos cuando le penetraba con el debido cuidado para que el dolor y el placer se entremezclaran. La posesión se hizo clara en mis ojos azules, el deseo efímero de poseerlo y amaestrarlo, de capturarlo entre mis dedos y estrujarlo hasta que se amolde a mí. Mi garganta carraspeó y volví a mirarle con el debido “respeto” por las circunstancias en las que estábamos. Al final estaba siguiéndome tal como yo quería que lo haga y no tardamos mucho hasta llegar a la habitación. Supuse que él se intentaría voltear al final del camino y por eso le apuré, lo suficiente para tenerlo ya dentro de la habitación cuando quisiera escapar. La idea de que quisiera proteger a alguien no me hacía en gracia, pero no era tan tonto como para querer golpearlo, torturarlo y enseñarle quien mandaba ahí mismo. Me lo guardaría para luego.
— Chassier te he dicho que. Tú, no puedes decidir qué me importa y qué no. No me hagas querer explicártelo por las malas, eso no sería prudente. Y te dije que lo escond-[…] — No pude terminar de decir que no quería escucharlo, que no debía decírmelo, pero ahí lo soltó tan tranquilamente como quien dice que fue por un paseo a la playa. En mis ojos se fundió el dolor y al verle fijamente, por puro instinto, el poder del dolor mental salió disparado a él como una ametralladora, buscando hacerlo retorcer de dolor mientras mis orbes pasaban de ser una oscuridad celestial a parecer el ojo del infierno. Una mujer tenía la sangre de mi vampiro, él había hecho de una humana un ser inmortal que no lo sería tanto después de tener una “conversación” conmigo. Estaba tan molesto y él parecía que había pensado que yo lo ocultaría como un orgulloso. Estaba equivocado. En mi años había encontrado que el orgullo solo te hacía aguantar cosas y yo no me aguantaba nada, lo hacía disparar, sin importar en los resultados, obviamente me contenía si era algo público, sabía que debía esconder mi existencia real y lo hacía bien, pero, ¿hacerme el que no me afecta? Eso no estaba en lo absoluto en mis planes. Me levanté casi levitando y tomé aquel delgado cuello entre mis dedos, lo aplasté aun cuando lo escuchaba hablar tan tranquilamente y lo estrangulé hasta que mis orejas se pusieron rojas y pude hablar.
— ¿Te gusta esa mujer? Espero que sí, porque la mataré lentamente frente a tus ojos, para que recuerdes jamás volver a crear a nadie. — Sobre sus labios blasfemé y lo solté con indulgencia hacía el piso, obviamente con la fuerza necesaria para tumbarlo a los cojines y me acomodé la ropa, mirando al frente con una ira que estaba intentando ser controlada, pero mi aura se había esparcido por el ambiente sin control alguno. — No me siento sometido, solo precavido. Olvídalo niño, tendrás que buscarlo tú solo, no tengo humor para hablarte ahora mismo. Mantén tu boca cerrada. — Agité el brazo con modestia y me agaché a agarrar el sobretodo, si volvía a verlo a los ojos haría que le explote el cerebro. Me calcé la ropa y abrí aquella puerta con fuerzas, se escuchó el track de la madera agitándose, pero me las rebusqué para que quede en el lugar y salí caminando de aquel restaurant, no me había caído bien nada de eso. Los celos se estaban acumulando uno sobre otro al punto que quería explotar, quería buscar la presa más cercana y romperla hueso a hueso, obviamente quería a una mujer, para tomarla como chivo. Mis fosas nasales se abrieron un poco para beber del aire a mí alrededor y seguí caminando a lo que era la calle, el lugar ya había sido pagado, ya no tenía más nada que hacer ahí dentro.
“Te cortaría en mil pedazos, pero si te mato a ti, no me sentiría conforme conmigo mismo.”
Última edición por Josseph Pernd el Dom Abr 20, 2014 1:38 pm, editado 1 vez
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Re: Deseando me desees [Deiran]
‘’Jamás imaginé que tus promesas fuesen más que palabras’’
De un momento a otro pisaba nubes dando un significativo voto de confianza al vampiro y luego estaba cayendo en su infierno, no entendía nada, tampoco esperaba que así sucedieran las cosas pero de lo que sí estaba seguro era haber acertado sobre mi suposición de creerle una amenaza para la neófita a mi cuidado y a su actitud no fue lo menos que esperé estaba transformado en un diablo que no hallaba con quién sacar su furia de un momento a otro el tiempo se paralizó, todo a nuestro alrededor se quedó callado y vacío como si un hueco inmenso se abriera entre ambos, era la calma antes de la explosión y así fue, no pude dudarlo. Sujeté lo más fuerte que podía mi cabeza, con ambas manos la apretaba sintiendo que me iba a estallar ya una vez había sentido su poder mental en contra mío realmente era molesto. Dentro de mi cuerpo sentía como cada vena explotaba y volvía a regenerarse en un vaivén que no me daba tregua, que mortificaba mi ser, era un rito inhumano y grotesco que hacía doler cada parte interna. Cerrando los ojos agaché mi cuerpo buscando refugio en no sé qué pero era inútil aunque había logrado parar el tormento seguía sumido en las secuelas.
—¡PARA!- grité exigiéndole pero sólo salió un leve chillido por su agarre y el golpe seco al dar contra la pared, fruncí el ceño y abrí los ojos, sabía que si volvía a confrontarle de la misma manera me haría estallar en mil pedazos el cerebro si así lo quería entonces cerré mis manos alrededor de las suyas con fuerza intentándole quitar pero era imposible, estaba como poseído. —Josseph, detente- inquirí una vez más sin obtener respuesta, no podía hacerle volver en razón y una y otra vez me cuestionaba cuál era la raíz de ese enojo tan desmedido, la responsabilidad era mía no tenía nada que ver con él, no esperaba que la noticia le cayese como un vaso de whisky frío y refrescante pero tampoco que le sacara de quicio al borde de destruir medio París, era un impulsivo —No siento amor por ella- apenas y podía balbucer —Me importa porque lleva mi sangre- reconocí afrontando su mirada hablando con la misma fuerza y seguridad con la que él lo había hecho en el borde de sus labios —Sobre mí le pones un dedo encima- fue cuando aquel me lanzó con el impulso necesario para caer en los asientos donde habíamos estado sentados hace unos minutos y le miré con desdén y furia escupiendo uno que otro coágulo de sangre que se había formado en mi garganta y me puse de pie acomodándome el cabello a lo que él se iba sin decirme ni una sola palabra simplemente dando a entender su infame carácter impulsivo por encima de la civilización que no tenía, era como un niño haciendo berreta.
Su portazo me despabiló y arreglando mis ropas tensé mis puños, ¿siempre sería así con él de esta manera? Desesperado destruí un poco del lugar aventando unas botellas que estaban a nuestro alrededor y forzando la puerta la destrabé desde su enganche, sacando las solapas y todos los tornillos, una vez más, estaba en cero sin saber nada porque aquel vampiro se había negado a contarme. —Pernd- gruñí molesto tiré el pedazo de madera acolchonada a un lado. Podía sentir toda su energía en el espacio, no estaba caminando, con rapidez le buscaba de una manera desesperada, no pude evitar traer encima los recuerdos de la conversación. Los ojos de París estaban puestos en los grandes y él era uno, si se armaba un escándalo por su actitud infantil sería un claro llamado a la inquisición para que llegasen a cazarle. Retomé la pose sin preocupaciones y ‘’normalidad’’ al cruzar por el restaurante así no levantar sospechas y salí como alma en guinda en busca del oso.
Una vez en la calle todo estaba solitario, el vapor y cierta humedad a mis pisadas eran constantes y entonces le encontré de espaldas caminando como alma que se lo llevaba el diablo, tanteé las posibilidades y no había nadie que nos estuviese observando entonces agarré velocidad y justo antes de cruzar uno de los callejones le tiré por la espalda y lo metí en la oscurana entre medio de dos edificios. Apoyando mi cuerpo sobre el de él claramente diferentes en cuanto a tamaño y anchura tomé ambas muñecas y con fuerza choqué mi frente contra la de él haciéndole rebotar deteniéndole contra mi piel y respiré agitado contra su mejilla como si me hubiese ahogado por falta de aire, era más por la intensidad del acto y le susurré —No voy a dejar que te vayas así en ese estado- sonreí dándole un puñetazo en el estómago aplicándole toda la fuerza que tenía tornando mis ojos verdes a rojo oscuro y retrocedí dos pasos hacia atrás —¿Por qué todo este escándalo? No es nada prudente esto- le miré sin entender pero sabía que esto no se había terminado y que en sus fauces iba a quemarme. Me importaba, me importaba su existencia, sus estupideces, sus berrinches, todo él.
‘’No voy a prometer sin antes jurar’’
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Re: Deseando me desees [Deiran]
“Jamás imaginé que mis palabras, fuesen solo un consuelo.”
Por un momento, pensé que me daría lástima. Que la pena de verlo sufrir me contendría a parar, pero tonto de mí, jamás había sentido esa clase de cosas, aun cuando tenía que matar a una niñita, lo hacía con el placer de un guerrero luchando por su nación. Y eso me había dejado sin filtro, matar, destruir o enojarme, todos terminaban en las mismas circunstancias. Sentir su piel retorcerse en mis manos me calmaba, su grito de dolor apaciguaba la memoria y solo cuando le vi corroerse lo tiré cual bolsa de papa. — ¿No sientes nada? Pues es un alivio. — Respondí en monosílabo, quería preguntar por qué motivos la había creado entonces, pero no pude, no me dio el coraje de hacerlo y más bien terminé saliendo tal como en mi cabeza lo planeaba. Dejé salir una risa seca y angustiada cuando me gritó con esa desesperación que solía divertirme, pero solo incrementó mi molestia. ¿Él quería que, yo, pare?, ¿que detenga eso que él me había obligado a hacer? ¡Era un ingrato! El puño se me cerró y las uñas se clavaron en mi piel, pero no hice movimiento alguno, ya no había más motivo. Tan solo no quería verle la cara.
Pero él era tan testarudo como yo en otros momentos y me siguió, pensé que ahora se convertiría en un gato arrepentido, pero esas ideas de “que tenía su sangre” me eran difíciles de comprender. Al cabo yo también tenía su sangre y él no se interesaba en mi “salud”. Sentí rabia y el borde de mis ojos, que solía ser blanco y normal, se puso rojo, al igual que el iris. Mordí mi labio inferior y poco a poco intenté calmar aquella angustia mezclada con celos. Sabía lo que sucedía cuando un vampiro convertía a alguien, lo sabía porque lo había visto en incontables oportunidades. Muchos habían perdido la vida por proteger a un neófito y de alguna extraña manera sentí celos. Celos de que quien me había creado no había hecho más que eso y se había ido para siempre, sin dejar siquiera un poco de información o cariño. Obviamente no la necesitaba, nunca había requerido cosas tan mundanas y humanas como esas. Siquiera cuando mi corazón latía. Los sentimientos estaban sin ligamientos, se habían transformado en tan solo un instinto de dar, tomar y poseer.
— No tengo problemas en deshacerme de ti antes que de ella. — Respondí en tanto seguía mi paso, ignorando su mirada que parecía querer contrarrestar la mía, pero él estaba equivocado, si volvía a mirarle, le rompería los sesos. Y no quería matarlo, no. Sentía mucho odio, estaba terriblemente abrumado, pero aun así, me guardaba mi cariño, aquel que estaba tan acallado al lado de la posesión y la enfermedad por ser quien manda. Pero existía de una forma retorcida y eso había guardado las ganas de matar. Intentaba ser disimulado, como antes dije, tenía un gran autocontrol cuando de cosas públicas se trataba y me fui con cara de que nuestro trato se había roto y de que estaba solo enojado. Me crucé de brazos y antes de salir, mis oídos captaron el nuevo crujir de la puerta. Pensé que él echaría toda mi actuación a perder. Tendríamos que quemar todo ese restaurante si eso ocurría, pero noté la misma actuación que la mía y pude seguir con mi enojo en las calles desoladas de Paris. Pateando un conteiner de basura, cuando estaba a punto de ir a buscar a alguna victima él apareció y volvió con sus palabras llenar de orgullo. —Te dije que desap-… ¡Ghtk! — Mi cabeza golpeó contra la pared de ladrillos y aquel cuerpo de pequeño dragón se incrustó sobre mí, me reí cojonudamente y escupí sangre a un lado cuando mis costillas se quebraron y atravesaron mis pulmones. Mi estómago se había movido a otra parte de mi torso y dejé salir un quejido, sus manos sujetando mis muñecas eran todo un espectáculo. — Chassier... creo que aquí, quien no está siendo prudente eres tú. —
Murmuré sobre sus labios, mientras hacía pegar más su frente contra la mía, haciendo que ambas sangren y se unan por un hilillo rojo. Mis ojos se habían vuelto azules nuevamente, porque ahora, el enojo pasaba a ser una diversión horrible…para él. — ¿Seguro que quieres mirarme a los ojos? ¿Qué pasa puppy, tienes miedo de que deje de interesarme por ti? Mataré a ese vástago tuyo y luego vendré a ti y te haré sufrir tanto, que desearás que te mate. — Amenacé, sacando mi lengua, lamiendo su mejilla con la punta de mi extremidad, sacaba los colmillos y quería incrustarme en él. Pero no lo hice, esperé unos momentos y lentamente fui moviendo las muñecas, soltándome de su agarre en dobleces, agarraba sus manos ligeras y las cubría con las mías, las apretaba lenta y suavemente, pero sin pausar, iba estrangulando y acercando más su cuerpo al mío, tenerlo sobre mis labios no era un lugar donde quisiera estar si fuese él. — ¿Quieres saber que me sucede? Estoy molesto y celoso. Así que tienes unas opciones, la matas tú, la mato yo, te follo aquí o quizá quieras dejarme esto, como para dejarme seguro que no la quieres usar con ella. — Ladré, estirando la mano para agarrar su entrepierna, tomé aquel pedazo de carne y lo estrangulé con fuerzas, en tanto buscaba girarme y dejarlo contra la pared, subiéndolo desde allí, para que sus pies no llegaran al suelo. — ¿Era lo que querías escuchar? — En susurros, me apretaba ocultándolo como un oso a su presa.
“Te haré jurar por el dolor que me compete. Y el placer que enternece.”
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Re: Deseando me desees [Deiran]
‘’Consuelo que se vuelve dictadura. ’’
Como niño encaprichado soporté todo la furia que le vampiro soltaba en contra mía. ¿Desde cuándo se había vuelto mi existencia una guardería? Molesto los azotes de sus cuatro palabras retumbaban en mis oídos como saetas cortantes y seguía sin entenderlo. Luego de simular ser alguien normal ante la fina educación del restaurante acomodé mis cabellos guardando mis colmillos que habían brotado casi espontáneos por las tonterías del otro. No veía razón a su molestia por eso sabía que no era buena idea corresponder a esta cita aunque hubiera sido engañado. Desde que transformé a la vampiresa que ahora yacía durmiendo en mi propio diván había manejado un perfil bajo, las advertencias ahora que el vikingo había revelado eran ciertas, la inquisición andaba de cacería y claro hacer un teatro a propósito no formaba parte de mis metas hoy por esta noche así que tuve que tragarme todo el infierno que llevaba en los hombros y fingir estar normal hasta poder salir a la calle, cruzaba con ligereza las mesas y los empleados que me miraban con sonrisas tontas en sus caras avivando el deseo de romperles hasta el alma entonces miré mi libertad, la puerta de salida justo enfrente de mí.
Una vez en la calle toda la bola de ira estaba concentrada en un solo punto y este danzaba pateando y rompiendo a su paso lo que encontraría. Chasqueé la lengua contra mis dientes y me fundí con la oscuridad sabiendo que no era del desconocimiento del ajeno mi presencia, él tenía habilidades excepcionales para rastrearme lo que me dejaba en desventaja. Sus palabras retumbaban en mi cabeza en donde había sentenciado quererse deshacer de ella primero y luego venir por mí ¿Por qué el tema había girado en torno a esto? Fruncí el ceño sin poder aguantar un poco más, le gustase o no tenía responsabilidades nuevas ¿Qué nunca tuvo madre? Pensé en un milisegundo todas las posibilidades contra el vampiro, no podía era un oso que tenía más que unos dientes filudos a su favor, sabía que si me iba en guerra contra él terminaría agachando la cabeza deseoso de sus castigos lo que me hizo sentirme enfermo. Cuando tuve la oportunidad fijando que nadie estuviera a un radio de por lo menos unos cien metros a la redonda de nosotros me fui contra él con todo lo que tenía y tomando ese frondoso cuerpo que apenas y cabía en mis manos lo ensarté en la pared.
Fue indiscutible la sensación, su cuerpo preso por el mío y sus ojos que me hacían y deshacían una y otra vez me enmudecieron que por un momento sentí que no sabía qué estaba haciendo con él. Estar cubiertos entre dos paredes fue lo más inteligente que se me ocurrió, aquí sucedería lo que tendría que suceder. Viéndole sin apartarme ni un segundo de él observé la sangre que salía de su boca como bolsa de carne a medio moler sintiendo como la boca del estómago se abría queriendo su sangre, un esconzor se figuró en mi garganta y tragué con fuerza –Aquí nadie nos observa, prácticamente estamos solos- confesé sin despegarle la mirada aunque supiera que eso sería la muerte pero no me bastó recogí con la lengua, la sangre que de sus labios se había desparramado saboreándola sin poder sostener más aquel cuerpo de bestia y sus labios se fundieron con los míos sin siquiera simular un beso mezclándose las linfas. Algo se tensó bajo mis piernas recordando el anillo y negué soltando su cuerpo pero manteniendo la mirada firme en aquel mar que siempre me arrastraba a sus corrientes, sus fauces.
–Ya te estoy mirando a los ojos, Josseph- ardieron aquellas palabras que saltaron sin esperar mi permiso y negué reforzando nuevamente el agarre a lo que cerré los ojos sintiendo su lengua en la mejilla y quebré el muro que apenas había comenzado a construir por su tacto soltándole de una buena vez –No tengo miedo de nada, simplemente tu comportamiento es un total infantilismo, no voy a dejar que andes por ahí exhibiéndote, tú mismo me has dicho lo que está pasando, ¿eso es lo que deseas? Y aunque lo veas ridículo, me preocupa tus instintos seguro haces algo de lo que luego puedas arrepentirte y arrepentirme- fruncí el ceño sonando lo más duro que podía, rogué porque no clavara sus colmillos, sería la gota que derramaría el vaso y me concentré en algo más que su tacto. Escuchándolo solté un bufido. ¿Celos? Eso no podía ser cierto –Y precisamente eso es lo que no entiendo. No entiendo el grado en el que te sientes afectado y ofendido porque son cosas que no se relacionan contigo- miré una última vez ese mar paralizándome en el acto al sentir su mano en mi entrepierna, un chispazo de energía recorría mis vertebras hasta mí nunca y pronto estaba viendo la pared, rasgando el cemento del edificio tensando el cuerpo sin poder decirle nada. Mi cabeza dolía pero más aquella zona donde sentía el anillo clavarse más. Sometido de nuevo como su fiel gato aguardaba bajo su cuerpo –Te detesto, no sabes cuánto- mordí la mentira que acababa de decir dándome la vuelta para verle sin esperar un minuto más y clavé mis labios en los suyos aferrándome a su cuerpo metiendo las manos dentro de la mata de cabellos castaños sabiendo que ni esta ni en la otra vida podría ser suficiente.
‘’Precisamente a estos juramentos son los que temo…’’
Deiran Chassier- Vampiro Clase Alta
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Re: Deseando me desees [Deiran]
“Discursos de político mentiroso, romperé tus barreras y te hundiré para siempre”
¿Por qué rayos me dejaba mover por un pequeño insolente que no se torcía a mi placer? Escuchaba sus pasos, sentía su aura y mis nervios estaban a punto de colapsar, aun cuando me gruñía cual gato enojado no podía escucharlo, quería cerrarle la boca y encerrarlo por siempre. ¿Desde cuándo tenía una debilidad no física? Me di cuenta que en algún punto, en el interior de mi mente, existía algo que hacía que mi sangre corra más rápido al estar cerca de él. ¿Se lo dejaría notar? Pues claro que sí, eso no significaba que fuese a ser un romántico poético, pero obviamente me estaban diciendo que me quede con él. Que lo encarcele en mis brazos y que no le deje salir nunca más. Dejé salir un gruñido molesto cuando me agarró con esas manos tersas que tenía y levanté el brazo para empujarle hacía atrás. Al final, había terminado cediendo a la oscuridad, entre ambas paredes estábamos dos inmortales capaces de tirar abajo un edificio alto de al menos cuatro plantas. Mis ojos estaban rojos, vívidos de odio. — ¿Ahora te preocupas de que no nos vean? Lo hubieses pensado antes de decirme, lo que te dije no digas. — Reproché con molestia y observé sus ojos claros, más de media cabeza por debajo de mí se encontraba aquel rostro que mitigaba mis pesares.
— Siempre pareces un gato, lamiendo como hambriento, deja de hacerlo por hoy o terminaré desgarrándote la boca. ¿Seguirás aquí? Vete, no quiero verte. — Repetí egocéntricamente y apoyé una mano en su cintura, lo tome como si se tratara de un maldito palo y apreté con ganas de romperlo al medio. Escuché, me intenté tranquilizar y solo sentí un revolcón en mi estómago que me decía que yo era un idiota y que él tenía razón. Estaba clarísimo que él se ganaría más torturas que las que tenía planeado darle, en mi rostro se notaba la tensión y dejé que mi aura asesina saliera al viento, intimidando su pequeño orgullo. —Entonces mírame más y siente el dolor en cada rincón de tu cuerpo. — En la medida que me soltaba, infringía dolor a su mente y cuando ya estuvo a un poco de distancia de mí, sacudí mis ropas y acomodé los bordes de mi camisa, tomé aire e hice crujir mis dedos, no había mal que por bien no venga. — ¿Sabes cuantos años tengo? En toda mi existencia no me he arrepentido ni una sola vez de lo que hago. No empezaré a hacerlo ahora. Sí, te lo he advertido yo, pero no para que te preocuparas por una maldita neófita. Desaparece de mi vista Chassier, no me hagas enojar. — Carraspeé al tiempo que lo engullía contra la pared, al tiempo que le sujetaba ese falo entre los dedos y lo exprimía hasta sentir como el anillo se clavaba en su carne. Mis palabras eran unas, mis acciones otras, siquiera podía entenderme.
El sentir ajeno me excitaba y lo controlé por el mero impulso de mi odio. Que tomó incontrolables caminos cuando se giró como un gato elástico, con destreza se inclinó y tomó mis labios, quería reírme de su estupidez y así lo hice, dejé que besara lo que quisiera mientras mis labios se apaisaban hacia arriba y la mirada se enfocaba en sus ojos deseoso. Siempre lo había querido tener así y ahora que lo tenía me sentía abrumado. No al punto de estar aburrido, enojado o quizá asexuado, más bien era algo encontrado, entre el odio y la pasión. — Todo lo que se relacione contigo me afecta, me pertenece. ¿Me detestas? Me odias porque quieres que te tome aquí mismo. Lo lamento puppy. Me voy, ya te dije que no quiero verte, no hasta que haga cenizas a esa cosa tuya. — Dejaba salir las palabras de forma picante ante sus labios, movía mis dedos lentamente por arriba de su pantalón, hacía mover su entrepierna, la pasaba de un dedo al otro y de momento a otro la soltaba, subiendo la mano a su cintura, allí me acerqué y apoyé la rodilla en la pared, pasándola por entre sus piernas para subirla y lentamente apretar su virilidad. — ¿Por qué la convertiste? Dímelo y di la verdad y no me iré. — Las opciones salieron sin permiso de mi boca, era más porque realmente no quería irme que por otra cosa. Necesitaba calmarme, dejar salir mis instintos en algún otro lado, empecé a mover la pierna, frotaba su bulto y me aseguraba que no pueda salir, le tomaba con las manos y me acomodaba en él, ajustando mi cuerpo como un rompecabezas al suyo.
—Me gusta cuando te sumisas un poco más. Te contaré, ellos empezarán por matar a las familias que se esconden en los bosques, luego irán por los de la ciudad, poco a poco exterminarán a cada clan que se esconda bajo este terreno y cuando solo queden unos pocos mandarán a sus perros inmortales a cazarlos. No hay muchas opciones o te vas lejos de Francia, donde nunca te encuentren o los matas antes de que den contigo. — Volví al tema anterior, pero ahora lo hablaba con menos sensatez, con más odio y con deseos de que las cosas que decía le pasen a la persona que había conseguido la vida eterna con sus colmillos. A quien ahora tenía la sangre de mi propiedad en su cuerpo. ¡Ah! De solo pensar eso me volvía loco de atar, tuve que, forzosamente, apretar más su cuerpo, golpearlo un poco para que mi odio se atenuara y solo después de sentir ruidos salir de su boca besé su mejilla con nueva calma.
“Tan solo abre tu boca, dime lo que quiero y dejarás de sufrir.”
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Re: Deseando me desees [Deiran]
‘’Política y religión. En ninguno de los dos caemos tú y yo’’
—Te digo que estos dos muros son resistentes- volví a recalcar casi escupiendo a sus palabras irritado por su agarre, era con el único con quien me sentía como un niño indefenso a merced de su secuestrador, su piel era tan cálida ¿o era la mía? Gruñí malhumorado viendo nuestra alrededor y el viento soplaba llevando nuestras voces en su cauce, lejos. Mis ojos que había perdido el verde brilloso eran sangre ahora, no como los de él pero esa vasta necesidad de obtener su sangre era quejosa y me quemaba cada uno de los huesos que crujían con sus apretados brazos a mi alrededor poseyéndome como si algo de mi le perteneciese. Negué a su propuesta de irme porque no lo haría, él estaba sacado de quicio y hacía que todo regresara a mí de esa manera, extraña conexión. El odio comenzó a nacer pero fue atropellado por sus palabras de burla y recelo, carecía de sentido para mí, por muy que él demandara no era quien para darme ni una orden aunque en estos momentos tenía todo su control sobre mí.
Sus manos pretenciosas lo hacían de nuevo pero esta vez estaba consciente, no iba a dejarlo, no esta noche y no de esta manera. Tensé los músculos fuertemente negándose a su tacto nocivo pero parecía no entender, no sé de qué me sorprendía, no era de los que hacía caso —Cállate- exigí molesto entonces mis fuerzas se fueron al suelo desde que su respiración tan cerca y tan lejos me dejo tan vulnerable como siempre que daba pena. —No me digas cosas que ni tú mismo te crees Josseph Pernd. ¿Qué es peor que esto? Sinceramente crees que esto de ser tu niñera es divetido?- ironicé —Pues no, no lo es y la verdad me estoy hartando de tu enfermo egocentrismo- tironeé de él pero el dolor me inundó toda la cabeza sin poder dejarme soltar ni un quejido. Soportando aquello mantuve mi vista fija en él, quería que descargara todo ese odio conmigo aunque me estallara el cerebro en mil pedazos. Retándole la mirada me juré no volver a caer a sus pies. —¿Qué quieres que haga si esto es una completa ridiculez? Es obvio que ella está en mis pensamientos… ¿Quieres que te mienta? Pues no, no lo haré. Hay más en quienes recae mi preocupación por esta situación de la inquisición…- estaba seguro que sufriría por cada palabra que había dicho. Alejarse de mi era lo que necesita mientras se ordenaba las ropas tomaba los segundos de ‘’gracia’’ para recomponerme de adentro hacia afuera limpiando la sangre que salía de mis fosas nasales pero duró poco porque sus manos pretenciosas jugaban a arrancarme el anillo sin tregua.
Su boca contra la mía era un volcán de hielo, por dentro las sensaciones de estallar una y otra vez pero por fuera un gélido tempano de hielo. Mis manos rogaban porque le apresaran pero me negaba quería su piel pero escupía repudio. Eran sentimientos encontrados. Con él siempre era así. Sin sentido encontraba todo aquello, no podía ser otro más que un simple humillado ante su mar de ojos lo que me causaba un irremediable fuego. —¿Desde cuándo crees que te pertenezco?- reí con sarcasmo —Odiarte sería un privilegio, creo que he exagerado… Es algo más mundano y carnal, no te lo creas- musitaba en sus labios quemándome por dentro, era tan difícil de admitir lo que era visible —Ella es mía, Pernd. Deberías conocerla, no es como las humanas que usualmente quieren ser transformadas por mera vanidad, ella no quería eso para ella, he sido yo quien ha sentenciado su aire a sangre. La transformé porque la quiero conmigo, es tiempo que nazca dando frutos algo mío, dile capricho. Es tan fuerte y débil a la vez… deberías entender que no todo gira entorno a ti- me enmudecí al sentir su pierna rozar mi entrepierna era un verdadero dolor, agaché la cabeza viendo el suelo unos segundos reprimiendo un jadeo y no verme tan patético a su roce, él tenía el control de mi cuerpo más no de mi mente.
En medio de ese ritual de dolor, odio, placer, sentir, entre otros elementos más su ira cambiante me hacía querer irme de ahí y sin importarme nada de lo que el otro hiciera, el oso gruñón estaba racionalmente cuerdo lo que le hacía hablar de manera dispareja. —Huir nunca ha sido una de mis opciones, ni la veo como la más viable, te dije que voy a destrozar a cada uno de los perros de la iglesia. Me bañaré con su sangre y haré productos con ellos para que no se olviden quienes somos- gruñí separándome de su agarre lográndome acomodar notando que mi fuerza de voluntad contra él había crecido así como la estimulación impuesta por los deseos del otro bajo mis pantalones —Llévame a esa organización. Quiero ser parte de ella o al menos déjame saber qué tengo que hacer para unir fuerzas, no pienso ser carroña de dios y su séquito de déspotas devotos- mis ojos volvieron a su estado normal dejando el carmesí para un esmeralda difuso y acomodé mis ropas. —Ya suficiente me he humillado contigo, ¿Qué más quieres de mí? Y no, no voy a besarte ni tocarte mas- cerré los ojos recostando la cabeza en el muro que parecía abollado mirando la oscuridad dándome vueltas estaba enloquecido por él y no encontraba cómo calmar las ganas.
‘’No creo poder darme a torcer, quieres que grite pero ya mi cuerpo lo está haciendo’’
Deiran Chassier- Vampiro Clase Alta
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Re: Deseando me desees [Deiran]
“Yo solo quiero caer en la tentación”
Me carcajeaba por sus tonterías, seguía su juego de gato con atrevimiento y mis molestias aún no cesaban, estaba como fuego en llama viva de azul temerario, con esa esencia que ante el menor roce te vuelve cenizas para siempre. Intentaba controlarme, por el simple hecho de que él me pertenecía a tal grado de que si lo rompía, me odiaría para siempre. — ¿Quién dice que son resistentes, quieres que los tumbe como demostración? — Le desafié con la mirada altanera, no sabía si realmente podía tumbar los muros, pero si no lo hacía de un golpe lo haría luego de varios, si me lo proponía lo alcanzaría porque siempre terminaba ganando, aún no había juego en el que perdiera, aunque en ese de tirar la cuerda del dragón, lentamente estaba siendo tensionado, Deiran estaba empezando a no ser solo un capricho y eso hacía hervir mi cabeza. Pero lo disimulaba de manera que no se note del todo o eso creía que pasaba. Mis manos cautelosas pasaban por su cuerpo y la tensión que él me regalaba no hacía más que excitarme, sus forcejeos eran como los de una dama que luchaba contra el placer y se notaba que terminaría de caer rendida en mis manos antes de llegar al orgasmo feliz. Pero no por eso cambiaba mi cara de seriedad, seguía furioso, cuando me enojaba no había quien me detenga.
Escucharle darme órdenes de que me callara hacía que mis ojos se prendan en fuego y mantenía la lógica en mi cerebro solo porque evidentemente, aquel vampiro tenía mucha suerte. — ¿Si tanto te has cansado por qué sigues aquí? No necesito que un niño me defienda, solo serías un estorbo si alguien nos atacara ahora. — Espeté de la misma forma mordaz y vi como tambaleaba un poco aquella molestia ajena, lentamente quise tomarle, abrazarle como un tesoro y lo hice con disimulo, lo abarqué con mis brazos para no dejarlo escapar, aunque no paraba de decir que se fuera, no paraba de decir que me iría, en realidad lo único que deseaba era lo contrario y lo sabía, pero luchar contra mi enojo era demasiado difícil para mí, quien había estado seco de todo sentimiento y compañía durante miles de años. Al final supe que ninguno diría nada y que realmente sería mejor irme a dar un placer sin censura, seguido por alimento caliente y desligado de emociones. — ¿No te parece humillante lo que haces? Me perteneces desde que puse un pie en tu oficina la primera vez. —
Con la mirada helada y sus palabras que solo hacían un eco vacío en mi cabeza, mordí mi labio y pensé unos momentos, solo unos momentos, en terminar con todo y romperle el cuello. El simple pensar de que él estuviese enamorado de una mujer me calcinaba las neuronas y me hacía sentir un poco más de odio hacía todos los humanos, que solo servían como un alimento jugoso para mi lengua. Él seguía hablando como si a mí me importara, pero no entendía que en absoluto quería saber de ella, tampoco conocerla y si él deseaba que ella siga viva, menos palabras debería decir porque yo no la aceptaría nunca. Y la maldeciría aún si llegaba a no desear su muerte, mínimo que sufra por toda la eternidad. Pronto nos separamos, apenas unos centímetros teníamos un área privada, suspirando y con mis ojos que estaban calmados, pero por dentro estaban explotando. Erguí mi cabeza, la hice tronar y enarqué una ceja, esperando a que él termine con todas aquellas palabras que no me afectaban. Deseando que el cielo llore y no tardó mucho para que mi deseo se realice sintiendo pronto el sonido de las nubes juntarse sobre la ciudad.
— Busca al vampiro más viejo de Paris, tiene el aroma de un insulso y el aura de un idiota. Él rumor volverá a llegarte, porque se está esparciendo por todo el país. Los más viejos están reunidos y si te concentras sentirás ese aura terrible que emanan, algunos parecen fuertes, llevan consigo una de tu edad, colorada y con más senos que cerebro. — Murmuré mirando hacia arriba y puse las manos en los bolsillos, de repente sentí una calma que pronto se desvanecería, pero por mientras la utilizaría a mi favor. Aun cuando él volvía a hablar yo le ignoraba y le miraba a los ojos. Como si sus palabras no tuviesen sentido o me estuviese hablando en algún idioma extraño. — Ignis algo se hacen llamar, no me importó mucho, ellos buscan ser como una alianza hermosa y con flores a los costados. Se han olvidado que no hacen falta rituales para ganar una guerra. Ve con ellos. Nos vemos puppy. — Alzando la mano me giré en mi eje. Y cuando lo hice mis ojos se tornaron rojos y oscuros, mis colmillos salieron lentamente y se clavaron en mis labios inferiores. —El cielo está llorando. —Susurré antes de dar un nuevo paso en el suelo y mi espesa aura se difuminó hasta desaparecer de allí.
“Quizá encuentres que no te buscaré más hasta apagar el odio en mi interior.”
Aaya Maciej- Cazador Clase Media
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Re: Deseando me desees [Deiran]
‘’Y así librarnos del mal… Amén’’
Definitivamente no estaba siendo claro. Lo odiaba, lo quería. Lo escupía, lo necesitaba. Me provocaba confusión en si detenerme y avanzar. Quería que él viera el lado que más apetecía porque yo solo escupía rechazo a sus caricias aunque estuviese muriendo porque algo más de él, necesitaba que se encontrara conmigo aunque matara todo a su alrededor y nos dejase a ambos bañados en sudor y sangre. Tensé la mandíbula. No sabía qué estaba diciendo pero sí lo que mi cuerpo pedía. El muro parecía no contener ni un minuto más nuestros cuerpos, quería caer ahí mismo y que terminara de una vez por todas con esta tertulia, todo era tan difícil cuando su sonrisa me penetraba, sus ojos me crucificaban y su piel me calentaba. Era débil a su temple de verdugo pero él no se daba cuenta. Oí su voz. Mofándose y no dudaba que pudiese destruir todo en un santiamén pero quería desviar su atención de sus toques maliciosos que me ceñían sin respeto. —Claramente eso sería una estupidez, pedirte que demostraras lo que sé que puedes hacer o no. ¿Quieres morir? Porque esto es realmente estúpido. Raya en lo ridículo. — murmuré contra su cuerpo soportando el dolor al sentir los ojos salirme por la boca.
—No sé por qué estoy aquí — espeté contra su piel mientras me sostenía. Quería soltarme de su cuerpo, su piel me hacía mal. Pese a que la vista se me nublaba porque quizás no tuviese más ni una dendrita, todo en mí estaría realmente muerto sin poder regenerarse por su falta cuidado sin dar tiempo a que todo quedara como antes sumándole a esto la quejumbrosa abstinencia que me auto había impuesto después que estuve con él en el fatídico encuentro, el Huracán que destruyó mi casa. —Quizás me quedé únicamente para ver cómo te castigarían por ser tan escueto y presumido. Te dije, el pez muere por la boca. No vaya a ser que te pase lo mismo — tiré de su cuerpo para darme espacio. Eso realmente era imposible, era un vampiro milenario, no una rata que cualquiera puede arrastrar sin tener consecuencias pero no era del todo invencible y estaba seguro que si en la iglesia había un poco de intelecto no enviarían a cualquiera a destruir a tipos con el vikingo que me cortaba como carne en plato. Me quedé callado porque tenía razón, era más que humillante todo esto, su cuerpo contra el mío y yo aquí sin un poco de decencia —Que yo me entere no firmé el contrato donde decía que te pertenecía — volví a tirar de su cuerpo.
Mis palabras eran un eco duro que daba contra las paredes, hablaba sin ningún tapujo en mi lengua, quería que él se diera cuenta de cómo marchaba todo después de que había dejado de mi hecho un saco listo para el basurero. Todo trascendía más allá del tema de la cazadora, de la inquisición. ¿El realmente no notaba en mí algo diferente? Moralmente me había dejado destrozado sin poder levantar la cabeza con algo de dignidad y decencia y la única manera que encontraba para atacarle era jactándome de mi maravillosa existencia desde que él desapareció. Pero la verdad detrás del crudo relato era otra y yo no estaba dispuesto a dejar que él la palpara, primero rogaría por morir. Mis ojos que estaba indefinidos en un punto lejos de ambos volvieron a juntarse con su azul mar que en ese momento estaba tan profundo sin poder notar luz en éstos por lo que mis palabras cesaron, es de sabios saber cuándo callar.
Mi garganta se cerró de inmediato, mínimo estaba esperando que se devolviera en contra mía y quisiera despedazarme, entonces yo tendría una excusa perfecta para clavarme en su piel, succionar su sangre y llenarme de ella, tanto así que el frenesí era tocable. Pero no, él había ignorado completamente mi voz que buscaba desesperadamente sacarle de sus casillas para así no verme tan necesitado, ocultando mis verdaderas intenciones para su cuerpo. Sin poder captar lo que me decía el cielo comenzó a sonar. Mi vista se elevó a la oscuridad que no estaba plagada más que de un gris que hacía que todo se opacara. Volví a enfocar mis ojos en él. Algo no estaba bien. Sus palabras sonaban pesadas que me golpeaban. Sus ojos ya no ardían, ni siquiera me miraban. Un cierto aire de desesperación me invadió, lo que me hizo fruncir el ceño esperando que dijera algo más pero seguía dándome instrucciones sobre cómo encontrar el origen de la organización de vampiros a la que él pertenecía. El aire comenzó a arrastrar papeles sueltos que estaban dispersos por todo el suelo, el aire danzó a un son que no era nada normal esperarse. —Ignis — repetí para mi observando como el cielo comenzaba a soltar gotas mojando todo a su paso. Primero gotas gruesas que golpearon fuertemente las cajas y latas, abriéndose eco la venidera tormenta.
¿Esto no era lo que quería? Que se fuera, que desapareciera. Quería detenerlo. Decirle que no podía irse pero mis pies no se movieron. Las gotas que antes fueron gordas y pesadas ahora eran delgadas y ligeras con capacidad de empapar todo en un abrir y cerrar de ojos. Miré su espalda y su mano despidiéndose de mí. Al mojarme la lluvia cerré los ojos, esperando que cuando los abriera encontrarlo cerca de mí diciéndome sandeces en los labios pero no fue así, su susurro de despedida fue lo único que me acaricio y quedé en medio de la nada sin poder entender si era felicidad o arrepentimiento aunque no recordaba que la primera doliera tanto y lo que más sentía era una infinita y ahogada melancolía.
No esperé el final feliz pues esto no es un cuento de hadas.
TEMA FINALIZADO
Deiran Chassier- Vampiro Clase Alta
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