AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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1er Juego [Deiran]
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1er Juego [Deiran]
“El que busca encuentra, el que quiere toma. El bufón, siempre toma la delantera del rey. Y yo, contigo, me adelantaré en todo.”
Mi sonrisa burlona era la pasarela en las calles de París, allí donde todas las tiendas se encontraban. Caminaba a paso largo, en tanto mis manos eran escondidas por mis bolsillos. Con el rostro altanero, mordiéndome un labio picaronamente. Sería una belleza, una reliquia de estado. Corrompería todo aquello con tal de tener lo que deseaba. Yo, Josseph Pernd. Dueño de una empresa de destilería de absenta, básicamente alcohólicas. Pernd company. Creadora de los whiskys más conocidos tales como, Wild Turkey, Absolut, Royal Salute whisky, Chivas Regal y otros. Una empresa que llevaba ya bastantes años en pie, se podría decir que unos cien, pero para las personas comunes, con unos cincuenta bastaba.
-Toc toc. Hay alguien en casa?
Daba tres golpes con el pie. Estaba parado frente a un viñedo “Camelia Vinn”, ya había averiguado todo, clientes habituales, trabajadores y al dueño. Aquel chiquillo que era un inmortal. Me había sorprendido la primera vez que lo había visto. Había sido hacía un tiempo, espiando como un niño en la ventana, había observado su tez blanca, sus ojos profundos claros. Era como un iceberg, simétrico por donde lo mirara, era una obra de arte y me relamía por poder detruirlo hasta que no quedara nada. Dejarlo como un perro a mis pies. En banca rota si pudiese, para solo mantenerlo para mí. Sí, quería mantenerlo a mi lado, por varias cuestiones. La primera y más caprichosa, era que era exquisito. Su mirada, su habla y su cuerpo. Y la segunda y no menos importante, era que el chico me serviría para poder tener más información sobre los vinos. No sabía demasiado de ellos, tampoco me interesaba, siempre una copa de algo blanco y fuerte era mejor.
-Ah… Que educación, entonces, deberé entrar sin permiso. Mon Amour, he llegado, hagamos el papeleo rápido, sí?
Abriendo la puerta me adentraba con una sonrisa socarrona, riendo entre dientes cual niño que estaba cometiendo una travesura, tomando los papeles que aquel abagado que tenía me había encomendado “Si firma todo esto y luego lo declara, todo será tuyo.” Lo habíamos puesto que recibiría un diez por ciento de las ganancias, pero si aquel crio, se portaba como perro que era. Quizá le daría un poco más, después de todo el dinero no me importaba en absoluto, yo solo deseaba más poder. Poder ir poco a poco adueñándome de todo. Como ya lo había hecho con dos de las empresas más grandes de licores. Es que era tan fácil cuando eran humanos. Pero este parecía peligroso. No era tan grande, pero si lo suficiente para poder quizá aguantar un par de golpes mentales, como los que solía dar. Es que era tan placentero ver a las personas retorcerse en el piso del dolor. De solo pensarlo, un lento calor me recorría el pecho y por debajo. Mordiéndome los labios, casi deliraba por solo sentir un poco de aquellos gritos que el otro podría dar.
“Serás mío, jugaré contigo. Me divertiré y luego te tiraré. Porque no conservo a mis mascotas. Serás uno más de todos aquellos que han pasado por mi cama. Te vestiré de muñequilla con tal de que sepas tu lugar”
Aaya Maciej- Cazador Clase Media
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Re: 1er Juego [Deiran]
‘’La labia si no se utiliza sutilmente se te puede devolver y con creces, no siempre se tienta al diablo y se sale ganando, eso deberías de saberlo.’’
Una noche más apartado de lo que se llama realidad, una noche más fingiendo ser quien no se es, un día más, donde el tiempo no recorta la vida, solo la noche que sucumbe ante el encanto bailable de las nubes, se embruja con el viento y se consume con el tiempo hasta que es arrancada de esa danza eterna y bien estructurada, por ese gran astro al cual jamás volvió a verle a los ojos. El tiempo iba con el transcurrir de las horas ahí estaba Deiran, sentado en su refinada oficina, el asiento de cuero español, los candelabros que alumbraban traídos de Italia y así todo bien ordenado como un buen empresario. Estaba haciendo números, al parecer haber fundado ‘’Camelia Vinn’’ en Francia había sido todo un éxito, leía los reportes que le habían mandado desde Italia, su negocio había cobrado aún más auge puesto que las estadísticas y los diarios italianos hablaban de ser la primera casa productora de vinos más grande, con casi quinientos empleados y un terreno de cosecha de no más de dos mil hectáreas de plantación de uva, cosecha fina y reservas añejadas desde ya hace muchos años, algunas que compartían la edad del dueño, claro, ese era un secreto que sólo él conocía, no gustaba compartir nada con nadie que después le hiciese algún desplante aunque sería suculento matarle por alguna razón en especial.
El mayordomo que le servía ahí en el negocio tocó la puerta una vez, afinó su voz y con un traje muy bien parecido, y sistemático así como a Deiran le gustaba entro y llegó con una copa de vino, de esas que son de uso exclusivas solo por él, hizo una reverencia ante él y le entregó la encomienda, Deiran se calmó al ver la claridad del contenido de la copa e hizo una seña para que le colocase la copa en el escritorio frente a él -‘’Amo, su copa.. dijo aquel hombre con apariencia de pingüino y se retiró lentamente siempre haciéndole una reverencia muy respetuosamente, cerró la puerta y posiblemente salió aliviado de no ser parte de esos juegos extraños que por días a Deiran le daba por hacer; la hemokinesis.
La vinería se encontraba cerrada ya que los plebeyos se encontraban inventariando cada una de la mercancía, dentro de poco llegaría otra más procedente de Italia y todo debía de estar controlado para cuando eso pasase. Deiran se puso en pie y observó desde el segundo piso de su negocio, por la ventana a los transeúntes pasear felizmente, dentro de sí siempre estaba pensando en la próxima víctima que le serviría de cena y no dejaba de analizar a cada una, no encontraba nada interesante, nada le llamaba la atención, volvió despacio a su escritorio y tomó la copa de vino, la vio un minuto y analizó su composición 12% Alcohol, Agua, Azúcar 3%, Fruta de Vitis bien cultivada, fermentado a… - sorbeó -13 ºC y añejado desde hace unos cien años.. Muy buena cosecha la de ese tiempo…- se dijo para sí mismo y siguió degustando era su pasatiempo favorito, encontrarse errores y corregírselos, un amante de la perfección.
Terminando aquella copa estaba más que decidido ir por su alimento cuando no pudo evitar no percibir una presencia extraña, se inquietó de inmediato y acarició su barbilla, el traje que le quedaba ajustado al cuerpo, combinaba con el color del aura del tipo que estaba parado en las afueras de su negocio, desde ahí escuchó que llamaban, al parecer nadie había atendido, sonó la campanilla de la puerta, -Entro…- dijo Deiran y suspiró acomodándose su cabello, sabía que no era nada bueno. Salió de su oficina ya bien acomodado y muy lustre, fijo su vista en un hombre ya de una edad mayor, con un estilo muy peculiar, ojos grandes azulados, piel tersa y matidez perfecta, de buen parecer y muy atractivo cosa que a Deiran no le importaba y pasaba por alto eso. Tenía un toque altanero y refinado, su sonrisa dejaba ver lo que sus intenciones ocultaban y no era nada bueno. Se dirigió con porte y buena presentación hacia él sin verle, de inmediato se percató que era un no viviente, un sin alma, un vampiro.
-Buenas Noches…- educación ante todo se dijo Deiran y recordó la manera en la que el hombre de extraña sonrisa había entrado pregonando -Perdón, ¿Papeleo has dicho?- sabía que inmediatamente este ya sabría de las condiciones de Deiran, que también era un vampiro, no había porque andar con tantos rodeos y juegos, su esencia se lo decía -¿No ves que hemos cerrado? Estamos de inventario, por eso esta noche no podemos atender, vuelve mañana si te apetece…- diciendo aquello con un tono de descomunalmente, sin ánimo de continuar la conversación ensanchándole la vista y leyendo de nuevo unos documentos que llevaba en mano para que el ‘’invitado’’ notara que no le era agradable su presencia.
‘’Estas tan seguro de tu gane que no te das cuenta de tus desventajas, cuidado y te llevas una sorpresa, más sabe el diablo por viejo que por diablo...’’
Deiran Chassier- Vampiro Clase Alta
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Re: 1er Juego [Deiran]
“El diablo es solo una fábula que los malos inventan para excusarse de sus actos”
Observé de reojo el movimiento casi nulo del lugar, un pequeño humano, como un juguete en un costado, pasaba atormentado. Sería quizá su amo, su jefe, aquel que lo intimidaba de aquella manera? Aquel pensamiento me excitaba completamente. Qué tan rudo podría ser aquel vampiro del que había investigado? Qué tanto miedo podría dar? Estaba seguro que no sería el suficiente para hacerme callar. La diferencia de edad ya lo hacía notable. Y el simple hecho de ser yo el que estaba allí, mi actitud, mi personalidad, era prácticamente, por no decir totalmente, indomable. Mi sonrisa se marcó con porte al verlo llegar y mis ojos se pasearon por todo su cuerpo. Desde los pies, pasando por las caderas, deleitándome con su entrepierna, para luego seguir por aquella contorneada cintura y unos ojos y labios terminaron por gritar sobre mis pasmados ojos. Gritaba. Gritaba porque lo castigue.
- Bonne Nuit, Monsieur Deiran. Me presentaría pero sería una pérdida de mi tiempo, os vengo a comprar todo este lugar. Será mío y vosotros os encargaréis de todo lo que es la administración. He estado aburrido en estos últimos cien años, así que decidí agrandar un poco mi compañía.
Sonriendo socarronamente me acercaba a él, pasando el brazo por su nuca, observaba aquellos papeles que no eran más que simples datos que el chico realmente no necesitaba revisar. Le miraba y le regalaba una sonrisa, clavando los ojos en él. Por un momento había pensado en hacerlo sufrir un poco, pero luego aquella idea se fue. “Aún es muy temprano”. En lo que solo le robaba aquel papel infantilmente, alejándome de él con rapidez, tal era la forma en la que me movía, que para cuando Deiran mirase, yo estaba sentado en uno de los sillones cerca de su oficina, con las piernas cruzadas, mientras leía atento aquellos papeles, pasando una de mis manos por mi mentón. Riendo con gracia. Aquella personalidad que me caracterizaba, era siempre un infierno y un cielo, según se comportaran. Aunque este último no pasaba casi nunca, al menos en mil años no había sucedido.
-Ajá, así que estos son los componentes de vuestro vino? La verdad es que poco me interesa vuestro viñedo. Yo solo quiero ver mi nombre en otro producto más. Ya me he encargado de varias empresas de licores, las de whisky son todas mías. La producción de alcohol de arroz, en París, ya casi está ganada. Y como siempre el vino no puede faltar. Es marca registrada, así que decidme como queréis hacer. Por las buenas, por las malas? Quizá estáis buscando que os humille hasta hartaros… Ah eres bello, pero no tanto para impedirme torturaos.
Cruzándome de brazos le miraba, con la sonrisa que humeaba por todos lados. Pero que placer era tenerlo ahí, simplemente era como una bella figura de marfil. Tan hermoso, tan serio y con una faceta de orgullo, que estaba muerto por destrozar. Era evidente que me estaba divirtiendo. Estaba buscando enojarlo más y más, al punto de hacer gritar de odio al menor. Lo quería sacar de quicio, jugar un juego metal, el cual ya había ganado. No había duda alguna que yo ganaría, siempre lo hacía y esa no sería la excepción.
“Ah! Mon Amour, no te das cuenta que es una guerra que yo ya gané? Nunca poseerás el encanto que tengo. Es por que te obligaré, a pesar de que lo odies. Eres como una muñequilla, como un títere y yo seré tu vil titiritero. Te pasearé, solo si cumples con tus obligaciones”
Aaya Maciej- Cazador Clase Media
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Re: 1er Juego [Deiran]
‘’Encontrarse con su propia sombra es a lo que los demonios más temen, la grandeza sólo le va bien a uno sólo, dos no caben en ese término’’.
Delante de él tenía a un especie de egocentrista antisocial y para terminar de darle sazón a las cosas era un vampiro, Deiran con toda la serenidad y la seriedad del mundo que le caracterizaba había explicado la situación de su vinería, estaba cerrada por inventario, ¿qué tan difícil era entender eso? El fanfarrón que tenía al frente parloteaba y soltaba palabras de poco interés además de que era un maleducado por haber hecho caso omiso a sus palabras, era un nómada sin amo, una bestia sin riendas -¿Quién te crees? se decía Deiran en sus adentros y aun así no dejaba de ver al hombre que tenía al frente seguía interesado en los papeles que llevaba en la mano y estaba leyendo hasta que escuchó algo que le dejó desconcertado a lo que levantó la vista para ver al extraño. Saludando había mencionado los papeles de nuevo, comprar su negocio y lo que más gracia le había causado ‘’ser su empleado’’ el empleado de su negocio, debía de ser un chiste, suspiró y apretó un poco los papeles que llevaba consigo -Las citas para ese tipo de cosas se hacen los lunes por la mañana, en tu caso y por tu condición, puedes enviar a uno de tus sirvientes a reservarla por la noche y si tengo tiempo te atenderé… - volviendo a ver las estadísticas deteniéndose en seco al sentirle merodearle cerca rodeándole y haciendo una especie de ridículo frente a Deiran que por dentro estaba muriéndose por arrancarle las entrañas, hacía bastante tiempo que no se topaba con tipos con ese y no estaba de humor para soportarle jugueteos.
Los empleados de Camelia Vinn continuaban con sus labores de medio ojete se sorprendía con la situación que se estaba viviendo, no podían creerlo, estaban anonadados ante la actitud del tipo que había entrado, sin duda se parecía al aura de su jefe pero con un toque pintoresco, juguetón, tétrico y divertido aun así no eran capaces de ver la escena de manera más detenida y cercana. Deiran seguía viendo los datos cuando de repente se los habían arrebatado de las manos -Tsk… - vio al vampiro sentarse en su asiento, en la oficina tan cómodamente y fresco como una verdura, leer y parecer que no entendía nada de lo que veía, era medio bobo o quizás lo estuviera subestimando -Un poco más… Sólo un poco más… se decía Deiran así mismo y se dirigía hacia adentro de la oficina para cerrar la puerta y quedarse a solas con el extraño, sería una noche larga o quién sabe tal vez corta.
Le escuchó hablar tan seguro de sus palabras, se contradecía y decía solo sandeces a los oídos de Deiran, llegando rápidamente detrás de él se le quedó viendo y le analizó, la primera impresión le había dicho de todo pero verle de cerca era diferente, esos grandes ojos azules, esa fanfarrona sonrisa y sus dientes bien alineados, un vejete al fin y al cabo. Tomando los papeles de las manos del extraño, Deiran los acomodó en un folder de cuero que tenía cerca guardándolo en la gaveta de su mesa. -Monsieur por favor, no me malinterprete, no me interesa conocer las razones por las que ha venido a mi vinería… así que ahórrese las explicaciones y amablemente le pido que se retire. Si quiere saber mi opinión para mí los wiskis no son competencia, son un eslabón vacío, tan barato y de poco gusto, no por nada he logrado posicionarme en la cima con mi viñedo y mi vinería aquí en Paris e Italia, no sé cómo has sabido de mi nombre y tampoco me importa, está atrasándome ya que estoy esperando una mercancía muy importante… - yendo a caminar hacia la ventana en donde antes había estado y todo ese tiempo sin verle a los ojos al extraño, no quería ningún tipo de contacto ni relación creía que se lo estaba dejando saber muy bien.
‘’Para que haya una discusión deben de haber dos, será que vas a jugar tu solo ese juego tan aburrido y patético, la araña no siempre caza en su telaraña debe de salirse de ella tomando el riesgo de que en el intento puede morir…’’
Deiran Chassier- Vampiro Clase Alta
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Re: 1er Juego [Deiran]
“La confianza es lo que te lleva a la gloria. Úsala con cuidado”
Estridente era el resonar de mi risa ante sus palabras. Así que él pretendía que yo, Josseph, sacara una cita? Aquel chico me daba demasiada gracia y pena. El hecho de estar en el lugar que yo deseaba y tendría… La vida de Deiran iba a cambiar y afortunadamente para mal. Sería muy entretenido verlo caer a mis pies, estaba ansioso, tanto que me estaba excitando. Que tal vendría violarlo ahí mismo? Sería su entrada lo suficientemente estrecha? Estaba encantado por encamarlo. Me mordí los labios y le miré fijo, negando con un dedo, como si a un niño le fuese a hablar, aunque era claro que allí, el más niño era yo. Y uno caprichoso y egoísta que lo iba a tener todo. No importaba el final, yo siempre terminaba ganando. Mi mirada me decía que quería hacerle daño, quizá hacerlo caer un rato al piso mientras le daba dolor mental. Un poco más fuerte que el dolor de cabeza que podría hacer por solo tenerme en frente.
-Lunes por la mañana? Y vosotros como hacéis para atender por la mañana? Tonto. Pensé que hablaba con alguien inteligente, me temo que solo podré hacerlo a la fuerza. Bien esto no os dolerá. En realidad sí.
Dije mirando de reojo la puerta cerrarse, mis dientes y colmillos blancos relucían de una forma increíble. La sonrisa era radiante y la risa volvía a salir. La ira del muchacho era exquisita. Aquello provoco que me detuviera, aún no era el momento de provocarle con dolor mental. Verlo caminar me lleno de gozo, me mordía el labio inferior en tanto subía la cabeza para quedarme cerca de él. Se había puesto detrás de mí y podía ver su piel. Tan suave, tan linda, destrozarla, verla tajeada derrochando sangre. Que tanto podría gritar? Un suspiro salió flotando por mis pensamientos y tan solo me quede observándole. Sintiendo las hojas deslizarse por mis manos, me las arrebataba para guardarlas sin titubeo algo. Pues yo podría quitárselas nuevamente, pero no lo haría, no entendía nada de lo que decían esos papeles. Pero no importaba, él captaba más mi atención que todo lo demás. Al verlo caminar hacia la ventana mis bellos se erizaron y mi lengua se palpó por toda mi boca, deseoso de desnudarlo frente a la ventana, apoyarlo en el frío material mientras lo hacía gozar un rato.
-Mmm Deiran, deiran. Os tendré que convencer con otros métodos? Quizá su cuerpo sea mejor negociando que ese cerebrito vuestro? Veamos…
En cuestión de instantes estaba detrás de él, con una mano apoyada en su torso, apretándolo contra el mío, sentía sus omoplatos contra mí pecho, mis dedos deslizándose por arriba de su camisa, se iban metiendo por los agujero entre botón y botón. Los quería desprender, pero aún no. Apoyaba una de mis manos sobre la ventana y la risita salía burlona hacia su oreja. Era un joven vampiro, alto, esbelto. Perfecto para humillarlo y mantenerlo pegado a mí en tanto se me dé la gana. Negaba sobre su piel y mis ojos se subían para verle fijamente. Buscando clavar ambas miradas, casi obligándole a que me vea. De no ser así no podría hacer que sufriera mentalmente y eso sería molesto, pues era uno de los juegos que más me agradaba ver. El hecho de que se retuerzan en el piso sin hacer yo, ningún esfuerzo, era algo memorable.
-Ahorradme? Soy más que millonario, no necesito ahorrar nada. Miradme, os parece que tengo pinta de ahorrativo? Por favor, mejor callaos y dadme lo que quiero u os haré sufrir en frente de vuestros empleados. Eso es simple, firmáis los papeles y me voy o me quedaré aquí a atormentarte hasta que me aburra. La verdad es que me gusta la segunda opción, ya quiero sentir este cuerpo débil bajo mis brazos. O quizá es que me estáis provocando apropósito?
Murmuraba entre risitas suaves, mordiendo su mejilla, sin apartarme de él. Aún si él intentaba apartarme, estaba como roca sobre su cuerpo, poco a poco lo iba apoyando más contra la ventana, haciendo que el cuerpo ajeno quede contra el vidrio. Miraba de reojo, buscando su rostro, para poder ver las reacciones que fuera a tener.
“Soy el rey. Y si quiero que juegues jugarás. Y si quiero que llores, llorarás. Soy el amo de lo que me plazca y tengo todo lo que quiero. Me llaman el rey caprichoso.”
Aaya Maciej- Cazador Clase Media
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Re: 1er Juego [Deiran]
‘’El reflejo de tu tiempo es sólo el reflejo de tu corto ego, apuesto que si te toco te quemo, que si te respiro y te quiebras. Oh frágil demonio no busco domarte ni consolarte…’’
El ruido de las cajas al arrastrarse por el suelo generaba un choque sensual de las botellas de vino. Imaginarse ese líquido tan puro y sano debidamente envasado, el toque al descorchar una de las botellas le animaba a beber otra copa, el sonido del líquido caer en el recipiente y después la sensación de unirse con su sabor se entrecruzada con las palabras del casanova en ‘’Camelia Vinn’’. Deiran continuaba parado frente a la ventana , esperaba con ganas escuchar el sonido del portazo avisándole que el sin alma se había ido pero para su sorpresa después de haberle tratado mal él continuaba ahí, ya le había analizado y sabía que no sería fácil lo que se viviría esa noche. Acomodó su cabello y su traje perdiéndose en la luna que estaba acobijada con las nubes, estaba irritado porque antes de que el desconocido llegara se iba a cenar a un par de desafortunados y él había cambiado todo su itinerario. El hombre que tenía a la par no le causaba ni la menor confianza, lo sentía en el aire, en esos ojos que delataban odio, coqueteo y hambre, hambre de algo, le miraba de reojo y no podía evitar pensar qué realmente era lo que quería. -Sí, el lunes… y veo que no me he dado a explicar bien, en tu condición es decir… Por ser un vampiro no puedes venir en la mañana, entonces tu mandas a alguien a sacarte una cita y yo veo si tengo tiempo para atenderte de noche…. ¿Me explico? - aún sin verle continuaba la conversación, no veía el momento de quitarte uno a uno los pellejos y arrojárselos a las aves de rapiña, era atrevido, maleducado, descortés además de eso un confianzudo.
Sus ojos miraban entretenidamente una posible cena, deseoso de acabar aquello Deiran se apretaba los nudillos pero la presencia de aquel hombre que aún le era desconocido le perturbaba por completo, le entraba una sensación de odio y repulsión a pesar que era un buen prospecto, tenía todo lo que se podía pedir, un cuerpo exorbitante, una mirada fulgurante, esa labia que sucumbe y esos ojos, esos enormes ojos azules que llamaban a cualquiera a adorarle. Toda esa serie de pensamientos fueron interrumpidos por el vozarrón del desconocido, una vez más sus odios se percataron de la pronunciación de su nombre -Monsieur, sé que sabe mi nombre, me parece que merezco saber el suyo… - recordó que le había hablado que era dueño de varias licorerías de París –Que bajo eres- pensó Deiran y le siguió de reojo cuando de repente lo tenía detrás, sintiendo su respiración y aroma, tocando su piel y rozando sus ropas, aquellos brazos grandes y fuertes le apretaban y arremetían contra él a lo que Deiran respondió moviendo su cuerpo, dando un empujón para quitarse al extraño de encima pero era inútil estaba clavado, pensó dos segundos y le tenía tan cerca que hasta le podía escuchar los pensamientos –Serás tan sucio…- se dijo Deiran mientras sentía los dedos recorrerle el pecho abriendo paso al escalofrío -¡¿Qué Demonios hace?! Yo no voy a darte nada, mi negocio NO está en venta, ni nada de lo que me pertenece… - empujándole con más fuerza y quitándole la mano de donde la tenía -No me interesa si es usted pobre o rico o si se arrastra en la inmundicia de sus pensamientos, lo que sí me queda claro es su afán por ser un descortés… Mire que venir así a mi negocio, entrar a mi despacho y comportarse de esta manera… - ya bajando el tono de voz y recuperando la cordura –Tranquilo- se autoterapeaba porque no quería ser objeto del roba almas pero aun así, no se podía dar el lujo de seguir con ese juego así que se dio la vuelta y le dio la cara viéndole de frente. -Monsieur, los hombres de negocios no se comportan de esta manera ¿o es que del lugar donde usted viene no le enseñaron modales? - le clavó sus ojos y murmuró entrelabios -Tome asiento y me explica qué es lo que exactamente quiere… pero desde ahora le digo, Camelia Vinn no será suyo - suspirando observaba sus gestos, era un brillante papanatas.
''Perro que ladra no muerde, no alardees de lo que puedes o tienes, porque nada es infinito, nada es oculto, nada es perfecto y nada es eternamente tuyo...''
Deiran Chassier- Vampiro Clase Alta
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Re: 1er Juego [Deiran]
“Si me tocas, me excitaré, si me respiras, te comeré. Ven cerca de mí y sentirás como el placer sucumbe por tu piel. Te carcome, te vas a caer y cuando menos lo notes, me rogaras que te toque”
Ignorarlo. Eso era lo que hacía cuando intentaba explicar lo que decía. Solo me deleitaba en la luz de la luna que lo bañaba, me lo imaginaba desnudo y con suavidad me relamía los labios, pasando dos dedos por ellos. Deleitado, ya frente a él, ya deseoso de poder abusarlo. De hacerle entender que era un niño, un bebe para mí. Los años no me habían pasado por nada. Yo siempre tenía lo que quería. Y efectivamente él no sería la excepción, aunque claro. Solo dos personas antes de él se me habían negado de esa forma. Una, la había convertido y luego la había matado con mis propias manos. Por maldita zorra, por no amarme como yo deseaba. Se lo merecía y tendría que haberla matado más lentamente de haber podido. Y el otro se había muerto por sí mismo. Así que me preguntaba qué haría el tercero? Aquel joven vampiro que parecía tan egocéntrico como yo mismo. Pero jamás tanto… Nunca podría llegar a mis niveles, no había dudas que tenía más que él.
-Mmmm ~~ Os podría decir mi nombre. Y también no. Os podría romper aquí mismo, o también no. Como os verías en mi estantería con los otros trofeos? Pensadlo bien, Mon Cher… Quizá, no queráis meteros conmigo, ya sabéis, no soy muy bueno en esto de negociar, es más fácil tomar las cosas a la fuerza, pero el vino no me agrada. Así que necesito de este cuerpito y esta mente para que los sigáis haciendo como ahora. Al parecer, de esta forma, vende bastante.
Murmuraba volviendo a ignorar parte de sus requisitos, riendo a carcajadas ante aquel forcejeo que hacía era adorable! Ver que lo violen sería una obra de arte. Acariciarle la espalda mientras gime, sería algo de lo que no me gustaría perderme. Le apretaba más y le sujetaba cuando quería salirse. Moverme? Estaba completamente loco si eso pensaba. No tenía más de tres mil años más que él, solo por gracia divina. Yo siempre sería el más fuerte. Jamás me había cruzado con gente tan poderosa y cuando los sentía, me iba. Para no tener que sentirme humillado por nadie. La grandeza era lo primero, siempre. Y no había duda de ello. Tener el poder y que por cada línea de mi cuerpo, corra la gloria. Metía más la mano cuando empezaba a quejarse en voz alta, soltando la carcajada estridente, apoyándome más sobre él, dejando que aquel torso ajeno quede contra el vidrio por unos momentos. Chasqueaba los dientes, como negando por sus reacciones, como si le estuviese hablando a un niño que se estaba portando mal.
-El lugar de donde vengo… Yo soy, en lo profundo, un antiguo vikingo, uno que no está escuchando vuestras palabras. Y uno que os va a romper por todos lados si no os calláis de una vez por todas. No me enseñaron. Sabéis vos, que hace tres mil años o un poco más, los niños salían de sus casas a vivir, como hombres guerreros, a los seis años? Quien pensáis que me podría haber educado? Pues sí, los mismos guerreros!! Y así, como me educaron, soy. Decidme si no he aprendido perfectamente?
Ya amenazando clavaba mis dedos poderosos sobre su carne, en la cintura, golpeándola más sobre el vidrio, sintiendo como se daba vuelta y la satisfacción me recorría, me lamía los labios y me ponía entre sus piernas, quedando pegado. El hecho de que me mirara fijamente me daba paso a poder hacerle dolor mental y aquel jueguito era de mis preferidos, lo había aprendido a los mil años aproximadamente y nunca me cansaba de ver a la gente sufrir por ello. Todos los que eran menores en cien o doscientos años a mí lo sufrían de una forma increíble, a los humanos podía llegar a matarlos. Riendo estridentemente mordía sus mejillas, le golpeaba nuevamente contra el vidrio y subiendo una mano, negaba con un dedo. Refiriéndome a su comportamiento, como sermoneando a un niño pequeño, aunque era claro que el de la personalidad del pequeño era yo.
-No no Querido… No me moveré ahora. Aparte, lo que quiero es Carmenia Vino o eso que habéis dicho, cómo es? Por qué un nombre tan molesto? Por qué no vuestro nombre? Estas cosas actualizadas… En que estaba? Ah, sí. Es hora de hacerte sufrir. Que ojos tan bonitos, no?
Diciendo eso le miré y dejé salir algo de mi poder, en un nivel pequeño, no demasiado, solo quería verlo retorcerse un rato, pasando la mano por su torso, impidiendo que pueda caer al piso, quería verlo sufrir así de cerca, apoyando una pierna entre las ajenas, empujando, deseoso por ver ese dolor que lo excitara. Pero cuanto podía llegar a encantarlo, ignorando sus peticiones, solo hacía lo que quería y respondía lo que se me placía.
“Amaéstrame si es lo que quieres. Soy un perro condenado y no dejaré de ladrar aún si es solo para molestar”
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Re: 1er Juego [Deiran]
‘’ ¡Muerto el Rey, Viva el Rey! El hielo con calor cede, el viento con el polvo de mezcla, la divina risa se traslapa con el llanto y tú, ¿tú con qué te calmas? Buscaré en ti el punto máximo de hacerte sufrir’’
El fervor del odio recorría cada milímetro de sus venas, le quemaba la sangre impura que por ahí recorría, en sus ojos se denotaban de un color carmesí un tanto peculiar que no estaba acostumbrado a mostrar, estaba perdiendo el quicio por más paciencia que pidiera a quien fuera. Aquel hombre que lo mantenía en brazos parecía no querer ceder, no entendía a buenas razones pero Deiran no era monigote así que solo bastaba una palabra para derramar la ira del demonio oculto. -Es una pena que tus modales, jamás hayan sido inculcados, mira lo descortés que es hablar con una persona sin saber el nombre… Y quieres mezclarte entre la gente de alta sociedad, solo porque en tus bolsas andes dinero no quiere decir que seas parte de nosotros, la educación ante todo… - haciendo fuerza para mantenerle un poco lejos de él, encogía los hombros en señal de que no le importaba lo que aquel tipejo dijese todo lo daba igual pero no le permitiría que se propasase. . -Su enriquecido vocabulario y esas expresiones que utilizan me sorprenden ¿De qué época es? - escuchaba con detenimiento las palabras del desconocido para ver qué información podía sacar, le gustaba indagar antes de utilizar su habilidad de lectura mental, aunque con el gran aura maligna de ese hombre que lo mantenía preso sabía que no sería fácil escudriñar en sus pensamientos y que si lo hacía no sacaría nada bueno ni agradable. Parecía que nada de lo que decía era importante hasta que comenzó a hablarle de los años de niñez –¡Bingo!- sonrió Deiran y se dijo para el mismo todo apuntaba a lo que con anterioridad el roba almas le decía ‘’Vikingo, hace tres mil años, Licores, Noruega’’ todo se le esclarecía y a pesar de sentir la presión del cuerpo ajeno que le despertaba asco y repulsión sentía que había ganado. -Ya veo… Es una pena que tu infancia y todo lo que hayas tenido que vivir te haya dejado cicatrices de por vida, pero vamos Monsieur, nunca es tarde para redimirse de sus pecados y comenzar otro camino… - riendo -¿O es muy difícil para ti? - golpeaba con poca fuerza hacia atrás para mantener la distancia y siempre viéndole esos ojos azules, su mentón bien pronunciado, los labios llenos de un placer que quizás se podía atrever a pensar en exquisito, sus dientes blancos como las almas de las vírgenes que solía tomar y sus frondosos brazos, se quedó observándole fijamente y quiso entrar a ese mundo para ver qué podía sacarle de utilidad y le escuchaba musitar palabras -El nombre de mis empresas lo llevan por la que un día fue mi madre cosa que a ti no debe importarte, no me importa hacerme conocido porque las botellas que producimos tengan mi nombre o mi apellido, me importa que, sea el vino quien hable de su creador, de la empresa que lo fabrica, sea el vino que por sí solo cuente la historia que los clientes desean escuchar, eso, eso es lo que me importa.. Hmmm…. ¿Tus ojos? - le quedó viendo intensamente y fue la muerte, su cabeza comenzó a querer estallar, sus pies cedieron, poco a poco se debilitaba con sus manos apretó su cabeza y se contenía un poco el dolor que le causaba, era la primera vez que sentía aquello, se desvanecía cuando las manos del desconocido le tomaron y no le dejaron caer, entonces ahí recordó que hace algún tiempo, sus empleados estaba rumoreando mientras hacían sus labores de un empresario de licores que provenía de Noruega, estaba expandiendo su negocio por todo Europa y arrasaba con cualquier mercado de menor tamaño al de él, lo compraba y le colocaba su nombre, todo hilvanaba y concordaba perfectamente, él era Josseph Pernd, el conquistador de mujeres, el rompecorazones, el casanova burlista, empresario de licores que se quería adueñar de Camelia Vinn.
Con ira después de haber irrumpido en su negocio, ser tan confianzudo y poco cortés, haberle hecho aquello era la gota que derramaba el vaso, no podía con él ni un minuto más, reponiéndose rápidamente del dolor que le había causado, se colocó de pie de nuevo y le apartó las manos, llenándose de ira sentía como se le nublaba la vista y solo tenía en el entrecejo darle muerte al que tenía al frente, estaba poco a poco perdiendo la cordura y respiraba un poco agitado, tragando con fuerza y viéndole mal -Así que eres tu Josseph Pernd, eh! - exclamó con una voz de furia, tomando fuerza con sus manos juntas le empujó fuerte que el piso de madera en donde ambos estaban de pie rechino y a puño cerrado le golpeó el abdomen dejando le ir un gancho hasta verle como los ojos se le medio salían de las orbitas haciéndole pegar en la otra esquina de la oficina.
En las afueras del despacho, se escuchaban voces de curiosos y algarabía preguntándose qué era lo que realmente estaba sucediendo ahí adentro, Deiran se acercó rápidamente hacia el vampiro y le mantuvo del cuello ahorcándole -Esto ya no es un juego…. Vete que no eres bienvenido, Vete que no quiero ensuciarme las manos con tu asquerosa sangre, ¡vete! - se mordía los dientes para evitar dejar salir algo más que su ira por las acciones del confianzudo desconocido, apretándole con fuerza, sus manos se aferraban al cuello y se inundaba nuevamente de ese enorme mal azul que tenía por ojos. Soltándole y dándole la espalda soltó una sonrisa, acomodándose la ropa y el cabello se sentó de nuevo en su escritorio -Antes de que te vayas…. - le miró fijamente -Tómate una copa de vino conmigo… - colocándose de pie levantó su cuello y le dedicó una extraña sonrisa.
’’Una golondrina no hace verano, un golpe tuyo no me hará daño… Solo eres un asustado cachorro, que busca su camino, eres como un niño… Lamentablemente no puedo ser tu niñera, ni aun con esos ojos azules que tú me sedujeras…
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Re: 1er Juego [Deiran]
“Sufrir es para los débiles. Soy un vikingo! Solo podrás hacerme enojar y con ello me divertiré. Descargaré la ira en ti, hasta que no sepas que es lo que ha pasado. Y la inconciencia te llene.”
La diversión recién empezaba, el rojo en los ojos ajenos se apreciaba. Ah! La llama de la ira era encendida y con ello el placer sería el deleite del dios, de mí. Verlo de esa manera era la señal de que estaba cayendo en mi trampa. Sí! Caería lentamente, caería como un niño al que le ofrecen un chocolate. Estaba esperando poder tomarlo, poder hacer de él lo que me plazca. Y me preguntaba, a que había ido allí? Ah! Si, a tomar su empresa, pero me decía, que sería más divertido, tomar su empresa o tomarlo a él? De repente no sabía bien por donde comenzar, pero claro, mis deseos carnales siempre estaban ante todo y el deseo de hacerlo crujir recorría mis venas. Le escuchaba y la risita salía socarronamente de mis labios, luego los mordía y me deleitaba con la belleza ajena.
-Hasta ahora no he necesitado nada de aquello… Al parecer vosotros necesitas el pack completo para haceros pasar de la clase alta. Mas yo, yo soy un simple inmortal que vengo a molestar la vida daría. Un alma en pena que se divierte con poco. Sentiros afortunado, hoy podríais estar bajo mi cama.
Hacía más fuerzas, buscando acercarlo, divertido de que el otro no pudiese equiparar mi fortaleza, era evidente pues era solo un niño, pero me excitaba de solo verlo forcejear. Enarcando una ceja por sus palabras empezaba a desesperarme. No entendía de que cicatrices hablaba, quizá era solo una forma de expresión, pero aun así, desde siempre las cosas habían sido muy cuadradas para mi. Y las expresiones me las tomaba del mismo modo. Me miré y pestañeando me quede pensativo, buscando alguna cicatriz en mi cuerpo desde la mente. Pero no había nada realmente preocupante, nada de lo que el chico hablara. Aquello me hizo molestar y solo provocó que el dolor mental otorgado fuese aún peor, sumándolo a un golpe contra el vidrio, un poco de fuerzas a un lado y al otro y le tenía con fuerzas contra mí.
-Ah! No entiendo que descares estáis diciendo! De que cicatrices habláis? Que no me veis que no tengo nada de eso? Estúpido, solo debéis callaos y mejor dejad de forcejear u os romperé y os meteré en una caja para que no os podáis recomponer.
Fruncía el entrecejo con molestia y le seguía las miradas, riendo entre dientes, apretando su cintura y suavemente bajaba a sus posaderas, los indicios de empezar a violarlo eran sellados, pero el estúpido seguía hablando y con ello me descontrolaba de poder tocarlo, aunque claro, cuando el dolor empezó pude hacer lo que quería, por un brevísimo instante le acomodé y me puse entre sus piernas, apoyando mi pelvis contra la ajena, levantándole desde allí, hacía movimientos rítmicos en su contra, empezaba a morderle el cuello, como si fuese a succionarle sangre, aunque claro, aquello no lo haría, no necesitaba sangre y menos de niños como él. Lastimosamente el momento duró poco, pues pronto pude sentir mi nombre salir de su boca y con ello, la ira del menor se había acumulado, provocando que me pueda sacar de él. Chasqueé los dientes al ver todo el alboroto y quise hablar; para excusarme con alguna burrada, pero el nuevo golpe propinado me llevaba hacia la otra pared de la oficina. La risa empezó a salir estridentemente de mis labios y en unos momentos me encontré con él sobre mí, los ojos me ardían, estaba tan tan emocionado. La diversión corría por mi piel y el deseo de humillarlo se había hecho mucho más fuerte que antes.
-El gatito está enojado? Ohh~ pobre gatito, vamos, llenaos de ira. Ahh~~~ Parece que no sois todo un Sir de clase alta, veis como vuestro lado tan agresivo ha salido? Que deleite, juguemos, juguemos. Me encantan los juegos.
Al verlo salir y girarse, mi mano fue a su trasero, así como así, lo apretó hasta sentir que el otro se iba y soltarle, de verdad hubiese sido bueno follarlo en ese lugar, quería tenerlo bajo mi cuerpo, pero el otro empezaba con las formalidades nuevamente y en esos momentos empecé a arreglarme el saco, bostezando me tiraba en la silla frente a él. Poniendo los pies sobre el escritorio y sobre unos papeles que allí había. Miré un poco las hojas blancas y las moví con el pie para hacerlas caer y poder poner más tranquilo mis pies. La sonrisa salió reluciente y esperé a que la copa de vino me fuese entregada. No es como si el sol estuviese cerca. Tenía todo el tiempo del mundo. Y estaba ansioso por saber qué cosas quería probar el otro, que venganza estaría buscando.
-Ah~~ Quería mantener mi nombre conmigo, pero que será, dame ese vino vuestro. Como queréis hacer las cosas? A la fuerza? Me encantan las cosas a la fuerza… Queréis ser mi mascota? No estáis muy lejos de ser un tierno gatito.
Murmuraba entre risas, mirándole fijo jugando con un almohadón que había allí, lo tiraba hacia arriba una y otra vez, bostezando, buscando molestarlo un poco más, sacarlo de quicio hasta que caiga en la red que ya estaba impuesta.
“Ya que he seducido, como gato y perro. El perro siempre gana, de un zarpazo te haré caer a mis pies”
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Re: 1er Juego [Deiran]
‘’Yo busco la paz y tú eres tempestad, es como unirse en el infinito mar, la venganza que corroe tu corazón te ha envenenado, te ha cegado haciéndote creerte el dueño del universo pero solo eres una alma en pena arrastrando cadenas, rezaré infinitamente para disolver tu maldad… Quizás eso funcione…’’
Tan absurda como esa noche era todo lo que estaba sucediendo, quién era este, quién es el que es capaz de sonsacar el demonio que llevaba dentro, de irrumpir su paz, su voto de silencio, hubiese preferido que se lo tragara el mismísimo diablo y no era que no podía vivir con aquello, es que odiaba que se quisieran pasar de listos, queriendo sobrepasarse de los límites, todo tiene un orden y seguramente, el hombre que tenía al frente desconocía totalmente lo que eso significaba. Después de haber hecho aquella escena en donde sus ojos le mostraban sus verdaderas intenciones, deseaba aventarle por la ventana, sus palabras le resonaban en la cabeza, respirando suavemente fingía estar tranquilo, meditaba en sus adentros y el hombre extraño quizás tenía razón, solo estaba fingiendo ser alguien que no era y que por mucho tiempo desde el día de su redención había querido seguir encarnando el cuerpo humano que ya no tenía. Mordió sus dientes y apretó los puchos puesto que sabía que a pasar de todo el hombre extraño tenía razón, ahí entre su risa burlona, sus gestos tan particulares y sus movimientos tan extraños le habían dejado un poco conmocionado. No sabía por qué lo había invitado a quedarse, de ser por él lo habría botado de inmediato de la tienda sin antes hacerle saber que ahí no era bienvenido como ya antes le había dicho pero quizás esa sonrisa farsante solo delatara algo más que estaría dispuesto a pagar el precio. Había sembrado una semilla así que debía de cosechar el producto. Le miraba detenidamente sin decirle nada, le analizaba de pies a cabeza, las cicatrices que con anterioridad le había mencionado no era más que un reflejo de ese humor negro y de esa aura maligna que él tenía, Deiran sonreía al ver a tan sorprendente criatura vivir con algo así en su cuerpo, un demonio que quizá prometiera ser más grande que él, más poderoso que él, pero solo era un conejillo asustado por encontrar algún refugio en donde sacrificar lo que quedaba de su alma.
Deiran no era de los que a menudo atacaba sin antes pensar en sus movimientos pero qué abusivo, tocarle sus posaderas de esa manera tan indiscriminada merecía la hoguera o mínimo un golpe como el que antes le había propiciado pero no saldría del estado REM en el que se encontraba, no iba a darle gusto al monstruo sin antes darle una pequeña prueba de su medicina. A todo esto las palabras salían sobrando, solo lo analizaba en silencio, queriendo predecir su próximo movimiento cosa que le era inútil pero no se rendiría así y menos con ese tipejo.
Extrañamente esa noche ese ser que tenía al frente había menguado sus deseos de sangre y confluido sus ambiciones de conocimiento, había despertado al demonio haciendo que Deiran buscase la peor manera de volver a quicio de nuevo que aún por los momentos no debía de evidenciar qué era lo que realmente su destruido cuerpo sentía. Sonrió al sus oídos escuchar el ‘’sí’’ ajeno aceptando el vino hasta podía sentir que se le había olvidado lo que hace un momento había sucedido, no creía, sentía aún las caricias foráneas recorrerle la sangre maldita que pasaba por sus venas y hacia un intento fallido por querer sacar esos recuerdos de hace unos instantes sin que el sin alma se percatara que pensaba en eso, podría creer que en los adentros de Deiran existiese alguna chispa de deseo que quizás secretamente reprimiera. Le miró su actitud confianzuda y maleducada que desde un inicio había tenido, botando los papeles no hizo más que ignorar aquello y verle sin ninguna importancia alguna a sus acciones, había alcanzado ese estado de paz que tanto buscaba y ni siquiera él con su actitud de niño malcriado podrían sacarle eso.
Con dos chasquidos de dedos hizo que inmediatamente el mayordomo vestido de pingüino pasase al despacho, sin ver el desorden, saludó a los presentes -Amo, mandó a llamarme… haciendo una pequeña reverencia y sin verle a los ojos a Deiran el pingüino seguía parado a esperar oír algún deseo de su señor, Deiran sin apartarla vista de su indeseado acompañante se dirigió a su empleado -Trae una de las mejores reservas de la casa… Nuestro invitado aquí presente no se puede ir sin antes probar la especialidad de la casa…- asintió con la cabeza para que el mozo entendiera que había terminado su orden y con una reverencia rápidamente desapareció de ahí sin antes sorprenderse por el desastre del lugar, salió desconcertado.
-Bien… Señor Pernd, no crea que es una invitación de bienvenida, es solo que me gusta dialogar con el enemigo… - soltando una especie de risa extraña -Y en vista de sus primitivos modales, de su desagradable actitud y su acoso hacia mi persona, me veo en la penosa escena de echarlo de mi negocio a menos que… - siendo interrumpidos por el mayordomo que entraba con una bandeja de plata, encima dos copas, la hielera en donde venía montado sobre cubos de hielo el elixir , viendo a la puerta Deiran hizo una mueca de agradado y esperó a que el mozo sirviera las copas, ’’-El exquisito sabor de un buen vino no puede faltar en una plática de dos demonios, dos infiernos que se consumen el uno al otro..-’’. Haciendo una invitación a un salud pero sin chocar la copa desde su asiento Deiran alzaba la copa, posando sus labios en el fino cristal y tragando lentamente la vida. -Disfrute de un alcohol de calidad Señor Pernd, no se compara con la belleza misma de una virgen? - peinando su cabello y colocando la copa en el escritorio -¿Siente como es diferente esto a su licor barato? - suspira y sonríe -No puedo darle mi empresa Monsieur, aun así ‘’me rompa’’, aun así me mate…. - le ve fijamente hundiéndose en su mar.
’’Somos tan diferentes, tan mundanos que llevemos la misma maldición no quiere decir que seamos iguales, sólo compartimos la misma desgracia, sólo eso, en lo que a mi concierne esto termina aquí y ahora, no juego juegos con niños porque siempre terminan llorando…’’
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Re: 1er Juego [Deiran]
“Como si me arrepintiera de algo. Soy una fiera intensa que no le importa desgarrar para comer. Maldito gato, que chillas cuando rechino las garras sobre ti. Esperas que sucumba ante tus ruegos?”
La sonrisa salió, la victoria era mía, lo estaba sacando, sabía que lo volvería loco. A pesar de que no había dicho nada con aquel toque profundo que le había dado, se sentía el aura insoportablemente furiosa de aquel muchacho, que no era más que un simple vampirito al cual le daría su merecida caza. Que sería mejor? Tortura china? Vikinga? Quizá dejar que se lo coman los leones? Aun no sabía, pero que dulce sería ver su sangre caer mientras las lágrimas le recorren y pide condolencias. De solo pensarlo, todo se me erizaba y buscaba la manera de controlar aquella excitación en la que me hallaba. Efectivamente, el muchacho me ponía más duro que la mayoría de las personas, aquello me impresionaba, no pensaba poder tener un nivel más alto de excitación a “cualquier cosa”. La sonrisa estaba tatuada en mi rostro, reía mostrando mis blanquísimos dientes y colmillos altamente filosos, se podían notar, que llevaban más que siglos desgarrando piel y carne. Los años no habían pasado como si nada y era evidente que nunca cambiaría, mi estereotipo de persona ya estaba escrito para siempre.
-“Una de las mejores”. Espero que sea “la” mejor. Mmm~~ De que enemigo habláis? Yo ya casi tengo lo que quiero, llamarme enemigo es bajarme a vuestro nivel. Os parece bien?! Claro que no~ Mmm Solo escucho quejas, buscáis que te ignore? Lo estáis logrando.
Decía sin tomar importancia del contrario, riendo por aquellas palabras que el otro soltaba, negaba y lo tomaba por idiota. Sabía que efectivamente el otro no era un estúpido, pero lo ideal sería que yo hiciera que pensaba eso. Para que justamente, él también me tome por idiota. Pero solo lo era un poco, pero no del todo, pues en esta capa impenetrable que había creado, había un maldito viejo de más de dos mil años, uno que veía el mundo demasiado bien, que sabía lo que hacer para obtener algo. Un vampiro que sabía cómo vivir en la eternidad. Y eso era mi orgullo, por sobre todas las cosas. Aquellos vampiros que están tristes toda su vida, que no desean la inmortalidad, aquellos son los que duran poco. Y por cómo se veía el muchacho, más de quinientos años no podría sobrevivir.
-A menos que? Mmm? Takk Herre~(*) Probemos la finura del vino. Yo no os voy a negar que el vino sea algo que se hace con mucho más tacto. Pero jamás será como el líquido caliente y amarillento, un líquido digno de finura, el whisky. El vino, se puede beber con cualquier comida, en cualquier momento. Pero… Ah! El whisky es para saborear y sentir el momento. Como el sexo Monsieur, como el sexo.
Moví la mano para hacer la simulación de brindis y reí con diversión al ver al mayordomo retirarse, con aquel gesto de asustado. Volvía al muchacho y me perdía en su cuerpo, relamiéndome los labios en tanto me acercaba la copa, la olisqueaba y movía aquel elixir, inquisidoramente buscaba que nada tenga en su contenido, nada extraño, solo una belleza sumamente natural. Enarqué una ceja mirándole y tan solo mojé mis labios, comprobando que todo estuviese bien, lo ingerí con cuidado y no demasiado. Era realmente sabroso, pero mi posición no iba a cambiar demasiado, el vino era muy rico, pero el whisky te podía llevar a otros planos. Yo, después de todo, bebía cualquier cosa y en ese momento, lo único que deseaba era tener lo que tenía el chico, destruirlo con tal de cumplir mi capricho. Pero de repente lo supe. Quería algo más. O mas bien, había cambiado de parecer. Le miré fijo a los ojos y apoyé los codos sobre el escritorio, acercándome descuidadamente al ajeno, elevando mis hombros que quedaban expuestos, y con una sonrisa filosa entrecerré los ojos.
-Muy bien. Si no podéis darme lo que quiero, entonces sufriréis. Os perseguiré a donde sea que vayáis. Dormiré en vuestra casa, os molestaré mientras coméis. Me follaré mujeres en su cama. Oh~ “La fruta podrida sabe mejor”. Lo soportaréis? Sabéis que no podéis matarme, cuantos años tenéis? Cien? Doscientos? Sois un niño y quiero probar vuestro sabor.
Riendo me alejaba y terminaba de beber toda aquella copa, levantándome de la silla, me estiraba y negaba divertido. Me iría de aquella habitación, empezaba a caminar hacia la puerta, enarcando una ceja, guiñándole el ojo en lo que me retiraba del lugar. Esperaba a ver su reacción. En lo que mi risita no paraba de salir. La diversión estaba a punto de empezar, no podía esperar a encontrarle en la casa, a irle a molestar allí, perturbarlo en cada segundo que pasara. Solo le dejaría lo que quedaba de la noche para divertirse.
“Tu eternidad es mía.”
(*)GRACIAS SEÑOR en noruego
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Re: 1er Juego [Deiran]
‘’De mi jamás ha salido un permiso o `perdón pero aun así tengo educación, sé demostrar lo que soy, mi parte humana murió en mi transformación y si ver el demonio quieres lo tendrás sin compasión, provócame un poco más y desgarré esa mueca de sonrisa que dibujas, te mostraré que no hay juego ganado hasta que el último tire su postrema carta…’’
Escuchaba detenidamente sus palabras, palabras que ya había escuchado anteriormente de la boca de un conocido especial, que también gustaba más del whisky, esa bebida barata… se dibujaba una mueca en forma de sonrisa en la cara de Deiran y tomaba tragos pequeños de esa reserva de vino. La verdad no sabía por qué había mandado al mayordomo por una de sus mejores botellas para ese hombre que tenía entre ceja y ceja, quizás solo quería darle realce a la noche, verle comerse sus palabras y que por dentro se hubiese dado cuenta que él estaba en lo cierto, el vino sería más exquisito que un simple whisky, desde su elaboración, manipulación, la selección de la fruta, el embasamiento y después ese dulce descorchar, llevando el sabor a las papilas gustativas y sintiendo el éxtasis. Ladeaba la cabeza observando por la ventana detenidamente sin prestarle importancia a los gestos que el hombre hacía, podía creer el ajeno que él estaría interesado cosa que no era así, aunque no podía negarle que robaba más atención de lo que a menudo estaba acostumbrado a colocarle a los tipos como él. Es más nunca le había pasado eso, encontrarse a alguien con esa labia, con ese poder y seguridad. Continuaba meciendo el elixir como queriendo descifrar algo que no supiese de él , el hombre que tenía al frente era astuto, había encontrado cabida en los pensamientos de Deiran, en su quicio, donde nadie había entrado nunca antes - ¿Quién eres Josseph Pernd?- se decía para sí mismo Deiran sin demostrar ninguna expresión en su rostro. Aquel desconocido del cual lo único que conocía era su nombre era grande, egocentrista, ególatra y así muchas cualidades que toda la noche podía quedarse ahí musitando entredientes no era más que un infantil, que pese a su alardeo, sus años de experiencia hasta el momento no había hecho algo que a Deiran hubiese realmente sorprendido, para él era solo un hombre con caprichos de niños, queriéndosela tirar de gran hombre, cuando basta más que un buen traje, una hermosa sonrisa y esos ojos de mar profundos para serlo, así que por esa parte descuidaba todo lo que viniera de su parte. -¿Por qué? ¿Por qué Camelia Vinn y por qué yo?- se preguntaba Deiran empuñando la mano y siempre bebiendo de la copa de vino esta vez clavando los ojos en el extraño hombre, que ya hasta se sentía como en casa según su actitud de confianza. –Seguro andas buscando quien te arrulle como niño eh!- le miraba de reojo terminando la copa de vino.
-Por favor Monsieur, no confunda el vino con algo tan mundano y vanal, me encantaría darle una clase de una mil y una razones por las cuales el vino es el mejor alcohol en la historia y no es porque solo se pueda compartir con una comida o combinar con una buena o mala plática, como este es el caso… Si no que va más allá de lo que su corta cabeza le deja comprender, el elixir de la vida es lo que llena a un ser, puede ser lo que usted quiera… mientras le llene y mantenga feliz, mientras le haga llegar al cielo con cada sorbo me doy por servido…. Oh! Claro he de decir que no creo que usted sea capaz de percibir eso o será que me estoy equivocando? - arqueando una ceja como viéndole de manera desafiante, qué buscaba, no sabía pero adoraba las muecas que el hombre hacía al escucharle hablar, era un poco gracioso.
Recordando sus palabras se sentía ya todo aquello como un desafío, no estaba dispuesto a perder así que no tenía por qué recurrir a la violencia ni a las discusiones innecesarias diplomacia ante todo… -Señor Pernd, yo no le considero mi enemigo, aquello fue solo un decir, no suelo darle importancia a cosas como estas, todo conlleva con algún sentimiento y para mí esas son cosas innecesarias…. No soy un humano ¿acaso eso no es evidente? Las sensaciones y ese tipo de cosas déjeselas a ellos que están aptos y capacitados para tropezar con la misma piedra dos veces y una tercera vez si se descuidan, en mi caso, yo no tropiezo ni una sola vez, yo remuevo lo que me estorba… - soltando una pequeña sonrisa dejando ver sus colmillos, era la primera vez que lo hacía, no le gustaba sonreír pero cuando de ironías se hablaba como no acompañar aquello con algo tan elemental? -Entonces, ¿Qué le parece el vino? ¿Aún sigue pensando de manera tan precaria? - colocando la copa vacía estirándose para alcanzar la botella de vino y servirse un poco más.
Seguía en aquella velada tan poco inusual, dos demonios, una noche, un minuto y un poco de tiempo por cortar de raíz, cuando Deiran fue sorprendido por las palabras y los gestos del hombre que tenía al frente -¿Acoso? ¿Intromisión? Pero qué Demonios…- se terminó de servirse y comenzó a llenar la copa ajena cuando le vio que se levantaba de su asiento e iba en dirección a la puerta -Mmmm… ¿Se va?- se dijo para sí mismo, tenía que objetar esas palabras que antes el hombre había dicho, haciendo un movimiento veloz y sin dudarlo en un segundo , colocándose detrás del ajeno con ambas manos estiradas cerrando la puerta y dejando al hombre entre los brazos de Deiran y la salida se acercaba Deiran al oído ajeno para susurrarle -Es de muy mala educación dejar una copa servida, además no puedo dejarte hacer nada de lo que dices, ¿cómo podré dejar a un desconocido pisar mi casa? ¿Follar en mi cama? ¡Qué poco original! Monsieur, puede tener sus tres mil años si quiere en relación a mis doscientos cincuenta años, ¿gran diferencia no? Pero aun así, no necesito vivir tanto para contar con más astucia que la suya, con un poco de suerte y usted la obtiene cada quinientos años…. - sonriendo en el oído ajeno se quedaba ahí apresando a aquel hombre ¿cambio de papeles? Se quedó ahí para ver qué haría ese demonio, seguro alguna payasada.
No es necesario que te diga que me lo demuestres, inténtalo y veremos cómo fracasas…
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Re: 1er Juego [Deiran]
“Gritas que tienes poder como un gatito encerrado. Demuestra que puedes vencerme y aun así no aceptaré mi derrota. Con quién te piensas que estás hablando?! Cuando esté a punto de morir, luego de esta eternidad, ni siquiera allí, aceptare mi derrota”
La forma sarcástica de hablar, aquel tono imperioso donde él mostraba que era completamente fácil de dominar. Por qué se hacía el fuerte, el hombre con miles de murallas impenetrables, escudos de acero, pero yo lo tenía claro, le tocaría en un punto exacto, lo haría caer. Le destrozaría todos aquellos pensamientos, convirtiéndole en una simple puta más. A pesar de que el chico me atraía, eso no sería suficiente, me negaba a sucumbir en los sentimientos que hacía muchos años había dejado atrás. Ese sentimiento de dulzura que se había vuelto un trago amargo que se saciaba con whisky. Como sea, la sonrisa no salía de mi rostro, dejaba ver mis dientes blancos, mis colmillos afilados y gruesos, dignos de un vampiro de mi edad. Me estiraba, me acomodaba y le miraba nuevamente, perdido en aquellos ojos. Deseoso por romperlo en mil pedazos, me preguntaba cómo sería su cuerpo desnudo, como gemía en la cama, que tanto tiempo soportaría tenerme arriba. Cualquier cosa se me ocurría para decir, pero nada relacionado con la conversación de la que él hablaba.
-Al cielo? Al cielo solo me hace llegar una buena encamada, hasta vosotros me podéis hacer llegar a él, pero el vino? Ni siquiera el whisky me provoca! Ah~ esas cosas banales, sois un tonto, no os dais cuenta que solo la sangre y el sexo me sacian? Aunque la sangre, luego de tanto tiempo no es de mi interés. Torturar también me entretiene, si eso. Podéis ser mi perfecto conejillo de indias, quizá me repiense eso de vuestra empresa y solo me divierta con vuestro cuerpo.
Asentía y me apoyaba en mi mano, mirándole, examinando todo aquel cuerpito que tenía en frente. Tan frágil a mi parecer, delicioso, perfecto para masacrar, para hacerlo gritar de placer y dolor. Me excitaba de solo pensarlo, pero intentaba disimularlo, recargándome en el brazo de aquella silla, moviéndome un poco, medio aburrido por las ocurrencias que tenía el muchacho, cada tanto simplemente miraba hacia arriba, sin prestarle atención, o al menos eso demostraba, pero en realidad escuchaba cada una de sus palabras, las procesaba y repensaba una y otra vez. Pero no se lo diría, simplemente seguía riendo entre dientes para hacer notar que me estaba haciendo el loco, sin cambiar aquel altanerío con el que había llegado, subía una mano y la miraba, como un niño que estaba siendo regañado. Empezando a reír con un poco de sonido sordo cuando el muchacho hizo alusión a el tipo de percepción que tenía yo de las cosas. El simplemente no tenía idea de lo que pasaba por mi cabeza o al menos eso parecía. Suspiré y le miré sin decir nada, dando paso a levantarme y seguir mi camino, aunque al parecer, Deiran no estaba dispuesto a concedérmelo aún.
-Sois como un gatito, no queréis que me vaya? Buscáis mi atención? Quizá queréis que os encame hasta dejaros desmayado? Hahaha, Original? Yo no sé qué es poco o muy original, soy un simple anciano. Pero me parecerá encantador hacerlo en vuestra cama. Quizá con cuatro a la vez? Tenéis miedo? Si tan seguro estáis de que sois más astuto que yo, no os va a costar nada impedirme hacer con lo que os amenazo, no? O es que tenéis miedo de mí?
Sentía su frío hablar sobre mi nuca, mi oreja, me recorría la columna, era un sentimiento de extremo placer, tanto que sentía que me derretía un poco. Pero no se notaba, demasiada fuerza, demasiada vejez hacía que mis expresiones no se notaran, más bien yo las exageraba cuando podía pero en este caso, no deseaba que él supiera nada. Buscaría hacerle caer, demostrarle que siempre ganaría. Por qué no importaba como, siempre terminaba en las camas de quienes quería, aunque eso no implicaba algún esfuerzo para mí, ya que usualmente eran mujeres bastante veteranas, pues así me gustaban, lo suficientemente mujeres como para soportar mucho tiempo haciéndolo, una y otra vez sin parar. Esa era la forma en la que gastaba mi tiempo de ocio, en mujeres, hombres y cortesanas o cortesanos, aunque los cortesanos siempre hacían más cosas, las mujeres, muchas ni siquiera sabían leer. Una desgracia pero una realidad, una de las cuestiones por las cuales no me mezclaba demasiado con ellas, demasiado inútiles, para ello, ya estaba yo mismo.
-Como queréis hacer? Si me soltáis me veréis mañana, si no os alejáis, me empezaréis a ver desde hoy. Queréis saber cuánto tiempo aguantaréis? Porque yo estoy emocionado por descubrirlo. Por qué no vamos a vuestra habitación ahora mismo? No queréis abrir las piernas para mí? Mmm~~~
Entre risas me apoyaba en su cuerpo, tirándome hacia atrás, frotando un poco mi cuerpo en el de él. Le miraba de reojo, jugueteaba con su mente, buscaba ser un titiritero, pero solo estaba logrando enfurecerlo, era notorio y me encantaba, quería sacar lo peor de él, hurgar en su interior hasta que todas las molestias reluzcan con intensidad. Por ese motivo hacía fuerza con la mano para abrir la puerta, en tanto mi espalda se apoyaba contra él, prominente, intimidante, era como un oso y eso me encantaba, mi esencia de vikingo aún no se disolvía, siempre estaba, aunque era en los más bajos de mis sentidos.
“Qué es lo que harás gato de dos colas? Estas nervioso? No importa lo que hagas, seguiré apareciendo frente a ti, una y otra vez. Pero por cada vez que nos veamos, te quitaré un poco más de esa voluntad”
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Re: 1er Juego [Deiran]
‘’No trato de jugar tu juego, la victoria siempre es y será del mejor, no quiero mostrar tu bajeza. Tu debilidad he descubierto. El pez por su boca propia muere, ahora que lo sé, me hartaré tus entrañas, me devoré tu egocentrismo, me quemaré contigo en el efímero infierno…’’
Escuchaba sus palabras colocándole el mínimo de la atención aparente, claro eso no era del todo evidente, le escuchaba con detenimiento y descartaba o guardaba lo que me pareciese interesante o relevante por saber, levantaba su ceja y seguía degustando aquel exquisito elixir, de no ser por tan desagradable compañía todo en aquella noche hubiese sido perfecto. Y pensar que Deiran estaba a punto de cenar cuando este inoportuno y molesto hombre se le había aparecido, era un fastidio. Esa actitud fanfarrona y presumida ¿qué le daban a los vampiros de antes para que la mayoría fuese así? Se quedó un rato pensando en eso y no encontraba respuesta, el hombre vejete que tenía al frente con esa radiante y seductora sonrisa escondía algo más. Esas cosas así son las que a Deiran le llamaban la atención, le gustaba hacerlas de detective, de una extraña y bizarra forma aquello le hacía parecer como un niño y quizás eso le despertaba el espíritu que había perdido. –‘’Las mil y una extrañas formas con las que un vampiro sacia su sed de humano…’’ - se dijo Deiran terminando con aquellos pensamientos. Enarcó una ceja al escuchar las cosas que ‘’llenan’’ a un vampiro, en el caso de él, el banal era el ajeno pero no iba a poner en discusión tan infantil plática, negó a sus palabras y no quiso decir más pues sería toda uan pérdida de tiempo. Suspiro un tanto decepcionando por no poder haber encontrado algún detalle de interés se limitó solo a cerrar sus ojos y meditarse lentamente la idea de que Josseph Pernd era nomás que un fanfarrón. -Yo no puedo ser conejillo de indias ni de usted ni de nadie Señor Pernd, creo que esas ideas ‘’vikingas’’ que le vagan por la cabeza lo hacen parecer un iluso ¿todavía usa esas técnicas del tiempo de mis abuelos? - soltó una pequeña sonrisa y le vio - Me temo que sus deseos me serán incapaces de cumplirles… - suspiró con ironía pues que jamás nadie nunca le había desafiado de esa forma y nunca se lo había pensado si algún día aquello le llegase a pasar.
Después de haber servido las copas y verle levantarse como todo un maleducado, se le enervó la piel de pensar en tal malcriadez, es que era un potro salvaje sin rienda y alguien tenía que mostrarle un poco de modales. -No sea ridículo Señor Pernd, mi piel hace mucho que no se entrega a esos deseos carnales, ni me hace falta ni me tiene con cuidado, sus palabras me son de indiferencia total, puesto que no necesito encamarme con nadie para darle una lección, es más, ni siquiera necesito incurrir a la violencia… ¿Uhm? - se quedó en silencio y recordó lo que anteriormente había sucedido, ladeo su rostro al lugar donde estaba todo destrozado y presionó los puños puesto que él mismo se había delatado. Nadie nunca había logrado sacarle de quicio a Deiran y el hombre de buen parecer que tenía al frente lo había hecho con facilidad. -Si quieres irte, vete, que para mí sería todo un alivio… Y no digas sandeces, mi cama, mi casa, es un sitio al que no pondrás ningún pie… Y menos con meretrices. -
Sentía su aroma penetrarme cada vello, olfateaba su cuerpo que por detrás tenía una buena vista, le miraba sin quitarle un ojo de encima , siempre manteniéndolo presionando para evitar que se fuera, no le gustaba que lo dejasen solo con una copa de vino servida así que tenía que estar alerta. Una mano apretó la ajena, la que estaba en el llavín forcejeando por abrirla, la piel fría de Deiran rozó la ajena, esa gran mano como la de un monstruo suave y tersa, con el cuerpo que le atrapaba para no dejarle ir, siempre susurrándole, percibía su extraño aroma, era una práctica que le gustaba realizar para de alguna manera conocer a los extraños. De él solo podía `percibir esa maligna aura que ya había descubierto y quizás un poco más. -No creo que se vaya hoy Señor Pernd, como le dije antes, no me puede dejar así como así y no por las extrañas razones que por su cabeza le pasa, simplemente quiero enseñarle a ser cortés… - merodeando más cerca del lóbulo de su oreja le apretó contra sí mismo, descendió un poco más sin poderse contener se dejó llevar por sus instintos. Le lamió el cuello con suavidad y sin mediar palabra le clavó los colmillos, con una mano le abrazó más a él que podía sentir sus respiraciones y palpitar, aun sin succionarle le apretaba la mano que seguía en el llavín. Con calma y sin prisa comenzó a arremeter sus colmillos y succionarle, sintiendo como la sangre llenaba su cavidad bucal y se hacía una cosa su lengua que jugueteaba a acariciar despacio como consolando el cuello ajeno, suspirando lentamente no comprendía porqué había hecho aquello, después de todo había sido Josseph quien había tenido la culpa de que Deiran no cenara y los papeles se había invertido el aperitivo era el ajeno.
’’No conozco ese sentimiento aún y si mi voluntad poco a poco será robada, algo de ti dejaré conmigo en esos encuentros que tú te propones, veremos quién termina cediendo y quien terminará perdiendo….’’
Deiran Chassier- Vampiro Clase Alta
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Re: 1er Juego [Deiran]
“El mejor siempre seré yo. No intentes ponerte a mi altura, estarás listo para arrodillarte cuando sepas que has perdido? Siempre obtengo lo que quiero, tú no eres la excepción a nada. Serás mío al igual que todas tus cosas, al igual que tu empresa, que tus pensamientos. Todo será mío”
La risa salía estridente de mis labios al escuchar tales ilusas palabras. El muchacho estaba convencido de que ganaría la batalla, pero yo ya sabía que tenía ganada la guerra. No había posibilidades de competir contra esta emoción que tenía de robarle todo. Me había excitado, de alguna forma enferma, el solo hecho de pensar en sodomizarlo. Como a aquellos esclavos que antes se latigueaban, se torturaban con diferentes artefactos, se los humillaba en público mientras las personas le tiraban frutas podridas, los golpeaban. A muchas mujeres que cometían adulterio se las dejaba desnudas y amarradas en columnas, depende de quien se tratase se podía violarlas y hasta matarlas. Me emocionaba, simplemente la crueldad estaba en mis venas y no podía hacer nada por detenerlo, pues claro, no era algo que me perturbaba, todo lo contrario, me excitaba descomunalmente al punto de sentirme vivo, de ser lo único que me hacía sentir así.
Le miraba de reojo al ver al gato que tenía frente a mí, arisco, hostil. Un vampirillo que rogaba por atención descomunal. Pero lo haría desear, sus palabras caían en mi piel y resbalaban al piso. Solo mostraba mis dientes, mis colmillos, como incitándole a que de pelea, pero no era siquiera necesario, estaba encabronado, podía verlo en su mirar. Tenía ira en los ojos y eso me llenaba de placer, me regocijaba en sus sentimientos al punto que me daban ganas de partir aquel delicado cuello, romper esa columna lentamente mientras sus labios me daban aquel placer que yo quería. Como sería su boca? Sus posaderas, me intrigaba saber el tamaño de su miembro. Pensaba en que podría romperlo y verlo sufrir en tanto se volvía a recomponer. Seguramente sus gritos eran los más hermosos que podría escuchar jamás. Su boca me insinuaba deseos de ser sodomizado y estaba dispuesto a ceder.
-No sé, la violencia parece ser uno de vuestros mejores métodos o es que no podéis controlaros que os habéis puesto a mi altura? Parece ser que alguien deberá tragar palabras propias, quizá arrancaros la lengua sería una buena opción para usted? Pondré un pie donde yo quiera y no podréis hacer nada para evitarlo. Estaré metido hasta en lo más profundo de vuestro ser y cuando menos lo notéis os arrancaré la vida de muerto que no parece que disfrutéis del todo.
La sonrisa estaba de oreja a oreja en mis labios, arrancarle la piel, morderle, beber su sangre. Me preguntaba que sería mejor empezar a hacer? O es que lo lastimaría demasiado? No quería matarlo, no quería dejarlo desmayado. Quería que disfrutara cada cosa que le hacía, desde romperlo, hasta desangrarlo, violarlo o acariciarlo. Si se quedaba inconsciente no sería divertido. Verlo tan cerca me volvió a provocar y solo dejé que hiciera lo que deseara. Que me oliera lo que quisiera, yo solo disfrutaba con mis orbes exageradamente azules. Miraba también esa mano que no dejaba que me vaya y negando dejé mi cuello a un costado. Entendía aquellos movimientos, podía leer lo que su mirada quería y era sangre, era linfa viviente. Y la mía era espesa, añeja, deliciosa para cualquier vampiro joven y por sobre todo, poderosa. Claro que a mí solo me llenaba la sangre de humano o de vampiros más viejos que yo, pero los humanos, entre más puro mejor, la sangre de los niños era la que me dejaba más saciado. Pero solo la limpia, porque luego, la sangre no me daba emoción. Ni gusto, ni gracia. Recordaba mi épocas pasadas, donde me desvivía por ella, de cualquiera bebía, siempre que pudiese succionar y succionar estaba contento, pero los siglos pasaban y está ya no significaba demasiado para mí.
Un recorrido eléctrico llego a mi columna y entrecerré los ojos al sentirlo succionar y lamer de esa forma, riendo entre dientes, pasando mi mano por detrás, acariciaba apenas aquella cintura que se estiraba para poder acomodarse mejor en mi cuello. Pero estaba incomodo, torcido hacía atrás y no podía ver como disfrutaba el contrario. Negué y de un tirón lo moví, dejándolo contra la puerta de madera que un golpe se propinó contra la cabeza ajena y le observé cuidadosamente, acercándome para que se pueda clavar nuevamente. Apoyando todo el brazo al costado de su cabeza y la otra mano bordeaba sus caderas, ayudándole a subirse para beber. Curioso, olisqueaba su oreja y negaba, buscando aquella piel, acorralándolo contra mí. Le golpeaba con mis caderas, buscaba destrozarle los huesos de ser posible.
-Cortés? Y os parece bien clavarse en mi cuello? Robarme? No es que la violencia… O las lecciones no se usaban en sus métodos? Qué tal si yo os enseño un poco como debéis comportaros frente a mí? Podría destrozaros un rato y así aprenderíais que debéis respetar a los mayores… Mmm eres un gato malvado, si os arranco la cola lloraréis?
Murmuraba suave y salvaje sobre su rostro, manteniéndole apretado, negando si se intentaba escapar, clavaba mis ojos en los suyos y me reía. Sí, me reía porque lo tenía donde quería, con aquella gota de sangre sobre su rostro, que había caído por el tirón que le había dado, pues algo de mi piel se había desgarrado, pero el dolor no era algo que fuese conmigo. Desde humano tenía el suficiente autocontrol, que al pasarlo, ya directamente no sentía el dolor, los convertía en placer de ser necesario. Pero jamás me quejaba, no era algo digno de un hombre y eso es lo que mi cultura me había enseñado. Y ahora le enseñaría un poco más de ella. La parte más dulce, la parte más vivaz de todo aquello que desde siempre había tomado como mío.
“No dejaré que tus piernas puedan moverse, destrozaré cada parte de mi ser. Lo tatuaré con mi esencia, para que no olvides quien soy. Y quién eres tú”
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Re: 1er Juego [Deiran]
‘’Oso, oso de terso algodón, interesante comienzo, despampanante recorrido e intrigante finito, ¿Qué quieres de mí? Nada que yo pueda ofrecerte te daré porque eso sería dar mi brazo a torcer, un gato y oso salieron a jugar, cuál será el interesante final? …’’
Deiran que por dentro borboteaba de ira por la osadía del vikingo trataba de disimular sus fracciones, en sus gestos el mal genio que éste le propiciaba, se encontraba en desconcierto e intriga pues jamás alguien le había desquiciado tanto en una noche, por lo general terminaban muertos o desmembrados en alguna parte de París, mientras felizmente Deiran se llenaba de satisfacción y entrega a tan enfermizo rito. Pero con él era diferente, pensaba las acciones y después las ejecutaba pero por ningún lado encontraba cabida, no estaba seguro si el ajeno leía sus pensamientos o simplemente era su actitud la que así lo hacía desenvolverse pero realmente estaba cansándose de los juegos y de tanto que se llena el vaso, explota. Después de haber meditado cada uno de los pasos de su extraño acompañante concluía cosas que no le daban muchas pistas sobre él, cosas vanas que no le definían un patrón de por dónde debía de coger camino y eso le frustraba un poco pero aun así, a sus años de vampiro no había conocido tal hecho por lo que le llamaba la atención, algo había captado el viejo que despertaba de manera inconsciente en él que con un poco más de suerte y estaría por verse. Sabía que tenía algo oculto y quería descubrirlo. Las cosas se le colocaban más interesantes para Deiran, él estaba dispuesto a malgastar el tiempo, la noche, en todo su odioso invitado. -Josseph Pernd… te desenmascararé…- se decía Deiran mientras contemplaba ese mar intenso azulado que tenía al frente, podía hundirse en él.
-Josseph… - se sentía en la confianza de llamarle por su nombre, error Deiran Chassier espero después no lo lamentes resonaba así mismo aludido por sus palabras, disimulaba el odio y recelo por el ajeno y soltando una sonrisa burlona, más burlona que la que tenía el vampiro senil al frente -Los muertos como usted o como yo más muertos no pueden estar… No puede matar a un muerto Señor Pernd, puedo nada más sacarle de quicio, la violencia que usted ahora menciona son solo reacciones primitivas a los comportamientos primitivos, cosas seculares, se cosecha lo que se siembra, se encuentra lo que se busca… - ni siquiera sabía lo que había dicho, era claro, se había contradicho él mismo aunque estúpidamente sonase lo que acababa de decir no podía dejarse ganar -En lo que respecta al espacio que usted pise o no, ese es su problema, él solo le estaba estableciendo límites, para que después no fingiera demencia y odiara ser sentenciado…. - Terminando aquella frase soltando un aire de victoria insulsa pues eso era lo que era un grito de victoria no consumada.
Qué podía más haber hecho? Sí ya una vez el vejete al frente le había hecho perder el quicio, queriendo controlar el impulso Deiran había fallado una segunda vez. Prensado a su cuello se encontraba, respirándole ahí tan cerca, sintiendo como sus movimientos encajaban de medio lado con su cuerpo que le hacían porras por succionarle más, así que se le daba lo que pedía. Le apretaba más la mano que con cierta molestia lo hacía perder la concentración puesto que pensar que se iría en plena cena le irritaba un poco. Cuando la linfa comenzó a llenar la cavidad de Deiran algo entre dulce y amargo le recorrió las papilas, le enervó la piel y le dio una clase extraña de placer, pues jamás había realizado tal práctica de esa manera tan súbita y repentina, siempre había sido precavido y selectivo con sus víctimas pero no podía negar que la sangre ajena era dulce, era néctar puro de cause divino que le empalagaba todo por dentro y por fuera. La sangre que consumía le daba dulzura y gélidez sus labios, que enmascaraban toda la carne que lloraba por la mordida lucia tan bien en ese rostro sin emociones que apenas podía observar. Sus oídos se percataban de su disminuida respiración y su piel del prominente cuerpo que tenía casi encima, que se movía de a pocos como si algo le incomodase.
Enganchado como bebé del seno de su madre de un tirón fue despojado con fuerza. Sorprendido Deiran recayendo en la puerta, acorralado, del mismo impacto torpemente su cabeza había retumbado en la hueca puerta haciendo un ruido tosco y seco -Pero qué…. - le quedó viendo con unos ojos malhumorados y le observó el cuello aún se escurría de éste el preciado néctar, los ojos de Deiran se tornaron rojo carmesí, el color de la sangre, limpiaba sus colmillos cuidadosamente y con una mano se percataba de no haberse manchado. Pasándose su mano por los labios, lleno de ira sintió una tacha de sangre por sus mejillas y labios, jamás le había sucedido, porque siempre se cercioraba de no derramar ni una gota, la limpió con cuidado. Apenas y había terminado de quitarse los vestigios de la sangre cuando su espacio personal fue invadido, el vampiro le apresaba como oso cazase a su presa pero venía en son de pelea, Deiran le quedó viendo y entendió de inmediato. Frente a él le ofrecía su cuello nuevamente, -Tentación divina.. pensó mientras se acomodaba a la silueta del cuerpo ajeno a la de él, era obvia la diferencia pero aun así, ambos cuerpos encajaban perfectamente.
-¿Respetarle? Señor, respeto requiere de más respeto, lo dice el tipo que ha venido a irrumpir la paz de mi negocio, al ser un déspota y un confianzudo, no me haga reír y ahórrese la pena - lamía sus labios con cuidado tratando de no caer en su juego -Quizás me equivoqué con usted Josseph Pernd, a los animales no se les puede tratar como humanos por eso mi comportamiento, es usted un animal…. - negándose a volverle a succionar -No tomo dos veces de la misma presa, gracias… - ladeando el rostro y separando inútilmente con sus manos el cuerpo ajeno como queriéndose zafar de la garra del oso le miraba de arriba hacia abajo, olfateaba su aroma, recordaba el sabor de su sangre, se acercó a su oído para susurrarle -Es mejor que se vaya ahora pues de mí no podrá conseguir ni un quejido…. - había dicho aquello con amenaza y desafío.
Estás despertando a la fiera que después desgarrará tus entrañas ¿acaso eso es lo que siempre has buscado? Dime lo que quiero saber y quizás te pueda dar algo de lo que quieras obtener…
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Re: 1er Juego [Deiran]
“Maldito gato indomable, doblegas mis palabras para quedar como un ángel alado. Pero no eres más que un vil títere sin los debidos hilos. Te haré caminar a mis pies”
Negaba por sus palabras. Como podía osar decir aquellas cosas? No le habían dicho que un vampiro es fácil de destruir? Fuego, sol, madera, desmembramiento. Eran cosas a las que los vampiros no podían contrarrestar, el chico pensaba que era realmente inmortal? De repente se me ocurrió pensar que esa era la causa de la tan aburrida existencia del muchacho. Parecía que se creía el rey del mundo. Típico de un joven vampiro. Claro! Como esperar algo más razonable por su parte. Negué chistando los dientes y con una sonrisa plasmada en mi rostro le observé. Fijo a los ojos en tanto acariciaba esos cabellos y espalda ajena. Dando a comprender que aún no estaba sacado de quicio. Se estaba controlando, quería que el muchacho se provoque solo, no haría nada más, quería ver el espectáculo, como se comía sus propias frases, como sucumbía por el hermoso resonar de las malas vibraciones. Se notaba en sus hermosos ojos verdosos que estaba nervioso, molesto por haber caído en mis trampas.
-Mmm Desde cuando nosotros, los seres de la noche, somos totalmente inmortales? Pensé que estaría tratando con alguien más capacitado Mon Cher… Queréis que probemos que tan inmortal sois a las llamas del fuego? Ah, mi dulce néctar os gusta… Agrada a ese paladar joven que tenéis? Apreciáis esos colmillos? Que tal sería si se los limo…
Murmuraba en tanto cambiaba la posición y ya le veía controlarse, tanto autocontrol, quería destrozárselo, hacer salir a esa fiera que se encontraba dentro y que estaba desesperada por salir a jugar conmigo. Esperaba encontrar al demonio en su interior, sodomizarlo hasta corromper cada lazo que lo uniera con la realidad a la que parecía estar fuertemente ligado. Me preguntaba cómo sería suelto. Como gato libre, con aquella forma de moverse, ese cuerpo que parecía hacer un escándalo por tan solo rozarlo. Verlo a los ojos era exquisito, pasaba la yema de mis dedos por debajo de ellos, disfrutando ese rojo que emanaba y divertido, negaba y volvía a empujarlo contra la pared, pasando mi rodilla por su entrepierna, golpeándola como quien busca correr algo del camino, pero en este caso, solo quería moverlo hacia arriba, dejarlo apoyado sobre la pierna con cuidado. Mirándole que me deleitaba con sus quejidos, tan hermoso, tan perfecto para ser devorado. Hacía bastante no me divertía de ese modo. Me aprovecharía, para dejarlo exhausto, dejarlo desmayado del cansancio y la extrema perdida de energía y paciencia que le haría tener. La risa comenzaba a salir de mis labios y mis colmillos se estiraban, alcanzaban más espacio en mi boca, amenazaban con romperle la piel, cada capa, hasta dejar que la sangre caiga por su yugular.
-Soy un animal, ahora mismo estáis desafiando a uno, no hay miedo? Haré que vuestras palabras se derritan en esa boca, no queréis gritar? Entonces sufriréis. No me importa que lo hagáis, será peor; ya que me esforzaré más, quizá si lo hacéis sin sentirlo realmente os suelte más rápido. Pero leo en vuestra mirada como sois. El orgullo palpita fogoso en esos ojos, pero quedará poco cuando termine contigo.
Sentencié y en uno segundo me vi levantando ese cuello con una mano, apresándolo sin problema alguno, controlando de no romperlo, le tiré contra aquel sillón que antes había utilizado; verle caer me dio placer, me dio un recorrido eléctrico por la columna. Y con ello me acerqué, rompiendo en dos el sillón, haciendo que aquel respaldar pasara a formar parte del asiento, las patas fueron quebradas de una patada y sin dar tiempo a pesar mi cuerpo volvió a ponerse sobre el del ajeno. Utilizaba toda aquella velocidad que los años me habían proporcionado, y cuando obtuve el momento mi mano volvió a ir a su cuello, le miré a los ojos y con una sonrisa clavé mis colmillos en su hombro, tan profundo como fuese posible, rasgando su piel, tironeando hacia afuera, forcejeando para poder agarrar aquellas manos con las mías. No le dejaría escapar. Él se había metido con quien no debía. Pagaría su gran deuda. Le dejaría hecho trizas y al terminar me iría para volver la noche siguiente y así haría hasta que sucumba a mis pies. Destrozando cada parte de su cuerpo. Penetrándolo si era necesario. Aunque eso quería dejarlo más para el final. Primero disfrutaría de él, lo torturaría, lo haría caer. Y luego, cuando menos se lo esperare, haría entrar mi tronco en su interior, quebraría sus piernas hasta que rogara que me detuviera. Estaba completamente encandilado por probar aquel nuevo experimento.
“Lo que quieres saber está más allá de tus posibilidades. Confórmate con ser mi gato salvaje, confórmate con que quiera cada parte de ti, debes aceptar que solo serás un bello títere hasta que me canse de ti”
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Re: 1er Juego [Deiran]
‘’Como agua de mayo espero con ansia la demostración de tu fracaso, puedo ser un gato, muy veloz e inalcanzable, ¡Pobre oso no busques al gato! Está tan lejos que tus frondosas patas no pueden alcanzarlo…’’
Solo podía limitar a escucharle, mientras en aquella incómoda posición frente a frente ambos seres se encontraban, Josseph Pernd el gran empresario de licores jugaba siempre a ser el bufón escondiendo tras esas brillante sonrisa algo que sin duda llamaba a quedarse ahí para descubrir qué era, quizás y seguramente no era nada porque sus burlas, expresiones eran de un inocente mientras Deiran volvía a tomar la calma, esa que lo caracterizaba. Entre cada movimiento y gesto era un no sé qué en la cabeza de Deiran estaba molesto en sus adentros por tener que aguantarle todavía se preguntaba para sí mismo cómo había pasado todo de repente alguien un día puede entrar en revolucionar tu mundo, eso había sido el nefasto demonio que tenía al frente. Sus ojos azul que derraban un peculiar brillo, le invitaban a jugar mientras Deiran se hacía el loco, sabía que con fuego y demonios se debe de andar despacio y más con el que tenía a pocos metros pues hasta el momento no podía descifrar qué magia ocultaba. —Por supuesto que lo sé Monsieur, ¿me toma por idiota? Nuestra inmortalidad solo es pasajera o solo es un remedo de larga vida, quizás cosas como a los humanos no nos destruyan tan fácilmente Señor Pernd pero ha malinterpretado mis palabras… - sonando un tanto molesto y decepcionado —¿Su sangre? - soltando una risa que a su parecer fue exagerada pero no encontró alguna otra forma de demostrar el sarcásmo —No está tan podrida y mal para su vejestorio cuerpo… No se la crea Josseph… - ladeando el rostro para evitar verle a ese mar infinito sentía cierta intimidación el pensar perderse en él. Había mentido con el sabor de su sangre, había sido exquisita pero tampoco era que se lo iba a demostrar, era una guerra y en éstas no hay tregua. —Mis colmillos están bien en su sitio Señor Pernd y ¿los suyos? - diciendo con una sonrisa aquello levantando la vista al sentir esas manos gruesas y fuertes acariciarle, no se negaba ante eso pero tampoco quería sentir el tacto frío de la bestia que tenía al frente. -¿Qué me pasa, por qué no puedo negarme ante ti Josseph Pernd? frunciendo el cejo pensaba en cambiar de ideas, sería fatalista si el demonio le escuchase el pensar.
Apretaba los dientes al tacto del vampiro, se mordía la lengua y trataba de no emitir algún ruido que se diera a malinterpretar por el ajeno, ladeaba su rostro para evitar verle y solo se motivaba a tomarle fuerte de la espalda, sintiendo su amplitud, palpando su piel por encima de ese traje tan bien confeccionado —Desde que lo vi he sabido que es una bestia Monsieur, no necesita repetirlo y no, aún no conozco el miedo, es interesante? Va a mostrármelo? Porque no puedo gritar desde el momento que fui transformado, me robaron la voz para ello… - mirándole a los ojos sin soltarle ese enorme cuerpo —Será interesante saber las cosas retorcidas que pasan por su cabeza Señor Pernd, desde luego, será más interesante si logra cumplirlas… - susurrándole al oído aquellas palabras Deiran retaba de nuevo al vampiro, era el juego del cazador y la liebre, del oso y el gato, ¿Quién sería más rápido?
No había ni terminado de procesar las palabras ajenas cuando de inmediato sintió como le tomaba del cuello y le presionaba evitándole que el aire le llegara a la garganta y le ocluyera el paso del aire, suspiró sin ningún ánimo, le recordó cuando era enterrado en aquella caja de madera para fingir una de sus tantas muertes y fue aventado, ni siquiera pudo oponer resistencia ante aquello, de un tirón cayó en el sillón que recuerda había comprado recientemente y se desparramó en dos cayendo tan fuerte que sintió como el piso crujió de la fuerza. Se acomodó el cabello y en un abrir y cerrar de ojos tenía encima al oso, tomándole de nuevo por el cuello infringiéndole dolor y presión, cosa que aún no demostraría, alzó sus manos en un inútil esfuerzo por quitárselo de encima que no le mostrase dolor tampoco quiere decir que se dejaría maltratar, estaba por tomar del cuello también cuando sintió como se encajaba en su hombro, desgarrando cada fibra, cada centímetro de piel, había cogido sus manos para no dejarle escapar, le apretaba con fuerzas y trataba de no hacer ninguna gesticulación, colocaba esa cara de piedra impenetrable aunque la sangre saliese a chorros bañándole y manchando al ajeno. —¿Qué? ¿Eso es todo? ¿Vas a beber de mí también? - arqueando una ceja lográndose zafar de una de sus manos y rasgándole la camisa de la fuerza —Josseph…. - viéndole todo ese abdomen perfecto sobre él. Ladeo el rostro y de reojo observaba sin decir nada, viendo como su piel se regeneraba —Maldita inmortalidad…. - sonrió viendo cada detalle del cuerpo ajeno para clavarle con la mano libre las uñas largas y afiladas en la espalda, despellejando suavemente su piel.
‘’La pelea entre el oso y el gato ha comenzado, interesante debate se ha dado, quien terminará en la boca de quién?
Deiran Chassier- Vampiro Clase Alta
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Re: 1er Juego [Deiran]
“Pero si puedo triturarlo. No te aventures a escapar de mis garras, que de un tosco movimiento puedo romperte en pedazos. Recuerda quien tienes en frente, si lo olvidas puede que te arrepientas”
Negué con diversión cuando hacía premisa de decepción, pero que chico tan arrogante era el que tenía frente a mí. Sería divertido destrozarle aquel orgullo que parecía tener bien altivo en su mirar. Pero no me cansaba, simplemente me divertía, el chico tenía suerte, me había encontrado con buenos ánimos, lo que significaba que jugaría con su cuerpo, mente y alma en esos momentos, pero no lo mataría. No. Jugaría lenta y placenteramente, rompería sus ligamentos mientras el destello de sufrimiento salía por esos ojos tan claros que me hacían sucumbir al pecado. Pecado que era yo mismo, pecado que infringiría en su piel hasta el cansancio. Entre risas me dejaba hacer, apretando aquel cuello, sujetándole fuerte, negando sobre su piel. Tan irritante, con sus palabras, presionaba su cuello al punto que un poco más y quebraría alguno de sus cartílagos. Pero me contuve y suspiré.
-Mis colmillos están perfectamente puestos, pero los vuestros quedarían mejor afuera de su boca. Muy bien, haré que os encuentres con el miedo. Luego no quiero escuchar que os arrepentís. El miedo tiene nombre mi querido gato y está más cerca de lo que lo imagináis. Pero aún no está despierto…
Susurré y dejé salir la risa en tanto le tiraba y escuchaba el hermoso resonar de las patas de madera, crujiendo y ese cuerpo que buscaba levantarse, pero ya estaba sobre él. Divinamente encastrado, sentía el forcejeo y solo me reía con descabellada diversión. Observándole a los ojos mientras un poco de dolor le era infringido, quería ver más ese rostro, entrecerraba los ojos y le proporcionaba más de aquel exquisito quemazón, mientras mi mano desocupada se encargaba directamente de aquella entrepierna que sería destrozada, la apretaba y retorcía, sin nada de placer de por medio. Sufrir y sufrir era el que le estaba dando. Un poco de buena medicina para el orgullo que no era el mío. Sin duda alguna el chico tendría un buen futuro, pues había podido hacer escapar una de sus manos y me arrancaba mi hermosa y personalizada camisa y traje, me lastimaba con esas uñas filosas y puntiagudas de vampiro algo joven. Claro que para muchos era un viejo, pero yo. Yo tenía demasiados años arriba como para pensar en aquel vampirito como alguien a mi nivel. Aquel chico era un simple palillo para mis dientes.
-Os mostraré como logro mis pensamientos. Sabéis como hacían los vikingos de mi época cuando un esclavo no hacía lo que debía hacer? Es algo que aún no han descubierto… Pero se les rompía todo el maldito ano hasta que aprendían. Y si no quieres que os suceda eso, más le conviene fingir que duele o demostrarlo de una vez o no os dejaré caminar. Os pensáis que por ser un vampiro os regeneraréis pronto? No cuando el dolor queda insertado e imposible de sacar.
Susurré sobre aquella piel del hombro y volví a desgarrarla cuando la vi intentar regenerarse. No dejaría que se salga con la suya. Le destrozaría las veces que fuera necesario. Ahora estaba molesto, era una de mis mejores camisas y por ello lo pagaría, le zamarreé y golpeé su cabeza contra el filo del sillón, volviendo a apoyarlo en el sillón, tomando una de sus piernas la elevaba y la ponía bien estirada hacia arriba, quebrándola si era necesario para apoyar la rodilla al lado de aquella cabeza ajena. Me acomodaba en aquel espacio y dejaba que mi falo algo duro, pero no del todo se acariciara contra esa piel. Le dejaría notar la grandeza, mi orgullo. Mi miembro que pocas mujeres podían aguantar entero. Mi raza no era cualquiera, yo era sangre pura y al igual que cualquier parte de mi cuerpo era perfecto. Lo acaricie un poco más, como amenaza a sus piernas si se atrevían a moverse. En ese instante volví a negar y entre risas me acerqué a sus labios.
-Querido mío, yo no necesito tu sangre, eres un niñato, para que quiero saber cómo la vuestra? Solo la de algunas vírgenes me seducen, pero la vuestra, está la puedo usar para bañarme mientras te cuelgo del techo. Pero para alimentarme necesito algo mejor. Quizá te puedo meter a una pileta y hacen vino patero con tu sangre. Seguro de ese modo puede salir a la venta como nuevo producto. Ahora pequeño Deiran. Vosotros decidís, seguís teniendo la valentía? Queréis que prosiga con mi labor? Porque mi cuerpo tiene muy pocas ganas de detenerse… mrgh!
Dando un golpe con mi miembro a su entre pierna, como anunciando lo que podría pasar de yo quererlo de ese modo.
“Tu final esta marcado, serán tan mío que todo tu cuerpo te avisará de ello.”
Aaya Maciej- Cazador Clase Media
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Re: 1er Juego [Deiran]
‘’Torpe demonio que cree que todo cae a sus pies, es más posible que la noche haga estragos tus convicciones y te haga tragar tus palabras, no quiero huir, quiero darte pelea, aún no veo lo que con tu boca profesas… Muéstramelo quizás es lo que necesita para magullarte las espaldas…’’
Se quedó ahí observándole mientras el basto aire tardaba en llegar, quizás sus ojos podían verse un tanto brotados de su órbita por la presión que el ajeno hacía en su cuello, respiraba apaciguadamente, en momentos que no le prestaba atención porque era grande la habladuría, se inmutó unos minutos y guardó silencio, solo sonriendo a las palabras necias del vampiro que tenía al frente, sinceramente era un alma que no dejaba otra cosa más que sentir pena. Por un segundo Deiran sintió una gélida caricia quizás las manos ajenas ya no le infringían dolor, solo un poco de molestia. Rechistó con los dientes y se sentía como arrullado jugando con las manos del enorme oso. La presión era cada vez más fuerte, de algo estaba seguro, el demonio que tenía al frente estaba tan irritado que seguramente estaba pensando en la mil y una maneras de hacerlo sufrir, de asesinarle, ya qué no importaba. —Se verían mejor afuera me dice? - enarcando una ceja por aquellas palabras que quería sonar lo más irónico posible —Quizás si pruebo con usted primero podría decirle lo lindo que su rostro se vería…. - diciendo aquello con suma naturalidad aunque por la presión que el ajeno le infringía era un poco denotarlo —¡Qué excitante! Muero por saberlo Josseph Pernd, muero por probar ese miedo del que tanto habla…. - le invitó haciendo una seña con el ojo, un remedo de guiño —Seguro que lo tengo cerca? Porque muero por conocerle, estoy seguro que le daré una clara bienvenida… - sonriéndole de medio lado volteando los ojos para ver hacia la puerta, seguramente todos afuera se preguntaban qué era lo que estaba sucediendo adentro de ese infierno.
Después de sentir aquella enorme bestia encima, de percibir la desesperación con la que se aferraba a Deiran para hacerle sentir dolor, él solo le miraba de reojo forcejeando inútilmente, debía de admitir, el hombre poseía una fuerza formidable que sometía a Deiran a sus pies, pero él no se quedaría callado, no se rendiría por aquello así como así dándole la oportunidad al ajeno de restregarle la victoria en su cara, no podía dejarlo, no iba a dejarlo. Se sentía un poco irritado, el estado mental que con anterioridad había conseguido se había esfumado, seguramente aquella burla y teatro de mala muerte que el hombre que tenía al frente le ofrecía era un desquicio para su terca mentalidad. Una vez rota su camisa vio cómo se desprendieron los pedazos de aquella y cayeron a los antebrazos del ajeno, una sonrisa en son de mueca se dibujó, mientras un leve dolor de cabeza era el que se propagaba como ráfaga por todo su cuerpo, era lo que ya había sentido antes cuando el vampiro le había propiciado una onda de dolor, su ira aumentó más, lo estaba sacando poco a poco de quicio. Sus garras se clavaban más a la espalda ajena, puedo sentir como rompía su tersa piel y de ésta brotaba sangre. —Va a comenzar de nuevo con la clase de historia? De verdad no quiero saber lo que hacían los vikingos de pacotilla de su época…-le miró malhumorado y le pareció desagradable las palabras que de la boca ajena salían, traían consigo un aire de superioridad y arrogancia —Pobres esclavos que se dejaban sodomizar por ustedes, horda de bestias… - dijo aquello con sumo odio, estaba tan molesto que solo pensaba en matar al que tenía encima. —Y no, creo no poder fingir algo que para usted le causaría placer, no, no… de mí no verá una mueca de dolor, antes que eso prefiero pudrirme en sus asquerosas garras…. - escupiéndole el rostro y desacomodándose de donde el ajeno lo tenía, siempre quedando presa de sus brazos y su cuerpo.
Quedándose un rato ahí la molesta y el odio del ajeno era visible, la pierna de Deiran se elevó tanto que la hacía por perdida, hizo un movimiento de retracción y observando su hombro, como brotaba de éste la sangre que llenaba a ambos la ira se acrecentaba más -No me provoques….- se decía para sí mismo mordiéndose lo que tuviese en la boca pues era claro que sufría, pero no iba a dejar al otro con la satisfacción de verle ahí sufriendo por lo que le hacía así que si era necesario se arrancaría la misma lengua pero no le mostraría nada. Le miró de mala manera cuando hacía sus movimientos obscenos dejando ver aquella cosa a lo que ladeo el rostro par ignorar su asquerosa actitud, era molesto y pesado, por dentro sentía que algo se reventaba quizás lo había hecho molestar lo suficiente después no repararía en lo que pasara. Le sintió tan cerca que podía respirar el mismo aire, diciendo aquello con su tono burlesco de siempre, Deiran solo podía verle a los ojos presionando su puño con fuerza -Demonio! escuchándole hablar, hasta ese momento había roto su interminable paciencia. —¡Estúpido! - exclamó con un aire de odio e infinito desprecio —Pensé que quería probarme por su absurdo comportamiento, por su asquerosa forma de hacer las cosas…. Por su falta de… delicadeza… Es una burla…. - tomando con fuerza el cuello apretándole tan fuerte pudiera sin dejar de verle, acercándose al oído para susurrarle —Primero muerto Josseph Pernd, primero muerto antes de dejarte seguir con tu irracional plan…. Primero me trago tus entrañas, te arrastro y te quemas conmigo en el infierno….- ignorando aquel golpe amenazante para su entrepierna, percibiendo la majestuosidad ajena. —La valentía déjala para después, esta es una guerra y se trata de honor… - escupiéndole el rostro y yéndose con él en un súbito lévito por la habitación con una fuerza sobrenatural incompresible, quizás solo ellos dos lo entendía, dándole una vuelta y lanzándole a la mesa en donde había servido las copas de vino, haciendo caso omiso a lo que pudiese estar sintiendo en ese momento, no habían modales, no había cortesía, era lo que Deiran estaba evitando desde un comienzo salirse de su sombra, solo estaba el demonio que con ganas Josseph había invocado.
Sonó el chirriar del cristal romperse, la botella y las copas desparramadas en el suelo le daban la bienvenida al vejete, sin esperar mucho tiempo Deiran se abalanzó contra el cuerpo ajeno, dándole un duro golpe a mano cerrada en esa cara, le tomó por el cabello con fuerza que de todo los músculos le temblaban, la ira que le recorría le electrizaba toda los intestinos y sus ojos verde azulados se habían tornado a un rojo macizo que brillaba. —¿Quién demonios te crees ah? - diciendo aquello muy agitado llevó una de sus garras hacia el falo que con tanta presunción antes le había mostrado y lo tomó con fuerza exprimiéndolo que si quería lo podía arrancar —Entonces…. Qué vas a hacer si te arranco esto ah? Dime…. ¿Qué mierda vas a hacer?- le clavaba más las garras que con fuerza desmedida arremetían contra esa suave piel tomándole como un pedazo de carne.
‘’Despertaste al demonio ahora, ¿qué vas a hacer con él? El lindo gatito ya no ronronea ahora ruge…’’
Deiran Chassier- Vampiro Clase Alta
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