Fragmentos de una Esencia (Juliet)

por **Kirstóf Harzcog** Jue Mar 20, 2014 8:24 pm

Aquello que hago ya se había convertido en una rutina, desde mi llegada no tarde mucho en encontrar aquel punto especial, me embelesaba aquel lugar, ese silencio tan impropio del mundo mundano, tan digno de aquellos paramos que solo pocos pies quieren pisar... Camine hasta el centro del cementerio como de costumbre, una gran cruz se alzaba frente a mi, a sus pies había algunos ramos y pequeñas cartas por otros lados. No veía a nadie mas en el lugar, bueno... esa neblina limitaba un poco mi visión, aun asi tampoco había ningún sonido que perturbase ese silencio sepulcral. Camine entre las lapidas hasta llegar a aquella que ya me parecía conocida, me arrodille frente a ella y toce la fría piedra.
-John Egber...- Susurre y cerré mis ojos, poco a poco una corriente fría envolvió mis manos ascendiendo hasta mis muñecas, mi mente se expandió empujando la energía innata que rodea mi cuerpo hasta penetrar dentro de ese frio y poco a poco recuerdos ajenos comensaron a llegar a mi. Era algo fascinante, ese estado de nulidad en el que se encontraba ese tipo de energía la hacia increíblemente moldeable y mas aquella que tenia entre manos, era el sujeto ideal con el que muy pronto comensaria las pruebas.
Cualquiera que hubiese pasado por allí me habría tomado como una simple persona que le cuesta separarse de su ser querido, claro, dejando de lado la extraña hora de visita...
Después de un tiempo me incorpore y me sacudí el polvo de mis rodillas, comense a volver lentamente por el sendero que lleva a la cruz mayor, el clima estaba muy fresco y melancólico a la vez, me recordaba un poco a mi hogar...

por **Juliet E. Deveroix** Lun Mar 24, 2014 6:24 am

Un suspiro rompió el aire y, por fin, ninguna nubecilla helada rebelo su figura. Era un indicio silencioso de que el invierno se alejaba finalmente de las calles bajas de parís, de Montmarte donde Juliet pasaba sus noches cuidando de las almas de los difunto y de los retazo de existencia que aún quedaban en el mundo terrenal. Por supuesto que el trabajo no era el mejor visto, considerando el género maldito con el que le había tocado nacer en una época regida por el machismo. Pero le propiciaba una paz interna que no cambiara por todo el oro y aceptación de Francia y sus países vecinos porque en esas pocas horas –y a pesar del agotador trabajo que resultaba mantener un entero cementerio en orden con los fantasmas, asaltadores y extraños visitantes con aun más extrañas costumbres- se encontraba así misma cómoda y segura. Como si la oscuridad y la muerte fueran su habitad natural, depositaban sobre ella un manto de energía que la nutria y le daba la seguridad que siempre le faltaba.

Pero esa noche la energía cambio y ella lo percibió de forma tan sutil como son las ondas de un lago tras alguien dejara caer un peso muerto en el. El movimiento en un principio fue extraño, la alerto y como la criatura insegura que es, se mantuvo estática en su lugar con sus sentidos escaneando el entorno de forma tan minuciosa como su condición humana le permitía. Un paso y luego otro, cada uno mas veloz que el anterior. Mas seguros una vez hubo comprobado que la figura se alejaba y no alrevez

-¿Signore Harzcog?– el cementerio era su laberinto, conocía formas de llegar rápido a donde quisiera. Cada tumba, cada pasaje eran impresos en una memoria prodigiosa y en ella aun se conservaba el aura que envolvía al médico que la había socorrido años atrás y que había insistido en domar su potencial mágico. La necesidad de mantener un perfil bajo y el miedo a atraer a los perros carroñeros de la iglesia la habían forzado a rechaza y alejar al buen hombre pero dios como lamentaba aquella decisión ahora! De haber seguido sus instrucciones quizás no estuviera envuelta en los problemas en los que estaba ¿y con que rostro se dirigía a él ahora? Afortunadamente el instinto había reaccionado primero y su voz ya le había llamado – Dichosos sean los ojos que lo ven Mesier ¿Cómo ha estado? ¿Puedo serle de ayuda esta noche?- su mente maquina formas de pedirle tutela, de arrepentirse pero su boca se mantenía cerrada como si no reconociera ninguna de las ideas. El sol apenas se ocultaba y ya podía prever una noche larga pero al menos en esta ocasión se trataba de un viejo conocido que años atrás se había ganado su confianza, la poca que tenia para ofrecer al menos. No necesitaba levantar murallas frente a el

por **Kirstóf Harzcog** Mar Mar 25, 2014 5:41 pm

Sin darme cuenta me había perdido por un segundo en lejanos recuerdos de antaño mientras observaba la Cruz Mayor cuando de pronto escuche una voz a mis espaldas que me saco de mi sopor y me devolvió una sonrisa. Ella me había sentido, que feliz me puso eso, no me esperaba menos. A pesar de todo lo que había pasado aun mantenía las esperanzas de que ella aceptase mi propuesta, pero como hacerlo? Como podría mostrarle que no tiene nada que temer? Como podría demostrarme a mi mismo que no hay nada que temer... después de todo cada cosa que el amaba le fue arrebatada por el clero, excepto una cosa, su conocimiento, no puedo negarme a extenderle mi mano, el ayudar es lo único que me queda, el ultimo retazo de felicidad antigua al que podría aspirar.
Me de vuelta y la vi, la recibí con una sonrisa y camine hacia ella.
-Lány Deveroix- Era asi como la llamaba siempre, le había contado que ese sufijo en mi tierra natal significaba señorita.

-He estado bien, siguiendo la rutina, creo que conoces también como yo la paz de este lugar, dejando los prejuicios de habladurías y supersticiones aquí se siente como un abrigo que lo desconecta a uno de lo mundano. Me acompañarías un rato en esta tranquila noche? Una charla con una grata amiga me pondría muy contento- De pronto sentí una sensación conocida y volví a sonreirle.

-Perdón por haberte dado un poco de trabajo- Percibía que ella estaba usando su magia para limpiar la mia y sabia que ella noto que me di cuenta de eso.

-Como has estado Lány?-

por **Juliet E. Deveroix** Mar Abr 08, 2014 9:39 pm

Lany, cuan dulce sonaba aquel apodo y cuantos recuerdos evocaban. Sonrió sin reservas o falsedades al oírlo y como pocas otras veces, la alegría se reflejó en sus ojos oscuros. Incluso el hecho de que decidiera respetar su espacio privado le resultaba un detalle casi conmovedor viniendo de él a quien jamás le replicaría que se acercase o la encerrase entre sus brazos. Era como un dialogo silencioso que habían adquirido tiempo atrás y que se alegraba de encontrar que podían aun, dos años después, conservar.

Asintió y con un brazo señalo el camino por el que acaba de bajar, invitándolo a acompañarla hacia unas antiguas bancas de cemento que tenían mas años que los propios brujos.– No me sorprende que no se sienta intimidado por este lugar. Usted siempre ha sido un hombre muy inteligente como para creer esas tonterías que circulan sobre el cementerio. –avanzaba con un ritmo veloz, no porque estuviese apurada por llegar pero como reflejo de su alma inquieta, acelerada por el encuentro – Pues ha estado muy bien, encontré la libertad o algo que sabe cómo libertad– dijo con una risa corta que casi parecía mezclarse con un suspiro cansado. Volver a ser libre había resultado glorioso pero no había sido gratis o barato siquiera. Se pagaba con sangre, sudor, lágrimas y tiempo y su sabor dulce podía a veces verse diluido entre las nuevas responsabilidades. –Pero últimamente las cosas han estado mas difíciles, he visto cosas…-se detuvo y pensó en cómo decirlo – maravillosas, casi sacadas de cuentos ¿Le ha ocurrido alguna vez? ¿Observar cosas que parecen ordinarias pero que sacuden los cimientos de su mundo?- dijo finalmente tomando asiento casi al tiempo que el hechizo terminaba por dispersarse a su alrededor dejando un ambiente estéril para la magia. El ambiente y las criaturas que corrían por el lugar dejaban de ser fuente de energía para ellos y sus propios cuerpos encontraban difícil invocar conjuros y sortilegios desde su centro. Le ofreció una triste sonrisa a modo de disculpa. Los últimos encuentros en sus cementerios habían sido más que escariosos y necesitaba asegurarse un poco de paz

por **Kirstóf Harzcog** Lun Mayo 05, 2014 8:43 pm

Te devolví la sonrisa negando ligeramente con la cabeza sacandole seriedad al asunto. Su magia impregnaba todo el ambiente y a la vez no lo hacia, era fuerte constante pero bien regulada, esa sensación me hacia sentir orgulloso, a pesar de no estar bajo tutela se las había arreglado muy bien, muchos no logran controlar lo que tienen y se vuelen una antorcha andante para cualquier ser que decía aventurarse por la noche. Caminamos a través del silencioso sendero del cementerio hasta aquellos bancos, siempre me habían llamado la atención, tenían aspecto de ser mas viejos incluso que el mismo cementerio, nos quedamos unos segundos bajo un silencio muy agradable, ambos disfrutábamos muy bien de esa tranquila noche.

-El mundo esta siempre cambiando Lany y eso lo vemos en nuestro día a día. Esos pequeños momentos de los que hablan son maravillosos, yo los veo como atisbo de lus en nuestras conciencias, disfrútalos y jamas los olvides. - Rompí el silencio luego de casi un minuto, de pronto algo llamo mi atención, frente a nosotros unos ligeros motes lilas sobresaltaban ligeramente entre los pastos, ves que una amplia sonrisa se dibuja en mi rostro.

-Lány ... esas son flores de nepeta? Valla, no había visto una desde hacia años, esas eran las que crecían cerca de nuestro punto de reunión en mi tierra natal.- Ella sabia que me refería a la lógica en la que formaba parte, por alguna razón aun era reticente a llamar las cosas como son aun frente a alguien como yo, quien sabe por que, tal vez por vivir tanto tiempo oculto.

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