AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
Suspicions fair (Neru Le Course)
2 participantes
Página 1 de 1.
Suspicions fair (Neru Le Course)
La arena del desierto es para el viajero fatigado lo mismo que la conversación incesante para el amante del silencio
Todo estaba como boca de lobo cuando abrió los ojos. La oscuridad le abrazaba como una concubina amante que no quiere abandonar el cuerpo caliente de su hombre tras una noche libidinal. Pero era sólo oscuridad. Una oscuridad que no daba calor sino que, irónicamente, todo lo contrario. Un frío y envolvente abrazo que se asemeja al de la muerte.
Las vísceras le hicieron un hueco estomacal ante la reflexión pues sólo quienes están muertos abrazan tan desesperadamente la oscuridad, y él se encargaba de extinguir a todos esos demonios disfrazados de humanos. Abandonó el calor de la cama, aquellas alas de seda que pretendían envolverle en el sueño eterno si fuera posible en su existencia obsesiva concebir la pereza en su ser.
A ciegas pero con la habilidad necesaria desarrollada, se digirió hacia la ventana más cercana de su alcoba. Tomó un extremo de la pesada y oscura cortina moviéndola un poco para mirar de reojo hacia afuera encontrándose sólo con el jardinero podando las rosas del jardín. ¿Como era posible que lo cotidiano lo consumiera a diario?, de no ser por su actividad como inquisidor viviría cada día el mismo día una y otra vez hasta que los huesos de sus rodillas ya no respondieran y su única actividad se enfrascara en estar en una austera silla postrado frente la ventana viendo a ese viejo tuberculoso y gruñón cortar las rosas. Finalmente, deslizó por completo la cortina permitiendo que los luminosos rayos del sol penetraran en la alcoba y así extinguiendo toda costumbre vampírica que adoptan aquellos demonios amante de la noche y adversos del día. Por ningún motivo gustaría de asemejarse a la conducta de uno. Dedujo que debían ser alrededor de las siete de la mañana, buena hora para iniciar todos sus quehaceres. Debía alistarse para ir a la catedral donde su espía le estaría esperando.
Un día más de existencia… Un día más de sentenciador.
Aproximadamente una hora después, la figura de un hombre alto y vestido de negro apareció en las puertas de la catedral de Notre Dame. Michel subió los peldaños de la gran escalera de la catedral ignorando a todos los pordioseros, comerciantes, vagabundos y mugrosos enfermos que se atrevían a insultar la casa de Dios con su asquerosa presencia descarada y sin pudor mendigando por un par de monedas. Más de una vez tuvo que dar un manotazo a algún mendigo que le tironeaba de la capa negra pidiendo misericordia monetaria. A los que más despreciaba eran a esos ambulantes sin respeto alguno que se atrevían a mercadear en las afueras del lugar sagrado.
Sólo evocaban a su mente el recuerdo de cuando Jesús, por aquel entonces cuando la pascua de los judíos estuvo cercana, expulsó del templo a los mercaderes a punta de azotes de cuerda.
“Quitad esto de aquí: no hagáis de la casa de mi Padre un mercado”
Por suerte, ahora los guardias de la catedral se encargaban de apartar a esas ratas mal educadas pero no podían más que hacer eso; apartarlas. Siempre de todos modos se quedaban merodeando por el lugar.
A la cúspide llegó cuando evadió a todos esos que le servían de obstáculo. Entre los pilares de la catedral fue caminando. Encontró uno más apartado, apoyó la espalda en él y esperó por unos minutos guardando sigilo. Un hombre vestido de harapos se escabullía entre los guardias y aprovechaba de pedir una limosna a quien pasaba por su lado. Michel no rehusó de su presencia cuando lo tuvo enfrente de él.
-¿Podría apiadarse usted, buen señor, de una alma pobre y perdida como la mía?- Dijo aquel mendigo, extendiendo la palma de su mano. El pordiosero sonrió de oreja a oreja cuando sintió un saquito de dinero caer pesadamente en la palma de su mano. Lo guardó prontamente para no levantar sospechas.
-¿Qué sabes?-
-Hablaré pronto y resumiendo, tengo un par de ojos sobre mí y más que un inquisidor que paga mejor que mi señor por algún dato extra.-
-Entonces menos halagos y más información.-
-Tengo información de una joven, al parecer, una muchacha perteneciente a la clase alta de nuestra ciudad. Existen rumores sobre ella, rumores que afirman que ejerce la hechicería. Su nombre es Neru Le Course. Por un par de monedas le podría decir donde la puede encontrar el día de hoy.-
-Si quieres conserva tu cabeza en tu cuello más te vale hablar y dejar de hacerme perder el tiempo.-
-…Bien.- Embozó una sonrisa con aires de frustración por no poder sacarle una moneda más pero con ese tipo de personas era mejor no jugar. –De buena fuente le puedo decir que la señorita visitará el mercado, por el sector sur de este.- Sacó una manzana de su bolsillo la cual limpió con el perfil de su mano, posteriormente dio un mordisco. –Adiós, señor, gracias por su caridad.- Susurró cuando el inquisidor pasó por un lado de él sin siquiera mirarlo.
A esa hora el mercado sufría la invasión de una horda de seres humanos, y no tan humanos, por doquier. ¿Qué más exasperante que tanta gente junta en un solo sitio? Gente por las esquinas, vendedores gritando y ofertando sus productos, mujeres probándose baratijas de bronce en sus cabellos y dedos, un ambiente totalmente enloquecedor.
Buscar a una persona allí se asemejaba a eso de ¨Encontrar una aguja en el pajar¨. A su ventaja contaba con saber algo por encima de la supuesta bruja. A Michel le habían llegado anteriormente rumores sobre esa misma persona que ahora buscaba. Sus rasgos estéticos le hacían peculiar, y rumores que provenían de las bocas finas de otros miembros pertenecientes a la alta aristocracia francesa. ¿Absoluta verdad y temor a la cercanía de ella y satanás o simplemente envidia y rencores que cosechaban los frutos del rumor y malas lenguas? Era algo que el inquisidor debía investigar ese día y el buscar a su sospechosa prontamente se convirtió en asechar a su víctima cuando la divisó a lo lejos.
Con el sigilo y la habilidad que lo convertían en merecedor de respeto de sus detractores, siguió a la supuesta bruja entre gente y puestos del mercado sin revelar su presencia tras sus pasos.
Michel Évangéliste- Inquisidor Clase Alta
- Mensajes : 20
Fecha de inscripción : 11/02/2014
Localización : Iglesia
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Suspicions fair (Neru Le Course)
– Podrías al menos fingir que algo de esto de interesa… Neru... – En verdad, podría pero incluso me parecía tan aburrido en aquel momento. Mi profesora hace mucho que se había rendido en tratar de hacerme entender sobre negocios y cosas de ese estilo, así que las “clases” en realidad eran solo para contentar a mi madre. Ah… tan aburrido. A pesar de que tenía una idea bastante clara de las razones por las que ella insistía tanto en mi educación, simplemente aquello no era para mi. Yo no podría hacerme cargo de los negocios, lo sabía bien. – Ugh… – me quejé desviando mis ojos hacía la ventana.
Marie llegó pronto y las clases acabaron, mientras ella hablaba yo me dirigí al piano. Así solían ser mis días últimamente, y era feliz de aquella manera. No tenía porque aguantar a aristócratas que hablaban a mis espaldas e intentaban hacerme ver lo peor posible, a mi madre le preocupaba, a mi me traía sin cuidado. No tenía porque interesarme en lo que dijeran, desde el comienzo yo no encajaba con ellos. La melodía continuó subiendo en la sala donde nos encontrábamos, casi con furia mis dedos se desplazaban sobre las teclas blancas y negras… hasta que paré abruptamente.
Mi madre me observaba, no parecía ni enojada ni sorprendida, ya me había visto tocar el piano de esa manera en muchas ocasiones, porque por alguna razón, me resultaba mucho más sencillo transmitir lo que sentía de aquella manera. Solté un suspiro y me tome unos segundos para recuperarme. – Voy a salir, será solo un momento. – Le dije mientras me dirigía a mi habitación para cambiar mi vestimenta, a donde me dirigía era mejor no llevar nada tan ostentoso. No solo porque me molestaba, sino porque me impedía moverme con libertad. Luego de cambiarme a un vestido más sencillo y dejar caer mi cabellera lisa por mi espalda salí de la mansión, no llevaba muchos accesorios tampoco, un par de brazaletes de plata y ya.
Mis pasos se unieron pronto a otros, hasta que estuve rodeada de personas, en el mercado. Me gustaba aquel lugar, porque había pasado mucho tiempo en el durante mi niñez. Corriendo y riendo tan despreocupada…
“Extraño… algo se siente extraño…”
En un lugar con tantas personas habían demasiados sentimientos alrededor y no podía seguir el ritmo a todos, pero había uno en especial, que me hacía sentir incómoda aunque no supiese como describirlo con exactitud. Como si estuviese siendo vigilada… aquello era ridículo. Seguro no tenía nada que ver conmigo en realidad, un gran problema de la empatía era que podía malinterpretarla con facilidad cuando no me concentraba. Tome una manzana de un puesto y mientras la examinaba mi mirada se dirigió disimuladamente hacia el punto de donde me parecía sentir que me observaban… Nada sospechoso, tan solo una gran masa de gente caminando en todas direcciones. Sí, sin duda era un error mío. Con una leve sonrisa pagué por la manzana y seguí caminando dando pequeñas mordidas.
“Ya estás como Marie… no te preocupes tanto...”
Marie llegó pronto y las clases acabaron, mientras ella hablaba yo me dirigí al piano. Así solían ser mis días últimamente, y era feliz de aquella manera. No tenía porque aguantar a aristócratas que hablaban a mis espaldas e intentaban hacerme ver lo peor posible, a mi madre le preocupaba, a mi me traía sin cuidado. No tenía porque interesarme en lo que dijeran, desde el comienzo yo no encajaba con ellos. La melodía continuó subiendo en la sala donde nos encontrábamos, casi con furia mis dedos se desplazaban sobre las teclas blancas y negras… hasta que paré abruptamente.
Mi madre me observaba, no parecía ni enojada ni sorprendida, ya me había visto tocar el piano de esa manera en muchas ocasiones, porque por alguna razón, me resultaba mucho más sencillo transmitir lo que sentía de aquella manera. Solté un suspiro y me tome unos segundos para recuperarme. – Voy a salir, será solo un momento. – Le dije mientras me dirigía a mi habitación para cambiar mi vestimenta, a donde me dirigía era mejor no llevar nada tan ostentoso. No solo porque me molestaba, sino porque me impedía moverme con libertad. Luego de cambiarme a un vestido más sencillo y dejar caer mi cabellera lisa por mi espalda salí de la mansión, no llevaba muchos accesorios tampoco, un par de brazaletes de plata y ya.
Mis pasos se unieron pronto a otros, hasta que estuve rodeada de personas, en el mercado. Me gustaba aquel lugar, porque había pasado mucho tiempo en el durante mi niñez. Corriendo y riendo tan despreocupada…
“Extraño… algo se siente extraño…”
En un lugar con tantas personas habían demasiados sentimientos alrededor y no podía seguir el ritmo a todos, pero había uno en especial, que me hacía sentir incómoda aunque no supiese como describirlo con exactitud. Como si estuviese siendo vigilada… aquello era ridículo. Seguro no tenía nada que ver conmigo en realidad, un gran problema de la empatía era que podía malinterpretarla con facilidad cuando no me concentraba. Tome una manzana de un puesto y mientras la examinaba mi mirada se dirigió disimuladamente hacia el punto de donde me parecía sentir que me observaban… Nada sospechoso, tan solo una gran masa de gente caminando en todas direcciones. Sí, sin duda era un error mío. Con una leve sonrisa pagué por la manzana y seguí caminando dando pequeñas mordidas.
“Ya estás como Marie… no te preocupes tanto...”
Neru Le Course- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 116
Fecha de inscripción : 09/10/2012
Localización : ¡Frente a un piano!
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Suspicions fair (Neru Le Course)
La caza de brujas era, sin duda alguna, la más complicada. Así lo consideraba. Un licántropo cede ante la plata y por lo demás son, de algún modo u otro, más fáciles de detectar. Tal vez la personalidad más impulsiva que la mayoría de los licántropos suelen tener los volvía más vulnerables a ser descubierto. Un vampiro es más precavido, tramposo y burlón, pero pese a toda la astucia de un vampiro la cual compite con la de un zorro, de todos modos se retuercen patéticamente por el astro más poderoso de todos; el sol. Pero una bruja o brujo era un tema aparte.
No eran ni vulnerables a la plata ni mucho menos al sol. Claro, una estaca en el pecho mata a cualquiera pero para eso primero debía estar cien por ciento seguro de que su blanco era un títere de satanás. De todos modos, para el inquisidor cuyo apellido pertenece al de Evangeliste, un apellido casi extinto de no ser por él mismo quien, irónicamente, prefirió condenar al pasado el legado de sus antepasados, el mejor modo de matar a una bruja o brujo es en la hoguera. Las llamas del fuego debían calcinar toda la maldad de esos malagradecidos de Dios quienes preferían las artes del demonio en cambio. Una estaca era digna para un insecto como los vampiros, una bala de plata un lujo para el animal que era el licántropo, y la hoguera, bendita sea, era lo adecuado para los hechiceros.
Pero para disfrutar de ello hay que estar seguros de que la persona en sospecha verdaderamente pertenece a la doctrina del mal. Los rumores que le llegaban sobre la joven Le Course parecían olisquear el borde de la absurdez. Michel por un momento se vio tentado de abandonar el salón de aquella dama adinerada que le citó unos días atrás a su mansión para darle rienda suelta a sus sospechas sobre Le Course. Su lengua filosa y venenosa no cedía y lograba hablar a mil por horas. Notoriamente esa mujer guardaba algún rencor hacia Le Course, rencor o envidia, ¿Quién sabe? Pero nada bueno salía de su boca respecto a la sospechosa. Sólo cuando su espía llegó con el mismo rumor puso algo más de atención al tema. Bien sabía ese bribón si les estaba prestando oídos a esas urracas adineradas él pagaría el costo como inquisidor idiota que pierde el tiempo y el bribón sería mandado a azotar por el mismo inquisidor para que aprendiera a diferenciar entre chismes mal intencionados y rumores con algún tipo de veracidad.
Le Course había cogido una manzana de un puesto lo que le dio tiempo de acercarse disimuladamente a un grupo de personas que se aglomeraban ante un puesto de pescado fresco y buscando refugio en el concreto de un pórtico cerrado. Desde ese escondite la observó detenidamente sin ignorar detalle alguno de su persona. Sus rasgos la hacían diferente a la típica mujer francesa por lo que en un futuro sería fácil de reconocer. A menos que fuera de ese tipo de brujas que logran cambiar su apariencia física por un prolongado tiempo para engañar a los humanos normales. Su vestimenta era sencilla y dichosa ella que podía usar algo de plata a diferencia de los animalejos aquellos que eran los licántropos, vampiros y, no olvidar, los cambiaformas. Aun así se preguntaba que hacía una dama de tan alta alcurnia en un sitio como el mercado, mezclándose con la podredumbre que eran los plebeyos del reino. Ella pagó por el fruto y volvió a emprender la marcha. Michel dejo pasar unos escasos segundos antes de seguirle el paso.
Necesitaba ver a donde se diría, con quien hablaban, qué tipo de productos compraba. Cualquier cosa que delatara su identidad de hechicera. La sospechosa parecía familiarizada con el lugar que recorría, no tenía dificultades en desplazarse sin problemas entre los puestos y los telares.
En vista que la situación no mostraba mayores indicios de pistas procedió con el plan B. Como si fuera un ladrón profesional apresuró la marcha abriéndose paso entre las personas importándole un bledo que se sintieran ofendidas poco su poco tacto. Siguió así hasta un callejón que cruzaba la calle del mercado, agradecía a Dios que el callejón estaba a penas poblado por unos pocos ladronzuelos y rufianes que no le hacían el peso ni le estorbaban como sí lo hacían los grupos grandes de personas.
El callejón era largo y estrecho, llegaba a un punto donde una curva lo conformaba hasta finalizar en una salida con más claridad. A penas salir del callejón llegó a otro lado del mercado donde los puestos ambulantes solían ser… Más exóticos. Volvió a tomar un paso lento y normal fingiendo ser un comprador más dentro del montón de personas. Hasta podía mostrarse despistado si lo pretendía. Actuó como un expectante más pasando puesto por puestos, preguntando precios y fisgoneando entre los productos tomando más de uno entre sus manos para inspeccionarlo. Si todo marchaba bien con su plan, Le Course llegaría a esos rumbos y sería más fácil descifrar si era o no una bruja.
Sujetó unas raíces de achicoria azul fingiendo sentirse interesado por tal porquería. Quizá qué uso le daban las brujas a una simple raíz que ocasionaba florecer la flor del mal de los males. El comerciante de ese puesto, que más que puesto decente era una tabla sujetada por un cajón de verduras a cada lado, le habló.
-Raíz de achicoria azul, muy buena para el mal de los estómagos. Tengo eso y mucho más para ofrecer.-
-…- Le miró de reojo antes de ladearse un poco para mirar por unos momentos a las personas que pasaban a su espalda. -¿No ha aparecido ella por aquí aún, cierto?-
-No, aún no.- Respondió. Era el bribón de su espía, aquel mismo que había hablado antes con el en las escaleras de la catedral. Tal como Michel le encargó, el espía montó un puesto de señuelo para acaparar la atención de aprendices de hechicería y para brujos y brujas expertos en la materia. –Pero viera vuestra merced quienes sí se me han aproximado. Podría jurar que en su semblante serio vería la sorpresa resaltar en sus ojos.-
-Nada me sorprende a estas alturas.- Murmuró. Dejo la raíz sobre la tabla y volvió a hablarle con tono despacio. –Si aparece por aquí trata de captar su atención. Quiero ver cuáles de tus porquerías le llama más la atención. Daré una vuelta por los alrededores, si la veo aquí apareceré sin duda.-
Sacudió las manos en la capa de su traje. Pasó del puestillo del bribón caminando hacia los demás puestos inspeccionando las mercancías de las demás ratas presentes. Todos parecían ofrecer peculiares productos que al ojo humano no eran más que tonterías pero el inquisidor bien sabía que los brujos le daban otro tipo de usos. De vez en cuando dirigía la vista hacia el puesto del bribón para ver si la sospechosa aparecía por esos lares. Si no lo hacía, indicaba que eran más chismes mal intencionados que rumores asertivos.
No eran ni vulnerables a la plata ni mucho menos al sol. Claro, una estaca en el pecho mata a cualquiera pero para eso primero debía estar cien por ciento seguro de que su blanco era un títere de satanás. De todos modos, para el inquisidor cuyo apellido pertenece al de Evangeliste, un apellido casi extinto de no ser por él mismo quien, irónicamente, prefirió condenar al pasado el legado de sus antepasados, el mejor modo de matar a una bruja o brujo es en la hoguera. Las llamas del fuego debían calcinar toda la maldad de esos malagradecidos de Dios quienes preferían las artes del demonio en cambio. Una estaca era digna para un insecto como los vampiros, una bala de plata un lujo para el animal que era el licántropo, y la hoguera, bendita sea, era lo adecuado para los hechiceros.
Pero para disfrutar de ello hay que estar seguros de que la persona en sospecha verdaderamente pertenece a la doctrina del mal. Los rumores que le llegaban sobre la joven Le Course parecían olisquear el borde de la absurdez. Michel por un momento se vio tentado de abandonar el salón de aquella dama adinerada que le citó unos días atrás a su mansión para darle rienda suelta a sus sospechas sobre Le Course. Su lengua filosa y venenosa no cedía y lograba hablar a mil por horas. Notoriamente esa mujer guardaba algún rencor hacia Le Course, rencor o envidia, ¿Quién sabe? Pero nada bueno salía de su boca respecto a la sospechosa. Sólo cuando su espía llegó con el mismo rumor puso algo más de atención al tema. Bien sabía ese bribón si les estaba prestando oídos a esas urracas adineradas él pagaría el costo como inquisidor idiota que pierde el tiempo y el bribón sería mandado a azotar por el mismo inquisidor para que aprendiera a diferenciar entre chismes mal intencionados y rumores con algún tipo de veracidad.
Le Course había cogido una manzana de un puesto lo que le dio tiempo de acercarse disimuladamente a un grupo de personas que se aglomeraban ante un puesto de pescado fresco y buscando refugio en el concreto de un pórtico cerrado. Desde ese escondite la observó detenidamente sin ignorar detalle alguno de su persona. Sus rasgos la hacían diferente a la típica mujer francesa por lo que en un futuro sería fácil de reconocer. A menos que fuera de ese tipo de brujas que logran cambiar su apariencia física por un prolongado tiempo para engañar a los humanos normales. Su vestimenta era sencilla y dichosa ella que podía usar algo de plata a diferencia de los animalejos aquellos que eran los licántropos, vampiros y, no olvidar, los cambiaformas. Aun así se preguntaba que hacía una dama de tan alta alcurnia en un sitio como el mercado, mezclándose con la podredumbre que eran los plebeyos del reino. Ella pagó por el fruto y volvió a emprender la marcha. Michel dejo pasar unos escasos segundos antes de seguirle el paso.
Necesitaba ver a donde se diría, con quien hablaban, qué tipo de productos compraba. Cualquier cosa que delatara su identidad de hechicera. La sospechosa parecía familiarizada con el lugar que recorría, no tenía dificultades en desplazarse sin problemas entre los puestos y los telares.
En vista que la situación no mostraba mayores indicios de pistas procedió con el plan B. Como si fuera un ladrón profesional apresuró la marcha abriéndose paso entre las personas importándole un bledo que se sintieran ofendidas poco su poco tacto. Siguió así hasta un callejón que cruzaba la calle del mercado, agradecía a Dios que el callejón estaba a penas poblado por unos pocos ladronzuelos y rufianes que no le hacían el peso ni le estorbaban como sí lo hacían los grupos grandes de personas.
El callejón era largo y estrecho, llegaba a un punto donde una curva lo conformaba hasta finalizar en una salida con más claridad. A penas salir del callejón llegó a otro lado del mercado donde los puestos ambulantes solían ser… Más exóticos. Volvió a tomar un paso lento y normal fingiendo ser un comprador más dentro del montón de personas. Hasta podía mostrarse despistado si lo pretendía. Actuó como un expectante más pasando puesto por puestos, preguntando precios y fisgoneando entre los productos tomando más de uno entre sus manos para inspeccionarlo. Si todo marchaba bien con su plan, Le Course llegaría a esos rumbos y sería más fácil descifrar si era o no una bruja.
Sujetó unas raíces de achicoria azul fingiendo sentirse interesado por tal porquería. Quizá qué uso le daban las brujas a una simple raíz que ocasionaba florecer la flor del mal de los males. El comerciante de ese puesto, que más que puesto decente era una tabla sujetada por un cajón de verduras a cada lado, le habló.
-Raíz de achicoria azul, muy buena para el mal de los estómagos. Tengo eso y mucho más para ofrecer.-
-…- Le miró de reojo antes de ladearse un poco para mirar por unos momentos a las personas que pasaban a su espalda. -¿No ha aparecido ella por aquí aún, cierto?-
-No, aún no.- Respondió. Era el bribón de su espía, aquel mismo que había hablado antes con el en las escaleras de la catedral. Tal como Michel le encargó, el espía montó un puesto de señuelo para acaparar la atención de aprendices de hechicería y para brujos y brujas expertos en la materia. –Pero viera vuestra merced quienes sí se me han aproximado. Podría jurar que en su semblante serio vería la sorpresa resaltar en sus ojos.-
-Nada me sorprende a estas alturas.- Murmuró. Dejo la raíz sobre la tabla y volvió a hablarle con tono despacio. –Si aparece por aquí trata de captar su atención. Quiero ver cuáles de tus porquerías le llama más la atención. Daré una vuelta por los alrededores, si la veo aquí apareceré sin duda.-
Sacudió las manos en la capa de su traje. Pasó del puestillo del bribón caminando hacia los demás puestos inspeccionando las mercancías de las demás ratas presentes. Todos parecían ofrecer peculiares productos que al ojo humano no eran más que tonterías pero el inquisidor bien sabía que los brujos le daban otro tipo de usos. De vez en cuando dirigía la vista hacia el puesto del bribón para ver si la sospechosa aparecía por esos lares. Si no lo hacía, indicaba que eran más chismes mal intencionados que rumores asertivos.
Michel Évangéliste- Inquisidor Clase Alta
- Mensajes : 20
Fecha de inscripción : 11/02/2014
Localización : Iglesia
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Temas similares
» Te extrañé [Neru]
» Vanity Fair
» Señorita... (Priv. Neru)
» Preservación [Cami-Neru]
» Viaje al fin de la noche [Neru Le Course]
» Vanity Fair
» Señorita... (Priv. Neru)
» Preservación [Cami-Neru]
» Viaje al fin de la noche [Neru Le Course]
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour