AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
Bohemios inmorales - Luna Bosch [+18]
2 participantes
Página 1 de 1.
Bohemios inmorales - Luna Bosch [+18]
Así que ahora estaba comprometido. “La vueltas que da la vida” pensaba divertido el mujeriego. Suerte para él que la fidelidad era una opción, una muy poco atractiva por lo demás. Maia tenía su encanto y todo lo demás que buscaba en una mujer, como el carácter de lucha siempre acompañado de una calentura contenida que él se encargaría de sacar aunque fuera a la fuerza de la seducción, pero ella era una mujer y él un hombre; mientras su futura mujer ovulaba una vez al mes, él tenía millones de millones de hijos potenciales aguardando ser implantados por él. No era justo que se dedicase a una sola, ¿verdad? Al menos ella lo había entendido de buenas a la primera. Así tampoco tendría que sufrir o hacer malas caras cuando descubriera el aroma de otra mujer en las ropas de su esposo.
Para su sorpresa, llevar el pergamino de “comprometido” en el rostro le sentaba bastante bien. Quería decir que podía dar riendas sueltas a su libertinaje exactamente de la misma manera que antes, con la bendita diferencia de que ya no lo molestarían para que sentara cabeza con alguna gitana casadera. Contraería nupcias y daría hijos a la tribu, todo lo que sus padres y los líderes pudieran pedir. Por fin se quitaría esos pájaros fastidiosos de la cabeza, cotorreando bobadas. Podía caminar aún más despreocupado que antes, así como lo estaba haciendo ahora en la zona residencial, examinando sin presiones posibles blancos para robar. Era tan fácil robarle a las familias de bien que casi daba lástima. La regla de oro era ingresar cada Domingo en la mañana, cuando los fieles se encontraban en la Iglesia, pero no faltaban los más intrépidos que se las arreglaban para servirse una vivienda en medio de la semana. Generalmente Melalo era de esos, pero estaba tan relajado con su nuevo estatus que por ahora sólo se dedicaba a mirar y a sacar cuentas de cuánto se demoraría en entrar por la ventana y salir con las manos llenas. El resto lo planearía después con sus camaradas.
—Esa de los rosales no; tiene perros. No quiero perder el tiempo pateando pulgosos antes de que la vieja despierte. Aquella de la esquina no tiene nada salvo unas hijas para comérselas; daño no me haría subirme a la enredadera uno o dos minutos para aprender anatomía. Y esta de los arbustos de perrita francesa me da el presentimiento de que puede contener buenas joyas adentro, o tal vez tenga… —y de repente, el monólogo del gitano quedó inconcluso gracias a la vista de un buen grupo de féminas gitanas caminando en dirección contraria a él. Se le olvidó a qué había venido.
Oh, Santa Sara. Melalo daba gracias a su deidad por hacer que la pubertad llegara con fuerza a las damas cíngaras, y en el momento preciso. Su gratitud era de tal envergadura que detuvo su andar para apreciar mejor cómo se movían las caderas de las jóvenes muchachas al compás de su caminar. Y pensar que hacía unos cinco o seis años atrás las había visto como unos capullos prometedores, pero todavía inmaduros. Ahora no quedaba nada de esos cuerpos planos y son mayor gracia que un par de brotes de tamaño insignificante en el busto, excepto tal vez el rostro.
Pero fue específicamente en una de ellas que el mujeriego fijó su atención. No en su cara precisamente.
—Vaya. Sí que se ha desarrollado esta mozuela, sobretodo por ahí atrás —inclinó su cabeza hacia un lado para mejorar el ángulo. Un calor repentino comenzó a sacudirlo desde abajo hacia arriba— Cielos… le pagaría para que dejara de leer la fortuna y ocupara sus manos en algo más interesante. —se lamía el labio con la imagen.
Justo cuando comenzaba a perder la imagen de las chicas en el final del camino, vio a la hija menor de los Bosch despedirse de sus compinches y tomar el sendero más próximo a las residencias más grandes de la zona. Melalo no podía creer su suerte. Estaba completamente sola, a su disposición, justo cuando la dureza de sus pantalones le indicaba hacia dónde dirigir sus pies. Como siempre, no titubeó y se lanzó a la breve carrera que lo llevaría a andar junto a la joven y no para conversar.
—¿Qué tal, pequeña? —sonrió para saludarla. No dio explicaciones de nada; sólo se tomó la confianza para acompañarla en lo que fuera que tuviera que hacer. Después de todo, él le haría cancelarlo todo por una idea mejor— Cuánto tiempo sin verte, Lunita. Sin duda has… crecido —enarcó una de sus cejas con picardía. No solía irse con rodeos y aquella no sería la ocasión, menos cuando tan tentadora golosina se paseaba tan ligeramente frente a sus ojos.
Alguien tenía que celebrarlo por dejar atrás la soltería. Era lo que correspondía, ¿o no?
Para su sorpresa, llevar el pergamino de “comprometido” en el rostro le sentaba bastante bien. Quería decir que podía dar riendas sueltas a su libertinaje exactamente de la misma manera que antes, con la bendita diferencia de que ya no lo molestarían para que sentara cabeza con alguna gitana casadera. Contraería nupcias y daría hijos a la tribu, todo lo que sus padres y los líderes pudieran pedir. Por fin se quitaría esos pájaros fastidiosos de la cabeza, cotorreando bobadas. Podía caminar aún más despreocupado que antes, así como lo estaba haciendo ahora en la zona residencial, examinando sin presiones posibles blancos para robar. Era tan fácil robarle a las familias de bien que casi daba lástima. La regla de oro era ingresar cada Domingo en la mañana, cuando los fieles se encontraban en la Iglesia, pero no faltaban los más intrépidos que se las arreglaban para servirse una vivienda en medio de la semana. Generalmente Melalo era de esos, pero estaba tan relajado con su nuevo estatus que por ahora sólo se dedicaba a mirar y a sacar cuentas de cuánto se demoraría en entrar por la ventana y salir con las manos llenas. El resto lo planearía después con sus camaradas.
—Esa de los rosales no; tiene perros. No quiero perder el tiempo pateando pulgosos antes de que la vieja despierte. Aquella de la esquina no tiene nada salvo unas hijas para comérselas; daño no me haría subirme a la enredadera uno o dos minutos para aprender anatomía. Y esta de los arbustos de perrita francesa me da el presentimiento de que puede contener buenas joyas adentro, o tal vez tenga… —y de repente, el monólogo del gitano quedó inconcluso gracias a la vista de un buen grupo de féminas gitanas caminando en dirección contraria a él. Se le olvidó a qué había venido.
Oh, Santa Sara. Melalo daba gracias a su deidad por hacer que la pubertad llegara con fuerza a las damas cíngaras, y en el momento preciso. Su gratitud era de tal envergadura que detuvo su andar para apreciar mejor cómo se movían las caderas de las jóvenes muchachas al compás de su caminar. Y pensar que hacía unos cinco o seis años atrás las había visto como unos capullos prometedores, pero todavía inmaduros. Ahora no quedaba nada de esos cuerpos planos y son mayor gracia que un par de brotes de tamaño insignificante en el busto, excepto tal vez el rostro.
Pero fue específicamente en una de ellas que el mujeriego fijó su atención. No en su cara precisamente.
—Vaya. Sí que se ha desarrollado esta mozuela, sobretodo por ahí atrás —inclinó su cabeza hacia un lado para mejorar el ángulo. Un calor repentino comenzó a sacudirlo desde abajo hacia arriba— Cielos… le pagaría para que dejara de leer la fortuna y ocupara sus manos en algo más interesante. —se lamía el labio con la imagen.
Justo cuando comenzaba a perder la imagen de las chicas en el final del camino, vio a la hija menor de los Bosch despedirse de sus compinches y tomar el sendero más próximo a las residencias más grandes de la zona. Melalo no podía creer su suerte. Estaba completamente sola, a su disposición, justo cuando la dureza de sus pantalones le indicaba hacia dónde dirigir sus pies. Como siempre, no titubeó y se lanzó a la breve carrera que lo llevaría a andar junto a la joven y no para conversar.
—¿Qué tal, pequeña? —sonrió para saludarla. No dio explicaciones de nada; sólo se tomó la confianza para acompañarla en lo que fuera que tuviera que hacer. Después de todo, él le haría cancelarlo todo por una idea mejor— Cuánto tiempo sin verte, Lunita. Sin duda has… crecido —enarcó una de sus cejas con picardía. No solía irse con rodeos y aquella no sería la ocasión, menos cuando tan tentadora golosina se paseaba tan ligeramente frente a sus ojos.
Alguien tenía que celebrarlo por dejar atrás la soltería. Era lo que correspondía, ¿o no?
Última edición por Melalo Minué el Lun Mar 16, 2015 4:13 pm, editado 1 vez
Melalo Minué- Gitano
- Mensajes : 46
Fecha de inscripción : 21/04/2013
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Bohemios inmorales - Luna Bosch [+18]
Las chicas con las que solía salir a divertirse de vez en cuando querían ir a danzar a la playa, moverse de un lado a otro y dejar que las telas dejaran ver cada vez más de sus cuerpos. Para Luna esa no era la mejor manera de pasar la tarde pues si bien, la idea no le desagradaba en lo absoluto, la verdad era que de querer ondear telas y tener a hombres babeando por ella solo debía ir a danzar al circo gitano, no por nada es que desde que ella y su difunta hermana Sol aprendieran a coordinarse de una manera más o menos decente fueron a aprender como hacer dinero seduciendo hombres. Claro que en un inicio era únicamente Sol, la mayor de ambas la que deleitaba a los hombres con sus movimientos, pero al pasar el tiempo las cosas cambiaron.
Debía ser en parte que pasaron horas en practicas el que sin notarlo, ahora caminara con un contoneo bastante natural pero un tanto seductor; eso cuando no debía escapar de estar robando, ya que en esos momentos corría para salvarse el pellejo de lo que aquellos que buscaban darle alcance en esas situaciones, planearan hacer con ella.
Mientras caminaban por la zona residencial y en camino a la playa, todas estaban tan enfocadas en convencerla en ir a la playa y ella en negarse, que ninguna noto al gitano que había pasado caminando en la dirección opuesta a la de ellas, aunque de seguro más de una de sus acompañantes su hubiesen ofrecido a caminar a su lado y a divertir a Melalo.
¿Quién en el campamento no le conocía? Seductor, guapo y en muchas situaciones arrogante. Era con quien todas las gitanas solteras y varias comprometidas o casadas querían pasar sus noches. Claro que debido a que él jamás se negaba a eso, todas estaban detrás del gitano, sin mencionar que ahora parecía ser un “fruto prohibido”. Los rumores sobre su compromiso se habían extendido cual el fuego en el pasto seco y de hecho cuando Luna escucho lo del fruto prohibido de algunas gitanas, no pudo más que reír de eso, ya que seguramente él aprovecharía eso, después de todo ¿Quién no desea algo que se sabe prohibido? o mejor dicho ¿Quién no deseaba que Melalo fuera ahora prohibido?
A la gitana claro que le atraía lo prohibido, de no ser de esa manera nunca hubiera aprendido a robar o estafar, pero aún le faltaban cosas que aprender, por ejemplo, nunca alejarse de las gitanas cuando lo prohibido te acecha.
– Nos vemos después – su voz salió alegre antes de alejarse de todo el grupo y tomar otra calle, su misión esa tarde era robar una casa a la cual le tenía el ojo puesto desde hacía un tiempo. A lo que había sido capaz de investigar, la casa estaba sola la mayor parte de la semana ya que los señores trabajaban fuera de ahí, ocupados en negocios importantes, mientras que los sirvientes hacían todo menos cuidar la casa de sus señores. De hecho, la servidumbre de aquella casa estaba solo cuando sabían que estaría alguien vigilando los pasos que daban, de no ser así, se la pasaban fuera.
El día anterior, mientras la gitana paseaba por aquella calle, vio a los dueños salir de nuevo a viaje de negocios y entonces supo que el momento había llegado.
Agradecía no cargar con el grupo del que se separaba, porque de hacerlo seguro que las descubrirían por el alboroto.
Los pasos que escucho tras ella no le alertaron, solo cuando una voz odiosamente familiar llego hasta ella y tan pronto como sus ojos se posaron sobre Melalo, suspiro.
– ¿Qué quieres Melalo? ¿Estas perdido? porque las chicas van a la playa y seguro que estarían muy, muy contentas de que fueras con ellas – sonrió más forzadamente que nada, sin detener su andar para ver si de esa manera era capaz de dejar al gitano.
Enarco la ceja al escucharle de nuevo.
– Tenía mucho sin toparme contigo, afortunadamente – le miro entonces de reojo – ¿He crecido? Pues siempre he estado así, quizás sea que el compromiso te sienta mal y ahora te estas volviendo un viejo que ve todo novedoso – soltó sin más para continuar avanzando sin notar que él se detuviese o diera la vuelta. Súspiro – ¿Vas a seguirme o qué? – se detuvo en seco y le encaro solo para terminar pensando en que era realmente apuesto.
Debía ser en parte que pasaron horas en practicas el que sin notarlo, ahora caminara con un contoneo bastante natural pero un tanto seductor; eso cuando no debía escapar de estar robando, ya que en esos momentos corría para salvarse el pellejo de lo que aquellos que buscaban darle alcance en esas situaciones, planearan hacer con ella.
Mientras caminaban por la zona residencial y en camino a la playa, todas estaban tan enfocadas en convencerla en ir a la playa y ella en negarse, que ninguna noto al gitano que había pasado caminando en la dirección opuesta a la de ellas, aunque de seguro más de una de sus acompañantes su hubiesen ofrecido a caminar a su lado y a divertir a Melalo.
¿Quién en el campamento no le conocía? Seductor, guapo y en muchas situaciones arrogante. Era con quien todas las gitanas solteras y varias comprometidas o casadas querían pasar sus noches. Claro que debido a que él jamás se negaba a eso, todas estaban detrás del gitano, sin mencionar que ahora parecía ser un “fruto prohibido”. Los rumores sobre su compromiso se habían extendido cual el fuego en el pasto seco y de hecho cuando Luna escucho lo del fruto prohibido de algunas gitanas, no pudo más que reír de eso, ya que seguramente él aprovecharía eso, después de todo ¿Quién no desea algo que se sabe prohibido? o mejor dicho ¿Quién no deseaba que Melalo fuera ahora prohibido?
A la gitana claro que le atraía lo prohibido, de no ser de esa manera nunca hubiera aprendido a robar o estafar, pero aún le faltaban cosas que aprender, por ejemplo, nunca alejarse de las gitanas cuando lo prohibido te acecha.
– Nos vemos después – su voz salió alegre antes de alejarse de todo el grupo y tomar otra calle, su misión esa tarde era robar una casa a la cual le tenía el ojo puesto desde hacía un tiempo. A lo que había sido capaz de investigar, la casa estaba sola la mayor parte de la semana ya que los señores trabajaban fuera de ahí, ocupados en negocios importantes, mientras que los sirvientes hacían todo menos cuidar la casa de sus señores. De hecho, la servidumbre de aquella casa estaba solo cuando sabían que estaría alguien vigilando los pasos que daban, de no ser así, se la pasaban fuera.
El día anterior, mientras la gitana paseaba por aquella calle, vio a los dueños salir de nuevo a viaje de negocios y entonces supo que el momento había llegado.
Agradecía no cargar con el grupo del que se separaba, porque de hacerlo seguro que las descubrirían por el alboroto.
Los pasos que escucho tras ella no le alertaron, solo cuando una voz odiosamente familiar llego hasta ella y tan pronto como sus ojos se posaron sobre Melalo, suspiro.
– ¿Qué quieres Melalo? ¿Estas perdido? porque las chicas van a la playa y seguro que estarían muy, muy contentas de que fueras con ellas – sonrió más forzadamente que nada, sin detener su andar para ver si de esa manera era capaz de dejar al gitano.
Enarco la ceja al escucharle de nuevo.
– Tenía mucho sin toparme contigo, afortunadamente – le miro entonces de reojo – ¿He crecido? Pues siempre he estado así, quizás sea que el compromiso te sienta mal y ahora te estas volviendo un viejo que ve todo novedoso – soltó sin más para continuar avanzando sin notar que él se detuviese o diera la vuelta. Súspiro – ¿Vas a seguirme o qué? – se detuvo en seco y le encaro solo para terminar pensando en que era realmente apuesto.
Audrey de Médici- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 94
Fecha de inscripción : 21/04/2013
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Bohemios inmorales - Luna Bosch [+18]
El gitano sonrió con el berrinche de la joven. Luna era una niña malcriada, justo como le gustaban a Melalo. Tenía ese ímpetu de gitana, como todas las de la tribu, pero con un toque especial: que las cosas fueran a su manera o no fueran en absoluto. ¿Por qué sería que le gustaba nadar contra la corriente? No sabía, pero cómo lo disfrutaba. Era bastante juguetón, y Luna, incluso sin quererlo, daba el material preciso para aquello. Podía ignorarlo o delatarlo con sus padres, pero no era su estilo; tenía orgullo, y ese “insoportable” mal genio que a él le resultaba atractivo. Al fin y al cabo, esas eran las más enérgicas en donde a él más le interesaba.
Con el descaro que lo caracterizaba, comenzó a caminar junto a la morena acercándola por el hombro contrario a su lado como si fuera lo más natural del mundo. Era verdad que la chica estaba medio flacucha, pero eso tenía solución. Le haría sacar músculo.
—Desgraciadamente el mar y yo no nos llevamos tan bien como lo hago con esas damas —sonrió pícaro— Por cierto, ¿qué clase de hombre sería si dejara a una dama por ahí, deambulando sola? Si algo te pasara por descuido, la tribu no me lo perdonaría. Yo no me lo perdonaría. Y eso que me consiento muchísimo.
Planeaba seguir haciéndolo. La tentaciones de la carne podían con él como no podía hacerlo el dinero y el poder. Porque al final, estos dos últimos instrumentos servían para una sola cosa: el placer. Él estaba entregado a gozar, físicamente sobretodo. ¿Existían más señales divinas? Podía escribir un manual completo sobre cómo alcanzar el cielo y volver sin morir ni resucitar mediante ritos extraños. Tenía lo necesario al alcance de su mano. Y aunque de repente se le resbalaran las causas, era tenaz en recuperarlas. Valía la pena.
¡Eh, pero estaba comprometido! Aún así, era un hombre que le hacía oda al cuerpo sin afán de justificarse o disfrazarlo de moral. Que le dejaran eso a los señoritos de salones, cosa que él no sería jamás. Antes muerto que meterse en esos pantalones ajustados de mariquitas sin voz que prometían amor eterno mientras metían mano bajo las faldas de la sirvienta de la casa, o incluso de la hermana de la señora. Bueno, tampoco era como si los culpara de sus instintos, pero sí de la forma. Quien avisa no es traidor, decían por ahí.
—Ah, pero ¿cómo tanta agresividad con este viejo? Mi corazón ya no está para tantos sobresaltos. Qué mal te portas —fingió lástima en su voz, haciéndose el simpático. ¿Para qué pelear con ella cuando quería todo lo contrario? Las mujeres siempre tenían la razón; sólo debían adecuarse las cosas para que tener la razón tuviese una dimensión favorable a sus planes. Sí, ellas estaban en lo correcto sí o sí, pero ¡por Santa Sara! ¿Cuántas de ellas sabían lo que querían?— Prefiero el término “acompañar”. Me gusta. Además, podría saltarte cualquier bribón en el camino y no queremos señoritas lesionadas.
Echó la vista al camino despreocupadamente. En medio de su distracción, una pregunta le asaltó de repente.
—Un segundo. ¿Por qué preferirías andar tú sola por estos caminos de mala muerte en vez de divertirte con tus amigas en la playa? —acercó el domador bastante la cara a la de Luna, indagando con sus ojos oscuros divertido— ¿Quieres meterte a robar a las casas, Lunita? Pero qué traviesa eres. Tú sola, ¿eh? No lo creo. Te he salido al paso; no creas que me dejarás fuera de la diversión.
La tendría de una u otra forma. Ella le recordaba a las fieras de importación que llegaban a sus jaulas; exótica, joven, y aparentemente indomables. Pero qué coincidencia; desbravar era su pasatiempo preferido.
Con el descaro que lo caracterizaba, comenzó a caminar junto a la morena acercándola por el hombro contrario a su lado como si fuera lo más natural del mundo. Era verdad que la chica estaba medio flacucha, pero eso tenía solución. Le haría sacar músculo.
—Desgraciadamente el mar y yo no nos llevamos tan bien como lo hago con esas damas —sonrió pícaro— Por cierto, ¿qué clase de hombre sería si dejara a una dama por ahí, deambulando sola? Si algo te pasara por descuido, la tribu no me lo perdonaría. Yo no me lo perdonaría. Y eso que me consiento muchísimo.
Planeaba seguir haciéndolo. La tentaciones de la carne podían con él como no podía hacerlo el dinero y el poder. Porque al final, estos dos últimos instrumentos servían para una sola cosa: el placer. Él estaba entregado a gozar, físicamente sobretodo. ¿Existían más señales divinas? Podía escribir un manual completo sobre cómo alcanzar el cielo y volver sin morir ni resucitar mediante ritos extraños. Tenía lo necesario al alcance de su mano. Y aunque de repente se le resbalaran las causas, era tenaz en recuperarlas. Valía la pena.
¡Eh, pero estaba comprometido! Aún así, era un hombre que le hacía oda al cuerpo sin afán de justificarse o disfrazarlo de moral. Que le dejaran eso a los señoritos de salones, cosa que él no sería jamás. Antes muerto que meterse en esos pantalones ajustados de mariquitas sin voz que prometían amor eterno mientras metían mano bajo las faldas de la sirvienta de la casa, o incluso de la hermana de la señora. Bueno, tampoco era como si los culpara de sus instintos, pero sí de la forma. Quien avisa no es traidor, decían por ahí.
—Ah, pero ¿cómo tanta agresividad con este viejo? Mi corazón ya no está para tantos sobresaltos. Qué mal te portas —fingió lástima en su voz, haciéndose el simpático. ¿Para qué pelear con ella cuando quería todo lo contrario? Las mujeres siempre tenían la razón; sólo debían adecuarse las cosas para que tener la razón tuviese una dimensión favorable a sus planes. Sí, ellas estaban en lo correcto sí o sí, pero ¡por Santa Sara! ¿Cuántas de ellas sabían lo que querían?— Prefiero el término “acompañar”. Me gusta. Además, podría saltarte cualquier bribón en el camino y no queremos señoritas lesionadas.
Echó la vista al camino despreocupadamente. En medio de su distracción, una pregunta le asaltó de repente.
—Un segundo. ¿Por qué preferirías andar tú sola por estos caminos de mala muerte en vez de divertirte con tus amigas en la playa? —acercó el domador bastante la cara a la de Luna, indagando con sus ojos oscuros divertido— ¿Quieres meterte a robar a las casas, Lunita? Pero qué traviesa eres. Tú sola, ¿eh? No lo creo. Te he salido al paso; no creas que me dejarás fuera de la diversión.
La tendría de una u otra forma. Ella le recordaba a las fieras de importación que llegaban a sus jaulas; exótica, joven, y aparentemente indomables. Pero qué coincidencia; desbravar era su pasatiempo preferido.
Melalo Minué- Gitano
- Mensajes : 46
Fecha de inscripción : 21/04/2013
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Bohemios inmorales - Luna Bosch [+18]
Apuesto e idiota. Lo que menos ocupaba Luna cuando su misión era pasar inadvertida para entrar en aquella casa que prometía tanta riqueza. El destino estaba planeando molestarle la vida entera, pagar quizás por algo que aún no había hecho y estaba dispuesta pagarlo de cualquier manera; menos con la presencia de Melalo cerca.
– Estoy convencida de que alguna estada dispuesta a salir de la playa con tal de ir a – los ojos de la gitana recorrieron el cuerpo del hombre aquel – pasear a tu lado. Así que disculpa, tengo otras cosas que hacer y no necesito de la compañía de nadie para eso – rió divertida por aquellas palabras que se atrevía a decir – Todos sabemos que solo te importas tu mismo Melalo, hazme un favor y déjame en paz, estoy mucho mejor sola y existe más peligro a tu lado con que cualquier otra persona – eso definitivo. La atracción que generaba aquel hombre era sorprendente y por eso es que Luna deseaba quedarse nuevamente sola lo más pronto que pudiera.
Dicho eso se alejo para que el brazo de Melalo cayera y dejara de tocarla. No era que le molestara en si el contacto con otros, pero le incomodaba el hecho de que aquel que la tocara fuera precisamente ese gitano de mirada firme y decisiones aún más; la audacia lo caracterizaba al igual que sus amoríos y aventuras con cuanta mujer se cruzara por su camino. Pese a lo que pensara ella de él, debía mantener la cabeza fría para poder dejarle de lado y no prestar atención a sus palabras o a la cercanía que se empeñaba en mantener.
– Déjate de tonterías, siempre me he comportado así. No es la gran novedad y creo que menos para ti – enarco la ceja y sonrío ligeramente – eres un anciano dramático. Lo mejor será que mueras ya para que no sufras tanto y así dejes en paz a quienes tratamos de vivir pacíficamente – Claro, como si robar fuera la cosa más pacifica del mundo y no aquello que preciso llenaba de escoria al mundo. Emprendió nuevamente el camino cuando insistía de una manera tan terca en acompañarla, por más que tratara parecía que ese día debería cargar a cuestas al molesto de Melalo a donde quiera que fuera. La idea le provoco escalofríos por la espalda y movió la cabeza de un lado a otro; esforzándose porque ninguna idea que saliera del cometido de robar se apareciera por su mente, mucho menos alguna que incluyera al domador y cualquier parte anatómica de él.
Le miro demasiado cerca de su rostro, cuestionando sobre aquello que no le interesaba y puso la mano en una de las mejillas de Melalo para hacer que girara el rostro en otra dirección que no fuera tan cerca de ella.
– No te pongas tan cerca de mi y lo que yo prefiera hacer no es de tu incumbencia y… – le miro sorprendida por escucharle. ¿Realmente pensaba acompañarle? No era una broma sino la misma realidad – Me has salido si, solo para molestar y dificultarme todo – suspiro frustrada – Tanto tiempo planeando e investigando esto para que de un momento a otro se venga abajo con tu presencia.
Continuo andando con rumbo a la casa que era su objetivo principal mientras que aquel gitano le seguía el ritmo con decisión. Luna se daba cuenta de que realmente no podría deshacerse de él así que al menos debía servirle para algo.
– No quiero que vayas a cometer alguna estupidez Melalo, así que más vale que vayas en calma ¿Entendiste? – le miro de reojo. Maldito gitano que le ponía nerviosa aunque ella se negara a aceptarlo – Esta casa esta completamente vacía pero no quiere decir que los vecinos no vayan a alamar si ven algo extraño. Harás lo que te diga – se detuvo para pegarle en el pecho con el dedo indice – quieras o no porque has interrumpido. Más vale que eso te quede claro – antes de esperar replica alguna le dio la espalda y emprendió el camino nuevamente, cada vez más cerca de aquella casa.
– Estoy convencida de que alguna estada dispuesta a salir de la playa con tal de ir a – los ojos de la gitana recorrieron el cuerpo del hombre aquel – pasear a tu lado. Así que disculpa, tengo otras cosas que hacer y no necesito de la compañía de nadie para eso – rió divertida por aquellas palabras que se atrevía a decir – Todos sabemos que solo te importas tu mismo Melalo, hazme un favor y déjame en paz, estoy mucho mejor sola y existe más peligro a tu lado con que cualquier otra persona – eso definitivo. La atracción que generaba aquel hombre era sorprendente y por eso es que Luna deseaba quedarse nuevamente sola lo más pronto que pudiera.
Dicho eso se alejo para que el brazo de Melalo cayera y dejara de tocarla. No era que le molestara en si el contacto con otros, pero le incomodaba el hecho de que aquel que la tocara fuera precisamente ese gitano de mirada firme y decisiones aún más; la audacia lo caracterizaba al igual que sus amoríos y aventuras con cuanta mujer se cruzara por su camino. Pese a lo que pensara ella de él, debía mantener la cabeza fría para poder dejarle de lado y no prestar atención a sus palabras o a la cercanía que se empeñaba en mantener.
– Déjate de tonterías, siempre me he comportado así. No es la gran novedad y creo que menos para ti – enarco la ceja y sonrío ligeramente – eres un anciano dramático. Lo mejor será que mueras ya para que no sufras tanto y así dejes en paz a quienes tratamos de vivir pacíficamente – Claro, como si robar fuera la cosa más pacifica del mundo y no aquello que preciso llenaba de escoria al mundo. Emprendió nuevamente el camino cuando insistía de una manera tan terca en acompañarla, por más que tratara parecía que ese día debería cargar a cuestas al molesto de Melalo a donde quiera que fuera. La idea le provoco escalofríos por la espalda y movió la cabeza de un lado a otro; esforzándose porque ninguna idea que saliera del cometido de robar se apareciera por su mente, mucho menos alguna que incluyera al domador y cualquier parte anatómica de él.
Le miro demasiado cerca de su rostro, cuestionando sobre aquello que no le interesaba y puso la mano en una de las mejillas de Melalo para hacer que girara el rostro en otra dirección que no fuera tan cerca de ella.
– No te pongas tan cerca de mi y lo que yo prefiera hacer no es de tu incumbencia y… – le miro sorprendida por escucharle. ¿Realmente pensaba acompañarle? No era una broma sino la misma realidad – Me has salido si, solo para molestar y dificultarme todo – suspiro frustrada – Tanto tiempo planeando e investigando esto para que de un momento a otro se venga abajo con tu presencia.
Continuo andando con rumbo a la casa que era su objetivo principal mientras que aquel gitano le seguía el ritmo con decisión. Luna se daba cuenta de que realmente no podría deshacerse de él así que al menos debía servirle para algo.
– No quiero que vayas a cometer alguna estupidez Melalo, así que más vale que vayas en calma ¿Entendiste? – le miro de reojo. Maldito gitano que le ponía nerviosa aunque ella se negara a aceptarlo – Esta casa esta completamente vacía pero no quiere decir que los vecinos no vayan a alamar si ven algo extraño. Harás lo que te diga – se detuvo para pegarle en el pecho con el dedo indice – quieras o no porque has interrumpido. Más vale que eso te quede claro – antes de esperar replica alguna le dio la espalda y emprendió el camino nuevamente, cada vez más cerca de aquella casa.
Audrey de Médici- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 94
Fecha de inscripción : 21/04/2013
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Bohemios inmorales - Luna Bosch [+18]
Pequeña escurridiza, cervatillo con aires de lobo. Eso venía Melalo en la hija rebelde de los Bosch. Esa personalidad tenía pros y contras, pero al gitano calzaban perfectamente. Eso porque el que fuera terca haría más difícil ganarse su confianza, cierto, pero una vez que comenzara a jugar su juego, no se arrepentiría ni tendría exigencias absurdas como huir por el mundo profesando su amor. Lejos de repelerlo con su conducta, lo incitaba más a portarse indecorosamente. La mejor oportunidad era el hoy.
—Pero preciosa, ¿cuándo he hecho otra cosa sino dificultarlo todo? Estando cerca de ti… —apoyó su mentón en el espacio entre el cuello y el hombro de la bohemia— …añadimos emoción. —besó esa zona antes de retirarse y continuar caminando como si nada— La playa seguirá allí, aburrida, predecible, muerta. Este fastidioso estará viejo, pero vivo desde luego que también. ¿Quieres ver?
¿Estupideces? Las cometía hasta por si acaso. Debía ser por eso que la palabra «depresión» no estaba en su vocabulario. En lugar de eso, coqueteaba con la vida, o más bien, le hacía el amor.
—Es una verdadera lástima; dejé mi voto de obediencia en la caravana. No puedo obedecer a esta jovencita. ¿Qué vas a hacer? ¿Pretendes castigarme? Inténtalo. Estoy a tu disposición, no a la de unos viejos amargados que no tienen otra cosa que hacer más que husmear por sus ventanas. ¿Te preocupan? Puedo ahuyentarlos por ti. —extendió los brazos como si fuera a abrazar el sol, dándole un aventurero similor.
Se adelantó a la chica, intentando leer sus pensamientos. Se había enredado tanto en romances que volverse loco por las mujeres que los protagonizaban era parte de su normalidad. No estaba aburrido en absoluto de ese modus operandi. Mientras más se entrelazaran, mejor. Se renovaban sus energías y se redimían sus faltas. Volvía a nacer con cada atención, con cada historia que saboreaba con la boca. La piel femenina albergaba secretos de una manera impresionante. Mujeres… hasta cuando parecían abrir su corazón, guardaban un océano detrás. Fascinantes criaturas. Necesitaba de ellas.
Finalmente algo le dijo que la residencia que estaba observando era el blanco del día. A lo mejor ella, con sus potentes ideas mentales, se lo había transmitido sin querer. O a lo mejor estaban destinados a la complicidad y ni siquiera lo sabían.
—¿Es esta? —sonrió apoyado en la verja— Pues qué linda choza escogiste, Lunita. No eres una chica sencilla en absoluto. Sin perros a la vista; seguramente los estarán sacando a pasear. Viajan más que nosotros, esas sabandijas de clase.
Con un gesto de mano, el gitano indicó a Luna que se acercara a él. Entrarían juntos, lo tenía decidido. Las riquezas guarecidas dentro era lo que menos le interesaba robar.
—Es ahora o ahora, pequeña.
—Pero preciosa, ¿cuándo he hecho otra cosa sino dificultarlo todo? Estando cerca de ti… —apoyó su mentón en el espacio entre el cuello y el hombro de la bohemia— …añadimos emoción. —besó esa zona antes de retirarse y continuar caminando como si nada— La playa seguirá allí, aburrida, predecible, muerta. Este fastidioso estará viejo, pero vivo desde luego que también. ¿Quieres ver?
¿Estupideces? Las cometía hasta por si acaso. Debía ser por eso que la palabra «depresión» no estaba en su vocabulario. En lugar de eso, coqueteaba con la vida, o más bien, le hacía el amor.
—Es una verdadera lástima; dejé mi voto de obediencia en la caravana. No puedo obedecer a esta jovencita. ¿Qué vas a hacer? ¿Pretendes castigarme? Inténtalo. Estoy a tu disposición, no a la de unos viejos amargados que no tienen otra cosa que hacer más que husmear por sus ventanas. ¿Te preocupan? Puedo ahuyentarlos por ti. —extendió los brazos como si fuera a abrazar el sol, dándole un aventurero similor.
Se adelantó a la chica, intentando leer sus pensamientos. Se había enredado tanto en romances que volverse loco por las mujeres que los protagonizaban era parte de su normalidad. No estaba aburrido en absoluto de ese modus operandi. Mientras más se entrelazaran, mejor. Se renovaban sus energías y se redimían sus faltas. Volvía a nacer con cada atención, con cada historia que saboreaba con la boca. La piel femenina albergaba secretos de una manera impresionante. Mujeres… hasta cuando parecían abrir su corazón, guardaban un océano detrás. Fascinantes criaturas. Necesitaba de ellas.
Finalmente algo le dijo que la residencia que estaba observando era el blanco del día. A lo mejor ella, con sus potentes ideas mentales, se lo había transmitido sin querer. O a lo mejor estaban destinados a la complicidad y ni siquiera lo sabían.
—¿Es esta? —sonrió apoyado en la verja— Pues qué linda choza escogiste, Lunita. No eres una chica sencilla en absoluto. Sin perros a la vista; seguramente los estarán sacando a pasear. Viajan más que nosotros, esas sabandijas de clase.
Con un gesto de mano, el gitano indicó a Luna que se acercara a él. Entrarían juntos, lo tenía decidido. Las riquezas guarecidas dentro era lo que menos le interesaba robar.
—Es ahora o ahora, pequeña.
Melalo Minué- Gitano
- Mensajes : 46
Fecha de inscripción : 21/04/2013
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Bohemios inmorales - Luna Bosch [+18]
Ya estaba viendo la catástrofe que les aguardaba si es que Melalo pensaba hacer las cosas a su modo, pero ya no existía manera de huir de él. Luna le había dicho que podía acompañarle siempre que se comportara e hiciera las cosas según la gitana se las dijera, eso era sin embargo como hablar con una pared y la respuesta de Melalo se lo dejaba más que claro. Con la cercanía y la manera en la que actuaba tan seguro de si mismo y tan descaradamente seductor, Luna termino por manotear al aire y mirarle molesta.
– Ya te dije que puedes venir conmigo pero mantén tu distancia. Me molesta que estés tan cerca de mi y sobre todo – le señalo con el dedo – deja de besar mi cuello o cualquier parte de mi cuerpo como si te perteneciera – dejo de mirarle. Aquella cara de gala que atraía a cualquiera era la perdición de las chicas de su edad y por eso, requería limitar el contacto y la cercanía con aquel gitano.
Que la suerte estuviese del lado de ambos, o al menos del lado de ella. Que la presencia de Melalo no arruinara nada y que saliera de aquella mansión con todo lo que planeaba. Esas cosas eran las que realmente esperaba la Bosch, mientras que la voz de Melalo hablaba de cosas que parecían estar orientadas a volver increíblemente infeliz a la gitana.
– Pues si dejaste tu voto de obediencia en la caravana, deberías ir a buscarlo antes de que termine por darte un golpe; y te lo daré de verdad, así que no me retes con esas cosas de, si pretendo castigarte, porque de ser necesario lo haré. Tengo mis métodos para hacer que te arrepientas de cometer tonterías – No tenía nada exactamente planeado, las ideas sobre como castigar a hombres como Melalo se le venia a la mente en un santiamén así que encontraría una manera divertida de hacer que se arrepintiera si es que hacía lo que no debía.
Verlo caminar delante de ella le hizo bufar de la molestia. No porque de verdad le molestara la presencia ajena del todo, sino porque si iba delante de ella, le era más complicado a Luna mantener los pensamientos lejos de él. Se detuvo de golpe cuando sin necesidad de que le dijera algo, el gitano se detuvo justo en la mansión que tenía pensado robar.
– Si, es esta – enarco la ceja – ¿Cómo lo supiste? – siempre había creído que los dotes de Melalo se limitaban a, ser bueno domando animales y seduciendo mujeres, nada más que eso. Pero ahí estaba él, demostrando que se equivocaba – ¿Para qué escogería una sencilla? Siendo que esta tiene todo lo que puedo desear. Dueños ausentes y riqueza por montones – le sonrió. Orgullosa de si misma y de los logros que podía alcanzar por su cuenta – Son ricachones, ¿Qué esperabas? Aunque es bueno para nosotros que se la pasen viajando, de esa manera descuidan sus preciosos hogares y todo cuanto hay en ellos.
– Pues nos estamos tardando entonces – dijo la gitana ya cuando estaba cerca del molesto compañero de aventuras que le tocaba tener ese día – Estoy segura que puedes subir la verja tu solo, así que adelante. Demuestra tus habilidades hombre – y soltó una risita burlona, al tiempo que acomodaba sus faldas antes de buscar la manera de comenzar a trepar por la verja de la entrada, que era relativamente lo único que le separaba de lo que pudiera encontrar en el interior de la mansión. Abrir las puertas era sencillo, escabullirse dentro de la casa mucho más; así que lo más complicado, era pasar la verja sin que nadie los viera y para eso, se actuaba rápido.
Años de entrar de diversas maneras le habían preparado para cualquier cosa, esperaba que con Melalo fuera lo mismo.
Una vez que los pies de la gitana cayeron del lado interno de la verja, sonrío y camino en dirección a la parte trasera de la casa. Debian entrar por la puerta de atrás para que nadie notara su presencia.
– Vamos Melalo – le apuro, antes de desaparecer e ir en busca de la puerta que le llevaría a la gloria del robo.
– Ya te dije que puedes venir conmigo pero mantén tu distancia. Me molesta que estés tan cerca de mi y sobre todo – le señalo con el dedo – deja de besar mi cuello o cualquier parte de mi cuerpo como si te perteneciera – dejo de mirarle. Aquella cara de gala que atraía a cualquiera era la perdición de las chicas de su edad y por eso, requería limitar el contacto y la cercanía con aquel gitano.
Que la suerte estuviese del lado de ambos, o al menos del lado de ella. Que la presencia de Melalo no arruinara nada y que saliera de aquella mansión con todo lo que planeaba. Esas cosas eran las que realmente esperaba la Bosch, mientras que la voz de Melalo hablaba de cosas que parecían estar orientadas a volver increíblemente infeliz a la gitana.
– Pues si dejaste tu voto de obediencia en la caravana, deberías ir a buscarlo antes de que termine por darte un golpe; y te lo daré de verdad, así que no me retes con esas cosas de, si pretendo castigarte, porque de ser necesario lo haré. Tengo mis métodos para hacer que te arrepientas de cometer tonterías – No tenía nada exactamente planeado, las ideas sobre como castigar a hombres como Melalo se le venia a la mente en un santiamén así que encontraría una manera divertida de hacer que se arrepintiera si es que hacía lo que no debía.
Verlo caminar delante de ella le hizo bufar de la molestia. No porque de verdad le molestara la presencia ajena del todo, sino porque si iba delante de ella, le era más complicado a Luna mantener los pensamientos lejos de él. Se detuvo de golpe cuando sin necesidad de que le dijera algo, el gitano se detuvo justo en la mansión que tenía pensado robar.
– Si, es esta – enarco la ceja – ¿Cómo lo supiste? – siempre había creído que los dotes de Melalo se limitaban a, ser bueno domando animales y seduciendo mujeres, nada más que eso. Pero ahí estaba él, demostrando que se equivocaba – ¿Para qué escogería una sencilla? Siendo que esta tiene todo lo que puedo desear. Dueños ausentes y riqueza por montones – le sonrió. Orgullosa de si misma y de los logros que podía alcanzar por su cuenta – Son ricachones, ¿Qué esperabas? Aunque es bueno para nosotros que se la pasen viajando, de esa manera descuidan sus preciosos hogares y todo cuanto hay en ellos.
– Pues nos estamos tardando entonces – dijo la gitana ya cuando estaba cerca del molesto compañero de aventuras que le tocaba tener ese día – Estoy segura que puedes subir la verja tu solo, así que adelante. Demuestra tus habilidades hombre – y soltó una risita burlona, al tiempo que acomodaba sus faldas antes de buscar la manera de comenzar a trepar por la verja de la entrada, que era relativamente lo único que le separaba de lo que pudiera encontrar en el interior de la mansión. Abrir las puertas era sencillo, escabullirse dentro de la casa mucho más; así que lo más complicado, era pasar la verja sin que nadie los viera y para eso, se actuaba rápido.
Años de entrar de diversas maneras le habían preparado para cualquier cosa, esperaba que con Melalo fuera lo mismo.
Una vez que los pies de la gitana cayeron del lado interno de la verja, sonrío y camino en dirección a la parte trasera de la casa. Debian entrar por la puerta de atrás para que nadie notara su presencia.
– Vamos Melalo – le apuro, antes de desaparecer e ir en busca de la puerta que le llevaría a la gloria del robo.
Audrey de Médici- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 94
Fecha de inscripción : 21/04/2013
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Bohemios inmorales - Luna Bosch [+18]
Así que era una chica ambiciosa. Melalo se divirtió con ese hallazgo. No solamente se había maravillosamente desarrollado físicamente, sino que también había dejado los sueños de la infancia como mandar a sus padres o gastar todo en juguetes por un pez más gordo. Muy bien. Esto se estaba tornando de lujo. Porque el domador, además de ser amante de las mujeres, tenía una facilidad para ir tras el dinero como una hormiga tras el rastro del azúcar. Llegar al final del camino después de un tramado esfuerzo sí que era dulce. Casi tanto como el sabor de una nueva mujer. Incluso lo condimentaba con tentaciones.
—Sabes cómo desafiar el ego de un hombre, ¿eh, diablilla? Acepto el reto. No te tardes tú o pensaré que te acobardaste.
Saltó la verja como si fuera un juego de niños. Lo complicado era ingresar a los bancos de noches; ahí sí que los inspectores eran un verdadero dolor en el trasero. Pero ahí… en realidad el dinero pasaba a segundo plano con una muchacha guapa como Luna. Ingresar al lugar, lucirse con su experiencia en el hurto, todo eso era mera ornamente para lo que realmente quería. No se iría con las manos vacías y no buscaba llenarlas con dinero precisamente.
Cuando Luna llegó a su lado, Melalo le apareció por la espalda tomándola coquetamente de la cintura.
—Sorpresa, pequeña. Ay de ti si te llegas a caer del sobresalto. Un poco pronto para que me caigas encima, pero no tengo problema alguno.
La siguió como un can a su dueño exhibiéndole un jugoso trozo de carne. En casos así poco pensaba; lora pasos que daba los lograba por costumbre, porque llevaba años más que suficientes para hacer movimientos automatizados. Así como las bodas tenían su ritual, el negocio de las manos largas tenía el suyo. Sólo había que repetir los mismos pasos en un orden secuencial y el éxito estaría asegurado. Pero las mujeres… cada una era diferente. Debía ser por eso que le gustaban tanto.
—Voy un paso adelante. —se adelantó a la chica antes de que hiciera el ademán de forzar la puerta trasera— Déjame la cerradura a mí. Hay que evitar que se lastimen esas manos que tienes —Y con eso sacó un estrecho cuchillo que casi parecía un alfiler de mayor grosor y tras unos cuantos sonidos, el material cedió— Las damas primero. —enarcó una ceja antes de dejarla ingresar. Aprovechó, desde luego, para echarle una última mirada a su retaguardia.— Gracias, pésimos padres de Lunita, por enseñarle a andar sola.
Ya dentro del inmueble, el escenario resultó el esperado. Si desde afuera se notaba que no había nadie de hace días, desde dentro era aún más notorio con mantas cubriendo las mesas más valiosas y con paños cubriendo las rendijas de las ventanas. Pero lo que más resaltaba era que todo, absolutamente todo, parecía recién elaborado. Piezas de primera calidad, como si nadie hubiera posado sus labios en la vajilla.
Y ahora que Melalo lo pensaba, los muebles no eran lo único que no había sido tocado dentro de la estancia.
—Vaya, olor a caro. —arrugó la nariz— Mira ese sofá de ahí. Apuesto que ni siquiera se sientan. Lo tienen ahí para presumir, estos ricos bastardos.
Una idea le iluminó el rostro. Le sacudió el cuerpo con la fuerza de una tormenta a la que no le seguía una calma.
—Creo que está pidiendo que lo desordenemos un poco —susurró en el oído de la bohemia al tiempo que enroscaba su mano con la ajena.
—Sabes cómo desafiar el ego de un hombre, ¿eh, diablilla? Acepto el reto. No te tardes tú o pensaré que te acobardaste.
Saltó la verja como si fuera un juego de niños. Lo complicado era ingresar a los bancos de noches; ahí sí que los inspectores eran un verdadero dolor en el trasero. Pero ahí… en realidad el dinero pasaba a segundo plano con una muchacha guapa como Luna. Ingresar al lugar, lucirse con su experiencia en el hurto, todo eso era mera ornamente para lo que realmente quería. No se iría con las manos vacías y no buscaba llenarlas con dinero precisamente.
Cuando Luna llegó a su lado, Melalo le apareció por la espalda tomándola coquetamente de la cintura.
—Sorpresa, pequeña. Ay de ti si te llegas a caer del sobresalto. Un poco pronto para que me caigas encima, pero no tengo problema alguno.
La siguió como un can a su dueño exhibiéndole un jugoso trozo de carne. En casos así poco pensaba; lora pasos que daba los lograba por costumbre, porque llevaba años más que suficientes para hacer movimientos automatizados. Así como las bodas tenían su ritual, el negocio de las manos largas tenía el suyo. Sólo había que repetir los mismos pasos en un orden secuencial y el éxito estaría asegurado. Pero las mujeres… cada una era diferente. Debía ser por eso que le gustaban tanto.
—Voy un paso adelante. —se adelantó a la chica antes de que hiciera el ademán de forzar la puerta trasera— Déjame la cerradura a mí. Hay que evitar que se lastimen esas manos que tienes —Y con eso sacó un estrecho cuchillo que casi parecía un alfiler de mayor grosor y tras unos cuantos sonidos, el material cedió— Las damas primero. —enarcó una ceja antes de dejarla ingresar. Aprovechó, desde luego, para echarle una última mirada a su retaguardia.— Gracias, pésimos padres de Lunita, por enseñarle a andar sola.
Ya dentro del inmueble, el escenario resultó el esperado. Si desde afuera se notaba que no había nadie de hace días, desde dentro era aún más notorio con mantas cubriendo las mesas más valiosas y con paños cubriendo las rendijas de las ventanas. Pero lo que más resaltaba era que todo, absolutamente todo, parecía recién elaborado. Piezas de primera calidad, como si nadie hubiera posado sus labios en la vajilla.
Y ahora que Melalo lo pensaba, los muebles no eran lo único que no había sido tocado dentro de la estancia.
—Vaya, olor a caro. —arrugó la nariz— Mira ese sofá de ahí. Apuesto que ni siquiera se sientan. Lo tienen ahí para presumir, estos ricos bastardos.
Una idea le iluminó el rostro. Le sacudió el cuerpo con la fuerza de una tormenta a la que no le seguía una calma.
—Creo que está pidiendo que lo desordenemos un poco —susurró en el oído de la bohemia al tiempo que enroscaba su mano con la ajena.
Melalo Minué- Gitano
- Mensajes : 46
Fecha de inscripción : 21/04/2013
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Bohemios inmorales - Luna Bosch [+18]
Aquel par de gitanos se estaba divirtiendo a su manera; ambos eran diferentes y planeaban conseguir cosas diversas al entrar en esa casa pero aunque no fuera la intención de Luna que ambos estuviesen ahí, el tiempo no podía regresarse y por eso debía soportar la presencia de Melalo, aguardar a que no arruinara las cosas y que por supuesto, no llamara la atención como bien sabia hacerlo. La deserción era primordial para ambos en esos momentos.
– ¿Desafiarte? Pero ni siquiera te considero alguien digno de ser desafiado – dijo la gitana a modo de broma, sin prestar atención a lo que estaba haciendo el gitano; se encontraba centrada en poder entrar en la casa y salir de la vista de cualquier persona que pudiera pasar. Una mueca se formo en sus labios cuando con velocidad Melalo le paso la mano por la cintura; un suspiro salió de sus labios y negó suavemente – Ya quisieras tu que cayera sobre ti; de eso debes pedir tu limosna y mejor vamos a entrar, deja de estar tratando de seducir cualquier cosa que se mueva – porque eso era algo característico de el gitano, tratar de conquistar a cualquier mujer, costara lo que costara. Ayudada con su codo y su brazo, le alejo de su cuerpo y continuo el camino hasta la puerta aquella por donde esperaba que ambos entraran.
– Es toda tuya… – dijo haciendo una leve seña en dirección a la cerradura. Si él decía que podía encargarse de eso, seguro que era capaz de hacerlo. Melalo podría presumir de muchas cosas, pero la mayoría de los suyos sabía que lo hacía porque realmente era verdad – Y si es que puedes abrirla – se inclino un poco mientras que el otro se encontraba concentrado abriendo la cerradura y le susurro al oído – Mis manos estarán muy agradecidas contigo – el tono de su voz fue suave, seductor, pero una sonrisa divertida se lucía en sus labios. La puerta aquella no tardo mucho tiempo en ceder y ante los ojos de la gitana se extendió todo aquello que estaba deseando desde hace tanto tiempo. Paso de largo a Melalo, deslizando su mano por el hombro masculino de manera desinteresada. Para esos momentos la atención de la gitana estaba completamente centrada en todo aquello que podía llevarse para ganar algo de dinero.
Sonrió victoriosa. Aquella casa estaba completamente a su disposición y fue por eso que sin perder nada de tiempo se dirigió a retirar algunas de las mantas de las mesillas donde seguramente se encontraban las decoraciones de la casa, aquellas que eran claro, las más fáciles de robarse. Rió al escuchar a Melalo, a quien ya no miraba para ese momento.
– Olor a caro. ¿Quieres decir olor a abandono y tierra? – se giro entonces para mirar el sofá al que él se refería y río – Por si no te has dado cuenta, parece ser que no usan nada aquí. Es lo bueno y lo malo de ser rico – observo todo – Pueden tener tanto cuanto desean, pero jamás lo disfrutan realmente – y eso era completamente la verdad en aquel caso.
Dio un ligero respingo y miro en dirección al gitano cuando la mano ajena sujeto la suya. Una sonrisa divertida ilumino el rostro de la gitana, quien cerro la mano alrededor de la masculina.
– ¿Solo el sofá? Melalo por favor, la casa entera esta pidiendo que la desordenemos y le otorguemos la diversión que nunca tendrá – aquel gitano era una completa tentación. Luna comenzó a caminar en dirección al sofá, sin soltar la mano ajena, guiándole hasta aquel lugar – Pero me gusta la idea de comenzar en el sofá – No era realmente que hubiera planeado eso, pero ya se había negado suficiente a Melalo. Ya no lo haría más.
– ¿Desafiarte? Pero ni siquiera te considero alguien digno de ser desafiado – dijo la gitana a modo de broma, sin prestar atención a lo que estaba haciendo el gitano; se encontraba centrada en poder entrar en la casa y salir de la vista de cualquier persona que pudiera pasar. Una mueca se formo en sus labios cuando con velocidad Melalo le paso la mano por la cintura; un suspiro salió de sus labios y negó suavemente – Ya quisieras tu que cayera sobre ti; de eso debes pedir tu limosna y mejor vamos a entrar, deja de estar tratando de seducir cualquier cosa que se mueva – porque eso era algo característico de el gitano, tratar de conquistar a cualquier mujer, costara lo que costara. Ayudada con su codo y su brazo, le alejo de su cuerpo y continuo el camino hasta la puerta aquella por donde esperaba que ambos entraran.
– Es toda tuya… – dijo haciendo una leve seña en dirección a la cerradura. Si él decía que podía encargarse de eso, seguro que era capaz de hacerlo. Melalo podría presumir de muchas cosas, pero la mayoría de los suyos sabía que lo hacía porque realmente era verdad – Y si es que puedes abrirla – se inclino un poco mientras que el otro se encontraba concentrado abriendo la cerradura y le susurro al oído – Mis manos estarán muy agradecidas contigo – el tono de su voz fue suave, seductor, pero una sonrisa divertida se lucía en sus labios. La puerta aquella no tardo mucho tiempo en ceder y ante los ojos de la gitana se extendió todo aquello que estaba deseando desde hace tanto tiempo. Paso de largo a Melalo, deslizando su mano por el hombro masculino de manera desinteresada. Para esos momentos la atención de la gitana estaba completamente centrada en todo aquello que podía llevarse para ganar algo de dinero.
Sonrió victoriosa. Aquella casa estaba completamente a su disposición y fue por eso que sin perder nada de tiempo se dirigió a retirar algunas de las mantas de las mesillas donde seguramente se encontraban las decoraciones de la casa, aquellas que eran claro, las más fáciles de robarse. Rió al escuchar a Melalo, a quien ya no miraba para ese momento.
– Olor a caro. ¿Quieres decir olor a abandono y tierra? – se giro entonces para mirar el sofá al que él se refería y río – Por si no te has dado cuenta, parece ser que no usan nada aquí. Es lo bueno y lo malo de ser rico – observo todo – Pueden tener tanto cuanto desean, pero jamás lo disfrutan realmente – y eso era completamente la verdad en aquel caso.
Dio un ligero respingo y miro en dirección al gitano cuando la mano ajena sujeto la suya. Una sonrisa divertida ilumino el rostro de la gitana, quien cerro la mano alrededor de la masculina.
– ¿Solo el sofá? Melalo por favor, la casa entera esta pidiendo que la desordenemos y le otorguemos la diversión que nunca tendrá – aquel gitano era una completa tentación. Luna comenzó a caminar en dirección al sofá, sin soltar la mano ajena, guiándole hasta aquel lugar – Pero me gusta la idea de comenzar en el sofá – No era realmente que hubiera planeado eso, pero ya se había negado suficiente a Melalo. Ya no lo haría más.
Audrey de Médici- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 94
Fecha de inscripción : 21/04/2013
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Bohemios inmorales - Luna Bosch [+18]
Gracias a Santa Sara; Luna estaba comenzando a jugar su juego. Y vaya que sabía manejarse en él. Con la bendición de ella, sólo tenía que evitar estropearlo. Tendría éxito si seguía sus reglas, las cuales eran básicamente ninguna. Por eso sonrió con complicidad a su amante en potencia y echó una última mirada al salón buscando algo que pudiera utilizar para hacer más entretenida la previa. ¡Ah, ahí estaba! Una botella de champaña delicadamente ubicada sobre la mesa de té de una esquina del lugar. En un silencio que soportaba una carcajada de entusiasmo, hizo estallar el corcho y sirvió en dos copas pacientemente. Lunita tenía razón; la casa entera estaba pidiendo desorden, ¿verdad?
Melalo levantó la copa y dio un sorbo, saboreando la champaña. Luego frunció el ceño.
—Esto podría ser mejor. ¿Y sabes de qué manera? —Su boca sensual se levantó en una sonrisa.— Tendría mejor sabor en ti.
Esa fue toda la advertencia que tuvo Luna antes de que Melalo metiera el dedo en la copa y luego trazara el líquido en sus labios. Apenas tuvo un momento para oler el aroma penetrante, sentir el cosquilleo de las burbujas, antes de que el gitano la arrojara al sofá y subiera sobre ella, con los ojos de un negro ardiente, antes que la devorara en un beso abrasador.
El aire dejó su cuerpo en una ráfaga de chisporroteo y necesidad. Se balanceó hacia ella, y la acercó más fuertemente, inclinando los labios sobre los suyos y hundiéndose profundamente en la muchacha. Tan profundo. Fue como si las últimas seis o siete años de separación nunca hubieran pasado. Su cuerpo lo conocía, húmedo, dolorido, abierto, anhelante.
Gimiendo, Melalo la presionó más cerca, conquistando lo último de su resistencia e ingenio con su ferviente beso. Sin pensamientos concientes, para que las manos de ella encontraran el camino dentro de su cabello, atado cuidadosamente en la nuca. Necesitaba que ella enterrarase los dedos en éste, de la misma manera que necesitaba clavar sus sentidos en su olor.
De pronto, él se alejó y trazó más champaña en sus labios. Ahora se estremecían y temblaban, y no podía esperar a sentir su boca sobre la suya nuevamente. Melalo no decepcionó las ansias, saboreándola, bebiendo de ella como si nunca obtuviera suficiente.
Y se preguntaba si alguna vez lo haría.
—Necesito más de ti. —exigió él, quitándose la chaqueta y atacando los botones de su vestido— Ahora.
Melalo levantó la copa y dio un sorbo, saboreando la champaña. Luego frunció el ceño.
—Esto podría ser mejor. ¿Y sabes de qué manera? —Su boca sensual se levantó en una sonrisa.— Tendría mejor sabor en ti.
Esa fue toda la advertencia que tuvo Luna antes de que Melalo metiera el dedo en la copa y luego trazara el líquido en sus labios. Apenas tuvo un momento para oler el aroma penetrante, sentir el cosquilleo de las burbujas, antes de que el gitano la arrojara al sofá y subiera sobre ella, con los ojos de un negro ardiente, antes que la devorara en un beso abrasador.
El aire dejó su cuerpo en una ráfaga de chisporroteo y necesidad. Se balanceó hacia ella, y la acercó más fuertemente, inclinando los labios sobre los suyos y hundiéndose profundamente en la muchacha. Tan profundo. Fue como si las últimas seis o siete años de separación nunca hubieran pasado. Su cuerpo lo conocía, húmedo, dolorido, abierto, anhelante.
Gimiendo, Melalo la presionó más cerca, conquistando lo último de su resistencia e ingenio con su ferviente beso. Sin pensamientos concientes, para que las manos de ella encontraran el camino dentro de su cabello, atado cuidadosamente en la nuca. Necesitaba que ella enterrarase los dedos en éste, de la misma manera que necesitaba clavar sus sentidos en su olor.
De pronto, él se alejó y trazó más champaña en sus labios. Ahora se estremecían y temblaban, y no podía esperar a sentir su boca sobre la suya nuevamente. Melalo no decepcionó las ansias, saboreándola, bebiendo de ella como si nunca obtuviera suficiente.
Y se preguntaba si alguna vez lo haría.
—Necesito más de ti. —exigió él, quitándose la chaqueta y atacando los botones de su vestido— Ahora.
Melalo Minué- Gitano
- Mensajes : 46
Fecha de inscripción : 21/04/2013
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Bohemios inmorales - Luna Bosch [+18]
El ambiente estaba cambiando y a la gitana le generaba curiosidad saber como es que se daría todo. Ya no veía ella la necesidad de mantener lejos a Melalo, en aquella casa todo lo que sucediera quedaría entre ambos, solo ellos serían los testigos de lo que ocurriera y la española ya se había negado suficiente a esas ganas que poseía de conocer más del domador. Se decía a si misma que era necesario que resistiera y no cediera a la seducción de Melalo, pero sus palabras salieron antes de que ellas las planeara, como un reto para aquel gitano. Y entonces, no quedaba espacio para volver atrás; si las cosas iban a arder entre ellos, que fuera de pasión.
Le miro caminar con las copas y la champaña, con esa sonrisa estúpidamente seductora que poseía y enarco la ceja ante la pregunta que el gitano formulaba.
– No lo sé, deberías decirme – le sonrío, sin apartarle la mirada ni un solo segundo y ante la respuesta que recibiera soltó una carcajada – Te estas tardando entonces – mantuvo la sonrisa en los labios mientras que el dedo de Melalo los delineaba con la bebida y antes de que pudiera ella hacer algo, ya había caído sobre el sofá, con el cuerpo del gitano sobre el suyo y los labios ajenos devorando los propios.
La cordura que Luna tratara de mantener cayó conforme el cuerpo de Melalo se acercaba más al suyo y el propio cuerpo de la gitana se acomodaba debajo del peso ajeno. Besar al gitano aquel era simplemente perderse en el deseo contenido. Las manos femeninas se situaron en la espalda masculina, acercando más aquel cuerpo, buscándole con insistencia porque la cercanía de un beso no le era suficiente. Le mordió el labio, dejando que su cuerpo respondiera más bien por el mero deseo y los impulsos que por el pensamiento. Cuando se alejo, la mirada de la española le busco y su rostro parecía seguir los dedos que delineaban nuevamente sus labios pero la separación no duro mucho tiempo y una vez que los labios de ambos volvían a lo de antes, los dedos de Luna terminaron en el cabello de Melalo, no le gustaba que lo llevara atado, siempre le parecía más recto de esa manera y cuando lo llevaba suelto le parecía ver a un animal salvaje, aguardando por devorar a su presa; y ella quería ser la presa en esos momentos. Apenas unos movimientos y finalmente podía pasar sus dedos por aquel cabello de la manera en que a ella le gustaba.
Maldijo internamente cuando los labios de Melalo dejaron los suyos, pero aquello que prometía venir le agradaba mucho más. Sonrió, dejando que él sacara parte de las ropas que llevaba.
– Y yo de ti, así que no me hagas esperar – directamente las manos de la gitana fueron a los pantalones de Melalo. Para que darle más largas a lo que ambos estaban esperando, lo mejor era que la diversión comenzara para ambos.
Le miro caminar con las copas y la champaña, con esa sonrisa estúpidamente seductora que poseía y enarco la ceja ante la pregunta que el gitano formulaba.
– No lo sé, deberías decirme – le sonrío, sin apartarle la mirada ni un solo segundo y ante la respuesta que recibiera soltó una carcajada – Te estas tardando entonces – mantuvo la sonrisa en los labios mientras que el dedo de Melalo los delineaba con la bebida y antes de que pudiera ella hacer algo, ya había caído sobre el sofá, con el cuerpo del gitano sobre el suyo y los labios ajenos devorando los propios.
La cordura que Luna tratara de mantener cayó conforme el cuerpo de Melalo se acercaba más al suyo y el propio cuerpo de la gitana se acomodaba debajo del peso ajeno. Besar al gitano aquel era simplemente perderse en el deseo contenido. Las manos femeninas se situaron en la espalda masculina, acercando más aquel cuerpo, buscándole con insistencia porque la cercanía de un beso no le era suficiente. Le mordió el labio, dejando que su cuerpo respondiera más bien por el mero deseo y los impulsos que por el pensamiento. Cuando se alejo, la mirada de la española le busco y su rostro parecía seguir los dedos que delineaban nuevamente sus labios pero la separación no duro mucho tiempo y una vez que los labios de ambos volvían a lo de antes, los dedos de Luna terminaron en el cabello de Melalo, no le gustaba que lo llevara atado, siempre le parecía más recto de esa manera y cuando lo llevaba suelto le parecía ver a un animal salvaje, aguardando por devorar a su presa; y ella quería ser la presa en esos momentos. Apenas unos movimientos y finalmente podía pasar sus dedos por aquel cabello de la manera en que a ella le gustaba.
Maldijo internamente cuando los labios de Melalo dejaron los suyos, pero aquello que prometía venir le agradaba mucho más. Sonrió, dejando que él sacara parte de las ropas que llevaba.
– Y yo de ti, así que no me hagas esperar – directamente las manos de la gitana fueron a los pantalones de Melalo. Para que darle más largas a lo que ambos estaban esperando, lo mejor era que la diversión comenzara para ambos.
Audrey de Médici- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 94
Fecha de inscripción : 21/04/2013
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Bohemios inmorales - Luna Bosch [+18]
Ahora comenzaba.
«Y yo de ti, así que no me hagas esperar» la escuchó provocar con voz profunda.
Diablos, él deseaba, tanto, tanto. Se frotó una mano por la cara, luego fijó su mirada en Luna nuevamente. No podía mantenerse alejado. Simplemente imposible. Pero tampoco podía permitir que comenzaran con ella al mando. Melalo era un domador; la fiera tenía que aprender primero quién mandaba. Así que la tomó de las manos y la clavó con la mirada.
—Así que quieres comenzar a conocerme desde abajo. Eres una chica muy directa. Aunque un poco ansiosa, ¿no? —la tomó de las muñecas y las posicionó tras su cabeza. Así, esa era la posición perfecta para comenzar a humedecerla— Tranquila, que no pienso parar hasta dejarte sin voz.
¿Y cómo ponerse freno cuando estaba a milímetros de esa bosa enrojecida y el aire olía a mujer excitada? Veía la transpiración brillando entre sus pechos. Era la criatura más hermosa y sexy que hubiera visto alguna vez. Y que vería. ¿Cómo se suponía que se retractara, que pensara en la moral? No, de ninguna manera. Estar en la casa con ella ahora era tan peligroso como bañarse en aceite antes de bailar alrededor de una fogata. Diablos, se sentía como un bastardo enfermo, pero de ninguna manera podía hacerle el monje, cubrirla y llevarla a la tribu como si nada.
Melalo volcó otro beso en su boca y aprovechando de levantar el vestido hasta la cintura y acariciar las contorneadas piernas de la gitana. Con cada movimiento frotaba sus cuerpos juntos, especialmente ese punto en que sus pelvis se incitaban una a la otra con un calor abrasador. Y lo haría para tenerla permanentemente conteniendo el aliento por la increíble fricción. Él estaba realmente ahí. Con ella.
Momentos después, su mundo se inclinó, y luego comenzaba a dolerle la milimétrica distancia entre los dos, y Melalo estaba encima de ella, apoyado en sus brazos. Respirando con dificultad, el gitano la miró a través de la bruma del apetito. Acercó el rostro como un felino hasta apoyarlo en el valle de los pechos de ella y cerró los ojos para dejarse llevar por el aroma. Inmediatamente después abrió los ojos y sonrió juguetón. Estaba pasándolo de fábula.
— Quisiera comprobar algo, Lunita. Es un poco obvio y de todas maneras me daré cuenta, pero déjame divertirme preguntándotelo: ¿te conservas doncella? —estaba claro. Ninguna mujer virgen iría directamente al punto como ella. No se renunciaba al juego precio sabiendo lo que era. Melalo le sonrió. Las vírgenes lo excitaban. Y besó la frente de la chica sintiéndose afortunado de tomar ese presente— Serás una espectacular aprendiz.
Melalo tomó su boca profundamente, con un deseo intenso en cada aplastamiento de sus labios, cada golpe de su lengua. Largos minutos después, él se levantó para desabrocharse la camisa y revelarle su torso acalorado a quien se convertiría en su amante.
—Me encantan estos —él susurró tomando uno de los pechos de la muchacha entre sus manos como si lo marcase— Después de hoy, recordarás lo hinchados que se te pusieron cuando los tuve en mi boca, y lo sensibles que se pusieron luego de recordarlo.
«Y yo de ti, así que no me hagas esperar» la escuchó provocar con voz profunda.
Diablos, él deseaba, tanto, tanto. Se frotó una mano por la cara, luego fijó su mirada en Luna nuevamente. No podía mantenerse alejado. Simplemente imposible. Pero tampoco podía permitir que comenzaran con ella al mando. Melalo era un domador; la fiera tenía que aprender primero quién mandaba. Así que la tomó de las manos y la clavó con la mirada.
—Así que quieres comenzar a conocerme desde abajo. Eres una chica muy directa. Aunque un poco ansiosa, ¿no? —la tomó de las muñecas y las posicionó tras su cabeza. Así, esa era la posición perfecta para comenzar a humedecerla— Tranquila, que no pienso parar hasta dejarte sin voz.
¿Y cómo ponerse freno cuando estaba a milímetros de esa bosa enrojecida y el aire olía a mujer excitada? Veía la transpiración brillando entre sus pechos. Era la criatura más hermosa y sexy que hubiera visto alguna vez. Y que vería. ¿Cómo se suponía que se retractara, que pensara en la moral? No, de ninguna manera. Estar en la casa con ella ahora era tan peligroso como bañarse en aceite antes de bailar alrededor de una fogata. Diablos, se sentía como un bastardo enfermo, pero de ninguna manera podía hacerle el monje, cubrirla y llevarla a la tribu como si nada.
Melalo volcó otro beso en su boca y aprovechando de levantar el vestido hasta la cintura y acariciar las contorneadas piernas de la gitana. Con cada movimiento frotaba sus cuerpos juntos, especialmente ese punto en que sus pelvis se incitaban una a la otra con un calor abrasador. Y lo haría para tenerla permanentemente conteniendo el aliento por la increíble fricción. Él estaba realmente ahí. Con ella.
Momentos después, su mundo se inclinó, y luego comenzaba a dolerle la milimétrica distancia entre los dos, y Melalo estaba encima de ella, apoyado en sus brazos. Respirando con dificultad, el gitano la miró a través de la bruma del apetito. Acercó el rostro como un felino hasta apoyarlo en el valle de los pechos de ella y cerró los ojos para dejarse llevar por el aroma. Inmediatamente después abrió los ojos y sonrió juguetón. Estaba pasándolo de fábula.
— Quisiera comprobar algo, Lunita. Es un poco obvio y de todas maneras me daré cuenta, pero déjame divertirme preguntándotelo: ¿te conservas doncella? —estaba claro. Ninguna mujer virgen iría directamente al punto como ella. No se renunciaba al juego precio sabiendo lo que era. Melalo le sonrió. Las vírgenes lo excitaban. Y besó la frente de la chica sintiéndose afortunado de tomar ese presente— Serás una espectacular aprendiz.
Melalo tomó su boca profundamente, con un deseo intenso en cada aplastamiento de sus labios, cada golpe de su lengua. Largos minutos después, él se levantó para desabrocharse la camisa y revelarle su torso acalorado a quien se convertiría en su amante.
—Me encantan estos —él susurró tomando uno de los pechos de la muchacha entre sus manos como si lo marcase— Después de hoy, recordarás lo hinchados que se te pusieron cuando los tuve en mi boca, y lo sensibles que se pusieron luego de recordarlo.
Melalo Minué- Gitano
- Mensajes : 46
Fecha de inscripción : 21/04/2013
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Temas similares
» Halo de luna [Luna Bosch]
» A Beautiful Lie [Luna Bosch]
» Que no se ponga la luna
» Un eclipse,Sol Bosch ♥
» luna brillante azul luna
» A Beautiful Lie [Luna Bosch]
» Que no se ponga la luna
» Un eclipse,Sol Bosch ♥
» luna brillante azul luna
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour