AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Devil's Choir +18 {Josiah D'Olincourt}
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Devil's Choir +18 {Josiah D'Olincourt}
‘’Dulce niña de cabellos rubios, ojos como el mar… No mires por la ventana, que un cuerpo sin consuelo llora por el amor que el tiempo le arrebató, uno que, no regresó y le dejó penando… ¡Oh pequeña! Que no te gane el valor, no te fíes de su belleza pues a los hombres atrae, engatusa y luego se alimenta de su templo… Es la viuda que viste de negro, la que vendió su alma al Averno para obtener el don de la inmortalidad. No mires pequeña, no abrazas tus ojos y cuenta hasta diez que los rumores son ciertos. No escuches su canción, no le prestes atención, no acudas a su llanto pues entre beso y roces en sus garras acabarás…’’
Sentada enfrente del espejo susurré un recuerdo apenas audible, vacío y lleno de diversión. Justo cuando el velo negro cayó encima de mi rostro envolviendo mi piel que era tan clara como la luz de luna. Una sonrisa se dibujó en mis labios pintados de rojo intenso, el color que adoraba con fría pasión. El vestido que era tan negro como la noche cubría desde mis muñecas todo el cuerpo y caía apretadamente por mi cintura, caderas, ciñendo mis piernas dejando ver un atrevido escote en forma de uve ampliado. Mi cabello de oro apagado suelto deslizándose por mi espalda me daba un aspecto de viuda negra que estaba lista para atormentar. Dos toques del perfume de jazmín y rosas y sonreí mordiendo aquel gesto pues nunca había sido ninguna viuda ni alma en pena, sólo un ser lleno de deseo por el miedo y por los placeres que me recordaban estar eternamente viva.
Salí de la mansión como niña errante dando pasos ligeros sin detenerme en ningún sitio. ¡Oh sí que adoraba esto! Sentía como la emoción traviesa erizaba mi piel haciéndome apresurar el camino. En un abrir y cerrar de ojos estaba caminando por los bosques de París. De día el sol era tan fuerte que dejaba la tierra caliente, lo sentía en la boca de mi estómago y tarareando una melodía que podía sonar tierna comencé a caminar en medio de los árboles como si estuviese haciendo la entrada nupcial a una iglesia y mis murmullos pudieron ser más fuertes. El lugar que estaba completamente solo era perfecto, ¿Quién sería m victima? ¿Llegaría pronto? ¿Cómo actuaría ante mí? Volví a sonreír haciendo más melódico mí canto sintiendo en la lejanía la presencia de un ser humano, uno que divisé de inmediato.
Miré sin recato un cuerpo masculino, bastante alto de hombros anchos y prominentes brazos, mordí mi labio porque era mi día de suerte, parecía una niña con premio. Me acerqué merodeándole de cerca sin dejar de tararear la melodía, sosteniendo mis manos cerca de mi cintura, ambas juntas y sin esperar más llegué a su espalda y besé aquella sin permiso a lo que el velo cubría mi rostro y esperé que se girara para ver su expresión. Mordí mi sonrisa y deslicé un dedo en la capa de músculos que no se dejaba ver por una incómoda camisa. —No gires- solté espontáneo haciendo un camino con mis dedos por sus brazos hasta sus manos sin saber si el hombre me seguiría el juego aunque para mí las cartas habían hablado.Última edición por Denisse d'Auxerre el Sáb Mayo 31, 2014 10:21 pm, editado 1 vez
Denisse d'Auxerre- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 24/01/2014
Re: Devil's Choir +18 {Josiah D'Olincourt}
¡Oh amigo mío! La prosperidad del crimen
es como el rayo cuyos resplandores engañosos
sólo embellecen un instante la atmósfera
para precipitar en los abismos de la muerte
al desdichado que han deslumbrado.
es como el rayo cuyos resplandores engañosos
sólo embellecen un instante la atmósfera
para precipitar en los abismos de la muerte
al desdichado que han deslumbrado.
En vísperas de concluir con un pacto de calumnias, se dejo ser contra las oscuras sombras que entregaba sin favores el árbol más descomunal del centro; Allí solía trabajar, aprovecharse del alma más sensible, la persona más justa, aquel inconsciente que solía creer en las fortunas mal infundadas por un gitano de mal aspecto, pero con poder de convencimiento; Solía juntar dinero que sólo se destinaba a placeres, inmensos placeres de pensamientos clandestinos, juegos colosales junto a la piel ferviente de una fémina quizás por noche; Ninguna mujer podía ser recibida con completo sentimentalismo, pues a cambio de ello, él se encargaba de nivelar sus pensamientos bajo las "Divinidades" que exponía a ellas bajo cartas, falacias o simplemente la visión de un aura que por mayor parte jamás conocía en un primer instante, o un segundo o tercero, a decir verdad.
Había llegado su parroquiano; Hombre selecto, de buen andar, robusto miembro activo de tal magnificencia como lo era la realeza, ¿Que hacía? Pues buscaba su destino entre las manos de un gitano.
Reveló una sonrisa jocosa entre sus labios segundos antes de lanzar las cartas contra el suelo; Tierra por doquier, desorden contra el suelo y un suspiro innecesario para añadir zozobra a la circunstancia.
Sabía lo que él pensaba, era cómo todos, tensaba su mandíbula para no dejar entre ver cómo sus entrañas se fundían bajo el nerviosismo de lo que sabría; Desviaba la mirada intentando buscar algo que no vendría, imploraba auxilio a terceros fantasmas que no vendrían a por él; Mientras tanto el gitano, reía por dentro, detallando cada gesto, cada minúsculo detalle que le diera poder contra aquel susodicho.
Quién sabe, pues cuando el cielo no llueve con sus golpes envía sicarios a justificar lo que no se lleva a cabo; Pero aquella vez fue diferente, aquellas cartas tomaron posición contra el suelo y el castaño chasqueo su lengua un par de veces, entrecerró sus ojos y sin más que acotar, se inclino, recogió aquel maso y golpeo un par de veces el hombre de aquella figura - No diré que la virtud no lo acompaña, pero esta noche viles criaturas rodean su andar o quizás el mío... no es momento de lecturas - tan grave fue su voz que su compañero más rápido que un felino en apuros, retomo su camino dejando al gitano sólo en medio de la nada; Alzó al vista y cuando la luna comenzaba a bañar su rostro, respingo su alma y sólo afloro un suspiro.
Dulce aroma femenino de una inmaculada belleza; No le veía pero el resonar de sus tacones poco a poco cortaban distancia entre ambos.
No se había reflejado en eso hasta ahora; Llevaba los pantalones desgarrados por ciertas esferas de distancia donde se colaba en frío en las noches taciturnas que solía sobrellevar por los bosques de la ciudad; Remera holgada, deslavada y un par de botas gruesas a medio atar.
Era una diversión bastante natural; sintió su mano desenvolverse contra su hombro y sólo respondió con un movimiento involuntario; No esperaba roce, pero cerró sus ojos para dejarse desvelar por el perfume que lo ahogaba poco a poco en cada bocanada que llenaba sus pulmones de ella, de aquella desconocida belleza.
Su beso desenvolvió una sonrisa contra las expresiones del castaño he irguiendo su espalda no se giro, sólo llevo ambas manos a los bolsillos delanteros de su pantalones y asintió bajando la mirada a la mano que recorría su brazo derecho -Señorita... quizás en problemas estoy yo o usted, pero hablar con desconocidos no está bien- murmuró impulsando una de sus manos, la diestra para ser más exactos rosando quizás tan sólo la fina piel ajena, sintiendo en ese mínimo detalle la frialdad que la caracterizaba.
Josiah D'Olincourt- Gitano
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Re: Devil's Choir +18 {Josiah D'Olincourt}
El bosque era el lugar perfecto ni sé por qué había elegido aquel sitio seguramente por instinto. Me quejé un poco de la oscuridad deseando que los árboles fuesen menos altos un poco menos espesos y así la luz de la luna pudiera traspasar las hojas tocando la tierra, tocando mi piel para darle un poco más de realismo a la escena. La melodía era muy entonada lo que me hacía sonreí como una desquiciada sin saber por qué, claro, que no hacía gran escándalo porque no quería llamar la atención, quien cayera en mis fauces iba a ser por su propio deseo, por ese que buscaba con recelo.
Vestida con aquella oda negra sin poder negar que estaba emocionada por la presencia del hombre que traía un aire de humano alcé la ceja viéndolo completo nuevamente y mis manos encantadas a su tacto tibio se fundían en colores. Concluí que no era sólo un hombre más, en él recorrían otros artes, la adivinación por ejemplo, lo que hizo que mi agarre fuese más confianzudo, total no me importaba si le incomodaba aunque por la actitud relajada dudaba que lo estuviese haciendo. Solté una sonrisa divertida al ver lo obediente que era, me bañaba en maldad, a sus espaldas tanteaba las posibilidades y me imaginaba el prodigio que estaba frente a mí sin darme la cara lo que hacía que esperara unos segundos más antes de conversar como ‘’adultos’’. De nuevo la canción salía de mi garganta esperando que él la conociera, la historia era muy conocida en la infancia antes de ir a dormir, la típica amenaza para que cerraran sus bocas y cepillaran sus dientes y yo la hacía realidad. —¿No le asusta?- solté su mano de inmediato las palabras salieron de mi boca y me quedé plantada detrás de él con una fina voz susurrarle —Dos extraños. Este bosque. La noche que no le deja ver- solté una pequeña sonrisa y con una mano toqué su espalda llevándola hasta uno de sus costados para caminar rodeándole ocultando mi rostro bajo el pedazo de tela delgado negro y con un dedo sellé sus labios para evitar que hablar.
—No debió de cruzarse en mi camino, los que lo hacen no terminan bien- con la mano libre tomé la suya y le lo llevé hasta el velo para que lo quitara junto a mí en un movimiento muy sagaz. Cerré los ojos y mis labios rojos se juntaron en una sonrisa casta manteniendo siempre cerrado los labios del hombre. —No creo ser yo la que está en problemas- deslicé el dedo por su barbilla como quien quita la llave de un candado y justo en la línea media de su cuello comencé a bajar hasta mitad de su esternón. —Los desconocidos pueden volverse conocidos- alcé los hombros abriendo de golpe los ojos para mostrar el cielo reflejados en él pues estaban despejados y observé cada uno de sus características abriendo la mano en su pecho. —¿Gusta de riesgos?- volví a tararear la canción y mordí mi labio como una descarada.
Volteé a ver a los lados sabiendo que no había nadie a nuestro alrededor pero como medida de precaución giré la cabeza un par de veces y susurré —Está a solas con una viuda de negro- solté una sonrisa por la niñería que había dicho —¿Conoce la historia?- dando dos pasos para acercarme más a su cuerpo y acortar distancias viendo unos tatuajes que salían de la manga de su camisa y alzando la ceja —Cuente hasta diez, cierre los ojos y no crea en lo que ve- exigí suavemente quedando justo a su frente notando lo prominente que era su cuerpo contra el mío esperando ansiosa desenmascarar su aura.
Denisse d'Auxerre- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 24/01/2014
Re: Devil's Choir +18 {Josiah D'Olincourt}
¿Se le permitiría a un hombre abandonar sus deseos por un completa desconocida? Se entiende que no, debido al simple hecho de que para implantar deseos en el cuerpo humano, primero se debe plasmar una figura del deseo frente a su vista; Cosa que en el acto no se hallaba.
Tortura silenciosa era la que se llevaba a cabo, sólo disfrutaba desde el más allá, cómo un fiel espectador de algo que no podía tocar aún; Y si bien su mente le hacía un rompecabezas de confusiones, se colaba entre ellos una idea al mejor estilo de la excentricidad, ¿Cómo pensar tanto en tan limitado lapso?
Mujer con titulo, era lo único que se le venía a la mente luego de oír su voz resonar entre los dispersos arbustos que atestaban su entorno.
Debido al aprendizaje que le dejaba el libro de la vida, no hizo más que prestar atención a cómo ella se alejaba de la cercanía que este había impuesto con una de sus manos, oculto una sonrisa entre sus labios, chasqueando un par de veces su lengua para evitar hablar y arruinar la dulce melodía de su voz, junto a el sonar de una canción bastante tenebrosa que aún hacía eco entre sus contornos.
-Está lejos de asustarme señorita, más bien... se me hace delicioso el hecho de tener compañía ésta noche; Más si se trata de un misterio cómo usted - Manifestó irguiendo su espalda, proponiendo en su mente la idea de apreciar su rostro, mismo que luego de pasados los segundos se sorprendería al verle cubierto por un velo negro innecesario a opinión del gitano; Pretendía correrlo, pero se limito tan sólo a apreciar las mínimas facciones que la lluvia de luna le permitía; Enarcó una de sus cejas entretanto presionaba sus labios antes los nuevos comentarios de aquella fémina, se dejo estar disfrutando de cómo las amenazas lejos de asustarle le provocaban algo más; No era que desconfiara de que algo malo podría hacer, pero la curiosidad por ver que crearía, se le hacía mucho más interesante.
-Es usted quien se ha cruzado en el mío, pero... recibo cualquier castigo que quiera darme por tal imprudencia- cada palabra barría su lengua tan lentamente que en medio de cada silbaba, aquel velo se daba paso a reflejar su rostro inmaculado; Su mano le ayudaba a guiar la propia, por lo que cuando ésta insulsa tela caía, se dejo deslumbrar por aquella Eva; Detalló en esos carnosos y rojizos labios; Adicción irremediable para ese gitano libertino.
Al salir del trance efímero en el cual se había hundido cómo el peor de los inocentes, comenzó a poner atención que cada detalle; Se hallaba a ojos cerrados, por lo cuál el entrecerrar sus ojos se le hizo fácil, ladeo parte de su rostro y laboreo su propio labio inferior; Quizás sí había bellezas en su vida, pero ella se caracterizaba por algo más, lo que no le limitó denotar una jocosa sonrisa cuando ésta fémina hizo un juego silencioso con uno de sus dedos por toda la linea del rostro masculino; Siguió el movimiento completo hasta detenerse cerca de su pecho; Alzo la vista y ella también; Reflejo en sus ojos su mirar, entreabrió sus labios justo en el instante que ella silenciaba sus dichos - Suelo vivir siempre al filo del peligro... supongo que eso lo podemos denominar cómo un riesgo permanente- un goce interior le hizo soltar una leve risa, sin nerviosismo, por lo contrario, una risa en respuesta a esa mordida que se daba contra el grosor tentador de su labio.
Relajó su postura próximamente a imitar sus movimientos, ladeo su cabeza de lado a lado, casi imitando un gesto de negación, pero por lo contrario, verificaba de igual forma si alguien más le hacía compañía en lo que se conformaba cómo una comprometedora noche; Trago nuevamente en seco ante la falta de comunicación entre ambos y la vio de frente a sus ojos; Emprendió un paso más, acortando distancia entre ambos cuerpos, una pregunta había sido planteada en lo que el castaño tomaba el atrevimiento de posar su mano derecha contra la curva de su pronunciada cintura - No, podría usted contarme tal historia...- Después de una larga espera, cerró sus ojos; Llevaría el juego de aquella fémina al pie de la letra.
Tortura silenciosa era la que se llevaba a cabo, sólo disfrutaba desde el más allá, cómo un fiel espectador de algo que no podía tocar aún; Y si bien su mente le hacía un rompecabezas de confusiones, se colaba entre ellos una idea al mejor estilo de la excentricidad, ¿Cómo pensar tanto en tan limitado lapso?
Mujer con titulo, era lo único que se le venía a la mente luego de oír su voz resonar entre los dispersos arbustos que atestaban su entorno.
Debido al aprendizaje que le dejaba el libro de la vida, no hizo más que prestar atención a cómo ella se alejaba de la cercanía que este había impuesto con una de sus manos, oculto una sonrisa entre sus labios, chasqueando un par de veces su lengua para evitar hablar y arruinar la dulce melodía de su voz, junto a el sonar de una canción bastante tenebrosa que aún hacía eco entre sus contornos.
-Está lejos de asustarme señorita, más bien... se me hace delicioso el hecho de tener compañía ésta noche; Más si se trata de un misterio cómo usted - Manifestó irguiendo su espalda, proponiendo en su mente la idea de apreciar su rostro, mismo que luego de pasados los segundos se sorprendería al verle cubierto por un velo negro innecesario a opinión del gitano; Pretendía correrlo, pero se limito tan sólo a apreciar las mínimas facciones que la lluvia de luna le permitía; Enarcó una de sus cejas entretanto presionaba sus labios antes los nuevos comentarios de aquella fémina, se dejo estar disfrutando de cómo las amenazas lejos de asustarle le provocaban algo más; No era que desconfiara de que algo malo podría hacer, pero la curiosidad por ver que crearía, se le hacía mucho más interesante.
-Es usted quien se ha cruzado en el mío, pero... recibo cualquier castigo que quiera darme por tal imprudencia- cada palabra barría su lengua tan lentamente que en medio de cada silbaba, aquel velo se daba paso a reflejar su rostro inmaculado; Su mano le ayudaba a guiar la propia, por lo que cuando ésta insulsa tela caía, se dejo deslumbrar por aquella Eva; Detalló en esos carnosos y rojizos labios; Adicción irremediable para ese gitano libertino.
Al salir del trance efímero en el cual se había hundido cómo el peor de los inocentes, comenzó a poner atención que cada detalle; Se hallaba a ojos cerrados, por lo cuál el entrecerrar sus ojos se le hizo fácil, ladeo parte de su rostro y laboreo su propio labio inferior; Quizás sí había bellezas en su vida, pero ella se caracterizaba por algo más, lo que no le limitó denotar una jocosa sonrisa cuando ésta fémina hizo un juego silencioso con uno de sus dedos por toda la linea del rostro masculino; Siguió el movimiento completo hasta detenerse cerca de su pecho; Alzo la vista y ella también; Reflejo en sus ojos su mirar, entreabrió sus labios justo en el instante que ella silenciaba sus dichos - Suelo vivir siempre al filo del peligro... supongo que eso lo podemos denominar cómo un riesgo permanente- un goce interior le hizo soltar una leve risa, sin nerviosismo, por lo contrario, una risa en respuesta a esa mordida que se daba contra el grosor tentador de su labio.
Relajó su postura próximamente a imitar sus movimientos, ladeo su cabeza de lado a lado, casi imitando un gesto de negación, pero por lo contrario, verificaba de igual forma si alguien más le hacía compañía en lo que se conformaba cómo una comprometedora noche; Trago nuevamente en seco ante la falta de comunicación entre ambos y la vio de frente a sus ojos; Emprendió un paso más, acortando distancia entre ambos cuerpos, una pregunta había sido planteada en lo que el castaño tomaba el atrevimiento de posar su mano derecha contra la curva de su pronunciada cintura - No, podría usted contarme tal historia...- Después de una larga espera, cerró sus ojos; Llevaría el juego de aquella fémina al pie de la letra.
Josiah D'Olincourt- Gitano
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Fecha de inscripción : 20/04/2014
Re: Devil's Choir +18 {Josiah D'Olincourt}
Mi sonrisa era tan grande como el vacío que nos rodeaba, la soledad acompañada de dos simples almas, una tan corrupta sacada de la manga del averno y la otra que ocultaba deseos, a los que yo claramente estaba dispuesta a descubrir con mis trucos más sucios de ser necesario. Mi mente que era una cajita de pandora estaba tan expandida pensando en el enorme hombre a mi frente ¿Se podía dar cuenta él de mis deseos? ¿Podría leerme la sonrisa y descifrar mi anhelo por algo más que una simple charla? Solté una sonrisita para mí sin que fuera sonora, ni siquiera lo había analizado bien y estaba tentada a comerme su carne de un solo bocado, una especie de agujero se abrió en la boca del estómago ascendiendo a mi garganta que se secó con sólo pensarme la idea de una manera más… mundana. Su voz gruesa me despertó y sus palabras me hicieron alzar una de mis cejas, vaya que sí era osado, decir cosas de manera tan confianzuda no era algo muy cuerdo de su parte menos cuando tenía a una ‘’viuda herida’’ escupiéndole su ponzoñoso deseo desde los poros. No esperé más y las palabras salieron como dedos marcando su cuerpo. —No juegue con fuego que se puede quemar o en este caso…- susurré tan fuerte para que pudiera oírme —Quemarse y claro, sería un desperdicio- mordí mi sonrisa victoriosa gozando una vez más de sus facciones.
Una chispa dentro de mi cuerpo hizo cortocircuito y mordí mi lengua por sus respuestas claro que lo sabía, él estaba jugando conmigo, me estaba pisando los talones pero no lo dejaría alcanzarme aunque debía de admitir que era muy bueno pero en este juego de la seducción solo puede haber un ganador y claro la que estaba vestida de negro radiante esperando por el premio mayor era yo —¿Castigo? Qué tentador… ¿Cree que pueda soportarlo? La remisión de su error por seguir el olor de mi perfume, no creo ser menos traviesa que antes- hice un poco de presión con mis dedos sobre la dureza de sus músculos a mi tacto y sonreí sin poder fingir más. Una vez que nuestros ojos se cruzaron el estallido de unas aves nocturnas sobrevolar nuestras cabezas me hizo desviar la vista al cielo sin retirarme del contacto del cuerpo ajeno. —Ellas lo saben… Saben lo que pasará aquí, hombre que goza del peligro y no creo que se quieran quedar para observan… Están huyendo lejos de usted y de mi - el dedo que había callado su boca marcado con sus labios lo llevé hasta los míos el cual besé de manera tranquila como si hubiese recibido un beso de él mismo, claro no se compararía con sentirlos de manera natural lo que arreglaría en un par de segundos.
Un silencio se instaló entre ambos lo que me hizo percibir las palpitaciones del corazón ajeno, me quedé callada un poco más para poder escucharlos y una sonrisa ladina salió de mi cara casi cínica pues él no se encontraba ni por un milímetro de nervioso ¿Así era su confianza? Mi cuerpo que estaba vestido del negro de la noche comenzó a rondarlo como si fuese a atacar su piel en cualquier momento pero deteniéndome justo en su frente éste me tomó ventaja con un paso que dejó las distancias tan cortas para poder respirar su aire fuese lo que yo quería y su mano agarró algo más que la tela de mi ropa a lo que mordí mi labio sin ni una pizca de vergüenza hundiendo mis ojos en los de él y asentí encantada al relatarle la historia. —Pero tiene que cerrar los ojos y contar hasta diez mientras le relato lo que la canción cuenta ¿si?- Ni siquiera esperé su respuesta y con mis manos a su espalda cubrí su visión acercándome a uno de sus costados para susurrarle en el oído.
—Hace algún tiempo… Una mujer tan pálida como la leche y fría con el hielo fue vista por los bosques, cubría su rostro con la oscuridad porque jamás había alcanzado la felicidad por un corazón que nunca volvió - rocé mis labios contra el lóbulo de la oreja del ajeno subiendo levemente para que el contacto fuese notorio y continuando con un tono suave y tranquilo deslizando mis palabras en el viento —Mantelos cerrados- retirando mis manos de sus ojos di un paso hacia atrás para estar nuevamente delante de él cerciorándome de que no fuese a espiar, realmente esto era divertido, no podía. —Entonces…- proseguí aclarando mi voz y acercándome a su piel tomando una mano gruesa de mi acompañante y llevándola basta mis cuello al igual que hice yo con la mía al frente de él comencé a descender haciendo una especie de espejo entre ambos, todo lo que tocaba yo él podía sentirlo conmigo. —Ésta ánima… seducía a hombres que solos se encontraban rondando por la vegetación- bajando su mano de inmediato a mí cintura y así viceversa —Los adormecía con su poesía…- en línea recta por el ombligo comencé a ascender despacio —Y después de ambos poseerse en cuerpo aquella hacía referencia a que necesitaba algo importante para seguir viviendo- mis ojos todo ese tiempo mientras su mano con la mía hacían de las suyas permanecieron cerrados y deteniéndome justo en el medio de mis senos abrí su mano y también la mía —Y les pedía su corazón percatándose aquellos que él órgano de ella no bombeaba sangre, se había detenido- sonreí ampliamente esperando que él sintiera que tampoco el mío lo hacía o quizás pasase por alto —Y esa vida se esfumaba- aparté su mano así como la mía de su cuerpo y tarareé la melodía de nuevo acercándome a él sin decir nada mis labios habían besado los contrarios hundiéndome en su lecho.
Denisse d'Auxerre- Vampiro Clase Alta
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Re: Devil's Choir +18 {Josiah D'Olincourt}
El conocimiento de lo prohibido era el mejor juego de seducción, pero aquella fémina sabía a la perfección donde depositar cada pieza para avanzar en zancos sobre aquel tablero de ajedrez; Pero se denominaba un dios soberano sobre aquellos viles trucos, a lo que tan sólo con insulsas sonrisas ocultas se disponía a observar su rostro; En primer lugar, buscaba entre sus esmeros que era lo que de ella llamaba en demasía su atención, quizás sus labios, aquellos carnosos anzuelos que de por seguro, era una de sus debilidades más bajas, pero era amnistiado de sus deseos, lograba socavar en su interior las primitivas ansias de cortar distancia y hacer con ella lo que sus más cohibidos placeres le impulsaban a ejecutar.
Entrecerró un poco sus ojos he inauguró en sí, el hecho de buscar más allá; Estaba dispuesto a saber un poco, aunque sea un exiguo detalle más de aquella fémina que lograba llenar en el, el anhelo de investigar más allá de lo perceptivo.
Pero ya que se tomaba la molestia, veía remotamente la acción de disponibilidad a ser conocida por ella, a lo que se apoderó del episodio cómo un reto, dulce sabor del triunfo; Silenció su mente y sólo se limito a oír la femenina voz romper los esquemas del silencio antes expuestos por él - Si veo cómo una opción quemarme en los placeres que una noche cómo ésta me puede dar, crea que quemarme y morir, sería uno de los mayores dominios... y no tomaría cómo culpa entrar en su juego - ¿Le parecería equitativo entrar al juego con ventaja? Quizás así aquella dama lo creía, pero dejarse estar entre los encantos de una belleza no era una de sus mayores virtudes.
Se había servido el plato principal de aquella asombrosa cena; El castaño sólo se determinaba a esperar, mientras a la par, sus ojos bajaban casi en hecho de inspección ajena; Se detuvo sobre el cuello alargado y blanco de aquella monarca experta en juegos serviles, siguiendo un rumbo descarado hasta el valle de sus senos, dónde los mismos se dejaban semi expuestos a su devoción, ceñidos luego por un ajustado vestido que dejaba poco a la imaginación, pero bastante a los lascivos pensamientos que colmaban la mente de aquel osado gitano. Nuevamente su voz lo hizo poner atención, aunque no lo concibió de lleno, pues el seguía abarrotado en su anatomía, ahora esta vez sobre su mano, misma que destruía en totalidad la ley de distancia impuesta por la fémina; Presiono sus facciones para evitar una jocosa sonrisa aflorar de entre sus labios, enarcando una de sus cejas sintiendo cómo el frío sepulcral de sus manos atravesaba de forma suculenta la delgada tela de su vestimenta.
Las reflexiones que, sin dudas nadaban en su mente le hicieron omitir comentario alguno ante dos sentencias ya antes estipuladas por sus labios, la cacofonía de volver a remediar en sus dichos le hicieron sonreír, alzando su vista ante los desastres naturales que obligaban a un par de aves huir de su nido; No detuvo su tiempo en ello, no cómo ella, por lo que aprovechando el descuido ajeno, dio un par de pasos hasta su catadura, donde comentó tan cerca de su rostro cómo el tiempo le pudo ofrecer - Oh, mi bella desconocida... dígame usted, ¿Cómo un fiel admirador de la esencia femenina cómo yo, no iba a ser rendido ante tal perfume que usted deja regar por los sembradíos de este súbito ambiente? - Prefirió no referirse al acontecimiento sucedido con anterioridad, sólo agradecía el hecho de su presencia que le daba el paso a estar un poco más cerca de lo que quería; Tomó una notable bocanada de aire y cuando los dedos de aquella fémina rosaban sus labios para luego regresar a los ajenos, él resoplo dejando escudriñar entre sus pasiones, ese delicioso aroma que casi palpaba con la punta de su lengua.
En primer lugar, una vez que retomo la conciencia sintió cómo un frío cosquilleo digno de los suspiros más retraídos de ultratumba tomaban posición entre cada capa de su piel; Era ella, la diosa de aquella noche taciturna que invadía a los pobres a huir hasta de sus mas grandes penurias, quizás él era una presa de sus garras, el castaño aún no comprendía el porque de tan prodigiosa compañía, pero se silenciaba ante el juego de argumentados roces; No podía hacer más que sonreír bajo la sombra de una lluvia lunar; Entreabrió sus labios, pero luego guardo para sí sus propios comentarios, no era el momento de hablar y tal cuál lo había predispuesto antes, seguiría su juego hasta que el tiempo de mover las piezas fuera suyo.
Reservo sus acciones y se limito a sentir nuevamente sus manos contra la fina piel del rostro propio; Su vista se cegaba cayendo sin aviso a la oscuridad completa, dejando que el susurro de sus labios encendieran nuevamente, o mejor aún, hicieran hervir la sangre que recorría cada centímetro de su cuerpo, disfrutando de cómo ella aún creía tener el control de él.
Esa perdida de visibilidad era el juego de seducción completo, mientras su voz embriagaba sus sentidos cómo una flecha directa a los más recónditos deseos del castaño, ella recitaba una historia desconocida para los oídos propios; A lo que con la mayor atención que logró prestarle, se imaginó todo el tiempo en la cercanía que segundo tras segundos se incrementaba entre ambas anatomías, cada una más sedienta de su contraparte; Presiono sus labios y mientras la mimetia de sentir su cuerpo se bañaba en cómo ella sentía el propio, un par de frases se venían a su mente, " Conocer es sufrir: Quienes más saben, más hondo han de gemir ante la verdad fatal".
Entonces fue cómo poder seguir con su ruta de rapidez, no hacía nada, se lo auto demandaba cómo si aquella fémina lo ordenase, seguía su juego, se dejaba estar entre las finas manos de una divinidad sin alma; Detuvo aquel accionar en el lugar preciso que ella deseaba, entre sus senos, en el valle de éstos donde se suponía su pecho debería latir tan tranquilo cómo el propio lo hacia; Pero lejos de tomarlo por sorpresa, le hizo sonreír con prestancia, a gusto de que no le sorprendería de una forma sobre los limites tachados en su mente, lo había notado desde que ese dulce elixir se dejó expandir por los bosques hasta llenar los pulmones del gitano como la mejor hierba que calmaba sus ansias salvajes; La clandestinidad del momento lo hacía inexperto en base a pensamientos lógicos, por lo que sí actuó sorprendido sobre el roce de ese par de deliciosos pétalos sobre los despistados labios del castaño.
Un honesto gesto fue el implementado; La mano del castaño no descuido segundos valiosos es presionar cómo si fuera presa de sus garras la cintura de aquella fémina, marcando una cercanía que rompía contra los esquemas de cordialidad y elegancia estrictas de aquellos tiempos; Se tomaba como un abuso, una violación del espacio intimo.
Marcó una fina linea de caricias, apreciando el corto momento que se le daba; Saboreo el grosor de aquellos labios que tanto le traían embelesados, luego de marcar una notoria pero sutil mordida sobre su inferior, retomando la lejanía que se suponía debía haber entre dos completos desconocidos - Injusto...- Abrió sus ojos de golpe encontrándose nuevamente con los ajenos, saboreando el grosor sus propios labios - Quien iba a imaginar que una belleza sin alma me acorralaría entre los deseos clandestinos de un lugar donde no podrían oír mis gritos...- saboreó cada palabra, recitando hasta la última silaba de forma pacifica, dando un nuevo paso que le daba el lujo de rosar su abdomen a la anatomía ajena, cómo también sentía el frote infantil de la cuspite de su nariz a la propia- o algo más...-
Entrecerró un poco sus ojos he inauguró en sí, el hecho de buscar más allá; Estaba dispuesto a saber un poco, aunque sea un exiguo detalle más de aquella fémina que lograba llenar en el, el anhelo de investigar más allá de lo perceptivo.
Pero ya que se tomaba la molestia, veía remotamente la acción de disponibilidad a ser conocida por ella, a lo que se apoderó del episodio cómo un reto, dulce sabor del triunfo; Silenció su mente y sólo se limito a oír la femenina voz romper los esquemas del silencio antes expuestos por él - Si veo cómo una opción quemarme en los placeres que una noche cómo ésta me puede dar, crea que quemarme y morir, sería uno de los mayores dominios... y no tomaría cómo culpa entrar en su juego - ¿Le parecería equitativo entrar al juego con ventaja? Quizás así aquella dama lo creía, pero dejarse estar entre los encantos de una belleza no era una de sus mayores virtudes.
Se había servido el plato principal de aquella asombrosa cena; El castaño sólo se determinaba a esperar, mientras a la par, sus ojos bajaban casi en hecho de inspección ajena; Se detuvo sobre el cuello alargado y blanco de aquella monarca experta en juegos serviles, siguiendo un rumbo descarado hasta el valle de sus senos, dónde los mismos se dejaban semi expuestos a su devoción, ceñidos luego por un ajustado vestido que dejaba poco a la imaginación, pero bastante a los lascivos pensamientos que colmaban la mente de aquel osado gitano. Nuevamente su voz lo hizo poner atención, aunque no lo concibió de lleno, pues el seguía abarrotado en su anatomía, ahora esta vez sobre su mano, misma que destruía en totalidad la ley de distancia impuesta por la fémina; Presiono sus facciones para evitar una jocosa sonrisa aflorar de entre sus labios, enarcando una de sus cejas sintiendo cómo el frío sepulcral de sus manos atravesaba de forma suculenta la delgada tela de su vestimenta.
Las reflexiones que, sin dudas nadaban en su mente le hicieron omitir comentario alguno ante dos sentencias ya antes estipuladas por sus labios, la cacofonía de volver a remediar en sus dichos le hicieron sonreír, alzando su vista ante los desastres naturales que obligaban a un par de aves huir de su nido; No detuvo su tiempo en ello, no cómo ella, por lo que aprovechando el descuido ajeno, dio un par de pasos hasta su catadura, donde comentó tan cerca de su rostro cómo el tiempo le pudo ofrecer - Oh, mi bella desconocida... dígame usted, ¿Cómo un fiel admirador de la esencia femenina cómo yo, no iba a ser rendido ante tal perfume que usted deja regar por los sembradíos de este súbito ambiente? - Prefirió no referirse al acontecimiento sucedido con anterioridad, sólo agradecía el hecho de su presencia que le daba el paso a estar un poco más cerca de lo que quería; Tomó una notable bocanada de aire y cuando los dedos de aquella fémina rosaban sus labios para luego regresar a los ajenos, él resoplo dejando escudriñar entre sus pasiones, ese delicioso aroma que casi palpaba con la punta de su lengua.
En primer lugar, una vez que retomo la conciencia sintió cómo un frío cosquilleo digno de los suspiros más retraídos de ultratumba tomaban posición entre cada capa de su piel; Era ella, la diosa de aquella noche taciturna que invadía a los pobres a huir hasta de sus mas grandes penurias, quizás él era una presa de sus garras, el castaño aún no comprendía el porque de tan prodigiosa compañía, pero se silenciaba ante el juego de argumentados roces; No podía hacer más que sonreír bajo la sombra de una lluvia lunar; Entreabrió sus labios, pero luego guardo para sí sus propios comentarios, no era el momento de hablar y tal cuál lo había predispuesto antes, seguiría su juego hasta que el tiempo de mover las piezas fuera suyo.
Reservo sus acciones y se limito a sentir nuevamente sus manos contra la fina piel del rostro propio; Su vista se cegaba cayendo sin aviso a la oscuridad completa, dejando que el susurro de sus labios encendieran nuevamente, o mejor aún, hicieran hervir la sangre que recorría cada centímetro de su cuerpo, disfrutando de cómo ella aún creía tener el control de él.
Esa perdida de visibilidad era el juego de seducción completo, mientras su voz embriagaba sus sentidos cómo una flecha directa a los más recónditos deseos del castaño, ella recitaba una historia desconocida para los oídos propios; A lo que con la mayor atención que logró prestarle, se imaginó todo el tiempo en la cercanía que segundo tras segundos se incrementaba entre ambas anatomías, cada una más sedienta de su contraparte; Presiono sus labios y mientras la mimetia de sentir su cuerpo se bañaba en cómo ella sentía el propio, un par de frases se venían a su mente, " Conocer es sufrir: Quienes más saben, más hondo han de gemir ante la verdad fatal".
Entonces fue cómo poder seguir con su ruta de rapidez, no hacía nada, se lo auto demandaba cómo si aquella fémina lo ordenase, seguía su juego, se dejaba estar entre las finas manos de una divinidad sin alma; Detuvo aquel accionar en el lugar preciso que ella deseaba, entre sus senos, en el valle de éstos donde se suponía su pecho debería latir tan tranquilo cómo el propio lo hacia; Pero lejos de tomarlo por sorpresa, le hizo sonreír con prestancia, a gusto de que no le sorprendería de una forma sobre los limites tachados en su mente, lo había notado desde que ese dulce elixir se dejó expandir por los bosques hasta llenar los pulmones del gitano como la mejor hierba que calmaba sus ansias salvajes; La clandestinidad del momento lo hacía inexperto en base a pensamientos lógicos, por lo que sí actuó sorprendido sobre el roce de ese par de deliciosos pétalos sobre los despistados labios del castaño.
Un honesto gesto fue el implementado; La mano del castaño no descuido segundos valiosos es presionar cómo si fuera presa de sus garras la cintura de aquella fémina, marcando una cercanía que rompía contra los esquemas de cordialidad y elegancia estrictas de aquellos tiempos; Se tomaba como un abuso, una violación del espacio intimo.
Marcó una fina linea de caricias, apreciando el corto momento que se le daba; Saboreo el grosor de aquellos labios que tanto le traían embelesados, luego de marcar una notoria pero sutil mordida sobre su inferior, retomando la lejanía que se suponía debía haber entre dos completos desconocidos - Injusto...- Abrió sus ojos de golpe encontrándose nuevamente con los ajenos, saboreando el grosor sus propios labios - Quien iba a imaginar que una belleza sin alma me acorralaría entre los deseos clandestinos de un lugar donde no podrían oír mis gritos...- saboreó cada palabra, recitando hasta la última silaba de forma pacifica, dando un nuevo paso que le daba el lujo de rosar su abdomen a la anatomía ajena, cómo también sentía el frote infantil de la cuspite de su nariz a la propia- o algo más...-
Josiah D'Olincourt- Gitano
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Re: Devil's Choir +18 {Josiah D'Olincourt}
¿Qué me escondía su cara fingida hecha piedra? No lo sabía pero estaba dispuesta a descubrirlo, él definitivamente no era como los demás, pese a ser un hombre y tener los instintos primitivos de cualquiera de éstos se limitaba a solo analizar mis palabras, mis gestos, mis movimientos entorno a su cuerpo. Saboreé mis labios pues aquello se hacía más excitante de lo que me había imaginado, definitivamente este humano con aura de lector empedernido, me tenía inquieta de una manera divertida. Miré de nuevo su cuerpo de manera desaprobatoria casi desvistiéndole con la mirada, vaya que sí era atrevido, sus palabras que iban cargadas con maña no me iban a hacer caer, sabía que estaba aceptando el pacto conmigo desde el momento que sus palabras comenzaron a deslizarse por su boca de manera espontánea, tanto así, que ya sentía esa boca recorrerme la piel. Cerré mis ojos unos instantes tratando de imaginarme la maldad centrándose en un solo foco y los abrí de golpe para sonreír tan cínica sin miedo a nada. Mordí mi dedo índice entrecerrando los ojos sin poder evitar responder a su intento de valentía por contrarrestar mis palabras pero yo me le había adelantado. —Esas son palabras muy fuertes, unas que están por cerrar un trato. Le aconsejo tome consideración de lo que está diciendo porque no hay camino de regreso cuando aún puede escapar- una risita se zafó de mis labios siendo poco audible sintiendo el irradiar del calor del cuerpo ajeno con el mío, una oda de calor que significativamente no era posible.
Estaba oponiendo una leve pared entre sus deseos y los míos, lo podía notar, cuando sus ojos curioseaban por mi cuerpo sin restringirse y a leguas guardar atención a mis palabras sin poder disimular, me emocionó aún más. Todos tienen metas para cualquier cosa, esta noche yo tenía la mía enfrente simulando cuidarse de una extraña desconocida que jugaba a encadenarlo a la seducción de sus movimientos, de su cuerpo. La cercanía entre ambos era lasciva, quemante, reprobatoria, no encontraba el momento de remover más que una mordida a sus labios y ver por completo lo que la maravillosa naturaleza le regalaba a mis ojos. El brillo que sin duda éstos mostraban dibujaban mis deseos para con él, estaba segura que si me prestaba la atención adecuada podría ver en mi reflejo con detalle todo lo que con él en esta noche tenía planeado. Volví a morder mi labio a este paso si él no hacía algo terminaría arrancándomelo. El chillido de los animales crujir en ese solitario bosque era una espléndida música —Los aromas son algo más que simples sensaciones, no me puede ocultar tras esos ojos que evitan los míos que sus pies se han movido por algo más que los olores…- me eché a reír cubriendo ésta por una mano juntándolas cerca de mi barbilla para apoyarme ahí sin perder ni un segundo el contacto visual.
—Dígame, no sólo se limite a pensarlo- susurré mientras el contacto entre ambos era más duradero, no sólo eran caricias sin sentido, podía olfatearle el deseo, su piel se abría a la mía indudablemente y yo no dejaba que eso se me escapara por alto, quería que él supiera que yo sabía lo que quería y que entre medio de este verde oscuro con altas copas que apenas y eran visibles, la normas de cortesía no existían algo más instintivo, mundano o corpóreo se dejaba sublevar. Definitivamente sabía jugar con el tiempo que lo meditaba a su favor pero estaba buscando que por sí me mostrase detrás de las cadenas de la decencia a la verdadera bestia que se lleva por dentro. No podía concebir de detrás de ese frondoso y bien esculpido cuerpo existiera una león arañando, pidiendo salir.
La historia que se deslizaba al viento no era más que eso, una historia, transpolada a mis oscuros placeres. No se trataba de sangre, ni tampoco de una mordida, sin dudar siempre había sido parte de mis ritos de cacería, nunca había tardado tanto en dialogar con lo que sería mi presa pero estaba seguro que él tenía un estilo vigorizado haciendo que mi boca se hiciese agua. Su tacto con el mío era perfecto me sentía transfundida por sus deseos ocultos pero siempre aquel continuaba esperando algo que le impedía dejar salir su verdadero yo. Su agarre perfecto a mi piel me hizo soltar un jadeo apenas audible a sus oídos y con los ojos desnudé su mirada oculta, era tan bueno obedeciendo, tan callado y malvado, me hacía mal. ‘’Lo que menos pienso es lo que más deseo, si pudieras estar en mis pensamientos, te aseguro no estaríamos hablando’’ respondía en mi cabeza sus ideas que con incumbencia recibía —Merece la pena- sentencié susurrando para después fundirme en sus labios.
Cada perfecto roce de su boca con la mía era una delicia, podría haber dejado que ese contacto se prolongara pero debía degustar con calma sin ser tan pretenciosa, mi dulce debilidad. Cerré los ojos ante su mordida y no pude evitar imitarle con un poco más de intensidad sintiendo como se abultaba levemente esa pieza para luego unir mi boca reparando ese no descuidado error. Abrí los ojos sin querer que aquello acabase a lo que alcé una ceja viéndole separarse y una sonrisa no muy convencida se dibujó en mi cara —¿Algún prejuicio?- pude decir sin dejarlo hablar porque me había descubierto, era inteligente, sabía que no era una mujer común y corriente. Pero sus siguientes palabras me hicieron soltar un jadeo que suprimí ladeando el rostro, ¿estaba jugando sucio? ¿Había comenzado a salir el felino que llevaba dentro? Solté una sonrisa volviendo a crear el espacio de contacto visual sin despegar mi cuerpo del suyo que era tan prominente, miré hacia arriba hundiéndome en sus ojos llevando la mano izquierda hasta su cuello para hacerlo descender levemente pues era clara la diferencia de alturas aunque no por mucho. La cercanía se hizo tan peligrosa que sin tardar mis labios posados rozando levemente el contorno de los ajenos se encontraban —Creo que los gritos hubiesen sido innecesarios pues nadie iba a venir en su auxilio mientras que si detenidamente piensa en otras posibilidades seguramente tendríamos miles de espectadores ocultos, acrecentándoles el deseo de tener la posibilidad que usted tiene- musitando sobre estos sentencie entre otro beso, uno menos fatídico pero sí cargado de ambición con una mejor precisión bajo su piel que entrometidamente se derretía a la mano libre que jugaba bajo su camisa.
Denisse d'Auxerre- Vampiro Clase Alta
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Re: Devil's Choir +18 {Josiah D'Olincourt}
Luego de detallar cada centímetro de aquella dama, la historia comenzaba a cambiar dentro de su mente, era la balanza que se inclinaba a su favor: Sabía a la perfección que podía contra ella, aunque no era una pelea, de esas luchas triviales donde quien demostraba más era el que ganaría; No, este era el juego de seducción entre sus manos, entre aquellas delicadas y féminas manos que entre palabras, lo hacían caer a la debilidad hecha persona; Buscaba el copulo nuevamente, ese acercamiento descomunal que se creaba casi como una atmósfera ajena a lo normal los rodeara obligando cual imanes a estar juntos nuevamente, a lograr sentí la frialdad huesa de su aliento o el roce gélido de su piel; Jugaba sucio, sabía que lo hacia y la dejaba hacerlo, disfrutaba de ver a una noble belleza hacer uso de sus atributos, explotarlos de tal forma que sin miedo al rechazo (Cosa que por parte de él, jamás tendría) se lanzaba contra todo y daba todo para obtener lo que deseaba; Sabiendo también, que el castaño tal parecía querer exactamente lo mismo que aquella belleza buscaba; Vio una última vez sus ojos y presiono sus labios, desdiría callar, no pronunciaría palabra alguna. Muy bien le dijeron cuando pequeño "Una dama siempre tiene la razón, llevar contraria o debatir con una de ellas, te llevara a una muerte segura" y claro estaba, ella si podría darle una muerte ostentosa.
-Sólo su aroma me trajo hasta aquí...- Renegó a su propio esfuerzo de no volver a hablar, pero sólo el hecho de verla jugar con ese excelso labio inferior entre sus dientes le hacía hervir la sangre de una forma admirable; Su voz resonó entre los silenciosos prados de aquel bosque: Ésta vez, si, logró fijar mirada en los animales que huían del lugar, algo se tramaba en el ambiente, muy bien lo sabían ellos y él, cómo depredador o presa, también lo tenía más que en mente; Dio un nuevo paso hasta su compañera y llevando sus labios a uno de sus oídos rompió por completo el enlace que se formaba por parte de ella; Bien sabia que era una chica de armas tomar, pero no se quedaría atrás entre su impúdico juego: Era un ruin jugador, entrar a mover una pieza era su deleite, por lo que sujetando nuevamente una de sus caderas comenzó a mover sus labios contra el lóbulo de su oreja, tan suavemente, de forma tan delicada, que entre suspiros sentía el fiel aroma de la fémina regodearse entre sus entrañas hasta hacerlo hundirse en un mar de deseos que aún reprimía - No sea tan fiera... podría creerme usted, que es una deliciosa sensación el sentir su aroma recorrer mi interior- notó los rastros de aquella risa fulmine entre sus gestos y sin hacer algún mohin, tomo nuevamente la corta distancia que lo divida el uno el otro; Nuevamente detallo sus ojos y chasqueo ( Casi por mala costumbre) su lengua.
Era el roce de sus labios el que lo hacían perder compostura completa de la partida; Todo lo avanzado, se perdía en cosa de segundos cuando se amelgaba a ella, aquellos deliciosos pétalos lograban que se fusionaran a la perfección con los propios, robaban hasta la última compresa de aire que el castaño guardaba, hacían aflorar deseos que aún no eran los adecuados para el momento; Se dejaba deleitar bajo el elixir exquisito que se unificaba en el roce pleno, en el acto mismo de indecentes roces no dignos de una dama junto a un desconocido; De un ladrón frente a una roba almas; De dos amantes clandestinos inconscientes de su entorno.
Presionó mucho más la tersa piel de su cuerpo sobre las prendas reprimidas a su escultural anatomía, era una Eva; Vivo retrato de la belleza en persona, el pecado capital que no debería tocar, aquella manzana maldita de la cual sabía que debía alejarse, pero sin embargo, mordía con mayor gusto al saber que su final era el infierno mismo.
Recluido en sus pensamientos, logró sonreír una vez que la distancia se hacía nuevamente presente ¿Era su turno? Pues si no lo era, haría trampas para comenzar él a tomar partida; Jamás una mujer lo haría caer de forma tan malvada, sin que el jugara un poco para satisfacción propia; O en este caso, de ambos, pues ella tenía pensamientos tan viles como los del castaño. Tomo distancia y apartando sus manos del cuerpo propio, con suma delicadeza las dejo descansar sobre cada una de sus caderas, mientras él sin perder segundos, reclino su rostro para marcar un ceñido beso sobre el borde de su pecho; Donde aquellos protuberantes senos casi salían debido al pequeño vestido que lo hacía imaginar un sin fin de imágenes, donde claro estaba, aquella prenda no estaría; Con la yema de sus dedos recorría sus contornos, decidió silenciar ambos dichos, tanto los propios cómo los de ella, el silencio hacía su juego libertino, el típico papel de "Fiel espectador".
Si el crimen en sí era mayor, gustaba de saber que el castigo siempre era proporcional, así pues... de ver en sus propias caricias contra ella el negro goce de sentirla estaba prohibido, se deleitaba patidifuso en las curvas de las cuales comenzaba a ser conocedor; Dio un paso por su costado, donde aquel espantoso sepulcro de piedras y ramas contra el suelo irrumpieron el silencio palpable para ambos, pero continuó, claramente aquello no lo haría detenerse; Se acerco sin vacilar un paso más, dónde su pecho se rosaba al hombro desnudo de su compañera; La noche lunar la iluminaba débilmente, decorando en la desesperación de sus ojos, ese bronce ejemplar de sus mirar; De forma osada llevó una vez más sus labios a la piel femenina, esta vez marcando un crucifijo sobre su hombro, mientras la punta de su lengua se iluminaba con ese delicioso sabor de la piel nocturna de una fémina; Presionó un tanto más sus manos sobre su torso, tomando nueva posición, ésta vez tras su cuerpo; Reclinando un poco la anatomía ajena extendió la palma de su mano; Oculto su rostro en el hueco que formaba su cuello y hombro mientras con la misma abarcaba la longitud de su peculiar cuello, bajando de forma tan lenta que los segundos parecían contarse en milésimas; La efigie de su compañera lo colmaba de deseos, ese afán de sentirla una vez más, la aspiración, ese anhelo inconcebible a una extraña que sorprendía hasta sus propios pensamientos de tan solo visualizarlo.
-Deseo hacerla sentir las angustias que en este momento me hace sentir... de todas las maneras posibles que pueda inventar- Dicho aquello sentía como una fuerte oleada de calor lo invadía, acuno un poco más su pecho a la espalda de aquella dama, sabiendo, estando casi seguro de que se zafaría; Era caprichosa, de armas tomar y no le haría el juego fácil, aunque era lo que esperaba, aquella chica no era cómo otras y esperaba con adrenalina en descubrirlo.
-Sólo su aroma me trajo hasta aquí...- Renegó a su propio esfuerzo de no volver a hablar, pero sólo el hecho de verla jugar con ese excelso labio inferior entre sus dientes le hacía hervir la sangre de una forma admirable; Su voz resonó entre los silenciosos prados de aquel bosque: Ésta vez, si, logró fijar mirada en los animales que huían del lugar, algo se tramaba en el ambiente, muy bien lo sabían ellos y él, cómo depredador o presa, también lo tenía más que en mente; Dio un nuevo paso hasta su compañera y llevando sus labios a uno de sus oídos rompió por completo el enlace que se formaba por parte de ella; Bien sabia que era una chica de armas tomar, pero no se quedaría atrás entre su impúdico juego: Era un ruin jugador, entrar a mover una pieza era su deleite, por lo que sujetando nuevamente una de sus caderas comenzó a mover sus labios contra el lóbulo de su oreja, tan suavemente, de forma tan delicada, que entre suspiros sentía el fiel aroma de la fémina regodearse entre sus entrañas hasta hacerlo hundirse en un mar de deseos que aún reprimía - No sea tan fiera... podría creerme usted, que es una deliciosa sensación el sentir su aroma recorrer mi interior- notó los rastros de aquella risa fulmine entre sus gestos y sin hacer algún mohin, tomo nuevamente la corta distancia que lo divida el uno el otro; Nuevamente detallo sus ojos y chasqueo ( Casi por mala costumbre) su lengua.
Era el roce de sus labios el que lo hacían perder compostura completa de la partida; Todo lo avanzado, se perdía en cosa de segundos cuando se amelgaba a ella, aquellos deliciosos pétalos lograban que se fusionaran a la perfección con los propios, robaban hasta la última compresa de aire que el castaño guardaba, hacían aflorar deseos que aún no eran los adecuados para el momento; Se dejaba deleitar bajo el elixir exquisito que se unificaba en el roce pleno, en el acto mismo de indecentes roces no dignos de una dama junto a un desconocido; De un ladrón frente a una roba almas; De dos amantes clandestinos inconscientes de su entorno.
Presionó mucho más la tersa piel de su cuerpo sobre las prendas reprimidas a su escultural anatomía, era una Eva; Vivo retrato de la belleza en persona, el pecado capital que no debería tocar, aquella manzana maldita de la cual sabía que debía alejarse, pero sin embargo, mordía con mayor gusto al saber que su final era el infierno mismo.
Recluido en sus pensamientos, logró sonreír una vez que la distancia se hacía nuevamente presente ¿Era su turno? Pues si no lo era, haría trampas para comenzar él a tomar partida; Jamás una mujer lo haría caer de forma tan malvada, sin que el jugara un poco para satisfacción propia; O en este caso, de ambos, pues ella tenía pensamientos tan viles como los del castaño. Tomo distancia y apartando sus manos del cuerpo propio, con suma delicadeza las dejo descansar sobre cada una de sus caderas, mientras él sin perder segundos, reclino su rostro para marcar un ceñido beso sobre el borde de su pecho; Donde aquellos protuberantes senos casi salían debido al pequeño vestido que lo hacía imaginar un sin fin de imágenes, donde claro estaba, aquella prenda no estaría; Con la yema de sus dedos recorría sus contornos, decidió silenciar ambos dichos, tanto los propios cómo los de ella, el silencio hacía su juego libertino, el típico papel de "Fiel espectador".
Si el crimen en sí era mayor, gustaba de saber que el castigo siempre era proporcional, así pues... de ver en sus propias caricias contra ella el negro goce de sentirla estaba prohibido, se deleitaba patidifuso en las curvas de las cuales comenzaba a ser conocedor; Dio un paso por su costado, donde aquel espantoso sepulcro de piedras y ramas contra el suelo irrumpieron el silencio palpable para ambos, pero continuó, claramente aquello no lo haría detenerse; Se acerco sin vacilar un paso más, dónde su pecho se rosaba al hombro desnudo de su compañera; La noche lunar la iluminaba débilmente, decorando en la desesperación de sus ojos, ese bronce ejemplar de sus mirar; De forma osada llevó una vez más sus labios a la piel femenina, esta vez marcando un crucifijo sobre su hombro, mientras la punta de su lengua se iluminaba con ese delicioso sabor de la piel nocturna de una fémina; Presionó un tanto más sus manos sobre su torso, tomando nueva posición, ésta vez tras su cuerpo; Reclinando un poco la anatomía ajena extendió la palma de su mano; Oculto su rostro en el hueco que formaba su cuello y hombro mientras con la misma abarcaba la longitud de su peculiar cuello, bajando de forma tan lenta que los segundos parecían contarse en milésimas; La efigie de su compañera lo colmaba de deseos, ese afán de sentirla una vez más, la aspiración, ese anhelo inconcebible a una extraña que sorprendía hasta sus propios pensamientos de tan solo visualizarlo.
-Deseo hacerla sentir las angustias que en este momento me hace sentir... de todas las maneras posibles que pueda inventar- Dicho aquello sentía como una fuerte oleada de calor lo invadía, acuno un poco más su pecho a la espalda de aquella dama, sabiendo, estando casi seguro de que se zafaría; Era caprichosa, de armas tomar y no le haría el juego fácil, aunque era lo que esperaba, aquella chica no era cómo otras y esperaba con adrenalina en descubrirlo.
Josiah D'Olincourt- Gitano
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Re: Devil's Choir +18 {Josiah D'Olincourt}
Él era de los que se dedicaba a pensar y a hablar poco pero estaba segura que cuando lo hacía no era para decir cualquier tontería así que esperaba atenta como buena alumna sus palabras aunque por ratos los papeles se invirtieran completamente. Sonreí volviendo a la realidad alejada de todas las analogías que se venían a mi cabeza, enfermos deseos ilustrados en diversos escenarios y otras representaciones. Era listo, hábil con las palabras pensé si con alguna otra cosa más lo sería y mi temple serio que había comenzado a construir se destruyó sin esperar, de mí no salía nada bueno para con él, esta noche podía encerrarme sin ser capaz de decirle a alguien que por primera vez no era la sangre lo que me interesaba, un secreto más al viejo libro al que contaba mis fechorías. Mordí mi sonrisa pues la espera por su gruesa voz muy propia de todo él me hizo caer en cuenta de todas mis posibilidades, ambos estábamos en sintonía, sin querer dar el brazo a torcer, buscando la piedad del otro con esmero, la caída ajena, sin ningún pesar. Sabía cómo soltar mis cartas con un as bajo la mesa, era tan comprometido y maleducado por hacerme esperar, iba a tener que pensar en posibles castigos para darle a conocer que conmigo no podía darse ése lujo.
—No me mienta- logré decir con una sonrisa malcriada apretando una de mis manos sobre su hombro haciéndola descender por su antebrazo hasta su mano y jugar con la punta de sus dedos haciéndolos chocar con mi frialdad distal. Mis ojos siendo uno solo con los suyos le miraban con desdén esperando por más, porque por fin quitara la pequeña estaca que detenía la pesada roca que pedía saborear su piel. Cerré los ojos unos segundos sin dejar de sonreí esa era la manera perfecta de indicarle que todo estaba bien, que no tenía por qué detenerse a pensar lejos de los dos como dos desconocidos con virtudes únicas, sin miedo a las contiendas públicas debían dan rienda suelta al instinto porque no había más que nada… soledad. Tomé una bocanada de aire innecesaria siendo ésta un poco dramática para el momento y volví a morder mi labio con un poco más de delicadeza abriendo los ojos ajusté mi cuerpo a su agarre sintiendo cada dedo aferrarse a mis caderas por lo que di un paso hacia el frente y la mano libre delineó el medio de su pecho con un dedo para después la mano abrirse entre sus perfectos pectorales. Sus susurros bajo mi oído eran mecha corta queriéndome hacer explotar pero estaba entrenada para esos trucos —A este paso voy a creerme sus palabras y estar juntos de una manera menos imaginativa para cumplir su sueño puede ser una muy buena opción, claro, si la idea no es tan escandalosa para su persona. Nunca me ha importado la opinión de los demás se lo digo desde ya por lo que puede darse desde ahora un idea que no soy para nada prejuiciosa- rocé mi mejilla contra la de él arrastrándola por su barba hasta una de las comisuras de sus labios sin besarlos aunque las ganas no podían esfumarse así de fácil.
Lo había previsto, no sería más una mendiga del deseo, iba a devolverle con creces el hecho de hacerme esperar aunque hasta el momento su manera de querer pagar su deuda no iba nada mal. Mis labios en conjunto con los suyos jugaban a devorarse como si antes ya se conocieran, sin tapujo alguno se mezclaban en dos arrebatados y necesitados besos. Mis manos jugaban en su espalda ascendiendo hasta su nuca y aguardas ahí empujándolo más en contra mía. Sentir la rigidez de su pecho contra mi cuerpo, tan cerca que casi podía compenetrarse a mí me hizo soltar un gemido sonoro contra su boca sin poder esconderlo más entonces lo supe cuando besó mi piel, cerca de la abertura del ajustado vestido a la salida pretenciosa de mis senos. Tiré la cabeza hacia tras enrollando mis manos en su cabello para separarle, no se podían degustar todo tan rápido si yo había sido capaz de controlarme por mismo masoquismo haría que él también lo hiciera, a veces la espera era gratificante, le daba un poco más de ansiedad al asunto. Le dejé hacer en mi cuerpo, ya pronto sería mi turno de tomar venganza, una dulce y placentera. Mordí mi labio acariciando su espalda mientras él crucificaba mi cuerpo con sus besos y con ambas manos llevándolas hasta atrás agarré ambos muslos para hacer el encuentro más duradero, fundiéndome en su cuerpo, alcé la ceja ya una vez él detrás de mí y escuché sus demandas ahogándome en una sonrisa.
—¿Hasta cuándo?- subiendo una mano lentamente desde su muslo, pasando sin permiso por su glúteo, su ancha espalda hasta llegar a su cabeza, sintiendo aquel cuerpo arder incluso pensé en que podía traspasarme esa energía siendo su mismo reflejo , mis caderas se agitaron un tanto contra él deseando que la ropa no fuese más un estorbo —Parece más ansioso que angustiado. Estoy comenzando a desear su calor… Sentirlo tan dentro que me haga quemar de pies a cabeza- tensé mi cuerpo girándome y logrando escapar de su débil agarre y comencé a caminar haciendo retroceder al hombre llevándole al camino de la perdición que justo terminaba en una gruesa roca. Empujando levemente su cuerpo para obligar a que se sentase quedé de pie a él. Sonreí yéndome directo a su boca simulando un beso que no quedó en más que eso, apoyando mis manos sobre la piedra dejando en medio el cuerpo de mi acompañante miré sus ojos y besé su cuello con una sonrisa —Creo que es hora de reprenderle por el tiempo que me ha hecho esperar- subiendo mi cuerpo encima del suyo, prácticamente sentándome en él calmé el ritual por unos segundos donde su cuerpo era la ofrenda.
Denisse d'Auxerre- Vampiro Clase Alta
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Re: Devil's Choir +18 {Josiah D'Olincourt}
Un despertar a los propósitos de la vida se hizo estallar entre las hebras de su mente, la mujer frente a él, esa diosa de la oscuridad lo hacía perder libertad de algún episodio siguiente; Quería llevar el mando, aquello lo reflejaban sus ojos, bache de vileza en los cuales se evidenciaba cada segundos que se limitaba a contener su mirar, debatir si entre lo que hacía estaba bien o demasiado bien; Gran analogía de los actos, conllevar con el peso de su cazadora; Sí, así la llamaría en su mente... aquellos movimientos, el como su mano fémina se cargaba contra el pecho del castaño para arrástralo hasta una roca cercana. No hizo más que hacer de sumiso, jugaba con ella, quizás de la misma forma en la cual su compañera intentaba hacerlo.
Se dejó estar, su cuerpo tendido sobre la superficie rocosa, con los pies aún contra el suelo, cargo sus codos para arquear lo necesario su espalda; La idea era no extraviar de su vista los movimientos perpetuados por la efigie frente a él, tentaba a su suerte, sabía que aquella criatura podría hacer y deshacer de el como quisiera, pero ¿Que más daba? Saboreaba en su paladar el peligro, la adrenalina humedeciendo parte de su cuerpo era la mejor de las delicias para el gitano: Sintió el cuerpo femenino sobre sus muslos y no hizo más que un mohín para alzar sus manos en un descuido de ella, sujetando así, palpando con mayor determinación las carnes de su anatomía.
Olvidando con notable facilidad sus dichos se quedo en silencio, ciertamente no era muy atento cuando de llevar los actos a hablar se trataba; Se limitó a sentenciar miradas, destellar caricias y acompasar deseos que prontamente saldrían a aflorar de forma descomunal, lo presentía, más que mal, era un hombre seducido por una mujer a la cual, claro estaba, no podría negarse: Con cara de pocos amigos ladeo su rostro a un lado, cerró los ojos un par de segundos, sucumbido bajo los carnosos labios desatados contra su cuello; La audiencia convocada en su centro, poco a poco comenzaba a hacer arder su sangre, hervía bajo los lívidos deseos lascivos que se desencadenaban. Continúo bajo la ceguera, prefería imaginar cómo ella hacia de las suyas sobre su cuerpo para así lograr agudizar sus sentidos bajo la misma.
Las flechas caían con estrépito de granizo y se abrían paso entre resquicios de escudos, escudos corporales que intentaba mantener con suma dificultad, sabiendo que el caer a la red era más fácil, cada paso en falso la haría a ella victoriosa, triunfadora de un juego mental que se traspasaba como si de telepatía hubiera entre ambas cálidas anatomías.
Oía con simplicidad los ruidos externos, el caer de las hojas sobre estruendosos charcos de aguas, el sobrevolar de un par de aves por la copa de sus cabezas o el remover de las hojas de animales arrastrándose lejos ¿Era cierto? Quizás sí lo era, sabían lo que se aproximaban y escapaban de su hogar.
Como dos bandos aliados, sus manos comenzaron a deleitarse bajo las curvas de aquella fémina, la yema de sus dedos jugaban de forma clandestina entre las sedas de aquel vestido, mismo que poco a poco se decidía a subir desde la linea de sus piernas, aquellas largas y tonificadas piernas que lejos de algo más, llamaron su atención varonil de inmediato, algo físico le hizo acercarse, el perfume de su aroma quedarse junto a ella, pero esa actitud de fiera desatada lo que le hacía apetecer con delirio de su cuerpo; Tenía un regimiento de esfuerzos dentro de su pecho, aquel que latía casi de forma irregular delatando su estado; No era nerviosismo, estaba lejos de estar nervioso, pero la ansiedad claramente se exponía a ella.
Con todo, retomo posición sobre aquella roca, se sentó con la espalda recta a la nada y tomo su cuerpo como una carga más entre sus fuertes brazos; Unía ahora a gusto su cuerpo al propio, sentía el roce de su pecho al mismo, sus piernas rosar las del castaño y el choque de sus respiración contra sus labios deseando que aquel juego de tortura se acabase en un roce interminable.
Abrió los ojos para encontrase con el abismo entre los ajenos, se reflejaba en ellos como un espejo de mano entre un hermoso marco; Descendió la vista a sus labios y comenzó con el juego. Ladeo su rostro casi como si estuviera negando a algo, se inclino extendiendo sus labios a la vía de su cuello, besando el mismo con la comisura de sus pétalos, detallando cada lugar rosado con la punta de su lengua, imponiendo en su fría piel una fina linea húmeda que se acercaba cada más a sus labios; Llegó a su mentón, sus labios se entreabrieron atacando el mismo entre sus dientes, marcando un par de mordidas camuflándose besos sonoros que llegaron hasta la comisura de sus labios; Succionó del grosor de su inferior y subió nuevamente la vista, se detuvo en sus ojos una vez más y soltando su labio que poco a poco se tornaba con un color carmesí natural mascullo -Creo que las palabras ya están de más... aunque déjeme acotar que nosotros nos encargaremos de que este bosque, tenga menos bocas que alimentar; Los animales han huido, aún tiene la posibilidad de hacerlo usted también...- atacó una vez más su boca con un desvergonzado beso, bañándose en ese elixir glorioso que se formaba entre ambas bocas.
La monarquía imponía el roce de ambos cuerpos, aquella fémina ya estaba entre sus manos, era presa de él; Él ya estaba entre sus garras, era presa de su cazadora.
Se dejó estar, su cuerpo tendido sobre la superficie rocosa, con los pies aún contra el suelo, cargo sus codos para arquear lo necesario su espalda; La idea era no extraviar de su vista los movimientos perpetuados por la efigie frente a él, tentaba a su suerte, sabía que aquella criatura podría hacer y deshacer de el como quisiera, pero ¿Que más daba? Saboreaba en su paladar el peligro, la adrenalina humedeciendo parte de su cuerpo era la mejor de las delicias para el gitano: Sintió el cuerpo femenino sobre sus muslos y no hizo más que un mohín para alzar sus manos en un descuido de ella, sujetando así, palpando con mayor determinación las carnes de su anatomía.
Olvidando con notable facilidad sus dichos se quedo en silencio, ciertamente no era muy atento cuando de llevar los actos a hablar se trataba; Se limitó a sentenciar miradas, destellar caricias y acompasar deseos que prontamente saldrían a aflorar de forma descomunal, lo presentía, más que mal, era un hombre seducido por una mujer a la cual, claro estaba, no podría negarse: Con cara de pocos amigos ladeo su rostro a un lado, cerró los ojos un par de segundos, sucumbido bajo los carnosos labios desatados contra su cuello; La audiencia convocada en su centro, poco a poco comenzaba a hacer arder su sangre, hervía bajo los lívidos deseos lascivos que se desencadenaban. Continúo bajo la ceguera, prefería imaginar cómo ella hacia de las suyas sobre su cuerpo para así lograr agudizar sus sentidos bajo la misma.
Las flechas caían con estrépito de granizo y se abrían paso entre resquicios de escudos, escudos corporales que intentaba mantener con suma dificultad, sabiendo que el caer a la red era más fácil, cada paso en falso la haría a ella victoriosa, triunfadora de un juego mental que se traspasaba como si de telepatía hubiera entre ambas cálidas anatomías.
Oía con simplicidad los ruidos externos, el caer de las hojas sobre estruendosos charcos de aguas, el sobrevolar de un par de aves por la copa de sus cabezas o el remover de las hojas de animales arrastrándose lejos ¿Era cierto? Quizás sí lo era, sabían lo que se aproximaban y escapaban de su hogar.
Como dos bandos aliados, sus manos comenzaron a deleitarse bajo las curvas de aquella fémina, la yema de sus dedos jugaban de forma clandestina entre las sedas de aquel vestido, mismo que poco a poco se decidía a subir desde la linea de sus piernas, aquellas largas y tonificadas piernas que lejos de algo más, llamaron su atención varonil de inmediato, algo físico le hizo acercarse, el perfume de su aroma quedarse junto a ella, pero esa actitud de fiera desatada lo que le hacía apetecer con delirio de su cuerpo; Tenía un regimiento de esfuerzos dentro de su pecho, aquel que latía casi de forma irregular delatando su estado; No era nerviosismo, estaba lejos de estar nervioso, pero la ansiedad claramente se exponía a ella.
Con todo, retomo posición sobre aquella roca, se sentó con la espalda recta a la nada y tomo su cuerpo como una carga más entre sus fuertes brazos; Unía ahora a gusto su cuerpo al propio, sentía el roce de su pecho al mismo, sus piernas rosar las del castaño y el choque de sus respiración contra sus labios deseando que aquel juego de tortura se acabase en un roce interminable.
Abrió los ojos para encontrase con el abismo entre los ajenos, se reflejaba en ellos como un espejo de mano entre un hermoso marco; Descendió la vista a sus labios y comenzó con el juego. Ladeo su rostro casi como si estuviera negando a algo, se inclino extendiendo sus labios a la vía de su cuello, besando el mismo con la comisura de sus pétalos, detallando cada lugar rosado con la punta de su lengua, imponiendo en su fría piel una fina linea húmeda que se acercaba cada más a sus labios; Llegó a su mentón, sus labios se entreabrieron atacando el mismo entre sus dientes, marcando un par de mordidas camuflándose besos sonoros que llegaron hasta la comisura de sus labios; Succionó del grosor de su inferior y subió nuevamente la vista, se detuvo en sus ojos una vez más y soltando su labio que poco a poco se tornaba con un color carmesí natural mascullo -Creo que las palabras ya están de más... aunque déjeme acotar que nosotros nos encargaremos de que este bosque, tenga menos bocas que alimentar; Los animales han huido, aún tiene la posibilidad de hacerlo usted también...- atacó una vez más su boca con un desvergonzado beso, bañándose en ese elixir glorioso que se formaba entre ambas bocas.
La monarquía imponía el roce de ambos cuerpos, aquella fémina ya estaba entre sus manos, era presa de él; Él ya estaba entre sus garras, era presa de su cazadora.
Josiah D'Olincourt- Gitano
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Re: Devil's Choir +18 {Josiah D'Olincourt}
Sí que era un atrevido. Me quería poner límites pero definitivamente no estaba dispuesta a dejarlo aunque claro, después de unas cuantas caricias había roto su voto de celibato forzado, me placía de manera infinita saber que siempre conseguía lo que quería. Bajo su piel que era fuego queriendo derretir el hielo de mi piel poco a poco lo iba consiguiendo, no podía quitarme la idea loca de hacer lo que hacía con él, un verdadero extraño bajo mi cuerpo, no tenía por qué conocerlo, por qué saber su nombre, aunque su forma de tocarme invitaba a querer saber más, mordí mi labio en un acto reflejo por su tacto a mi piel, lo que me hacía soltar un jadeo de conformidad por sus arrebatos, sabía lo que exactamente sus caricias provocaban en mi cuerpo pero no dejaría que se diera cuenta, no ahora, no mientras quería que cayera lentamente en mi telaraña. Susurré en sus labios palabras que no podía entenderme, eran solo nociones de sensaciones que reprimía por sus manos rozarme las telas que pedían ser arrancadas. Aferrada a su piel todo era diferente, no quería más que un contacto fortuito que me hiciera enloquecer.
Cerré mis pensamientos o acabaría por volverme loca. Suspiré como si aquello fuese mi segunda piel, a través de la suya, era potente las punzadas que develaban en mi cuerpo como alfileres ponzoñosos encarnados en besos. Sin separarme ni un segundo de su piel logre alcanzar un estado de control para no ceder, era bueno haciendo lo que hacía, mantenía mis brazos aferrados a su espalda, tan gruesa y dura. Centrando mi cuerpo de momento sintiendo sus caricias buscaba colocar en una sola dirección todas las sensaciones, su mismo centro. Riéndome tan cínica como siempre tiré un poco de su cabello hacia atrás arqueando mi cuerpo hacia la dirección opuesta desencajándome de su cercanía alzando levemente las caderas y descendiendo como la caída de una hoja desde la copa de los árboles. Reprimía los jadeos en su piel, besando sus hombros analizando la posibilidad de derretir el hielo sobre su ser, cerrando los ojos a sus caricias me dejé consentir un rato por su cuerpo, sus manos que se alargaban por mis piernas subiendo el largo vestido que no era más que una molestia para las intenciones que ambos demostrábamos, había fuego en cada roce, uno que ardía en contraste a ambos roces. Miré de reojo nuestro alrededor y asentí como buena niña desprendiéndome lentamente de las mangas del vestido sepulcral, poco a poco por su peso iría cayendo entre sonidos el silencio.
Correspondiendo nuevamente a sus besos delineé con la humedad de la lengua sus labios en un beso prejuicioso que se selló con la ceja alzada por sus palabras, no podía creerlo. ¿Me estaba preguntando si quería huir? Solté una sonrisa chillona y ladeando el rostro me limité a seguir con las manos desde su pelvis baja ascendiendo sin permiso por su torso, pecho y cuello. Abrazándome a él negué con una sonrisa acercándome a sus labios sin besarles y mis ojos se hundieron con los ajenos en reprimenda por su osadía —¿Me cree capaz?- susurré en su oído posando los labios con cuidado en ese sitio para musitar despacio —¿De verme una cobarde a gemir contra su piel?- alcé la ceja sin ninguna pizca de vergüenza y mordí una sonrisa —Somos dos desconocidos que juegan a no serlo, no me veo huyendo del placer y… ¿usted?- pregunté viéndole a los ojos para separarme de sus brazos que me atrapaban como buen cazador. Dándole la espala sintiendo mis pantorrillas chocar contra sus piernas tomé una mano pasándola desde mi espalda baja, cintura y terminando en la parte superior del vestido en donde se encontraba el zipper que ocultaba lo que quería ser mostrado.
Su mano en conjunto con la mía comenzaron a descender de manera lenta que dolía, quería hacerle caer en la desesperación por mi lentitud y con una sonrisa quedó aquella zona totalmente despejada de par en par, terminando de abrir las solapas de un lado a lado de la indumentaria negra, la viuda mostraba su cuerpo y apartando hacia un lado mi cabello, deslizando la tela que cayó de manera lenta sobre el suelo dejando un momento mi cuerpo de aquella forma esperando que él apreciara lo que veía. Ladeando el rostro y viéndole por encima de mi hombro me giré despacio con cautela mostrando toda la corta y delicada ropa que cubría el inexistente vestido. Tomando nuevamente su mano y llevándola hasta mi cintura la dejé ahí pues de cierta manera el intercambio de temperatura era notorio y sonreí —Ya no tiene escapatoria- inclinando mi cuerpo robé de nuevo de sus labios un beso sin castidad ni cuidado, arañando con mi lengua sus paredes, jugando a quien era más fuerte. Dando dos pasos más me acerqué a su cuerpo de manera ventajosa y tomando la polera en un movimiento rápido la apartaba del camino, porque de ahora en adelante no había salida que no terminara con bajo su piel.
Denisse d'Auxerre- Vampiro Clase Alta
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Re: Devil's Choir +18 {Josiah D'Olincourt}
Efecto de los hechos, evocación a las remembranzas de aquellas furtivas caricias antes asignadas por las manos contrarias.
Se hallaba ya en un estado difícil de explicar, las ansias por su talle eran descomunales, tanto que podía sentir sus roces sin recibirlos, saborear sus labios sin besarlos y más, el calor interior de la fémina sin siquiera aún retirar tales prendas que aún parecían ser la mayor de las paredes por derribar. Pero se aclaraba en seco con ciertos aspectos, tanto la infame mujer, como él, querían lo mismo, aspiraban, pretendían llegar a un final incorporado por ambas pieles en un encuentro lascivo de grandes magnitudes.
Reunía aún sus fuerzas por no hacerse falsos ideales sobre aquel encuentro. Motivo por el que mayormente se hallaba distraído, pero no ahora, tales jugaban a la par con las caricias que quería llegar a imponer, aquellas posesivas marcas territoriales que solía escarmentar sobre la tersa piel femenina. Fiel efigie de la perfección, divinidades por donde se hallasen al mirar, lograba perderse en ella y sí, lo traía de cabeza con un movimiento de sus caderas, sabía cuales eran las piezas a mover, como cambiar el juego a su favor, prevalecía en él los deseos de ver más, siempre esperando algo más que la rubia pudiera darle, lo podía hacer, a pesar de ser una completa extraña a sus ojos, independiente de que no supiera más de lo que tenía entre sus manos, el gitano sospechaba que aquella mujer lo sorprendería, esperaba eso y tan sólo en esas ocasiones exactas, se hacía expectativas, plasmaba en ella lo que esperaba, mientras sin saberlo, cumplía de forma natural.
Poco a poco su cuerpo comenzaba a tomar calor, se calentaba corporeamente advirtiendo de aquella forma también a la fémina lo que comenzaba a efectuarse en él, las respuestas de sus actos.
Incómodos momentos en los cuales sólo deseaba acorralarla entre sus manos y hacerla propiedad inherente de su cuerpo. Pero no, aún jugaba, cuál pequeña recorre los pasillos de sus hogar ansiosa por salir al exterior, a las calles libres de ataduras, de restricciones, de estrictos comportamientos de etiquetas que la obligaban a guardar control.
El gitano comenzó a sentir la impasible piel ajena, se regocijaba en poder dar a gusto lo que callaba su mente, y claro, lo que callaban mucho más sus labios. El hablar no era su mejor amigo, menos en momentos en los cuales mencionar palabras, reunir frases o intentar socavar ideas enredadas en sus mente, pero tampoco era momento real para aquello, la tenía en frente, entre sus manos, no había momento a nada más que a ese furtivo encuentro. Pero como era un fiera de armas tomar, revolvió todo a su antojo. Se quedó inerte, viendo como le daba su esbelta espalda, quería jugar, por lo que detallando cada fina linea de su piel comenzó a descender con real cuidado la materia que pegaba ésta prenda a sus anatomía; Tan lento era el movimiento que comenzaba a marcarse una distracción contra la superficie de sus hombros, donde el gitano disfrutaba de su piel entre sus labios, dejando que parte de su barba raspara esa piel marcando una fila de rasgos rojizos, secando sobre su oído hizo la venganza, murmurando en su idioma de letras algo incomprensible para ella, mordiendo el lóbulo de la oreja ajena para retomar una vez más la distancia antes impuesta, si así podría llamarse, ya que si se hablaba de distancia, la idea era la mínima.
Ella se giró, y él con la mirada patidifusa cayó bajo los encantos de su piel, no perdió tiempo en sostener sus caderas, marcando una presión constante de sus manos contra las carnes ajenas. La acercó mucho más a su cuerpo, aún contra la superficie rocosa hizo que ella se montara sobre sus piernas, y en medio de aquella coalición de caricias bucales, el castaño se deshizo por ayuda de ella de tales prendas que cubrían su parte superior. Sus tatuajes fueron enseñados a la luna, su torso desnudo se aferro como un imán a la piel de su compañera mientras en caricias abiertas no perdió tiempo en acunar la copa de su seno izquierdo, abarcaba toda contextura, expeliendo un corto gemido que se perdía entre los movimientos de un roce que marcaba por completo beso desmesurado. Tomó aire, recargó sus reservas y sentenció la vista de su Eva - Jamás busqué tal cosa... - en un burdo movimiento llevó su mano libre a los glúteos de ella, la acomodaba contra su cuerpo, dejando sentir en simples fricciones la calidad del gitano, la reacción que comenzaba a tomar mayor posición, mayor temple en su centro.
Coló su mano entre la prenda intima, siguiendo el arte de sus dedos, ésto estaba recién comenzando, pretendía conocer hasta la zona más recóndita de su anatomía.
Se hallaba ya en un estado difícil de explicar, las ansias por su talle eran descomunales, tanto que podía sentir sus roces sin recibirlos, saborear sus labios sin besarlos y más, el calor interior de la fémina sin siquiera aún retirar tales prendas que aún parecían ser la mayor de las paredes por derribar. Pero se aclaraba en seco con ciertos aspectos, tanto la infame mujer, como él, querían lo mismo, aspiraban, pretendían llegar a un final incorporado por ambas pieles en un encuentro lascivo de grandes magnitudes.
Reunía aún sus fuerzas por no hacerse falsos ideales sobre aquel encuentro. Motivo por el que mayormente se hallaba distraído, pero no ahora, tales jugaban a la par con las caricias que quería llegar a imponer, aquellas posesivas marcas territoriales que solía escarmentar sobre la tersa piel femenina. Fiel efigie de la perfección, divinidades por donde se hallasen al mirar, lograba perderse en ella y sí, lo traía de cabeza con un movimiento de sus caderas, sabía cuales eran las piezas a mover, como cambiar el juego a su favor, prevalecía en él los deseos de ver más, siempre esperando algo más que la rubia pudiera darle, lo podía hacer, a pesar de ser una completa extraña a sus ojos, independiente de que no supiera más de lo que tenía entre sus manos, el gitano sospechaba que aquella mujer lo sorprendería, esperaba eso y tan sólo en esas ocasiones exactas, se hacía expectativas, plasmaba en ella lo que esperaba, mientras sin saberlo, cumplía de forma natural.
Poco a poco su cuerpo comenzaba a tomar calor, se calentaba corporeamente advirtiendo de aquella forma también a la fémina lo que comenzaba a efectuarse en él, las respuestas de sus actos.
Incómodos momentos en los cuales sólo deseaba acorralarla entre sus manos y hacerla propiedad inherente de su cuerpo. Pero no, aún jugaba, cuál pequeña recorre los pasillos de sus hogar ansiosa por salir al exterior, a las calles libres de ataduras, de restricciones, de estrictos comportamientos de etiquetas que la obligaban a guardar control.
El gitano comenzó a sentir la impasible piel ajena, se regocijaba en poder dar a gusto lo que callaba su mente, y claro, lo que callaban mucho más sus labios. El hablar no era su mejor amigo, menos en momentos en los cuales mencionar palabras, reunir frases o intentar socavar ideas enredadas en sus mente, pero tampoco era momento real para aquello, la tenía en frente, entre sus manos, no había momento a nada más que a ese furtivo encuentro. Pero como era un fiera de armas tomar, revolvió todo a su antojo. Se quedó inerte, viendo como le daba su esbelta espalda, quería jugar, por lo que detallando cada fina linea de su piel comenzó a descender con real cuidado la materia que pegaba ésta prenda a sus anatomía; Tan lento era el movimiento que comenzaba a marcarse una distracción contra la superficie de sus hombros, donde el gitano disfrutaba de su piel entre sus labios, dejando que parte de su barba raspara esa piel marcando una fila de rasgos rojizos, secando sobre su oído hizo la venganza, murmurando en su idioma de letras algo incomprensible para ella, mordiendo el lóbulo de la oreja ajena para retomar una vez más la distancia antes impuesta, si así podría llamarse, ya que si se hablaba de distancia, la idea era la mínima.
Cae el agua, como una espada en gotas,
como un desgarrador río de vidrio, cae mordiendo,
golpeando el eje de la simetría, pegando en las costuras del alma,
rompiendo cosas abandonadas, empapando lo oscuro.
como un desgarrador río de vidrio, cae mordiendo,
golpeando el eje de la simetría, pegando en las costuras del alma,
rompiendo cosas abandonadas, empapando lo oscuro.
Ella se giró, y él con la mirada patidifusa cayó bajo los encantos de su piel, no perdió tiempo en sostener sus caderas, marcando una presión constante de sus manos contra las carnes ajenas. La acercó mucho más a su cuerpo, aún contra la superficie rocosa hizo que ella se montara sobre sus piernas, y en medio de aquella coalición de caricias bucales, el castaño se deshizo por ayuda de ella de tales prendas que cubrían su parte superior. Sus tatuajes fueron enseñados a la luna, su torso desnudo se aferro como un imán a la piel de su compañera mientras en caricias abiertas no perdió tiempo en acunar la copa de su seno izquierdo, abarcaba toda contextura, expeliendo un corto gemido que se perdía entre los movimientos de un roce que marcaba por completo beso desmesurado. Tomó aire, recargó sus reservas y sentenció la vista de su Eva - Jamás busqué tal cosa... - en un burdo movimiento llevó su mano libre a los glúteos de ella, la acomodaba contra su cuerpo, dejando sentir en simples fricciones la calidad del gitano, la reacción que comenzaba a tomar mayor posición, mayor temple en su centro.
Coló su mano entre la prenda intima, siguiendo el arte de sus dedos, ésto estaba recién comenzando, pretendía conocer hasta la zona más recóndita de su anatomía.
Josiah D'Olincourt- Gitano
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Fecha de inscripción : 20/04/2014
Re: Devil's Choir +18 {Josiah D'Olincourt}
Un buen jugador merece su premio, de eso estaba muy segura y el hombre de prominente cuerpo, espalda ancha y perfecto torso se estaba ganando ése lugar. Clavándose con sus caricias. Era una retribución algo ‘’equitativa ‘’ él iba a recibir tanto como yo quisiera que él recibiese de mí e incluso un poco más porque si iba a dejar que su existencia permaneciera en vida iba a hacer que me recordara, que sintiera la necesidad de buscar de nuevo mis besos, caricias, mi cuerpo porque así soy yo, inolvidable. Mis caricias iban más allá de roces, ciertamente iban cargadas de mucha lujuria y cuidado. Marcaba su piel con sumo cuidado dándome el debido tiempo de recorrerla de manera lenta y placentera aunque por dentro quisiera ejecutar de una vez por todas mi obra maestra. Mis labios jugando un sucio juego se entrometían en los ajenos haciendo que mi lengua fuese un imán a la suya, diferente a lo que una desconocida podía ofrecerle de manera tan campante y sagaz.
Mis dedos se encarnaron a su espalda y el leve roce de su barba contra mi piel hizo que un jadeo se escapara la viento, de reojo delineé su cuerpo pues delante suyo no tenía la posibilidad de verle enteramente, me gustaba hacer esperar por lo que quería aunque interinamente no habían horas ni minutos para oír más que su ronca voz diciéndome cosas al oído. Su desconocido idioma habló para mis sentidos claramente no estaba segura de lo que había mencionado, pero ese truco le había funcionado perfectamente, si quería arrancarme una sonrisa sumada con placer y deseos retorcidos aunque aquello hubiese sido una bella poesía que cualquiera declara a un gutural cuerpo lo logró y debía tener méritos por ello. Cerré los ojos al contacto, el hielo poco a poco cedía de manera figurativa era obvio pero seguramente en otros tiempos mi piel estaría igual que la suya, ardiendo.
Estando frente a él su prominente agarre hizo que una sonrisa se dibujase en mi rostro, mis ojos azules le miraron de manera sádica pero sin querer parecer una maniaca. Quería que castigara mi ser por estar haciendo tanto protocolo aunque en estos casos caía como anillo al dedo. La diferencia de complexión física era notoria, si hubiese sido otra seguramente ya me hubiera intimidado pero esa palabra –intimidación- jamás había cabido en mi vocabulario. Una acción rápida de su cuerpo hizo sentarme encima suyo y esa era mi oportunidad perfecta para darle un poco de lo que me estaba gritando con sus ojos desesperados. Tensé mi cuerpo endureciendo cada músculo haciendo énfasis en la zona baja de mi cuerpo y apreté la ajena sin rechistar ni esperando nada a cambio, necesitaba recoger la cosecha de lo que había trabajado y abriendo un poco más ambas piernas abrazando con cada muslo los ajenos presioné más y un jadeo fue difícil de ocultar. Negué con la sonrisa plasmada en mi rostro y terminé de hacer con mis manos, sintiendo las curiosas bajo mi credo.
Su piel desnuda se mostró rápidamente y no desaproveché para palpar lo que la gracia celestial me entregaba. Los perfectos abdominales más unos endurecidos pectorales fueron presa de mis garras las que en caricias lentas y meticulosas se colaron contra él. Mis labios arrancaban con dominancia los otros, como si fueran mecha corta para hacer estallar de emoción sus sentidos. Una cadena de besos fue dibujada alrededor de su cuello alternando aquello con humedecidas salidas de mi lengua haciendo pequeñas marchas en esa piel que se iban borrando de inmediato. Mis manos que pasaron por encima de sus hombros enlazándose en su nuca le trajeron más a mí cuerpo y tiré sin cuidado del suyo al mío mordiendo un labio reprimiendo el jadeo por los dedos curiosos que se abrían paso debajo de la ropa que cubría mi zona baja.
Mis manos bajaron por sus brazos perfectamente tatuados y delineé con el dedo uno de ellos haciendo movimientos circulares mientras que con la otra mano acariciaba la línea media de su tórax haciéndola bajar hasta su ombligo en conjunto con mi boca que se quedó a mitad de su abdomen y mis ojos se juntaron con los ajenos donde claramente no sabía si me estaba observando más sí sintiendo. Cerré mi mar jalándole aún más presionando ambas carnes y negué divertida en lo que la mano libre desataba la hebilla del cinturón de su pantalón y posteriormente el botón del mismo. Subí con rapidez a sus labios —No me parece un juego justo- musité en su boca con deje de diversión en las palabras haciendo referencia sus dedos —Pero nada que no pueda solventar- concluí con un susurro tirando del lóbulo de su oreja introduciendo mi mano en aquella zona prohibida que quería reclamar como mía por esos segundos. Sintiendo las prominencias óseas de su cuerpo dibujé un claro recorrido por esa pelvis hasta llegar al lugar donde habitaba un adormitado habitante que despertó rápidamente al ser tomado con mi mano abierta recibiéndome en sus mieles.
Denisse d'Auxerre- Vampiro Clase Alta
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Re: Devil's Choir +18 {Josiah D'Olincourt}
Bajo un pensamiento soez, el harapiento gitano que regocijaba eminentemente en las sensaciones que dejaban delirando sus deseos más cohibidos; Inmundo en el anhelo de su propio organismo por aquella individua de lascivos deseos que afloraban por su piel, que destellaban cada mínimo tribunal de cultos libidinosos.
La rubia lo tenía bajo los mandatos mudos de sus leyes, iniciaba el crecimiento de su centro, sintiendo como el otro lado, aquel que pretendía plantear, ese instinto a llevar las cosas con calmas (Mismo que jamás usaba) se desvanecía por completo de su cabeza; Mucho no le costo, era casi el cinismo puro en su cabeza ¿Ir lento? ¿Enserio? ¿Con una fiera como tal frente a sus manos? Por favor, era de románticos aguardar al momento esperando, pues previamente, lo que mejor se marcaba, era la falta de tiempo a sentir uno del otro.
Abandonó la cautela, una de sus manos presionaba con constante solidez la copa del seno femenino, sintiendo como el mismo se tensaba bajo las caricias lascivas de sus manos; La yema de sus dedos buscaba el roce directo, retirando ahora todo tipo de prenda que estorbara entre él y la gélida piel de aquel ángel de la muerte; La inflexibilidad de los hechos lo marcó, presionó con fuerzas esta masa de piel, entre tanto su virilidad iba en aumento por el actuar de la fémina.
Su condición no era favorable, ajetreado por esa insinuación se sentía débil, cómo pequeño entre las manos de un titiritero que movía aquellas cuerdas a gusto y disgusto; Bajo la mecánica que se llevaba en marcha, comenzó a jugar con aquel firme botón que afloraba en la copa de su seno; Su mirada se encontraba contra esa tersa piel, viendo como el iris oscurecido que lo hacía resaltar hacia agua la boca del gitano que ya a esas alturas, no controlaba su calor corporal, mucho menos sus respiración o la marca acompasada de sus respiraciones que para el momento, se encontraban exaltadas a un mil más mil.
Sus labios se alejaron de todo contacto femenino, perseverante en las ideas equilibradas de su cabeza, energético pro llevarlas a cabo, con un movimiento obstinado marcó la calma completa de su mano contra el pecho dela fémina; Depositando sobre la misma un deje de fuerza, insistiendo a esa efigie que encobara así un poco su espalda, arquear la misma para dejar a expuesta todo el torso para la mirada sigilosa del gitano; Fue así cómo se llevó a cabo el acto, ella se dejaba mover por su uniforme actuar, mientras agradecido del eje que se le presentaba, se inclinó a ella; Un arco se asemejaba a los dos cuerpo. Su rostro de frente con el valle de su senos, dónde uno de estos fue la presa favorita de los labios propios; Succionó de ese botón con el cual sus dedos antes jugaban, mordía de este a recio forcejeo de intentar no hacerle daño, pero terco como el mismo, de forma tenaz su mano libre sujeto el arco de la mujer, su espalda baja. La aferró tanto a si mismo que aquel forastero que ella acariciaba con frenesí, marcó un roce perfecto contra la entrepierna de la rubia, mismo roce que lo hizo gruñir fanático de la constante voluptuosidad de provocaciones.
Relamió la piel de la mujer, muy flemático ya al tenerla entre sus manos; Dando pare a los mandatos de la dama, continuó con la linea de caricias húmedas que otorgaba a la anatomía ajena; Ahora abría sus labios, queriendo ocultar entre su boca la mayor cantidad posible del seno femenino. Su mano libre se sujeto del mismo, entre tanto sus labios subían al cuello perfectamente estirando, aquel blanquecino camino que lo llevaba de regreso a sus labios, pero esta vez no la besó, jugó contra sus labios, retomando la posición inicial; Ambas manos regresaron a sus glúteos, presionando estos con firmeza, de forma fogosa, queriendo presionar más de lo que cabían en sus manos, la atrajo más a si mismo; Rasgó sus prendas, toda prenda que quedara en el cuerpo de la mujer, fueron exageradamente rasgadas por las manos del gitano, quien en un movimiento descontrolado se puso de pie hasta caer en una nueva posición.
La espalda de la mujer ahora contra esa roca, su cuerpo inclinándose cual felino huele a su presa antes de atacar; Ambas manos, una a cada lado de sus caderas, sin tocarla, sin marcar ni el más mínimo roce de su piel; Sobre ella, sólo inclinó su pelvis, dónde el forastero aún cubierto se mostraba claramente erecto, sólo él era quien rosaba a la mujer, y lo hacía en su parte más intima, y aunque las telas reprimieran el contacto directo, gruñó ocultando un gemido que se perdería luego en los carnosos labios de la mujer que tenía bajo sus corrompidos y degenerados deseos.
La rubia lo tenía bajo los mandatos mudos de sus leyes, iniciaba el crecimiento de su centro, sintiendo como el otro lado, aquel que pretendía plantear, ese instinto a llevar las cosas con calmas (Mismo que jamás usaba) se desvanecía por completo de su cabeza; Mucho no le costo, era casi el cinismo puro en su cabeza ¿Ir lento? ¿Enserio? ¿Con una fiera como tal frente a sus manos? Por favor, era de románticos aguardar al momento esperando, pues previamente, lo que mejor se marcaba, era la falta de tiempo a sentir uno del otro.
Abandonó la cautela, una de sus manos presionaba con constante solidez la copa del seno femenino, sintiendo como el mismo se tensaba bajo las caricias lascivas de sus manos; La yema de sus dedos buscaba el roce directo, retirando ahora todo tipo de prenda que estorbara entre él y la gélida piel de aquel ángel de la muerte; La inflexibilidad de los hechos lo marcó, presionó con fuerzas esta masa de piel, entre tanto su virilidad iba en aumento por el actuar de la fémina.
Su condición no era favorable, ajetreado por esa insinuación se sentía débil, cómo pequeño entre las manos de un titiritero que movía aquellas cuerdas a gusto y disgusto; Bajo la mecánica que se llevaba en marcha, comenzó a jugar con aquel firme botón que afloraba en la copa de su seno; Su mirada se encontraba contra esa tersa piel, viendo como el iris oscurecido que lo hacía resaltar hacia agua la boca del gitano que ya a esas alturas, no controlaba su calor corporal, mucho menos sus respiración o la marca acompasada de sus respiraciones que para el momento, se encontraban exaltadas a un mil más mil.
Sus labios se alejaron de todo contacto femenino, perseverante en las ideas equilibradas de su cabeza, energético pro llevarlas a cabo, con un movimiento obstinado marcó la calma completa de su mano contra el pecho dela fémina; Depositando sobre la misma un deje de fuerza, insistiendo a esa efigie que encobara así un poco su espalda, arquear la misma para dejar a expuesta todo el torso para la mirada sigilosa del gitano; Fue así cómo se llevó a cabo el acto, ella se dejaba mover por su uniforme actuar, mientras agradecido del eje que se le presentaba, se inclinó a ella; Un arco se asemejaba a los dos cuerpo. Su rostro de frente con el valle de su senos, dónde uno de estos fue la presa favorita de los labios propios; Succionó de ese botón con el cual sus dedos antes jugaban, mordía de este a recio forcejeo de intentar no hacerle daño, pero terco como el mismo, de forma tenaz su mano libre sujeto el arco de la mujer, su espalda baja. La aferró tanto a si mismo que aquel forastero que ella acariciaba con frenesí, marcó un roce perfecto contra la entrepierna de la rubia, mismo roce que lo hizo gruñir fanático de la constante voluptuosidad de provocaciones.
Relamió la piel de la mujer, muy flemático ya al tenerla entre sus manos; Dando pare a los mandatos de la dama, continuó con la linea de caricias húmedas que otorgaba a la anatomía ajena; Ahora abría sus labios, queriendo ocultar entre su boca la mayor cantidad posible del seno femenino. Su mano libre se sujeto del mismo, entre tanto sus labios subían al cuello perfectamente estirando, aquel blanquecino camino que lo llevaba de regreso a sus labios, pero esta vez no la besó, jugó contra sus labios, retomando la posición inicial; Ambas manos regresaron a sus glúteos, presionando estos con firmeza, de forma fogosa, queriendo presionar más de lo que cabían en sus manos, la atrajo más a si mismo; Rasgó sus prendas, toda prenda que quedara en el cuerpo de la mujer, fueron exageradamente rasgadas por las manos del gitano, quien en un movimiento descontrolado se puso de pie hasta caer en una nueva posición.
La espalda de la mujer ahora contra esa roca, su cuerpo inclinándose cual felino huele a su presa antes de atacar; Ambas manos, una a cada lado de sus caderas, sin tocarla, sin marcar ni el más mínimo roce de su piel; Sobre ella, sólo inclinó su pelvis, dónde el forastero aún cubierto se mostraba claramente erecto, sólo él era quien rosaba a la mujer, y lo hacía en su parte más intima, y aunque las telas reprimieran el contacto directo, gruñó ocultando un gemido que se perdería luego en los carnosos labios de la mujer que tenía bajo sus corrompidos y degenerados deseos.
Josiah D'Olincourt- Gitano
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Re: Devil's Choir +18 {Josiah D'Olincourt}
Su silencio no era más que la piedra que sería quitada para liberar todas mis ideas emblemáticas contra aquella piel. Cerré los ojos unos instantes dejándome consentir por sus enormes manos haciendo de las suyas en mi pecho, claramente él contaba con bastante labia, experiencia y conocimiento en este campo, aunque claro, cuando se reprime el animal que se lleva dentro solo queda la fiera del infierno para hacer estragos, una que, después es difícil de controlar. Estaba ansiosa por sentirme quemar con el calor de su cuerpo que poco a poco iba acrecentándose en contra mía derritiendo cada espacio de mi piel, una sensación que adoraba desde hace mucho tiempo pues la falta de temperatura en nuestro cuerpo hacía que con afán la buscara y había dado claramente con el hombre indicado, él la brindaría sin esperar recibir lo mismo de la mía, algo que chocaría haciendo que se derritiera en su tiempo lo que poco a poco iba hirviendo debajo de la tela de su ropa y la falta en mi cuerpo. Sonreí tirando un poco de mi cabello hacia atrás para apartar a su perfecta habilidad con los dedos.
Mis manos jugaron un poco más a ser mala en aquella zona sensible, estaba acabando en las garras del diablo que estaría dispuesta a llevarlo al infierno en una sola caricia maldita. Traje su cuerpo un poco más al mío y mis manos siguieron su curso por sus endurecidos abdominales hasta bajo de su centro el cual podía sentir justo cuando estaba encima suyo. Presioné con malicia mi centro contra el suyo guardándome un jadeo contra su boca. Mis labios se fueron desde los suyos en una línea oblicua hasta el pabellón de su oreja y me quedé allí arqueando aquella forma con la punta de mi lengua, justo al llegar a lóbulo mordí sin hacer daño ese lugar y luego besé apretando los ojos y las manos en su espalda aruñando un poco su espalda por la emoción con la que acababa mi piel con su boca, era diestro con la boca, ¿sería igual con algo más? Mi sonrisa fue audible, quizás estaba cayendo poco a poco en su juego también, no era la única que ganaría terreno, él también tenía cartas que podrían hacerme perder aunque a estas alturas ya no importaba quien fuera el primero, porque ambos ganaríamos, estando segura que, sería un reto por ver quién gemiría primero.
Un espasmo en mis piernas me recorrió hasta la punta de mis pies y le miré fijamente sin soltar la mano de aquel endurecido mástil que acariciaba con cuidado. Me estaba llevando al borde del desespero, necesitaba actuar con más precisión, así que mis movimientos fueron rápidos y certeros contra la suavidad de aquella piel que comenzaba a bañar la mía. Con mis labios mordí sus mejillas cuando su barba hizo que sintiera cierta nostalgia por las cosquillas que daba contra la mi piel y volví a aferrarme con una mano de su espalda juntándome en su boca nuevamente. Unas caricias más y mi mano subió de aquella zona completamente humedecida llevando uno mis dedos hasta mi boca probé aquello en un solo movimiento saboreé succionando mi labio justo cuando los papeles se habían invertido que, en un descuido mi ropa fue hecha añicos por la fuerza del humano que hacía de las suyas. Fruncí el ceño levemente y mi piel de marfil se dejó expuesta a sus ojos, me quedé un rato frente a sus ojos, quería que apreciara antes de que diera paso a mas, así que hice lento ese contacto contra él esperando.
Al parecer él había tomado el control de la situación, de momento, me bastaba con gozar sus caricias que bajan y subían por todo mi extenso cuello y reprimí de nuevo un jadeo. Estaba jugando mejor de lo que esperaba. Mi cuerpo se fundió una vez más contra él, solo con el afán de hacerlo enloquecer entre las caricias que contra mí propiciaba. En sus manos mi espalda se desprendía en un perfecto arco que hacía juntar nuestros huesos centrales con amenaza. Apreté la mandíbula y el frío de la roca calarme la piel fue apaciguada justo cuando fui acorralada como presa buena contra la misma y una mano tiró del hombro del humano para acercarle más a mí, no creía poder soportar más la tortura de verle lejos sin que estuviera quemándome con su ser. Alcé la ceja justo para ver sus movimientos diestros, sabía cómo enloquecer a cualquiera con su paciencia, ¿había antes ensayado esto? Pero no tardó en dar su golpe de gracia. Su centro hizo presión contra mí y en ese momento no dudé en enloquecer tirando mi cuerpo hasta él alzando una pierna encima de su torso enrollándose allí para aguardar un poco en aquel lugar y negué, una mano se fue hasta su rostro justo para juntarse en su boca y gemí, perdí. Había perdido contra él en un descuido por haberme dejado llevar por el deseo de su piel. Mi mano se deslizó delineando su cuerpo hasta llegar a las telas que estorbaban y la misma se coló llegando hasta uno de sus endurecidas posaderas apretándola con maldad tal como él lo había hecho y susurré en su boca algo que no supe qué fue pero era claro que estaba lista para soltar su fiera que consumiría la maldad de la mía haciéndola una sola.
Denisse d'Auxerre- Vampiro Clase Alta
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Re: Devil's Choir +18 {Josiah D'Olincourt}
Remembranzas que se entrelazaban en su cabeza eran difíciles de mencionar, incluso invocar en su mente la idea de tenerla entre sus brazos lo hacía arder de formas indescriptible, haciendo que buscara las palabras exactas para describir el instante sin ser completo conocedor de lo magnifico. Se hallaba defectuoso en buscar sinónimos, algo imperfecto, y fueron pensamientos duros al ser un egolatra pensar en ese preciso momento en antónimos tan crueles a su personas ¿Por qué? Porque sabía que las llevaba de ganar, entonces en lugar de pensar como hacer perder los cabales a la viuda entre deseos, se daba el vago tiempo, esos segundos fugaces en divagar sobre ideas inconclusas, quizás admirar su belleza una vez más, la fiereza que dejaban a relucir sus ojos cuando se encontraban con los del gitano agitado sobre su anatomía.
Noble imagen de una desleal mujer que le provocaba ese dominio de inestabilidad, dejando aflorar en el esa naturaleza de controlador, de macho alfa, esa actitud con disposición a lo más perverso, al mandato, a mantener la administración de cada mínimo roce, la quería sólo para él en ese momento, recorrer todo su cuerpo con sus manos, sentir cada mínimo tacto de la fémina lo hacía casi gruñir en desacuerdos, la quería ver llegar a la cuspite de sus placeres más cohibidos para luego desencadenar entre sus pieles los deseos propios, que se fuera en alucinaciones más de una vez; Eso le provocaba la dama, y estaba dispuesto a todo, llevando la fase a cabo entre caricias furtivas por parte de ambos, aún.
Se aferraba a su cuerpo cual infante busca en el seno materno aquella protección implacable, aunque el momento era completamente lo contrario se refugió en su cuerpo, sintiendo como la travesía de la mano femenina se apoderaba del forastero entre sus piernas, mientras el mismo tomaba posición entre su palma afloro un sonoro gruñido que golpeo contra los pétalos de la mujer; Marcando como propio el grosor de su labio inferior el cual mordió con firmeza, no tanto como para dañarla, pero fingía devorar en deliciosas representaciones de atracción este par de flores; Entreabrió los mismos con ayuda de los suyos, buscando el contacto directo de su lengua, aumentando ahora sí la intensidad de cualquier acto, hurgando entre su cavidad bucal, saboreando el delicioso elixir que se formaba entre ambas humedad, mientras con una de sus manos hacia linea baja por su plano vientre, manteniendo la otra ahora contra su espalda baja, sosteniendo la cercanía singular de ambos cuerpos.
Sus dedos hicieron caminos cortos, sus senos fueron presos de los mismos hasta caer a su entrepierna, misma que abrió de un fuerte movimiento para que su cuerpo se acomodara mejor entre las mismas y su mano sin previo aviso tomara presencia, ese dominio, marcando la autoridad necesario con dos de sus dedos, aquellos que acariciaban con firmeza entre los labios menores femeninos, subiendo en bajando, de formas circulares aveces, pues luego de oír su gemido, se quedó encantado con los deseos de seguir oyendo más de lo que antes le había regalado la mujer.
La subordinación de la fémina lo encendía mucho más ¿Cuál más terco que el otro? Se resistía a caer entre las manos del gitano, sus acciones lo demostraba, el roce de como lo intentaba controlar con la belleza sobrehumana, que a decir verdad, si le pidiera algo con ese perfecto rostro, fácilmente masculino caería sin previo aviso, pero sin demostrar aquello, nuevamente descendió su mano, dejando que la humedad que habían tomado sus dedos en el interior femenino le ayudaran a su siguiente paso; Poco a poco a fue penetrando con sus dedos, sintiendo como su cavidad los estrechaba de manera deliciosa, no evitó gemir, aún contra sus labios mientras una lasciva sonrisa se apoderaba de sus labios entre tanto inclinaba su cuerpo junto al de la rubia, quedando completamente extendidos sobre la superficie rocosa, sintiendo como aún su mano lo estimulaba, el simplemente se dejó llevar por los placeres de la mujer.
Su debilidad eran y siempre serían ver satisfecha a una hembra, ella era su presa, estaba lista, más que preparada para ser presa de sus anhelos, de ese apetito perverso que pretendía saciar con su perfecta efigie.
Noble imagen de una desleal mujer que le provocaba ese dominio de inestabilidad, dejando aflorar en el esa naturaleza de controlador, de macho alfa, esa actitud con disposición a lo más perverso, al mandato, a mantener la administración de cada mínimo roce, la quería sólo para él en ese momento, recorrer todo su cuerpo con sus manos, sentir cada mínimo tacto de la fémina lo hacía casi gruñir en desacuerdos, la quería ver llegar a la cuspite de sus placeres más cohibidos para luego desencadenar entre sus pieles los deseos propios, que se fuera en alucinaciones más de una vez; Eso le provocaba la dama, y estaba dispuesto a todo, llevando la fase a cabo entre caricias furtivas por parte de ambos, aún.
Se aferraba a su cuerpo cual infante busca en el seno materno aquella protección implacable, aunque el momento era completamente lo contrario se refugió en su cuerpo, sintiendo como la travesía de la mano femenina se apoderaba del forastero entre sus piernas, mientras el mismo tomaba posición entre su palma afloro un sonoro gruñido que golpeo contra los pétalos de la mujer; Marcando como propio el grosor de su labio inferior el cual mordió con firmeza, no tanto como para dañarla, pero fingía devorar en deliciosas representaciones de atracción este par de flores; Entreabrió los mismos con ayuda de los suyos, buscando el contacto directo de su lengua, aumentando ahora sí la intensidad de cualquier acto, hurgando entre su cavidad bucal, saboreando el delicioso elixir que se formaba entre ambas humedad, mientras con una de sus manos hacia linea baja por su plano vientre, manteniendo la otra ahora contra su espalda baja, sosteniendo la cercanía singular de ambos cuerpos.
Sus dedos hicieron caminos cortos, sus senos fueron presos de los mismos hasta caer a su entrepierna, misma que abrió de un fuerte movimiento para que su cuerpo se acomodara mejor entre las mismas y su mano sin previo aviso tomara presencia, ese dominio, marcando la autoridad necesario con dos de sus dedos, aquellos que acariciaban con firmeza entre los labios menores femeninos, subiendo en bajando, de formas circulares aveces, pues luego de oír su gemido, se quedó encantado con los deseos de seguir oyendo más de lo que antes le había regalado la mujer.
La subordinación de la fémina lo encendía mucho más ¿Cuál más terco que el otro? Se resistía a caer entre las manos del gitano, sus acciones lo demostraba, el roce de como lo intentaba controlar con la belleza sobrehumana, que a decir verdad, si le pidiera algo con ese perfecto rostro, fácilmente masculino caería sin previo aviso, pero sin demostrar aquello, nuevamente descendió su mano, dejando que la humedad que habían tomado sus dedos en el interior femenino le ayudaran a su siguiente paso; Poco a poco a fue penetrando con sus dedos, sintiendo como su cavidad los estrechaba de manera deliciosa, no evitó gemir, aún contra sus labios mientras una lasciva sonrisa se apoderaba de sus labios entre tanto inclinaba su cuerpo junto al de la rubia, quedando completamente extendidos sobre la superficie rocosa, sintiendo como aún su mano lo estimulaba, el simplemente se dejó llevar por los placeres de la mujer.
Su debilidad eran y siempre serían ver satisfecha a una hembra, ella era su presa, estaba lista, más que preparada para ser presa de sus anhelos, de ese apetito perverso que pretendía saciar con su perfecta efigie.
Josiah D'Olincourt- Gitano
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Re: Devil's Choir +18 {Josiah D'Olincourt}
Quizás estaba delirando pero sólo un poco. Todo se había convertido en un nuevo panorama, ya no sólo era aquel bosque verde donde dos desconocidos habían jugado a encontrarse, a empezar algo que muchos nunca se regalarían por miedo a los prejuicios públicos, eran sólo dos desconocidos alerta el uno por el otro . Me había olvidado por unos instantes de todo y me estaba concentrando en el placer que él brindaba con entusiasmo a mi cuerpo. Sentía como una pequeña onda de calor nacía en la punta de mi estómago e iba avanzando hasta la zona baja de mi pelvis. El escozor de su respiración era una sinfonía que me hacía querer respirar, de esa manera podría sentirme viva también, a través de su piel y los sonidos guturales de su cuerpo al estar en contacto con el mío. Abrí los ojos sólo para ver su expresión de satisfacción. Me tenía justo donde quería y eso de cierto modo me hizo sentir complacida porque en estos casos pensaría que no estaba con una inmaculada mujer sino una que sabía muy bien lo que quería y que por los momentos, por esta noche sólo necesitaba esas manos habilidosas que trabajaban con esmero.
Sostuve mis manos en su cabello, enredando los dedos allí deslizándolos hasta su espalda con una mano y la otra que sin permiso robaba con movimientos cuidadosos parte de la debilidad de su entrepierna, necesitaba un músculo endurecido y para eso necesitaba trabajar lo más que pudiese con el poco tiempo que duraría aquel acto el cual me encargaría de alargar lo más que pudiese, un infinito placer tortuoso, una caída que enmarcaría más de un gemido en su encuentro. Mi cuerpo se tornó de repente húmedo quizás provenía de su sudor que comenzaba a aclararle la piel canela de los brazos y mordí mi labio con rudeza aguantándome no gemir todavía más por sentir su lengua y labios. Sumergí un poco mi cabeza en el hueco de su pecho arqueando así más el cuerpo en esa roca para mayor comodidad y de nuevo no pude evitar soltar otro soplido que con los segundos se convirtió en algo más sonoro. Sus labios se juntaron con los míos mientras sus manos posesivas no me dejarían alejarme tampoco yo lo deseaba, estaba realmente llenándome de todas sus experiencias, esas que le habían regalado lo que sabía hacer esta noche haciéndole un buen amante pero aún quedaban sorpresas.
Enterré los dedos de una mano en su hombro justo cuando solté su virilidad al sentir como iba descendido desde el monte hasta lugares más profundos. Cerré los ojos tensando un poco los músculos de las piernas que poco a poco fueron cediendo a su intromisión y negué con desaprobación justo cuando le vi sonreír con supremacía, eso era lo que ellos hacían en cambio yo me sentía como una dócil gatita en sus garras, allí quería estar, sin jugarle sucio. Una especie de castigo por estar jugando con fuego y ahora estaba quemándome, dulce y placentera manera de reprenderme. Entreabrí los labios quedándome seca de notas para expresar el placer de aquel contacto, me acerqué a su oído solo con el afán de hacerle saber que estaba moviendo bien sus cartas y que por los momentos llevaba las de ganar. Solté un beso en ese lugar sin bajar una de mis piernas la cual estaba unida a su abdomen y gimiendo por tercera vez en haciéndole despertar en algún rincón de sus sentidos la percepción de mi cuerpo siendo presa de sus deseos, claro como estaba sucediendo pero más allá de su subconsciente en sus deseos ocultos.
—De nuevo- susurré conteniéndome en aquel vaivén de movimientos sonar tan afanada por los mismos —De nuevo haciéndome esperar- negué con una sonrisa mientras apartaba parte del cabello que caía en mi rostro. Tensé los muslos acercándome peligrosamente a su centro dejando que mis labios volvieran de nuevo a su boca buscando ser recompensados por haber pedido a gritos sabiendo que él no estaría en sana paz hasta verme derrocada. Agité un poco más mis caderas contra su sentir para sobrevivir a los espasmos que iban y venían desde lo profundo hacia lo externo. Chocando su nariz con la mía sonreí aguantando la presión que parecía que bajo su comando iba a estallar. Juntando ambos labios apreté los ojos y arrugué la frente como quien alcanza una cima de la cual no quiere bajar nunca más y mi lengua dejó de luchar contra la suya, me tenía a su merced, con la espalda tirada hacia atrás me volví agua en sus manos sonriendo por ese pico que me había hecho tocar el cielo y devuelto al infierno en dos segundos, negué contra sus labios con perversidad, era mi turno de jugar sucio.
Denisse d'Auxerre- Vampiro Clase Alta
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Re: Devil's Choir +18 {Josiah D'Olincourt}
No pretendía tocar más fuerte las ideas que daban rienda suelta en su cabeza, esperaba disfrutar por completo del momento, ahogando sensaciones en su cuerpo, sintiendo roces imperceptibles que se hacían sin querer pero se tornaban mucho más deliciosos que los predispuestos por ambas anatomías; Se olvidaba ya de quien jugaba contra quien, de si quería dejara ganar en ese juego de seducciones que se había formado de forma raramente momentánea; No quería ganar, tenía su cuerpo al merced del propio, se consideraba un ganador ya desde sí, lo siguiente era solo recibimientos y entregas completas en deseos, en ideas lascivas que el gitano no contendría, teniendo claro que ella tampoco lo haría; Una Eva de tan tajante pensar, no, ella sabía lo que quería y tampoco haría tapujos en cumplir hasta el más sucio de sus pervertidos instintos; Ya qué, demás estaba añadir que aquel acercamiento no hubiese sido llevado a cabo por su formidable erotismo y esa lujuria que daba brillo a ese bache de oscura impudicia.
Corrompido bajo sus jadeos, se inclinó con mucho más reclamo a sus labios, cobrando estos como si fueran propiedad suya, invadiendo su cavidad en caricias deseosas de sentir un poco más de su fría piel, ocultando en ese baile de pétalos el roce desesperados de sus lenguas por retomar caricias extraordinarias, reprimiendo todo tipo de sofoco o resoplido exponente de lo que sucedía.
Ahora, sintiendo como sus manos se aferraban de su espalda quiso experimentar con mayor perversidad lo que la fémina hacía con él; Aumentaba mucho más el bulto entre sus piernas, obligando a que el castaño se inclinara a su pelvis para sentir al menos un corto roce que lo hiciera gemir con recelo entre sus labios; Retiró sus dedos de la cavidad húmeda de la dama, subió por la linea de su pechos con estos lentamente, hasta detenerse entre sus labios, dónde rosando el grosor de su propio labio inferior ajeno la hizo sentir ese delicioso sabor que afloraba para que luego el, en una lamida de su lengua, retirara ese sabor y pudiera ser completo degustador de ese exquisito elixir que la rubia expelía; Su miembro se erecto lo necesario como para que su pecho se acelerara y los juegos inmorales de su compañera lo hicieran inquietarse, sin querer ya guardar control para hacerla perder los estribos al menos un par de segundos antes que él ¿De que se trataba el juego ahora? Gozaba de verla disfrutar, quería al menos tenerla en el limbo de lo que se aproximaba para ambos.
Y suponiendo que ella se hallaba en la misma cuspite de antojos corporales, se inclino un poco más, bajando sus manos hasta sus perfectas y marcadas caderas, presionando estas con fuerzas, tanto que el miedo de dañarla se hacía participe del momento y el gitano le daba un salto para no dar segundo plano a su codicia de verla implorar el roce; La aferró mucho más a su cuerpo, destacó sus labios con un susurro en afán de sólo rosarlos — Valdrá la pena... — Masculló entre dientes, destellando luego una sonrisa socarrona, no en burla, si no aclarando que decía lo cierto.
Apetecía como hambriento sus gemidos, líricos sonetos que lo hacían enardecer mucho más sus ambiciones, esa codicia de poder sentir la estrechez de su cuerpo mientras el único apretón que se llevaba a cabo era el cierre de su pierna que lo rodeaba para no cortar ni la más mínima cercanía que ya se había impuesto; Su mano libre, luego de alejarse de su cadera comenzó a subir por la linea perfecta de su plano vientre, acunando la copa de uno de sus senos entre esta, para aflorar mucho más ese botón, mismo que le hizo agua la boca cayendo rendido; Encorvó un poco su espalda y en un gutural gruñido comenzó a mordisquear de este como si del mejor alimento se tratara, jugando entre su lengua mientra si brazo subía hasta acunar parte de su cuello, dónde al pasar los segundos de regocijo en su boca con su firme piel subió para verla nuevamente, una vez más a sus ojos; Sus narices rosaban y el aliento frío de la fémina chocaba contra sus mejillas, entre tanto el acomodaba sus caderas acorde a las de ella, sintiendo como su miembro desnudo daba cortas caricias a la piel desnuda de su feminidad, jugando traviesamente con sus labios menores que humedecían el largo de este en el más mínimo tacto que se infringiera — Gima para mi... — Sentenció cerrando tan sólo lo más que pudo su mano en torno a su cuello, negando cualquier tipo de movimiento que ella deseara hacer en ese instante.
Corrompido bajo sus jadeos, se inclinó con mucho más reclamo a sus labios, cobrando estos como si fueran propiedad suya, invadiendo su cavidad en caricias deseosas de sentir un poco más de su fría piel, ocultando en ese baile de pétalos el roce desesperados de sus lenguas por retomar caricias extraordinarias, reprimiendo todo tipo de sofoco o resoplido exponente de lo que sucedía.
Ahora, sintiendo como sus manos se aferraban de su espalda quiso experimentar con mayor perversidad lo que la fémina hacía con él; Aumentaba mucho más el bulto entre sus piernas, obligando a que el castaño se inclinara a su pelvis para sentir al menos un corto roce que lo hiciera gemir con recelo entre sus labios; Retiró sus dedos de la cavidad húmeda de la dama, subió por la linea de su pechos con estos lentamente, hasta detenerse entre sus labios, dónde rosando el grosor de su propio labio inferior ajeno la hizo sentir ese delicioso sabor que afloraba para que luego el, en una lamida de su lengua, retirara ese sabor y pudiera ser completo degustador de ese exquisito elixir que la rubia expelía; Su miembro se erecto lo necesario como para que su pecho se acelerara y los juegos inmorales de su compañera lo hicieran inquietarse, sin querer ya guardar control para hacerla perder los estribos al menos un par de segundos antes que él ¿De que se trataba el juego ahora? Gozaba de verla disfrutar, quería al menos tenerla en el limbo de lo que se aproximaba para ambos.
Y suponiendo que ella se hallaba en la misma cuspite de antojos corporales, se inclino un poco más, bajando sus manos hasta sus perfectas y marcadas caderas, presionando estas con fuerzas, tanto que el miedo de dañarla se hacía participe del momento y el gitano le daba un salto para no dar segundo plano a su codicia de verla implorar el roce; La aferró mucho más a su cuerpo, destacó sus labios con un susurro en afán de sólo rosarlos — Valdrá la pena... — Masculló entre dientes, destellando luego una sonrisa socarrona, no en burla, si no aclarando que decía lo cierto.
Apetecía como hambriento sus gemidos, líricos sonetos que lo hacían enardecer mucho más sus ambiciones, esa codicia de poder sentir la estrechez de su cuerpo mientras el único apretón que se llevaba a cabo era el cierre de su pierna que lo rodeaba para no cortar ni la más mínima cercanía que ya se había impuesto; Su mano libre, luego de alejarse de su cadera comenzó a subir por la linea perfecta de su plano vientre, acunando la copa de uno de sus senos entre esta, para aflorar mucho más ese botón, mismo que le hizo agua la boca cayendo rendido; Encorvó un poco su espalda y en un gutural gruñido comenzó a mordisquear de este como si del mejor alimento se tratara, jugando entre su lengua mientra si brazo subía hasta acunar parte de su cuello, dónde al pasar los segundos de regocijo en su boca con su firme piel subió para verla nuevamente, una vez más a sus ojos; Sus narices rosaban y el aliento frío de la fémina chocaba contra sus mejillas, entre tanto el acomodaba sus caderas acorde a las de ella, sintiendo como su miembro desnudo daba cortas caricias a la piel desnuda de su feminidad, jugando traviesamente con sus labios menores que humedecían el largo de este en el más mínimo tacto que se infringiera — Gima para mi... — Sentenció cerrando tan sólo lo más que pudo su mano en torno a su cuello, negando cualquier tipo de movimiento que ella deseara hacer en ese instante.
Josiah D'Olincourt- Gitano
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Re: Devil's Choir +18 {Josiah D'Olincourt}
Como si estuviera acorralada como presa dejaba que la calidez del gitano llenara cada rincón de mi frío cuerpo que a este momento estaba segura podría producir una helada quemante perceptible para el otro. Esa era el único calor que podía sentir un vampiro después de ser transformado en esto quizás he ahí la causa de esa hipersexualidad inexplicada pero eficaz podría pasar toda la noche en esto sin cansarme. Las manos del gitano recorrían con habilidad cada espacio de mi piel. Así como su otra mano trabajaba laboriosamente regalando pequeños corrientazos en la zona baja de mis caderas extendiéndose a mi espalda y muslos. Mordía mis labios y arqueaba la espalda cada vez que podía para no verme tan frágil a sus encantos. Quería ser lo humanamente posible para él aunque ya él me dejaba saberlo con la misma fuerza que evitaba gemir. Era demasiado testarudo y me gustaba, así mismo como trataba de dominarme por lo que en ese momento estaba a su entera merced en la bastedad de ese espeso bosque.
Mis manos que acariciaban su espalda ancha subían con lentitud delineando cada uno de sus músculos perfectamente trabajados hasta que una de éstas llegó a su posadera para jugar con su tonificada sentadera. Tratando de no enloquecer por los movimientos certeros en mi punto máximo de placer finalmente se detuvo y estuve agradecida. Soltando un poco de aire viendo como él gozaba de tenerme en esa posición de sometida negué cuando junto su boca a la mía. Besé con más intensidad de la que él ponía cuando nuestras lenguas se rozaban y aferrándome a su hombro apreté los dedos en su piel sin herirla solo para hacerle sentir que la estaba pasando bien y que claramente mi cuerpo estaba respondiendo a sus caricias más fácil de lo que esperaría.
Mis ojos se fundieron con los suyos y sonreí de lado al oír su promesa que valdría la pena. —No lo dudo hablé a su oído porque hasta el momento me había demostrado que sabía lo que hacía y eso era aún más atrayente. Ser la maestra no siempre tiene buenas gratificaciones y él incluso tenía bono extra. Escuchando como desde el fondo de sus pulmones se escapaba el aire para dejarlo sin aliento sonreí como niña traviesa a su comportamiento. A estos extremos era todo tan inespecífico pero a la vez exacto y acertado que no dejaría que pasara nada por alto. Como siempre quería quedarme en su memoria como la viuda de cabellos de oro que lo hizo estremecerse en un juego al que obviamente los dos terminarían por ganar el uno con el otro.
Cerré los ojos por su mano y su boca apuntando al centro de uno de mis senos. Mis manos acariciando su cabello se deslizaba como quien toca un arpa suavemente pero a la vez con rapidez y cuidado. Las caricias se hundieron en su espalda con una mano de nuevo y con la otra en su brazo en tanto que mis caderas se sentían cada vez más libres de ser tocadas por la virilidad del gitano en aquella danza maravillosa y caliente. Un leve gemido salió de mi garganta a ver como volvía a mis labios sin besarlos pero no era necesario cuando sentía como su humedad se iba mezclando poco a poco con la mía.
Besando su mejilla hasta deslizarme a su boca oí su demanda pero yo era más testaruda no así cuando levanté un poco mi cuerpo para que la cercanía fuera más nociva y letal del uno con el otro. Un jadeo se escapó primero. Era como una especie de tortura masoquista de la que no quería salir. Un sufrimiento excitante que me llevaba a perder la razón de lo que quería. Mis ojos se fundieron a los ajenos solo para hacerle sentir que en este momento éramos solo él y yo. Volví con malicia a levantar las caderas para que el roce no solo fuera eso sino un camino directo al Ades entre ambos y entonces fue cuando solté un gemido más sin ocultarlo respondiendo a su petición anterior. Una vez probando aquello era casi indetenible, iba a quemar esas sensaciones tanto como él quisiese y dejase así que no había tiempo para perder. Moviendo con mayor agilidad las caderas aferrando ambas brazos alrededor de su cuello para sostenerse un poco, miré sus ojos sin dejar moverme sobre su piel suave y húmeda gimiendo sobre su boca anhelando sus besos que todavía no quería para mí porque quería que se concentrara únicamente en la fricción de ambos cuerpos y se sumergiera conmigo en la maldición de ser adicta a la carne y no cualquiera sino la suya.
Denisse d'Auxerre- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 72
Fecha de inscripción : 24/01/2014
Re: Devil's Choir +18 {Josiah D'Olincourt}
Supero todo tipo de expectativa la sensualidad corrompida de aquella mujer, determinaba con claridad que sabía lo que hacía, en una increíble y reveladora vigencia especial de sus actos, a través de caricias daba el testimonio conocido a lo que buscaban. Dulce Eva de tiempos rechazados, dónde la irritación por hurgar más en ella se hacía tan latente como los indecentes pensamientos que lo agobiaban al ver la desnudez completa de la rubia; Se sentía encarcelado, casi así cómo un conductor a manos atadas; Alargar el momento lo hace caer a la víspera de que luego todo sería de golpe, antecámara que lograba revelar un futuro tan cercano, tan palpante y vivaz.
Tuviera o no cuidado, sabía que aquella mujer no se basaría en eso, estallaba en su centro libidinosas ideas de conducta, después de todo, el instante era el preciso, la combinación de sus provocaciones y la humedad de su falo era la razón precisa para iniciar en excesos de ella, características que veía en sus ojos, aquel libertinaje, la brutalidad de sus labios al devorar los propios, lo obligaba a romper con ataduras mentales, relucir entre su cuerpo la esperanza que parecía ya entusiasta en aceptar gustoso lo que venía pidiendo cómo condición de aquel encuentro.
Volvió más insolente sus roces, tanto así que su diestra bajó por la línea nívea de su vientre plano, acariciando todo rastro de piel que pronto abusaría con ingresos generales de caricias; Continuó, hasta que sus dedos ayudaron a abrir aquellos húmedos labios menores hasta dar con el desenlace esperando, recibía descargas de placer, todas enriquecidas con la fricción que hacia sus cavidad al estrecharse en su virilidad. Una embestida seca, latente, certera, por completo entró en ella, obteniendo así el jubilo de su calidez; Extraña sensación, bajo lo fría de su piel y sus caricias, sentía como se retribuía el calor corporal que el mismo sentía, ahora dentro de la fémina bajo sus brazos. Abrió su palma en lo que comenzaba el inicio de su feminidad, relamió sus propios labios, tomó un deje de distancia, y vengando los fastidiosos minutos anteriores de sólo mezcla de corrupciones, meneó sus caderas, salió a medias de ella y en una pérfida sonrisa, volvió a embestirla, esta vez con fuerzas, mientras un gruñido resonaba entre los alrededores para hacer una tercera vez; Estaban en la cólera de dios.
Ultrajaba sus sentidos, regresaba a los movimientos mientras sus manos se aferraban con fuerzas en torno a sus caderas, guardando esa posición lo que mejor durara, recibía buenas respuestas de aquella, entonces exponerse a un cambio sería el más fatal error de la noche. Era una mezcla increíble, la calidez de sus fluidos hacía el encuentro más placido, aquellas embestidas lo mantenían embelesado, mientras la insigne de semejanzas lo hacían gruñir una vez más. Arrojando todo al encuentro como quien desea comer después de pasar días de hambruna, aunque ese no era su caso, el peligro de llevar acabo el encuentro con una vampiresa lo excitaba el doble; Su miembro palpitaba entre sus estrechez paredes y aquella famosa penetración se hacía convertía en rápidos movimientos que removían el cuerpo de la fémina sobre su superficie y él, con las piernas firmes al suelo y sus manos firmes contra sus caderas, mantenía estabilidad necesaria.
Viajó por encima de su cuerpo, rosando este con su abdomen, no hizo mayor esfuerzo para buscar sus labios, aquello no lo quería; Detuvo sus labios sobre aquel par de montículos que se movían de arriba a abajo tras sus movimientos acompasados;Liberó su cadera de unos de sus garres, y mientras su boca le daba atención a uno de sus senos, aquella mano libre masajeaba el contrario con calidez, jugando con ese endurecido pezón entre tanto su lengua jugaba con el compañero; Entre mordidas, succiones, una vez más jalaba de estos, como un tocador con experiencias, pero poca paciencia; Su piel era deliciosa, no le parecía extraño estar a tan altos niveles de adrenalina, queriendo ya, recorrer todo centímetro de su cuerpo con su lengua.
Tuviera o no cuidado, sabía que aquella mujer no se basaría en eso, estallaba en su centro libidinosas ideas de conducta, después de todo, el instante era el preciso, la combinación de sus provocaciones y la humedad de su falo era la razón precisa para iniciar en excesos de ella, características que veía en sus ojos, aquel libertinaje, la brutalidad de sus labios al devorar los propios, lo obligaba a romper con ataduras mentales, relucir entre su cuerpo la esperanza que parecía ya entusiasta en aceptar gustoso lo que venía pidiendo cómo condición de aquel encuentro.
Volvió más insolente sus roces, tanto así que su diestra bajó por la línea nívea de su vientre plano, acariciando todo rastro de piel que pronto abusaría con ingresos generales de caricias; Continuó, hasta que sus dedos ayudaron a abrir aquellos húmedos labios menores hasta dar con el desenlace esperando, recibía descargas de placer, todas enriquecidas con la fricción que hacia sus cavidad al estrecharse en su virilidad. Una embestida seca, latente, certera, por completo entró en ella, obteniendo así el jubilo de su calidez; Extraña sensación, bajo lo fría de su piel y sus caricias, sentía como se retribuía el calor corporal que el mismo sentía, ahora dentro de la fémina bajo sus brazos. Abrió su palma en lo que comenzaba el inicio de su feminidad, relamió sus propios labios, tomó un deje de distancia, y vengando los fastidiosos minutos anteriores de sólo mezcla de corrupciones, meneó sus caderas, salió a medias de ella y en una pérfida sonrisa, volvió a embestirla, esta vez con fuerzas, mientras un gruñido resonaba entre los alrededores para hacer una tercera vez; Estaban en la cólera de dios.
Ultrajaba sus sentidos, regresaba a los movimientos mientras sus manos se aferraban con fuerzas en torno a sus caderas, guardando esa posición lo que mejor durara, recibía buenas respuestas de aquella, entonces exponerse a un cambio sería el más fatal error de la noche. Era una mezcla increíble, la calidez de sus fluidos hacía el encuentro más placido, aquellas embestidas lo mantenían embelesado, mientras la insigne de semejanzas lo hacían gruñir una vez más. Arrojando todo al encuentro como quien desea comer después de pasar días de hambruna, aunque ese no era su caso, el peligro de llevar acabo el encuentro con una vampiresa lo excitaba el doble; Su miembro palpitaba entre sus estrechez paredes y aquella famosa penetración se hacía convertía en rápidos movimientos que removían el cuerpo de la fémina sobre su superficie y él, con las piernas firmes al suelo y sus manos firmes contra sus caderas, mantenía estabilidad necesaria.
Viajó por encima de su cuerpo, rosando este con su abdomen, no hizo mayor esfuerzo para buscar sus labios, aquello no lo quería; Detuvo sus labios sobre aquel par de montículos que se movían de arriba a abajo tras sus movimientos acompasados;Liberó su cadera de unos de sus garres, y mientras su boca le daba atención a uno de sus senos, aquella mano libre masajeaba el contrario con calidez, jugando con ese endurecido pezón entre tanto su lengua jugaba con el compañero; Entre mordidas, succiones, una vez más jalaba de estos, como un tocador con experiencias, pero poca paciencia; Su piel era deliciosa, no le parecía extraño estar a tan altos niveles de adrenalina, queriendo ya, recorrer todo centímetro de su cuerpo con su lengua.
Josiah D'Olincourt- Gitano
- Mensajes : 97
Fecha de inscripción : 20/04/2014
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