Crudeles Gogitationes || Privado

por **Bran & Ben Chevalier** Lun Abr 28, 2014 9:07 pm

Sol naciente que comienza la vida donde alumbras en Paris las sombras se disipan y tus hijos pueden disfrutar de la gracia divina de contemplar un bello amanecer como el que cada día se muestra incrédulo a los ojos de los que no pueden apreciar semejante belleza en el horizonte de los cielos rosáceos como la sonrisa de una madre al despertar a sus adorados retoños.

De una casa sale un hombre apuesto con un libro en la mano, su traje es todo formal pero lleva algo fuera de lo común, su corbata está desarreglada, y su camisa no la tiene fajada al contrario está completamente por fuera sus cabellos algo rebeldes muestran como si recién llegar a casa pero es lo contrario siempre suele vestir así para no llamar la atención, no es como su hermano el cual tiene un porte enérgico y serio aun cuando su mirada es cálida, él por su lado prefiere ser más liberal y dinámico.

Las palabras llegan cual rayos a la cabeza del hombre “Poned atención debemos luchar contra lo que se avecina” las palabras del hermano mayor le provocan un repelús que aleja rápidamente de su cuerpo, tiene una figura bien fornida y atlética con todo en su sitio pero es gracias a los entrenamientos por los bosque que surca con su hermano los fines de semana, aun cuando no sea de armas a tomar, sabe que un buen combate de cuerpo a cuerpo no se puede dejar y menos si los problemas son por defender a otros.

Sus pasos tranquilos y calmados le llevan al circo de la ciudad aún está cerrado y no hay presentación alguna pero ve como están ensayando uno que otros integrantes de la caravana, como la funambulesca que hacia sus equilibrios a escasos centímetros del suelo quizás a unos treinta centímetros, Ben entusiasmado de verla en su ensayo no dudo en tomar asiento en aquel pasto verdoso para en su libro comenzar a anotar, dibujaba a la funambulesca con su sombrilla en mano y un minúsculo sombrerito en su cabeza, con un maquillaje fantástico y el cabello todo recogido, su dibujo va tomando forma a medida qe los trazos van siendo más rápidos, en eso se percata que la joven ha dejado de practicar para mirarle, cuando se encuentra con los ojos de él, Ben realiza un gesto de disculpa, la chica lo hace pasar para que siga en lo suyo y en eso solo en ese momento cuando la joven da la vuelta ve unas marcas en la espalda de ella, marcas de tortura, lo que le muestran tormentos y como no vivirlos si es igual a él, una cambiaformas, suspira molesto cerrando el libro.

-Ni las mujeres están libres de ser golpeadas, menos los hombres, ¿a dónde irá a parar esta sociedad al final?- recuerda a su abuelo hablándole sobre los pensamientos en igualdad de géneros en esta sociedad y lo mal que estaba que las mujeres sean tratadas como mercancías de plusvalías, recostado sobre aquel pasto mirando a la personas de lejos, viendo como se iba despertando la vida en el circo, decide entrar y ver que le ofrece a la vista, quizás más crueldades en animales y humanos.

por **Nicoletta Oddoni** Dom Mayo 04, 2014 12:26 am

Llegaba un nuevo día al circo, aquel lugar donde Nicoletta podía sentirse más segura que simplemente andando en las calles sin un rumbo fijo o la seguridad de mantenerse al lado de alguien. Desde que su hermano fuera asesinado frente a sus ojos, se sentía sola en el mundo, cuando la realidad de la tragedia había llegado por completo a ella se dedico a llorar varios días. Ella estaba acostumbrada a él, a recibir aquel amor que dolía y las ordenes provenientes de sus labios; amaba con tal enfermedad a su hermano que ahora, no sabía que sería de ella y por eso fue que cuando la gente del circo le vieron y descubrieron aquella aura de loba a su alrededor, no dudaron en ofrecerle un sitio en el cual estar.

Estar en aquel lugar no era nada parecido a estar al lado de su hermano, en el circo existían demasiadas personas, pero aquello que le hacía sentirse segura, necesitada y apreciada era el hecho de que el hombre que se dedicaba a lanzar cuchillas le hubiera necesitado para su acto y al tiempo se encargara de tratarle de la misma manera en que lo hacían aquellos que alguna vez considero su familia. Llevaba apenas cerca de tres semanas en el circo, pero ya se había acostumbrado a ser atada a algún sitio por aquel hombre, quien después de golpearle la usaba como su objeto sexual y ya hasta había llegado al punto de lastimarle el cuerpo, abriendo la carne de Nicoletta con cuchillos de plata, solo para deleitarse con su dolor y hacerla suya mientras ella sufría. Ese día, no era muy diferente a los que se estaba ya acoplando a vivir. Todos estaban practicando sus actos y no era diferente para ella.

Se encontraba parada, con una madera en una mano, una manzana en la otra y la cabeza ladeada hacía un costado para sostener entre sus dientes una pequeña florecilla que era el ultimo lanzamiento que el hombre de hombros anchos y cabellos oscuros haría. Nicoletta era su modelo y le resultaba perfecta, ya que gracias a su habilidad para sanar de manera acelerada, no importaba si una de las dagas daba en su cuerpo porque se recobraría de inmediato. La loba permanecía inmóvil, era como una estatua pegada a una madera llena de colores brillantes. El primer lanzamiento fue hecho y dio en la madera que sostenía en una de sus manos; los ojos de ella están fijos en la entrada de la carpa y en el sol que se ve en las afueras; la manzana es golpeada por la cuchilla que la atraviesa de manera perfecta mientras que un hombre va entrando. El “invitado” es un hombre que esta segura no pertenece al circo y cuando la mirada de ambos se cruza, ella da un paso atrás, provocando que Marcus, el hombre de las dagas, fallara.

De aproximadamente cuatro zancadas Marcus ya esta demasiado cerca de ella y del bolsillo de sus pantalones saca una pequeña daga de plata, esa que se hizo especialmente para los castigos a Nicoletta y con ella, corta su brazo, provocando que de los labios de la loba salga un alarido de dolor que es acallado de inmediato por un golpe que le tira al suelo - Te he dicho que dejes de gritar y que no te muevas nunca. Eres una estúpida - ella permanece silente, aguantando las ganas de gritar por el dolor que provoca la herida echa por plata en su brazo y sus ojos van más allá, hasta aquel hombre que ha sido el motivo del que ahora este en aquella situación.

por **Bran & Ben Chevalier** Vie Mayo 09, 2014 5:05 pm

El ojo del amo engorda al caballo.

En el sendero del camino marcado por las piedras, el pasto y las hojas caídas de los árboles, aquellas hojas sin vida que solo bajan para mostrar a los incautos el paso del tiempo y su final, el humo del campamento junto con toda la algarabía de sus ocupantes que con acordes y cantos mostraban la felicidad humana, pero ¿Dónde queda la de los no-human? Acaso no pueden ser felices, acaso les esta prohibido tener los mismos derechos que los humanos…¿quién lo dispone así? Existe un código o una carta magna donde aquello se estipule.

Entre los pasos despistados de tanto dialogar con su mente, aquel joven cambiaforma llegó hasta la carpa maestra, aquella en donde la “magia” del circo daba comienzo, aquel lugar donde los animales y los cambiaformas son exhibidos como espectáculos de risas y torturas, donde mujeres y hombres son tratados como esclavos.

“Hasta el último hombre sea libre, todos seremos esclavos”

Las palabras de las conversaciones con su abuelo vienen a su mente, llevándole a adentrarse más y más en aquel lugar, aun cuando en su nuca justo ahí siente una picazón, una punzada que le advierte de un peligro inminente, es como una “sentido de ave”, tal cual las aves siente en su molleja el peligro que corren en campo abierto, así se sentía Ben, sus ojos buscan aquello que le pueda irradia ese sentimiento y no tarda en encontrarlo.

Las graderías están limpias solo uno que otro malviviente sentado riéndose ¿de qué?, el sol entra tras de él creando sombras, eso añadido a su molestia no le permite ver al centro, luego de unos minutos sus ojos de cazador de los aires visualizan a una mujer siendo golpeada por un hombre del doble de su peso y tamaño, la sangre de un ave rapaz comienza a calentarse con deseos de transformarse y lastimar los ojos de aquel que se atreve a golpear a una flor delicada y tranquila, aunque sea una…una…una ¿lycan?, su ira se merma un poco con las preguntas en su mente ¿porque una lycan fuerte acepta ese trato?, pero cuando aquel tipejo se atreve a volver a golpearle para tomarle el cuello, no lo pensó ni lo medito, mando todo lo que su hermano le había indicado fuera de su mente y solo actuó por impulso, un impulso que respondía al “hacer el bien”.

Corrió hasta detener en el aire la mano del grandul ese, sus ojos centellaban con la cólera propia de los de su especia, sus uñas parecían garras de un águila y su lengua parecía como de un halcón –No se cual sea la falta de la dama, pero esa no es forma de tratar a una doncella- empuja con toda la fuerza que la ira le produce a aquel sujeto, este cae sobre su trasero aún más iracundo pero antes de que se abalance contra los dos Ben toma su lápiz tal cual una daga moviéndolo entre los dedos del medio e índice extendiéndolos a su vez para ser sujetado por el pulgar clavándolo rápidamente en la muñeca del hombre que sujetaba aquella daga de plata.

Se acerca a la dama más tranquilo sonriéndole para extender la mano –Señorita, se encuentra bien?- mira la herida que iba cerrándose lentamente –No creo que este lugar sea para usted, aun así no puedo pedirle que lo deje, pero creo que debería salir hoy y no volver hasta que su “amigo” se calme luego de haber perdido la movilidad de la mano para siempre- ríe porque sabe que en casa le esperará una regañada a sermón de su hermano por dejarse llevar por los impulsos de hacer el bien sin importar las consecuencias característica apasionada del mayor y no del menor que siempre actua diplomaticamente, y que por los impulsos de una injusticia podría acarrear aun mayores para la joven hermosa que acababa de ayudar o quizás condenar, pero quizás sea ella la que le llevo a cometer esa imprudencia.

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