Siglos y penas... un rencuentro y una clase más

Mis deseos me habían llevado finalmente de nuevo a París, recordaba estar por aquí cerca de 1300, y varias veces más, pero mi cabeza no daba para tantos recuerdos y pensamientos, que debía guardarlos en alguna caja, porque recordar 8000 años era una tarea prácticamente imposible, los humanos apenas recuerdan años de forma clara, los fantasmas recordamos más, pero hasta cierto punto, después todo se convierte en sombras que se van abriendo si así lo deseamos, se abren como las heridas infectadas que me produjeron, tan sumamente dolorosas que incluso bañadas con medicinas quemaban como si estuviera en el mismísimo infierno. Pero no, todavía era pronto para enfrentarme a ELLA. Debía dejar pasar algún tiempo. Quería disfrutar de la ciudad, ELLA se habría hecho más fuerte seguro, siempre lo ha hecho con el paso de los años. Así que conocer el entorno y lo que este puede darme ha de ser lo que me de ventaja, de todos modos, seguro que si iba ahora a por ella moriría del susto, quiero que todo vaya poco a poco, como un cuento que es contado para ser vivido, poco a poco, sin prisas, con sobresaltos indicados antes de una gran traca final y un final sangriento como pocos. Y como siempre lo hacía desde hacía más de 8000 años, lo conseguiría.

Una voz me susurraba al oído, no estaba cerca de mi, ni lejos, estaba a la distancia adecuada, ¿Quién podría ser? Hacia miles de años que muchos de los fantasmas con los que me crié y a los que posteriormente enseñe habían desaparecido, victimas de encantamientos, hechizos, o porque habían decidido pasar al otro lado y dejarse llevar. Mi función era quedarme estancada aquí matando a ELLA mientras salvaba las almas de esa pobre gente que en el camino hacia el otro lado quedaron estancadas como yo. Y no podía quejarme era un buen trabajo. Pero a veces me preguntaba que habría al otro lado o si siquiera merecía la pena cruzarlo. Yo no tenía nada por lo que luchar, apenas recordaba la cara de su marido o sus hijos. Y se había olvidado de la de sus padres y los asesinos, de todos menos de ELLA, La última cara que ves antes de morir nunca la olvidas, es como una señal de hacía donde debes ir si estás estancados y yo recordaba perfectamente los hechos y como fue la tortura, salvo que sin poder ponerle cara a nadie. Que triste. Pero entonces, salí de mis pensamientos y la reconocí, era mi primera pupila Inanna, mi favorita. Siempre tan bella y amable como siempre. Era de las pocas que se merecían mi amistad y lo mejor. Era la única que conocía mi sufrimiento y podía desahogarme.

-Inanna...Ohhh han pasados cientos de años que no te veo, cómo te ha ido en esta no vida, has encontrado lo que estabas buscando y ansiabas- Pregunté mientras la daba un tierno abrazo, tan tierno, que incluso me estremecí y comencé a llorar un poco - Ha pasado tantos años...pero nunca me olvido de ti, es imposible olvidarme de mi única amiga, vengo a París para establecerme por un tiempo, parece que este sitio es totalmente mágico, y gran parte de los acontecimientos mundiales ocurren aquí, además hay tantas almas perdidas por aquí, que necesitan ser salvadas...y he encontrado a ELLA Pero, demos un paseo por estos bellos jardines y contemos que hemos estado haciendo durante todos estos años, mi vida seguro que ha sido mucho más monótona que la tuya. Expliqué mientras caminaba esperando que Inanna me siguiera, era lista, lo haría.