El poder sobre los Países Bajos | Mina Zwaan | BSTE

por **Chelsea White** Mar Mayo 06, 2014 1:46 am

Países Bajos, 1805.
Assen

Nunca, nunca, nunca anhelaron otro hermano. Los gemelos siempre se encontraron satisfechos con su familia; después de todo, todas las casas contaban con dos hijos. Y aunque el tiempo estaba en contra de ellos, no se quejaron en ningún momento. Se dividieron en sus viajes a Europa, mientras Scott iba a París luego de su infortunado viaje a Dinamarca; ella se acercaba a la mansión de los Zwaan. Las rutas por alianzas que ella había estimado, llevarían a Scott a Francia, Italia y España; mientras que Chelsea viajaría a los Países Bajos, el Sacro Imperio Romano y el Imperio Ruso. Ellos eran precavidos, o al menos creían que haciéndose de los favores de los burgueses controlarían los reinos en vez de tratar directamente con los reyes o reinas. Sí, el poder radicaba en los burgueses; burgueses como la familia White.

Sin embargo, Chelsea temía el impacto que tendría Bambi sobre Scott. Entre ellos existía una conexión que no se podía explicar, la famosa conexión de gemelos y aunque no se lo dijo nunca, ella sabía lo importante que la Grøelschkøj era para él, incluso percibía el amor que él le tenía. Por supuesto, así como Scott conocía lo caprichosa e engreida que era, ella no se sentía amenazada, ni siquiera creía que Bambi pudiera controlar el caracter indomable, la maliciosa inteligencia y el tacto frío y calculador de su hermano. Empero, ella si podría cambiar la vida de Scott si él se lo permitía. «Una lucha de egos» así creía que iniciaría una relación que Scott tenía que ganar por el bien de los Nottinghams.

En el presente, Chelsea dejó de pensar en su hermano. Había llegado hacía dos días a los Países Bajos, y un día atrás a Assen Ese día concretaría una entrevista con la condesa de Zwaan, que además era la representante diplomática del reino. Sabía que no serían fácil las negociaciones. Sobre todo por la herida que aún no cicatrizaba por la guerra e invasión de los ingleses. La maldita guerra había consecuentado una ruptura de los tratados otorgados a la administración de los Cisnes Negros cuando los Nottinghams estaban en el poder. Y querer volver a hilar esa alianza que los Londinenses consideran perdida, los pondría en ventaja. Entonces, ahí estaba el motivo de que la condesa Mina Zwaan fuera la pieza clave, ella era la porta voz del reino, no solamente de Assen, o al menos de los burgueses. Después de todo, sí la negociación fracasaba ella iría a ver al Rey Vilhjálmur quien le cedería las rutas comerciales, claro, a cambio de una enorme cuota.

El carruaje de la casa Nottingham, con los hermosos corceles pardos traídos por caprichos de Chelsea, llegaron hasta la mansión que a penas se comparaba con la magnifica edificación que era la mansión de los Nottinghams. La gemela bajó ayudada de su asistente personal, llevaba puesto un vestido inglés de moda color ocre, con detalles en varias tonalidades de amarillo. Era un vestido que le hacía ver delgada y reservada, a la vez, intelectual y segura de sí misma. Una mujer de negocios que no se basa en su belleza y sensualidad para obtener los beneficios que desea.

Su asistente se apresuró a llamar a la puerta mientras ella lentamente caminaba observando a su paso los jardines perfectamente cuidados. Cuando la puerta se abrió el asistente presentó a Chelsea White. La entrevista estaba a punto de iniciar.

por **Mina Zwaan** Mar Mayo 20, 2014 12:32 am

"La negociación sugiere un compromiso,
una posición ubicada en algún lugar entre dos posiciones existentes".

Una de las primeras reglas impartidas por el padre de Mina a ésta en aquellas charlas vespertinas que la neerlandesa solía tener con su progenitor como sobremesa a una cotidiana infusión de té que ambos disfrutaban de compartir, fue que por sobre todas las cosas, el representante de una nación –fuese en el ámbito que fuese- siempre debía mantener una objetividad irrevocable que solo velase por el bienestar de su patria.
Para una mente inquieta, que jamás aceptaba verdades absolutas, tal consejo podía ser visto como todo un desafío a llevar a cabo, incluso hasta como una gran mentira. Después de todo, la filosofía llevaba disimuladamente a sus practicantes a zambullirse directa o indirectamente en alguna corriente especifica que se arrimase lo más posible a su forma de comprender y vislumbrar al Universo ¿Entonces, lo correcto era desarraigarse de todo lo que uno era para tomar decisiones en conveniencia de la patria? Para los Condes de Zwaan, la respuesta era afirmativa.

Para Mina, ser la representante diplomática de su nación era un privilegio, pero también una responsabilidad; un recuerdo constante de que sobre sus hombros recaía la fama que sus antepasados habían construido de forma alboroza.
Los Zwaan fueron grandes luchadores por el bienestar e independencia de los Países Bajos, por lo que cada decisión, cada tratado que pasara por las manos de uno de ellos solo podía significar alguna noticia positiva para el país. Y en el caso de Mina, esto no debía de cambiar, pues su pueblo así esperaba que la tradición siguiese.
Se encontraba cómodamente sentada en un hermoso sofá de terciopelo azulado, posicionado casi en el centro de aquella amplia habitación que la Condesa gustaba de usar como salón de lectura. Las maderadas estanterías labradas en torno a la recamara poseía libros de toda clase; ciencias, política, medicina y hasta poesía entre otros géneros. Centenares de grosores, alturas y encuadernados diferentes adornaban de una forma muy destacada aquel espacio que irradiaba una sensación algo compleja de explicar. Hasta el mismo aire contenía dicho sentimiento, ese que los invitados terminaban por dilucidar en sus visitas a la mansión de los Zwaan, ahora, solo residencia de la Condesa Mina y su servidumbre, cuando ésta se encontraba en su nación.

Sabía que no faltaba mucho para el encuentro diplomático que agenda para aquella jornada, quizás por eso ya se encontraba allí, aguardando la llegada ni más ni menos que de la señorita Chelsea White.
Mina creyó que pudo haberse esforzado en saber algo más de ella, datos que trascendieran el plano especifico de su visita, sin embargo más que no poder, no quiso hacerlo. Pareciese ser que la espina que Mina poseía hacia Inglaterra iba mucho más allá de lo que ella misma pensaba hasta ese entonces.
Las relaciones entre los Países Bajos e Inglaterra habían quedado en un terreno bastante delicado tras aquella guerra posterior invasión por parte de los ingleses. Miles de neerlandeses se vieron obligados a escapar a países como Francia e Italia para salvar su vida. Los padres de Mina fueron de esos tantos. Los recuerdos de esas épocas eran muchos, los relatos aún más. Y al parecer la Condesa no estaba dispuesta a dejar todo eso en el olvido o a un lado, aun. No por el momento ¿Estaría consciente de todo ello la visitante? Claro que sí, quizás por sus propios medios, sino por los susurros de su astuto hermano.
Mina sabia poco de Chelsea, sin embargo la gente que le rodeaba tanto en Assen como en Paris parecía conocer bastante al otro White. Y por lo comentado, poco se le pasaba por alto, siendo así ¿Por qué le habría enviado a ella en vez de presentarse por sí mismo? La neerlandesa jamás subestimaba a nadie. Algo tendría la inglesa y esa era una de las razones por las que ella había arribado a Assen y no otra persona.

La damisela arribo finalmente a la mansión Zwaan y fue recibida con los tratos que cualquier visitante extranjero merecía. Al escuchar los pasos por los pasillos conllevadores al doble pórtico del salón de lectura, la Condesa se levantó de su acogedor asiento y alisando la falda de su sobrio pero elegante vestido oscuro aguardó la entrada de la extranjera. Tras los anuncios pertinentes de madeimoselle White en la recamara, los orbes azulados de la Condesa se fijaron en los de la inglesa. Había mucho por hablar, y el gesto de invitación para tomar asiento ya había sido impartido.
- Espero vuestro viaje no haya tenido complicaciones señorita White – se limitó a comentar la rubia. No todo debía girar en torno a las negociaciones. Un poco de cortesía jamás seria mal vista.

por **Chelsea White** Mar Jun 17, 2014 11:08 pm

Dejó que la guiaran, su asistente regresó al coche por lo que sola llegó hasta el salón donde la hemosa Condesa ya la esperaba. Después de ser anunciada como todo protocolo de la alta sociedad lo solicita, Chelsea caminó hasta su anfitriona, le hizo una reverencia colocándose frente a ella y con una sonrisa afirmó con la cabeza en un movimiento delicado. —No los hubo Condesa, agradezco su interes y más aún que me haya aceptado este día— justo como se lo sugirió, Chelsea tomó asiento juntando las piernas y alisando su falda, tomó una postura recta con la cabeza corectamente alineada y descansó sus manos sobre su regazo; la seriedad que transmitía su cuerpo realzaba la sonrisa mostrándola involuntariamente coqueta.

—Nunca había estado en este reino, y menos cuando las heridas provocadas por mi pueblo aún no sanaban...— mintió. Cuando era niña había acompañado a su padre precisamente a Assen para no perder los tratados a causa de la guerra, lo que había sido inútil. Ahora, los gemelos pensaban que sería distinto. Mientras formulaba sus siguientes palabras pensó en su hermano. Seguramente aún estaba camino a París, había sido realmente un inconveniente no haber encontrado a la que sorprendentemente -para ellos- tenía el control sobre el imperio de los Grøelschkøj... Bambi, la niña con la que Scott jugó las veces en las que ambos pasaban varias semanas en Dinamarca. Ellos parecían siempre tan unidos que Chelsea pocas veces los interrumpió cuando se quedaban a solas. Ahora que eran adultos esperaba que Scott y Bambi se unieran en matrimonio, confiaba en que ese lazo sería como el de sus padres, fuerte y con fidelidad.

—Le pido una disculpa Condesa por la ausencia de mi hermano, el administrador en jefe de la casa Nottinghams, pero, acordamos que vendría yo a la cita ya que su destino no le permitiría llegar a tiempo y alguien como usted no se le debe de ofender con retrasos— terminó su justificación con un ligero movimiento de la cabeza al frente mientras petañeaba con languidez, esbozando en todo momento su sonrisa.

Comenzó a analizar a su anfitriona, cada movimiento y cambio en sus gestos. Todo le serviría para adelantarse en las negociaciones que estarían por ofrecerse y ella conseguir la manipulación y persuación necesaria para que la Condesa firmara todos los tratados que ese día Chelsea conseguiría obtener. La inglesa se convertiría en una sanguijela y chuparía toda la sangre que Mina no pudiera retener, su anfitriona sin sospecharlo conocería la naturaleza ambiciosa y expansionista de los Nottinghams; pero antes la gemela tenía que saber como iniciaría el baile, los primeros pasos eran fundamentales, sobre todo para una familia tan dolida por la invasión inglesa.

—Las mujeres White tenemos un gran desempeño en el ambito de los negocios pese a esta época del dominio del hombre. Después de todo la administradora líder de los Cisnes Negros es una mujer. ¿Sabe algo de nosotros muy apreciable Condesa?, podríamos resolver nuestras dudas antes, ¿no lo cree?— le dijo segura y con un gran deseo de fumar un cigarrillo.

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