Un roce, una mirada... puedes encender mi curiosidad - Privado

Se movió en el lecho refunfuñando, odiaba despertarse tan temprano, que el sol  entrando por la ventana lo molestara. Inspiró resignado – ni modo, hora de levantarse -, sin mirar tanteó sus cigarrillos y se incorporó, quedando sentado en el borde de la cama. Suspiró suavemente, restregándose los ojos con el cigarrillo aun sin encender en los labios, corrió la sabana,  se sorprendió al comprobar que estaba desnudo, - ¿que mierda? -  un movimiento mínimo a su lado hizo que volteara a comprobar que estaba pasando. Una mujer se movió buscando con su mano el espacio que dejaba vacío. Rápidamente se incorporó, casi huyendo tomó sus cosas, salió a medio vestir de la habitación – joder, ¿que tome anoche? -  susurró apoyado en la pared del pasillo de la mansión, una donsella pasó llevando unas ropa de cama, la joven rió nerviosa, a lo que Arcangelo, contestó  sonriendo, aun con el pitillo en sus labios, con el gesto de bandido le guiño un ojo. Apresuró sus movimientos, debía irse antes que esa mujer se despertara del todo y quisiera algo mas que un rollo de una sola noche. Se terminó de calzar y con la camisa aun desabotonada salió a enfrentar el día. Ni se puso a pensar quien había sido la compañera de aquella noche, tampoco le importaba, de seguro en aquel momento le pareció bella, pero con unos tragos de mas y la poca luz,  - pues que a veces todos los gatos son pardos - se dijo mientras se largaba a las calles de ese Paris que le servía para esconderse de sus posibles enemigos, esos que no entendían que sacarse de encima un rey idiota, contra quien había participado para matar, no era ninguna locura.

Caminó por la acera primero con desgano, aun estaba dormido, pero luego comenzó a sonreír hasta que una carcajada salió de sus labios,  estiró su cuerpo hacia atrás  al igual que sus brazos unidos por las manos, aquello hizo que una mujer se diera vuelta a mirarlo con intenciones reprobatorias, Arcangelo la contempló recorriendo todo su cuerpo, - que!!! entromete en tus asuntos... bruja!!! - terminó soltándole en el rostro cuando pasaba a su lado. Aceleró el paso  hasta salir de allí, le molestaban las mujeres entrometidas, criticonas y de seguro mal mantenidas. Resopló en cuanto dio vuelta en la esquina y descubrió que un grupo de  gallinas cluecas se acercaba hacia el, parloteando como cotorras desplumadas. Pero el italiano sabía comportarse como un caballero cuando se le daba la gana y apenas pasaron a su lado hizo un gesto galante, cediendo el paso y aun inclinado, giró su cabeza para contemplarlas, sopesando algunas de las curvas que poseían las damas mas jóvenes – mmm... no estaría mal un revolcon como desayuno – pensó mas para reírse de si mismo que por el hecho de tratar a las mujeres como objetos. Que se podía pedir a un hombre que siempre había tenido que soportar acosos de las mujeres en la corte, aun apenas desarrollarse. No, para él casi todas las hembras eran monstruos vestidos de sedas, - especialmente las que se esconden en títulos nobiliarios -  caviló, frunciendo el entrecejo, nada detestaba más que a la nobleza, aunque él hubiera sido parte de ésta durante toda su vida en Italia.

Tras proseguir su camino, observó como algunos coches se detenían en las entradas de algunos restaurantes, descendiendo parejas que luego entraban a los variopintos restaurantes que existían por esa zona. Inspiró y el olor a comida recién preparada hizo que su estomago rezongara, - bueno, bueno... ya entremos a probar una buena pasta, nada de estas porquerías francesas – iba concentrado en sus cavilaciones, cuando una figura pasó a su lado rosando su brazo – ey!!! Guardi dove va!!! - Giró su  rostro para observar a la persona, lamentablemente no estaba en uno de sus mejores días.-