AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Cuando las palabras callán y los puños hablan. [Privado]
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Cuando las palabras callán y los puños hablan. [Privado]
Por fin el día de ver si su entrenamiento había dado frutos había llegado. A sus espaldas tenía las cuerdas que conformaban el cuadrilátero y sus manos agarradas sobre estas. Estaba en el mejor lugar para probar su fuerza, se sentía en casa. Como siempre no había nadie en su esquina apoyándola, pero eso no le importaba. Su mente se mantenía fría mientras escuchaba los gritos de la gente. Su ceño fruncido y sus ojos cerrados, cuan depredador esperando por su siguiente victima. Su resistencia física estaba lejos de sus límites, mas había gastado algo en noquear a su anterior oponente. Un fajador que le doblaba en contextura y en músculos, su mejilla izquierda aún podía sentirlo, más su último contra golpe fue lo suficientemente efectivo para tirarlo fuera del ring.
Sus oídos esperaban con ansias escuchar la ovación para su nuevo contrincante mientras su mente repetía una y otra vez la perfección de aquel contra golpe. Con su píe izquierdo adelante, aguantando toda la fuerza de una izquierda mortal, su píe derecho pudo meterse en la guardia rival para lanzar un derechazo directo al rostro, en el momento adecuado y con la fuerza necesaria. El problema con los fajadores era su musculatura y su poca velocidad, dejan sus puntos vitales expuestos a cualquier contra golpe y eso fue algo que Fergie aprendió muy bien tras haberlo visto y en su última derrota. Aquel día había logrado su regreso triunfal y el poco público femenino la alababa por eso.
El lugar en el que se encontraba el ring era una fabrica abandonada a las afueras de París. Era bastante grande para reunir una cantidad no muy mayor de público y poder mantener aquel tipo de peleas en la clandestinidad. Cosa que a Fergie le importaba muy poco, una vez se subía al ring el resto del mundo no existía para ella. Solo estaba ella ahí y su contrincante. Fuera del ring tampoco le importaba ser vista entrenando, su comportamiento siempre fue salido de la época y siendo una humana cualquiera de clase baja estaba acostumbrada a meterse en problemas.
La impaciencia crecía sobre los hombros de la mujer, que viendo como su contrincante no aparecía volvió a alzar sus brazos en pos de victoria. Medio público rugió en aprobación mientras que la otra mitad quería seguir viéndola pelear. Fergie estaba con la segunda mitad, aquella no era solo una pose de victoria, también estaba desafiando a quien se atreviese a subirse al ring, quería demostrar que nadie le iba a ganar aquel día y solo había una forma para ella de demostrarlo; peleando...
Sus oídos esperaban con ansias escuchar la ovación para su nuevo contrincante mientras su mente repetía una y otra vez la perfección de aquel contra golpe. Con su píe izquierdo adelante, aguantando toda la fuerza de una izquierda mortal, su píe derecho pudo meterse en la guardia rival para lanzar un derechazo directo al rostro, en el momento adecuado y con la fuerza necesaria. El problema con los fajadores era su musculatura y su poca velocidad, dejan sus puntos vitales expuestos a cualquier contra golpe y eso fue algo que Fergie aprendió muy bien tras haberlo visto y en su última derrota. Aquel día había logrado su regreso triunfal y el poco público femenino la alababa por eso.
El lugar en el que se encontraba el ring era una fabrica abandonada a las afueras de París. Era bastante grande para reunir una cantidad no muy mayor de público y poder mantener aquel tipo de peleas en la clandestinidad. Cosa que a Fergie le importaba muy poco, una vez se subía al ring el resto del mundo no existía para ella. Solo estaba ella ahí y su contrincante. Fuera del ring tampoco le importaba ser vista entrenando, su comportamiento siempre fue salido de la época y siendo una humana cualquiera de clase baja estaba acostumbrada a meterse en problemas.
La impaciencia crecía sobre los hombros de la mujer, que viendo como su contrincante no aparecía volvió a alzar sus brazos en pos de victoria. Medio público rugió en aprobación mientras que la otra mitad quería seguir viéndola pelear. Fergie estaba con la segunda mitad, aquella no era solo una pose de victoria, también estaba desafiando a quien se atreviese a subirse al ring, quería demostrar que nadie le iba a ganar aquel día y solo había una forma para ella de demostrarlo; peleando...
Fergie Tairi- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 01/05/2014
Localización : La calle :3
Re: Cuando las palabras callán y los puños hablan. [Privado]
"Todo en mí empieza por el anhelo de sangre"
Explicar el modo de comportamiento de Vibeke es algo imposible por más sencilla que parezca. Ella se mueve a sus antojos sin dejarlos volver caprichos. Le funciona así porque está acostumbrada a obtener lo que desea con rapidez como si todo estuviera ahí, dispuesto para ser tomado por ella. Suena absurdo, pero es de esas que donde pone el ojo, pone la bala.
Esa noche decidió vestir con sus colores preferidos. El negro y el rojo le resaltaban como ningún otro color sobre la piel tan pálida como sus largos cabellos que se ondeaban en las puntas dándole un aire seductor. Amaba los corsés y los ajustaba bien para que resaltara su diminuta cintura y sus pechos bien dotados a los que muchos dirigían largas miradas sin poder disimular. La inmortal sonreía, provocaba pero no accedía a nada que no fuera lo suficientemente interesante o bello para captar su atención. Usaba zapatos de tacos bastante elevados, le encantaba verse muy alta y aquella costumbre existía desde que tuvo edad humana para usarlos. Siempre tuvo esa vanidad, jamás dejó de querer lucir hermosa porque así fue criada y por una cuestión extraña del destino, convertida en vampiro cuando en los planes estaba ser sacrificada.
Sus pasos no fueron dirigidos por el azar, ella sabía bien a donde iba y a qué y el carruaje que había pedido para ganar tiempo y aprovechar la noche la esperaba ya a las afueras de la mansión de Bordeaux para llevarla a destino. Los minutos fueron pocos y estuvo en las afueras de París pronto como había planeado. Pagó al cochero y recorrió el resto del camino a pie, sin temor alguno como suele ser común en los inmortales y las ovaciones terminaron de indicarle el camino a la bodega donde, según le habían dicho, se llevaban a cabo cada tanto un par de peleas sobre un ring de boxeo. Hombres y mujeres contendían a la par y el lugar terminaba atestado de morbosos y apostadores que se jugaban todo por sus favoritos como si fuesen gallos de pelea. A Vibeke le resultaba gracioso y la curiosidad la llevó a ese lugar al que decidió asistir sin si quiera haber cenado. La noruega tenía claro algo y es que al final de la noche, ella iba a terminar alimentándose de uno de los contendores, de aquél que le resultara de aroma tentador en cada pérdida de sangre.
Fue mirada con curiosidad en cuanto ingresó porque las mujeres de clase alta no solían frecuentar solas lugares de mala muerte como ese. Ella sondeo pensamientos y encontró todo tipo de planes para ella al culminar el show y sonrió para sí misma sabiendo que nada tenía sentido y que si acercaban demasiado terminarían con el cuello roto y completamente desangrados en un callejón cualquiera. Al ingresar tuvo que dejar dinero demás para tener un lugar de privilegio y sobre todo para que pensaran que asistía allí para apostar y para acompañar a algún otro que la esperaba adentro. Cosas de rutina, cosas de humanos que siempre se movían por dinero, desde los que vigilaban la entrada hasta los que se molían a golpes sobre el ring.
El baile comenzó pronto y una mujer de gesto determinado hizo aparición sobre la plataforma enfrentándose a un hombre que a simple vista la superaba en todo. No obstante la joven calculaba bien sus movimientos y aprovechaba las debilidades del otro para salir vencedora. Increíble para una humana, más increíble aún en medio de aquella quisquillosa época. Pero lo importante era lo que pensaba Vibeke mientras la miraba sin prestar atención a nadie más. Permanecía inclinada, mirándola fijamente con las manos entrelazadas adelante y los pies firmemente apoyados sobre el suelo. "Ya sé quién se me antoja" pensó la inmortal con una sonrisa ladina. "Un corazón tan fuerte como el resto de sus músculos" dedujo sin más y tras la batalla ganada, aguardó por el siguiente contendiente que, de no aparecer, le daría pie a seguir a la jovencita al final del espectáculo para darle lo que tenía planeado para ella.
Esa noche decidió vestir con sus colores preferidos. El negro y el rojo le resaltaban como ningún otro color sobre la piel tan pálida como sus largos cabellos que se ondeaban en las puntas dándole un aire seductor. Amaba los corsés y los ajustaba bien para que resaltara su diminuta cintura y sus pechos bien dotados a los que muchos dirigían largas miradas sin poder disimular. La inmortal sonreía, provocaba pero no accedía a nada que no fuera lo suficientemente interesante o bello para captar su atención. Usaba zapatos de tacos bastante elevados, le encantaba verse muy alta y aquella costumbre existía desde que tuvo edad humana para usarlos. Siempre tuvo esa vanidad, jamás dejó de querer lucir hermosa porque así fue criada y por una cuestión extraña del destino, convertida en vampiro cuando en los planes estaba ser sacrificada.
Sus pasos no fueron dirigidos por el azar, ella sabía bien a donde iba y a qué y el carruaje que había pedido para ganar tiempo y aprovechar la noche la esperaba ya a las afueras de la mansión de Bordeaux para llevarla a destino. Los minutos fueron pocos y estuvo en las afueras de París pronto como había planeado. Pagó al cochero y recorrió el resto del camino a pie, sin temor alguno como suele ser común en los inmortales y las ovaciones terminaron de indicarle el camino a la bodega donde, según le habían dicho, se llevaban a cabo cada tanto un par de peleas sobre un ring de boxeo. Hombres y mujeres contendían a la par y el lugar terminaba atestado de morbosos y apostadores que se jugaban todo por sus favoritos como si fuesen gallos de pelea. A Vibeke le resultaba gracioso y la curiosidad la llevó a ese lugar al que decidió asistir sin si quiera haber cenado. La noruega tenía claro algo y es que al final de la noche, ella iba a terminar alimentándose de uno de los contendores, de aquél que le resultara de aroma tentador en cada pérdida de sangre.
Fue mirada con curiosidad en cuanto ingresó porque las mujeres de clase alta no solían frecuentar solas lugares de mala muerte como ese. Ella sondeo pensamientos y encontró todo tipo de planes para ella al culminar el show y sonrió para sí misma sabiendo que nada tenía sentido y que si acercaban demasiado terminarían con el cuello roto y completamente desangrados en un callejón cualquiera. Al ingresar tuvo que dejar dinero demás para tener un lugar de privilegio y sobre todo para que pensaran que asistía allí para apostar y para acompañar a algún otro que la esperaba adentro. Cosas de rutina, cosas de humanos que siempre se movían por dinero, desde los que vigilaban la entrada hasta los que se molían a golpes sobre el ring.
El baile comenzó pronto y una mujer de gesto determinado hizo aparición sobre la plataforma enfrentándose a un hombre que a simple vista la superaba en todo. No obstante la joven calculaba bien sus movimientos y aprovechaba las debilidades del otro para salir vencedora. Increíble para una humana, más increíble aún en medio de aquella quisquillosa época. Pero lo importante era lo que pensaba Vibeke mientras la miraba sin prestar atención a nadie más. Permanecía inclinada, mirándola fijamente con las manos entrelazadas adelante y los pies firmemente apoyados sobre el suelo. "Ya sé quién se me antoja" pensó la inmortal con una sonrisa ladina. "Un corazón tan fuerte como el resto de sus músculos" dedujo sin más y tras la batalla ganada, aguardó por el siguiente contendiente que, de no aparecer, le daría pie a seguir a la jovencita al final del espectáculo para darle lo que tenía planeado para ella.
Vibeke de Bordeaux- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 11/04/2013
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Re: Cuando las palabras callán y los puños hablan. [Privado]
¨Nadie me vencerá de nuevo¨ Pensó para si misma cuando sus brazos bajaron y comprendió que no habían más rivales para ella. Se sentía insatisfecha por ello, pero no podía darse el lujo de retar a cualquiera y menos si no tenían las agallas para enfrentarla. Bajo del ring sintiendo que aún era muy pronto para dejar su hogar. Se miró el puño izquierdo con determinación y lo apretó. Fue entonces que uno de los apostadores le entregó un sobre blanco con el dinero que se había ganado. Fergie simplemente ignoró lo que dijo el hombre, se guardó el sobre en el bolsillo y tomó la chaqueta que había dejado en su esquina para abrigarse.
¨Al menos no pasaré frío esta noche¨ Volvió a pensar para si misma y camino hacía la salida, pero su mirada se cruzó con la de alguien que no le dejaba de mirar desde que dejo su casa. Podía notar cierto brillo de deseo en sus ojos. A diferencia de Fergie ella se mostraba como toda una dama, algo llamativa pero de mucho dinero después de todo. Al principio la belleza natural de la inmortal logró sonrojar a la humana, pero odiaba a aquellos que tenían la vida fácil y recordando sus peleas callejeras desde joven, Fergie no pudo hacer más que dibujar una mueca de asco en su rostro.
¨De haberme desafiado te mostraría el lado duro de la vida¨ Pensó nuevamente mirándola a los ojos y acomodándose la chaqueta. No miró a nadie más, entre elogios y burlas se dirigió a la salida a paso lento mientras el publico le cedía el paso. Intentaba despejar su mente conforme avanzaba, pero con sus ganas de pelear le era difícil calmarse.
El viento helado golpeó su rostro y cuan retadora frunció el ceño. – ¿Cuánto más para ser la mejor? – Se preguntó a sí misma con rabia y apretando ambos puños comenzó a trotar alejándose del lugar. ¨Tengo mucha energía aún que descargar, debo seguir corriendo... Correré hasta alcanzar mi meta¨ Pensaba para si misma mientras recordaba cada vez que fue noqueada, cada vez que tuvo que levantarse y cada vez que tuvo que seguir entrenando hasta no poder más... ¨Debo seguir entrenando, solo así... ¡Solo así llegaré a ser la más fuerte!¨ Los minutos pasaron mientras seguía trotando y comenzaba a sentir la respiración agitada.
Su mente recordó a la inmortal y furiosa lanzó una izquierda al aíre. ¨¡No tiene porque ser fácil, nunca lo ha sido!¨ Volvió a pensar y comenzó a lanzar varios golpes al aíre. Tenía un rival imaginario en frente, pero no era el que venció hoy, sino aquel sujeto que la hizo caer. Veía cada golpe mortal que le había lanzado y lo esquivaba por los pelos, se adelantaba a su guardia y contra atacaba golpeando en un punto vital por instinto. – Mentón, corazón, mandíbula, cien... Esternón, abdomen, costillas... – Repetía conforme golpeaba los puntos más básicos. Fergie se había vuelto la combinación perfecta entre ciencia y violencia; un arma letal para cualquier mortal.
Soltó un grito de rabia, aún insatisfecha y con mucha energía. Se dejo caer sobre el frío césped mientras respiraba agitada. Su rostro se volteó hacía su derecha y pudo ver una casa en malas condiciones, abandonada aparentemente. – Con este calor ya se donde dormir – Dijo para así misma, aunque el frió si era demasiado y se podía ver en forma de neblina como la exhalación de aíre salía por la boca de la joven. – Otra noche sola– Dijo con ironía, como si alguna vez le hubiese importado eso.
¨Al menos no pasaré frío esta noche¨ Volvió a pensar para si misma y camino hacía la salida, pero su mirada se cruzó con la de alguien que no le dejaba de mirar desde que dejo su casa. Podía notar cierto brillo de deseo en sus ojos. A diferencia de Fergie ella se mostraba como toda una dama, algo llamativa pero de mucho dinero después de todo. Al principio la belleza natural de la inmortal logró sonrojar a la humana, pero odiaba a aquellos que tenían la vida fácil y recordando sus peleas callejeras desde joven, Fergie no pudo hacer más que dibujar una mueca de asco en su rostro.
¨De haberme desafiado te mostraría el lado duro de la vida¨ Pensó nuevamente mirándola a los ojos y acomodándose la chaqueta. No miró a nadie más, entre elogios y burlas se dirigió a la salida a paso lento mientras el publico le cedía el paso. Intentaba despejar su mente conforme avanzaba, pero con sus ganas de pelear le era difícil calmarse.
El viento helado golpeó su rostro y cuan retadora frunció el ceño. – ¿Cuánto más para ser la mejor? – Se preguntó a sí misma con rabia y apretando ambos puños comenzó a trotar alejándose del lugar. ¨Tengo mucha energía aún que descargar, debo seguir corriendo... Correré hasta alcanzar mi meta¨ Pensaba para si misma mientras recordaba cada vez que fue noqueada, cada vez que tuvo que levantarse y cada vez que tuvo que seguir entrenando hasta no poder más... ¨Debo seguir entrenando, solo así... ¡Solo así llegaré a ser la más fuerte!¨ Los minutos pasaron mientras seguía trotando y comenzaba a sentir la respiración agitada.
Su mente recordó a la inmortal y furiosa lanzó una izquierda al aíre. ¨¡No tiene porque ser fácil, nunca lo ha sido!¨ Volvió a pensar y comenzó a lanzar varios golpes al aíre. Tenía un rival imaginario en frente, pero no era el que venció hoy, sino aquel sujeto que la hizo caer. Veía cada golpe mortal que le había lanzado y lo esquivaba por los pelos, se adelantaba a su guardia y contra atacaba golpeando en un punto vital por instinto. – Mentón, corazón, mandíbula, cien... Esternón, abdomen, costillas... – Repetía conforme golpeaba los puntos más básicos. Fergie se había vuelto la combinación perfecta entre ciencia y violencia; un arma letal para cualquier mortal.
Soltó un grito de rabia, aún insatisfecha y con mucha energía. Se dejo caer sobre el frío césped mientras respiraba agitada. Su rostro se volteó hacía su derecha y pudo ver una casa en malas condiciones, abandonada aparentemente. – Con este calor ya se donde dormir – Dijo para así misma, aunque el frió si era demasiado y se podía ver en forma de neblina como la exhalación de aíre salía por la boca de la joven. – Otra noche sola– Dijo con ironía, como si alguna vez le hubiese importado eso.
Fergie Tairi- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 01/05/2014
Localización : La calle :3
Re: Cuando las palabras callán y los puños hablan. [Privado]
"Nadie juega conmigo, pero yo amo jugar con todos"
Fiera, esa palabra resumía bien lo que hasta ahora pensaba Vibeke de ella. Era poco convencional encontrar a una joven que se ganara la vida a golpes sin discriminar si su oponente era hombre o mujer y, eso sólo daba a pensar dos cosas: O necesitaba mucho el dinero o definitivamente no estaba bien de la cabeza.
Ignorando palabras y proposiciones a su persona mientras permanecía sentada, siguió con la mirada a la joven analizando cada movimiento que ésta hacía. Llegó a notar incluso cuando empuño la mano al avanzar como si estuviera frustrada y dejó la estancia con el sobre en la mano sin sonrisas ni gracias a quien le había entregado el sobre o a quienes entre aplausos la felicitaban. Y era obvio, los apostadores habían tenido lo suyo y ovacionaban a aquella en la que se habían jugado su dinero como si fuese un caballito de carrera.
Al leerle la mente, la inmortal dedujo lo obvio, aquella no era una mujer de clase alta ni media y tenía que buscar el sustento y el techo de cualquier forma posible. Esa noche había creído comprar el calor, pero quizás el frío la asaltara en el camino en forma de vampiro y ahí quedara todo. Curiosamente y como si sintiera un par de ojos fuertemente centrados en ella, se giró y su mirada se encontró con la de la noruega. La sangre se le subió a las mejillas y se vio deliciosa, pero pronto dibujó una mueca de desagrado tal que Vibeke le sonrió y en el momento en que la humana se giró, la inmortal empezó a reírse bajo como si con ello gritara todo lo planeado. Los sujetos a su lado la miraron extrañados pero ella jamás le retiró la vista a la peleadora hasta que desapareció de su alcance. Sin dudarlo, se puso de pie, acomodó sus vestidos y pretendió salir con sigilo de aquél lugar por la parte de atrás.
El camino de la humana fue marcado por el calor que la misma emitía. Había salido sin pensar en nada, acalorada y resentida como le revelaban a Vibeke sus pensamientos. Se movía rápido, el corazón llamaba al vampiro y avanzó sin prisas, ya la alcanzaría, más tarde que temprano. -Hey, mujer- un hombre tras ella hizo que volteara la mirada. Era un tipo de unos 35 años, alto y de buen cuerpo, quizás también luchara en ese lugar -¿A dónde vas tan sola?- pronunció con una convencida sonrisa y se acercó hasta ella tomándola con fuerza por el brazo. Vibeke se zafó sin darle importancia y avanzó hasta que el tipo repitió la presa atrayéndola hacia sí. Ella se giró de nuevo, le sonrió y sin decirle nada le apretó la mano mirándolo con los ojos bien abiertos. Presionó con fuerza, los dedos se le quebraban y aunque el hombre intentó defenderse el dolor le cegaba hasta la puntería. Gritó, se arrodilló retorciéndose y ella sin dejar de sonreír le hizo polvo cada hueso de aquella mano atrevida. Se inclinó, él no se le antojaba ni para alimentarse de su patética sangre en cuerpo de abusador. Sin más, le susurró su sentencia -Vete, corre muy rápido y no vuelvas de donde venías, no digas nada porque lo siguiente que haré será tragarme tu lengua. La voy a masticar, a triturarla como hice con tu mano y la escupiré para ti, para que la tengas de recuerdo- se rió como si fuese un mismísimo demonio y aquello hubiera sido divertido, lo soltó, se limpio los restos de sangre en el hombro del sujeto y prosiguió como si nada su camino.
Sus pasos la llevaron a una antigua casa abandonada, allí dormiría la peleadora, allí se encontraría con ella. Pero, para premiar su gracia, antes de llegar a la entrada y luego de ver a la mujer ingresar, el hombre al que le había estropeado la mano se dirigía al mismo punto. "Buscando protección encontraran la tumba" pensó ella y con su sonrisa triunfal avanzó despacio, como si esperara que ellos se conocieran y, tras unos diez minutos, se permitió tocar a la puerta como si se tratara de una muy educada parca que da ultimatums antes de actuar. Toc, toc, toc...
Ignorando palabras y proposiciones a su persona mientras permanecía sentada, siguió con la mirada a la joven analizando cada movimiento que ésta hacía. Llegó a notar incluso cuando empuño la mano al avanzar como si estuviera frustrada y dejó la estancia con el sobre en la mano sin sonrisas ni gracias a quien le había entregado el sobre o a quienes entre aplausos la felicitaban. Y era obvio, los apostadores habían tenido lo suyo y ovacionaban a aquella en la que se habían jugado su dinero como si fuese un caballito de carrera.
Al leerle la mente, la inmortal dedujo lo obvio, aquella no era una mujer de clase alta ni media y tenía que buscar el sustento y el techo de cualquier forma posible. Esa noche había creído comprar el calor, pero quizás el frío la asaltara en el camino en forma de vampiro y ahí quedara todo. Curiosamente y como si sintiera un par de ojos fuertemente centrados en ella, se giró y su mirada se encontró con la de la noruega. La sangre se le subió a las mejillas y se vio deliciosa, pero pronto dibujó una mueca de desagrado tal que Vibeke le sonrió y en el momento en que la humana se giró, la inmortal empezó a reírse bajo como si con ello gritara todo lo planeado. Los sujetos a su lado la miraron extrañados pero ella jamás le retiró la vista a la peleadora hasta que desapareció de su alcance. Sin dudarlo, se puso de pie, acomodó sus vestidos y pretendió salir con sigilo de aquél lugar por la parte de atrás.
El camino de la humana fue marcado por el calor que la misma emitía. Había salido sin pensar en nada, acalorada y resentida como le revelaban a Vibeke sus pensamientos. Se movía rápido, el corazón llamaba al vampiro y avanzó sin prisas, ya la alcanzaría, más tarde que temprano. -Hey, mujer- un hombre tras ella hizo que volteara la mirada. Era un tipo de unos 35 años, alto y de buen cuerpo, quizás también luchara en ese lugar -¿A dónde vas tan sola?- pronunció con una convencida sonrisa y se acercó hasta ella tomándola con fuerza por el brazo. Vibeke se zafó sin darle importancia y avanzó hasta que el tipo repitió la presa atrayéndola hacia sí. Ella se giró de nuevo, le sonrió y sin decirle nada le apretó la mano mirándolo con los ojos bien abiertos. Presionó con fuerza, los dedos se le quebraban y aunque el hombre intentó defenderse el dolor le cegaba hasta la puntería. Gritó, se arrodilló retorciéndose y ella sin dejar de sonreír le hizo polvo cada hueso de aquella mano atrevida. Se inclinó, él no se le antojaba ni para alimentarse de su patética sangre en cuerpo de abusador. Sin más, le susurró su sentencia -Vete, corre muy rápido y no vuelvas de donde venías, no digas nada porque lo siguiente que haré será tragarme tu lengua. La voy a masticar, a triturarla como hice con tu mano y la escupiré para ti, para que la tengas de recuerdo- se rió como si fuese un mismísimo demonio y aquello hubiera sido divertido, lo soltó, se limpio los restos de sangre en el hombro del sujeto y prosiguió como si nada su camino.
Sus pasos la llevaron a una antigua casa abandonada, allí dormiría la peleadora, allí se encontraría con ella. Pero, para premiar su gracia, antes de llegar a la entrada y luego de ver a la mujer ingresar, el hombre al que le había estropeado la mano se dirigía al mismo punto. "Buscando protección encontraran la tumba" pensó ella y con su sonrisa triunfal avanzó despacio, como si esperara que ellos se conocieran y, tras unos diez minutos, se permitió tocar a la puerta como si se tratara de una muy educada parca que da ultimatums antes de actuar. Toc, toc, toc...
Vibeke de Bordeaux- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 11/04/2013
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Re: Cuando las palabras callán y los puños hablan. [Privado]
Off: Por si las moscas, cambie a primera persona para entrar mejor en el personaje, se me da mejor desarrollarlo así y se me hace más entretenido rolear con Fergie :3
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De pronto me di cuenta que el frío comenzaba a calar poco a poco mis huesos... Maldije por lo bajo, no había entrenado lo suficiente después de una decepcionante noche. La pelea había sido dura, mi contrincante uso un método de pelea para nada ortodoxo. Podía lanzar golpes mortales desde las posiciones menos pensadas y aquello me trajo muchos problemas. Sonreí levemente pues al final el resultado había sido el mismo de casi todas las veces, salí triunfante.
Me levante del frío césped y comencé mi camino hasta la casa abandonada. La puerta se abrió sola con una suave brisa y mi fuerte pisada al terminar de subir las escaleras de la entrada. No era la primera vez que me quedaba en esa casa por lo que ya no sentía escalofríos cuando eso ocurría. Suspiré y al entrar cerré la puerta, pero logré escuchar unas pisadas que venían desde afuera, bastante sonoras como para tratarse de algún animal de la zona. Abrí la puerta y para mi sorpresa me encontré al entrenador de mi contrincante. – Miren nada más a quien me encontré, me has traído muchos problemas esta noche, Fergie... Pero seré condescendiente contigo... – El sujeto levantó su mano derecha y pude ver como esta se encontraba destrozada, como si la hubiesen golpeado con un mazo bastante grande. Retrocedí dos pasos y me puse en guardia con la izquierda por delante. – Tranquila pequeña fiera, solo me acostaré contigo – Dijo el sujeto que en un rápido movimiento tras cerrar la puerta se encontraba ya con su mano buena manoseando una de mis nalgas. La vergüenza se apoderó de mi rostro, sintiendo como las mejillas me ardían por el sonrojo, pero entonces mi izquierda fue veloz contra su rostro, impactando y haciendo que el hombre retrocediese. – Más te vale no intentarlo de nuevo, odio a los pervertidos como tu – Dije preparando mi siguiente golpe o bien anticipando el movimiento del hombre.
La puerta se abrió de nuevo en cuanto la misma chica que vi en las gradas golpeaba, pero entonces el sujeto ya había lanzado un golpe similar al que había usado durante la pelea su luchador. Con la izquierda, un uppercut que salió desde muy abajo y con el torso horizontal al suelo. Aquello me hizo enfurecer. ¿Por qué no podían pelear como la gente normal y más aún sabiendo que así no podían noquearme? Pensé pero justo entonces el puño izquierdo del hombre golpeo mi rostro. De mi nariz salieron unas gotas de sangre... Mis músculos se trenzaron por completo y pude ver la cobardía del sujeto cuando volvía mi cuello a una posición normal, había absorbido el daño y ahora el rostro del sujeto estaba a mi alcance y totalmente descubierto.
Mi píe izquierdo retrocedió para poner el derecho adelante a una velocidad bastante alta, entonces levanté mi puño izquierdo sin pensarlo si quiera una vez. El rostro desfigurado por el miedo no solo al ver mi puño si no también a la vampiresa me hizo enfurecer aún más. Cuan martillo, mi izquierda bajo hasta impactar con el rostro del sujeto. Pude sentir como la fuerza emanó desde la punta de mis píes hasta mi puño y como le rompía la nariz al impactar su rostro... Se escuchó un ruido bastante fuerte resonar por toda la casa cuando la cabeza sangrante del sujeto golpeó el piso inconsciente. Solo un golpe mortal había sido suficiente.
Miré a la única expectante de la pelea y con el torso de mi brazo me limpie la nariz, pero no fue suficiente para que dejara de salir sangre. Hice otra mueca de asco y fruncí aún más mi ceño. – Si buscas algo de mi olvidalo, no tengo nada que ofrecerte. Dejame en paz o recibirás lo mismo que este acosador – Dije pateando con fuerza el torso del hombre inconsciente, me di media vuelta y me disponía ya a subir las escaleras con mi cabeza mirando al techo tratando de evitar que saliese más sangre, aunque sentía como me hervía y bastante motivos tenía.
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De pronto me di cuenta que el frío comenzaba a calar poco a poco mis huesos... Maldije por lo bajo, no había entrenado lo suficiente después de una decepcionante noche. La pelea había sido dura, mi contrincante uso un método de pelea para nada ortodoxo. Podía lanzar golpes mortales desde las posiciones menos pensadas y aquello me trajo muchos problemas. Sonreí levemente pues al final el resultado había sido el mismo de casi todas las veces, salí triunfante.
Me levante del frío césped y comencé mi camino hasta la casa abandonada. La puerta se abrió sola con una suave brisa y mi fuerte pisada al terminar de subir las escaleras de la entrada. No era la primera vez que me quedaba en esa casa por lo que ya no sentía escalofríos cuando eso ocurría. Suspiré y al entrar cerré la puerta, pero logré escuchar unas pisadas que venían desde afuera, bastante sonoras como para tratarse de algún animal de la zona. Abrí la puerta y para mi sorpresa me encontré al entrenador de mi contrincante. – Miren nada más a quien me encontré, me has traído muchos problemas esta noche, Fergie... Pero seré condescendiente contigo... – El sujeto levantó su mano derecha y pude ver como esta se encontraba destrozada, como si la hubiesen golpeado con un mazo bastante grande. Retrocedí dos pasos y me puse en guardia con la izquierda por delante. – Tranquila pequeña fiera, solo me acostaré contigo – Dijo el sujeto que en un rápido movimiento tras cerrar la puerta se encontraba ya con su mano buena manoseando una de mis nalgas. La vergüenza se apoderó de mi rostro, sintiendo como las mejillas me ardían por el sonrojo, pero entonces mi izquierda fue veloz contra su rostro, impactando y haciendo que el hombre retrocediese. – Más te vale no intentarlo de nuevo, odio a los pervertidos como tu – Dije preparando mi siguiente golpe o bien anticipando el movimiento del hombre.
La puerta se abrió de nuevo en cuanto la misma chica que vi en las gradas golpeaba, pero entonces el sujeto ya había lanzado un golpe similar al que había usado durante la pelea su luchador. Con la izquierda, un uppercut que salió desde muy abajo y con el torso horizontal al suelo. Aquello me hizo enfurecer. ¿Por qué no podían pelear como la gente normal y más aún sabiendo que así no podían noquearme? Pensé pero justo entonces el puño izquierdo del hombre golpeo mi rostro. De mi nariz salieron unas gotas de sangre... Mis músculos se trenzaron por completo y pude ver la cobardía del sujeto cuando volvía mi cuello a una posición normal, había absorbido el daño y ahora el rostro del sujeto estaba a mi alcance y totalmente descubierto.
Mi píe izquierdo retrocedió para poner el derecho adelante a una velocidad bastante alta, entonces levanté mi puño izquierdo sin pensarlo si quiera una vez. El rostro desfigurado por el miedo no solo al ver mi puño si no también a la vampiresa me hizo enfurecer aún más. Cuan martillo, mi izquierda bajo hasta impactar con el rostro del sujeto. Pude sentir como la fuerza emanó desde la punta de mis píes hasta mi puño y como le rompía la nariz al impactar su rostro... Se escuchó un ruido bastante fuerte resonar por toda la casa cuando la cabeza sangrante del sujeto golpeó el piso inconsciente. Solo un golpe mortal había sido suficiente.
Miré a la única expectante de la pelea y con el torso de mi brazo me limpie la nariz, pero no fue suficiente para que dejara de salir sangre. Hice otra mueca de asco y fruncí aún más mi ceño. – Si buscas algo de mi olvidalo, no tengo nada que ofrecerte. Dejame en paz o recibirás lo mismo que este acosador – Dije pateando con fuerza el torso del hombre inconsciente, me di media vuelta y me disponía ya a subir las escaleras con mi cabeza mirando al techo tratando de evitar que saliese más sangre, aunque sentía como me hervía y bastante motivos tenía.
Fergie Tairi- Humano Clase Baja
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Re: Cuando las palabras callán y los puños hablan. [Privado]
"Témeme. Témeme como jamás has temido a nadie."
Vibeke no entendía la mitad de las extrañas manías que adquiría la gente y tampoco es que se esforzara en hacerlo. No comprendía en absoluto el por qué una mujer se entregaba a las peleas como si se tratara de un varón más, sabiendo que habían muchos más empleos en los que obtener el dinero sería mucho más fácil. Pero ella parecía odiar y disfrutar al tiempo de lo que hacía. Con más odio que gusto, según lo que había alcanzado a notar la inmortal.
Cuando llegó a la puerta, el descaro del hombre al que se había topado en el camino y que curiosamente ingresó al mismo lugar que la joven luchadora no se hizo esperar. Vibeke escuchó todo desde afuera: El cinismo del abusador, el tono rebelde e incitador de la peleadora, los golpes y, como si se tratara de un grito sordo, el olor de la sangre que parecía pedirle que ingresara sin más al lugar donde todo ocurría. La curiosidad le recorrió el rostro a la noruega en forma de una maliciosa sonrisa y la vejez de la puerta le sació las preguntas en cuanto se abrió con los golpeteos que pretendían anunciarla y que, finalmente, le dieron el ingreso sin más preámbulos frente a los dos contrincantes. Sin abrir la boca, Vibeke dejó caer su peso de costado sobre el marco de la puerta y estando recostada de ese modo se cruzó de brazos. Los observó con la calma con la que observan los leones esperando el momento preciso para atacar a su presa que se mueve como si el peligro real no existiera; se mantuvo serena, analizándolos por mero gusto a pesar que la sangre manaba de ambos humanos hasta casi permitirle sentir el sabor oxidado en su propia boca. Se relamió los labios en un acto reflejo y avanzó apenas un paso hacia ellos, pretendiendo jugar un poco con el hombre que parecía haber reincidido en su manía de buscar mujeres haciendo caso omiso de la mano cuyos huesos habían quedado hechos polvo hace apenas unos minutos por el mismo motivo. Era tan placentero ver el horror en otros en cuanto se cruzaban con sus ojos que le era inevitable no permanecer sonriente mientras se acercaba lentamente, dando tiempo para que el miedo paralizara al otro o para que el sistema nervioso le traicionara haciéndole cometer cualquier estupidez en un mero intento por permanecer con vida.
Pero todo fue rápido y los huesos crujieron más fuerte que el suelo antiguo que pisó Vibeke en su andar. Aún con más prontitud el masoquista sujeto se vio por completo noqueado en el suelo, con la nariz y el cuello rotos por los puños de una mujer mucho menor y más menuda que él que en un golpe final había logrado darle el pase al otro mundo a través de una sencilla desnucada en un buen impacto. Desde donde se viera el sujeto aquél constituía una vergüenza y su muerte era lo mejor que se podría esperar de alguien como él. La inmortal hizo un claro gesto de decepción al notar que la mitad de su diversión se había terminado y de nuevo su atención se fijó en la que había ido a buscar inicialmente: A la mujer con mirada y actitud austera.
-¿Qué no tienes nada, dices? Yo creo que estás equivocada- le respondió Vibeke con una sonrisa soberbia en el rostro pero con un burlón tono dulzón y avanzó por encima del cadáver que empezaba a enfriarse y al que la chica pateo como si aún estuviera molesta. –De nada te sirve amenazarme- dijo girándose hacia el nuevo rumbo que había tomado a quien consideraba su víctima –Pero podemos jugar a algo. Puedes correr si quieres, no creo que haya lugar arriba del que puedas huir de mí y, menos con la manera en que sangras. Eso me va marcando tu camino, pequeña fiera- avanzó muy lento hacia ella, con rumbo a las escaleras sin saber realmente si se iría o si, por el contrario y siendo consecuente con sus amenazas, la atacaría aunque inútilmente.
En París había gran cantidad de personas que sabían de la existencia de seres sobrenaturales ¿Era la peleadora una de ellas? de no serlo, seguramente atacaría a Vibeke al verla casi inofensiva tras esos ropajes de mujer de clase alta y con uñas perfectas que no arriesgaría en absoluto con tal de no quebrárselas. Por encima parecía otra cosa, pero las apariencias engañan y a la muerte le encanta vestirse de humano, le fascina ocultarse tras ropas finas ocultando a la bestia que realmente está dentro de ellas.
Cuando llegó a la puerta, el descaro del hombre al que se había topado en el camino y que curiosamente ingresó al mismo lugar que la joven luchadora no se hizo esperar. Vibeke escuchó todo desde afuera: El cinismo del abusador, el tono rebelde e incitador de la peleadora, los golpes y, como si se tratara de un grito sordo, el olor de la sangre que parecía pedirle que ingresara sin más al lugar donde todo ocurría. La curiosidad le recorrió el rostro a la noruega en forma de una maliciosa sonrisa y la vejez de la puerta le sació las preguntas en cuanto se abrió con los golpeteos que pretendían anunciarla y que, finalmente, le dieron el ingreso sin más preámbulos frente a los dos contrincantes. Sin abrir la boca, Vibeke dejó caer su peso de costado sobre el marco de la puerta y estando recostada de ese modo se cruzó de brazos. Los observó con la calma con la que observan los leones esperando el momento preciso para atacar a su presa que se mueve como si el peligro real no existiera; se mantuvo serena, analizándolos por mero gusto a pesar que la sangre manaba de ambos humanos hasta casi permitirle sentir el sabor oxidado en su propia boca. Se relamió los labios en un acto reflejo y avanzó apenas un paso hacia ellos, pretendiendo jugar un poco con el hombre que parecía haber reincidido en su manía de buscar mujeres haciendo caso omiso de la mano cuyos huesos habían quedado hechos polvo hace apenas unos minutos por el mismo motivo. Era tan placentero ver el horror en otros en cuanto se cruzaban con sus ojos que le era inevitable no permanecer sonriente mientras se acercaba lentamente, dando tiempo para que el miedo paralizara al otro o para que el sistema nervioso le traicionara haciéndole cometer cualquier estupidez en un mero intento por permanecer con vida.
Pero todo fue rápido y los huesos crujieron más fuerte que el suelo antiguo que pisó Vibeke en su andar. Aún con más prontitud el masoquista sujeto se vio por completo noqueado en el suelo, con la nariz y el cuello rotos por los puños de una mujer mucho menor y más menuda que él que en un golpe final había logrado darle el pase al otro mundo a través de una sencilla desnucada en un buen impacto. Desde donde se viera el sujeto aquél constituía una vergüenza y su muerte era lo mejor que se podría esperar de alguien como él. La inmortal hizo un claro gesto de decepción al notar que la mitad de su diversión se había terminado y de nuevo su atención se fijó en la que había ido a buscar inicialmente: A la mujer con mirada y actitud austera.
-¿Qué no tienes nada, dices? Yo creo que estás equivocada- le respondió Vibeke con una sonrisa soberbia en el rostro pero con un burlón tono dulzón y avanzó por encima del cadáver que empezaba a enfriarse y al que la chica pateo como si aún estuviera molesta. –De nada te sirve amenazarme- dijo girándose hacia el nuevo rumbo que había tomado a quien consideraba su víctima –Pero podemos jugar a algo. Puedes correr si quieres, no creo que haya lugar arriba del que puedas huir de mí y, menos con la manera en que sangras. Eso me va marcando tu camino, pequeña fiera- avanzó muy lento hacia ella, con rumbo a las escaleras sin saber realmente si se iría o si, por el contrario y siendo consecuente con sus amenazas, la atacaría aunque inútilmente.
En París había gran cantidad de personas que sabían de la existencia de seres sobrenaturales ¿Era la peleadora una de ellas? de no serlo, seguramente atacaría a Vibeke al verla casi inofensiva tras esos ropajes de mujer de clase alta y con uñas perfectas que no arriesgaría en absoluto con tal de no quebrárselas. Por encima parecía otra cosa, pero las apariencias engañan y a la muerte le encanta vestirse de humano, le fascina ocultarse tras ropas finas ocultando a la bestia que realmente está dentro de ellas.
Vibeke de Bordeaux- Vampiro Clase Alta
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Re: Cuando las palabras callán y los puños hablan. [Privado]
Maldita noche... El camino a las escaleras me pareció más largo con el sangrado de nariz que tenía. Por fortuna y experiencia sabía que la postura de mi cabeza ayudaba a que se detuviese, aunque no era nada agradable sentir como la sangre volvía por donde mismo estaba saliendo y encima me costaba respirar un poco así. No debí haberme dejado golpear así, no era la primera vez que sangraba en una pelea, dentro del ring era aún más molesto, pero de igual forma las cosas se estaban dando para hacerme estallar de un momento a otro. Como si fuera poco, la señorita de la alta sociedad seguía ahí... ¿Correr? ¿Era broma?... ¿Quién demonios se creía para hablarme así? Encima hablaba como si lo que quisiera era mi sangre.
Solo hay dos tipos de luchadores, el que quiere superarse a si mismo y el que intenta salir con vida... Cuando se quiere salir con vida, sabía muy bien que solo había una forma de hacerlo y de nada servían los modales y cortesías, es cuando las ganas de matar a tu oponente y sobreponerte al dolor te hacen querer matarlo, verlo sufrir, sangrar en el suelo y finalmente dejarlo inconsciente. Sentí como mis músculos se tensaron por completo. ¿Una amenaza de muerte por una mujerzuela como esa? Golpeé con fuerza la pared de mi lado derecho que daba inicio a la subida del primer a segundo piso. Me quede estática, pero no era miedo lo que me había dejado así. Era cierto, había entrenado todo el día y tenido dos peleas ya. La primera pelea y el intervalo de la segunda me hizo usar más energía de la que debía para una tercera, pero sabía como eran las cosas mejor que nadie. Así era como habían pasado mis 25 años.
Mas había algo que no me daba un buen presentimiento. ¿Por qué esperar hasta ahora si observó mi pelea sobre el ring y tuvo la oportunidad de subir ahí para enfrentarme? Volví a mirarle al rostro con mucho coraje como siempre que sentía cualquier tipo de desafío. Pude sentir como un golpe de adrenalina desde mi interior ayudaba a detener temporalmente el sangrado de nariz, aunque no sabía cuanto iba a durar me daba igual, estaba llegando al límite de mi fuerza física, pero quien pelea contra mi sabe que mi limite va mucho más allá de mi resistencia.
– No voy a correr, mucho menos de alguien como tu – Amenacé firme y cortante, como queriendo empezar con la pelea luego. Empero, ¿qué era esa presión qué sentía en esos momentos? No era la flaqueza de mi fuerza física que me hacía sentir intimidada, la tranquilidad de aquella mujer desde que se habían conocido y después de todo lo que había visto de mi... ¿Por qué no me enfrentó antes? Era eso... La duda era la que me estaba intimidando, eso o realmente se quería pasar de lista al pensar en no querer humillarme frente al público. Basto ese hilo de pensamiento para hacerme enfurecer aún más. Debía actuar y debía hacerlo rápido.
Puse mis puños en guardia y rogando para que aguantasen un poco más, me abalancé sobre ella a gran velocidad. Izquierda al frente, sin hacer movimiento de hombro o muñeca para advertirle que puño lanzaría, fue una izquierda rápida e impredecible directa a su rostro.
¿Por qué no me había enfrentado antes si pelear era lo que quería? La duda seguía en mi cabeza y tenía que sacármela de la única forma que sabía, golpeando, aguantando y levantándome aunque lo único que me diera motivos para hacerlo fuese el deseo de seguir luchando. Ese deseo que me había ayudado a sobrevivir tantas veces, era eso por lo que seguía luchando y era eso por lo que no dejaría que nadie me humillase de nuevo.
Solo hay dos tipos de luchadores, el que quiere superarse a si mismo y el que intenta salir con vida... Cuando se quiere salir con vida, sabía muy bien que solo había una forma de hacerlo y de nada servían los modales y cortesías, es cuando las ganas de matar a tu oponente y sobreponerte al dolor te hacen querer matarlo, verlo sufrir, sangrar en el suelo y finalmente dejarlo inconsciente. Sentí como mis músculos se tensaron por completo. ¿Una amenaza de muerte por una mujerzuela como esa? Golpeé con fuerza la pared de mi lado derecho que daba inicio a la subida del primer a segundo piso. Me quede estática, pero no era miedo lo que me había dejado así. Era cierto, había entrenado todo el día y tenido dos peleas ya. La primera pelea y el intervalo de la segunda me hizo usar más energía de la que debía para una tercera, pero sabía como eran las cosas mejor que nadie. Así era como habían pasado mis 25 años.
Mas había algo que no me daba un buen presentimiento. ¿Por qué esperar hasta ahora si observó mi pelea sobre el ring y tuvo la oportunidad de subir ahí para enfrentarme? Volví a mirarle al rostro con mucho coraje como siempre que sentía cualquier tipo de desafío. Pude sentir como un golpe de adrenalina desde mi interior ayudaba a detener temporalmente el sangrado de nariz, aunque no sabía cuanto iba a durar me daba igual, estaba llegando al límite de mi fuerza física, pero quien pelea contra mi sabe que mi limite va mucho más allá de mi resistencia.
– No voy a correr, mucho menos de alguien como tu – Amenacé firme y cortante, como queriendo empezar con la pelea luego. Empero, ¿qué era esa presión qué sentía en esos momentos? No era la flaqueza de mi fuerza física que me hacía sentir intimidada, la tranquilidad de aquella mujer desde que se habían conocido y después de todo lo que había visto de mi... ¿Por qué no me enfrentó antes? Era eso... La duda era la que me estaba intimidando, eso o realmente se quería pasar de lista al pensar en no querer humillarme frente al público. Basto ese hilo de pensamiento para hacerme enfurecer aún más. Debía actuar y debía hacerlo rápido.
Puse mis puños en guardia y rogando para que aguantasen un poco más, me abalancé sobre ella a gran velocidad. Izquierda al frente, sin hacer movimiento de hombro o muñeca para advertirle que puño lanzaría, fue una izquierda rápida e impredecible directa a su rostro.
¿Por qué no me había enfrentado antes si pelear era lo que quería? La duda seguía en mi cabeza y tenía que sacármela de la única forma que sabía, golpeando, aguantando y levantándome aunque lo único que me diera motivos para hacerlo fuese el deseo de seguir luchando. Ese deseo que me había ayudado a sobrevivir tantas veces, era eso por lo que seguía luchando y era eso por lo que no dejaría que nadie me humillase de nuevo.
Fergie Tairi- Humano Clase Baja
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Re: Cuando las palabras callán y los puños hablan. [Privado]
"Conmigo no necesitas alas, los demonios nunca subimos al cielo,
simplemente aprendemos a memorizar las sombras sin necesidad de caer."
simplemente aprendemos a memorizar las sombras sin necesidad de caer."
Un golpe tras otro. A terceros, a los muertos, a las paredes, a las cosas y a lo que fuera. Lo que Vibeke conocía de la humana radicaba en eso, no podía ver más, ella no mostraba más. –Te vas a destrozar las manos y eso no va a calmarte, pequeña- susurró con un acento risueño sin dejar de caminar muy despacio tras de ella. Poco después, la luchadora se detuvo como si decidiera enfrentar a sus demonios y se giró confirmándolo. La inmortal le sonrió e incluso tuvo el descaro de guiñarle el ojo como si no pretendiera bebérsela luego de alterarla más. Tenía el carácter del fuego y nada era peor que eso si se pretendía alejar a Vibeke.
-¿Alguien como yo?- repitió buscando las palabras ajenas, indagando en la mente de la humana para que de una vez terminara de destilar todo ese odio que parecía pesarle sobre la espalda, sobre la vida. Pero la inmortal no se detuvo a pesar de la oculta amenaza por parte de la joven, por el contrario subió un peldaño más de la escalera acortando la distancia entre ambas, recogiendo con delicadeza fingida aquél vestido rojo que llevaba y que casi llegaba hasta el suelo. Sabía, al leerle la mente, que incluso algo como eso le molestaría a la muchacha. Como era de esperarse, ella se puso en posición de pelea. Iba a atacar, iba a moverse por el instinto salvaje que la dominaba todo el tiempo. Se avalanzó hacia Vibeke, dirigió el puño a su rostro pero cualquier sentido inmortal es más rápido que eso y ella movió la cabeza hacia atrás esquivando el golpe. No obstante, no iba a permanecer igual. Con mayor rapidez que la humana la tomó del brazo y la giró, dejando su cuerpo de espaldas suspendido en su pecho y con una mano aprisionada a su propia espalda. Vibeke, con su mano libre, tomó el mentón de la muchacha y acercó su mejilla a la de ella. –Mmm me temo que no te será tan sencillo. Pero presta atención a lo que te digo y no te desvíes de mis palabras. Mira allá, al frente, al terminar la escalera- le susurró justo antes de empezar a jugar con ella.
-Vives aquí, pero ¿No te gustaría algo como eso?- su don de la ilusión empezó a ser utilizado y las viejas escaleras que pronto se desmoronarían adquirieron un color carmesí producto de la alfombra que parecía deslizarse de arriba hacia abajo. El pasamanos cobró vida y brilló reluciente. Las paredes resquebrajadas se unieron en aquél plan y aparecieron cuadros, luz, candelabros suntuosos decorándolo todo. –Tienes tanto odio contenido que supongo que es algo de esto lo que quieres. Vivir bien, comer bien, vestir bien. Por eso odias a la clase alta, porque no soportas que tengan lo que tú no. Eres una egoísta- dijo con un tono de voz que parecía acariciarla. La juzgaba, jugaba con su temperamento y con su mente pero al tiempo le hablaba como si la aconsejara con cariño. Pero nada de lo que podía darle Vibeke era real en ese momento. Ni las palabras, ni lo que sus ojos veían, nada.
-Dime si ahora quieres huir- le susurró al oído y le lamió los pliegues de las orejas, despacio, húmedo y del modo seductor que sabía hacerlo al tiempo que su mano se relajaba de su mentón y de su brazo para liberarla. –Quiero que me muestres todo el odio que tienes, mujer. Llora, grita, golpea y rompe. Quiero ver hasta donde llegas y que va a pasar cuando se te terminen las fuerzas- la Noruega quería volcarla contra sí, que se mostrara en otras facetas, que se volcara también contra ella. Bien sabía que sus palabras eran como una gotera de ácido sobre la cama, que va convirtiendo el lecho en uno de muerte pero que primero desespera mientras pulveriza.
-También puedes rezar tus oraciones si quieres. No voy a reírme. Incluso puedes hacerlo en voz alta para que las explicaciones a esto no te vuelen la cabeza.- contuvo una risita y se giró para bajar con calma a la estabilidad de la planta baja. Esperaba con ello confirmar si la joven sabía o no acerca de la existencia de ellos, de los sobrenaturales, de la muerte en rostros extraordinariamente humanos.
-¿Alguien como yo?- repitió buscando las palabras ajenas, indagando en la mente de la humana para que de una vez terminara de destilar todo ese odio que parecía pesarle sobre la espalda, sobre la vida. Pero la inmortal no se detuvo a pesar de la oculta amenaza por parte de la joven, por el contrario subió un peldaño más de la escalera acortando la distancia entre ambas, recogiendo con delicadeza fingida aquél vestido rojo que llevaba y que casi llegaba hasta el suelo. Sabía, al leerle la mente, que incluso algo como eso le molestaría a la muchacha. Como era de esperarse, ella se puso en posición de pelea. Iba a atacar, iba a moverse por el instinto salvaje que la dominaba todo el tiempo. Se avalanzó hacia Vibeke, dirigió el puño a su rostro pero cualquier sentido inmortal es más rápido que eso y ella movió la cabeza hacia atrás esquivando el golpe. No obstante, no iba a permanecer igual. Con mayor rapidez que la humana la tomó del brazo y la giró, dejando su cuerpo de espaldas suspendido en su pecho y con una mano aprisionada a su propia espalda. Vibeke, con su mano libre, tomó el mentón de la muchacha y acercó su mejilla a la de ella. –Mmm me temo que no te será tan sencillo. Pero presta atención a lo que te digo y no te desvíes de mis palabras. Mira allá, al frente, al terminar la escalera- le susurró justo antes de empezar a jugar con ella.
-Vives aquí, pero ¿No te gustaría algo como eso?- su don de la ilusión empezó a ser utilizado y las viejas escaleras que pronto se desmoronarían adquirieron un color carmesí producto de la alfombra que parecía deslizarse de arriba hacia abajo. El pasamanos cobró vida y brilló reluciente. Las paredes resquebrajadas se unieron en aquél plan y aparecieron cuadros, luz, candelabros suntuosos decorándolo todo. –Tienes tanto odio contenido que supongo que es algo de esto lo que quieres. Vivir bien, comer bien, vestir bien. Por eso odias a la clase alta, porque no soportas que tengan lo que tú no. Eres una egoísta- dijo con un tono de voz que parecía acariciarla. La juzgaba, jugaba con su temperamento y con su mente pero al tiempo le hablaba como si la aconsejara con cariño. Pero nada de lo que podía darle Vibeke era real en ese momento. Ni las palabras, ni lo que sus ojos veían, nada.
-Dime si ahora quieres huir- le susurró al oído y le lamió los pliegues de las orejas, despacio, húmedo y del modo seductor que sabía hacerlo al tiempo que su mano se relajaba de su mentón y de su brazo para liberarla. –Quiero que me muestres todo el odio que tienes, mujer. Llora, grita, golpea y rompe. Quiero ver hasta donde llegas y que va a pasar cuando se te terminen las fuerzas- la Noruega quería volcarla contra sí, que se mostrara en otras facetas, que se volcara también contra ella. Bien sabía que sus palabras eran como una gotera de ácido sobre la cama, que va convirtiendo el lecho en uno de muerte pero que primero desespera mientras pulveriza.
-También puedes rezar tus oraciones si quieres. No voy a reírme. Incluso puedes hacerlo en voz alta para que las explicaciones a esto no te vuelen la cabeza.- contuvo una risita y se giró para bajar con calma a la estabilidad de la planta baja. Esperaba con ello confirmar si la joven sabía o no acerca de la existencia de ellos, de los sobrenaturales, de la muerte en rostros extraordinariamente humanos.
Vibeke de Bordeaux- Vampiro Clase Alta
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Re: Cuando las palabras callán y los puños hablan. [Privado]
Vi como mi puño iba directo a su rostro, estaba apunto de tocarlo, pero justo entonces y para mi sorpresa, la mujer que tenía enfrente ladeo el rostro hacía su lado derecho, esquivando como si hubiese visto venir mi puño en cámara lenta. ¿Cómo podía ser posible? No parecía para nada del tipo de luchadora, esquivar un golpe así requería años de entrenamiento... En eso pensaba cuando sin darme cuenta sentí como me agarraba el brazo y me giro para quedar de espaldas a ella con una fuerza y calma sobre humana. Sentí su otra mano fría tomar mi mentón y luego su mejilla sobre la mía. Ambas eran heladas como el hielo, pero a la vez el contacto se sentía agradable. ¿Que me quería hacer? ¿Qué golpe vendría luego? No tenía como adivinarlo desde esa posición, pero entonces ella comenzó a hablar.
No quería obedecer a lo que decía, pero mi cuerpo... Un miedo que conocía de antes... Mis píes no respondían, no podía pelear así, pero su voz de pronto se sintió agradable desde esa posición y mi rostro miró hacía donde me había ordenado. ¿Por qué? ¿Cómo?... Ahora la casa abandonada y en mal estado parecía un cuento de hadas. ¿Dónde estábamos? Era un hogar típico de la clase alta o eso parecía... Un sueño o más bien algo que me negué a mi misma hace mucho tiempo. ¿Cuándo fue?...
La inmortal seguía hablando a mis oídos, parecía tratar de convencerme de algo... ¿Era eso lo que quería?...
(…)
La fatiga en Fergie y la confusión por las palabras de Vibeke habían dejado a la humana en una especie de trance. Escuchaba y veía lo que la ilusión de la vampira le mostraba, pero también las imágenes en su mente se mostraban reales.
– Se que no eres pura violencia, Fergie... Tus peleas entregan más que eso, lo se... – La voz de un niño se escuchó con fuerza en sus pensamientos. ¨¿Más que eso? Una pelea es una pelea...¨ Pensó para si misma...
– Tu también lo has vivido, Fergie. El fruto de tus esfuerzos en una victoria sobre el ring... Es una lástima que me veas así ahora... – Dijo un hombre recostado en una cama del hospital. ¨¿Quién te dejo en ese estado? ¿El fruto de mis esfuerzos...?¨
– Me gusta pensar que entregamos al público algo más que solo un acto de violencia, la esperanza de luchar por lo que quieren... ¿No es por eso por lo que luchamos, Fergie?
¨¿Qué es lo que veo ahora? ¿Una casa así es realmente lo que quiero, un esposo, hijos...?¨
– Empecé a luchar por sobrevivir, defenderme cuando nadie más podía... Pero luego las cosas tomaron otro rumbo... Sabía que siguiéndolo iba a renunciar a todo eso... – Murmuró Fergie por lo bajo mientras los recuerdos seguían pasando por su cabeza.
– ¿Odio? – Volvió a decir por lo bajo...
– La clase alta muchas veces olvida lo que realmente quiere, cegados por lo que dirán sus iguales y concentrados solo en falsas ambiciones y esperanzas. No es eso lo que quiero para mi hijo, se que con ustedes dos podrá aprender a luchar por lo que él quiere... – Habló el padre de aquel niño en la mente de Fergie... Otro recuerdo más... Era cierto, habían dos personas importantes en la vida de la humana. La habían visto caer y levantarse tantas veces, también entendían que Fergie no solo luchaba por odio. Era más que eso, se había prometido así misma no volver a ser puro odio contra aquellos que no podían luchar por defender un sueño, a aquellos que solo seguían lo que la sociedad le dictaba. ¨No, lo que quiero es saber que se siente ser realmente fuerte... Es más que odio y violencia... Lo se¨¨ Pensó para si misma lo suficientemente fuerte como para callar lo que había dicho la inmortal, a pesar de que podía seguir viendo la ilusión y sintió como el peso de su cuerpo volvía a poner los píes en el suelo con fuerza.
(…)
Sentí como mi sangre me hervía... Recordaba lo que había pasado, más no entendía del todo la ilusión que estaba viendo. ¿Era ilusión o era real? No lo sabía, pero tenía las cosas claras. Sonreí levemente y deje que el peso de mi espalda se afirmara en los pechos de ella. Estaba cansada y parte de mi comprendía ya que no era una lucha de golpes lo que ella quería, por eso no se había subido al ring antes. Pude notar como ahora ella estaba a los píes de la escalera y yo seguía en esta.
– No, no voy a huir... – Dije tranquila, a pesar de que el lugar donde me encontraba y mis últimos recuerdos con ella me confundían. – No voy a huir de ti, aunque no se donde me has traído y no voy a hacer lo que me pides porque simplemente soy mucho más fuerte que eso... Ahora se que lo soy... – Dije con seguridad a pesar de que me sentía agotada y no entendía porque me hervía la sangre. No sentía ganas de pelear con ella, pero era una duda que podía resolver más adelante. Extrañamente ahora estaba a gusto con esa mujer. Era más fuerte y veloz que yo, también podía sentir que quería conocer más de lo que muestro peleando. ¿Por qué lo quería? No me interesaba mucho, pero si lo que quería era doblegar mi espíritu también, no se lo iba a dejar tan fácil.
¨Ahora quiero saber más de ti... ¿Por qué una mujer fuerte y hermosa como tu me ha seguido?¨ Pensé de nuevo para mi misma, sin darme cuenta, sonrojándome como la primera vez que la vi. Es cierto... No podía negar que me sentía atraída a ella y ya no se sentía tan mal como cuando nos vimos al bajar del ring.
No quería obedecer a lo que decía, pero mi cuerpo... Un miedo que conocía de antes... Mis píes no respondían, no podía pelear así, pero su voz de pronto se sintió agradable desde esa posición y mi rostro miró hacía donde me había ordenado. ¿Por qué? ¿Cómo?... Ahora la casa abandonada y en mal estado parecía un cuento de hadas. ¿Dónde estábamos? Era un hogar típico de la clase alta o eso parecía... Un sueño o más bien algo que me negué a mi misma hace mucho tiempo. ¿Cuándo fue?...
La inmortal seguía hablando a mis oídos, parecía tratar de convencerme de algo... ¿Era eso lo que quería?...
(…)
La fatiga en Fergie y la confusión por las palabras de Vibeke habían dejado a la humana en una especie de trance. Escuchaba y veía lo que la ilusión de la vampira le mostraba, pero también las imágenes en su mente se mostraban reales.
– Se que no eres pura violencia, Fergie... Tus peleas entregan más que eso, lo se... – La voz de un niño se escuchó con fuerza en sus pensamientos. ¨¿Más que eso? Una pelea es una pelea...¨ Pensó para si misma...
– Tu también lo has vivido, Fergie. El fruto de tus esfuerzos en una victoria sobre el ring... Es una lástima que me veas así ahora... – Dijo un hombre recostado en una cama del hospital. ¨¿Quién te dejo en ese estado? ¿El fruto de mis esfuerzos...?¨
– Me gusta pensar que entregamos al público algo más que solo un acto de violencia, la esperanza de luchar por lo que quieren... ¿No es por eso por lo que luchamos, Fergie?
¨¿Qué es lo que veo ahora? ¿Una casa así es realmente lo que quiero, un esposo, hijos...?¨
– Empecé a luchar por sobrevivir, defenderme cuando nadie más podía... Pero luego las cosas tomaron otro rumbo... Sabía que siguiéndolo iba a renunciar a todo eso... – Murmuró Fergie por lo bajo mientras los recuerdos seguían pasando por su cabeza.
– ¿Odio? – Volvió a decir por lo bajo...
– La clase alta muchas veces olvida lo que realmente quiere, cegados por lo que dirán sus iguales y concentrados solo en falsas ambiciones y esperanzas. No es eso lo que quiero para mi hijo, se que con ustedes dos podrá aprender a luchar por lo que él quiere... – Habló el padre de aquel niño en la mente de Fergie... Otro recuerdo más... Era cierto, habían dos personas importantes en la vida de la humana. La habían visto caer y levantarse tantas veces, también entendían que Fergie no solo luchaba por odio. Era más que eso, se había prometido así misma no volver a ser puro odio contra aquellos que no podían luchar por defender un sueño, a aquellos que solo seguían lo que la sociedad le dictaba. ¨No, lo que quiero es saber que se siente ser realmente fuerte... Es más que odio y violencia... Lo se¨¨ Pensó para si misma lo suficientemente fuerte como para callar lo que había dicho la inmortal, a pesar de que podía seguir viendo la ilusión y sintió como el peso de su cuerpo volvía a poner los píes en el suelo con fuerza.
(…)
Sentí como mi sangre me hervía... Recordaba lo que había pasado, más no entendía del todo la ilusión que estaba viendo. ¿Era ilusión o era real? No lo sabía, pero tenía las cosas claras. Sonreí levemente y deje que el peso de mi espalda se afirmara en los pechos de ella. Estaba cansada y parte de mi comprendía ya que no era una lucha de golpes lo que ella quería, por eso no se había subido al ring antes. Pude notar como ahora ella estaba a los píes de la escalera y yo seguía en esta.
– No, no voy a huir... – Dije tranquila, a pesar de que el lugar donde me encontraba y mis últimos recuerdos con ella me confundían. – No voy a huir de ti, aunque no se donde me has traído y no voy a hacer lo que me pides porque simplemente soy mucho más fuerte que eso... Ahora se que lo soy... – Dije con seguridad a pesar de que me sentía agotada y no entendía porque me hervía la sangre. No sentía ganas de pelear con ella, pero era una duda que podía resolver más adelante. Extrañamente ahora estaba a gusto con esa mujer. Era más fuerte y veloz que yo, también podía sentir que quería conocer más de lo que muestro peleando. ¿Por qué lo quería? No me interesaba mucho, pero si lo que quería era doblegar mi espíritu también, no se lo iba a dejar tan fácil.
¨Ahora quiero saber más de ti... ¿Por qué una mujer fuerte y hermosa como tu me ha seguido?¨ Pensé de nuevo para mi misma, sin darme cuenta, sonrojándome como la primera vez que la vi. Es cierto... No podía negar que me sentía atraída a ella y ya no se sentía tan mal como cuando nos vimos al bajar del ring.
Fergie Tairi- Humano Clase Baja
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Re: Cuando las palabras callán y los puños hablan. [Privado]
"Hay quienes volvemos el infierno un paraíso."
La inmortal estaba acostumbrada a maquinar, a que sus dones otorgados por los mismos dioses –según ella- fueran su mejor arma para distraer a otros y para que al final de cualquier situación, ella saliera victoriosa porque todo se había sucedido del modo en que a ella se le había antojado. Las ilusiones demostraban surtir su efecto, puesto que la humana pareció ensimismada durante unos buenos minutos y Vibeke sondeo sus pensamientos mientras se acomodaba en el sillón de la planta baja, justo enfrente de la escalera. El mueble también había sido cubierto por la ilusión como el resto de la casa y lucía hermoso cuando en realidad sólo quedaba un poco de tela carcomida sobre la madera sin relleno. Pero la noruega se acomodó en él como si no existiera nada más cómodo, cruzó las piernas y entrelazó los dedos sobre las rodillas sin retirarle la vista a la humana que aún parecía no reaccionar. Era de esperarse, pensó Vibeke, finalmente se sucedían tantas voces dentro de ella que cualquiera hubiese hecho lo mismo, quedarse inmóvil mientras terminaban.
Cuando la peleadora volvió a abrir la boca, extrañamente sonaba mucho más tranquila -¿Ah sí?- espetó la inmortal con una sonrisa cuando la jovencita dijo que no huiría y que sabía que era más fuerte que eso –Me pregunto si será verdad, porque hasta hace un momento creías que todo se solucionaba a los golpes ¿Has dejo de ser salvaje de repente?- era obvio que Vibeke preguntaba de un modo que pudiera provocarla y así comprobar si lo que decía era cierto o no. Más valía que no le diera por atacar de nuevo, si se ponía demasiado intensa con lo mismo terminaría siendo una cena rápida para Vibeke antes que ella pudiese siquiera notarlo. El hecho que peleara por su vida era de valorar, pero si no habían cuestionamientos, la inmortal perdía todo interés y se retiraba como si nada, dejando tras de sí un cuerpo desangrado a medias. Por otra parte sería estúpido, en un sólo movimiento anterior se había podido notar la fuerza que poseía la mujer de cabellos platinados y, era de esperarse que alguien que peleaba supiera medir algo como eso.
Sin embargo con el segundo interrogante Vibeke se quedó mirándola, buscando algo raro en ella ¿Cómo era que preguntaba por qué la seguía y no decía nada referente a la ilusión? Por lo general eso constituía la primera pregunta para esos casos, un “¿Cómo demonios hiciste eso?” o afirmaciones del tipo de “Eres una bruja” etc, etc... eso claro sin mencionar los ruegos por sus vidas usando como argumento principal a padres e hijos que teóricamente quedarían en el abandono. Aunque la mitad de los que mataba ni siquiera velaban por sus hijos como era debido. Caso aparte, la humana parecía tener una mente que funcionaba muy diferente de las demás ¿Acaso sabía de los sobrenaturales? era posible pero continuaba siendo una duda –Sencillamente porque se me antojó, porque me miraste con odio en ese pequeño cruce de miradas cuando estabas en el ring, porque quiero algo de ti- respondió al tiempo que reparaba en el sonrojo de la chica y más que curioso le pareció encantador, ahora sabía que si era ágil podría hacer que ella cediera y que se le entregara voluntariamente y, eso tenía implícito algo de placer. -¿Eres tan pasional para todo? Ya vi que lo eres para la pelea, pero ¿De qué más eres capaz?- preguntó enarcando la ceja y sin retirar la sonrisa de sus labios –Ven acá- ordenó con dulzura –Explícame de cerca porqué te sonrojas- a la noruega con aquello se le antojó tener el corazón ajeno bombeando en sus manos, de cualquier forma, literal o figurado ¿Qué importaba? Al fin y al cabo era lo que siempre quería, los corazones, los cuerpos, la sangre, todo, todo suyo.
¿Qué había debajo de ese edificio de emociones endurecidas y de las alcantarillas de pensamientos pasados revelados apenas en puños? ¿Cuántos habían sido los asesinos del alma juvenil y de las alas que sólo da la misma? –Ven a terminar de morir aquí, en el fondo sabes que lo necesitas. Para nacer de nuevo o para no ver más eso mismo que te atormenta- invitó con una voz que jamás podría ser rechazada con facilidad e incluso extendió su mano hacia ella, con la palma hacia arriba invitándola a que la tomara, a que siguiera cediendo paso tras paso.
Cuando la peleadora volvió a abrir la boca, extrañamente sonaba mucho más tranquila -¿Ah sí?- espetó la inmortal con una sonrisa cuando la jovencita dijo que no huiría y que sabía que era más fuerte que eso –Me pregunto si será verdad, porque hasta hace un momento creías que todo se solucionaba a los golpes ¿Has dejo de ser salvaje de repente?- era obvio que Vibeke preguntaba de un modo que pudiera provocarla y así comprobar si lo que decía era cierto o no. Más valía que no le diera por atacar de nuevo, si se ponía demasiado intensa con lo mismo terminaría siendo una cena rápida para Vibeke antes que ella pudiese siquiera notarlo. El hecho que peleara por su vida era de valorar, pero si no habían cuestionamientos, la inmortal perdía todo interés y se retiraba como si nada, dejando tras de sí un cuerpo desangrado a medias. Por otra parte sería estúpido, en un sólo movimiento anterior se había podido notar la fuerza que poseía la mujer de cabellos platinados y, era de esperarse que alguien que peleaba supiera medir algo como eso.
Sin embargo con el segundo interrogante Vibeke se quedó mirándola, buscando algo raro en ella ¿Cómo era que preguntaba por qué la seguía y no decía nada referente a la ilusión? Por lo general eso constituía la primera pregunta para esos casos, un “¿Cómo demonios hiciste eso?” o afirmaciones del tipo de “Eres una bruja” etc, etc... eso claro sin mencionar los ruegos por sus vidas usando como argumento principal a padres e hijos que teóricamente quedarían en el abandono. Aunque la mitad de los que mataba ni siquiera velaban por sus hijos como era debido. Caso aparte, la humana parecía tener una mente que funcionaba muy diferente de las demás ¿Acaso sabía de los sobrenaturales? era posible pero continuaba siendo una duda –Sencillamente porque se me antojó, porque me miraste con odio en ese pequeño cruce de miradas cuando estabas en el ring, porque quiero algo de ti- respondió al tiempo que reparaba en el sonrojo de la chica y más que curioso le pareció encantador, ahora sabía que si era ágil podría hacer que ella cediera y que se le entregara voluntariamente y, eso tenía implícito algo de placer. -¿Eres tan pasional para todo? Ya vi que lo eres para la pelea, pero ¿De qué más eres capaz?- preguntó enarcando la ceja y sin retirar la sonrisa de sus labios –Ven acá- ordenó con dulzura –Explícame de cerca porqué te sonrojas- a la noruega con aquello se le antojó tener el corazón ajeno bombeando en sus manos, de cualquier forma, literal o figurado ¿Qué importaba? Al fin y al cabo era lo que siempre quería, los corazones, los cuerpos, la sangre, todo, todo suyo.
¿Qué había debajo de ese edificio de emociones endurecidas y de las alcantarillas de pensamientos pasados revelados apenas en puños? ¿Cuántos habían sido los asesinos del alma juvenil y de las alas que sólo da la misma? –Ven a terminar de morir aquí, en el fondo sabes que lo necesitas. Para nacer de nuevo o para no ver más eso mismo que te atormenta- invitó con una voz que jamás podría ser rechazada con facilidad e incluso extendió su mano hacia ella, con la palma hacia arriba invitándola a que la tomara, a que siguiera cediendo paso tras paso.
Vibeke de Bordeaux- Vampiro Clase Alta
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Re: Cuando las palabras callán y los puños hablan. [Privado]
Estaba agotada... Como muchas veces lo había estado sobre el ring. Era cierto, además confundida. No sabía en que lugar me encontraba, definitivamente no era el mismo antes de que esa mujer de algún modo logrará provocar mi inconsciencia. ¿Qué había ocurrido durante ese lapso? No sentía ganas de pelear con ella, pero algo había despertado además de la adrenalina. Algo que quizás no había sentido antes. Podía sentir como ya no sudaba, sentía que al momento de sentarme no podría levantarme, mis píes tiritaban por el mero esfuerzo que significaba mantenerse en píe, pero no quería mostrarlo. No, esa no era yo... Yo no dejaba mostrar cuando estaba débil, siempre mostraba que quería seguir luchando.
Escuché las palabras de la inmortal... Había algo en ella además de belleza... Algo aterrador que me impedía caer sobre el peso de mi propio cuerpo y descansar, algo que despertaba mi curiosidad y el rubor en mis mejillas. ¿Quién era esa mujer? ¿Por qué tan interesada en una simple luchadora? ¿Debía acercarme a ella? Ante ese hilo de pensamiento mis píes bajaron lentamente la escalera. ¿Por qué? Muchas veces en el ring me habían gritado que huyera de la esquina porque no era un lugar seguro. Mas nunca hice caso. Es cierto lo que decían... Hay que tener nervios de acero para enfrentarse al peligro cara a cara... Pero, ¿por qué sentía que esa mujer era peligrosa?
Siguió hablando... Era tedioso ya el solo hecho de mantenerme en píe, mas razonar las preguntas que me hacía, tratar de responderlas sin golpear. ¿Cómo podía hacerlo? Hasta entonces había resuelto todas mis dudas entrenando y sobre el ring... Eso era mi vida, ahora estaba enfrentando algo totalmente nuevo. ¿Realmente quería doblegar mi espíritu? ¿Para qué? ¿Tan importante era eso que quería de mi?... Me ordenó que me acercará a ella. Mis píes obedecieron, sabían que si debía enfrentarla necesitaba estar cerca de ella. Mas dudo que haya sido por eso. Mi rostro se mostraba firme, decidido, pero ¿a qué?... Estaba a centímetros de la mujer que me esperaba sentada. ¿Qué debía hacer? ¿Dejarme caer en sus brazos y descansar? Algo me decía que no era tan simple como eso...
– ¿Qué tan importante es eso que quieres de mi? – Respondí a penas... Su mano se estiró para que la tomara. Por instinto me puse en guardia, más al recordar la situación me mordí el labio y acerqué mi mano derecha a la suya. Era la primera vez que alguien me pedía la mano sin intención de iniciar una pelea. ¿Estaba reaccionando bien o simplemente me estaba dejando llevar por el cansancio? ¿Por que ya no deseaba resolver el asunto como acostumbraba?...
Extrañamente mi cuerpo se relajó al sentir el frío de su piel. Con un cuidado que jamás había tenido mis píes se pusieron entre los de ella y me deje caer suavemente sobre su muslo, aún sujetando la mano que me había ofrecido. Por primera vez en mucho tiempo estaba demostrando ser una mujer, se sentía bien con ella. – Quiero saber... ¿Por qué ya no puedo enfrentarte? ¿Cómo conseguiste que quiera darte aquello que no se aún que es? – Pregunté con curiosidad, estaba claro que lo había conseguido. Ya no podía levantarme y aquella mujer era mucho más fuerte que yo. Sin pensarlo había dejado que ganará, pero no quería que se sintiese como una derrota, no podría soportarlo de tener que despertar al día siguiente.
¿De qué más era capaz? No lo sabía... Sabía que era capaz de levantarme una y otra vez a pesar de que no tuviera fuerzas para hacerlo. Pero ahora no sentía las ganas de levantarme. Solo quería que todo acabará pronto. Mi vista se nublo, sentía que el cansancio me llevaría a dormir dentro de poco, pero no quería... No aún, debía ser capaz de algo más... – Quiero... – Mi voz a penas era audible... Mi mejilla se acerco a la suya, podía ver su hombro tan cerca. Estaba a punto de ceder a sus brazos, pero aún no podía. Debía decir algo más antes de poder dejar que aquella mujer hiciese lo que quisiera conmigo. – Quiero poder complacerte sin sentir la humillación de otra derrota – Terminé de decir. Mi sangre aún fluía por mis mejillas para el deleite de ella pero ya no tenía fuerzas para nada más que apoyar mi frente sobre su hombro y sujetar la mano que me había ofrecido. Sabía lo que significaban mis palabras. Al día siguiente solo tendría dos opciones, no seguir con vida o entregarme en cuerpo y alma a aquella desconocida mujer. Sonreí levemente, de cualquier modo podría considerarse como una victoria. Cerré levemente los ojos, pero al abrirlos por instinto algo más despertó en mi.
Mi sangre comenzó a correr con furia por mis venas... ¿Por qué? Los latidos de mi corazón se incrementaron, podía escucharlo latir con mucha fuerza en mi interior. Aún estaba con vida, se sentía bien. Quería seguir luchando sobre el ring, seguir con vida... De algún modo u otro mi cuerpo quería entregarle ese mensaje a aquella mujer, sabía que la vida en mi colgaba de un hilo muy fino y ella había conseguido poseerla.
Escuché las palabras de la inmortal... Había algo en ella además de belleza... Algo aterrador que me impedía caer sobre el peso de mi propio cuerpo y descansar, algo que despertaba mi curiosidad y el rubor en mis mejillas. ¿Quién era esa mujer? ¿Por qué tan interesada en una simple luchadora? ¿Debía acercarme a ella? Ante ese hilo de pensamiento mis píes bajaron lentamente la escalera. ¿Por qué? Muchas veces en el ring me habían gritado que huyera de la esquina porque no era un lugar seguro. Mas nunca hice caso. Es cierto lo que decían... Hay que tener nervios de acero para enfrentarse al peligro cara a cara... Pero, ¿por qué sentía que esa mujer era peligrosa?
Siguió hablando... Era tedioso ya el solo hecho de mantenerme en píe, mas razonar las preguntas que me hacía, tratar de responderlas sin golpear. ¿Cómo podía hacerlo? Hasta entonces había resuelto todas mis dudas entrenando y sobre el ring... Eso era mi vida, ahora estaba enfrentando algo totalmente nuevo. ¿Realmente quería doblegar mi espíritu? ¿Para qué? ¿Tan importante era eso que quería de mi?... Me ordenó que me acercará a ella. Mis píes obedecieron, sabían que si debía enfrentarla necesitaba estar cerca de ella. Mas dudo que haya sido por eso. Mi rostro se mostraba firme, decidido, pero ¿a qué?... Estaba a centímetros de la mujer que me esperaba sentada. ¿Qué debía hacer? ¿Dejarme caer en sus brazos y descansar? Algo me decía que no era tan simple como eso...
– ¿Qué tan importante es eso que quieres de mi? – Respondí a penas... Su mano se estiró para que la tomara. Por instinto me puse en guardia, más al recordar la situación me mordí el labio y acerqué mi mano derecha a la suya. Era la primera vez que alguien me pedía la mano sin intención de iniciar una pelea. ¿Estaba reaccionando bien o simplemente me estaba dejando llevar por el cansancio? ¿Por que ya no deseaba resolver el asunto como acostumbraba?...
Extrañamente mi cuerpo se relajó al sentir el frío de su piel. Con un cuidado que jamás había tenido mis píes se pusieron entre los de ella y me deje caer suavemente sobre su muslo, aún sujetando la mano que me había ofrecido. Por primera vez en mucho tiempo estaba demostrando ser una mujer, se sentía bien con ella. – Quiero saber... ¿Por qué ya no puedo enfrentarte? ¿Cómo conseguiste que quiera darte aquello que no se aún que es? – Pregunté con curiosidad, estaba claro que lo había conseguido. Ya no podía levantarme y aquella mujer era mucho más fuerte que yo. Sin pensarlo había dejado que ganará, pero no quería que se sintiese como una derrota, no podría soportarlo de tener que despertar al día siguiente.
¿De qué más era capaz? No lo sabía... Sabía que era capaz de levantarme una y otra vez a pesar de que no tuviera fuerzas para hacerlo. Pero ahora no sentía las ganas de levantarme. Solo quería que todo acabará pronto. Mi vista se nublo, sentía que el cansancio me llevaría a dormir dentro de poco, pero no quería... No aún, debía ser capaz de algo más... – Quiero... – Mi voz a penas era audible... Mi mejilla se acerco a la suya, podía ver su hombro tan cerca. Estaba a punto de ceder a sus brazos, pero aún no podía. Debía decir algo más antes de poder dejar que aquella mujer hiciese lo que quisiera conmigo. – Quiero poder complacerte sin sentir la humillación de otra derrota – Terminé de decir. Mi sangre aún fluía por mis mejillas para el deleite de ella pero ya no tenía fuerzas para nada más que apoyar mi frente sobre su hombro y sujetar la mano que me había ofrecido. Sabía lo que significaban mis palabras. Al día siguiente solo tendría dos opciones, no seguir con vida o entregarme en cuerpo y alma a aquella desconocida mujer. Sonreí levemente, de cualquier modo podría considerarse como una victoria. Cerré levemente los ojos, pero al abrirlos por instinto algo más despertó en mi.
Mi sangre comenzó a correr con furia por mis venas... ¿Por qué? Los latidos de mi corazón se incrementaron, podía escucharlo latir con mucha fuerza en mi interior. Aún estaba con vida, se sentía bien. Quería seguir luchando sobre el ring, seguir con vida... De algún modo u otro mi cuerpo quería entregarle ese mensaje a aquella mujer, sabía que la vida en mi colgaba de un hilo muy fino y ella había conseguido poseerla.
Fergie Tairi- Humano Clase Baja
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Re: Cuando las palabras callán y los puños hablan. [Privado]
"Te sería mejor seguir como si nada, como si nadie, como si nunca."
El cambio que había tenido la humana era algo que Vibeke disfrutaba por completo. Verla bajar las escaleras titubeando, intentando mantenerse fuerte como siempre mientras las ideas parecían ir colisionando en su mente a cada minuto que pasaba y con cada palabra que la inmortal le decía. Ella sabía cómo hacerlo, eran años y años de práctica hasta llegar a sus novecientos actuales. Era algo que desde humana había aprendido a ejecutar por voluntad de su madre, aquella mujer que sin saberlo había creado un monstruo. Uno de apariencia hermosa, pero de corazón yerto.
-Vale tu vida- musitó buscándole la mirada con sus propios ojos. Pero ¿Hasta dónde imaginaría la humana que llegaría eso? Los caprichos de Vibeke podían representar la muerte para quien ella eligiera. Lo había sido para muchos cuyos cuerpos ya estaban bajo tierra y para uno quien había muerto también pero había nacido a la inmortalidad. Pero todos tenían el mismo destino: Su deceso. La inmortal era canalla, egoísta y dulce como sólo puede serlo el veneno. Pero tampoco obligaba a nadie, todos y cada uno de los que pasaron por sus manos habían elegido ese destino, el del placer bajo las curvas de la noruega. Hombres en su mayoría, pero mujeres siguiendo la lista. Ella gustaba de muchos, pero probaba a pocos. Era caprichosa, sí, pero también selectiva.
La peleadora se acercó con una mansedumbre no pensada al inicio de la noche. Ubicó sus piernas entre las de la inmortal que las dispuso para el acomodo de ella. La dejó apoyarse sobre sí y la aferró a sí sosteniéndola por la cintura, como si la acunara o incluso la protegiera. La otra mano, tenía la ajena, que había sido la primera que cediera y la acercara a ese destino incierto y extraño que le había proporcionado la noche. –Porque te sientes atraída por mí- le susurró con descaro explicando el por qué no podía atacarla ahora y a la par libero su mano de la ajena para retirar los cabellos que le caían sobre la cara, ubicándolo tras la oreja y dejándole el rostro más libre. –Disfrutarás lo que me des, a tu manera y yo a la mía- la inmortal le acarició la mejilla con el dorso de la mano y luego fue hacia su mentón, levantándolo un poco –Mírame a los ojos- habló de nuevo con dulzura, como si buscara envolverla con sus palabras. Y en efecto así era, lo que buscaba Vibeke era tentarla de todas las maneras posibles, hasta que a ella se le hiciese complicado el decir no a lo que la inmortal le pidiera.
Pero aún sin mirarla, la humana acercó su rostro al ajeno mientras empezaba a hablar, dudando, pero queriendo decir lo que fuera de todos modos –No tienes que luchar conmigo. Esto no tendrá una derrota como la que tienes en mente- su sangre en las mejillas ajenas logró que Vibeke se mordiera los labios. La tenía demasiado cerca y con el corazón bombeándole a toda velocidad. La inmortal se sentía tentada de probar su sangre, la ansiedad le daba una sensación que le encantaba. De nuevo la tomó por el mentón y le acercó el rostro al suyo, donde pudiera verlo, donde le quedara difícil ocultarlo. La acercó demasiado, el rostro de la joven apenas distaba de unos milímetros del de la noruega –Todavía no me respondiste. Dime ¿Por qué te sonrojas?- una corta risita escapó de los labios del vampiro. Esbozó luego una sonrisa y la punta de su lengua se asomó y pasó por el labio inferior ajeno ¿La provocaría eso? Vibeke buscaba ver cómo reaccionaría ante algo así y fue por ello que la mano que reposaba en la cintura ajena se coló bajo la camisa de la chica y continuó en su cintura pero a piel descubierta, con el frío de Vibeke acariciándole la piel. Bien sabía que podía provocar un nuevo ataque de ira en el que intentara atacarla. Pero, quizás, podría ceder aún más ¿Qué haría? La curiosidad se empezaba a hacer presente de nuevo en la manipuladora inmortal.
Si la chica corría, ella la dejaría ir y daría por sentado que aquella sabía de peligro, aunque no lo comprendiera del todo. Entendería que quería vivir, pero que no provocaría un desastre como quien pone un dedo en una torre de naipes. Si atacaba, la inmortal la bebería. Pero si había otra tercera opción, quizás ella misma podría labrarse otro destino. No mejor, pero seguramente más interesante que el que ya venía viviendo. Sin embargo con la noruega no había nada garantizado. Podía cambiar de opinión de la noche a la mañana y actuar distinto sin dudarlo ni un momento. Hacía todo por motivos que consideraba de peso y lo cambiaba por lo mismo. Pero finalmente se sabía lo que Vibeke buscaba, la pregunta en realidad era ¿Qué buscaba la humana en Vibeke? Seguramente habría tiempo para preguntarlo más adelante.
-Vale tu vida- musitó buscándole la mirada con sus propios ojos. Pero ¿Hasta dónde imaginaría la humana que llegaría eso? Los caprichos de Vibeke podían representar la muerte para quien ella eligiera. Lo había sido para muchos cuyos cuerpos ya estaban bajo tierra y para uno quien había muerto también pero había nacido a la inmortalidad. Pero todos tenían el mismo destino: Su deceso. La inmortal era canalla, egoísta y dulce como sólo puede serlo el veneno. Pero tampoco obligaba a nadie, todos y cada uno de los que pasaron por sus manos habían elegido ese destino, el del placer bajo las curvas de la noruega. Hombres en su mayoría, pero mujeres siguiendo la lista. Ella gustaba de muchos, pero probaba a pocos. Era caprichosa, sí, pero también selectiva.
La peleadora se acercó con una mansedumbre no pensada al inicio de la noche. Ubicó sus piernas entre las de la inmortal que las dispuso para el acomodo de ella. La dejó apoyarse sobre sí y la aferró a sí sosteniéndola por la cintura, como si la acunara o incluso la protegiera. La otra mano, tenía la ajena, que había sido la primera que cediera y la acercara a ese destino incierto y extraño que le había proporcionado la noche. –Porque te sientes atraída por mí- le susurró con descaro explicando el por qué no podía atacarla ahora y a la par libero su mano de la ajena para retirar los cabellos que le caían sobre la cara, ubicándolo tras la oreja y dejándole el rostro más libre. –Disfrutarás lo que me des, a tu manera y yo a la mía- la inmortal le acarició la mejilla con el dorso de la mano y luego fue hacia su mentón, levantándolo un poco –Mírame a los ojos- habló de nuevo con dulzura, como si buscara envolverla con sus palabras. Y en efecto así era, lo que buscaba Vibeke era tentarla de todas las maneras posibles, hasta que a ella se le hiciese complicado el decir no a lo que la inmortal le pidiera.
Pero aún sin mirarla, la humana acercó su rostro al ajeno mientras empezaba a hablar, dudando, pero queriendo decir lo que fuera de todos modos –No tienes que luchar conmigo. Esto no tendrá una derrota como la que tienes en mente- su sangre en las mejillas ajenas logró que Vibeke se mordiera los labios. La tenía demasiado cerca y con el corazón bombeándole a toda velocidad. La inmortal se sentía tentada de probar su sangre, la ansiedad le daba una sensación que le encantaba. De nuevo la tomó por el mentón y le acercó el rostro al suyo, donde pudiera verlo, donde le quedara difícil ocultarlo. La acercó demasiado, el rostro de la joven apenas distaba de unos milímetros del de la noruega –Todavía no me respondiste. Dime ¿Por qué te sonrojas?- una corta risita escapó de los labios del vampiro. Esbozó luego una sonrisa y la punta de su lengua se asomó y pasó por el labio inferior ajeno ¿La provocaría eso? Vibeke buscaba ver cómo reaccionaría ante algo así y fue por ello que la mano que reposaba en la cintura ajena se coló bajo la camisa de la chica y continuó en su cintura pero a piel descubierta, con el frío de Vibeke acariciándole la piel. Bien sabía que podía provocar un nuevo ataque de ira en el que intentara atacarla. Pero, quizás, podría ceder aún más ¿Qué haría? La curiosidad se empezaba a hacer presente de nuevo en la manipuladora inmortal.
Si la chica corría, ella la dejaría ir y daría por sentado que aquella sabía de peligro, aunque no lo comprendiera del todo. Entendería que quería vivir, pero que no provocaría un desastre como quien pone un dedo en una torre de naipes. Si atacaba, la inmortal la bebería. Pero si había otra tercera opción, quizás ella misma podría labrarse otro destino. No mejor, pero seguramente más interesante que el que ya venía viviendo. Sin embargo con la noruega no había nada garantizado. Podía cambiar de opinión de la noche a la mañana y actuar distinto sin dudarlo ni un momento. Hacía todo por motivos que consideraba de peso y lo cambiaba por lo mismo. Pero finalmente se sabía lo que Vibeke buscaba, la pregunta en realidad era ¿Qué buscaba la humana en Vibeke? Seguramente habría tiempo para preguntarlo más adelante.
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Re: Cuando las palabras callán y los puños hablan. [Privado]
¿Qué era eso que sentía en los brazos de la inmortal? Era algo nuevo... No era instinto ¿o si?... No tenía como saberlo, hasta entonces mi cuerpo siempre había estado seguro de que hacer cuando mi mente parecía flaquear, pero aquello no era una pelea, no una como a las que estaba tan acostumbrada. Sus brazos se sentían fríos a la vez que acojedores, pero ¿por qué mi sangre bombeaba tan salvaje? ¿A qué me estaba enfrentando?... No lo sabía, pero aquel abrazo en cierto modo protector me decía que estaba asalvo... ¿Podía estarlo con esa mujer?
Aquello era totalmente nuevo, no quería admitirlo, pero por primera vez en mi vida estaba siendo... Sumisa. Ella lo sabía, podía hacer lo que quisiera conmigo y no sentía las fuerzas para evitarlo. Pude ver sus ojos mientras me acariciaba la mejilla. No estaba en pleno uso de mis sentidos, pero se sentía tan bien estar a su merced. Su mirada reflejaba locura, sed... ¿Qué era lo que buscaba en mi? Eso que estaba despertando en mi... Me asuste por unos segundos tanto que mi respiración se detuvo en ese pequeño lapso de tiempo. Deseo... ¿Era eso? Hasta entonces solo había sentido deseo de matar, de moler gente a golpes, de sobrevivir... No conocía más que eso, ¿deseo de qué sentía ahora? Nuestros rostros se acercaron aún más por capricho ajeno.
Podía sentirla cerca... El casi contacto era frío por parte ajena, pero sentía como la sangre me herbía, más no como cuando sentía rabia, era diferente... No tenía palabras para describir aquello, ¿cómo podía si era la primera vez que mi rostro no se acercaba a otro por ganas de matar a golpes? Escuché que repetía su pregunta claramente, pero tenía muchas en mi interior que necesitaban respuestas con más urgencia. Sentía que estaba colapsando, el cansancio y esos nuevos sentimientos... ¿Realmente estaba preparada para eso?...
Su lengua paso por mi labio inferior. No pude evitar estremecerme por completo y sonrojarme aún más. El sabor que dejaba en mis labios y el sonrojo incrementado en mis mejillas... Quería más... Mi corazón latía con más fuerza, casí como si fuese a salirse de mi pecho. ¿Qué era ese deseo?... Entonces me costó un poco más la respiración. Sentí como su mano se colaba bajo mi ropa para acariciar la piel de mi cintura. Entonces supe que todo había acabado. Si sentí alguna vez ganas de revelarme contra ella se habían esfumado cuan fogata apagada por una cubeta de agua fría. ¿Qué debía hacer ahora? No estaba asustada, ya no... Me sentía bien, dudosa pero extrañamente bien con ella... ¿Por qué me atraía tanto?...
– No... No lo se... – Dije titubeante como no lo había hecho antes. Simplemente no tenía respuestas, ¿podía ser aquello algo más que solo atracción fisíca? No tenía como saberlo y dudaba mucho que fuese ese tipo de atracción, era primera vez también que la sentía. Tan absorta pase mi vida en peleas y entrenamiento que por fin me daba cuenta, me había faltado una parte muy importante. Mi frente se poso levemente sobre la de la inmortal, estaba agotada, pero quería seguir consciente. Quería seguir experimentando aquello que me dejaba tantas preguntas sin responder...
¿Por qué debía correr entonces si siempre me enfrente a las peores situaciones cara a cara? ¿Por qué debía sentirme insegura entre sus brazos?... – Tengo muchas dudas... – Titubee al hablar de nuevo, pero... Coraje, nunca lo hice antes ni tenía porque hacerlo ahora. Se alcanzó a ver en mis ojos levemente. – Quiero resolverlas contigo... – Terminé de hablar sin titubear esta vez pero a penas en un hilo de voz audible solo para ella.
Aquello era totalmente nuevo, no quería admitirlo, pero por primera vez en mi vida estaba siendo... Sumisa. Ella lo sabía, podía hacer lo que quisiera conmigo y no sentía las fuerzas para evitarlo. Pude ver sus ojos mientras me acariciaba la mejilla. No estaba en pleno uso de mis sentidos, pero se sentía tan bien estar a su merced. Su mirada reflejaba locura, sed... ¿Qué era lo que buscaba en mi? Eso que estaba despertando en mi... Me asuste por unos segundos tanto que mi respiración se detuvo en ese pequeño lapso de tiempo. Deseo... ¿Era eso? Hasta entonces solo había sentido deseo de matar, de moler gente a golpes, de sobrevivir... No conocía más que eso, ¿deseo de qué sentía ahora? Nuestros rostros se acercaron aún más por capricho ajeno.
Podía sentirla cerca... El casi contacto era frío por parte ajena, pero sentía como la sangre me herbía, más no como cuando sentía rabia, era diferente... No tenía palabras para describir aquello, ¿cómo podía si era la primera vez que mi rostro no se acercaba a otro por ganas de matar a golpes? Escuché que repetía su pregunta claramente, pero tenía muchas en mi interior que necesitaban respuestas con más urgencia. Sentía que estaba colapsando, el cansancio y esos nuevos sentimientos... ¿Realmente estaba preparada para eso?...
Su lengua paso por mi labio inferior. No pude evitar estremecerme por completo y sonrojarme aún más. El sabor que dejaba en mis labios y el sonrojo incrementado en mis mejillas... Quería más... Mi corazón latía con más fuerza, casí como si fuese a salirse de mi pecho. ¿Qué era ese deseo?... Entonces me costó un poco más la respiración. Sentí como su mano se colaba bajo mi ropa para acariciar la piel de mi cintura. Entonces supe que todo había acabado. Si sentí alguna vez ganas de revelarme contra ella se habían esfumado cuan fogata apagada por una cubeta de agua fría. ¿Qué debía hacer ahora? No estaba asustada, ya no... Me sentía bien, dudosa pero extrañamente bien con ella... ¿Por qué me atraía tanto?...
– No... No lo se... – Dije titubeante como no lo había hecho antes. Simplemente no tenía respuestas, ¿podía ser aquello algo más que solo atracción fisíca? No tenía como saberlo y dudaba mucho que fuese ese tipo de atracción, era primera vez también que la sentía. Tan absorta pase mi vida en peleas y entrenamiento que por fin me daba cuenta, me había faltado una parte muy importante. Mi frente se poso levemente sobre la de la inmortal, estaba agotada, pero quería seguir consciente. Quería seguir experimentando aquello que me dejaba tantas preguntas sin responder...
¿Por qué debía correr entonces si siempre me enfrente a las peores situaciones cara a cara? ¿Por qué debía sentirme insegura entre sus brazos?... – Tengo muchas dudas... – Titubee al hablar de nuevo, pero... Coraje, nunca lo hice antes ni tenía porque hacerlo ahora. Se alcanzó a ver en mis ojos levemente. – Quiero resolverlas contigo... – Terminé de hablar sin titubear esta vez pero a penas en un hilo de voz audible solo para ella.
Fergie Tairi- Humano Clase Baja
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Re: Cuando las palabras callán y los puños hablan. [Privado]
"Todos pueden hablarle a la noche, pero no cualquier puede cantarle a su profundidad"
A Vibeke le resultaba prácticamente imposible beber de alguien sin antes seducirlo. Era una manía suya, siempre quería que se le entregaran voluntariamente, como si fueran sacrificios que estaban extasiados de poder ser bebidos por alguien que de un momento a otro les generaba cierta devoción. Sin embargo todos buscaban lo mismo, el cuerpo de la inmortal. Aquello no era algo que le disgustara, más bien producía el efecto contrario. Sabía bien que aprovechaba cada parte de su cuerpo para provocar e incluso sus gestos y palabras incitaban a lo mismo y, era así que los quería, deseosos en todo tiempo y disponibles a sus antojos. Era por lo mismo que mimaba a sus víctimas, los ligaba a ella haciéndolos creer únicos e irremplazables en su extraña "vida", cuando en realidad los abandonaba la mayoría de las veces e incluso otras los mataba. Era difícil atraparla, manejarla, incluso, era imposible.
No había diferencia que ella hiciera entre hombres y mujeres a la hora de pasar el rato o beber de ellos, exceptuando a los brujos, quienes representaban la mayor de sus curiosidades. Y por otro lado estaba Lorian, que no entraba en aquella lista de temporalidades al haber sido el único capaz de mantenerse en el pasar de los años de la platinada. Ella lo había elegido, claro, pero él había hecho bien su parte cuando lo probó por primera vez sobre una cama. Por los demás bien podía ser uno u otro. En este caso, la mirada austera de la jovencita era lo que la había puesto de primeras en la lista de posibles víctimas para esa noche. La había elegido porque parecía difícil y a Vibeke también le gustaban los retos. Le gustaba probarse para corroborar lo que le decía su ego. Le encantaba ganar y jamás se rendía. En resumen, estaba satisfecha con lo que venía pasando.
–Me gusta que te pongas nerviosa y actúes así, confundida– le tomó una mano y entrelazó los dedos con los suyos por un momento. Apoyó la muñeca ajena sobre sus propias piernas y recorrió con sus dedos las venas, tenía unas muy buenas, marcadas por la fuerza que se obligaba a hacer al pelear. –Me gusta también que no te resistas a lo que sabes que quieres– la mano que estaba sobre la piel de la cintura ajena continuaba ahí, deslizándose hacia arriba como si acariciara a una muñeca –Pero no te avergüences de desear. Es hora de sentirte complacida en vez de golpeada. Deja a tu cuerpo experimentar lo que pide tu mente– susurró al oído ajeno.
–Dudas, claro. Y vas a tener más, te lo aseguro. Tal vez te responda algunas, otras las descubrirás sola y otras tantas quedarán en el tintero– musitó teniéndola tan cerca. La humana buscaba pegar de algún modo su cuerpo al ajeno como si estuviera desconsolada o quizás buscara sentirse protegida, sin tener que pelear más y tomar un respiro que irónicamente le aceleraba el corazón. Vibeke podía sentirlo y eso sólo lograba que aumentara su sed. –Pregunta, piensa, mientras me deleito. – afirmó como si pretendiera encantarla y tomó de nuevo la muñeca llevándola a su boca. Beso la superficie y sin dar mayor preámbulo, perforó la piel con los colmillos con suavidad, apenas probándola y permitiendo que ese modo de lastimarla le recorriera la piel en forma de deseo, como sucedía siempre que la víctima se encontraba en el estado en que yacía ella.
Vibeke no bebió demasiado, apenas la probó y lamió la herida, cerrándola y buscándole al tiempo la mirada, esperando que pidiera más, que quisiera ser probada de nuevo mientras la mente se le iba a cualquier lado. La inmortal le sonrió –Pregunta– invitó de nuevo.
No había diferencia que ella hiciera entre hombres y mujeres a la hora de pasar el rato o beber de ellos, exceptuando a los brujos, quienes representaban la mayor de sus curiosidades. Y por otro lado estaba Lorian, que no entraba en aquella lista de temporalidades al haber sido el único capaz de mantenerse en el pasar de los años de la platinada. Ella lo había elegido, claro, pero él había hecho bien su parte cuando lo probó por primera vez sobre una cama. Por los demás bien podía ser uno u otro. En este caso, la mirada austera de la jovencita era lo que la había puesto de primeras en la lista de posibles víctimas para esa noche. La había elegido porque parecía difícil y a Vibeke también le gustaban los retos. Le gustaba probarse para corroborar lo que le decía su ego. Le encantaba ganar y jamás se rendía. En resumen, estaba satisfecha con lo que venía pasando.
–Me gusta que te pongas nerviosa y actúes así, confundida– le tomó una mano y entrelazó los dedos con los suyos por un momento. Apoyó la muñeca ajena sobre sus propias piernas y recorrió con sus dedos las venas, tenía unas muy buenas, marcadas por la fuerza que se obligaba a hacer al pelear. –Me gusta también que no te resistas a lo que sabes que quieres– la mano que estaba sobre la piel de la cintura ajena continuaba ahí, deslizándose hacia arriba como si acariciara a una muñeca –Pero no te avergüences de desear. Es hora de sentirte complacida en vez de golpeada. Deja a tu cuerpo experimentar lo que pide tu mente– susurró al oído ajeno.
–Dudas, claro. Y vas a tener más, te lo aseguro. Tal vez te responda algunas, otras las descubrirás sola y otras tantas quedarán en el tintero– musitó teniéndola tan cerca. La humana buscaba pegar de algún modo su cuerpo al ajeno como si estuviera desconsolada o quizás buscara sentirse protegida, sin tener que pelear más y tomar un respiro que irónicamente le aceleraba el corazón. Vibeke podía sentirlo y eso sólo lograba que aumentara su sed. –Pregunta, piensa, mientras me deleito. – afirmó como si pretendiera encantarla y tomó de nuevo la muñeca llevándola a su boca. Beso la superficie y sin dar mayor preámbulo, perforó la piel con los colmillos con suavidad, apenas probándola y permitiendo que ese modo de lastimarla le recorriera la piel en forma de deseo, como sucedía siempre que la víctima se encontraba en el estado en que yacía ella.
Vibeke no bebió demasiado, apenas la probó y lamió la herida, cerrándola y buscándole al tiempo la mirada, esperando que pidiera más, que quisiera ser probada de nuevo mientras la mente se le iba a cualquier lado. La inmortal le sonrió –Pregunta– invitó de nuevo.
Última edición por Vibeke de Bordeaux el Dom Dic 07, 2014 11:46 pm, editado 1 vez
Vibeke de Bordeaux- Vampiro Clase Alta
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Re: Cuando las palabras callán y los puños hablan. [Privado]
Sus palabras penetraban en mis oídos haciendo que me sintiera aún más tranquila. Realmente estaba aprobando aquella faaceta mía que solo mostraba con ella... Sumisa, obediente... Lo apoyaba y hacía que me sintiera bien con eso. Sentía como sus manos querían que enloqueciera, que me entregase por completo a ella y lo lograban con bastante facilidad. ¿Cómo no estar confundida? Era la primera vez que dejaba que alguien me tocase así y más alguien de mi mismo sexo.
Lo era, definitivamente lo era. Me sentía físicamente atraída a la inmortal. Sentía deseos de ser de ella y que solo ella me hiciese sentir una mujer. Después de todo y de una forma poco ortodoxa había conseguido flaquear mi espíritu indomable. Ella toda una dama, se había fijado en mi... Una bestia aparentando ser humana y muerta de hambre, llena de deseos de ver hasta donde puede llegar su fuerza. Alguién que no había hecho nada más que quitar de su camino a quien se pusiera en frente. ¿Había acaso estado buscando a quien me atase?... Sentía a la vez que cierto peligro en sus palabras que aquella respuesta tardaría mucho en ser otorgada.
Suspire levemente cuando sus manos recorían mis piernas. Sentía como la pereza provocada por la fatiga dejaba entrar a la lujuría por primera vez. - ¿Cómo te llamas? – Fue la primera pregunta que me atreví a hacerle. Si, iba a entregarme a ella era lo mínimo que debía saber. Luego sentí como besaba mi muñeca a lo que respondí mordiendo mis labios. Quería más de los suyos, pero lo que vino después de que soltara un leve quejido dejo mis ojos abiertos como platos.
Pude sentirlo sin duda. Sus colmillos se clavaron en mi muñeca y comenzo a beber de mi sangre. Solo dolió un poco al principio y cuando el dolor dio paso al placer este se esfumo tan efimero como una estrella fugaz pero tan sorprendente como una victoria forzada e imposible. Note también como la sutil herida era cerrada con apenas una pasada de su lengua sobre la superficie. ¿Qué y quién era esa mujer?... ¿Así era como podía matarme y por qué sentía peligro en ella? Tragué saliva... Era algo nuevo, una caja de sorpresas sin duda. Empero, me había entregado a ella, así que me arme de valor para quedarme a su lado.
– ¿Qué eres? – Fue lo primero que pregunte después de la mordida. ¿Era eso no más lo que quería de mi? ¿Mi sangre?... Y, ¿qué tan dispuesta estaba yo a entregarsela?...
Negué levemente con la cabeza y la mire a los ojos. Estaba segura de lo que iba a decir y aquel deseo no izo que mi sonrojó disminuyese. – No importa... Decidí complacerte y es lo que haré... – Tome un poco de aíre que hace rato sentía me faltaba, aunque la fatiga se izo más presente luego de la mordida, supuse que era natural por la perdida de sangre... Pasaba en algunas peleas. – Quiero... que me hagas tuya... – Dije segura, aunque el tono de mi voz no me acompañase gracias al cansancio. Eso era lo que quería ahora. Pertenecerle en todo sentido y sabía que ella también lo buscaba.
Lo era, definitivamente lo era. Me sentía físicamente atraída a la inmortal. Sentía deseos de ser de ella y que solo ella me hiciese sentir una mujer. Después de todo y de una forma poco ortodoxa había conseguido flaquear mi espíritu indomable. Ella toda una dama, se había fijado en mi... Una bestia aparentando ser humana y muerta de hambre, llena de deseos de ver hasta donde puede llegar su fuerza. Alguién que no había hecho nada más que quitar de su camino a quien se pusiera en frente. ¿Había acaso estado buscando a quien me atase?... Sentía a la vez que cierto peligro en sus palabras que aquella respuesta tardaría mucho en ser otorgada.
Suspire levemente cuando sus manos recorían mis piernas. Sentía como la pereza provocada por la fatiga dejaba entrar a la lujuría por primera vez. - ¿Cómo te llamas? – Fue la primera pregunta que me atreví a hacerle. Si, iba a entregarme a ella era lo mínimo que debía saber. Luego sentí como besaba mi muñeca a lo que respondí mordiendo mis labios. Quería más de los suyos, pero lo que vino después de que soltara un leve quejido dejo mis ojos abiertos como platos.
Pude sentirlo sin duda. Sus colmillos se clavaron en mi muñeca y comenzo a beber de mi sangre. Solo dolió un poco al principio y cuando el dolor dio paso al placer este se esfumo tan efimero como una estrella fugaz pero tan sorprendente como una victoria forzada e imposible. Note también como la sutil herida era cerrada con apenas una pasada de su lengua sobre la superficie. ¿Qué y quién era esa mujer?... ¿Así era como podía matarme y por qué sentía peligro en ella? Tragué saliva... Era algo nuevo, una caja de sorpresas sin duda. Empero, me había entregado a ella, así que me arme de valor para quedarme a su lado.
– ¿Qué eres? – Fue lo primero que pregunte después de la mordida. ¿Era eso no más lo que quería de mi? ¿Mi sangre?... Y, ¿qué tan dispuesta estaba yo a entregarsela?...
Negué levemente con la cabeza y la mire a los ojos. Estaba segura de lo que iba a decir y aquel deseo no izo que mi sonrojó disminuyese. – No importa... Decidí complacerte y es lo que haré... – Tome un poco de aíre que hace rato sentía me faltaba, aunque la fatiga se izo más presente luego de la mordida, supuse que era natural por la perdida de sangre... Pasaba en algunas peleas. – Quiero... que me hagas tuya... – Dije segura, aunque el tono de mi voz no me acompañase gracias al cansancio. Eso era lo que quería ahora. Pertenecerle en todo sentido y sabía que ella también lo buscaba.
Fergie Tairi- Humano Clase Baja
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Re: Cuando las palabras callán y los puños hablan. [Privado]
"Enséñame tus debilidades. Pienso alimentarme de ellas."
Los móviles en los actos de Vibeke siempre eran un completo misterio. Jamás se sabía que paso daría, ni que podía provocarla y que no. Sin embargo sus ojos estaban centrados en la mujer que tenía sobre sus piernas y de quien bebía con un permiso que había sido otorgado sin ser pedido. Ella misma le había dado cartas a la inmortal para tomarla de las formas que quisiera, e incluso podría deducirse que aquella actitud perduraría durante un buen tiempo.
—Vibeke— susurró su nombre con delicia, como siempre, como si pretendiera que a pesar de lo poco común que era, pudiera recordarse en cada necesidad de placer en una noche solitaria cualquiera o mientras se estaba con alguien más. La noruega no buscaba ser amada, sencillamente le bastaba que la necesitaran y que la anhelaran de cualquier forma posible. Nada más buscaba, quizás nada más quería.
—¿Qué soy? Soy lo que ahora deseas y a lo que te rindes. Soy lo que quieres probar, lo que te tomará durante más noches. Eso soy, eso te basta— y era lo que importaba. No había necesidad alguna de darle un nombre más común a lo que tenía la humana frente a sus ojos. No había necesidad de confundirla con términos que podrían resultarle tan aterradores como repulsivos y que podrían cambiar el rumbo de lo que ya llevaban de noche. —¿Te gustó, verdad? — preguntó con una sonrisa en los labios cuando terminó de probarla —Voy a seguirlo haciendo, voy a recorrerte el cuerpo entero marcando esta misma sensación. Desde aquí— dijo poniendo sus dedos índice y corazón en el cuello de la humana justo antes de descender y presionar uno de sus pechos —Deleitándome justo aquí— mantuvo su sonrisa y bajó la mano hasta dejarla por encima de donde los pantalones marcaban la cintura de la joven —Y llegando a donde otros probablemente no han llegado. Dime ahora ¿Eres virgen?— Vibeke se acercó más, le tomó el mentón y le reclamó los labios como si fueran suyos y como si no pudieran negarse, sin darle tiempo a responder primero. La pegó a sí misma, a su cuerpo frío y tan poderoso como provocador y tras unos segundos la liberó —Y voy a hacerte mía, como pides, porque ya te lo he dicho. Pero no hoy— acto seguido se puso de pie y dejó a la humana en donde antes estuviera sentada ella. La ilusión también se desvaneció y toda la luz de aquella falsa magnificencia pareció concentrarse únicamente en la inmortal —Voy a buscarte de nuevo, o quizás alguien venga a arreglar este desastre para tenerte donde quiero y como quiero. Voy a regresar, Fergie. Más temprano que tarde— y como si ella misma fuera una ilusión, desapareció.
No hubo necesidad de despedidas, de hacerle creer que estaba loca o quizás obligarla a jurar que no diría nada. No era necesario porque Vibeke no mentía y tomaría aquél cuerpo rebelde para complacerse a sí misma. No dudaba porque creía que la peleadora no abriría la boca para delatar que se sentía atraída por otra mujer de apariencia extraña y además desconocida. Nada encajaba en aquél encuentro y, era por eso mismo que se volverían a ver.
—Vibeke— susurró su nombre con delicia, como siempre, como si pretendiera que a pesar de lo poco común que era, pudiera recordarse en cada necesidad de placer en una noche solitaria cualquiera o mientras se estaba con alguien más. La noruega no buscaba ser amada, sencillamente le bastaba que la necesitaran y que la anhelaran de cualquier forma posible. Nada más buscaba, quizás nada más quería.
—¿Qué soy? Soy lo que ahora deseas y a lo que te rindes. Soy lo que quieres probar, lo que te tomará durante más noches. Eso soy, eso te basta— y era lo que importaba. No había necesidad alguna de darle un nombre más común a lo que tenía la humana frente a sus ojos. No había necesidad de confundirla con términos que podrían resultarle tan aterradores como repulsivos y que podrían cambiar el rumbo de lo que ya llevaban de noche. —¿Te gustó, verdad? — preguntó con una sonrisa en los labios cuando terminó de probarla —Voy a seguirlo haciendo, voy a recorrerte el cuerpo entero marcando esta misma sensación. Desde aquí— dijo poniendo sus dedos índice y corazón en el cuello de la humana justo antes de descender y presionar uno de sus pechos —Deleitándome justo aquí— mantuvo su sonrisa y bajó la mano hasta dejarla por encima de donde los pantalones marcaban la cintura de la joven —Y llegando a donde otros probablemente no han llegado. Dime ahora ¿Eres virgen?— Vibeke se acercó más, le tomó el mentón y le reclamó los labios como si fueran suyos y como si no pudieran negarse, sin darle tiempo a responder primero. La pegó a sí misma, a su cuerpo frío y tan poderoso como provocador y tras unos segundos la liberó —Y voy a hacerte mía, como pides, porque ya te lo he dicho. Pero no hoy— acto seguido se puso de pie y dejó a la humana en donde antes estuviera sentada ella. La ilusión también se desvaneció y toda la luz de aquella falsa magnificencia pareció concentrarse únicamente en la inmortal —Voy a buscarte de nuevo, o quizás alguien venga a arreglar este desastre para tenerte donde quiero y como quiero. Voy a regresar, Fergie. Más temprano que tarde— y como si ella misma fuera una ilusión, desapareció.
No hubo necesidad de despedidas, de hacerle creer que estaba loca o quizás obligarla a jurar que no diría nada. No era necesario porque Vibeke no mentía y tomaría aquél cuerpo rebelde para complacerse a sí misma. No dudaba porque creía que la peleadora no abriría la boca para delatar que se sentía atraída por otra mujer de apariencia extraña y además desconocida. Nada encajaba en aquél encuentro y, era por eso mismo que se volverían a ver.
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Re: Cuando las palabras callán y los puños hablan. [Privado]
Después de aquel acto, la promesa de repetirlo no se hizo esperar más. ¿Sería posible qué la siguiente vez me encontrase tan dispuesta y sumisa para Vibeke? Me aterraba en cierto sentido la idea de que la inmortal se acostumbrase a verme así y perdiese interés en mi, pero, ¿por qué? Solo por la atracción física que sentía hacía ella o era posible la cabida de un sentimiento aún desconocido para mi? Quizás para ambas... No lo sabía, por ahora me conformaba con estar en los brazos de la única persona a la que me he entregado de ese modo. Jamás pensé que una mujer podría fijarse así en mi, pero hasta el momento se sentía bien; refugiarme entre sus brazos mientras mi cuerpo estaba pasado el límite de mi resistencia. Lo que ella quisiese hacer conmigo en ese momento se sentía bien.
Entonces siguió hablando, la ilusión era tan prometedora como la victoria de mis peleas y quizás menos forzosa. Sus manos recorrían mi cuerpo, calmándome de una forma que nadie había conseguido. Luego vino esa pregunta... Mi rostro se sonrojó una vez más, pero no me dio tiempo para responder ya que nuestros labios por fin se juntaron en un rápido beso que al terminar logró sacarme un suspiro. – Lo soy – Respondí justo antes de que siguiera hablándome, prometiendo que me haría suya. Se levantó entonces dándome a entender que se marchaba.
Cansada y medio confundida pude ver como volvíamos a la misma casa abandonada donde nos habíamos conocido. ¿Sería acaso posible qué jamás dejamos aquel lugar? Tenía tantas dudas en mi cabeza y seguían llegando como una tormenta a punto de llegar a su punto más fuerte. Ella se marchaba y aunque quisiese no había nada que pudiera hacer. Estaba agotada, sentía que mi cuerpo iba a colapsar en cualquier momento. Aún tenía algo de orgullo para rogarle que no me dejase, también estaba su palabra de que volvería por mi, lo más seguro que cuando menos me lo esperase.
Asentí levemente, no era capaz de decir nada más. Debía dejarla marcharse y a pesar del cansancio mostrarle que aún me quedaba algo de dignidad. Era su palabra contra la mía después de todo y así era como debía ser. Entendía y aceptaba muy bien mi posición a su lado. Y justo segundos después de su partida, mi cuerpo por fin cedió al cansancio...
Entonces siguió hablando, la ilusión era tan prometedora como la victoria de mis peleas y quizás menos forzosa. Sus manos recorrían mi cuerpo, calmándome de una forma que nadie había conseguido. Luego vino esa pregunta... Mi rostro se sonrojó una vez más, pero no me dio tiempo para responder ya que nuestros labios por fin se juntaron en un rápido beso que al terminar logró sacarme un suspiro. – Lo soy – Respondí justo antes de que siguiera hablándome, prometiendo que me haría suya. Se levantó entonces dándome a entender que se marchaba.
Cansada y medio confundida pude ver como volvíamos a la misma casa abandonada donde nos habíamos conocido. ¿Sería acaso posible qué jamás dejamos aquel lugar? Tenía tantas dudas en mi cabeza y seguían llegando como una tormenta a punto de llegar a su punto más fuerte. Ella se marchaba y aunque quisiese no había nada que pudiera hacer. Estaba agotada, sentía que mi cuerpo iba a colapsar en cualquier momento. Aún tenía algo de orgullo para rogarle que no me dejase, también estaba su palabra de que volvería por mi, lo más seguro que cuando menos me lo esperase.
Asentí levemente, no era capaz de decir nada más. Debía dejarla marcharse y a pesar del cansancio mostrarle que aún me quedaba algo de dignidad. Era su palabra contra la mía después de todo y así era como debía ser. Entendía y aceptaba muy bien mi posición a su lado. Y justo segundos después de su partida, mi cuerpo por fin cedió al cansancio...
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