Un nuevo ardid [Berger]

por **Helida Darsian** Miér Mayo 07, 2014 12:10 pm

Cualquiera que hubiese visto a Helida deslizarse por las oscuras calles de París aquella noche, podría haber supuesto que había algo que no concordaba en ella. Aquel vestido pálido se acoplaba perfectamente a su diminuta figura, incluso le acentuaba las curvas y hacía que su rostro seráfico fuera digno de un retrato. Sin embargo, ante el más mínimo movimiento de la joven o la más escasa palabra, el hechizo de su apariencia se rompía. Caminaba de forma tosca y tropezaba constantemente con el bajo de su vestido como si no estuviera acostumbrada a él, parecía una dama torpe y aún así, negaba la ayuda que los hombres le podían ofrecer por las calles, con palabras vulgares y desdeñosas.

Había estado buscando a Berger por su lugar de residencia. No lo había encontrado, así que había ido de aquí para allá guiada por su terquedad. Quería dar con él, tenía algo que enseñarle. Le apetecía alardear del nuevo truco que había aprendido y deseaba mostrárselo de caza.

Cuando estaba exhausta, se acoplaba aquel tipo de vestidos para ir de caza. Se hacía pasar por presa fácil y terminaba con su agresor de la forma más aburrida y rápida posible. Sin embargo, la mayor parte del tiempo, Helida salía a practicar su pasatiempos favorito con pantalones acoplados, pero esa no era una vestimenta adecuada para una muchacha ante los ojos ajenos. Por ello, había tenido la necesidad de ir a buscar a Berger con uno de aquellos vestidos, y para que negarlo, su rabieta crecía cada vez que tropezaba y no daba con el cazador. Tampoco deseaba ir a buscarle vestida de muchacho, no le gustaba que le vieran hablando con él de otra forma que no fuera de chica. No quería dejar rastro de su doble vida.

Le quedaba un lugar por revisar, si no encontraba allí a Berger probablemente se volvería loca de remate. Alcanzó la puerta de la taberna en el momento exacto en que unas exuberantes muchachas iban a entrar. Helida dejó la entrada disponible para ellas y se apartó a un lado con una sonrisa cordial, como un verdadero caba... Las juzgadoras miradas de las muchachas le recordaron que iba vestida de lo que era, una mujer.

-¡Maldita costumbre!-pensó.

Arrastro el vestido hasta el interior y busco al compañero de su padre con la mirada. Más valía que estuviera allí.

por **Berger Reifenhelm** Dom Mayo 11, 2014 5:09 am

Allí estaba el bebedor de espaldas, sacando joroba, mientras permanecía medio recostado sobre la barra en procura de acercarse a sus labios el baso medio lleno. Sus ojos ya no podían permanecer abiertos y sus manos no sabían de la colocación exacta del baso. El gorro resbaló por la cara y se interpuso en su objetivo. Parecía un borracho cualquiera, no aquel hombre de renombre entre el gremio. Su mente estaba bastante afectada y había optado por acallarla con la bebida más fuerte.

A la derecha un grupo de feuchos bebedores se reían de Berger; viejos conocidos y jugadores de cartas, los cuales habían sido testigos en muchas ocasiones de los delirios del cazador, delirios de criaturas de satanás que rondaban en las sombras en busca de sangre inocente.
-Eh, Berger -gritó uno -, no tienes que ir a cazar hoy pálidos muchachos que pasean con unos animalitos que no pueden ver la plata -rieron.
-Dinos, nos invitarás algún día a tus fiestas satánicas -se mofó otro.

Dicho comentario causó una risa entre los compañeros. Una mofa indigna de unos caballeros, pero a decir verdad no eran caballeros. Berger, cansado, apretó los labios y despegó la cabeza de la barra, dio una cabezada y pagó su bebida. Sin decir nada se levantó tambaleándose. Sus piernas se movían cual potro reciente nacido, amoldándose a un nuevo terreno, que le parecía movedizo y ondulante. Tras unos pasos hacia la salida, tropezó con una camarera y cayó sobre una mesa de bebedores que no parecían gozar de muchas amistades.

Aquello afloró nuevas risas entres los asistentes que observaban en aquel garito de mala muerte, el cual sería la última vez que visitara, aunque eso se había dicho otras veces.

Berger, no dijo nada, se levantó de nuevo y continuó con torpe paso hacia la doble salida que él veía. En el camino se tropezó con una muchacha, joven y hermosa a primera vista, más aún, con los efectos del alcohol.
-Jovencita, eres el vivo retrato de Pit el Largo -dijo Berger, fallando en la pronunciación -. Ya fallecido él.
Y es que aquel hombre (al que se le llamaba así entre el gremio) había fallecido tiempo atrás a manos de un enemigo común y dejando bajo su protección a lo que él más atesoraba: su hija. Y es que en realidad sus ojos legañosos y borrosos no se habían percatado que estaba ante ella.
-Perdóneme -dijo finalmente, intentando, torpemente, hacerse a un lado para alcanzar la salida.

por **Helida Darsian** Sáb Mayo 17, 2014 11:49 am

Y ahí estaba.

La muchacha contuvo la necesidad de poner los ojos en blanco. Sin embargo esbozó una sonrisa torcida y tomó al hombre por las solapadas de su roñoso traje, para mantenerlo estable. Helida arrugó la nariz ante aquel extraño nombre, lo había escuchado antes por algún lado, hacía mucho tiempo...pero no estaba segura.

-¿Sabéis?-le preguntó-Comienzo a creer que vuestro estado natural es la embriaguez.

Dejó al hombre a un lado. El recelo había ascendido por sus facciones hasta desembocar en su ceño fruncido. Se movió entre las mesas hasta alcanzar la jarra de uno de los hombres que había estado mofándose de Berger.

-Si me lo permitís...

No esperó respuesta, tomó la jarra, se acercó a su compañero, y le derramó el contenido en el rostro, esperó que al menos con aquello reaccionada. La mesa de hombres prorrumpió en carcajadas, pero a quién le había dejado sin bebida no pareció hacerle demasiado gracia.

-Cargadlo a la cuenta de aquí mi compañero-dijo palmeando el hombro del cazador.

Le tomó del brazo, tratando de arrastrarlo fuera de aquel tugurio.

-¿Desde cuando el alcohol es vuestra primera ocupación? Francamente Berger, os admiro muchísim-dijo honestamente, una vez que estuvieron a merced del exterior-, sois un excelente cazador, pero últimamente no sois mejor que cualquier rata callejere. Parece que necesitéis del alcohol tanto como lo que cazamos necesitan de sangre.

por **Berger Reifenhelm** Dom Mayo 18, 2014 4:31 am

-Así agrado más a las damas... -dijo divertido.

Por algo que no comprendía se vio arrastrado hacia atrás y quedó plantado mirando a la joven que cada vez reconocía más. Había bebido demasiado y casi se desmaya, pero con el sobresalto de la bebida sobre su grasiento rostro reacciono, no del todo. Se sentía furioso consigo mismo, era cierto, solo se refugiaba en el alcohol para no recordar.

Su rostro cambió, se sentía abatido, al fin recordaba a Helida. Salió del lugar sin mirar a nadie y se sentó en un escalón, solitario, con una tos de caballo. En terminar subió el rostro y contemplo a Helida, asintiendo, que tanta razón tenía en sus palabras. La luz incidía sobre su espalda a través de una elevada ventana de la cual se aprovechaba Berger para preparar una pipa de opio.

-Cuanta razón tienes, hija. Los recuerdos me envuelven como un viejo abrigo de piel -dijo con la mirada perdida y con suavidad, sin dar contundencia a sus palabras, no pretendía hacer un drama de todo aquello -. Ahí me habéis recordado a vuestro padre. Me solía decir que no me rindiese, que no me desviase de mi objetivo, que finalmente encontraría lo que busco.

El humo del opio envolvió al adormilado cazador que acalló unos tosidos con una calada a su pipa y se la ofreció a Helida con una sonrisa de medio lado.

-¿Por que me buscas? -preguntó serio.

por **Helida Darsian** Lun Mayo 19, 2014 10:42 am

La muchacha arrugó su pequeña nariz ante la mención de su padre.

-No me habléis de ese viejo.., como no aparezca en un par de meses tendré que ir a buscarle.

Era palpable que el humor de la muchacha había descendido en picado en apenas un segundo. Apartó la pipa de Berger con educación mientras negaba calmada.
-E aquí mi consejo: pensad en el alcohol como en la sangre, imaginaos ser un vampiro, ahora bien, cada vez que bebas un trago de alcohol será como si acabarais de arrebatar una vida humana. ¿Os sentís mejor ahora?

La muchacha ladeó una tierna sonrisa consciente de que ni mucho menos había hecho que su compañero se sintiera mejor, así que le proporcionó un amistoso apretón en el hombro.

-Pero no he venido hasta aquí para molestaros, traigo excelentes noticias-de entre sus faldas extrajo un pequeño frasquito de cristal, el contenido era un líquido carmesí-¿Sabéis lo qué es esto?-preguntó emocionada.

por **Berger Reifenhelm** Sáb Mayo 24, 2014 6:06 am

El cazador apretó los dientes a la respuesta de la muchacha sobre su padre. No volvería a nombrarlo, no hasta pasado un tiempo, el lo sabía, el día debía llegar, pero no en ese momento. Tosió, después, hasta regurgitar un escupitajo que proyectó con violencia sobre la acera. Dio dos caladas profundas a la pipa y expulsó una gran bocanada de humo.

-No, la verdad es que no me siento mejor -dijo -Solo se, cómo a las bestias que cazo, que cada vez que bebo me alejo un poco más de mi humanidad.

Negó con la cabeza cabizbajo, sabía que era un mal vicio, nunca había intentado dejarlo; adoraba su sabor, el regusto ardiente, su efecto después de unas cuantas copas, nada más que eso aplacaba sus nerviosos pensamientos oscuros.

Apretó la mirada y observó con atención el frasco, luego lo agarró con delicadeza -¿El último perfume de París? -pregunto intrigado, mientras observaba el interior -Bromeo ¿es algo que nos ayudará en la caza?

por **Helida Darsian** Mar Jun 10, 2014 11:43 am

La muchacha arqueó las cejas entre molesta y apenada, no le gustaba que la situación se pusiera melodramática los pocos momentos que se juntaba con Berger.

—Esta bien...—interrumpió—Creo que hemos representado suficiente el último drama del teatro de París.

Esperó a que él contemplara el frasco. Lo destapó y la muchacha compuso una mueca cuando lo olisqueó. Santo Dios, esperaba que no lo probara o no podría contener la risa.

—No, no es un perfume a no ser que deseéis morir devorado nada más caer la noche—se lo quito de las manos con la hosquedad propia de ella y se lo mostró con claridad—Un despiste amigo mío. Es sangre. La última forma de redirigir la atención de un vampiro a dónde te plazca. Tan solo imagínese, usted en el suelo atrapado por una de esas bestias y a punto de ser mordido—continuó la muchacha, gesticulando con exageración—, gasta sus últimas fuerzas en estrellar el frasquito contra el suelo y con ello hace que el vampiro se despiste por la tentación de la sangre fresca.

Espero expectante a una respuesta. Lo cierto es que estaba orgullosa de aquella idea. Entusiasmada como se encontraba, parecía ser una niña de nuevo.

por **Berger Reifenhelm** Lun Jun 16, 2014 5:21 am

Observó como gesticulaba, recordando cuando, tiempo atrás, había compartido momentos de juego cuando Helida aún era pequeña "como ha crecido..." pensó con gesto sereno.

-Ten cuidado al jugar con sangre, los vuelve locos, como un enfermo de un manicomio al ingerir descontroladamente setas alucinógenas -dijo, sabiendo que él, por desgracia, había estado en ese mundo.

-Corría un viento agradable aquella noche, favorecía mucho un cebo de sangre fresca, esperé en un ático a que uno diese acto de presencia. A las dos horas apareció una muchachita con atributos femeninos bien dotados, bajé la guardia- Se remangó los dos brazos y los mostró apretando los puños; sus brazos poco cuidados, peludos, surcado de oscuras y profundas cicatrices en diagonal, perpendicular, horizontal, ovaladas, en forma de cruz. Berger las acarició con las yemas de los dedos como quien juega con las llagas de un cristo de yeso -. Esa zorra casi me despelleja vivo. Por mis antepasados que maldije a aquel ser.

Escupió a un lado de mal gesto y dio una calada a su pipa.

-Claro que... esta vez somos dos, ¿por qué no? podría funcionar, siempre he querido dar un gran golpe a esos seres -se rascó la barbilla y la contempló de arriba abajo -. Si as salido a quien yo me se, estoy seguro de que podríamos ser un dúo temible.

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