AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Hora de rastrear (Libre)
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Hora de rastrear (Libre)
Era un poco tarde para tomar un café sola, pero el final del atardecer era mi parte favorita del día. Era cuando la mayoría de las personas con un hogar decente partía para estar con sus familias, cuando aquellos solitarios individuos que buscaban una inspiración comenzaban su caminata, cuando los borrachos y demandantes de diversión asomaban sus narices, y lo mas importante... cuando los vampiros se aventuraban a buscar presas. Uno podía pensar que solo saldrían por la noche, pero los mas astutos comenzaban a transitar bajo espacios donde el sol no llegara a impregnarlos con su mortal luz y pudieran circular con libertad para seguir a sus víctimas; cuando el sol ya se hubiera ocultado del todo, ese sería el momento de atacar. Y era allí cuando yo comenzaría a trabajar... aunque tenía la esperanza que esta fuera una noche sin percances, quería descansar un poco y solo relajarme en aquel café, donde siempre tenía largas charlas con mi padre, donde me enseñó como observar e identificar posibles condenados.
Desde su muerte, el mundo se había vuelto mas insoportable, estando sola con tal responsabilidad, en esa casa en la cual podía vivir una familia numerosa... pero también cada experiencia era mas importante que antes, ahora veía lo corto que podía ser mi camino por este mundo. Lo que mas extrañaba eran sus historias al volver de aquellos viajes demasiado peligrosos para mi. El énfasis y el brillo en sus ojos al contarlo hacían que me transportara a su lado, al momento en que se desataba la batalla, sintiendo cada una de sus palabras, intentando sentir los olores de la sangre, de una estaca recién afilada...Era evidente que no había tenido una infancia normal, no había tenido muñecas ni juguetes de ningún tipo, solo armas. Pero yo era feliz con ello, y ahora que no estaba él, no quedaba nada mas que felices recuerdos que nadie mas entendería como tales, solo como terribles pesadillas.
Me había vestido de negro como en todas mis noches de cacería, evitaría que en lugares oscuros llamara la atención. Y como con todos mis vestidos, éste tenia la falda desmontable para la hora de luchar. No era fácil para una dama con tan pesado vestido, golpear de manera ágil... o correr en algunos casos. Debajo del vestido tenia unos pantalones más acordes a la situación que me permitían realizar mis movimientos especiales. La comodidad era una prioridad a la hora de estar en busca de un condenado.
El café estaba algo fuerte para mi gusto, pero estaba acompañado por un delicioso bocadillo con chocolate y almendras, el cual compensaba todo. No me privaba de los gusto terrenales que se me presentaban, ya que no sabía cuanto tiempo mas podía estar viva, y no experimentarlos era un terrible pecado. El sol casi terminaba de caer, mis sentidos se agudizaban cada vez mas... y el café estaba por llegar al fondo de la taza, era hora de trabajar.
Desde su muerte, el mundo se había vuelto mas insoportable, estando sola con tal responsabilidad, en esa casa en la cual podía vivir una familia numerosa... pero también cada experiencia era mas importante que antes, ahora veía lo corto que podía ser mi camino por este mundo. Lo que mas extrañaba eran sus historias al volver de aquellos viajes demasiado peligrosos para mi. El énfasis y el brillo en sus ojos al contarlo hacían que me transportara a su lado, al momento en que se desataba la batalla, sintiendo cada una de sus palabras, intentando sentir los olores de la sangre, de una estaca recién afilada...Era evidente que no había tenido una infancia normal, no había tenido muñecas ni juguetes de ningún tipo, solo armas. Pero yo era feliz con ello, y ahora que no estaba él, no quedaba nada mas que felices recuerdos que nadie mas entendería como tales, solo como terribles pesadillas.
Me había vestido de negro como en todas mis noches de cacería, evitaría que en lugares oscuros llamara la atención. Y como con todos mis vestidos, éste tenia la falda desmontable para la hora de luchar. No era fácil para una dama con tan pesado vestido, golpear de manera ágil... o correr en algunos casos. Debajo del vestido tenia unos pantalones más acordes a la situación que me permitían realizar mis movimientos especiales. La comodidad era una prioridad a la hora de estar en busca de un condenado.
El café estaba algo fuerte para mi gusto, pero estaba acompañado por un delicioso bocadillo con chocolate y almendras, el cual compensaba todo. No me privaba de los gusto terrenales que se me presentaban, ya que no sabía cuanto tiempo mas podía estar viva, y no experimentarlos era un terrible pecado. El sol casi terminaba de caer, mis sentidos se agudizaban cada vez mas... y el café estaba por llegar al fondo de la taza, era hora de trabajar.
Buffy Blanchard- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 07/05/2014
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Re: Hora de rastrear (Libre)
Era temprano y tan solo la silueta de los rondadores cercano delataban su presencia. Los grillos todavía entonaban su canto y los murciélagos revoloteaban a su alrededor, cazando los molestos mosquitos que Berger aplastaba cuando se posaban en su piel. Con la mano en la culata de una bellamente elaborada pistola, que llevaba a un cinto plagado de todo tipos de objetos, el cuerpo cubierto por una larga túnica de viajero, de un color gris desteñido por la vejez. Allí sentado sobre un tocón, mirando a la laguna. Berger comenzó a abrir unas cuantas almejas. Entrecerró los ojos, dejando su tercer molusco a medio comer, sin embargo la tercera almeja la dejó pinchada en el cuchillo. Miró al horizonte, que se desdibujaba apenas por la poca luz que los rayos del sol que comenzaban a arrojar sobre el cielo, distinguiéndolos sobre la negra agua.
Debía volver al trabajo: hacer hablar a un licántropo que estaba gozando de las soledades húmedas de un oscuro sótano. Pasó cuatro días aprovechando su hospitalidad, en una celda oscura por completo y con algo de agua mohosa para que no muriera tan pronto. Antes del anochecer, Berger, lo había sacado a rastras de la celda para torturarlo con cuidado y, encadenándolo a una mesa con grilletes de plata; no era algo que le hiciera sonreír plácidamente pero se obligaba a convencerse que esos seres solo causaban mal a este mundo. Cuatro días después, estaba lleno de pequeños cortes de los que no sangraba, y estaba mucho más limpio que como llegó a sus manos.
-Dime, escoria. ¿Quien y donde está? -preguntó Berger.
El engendro se negaba a hablar y el cazador hundió un poco más de la cuenta su herramienta en el cuerpo del preso y consiguiendo que volviera a sangra, tras un grito contenido. Luego cogió una barra de plata candente y se la acercó a al cara. Ya había experimentado el hierro, sobre todo en los pies, que era la zona favorita del cazador, pues causaba mucho más sufrimiento sin que las heridas causadas allí fueran mortales. El licántropo había intentado transformarse varias veces, pero Berger había tomado medidas para evitar eso.
-Tan solo un nombre y podrás irte -dijo Berger, acariciando el cabello como si hablase con un familiar enfermo.
-Algún día masticaré tus malditas manos que tantos amigos me han quitado - exclamó el licántropo.
Berger frunció los labios, y le pegó con la vara de plata en el pecho, causando un chisporroteo seguido de un olor curioso a carne frita seguida de un gruñido de agonía. Esa herida se quedaría allí para siempre, así como el dolor -De acuerdo, disfrutaré haciendo esto -dijo con una sonrisa mientras cogía un instrumento atroz: unas finísimas pinzas de plata que se podía clavar en el vientre y que no rozaban ningún órgano importante; causaban un dolor lacerante sin un sangrado excesivo, así como un cuchillo curvo y serrado, capaz de cortar los huesos con facilidad.
-No se donde está... -dijo el licántropo.
-Al parecer eres un perrito bueno... -Berger rió suavemente a la vez que clavaba el cuchillo en el estómago, haciendo que la sala entera retumbara con el rugido de dolor del torturado.
-¡Basta... basta... una mujer... en un café del centro de Paris, ella puede saber algo! -dijo entre gritos.
El rostro de Berger se ensombreció, dio un paso atrás y prendió unos trapos impregnados de oleo. Contemplo la asustadiza mirada del torturado y lanzó el trapo a la mesa que no tardó en convertirse en un muro de fuego, carbonizando al licántropo que temblaba de dolor, sin embargo parecía que su traquea se había cerrado en el acto. La sala ardió y luego el fuego fue expandiéndose por el resto de la casa; desplomando bigas y paredes conforme, Berger, avanzaba, lentamente, hacia la salida. La casa ardió y Berger fumó un poco de opio mientras observaba el desplome de ésta. "Un demonio menos" pensó.
Era hora de saber de que estaba hablando el licántropo. La luz del sol ya asomaba entre los edificios y llegar le consumió casi todo el día. Avanzó por la calle, oculto tras su gorro y gabardina, abriéndose paso entre los bienandantes, hasta que llego al café. Miró al jefe del local y entrecerró los ojos, lo conocía -No habrá problemas -dijo. Posó sus manos sobre su cinto, mirando alrededor. Una pareja hizo amago de irse cuando detrás observó a una mujer que le decia mucho por su aura. Estaba apunto de acercarse cuando decidió tomarse un café, el cual tragó con suavidad, mirando fijamente a la mujer, y bebió un largo trago. Frunció los labios, de modo que su boca quedo completamente oculta por el baso y alzó una ceja. Se acercó y dijo: -Perdone, creo que tenemos algo en común usted y yo. Me dedico a dar caza al mal.
Debía volver al trabajo: hacer hablar a un licántropo que estaba gozando de las soledades húmedas de un oscuro sótano. Pasó cuatro días aprovechando su hospitalidad, en una celda oscura por completo y con algo de agua mohosa para que no muriera tan pronto. Antes del anochecer, Berger, lo había sacado a rastras de la celda para torturarlo con cuidado y, encadenándolo a una mesa con grilletes de plata; no era algo que le hiciera sonreír plácidamente pero se obligaba a convencerse que esos seres solo causaban mal a este mundo. Cuatro días después, estaba lleno de pequeños cortes de los que no sangraba, y estaba mucho más limpio que como llegó a sus manos.
-Dime, escoria. ¿Quien y donde está? -preguntó Berger.
El engendro se negaba a hablar y el cazador hundió un poco más de la cuenta su herramienta en el cuerpo del preso y consiguiendo que volviera a sangra, tras un grito contenido. Luego cogió una barra de plata candente y se la acercó a al cara. Ya había experimentado el hierro, sobre todo en los pies, que era la zona favorita del cazador, pues causaba mucho más sufrimiento sin que las heridas causadas allí fueran mortales. El licántropo había intentado transformarse varias veces, pero Berger había tomado medidas para evitar eso.
-Tan solo un nombre y podrás irte -dijo Berger, acariciando el cabello como si hablase con un familiar enfermo.
-Algún día masticaré tus malditas manos que tantos amigos me han quitado - exclamó el licántropo.
Berger frunció los labios, y le pegó con la vara de plata en el pecho, causando un chisporroteo seguido de un olor curioso a carne frita seguida de un gruñido de agonía. Esa herida se quedaría allí para siempre, así como el dolor -De acuerdo, disfrutaré haciendo esto -dijo con una sonrisa mientras cogía un instrumento atroz: unas finísimas pinzas de plata que se podía clavar en el vientre y que no rozaban ningún órgano importante; causaban un dolor lacerante sin un sangrado excesivo, así como un cuchillo curvo y serrado, capaz de cortar los huesos con facilidad.
-No se donde está... -dijo el licántropo.
-Al parecer eres un perrito bueno... -Berger rió suavemente a la vez que clavaba el cuchillo en el estómago, haciendo que la sala entera retumbara con el rugido de dolor del torturado.
-¡Basta... basta... una mujer... en un café del centro de Paris, ella puede saber algo! -dijo entre gritos.
El rostro de Berger se ensombreció, dio un paso atrás y prendió unos trapos impregnados de oleo. Contemplo la asustadiza mirada del torturado y lanzó el trapo a la mesa que no tardó en convertirse en un muro de fuego, carbonizando al licántropo que temblaba de dolor, sin embargo parecía que su traquea se había cerrado en el acto. La sala ardió y luego el fuego fue expandiéndose por el resto de la casa; desplomando bigas y paredes conforme, Berger, avanzaba, lentamente, hacia la salida. La casa ardió y Berger fumó un poco de opio mientras observaba el desplome de ésta. "Un demonio menos" pensó.
Era hora de saber de que estaba hablando el licántropo. La luz del sol ya asomaba entre los edificios y llegar le consumió casi todo el día. Avanzó por la calle, oculto tras su gorro y gabardina, abriéndose paso entre los bienandantes, hasta que llego al café. Miró al jefe del local y entrecerró los ojos, lo conocía -No habrá problemas -dijo. Posó sus manos sobre su cinto, mirando alrededor. Una pareja hizo amago de irse cuando detrás observó a una mujer que le decia mucho por su aura. Estaba apunto de acercarse cuando decidió tomarse un café, el cual tragó con suavidad, mirando fijamente a la mujer, y bebió un largo trago. Frunció los labios, de modo que su boca quedo completamente oculta por el baso y alzó una ceja. Se acercó y dijo: -Perdone, creo que tenemos algo en común usted y yo. Me dedico a dar caza al mal.
Berger Reifenhelm- Cazador Clase Media
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Re: Hora de rastrear (Libre)
La noche cada vez luchaba mas contra los últimos rayos de sol, intentando dar paso a la divertida y peligrosa oscuridad. Nadie se percataba de los numerosos peligros que se asomaban a la vuelta de la esquina, pero yo solo podía intentar evitar lo que mis manos y pies alcanzaran... era imposible erradicar toda la basura sola.
Ya estaba tomando mi segundo café y mi tercer porción de pastel. Tanto ejercicio en la mansión me daba mucho apetito y terminaba comiendo como una futura obesa sin sumar ni un kilo de mas. Era un beneficio ya que amaba comer, probar la comida local de cada lugar al que había viajado con mi padre, era una aventura que pocos entendían. El ultimo pastel que había comido tenia fresas y chocolate, dos delicias combinadas para hacerme sentir algo parecido a un orgasmo. Prefería aquella sensación que la que había sentido en mi ultimo encuentro amoroso, algo decepcionante en todos los sentidos, ligado al abandono. Pero trataba de no pensar en aquello y seguí alerta.
Y fue allí, cuando dejé de pensar en comida que percibí la presencia de una mirada posada en mi. Alcé la mirada un poco para tener un panorama periferico mas amplio. Una mirada algo seria, imperturbable se escondía tras una taza de café. No tuve oportunidad de analizar más al individuo, ya que éste se dirigía a mi posición.
Al llegar a mi mesa mencionó que era cazador, lo cual me resultaba toda una sorpresa. Suelo tener presente a la mayoría de los cazadores en el área y a este individuo jamas lo había visto. Debía tener una gran habilidad para pasar desapercibido.
- Interesante.- Dije haciendo señas para que tomara asiento en mi mesa - Gusta usted sentarse para explicarme como sabe a que me dedico? Mi nombre es Buffy.
Ya estaba tomando mi segundo café y mi tercer porción de pastel. Tanto ejercicio en la mansión me daba mucho apetito y terminaba comiendo como una futura obesa sin sumar ni un kilo de mas. Era un beneficio ya que amaba comer, probar la comida local de cada lugar al que había viajado con mi padre, era una aventura que pocos entendían. El ultimo pastel que había comido tenia fresas y chocolate, dos delicias combinadas para hacerme sentir algo parecido a un orgasmo. Prefería aquella sensación que la que había sentido en mi ultimo encuentro amoroso, algo decepcionante en todos los sentidos, ligado al abandono. Pero trataba de no pensar en aquello y seguí alerta.
Y fue allí, cuando dejé de pensar en comida que percibí la presencia de una mirada posada en mi. Alcé la mirada un poco para tener un panorama periferico mas amplio. Una mirada algo seria, imperturbable se escondía tras una taza de café. No tuve oportunidad de analizar más al individuo, ya que éste se dirigía a mi posición.
Al llegar a mi mesa mencionó que era cazador, lo cual me resultaba toda una sorpresa. Suelo tener presente a la mayoría de los cazadores en el área y a este individuo jamas lo había visto. Debía tener una gran habilidad para pasar desapercibido.
- Interesante.- Dije haciendo señas para que tomara asiento en mi mesa - Gusta usted sentarse para explicarme como sabe a que me dedico? Mi nombre es Buffy.
Buffy Blanchard- Cazador Clase Alta
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Re: Hora de rastrear (Libre)
Efectivamente, era cazadora, Berger el cazador había acertado una vez más. No sin motivo había dirigido su atención hacia ella, necesitaba saber, era por lo único que había recorrido media ciudad para llegar a aquel lugar poco asiduo a visitar por reyertas del pasado.
-No lo sabía, he probado y acerté -rió melodiosamente y luego esbozó una leve sonrisa. Se sentó, dejó la taza y entrecruzó los dedos -. Normalmente me hubieran tomado por loco al decir que doy caza al mal. Pero tú has comprendido.
Rodó la taza de café con ambas manos y bebió un largo trago antes de dejarla en la mesa. Entrecruzó los dedos y miro en derredor, girando la cabeza por encima del hombro; todo allí era raro para él, tantos años fuera del codiciosa sociedad le habían hecho olvidar las extrañas vidas en las que basaban su existencia la gente que no podía ver lo que de verdad ocurría entre las sombras; cazadores y cazados.
-Como ha cambiado esto... -musitó. Luego buscó la mirada de Buffy haciendo una leve inclinación de cabeza hacia ella, mostrando su respeto; siempre resultaba bastante más útil para un cazador tener algún compañero para la caza -. Un placer Buffy, mi nombre es Berger Reimfenhelm y no sin razón he venido a buscaros. Tengo una propuesta para usted, señorita. Una propuesta hecha a su medida.
-No lo sabía, he probado y acerté -rió melodiosamente y luego esbozó una leve sonrisa. Se sentó, dejó la taza y entrecruzó los dedos -. Normalmente me hubieran tomado por loco al decir que doy caza al mal. Pero tú has comprendido.
Rodó la taza de café con ambas manos y bebió un largo trago antes de dejarla en la mesa. Entrecruzó los dedos y miro en derredor, girando la cabeza por encima del hombro; todo allí era raro para él, tantos años fuera del codiciosa sociedad le habían hecho olvidar las extrañas vidas en las que basaban su existencia la gente que no podía ver lo que de verdad ocurría entre las sombras; cazadores y cazados.
-Como ha cambiado esto... -musitó. Luego buscó la mirada de Buffy haciendo una leve inclinación de cabeza hacia ella, mostrando su respeto; siempre resultaba bastante más útil para un cazador tener algún compañero para la caza -. Un placer Buffy, mi nombre es Berger Reimfenhelm y no sin razón he venido a buscaros. Tengo una propuesta para usted, señorita. Una propuesta hecha a su medida.
Berger Reifenhelm- Cazador Clase Media
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Re: Hora de rastrear (Libre)
Acomodé mi cuerpo en el asiento al momento en el que él se sentaba en mi mesa. Si bien decía ser cazador, también podía ser un potencial enemigo y hasta no tener la completa seguridad sobre ello no bajaría la guardia. Se aprende de las experiencias y en ocasiones eso deja una marca difícil de borrar. El confiar ciegamente había dejado varias marcas en mi cuerpo, y otras habían quedado plasmadas en mi alma, permanentes como un constante recordatorio de que debía ser mas que precavida.
Comenzaba a hacer frió a pesar de la época del año, o tal vez era mi cuerpo sintiendo un terrible calosfrío al escuchar las palabras de Berger. ¿Una Propuestas? Sonaba tentador y aterrador al mismo tiempo, las palabras de aquel hombre que había pasado desapercibido a mi radar, que había estado vigilándome por un rato y ahora se acercaba con aires de complicidad, hacían que cada vez amara más mi trabajo, por el simple hecho de que recibía una sorpresa nueva cada dia, jamas me aburría. Pero ya no tenia demasiado que perder, estaba a toda hora preparada para la desgracia y esta no seria la excepción. Arriesgarme no sería algo nuevo.
Puse mis manos el mi taza de café, di un sorbo descubriendo que éste era el ultimo de la taza. Hice una seña sutil al empleado para que me trajera mas café. Ya con mi café renovado, miré a Berger y con un tono de intriga al fin respondí:
- Exponga su propuesta.
Comenzaba a hacer frió a pesar de la época del año, o tal vez era mi cuerpo sintiendo un terrible calosfrío al escuchar las palabras de Berger. ¿Una Propuestas? Sonaba tentador y aterrador al mismo tiempo, las palabras de aquel hombre que había pasado desapercibido a mi radar, que había estado vigilándome por un rato y ahora se acercaba con aires de complicidad, hacían que cada vez amara más mi trabajo, por el simple hecho de que recibía una sorpresa nueva cada dia, jamas me aburría. Pero ya no tenia demasiado que perder, estaba a toda hora preparada para la desgracia y esta no seria la excepción. Arriesgarme no sería algo nuevo.
Puse mis manos el mi taza de café, di un sorbo descubriendo que éste era el ultimo de la taza. Hice una seña sutil al empleado para que me trajera mas café. Ya con mi café renovado, miré a Berger y con un tono de intriga al fin respondí:
- Exponga su propuesta.
Buffy Blanchard- Cazador Clase Alta
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Re: Hora de rastrear (Libre)
Berger observó la taza ya bacía de la señorita y como un caballero galán, iba a silbar al empleado cuando Buffy se adelantó para pedir su café; Berger abrió y cerró los dedos, alzó la ceja y sonrió.
-Somos la única baza que tienen los hombres para acabar con el mal que se mueve en las sombras- se pausó para beber las últimas gotas de su taza -. Si un "mal" acaba con un inocente es deber nuestro, más pronto o más tarde dar castigo a aquel perverso ser. He acabado ya con muchos en solitario, en ocasiones he llegado a temer por mi vida, aunque es algo que yo no me importa.
-Vera, tengo un problema: se muestra peludo al anochecer y le falta el ojo izquierdo -dijo despacio, tomándose su tiempo para observar si alguien estuviese poniendo el oído -, tengo deudas pendientes con él. Una, ya fallecida alma me ha comentado que tu podrías saber del paradero del "problema que busco" -dijo haciendo comillas en el aire para aclarar que la última palabra con toda explicitud.
Se inclino sobre la mesa y cruzó los dedos, esperando la reacción de Buffy, que parecía ser una mujer de muchos recursos y digna para el cometido de la caza nocturna.
-Somos la única baza que tienen los hombres para acabar con el mal que se mueve en las sombras- se pausó para beber las últimas gotas de su taza -. Si un "mal" acaba con un inocente es deber nuestro, más pronto o más tarde dar castigo a aquel perverso ser. He acabado ya con muchos en solitario, en ocasiones he llegado a temer por mi vida, aunque es algo que yo no me importa.
-Vera, tengo un problema: se muestra peludo al anochecer y le falta el ojo izquierdo -dijo despacio, tomándose su tiempo para observar si alguien estuviese poniendo el oído -, tengo deudas pendientes con él. Una, ya fallecida alma me ha comentado que tu podrías saber del paradero del "problema que busco" -dijo haciendo comillas en el aire para aclarar que la última palabra con toda explicitud.
Se inclino sobre la mesa y cruzó los dedos, esperando la reacción de Buffy, que parecía ser una mujer de muchos recursos y digna para el cometido de la caza nocturna.
Berger Reifenhelm- Cazador Clase Media
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Re: Hora de rastrear (Libre)
Berger parecía no tener tantos problemas para hablar de lo que realizaba, pero tomaba sus precauciones... siempre con un poco de riesgo de por medio. Hablar sobre una criatura como aquella en un lugar tan público, siendo que nuestros enemigos poseían un oído mucho mas potente que el de un humano, era muy osado. Pero debía tener mucha confianza sobre su capacidad para sobrevivir.
Comencé a escuchar sus palabras y recordé a aquel licántropo tuerto que había cazado una vez, y había soltado por información, ya que no había tenido ningún aviso sobre un mal comportamiento de su parte... tuvo su segunda oportunidad. Y ahora estaba este hombre recio que buscaba solucionar "problemas" con él. Sinceramente no recordaba el nombre de la criatura, pero si sabía donde podía encontrarlo... o al menos como atraerlo hacia nosotros. Sabía que era un poco arriesgado, pero quería creer que recordaría que había perdonado su vida, saliendo... prácticamente ileso de mi interrogatorio.
- Antes de decirte donde está - dije mirando a mi alrededor en busca de oídos curiosos - quiero saber de que se trata todo aquello de la deuda pendiente. - Tenía que saber si hacía bien o no. No conocía a este caballero, y aunque fuera un cazador, ya nadie se ganaba mi confianza por el simple hecho de pertenecer al mismo círculo. Había aprendido a los golpes... y con algunas estacas de por medio.
Comencé a escuchar sus palabras y recordé a aquel licántropo tuerto que había cazado una vez, y había soltado por información, ya que no había tenido ningún aviso sobre un mal comportamiento de su parte... tuvo su segunda oportunidad. Y ahora estaba este hombre recio que buscaba solucionar "problemas" con él. Sinceramente no recordaba el nombre de la criatura, pero si sabía donde podía encontrarlo... o al menos como atraerlo hacia nosotros. Sabía que era un poco arriesgado, pero quería creer que recordaría que había perdonado su vida, saliendo... prácticamente ileso de mi interrogatorio.
- Antes de decirte donde está - dije mirando a mi alrededor en busca de oídos curiosos - quiero saber de que se trata todo aquello de la deuda pendiente. - Tenía que saber si hacía bien o no. No conocía a este caballero, y aunque fuera un cazador, ya nadie se ganaba mi confianza por el simple hecho de pertenecer al mismo círculo. Había aprendido a los golpes... y con algunas estacas de por medio.
Buffy Blanchard- Cazador Clase Alta
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Re: Hora de rastrear (Libre)
Entendía que una persona no se fiase de él a primera vista; era un hombre misterioso y de gesto duro, reservado y poco amigable. Al comentario de la deuda recordó algo que aún hoy en día intentaba olvidar, tan solo lo había echado a un lado. Apretó los puños recordando tan doloroso recuerdo. Hizo una mueca con el labio, con la intención de hablar pero se tornó en un gesto de ira, apretando los labios y rechinando los dientes.
-Ese ser es el culpable de acabar con la vida de dos hermosas mujeres, y juré vengarlas en esta vida o en la otra -al fin habló, serio y mirando fijamente a la mujer -. Solo necesito saber una cosa... -hizo un gesto, como de disparar una pistola, un poco disimulado -, donde está...
Hinchó el pecho y ladeó la cabeza, con gesto fiero. Estaba dispuesto a llegar hasta el final, ese ser del mal no se saldría con la suya mientras el cazador siguiese respirando y hasta puede, el no lo quiera, seguir buscándolo después de la muerte.
-Y dime, ¿Crees que esto será suficiente para hacer mover tu lengua? -volvió a poner un tono normal y sacó una pequeña bolsa de cuero que sonó a repleto de oro al caer sobre la madera. Se inclinó sobre la mesa y sonrió de forma radiante -. No muestres piedad alguna a esos seres...
No sabría de que otro modo podría hacerla hablar, no era un hombre de demasiados recursos a su favor, como es ser atractivo, locuaz o persuasor, eran rasgos de lo que el cazador no contaba.
-Ese ser es el culpable de acabar con la vida de dos hermosas mujeres, y juré vengarlas en esta vida o en la otra -al fin habló, serio y mirando fijamente a la mujer -. Solo necesito saber una cosa... -hizo un gesto, como de disparar una pistola, un poco disimulado -, donde está...
Hinchó el pecho y ladeó la cabeza, con gesto fiero. Estaba dispuesto a llegar hasta el final, ese ser del mal no se saldría con la suya mientras el cazador siguiese respirando y hasta puede, el no lo quiera, seguir buscándolo después de la muerte.
-Y dime, ¿Crees que esto será suficiente para hacer mover tu lengua? -volvió a poner un tono normal y sacó una pequeña bolsa de cuero que sonó a repleto de oro al caer sobre la madera. Se inclinó sobre la mesa y sonrió de forma radiante -. No muestres piedad alguna a esos seres...
No sabría de que otro modo podría hacerla hablar, no era un hombre de demasiados recursos a su favor, como es ser atractivo, locuaz o persuasor, eran rasgos de lo que el cazador no contaba.
Berger Reifenhelm- Cazador Clase Media
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Re: Hora de rastrear (Libre)
Después de tantos años de ser apuntada con diversas armas,y de además ser poseedora de muchas de ellas, mi reacción no era la misma que la de cualquiera. Mas aun viendo su desesperación en un destello de ojos revelador, comprometedor en su caso, pero si, yo sabía bien como leer la mente de un hombre, y aunque fuera muy bueno intentando parecer recio, no dispararía jamás. Su reacción me permitió ver que hacía ya tiempo buscaba a esta criatura y ya estaba perdiendo la batalla. A la primera señal de cercanía con su objetivo actuaba como se esperaba, con ansiedad.
No dije nada ante su primer comentario, esperando que retomara su estado anterior, de serenidad y con un intento de complicidad que ahora se veía opacado, pero que sería mucho mas útil para disimular la conversación. El problema surgió justamente cuando su grado de estabilidad bajo al mismo nivel anterior a su explosión interna, pero sacó un pequeño tesoro. Fue cuando mis labios no pudieron contener mas las palabras que se movían alborotadas en mi mente.
- Señor Berger - dije mientras intentaba utilizar las palabras correctas - Mi intensión no es la de protegerlo. Solo me gusta saber en que estoy metiéndome, porque no podrá negar que al dar información estoy haciéndome presente en la solución de una situación que es desconocida por mi persona. Su oro no me interesa, puede guardarlo ahora mismo - dije haciendo una pequeña señal hacia la bolsa contenedora. Veía como la gente poco a poco iba levantando sus posesiones de las mesas y comenzaban a retirarse del lugar. Miré al cielo y ya estaba vestido en su tono más oscuro, con pocas estrellas a la vista pero una luna llena como nunca, escenario propicio para lo sobrenatural. Debía ponerme en marcha, ya fuera con o sin Berger - Le daré la información que necesita, pero deberá aceptar mi compañía para cazarlo. De alguna manera me siento responsable y quiero participar.
No dije nada ante su primer comentario, esperando que retomara su estado anterior, de serenidad y con un intento de complicidad que ahora se veía opacado, pero que sería mucho mas útil para disimular la conversación. El problema surgió justamente cuando su grado de estabilidad bajo al mismo nivel anterior a su explosión interna, pero sacó un pequeño tesoro. Fue cuando mis labios no pudieron contener mas las palabras que se movían alborotadas en mi mente.
- Señor Berger - dije mientras intentaba utilizar las palabras correctas - Mi intensión no es la de protegerlo. Solo me gusta saber en que estoy metiéndome, porque no podrá negar que al dar información estoy haciéndome presente en la solución de una situación que es desconocida por mi persona. Su oro no me interesa, puede guardarlo ahora mismo - dije haciendo una pequeña señal hacia la bolsa contenedora. Veía como la gente poco a poco iba levantando sus posesiones de las mesas y comenzaban a retirarse del lugar. Miré al cielo y ya estaba vestido en su tono más oscuro, con pocas estrellas a la vista pero una luna llena como nunca, escenario propicio para lo sobrenatural. Debía ponerme en marcha, ya fuera con o sin Berger - Le daré la información que necesita, pero deberá aceptar mi compañía para cazarlo. De alguna manera me siento responsable y quiero participar.
Buffy Blanchard- Cazador Clase Alta
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Re: Hora de rastrear (Libre)
Tras las palabras de la mujer el cazador devolvió la bolsa a su lugar de origen y escuchó con atención aquellas palabras que tanto le reconfortaban. Berger lanzó una mirada risueña, convencido y agradecido a la vez. Le tenía tantas ganas a la criatura que se lamía los labios pensando en la recompensa: la cabeza del ser. Pasaba que a Berger le gustaba cazar solo, pero esta vez debía aceptar la compañía de la mujer que parecía tener una gran experiencia pese a parecer joven.
-Opino que los depredadores no comen cuando no tienen hambre -se levantó de la silla buscó al camarero -, en este caso yo soy el depredador y estoy hambriento.
Caminó hacia el centro del local y dejó un par de monedas sobre la barra; si bien no era ni de lejos necesario para su vida, por ende también pagó lo de su nueva socia, lo vio como una forma de agradecerle por lo que iba a hacer. Luego volvió a su asiento, junto a la cazadora y antes de sentarse la observó mientras abrochaba los botones de su bolsillos.
-¿Trato hecho? -tendió la mano hacia la cazadora. No hacía falta decir más todas las condiciones estaban dichas.
-Opino que los depredadores no comen cuando no tienen hambre -se levantó de la silla buscó al camarero -, en este caso yo soy el depredador y estoy hambriento.
Caminó hacia el centro del local y dejó un par de monedas sobre la barra; si bien no era ni de lejos necesario para su vida, por ende también pagó lo de su nueva socia, lo vio como una forma de agradecerle por lo que iba a hacer. Luego volvió a su asiento, junto a la cazadora y antes de sentarse la observó mientras abrochaba los botones de su bolsillos.
-¿Trato hecho? -tendió la mano hacia la cazadora. No hacía falta decir más todas las condiciones estaban dichas.
Berger Reifenhelm- Cazador Clase Media
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Re: Hora de rastrear (Libre)
Era una obviedad el tipo de cazador que era, del tipo que mi padre siempre evitó que fuera. Y ni siquiera tenia reparos en expresarlo, gritándolo a los cuatro vientos... Era un cazador sediento de aventuras y matanza. Era su vida y consistía en erradicar el mal aunque requiriera el sacrificio propio, pero esperaba que no de los demás, ya lo sabría ni bien estrechara su mano para cerrar el hecho.
Me había acostumbrado a trabajar de vez en cuando con algún cazador mas, principalmente en mis viajes y desde que mi padre murió, pero aquel hombre recio que parecía mas que agradecido por mi ofrecimiento de información y ayuda, no sabia nada sobre cooperar, y esperaba no fuera un inconveniente al encontrarnos con la victima, el motivo de su sed de venganza. Si tan solo viera un atisbo de posible trabajo en equipo, podría ver el resultado de esta cacería, pero aun parecía algo imposible de descifrar.
Miré su mano recordando que podría ser mas que peligroso, pero lamentaba decir que mi vida estaba, últimamente, enfocada en la monotonía de la búsqueda de algún condenado en los cementerios, el trabajo de cualquier novato, los cuales parecían haber desaparecido de mi radar hacia un tiempo... Solo pensaba en dos posibilidad: estaban arriesgándose a morir con cacerías mas peligrosas e imposibles para ellos... o ya todos eran el festín de un par de colmillos. Por fin mi mano estrechó la suya con seguridad - Trato hecho - dije intentando plasmar esa misma seguridad en mi tono de voz. - ya comenzó nuestro horario de trabajo...
Me había acostumbrado a trabajar de vez en cuando con algún cazador mas, principalmente en mis viajes y desde que mi padre murió, pero aquel hombre recio que parecía mas que agradecido por mi ofrecimiento de información y ayuda, no sabia nada sobre cooperar, y esperaba no fuera un inconveniente al encontrarnos con la victima, el motivo de su sed de venganza. Si tan solo viera un atisbo de posible trabajo en equipo, podría ver el resultado de esta cacería, pero aun parecía algo imposible de descifrar.
Miré su mano recordando que podría ser mas que peligroso, pero lamentaba decir que mi vida estaba, últimamente, enfocada en la monotonía de la búsqueda de algún condenado en los cementerios, el trabajo de cualquier novato, los cuales parecían haber desaparecido de mi radar hacia un tiempo... Solo pensaba en dos posibilidad: estaban arriesgándose a morir con cacerías mas peligrosas e imposibles para ellos... o ya todos eran el festín de un par de colmillos. Por fin mi mano estrechó la suya con seguridad - Trato hecho - dije intentando plasmar esa misma seguridad en mi tono de voz. - ya comenzó nuestro horario de trabajo...
Buffy Blanchard- Cazador Clase Alta
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