El eco de una melodía nocturna/(privado)

por **Dakota Dream** Jue Mayo 22, 2014 11:00 am

El violín no puede ser tratado brutalmente. Da lo mejor de sí cuando no se fuerza su sonoridad, cuando no se le aplasta. Yehudi Menuhin

No sabía que la había atraído al jardín botánico a esas horas, después de que el sol se ocultó en el horizonte, tal vez sea por los aromas, o el simple hecho de que su madre la traía de niña, disfrutando de las flores nocturnas que solo muestran su belleza a la luz de la luna. Cerrando los ojos, se dejó guiar por los aromas, sin preocuparse de que algo la vaya a atacar, sintiendo la soledad flotar a su alrededor, sin llegar a tocarla con sus frías manos.
Llego a una banca y se sentó, mientras los dulces aromas llegaban a ella y la inspiraban a crear una nueva melodía con el violín que la acompañaba. Acaricio el estuche de su instrumento, que estaba en su familia desde hace unas generaciones, puras músicas frustradas en una cadena sin fin, eternamente en el anonimato.
Suspirando saco el violín de la seguridad que le proporcionaba el estuche y empezó a tocar la melodía que se formaba en su cabeza, liberándola para que todos la escucharan. El sentimiento de tranquila tristeza se entrelazaba con las fragancias, creando un ambiente ideal para ella.
Suspirando dejo de tocar y lo dejo a un lado, miro la luna... tan grande... tan brillante... solitaria y majestuosa en el cielo, rodeada de estrellas que solo acentuaban su belleza. Tanto su abuela como su madre habían deseado ser como ella, siempre admiradas por su talento, pero al igual que las estrellas, solo sirven para ser vistas cuando la Luna desaparecía del firmamento. Ellas habían deseado la fama, sin preocuparse de los sentimientos que le daban el alma atrayente de la música, amada por las personas. Miro el violín, que era lo único que conocía de las artes y en general, aparte de los dulces, un legado de las mujeres más importante de su vida. Sonriendo gentilmente lo guardo y miro las plantas, cuando algo le llamo la atención.
-"Por favor, que no sea nada"-se repitió mentalmente. Asustada se levantó, tomando firmemente el estuche y trato de salir de ahí de forma rápida, alerta de cualquier ruido y lamentándose de ser tan descuidada.-" Con cuidado... no llames su atención... con cuidado...".-las pisadas la hicieron detenerse y mirar atrás- Hay alguien?...-se volteó, mirando la oscuridad-Hola?...

por **Yranné Salvin** Jue Mayo 22, 2014 9:51 pm

Desde que puso un pie en París había pasado solamente cinco veces por el jardín botánico y de esas, solo dos veces se dio el tiempo de entrar y dar un paseo. Pero cuando llego esa tarde, y no con la intención de entrar, pero si con el tiempo para hacerlo, se preguntó cómo es que no había paseado por allí más seguido. La fragancia de mil flores, la corteza de cientos de árboles, la tierra fértil y húmeda, el olor de las hojas verdes y las secas en el suelo. Cayó fascinado en aquel ambiente controlado que le parecía más un jardín idílico que no encontraría en un salvaje bosque.

Se fue adentrando más y más, olvidándose del tiempo que transcurría ajeno a él. Apenas se dio cuenta del cabio de luz cuando el sol acabo de ocultarse y la luna salió. Su desarrollada visión le permitió ver el cambio de la vegetación sin necesidad de añadir más luz. Los olores cambiaron, y a la luz de la luna vio nuevas flores abriéndose y un cambio en los aromas; ahora eran más suaves y místicos. En algún punto, más allá, le pareció escuchar una melodía desconocida en violín. No sabía cuál era, lo que era extraño para él, pero se escuchaba muy bien.

Pero, mientras intentaba identificar la pieza, el sonido se detuvo y no regresó. Desistió y continuó caminando, perdiéndose en el jardín, embriagado en todo lo que sus sentidos podían oler, ver y escuchar. Y luego, volvió a escuchar algo, pero era un sonido natural, no como de una criatura salvaje, sino, algo más acostumbrado a los humanos, pero no un humano. El felino salió de entre unos arbustos y le maulló, saludándolo. Yranné, llevado por una pasión que solo un cambiaformas puede sentir, se hincó en el suelo y brindó cariños al gato solitario.

- Me notaste rápidamente, ¿He, pequeño bribón? – El gato ronroneo y le miró, maullando demandante. Olvidándose de su estatus, cargó al felino y lo acomodo en su regazó, sobre su carísima chaqueta. - ¿Lo has oído también? Había un violín sonando… Y escuché algo que nunca había oído antes. – Siguió caminando, ignorando que su presencia alta podría no ser bien recibida por los demás al no verlo venir por la deficiencia del ser humano de no poder ver bien en la oscuridad.

Fue allí cuando escuchó el siseó de unas ropas moviéndose, luego, el arrastre de algo firme y movimiento. De pronto la logró ver, entornando los ojos entre la maleza enfocó a una criatura menuda de piel y cabellos claros. Continuó caminando, pisando suavemente en el piso, con el gato en su pecho tan inmóvil como si fuera una estatua. Dio otro paso y entonces la escuchó. Su voz fue dubitativa, temerosa.

- Hola… - Respondió con voz tranquila, apartando algunas ramas suaves para dejarse ver a la luz de la luna. El gato en sus brazos volteó a verla y maulló y en seguida ronroneó en cuanto sintió la mano de Yranné acariciándole. – Lo siento, no era mi intención asustarte. Tú también me sacaste un buen susto... Es decir, nos tomaste por sorpresa. – Entonces descubrió el violín, guardado en su estuche y sonrió. – Así que eras tú quien estaba tocando… - Bajo al gato y se inclinó, quitándose el sombrero. – Mi nombre es Yranné Salvin, un placer…

por **Dakota Dream** Sáb Mayo 31, 2014 5:16 pm

Siento menos curiosidad por la gente y más curiosidad por las ideas. Marie Curie

Su madre pudo ser vana en la mayoría de los aspectos de su vida y en la educación de su hija, con la clara excepción de la música, pero si había algo que le había enseñado de temprana edad, y era tener cuidado y miedo de los hombres, en especial si estos eran tan altos como el que tenía enfrente. Había sido demasiado despreocupada con su seguridad, pero la noche solía tranquilizarla y olvidar sus preocupaciones, aparte de una especie de obsesión a los secretos que guardaba, y el aroma de las flores la inspiraba como ninguna otra cosa, ahora único que podía hacer es salir sana y salva de ese lugar, pero su profunda voz, como imagino que seria, le impidió irse rápidamente y dejarlo atras.
El hombre era muy alto y un bien porte, tenía el cabello muy largo para él, pero en vez de hacerle parecer descuidado, le daba un aire más animal, o tal vez era sus facciones lo que daba esa impresión, y a pesar de la luz de la Luna, no pudo apreciar más de él, la oscuridad que reinaba en el jardín no le ayudaba mucho.
-Yo, hola...- el gato le impidió seguir hablando, pero también el cuidado que el hombre lo acariciaba- Lo siento, me asusto...Me disculpo, no fue mi intención asustarle...-el hecho de que lo haya admitido le extrañaba, según su madre los hombres rara vez admitían estar equivocados- Ohh, claro...-dejo que se corrigiera, no queriendo molestarle por algo tan pequeño, pero él no le puso atención, sino en su violín, extrañada lo oculto un poco, por mero instinto ya que no creía que el hombre estuviera interesado en robárselo, sus vestimentas decían que era de clase superior a la suya - Si, era yo, lo siento si le moleste...-Dice nerviosa, mientras baja al gato, que curiosamente parecía molesto por eso-¿Cuál es su nombre?...- no pudo contenerse de preguntar, no le molesto, contesto muy educado, incluso se quitó el sombrero- Señor Salvin, mi nombre es Dakota, el placer es mío- le hace una reverencia y lo mira curiosa, el miedo inicial desvanecido, mas no su reserva y curiosidad hacia él.
Se acercó un poco a él, impulsada por la curiosidad que sentía hacia su persona, el gato le maulló y le siseo, se detuvo y lo miro sorprendida, al parecer al gato no le gustaba o no le gustaba que se acercara al hombre.
-Parece que no le gusto al gato ¿Es suyo?...-Dice casi riéndose. Y lo mira fijamente - Si me permite la pregunta...¿Qué le trajo a altas horas de la noche a este lugar?... es muy tarde y rara vez hay personas en el jardín botánico, especialmente en estas horas-no sabía que le había impulsado a explicarse, tal vez para disculparse, no lo sabia.

por **Yranné Salvin** Mar Jun 03, 2014 5:34 pm

Los aromas de la noche entorpecían sus sentidos, bañando cada poro de su piel de fragancias intensas y sensuales, completamente encantadoras y, entre todo eso, estaba el aroma de aquella doncella que se coló entre sus fosas nasales y llegó hasta su cerebro. La explosión de realidad fue absoluta y por fin, le dio el primer vistazo real a aquella joven. La fragancia suave y pura que despedía, mezclándose con las aromas, hablaba de una humana no mancillada. A través de la oscuridad pudo ver sus cabellos rubios, largos como los suyos, pero lisos y suaves. De ropas humildes, la gracia de su juvenil cuerpo se escondía allí debajo.

Yranné recibió un guantazo de realidad y sintió algo que nunca había sentido antes. Algo tan puro y fresco, como la brisa de mar y al mismo tiempo frágil pero fuerte. Su voz llegó clara y fuerte a sus oídos y fue tan fresca como la esencia que despedía. El titubeo en sus palabras le recordó su inoportuna interrupción y le sacaron una risa suave, educada. Había llegado aquí siguiendo sus instintos, como cuando conoció a su amiga cambiaformas. Las cosas en su vida comenzaban a tomar sentido; los engranes comenzaban a encajar apropiadamente. Entonces vio el violín de nuevo y observo confundido a la chica ¿Qué es lo que debía de pensar la chica para creer que el sonido lo había molestado?

- ¿De verdad piensas eso? ¿Qué el sonido del violín puede ser molesto? Este pequeño y yo llegamos aquí siguiendo ese sonido. – Pasó la mirada del violín a la señorita y volvió a sonreír. – Me ha encantado… - Especificó, sintiendo al gato dándole cariño en su pierna, paseándose y manteniéndose cerca de él. Y entonces apareció el nombre, el nombre que por sí mismo parecía completar el cuadro de la perfección que era esta muchacha. - Dakota, es un hermoso nombre. – Dijo sincero, inclinándose solo para responder a la reverencia de ella. Entonces el gato maúllo de nuevo y confundido miro a la joven y después al animal, hincándose. – Quién sabe… Puede que haya sufrido un abandono o alguien lo haya maltratado. Pero yo soy diferente y el gato parece saberlo, puede que lo adopte, parece que me necesita… Y así aprenderá a estimar a las personas de nuevo.

Levantó al gato nuevamente y el felino se acomodó en su hombro desde donde observó todo, incluyendo a la chica de cabellos claros que estaba a pocos pasos del hombre que lo sostenía. Maulló más suave, recostando la cabeza en el hombro huesudo de Yranné que miraba a Dakota con interés. Sus dedos hicieron ronronear al gato mientras, moviéndose despacio, anduvo hasta la banca donde Dakota estuvo antes y se sentó, bajando el gato a su regazo.

- Es una buena pregunta, señorita Dakota. Primero, me parece que fue la casualidad la que me trajo a aquí, poco después, encontré a ese felino abandonado y cuando mi intención era marcharme, anocheció y pude escuchar tu violín. Así que creo que estoy aquí por qué, sin saberlo, tenía que estar aquí. – Observó el violín nuevamente y entrecerró los ojos. - ¿Tocarías algo? Me gustaría escucharte, después, podrías decirme que es lo que hacías tú aquí a estas horas, si así lo deseas.

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