Trepidatorio +Privado+

por **Yranné Salvin** Dom Jun 01, 2014 1:56 pm

Las zarpas hundiéndose en el suelo húmedo y lodoso; la criatura rompiendo el aire en una carrera repleta de tensión. Sus propios músculos forzándose al extremo, aterrado. La situación en si misma era un total error, un simple error de cálculo, un algo que no debió suceder. Pero ahora ya no importaba. Ahora estaba escapando y no tenía tiempo. El tigre se encontraba tan desesperado que su conciencia humana prácticamente había desaparecido. Solo quedaba el rugido de la bestia y lo que expresaba con ello. Dolor. Estaba agotándose rápidamente cuando el camino se acabó frente a él y el voluminoso animal tuvo que frenarse. Escuchó los pasos a su espalda, se giró y se acomodó para atacar. Gruño enfurecido al momento en que el cazador apareció. Le apuntaba. Entonces escuchó el disparó y gimió de dolor, encogiéndose. El dolor de la plata perforó hasta su médula espinal y lo atontó. El cazador levantó el arma para darle de nuevo, pero el animal se negó a rendirse.

El tigre saltó por encima del cazador, asustándolo lo suficiente para poder dejar atrás aquella cárcel natural, dar un retorno y cambiar de dirección. El tiro en el muslo de su pata trasera derecha dolía horrores, era fuego quemándole desde adentro, pero se las arregló para poder encoger el cuerpo y volverse más esbelto, delgado, no tan largo y muy veloz. El guepardo tuvo una necesidad intensa por lamerse la herida que había dejado un hoyo rojo allí donde se alojó, pero los pasos del cazador le recordaron que estaba escapando y pronto hecho a correr. En unos cuantos segundos hizo una buena distancia, así que siguió corriendo, aunque en realidad no fuera muy veloz. Cada paso con su pata herida punzaba, cada presión por el paso dejaba una nueva mancha de sangre en su pelo. Jadeando, el guepardo se detuvo en lo alto de una saliente y escuchó. No había rastro de los pasos ni del cazador que los provocaba.

Entonces llegó el segundo disparo. Inesperado en su totalidad. Alcanzó su cadera, metiéndose hasta el hueso y lo lanzó por la saliente hacia abajo. Rodó sobre sí mismo hasta caer en una pequeña hondonada, de donde se levantó, desorientado y herido. Y entonces escuchó los pasos de nuevo. Nervioso, sufriendo ya de delirio de persecución, se levantó y trotó hacía la ciénaga de los pantanos, adentrándose más y más. Se escurrió, agachándose bajo las lianas y raíces, pensando solamente en escapar, asfixiado en ese deseo de tal manera que incluso el dolor se cortó por unos momentos. Y como le ocurriera cuando era muy joven, aquella necesidad absoluta de escape trajo consigo a la criatura más pequeña. Ni siquiera sintió el cambio, entre el dolor y la fiebre su cuerpo se modificó a sí mismo y pronto emergió un lince.

El animal no era tan bello como antaño; enlodado y sangrante, se hundió varias veces en las ciénagas antes de dejarse caer al suelo, levantarse y andar otra vez. Su corazón latía tan rápido debido al esfuerzo que eso solo le hacía desangrarse más rápido, pero entre todo, puedo escuchar el ruido de frustración cuando el cazador lo perdió de vista, y muy a pesar de que sus pasos estaban por allí a la distancia, al lince ya no le importó. El animal respiro, metiéndose bajo unos helechos que no le escondían más que por un lado; el que le interesaba. Se sentía satisfecho de haberlo burlado pero también se sentía muy mal, muy débil. Sus ojos se cerraron y decidió descansar allí un rato. No advirtió cuando perdió el sentido.

por **Alexi Wolfkang** Lun Jun 02, 2014 11:43 am

*Era ya de tarde, la primavera ya había empezado a hacer crecer las plantas que el hielo y el invierno habían sofocado, ahora el pantano lucia un aspecto bastante mágico y colorido, era algo muy hermoso pero al mismo tiempo era un lugar en que pocos humanos se atrevían a adentrarse solos y esto se comprobó en el encuentro en el que casi pierde la vida en manos de un cazador de ojos azules y casi de su edad verdadera, pero a Sigrid el pantano le había dado la libertad de hacer lo que le placiera sin tener que estar bajo vigilancia las 24 horas del día por su extraño benefactor vampirico Kenner Clapton, un ser que había llegado a ella atraído por su propia naturaleza fría y determinante, mas esos eran recuerdos que odiaba tener ya que le recordaban la época del Orfanato, lo que le llevo a recordar al Duque Mikelangelo otro vampiro mas este ultimo le había hecho mucho daño y no deseaba recordar nada de esto. Detuvo su paso a un lado de su corcel hermoso, blanco y majestuoso, era percherón blanco sin ninguna mancha, tan blanco como su cabello y su propia piel, lo detuvo para meditar un poco y distraerse en algo para alejar esos horribles pensamientos.*

*Fue cuando Sigrid se percato de un aroma a hierro en el aire, bajo la mirada mientras le pasaba su pequeña mano por las crines del blanco corcel y vio en el piso unas gotas de sangre, comenzó a seguir precavidamente el rastro, pero vio dos clases de pisadas en el suelo las de un humano que había usado un arma de fuego, pues el aroma a pólvora también impregnaba el suelo, y cuatro pisadas de un felino grande y asustado, pues indicaba que huía de alguien, probablemente de las pisadas humanas. Siguió avanzando hasta que percibió que las pisadas del felino volvían a cambiar ligeramente, y mas olor a sangre, la humedad del pantano había conservado el aroma a sangre y a pólvora pero las huellas cada vez eran mas difusas ya que el mismo suelo se había encargado de borrarlas un poco, mas no era imposible tampoco imposible de seguirlas. Volteo hacia el cielo y el manto de la tarde casi noche ya había comenzado a caer, el cielo de color purpura se fue cambiando a un índigo mas intenso y fue iluminado por las primeras estrellas de la noche lo que le indicaba que había tenido un día largo de trabajo, continuo siguiendo el rastro de sangre al parecer el pobre animal si estaba herido de gravedad, este rastro le llevo a lo mas profundo del pantano a unos seiscientos metros de su casa.*

*Perdió el rastro por unos instantes y debido a esto subió al corcel para ver si podía ver mejor a mayor altura y fue entonces cuando percibió a un lince entre unos arbustos pero el manto de la noche lo escondía bien, bajo de nuevo del caballo y se acerco con cautela hacia donde estaba el lince, vio el charco de sangre y las heridas en sus patas, se acerco y acaricio el pelaje del animal y percibió que todavía respiraba aunque ya de manera muy imperceptible, Lo cargo en los brazos estaba un poco grande para ella pero por eso se subió al caballo.*

*Llegaron a una especie de puente improvisado y medio natural hecho por troncos, pasaron por este y llegaron a una especie de Isla donde estaba ya por fin su casa, amarro al caballo en el establo pequeño en la parte de atrás de la casa, La isla era amplia y tenia toda clase de vegetación, mas los plantíos que Sigrid había hecho para producir tanto venenos como curas y otras clases de cosas. Su casa parecía salida de los mismos cuentos de hadas que escuchaba que les contaban a las niñas, en el suelo y algunas paredes había rastro de un incendio mas o menos reciente, al igual que la vegetariano la isla que no pertenecía a sus plantíos. Subió las escaleras de caracol hechas de madera de cedro y que daban acceso a la puerta principal, una puerta de madera media circular, caminando unos metros hacia la derecha se encontraba un porche exterior del que de una rama mas arriba del árbol donde estaba construida la casa colgaba un columpio hasta casa uno metro antes de llegar al suelo, si se seguía el porche se topaba con un pequeño valcon con una mecedora pequeña y una mesa como para tomar el té todo esto de madera, todo el exterior de la casa era de madera pero sus interiores cambiaban mucho. Del Valcon se podía ver un segundo piso hacia arriba si se asomaba para el techo, no era un gran segundo piso o desnivel o al menos eso se pensaba pues se seguía viendo la casa como la casa de muñecas para un humano de unos 10 a 14 años de edad.*

*Se fijo que no hubiera nadie en la mecedora ni en el columpio pues era parte de como se aseguraba que la gente no se le acercara al menos no mucho, tenia al lince en sus brazos de niña de doce años lo bajo por unos instantes y de su cuello se quito las placas militares que colgaban de este para meterlas en la cerradura de la puerta y después girarlas para abrir, era un mecanismo único y extraño, se escucho como se movían engranes para después hacer un pesado ruido de que se abría una puerta pesada, las quito y se las volvió a colocar en el cuello las placas, cargo al lince y entro*

*Volvió hacer el mismo procedimiento ya adentro de la casa de abrir una pesada puerta de metal que dirigirla hacia una especie de cuarto subterráneo, acostó al lince en una camilla de frió fierro, se diriguio a una pared con repisas llena de puros frascos de vidrio de todos tamaños, agarro varios y los coloco en la camilla de metal, se lavo las manos y fue por unas pinzas para sacar la bala que tenia alojado en la cadera el animal, algo en la esencia y aroma de aquel lince le dijo que se trataba de alguien como ella, pero no estaba segura, por lo que desecho la idea después de unos segundos, saco la bala y la coloco en una especie de charola, abrió 3 frascos primero y comenzó a preparar un ungüento para las heridas del lince, después para terminar le vendo las pata trasera y la cadera para que se recuperara pronto.*

*Lo cargo hasta una de las 3 habitaciones de la parte superior de la casa, volviendo a cerrar toda puerta que abría,y lo dejo ahí dormir en una de las habitaciones, con la puerta cerrada, mientras ella ya cansada se fue a tomar un baño y después se paso a dormir*

por **Yranné Salvin** Vie Jun 06, 2014 8:27 pm

La llegada de aquella mujer destrozo el espíritu de victoria del cazador, que solo pudo observar con frustración como se llevaban a su presa moribunda. Y aquel mismo acto le indicó que el cambia formas no había muerto aún. ¿Acaso fue más veloz que él?, no, pero quizás si tuvo más suerte. Intentó seguir al caballo durante un rato, pero por aquel sitio profundo en los pantanos, la zona se volvía más y más densa y era muy complicado moverse. Tropezó un par de veces y acabó hundido en una de las ciénagas antes de dar la cacería por terminada y marcharse sin trofeo. Puede que en alguna próxima ocasión cuente con más suerte así que está vez se marchó por donde había venido, manteniendo en su mente y cuerpo el recuerdo y la sensación de cazar un monstruo y casi destruirlo.

Pero el monstruo en cuestión había tenido mucha más suerte de la que el mismo cazador creía en realidad. En un estado seminconsciente, sintió las manos que lo cargaron y se removió ligeramente. Asustado por un segundo, creyó al principio que se trataba del cazador, pero pronto se dio cuenta que tal gentileza no cabía en aquel cuerpo frío y asesino que le persiguió antes; sin la fuerza para poder batallar se convirtió en un peludo bulto sin voluntad que se balanceaba sobre un animal más grande. Perdió la conciencia un par de veces en el trayecto aunque nunca fue capaz de abrir los ojos, abrirlos le costaba demasiado y al mismo tiempo le aterraba la idea de quedarse dormido por si no era capaz de despertarse de nuevo. El frío de la mesa le trajo un segundo de espabile y el dolor punzante le dejo dicho que había sobrevivido a su agresor, que podría reposar un rato.

Adormecido por el agotamiento, apenas se dio cuenta de lo que sucedía y la sensación de frío en su cuerpo pronto se desvaneció y trajo consigo el sueño con mucho más potencia que antes y está ocasión se dejó llevar. Yranné se quedó dormido mientras su benefactor en ese instante, lo atendía. Agotado, su miedo acabó por no ser importante y su mente se desconectó del cuerpo y pronto, en lugar de sentir dolor, tuvo un sueño. En su mente se imaginó a quien sería la persona que tan amablemente lo había recogido. Lo imaginó de tantas formas que creo un coctel y una criatura sin sexo definido pero un gran corazón apareció, era hermosa, como mil flores o arcoíris reunidos en una solo piedrilla de diamante. Lo deslumbró. En ese preciso instante, despertó.

Todo su cuerpo se puso en tensión y despertando en un infierno de dolor se retorció, descomponiendo las ropas de la cama con los empujones de sus patas. Su cuerpo luchaba por regresar a la normalidad y pronto estuvo lo suficientemente consiente para descubrir la raíz de su sufrimiento. Las vendas oprimieron su piel abierta con fuerza en el instante en que la transformación comenzó y le cortaron la circulación en ambos puntos. Jadeando a gritos doloridos, dándose fuerza, logró alcanzar la pierna y se arrancó los vendajes con las garras. Para cuando llegó a la zona de la cadera su garra era ya una mano manchada con su propia sangre. Tiro de los seguros y la presión se liberó rápidamente. Yranné recuperó su forma humana y cayó tendido en la cama, jadeando, completamente desorientado, desnudo y ardiendo en fiebre. Observó su alrededor y no pudo reconocer nada y al intentar sentarse el mareo le golpeó con tanta fuerza que solo volvió a quedarse acostado. Las heridas ardían en su lado derecho pero aun así fue consciente de que aún se encontraba en el pantano.

por **Alexi Wolfkang** Dom Jun 08, 2014 6:49 pm

*A mitad de la noche Sigrid escucho fuertes ruidos y alaridos provenientes del segundo nivel donde estaban los cuartos de visitas que eran solo 2 pero el de ella estaba en un tercer piso siguiendo unas escaleras en caracol forjadas de fierro e incrustadas en el tronco del árbol que estaba en medio de todo el interior de la casa algunas ramas habían sido cortadas pero su madera fue utilizada para parte de la construcción de la casa. Se levanto en su forma humana usando un camisón largo de manga corta de algodón liso en color beige y con unos detalles de unas flores del mismo color bordados en el ruedo, mangas y corte imperio, que estaba formado con smog, como un camisón típico de niña, largo y cuadrado sin marcar ninguna curva, traía el pecho vendado así como el resto de su cuerpo, las manos y parte del brazo bajo, así como las piernas hasta los tobillos y empeine.*

*Abrió la puerta y pacientemente comenzó a bajar las escaleras, sabia que se trataba del Linze que había encontrado en el pantano, al llegar al segundo nivel, abrió la puerta de la habitación, la pequeña niña de aparentes doce años entro con dos trenzas algo despeinadas y vio que el humano se había quitado las vendas y que seguía sangrado por la brusquedad en que se había removido los vendajes arqueo una ceja y se retiro por unos instantes, instantes en los que fue por vendajes nuevos y mas ungüento, que olía a hierbas rancias y a otras sustancias, preparo un te para relajar a la criatura ahí dentro y regreso con todo esto en una charola, la pequeña Sigrid se veía como alguien adorable y que no dañaría a nadie, mas su aspecto tan pálido y su cabello tan blanco hacían no eran tan normales como los de las niñas comunes y corrientes su albinismo le hacia ser mas inolvidable tanto para quienes le perseguían como para sus victimas, de ahí nacía el apodo de "el demonio blanco".*

*Entro a la habitación con la charola con vendas, ungüento de sanación y el te relajante para el hombre quien se topo con unos ojos purpuras que le miraban, tranquilamente pero también con una mirada algo fría y mientras se acercaba sin miedo al hombre y colocaba la charola a un lado la cama de este. Se subió a la cama para poder alcanzar donde estaban las heridas, con una sonrisa leve se movió hasta donde estaba el joven herido, y le coloco el ungüento en las heridas esta vez el ungüento detuvo el sangrado y después le volvió a vendar donde estaba herido. Y después bajo de la cama sirvió un poco de te en una taza y se la dio a tomar al joven*

-Tranquilo no te haré daño....

*Dijo después de que le dio de beber del te, bajo de la cama, se dirigios a la puerta de la habitación se apoyo en el marco*

-Hay ropa en el closet no se si sea de su talla, necesita descansar si llega a necesitar algo mas pues hable me....le traeré el desayuno mas tarde, pero necesita descansar...

*Se salio y comenzó a subir las escaleras de fierro para ir a su habitación para irse a duchar y ponerse a preparar el desayuno para ella y para el joven invitado, de sus sembradíos y hortalizas traería algunas verduras y algunas frutas, tendría que ir al mercado a comprar pan y a comprar algo de pescado y alguna gallina para después cocinarlas todo esto se fue pensando mientras subía las escaleras de fierro.*

por **Yranné Salvin** Mar Jun 10, 2014 10:21 pm

Apenas los espasmos de dolor se detuvieron un poco, se recostó, todavía en tensión, en la cama. El lugar que le rodeaba apestaba a sangre de él, a lodazal que provenía de afuera y a sudor, probablemente también suyo. Conteniendo la respiración para obligarse a relajarla un poco, tomó algo de coraje y giró la cabeza lentamente. Pero una nueva visión de la habitación no reveló gran cosa de esta. Había un pequeño buró, la cama en la que se encontraba y lo que parecía una especie de ropero con un contenido desconocido. De ahí, el lugar era austero, sin presencia alguna. Pero debía de haber alguien, sí o sí. En su condición, no hubiera podido moverse hasta donde sea que se encuentre este sitio profundo en las ciénagas y, mucho menos, recordaba haberse arrastrad hasta aquí. Y claro, estaba el problema de las vendas. Se recostó de nuevo lentamente y cerró los ojos…

Entonces escuchó los pasos sobre su cabeza y se quedó inmóvil por la tensión. El cuerpo le dolía en casi todas partes pero, proviniendo de sus heridas abiertas y punzantes, el dolor se concentraba como un volcán en erupción imposible de frenar. Trató de ignorarlo mientras se concentraba en los pasos que de pronto se hicieron constantes y marcados. Bajaban la escalera, una escalera, ¿Estaba, pues, en una primer planta? O ¿Una planta baja?
Al tiempo que se hacía esas preguntas un ruido en la puerta le provocó una ola de miedo. Y así, las dudas quedaron resultas y en la oscuridad de la habitación observó a una figura blanca, pálida y pequeña. Una figura acababa de entrar en la habitación mientras él se distraía en sus pasos. Ignorando su propia desnudez, se concentró en la figura que, como una aparición, entraba y salía de su cuadro de visión para no regresar. Era una figura pequeña y delgada y debajo de su camisón se advertía con lógica el cuerpo de una mujer.

El nuevo movimiento de la mujer le produjo escalofríos, ignorando cuales eran sus intenciones y aun con la adrenalina a tope por el ataque de esa noche más temprano, la mente de Yranné transformó cualquier inocente sonido en los arrastres de pinzas y agujas, en fórceps y monstruosos cuchillos. El delirio de la fiebre estaba ganando terreno. Pronto la mujer volvió a ingresar en el cuarto y él intento enfocar el contenido de la charola en sus manos. La observó subirse y sudó frío y entonces… Ella comenzó a curarle las heridas de nuevo. El ungüento aplicado le trajo una ola de alivio y su cuerpo se soltó al llamado del descanso, se cerraron sus ojos pero ella le hizo beber algo y con esfuerzo lo aceptó y se recostó en cuanto se acabó toda la infusión.

Miró el closet o lo que él llamaba ropero, cuando ella lo mencionó y le hubiera gustado responder a su gratitud pero pronto el sueño fue tan pesado que no pudo ni moverse. Se quedó dormido, ignorando el destino de la joven mujer, ignorando el por qué lo había salvado y, en ese momento, ignorando la lógica de que ella debería de ser un cambiaformas también o no tendría una reacción tan natural ante su cuerpo cambiante. Está vez durmió plácidamente, tendido en la cama, aprovechando el tiempo para que el sueño le ayudara a recuperarse del impacto de la plata en su cuerpo. La siguiente vez que despertó, había pasado mucho más tiempo de lo que se imaginaba y la fiebre lo habría visitado en más de una ocasión.

por **Alexi Wolfkang** Sáb Jul 05, 2014 11:03 am

*Sigrid le siguio preparando la mezcla de hierbas que le ayudarian a sanar mas pronto, y esa noche, la paso casi toda en la cosina de la pequeña casa de arbol en la que ella vivia felizmente ya sabia que el joven era cambiaformas, de otra forma hubiera seguido curando al linze, noto que las heridas de donde habian penetrado las balas estas devian de ser de plata y que el joven devia ser alergico como ella a estas ya que tenia las mismas venitas azulozas en donde se habia cerrado la herida de la bala, heridas como las de ella en los hombros donde un cazador le habia perforado con sus dagas, las unicas que parecian quedarse en su blanca piel las heridas por plata. Se quedo un poco extrañada ante esto pues sabia que no era comun esta clase de alergia hacia el metal y sabia que no por ser cambiaformas se desarollaba, no como en el caso de los hombres lobo.*

*Termino de preparar otra ronda de unguento y se diriguio al cuarto donde tenia a su huesped herido, para esos momentos ya se habia cambiado de ropa pues ahora estaba vendada de pies a cuello, traia el cabello recogido en una simple y larga trenza de color blaco que caia sobre un hombro y traia puesto un vestido de color negro de corte sencillo pero era un vestido de niña, lo que hacia que fuera mas evidente la blancura de su piel y cabello, estaba descalza con solo vendas en los tobillos, y en sus pequeñas manos cargaba un mortero y el machacador estaba dentro de este, entro a la habitacion y se subio a la cama donde estaba el hombre quien ya un poco mas conciente estaba despierto se sento a un lado de este dejando el mortero a un lado de ella, y en silencion comenzo a quitarle las vendas para poder acceder a las heridas de bala y poder poner el unguento*

por **Yranné Salvin** Vie Jul 11, 2014 7:29 pm

Lo primero que sintió fue la incomodidad en todo el cuerpo, la ropa de cama pegada a su cuerpo por el sudor. Lo primero que olio fue las plantas podridas del pantano, el agua asentada y el olor de su sangre, ahora seca, debajo de las vendas y el ungüento que lo ayudaban a sanar. Lo primero que escucho fueron sus propios quejidos, seguidos de los pasos de aquella mujer con la que le pareció haber soñado pero que era tan real como la fiebre que lo había aquejado horas antes. Pero ahora se sentía mucho mejor, incomodo sí, pero consciente y centrado; incluso los mareos había desaparecido por completo. De lo único de lo que no estaba consciente era del tiempo transcurrido, de los días, pero su incomodidad le dejaba claro que no había sido solo uno.

Desde afuera de las paredes llegaron a sus oídos los pasos de la joven, la escuchó bajar las escaleras y moverse por el piso en el que se encontraba. Escuchó atentamente y de pasó se cercioró de que su oído no hubiera sido dañado. Y no, no lo fue, sabía exactamente de qué lado de la casa provenían los sonidos que ella provocaba y hacía donde se movía cuando caminaba. Recordó que le había dicho que si necesitaba algo le llamara, pero no le dijo de qué forma debería de llamarla ¿O sí? Para él, que la educación venía desde su unido hogar, el problema era más complicado que en o saber cómo llamarla y tener que hablarle de “tú” o “oye”, algo completamente fuera de su nivel.
Divagando como se encontraba en ese momento, su cerebro dejo de captar los pasos de la mujer, por lo que cuando atravesó la puerta pego un pequeño salto allí en la cama y la observó detenidamente, con sus ojos felinos entrecerrados. La chica olía bien, muy diferente a él: era el aroma familiar de un cambiaformas. La vio subir a la cama y de pronto la tuvo muy cerca de él.

— Espera… — Pidió con una voz ronca y seca, algo lejana a la suya pero que le pertenecía. Quiso detenerla con la mano pero no se atrevió a tocarla, por lo que en su lugar, sostuvo el vendaje para que se detuviera. — ¿Puedo asearme antes? — Pidió, moviéndose un tanto, probando sus músculos débiles por la falta de comida y la fiebre. Estaba seguro que la herida había cerrado ya, pero no se arriesgaría a lavarse sin el vendaje como protección. La miró entonces, y se dio cuenta de que ella no parecía una enfermera pero que de todas maneras estaba aquí, ocupándose de él. — Gracias por lo que has hecho… Soy Yranné, Yranné Salvin. — Se presentó, con un gesto tranquilo y una mirada suave, observándola, cayendo en la irrealidad de sus tonos tan blancos.

por **Alexi Wolfkang** Dom Jul 27, 2014 8:10 pm

*Sigrid Sonrio ante lo que le decia el chico e hizo una reverencia cuando escucho su nombre, no dijo nada quedandose en silencio y, le tomo de la mano y le indico donde estaban las cosas del baño para que se aseara, mientras recogia y ponia en una charola los vendajes ya sucios*

-Me llamo Sigrid....Un placer Joven Salvin....*Dijo despues de un silencio bastante largo* - si ocupa que ayuda para asearse, me avisa, las sales de baño estan en botellas de vidrio de color rojo, el jabon esta en barra en las repisas de la regadera, las esponjas nuevas estan en un gabinete de color negro donde tambien estan las sales de baño....el aceite y perfumes estan tras el espejo del baño....

*Se salio de la puerta y se diriguio a un closet y le dijo*

-En este closet hay ropa de hombre, no se si le quede y la que usted tenia puesta pues supongo que no se pudo rescatar mucho....lavare estas vendas e ire a preparaele algo mas sustancioso de cenar para que valla recuperando la energia.....

*Le observo las heridas que habian hecho con plata, el tambien era alergico a ella, eso si que era una gran coincidencia, le recordaron por unos instantes sus propias heridas con plata, las de la espalda y hombros, que ahora eran solo recordadas por una horrenda cicatriz y unas venas de color negrusco que las rodeaban*

-Debe tener mas cuidado con la plata....veo que es alergico a ella....al igual que yo....

*La pequeña figura de Sigrid sonrio levemente y salio de la habitacion dicho esto ella se prosiguio a lavar las vendas y dejar nuevas en la repisa de la cama junto con un poco del grisaceo unguento que le habia ayudado a hacelerar la sanacion de las heridas, se salio tambien al huerto que estaba tras la casa de arbol donde vivia, y donde cazo unas liebres y pisco algunas verduras y frutas, las liebres las despeyejo y colgo las pieles afuera para que secaran, las cocino con verduras y con algunas especias, saco una jarra de vidrio que contenia jugo de manzana, no tenia vino pero habia jugo de arandano y de naranja tambien, puso la mesa y la decoro con algunas flores silvestres y espero a que el chico saliera de arreglarese en el portico mientras con un reloj de arena esperaba a que las liebres estubieran listas*

*

por **Yranné Salvin** Jue Sep 25, 2014 12:22 pm

Se fijó en aquella chica extraña, en lo extraño de su nombre y lo extraño de sus cabellos y su blanca piel. Observó su sonrisa y sus ojos viajaron al agarre cálido de su mano que le provocó un confort renovador, como si su cuerpo se recargara de pronto. Extraño. Con un leve vistazo encontró los artículos de limpieza y el baño. Detestaba como olía en ese momento. Su propio olor, con el óxido de la sangre mezclado entre el sudor y el mal aliento le provocaban nauseas. Pero fue ella la que lo distrajo de nuevo y él volvió a mirarla, encontrándose con sus pestañas claras como su cabello, tratando de ocultar sus ojos claros.

— Un placer… — Sintió su cabeza moverse en un asentimiento torpe, agotado y confundido. Sin saber que pensar de la situación en general, solo podía mirar mientras la chica se movía a su propio ritmo y lo obligaba, de cierta manera, a que la siguiera en su penoso estado de convalecencia. Sales, perfumes, jabón. Una chica solitaria de clase alta viviendo por su cuenta en un lugar tan nauseabundo como lo era un pantano. ¿Eso es lo que ella era? Algo que nunca conoció antes. Se mostró de acuerdo con lo que ella dijo ya que, considerando que debió transformarse en tigre para escapar, sus ropas pasaron a mejor mundo irremediablemente. No era grave, peor hubiera sido si eso destrozado hubiera sido su carne. — No se preocupe, acabo de darme cuenta por mí mismo… Ahora mismo.

Otro asunto extraño. La plata. Su reloj de pulso era de plata; nunca tuvo problemas con la plata antes, pero nunca había entrado en contacto con su torrente sanguíneo antes. La escuchó salir más que mirarla y entonces abandonó el lecho y se puso de pie. Fue tan doloroso como esperaba pero el dolor con el que despertara noches atrás ahora se había desvanecido. Envenenamiento. La palabra rondó su cabeza mientras avanzaba al closet y miraba las prendas que quizás pudieran quedarle. ¿A quién pertenecían? ¿Su padre? ¿Algún otro cambia formas? No importaba, su mente volvía una y otra vez a las heridas, a la plata. Imposible caminar erguido, pero poder andar sin apoyo era ya una ventaja. La necesidad de asearse era más un deseo personal que una necesidad en realidad. Su cuerpo pareció respirar cuando por fin sitio el chorro de agua sobre su piel sucia.

El agua escoció en sus heridas recientes, pero tuvo los ánimos de hurgar con sus dedos y exprimirlas. Sangre fresca traspasó la fina piel que se había cerrado recientemente. La examinó en sus dedos: la sangre estaba roja y se diluía con el agua rápidamente. Su sabor era el correcto también. Presionó hasta que la herida dejó de sangrar y repitió con la de su muslo, después de lo cual se dio un baño con jabón, para limpiarse la mugre y el polvo, la tierra de días. El agua salpicó en el suelo cuando regresó al a habitación y se detuvo frente al closet. Batalló con las prendas, pero encontró un pantalón de seda y una camisa de cuello ancho que pudo ponerse. Era como estar desnudo, pero no podía ser exigente. Las ropas sirvieron para cubrirle y salió al balcón con ese penoso andar, hasta que dio con ella, solo de vista, esperando en el pórtico, allí abajo. La ciénaga inundó su nariz con aquel olor de hierba podrida, inundó sus oídos con el zumbar de mil animales. De tonto, parecía estar en algo parecido a un hogar.

— Gracias por las ropas… – Murmuró, seguro de que lo podría escuchar. Olió la carne cocinándose y su estómago le recordó que también requería atención. Era magnifica la sensación de tener apetito, estar hambriento. Era algo que solo los vivos podían sentir. Sus felinos internos rugían de hambre, pero Yranné se mantuvo en calma, observando a la mujer, esperando porque ella se moviera y entonces él poder hacer lo mismo.

por **Alexi Wolfkang** Jue Oct 02, 2014 12:40 am

*Sentada en el piso con las piernas hacia fuera colgando por entre los barandales de madera, se podria ver una parte del pantano estaban facil a unos diez o quince metros de altura, la casa en si consisitia en tres pisos, el ultimo era pequeño pues solo estaba el cuarto de Sigrid y su baño personal, el segundo piso consistia en una amplia planta que rodeaba el tronco del arbol como el resto de la casa, con una decoracion poco comun pues parecia estar adecuada a algun cuento de hadas pero con toques mas modernos y otros algo obscuros, que no parecian combinar pero de alguna forma encajaban con todo y se veia lindo y limpio todo. En ese segundo piso habia unas pequeñas escaleras que daban a la habitacion donde Yranne habia estado duermiendo, una sala decorada con una mesa de vidrio al centro con patas hechas de lo que parecia ser huesos, de que quien sabe por que estaban tallados y afinados, un sillon de dos plazas de terciopelo con estampado de rayas en color negro y morado, dos sillones a las esquinas de una sola plaza uno de madera firme y tallada con un tapiz de amibas en color negro y dorado, el otro era uno con respaldoo alto y grande de madera tambien pero con tela brocada con tonos verde obscuro y cafe, luego frente al sillon grande estaban cuatro bancos de madera tallada con cojines ensima de distintas telas y colores parecia esta sala ser la sala de juego de unas muñecas. Y ya que se le pensaba bien Sigrid encajaba a la perfeccion con toda aquella atmosfera*

*Despues seguia la cosina que estaba dividida por un arco ahi se veia un horno, una hogera pequeña y muchas gavetas de madera que tenian puertas de madera tambien, un especiero lleno con pequeños votes de vidrio de todos colores con etiquetas escritas a mano con nombres en ruso señalando lo que contenian adentro, Habia en una de las paredes una puerta de metal, se veia pesada y no se le veia forma de abrirse por ningun lado, despues de la cosina se abria una puerta de madera cuadrada para salir al valcon que abarcaba toda las vistas del pantano que estaba hecho de madera y rodeaba todo el tronco del arbol, en uno de los lados estaban una cuerda o liana para bajar o unas escaleras techadas que bajaban en caracol hasta el suelo donde los esperaba otra puerta de metal que igual que la anterior no se veia cerradura alguna*

-Espero si le hayan quedado....*Sonrio Sigrid al escuchar al joven mientras ella sentada en el piso leia un libro, se levanto he hizo una reverencia, despues se diriguio hacia adentro de nuevo y sonriente le dijo* -De seguro ha de tener hambre...*cerro los ojos alegremente y entro a la casa donde le ofrecio asiento al Yranne que ahora que lo observaba ya limpio era un hombre interesante y atractivo, imediantamente un leve sonrojo se formo en sus blancas mejillas y se metio a la cosina a traerle una copa de vino y le sirvio jugo de arandano con mandarina, ella se sirvio en una taza, le trajo un plato cubiertos y prendio unos candelabros para alumbrar el lugar un poco mejor, puso sobre la mesa de madera unos objetos de metal con unas pequeñas patas para poder poner ahi los platillos que ya estaban listos y dijo* No tengo vino...por que no he podido ir a comprar....pero le ofresco jugo de arandano, ensalda con queso de cabra, nuez y manzana en vinagre de vino blanco con aceite de oliva, Liebres a las hierbas y pie de manzana con moras..... Buen Provecho y sientance en confianza de pedir mas si lo desea....*Sonrio he hizo una reverencia*

por **Yranné Salvin** Mar Oct 21, 2014 8:20 pm

Divagó, incapaz de mantenerse congruente en algunos momentos. Su mente se perdía en el horizonte donde lo único que podía ver era el pantano. El maldito ruido de los insectos, de los miles de animales allí escondidos, no se aplacaba. Respiró hondo en ese momento. Sus ojos viajaron al cuero de la chica que lo había ayudado antes. No sabía nada de ella, mientras que él se había desvelado en compartir sentimientos íntimos y su propio cuerpo con ella. Es incapaz de recordar los primero días en la casa, pero recuerda el dolo, atravesándole, la agotadora sensación de la pérdida de sangre y el calor y frío sofocantes de la fiebre. Ahora se sentía bien, pero comenzaba la añoranza por su casa, por informarle a su madre que se encontraba bien y por saber quién demonios era el cazador que había tratado de matarlo.

— Lo han hecho. Gracias. — La observó entrar a la casa y de esa forma perderla de vista y entró también, volviendo a la austeridad del cuarto en el que había yacido moribundo. Se acercó al a cama y lentamente se fue despojando de la venda de la cadera, que húmeda, molestaba ya en la herida. Dejó que le diera el aire un momento y preparó el ungüento. Le colocó el alcohol, dejo que ardiera, puso el ungüento y después la cubrió con la gasas para vendarla bien. Hizo lo mismo con la del muslo, que atendió sentado en la esquina de la cama. Las heridas le dificultarían por mucho el poder transformarse y darse cuenta de ello, lo hacía sentir indefenso. Se levantó y se reajustó las ropas, segundos después, abandonó la habitación.

Apenas abrió la puerta el olor de la comida invadió sus sentidos. La carne ensalzada entre especias, olio el fuerte aroma del queso y la ensalada opacada por este, incluso el extracto de la fruta en el zumo, pero nada llamó más su atención que la carne. No importaba de que animal fuese. Era carne lo que más deseaba consumir en ese momento.se encontró con las escaleras que le dieron una mala sensación. Bajar fue una dolorosa travesía pero pudo hacerlo. Llegar hasta el piso donde la mesa estaba servida. Ella lo había arreglado todo en un gesto más de amabilidad. No solo le debía su vida a esa mujer, sino que ahora, lo cuidaba después de haberle tratado las heridas. Se sentó en la mesa con una sensación de gratitud que nunca había sentido. La primer cambia formas que conocía era amable y cordial con él y, sabía, era felino también. Se sentó a la mesa y respiro profundo cuando pudo dejar de forzar sus heridas.

- El jugo está bien, gracias… - Considerando su estado actual, el vino no sería bueno para su sanación, aunque era un pequeño detalle que seguro iba extrañar. Espero hasta que ella se sentó y entonces agarró de la ensalada un poco y después liebre, de la que se sirvió un poco más de la mitad del plato. El hambre aguijoneaba su cuerpo, así que no la hizo esperar más. Comenzó a comer con bocados pequeños como siempre, recibiendo el alimento poco a poco, manteniendo unos frívolos modales que nada tenían que ver con su estado actual. – Está delicioso. Eres buena cocinera… - Comentó, pasando otro bocado y bajándolo con el jugo.

por **Alexi Wolfkang** Vie Nov 07, 2014 1:17 am

*Sonrio y se encogio de hombros al escuchar los cumplidos de Yrannè, y con un poco de tono rosado que se marco en sus mejillas, al escuchar tales palabras suspiro levemente y se dispuso a servirle mas, ella se sirvio poco y con eso habia sido suficiente, le sirvio mas jugo y despues de ver que el comiera como debia empezo a recoger la mesa mientras entre vuelta y vuelta comento al joven lo siguiente pues si le intranquilizaba un poco el hecho de que tal vez habia gente esperandolo en su casa, o que simplemente el fuera a pensar que ella lo retenia ahi por la fuerza.*

-Mañana llevare unas cartas al correo me preguntaba si desea escribirle a alguien.....

*Dijo escondiendo esos ojos frios de color purpureos, le sonrio levemente y se recogio el cabello de color blanco mientras se amarraba el delantal para ponerse a lavar los platos sucios, se llevo las charolas y otras cosas y habia comenzado a lavar, la imagen de una pequeña entre doce y catorce años era algo extraña ver lo responsable y pequeña de estatura que era ella a comparacion con muchas de las personas de la ciudad incluso de su propia Rusia, ella siempre habia sido bajita de estatura, pero aun asi podria tumbar a cualquiera que le doblara la estatura la prueba estaba en la de el Cazador que la habia liberado hace un par de mese el hombre mide aproximadamente un metro noventa y picos y habia logrado vencerlo. La ironia era que ahora era amiga y muy cercana de aquel quien la habia capturado en un principio.*

-Desea Algo mas Joven Yrannè....antes de que se fuese a descansar?...podria comprar algo de vino mañana si lo desea.

*Dijo amablemente mientras lavaba los trastos y cazerolas con voz amable y servicial pero siempre con un dejo de frialdad, algo que no parecia tan normal en una joven de su aparente edad, habia dejado las placas militares de acero en un mueble de madera con vidrios donde guardaba los platos y charolas, colgaban de una esquina ambas en ruso, una era la placa de informacion militar y medica, asi como el puesto que ocupaba en dicho ejercito y tambien el experimento al que pertenecia, en la otra era la de alguien mas, un tal Leon con los mismos datos que los de la otra placa pero con la diferencia de que en esta venia la fecha en la que habia fallecido aquella persona. No eran unas placas muy grandes pues consistian al menos de unos cinco centimetros de ancho por unos diez o doce de alto, con todo esto grabado en el metal, las cuales pendian de un cordon de cuero en color negro*

*Estas tambien servian como llaves de la casa asi como llaves para el laboratorio donde se desacia de los cuerpos de quien le contrataban asesinar o de quienes ella consideraba como traidores, no tanto de su pais sino mas bien su propia lista negra, este laboratorio o su entrada era protejida por una pared de corteza del mismo arbol en que vivia solo que era hueca y con un recubrimiento de acero por la parte de atras
no era muy evidente de hecho ya que tenia una pintura de una hada enmedio de un lago sentada en una roca y no hacia diferencia con el resto de la decoracion de la casa, todo parecia haber sido decorado con motivos medio infantiles medio adultos con un toque moderno, por algo el letretro de afuera de la propiedad decia "Casa de Muñecas" "Propiedad privada si la traspasan no nos haremos responsables de lo que pueda suceder" Esto estaba escrito en ruso y en frances tambien estaba forjado en acero y grabado.*

por **Yranné Salvin** Miér Nov 19, 2014 7:17 pm

Hizo como que no se daba cuenta de lo que estaba sucediendo en el rostro de su anfitriona, no por nada, pero era de mala educación señalar ciertas conductas humanas en la mesa. Aceptó gustoso aquella segunda rasión y aunque estuviera comiendo despacio, lo cierto es que tenía mucho apetito en ese momento. La comida le llenó y lo despertó, aunque trajo consigo la modorra del sueño que siempre aparecía después de un buen banquete. Agradeció por el jugo extra pues también tenía mucha sed pero está vez lo bebió en pequeños sorbos, midiéndose para no llenarse sólo con eso y desaprovechar la comida.

La observó durante unos momentos, de reojo, comprendiendo que, simplemente, si no le había hecho la pregunta que en su especie podría considerarse de “rigor”, era simplemente por el respeto que ella le inspiraba por haberlo salvado. Pero estaba seguro de no estar en un error. Estaba seguro de que estaba conviviendo, por primera vez en su vida, sin contar a su amada madre, con otro cambia formas. Bajo la mirada a su plato, que, ya limpio de comida le parecía un estorbo en la mesa y por unos instantes pensó sobre ello. La pregunta de ella lo despertó, y le arrancó una sonrisa, creyendo que le estaba leyendo el pensamiento.

— Sí, ¿Podrías prestarme algo de pergamino, tinta y pluma? — Pidió, apoyándose de codos en la mesa mientas la observaba y asentía en agradecimiento por el ofrecimiento. Le acercó sus platos y la siguió con la mirada mientras se marchaba. Poco después, la escuchó lavando los platos. Sintió una especie de comodidad hogareña que resulto extraña, tanto como para descolocarlo. Su mundo no era nada parecido a este, por lo que no comprendía a que venía aquello. En ese momento y con aquella sensación, se levantó, no sin algo de trabajo y dolor y se encamino a la cocina, siguiendo el ruido para encontrarse con ella, su espalda delgada y menuda parecía esconder algo más que el cuerpo de una niña. Tenía que saberlo. — Eres como yo, ¿No es así? Una cambia formas… — Especificó con un ligero nerviosismo en la voz, temiendo verse algo grosero con su pregunta.

Estaba seguro de que la información que deseaba tener no era importante. En una situación normal, no tendría nada que ver con el hecho de haber sido salvado, pero a la vez, (y esto lo sabía muy bien al no ser está una situación normal), tenía todo que ver. Aún creía en las almas caritativas, pero entre la bruma de la fiebre recordaba el rostro inmutable de ella mientras el volvía a su forma humana entre alaridos de dolor. Sintió un escalofrió recordando esas noches de inconsciencia y delirio. ¿Qué tanto habría dicho? ¿Qué tanto de sí mismo había expuesto a la joven? Sigrid eran muy amable con él, pero él era un extraño y veía perfectamente aquella barrera de “hasta aquí puedes llegar” instalada entre ellos.

Por otro lado, agradecía sentirse a gusto y tranquilo allí dentro, pues aún se encontraba débil y medio inútil. Y sufriendo de algunos lapsos que, estaba seguro, tardarían un tiempo en irse. De pronto mientras estaba a solas, sentía que alguien lo miraba… pronto se dio cuenta que eso se encontraba únicamente en su cabeza y la sensación fue francamente terrible. El cazador no había muerto, había escapado, pero había sido lo suficientemente feroz para buscarle entre aquel terreno indómito sólo para destruirlo. Y le había faltado muy poco para hacerlo. Yranné se sentía aislado y vencido, así que, psicológicamente, el cazador si había acabado con él. Se rozó la herida de su cadera sobre las ropas y el pequeño tirón que trajo el dolor fue suficiente para comprobarse a sí mismo que no podría marcharse aún. No estaba confinado allí por ella. Estaba confinado allí por su propio estado de debilidad.

por Contenido patrocinado

Trepidatorio +Privado+

Trepidatorio +Privado+

Re: Trepidatorio +Privado+

Re: Trepidatorio +Privado+

Re: Trepidatorio +Privado+

Re: Trepidatorio +Privado+

Re: Trepidatorio +Privado+

Re: Trepidatorio +Privado+

Re: Trepidatorio +Privado+

Re: Trepidatorio +Privado+

Re: Trepidatorio +Privado+

Re: Trepidatorio +Privado+

Re: Trepidatorio +Privado+

Re: Trepidatorio +Privado+

Re: Trepidatorio +Privado+