AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Life is but a dream {Priv. - Louis}
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Life is but a dream {Priv. - Louis}
Había noches en que realmente se sentía cansado, no tenia la fuerza suficiente o no se sentía con la capacidad incluso de salir de su ataúd, quería encerrarse ahí, en la total oscuridad y perderse en el tiempo, reflexionar sobre toda su existencia y los actos cometidos en nombre de una falsa fe, quería justificar en cierta forma todo aquello, pues con echarle la culpa a su amado maestro, ya no era suficiente, era algo que no podía confirmar, algo que no podía seguir fingiendo, sabia perfectamente que la culpa de todo había sido suya, por no tener la fuerza o el valor, por que se refugio en brazos de alguien que solo se encargo de destruirle mas que de ayudarle.
Mantenía los ojos cerrados, las manos cruzadas sobre el pecho, en una posición en la que cualquier curioso que observara dentro del ataúd, le encontraría como un encantador cadáver. Inmóvil y pálido, con el rojo cabello esparcido por el negro satín.
Quería soñar en ese momento, sin embargo su mente ya estaba muy despierta, escuchaba a los vampiros arriba en el teatro alistándose para la primera función, las ratas correteando en busca de migajas, la ligera lluvia cayendo en la calle, las carrosas transitando por la avenida. Suspiro largamente, aun en silencio y abrió el ataúd, resignado a tener que observar el mundo tan gris en el que vivía. Se puso de pie, aliso sus ropas y acomodo los rizos en sus cabellos, tomo su capa y salió por su salida secreta, hacia la calle, caminando bajo la lluvia, en silencio, sin correr, sin interesarle cuanto pudiese mojar sus ropas, aun que con deseo de sentir la humedad, la lluvia remitió a los pocos minutos, dejando el ambiente impregnado de su aroma.
Sus pasos le guiaban a ningún lugar en especifico, su instinto a buscar una victima, aun que no tenia el verdadero deseo, caminaba entre las calles desoladas de la ciudad, donde solo borrachos y mendigos y las ratas andaban, pues ningún ciudadano coherente, andaría a esas horas y con ese clima en las calles.
De la nada y alumbrado a penas por las lámparas colgadas en las altas paredes, comenzó a tararear, un canto gregoriano que había escuchado la noche que habían matado todos sus sueños de infancia, cuando al oscuridad había clamado su alma veneciana.
Mantenía los ojos cerrados, las manos cruzadas sobre el pecho, en una posición en la que cualquier curioso que observara dentro del ataúd, le encontraría como un encantador cadáver. Inmóvil y pálido, con el rojo cabello esparcido por el negro satín.
Quería soñar en ese momento, sin embargo su mente ya estaba muy despierta, escuchaba a los vampiros arriba en el teatro alistándose para la primera función, las ratas correteando en busca de migajas, la ligera lluvia cayendo en la calle, las carrosas transitando por la avenida. Suspiro largamente, aun en silencio y abrió el ataúd, resignado a tener que observar el mundo tan gris en el que vivía. Se puso de pie, aliso sus ropas y acomodo los rizos en sus cabellos, tomo su capa y salió por su salida secreta, hacia la calle, caminando bajo la lluvia, en silencio, sin correr, sin interesarle cuanto pudiese mojar sus ropas, aun que con deseo de sentir la humedad, la lluvia remitió a los pocos minutos, dejando el ambiente impregnado de su aroma.
Sus pasos le guiaban a ningún lugar en especifico, su instinto a buscar una victima, aun que no tenia el verdadero deseo, caminaba entre las calles desoladas de la ciudad, donde solo borrachos y mendigos y las ratas andaban, pues ningún ciudadano coherente, andaría a esas horas y con ese clima en las calles.
De la nada y alumbrado a penas por las lámparas colgadas en las altas paredes, comenzó a tararear, un canto gregoriano que había escuchado la noche que habían matado todos sus sueños de infancia, cuando al oscuridad había clamado su alma veneciana.
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Amadeo- Vampiro Clase Alta
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Re: Life is but a dream {Priv. - Louis}
Ocurría muy poco; era un acto pasajero, como las gotas de una llovizna veraniega que se evaporaban e, incapaces de oscurecer el cielo, dejaban sus vestigios en un suelo caliente que solo la rechazaba con fuego ardiente. Una analogía apropiada. Así de ocasionales era las noches en las que, por unas cuantas horas, no pensaba en nada más que en mi momento presente. No había sueños enloquecedores ni pesadillas monstruosas. No había rastro de lo que había dejado atrás ni dudas sobre lo que me esperaba adelante. Esto, claro, era solo un velo de papel sobre mis ojos que pronto se rompería y me dejaría sin sitio al cual escapar. Todo se desmoronaría, como me había ocurrido antes.
Al descender por la trampilla puse por vez primera atención a mi alrededor; la lluvia me tomó un poco por sorpresa. Era el gesto inesperado de lo que había estado pensando hacía apenas unos momentos, una corta reconciliación con mí alrededor. Sonreí ante la ironía y me recargué ligeramente contra la ventana. Afuera la gente se refugiaba y en mí crecía la ansiedad, una ansiedad provocada por mi propio martirio a la hora de calmar mi sed. Nunca sería suficiente, pero tampoco lo necesario. Y allá afuera, mientras la temperatura bajaba y los vapores del calor del día traían consigo una niebla de olores directo a mi nariz, mientras los nobles evitaban que sus capas se humedecieran y las damas que sus enaguas se embarraran al caminar, mientras los niños, calles más abajo, eran reñidos por sus madres para que no se mojaran, mientras todo eso pasaba en un París todavía agitado a mis pies yo sufría, sufría de la quemazón ardiente en mis venas. El fuego de la sed arañaba de pronto con la misma intensidad que sentí cuando me encontré aquella niña huérfana en Nueva Orleans.
Me separé de la ventana con un movimiento brusco, propio de mi especie, impresionado por que la criatura de pronto creara una imagen tan vívida en mi mente. En ese momento supe que el velo de papel se había roto. Mis propias elucubraciones me traicionaron.
Irritado pero ansioso, abrí la ventana y salí a la lluvia, tomando mi ruta habitual al suelo. Pronto estuve caminando, asfixiado de tensión, esquivando las calles con más luz, escapando aunque no había forma de huir de esto. Me moví torpe, golpeando los muros cuando giraba la esquina, pisando los charcos que mancharon mis zapatos. Pronto estuve lejos del ruido habitual de los carruajes; por aquí no existía espacio por el que pudieran andar. Me detuve entonces, jadeante; fue cuestión de solo unos instantes pero bastó con eso para que yo lo oliera. Mi aturdimiento se convirtió en obsesión, mi cansancio se volvió ferocidad y, en total oscuridad, me escurrí por la pared, acercándome a mi descubrimiento. El hombre yacía sentado en el suelo y apestaba a licor y sexo. Y sangre.
Llegué a su lado y lo examiné, habituado ya a no verlo como un ser humano en el preciso instante en que decido que el hombre en cuestión va a morir. El remordimiento nunca se va, pero no pienso en ello en esos momentos. Recuerdo que me dijo algo, pero no recuerdo que fue, simplemente le tome de los brazos y lo levante sin dificultad. Ataqué directo en su yugular y mis colmillos traspasaron la piel fácilmente. Bebí sin pausas y cuando sentí que iba a gritar, descubriendo de pronto lo que sucedía, le cubrí la boca con gentileza pero firmeza. Escuché el retumbar de nuestros corazones en los oídos y cuando llegó el momento justo, lo solté. Nunca más me he vuelto a enfermar por beber de más. Y siempre parece que uno no es suficiente. El hombre murió mientras yo permanecía de pie, observándolo. Borré las marcas de mis colmillos y me tomé unos minutos para encargarme de la enfadosa tarea de deshacerme del cuerpo. No fue sino hasta ese momento que me percate que había dejado de llover.
Hastiado de lo que acababa de suceder me aleje del lugar a grandes zancadas, sintiendo por dentro como mis venas se hinchaban en placidez y mi cuerpo adquiría algo de calor. Nunca el desprecio a mí mismo era más fuerte que en aquellos instantes en que yo sentía íntimamente, dentro de mi cuerpo, la magnitud de mi crimen. Intentaba no pensar en mi victima pero su esencia pugnaba detrás de mis sienes con ardor. Caminé, caminé durante mucho tiempo y cuando me detuve me encontraba muy lejos de casa y las voces habían sido cambiadas por un canto en un idioma desconocido y de una procedencia extraña. Busqué sin moverme de mi sitio. Temeroso por esta sensación que no tenía nada nuevo para mí.
Al descender por la trampilla puse por vez primera atención a mi alrededor; la lluvia me tomó un poco por sorpresa. Era el gesto inesperado de lo que había estado pensando hacía apenas unos momentos, una corta reconciliación con mí alrededor. Sonreí ante la ironía y me recargué ligeramente contra la ventana. Afuera la gente se refugiaba y en mí crecía la ansiedad, una ansiedad provocada por mi propio martirio a la hora de calmar mi sed. Nunca sería suficiente, pero tampoco lo necesario. Y allá afuera, mientras la temperatura bajaba y los vapores del calor del día traían consigo una niebla de olores directo a mi nariz, mientras los nobles evitaban que sus capas se humedecieran y las damas que sus enaguas se embarraran al caminar, mientras los niños, calles más abajo, eran reñidos por sus madres para que no se mojaran, mientras todo eso pasaba en un París todavía agitado a mis pies yo sufría, sufría de la quemazón ardiente en mis venas. El fuego de la sed arañaba de pronto con la misma intensidad que sentí cuando me encontré aquella niña huérfana en Nueva Orleans.
Me separé de la ventana con un movimiento brusco, propio de mi especie, impresionado por que la criatura de pronto creara una imagen tan vívida en mi mente. En ese momento supe que el velo de papel se había roto. Mis propias elucubraciones me traicionaron.
Irritado pero ansioso, abrí la ventana y salí a la lluvia, tomando mi ruta habitual al suelo. Pronto estuve caminando, asfixiado de tensión, esquivando las calles con más luz, escapando aunque no había forma de huir de esto. Me moví torpe, golpeando los muros cuando giraba la esquina, pisando los charcos que mancharon mis zapatos. Pronto estuve lejos del ruido habitual de los carruajes; por aquí no existía espacio por el que pudieran andar. Me detuve entonces, jadeante; fue cuestión de solo unos instantes pero bastó con eso para que yo lo oliera. Mi aturdimiento se convirtió en obsesión, mi cansancio se volvió ferocidad y, en total oscuridad, me escurrí por la pared, acercándome a mi descubrimiento. El hombre yacía sentado en el suelo y apestaba a licor y sexo. Y sangre.
Llegué a su lado y lo examiné, habituado ya a no verlo como un ser humano en el preciso instante en que decido que el hombre en cuestión va a morir. El remordimiento nunca se va, pero no pienso en ello en esos momentos. Recuerdo que me dijo algo, pero no recuerdo que fue, simplemente le tome de los brazos y lo levante sin dificultad. Ataqué directo en su yugular y mis colmillos traspasaron la piel fácilmente. Bebí sin pausas y cuando sentí que iba a gritar, descubriendo de pronto lo que sucedía, le cubrí la boca con gentileza pero firmeza. Escuché el retumbar de nuestros corazones en los oídos y cuando llegó el momento justo, lo solté. Nunca más me he vuelto a enfermar por beber de más. Y siempre parece que uno no es suficiente. El hombre murió mientras yo permanecía de pie, observándolo. Borré las marcas de mis colmillos y me tomé unos minutos para encargarme de la enfadosa tarea de deshacerme del cuerpo. No fue sino hasta ese momento que me percate que había dejado de llover.
Hastiado de lo que acababa de suceder me aleje del lugar a grandes zancadas, sintiendo por dentro como mis venas se hinchaban en placidez y mi cuerpo adquiría algo de calor. Nunca el desprecio a mí mismo era más fuerte que en aquellos instantes en que yo sentía íntimamente, dentro de mi cuerpo, la magnitud de mi crimen. Intentaba no pensar en mi victima pero su esencia pugnaba detrás de mis sienes con ardor. Caminé, caminé durante mucho tiempo y cuando me detuve me encontraba muy lejos de casa y las voces habían sido cambiadas por un canto en un idioma desconocido y de una procedencia extraña. Busqué sin moverme de mi sitio. Temeroso por esta sensación que no tenía nada nuevo para mí.
Louis De Pointe Du Lac- Vampiro Clase Alta
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Re: Life is but a dream {Priv. - Louis}
Seguía cantando rodeado de penumbras y vapor pestilente, le recodaba a aquellas noches bajo Les Innocents, con los cantos y el fuego creando siniestras sombras en las paredes tachonadas de esqueletos humanos, estaba seguro que si cerraba los ojos volvería a sentir la locura de aquellos años, sin embargo opto por dejarse llevar por lo que en ese momento le era mas significativo, buscar una victima, un ser humano tan hastiado de la vida que acudiera por su propio pie a brazos de la muerte y así fue. Una calle mas adelante, tambaleante y aun con una botella de vino barato, apestando a suciedad y a sangre rezagada, la locura llenaba sus pensamientos, el pecado comentado al haber matado a puño seco a su amada y al hijo que llevaba en las entrañas, un hijo que no era suyo y que sin embargo había desatado su locura, el dolor y las ganas de matar aquello que la alejaba de él. La había matado, pero no había tenido el valor suficiente o no aun, para quitarse la vida, aun que eso se arreglaría pronto.
Lo vio moviéndose con calma, acercándose con la mano libre estirada, manteniendo la otra, donde llevaba la botella, pegada a su pecho, cerca del corazón, con una suplica silenciosa en su mente enloquecida de dolor, “Acabalo… acabalo”. Murmuraba su mente y Armand solo permaneció de pie, aguardando, sin dejar de murmurar la canción…
Dies iræ, dies illa,
Solvet sæclum in favilla,
Teste David cum Sibylla !
Tomo al hombre entre sus brazos, colocándose de puntillas para besar su cuello, como si fuera un amante al que había estado esperando tanto tiempo, no hubo palabras que pudiese decirle, solo el acto y escuchar el llanto del hombre antes de clavar sus colmillos en su cuello. Sintió el cálido torrente en su boca y de ahí pasar a su garganta, llegando a su corazón mismo y este comenzó a bombear con rapidez, calentando su cuerpo, saciándolo hasta que el corazón humano se hubo marchitado.
Dejo que el cuerpo humano se recargara lánguido en la pared, deshaciéndose de aquel abrazo que lo hastiaba, corto la punta de su dedo dejando que la gota de sangre borrara las marcas en el cuello del hombre y lo soltó totalmente, dejando que el peso del cuerpo ya muerto cayera lánguidamente, dejándolo en una posición poco confortable, pero convincente, era un vagabundo mas muerto por las inclemencias de una vida entera en las calles, con una botella de vino barato a su lado, un muerto mas en las calles olvidadas de París.
Siguió cantando en voz mas alta, dejando que su voz de barítono rompiera el silencio de aquellas desoladas calles y siguió su camino, sentía la sangre humana correr por sus venas, se sentía ligero y jovial debido al alcohol que había ingerido su victima antes de morir entre sus brazos, sentía incluso un sonrojo en sus mejillas que le producía hormigueos, y le producía una sonrisa, muy ligera, en sus labios ahora enrojecidos y hubiera podido mantener ese aspecto mas aniñado, incluso jovial de no ser por la presencia que se acercaba a él.
-“Otro humano”- pensó, aun que después de dar un par de pasos hacia esa presencia, pudo escudriñar en el aura de aquel ser, que no era mas que otro vampiro, mucho mas joven, desesperado y perdido, quizás, aun así, no dejo de cantar, al menos no hasta que estuvo cerca de él.
Mors stupebit et Natura,
cum resurget creatura,
iudicanti responsura.
Lo vio moviéndose con calma, acercándose con la mano libre estirada, manteniendo la otra, donde llevaba la botella, pegada a su pecho, cerca del corazón, con una suplica silenciosa en su mente enloquecida de dolor, “Acabalo… acabalo”. Murmuraba su mente y Armand solo permaneció de pie, aguardando, sin dejar de murmurar la canción…
Dies iræ, dies illa,
Solvet sæclum in favilla,
Teste David cum Sibylla !
Tomo al hombre entre sus brazos, colocándose de puntillas para besar su cuello, como si fuera un amante al que había estado esperando tanto tiempo, no hubo palabras que pudiese decirle, solo el acto y escuchar el llanto del hombre antes de clavar sus colmillos en su cuello. Sintió el cálido torrente en su boca y de ahí pasar a su garganta, llegando a su corazón mismo y este comenzó a bombear con rapidez, calentando su cuerpo, saciándolo hasta que el corazón humano se hubo marchitado.
Dejo que el cuerpo humano se recargara lánguido en la pared, deshaciéndose de aquel abrazo que lo hastiaba, corto la punta de su dedo dejando que la gota de sangre borrara las marcas en el cuello del hombre y lo soltó totalmente, dejando que el peso del cuerpo ya muerto cayera lánguidamente, dejándolo en una posición poco confortable, pero convincente, era un vagabundo mas muerto por las inclemencias de una vida entera en las calles, con una botella de vino barato a su lado, un muerto mas en las calles olvidadas de París.
Siguió cantando en voz mas alta, dejando que su voz de barítono rompiera el silencio de aquellas desoladas calles y siguió su camino, sentía la sangre humana correr por sus venas, se sentía ligero y jovial debido al alcohol que había ingerido su victima antes de morir entre sus brazos, sentía incluso un sonrojo en sus mejillas que le producía hormigueos, y le producía una sonrisa, muy ligera, en sus labios ahora enrojecidos y hubiera podido mantener ese aspecto mas aniñado, incluso jovial de no ser por la presencia que se acercaba a él.
-“Otro humano”- pensó, aun que después de dar un par de pasos hacia esa presencia, pudo escudriñar en el aura de aquel ser, que no era mas que otro vampiro, mucho mas joven, desesperado y perdido, quizás, aun así, no dejo de cantar, al menos no hasta que estuvo cerca de él.
Mors stupebit et Natura,
cum resurget creatura,
iudicanti responsura.
Amadeo- Vampiro Clase Alta
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Re: Life is but a dream {Priv. - Louis}
Recuerdo vagamente los lugares donde he escondido a mis víctimas; puedo recordar, como un suspiro en la noche que trae consigo una bruma nociva, el color de sus ropas, el aspecto de su cabello, arreglado y pulcro o simplemente desorganizado. Pero lo que se queda como fuego es el olor que despedían, las palabras que dijeron mientras bebía de ellos y el sabor especial de la sangre de cada uno. Aquel aspecto se marca en mi memoria como una lista negra que algún día deberé presentar cuando llegue mi momento, eso si existe algún lugar al que un condenado como yo pueda ir. Si ese lugar existe, no habrá nada bueno allí para mí. Nunca estaría en el mismo sitio que Paul, mi santo hermano, no después de la terrible traición que cometí en su contra.
Inundado de sangre y lamentos propios, sentí uno de los motivos por los que odiaba saciar mi sed, y anduve sin aparente rumbo en aquellas calles oscuras que tan bien conocía. Yo era un espectro a todas horas, pero solo después de beber me convertía en un demonio arrepentido sin espacio en el mundo para refugiarse. El único placer que yo obtenía de la cacería ocurría exclusivamente en el momento en el que bebía de mi víctima, solo esos segundos, ese minuto era efímeramente un paraíso de placer absoluto que daba entrada a la desesperación en el instante en que me separaba del desafortunado ser. La sensación de calidez en mi cuerpo era un tormento tan grande como el ansia de sangre antes del asesinato e incluso horas antes de que este ocurriera.
Y fue que en aquel instante que me encontré de frente con aquella mística y extraña voz. Al comienzo fue como un susurro, entremezclado con los otros sonidos de la noche, el correr de las ratas en las calles, lo cantos de los ebrios en los bares más concurridos, pasaba casi desapercibida y no le di importancia. Comenzaba a acostumbrarme al calor de la sangre y, con la cabeza más fresca, me concentré en la voz nuevamente, misma que parecía provenir directamente de frente mío y aumentar a cada paso que yo daba. Algo en esa voz, aparte del extraño idioma en el que estaba cantando, me desconcertaba, no parecía ser real, me hacía sentir que algo estaba mal. Esa era la definición más clara que podía darle. Era una voz irreal y lo peor es que estaba acercándose a donde yo me encontraba. El aumento en la voz solo volvió la situación más escalofriante, porque aquello me bastó para darme cuenta que la clase de criatura que podría tener una voz como esa y no encontrarse en una función de teatro a esa hora, era un monstruo como yo. Pero no podía huir ya; era claro que si yo lo percibí, aquella criatura habría hecho ya lo mismo conmigo.
Me mantuve allí, observando hacía adelante, esperando mientras la voz crecía y ahora repercutía directo en mi cabeza. Cada nota y silaba eran dichas con una fuerza inhumana, potentes y claras. Cada pausa demasiado corta. Fue entonces cuando me detuve y lo vi, y la sorpresa llegó a mí junto con el desconcierto y una curiosidad que antes no sentí; la criatura frente a mí me pareció extrañamente pequeña. No, no solamente me lo pareció, en realidad era muy pequeña. Lo observé por unos segundos en la seguridad de mi distancia y lo que miré fue un joven un poco más joven que Paul, cuando falleció. Dentro de mí sabía que debía marcharme pero me sorprendí cuando no me moví. Mi curiosidad por esa criatura era grande. Al menos, debía saber quién era. ¿Sería él, la respuesta que yo llevaba años buscando? A la expectativa de captar algún movimiento, espere, sin darme cuenta que por fin había dejado de cantar.
Inundado de sangre y lamentos propios, sentí uno de los motivos por los que odiaba saciar mi sed, y anduve sin aparente rumbo en aquellas calles oscuras que tan bien conocía. Yo era un espectro a todas horas, pero solo después de beber me convertía en un demonio arrepentido sin espacio en el mundo para refugiarse. El único placer que yo obtenía de la cacería ocurría exclusivamente en el momento en el que bebía de mi víctima, solo esos segundos, ese minuto era efímeramente un paraíso de placer absoluto que daba entrada a la desesperación en el instante en que me separaba del desafortunado ser. La sensación de calidez en mi cuerpo era un tormento tan grande como el ansia de sangre antes del asesinato e incluso horas antes de que este ocurriera.
Y fue que en aquel instante que me encontré de frente con aquella mística y extraña voz. Al comienzo fue como un susurro, entremezclado con los otros sonidos de la noche, el correr de las ratas en las calles, lo cantos de los ebrios en los bares más concurridos, pasaba casi desapercibida y no le di importancia. Comenzaba a acostumbrarme al calor de la sangre y, con la cabeza más fresca, me concentré en la voz nuevamente, misma que parecía provenir directamente de frente mío y aumentar a cada paso que yo daba. Algo en esa voz, aparte del extraño idioma en el que estaba cantando, me desconcertaba, no parecía ser real, me hacía sentir que algo estaba mal. Esa era la definición más clara que podía darle. Era una voz irreal y lo peor es que estaba acercándose a donde yo me encontraba. El aumento en la voz solo volvió la situación más escalofriante, porque aquello me bastó para darme cuenta que la clase de criatura que podría tener una voz como esa y no encontrarse en una función de teatro a esa hora, era un monstruo como yo. Pero no podía huir ya; era claro que si yo lo percibí, aquella criatura habría hecho ya lo mismo conmigo.
Me mantuve allí, observando hacía adelante, esperando mientras la voz crecía y ahora repercutía directo en mi cabeza. Cada nota y silaba eran dichas con una fuerza inhumana, potentes y claras. Cada pausa demasiado corta. Fue entonces cuando me detuve y lo vi, y la sorpresa llegó a mí junto con el desconcierto y una curiosidad que antes no sentí; la criatura frente a mí me pareció extrañamente pequeña. No, no solamente me lo pareció, en realidad era muy pequeña. Lo observé por unos segundos en la seguridad de mi distancia y lo que miré fue un joven un poco más joven que Paul, cuando falleció. Dentro de mí sabía que debía marcharme pero me sorprendí cuando no me moví. Mi curiosidad por esa criatura era grande. Al menos, debía saber quién era. ¿Sería él, la respuesta que yo llevaba años buscando? A la expectativa de captar algún movimiento, espere, sin darme cuenta que por fin había dejado de cantar.
Louis De Pointe Du Lac- Vampiro Clase Alta
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Re: Life is but a dream {Priv. - Louis}
El sonido se esfumo rápidamente de sus labios, era como estar encantado por el brillo sobrenatural de la criatura frente a él. Un hombre joven, pero completo, nada comparado a lo que el mismo era, un hombre incompleto, siempre viviendo o existiendo en esa forma casi infantil, con formas definidas, si, pero que jamás dejaría de lucir como un niño, un joven demasiado pretencioso, quizás precoz y con una inteligencia que era anti natura de su apariencia.
Se quedo de pie frente al individuo, observándole con sus ojos que parecían demasiado grandes, como posos oscuros donde se reflejaba la luz proveniente de las lámparas de queroseno colgadas en las altas paredes. Se movió ligeramente, haciendo sonar el tacón de sus zapatos, acercándose un paso más al vampiro.
-Tu mente es un caos – murmuro a penas abriendo los labios y quedo bajo el haz de luz de una lámpara, permitiendo que el hombre le mirara, aguardando la posible huida, como tantos otros jóvenes hacían, huían de el por el poder que emanaba de si, le temían -. No deberías temerle a tu propia naturaleza, no puedes ir en contra de ella.
Dijo, permitiéndose indagar más en la perturbada mente del vampiro, que tal parecía, no tenía el conocimiento de que alguien más, alguien ajeno podría entrar en su mente.
-Mi nombre es Armand – se presento e hizo un ligero movimiento hacia el frente, una reverencia algo teatral, pero que funcionaba. Una muestra de educación, mas no de total respeto, pues seguía escudriñando la mente del joven – No debes temer - dijo, mientras fijaba sus castaños ojos en el verde iridiscente del vampiro.
Se quedo de pie frente al individuo, observándole con sus ojos que parecían demasiado grandes, como posos oscuros donde se reflejaba la luz proveniente de las lámparas de queroseno colgadas en las altas paredes. Se movió ligeramente, haciendo sonar el tacón de sus zapatos, acercándose un paso más al vampiro.
-Tu mente es un caos – murmuro a penas abriendo los labios y quedo bajo el haz de luz de una lámpara, permitiendo que el hombre le mirara, aguardando la posible huida, como tantos otros jóvenes hacían, huían de el por el poder que emanaba de si, le temían -. No deberías temerle a tu propia naturaleza, no puedes ir en contra de ella.
Dijo, permitiéndose indagar más en la perturbada mente del vampiro, que tal parecía, no tenía el conocimiento de que alguien más, alguien ajeno podría entrar en su mente.
-Mi nombre es Armand – se presento e hizo un ligero movimiento hacia el frente, una reverencia algo teatral, pero que funcionaba. Una muestra de educación, mas no de total respeto, pues seguía escudriñando la mente del joven – No debes temer - dijo, mientras fijaba sus castaños ojos en el verde iridiscente del vampiro.
Amadeo- Vampiro Clase Alta
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Re: Life is but a dream {Priv. - Louis}
Me es imposible definir lo que me sucedió en ese instante, pero fue como si mi mente y mi cuerpo se dividieran y el cuerpo decidiera no moverse de acuerdo a los mandatos de la mente. Yo permanecí quieto, completamente expuesto ante aquella criatura que avanzaba con calma hacía mí, como si yo no pudiera hacer nada para evitarlo y no pudiera aunque lo quisiera. Lo observé; se movía de manera fluida, provocando el ruido necesario, como si formara parte del ambiente y a la vez lo controlara, se movía con experiencia. Yo había buscado por tanto tiempo, me había hecho tantas preguntas y ahora que mi búsqueda había finalizado, que había perdido cualquier sentido y justificación, que el interés mismo se había desvanecido y por fin podía descansar, era, entonces, cuando la respuesta se me presentaba irrefutablemente.
Entonces él estuvo frente a mí y todo lo que yo vi fueron sus ojos oscuros, que reflejaban el alrededor y brillaban como ávidos insectos, grandes insectos que refulgían fuego. Y aquellos pozos negros estaban mirándome específicamente a mí. Y mientras yo también lo miraba y mi mente era un torbellino de pensamientos, comparaciones y meditaciones del pasado, mientras yo pretendía no ceder a lo que aquella figura me mostraba, lo sentí. Era algo que no había sentido nunca antes, una sensación escalofriante que no tenía explicación. Él no me estaba haciendo daño pero yo tenía la sensación de que lo haría, de que, si me quedaba allí, sería aplastado por algo. El vampiro se movió entonces, avanzó hacía mí y yo permanecí anclado al suelo, distraído de mis pensamientos mientras me entregaba a su escrutinio. Escuché su voz susurrante y comprendí que había violado mi mente y yo ni lo había notado.
— ¿Qué sabes sobre mi mente? – Respondí, sintiéndome extrañado por mi propia impetuosidad. Algo en mí parecía ser despertado por su presencia. — Sí has visto en ella, sabrías ya que no es a eso a lo que le temo. Aborrezco mi naturaleza por que no puedo ir en contra de ella. — Sentí que le estaba recriminando, buscando un culpable para mi malestar. Incluso este encuentro era un sin sentido para mí. — ¿Eres el vampiro que he estado buscando? ¿Tienes las respuestas? — Pregunté y mi necesidad de escapar pareció desvanecerse en el movimiento sutil de su pequeña figura. Armand, un nombre que no había escuchado nunca, un vampiro que jamás había visto y ya estaba sondeándome, desnudándome.
Me sentí agotado y la sola idea de darle mi nombre me pareció inútil y fútil, como si careciera de total importancia para todo lo que ya le había dicho. Pero lo hice, en retribución por haberme dicho su nombre, le di el mío y pocas veces las letras de mi nombre me parecieron tan vagas, dispersas, como si perdiera el gusto en su verbo y se convirtieran en algo más parecido a las partículas de polvo que se mueven con el viento.
— ¿Por qué crees que he de temer? — Soporté su mirada y mire a sus ojos. Los insectos fulgurantes seguían allí, traspasándome. Eran unos ojos grandes, repletos de pensamientos que yo ni siquiera podría imaginar. — No perdería el tiempo ahora con miedos. Te he buscado durante mucho tiempo… — Confesé en el ínterin de mis pensamientos. ¿Cuánto tiempo era “mucho” para un vampiro? Sentí que había pasado mi vida entera buscándole.
Entonces él estuvo frente a mí y todo lo que yo vi fueron sus ojos oscuros, que reflejaban el alrededor y brillaban como ávidos insectos, grandes insectos que refulgían fuego. Y aquellos pozos negros estaban mirándome específicamente a mí. Y mientras yo también lo miraba y mi mente era un torbellino de pensamientos, comparaciones y meditaciones del pasado, mientras yo pretendía no ceder a lo que aquella figura me mostraba, lo sentí. Era algo que no había sentido nunca antes, una sensación escalofriante que no tenía explicación. Él no me estaba haciendo daño pero yo tenía la sensación de que lo haría, de que, si me quedaba allí, sería aplastado por algo. El vampiro se movió entonces, avanzó hacía mí y yo permanecí anclado al suelo, distraído de mis pensamientos mientras me entregaba a su escrutinio. Escuché su voz susurrante y comprendí que había violado mi mente y yo ni lo había notado.
— ¿Qué sabes sobre mi mente? – Respondí, sintiéndome extrañado por mi propia impetuosidad. Algo en mí parecía ser despertado por su presencia. — Sí has visto en ella, sabrías ya que no es a eso a lo que le temo. Aborrezco mi naturaleza por que no puedo ir en contra de ella. — Sentí que le estaba recriminando, buscando un culpable para mi malestar. Incluso este encuentro era un sin sentido para mí. — ¿Eres el vampiro que he estado buscando? ¿Tienes las respuestas? — Pregunté y mi necesidad de escapar pareció desvanecerse en el movimiento sutil de su pequeña figura. Armand, un nombre que no había escuchado nunca, un vampiro que jamás había visto y ya estaba sondeándome, desnudándome.
Me sentí agotado y la sola idea de darle mi nombre me pareció inútil y fútil, como si careciera de total importancia para todo lo que ya le había dicho. Pero lo hice, en retribución por haberme dicho su nombre, le di el mío y pocas veces las letras de mi nombre me parecieron tan vagas, dispersas, como si perdiera el gusto en su verbo y se convirtieran en algo más parecido a las partículas de polvo que se mueven con el viento.
— ¿Por qué crees que he de temer? — Soporté su mirada y mire a sus ojos. Los insectos fulgurantes seguían allí, traspasándome. Eran unos ojos grandes, repletos de pensamientos que yo ni siquiera podría imaginar. — No perdería el tiempo ahora con miedos. Te he buscado durante mucho tiempo… — Confesé en el ínterin de mis pensamientos. ¿Cuánto tiempo era “mucho” para un vampiro? Sentí que había pasado mi vida entera buscándole.
Louis De Pointe Du Lac- Vampiro Clase Alta
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Re: Life is but a dream {Priv. - Louis}
El vampiro levanto con perspicacia una de sus oscuras cejas, curvando los labios en una mueca similar a una sonrisa.
- Te temes – dijo en respuesta a las palabras del otro vampiro. Dio un paso mas, intentando no parecer un espectro, suponiendo que eso alteraría mas al hombre – Louis… Yo se que no eres de aquí, vienes de un mundo distinto al mío y eres demasiado joven, desconoces tu propia naturaleza y tus poderes y por eso temes a lo que eres.
Un suspiro escapo de sus labios y levanto el rostro cuando estuvo mas cerca del vampiro, mirando fijo con sus enormes ojos a los ajenos, paso su lengua húmeda por sus labios y levanto una de sus pálidas manos para acariciar el mechón de cabello que cruzaba por el rostro de Louis.
- No se si sea el vampiro que tu buscas, ni tampoco se si tengo las respuestas, al menos no hasta que hayas hecho las preguntas – contesto. Bajo la mano dejándola caer de forma brusca a un costado suyo y dio un paso hacia atrás – Pregunta lo que desees y responderé, pero no aquí – indico haciendo un amago de girar sobre su eje, haciendo una seña para indicar el camino – Sígueme, iremos a un lugar mas… adecuado para seguir esta extraña conversación -. Le invito y sonrió genuinamente, dándole la espalda de forma desprevenida y comenzó a andar a paso lento, como aguardando a escuchar los pasos que le seguían, aun que tampoco estaba seguro que el joven vampiro aceptaría la invitación.
- Te temes – dijo en respuesta a las palabras del otro vampiro. Dio un paso mas, intentando no parecer un espectro, suponiendo que eso alteraría mas al hombre – Louis… Yo se que no eres de aquí, vienes de un mundo distinto al mío y eres demasiado joven, desconoces tu propia naturaleza y tus poderes y por eso temes a lo que eres.
Un suspiro escapo de sus labios y levanto el rostro cuando estuvo mas cerca del vampiro, mirando fijo con sus enormes ojos a los ajenos, paso su lengua húmeda por sus labios y levanto una de sus pálidas manos para acariciar el mechón de cabello que cruzaba por el rostro de Louis.
- No se si sea el vampiro que tu buscas, ni tampoco se si tengo las respuestas, al menos no hasta que hayas hecho las preguntas – contesto. Bajo la mano dejándola caer de forma brusca a un costado suyo y dio un paso hacia atrás – Pregunta lo que desees y responderé, pero no aquí – indico haciendo un amago de girar sobre su eje, haciendo una seña para indicar el camino – Sígueme, iremos a un lugar mas… adecuado para seguir esta extraña conversación -. Le invito y sonrió genuinamente, dándole la espalda de forma desprevenida y comenzó a andar a paso lento, como aguardando a escuchar los pasos que le seguían, aun que tampoco estaba seguro que el joven vampiro aceptaría la invitación.
Amadeo- Vampiro Clase Alta
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Re: Life is but a dream {Priv. - Louis}
Este único momento, aquella mirada que se cruzaba con la mía, su aliento sin esencia, todo me parecía sumamente real e irreal al mismo tiempo. Era una escena que yo nunca había vivido antes pero que no dejaba de cruzar en mi mente. Desvié la mirada de sus ojos al observar la sutil mueca que dibujo en su rostro marmoleado y en cambio observe sus rizos revueltos pero, podía asegurarlo sin tener que tocarlos, sedosos y moldeables. Pensaba en lo que decía, en sí, ciertamente, yo le temía a lo que yo era, si mis actos de desprecio no eran más que temor. Pensé en ello mientras permanecía de pie, frente a él, observando con detenimiento absurdo las curvas en sus cabellos.
— Te equivocas… — Musité en lo que pareció un susurro vacilante. No deseaba creer que este vampiro, con quien recién había intercambiado unas cuantas palabras, pudiera saber ya tanto sobre mí. —Tienes razón cuando dices que no soy de aquí, es verdad que hacía tiempo que no pisaba está tierra. — Bajé la mirada a sus ojos, contemplándolos nuevamente. Su figura me causaba intriga, más no temor, como si existiera alguna firme certeza de que no sufriría daño alguno yendo con él. — Conozco mi naturaleza y la aborrezco, pero eso no es miedo. A lo que temo es a la carencia de sentido en esta vacía existencia. A la falta de propósito o de razón. Al extravío de la bondad.
Sus movimientos parecían medidos, bien pensados para ser ejecutados con increíble soltura cuando en su mente lo dispusiera de tal forma. Y bastó un movimiento sutil para que pudiera ver la forma de sus colmillos detrás de sus labios. Percibí el calor de una víctima reciente en cuanto rozó mi cabello y yo reaccioné, tomándole de la muñeca para detenerlo. Allí también estaba cálido, al igual que yo. No hice fuerza alguna y lo solté tan pronto hizo un amago de querer apartar su mano. Bajé mi mano también y pronto pareció estar fuera de su sitio, como si me la hubieran arrancado. La sensación desagradable se extendió unos momentos por mi piel y pronto se desvaneció, quedando, unos segundos más, la impresión única de su piel en mis dedos.
Miré a ambos lados de donde nos encontrábamos. Apenas recordaba que hacía muy poco tiempo que me había alimentado, y que me encontraba demasiado cerca de mi víctima; de que estábamos en un callejón con poca iluminación. Un sitio donde no encajábamos, pero ¿Existiría alguna vez, un sitio en el que pudiéramos encajar naturalmente? Si ese sitio existía, yo sabía que no se encontraba en la tierra. Su invitación me tomó por sorpresa. Yo comprendía algo sobre las incomodidades en nuestra especie, pero esto pudiera tratarse de un aspecto más bien territorial. Dude en seguirlo. Acababa de conocerlo y no sabía a dónde quería guiarme, pero debía admitir que la invitación resultó más que tentadora y la posibilidad de esclarecer mis dudas solo volvían inútiles mis intentos por negarme. Miré su espalda, delgada y pequeña; me estiré con la posibilidad de mantener una distancia constante entre ambos y di así mi primer paso. Lo seguí en silencio, consciente de que él sabía que me tenía detrás suyo, de que iría a dónde quisiera llevarme.
— Te equivocas… — Musité en lo que pareció un susurro vacilante. No deseaba creer que este vampiro, con quien recién había intercambiado unas cuantas palabras, pudiera saber ya tanto sobre mí. —Tienes razón cuando dices que no soy de aquí, es verdad que hacía tiempo que no pisaba está tierra. — Bajé la mirada a sus ojos, contemplándolos nuevamente. Su figura me causaba intriga, más no temor, como si existiera alguna firme certeza de que no sufriría daño alguno yendo con él. — Conozco mi naturaleza y la aborrezco, pero eso no es miedo. A lo que temo es a la carencia de sentido en esta vacía existencia. A la falta de propósito o de razón. Al extravío de la bondad.
Sus movimientos parecían medidos, bien pensados para ser ejecutados con increíble soltura cuando en su mente lo dispusiera de tal forma. Y bastó un movimiento sutil para que pudiera ver la forma de sus colmillos detrás de sus labios. Percibí el calor de una víctima reciente en cuanto rozó mi cabello y yo reaccioné, tomándole de la muñeca para detenerlo. Allí también estaba cálido, al igual que yo. No hice fuerza alguna y lo solté tan pronto hizo un amago de querer apartar su mano. Bajé mi mano también y pronto pareció estar fuera de su sitio, como si me la hubieran arrancado. La sensación desagradable se extendió unos momentos por mi piel y pronto se desvaneció, quedando, unos segundos más, la impresión única de su piel en mis dedos.
Miré a ambos lados de donde nos encontrábamos. Apenas recordaba que hacía muy poco tiempo que me había alimentado, y que me encontraba demasiado cerca de mi víctima; de que estábamos en un callejón con poca iluminación. Un sitio donde no encajábamos, pero ¿Existiría alguna vez, un sitio en el que pudiéramos encajar naturalmente? Si ese sitio existía, yo sabía que no se encontraba en la tierra. Su invitación me tomó por sorpresa. Yo comprendía algo sobre las incomodidades en nuestra especie, pero esto pudiera tratarse de un aspecto más bien territorial. Dude en seguirlo. Acababa de conocerlo y no sabía a dónde quería guiarme, pero debía admitir que la invitación resultó más que tentadora y la posibilidad de esclarecer mis dudas solo volvían inútiles mis intentos por negarme. Miré su espalda, delgada y pequeña; me estiré con la posibilidad de mantener una distancia constante entre ambos y di así mi primer paso. Lo seguí en silencio, consciente de que él sabía que me tenía detrás suyo, de que iría a dónde quisiera llevarme.
Louis De Pointe Du Lac- Vampiro Clase Alta
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Re: Life is but a dream {Priv. - Louis}
La mano tibia que le había sostenido segundos antes, esa mano de largos y finos dedos, aun tenia presente la sensación cálida y suave de aquella mano, y sus ojos, esos ojos tan verdes como esmeraldas. Cerró sus propios ojos dejando que el aire escapara de sus labios y siguió avanzando, escuchando el sonido de los zapatos del vampiro andar tras de él, acoplándose a su andar, aun que iba liderando el camino, de esa forma era como si el vampiro caminara y él simplemente hacia eco de sus pasos. El camino era corto, giraba y caminaba entre las calles, bajo las luces lánguidas que las iluminaban, e incluso entre la oscuridad de aquel callejón al que se habían aventurado. Olía a humedad y suciedad, escucho el roer de una rata que escapo en cuanto escucho sus pasos sincopados y en algún sitio el ladrido de un perro.
Anduvo hasta el fondo del lugar, directo a una puerta que parecía demasiado vieja para sostenerse en sus goznes, metió la mano en el bolsillo de su abrigo sacando una pesada llave de acero la cual introdujo con calma en la cerradura que crujió al girar la llave, junto con el movimiento de la desvencijada puerta al abrirse. Dejo una mano en la madera astillada, haciendo un gesto con su mano libre, invitando a Louis a entrar.
-No es un hotel de lujo – dijo con una ligera sonrisa en sus labios – Pero supongo que es suficiente para ti – dijo en referencia al los lugares que había visto en su mente, el lujoso cuarto de hotel y el buhardilla donde se resguardaba de los rayos de sol. Aguardo a que el vampiro entrara y Armand hizo lo propio, caminando detrás de el y cerrando la puerta, asegurándola con la llave que volvió a guardar dentro de sus ropas. Se movió por el cuarto a oscuras, hasta encontrar un viejo quinqué de latón y la desgastada vela de cera de abeja sobre ella, tomo la caja de fósforos encendiendo uno y posteriormente encender la vela, dejando que la luz iluminara tenuemente el lugar. Un cuarto simple, pese al lugar en el que se encontraba oculto, paredes empapeladas con un bonito tapis en color rojo sangre y guirnaldas doradas, una amplia chimenea donde aun había ascuas brillantes, y una amplia cama con dosel de latón dorado y un colchón apropiado para descansar plácidamente, cubierto por un cobertor negro con una enorme rosa dorada bordada en el, un escritorio con pergaminos, tintas y plumas sobre este y otras cosas objetos de ornato y un amplio lienzo en blanco sobre un caballete con líneas sin forma, pinceles y pinturas a los pies de este al cual Armand dedico un efímero vistazo, casi con desprecio y se giro hasta la chimenea donde estaban dos sillones, uno frente a el otro. Dejo el quinqué sobre el hogar, usando una barra de metal para mover las ascuas, reavivando el fuego y echo uno de los leños que descansaban a un lado de la chimenea, entonces tomo asiento, invitando a Louis hacer lo propio.
- Pregunta ahora – dijo en un tono modulado de voz, sin dejar de mover el carbón, asegurándose que el fuego atrapara la madera nueva, que el fuego siguiera ardiendo y caldeando la habitación – Responderé a todo lo que tengas que decir a menos que no tenga la respuesta, claro esta.
Anduvo hasta el fondo del lugar, directo a una puerta que parecía demasiado vieja para sostenerse en sus goznes, metió la mano en el bolsillo de su abrigo sacando una pesada llave de acero la cual introdujo con calma en la cerradura que crujió al girar la llave, junto con el movimiento de la desvencijada puerta al abrirse. Dejo una mano en la madera astillada, haciendo un gesto con su mano libre, invitando a Louis a entrar.
-No es un hotel de lujo – dijo con una ligera sonrisa en sus labios – Pero supongo que es suficiente para ti – dijo en referencia al los lugares que había visto en su mente, el lujoso cuarto de hotel y el buhardilla donde se resguardaba de los rayos de sol. Aguardo a que el vampiro entrara y Armand hizo lo propio, caminando detrás de el y cerrando la puerta, asegurándola con la llave que volvió a guardar dentro de sus ropas. Se movió por el cuarto a oscuras, hasta encontrar un viejo quinqué de latón y la desgastada vela de cera de abeja sobre ella, tomo la caja de fósforos encendiendo uno y posteriormente encender la vela, dejando que la luz iluminara tenuemente el lugar. Un cuarto simple, pese al lugar en el que se encontraba oculto, paredes empapeladas con un bonito tapis en color rojo sangre y guirnaldas doradas, una amplia chimenea donde aun había ascuas brillantes, y una amplia cama con dosel de latón dorado y un colchón apropiado para descansar plácidamente, cubierto por un cobertor negro con una enorme rosa dorada bordada en el, un escritorio con pergaminos, tintas y plumas sobre este y otras cosas objetos de ornato y un amplio lienzo en blanco sobre un caballete con líneas sin forma, pinceles y pinturas a los pies de este al cual Armand dedico un efímero vistazo, casi con desprecio y se giro hasta la chimenea donde estaban dos sillones, uno frente a el otro. Dejo el quinqué sobre el hogar, usando una barra de metal para mover las ascuas, reavivando el fuego y echo uno de los leños que descansaban a un lado de la chimenea, entonces tomo asiento, invitando a Louis hacer lo propio.
- Pregunta ahora – dijo en un tono modulado de voz, sin dejar de mover el carbón, asegurándose que el fuego atrapara la madera nueva, que el fuego siguiera ardiendo y caldeando la habitación – Responderé a todo lo que tengas que decir a menos que no tenga la respuesta, claro esta.
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Re: Life is but a dream {Priv. - Louis}
Reconocí el lugar por el que andábamos, no por un paseo reciente que hubiera dado por ese sitio, sino por qué era una repetición de las calles por las que solía pasear en busca de mi presa nocturna. Las luces mortecinas, la ausencia de ruido, el olor nauseabundo a humedad, sudor y madera quemada, todo eso se repetían en mis noches de cacería, todo los olores intensificados por mí sed. Sí, todo esto era como un escenario repetido en el que la única novedad era la presencia del nuevo vampiro que como todos, aparentaba algo que no era. Lo seguí mientras él se movía por callejones cerrados y muy angostos, mientras las paredes parecían a punto de colapsar y dejaban paso para un único sitio. Una puerta única que parecía haber soportado múltiples imprecaciones contra la vida y pese a todo se mantenía erguida, agotada, pero sin ceder. Me detuve al mismo tiempo que él y lo observé mientras sacaba una llave y la introducía en la cerradura.
Observé el movimiento forzado de la puerta que cedió sin remedio ante el empuje del vampiro. Después vino la invitación, observé el gesto y entré sin hacerle esperar. El cuarto era sencillo, aunque había algo allí que lo hacía habitable para uno de nosotros. Permanecí cerca de la puerta y espere hasta que la habitación se iluminó un poco. Del espectro de la vela aparecieron las paredes, la chimenea y la sombra y esquinas de lo que era una cama. Extraño. Eran muebles que no encajaban en ese lugar y al mismo tiempo parecían hacerlo, como si aquel detalle pasara desapercibido mientras uno iba examinando el lugar y olvidaba que no se encontraba dentro de un ala de un castillo o un sótano bien acondicionado. Olía a tinta, a carbón y a pintura. Era un lugar que se usaba a menudo. Y vi el escritorio y el caballete con el lienzo en blanco. El calor del fuego me hizo voltear hacia allí y lo vi, sentado cómodamente, invitándome. No tuve dudas sobre si este sitio era suyo, aunque me intrigaba la cama en la habitación.
— El lugar no es importante… – Respondí, quizás un poco tarde. Yo habitaba según la comodidad, mi propia comodidad. Los parterres con flores me fascinaban, tanto por la vista como por el olor que despedían, un olor que a veces resultaba más nocivo para mí que el de la sangre. Un olor que innegablemente asociaba a ella. Me detuve y la aparté de mis pensamientos. El lugar no importaba. Ya habíamos empezado a hablar, pero preferí seguirle a donde quisiera llevarme que cuestionarme sus motivos para cambiar de sitio. Como dije, mi propia comodidad. Me acerqué a la chimenea y me senté frente a él. Como yo ya había comenzado antes, simplemente proseguí. – Te agradezco por esto… — Sin una definición clara a lo que esto era, Armand me estaba dando una especie de expiación, un momento de respiro que yo necesitaba terriblemente. — Como te decía, le temo al extravió más que a lo que yo soy. Sin un propósito, incluso criaturas como nosotros solo existimos sin motivo, solo por existir. ¿Cuál es ese propósito? ¿Qué es lo que somos? — En mis viajes, en mi tiempo siendo el monstruo que era, lo único de lo que estaba seguro era de aquella oscuridad, aquella desesperación cerniéndose noche tras noche en un cúmulo infinito de vacío. Sin bondad.
Observé el movimiento forzado de la puerta que cedió sin remedio ante el empuje del vampiro. Después vino la invitación, observé el gesto y entré sin hacerle esperar. El cuarto era sencillo, aunque había algo allí que lo hacía habitable para uno de nosotros. Permanecí cerca de la puerta y espere hasta que la habitación se iluminó un poco. Del espectro de la vela aparecieron las paredes, la chimenea y la sombra y esquinas de lo que era una cama. Extraño. Eran muebles que no encajaban en ese lugar y al mismo tiempo parecían hacerlo, como si aquel detalle pasara desapercibido mientras uno iba examinando el lugar y olvidaba que no se encontraba dentro de un ala de un castillo o un sótano bien acondicionado. Olía a tinta, a carbón y a pintura. Era un lugar que se usaba a menudo. Y vi el escritorio y el caballete con el lienzo en blanco. El calor del fuego me hizo voltear hacia allí y lo vi, sentado cómodamente, invitándome. No tuve dudas sobre si este sitio era suyo, aunque me intrigaba la cama en la habitación.
— El lugar no es importante… – Respondí, quizás un poco tarde. Yo habitaba según la comodidad, mi propia comodidad. Los parterres con flores me fascinaban, tanto por la vista como por el olor que despedían, un olor que a veces resultaba más nocivo para mí que el de la sangre. Un olor que innegablemente asociaba a ella. Me detuve y la aparté de mis pensamientos. El lugar no importaba. Ya habíamos empezado a hablar, pero preferí seguirle a donde quisiera llevarme que cuestionarme sus motivos para cambiar de sitio. Como dije, mi propia comodidad. Me acerqué a la chimenea y me senté frente a él. Como yo ya había comenzado antes, simplemente proseguí. – Te agradezco por esto… — Sin una definición clara a lo que esto era, Armand me estaba dando una especie de expiación, un momento de respiro que yo necesitaba terriblemente. — Como te decía, le temo al extravió más que a lo que yo soy. Sin un propósito, incluso criaturas como nosotros solo existimos sin motivo, solo por existir. ¿Cuál es ese propósito? ¿Qué es lo que somos? — En mis viajes, en mi tiempo siendo el monstruo que era, lo único de lo que estaba seguro era de aquella oscuridad, aquella desesperación cerniéndose noche tras noche en un cúmulo infinito de vacío. Sin bondad.
Louis De Pointe Du Lac- Vampiro Clase Alta
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Re: Life is but a dream {Priv. - Louis}
Una sonrisa disimulada se dibujo en sus labios, mirándole fijamente, con los ojos brillantes, como ámbar cristalizado.
- Dije que respondería a lo que preguntaras a menos que no tuviera las respuestas – dijo el vampiro, sin quitarle de encima la mirada al más joven. Irónico, el hecho de que el vampiro de ojos verdes fuera más joven de Armand, no significaba que su apariencia concordara con el hecho. Armand siempre luciría mas joven que cualquier otro vampiro que conociera, exceptuando solo a una, esa chiquilla que había visto vagar solitaria por la ciudad-. No se si tengamos un propósito general, como una raza, si es que quieres llamarnos así – dijo y cruzo las piernas con sumo cuidado, manteniendo una pose altiva -, pero cada uno de nosotros tenemos una motivación en general para permanecer en este mundo – la sonrisa se expandió ligeramente, un efímero instante antes de disiparse, como si jamás hubiera existido ese gesto en el pálido rostro enmarcado de risos de fuego.
Guardo silencio, y desvió la mirada con calma hacia la chimenea, siguiendo las formas del fuego, las diminutas lenguas que lamian la pared trasera del hogar, prestando atención al chasquido de la cera al consumirse. Su mano se movió lánguida, casi como si fuera un gran trabajo moverla, colocándola en el descansabrazos de su sillón, su codo sobre la superficie y su mentón sobre su puño, en total silencio, en una pose que podía significar que estaba pensando en algo trascendental, aun que realmente su mente estaba en blanco, aguardando las palabras de Louis.
-No somos mas que vampiros – dijo en un murmullo casi inaudible, sin moverse de aquella extraña posición -. Seres noctámbulos bebedores de sangre humana, sobrevivimos de ella y así ha sido durante siglos o quizás milenios y lo seguirá siendo en un futuro.
- Dije que respondería a lo que preguntaras a menos que no tuviera las respuestas – dijo el vampiro, sin quitarle de encima la mirada al más joven. Irónico, el hecho de que el vampiro de ojos verdes fuera más joven de Armand, no significaba que su apariencia concordara con el hecho. Armand siempre luciría mas joven que cualquier otro vampiro que conociera, exceptuando solo a una, esa chiquilla que había visto vagar solitaria por la ciudad-. No se si tengamos un propósito general, como una raza, si es que quieres llamarnos así – dijo y cruzo las piernas con sumo cuidado, manteniendo una pose altiva -, pero cada uno de nosotros tenemos una motivación en general para permanecer en este mundo – la sonrisa se expandió ligeramente, un efímero instante antes de disiparse, como si jamás hubiera existido ese gesto en el pálido rostro enmarcado de risos de fuego.
Guardo silencio, y desvió la mirada con calma hacia la chimenea, siguiendo las formas del fuego, las diminutas lenguas que lamian la pared trasera del hogar, prestando atención al chasquido de la cera al consumirse. Su mano se movió lánguida, casi como si fuera un gran trabajo moverla, colocándola en el descansabrazos de su sillón, su codo sobre la superficie y su mentón sobre su puño, en total silencio, en una pose que podía significar que estaba pensando en algo trascendental, aun que realmente su mente estaba en blanco, aguardando las palabras de Louis.
-No somos mas que vampiros – dijo en un murmullo casi inaudible, sin moverse de aquella extraña posición -. Seres noctámbulos bebedores de sangre humana, sobrevivimos de ella y así ha sido durante siglos o quizás milenios y lo seguirá siendo en un futuro.
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Re: Life is but a dream {Priv. - Louis}
Dentro de aquella habitación, la presencia del vampiro recién conocido se volvía más fuerte, era más opresiva, aunque en ningún momento sentí que deseara hacerme daño, pudiera ser que era mucho más antiguo de lo que en un principio me había hecho sospechar, porque eso era algo que yo intuía bien. Había una invitación en su voz, en sus palabras. Era muy difícil intentar ver lo que era o lo que pretendía ser. Me sentí atrapado dentro de su atmosfera dominante pero a la vez precavida. Desvié la mirada de sus ojos y la concentre en el fuego, mirando las llamas lamer los maderos secos, consumiéndolos poco a poco. Un destino que, metafóricamente, nos sucedería a nosotros también. Podía verlo, el final que me parecía más lógico para criaturas como nosotros.
— Si tenemos un propósito no debería de ser otro que el propagar la maldad. — Dije, revelando la cuestión que durante años estuvo desaparecida, desvaneciéndose entre los brazos fuertes pero pequeños de mi niña, perdida en aquellos salones llenos de luz y olores de flores, sudor y sangre. La echaba mucho de menos, pero su recuerdo me ayudaba o no pensar en él. Aunque lo hacía muy a menudo, pese a mis esfuerzos. Cuando llegó al punto de la motivación, me sentí vacío. Pensé en lo que yo podría considerar una motivación lo suficientemente fuerte como para seguir viviendo y me sumí en aquel momento de reflexión en el que, de pronto, el exterior desaparecía. La conclusión no me sorprendió. — Yo no tengo motivaciones… — Pero tenía motivos. Uno de ellos era el miedo.
Aparté la mirada del fuego y la volví a él. Se encontraba casi de perfil, examinando el mismo fuego que yo había vito antes. Por unos momentos me perdí en lo juvenil de su rostro, en sus cabellos ondulados y ensortijados que acariciaban sus mejillas como si nunca hubieran conocido el peso de la gravedad. Observé su perfil, bello, recortado por la luz que el fuego de la chimenea reflejaba. Su cuerpo menudo de un hombre no crecido, que solo realzaba su fragilidad y lo hacía más hermoso. Lo observé, comprendiendo que él sabía que yo lo miraba. Recordé que había agregado el adjetivo extraño a la conversación que teníamos y cuando volvió hablar, su voz pareció proceder desde las paredes y no desde su garganta, pero fue clara y concisa a pesar del tono bajo que estaba usando.
— ¿Eso es todo? — Pregunté y mi voz estuvo plagada de cierta decepción mezclada con resignación. Una parte de mi sabia que esto era la única verdad. Que no teníamos sentido, que no éramos nada, que ni siquiera deberíamos de existir, Ah, pero me negaba a dar por afirmada aquella cuestión. Debía de existir algo, pensé, aunque los propósitos se desvanecían de mi raciocinio. La decepción se proyectó en mí y me vi inclinado hacia el frente en la butaca, con mis dedos sosteniendo el peso de mi cabeza desde mi frente. — ¿Qué hay sobre el Diablo? No podemos ser criaturas del bien… Así que sólo podemos servir al diablo…
— Si tenemos un propósito no debería de ser otro que el propagar la maldad. — Dije, revelando la cuestión que durante años estuvo desaparecida, desvaneciéndose entre los brazos fuertes pero pequeños de mi niña, perdida en aquellos salones llenos de luz y olores de flores, sudor y sangre. La echaba mucho de menos, pero su recuerdo me ayudaba o no pensar en él. Aunque lo hacía muy a menudo, pese a mis esfuerzos. Cuando llegó al punto de la motivación, me sentí vacío. Pensé en lo que yo podría considerar una motivación lo suficientemente fuerte como para seguir viviendo y me sumí en aquel momento de reflexión en el que, de pronto, el exterior desaparecía. La conclusión no me sorprendió. — Yo no tengo motivaciones… — Pero tenía motivos. Uno de ellos era el miedo.
Aparté la mirada del fuego y la volví a él. Se encontraba casi de perfil, examinando el mismo fuego que yo había vito antes. Por unos momentos me perdí en lo juvenil de su rostro, en sus cabellos ondulados y ensortijados que acariciaban sus mejillas como si nunca hubieran conocido el peso de la gravedad. Observé su perfil, bello, recortado por la luz que el fuego de la chimenea reflejaba. Su cuerpo menudo de un hombre no crecido, que solo realzaba su fragilidad y lo hacía más hermoso. Lo observé, comprendiendo que él sabía que yo lo miraba. Recordé que había agregado el adjetivo extraño a la conversación que teníamos y cuando volvió hablar, su voz pareció proceder desde las paredes y no desde su garganta, pero fue clara y concisa a pesar del tono bajo que estaba usando.
— ¿Eso es todo? — Pregunté y mi voz estuvo plagada de cierta decepción mezclada con resignación. Una parte de mi sabia que esto era la única verdad. Que no teníamos sentido, que no éramos nada, que ni siquiera deberíamos de existir, Ah, pero me negaba a dar por afirmada aquella cuestión. Debía de existir algo, pensé, aunque los propósitos se desvanecían de mi raciocinio. La decepción se proyectó en mí y me vi inclinado hacia el frente en la butaca, con mis dedos sosteniendo el peso de mi cabeza desde mi frente. — ¿Qué hay sobre el Diablo? No podemos ser criaturas del bien… Así que sólo podemos servir al diablo…
Louis De Pointe Du Lac- Vampiro Clase Alta
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Re: Life is but a dream {Priv. - Louis}
Rió, sin afán de ofender a su interlocutor, de herir sus sentimientos, simplemente era una risa que le vino natural, al recuerdo de lo que alguna vez fue y creyó tan fervientemente desde el fondo de su alma y corazón marchitos hasta la llegada del rubio vampiro que termino con aquella farsa.
- No hay mal en lo que hacemos – dijo – El mal es solo algo subjetivo, si lo quieres ver así – indico, inclinándose hacia el frente, intentando ver el rostro de Louis nuevamente, esos ojos verdes, como joyas, carentes de una maldad verdadera y llenos de dolor, de melancolía, de perdida -. El demonio no domina nuestros caminos a menos que así lo queramos – sus palabras eran claras, era mas como una propia aceptación de lo que había perdido el también en aquel largo camino de su existencia -. No hay ningún mal en intentar sobrevivir, así sea alimentándonos de la sangre de los humanos, o ¿es que acaso ellos no cometen asesinato en pos a su propia supervivencia? – pregunto y volvió a recargar su espalda en el sofá, fijando al vista en la chimenea o eso parecía -. Matan animales para alimentarse y ¿Qué me dices de la inquisición? Matan y destruyen en nombre de Dios y sin embargo eso no es malo para ellos, cuando en sus leyes indica que matar al prójimo es pecado -, indico con cierta molestia, respiro profundo y cerro los ojos, frunciendo el ceño en un gesto que pareciera de dolor, sin embargo, no era así, no sentía dolor físico, ni emocional, simplemente se sentía un tanto perturbado ante aquel echo.
- Entonces… nosotros no somos culpables de lo que hacemos, por que lo hacemos de la misma forma en que los lobos cazan ovejas – dijo, retomando su análisis -, es cuestión de supervivencia del mas fuerte, o son ellos o somos nosotros – un suspiro escapo de sus labios y se puso de pie con tranquilidad, moviéndose por la habitación, sintiéndose un poco tenso, pues no le gustaba hablar de esas cosas, de tratar de explicar lo que sentía y como veía el mundo, como en cuatrocientos años su mente se había transformado una y otra vez ante los eventos vividos. Él mas que nadie sabia de lo crueles que podían ser los seres humanos hacia con otros, solo por deseo y poder, por vanidad y dinero y sabia también de lo que eran capaces de hacer otros como el, vampiros que tenían falsas creencias. Dejo de andar y se quedo parado tras del sillón donde aun se encontraba Louis sentado, manteniendo sus pálidas manos en el respaldo, mirando el lustroso y negro cabello de Louis, su ancha espalda, aquel cuerpo de un hombre que había alcanzado la madures antes de ser transformado en vampiro.
-Lestat debió haberte dicho esto – dijo Armand, con total tranquilidad y aguardo la reacción del pelinegro -. Él siempre supo como valerse por si mismo y seguir la regla del mas fuerte y el mas astuto…
- No hay mal en lo que hacemos – dijo – El mal es solo algo subjetivo, si lo quieres ver así – indico, inclinándose hacia el frente, intentando ver el rostro de Louis nuevamente, esos ojos verdes, como joyas, carentes de una maldad verdadera y llenos de dolor, de melancolía, de perdida -. El demonio no domina nuestros caminos a menos que así lo queramos – sus palabras eran claras, era mas como una propia aceptación de lo que había perdido el también en aquel largo camino de su existencia -. No hay ningún mal en intentar sobrevivir, así sea alimentándonos de la sangre de los humanos, o ¿es que acaso ellos no cometen asesinato en pos a su propia supervivencia? – pregunto y volvió a recargar su espalda en el sofá, fijando al vista en la chimenea o eso parecía -. Matan animales para alimentarse y ¿Qué me dices de la inquisición? Matan y destruyen en nombre de Dios y sin embargo eso no es malo para ellos, cuando en sus leyes indica que matar al prójimo es pecado -, indico con cierta molestia, respiro profundo y cerro los ojos, frunciendo el ceño en un gesto que pareciera de dolor, sin embargo, no era así, no sentía dolor físico, ni emocional, simplemente se sentía un tanto perturbado ante aquel echo.
- Entonces… nosotros no somos culpables de lo que hacemos, por que lo hacemos de la misma forma en que los lobos cazan ovejas – dijo, retomando su análisis -, es cuestión de supervivencia del mas fuerte, o son ellos o somos nosotros – un suspiro escapo de sus labios y se puso de pie con tranquilidad, moviéndose por la habitación, sintiéndose un poco tenso, pues no le gustaba hablar de esas cosas, de tratar de explicar lo que sentía y como veía el mundo, como en cuatrocientos años su mente se había transformado una y otra vez ante los eventos vividos. Él mas que nadie sabia de lo crueles que podían ser los seres humanos hacia con otros, solo por deseo y poder, por vanidad y dinero y sabia también de lo que eran capaces de hacer otros como el, vampiros que tenían falsas creencias. Dejo de andar y se quedo parado tras del sillón donde aun se encontraba Louis sentado, manteniendo sus pálidas manos en el respaldo, mirando el lustroso y negro cabello de Louis, su ancha espalda, aquel cuerpo de un hombre que había alcanzado la madures antes de ser transformado en vampiro.
-Lestat debió haberte dicho esto – dijo Armand, con total tranquilidad y aguardo la reacción del pelinegro -. Él siempre supo como valerse por si mismo y seguir la regla del mas fuerte y el mas astuto…
Amadeo- Vampiro Clase Alta
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Re: Life is but a dream {Priv. - Louis}
Pasaron unos minutos, o quizás fueron unos segundos nada más. No lo sé. Desde que soy vampiro, el tiempo ha dejado de tener el mismo significado; como humano, recuerdo consultarlo con frecuencia, siempre haciendo cálculos en torno a las horas que quedaban de luz o los trayectos a recorrer en caballo, ahora todo eso es superfluo, insustancial y carente de interés. Sí, esa es la palabra. El tiempo me desinteresaba profundamente. Lo único que me importa es estar pendiente del sol y eso por mera cobardía, por supuesto. Tampoco es como si sea necesario. Basta con el dolor que siento cuando mi hora de retirarme ha llegado. Esa noche me sentía fatigado. Su risa no me ayudó pero tampoco tuvo la fuerza para hacerme mover. Encontré comodidad e intimidad en aquella posición mientras sus palabras traspasaban mis oídos y se alojaban en mi cerebro como siempre que escuchaba la voz de otro vampiro.
— Es diferente… — Comencé, no tan reacio como antes. Había comprendido que comenzaba a perder, que aquel vampiro que parecía un ángel, aquel sabio envestido en el cuerpo de un joven, me había embrujado lo suficiente para que pudiera dar cabida a sus ideas y tratara de acoplarlas a las mías. Para que despejara mi sufrimiento sólo un poco. — Aunque el hombre se mate entre sí sin justificación, el mero hecho de que sea entre ellos nos aparta por completo a nosotros de la justificación que es necesaria para el perdón ya que no somos humanos. Creo que seríamos capaces de sobrevivir sin tener que asesinar. La opción de elegir es lo que nos convierte en malvados pero, a la vez, no es como si tuviéramos una opción real para escoger… Les llevamos una ventaja demasiado desmesurada ¿No te parece? — Los monstruos no deberían de tener esa case de ventajas ni de derechos. Si el lobo es tan fuerte y veloz como nosotros, entonces no tendría importancia si la oveja está enferma o es un infante. — Eres demasiado justo.
No podía creer en eso. Por supuesto que éramos culpables, era en ese hecho el que pesaba sobre mi conciencia. Yo bebí de animales por cuatro años, pero al final, acabé sucumbiendo de nuevo a la sangre humana. Fui como un toxicómano recayendo en el vicio sin remedio alguno y recordar la sensación cuando volví a beberla después de tanto tiempo aun me llenaba de escalofríos de doloroso placer.
Le vi ponerse de pie, entre la cortina de mis cabellos oscuros y lo seguí hasta que mi visión periférica no dio para más. Entonces me moví lentamente y me enderece lo necesario, sin dejar de mantenerme inclinado. De pronto me sentía muy a gusto en esa posición que velaba mi expresión facial y me ayudaba a meditar. Lo sentí detrás de mí y lentamente gire la cabeza hasta que alcancé a verlo. Sus rizos se enroscaban en su bello rostro, lo enmarcaban y acariciaban como si fueran capaz de herirlo. Era tan hermoso que su belleza me cegaba aunque sus palabras me herían. Y entonces, como si deseara que lo odiara, mencionó aquel nombre con una naturalidad que yo nunca le había escuchado antes a nadie, ni a mí mismo. Sí, ya lo había visto antes, junto a su madre convertida en un vampiro. Había visto el cuadro de aquellas criaturas de pelo dorado y rizado, de sus rasgos franceses, de sus ojos azules y fríos. Lestat, a quien antes odiara por razones incorrectas. Imagino que debí haber reído o por lo menos soltado una risotada.
— Conoces a Lestat… — Es una afirmación. No podía ser que no lo conociera. Y no me importa haberme delatado ante él. No me importa que vea o sienta un atisbo de lo que yo siento hacia Lestat, mi creador. — ¿Decirme qué? — Pregunté de pronto, girando el rostro para ver el fuego nuevamente. Su calor calentaba mi rostro gélido. — Lestat es un cínico. Nunca me contó nada que yo pudiera necesitar en el pasado, no más de algún par de cosas por supuesto. Cosas que cualquier neófito pudiera necesitar saber. — No. Yo no veía a Lestat de esa manera. No era astuto para mí, pero era cierto que cualquier vampiro se podía ser autosuficiente después de un cierto tiempo, lo que convertía a cualquier vampiro en un ser capaz de valerse por si mismo.
Descubrí que ahora Lestat ya no me provocaba lo mismo que antes. Antes sentía repudio y odio, sentía una indiferencia plagada del dolor al mentirme que no lo extrañaba. Ahora todo era más líquido, transparente. Era más honesto.
— Es diferente… — Comencé, no tan reacio como antes. Había comprendido que comenzaba a perder, que aquel vampiro que parecía un ángel, aquel sabio envestido en el cuerpo de un joven, me había embrujado lo suficiente para que pudiera dar cabida a sus ideas y tratara de acoplarlas a las mías. Para que despejara mi sufrimiento sólo un poco. — Aunque el hombre se mate entre sí sin justificación, el mero hecho de que sea entre ellos nos aparta por completo a nosotros de la justificación que es necesaria para el perdón ya que no somos humanos. Creo que seríamos capaces de sobrevivir sin tener que asesinar. La opción de elegir es lo que nos convierte en malvados pero, a la vez, no es como si tuviéramos una opción real para escoger… Les llevamos una ventaja demasiado desmesurada ¿No te parece? — Los monstruos no deberían de tener esa case de ventajas ni de derechos. Si el lobo es tan fuerte y veloz como nosotros, entonces no tendría importancia si la oveja está enferma o es un infante. — Eres demasiado justo.
No podía creer en eso. Por supuesto que éramos culpables, era en ese hecho el que pesaba sobre mi conciencia. Yo bebí de animales por cuatro años, pero al final, acabé sucumbiendo de nuevo a la sangre humana. Fui como un toxicómano recayendo en el vicio sin remedio alguno y recordar la sensación cuando volví a beberla después de tanto tiempo aun me llenaba de escalofríos de doloroso placer.
Le vi ponerse de pie, entre la cortina de mis cabellos oscuros y lo seguí hasta que mi visión periférica no dio para más. Entonces me moví lentamente y me enderece lo necesario, sin dejar de mantenerme inclinado. De pronto me sentía muy a gusto en esa posición que velaba mi expresión facial y me ayudaba a meditar. Lo sentí detrás de mí y lentamente gire la cabeza hasta que alcancé a verlo. Sus rizos se enroscaban en su bello rostro, lo enmarcaban y acariciaban como si fueran capaz de herirlo. Era tan hermoso que su belleza me cegaba aunque sus palabras me herían. Y entonces, como si deseara que lo odiara, mencionó aquel nombre con una naturalidad que yo nunca le había escuchado antes a nadie, ni a mí mismo. Sí, ya lo había visto antes, junto a su madre convertida en un vampiro. Había visto el cuadro de aquellas criaturas de pelo dorado y rizado, de sus rasgos franceses, de sus ojos azules y fríos. Lestat, a quien antes odiara por razones incorrectas. Imagino que debí haber reído o por lo menos soltado una risotada.
— Conoces a Lestat… — Es una afirmación. No podía ser que no lo conociera. Y no me importa haberme delatado ante él. No me importa que vea o sienta un atisbo de lo que yo siento hacia Lestat, mi creador. — ¿Decirme qué? — Pregunté de pronto, girando el rostro para ver el fuego nuevamente. Su calor calentaba mi rostro gélido. — Lestat es un cínico. Nunca me contó nada que yo pudiera necesitar en el pasado, no más de algún par de cosas por supuesto. Cosas que cualquier neófito pudiera necesitar saber. — No. Yo no veía a Lestat de esa manera. No era astuto para mí, pero era cierto que cualquier vampiro se podía ser autosuficiente después de un cierto tiempo, lo que convertía a cualquier vampiro en un ser capaz de valerse por si mismo.
Descubrí que ahora Lestat ya no me provocaba lo mismo que antes. Antes sentía repudio y odio, sentía una indiferencia plagada del dolor al mentirme que no lo extrañaba. Ahora todo era más líquido, transparente. Era más honesto.
Louis De Pointe Du Lac- Vampiro Clase Alta
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Re: Life is but a dream {Priv. - Louis}
Le escuchaba con atención, intentando comprender la profundidad de su dolor, su repudio a lo que implicaba toda la naturaleza vampírica, lo fácil que era sentirse fuera de lugar.
- No se trata de justicia, Louis - indico, sin moverse, simplemente le observaba con calma, desde aquella posición -. Deberías leer la mente de tus victimas, recrearte en lo que su maldad nos brinda... Si es que decides solo alimentarte del malvado, del malhechor, de toda la escoria que abunda en este mundo - suspiro ligeramente, dejando que su mente se dejara llevar por los recuerdos, aun que no siempre se alimentaba del malvado, el no tenia esa moral.
-Ellos deciden hacer el mal, nosotros somos... Como ángeles justicieros de Dios. Esa es nuestra forma de ser justos, si así lo quieres tomar.
No se movió del lugar donde estaba, simplemente se inclino lo suficiente para que su rostro quedara a la altura del de Louis, con una media sonrisa en los labios, al detectar el nada disimulado repudio que esta creatura sentía hacia su propio creador y teniendo e cuenta quien era, sentía cierta satisfacción, era parte de aquella predicción que había echo a Lestat hacia mas de una década, sus creaciones le odiarían y se alejarían de el por su carencia de compromiso.
-Lo conozco perfectamente – indico y paso una de sus manos por los largos y negros cabellos, seda fina entre sus dedos -. Lo conozco lo suficiente para sufrir si desapareciera – dijo y se movió, llevándose entre sus dedos los mechones de su cabello, sintiendo la suave textura, hilos de seda negra y fría, le agradaba en demasía-. Por suerte o desgracia, no sabría decirlo realmente, se que Lestat no desaparecerá tan fácilmente, como dije, es demasiado astuto para dejarse derrocar por cualquier cosa.
Siguió andando de aquella forma calmada, acercándose nuevamente a la chimenea y permaneció ahí frente a ella, dejando que la luz del fuego le rodeara, sin intensión de lucir amenazante.
-Lestat es un ser muy astuto, el no necesito de un maestro que le instruyera de nada mas que lo necesario, muy distinto a ti o a mi mismo – suspiro y se volvió para mirar la leña consumiéndose y entonces, guardo silencio, manteniéndose en aquella pose, sin mover ni un musculo, sin respirar, dando un aspecto de estatua fijada en el suelo frente al hogar, una estatua demasiado perfecta.
- No se trata de justicia, Louis - indico, sin moverse, simplemente le observaba con calma, desde aquella posición -. Deberías leer la mente de tus victimas, recrearte en lo que su maldad nos brinda... Si es que decides solo alimentarte del malvado, del malhechor, de toda la escoria que abunda en este mundo - suspiro ligeramente, dejando que su mente se dejara llevar por los recuerdos, aun que no siempre se alimentaba del malvado, el no tenia esa moral.
-Ellos deciden hacer el mal, nosotros somos... Como ángeles justicieros de Dios. Esa es nuestra forma de ser justos, si así lo quieres tomar.
No se movió del lugar donde estaba, simplemente se inclino lo suficiente para que su rostro quedara a la altura del de Louis, con una media sonrisa en los labios, al detectar el nada disimulado repudio que esta creatura sentía hacia su propio creador y teniendo e cuenta quien era, sentía cierta satisfacción, era parte de aquella predicción que había echo a Lestat hacia mas de una década, sus creaciones le odiarían y se alejarían de el por su carencia de compromiso.
-Lo conozco perfectamente – indico y paso una de sus manos por los largos y negros cabellos, seda fina entre sus dedos -. Lo conozco lo suficiente para sufrir si desapareciera – dijo y se movió, llevándose entre sus dedos los mechones de su cabello, sintiendo la suave textura, hilos de seda negra y fría, le agradaba en demasía-. Por suerte o desgracia, no sabría decirlo realmente, se que Lestat no desaparecerá tan fácilmente, como dije, es demasiado astuto para dejarse derrocar por cualquier cosa.
Siguió andando de aquella forma calmada, acercándose nuevamente a la chimenea y permaneció ahí frente a ella, dejando que la luz del fuego le rodeara, sin intensión de lucir amenazante.
-Lestat es un ser muy astuto, el no necesito de un maestro que le instruyera de nada mas que lo necesario, muy distinto a ti o a mi mismo – suspiro y se volvió para mirar la leña consumiéndose y entonces, guardo silencio, manteniéndose en aquella pose, sin mover ni un musculo, sin respirar, dando un aspecto de estatua fijada en el suelo frente al hogar, una estatua demasiado perfecta.
Amadeo- Vampiro Clase Alta
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Re: Life is but a dream {Priv. - Louis}
Comprendí lo poco que me gustaba tener que escucharle hablar de esta manera. Escuchar lo que decía me resultaba casi enfermizo y carente de sentido, pero al mismo tiempo me gustaba oírle. Disfrutaba el timbre de su voz penetrando en mis oídos, las palabras que decía con tanta certeza y que tanto me irritaban. Me concentré en ese sonido, en el susurro que acariciaba mis oídos. Tenía la voz perfecta para su apariencia a pesar de que nada de lo que decía estaba de acuerdo con mi propio pensamiento.
Permanecí quieto, sentado y medio encorvado, permanecí escuchándolo, perdiendo el control de mis propios pensamientos por unos segundos. Algo en él me recordaba a Lestat terriblemente, de una manera que rayaba en lo absurdo. ¿Es que lo hacía a posta? Era como escucharle a él, con sus incoherentes aires de divinidad. No hay nada divino en nosotros y, puede ser que tampoco haya nada demoniaco. Puede ser que Armand tenga razón y yo sólo necesite aferrarme a algo que de sentido a nuestra existencia, lo que sea. De igual forma, no me gusta leer la mente de las personas, prefiero tener un pequeño soplo de sus sentimientos, con eso me basta. Y sin embargo…
— Las leo. Pero no siempre dicen algo que uno esté dispuesto a aceptar escuchar. — Mi víctima de esa noche había violado pero no había matado, puede que eso fuera lo que lo llevara al punto de caer en mis garras. Era un malvado, con alguna posibilidad de convertirse en terrible. No me gustaba pensar en mis víctimas. Nunca lo hacía. Recordarlas me hacía sentir nauseas. — Para el caso, no hay una línea marcada que distinga de verdad a un malvado de entre los demás. Prefiero no pensar en ello antes de hacerlo. Es terrible darle una cara a un cuerpo vacío, a una esencia que ya forma parte de uno. — Respondí con un leve mal humor, crispado por aquella repentina comparación. — Entonces los ángeles son criaturas horrendas también. — Ni siquiera me detuve a pensar en lo que había dicho.
Levanté la cabeza para verlo de nuevo pero ahora de reojo y el toque de sus dedos en mi cabello me sorprendió por un segundo. El gesto me pareció tan íntimo que me sentí desnudado solo por sus dedos, como si fuera capaz de arrancarme todo lo que estorbara en mí ser. Esperaba que se sintiera molesto por mi diatriba, por mi absoluto deseo de negarme a sus palabras. Lo esperaba con tal certeza que su toque gentil me puso nervioso. Su presencia a mis espaldas comenzó a convertirse en una molestia, como si fuera inadecuado el tenerlo detrás mío mientras refutaba todo lo que me planteaba. Deseaba que siguiera hablando, pero deseaba verlo también, quería admirara una vez más sus rizos rojizos, su fino mentón y la forma aniñada de su cara. Quería que siguiera deleitándome con su voz aunque me crispara los nervios, aunque estuviera molesto conmigo.
— ¿Acaso importa que sea un astuto ahora? Nada tiene que ver si sientes admiración hacía él. Como ya dije, él nunca fue muy útil para obtener información, pero, de todas maneras, aunque lo hubiera sido, no hubiese hablado con él de estas cosas. — Pero yo no dejaba de pensar en él, de extrañarlo. Echaba de menos las noches que pasamos juntos paseando, yendo de cacería o simplemente charlando, mientras tocaba el clavicémbalo en el salón de nuestro hogar para que Claudia y yo lo escucháramos. Siempre le ha gustado el público, no es algo que pueda negar. Entonces la figura de Armand se reveló frente a mí y pude ver su esplendor exagerado pro el fuego de la chimenea. Resultó doloroso mirarle así. — Te has enfadado conmigo… — Dije sin pensar, desviando la mirada al fuego. Las llamas parecían llamarme siempre. Me gustaba el calor que despedía, que lamian mi piel altamente inflamable.
Permanecí quieto, sentado y medio encorvado, permanecí escuchándolo, perdiendo el control de mis propios pensamientos por unos segundos. Algo en él me recordaba a Lestat terriblemente, de una manera que rayaba en lo absurdo. ¿Es que lo hacía a posta? Era como escucharle a él, con sus incoherentes aires de divinidad. No hay nada divino en nosotros y, puede ser que tampoco haya nada demoniaco. Puede ser que Armand tenga razón y yo sólo necesite aferrarme a algo que de sentido a nuestra existencia, lo que sea. De igual forma, no me gusta leer la mente de las personas, prefiero tener un pequeño soplo de sus sentimientos, con eso me basta. Y sin embargo…
— Las leo. Pero no siempre dicen algo que uno esté dispuesto a aceptar escuchar. — Mi víctima de esa noche había violado pero no había matado, puede que eso fuera lo que lo llevara al punto de caer en mis garras. Era un malvado, con alguna posibilidad de convertirse en terrible. No me gustaba pensar en mis víctimas. Nunca lo hacía. Recordarlas me hacía sentir nauseas. — Para el caso, no hay una línea marcada que distinga de verdad a un malvado de entre los demás. Prefiero no pensar en ello antes de hacerlo. Es terrible darle una cara a un cuerpo vacío, a una esencia que ya forma parte de uno. — Respondí con un leve mal humor, crispado por aquella repentina comparación. — Entonces los ángeles son criaturas horrendas también. — Ni siquiera me detuve a pensar en lo que había dicho.
Levanté la cabeza para verlo de nuevo pero ahora de reojo y el toque de sus dedos en mi cabello me sorprendió por un segundo. El gesto me pareció tan íntimo que me sentí desnudado solo por sus dedos, como si fuera capaz de arrancarme todo lo que estorbara en mí ser. Esperaba que se sintiera molesto por mi diatriba, por mi absoluto deseo de negarme a sus palabras. Lo esperaba con tal certeza que su toque gentil me puso nervioso. Su presencia a mis espaldas comenzó a convertirse en una molestia, como si fuera inadecuado el tenerlo detrás mío mientras refutaba todo lo que me planteaba. Deseaba que siguiera hablando, pero deseaba verlo también, quería admirara una vez más sus rizos rojizos, su fino mentón y la forma aniñada de su cara. Quería que siguiera deleitándome con su voz aunque me crispara los nervios, aunque estuviera molesto conmigo.
— ¿Acaso importa que sea un astuto ahora? Nada tiene que ver si sientes admiración hacía él. Como ya dije, él nunca fue muy útil para obtener información, pero, de todas maneras, aunque lo hubiera sido, no hubiese hablado con él de estas cosas. — Pero yo no dejaba de pensar en él, de extrañarlo. Echaba de menos las noches que pasamos juntos paseando, yendo de cacería o simplemente charlando, mientras tocaba el clavicémbalo en el salón de nuestro hogar para que Claudia y yo lo escucháramos. Siempre le ha gustado el público, no es algo que pueda negar. Entonces la figura de Armand se reveló frente a mí y pude ver su esplendor exagerado pro el fuego de la chimenea. Resultó doloroso mirarle así. — Te has enfadado conmigo… — Dije sin pensar, desviando la mirada al fuego. Las llamas parecían llamarme siempre. Me gustaba el calor que despedía, que lamian mi piel altamente inflamable.
Louis De Pointe Du Lac- Vampiro Clase Alta
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Re: Life is but a dream {Priv. - Louis}
Giro su rostro, sonriendo ligeramente, observando la pálida piel del rostro de Louis, el calor que emanaba de él.
-Como podría estarlo – murmuro, girándose totalmente, dio unos pasos hasta estar frente al vampiro, observando el brillo de verde esmeralda de sus ojos. Demasiado hermoso, dolorosamente hermoso.
-Me resulta mas fácil estar enojado con Lestat por su ineptitud –indico con calma y sin temor a una reprimenda-, si yo hubiera sido él, hubiera respondido a todas tus dudas, tal como hago ahora, aun que no se, quizás eso no hubiera garantizado tu permanencia, es mas probable que llegaras a odiarme con mas profundidad con la que detestas a Lestat.
Un suspiro escapo de entre sus labios y dio media vuelta, regreso a su sillón, pero no tomo asiento, observo el tapis y giro sobre su eje, para mirar a Louis.
-¿Qué haces aquí realmente? –pregunto entonces -, le extrañas, lo siento, lo veo en tus ojos cuando pronuncio su nombre y no logro entender el por que estas lejos de él.
Dijo y aguardo la respuesta del pelinegro.
-Como podría estarlo – murmuro, girándose totalmente, dio unos pasos hasta estar frente al vampiro, observando el brillo de verde esmeralda de sus ojos. Demasiado hermoso, dolorosamente hermoso.
-Me resulta mas fácil estar enojado con Lestat por su ineptitud –indico con calma y sin temor a una reprimenda-, si yo hubiera sido él, hubiera respondido a todas tus dudas, tal como hago ahora, aun que no se, quizás eso no hubiera garantizado tu permanencia, es mas probable que llegaras a odiarme con mas profundidad con la que detestas a Lestat.
Un suspiro escapo de entre sus labios y dio media vuelta, regreso a su sillón, pero no tomo asiento, observo el tapis y giro sobre su eje, para mirar a Louis.
-¿Qué haces aquí realmente? –pregunto entonces -, le extrañas, lo siento, lo veo en tus ojos cuando pronuncio su nombre y no logro entender el por que estas lejos de él.
Dijo y aguardo la respuesta del pelinegro.
Amadeo- Vampiro Clase Alta
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Re: Life is but a dream {Priv. - Louis}
Escuché y miré la danza del fuego, proveniente de la chimenea, lamiendo los troncos y los carbones ya negros, gastados, consumidos. Estaba molesto conmigo mismo y lo noté en el momento en que escuché su respuesta. Todo esto, la inútil reflexión, mis propias contradicciones, la carencia de sentido y entendimiento. Sobre todo la decepción. Cerré los ojos, privándome de la visión de las llamas, negándome a ver el fuego como si esperara que en cualquier momento fuera quien me hiciera algún daño. Lo único que ocurrió fue que no pude mantener los ojos cerrados más tiempo y acabe por volver a mirarle, esa figura menuda y fina pero con siglos sobre sus hombros. Su respuesta fue tan desconcertante como irritante. Yo deseaba que lo estuviera, pero las cosas nunca ocurrían como yo lo esperaba.
— Me pregunto por qué no lo estas… - Musite en voz baja, con el único deseo de aferrarme a su cuerpo y rogarle que me ayudara a cargar con todo lo que me aquejaba. A veces el peso me dominaba y me sentía mover más lento, incapaz de dar los pasos requeridos por noche, o tan siquiera los mínimos para abandonar mi ataúd. Incapaz de reaccionar al exterior. De nuevo el nombre de Lestat entrometiéndose en la conversación. De nuevo aquella sensación asfixiante, incontrolable. El grito que permanece mudo dentro de mí. — Pero tú has hecho mucho más por mí que sólo responder mis dudas Armand… — El sonido de su nombre. La conciencia de conocerlo. — Es verdad. Pudiera ser que mi permanecía se debiera a la falta de respuestas. Empero, ya no odio a Lestat… Lo odie, sí, y ahora parecen tan lejanas aquellas noches de riñas y discusiones. Detestarlo, sin embargo…
Lo observe caminar al sofá, sus pasos perdidos contra la moqueta. Su espalda reflejando los rojos naranjas y amarillos de las llamas. La habitación en que nos encontrábamos llamó mi atención de nuevo, pero ahora con mayor profundidad. Era un lugar extraño para que un vampiro como Armand viviera. Era incapaz, con mis puros sentidos, de averiguar si él moraba en este cuarto pero era lo más lógico imaginar que le pertenecía. No obstante, aquella duda fue diezmada por una pregunta sino extraña si desconcertante.
¿Sabía él de la culpa que no me dejaba pensar, de las pesadillas que arañaban mi psique, invitándola a dejarse llevar por la histeria de la locura? ¿Comprendería lo arrepentido y atormentado que me sentía mientras le miraba, mudo, forzándome por darle una respuesta a algo tan incomprensible como lo son los sentimientos intensos? Lo que decía era cierto, tan ciertos como lo eran mis motivos para estar alejado de él.
— Es verdad, pero confieso esto porque ocultártelo o negarlo sería inútil. Lo has visto en mí por qué no he podido ocultarlo. — Devolví la mirada al fuego que, cambiante, siempre llamaba mi atención a diferentes partes. — Lo he visto hace poco, en compañía de otro vampiro muy similar a él. Lo he visto… Pero aún no puedo regresar a él. No sin haber calmado mi necesidad de saber. No cuando sería más fácil regresar está misma noche aún a riesgo de estarme despidiendo de nuevo la noche siguiente. — Me sentí fatigado y sin pensarlo, recosté mi cuerpo en la butaca y volví a observar la amplia habitación. Antes de pensarlo, la pregunta, guiada por una curiosidad superficial, brotó de mis labios. — ¿Vives aquí, Armand?
— Me pregunto por qué no lo estas… - Musite en voz baja, con el único deseo de aferrarme a su cuerpo y rogarle que me ayudara a cargar con todo lo que me aquejaba. A veces el peso me dominaba y me sentía mover más lento, incapaz de dar los pasos requeridos por noche, o tan siquiera los mínimos para abandonar mi ataúd. Incapaz de reaccionar al exterior. De nuevo el nombre de Lestat entrometiéndose en la conversación. De nuevo aquella sensación asfixiante, incontrolable. El grito que permanece mudo dentro de mí. — Pero tú has hecho mucho más por mí que sólo responder mis dudas Armand… — El sonido de su nombre. La conciencia de conocerlo. — Es verdad. Pudiera ser que mi permanecía se debiera a la falta de respuestas. Empero, ya no odio a Lestat… Lo odie, sí, y ahora parecen tan lejanas aquellas noches de riñas y discusiones. Detestarlo, sin embargo…
Lo observe caminar al sofá, sus pasos perdidos contra la moqueta. Su espalda reflejando los rojos naranjas y amarillos de las llamas. La habitación en que nos encontrábamos llamó mi atención de nuevo, pero ahora con mayor profundidad. Era un lugar extraño para que un vampiro como Armand viviera. Era incapaz, con mis puros sentidos, de averiguar si él moraba en este cuarto pero era lo más lógico imaginar que le pertenecía. No obstante, aquella duda fue diezmada por una pregunta sino extraña si desconcertante.
¿Sabía él de la culpa que no me dejaba pensar, de las pesadillas que arañaban mi psique, invitándola a dejarse llevar por la histeria de la locura? ¿Comprendería lo arrepentido y atormentado que me sentía mientras le miraba, mudo, forzándome por darle una respuesta a algo tan incomprensible como lo son los sentimientos intensos? Lo que decía era cierto, tan ciertos como lo eran mis motivos para estar alejado de él.
— Es verdad, pero confieso esto porque ocultártelo o negarlo sería inútil. Lo has visto en mí por qué no he podido ocultarlo. — Devolví la mirada al fuego que, cambiante, siempre llamaba mi atención a diferentes partes. — Lo he visto hace poco, en compañía de otro vampiro muy similar a él. Lo he visto… Pero aún no puedo regresar a él. No sin haber calmado mi necesidad de saber. No cuando sería más fácil regresar está misma noche aún a riesgo de estarme despidiendo de nuevo la noche siguiente. — Me sentí fatigado y sin pensarlo, recosté mi cuerpo en la butaca y volví a observar la amplia habitación. Antes de pensarlo, la pregunta, guiada por una curiosidad superficial, brotó de mis labios. — ¿Vives aquí, Armand?
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Re: Life is but a dream {Priv. - Louis}
Armand miro al vampiro con atención, intentando comprender ese profundo dolor, el por qué se atormentaba de aquella forma. Podía leerlo con tal facilidad que le parecía fascinante, que no ocultara nada, que en sus ojos y sus gestos reflejara todo.
-¿Un vampiro similar a él? - pregunto, sin esperar respuesta alguna, simplemente se le hacia extraño. Lestat era de esos que les gustaba andar rodeado de otros seres como él, aun que hasta ahora, tenia total desconocimiento de que su Madre estuviera en la ciudad y Nicolas... De Nicolas prefería no hablar.
-Supongo que Lestat esta en la ciudad por algún motivo - dijo - No te has preguntado... ¿si acaso ese motivo eres tu, Louis? -Pregunto, Armand solo quería saber cual seria su reacción, si era realmente algo positivo o negativo, lo que sea que motivase a ese vampiro rubio en su criatura. Aguardo, esperando respuesta, aun que gano el joven al preguntarle sobre su estancia en ese lugar.
-Sí… aquí vivo – confeso, tomando asiento nuevamente, aguardando en aquel semi silencio que los rodeaba, permitiendo que el único sonido que rompiera aquel mutismo fuese el del fuego quemando la leña –He vivido en este lugar el suficiente tiempo para hacer creer a los mortales que este callejón esta maldito… embrujado.
Indico y cruzo sus piernas con calma, manteniendo sus manos colocadas en un gesto relajado en los reposabrazos del su sillón. Ahí sentado, frente al otro vampiro y pese a su aspecto aniñado, sabía que lucía más atemorizante, casi como un rey o algo similar, con el poder suficiente para poder condenar a cualquiera a la orca o a la guillotina.
-¿Un vampiro similar a él? - pregunto, sin esperar respuesta alguna, simplemente se le hacia extraño. Lestat era de esos que les gustaba andar rodeado de otros seres como él, aun que hasta ahora, tenia total desconocimiento de que su Madre estuviera en la ciudad y Nicolas... De Nicolas prefería no hablar.
-Supongo que Lestat esta en la ciudad por algún motivo - dijo - No te has preguntado... ¿si acaso ese motivo eres tu, Louis? -Pregunto, Armand solo quería saber cual seria su reacción, si era realmente algo positivo o negativo, lo que sea que motivase a ese vampiro rubio en su criatura. Aguardo, esperando respuesta, aun que gano el joven al preguntarle sobre su estancia en ese lugar.
-Sí… aquí vivo – confeso, tomando asiento nuevamente, aguardando en aquel semi silencio que los rodeaba, permitiendo que el único sonido que rompiera aquel mutismo fuese el del fuego quemando la leña –He vivido en este lugar el suficiente tiempo para hacer creer a los mortales que este callejón esta maldito… embrujado.
Indico y cruzo sus piernas con calma, manteniendo sus manos colocadas en un gesto relajado en los reposabrazos del su sillón. Ahí sentado, frente al otro vampiro y pese a su aspecto aniñado, sabía que lucía más atemorizante, casi como un rey o algo similar, con el poder suficiente para poder condenar a cualquiera a la orca o a la guillotina.
Amadeo- Vampiro Clase Alta
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Re: Life is but a dream {Priv. - Louis}
¿Qué me parecía fascinante de la habitación? Nada, en realidad no había nada que pudiera considerar atrayente más allá del hecho de que viviera aquí. Necesitaba ese minuto, aunque no pudiera pensar en otra cosa que fuera más allá de nuestra conversación, necesitaba de esos minutos para reflexionar y cuestionarme. Volví a mirarle, como si fuera imposible cansarme de admirar lo que su presencia me trasmitía. Luego, levante la cabeza al techo, lentamente, y cerré los ojos por unos segundos, fastidiado por la presión que sentía en el cuerpo, por esa pesadez y agotamiento.
— Sí… — Tardé un momento en responder, recordándola a ella, la conjunción de salvajismo y feminidad que conformaban todo su carácter. — Es decir, se parecen físicamente, son similares… — No encontraba otra palabra que acentuara mejor lo que deseaba decir. Eran similares, y nada más. Regrese la vista al vampiro enfrente de mí, separándome lentamente del respaldo del sillón, inclinándome hacía adelante hasta que mis codos se apoyaron en mis muslos y descanso mi mentón en mis manos. Me causaron gracia sus palabras pero no me reí. — Ciertamente, no lo he hecho. — Sonreí con cierta amargura en su lugar y volví la vista a las apasionadas flamas en la chimenea que no dejaban de danzar ante mis ojos. — Ni siquiera había considerado la opción de preguntarme el motivo.
No esperaba ser uno de las razones por lo que hubiera vuelto a París. Mucho menos ser el motivo de ello. Sus asuntos no me incumbían, pero estaba seguro que nada tenía que ver conmigo. No podía ser, y yo no había preguntado por qué me había quedado claro que no obtendría nada de él, nada que deseara con desesperación y nada por lo que rogara. Antes no obtuve nada, ahora, aun no sabía siquiera si volvería a verle. Yo no pedí el encuentro fugaz que tuvimos, no pediré por otros.
— ¿Nunca vienen aquí? — Me parecía increíble el simple hecho de que hiciera una pequeña leyenda de si mismo para lograr un rato de paz dentro de aquellas paredes, dentro de esta habitación. Por supuesto, no le pregunté si dormía aquí también, aquello me hubiera parecido terriblemente descortés. Yo no deseaba faltarle al respeto de ninguna manera, así que reprimí aquella cuestión. El esplendor que me rodeaba a mí durante mi estadía en Nueva Orleans había desaparecido. Pero la culpa era mi falta de desinterés en lo que me rodeaba y en mi propia visión que proyectaba a otros, por lo que este sitio poseía mucho más esplendor que mi actual escondite.
— Sí… — Tardé un momento en responder, recordándola a ella, la conjunción de salvajismo y feminidad que conformaban todo su carácter. — Es decir, se parecen físicamente, son similares… — No encontraba otra palabra que acentuara mejor lo que deseaba decir. Eran similares, y nada más. Regrese la vista al vampiro enfrente de mí, separándome lentamente del respaldo del sillón, inclinándome hacía adelante hasta que mis codos se apoyaron en mis muslos y descanso mi mentón en mis manos. Me causaron gracia sus palabras pero no me reí. — Ciertamente, no lo he hecho. — Sonreí con cierta amargura en su lugar y volví la vista a las apasionadas flamas en la chimenea que no dejaban de danzar ante mis ojos. — Ni siquiera había considerado la opción de preguntarme el motivo.
No esperaba ser uno de las razones por lo que hubiera vuelto a París. Mucho menos ser el motivo de ello. Sus asuntos no me incumbían, pero estaba seguro que nada tenía que ver conmigo. No podía ser, y yo no había preguntado por qué me había quedado claro que no obtendría nada de él, nada que deseara con desesperación y nada por lo que rogara. Antes no obtuve nada, ahora, aun no sabía siquiera si volvería a verle. Yo no pedí el encuentro fugaz que tuvimos, no pediré por otros.
— ¿Nunca vienen aquí? — Me parecía increíble el simple hecho de que hiciera una pequeña leyenda de si mismo para lograr un rato de paz dentro de aquellas paredes, dentro de esta habitación. Por supuesto, no le pregunté si dormía aquí también, aquello me hubiera parecido terriblemente descortés. Yo no deseaba faltarle al respeto de ninguna manera, así que reprimí aquella cuestión. El esplendor que me rodeaba a mí durante mi estadía en Nueva Orleans había desaparecido. Pero la culpa era mi falta de desinterés en lo que me rodeaba y en mi propia visión que proyectaba a otros, por lo que este sitio poseía mucho más esplendor que mi actual escondite.
Louis De Pointe Du Lac- Vampiro Clase Alta
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