AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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En las manos de un demonio ( salomé) +18
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En las manos de un demonio ( salomé) +18
“Habla en voz tan baja y con un tono tan hipnótico que parece una canción. Pienso en depredadores que saltan silenciosamente desde los árboles. Pienso en enormes felinos con relucientes ojos de ámbar, igual que los suyos.”
Cuando se buscaba una información; poderosa, peligrosa y casi imposible de conseguir, sólo había una persona que podría otorgarla. Todos sabían que aquella mujer era el mismísimo demonio hecho carne, no había un precio más alto que el suyo. Nunca sabías a qué atenerte con ella. A veces pedía sangre, oro o muerte. Otras era tan sólo un intercambio de objetos e información. Pero él sabía que su situación era lo suficientemente complicada y desesperada como para que su precio pudiera ser la entrega de su primogénito o algo mucho peor.
Había tardado un mes entero en encontrarla. A pesar de que había conseguido saber de ella gracias a los susurros lanzados en los lugares más lúgubres y peligrosos en los que había estado jamás, no era tan sencillo conseguir una cita en persona con el demonio que lo esperaba aquella noche. Algunos decían que era una belleza capaz de succionarte el alma con tan sólo una mirada, un cuerpo veloz y flexible, absolutamente deseable. Llegaba a ser comparada con una sirena, pues siempre conseguía ahogar a los hombres en el mar tormentoso de la marea azul que constituían sus ojos. Letal. Una flor hermosa y carnívora, creada para hacer sufrir a los demás por el mero capricho de su antojo insolente.
A pesar de todas las advertencias que había escuchado, la quería conocer. Había hecho varios favores para conseguir llegar hasta ella. Las almas que guardaba en su interior habían estado ansiosas desde el momento en que él había escrito una carta a la dirección que le habían facilitado. Haciendo alarde de su mala personalidad, exigió una cita con ella. Pero como la serpiente astuta que constituía, se había asegurado de capturar su interés, diciéndole que no tendría jamás otra oportunidad de contactar con él si no acudía a la cita que le pedía. Aún podía recordar, una a una, cada palabra que había escrito.
*** ****** *** ******
Carta a Salomé
“Saludos Reina Oscura,
Guardiana de secretos ocultos y peligrosos, sirena cruel y asesina de incautos, exijo tu presencia el próximo domingo. No me importa el dónde o el cuándo, ambos sabemos que las nimiedades no son realmente importantes cuando se tiene la posibilidad de atrapar una nueva víctima entre tus garras.
Llámame incauto e insolente, pero sé que no habrá nadie más interesante para ése día que yo. La oscuridad me consume, me araña y arrastra a un pozo sin fondo. El tiempo no es algo que pueda perder, accede a mi llamada y tendrás el placer de conocer las trescientas almas que anidan en mi interior.
No tardes en responderme, nos MORIMOS por CONOCERTE.”
**** **** ****** ***
Podía escuchar el sonido del papel siendo rallado bajo la pluma, el olor del té recién hecho que había tomado mientras releía cada una de las líneas que había dedicado a su acompañante de aquella noche. El sonido de su corazón acelerándose con un estallido de su adrenalina. El ligero eco de sus labios entreabriéndose para lanzar un suspiro excitado, mientras sus almas lo felicitaban por haber encontrado a alguien que tenía el poder y la personalidad suficiente como para agradarles. Y aquello último, teniendo en cuenta que sus almas eran las pertenecientes a los brujos más malvados y temidos de su Clan, era lo que realmente le preocupaba. Ellas siempre sabían cuándo despertar. Esperaban como león agazapado delante de su presa, siempre atento a cualquier movimiento que presentase debilidad, para poder lanzarse en post a esta y atraparla. Sólo que cuando ellas habían conseguido liberarse una vez de su control, él había despertado con una terrible cicatriz que marcaría su rostro para siempre.
Aceleró el ritmo de sus pasos por el largo y oscuro corredor del local. Cualquier recuerdo sobre aquella noche estaba perfectamente sellado en su interior, sin posibilidad de que saliera a la luz jamás. No cometería el error de dejar que algo tan espeluznante volviera a suceder, por eso buscaba el final de las almas. Su control absoluto sobre ellas. Había conseguido engañarlas, haciéndoles creer que él buscaba la información de Salomé, sólo para aumentar el poder de ambos, prometiéndoles un cuerpo a cada una de ellas si eso fuera realmente posible. Aunque en su fuero interno, tanto ellas como él, sabían que no era posible. Pues ellas sólo querían juntarse con el resto de almas que cargaba su hermano Battler. Sólo necesitaban saber cuál era el mejor de ambos brujos y podría suceder lo que estaban intentando evitar. Ninguno podría soportar el control de ellas, si sucediese, seguramente morirían o sucumbirían ante el poder de los espíritus malignos.
El olor a tabaco, sangre y sexo saturaba el aire viciado de aquel ambiente estrambótico. En lo personal, el local no era de su completo gusto. Él adoraba el sexo y, por qué no, una buena dosis de azotes sobre la pálida piel de alguna mujer. Pero el que algunos vampiros lo mirasen como si él fuese su próxima comida, no era algo que lo divirtiese. Siempre ocurría lo mismo. Atraía atención no deseada por su mirada fría e indiferente y su complexión fuerte pero delgada. No entendía el mal gusto que tenían para que pudieran sentir atracción por él, pero al menos eso le ayudaba a tener “comida gratis” cada vez que sus almas necesitaban alimentar la sed de sexo. Pero esta noche tenía cosas importantes entre manos. Nada de sexo. Al menos, no hasta que termine la reunión, pensó con una sonrisa mientras abría la puerta de la habitación que había reservado la mujer que había convocado.
Sus ojos se entrecerraron al ver que era sólo una habitación del dolor con un gran dosel de sábanas negras, un potro con cadenas, diversos mecanismos de retención para brazos y piernas y una innumerable colección de herramientas para dar placer a través del dolor. Ajeno a esos muebles, había un gran diván con una mesa del té preparada con pastas y una gran tetera. Como si fuese lo más normal sorber de las pequeñísimas tazas de porcelana japonesa, mientras se tenía de fondo a algún hombre siendo azotado. Encantador, pensó mientras caminaba con grandes y largas zancadas, adueñándose del diván antes de que la mujer llegara.
Se estiró en él, posando una pierna sobre la otra, apoyando su cabeza sobre uno de los mullidos cojines que descansaban sobre él. Sus ojos azules miraron la luz oscilante de una de las velas que iluminaba la mesa, prestando atención a la puerta por si aparecía la mujer.
- Ven a mí, encantador ser demoníaco. Tu brujo te invoca.- Sopló la vela y sonrió como si aquello fuera realmente un juego.
Vishous- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 57
Fecha de inscripción : 11/10/2013
Re: En las manos de un demonio ( salomé) +18
Veía tranquilamente como las gotas de aquel vaso de ron con hielo se deslizaban hacia la superficie de aquella mesa, hasta perderse en ella, se las había ingeniado para poder ser discreta, estaba en el fondo de aquel local, siendo parte de las sombras que habitaban el lugar, era como un fantasma que observaba sin ver visto. No sabía exactamente porque había aceptado aquella invitación, debía aceptar que el interés había crecido en ella luego de recibir aquella carta, una lluviosa noche hace dos semanas atrás, fue algo que no esperaba realmente, ya se había enterado de que una persona estaba buscándola, rasguñando su leyenda para poder encontrar a la verdadera, era fácil saber que alguien te estaba buscando cuando hacia tanto ruido, pero a Salome le había parecido una pérdida de tiempo estar junto unos minutos con tal brujo.
Aun así término aceptado ¿Qué había cambiado? Nada en realidad y esa era la razón, el brujo no se había cansado, había seguido insistiendo hasta que despertó el interés de la cambiante hacia él. Percibió fácilmente cuando había llegado, sonrió suavemente, no lo había conocido nunca personalmente, solamente tenía una vana descripción física de el, pero más nada ahora podía ver a aquel brujo que ansiaba obtener algo de ella, tal cosa parecía no estar inquietándole mucho, su mente estaba más ocupada en pensar que le iba ella a pedir a cambio por tal cuestión, no imaginaba que fuera tan difícil lo que le pediría, ya en ese tiempo no habían llegado buenos retos que la hicieran estremecerse, siempre eran cuestiones simples que medio mundo lo sabía, pero que al parecer le gustaba como ella las decía.
Los pasos del hombre le indicaron que ella también debía comenzar a moverse, pero se quedo mirando por un rato mas la última gota de hielo de un vaso que nunca tomo su contenido, por el simple hecho de que ella no tomaba licor, su educación en un convento había arraigado eso en ella, el licor le parecía que tenía un sabor no muy agradable para su gusto sensible. Termino regañando a su cuerpo para que se levantara de aquel asiento, estaba a unos cincuenta pasos del brujo, quien estaba teniendo una dirección fija, mientras que Salome parecía distraerse con lo más mínimo del lugar. Aquel local tenía un encanto que la envolvía, la maldad se respirara a cada calada, no podía evitar mirar de reojo a cada personaje y querer desear saber que iba a ser de él en la madrugada, era una vieja chismosa, por eso servía como informante. Ya había identificado a varias personas importantes en el lugar, eso le podía servir en algún futuro tal vez no muy lejano.
El pasillo le pareció largo y tedioso, escuchar los susurros y jadeos de los fugitivos de una noche o tal vez de muchas más que nunca contarían a terceros, termino abriendo la puerta que había sido cerrada hace unos tres minutos atrás, de reojo llego a ver la interesante decoración, pero lo que más pareció llamarle la atención el juego de té que tenían preparado para ellos, le encantaba ver como la consentían con sus caprichos extraños y retorcidos, muy pocas personas entenderían su adicción al te y las finas galletas de formas extrañas que pocas personas se atreverían a comer —Que bueno que han traído el te — dijo suavemente, mientras daba unos pasos hacia adelante para que la puerta pudiera cerrarse detrás de ella— Tengo un complejo muy crudo y psicópata, pero eso no quiere decir que no me encante el dulce — tal vez llegue a entenderla, tal vez no, tampoco no le importaba que lo hiciera. Duro unos segundos sin decir nada, hasta que sonrió alzándose los hombros — ¿Me invitara un poco de su festín o debo ganármelo?— pregunto algo juguetona mientras retiraba de sus manos unas largas mangas de color crema, dejando ver sus pálidas y delgadas manos.
¿El juego comenzaba?
Aun así término aceptado ¿Qué había cambiado? Nada en realidad y esa era la razón, el brujo no se había cansado, había seguido insistiendo hasta que despertó el interés de la cambiante hacia él. Percibió fácilmente cuando había llegado, sonrió suavemente, no lo había conocido nunca personalmente, solamente tenía una vana descripción física de el, pero más nada ahora podía ver a aquel brujo que ansiaba obtener algo de ella, tal cosa parecía no estar inquietándole mucho, su mente estaba más ocupada en pensar que le iba ella a pedir a cambio por tal cuestión, no imaginaba que fuera tan difícil lo que le pediría, ya en ese tiempo no habían llegado buenos retos que la hicieran estremecerse, siempre eran cuestiones simples que medio mundo lo sabía, pero que al parecer le gustaba como ella las decía.
Los pasos del hombre le indicaron que ella también debía comenzar a moverse, pero se quedo mirando por un rato mas la última gota de hielo de un vaso que nunca tomo su contenido, por el simple hecho de que ella no tomaba licor, su educación en un convento había arraigado eso en ella, el licor le parecía que tenía un sabor no muy agradable para su gusto sensible. Termino regañando a su cuerpo para que se levantara de aquel asiento, estaba a unos cincuenta pasos del brujo, quien estaba teniendo una dirección fija, mientras que Salome parecía distraerse con lo más mínimo del lugar. Aquel local tenía un encanto que la envolvía, la maldad se respirara a cada calada, no podía evitar mirar de reojo a cada personaje y querer desear saber que iba a ser de él en la madrugada, era una vieja chismosa, por eso servía como informante. Ya había identificado a varias personas importantes en el lugar, eso le podía servir en algún futuro tal vez no muy lejano.
El pasillo le pareció largo y tedioso, escuchar los susurros y jadeos de los fugitivos de una noche o tal vez de muchas más que nunca contarían a terceros, termino abriendo la puerta que había sido cerrada hace unos tres minutos atrás, de reojo llego a ver la interesante decoración, pero lo que más pareció llamarle la atención el juego de té que tenían preparado para ellos, le encantaba ver como la consentían con sus caprichos extraños y retorcidos, muy pocas personas entenderían su adicción al te y las finas galletas de formas extrañas que pocas personas se atreverían a comer —Que bueno que han traído el te — dijo suavemente, mientras daba unos pasos hacia adelante para que la puerta pudiera cerrarse detrás de ella— Tengo un complejo muy crudo y psicópata, pero eso no quiere decir que no me encante el dulce — tal vez llegue a entenderla, tal vez no, tampoco no le importaba que lo hiciera. Duro unos segundos sin decir nada, hasta que sonrió alzándose los hombros — ¿Me invitara un poco de su festín o debo ganármelo?— pregunto algo juguetona mientras retiraba de sus manos unas largas mangas de color crema, dejando ver sus pálidas y delgadas manos.
¿El juego comenzaba?
Salomé Ameris- Cambiante Clase Alta
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Re: En las manos de un demonio ( salomé) +18
Mientras su frase quedaba danzando en el aire, un ruido fuera de la puerta le hizo comprender que la mujer había llegado y estaba a punto de conocer al ser que tanto temían algunos en la oscuridad. Él sabía de cosas oscuras, no en vano era una criatura llena de almas malignas que le pedían saciar su sed siempre inagotable de poder. Pero cuando él había preguntado sobre aquella mujer, todos parecían temblar, advirtiéndole que no lo hiciera. Al parecer ella jamás daba nada gratis y el problema, porque siempre había alguno cuando se trataba de alguien capaz de hacer que se le considerase una sombra jamás vista, era precisamente el precio.
La puerta se abrió, un movimiento silencioso que precedió a la presencia de una criatura digna de todo lo que se rumoreaba de ella. Sus ojos azules no se perdieron ningún detalle de su anatomía, recorriéndola con una mirada perezosa que analizaba cada una de sus moldeadas curvas. Cuando sus ojos llegaron de nuevo al rostro pálido de aquella magnífica mujer, sólo pudo sonreír. Al parecer, había encontrado algo más que interesante y peligroso. Los ojos de aquella mujer hablaban de misterio, su forma silenciosa de caminar, de muerte. Pero lo que más le gustó de ella, fue esa dulce voz candente.
- Ha sido muy amable, no todos saben dar una buena presentación de negocios.- Todo su cuerpo se estiró sobre el diván, asemejándolo a un gato que se desenredaba después de ver algo que había captado su interés, aunque con la lentitud característica del que se sabe capaz de alcanzarlo cuando lo desee. Era un bastardo arrogante viendo cómo ella se movía hasta él con una destreza capaz de estremecerlo. Había hablado de una tendencia psicópata, con la misma satisfacción del que saborea una de sus galletas favoritas. Le gustaba. Directa, sincera y viperina. Casi podría llegar a quererla en su cama una de las noches en que él tuviera hambre, salvo porque después tendría que cuidar su culo para no perderlo entre los dientes de Salomé.
- Sírvase usted misma.- Le dio una sonrisa ladeada, una mueca pícara y descarada que encajaba con el dueño de ella. - No podría negarme a satisfacer sus ansias de azúcar. - Se sentó y apoyó su mano en el respaldo del diván para poder poner su cabeza en ella y mirarla con una intensidad que podría llegar a ser incómoda. La miró de forma directa, como si pudiera ver dentro de ella y en cierta forma era cierto. Sus almas se habían agitado desde que había entrado, podía sentir cómo ronroneaban al imaginar el poder que emanaba de ella satisfaciéndolas. Aquellas malas hierbas sabían quiénes eran un aliado poderoso para el cuerpo que habitaban. Estaban contentas con que hubiera conseguido estar con ella. Y a cambio, le susurraban los secretos que podían extraer de Salomé.
- Así que es cierto, las señoritas criadas entre monjas tienen un toque de perra sádica y virgen mártir. - Se rió con diversión y se inclinó sobre la mesa, sirviéndose té y demostrando que a pesar de que jamás le interesaban cosas tales como los modales, las normas de decoro y mucho menos las vestimentas de la época, sí sabía comportarse como un hombre de alta clase cuando quería. Al fin y al cabo él procedía de un lugar con dinero, aunque era un salvaje huérfano que había vivido sólo en el bosque. No le interesaba nada ni nadie, pero a veces era necesario limitar su grotesco comportamiento en pos de conseguir algo mucho más importante que unos segundos de “ oh querida, el té está delicioso. El atrevido toque de licor afrutado le da un toque suculento” y toda esa basura.
- ¿ Ha investigado ya todo sobre mí?- Le preguntó mientras revolvía suavemente el té y levantaba su mirada hacia ella, guiñándole un ojo para hacerle saber que él lo sabía todo. Independientemente de qué basura quisiera dejar lejos, sus almas la cazarían para él. - Me han dicho que es muy inteligente, cosa que no pongo en duda, así que no creo que haya venido aquí con las manos vacías y preguntándose quién soy. Así, ¿qué le parece si disfrutamos del té y después vamos a lo que yo quiero y lo que usted querrá a cambio?. -
Última edición por Vishous el Sáb Oct 25, 2014 5:50 pm, editado 1 vez
Vishous- Hechicero Clase Media
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Re: En las manos de un demonio ( salomé) +18
Era para ella un alivio que pudiera tomar todo lo que quisiera, aunque en realidad no había la necesidad de pedir permiso, siempre era algo protocolar hacerlo, la cambiante tenía la costumbre de arrebatar lo que deseaba, sin importar de que fueran de unas manos frías y muertas, mejor para ella si su antiguo dueño estaba muerto tres metros bajo tierra, si ella lo había asesinado mejor, pero ella no estaba allí para matar por unas galletas. Sus ansias de dulce eran como una extraña adicción que tenía desde hace muchos años, no podía pasar menos de doce horas sin probar algo delicioso y con alto contenido de azúcar, muchas mujeres podrían llegar a envidiarla, comía como cerdo, cualquier cosa que se le presentara, pero nunca engordaba gracias a su metabolismo supremamente rápido.
— Parece que sabe algo sobre mí, interesante, pero debo corregir, que en mi caso sería más como una gata sádica en celo — corrigió mientras alzaba su dedo índice, sus otros dedos estaban ocupados sosteniendo el trozo de una de las galletas. Su cuerpo cayó en un cómodo diván, mientras o que los separaba era una simple mesa con varios suculentos postres que podrían volver diabética a Salome si lograba alimentarse de todo, algo que si se lo permitía podría llegar a realizar sin mucha dificultad.
— Me preocupa saber más bien lo que usted sabe de mí y que exactamente quiere de esta humilde trabajadora de la muerte — sus miradas se encontraron, pero a ella le pareció más interesante como revolvía el té y el sonido de la cuchara de porcelana cuando chocaba con el borde de la taza — ¿Sabe? Me molestan los acosadores, ellos solamente son sanguijuelas que no sirven para mucho, solamente para dar ligeros dolores de cabeza— mascullo alzando la mirada mientras sus ojos parecían tener un brillo más intenso, peligroso y salvaje — Tal vez vine a darle fin a su vida, estimado señor e irme a casa con unos cuantos deliciosos postres — ladeo su cuerpo sonriendo ampliamente.
Su mano llego a tocar la fina madera de la mesa, parecía que la habían traído exclusivamente para aquel encuentro, le gustaba los detalles, la hacían sentir como la diosa que no era, tan importante pero a la final una simple mujer con un pasado que demostraba su mala suerte, una de sus uñas se hinco en la madera haciendo fácilmente una línea, rasgando el mantel y sacando las virutas de madera a su paso — le pedirá su corazón por lo que usted desea saber ¿Aceptaría tal precio?— pregunto mientras dejaba en paz la pobre madera, disculpa no tienes la culpa, pero en ocasiones debía descargarse con lo que fuera — ¿para qué me darías algo que no tienes? — acomodo su cuerpo hacia atrás, acomodándose mejor, relajando su cuerpo, cruzando sus brazos hasta la altura de sus grandes senos — Apenas tienes un cuerpo maltrecho y marchito por tanta suciedad que llevas adentro — siseo como serpiente escupiendo veneno deseosa de que cayera, ardiera o al menos doliera.
Salomé Ameris- Cambiante Clase Alta
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Re: En las manos de un demonio ( salomé) +18
La brillantez de su cabello rubio lo atraía, no había visto un color igual en alguna otra mujer. Era casi como una señal de identificación, casi le parecía imposible el que ella pudiera realmente pasar desapercibido. Si alguien se cruzaba con ella, tenía la absoluta certeza de que la recordarían, si no era por su extraña apariencia; una mezcla entre elegancia y exuberancia extravagante, seguramente sería recordada por su malcriada personalidad. Era un dulce bollo relleno de maldad, y él sólo quería morderlo.
- Vaya, su sinceridad me abruma.- Tomó la taza entre sus dedos y la alzó, llevándosela a los labios con lentitud. Mientras bebía, seguía pensando la tranquila manera en la que ella parecía reaccionar a su lenguaje obsceno. Era como si Salomé odiase que alguien llevara la iniciativa, llegando al punto de ser aún más obscena que él. - Debe tener una vida muy interesante si está sádicamente en temporada de celo.- Rió con suavidad y apoyó su taza en el pequeño plato, dejando sus manos libres para poder continuar la reunión sin nada que lo perturbara.
No pudo evitar alzar una de sus cejas cuando escuchó como lo tildaba de acosador, como si realmente su pecado era haber investigado sobre su vida y no el que apestase a un brujo problemático y piscópata. Eso sólo pudo hacerlo reír más, haciendo que sus ojos azules brillaran con el poder de sus almas, criaturas sin cuerpo ansiosas de saber el porqué su amo había querido quedar con alguien como Salomé. Iba a tener que actuar con cuidado o ellas terminarían haciéndole pasar una mala noche, castigándolo por revelarse contra ellas.
- No soy un acosador, sólo acostumbro estudiar a las personas con las que me reuno. No querría terminar siendo apuñalado por la espalda sólo porque me he dejado llevar por su hermoso rostro. – Dejó de reír y se pasó la mano por la cabeza, intentando pensar en cómo explicar una historia que no tenía ningún sentido. Su vida era como un cuento de terror narrado por uno de esos sombrereros locos, hombres que no sabían en qué realidad vivían y que por eso terminaban haciendo cosas aroces, llegando a creer que todos estaban en su contra.
Apoyó un dedo sobre sus labios, mirando fijamente la mesa para concentrarse en la mejor forma de abarcar su problema. Pero ella, como siempre, se adelantó a sus movimientos, dejando que una de sus uñas desgarrara la mesa, dejando una línea curva sobre la madera. Había torturado un material costoso sólo para demostrarle que era fuerte, cruel y letal. Pero eso ya lo había sabido desde que la había visto entrar en la habitación, porque ella tenía el mismo brillo en sus ojos que él. Eran dos criaturas manchadas por la maldad para sobrevivir.
- No puedo darle mi corazón porque me hace falta para vivir, y créame, yo deseo mantenerlo en su lugar. – Ésta vez le ofreció una corta inclinación de su cabeza como señal de respeto, pero no pensaba darle ninguna otra deferencia. No era uno de esos hombres capaces de doblegarse ante nadie, independientemente del sexo de la persona que manejase el látigo. Él siempre se mantenía lejos de la caricia dolorosa del mismo, no se permitía ser la parte débil. Jamás.
- Pero si puedo prometerle que tengo cosas mejores que mi cuerpo, incluso sucio o marchito, puedo hacer que los demás se sientan morir entre mis manos.- Se encogió de hombros y suspiró.- Además, mi corazón no podría servirte de nada, pues apenas sirve para algo más que latir.
- Vaya, su sinceridad me abruma.- Tomó la taza entre sus dedos y la alzó, llevándosela a los labios con lentitud. Mientras bebía, seguía pensando la tranquila manera en la que ella parecía reaccionar a su lenguaje obsceno. Era como si Salomé odiase que alguien llevara la iniciativa, llegando al punto de ser aún más obscena que él. - Debe tener una vida muy interesante si está sádicamente en temporada de celo.- Rió con suavidad y apoyó su taza en el pequeño plato, dejando sus manos libres para poder continuar la reunión sin nada que lo perturbara.
No pudo evitar alzar una de sus cejas cuando escuchó como lo tildaba de acosador, como si realmente su pecado era haber investigado sobre su vida y no el que apestase a un brujo problemático y piscópata. Eso sólo pudo hacerlo reír más, haciendo que sus ojos azules brillaran con el poder de sus almas, criaturas sin cuerpo ansiosas de saber el porqué su amo había querido quedar con alguien como Salomé. Iba a tener que actuar con cuidado o ellas terminarían haciéndole pasar una mala noche, castigándolo por revelarse contra ellas.
- No soy un acosador, sólo acostumbro estudiar a las personas con las que me reuno. No querría terminar siendo apuñalado por la espalda sólo porque me he dejado llevar por su hermoso rostro. – Dejó de reír y se pasó la mano por la cabeza, intentando pensar en cómo explicar una historia que no tenía ningún sentido. Su vida era como un cuento de terror narrado por uno de esos sombrereros locos, hombres que no sabían en qué realidad vivían y que por eso terminaban haciendo cosas aroces, llegando a creer que todos estaban en su contra.
Apoyó un dedo sobre sus labios, mirando fijamente la mesa para concentrarse en la mejor forma de abarcar su problema. Pero ella, como siempre, se adelantó a sus movimientos, dejando que una de sus uñas desgarrara la mesa, dejando una línea curva sobre la madera. Había torturado un material costoso sólo para demostrarle que era fuerte, cruel y letal. Pero eso ya lo había sabido desde que la había visto entrar en la habitación, porque ella tenía el mismo brillo en sus ojos que él. Eran dos criaturas manchadas por la maldad para sobrevivir.
- No puedo darle mi corazón porque me hace falta para vivir, y créame, yo deseo mantenerlo en su lugar. – Ésta vez le ofreció una corta inclinación de su cabeza como señal de respeto, pero no pensaba darle ninguna otra deferencia. No era uno de esos hombres capaces de doblegarse ante nadie, independientemente del sexo de la persona que manejase el látigo. Él siempre se mantenía lejos de la caricia dolorosa del mismo, no se permitía ser la parte débil. Jamás.
- Pero si puedo prometerle que tengo cosas mejores que mi cuerpo, incluso sucio o marchito, puedo hacer que los demás se sientan morir entre mis manos.- Se encogió de hombros y suspiró.- Además, mi corazón no podría servirte de nada, pues apenas sirve para algo más que latir.
Vishous- Hechicero Clase Media
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Re: En las manos de un demonio ( salomé) +18
¿Cosas mejores? Ella no se sorprendía fácilmente, el hombre debía esforzarse para dar lo mejor de sí mismo. Salome no aceptaba cosas de segunda mano, ella prefería lo mejor de lo mejor y más si se había encaprichado con tal. — ¿Y quien dice que no te lo puedo sacar en este mismo momento?— pregunto riendo suavemente. Era cierto, podría llegar a matarlo en ese momento, terminar todo aquello que él había comenzado, pero había un pequeño problema si tomaba esa decisión; no tan seria divertido. Debía esforzarse más, la cambiante no sentía intriga ante sus palabras. Pero gracias a su naturaleza curiosa, no podía evitar sentir que algo le picaba en su interior. Eran la ansiedad de saber qué cuestión “mejor” tenia para ofrecer.
Era la maldición de su ser. Tenía las ansias de ver algo que pudiera llamarle la atención y hacerla olvidar de sus problemas internos, eso la ayudaba a envolverse en un mundo fantástico que ella misma había provocado. Su garganta le picaba, deseaba preguntar, deseaba indagar y acceder a la información y aunque pudiera mantenerse seria, sin muchas expresiones que detonaran interés, en sus ojos se podía apreciar un brillo en sus ojos, el cual no podía ocultar.
— ¿Qué es lo que deseas de mi? — Pregunto con una amplia sonrisilla en sus labios — ¿Acaso lo que quieres es la inmortalidad? — alzo sus hombros. Tenía la suerte de tener una similitud mas no la misma. Aunque para tener la que muchos buscaban, era realmente un gran problema y de todos modos no le gustaba ayudarlos, pues a la final ella quedaba sin interés alguno en el proceso.
Una pequeña risa nació de su garganta. — Además — añadió alzando su mano, mientras si índice se erguía — ¿Qué es lo que me detiene a mí para no robarte el corazón? — ladeo su cabeza, mientras movía su mano de un lado otro, como si fuera una manecilla del reloj que andaba rápidamente. El hombre debía responder sabiamente, interesarla y enamorarla. Era una mujer difícil de seducir, si tenía buenas armas debía sacarlas antes de que a ella le provocara ver sangres antes que recompensas materiales.
Salomé Ameris- Cambiante Clase Alta
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Re: En las manos de un demonio ( salomé) +18
La pregunta de aquella mujer le provocó una pequeña sonrisa. Lo estaba provocando, como si fuera natural el pinchar con un palo a una fiera inquieta. Si ella supiera lo que tenía en su interior, no debía si quiera preocuparse de su corazón. Al fin y al cabo, no tenía otra alternativa que el enseñarle de lo que estaba hablando, sus almas no le darían mucho tiempo antes de comenzar a inquietarse por ella. Sobretodo por el motivo que debía guardar el brujo para no saltar sobre el cuerpo de la rubia y callar esa boca soberbia. Aunque pensándolo mejor, quizás sólo hiciera falta eso.
- Soy consciente de que puede hacerlo.- Respondió a su amenaza de que podría arrancarle el corazón aunque él lo quisiera en su lugar, aunque su cuerpo en vez de permanecer pacientemente sentado, se levantó con suma tranquilidad, quedando de pie ante ella con sólo una mesa de té entre ellos.
- Vamos, Salomé.- Dijo con una familiaridad que no poseía con ella, diciendo su nombre con un susurro cálido mientras apartaba la mesa con una de sus piernas, liberándose así del objeto que se interponía entre ambos. - ¿ Crees que quiero algo tan mundano como la inmortalidad?- Su risa tomó el eco de sus almas, miles de voces emitiendo unas carcajadas diferentes por cada persona que había guardada dentro de él.
Comenzó a caminar hacia ella, quedando en sólo unos pasos a unos centímetros del sillón en el que ella si había colocado. Tomó la mano que usaba de péndulo y se la llevó a los labios mirándola fijamente a los ojos para no perderse ni un detalle de sus movimientos. Su boca se entreabrió, respirando entre los dedos de ella al apoyarla encima de sus labios, sin que su piel rozase aún la suya.
- Yo quiero un secreto tan oscuro como mi interior, deseo ser el recipiente perfecto, el dueño del caos, el señor de las almas. – Los espíritus estallaron en alegría, emitiendo numerosas luces oscuras, grises y blancas alrededor de su cuerpo, creando un espectáculo de luces y sombras que lo convertía en una escena salida del mismísimo averno al verse los ojos azules de Vishous como dos faros azules en medio de la oscuridad.
Todas las luces ofrecidas por las velas se extinguieron mientras las almas paseaban por la habitación, dejándolos casi en penumbras si no fuera por la vela que quedaba al lado de ambos en la mesa de té que había apartado. Su lengua se paseó por uno de los dedos de ella antes de morder ligeramente la punta del mismo, sintiendo en su cuerpo lo mismo que ella sentía, unidos, como siempre que él usaba su sexualidad sobre otros, en un lazo irrompible en el que él podía sentir tanto placer como aquella persona a la que se lo ofrecía. Ése era su secreto para ser el amante perfecto sin necesidad de adentrarse en la cavidad húmeda y picante del sexo femenino con su propio sexo. Era un brujo tradicional, lo único puro que quedaba en él era su virginidad, así que era un fiero custodio de la misma.
- La pregunta no es si puedes o no arrancarme el corazón. – Sonrió y se inclinó sobre ella para acariciar su rostro y cuello con una de sus manos, buscando el punto sensible de su piel que se reverberara en su propio cuerpo. – La pregunta es ¿ qué deseas a cambio?.- Su nariz rozó la de ella y su otra mano tomó la astucia de tirar de su cabello rubio para poder darle un beso en aquella parte de su piel en la que había sentido que ella respondía con evidente ánimo. – Dime tu precio Salomé, conviérteme en el señor de las almas y te daré todo lo que desees.- Rió sobre su cuerpo y señaló las ataduras y látigos mientras se alejaba de ella para quedarse de nuevo de pie ante ella. – Todo.- Susurró lamiéndose el labio inferior, sabiendo que ella iba a sentir lo mismo sobre el de ella aunque él no la estuviera tocando.
- Soy consciente de que puede hacerlo.- Respondió a su amenaza de que podría arrancarle el corazón aunque él lo quisiera en su lugar, aunque su cuerpo en vez de permanecer pacientemente sentado, se levantó con suma tranquilidad, quedando de pie ante ella con sólo una mesa de té entre ellos.
- Vamos, Salomé.- Dijo con una familiaridad que no poseía con ella, diciendo su nombre con un susurro cálido mientras apartaba la mesa con una de sus piernas, liberándose así del objeto que se interponía entre ambos. - ¿ Crees que quiero algo tan mundano como la inmortalidad?- Su risa tomó el eco de sus almas, miles de voces emitiendo unas carcajadas diferentes por cada persona que había guardada dentro de él.
Comenzó a caminar hacia ella, quedando en sólo unos pasos a unos centímetros del sillón en el que ella si había colocado. Tomó la mano que usaba de péndulo y se la llevó a los labios mirándola fijamente a los ojos para no perderse ni un detalle de sus movimientos. Su boca se entreabrió, respirando entre los dedos de ella al apoyarla encima de sus labios, sin que su piel rozase aún la suya.
- Yo quiero un secreto tan oscuro como mi interior, deseo ser el recipiente perfecto, el dueño del caos, el señor de las almas. – Los espíritus estallaron en alegría, emitiendo numerosas luces oscuras, grises y blancas alrededor de su cuerpo, creando un espectáculo de luces y sombras que lo convertía en una escena salida del mismísimo averno al verse los ojos azules de Vishous como dos faros azules en medio de la oscuridad.
Todas las luces ofrecidas por las velas se extinguieron mientras las almas paseaban por la habitación, dejándolos casi en penumbras si no fuera por la vela que quedaba al lado de ambos en la mesa de té que había apartado. Su lengua se paseó por uno de los dedos de ella antes de morder ligeramente la punta del mismo, sintiendo en su cuerpo lo mismo que ella sentía, unidos, como siempre que él usaba su sexualidad sobre otros, en un lazo irrompible en el que él podía sentir tanto placer como aquella persona a la que se lo ofrecía. Ése era su secreto para ser el amante perfecto sin necesidad de adentrarse en la cavidad húmeda y picante del sexo femenino con su propio sexo. Era un brujo tradicional, lo único puro que quedaba en él era su virginidad, así que era un fiero custodio de la misma.
- La pregunta no es si puedes o no arrancarme el corazón. – Sonrió y se inclinó sobre ella para acariciar su rostro y cuello con una de sus manos, buscando el punto sensible de su piel que se reverberara en su propio cuerpo. – La pregunta es ¿ qué deseas a cambio?.- Su nariz rozó la de ella y su otra mano tomó la astucia de tirar de su cabello rubio para poder darle un beso en aquella parte de su piel en la que había sentido que ella respondía con evidente ánimo. – Dime tu precio Salomé, conviérteme en el señor de las almas y te daré todo lo que desees.- Rió sobre su cuerpo y señaló las ataduras y látigos mientras se alejaba de ella para quedarse de nuevo de pie ante ella. – Todo.- Susurró lamiéndose el labio inferior, sabiendo que ella iba a sentir lo mismo sobre el de ella aunque él no la estuviera tocando.
Vishous- Hechicero Clase Media
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Re: En las manos de un demonio ( salomé) +18
Si en el no había interés por la inmortalidad, comenzaba a parecer una persona lo suficientemente inteligente como para aceptar el reto de satisfacer a la gata loca que tenia al frente. Era un atrevimiento acercarse tanto a ella, pero Salome lo dejaba, como si estuviera esperando que cometiera un error el cual aprovechar. Sus dedos estaban tan cerca de los labios del caballero que podía sentir el aliento cálido salir de sus labios, sus pupilas se agrandaron, sintiendo como sus poros percibían con gran sensibilidad la vibración de su voz mientras hablaba. Lo veía directamente a sus ojos, encontrando en ellas un brillo natural de la oscuridad, algo que siempre había llegado a atraerle, como si se tratara ella de la parte del imán que siempre estaría dispuesta a pegarse con su otro lado.
El verdugo podía convertirse en el mártir, si se dejaba caer en la tierra del pecado. A Salome le gustaba jugar, no importaba que tipo de juego llegara a formarse, si se trataba de uno bizarro, esos serian sus favoritos. No podía evitar tener un cuerpo degenerado que respondía a las respuestas comunes de una reacción. — ¿Está tratando de seducirme? — pregunto riendo suavemente. Estiro su mano hasta tocar la cintura del hombre que parecía pretender llevarla por un sendero del cual podría disfrutar.
Estaban en cuatro paredes ¿Quién se enteraría de lo que estuviera pasando en ese lugar? Era cierto que todos los lugares tenían oídos y ojos, pero aquel lugar parecía tener una especie de burbuja que lo hacía aislante o así parecía percibirlo la cambiante. Salome miraba curiosa el cuero que reposaba pasivo esperando ser utilizados. — Puede que lleguemos a un acuerdo…—
Lo haría, no lo pensaría mucho, aceptaría su parte más animal, la dejaría salir a la luz, mientras dejaba aun su rostro humanizado y con ayuda del agarre de la cintura del hombre, término cayendo al piso a sus pies, su mano se deslizo por el largo de su pierna hasta tocar los zapatos del brujo. ¿Se humillaba ante él? No, no era así, le daba la oportunidad de ganársela, porque si podía llegar a domarla, era lo suficientemente apto como para que ella aceptara darle todo lo que él quisiera.
El rostro de la gata se acerco a su pierna y restregó su rostro mientras un suave ronroneo natural salía de ella. Se movía con naturalidad, como si realmente se hubiera convertido en un felino, pero no había sufrido tal metamorfosis, aun seguía humana, pero con un comportamiento más animal y primitivo. Se acostó boca arriba, con sus ojos grandes y azules envueltos en una especie de trance, provocada por el deseo de ser no convencional y divertirse sin ser ella el verdugo.
El verdugo podía convertirse en el mártir, si se dejaba caer en la tierra del pecado. A Salome le gustaba jugar, no importaba que tipo de juego llegara a formarse, si se trataba de uno bizarro, esos serian sus favoritos. No podía evitar tener un cuerpo degenerado que respondía a las respuestas comunes de una reacción. — ¿Está tratando de seducirme? — pregunto riendo suavemente. Estiro su mano hasta tocar la cintura del hombre que parecía pretender llevarla por un sendero del cual podría disfrutar.
Estaban en cuatro paredes ¿Quién se enteraría de lo que estuviera pasando en ese lugar? Era cierto que todos los lugares tenían oídos y ojos, pero aquel lugar parecía tener una especie de burbuja que lo hacía aislante o así parecía percibirlo la cambiante. Salome miraba curiosa el cuero que reposaba pasivo esperando ser utilizados. — Puede que lleguemos a un acuerdo…—
Lo haría, no lo pensaría mucho, aceptaría su parte más animal, la dejaría salir a la luz, mientras dejaba aun su rostro humanizado y con ayuda del agarre de la cintura del hombre, término cayendo al piso a sus pies, su mano se deslizo por el largo de su pierna hasta tocar los zapatos del brujo. ¿Se humillaba ante él? No, no era así, le daba la oportunidad de ganársela, porque si podía llegar a domarla, era lo suficientemente apto como para que ella aceptara darle todo lo que él quisiera.
El rostro de la gata se acerco a su pierna y restregó su rostro mientras un suave ronroneo natural salía de ella. Se movía con naturalidad, como si realmente se hubiera convertido en un felino, pero no había sufrido tal metamorfosis, aun seguía humana, pero con un comportamiento más animal y primitivo. Se acostó boca arriba, con sus ojos grandes y azules envueltos en una especie de trance, provocada por el deseo de ser no convencional y divertirse sin ser ella el verdugo.
Salomé Ameris- Cambiante Clase Alta
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Re: En las manos de un demonio ( salomé) +18
el fuego en sus pupilas pálidas,
claros fanales, vívidos ópalos,
que me contemplan fijamente.
claros fanales, vívidos ópalos,
que me contemplan fijamente.
El cambio en el ambiente era más que plausible, podía casi tocar esa ligera tensión creada entre ambos como cuerdas de una guitarra. Tan cerca que podía sentir cómo ardían cerca de su piel, calentándola gracias a la energía que ella derramaba fuera de su cuerpo. Corrientes anaranjadas surcando el corto espacio entre brujo y cambiaformas, uniéndolos en un instante en el que ambas miradas azuladas aceptaban formar parte de un juego, tan perverso y sádico como sus dueños. ¿ Sabría ella si quiera cuánto atraía a sus almas?. El poder que emanaba de ella era lo suficientemente alto como para que numerosas voces en su interior le susurraran a la vez que extendieran una mano hacia la de ella, atrapándola antes de que las yemas de sus dedos tocaran la cinturilla de su pantalón.
Pero era rápida y escurridiza. Un ser creado para tentar y huir. Una mano que toca y se va, sólo para extender la caricia con algo mucho más ardiente; una mirada capaz de provocar que sus labios se curvaran con perversión ante tal espectáculo. Ella de rodillas, tocándolo, ronroneando como si fuera lo más natural el lucir su naturaleza más animal ante él.
- ¿Seducirte?.- Sonrió y le tocó la cabeza, pasando sus dedos por aquel pelo tan rubio que ante la luz de las velas parecían numerosas hebras blanquecinas. No pudo evitar pensar en qué animal podría mutar, cuántos hombres había devorado con aquel rostro angelical. ¿ Los habría seducido antes, como hacía ahora con él, solo para arrancarles la cabeza después, cuando no eran nada más que una parte prescindible?. Seguramente debía ser un felino depredador, no podía si quiera imaginarla como una gata casera. La mera idea de ello parecía más una aberración, que una verdadera posibilidad.
- ¿ Ahora quién seduce a quién?- Negó con la cabeza al verla acostada sobre el suelo a sus pies, mirándolo como si realmente quisiera dejarse llevar y probar aquello oscuro que se arrastraba debajo de su piel. Numerosos fantasmas susurrando que le diera lo que pedía. Un hermoso y sangriento espectáculo de dominación.
La fuerza de la magia que guardaba en su interior se derramó fuera de él, dejando que ella sintiera su fuerza interior, así como Salomé había hecho inconscientemente. Le gustaba sentir cómo su poder hacía que las voces de su interior susurrasen sobre la piel de la cambiaformas, diciéndole todas aquellas cosas que cada una de ellas deseaba hacerle, provocándola de una forma salvaje, tanto o más que ella misma. Le informaban de que su amo realmente podía darle todo aquello que siempre había querido. Un hombre con la fuerza suficiente como para resistir su mordedura, el arrojo necesario para probar de aquel plato envenenado que le tendía; y, sobretodo, la maldad ineludible para permanecer a su lado cuando sabía perfectamente cuán peligroso y retorcido era su ser.
Cedió ante aquellos ojos azules, cayendo de rodillas sobre el suelo para poder tomar sus pies con las manos. Sus dedos se deshicieron de aquellos zapatos, armas mortales con aquel tacón afilado indudablemente con malas intenciones. Le acariciaron sus dedos, la suave curvatura de su empeine y la curva deliciosa de su tobillo. Creó círculos sobre la pálida piel, relajándola, preparándola para su intensa exploración.
- Aún no me has dicho qué quieres de mí Salomé, y créeme, la paciencia no es una de mis virtudes.- Sus dedos ascendieron por encima de su tobillo, acariciando el montículo de su gemelo, arañando la piel para recordarle que prestara atención, aunque con ello sólo consiguió sentir él mismo el arañazo, despertando así el hambre de sus almas. Debía comer algo físico o tendría que terminar “comiéndosela “ a ella.
Vishous- Hechicero Clase Media
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Re: En las manos de un demonio ( salomé) +18
Sus dedos eran como la caricia divina de un dios que puede ser derrocado fácilmente. Era casi instintivo sentirse completa al sentir como las yemas de los dedos recorrían su cabeza, para un felino era un éxtasis en el cual cada molécula de su cuerpo explotaba por tal mero placer y aunque ella podría llegar a disfrutarlo, era una forma de atraerlo, atraparlo, encadenándolo mientras él se distraía ella también encontraba lo que buscaba, sin saber lo que estaba buscando exactamente. Era un juego entre dos serpientes venenosas, en la cual cada una podría salir herida gracias al poder y el veneno de la otra, pero aun así se seducían y siseaban.
Estaba en una especie de transe que él había logrado inducir. Era nuevo para ella, salvaje y hasta aterrador para alguna parte de su mente. Pero ella seguiría en el juego en donde posiblemente los ganadores terminarían siendo los perdedores. Miro detenidamente cuando él se arrodillaba para quitarle sus tacones y comenzar con un suave y encantador masajes se pies. Haciendo sentir a Salome como una diva siento atendida por sus lacayos. Se estremeció y ronroneo con gusto, mientras los dedos del brujo creaban círculos en sus músculos. Entrecerró sus ojos disfrutando el improvisado masaje, hasta sentir sus uñas enterrándose en su piel, para ella era parte de su disfrute.
— Nunca he llegado a tener un interés innato en usted — en sus labios se dibujo una pequeña sonrisilla — Solo deseo subestimarte y que me sorprendas con tu poder y el de “ellos” — no solamente estaba con la persona que tenia frente a ella, arrodillado, sujetando sus tobillos, había mucho mas detrás de ese cuerpo, que pocos podrían entender, ella misma no comprendía mucho y deseaba poder aprender más, indagar y aceptar el reto de saber que era lo que estaba pasando en el interior de aquel hombre.
Giro su cuerpo, dio pequeños movimientos con los pies para que la soltara, ahora estaba boca abajo, dejando que su espalda y nalgas estuviera a merced del brujo. Inclino su cuerpo había atrás, levantando su parte media, alzando sus glúteos por unos segundos y luego volvió a la posición inicial, todo era parte del juego y el deseo de provocarlo.
— Pero debo admitir que aunque no venía con algo en específico que buscar, sabía que no me iría con las manos vacías — una suave risa salió de sus labios. Se incorpora en cuatro patas y camina hasta la cama, tenía esa elegancia que solo un felino obtenía en su movimiento. Salto y quedo encima del lecho. Se sentó cruzando las piernas, obteniendo una posición de espera para comenzar el juego.
Estaba en una especie de transe que él había logrado inducir. Era nuevo para ella, salvaje y hasta aterrador para alguna parte de su mente. Pero ella seguiría en el juego en donde posiblemente los ganadores terminarían siendo los perdedores. Miro detenidamente cuando él se arrodillaba para quitarle sus tacones y comenzar con un suave y encantador masajes se pies. Haciendo sentir a Salome como una diva siento atendida por sus lacayos. Se estremeció y ronroneo con gusto, mientras los dedos del brujo creaban círculos en sus músculos. Entrecerró sus ojos disfrutando el improvisado masaje, hasta sentir sus uñas enterrándose en su piel, para ella era parte de su disfrute.
— Nunca he llegado a tener un interés innato en usted — en sus labios se dibujo una pequeña sonrisilla — Solo deseo subestimarte y que me sorprendas con tu poder y el de “ellos” — no solamente estaba con la persona que tenia frente a ella, arrodillado, sujetando sus tobillos, había mucho mas detrás de ese cuerpo, que pocos podrían entender, ella misma no comprendía mucho y deseaba poder aprender más, indagar y aceptar el reto de saber que era lo que estaba pasando en el interior de aquel hombre.
Giro su cuerpo, dio pequeños movimientos con los pies para que la soltara, ahora estaba boca abajo, dejando que su espalda y nalgas estuviera a merced del brujo. Inclino su cuerpo había atrás, levantando su parte media, alzando sus glúteos por unos segundos y luego volvió a la posición inicial, todo era parte del juego y el deseo de provocarlo.
— Pero debo admitir que aunque no venía con algo en específico que buscar, sabía que no me iría con las manos vacías — una suave risa salió de sus labios. Se incorpora en cuatro patas y camina hasta la cama, tenía esa elegancia que solo un felino obtenía en su movimiento. Salto y quedo encima del lecho. Se sentó cruzando las piernas, obteniendo una posición de espera para comenzar el juego.
Salomé Ameris- Cambiante Clase Alta
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Re: En las manos de un demonio ( salomé) +18
sólo el gato
apareció completo
y orgulloso:
nació completamente terminado,
camina solo y sabe lo que quiere.
apareció completo
y orgulloso:
nació completamente terminado,
camina solo y sabe lo que quiere.
Definitivamente aquella criatura era un ser tan demoníaco como sus almas, salvo que a diferencia de los espíritus malignos de todos aquellos brujos que cargaba en su interior, ella vivía. Se movía y le tentaba incluso con el sonido de su voz. Sabía perfectamente que esto era un juego demasiado peligroso, pero desde el mismo instante en que se colocó a sus pies para descalzarla, lo había aceptado.
Quizás por eso no le afectó el escucharla hablar de sus malvados planes de sacar de él algo con su encuentro. No le preocupaba que descubriera lo que era, ni siquiera podía llegar a comprender totalmente cuan extraño era, ya que ni él mismo podía llegar a saber qué era. Algunos podrían encasillarlo en Nigromante, Brujo oscuro, Hijo del demonio. Pero ninguna de las descripciones encajaban en su totalidad. Él simplemente era Vishous. Sólo Vishous.
- Estas demasiado segura de ti misma, ¿ qué te dice que yo no esté jugando también?.- Sonrió y dejó que se revolviera entre sus manos, girándose para así darle un buen vistazo de lo estrechas que eran sus caderas y lo flexible que podía llegar a ser su cuerpo.
Su espalda se arqueó con tanta facilidad, que casi parecía sencillo contorsionarse como un gato estirándose. Como una pantera relajando su cuerpo antes de ir a una cacería intensa. Ella le evocaba la idea de que en el mundo podía realmente encontrarse con seres tan espeluznantes como él. Y la idea jamás le pareció tan, sumamente, interesante.
Siguió sus movimientos, la forma en la que caminaba sobre la habitación de rodillas, imitando el caminar de un animal. Aquello le hizo reír, llenando la habitación de carcajadas hasta el momento en que la vio subirse a la cama. Era como una pesadilla hecha realidad. Una mujer gato, aunque prefería más la idea de una felina. Ni siquiera se molestaba en ocultar su verdadera esencia ante él, sino que parecía recordársela, como si no quisiera que olvidase que si quisiera, podría desgarrarlo y comérselo. Pero él ni siquiera había llegado a considerar que ella realmente quisiera dejarle marchar sin clavar sus uñas en él.
- Esto será divertido.- Murmuró mientras se levantó del suelo. Cuando estuvo de pie, se quitó lentamente la chaqueta que llevaba consigo, dejándola caer al suelo. Dejó la prenda atrás cuando comenzó a caminar hacia ella, yendo directamente a la boca de la ¿leona?.
Ni siquiera borró de su rostro esa mirada llena de seguridad que portaba incluso cuando iba hacia una posible muerte segura, ya que no estaba en su naturaleza el preocuparse por la muerte. Llevaba mucho tiempo pensando en sobrevivir, así que no, él no temía morir. La muerte siempre fue la respuesta más directa para él. Era el menor, Battler siempre sería más fuerte, aunque intentaba que no fuera así. Entrenaba duramente su cuerpo y mente en ello, superándose, convirtiéndose en un brujo realmente temible.
- Dime Salomé, ¿ qué me darás a cambio de jugar contigo?- Le preguntó cuando sus piernas chocaron con el borde del colchón.- ¿ Qué harás para descubrir cuantas veces puedes llegar a abandonarte por completo?. Porque yo sé perfectamente que todo tiene un precio.
Vishous- Hechicero Clase Media
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Re: En las manos de un demonio ( salomé) +18
¿Cuál era la definición de atracción de estas dos personas? Tanteaban las aguas en busca del mejor lugar para adentrarse completamente a ellas y aunque en su rostro se mostraba una increíble seguridad, en sus ojos brillaba cierta pizca de desconfianza, la cual podría salir a la luz si se veía realmente en peligro. Había un natural deseo en explorar nuevos horizontes, conquistarlos e imponerse a los retos que llegarían al momento de pisas esas nuevas tierras antes inexploradas
— ¿Qué podría darle a cambio? —pregunto. En su rostro pareció haber un semblante pensativo. Su rostro expresaba ciertos matices que cambiaban drásticamente ante y en cualquier minuto. — Si, tiene razón, todo tiene un precio, hasta usted y yo — entrecerró sus ojos mientras acariciaba su gran melena dorada, acomodándola hacia al frente — Yo podría ayudarlo… — sonrió ladeando su cabeza — Si usted me pide ser el más fuerte de todo, le daré las coordenadas de lo que posiblemente le ayude — ella no era de las personas que daban las cosas fáciles, podría ayudarte a encontrar la ultima pista que podría faltar para encontrar lo que estaba buscando, pero nunca te entregaría lo que realmente deseabas en tus manos.
— Usted parece desear poder, un gran e inmenso poder que pueda controlar a todos — su sonrisa era amplia y traviesa — pero antes debo saber si tiene la capacidad de poder controlar y ser poderoso — se acostó completamente en la cama, boca arriba, con sus piernas medio recogidas. Sus manos se alzaron como si trataran de tocar el techo, pero solo jugaba haciendo figuras imaginarías en el aire — debo saber si tiene lo que se necesita ¡y qué mejor reto que yo misma! ¿No cree? — rio ampliamente mientras aplaudía para ella misma
— ¿Qué podría darle a cambio? —pregunto. En su rostro pareció haber un semblante pensativo. Su rostro expresaba ciertos matices que cambiaban drásticamente ante y en cualquier minuto. — Si, tiene razón, todo tiene un precio, hasta usted y yo — entrecerró sus ojos mientras acariciaba su gran melena dorada, acomodándola hacia al frente — Yo podría ayudarlo… — sonrió ladeando su cabeza — Si usted me pide ser el más fuerte de todo, le daré las coordenadas de lo que posiblemente le ayude — ella no era de las personas que daban las cosas fáciles, podría ayudarte a encontrar la ultima pista que podría faltar para encontrar lo que estaba buscando, pero nunca te entregaría lo que realmente deseabas en tus manos.
— Usted parece desear poder, un gran e inmenso poder que pueda controlar a todos — su sonrisa era amplia y traviesa — pero antes debo saber si tiene la capacidad de poder controlar y ser poderoso — se acostó completamente en la cama, boca arriba, con sus piernas medio recogidas. Sus manos se alzaron como si trataran de tocar el techo, pero solo jugaba haciendo figuras imaginarías en el aire — debo saber si tiene lo que se necesita ¡y qué mejor reto que yo misma! ¿No cree? — rio ampliamente mientras aplaudía para ella misma
Salomé Ameris- Cambiante Clase Alta
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Re: En las manos de un demonio ( salomé) +18
Todo poder es una conspiración permanente.
Honoré de Balzac
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Sus ojos la observaron con atención, gravando en su memoria cada uno de sus gestos, como si fuera realmente importante para él el aprenderlos. Sabía que aquella mujer era una contradicción andante, que nada podía llegar a dominarla si ella así no lo quería. Era fuerte, malvada, taimada y terriblemente hermosa. Quería ser absorbido por aquellos ojos claros como el cielo diurno, podría llegar a suplicar por ser devorado por aquellos brillantes y blancos dientes. Y no es que él fuera uno de esos hombres débiles y amantes del dolor, sino que realmente quería ser parte de aquel salvajismo inhumano que veía en aquel cuerpo femenino. Quería ser un reto para la mente curiosa de esa mujer.
- ¿Coordenadas? Ambos sabemos que voy a exigirte algo mucho más preciso que eso. - Se comenzó a quitar la camisa con movimientos perezosos, esbozando una expresión distraída al estar concentrado en aquello que ella le decía. Sabía perfectamente lo que quería, al igual que ella sabía que podía exigirle su propia piel y él se la daría. Porque habían momentos en la vida en que la pasión exigía destruirse para poder obtener un placer perversamente perfecto. Muerte, sangre y huesos.
Tembló ante el rumbo peligroso que estaba tomando sus pensamientos, sintiendo como sus almas susurraban en su interior, acariciándole al deslizarse debajo de su piel, impulsándole a tomar aquello que le era ofrecido entre palabras descaradas. Dejó que su prenda cayese contra el suelo, al igual que sus pantalones y zapatos, quedando sólo con su ropa interior ante ella, cómodo con su reciente cuasidesnudez.
- Recuerda que tú me lo has pedido Salomé - Susurró con una mirada divertida, cargada con una chispa perversa al comprender que ella no sabía donde se estaba metiendo. Se subió a la cama y se deslizó hasta ella, besando sus largas piernas, recorriendo su firme carne con los dedos, hasta rozar su cadera con la punta de sus dedos.
- Juguemos a destruirnos hermosa mía.- Y con un gruñido tiró de sus caderas para acercarla a él y poder inclinarse sobre su cuerpo para sellar su pacto con un beso, como si los negocios fueran resueltos mejor con una danza de lenguas y no con una firma. Tembló y supo que se estaba quemando en el calor que desprendía su cuerpo aún cubierto con sus ropas, aunque no por mucho tiempo.
Vishous- Hechicero Clase Media
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Re: En las manos de un demonio ( salomé) +18
Si ella debía recordar que todo esto había sido gracias a su capricho, el también debía recordar que gracias a su ambición y su gran deseo de poder estaba deslizándose por las largas y pálidas piernas de la cambiaformas. Ella apenas poseía una pequeña sonrisilla en sus labios, escondía miles de emociones que podrían llegar a ser como un mar embravecido, que lograba hacerla más humana y propensa a cometer simples errores carnales.
No había quien la juzgase desde que había tomado las riendas de su propia vida no había nadie quien pudiera decirle que estaba mal y que no. Por eso en su vida parecía aparecer un huracán de experiencias, lecciones y decisiones que tomar sin la cordura promedio por delante y ese momento era uno de ellos.
Le era extraño sentir como una persona se acercaba tanto a ella, era sentir el calor de su cuerpo, el aroma de su aliento chocar con las fosas nasales de la cambiante. Había un momento en que el tiempo parecía jugarle una mala mano, pues estaba en un momento mirando detenidamente al hombre que se desvestía al frente de ella, para al parecer al segundo siguiente tenerlo tan cerca que sus labios chocan sin evitarlos contra los de ella.
Era jugar a lo que no se debía. El brujo besaba a la trabajadora de la muerte y ella correspondía con extraña curiosidad y emoción a las nuevas sensaciones que llegaban a entrar en su cuerpo. No era algo del otro mundo las reacciones corporales de un humano ante la excitación, pero para ella era como ser un explorador en una densa selva, que quiere tratar de documentar cualquier nuevo descubrimiento y eso estaba haciendo esas dos personas que danzaban con sus lenguas una melodía a un ritmo que pocos entenderían.
―¿Está usted seguro de que quiere seguir? ― más que una pregunta era una pequeña broma. Las uñas de la cambiante recorrían la piel del hombre con ciertos deseos de poder sentir como se hundían en su piel hasta hacerlo sangrar, pero debía controlarse sabiendo que el apenas era un simple humano y toda su energía podría volverse fatal para el hombre. Dejo salir un pequeño maullido, antes de relamerse los labios ― Comencemos el juego ― ¿Acaso no habían comenzado? Si, tal vez, pero ahora comenzarían la verdadera acción. [/B]
No había quien la juzgase desde que había tomado las riendas de su propia vida no había nadie quien pudiera decirle que estaba mal y que no. Por eso en su vida parecía aparecer un huracán de experiencias, lecciones y decisiones que tomar sin la cordura promedio por delante y ese momento era uno de ellos.
Le era extraño sentir como una persona se acercaba tanto a ella, era sentir el calor de su cuerpo, el aroma de su aliento chocar con las fosas nasales de la cambiante. Había un momento en que el tiempo parecía jugarle una mala mano, pues estaba en un momento mirando detenidamente al hombre que se desvestía al frente de ella, para al parecer al segundo siguiente tenerlo tan cerca que sus labios chocan sin evitarlos contra los de ella.
Era jugar a lo que no se debía. El brujo besaba a la trabajadora de la muerte y ella correspondía con extraña curiosidad y emoción a las nuevas sensaciones que llegaban a entrar en su cuerpo. No era algo del otro mundo las reacciones corporales de un humano ante la excitación, pero para ella era como ser un explorador en una densa selva, que quiere tratar de documentar cualquier nuevo descubrimiento y eso estaba haciendo esas dos personas que danzaban con sus lenguas una melodía a un ritmo que pocos entenderían.
―¿Está usted seguro de que quiere seguir? ― más que una pregunta era una pequeña broma. Las uñas de la cambiante recorrían la piel del hombre con ciertos deseos de poder sentir como se hundían en su piel hasta hacerlo sangrar, pero debía controlarse sabiendo que el apenas era un simple humano y toda su energía podría volverse fatal para el hombre. Dejo salir un pequeño maullido, antes de relamerse los labios ― Comencemos el juego ― ¿Acaso no habían comenzado? Si, tal vez, pero ahora comenzarían la verdadera acción. [/B]
Salomé Ameris- Cambiante Clase Alta
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Re: En las manos de un demonio ( salomé) +18
El calor se instauró en su interior, quemándolo tanto como las acciones imprudentes que estaba cometiendo de forma taimada y con segundas intenciones. No había nada en él que no fuera movido por el interés del beneficio, quizás ello podría convertirlo en una persona hipócrita e indudablemente cruel. Pero, ¿acaso la vida no era así?.
Deslizó sus dedos por la estrecha cintura de la joven, sabiendo que estaba aceptando la trampa que le tendía, pues en ningún momento olvidaba que ella era mucho más fuerte y rápida que él. A pesar de tener muchas almas en su interior y un manejo de la magia excelente, sabía cuándo alguien era capaz de sesgar su vida con una facilidad pasmosa. En otro momento sólo hubiera esquivado aquella oferta, pero estaba desesperado.
Necesitaba arrancar las almas de su interior o moriría. Cada día que pasaba se enfrentaba a una lucha que podía terminar en algo tan peligroso como su extinción. Su bondad desaparecía cada vez que despertaba con la sangre de algún inocente manchando su cuerpo, sin contar con aquella cicatriz que le cruzaba el rostro por culpa de algo tan horrible que siquiera era capaz de revelar en sus pensamientos. Él había visto al diablo, lo tenía en su interior y le susurraba una y otra vez qué debía hacer para mantenerlo feliz.
- ¿Acaso me estás dejando una escapatoria Salomé?. Tal acto no sabría si calificarlo como temerario o bondadoso.- Rió sobre la piel de su cuello y besó aquella frágil curvatura, perdiéndose en la tarea de saborear su piel, mientras la recorría con los dedos.
Deslizó sus dedos por la estrecha cintura de la joven, sabiendo que estaba aceptando la trampa que le tendía, pues en ningún momento olvidaba que ella era mucho más fuerte y rápida que él. A pesar de tener muchas almas en su interior y un manejo de la magia excelente, sabía cuándo alguien era capaz de sesgar su vida con una facilidad pasmosa. En otro momento sólo hubiera esquivado aquella oferta, pero estaba desesperado.
Necesitaba arrancar las almas de su interior o moriría. Cada día que pasaba se enfrentaba a una lucha que podía terminar en algo tan peligroso como su extinción. Su bondad desaparecía cada vez que despertaba con la sangre de algún inocente manchando su cuerpo, sin contar con aquella cicatriz que le cruzaba el rostro por culpa de algo tan horrible que siquiera era capaz de revelar en sus pensamientos. Él había visto al diablo, lo tenía en su interior y le susurraba una y otra vez qué debía hacer para mantenerlo feliz.
- ¿Acaso me estás dejando una escapatoria Salomé?. Tal acto no sabría si calificarlo como temerario o bondadoso.- Rió sobre la piel de su cuello y besó aquella frágil curvatura, perdiéndose en la tarea de saborear su piel, mientras la recorría con los dedos.
Vishous- Hechicero Clase Media
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Re: En las manos de un demonio ( salomé) +18
Su cuerpo pálido y esbelto emanaba; con una increíble facilidad. Una sensualidad que pocas mujeres podrían tener de forma tan natural, tan primitiva, tan felina... Aquel hombre recorría con sus dedos, todo su cuerpo, mientras hundía su rostro y se perdía entre el cuello de la cambiante. Ella ronroneaba hundiéndose entre las sabanas de aquella modesta habitación. Movía sus caderas provocando un desorden entre las sabanas y una fricción, un naciente calor entre sus piernas. Su anatomía parecía ser muy parecida a la de un ser humano común. Se componía de piel, músculos, huesos, nervios, sangre, órganos, entre otras cosas. Podía sentir con naturalidad lo que actos carnales provocaban en el cuerpo, como cualquier otro ser humano, pero tal vez un poco mas intensificado gracias a sus sentidos aumentados.
Para ella no era solo unos besos, esos besos creaban corrientes que recorrían su todo cuerpo, haciendo que en el camino hubiera pequeños destellos, hasta acumularse en la parte lateral de sus jugosos músculos. En teoría su cuerpo preparaba todo de forma natural para seguir con un juego que prometía mucho ― Siempre hay que dar oportunidades para retractarse ― Sonrió suavemente, mientras con una de sus manos tocaba el pecho del caballero para hacer un poco de distancia. Logro sacarlo de su cuello y fijo su mirada en el ― Aunque sean falsas esperanzas… uno vive de ellas ― en los ojos de aquel caballero podía ver diferentes cosas que podría terminar embelesada solamente con el brillo de su iris.
Pero había otras cosas que hacer. Acerco sus labios a los de él y fácilmente los atrapo en un fogoso beso, que daba inicio a una travesura peligrosa y candente. Abrió sus piernas y las entrelazo por encima de las caderas del caballero atrapando su parte posterior, para luego hacer lo mismo con sus brazos y aferrarse a su cuello. El conocería una parte de ella que muy pocos habían tenido el placer de presenciar y si salía de su boca algún comentario de ese momento, podría considerarse como una persona muerta.
Por ahora, mordía y jalaba sus labios, ronroneando mientras suportaba todo el peso del hombre. Sus manos tampoco que quedaban tranquilas, con sus uñas rasguñaban su espalda con un tremendo placer, al sentir como su piel se erizaba y reaccionaba a sus caricias carnales y pecaminosa, que solamente buscaban el poder mezclar el dolor con el placer, hasta un punto de no saber donde comenzaba uno y terminaba el otro.
Para ella no era solo unos besos, esos besos creaban corrientes que recorrían su todo cuerpo, haciendo que en el camino hubiera pequeños destellos, hasta acumularse en la parte lateral de sus jugosos músculos. En teoría su cuerpo preparaba todo de forma natural para seguir con un juego que prometía mucho ― Siempre hay que dar oportunidades para retractarse ― Sonrió suavemente, mientras con una de sus manos tocaba el pecho del caballero para hacer un poco de distancia. Logro sacarlo de su cuello y fijo su mirada en el ― Aunque sean falsas esperanzas… uno vive de ellas ― en los ojos de aquel caballero podía ver diferentes cosas que podría terminar embelesada solamente con el brillo de su iris.
Pero había otras cosas que hacer. Acerco sus labios a los de él y fácilmente los atrapo en un fogoso beso, que daba inicio a una travesura peligrosa y candente. Abrió sus piernas y las entrelazo por encima de las caderas del caballero atrapando su parte posterior, para luego hacer lo mismo con sus brazos y aferrarse a su cuello. El conocería una parte de ella que muy pocos habían tenido el placer de presenciar y si salía de su boca algún comentario de ese momento, podría considerarse como una persona muerta.
Por ahora, mordía y jalaba sus labios, ronroneando mientras suportaba todo el peso del hombre. Sus manos tampoco que quedaban tranquilas, con sus uñas rasguñaban su espalda con un tremendo placer, al sentir como su piel se erizaba y reaccionaba a sus caricias carnales y pecaminosa, que solamente buscaban el poder mezclar el dolor con el placer, hasta un punto de no saber donde comenzaba uno y terminaba el otro.
Salomé Ameris- Cambiante Clase Alta
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Re: En las manos de un demonio ( salomé) +18
El ronroneo de aquella mujer le hizo estremecer, la sentía cada vez más dentro de él, como si el eco de aquella caliente vibración le estremeciera las firmes paredes que había aprendido a tener alrededor de aquellos sentimientos que había guardado en su interior. Todo lo bueno, lo humano, lo que aún no había sido roto. Y eso era peligroso, pues estaba entregando demasiado con aquel trato y no era su miedo a perder su tan codiciada virginidad, sino la última pieza que aún quedaba sin romper en él.
Sonrió, acariciando el cuerpo de la mujer, levantando su espalda para acercar sus pechos a su rostro. Besó los montículos pálidos y elevados, repartiendo una sutil caricia antes de reír por sus palabras. Debía tener más cuidado con Salomé, su hermosa provocadora le estaba haciendo experimentar lo que cualquier otra jamás habría conseguido. Quizás eso era lo espeluznante de las criaturas como ella, que no necesitaban nada para sacar el animal que llevaba en su interior.
- No hay esperanzas para personas como nosotras, Salomé. Nuestro pecado es querer más. - Mordió su piel, deleitándose con la marca rosácea que surgía en ella, sólo para desaparecer con la misma rapidez. Era como un cuadro siempre virgen, esperando a ser pintado por alguien lo suficiente astuto como para dejar marca en él.
Susurró palabras antiguas, en otro idioma, llamando a las fuerzas oscuras que habían en su interior para entregarles todo aquel placer, cada una de las mordeduras que creaban las uñas de aquella gata sobre su piel. Un hechizo arcaico para entregarle el doble de placer con cada una de sus caricias, haciendo que su magia e instinto le digeran cuales eran sus puntos débiles antes de que una de sus manos descendiera hasta el valle que se escondían entre aquellas larguísimas piernas. La acarició con suavidad, elevando el ritmo de sus movimientos para prepararla. Necesitaba que sintiera aquella quemazón atroz que se extendía en el interior de su cuerpo, suplicando por obtener más de aquella mujer.
- Más vale que recuerdes nuestro trato Salomé, porque después de esta noche, no tendré nada que perder. - A pesar de sus frías palabras, su boca le entregó un beso demasiado apasionado como para considerarlas una verdadera amenaza. Aunque la advertencia estaba allí, mostró la última de sus cartas, dejando que el susurro de todas aquellas almas le entregasen a Salomé la canción que llevaba escuchando desde el instante en que fueron colocadas en su interior. Dejándose así llevar por aquella pasión, mientras balanceaba sus caderas contra las de aquella mujer, provocándola.
A pesar de toda su pasión, sus pantalones seguían en el mismo sitio, ya que su intención no era enseñar la única parte de su anatomía que le había ocasionado un trauma adolescente. Su anterior amante, una granjera demasiado codiciosa a pesar de su juventud, quiso llevarse la virginidad de Vishous, pero cuando vio el tamaño de su miembro huyó, gritándole que era un monstruo demasiado grande. Si se hubiera molestado en preguntar a otros hombres, habría podido entender que su tamaño era grande, pero aún así, normal. Ningún ser humano poseía una misma anatomía, lo cual no era culpa de la granjera o de Vishous, sino de la falta de educación sexual.
Sonrió, acariciando el cuerpo de la mujer, levantando su espalda para acercar sus pechos a su rostro. Besó los montículos pálidos y elevados, repartiendo una sutil caricia antes de reír por sus palabras. Debía tener más cuidado con Salomé, su hermosa provocadora le estaba haciendo experimentar lo que cualquier otra jamás habría conseguido. Quizás eso era lo espeluznante de las criaturas como ella, que no necesitaban nada para sacar el animal que llevaba en su interior.
- No hay esperanzas para personas como nosotras, Salomé. Nuestro pecado es querer más. - Mordió su piel, deleitándose con la marca rosácea que surgía en ella, sólo para desaparecer con la misma rapidez. Era como un cuadro siempre virgen, esperando a ser pintado por alguien lo suficiente astuto como para dejar marca en él.
Susurró palabras antiguas, en otro idioma, llamando a las fuerzas oscuras que habían en su interior para entregarles todo aquel placer, cada una de las mordeduras que creaban las uñas de aquella gata sobre su piel. Un hechizo arcaico para entregarle el doble de placer con cada una de sus caricias, haciendo que su magia e instinto le digeran cuales eran sus puntos débiles antes de que una de sus manos descendiera hasta el valle que se escondían entre aquellas larguísimas piernas. La acarició con suavidad, elevando el ritmo de sus movimientos para prepararla. Necesitaba que sintiera aquella quemazón atroz que se extendía en el interior de su cuerpo, suplicando por obtener más de aquella mujer.
- Más vale que recuerdes nuestro trato Salomé, porque después de esta noche, no tendré nada que perder. - A pesar de sus frías palabras, su boca le entregó un beso demasiado apasionado como para considerarlas una verdadera amenaza. Aunque la advertencia estaba allí, mostró la última de sus cartas, dejando que el susurro de todas aquellas almas le entregasen a Salomé la canción que llevaba escuchando desde el instante en que fueron colocadas en su interior. Dejándose así llevar por aquella pasión, mientras balanceaba sus caderas contra las de aquella mujer, provocándola.
A pesar de toda su pasión, sus pantalones seguían en el mismo sitio, ya que su intención no era enseñar la única parte de su anatomía que le había ocasionado un trauma adolescente. Su anterior amante, una granjera demasiado codiciosa a pesar de su juventud, quiso llevarse la virginidad de Vishous, pero cuando vio el tamaño de su miembro huyó, gritándole que era un monstruo demasiado grande. Si se hubiera molestado en preguntar a otros hombres, habría podido entender que su tamaño era grande, pero aún así, normal. Ningún ser humano poseía una misma anatomía, lo cual no era culpa de la granjera o de Vishous, sino de la falta de educación sexual.
Vishous- Hechicero Clase Media
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Re: En las manos de un demonio ( salomé) +18
Todo siempre para ella era un simple juego de ajedrez, una travesura llena de estrategia. Esta situación era un simple movimiento ante una gran estrategia. Muchos creerían que era alguien con un tornillo suelto por allí, tal vez era cierto; pero tal vez tenía varios sueltos a decir verdad. Era mejor dejar pensar a las personas que no tenías idea de lo que estabas haciendo, cuando realmente tenías un plan trazado para obtener lo que necesitabas o deseabas.
¿Quién era el lobo y quien el cordero? Posiblemente era una pregunta que podría estar rondado en este momento. Era dos personajes muy poderosos, uniéndose en un extraño acuerdo para obtener beneficio individual. Cada quien jugaría con el otro hasta conseguir lo su objetivo, los dos sabían eso y comenzaban a congeniar por esta misma razón. Pero ¿Realmente podían confiar entre ellos?
La carne llama a la carne, sin importar quien seas, el deseo primitivo de reproducción y supervivencia mueve gran parte del psique de cada persona, no importa el ser erudito que seas, los deseos carnales siempre estará allí, aunque quieras combatirlos. — Soy una mujer de palabra, ahora ven y cerremos el trato — su voz era suave, terminando hacia un susurro añadió: —Debemos perder todo para obtener lo que necesitamos — El hombre le había demostrado que estaba dispuesto a todo. Eso tenía un valor agregado para ella y muy importante si deseaba hacer trato con la cambiaformas.
Sus cuerpos se fusionaban mientras aumentaba la pasión entre ellos dos. La mujer debía saber utilizar sus encantos ante el hombre y esta lo hacía muy bien, tanto que podría ser la envidia de muchas putas; desde la de más alto rango, hasta la más baja. Entre los besos y las caricias intensificadas del brujo la cambiante dejaba salir uno que otro suave y meloso gemido, que my pocos habrían tenido el placer de oír. Debía el estar sintiéndose honrado de estar explorando con besos y caricias esa piel tan exótica y única.
En sus bocas había una lucha desenfrenada, con sus lenguas, que buscaban invadir la cavidad del contrario con furia y pasión. Haciendo que impulsos eléctricos recorriera todo su cuerpo, endureciendo sus senos y humedeciendo su interior, para prepararlo para la el próximo paso del acto. — Te daré lo que necesites — volvió a susurrar, pero esta vez se acerco a su oído y luego de mordisquear un poco su lóbulo agregó: — ni necesitas decírmelo; tengo mis métodos de saber las cosas — dejo salir una suave risilla, mientras con la punta de su nariz bajaba para recorrer el cuello del caballero.
Salomé Ameris- Cambiante Clase Alta
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Re: En las manos de un demonio ( salomé) +18
Cerró los ojos, disfrutando de aquellas caricias que recibía. Normalmente era él el que se ocupaba de que la otra persona sintiera placer, sólo mediante sus hechizos, se permitía dejarse llevar, sintiendo a través de ellas, lo que era un orgasmo. Aunque algo le decía que era totalmente distinto cuando era la otra persona la que te lo provocaba y no la magia, liberarse por una vez debía ser estupendo. Era la primera vez que obviaba esa voz que le decía que era una mala idea, siguiendo adelante a pesar de todo.
Disfrutó de la suavidad y flexibilidad de Salomé, de sus salvajes respuestas. Era como un animal en celo, ronroneando por más, comenzando a exigir y demandar todo aquello que necesitaba. Sonrió y asintió a sus palabras, aceptando todo lo que decía, pero sobretodo, la idea de que aquello era necesario para conseguir lo que siempre había querido: engañar a sus ánimas.
- Dame lo que quiero y tendrás mucho, mucho más.- Arañó su espalda y supo que iba a dejarse llevar. Con aquella mujer no existía ningún tipo de convencionalismo, no tenía miedo de herirla, todo lo contrario. Deseaba arañarla, morderla, marcarla para siempre para que recordara aquella noche en la que estaba arrevatándole algo que había conservado.
Besó sus senos y le acarició la cintura, deslizando sus manos por las caderas, buscando aquel punto sensible de su cuerpo que le haría derramar todo aquel elixir que él necesitaba. Gruñó y se bajó los pantalones, arrancándose prácticamente la ropa de encima, dejando que cayeran junto a sus zapatos. Se arrodilló entre sus piernas completamente desnudo y sonrió antes de tirar de sus piernas para lamer sus muslos.
- Entonces intenta adivinar qué es lo que quiero ahora, Salomé. - Rió entre sus piernas antes de morder su piel pálida con fuerza, dejando una huella rojiza de sus dientes en ella. Podía entender perfectamente a aquellos que consumía carne humana, él podría hacerlo si Salomé era su plato principal.
Las almas se alzaron en su interior, arañándole en el estómago sin necesidad de que Salomé lo hubiera hecho. Ellas estaban deseando tomarla tanto como él, le exigían que se hundiera en su interior con brutalidad, así que acercó el cuerpo de la mujer más al suyo. Tembló cuando su miembro rozó la carne húmeda de Salomé. Sus ojos claros cambiaron de color, lentamente, a medida que las almas se fundían con él, volviéndose violetas. Su pecho y espalda se llenaron de letras antiguas, símbolos arcanos que ni siquiera habían podido conservarse en piedras, retazo de las diferentes edades de las almas que llevaba. Parecía que cada una de ellas estuviera dotando a Vishous de una belleza salvaje y brutal, como si fuera un guerrero que iba a representarlas ante otro clan de brujos.
- ¿Crees que podrás satisfacernos, Salomé?- Su voz salió aún más grave, más ronca, como un ronroneo sensual divertido ante la gata que se retorcía, ofreciéndose para su deleite personal, sin entender que estaba sellando un pacto con un demonio que pronto le susurraría qué quería a cambio.
Disfrutó de la suavidad y flexibilidad de Salomé, de sus salvajes respuestas. Era como un animal en celo, ronroneando por más, comenzando a exigir y demandar todo aquello que necesitaba. Sonrió y asintió a sus palabras, aceptando todo lo que decía, pero sobretodo, la idea de que aquello era necesario para conseguir lo que siempre había querido: engañar a sus ánimas.
- Dame lo que quiero y tendrás mucho, mucho más.- Arañó su espalda y supo que iba a dejarse llevar. Con aquella mujer no existía ningún tipo de convencionalismo, no tenía miedo de herirla, todo lo contrario. Deseaba arañarla, morderla, marcarla para siempre para que recordara aquella noche en la que estaba arrevatándole algo que había conservado.
Besó sus senos y le acarició la cintura, deslizando sus manos por las caderas, buscando aquel punto sensible de su cuerpo que le haría derramar todo aquel elixir que él necesitaba. Gruñó y se bajó los pantalones, arrancándose prácticamente la ropa de encima, dejando que cayeran junto a sus zapatos. Se arrodilló entre sus piernas completamente desnudo y sonrió antes de tirar de sus piernas para lamer sus muslos.
- Entonces intenta adivinar qué es lo que quiero ahora, Salomé. - Rió entre sus piernas antes de morder su piel pálida con fuerza, dejando una huella rojiza de sus dientes en ella. Podía entender perfectamente a aquellos que consumía carne humana, él podría hacerlo si Salomé era su plato principal.
Las almas se alzaron en su interior, arañándole en el estómago sin necesidad de que Salomé lo hubiera hecho. Ellas estaban deseando tomarla tanto como él, le exigían que se hundiera en su interior con brutalidad, así que acercó el cuerpo de la mujer más al suyo. Tembló cuando su miembro rozó la carne húmeda de Salomé. Sus ojos claros cambiaron de color, lentamente, a medida que las almas se fundían con él, volviéndose violetas. Su pecho y espalda se llenaron de letras antiguas, símbolos arcanos que ni siquiera habían podido conservarse en piedras, retazo de las diferentes edades de las almas que llevaba. Parecía que cada una de ellas estuviera dotando a Vishous de una belleza salvaje y brutal, como si fuera un guerrero que iba a representarlas ante otro clan de brujos.
- ¿Crees que podrás satisfacernos, Salomé?- Su voz salió aún más grave, más ronca, como un ronroneo sensual divertido ante la gata que se retorcía, ofreciéndose para su deleite personal, sin entender que estaba sellando un pacto con un demonio que pronto le susurraría qué quería a cambio.
Vishous- Hechicero Clase Media
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Re: En las manos de un demonio ( salomé) +18
El ser humano se creía superior por sentir que había logrado superar al instinto animal, pensaba que era la única especie que tenía la virtud de realizar el acto sexual meramente por placer. Eso lograba que pudiera crear una pirámide en donde el estaría en la punta y los demás seres debajo de él, ayudaba a que su ego de superioridad creciera enormemente. Era cierto que muchos animales utilizaban los actos sexuales para solamente la reproducción de su especie, lo que hacía que estuviera asegurado su legado y la supervivencia de la misma.
El cuerpo de la cambiante unía lo mejor de las dos partes. Su lado animal, la hacía moverse hacia la necesidad reproductiva que estaba en su interior y su lado humano lograba conjugarse bien para que pudiera disfrutar de este juego en el que se había metido. Había logrado armonizar las dos fases de su ser, lo que hacia que las caricias del brujo hicieran un efecto en su cuerpo, preparándolo para el siguiente paso; que ante su instinto animal seria la copulación para la reproducción de su especie. Su cuerpo esbelto, se retorcía entre las sabanas con una sonrisilla en sus labios. El cual relamía lentamente, al mismo tiempo que pequeños suspiros y suaves gemidos se le escapaban de su boca.
El brujo rasguñaba y mordía su cuerpo, como deseando marcarlo, pero la verdad era que necesitaría algo mucho más fuerte para si quiera dejarle un pequeño recuerdo de lo que habían hecho esta noche. La humedad del sexo de la cambiante y el aroma que desprendía hacia que los cuerpos mutuamente se llamaran para acoplarse perfectamente en un juego en que estaban diseñado.
−Claro que si – le susurro a su oído ante su pregunta. Sonrió descaradamente, mientras sentía como el calor duro miembro del brujo se acercaba a su sexo deseoso de entrar. Llevo unas de sus manos para aferrarse a su cuello y acercar más sus labios a su oído, mientras que la otra mano iba hacia el pene y lo tanteaba sintiendo gustosamente como estaba en su máxima expresión. – Pero…. Hoy no es el día, mi querido amante – masajeaba los testículos mientras sostenía firmemente al caballero para que no se soltara de ninguno de sus agarres – a la tercera noche de la luna menguante, nos volveremos a ver y es en ese momento, solo en ese día, que todo lo que siempre has deseado se cumplirá− Lo soltó y de un empujón lo alejo de su cuerpo; recordándole así, la fuerza que tenía.
−Hasta entonces… − dio un salto para salir de la cama y comenzar a volver a vestirse. Ya había podido recopilar suficiente información, ahora podía irse a realizar un plan más detallado, en el que estaba segura que él podría obtener lo que estaba buscando – Disculpa por dejarte en ese estado, pero no es el día. Te puedo conseguir una prostituta, para que te puedas relajar – propuso con cierta sonrisilla socarrona en sus labios mientras se acomodaba el vestido
El cuerpo de la cambiante unía lo mejor de las dos partes. Su lado animal, la hacía moverse hacia la necesidad reproductiva que estaba en su interior y su lado humano lograba conjugarse bien para que pudiera disfrutar de este juego en el que se había metido. Había logrado armonizar las dos fases de su ser, lo que hacia que las caricias del brujo hicieran un efecto en su cuerpo, preparándolo para el siguiente paso; que ante su instinto animal seria la copulación para la reproducción de su especie. Su cuerpo esbelto, se retorcía entre las sabanas con una sonrisilla en sus labios. El cual relamía lentamente, al mismo tiempo que pequeños suspiros y suaves gemidos se le escapaban de su boca.
El brujo rasguñaba y mordía su cuerpo, como deseando marcarlo, pero la verdad era que necesitaría algo mucho más fuerte para si quiera dejarle un pequeño recuerdo de lo que habían hecho esta noche. La humedad del sexo de la cambiante y el aroma que desprendía hacia que los cuerpos mutuamente se llamaran para acoplarse perfectamente en un juego en que estaban diseñado.
−Claro que si – le susurro a su oído ante su pregunta. Sonrió descaradamente, mientras sentía como el calor duro miembro del brujo se acercaba a su sexo deseoso de entrar. Llevo unas de sus manos para aferrarse a su cuello y acercar más sus labios a su oído, mientras que la otra mano iba hacia el pene y lo tanteaba sintiendo gustosamente como estaba en su máxima expresión. – Pero…. Hoy no es el día, mi querido amante – masajeaba los testículos mientras sostenía firmemente al caballero para que no se soltara de ninguno de sus agarres – a la tercera noche de la luna menguante, nos volveremos a ver y es en ese momento, solo en ese día, que todo lo que siempre has deseado se cumplirá− Lo soltó y de un empujón lo alejo de su cuerpo; recordándole así, la fuerza que tenía.
−Hasta entonces… − dio un salto para salir de la cama y comenzar a volver a vestirse. Ya había podido recopilar suficiente información, ahora podía irse a realizar un plan más detallado, en el que estaba segura que él podría obtener lo que estaba buscando – Disculpa por dejarte en ese estado, pero no es el día. Te puedo conseguir una prostituta, para que te puedas relajar – propuso con cierta sonrisilla socarrona en sus labios mientras se acomodaba el vestido
Salomé Ameris- Cambiante Clase Alta
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