Dans l'obscurité, nos espoirs sont transformés [priv]

por **Ásbjörn y Sylmeria Dogli** Dom Jun 29, 2014 6:07 pm

No sabía que decir o que hacer.

Estaba sentado en uno de los bancos de piedra que tenia la mansión que habían encontrado los hermanos Lanagan y que ahora residían los cuatro. Garth estaba ausente todas las noches incluyendo las de luna llena. Su hermana intentaba hacer las paces con Alfred aunque en realidad lo estaba haciendo bien con lo que hizo, llamar a una antigua compañera de la que sabia que Alfred tenia sentimientos y hacer un pacto. Habría podido caer bajo, pero sabia que su hermana amaba a Alfred por muy torpe que fuera al mostrar sus sentimientos. En poco tiempo serian 5 si aquella compañera viene y 6 si Garth convencía a Isserielle de venirse a vivir con ellos.

Solo quedaba él.

Desde que habían huido de Austria, las cosas habían ido a mejor cuando se encontraron con los hermanos. Sylmeria estaba a salvo y su embarazo iba a mejor, las cicatrices causadas por una anciana loca se estaban curando y habían contratado a gente habiéndose asegurado de que eran de fiar. Parecía que todo iba como la seda excepto para Asbjörn quien parecía tener pesadillas cada noche, quien desde que se fueron de Austria todo para él lo veía negro y sin salida. Comenzó a tener insomnio, había suerte y por las noches dormía unas horas, apenas comía. Estaba siempre cansado en la cama. Entonces una tarde decidió salir sin que su hermana le acompañara, se fue sin decir adonde fue.

Conforme sus pies le llevaron tras un largo paseo, llego hasta la entrada sur de Paris tras reconocer un camino que llevaba al jardín botánico y para adelante el centro de Paris, pero continuo caminando por donde estaba, cruzándose con hombres uniformados de negro y escopetas al hombro, hombres vestidos de oscuro pero con un casco policial, ah, la comisaria para después encontrarse con gente que se dirigía al albergue para poder tomar cobijo de las noches que refrescaba ahora en verano. Seguía caminando y escucho a la gente gritarle para que se apartara de en medio, él lo hizo sin rechistar pues a vista de otros era un vagabundo con ropas raídas.

Acabó frente a las puertas del jardín botánico, un sitio en donde solamente una persona puede elogiar las plantas como se debe. En eso su hermana era una experta y él mismo no tenía experiencia alguna en plantar ni si quiera una maceta y esperar a que crecería. Todo había pasado tan rápido, que no se había parado a pensar en como volver a ser quien pueda heredar el trono. ¿Qué estaría haciendo su tío? ¿Qué le habrá pasado al Imperio? Seguramente habrá contratado a alguna marioneta para que gobierne en su lugar. Típico de él.

El mediodía no era como los días normales. Estaba cubierto por espesas nubes como la confusión que había en su cabeza. Se sentó en un banco de madera que había a mitad de un camino a la vuelta que iba hacia las afueras de Paris. Solamente tenía en el bolsillo unos cuantos francos y su boina de pobretón que le sentaba bien con su atuendo de pobretón. Engañaba fácilmente y él estaba perdido. No había vuelto a ver a aquella joven que llevo en brazos de vuelta a su hogar. ¿Quién querría verle? O ¿Cómo seguía hacia delante?

por **Bella / Mía Borja** Dom Jun 29, 2014 6:42 pm

Bella tenía un par de días saliendo a la misma hora, nunca le decía nada a Mía, pero siempre que volvía lo hacía con el cabello humedecido y eso le preocupaba a la gemela, sin embargo no podía meterse en lo que ella hiciera, eso también le había dado la pauta para poder investigar más, ya tenía alguna idea de quién era aquél hermano perdido que tenía un par de meses buscando sin poder obtener la verdad de las cosas, su padre debería de estar gozando en su tumba como ella sufría.

Se puso un vestido sencillo color rosa palo, que le dejaba cubiertas las piernas por completo, mientras comenzaba a caminar por las calles, su cabello iba recogido en la parte trasera, adornado con un pequeño listón a juego, poco maquillaje era el que cubría su rostro y sus dedos se movían un poco nerviosos, tenía mentalizada la imagen del hombre que le habían mostrado, también la dirección, no había dejado nada de información que su hermana pudiera encontrar, había roto todo, desde que se puso a buscarlo Mía siempre tenía que confiar únicamente en su memoria, afortunadamente hasta ahora no le había fallado.

Sus brazos rodeaban su cintura cuando se veía acorralada por mucha gente, siempre le había temido a las masas, pero era necesario observó a lo lejos, mirando al chico de cabellos rojos que estaba asomado por la ventana era él, parecía feliz, tenía poco menos de dieciséis años, tal como le habían dicho, sonreía con tanto gusto que parecía querer contagiarla, aunque la felicidad no podía llegar hasta los ojos de la muchacha, se mordió el labio y dio media vuelta, adentrándose en la ciudad sin percatarse exactamente de donde se había dirigido, su mente daba miles de vueltas intentando buscar un momento adecuado para llegar y decirle "Tu padre murió, soy tu hermana y hay otra igual que yo" o algo parecido, ella siempre había sido demasiado torpe, su padre se había pasado de la raya al decir que Mía era la encargada.

Un color brillante logró captar su atención y se acercó para ver la flor que emitía tal alegría a la vista, sonrió levemente, aunque el sol ya no se mostraba completamente en su esplendo, observó un chico que parecía extraño, una sonrisa se dibujó en los labios de Mía -Buenas tardes, monsieur- dijo haciendo una ligera reverencia, volviendo su vista por un par de segundos a la flor y después al chico.

por **Ásbjörn y Sylmeria Dogli** Lun Jun 30, 2014 5:51 am

Ásbjörn estaba pensando en las musarañas hasta que se quedo dormitando en aquel banco medio sentado hasta que escucho como una voz aguda le saludaba. Nada estaba claro para él, estaba aún despertándose de esa pequeña siesta y el cielo se había descubierto un poco, temía encontrarse con alguien de su tío pero con quien se encontró era con una muchacha de cabellos rojos -..Ah..Bon..mmm Hola..-Murmuro lentamente pues del francés no tenia ni papa a pesar de ser el verdadero príncipe heredero del imperio de Austria -…Disculpe ¿Qué hora es? -¿se habría dormido demasiado?

No sabía mucho pero estando en Paris cualquiera se perdía y las horas se echaban a perder sin más. Eso lo había aprendido de su hermana, quien al parecer se defendía con el idioma. Él solo tenía maña en el arte de la guerra, espadas, tiro con arco, lanzamiento de dagas a larga distancia. Era un requisito. Hasta si él quería podría ponerse la etiqueta de mercenario, aunque la verdad no iría por ese camino, no todavía.

Observo de nuevo a la joven y después observo al ambiente de poca monta que se arremolinaba en el interior de la ciudad. Gente de pocos recursos se juntaban con otras personas de poca monta- Usted no debería de estar por aquí…donde cualquiera persona pueda robarle sin que usted se dé cuenta…-Dijo mientras metía sus manos dentro de sus bolsillos con suma indiferencia.

Lo que le pasara a la joven no tendría que ser tema suyo, pero es que ahora no podía envolverse en mas problemas de los que estaban –Lo único que puedo hacer por usted, es llevarla a un carruaje y sacarle de aquí… o…-Señalo a un joven de cabellos rojizos al igual que la joven-…o él mismo podría ayudarla si gusta…-Se levanto de aquel banco, se sacudió un poco la chaqueta y sonrió apenas pues no estaba de humor para andarse con florituras.

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