Entre sudores resurgen los corazones | Kaya

por **Lorelleine Devonshire** Miér Jul 02, 2014 7:17 am

Recibí un codazo en medio de mis costillas por culpa de un intento desesperado de conseguir el mejor cogollo de lechuga del puesto. Cerré mis ojos haciendo lo posible por aspirar y recuperar el aliento perdido. Sin embargo aquel golpe bien podía haber valido la maravillosa pieza que había podido conseguir.

Metí el trofeo en mi cesta e hice lo posible para separarme de las mujeres que se mataban por tomar entre sus manos una de las ofertas que en aquel puesto gritaban a viva voz.

Puse mis manos sobre el cesto agarrándolo con fuerza para que nadie se atreviera a quitarme ni una sola de mis compras.

Mi mirada se deslizó por las cabelleras mientras mi cuerpo hacía lo posible por avanzar entre las faldas ruidosas que se rozaban entre ellas y con sus propias enaguas. Las mías se iban quejando también por tener que ser friccionadas una y otra vez con otras telas mas era la única forma de avanzar.

No solo había gritos de los comerciantes, las mismas mujeres hacían lo posible por hacerse oír entre el resto de las mujeres para decir a sus amigas o conocidas dónde era mejor comprar la carne o si debían esperarse porque la pieza no había salido buena y preparar algún tipo de estofado diferente.

En mi mente todo estaba claro. De primero tomaríamos una crema de verduras, de segundo una buena porción de solomillo que cocinaría al oporto con dos posibles guarniciones, ensalada y unas patatas cocidas que incluso podría transformar en un puré para que hiciese de cuna de la carne en el plato. Tras ello un postre que sería a elegir entre una tarta que estaba a medio hacer ya y fruta deliciosamente fresca.

Una sonrisa se extendió por mi rostro cuando pude salir del gran atolladero de mujeres, ahora el tráfico humano en la avenida era menos acusado y se podía ver más allá de una cabeza delante de ti.

Curiosa, comencé a pasear por esos puestos que aunque tenían mucho género no parecían ser los que demandase la mayoría de la población por su gran exotismo. Plumas de gansos de tantas tonalidades diferentes que ni tan siquiera era capaz de contarlas, tinteros de maderas labradas con tanta exquisitez que el precio de cada obra de arte debía ser más que extratosférico. Aquello era belleza, pura belleza y si tuviese el dinero suficiente compraría miles de todas esas joyas, incluyendo aquellas gemas preciosas incrustadas en collares y anillos.

Sin darme cuenta me acerqué a una joven que parecía estar viendo lo que quizá otros podían denominar baratijas pero que a mí eran tan hermosas como obras de arte.

por **Kaya** Sáb Jul 05, 2014 3:50 pm

El mercado y su ajetreada vida.

Aquello más que encontrarse en un mercado, parecía la selva amazónica. Aquellas lejanas tierras en que los leones y demás felinos se encontraban a sus anchas y los campos se encontraban llenos de presas, de herbívoros que alimentarse, causando en tiempos de sequía un gran alboroto de luchas y muertes entre los grandes depredadores. Situación que se estaba viviendo y sintiendo en aquel instante, en una parte de una de las ciudades más educada y de comportamientos finos de los alrededores. La bella ciudad parisiense y sus exquisitos modales, menos cuando había mercado y las mujeres luchaban por conseguir las mejores ofertas.

Una sonrisa se curvó en los labios femeninos de la cambiaformas que se paseaba por el extremo del mercado, observando la vida que en él se movía y que tan diferente le resultaba en comparación con la calma y silencio de sus amados bosques. Bosques, que desde el encuentro con aquel otro cambiaformas, parecían ser diferentes. Inquietos, como si supieran del temor que atenazaba su corazón ante lo que él representaba.

Suspiró y moviéndose entre las paradas se alejó de las calles más concurridas para buscar las más excéntricas.

Tras unos minutos los ruidos bajaron de intensidad y con una sonrisa se internó en las callejuelas menos transitadas, yéndose directamente hacia uno de los puestos que solía atraerle la atención. Una parada de una gitana que tenía amuletos y sabia de diferentes hechizos. Los había para la fertilidad, el sueño, para alejar a la maldad de nosotros, para purificar nuestras almas… En su particularidad, ella jamás había creído en esas cosas, aún así ella misma era un ser cambiante. Magia o por genética, tenía un don, sangre sobrenatural corría por sus venas, así que por que no creer que parte de los gitanos podían poseer otros dones? No parecía tan descabellado a fin de cuentas. La magia existía.

— Buenos días Madeimoselle. —La voz de la gitana la hizo sobresaltarse, lo que disimuló con una sonrisa volviéndose hacia ella, dejando de ver aquel amuleto en forma de pantera que por unos instantes había atraído enormemente su atención.

— Buenos días. —Contestó en una sonrisa — Por el momento solo deseo mirar. — Se adelantó a la vendedora que ya estaba por mostrarle una caja de amuletos y diferentes joyas. — ¿Tenéis todo para la venta? —Le preguntó interesada en aquel extraño amuleto que había captado su atención de forma atroz. La gitana asintió y volviendo a fijarse en aquel amuleto, en aquella pantera dibujada, aquellos intensos ojos, se quedó absorta sin saber de la compañía de otra joven que recién había llegado a la parada, hasta que viendo por el rabillo del ojo como del cesto que llevaba se le caía una patata al suelo, se giró y agachándose la recogió antes de que esta cayera al suelo.

— Creo que esto os pertenece ¿Verdad? — fijó su mirada en la joven y sonrío levantandose, devolviéndole la patata que tenia en su mano. — Parece ser que vuestra patata no desea ser cocinada en el día de hoy. A veces hasta las hortalizas parecen querer escapar del caprichoso destino. —Concluyó con una suave sonrisa, esperando que la joven tomara la patata, sin saber si aquello ultimo lo decía como una simple broma – aunque aquel fuera su aspecto- o lo decía más por sí misma, la que horriblemente sentía deseos de escapar esos últimos días.

por **Lorelleine Devonshire** Lun Jul 07, 2014 10:44 am

Absorta en las intrincadas joyas allí expuestas no me había percatado que había inclinado el cesto lo suficiente para que una de mis patatas decidiese rodar hasta caer de su continente.

Sorprendida observé como la chica había recogido la hortaliza antes de que tocara el suelo con unos reflejos sumamente hábiles de los que carecía por completo. Abrí mis ojos como platos y después le dediqué una sonrisa tímida tomando el alimento en mi mano para depositarlo de nuevo en su lugar.

- Muchas gracias -susurré arrugando ligeramente mi nariz para contener una risa que al final escapó por su comentario.- Tiene razón. Todo el mundo suele desear escapar del destino que no escoge uno mismo ¿no cree? -incliné mi cabeza hacia un lado devolviendo mi mirada a sus ojos aún fijos en mí.- Me llamo Lorelleine, por cierto -susurré con un pequeño rubor en mis mejillas por ser yo misma quien se presentara. Mantener tratos sociales nunca era mi fuerte por la timidez.

El objeto de la gitana con forma de pantera brillaba con la luz del sol y eso hizo que mi mirada se posara en él pero después bajé esta misma para encontrarme con algo que me resultó mucho más atrayente. De un tímido brillo rosado incrustado solo en la lágrima, una rosa pálida parecía soltar un suspiro en esa obra tan increíblemente labrada.

Era tan minúscula que el tallo rodeado por espinas parecía perderse en la inconsistencia como si se fundiese con la mesa para luego volver a mostrar su ser unos milímetros más allá. Dentro de lágrima, parecía brillar algo, puede que un líquido.

Me quedé abstraída como si aquel deje me llamara, como si pidiera a gritos que lo comprara y lo llevara siempre encima.

- Es hermosa... -musité como en un trance del que tan solo pudo sacarme la sensación de no estar sola en el lugar pues durante unos instantes me lo había parecido.

por **Kaya** Mar Jul 15, 2014 7:48 am

Por unos instantes temió no haber sido demasiado humana en ese momento, en el que agarrando lo que se le había caído, había actuado quizás demasiado ágil y rápida para ser normal. Le sonrió y esperando que se le olvidara lo visto tras unos segundos, negó con la cabeza ante sus palabras.

— No hay nada que agradecer, por favor. No ha sido ninguna molestia. —Dijo sintiéndose extraña como cada vez que alguien le agradecía algún hecho a su persona. Por sí sola entendía que solo hacia lo que hacía por instinto o por ayudar a los demás. Sin embargo jamás le había gustado oír palabras de agradecimiento o de deuda de ninguna clase. Lo hacía con gusto, simplemente.

Contagiándose de la risa de la joven, también ella río y asintió. — Y hasta del que uno muchas veces escoge también se desea escapar. — Agregó sosteniendo la sonrisa, volviéndose a una más amable y dulce. Por lo menos todo a lo que la pantera podía y acostumbraba. — Un gusto Lorelleine, siempre que vayas a comprar hortalizas podéis avisarme y así, les cerramos la huida a aquellas que deseen tirarse del cesto. Yo soy Kaya. Un placer conocerla.— Se presentó con total fluidez, sonriendo sintiéndose cercana con aquella joven que por un instante fijó su vista en el mismo medallón que ella antes contemplaba y le llamaba. La pantera.

Recelosa, volvió a ver al medallón, sintiendo como si aquella pantera la estuviera observando. Se parecía tanto a él, que de solo pensarle ya se le erizaba la piel y las ansías por verle crecían. Había intentado esos días alejarse de su bosque y del recuerdo de su perfume y parecía imposible. Él no se quitaba de su mente.

La joven cambia formas suspiró y viendo de reojo a la joven viendo otro colgante, fue hacia ella y asintió al tiempo que las palabras nacían de los labios ajenos.

— En efecto es muy hermosa… ¿La lagrima de jade quizás? — La gitana parecía distraída con otros clientes por lo que no obtuvo contestación más allá de un asentimiento que tanto podía ir para ella o para los demás clientes. — Yo siempre digo que si hay algún objeto que os atrae, es por algo. Si os agrada y sabéis que no podréis dejar de pensar en esta lagrima, compradla… jamás se sabe en qué puede ayudaros. — Le comentó esperando que comprara aquel objeto, mientras pensaba en el de la pantera y en lo que le podía servir a ella.

De seguro Gaspard, de volvérselo a encontrar y se lo viera, se reiría de ella, o le diría que lo echaba de menos y por ello había comprado un colgante con su misma pantera. En efecto podía ser por eso mismo, pero por otro lado era más fuerte que eso, era el instinto que tiraba de ella hacia la pantera. Como si aquel colgante pudiera calmar a sus bestias, aquellas ansias aquellos deseos incomprensibles que sentía… como si aquel colgante en ausencia de él, pudiera salvarla. Protegerla.

por **Lorelleine Devonshire** Sáb Jul 19, 2014 5:16 pm

Absorta en aquella joya no pude evitar dar un pequeño respingo al escuchar de nuevo la voz de la joven y sonreí asintiendo lentamente pues me resultaba sumamente agradable la idea de mantener a la joven en mi compañía aunque fuese para cazar hortalizas lo que me hizo reír con la dulzura e inocencia de una niña que no pensaba nada malo de nadie ni tan siquiera del ser más horrendo que apareciese entre las sombras.

Asentí emocionada por la idea y rápidamente mis ojos brillaron por ese sentimiento.

- Me gustaría llevar eso a cabo sin duda, Kaya. Encantada de conocerte -arrugué mi pequeña nariz mostrando un gesto de inocente picardía.

Volví mi mirada a aquella hermosa joya. Gracias a Gianluca sabía que podía comprar todo lo que quisiera pero no me sentía capaz de gastar tanto dinero en mí y menos si no era mío. Solté un suspiro y deslicé mis dedos por la pieza con mucho cuidado pues temía que se rompiese.

- ¿Y la pantera? -me giré hacia la joven con una sonrisa en mis labios que no podía evitar poner cada vez que veía un rostro que me resultaba agradable.- ¿Te la comprarás? No podido evitar ver como la observas con un anhelo que resulta mágico. Sin duda es una pieza muy bonita.

Insistí en aquello sin deseo de que ella se molestara pues no iba a comprarla pues a pesar de ser hermosa no era algo que yo pudiese llevar o que tuviese además la posibilidad de adquirir.

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