Él, ella, yo ¿que más puede pedir un hombre) +18 (Privado)

por **Julyne/Sebak Worthing** Miér Jul 16, 2014 10:58 pm

La boca de aquel hombre era deliciosa embriagante y sobre todo sensual tanto que hizo anhelar tenerla sobre cada rincón de la piel sentir esos labios rozando el cuello, los pechos incluso más abajo donde el pudor se pierde y se arrastra por lo demonios de la lujuria, para Juls aquello se estaba volviendo una perdición hasta el punto de no poder más y tomarle la mano como si fuera un amante más de los cuales presumir y por supuesto que iba a presumir de él en varias formas.

Llegaron al hotel, lo primero que hizo Worthing fue empujarlo sobre uno de los silloncitos que estaban en la entrada con algunos hombres y mujeres que leían periódicos y tomaban té, que al ver como la mujer montaba sobre el hombre besándole tomándole de los cabellos para hacer aquel beso más pasional con su cuerpo delicado moviéndose sinuosamente sobre las piernas de él…las mujeres de sociedad se persignaban y decían improperios a la mujer que solo lamia los labios de su amante de aquella noche –Espera aquí, iré a pedir mi habitación luego te acercas y pides el numero para subir, tengo que prepararme la ropa íntima- esa última palabra la susurró al oído de él tocándole con la punta de su lengua humedeciendo el lóbulo de su oreja.

Se acercó al registro del hotel sonriendo, uno de los empleados que ya conocía a la mujer entre un sonrojo agachó el rostro buscando la llave de la habitación que usualmente suele usar la castaña, con un guiño llamó al empleado para que se acercara más –un joven vendrá dígale el número de mi habitación y luego de unos minutos envíeme una botella de vino, el mejor que tenga en su cava a la habitación 369- un beso le dejó en los labios al joven mozo que sonrió encantado por la propina que recibía.

La mujer se fue alejando no sin antes girar un poco antes de subir las escaleras con una mirada sinuosa a su amante nocturno, la mano izquierda de ella delineaba sus curvas laterales como una invitación pecaminosa y muy pervertida a aquel hombre, en la otra mano sujetaba la bolsa con ropa íntima y con un beso al aire destinado a aquel hombre subió las escaleras hasta su habitación; una lujosa habitación que era más bien una suite con una cama grande como para tres o cuatro personas, una pequeña sala con una chimenea, un comedor y un escritorio como mini estudio, había un gran espejo de cuerpo entero en la habitación y en el baño era todo de mármol y porcelana, tan lujoso y ostentoso justo a la medida de aquella mujer que ni bien entró a la recamara comenzó a dejar las prendas en el suelo, cada una de ellas desde el vestido, zapatas y la ropa interior para al final colocarse solo una bata de baño dejándola abierta mostrando así lo que presumía en su cuerpo, sus buenos y joviales atributos