AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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La Maldicion del diablo [Privado con Lara Karstein]
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La Maldicion del diablo [Privado con Lara Karstein]
Lo había perdido todo, por una parte deseaba haber muerto junto a mi última protegida, así quizás ya podría descansar en paz y si la religión tenía cierta verdad, podría al fin reunirme con mi rey, cerré mis ojos, era estúpido desear volver al tiempo pasado ya que era algo que jamás volvería, nunca más viviría esos años de felicidad y calma, el futuro parecía cada vez más incierto y extraño, lo que me rodeaba parecía irse pudriendo con cada año que pasaba, estaba perdido, lo único que me quedaban eran recuerdos… guardados en mi mente y en las páginas de tantos diarios que había escrito a lo largo de todos estos siglos, pero solo tenía eso… aun cuando desease leerlo para revivir aquellos tiempos, sabía que jamás los volvería a vivir, no podía hundirme de ese modo en la miseria y la desesperación, volví a abrir los ojos viendo el segundo acto de Don Juan, la obra ni la estaba escuchando, me conocía el guion mejor que muchos, había estado en su primer estreno tras escribirse, y la verdad es que hasta ahora nadie superaba al reparto del primer estreno.
Mire abajo viendo mis manos, las cerré en un puño, si las historias eran ciertas sobre las religiones lejanas… me preguntaba si realmente existía la reencarnación… y si con eso mi rey se había manifestado en otro cuerpo… aunque jamás recordaría quien fue… eso era una verdadera lástima, aunque mejor, ya que si tuviese que presentarme ante el… mostrando mi fracaso como guardián de su familia… seguramente estaría más que desilusionado por confiarme tal tarea… estaba abatido y no lo podía negar, ahora carecía de propósito en esta larga vida que tenia, lo único que me quedaba era viajar para seguir los avances de las otras ramas de la familia principal que había protegido, esperando a ver si nacía algún heredero digno… pero tanta mescla sanguínea lo hacía ya imposible, ya no quedaba rastro de la sangre del rey ante la cual jure, eso implicaba mi liberación, no me hacía a la idea… aun cuando debería de haberlo previsto con el tiempo.
Suspire con cierto pesar, cuando había sido convertido en vampiro, había estado en una época diferente, demasiado diferente diría yo, todo era más fácil, pero incluso en ese tiempo no tenía un propósito en la vida, solo el rey que me salvo me la dio… y ya era el fin, todo tenía un fin y eso no me gustaba, ya que parecía que mi existencia no lo tenía, pero no iba a suicidarme, no quería que la memoria de aquel gran rey desapareciese conmigo, el debía vivir eternamente entre los suyos, no por nada hacia lo imposible por que se le recordase en varios libros de historia y se le mencionase en otros, es lo mínimo que podía hacer por él, me perdí por mi memoria melancólica sin ser consciente que el tiempo pasaba, preguntándome si debía o no tomar el sueño eterno, aunque eterno no era, ya que simplemente era un sueño bien largo que hacía que el cuerpo de un vampiro se deshidratase y se momificase… era algo asqueroso la verdad pero algunos lo hacían para saltar de época en época, pero si lo hacía perdería lo que tenía en “vida”, podría llevarme los diarios y objetos pero nadie me juraba que estarían a salvo con los asaltadores de tumba robando cada noche…
De pronto unos aplausos me despertaron de mi ensoñación, viendo al frente vi que la obra había acabado, sonreí un poco triste y me levante para así salir del lugar con mi andar tranquilo pero firme, poniendo mis manos tras mi espalda como siempre hacia por costumbre, veía como la gente andaba y comentaba la obra, habían otros que terminaban de planificar lo que harían el resto de la velada y algunos cotilleaban sobre quien había venido y quien no, creando falsos rumores que de seguro que se expandirían mas rápido que la pólvora, realmente la gente podía ser cruel, pero en esta época era así, todo apariencias, aunque en la época romana era peor… ahí te apuñalaban por la espalda literalmente…
- Vaya… - comente para mi mismo al ver que llovía cuando salí del teatro, quedándome en la puerta sin que el agua m tocara, no le temía al agua, me gustaba pero era inesperado que lloviese, en todo el día no se habían presentado nubes y en la noche tras despertar tampoco vi algunas, aunque era agradable el fresco que se sentía en el ambiente, hasta el olor había cambiado, parecía que el tiempo estaba sincronizado con mi estado de ánimo, eso me hiso sonreír leve.
Mire abajo viendo mis manos, las cerré en un puño, si las historias eran ciertas sobre las religiones lejanas… me preguntaba si realmente existía la reencarnación… y si con eso mi rey se había manifestado en otro cuerpo… aunque jamás recordaría quien fue… eso era una verdadera lástima, aunque mejor, ya que si tuviese que presentarme ante el… mostrando mi fracaso como guardián de su familia… seguramente estaría más que desilusionado por confiarme tal tarea… estaba abatido y no lo podía negar, ahora carecía de propósito en esta larga vida que tenia, lo único que me quedaba era viajar para seguir los avances de las otras ramas de la familia principal que había protegido, esperando a ver si nacía algún heredero digno… pero tanta mescla sanguínea lo hacía ya imposible, ya no quedaba rastro de la sangre del rey ante la cual jure, eso implicaba mi liberación, no me hacía a la idea… aun cuando debería de haberlo previsto con el tiempo.
Suspire con cierto pesar, cuando había sido convertido en vampiro, había estado en una época diferente, demasiado diferente diría yo, todo era más fácil, pero incluso en ese tiempo no tenía un propósito en la vida, solo el rey que me salvo me la dio… y ya era el fin, todo tenía un fin y eso no me gustaba, ya que parecía que mi existencia no lo tenía, pero no iba a suicidarme, no quería que la memoria de aquel gran rey desapareciese conmigo, el debía vivir eternamente entre los suyos, no por nada hacia lo imposible por que se le recordase en varios libros de historia y se le mencionase en otros, es lo mínimo que podía hacer por él, me perdí por mi memoria melancólica sin ser consciente que el tiempo pasaba, preguntándome si debía o no tomar el sueño eterno, aunque eterno no era, ya que simplemente era un sueño bien largo que hacía que el cuerpo de un vampiro se deshidratase y se momificase… era algo asqueroso la verdad pero algunos lo hacían para saltar de época en época, pero si lo hacía perdería lo que tenía en “vida”, podría llevarme los diarios y objetos pero nadie me juraba que estarían a salvo con los asaltadores de tumba robando cada noche…
De pronto unos aplausos me despertaron de mi ensoñación, viendo al frente vi que la obra había acabado, sonreí un poco triste y me levante para así salir del lugar con mi andar tranquilo pero firme, poniendo mis manos tras mi espalda como siempre hacia por costumbre, veía como la gente andaba y comentaba la obra, habían otros que terminaban de planificar lo que harían el resto de la velada y algunos cotilleaban sobre quien había venido y quien no, creando falsos rumores que de seguro que se expandirían mas rápido que la pólvora, realmente la gente podía ser cruel, pero en esta época era así, todo apariencias, aunque en la época romana era peor… ahí te apuñalaban por la espalda literalmente…
- Vaya… - comente para mi mismo al ver que llovía cuando salí del teatro, quedándome en la puerta sin que el agua m tocara, no le temía al agua, me gustaba pero era inesperado que lloviese, en todo el día no se habían presentado nubes y en la noche tras despertar tampoco vi algunas, aunque era agradable el fresco que se sentía en el ambiente, hasta el olor había cambiado, parecía que el tiempo estaba sincronizado con mi estado de ánimo, eso me hiso sonreír leve.
Última edición por Ramsay Drake el Jue Jul 31, 2014 1:07 pm, editado 1 vez
Ramsay Drake- Vampiro Clase Media
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Re: La Maldicion del diablo [Privado con Lara Karstein]
"Deja que te confunda. Busco al menos recordar el rostro que me arrebató la muerte"
Tengo tantas vías de escape como demonios internos que me consumen las esperanzas de verle de nuevo. En mi mente su rostro es una especie de mancha confusa que el tiempo me arrebata. Él, un antiguo familiar que me libró de las garras de la muerte en zarpas de licántropo y me dio la inmortalidad al ser la última humana con vida de la estirpe Karstein. Pero ya no queda nadie, no que yo lo sepa. Ya no hay nadie que preserve el apellido y si él no sobrevivió a esa fatídica noche, entonces soy la última. Todo morirá conmigo.
No sé porque me ha dado por recordar el evento de esa noche. Fue todo tan fugaz que me cuesta atar muchos de los cabos y sé a ciencia cierta que no recuerdo sus rasgos del modo profundo que desearía que fuera. ¿Lo reconocería al verle? La idea me consume por no haber sido capaz de volver al lugar de los hechos a buscar al menos su cuerpo. Fui una ingrata como he sido siempre, no tengo remedio.
Sin embargo y como si necesitara acallar mis ideas caminé al teatro común, con la calma que precede a la tormenta y con los pasos acompasándome el remordimiento absurdo de la noche. No tenía idea acerca de la función y tampoco era que me importara. Bien sabía que ni la grotesca balada de algún bufón favorito aliviaría el hastío de esta enferma cruel, ni detendría el sepulcro en que mutaba mi conciencia. Quizás sólo era la angustia inconclusa de la vida, por la vida. Pareciera que me sumergía, o más bien, que con esfuerzo me metía en la cabeza una constante agonía que no acabaría hasta que la sufriera.
Hay en mí más recuerdos que mis más de mil años de vida y he venido al teatro a ver sin oír, lo he notado tras media hora de ver una escena tras otra sin que me genere nada. Mis pensamientos son demasiado fuertes, son una cómoda llena de finales de cuentas, versos, cartas no enviadas con romanzas y pleitos. Son mechones de angustias enrollando cuentas pendientes, guardando menos secretos que mi triste cerebro. Es como una pirámide, un inmenso sepulcro que contiene más muertos que una fosa común. Yo misma soy un cementerio, uno que la misma luna aborrece, donde largos gusanos, como remordimientos, se encarnizan sin tregua con mis muertos más queridos. Soy peor que las rosas marchitas, un rebujo anticuado de modas anteriores que respiran perfumes de ya ahora frascos vacíos.
Ahh, nada existe más largo que los días ingratos, esos donde los copos de nieve caen como las culpas. Siento hastío de mi triste desgana, de mis ganas de recordar el rostro que olvido y al que le he debido todo. Jamás agradecí, jamás pude devolverle las enormes proporciones que le otorgó a mi vida inmortal. Jamás le pude devolver nada. Es hora de irme.
La función terminó más pronto de lo que pensé y no fue suficiente. Tenía que buscar algo más. Podría buscar airarme, matar a los de siempre, a los malditos. Quizás sería mejor intentar una función más o volver a casa e intentar dormir. Tal vez sólo podría caminar y dejar que la noche fuera quien deparara todo.
Sin embargo, y como si de una broma se tratase, le vi, o eso creí yo. Deseé correr, abrazarle como si le conociera de años, como si nuestro encuentro de hace tanto no hubieran sido menos de cinco minutos. Podría confundirle, pero no me importaba. Necesitaba tomarle el rostro entre mis manos y buscar la mirada que me dio esa noche. Un deseo inexplicable de ir hacia él me devoró por completo y aunque no me reconocía poca importancia le daba. Se parecía tanto….
Sin dar más alargues caminé tras de él, olvidé a París entera, al mapa completo. Sentía dentro de mí el horror más confuso pero me ganaba su umbrío talante bajo la lluvia a la que tampoco di importancia. Aceleré el paso y le tomé por el brazo, girándolo hacia mí aunque levemente. -¿Friedrich?-
No sé porque me ha dado por recordar el evento de esa noche. Fue todo tan fugaz que me cuesta atar muchos de los cabos y sé a ciencia cierta que no recuerdo sus rasgos del modo profundo que desearía que fuera. ¿Lo reconocería al verle? La idea me consume por no haber sido capaz de volver al lugar de los hechos a buscar al menos su cuerpo. Fui una ingrata como he sido siempre, no tengo remedio.
Sin embargo y como si necesitara acallar mis ideas caminé al teatro común, con la calma que precede a la tormenta y con los pasos acompasándome el remordimiento absurdo de la noche. No tenía idea acerca de la función y tampoco era que me importara. Bien sabía que ni la grotesca balada de algún bufón favorito aliviaría el hastío de esta enferma cruel, ni detendría el sepulcro en que mutaba mi conciencia. Quizás sólo era la angustia inconclusa de la vida, por la vida. Pareciera que me sumergía, o más bien, que con esfuerzo me metía en la cabeza una constante agonía que no acabaría hasta que la sufriera.
Hay en mí más recuerdos que mis más de mil años de vida y he venido al teatro a ver sin oír, lo he notado tras media hora de ver una escena tras otra sin que me genere nada. Mis pensamientos son demasiado fuertes, son una cómoda llena de finales de cuentas, versos, cartas no enviadas con romanzas y pleitos. Son mechones de angustias enrollando cuentas pendientes, guardando menos secretos que mi triste cerebro. Es como una pirámide, un inmenso sepulcro que contiene más muertos que una fosa común. Yo misma soy un cementerio, uno que la misma luna aborrece, donde largos gusanos, como remordimientos, se encarnizan sin tregua con mis muertos más queridos. Soy peor que las rosas marchitas, un rebujo anticuado de modas anteriores que respiran perfumes de ya ahora frascos vacíos.
Ahh, nada existe más largo que los días ingratos, esos donde los copos de nieve caen como las culpas. Siento hastío de mi triste desgana, de mis ganas de recordar el rostro que olvido y al que le he debido todo. Jamás agradecí, jamás pude devolverle las enormes proporciones que le otorgó a mi vida inmortal. Jamás le pude devolver nada. Es hora de irme.
La función terminó más pronto de lo que pensé y no fue suficiente. Tenía que buscar algo más. Podría buscar airarme, matar a los de siempre, a los malditos. Quizás sería mejor intentar una función más o volver a casa e intentar dormir. Tal vez sólo podría caminar y dejar que la noche fuera quien deparara todo.
Sin embargo, y como si de una broma se tratase, le vi, o eso creí yo. Deseé correr, abrazarle como si le conociera de años, como si nuestro encuentro de hace tanto no hubieran sido menos de cinco minutos. Podría confundirle, pero no me importaba. Necesitaba tomarle el rostro entre mis manos y buscar la mirada que me dio esa noche. Un deseo inexplicable de ir hacia él me devoró por completo y aunque no me reconocía poca importancia le daba. Se parecía tanto….
Sin dar más alargues caminé tras de él, olvidé a París entera, al mapa completo. Sentía dentro de mí el horror más confuso pero me ganaba su umbrío talante bajo la lluvia a la que tampoco di importancia. Aceleré el paso y le tomé por el brazo, girándolo hacia mí aunque levemente. -¿Friedrich?-
- Ops!:
- No me pude resistir a este tema libre. Espero que no resulte demasiado extraño. Saludos!
Lara Karstein- Vampiro Clase Alta
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Re: La Maldicion del diablo [Privado con Lara Karstein]
Me había quedado algo hipnotizado viendo la lluvia caer, echaba un poco de menos el verla de día pero casi ni recordaba el sol, solo tenía fugaces recuerdos, era una pena ya que el día hacia que todo tuviese mas vida que la oscuridad en la que me hallaba sumido toda mi eternidad, alargue mi mano notando como unas gotas golpeaban mi mano, aunque yo no lo consideraba golpes, eran más caricias que me acompañaban a lo largo de mi vida, sonreí melancólico y me deje abrazar por la lluvia, dejando que mi vestuario y cabello se mojasen, no iba a morirme de pulmonía o por una fiebre alta, ya de por si estaba muerto, daban ganas de ir al parque, despojarse de las botas y caminar por el césped, quizás lo hiciese de vuelta a casa ya que el parque estaba de camino, por lo que seguí andando aunque de pronto note una sensación que me había acompañado durante toda la velada del teatro, y se intensificaba… un vampiro estaba cerca y se notaba su vejez, demasiados años investigando a los de mi especie como para reconocerlos sin verlos, intuición lo llamaba yo.
- ¿eh? – fue lo único que pude decir cuando de pronto fui jalado por una mujer, eso me sorprendió un poco pero rápido note la verdad, ella era el vampiro viejo, la contemple bajo esa lluvia, ¿Friedrich? Al parecer me había confundido con alguien, la entendía… demasiados siglos viviendo como para uno no mantener la esperanza de hallar a una persona conocida… - lo lamento, pero se ha confundido de persona, mi nombre es Ramsay Drake y no Friedrich – me disculpe ante la joven… es que al menos en apariencia si lo era, a saber cuáles eran sus años, pero era evidente que era mayor que yo, se podía notar o al menos yo lo notaba, no sabía si los otros vampiros tenían esa habilidad.
- Discúlpeme – le pedí disculpas con antelación antes de tomar con delicadeza su mano y llevarla bajo un techo, sabía que era un vampiro y que eso no le dañaría la salud pero la caballerosidad seguía bien metida en mi y no podía permitir que una mujer estuviese bajo la lluvia, era algo superior a mí, le habría ofrecido mi abrigo si este no estuviese tan mojado, pero al menos la lluvia dejo de golpearnos, vi como el maquillaje de la dama se había corrido un poco por lo que busque dentro de mi chaqueta un pañuelo que estaba seco y se lo tendí – su maquillaje se arruino un poco ¿me permite arreglarlo? – le pregunte ya que no iba a invadir ese espacio sin su consentimiento, era curioso que conociese a otro vampiro así sin más, aunque ella no me daba la sensación de peligro como otros que había conocido tiempo atrás.
- ¿eh? – fue lo único que pude decir cuando de pronto fui jalado por una mujer, eso me sorprendió un poco pero rápido note la verdad, ella era el vampiro viejo, la contemple bajo esa lluvia, ¿Friedrich? Al parecer me había confundido con alguien, la entendía… demasiados siglos viviendo como para uno no mantener la esperanza de hallar a una persona conocida… - lo lamento, pero se ha confundido de persona, mi nombre es Ramsay Drake y no Friedrich – me disculpe ante la joven… es que al menos en apariencia si lo era, a saber cuáles eran sus años, pero era evidente que era mayor que yo, se podía notar o al menos yo lo notaba, no sabía si los otros vampiros tenían esa habilidad.
- Discúlpeme – le pedí disculpas con antelación antes de tomar con delicadeza su mano y llevarla bajo un techo, sabía que era un vampiro y que eso no le dañaría la salud pero la caballerosidad seguía bien metida en mi y no podía permitir que una mujer estuviese bajo la lluvia, era algo superior a mí, le habría ofrecido mi abrigo si este no estuviese tan mojado, pero al menos la lluvia dejo de golpearnos, vi como el maquillaje de la dama se había corrido un poco por lo que busque dentro de mi chaqueta un pañuelo que estaba seco y se lo tendí – su maquillaje se arruino un poco ¿me permite arreglarlo? – le pregunte ya que no iba a invadir ese espacio sin su consentimiento, era curioso que conociese a otro vampiro así sin más, aunque ella no me daba la sensación de peligro como otros que había conocido tiempo atrás.
Ramsay Drake- Vampiro Clase Media
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Re: La Maldicion del diablo [Privado con Lara Karstein]
"Sólo busco encontrar el pasado que no tendré"
He visto a la maldad conmoverse con la lluvia y a la tristeza haciendo música entre el derrumbe. No todo es lo que parece; ni él, ni yo, ni mis recuerdos. Nada. La esperanza avanza como si estuviera atada a sus pies y entre empujones en medio de la multitud, camino hacia él como atraída por el imán de mi necesidad de encontrarlo. Es tal el sentimiento que no pude dejar de mirarlo ni un segundo y sonreí con cierto pesar al ver como su mano recibía a las gotas de lluvia como si pudiera consolarlas, o consolarse, quién sabe.
-Discúlpeme…- atiné a decir cuando me dijo que estaba equivocada, pero mi mano seguía aferrada a su brazo y mis ojos bajo un ceño fruncido analizaban los suyos buscando el recuerdo desacertado. –Se parece tanto a… no importa, lo lamento- me disculpé sin sopesar que si no era Friedrich podía representar cualquier otra cosa para mí. Mi mente no funcionaba del modo convencional, no racionalizaba como siempre por la confusión que me generaba ese rostro tan familiar pero tan lejano al mismo tiempo. Recordé a medias porque nunca fui buena con las emociones: No sabía manejarlas. Sin más, lo liberé de mi presa como debí hacer desde el principio.
Sin chistar nada me dejé mover del lugar. Era extraño, de haber sido otro sin tal parecido ya me hubiera alejado retirando la mano con molestia. Pero no, estaba embelesada frente a la similitud, al punto que jamás sentí que estaba también empapada y que el maquillaje negro se deslizaba inmisericorde por mi rostro como las lágrimas que jamás dejaba salir de mí. Instintivamente me llevé la mano a las mejillas y rocé apenas los dedos para luego mirarlos. Tenía razón. –No pasa nada, al final eso no importa.- Dije volviendo mis ojos a él mientras me frotaba los dedos eliminando el color negro que les había quedado-Mi impertinencia ha sido grande y mi confusión mayor, incluso tal vez se sienta incómodo por mi modo de mirarlo, pero no puedo evitarlo, me recuerda usted a quien me creó- confesé en voz baja, justificando el porqué no le retiraba aún la mirada.
Sentí deseos de nuevo de sostener su rostro entre mis manos por un momento para imprimir así su rostro en mis memorias, para recordar a mi perdido y fugaz Friedrich. Pero era la peor impertinencia, no debía hacerlo. Quise dar un paso hacia atrás pero terminé dándolo hacia adelante. –Deje por favor que tome su rostro en mis manos un momento y alimente el recuerdo que olvido. Será sólo un momento, no puedo evitarlo y me disculpo por ello. Me iré en breve, lo prometo. Es sólo que no puedo dejar que el peso de los años me corroa más tarde e intente buscarlo luego- susurré intentando no presionarlo ni parecer desesperada cuando todo me consumía por dentro. Hay recuerdos y fantasmas que dan más sombra que nosotros y ese era mi caso, mi condena, mi ruina. A esas alturas ya debía de parecer una desquiciada, uno de esos vampiros que pierden la cordura y la coherencia a mano tomada. Pero tampoco eso tenía importancia. Nada más me importaba que recuperar mis memorias, nunca se le niega un trago a quien está muerto de sed.
-Discúlpeme…- atiné a decir cuando me dijo que estaba equivocada, pero mi mano seguía aferrada a su brazo y mis ojos bajo un ceño fruncido analizaban los suyos buscando el recuerdo desacertado. –Se parece tanto a… no importa, lo lamento- me disculpé sin sopesar que si no era Friedrich podía representar cualquier otra cosa para mí. Mi mente no funcionaba del modo convencional, no racionalizaba como siempre por la confusión que me generaba ese rostro tan familiar pero tan lejano al mismo tiempo. Recordé a medias porque nunca fui buena con las emociones: No sabía manejarlas. Sin más, lo liberé de mi presa como debí hacer desde el principio.
Sin chistar nada me dejé mover del lugar. Era extraño, de haber sido otro sin tal parecido ya me hubiera alejado retirando la mano con molestia. Pero no, estaba embelesada frente a la similitud, al punto que jamás sentí que estaba también empapada y que el maquillaje negro se deslizaba inmisericorde por mi rostro como las lágrimas que jamás dejaba salir de mí. Instintivamente me llevé la mano a las mejillas y rocé apenas los dedos para luego mirarlos. Tenía razón. –No pasa nada, al final eso no importa.- Dije volviendo mis ojos a él mientras me frotaba los dedos eliminando el color negro que les había quedado-Mi impertinencia ha sido grande y mi confusión mayor, incluso tal vez se sienta incómodo por mi modo de mirarlo, pero no puedo evitarlo, me recuerda usted a quien me creó- confesé en voz baja, justificando el porqué no le retiraba aún la mirada.
Sentí deseos de nuevo de sostener su rostro entre mis manos por un momento para imprimir así su rostro en mis memorias, para recordar a mi perdido y fugaz Friedrich. Pero era la peor impertinencia, no debía hacerlo. Quise dar un paso hacia atrás pero terminé dándolo hacia adelante. –Deje por favor que tome su rostro en mis manos un momento y alimente el recuerdo que olvido. Será sólo un momento, no puedo evitarlo y me disculpo por ello. Me iré en breve, lo prometo. Es sólo que no puedo dejar que el peso de los años me corroa más tarde e intente buscarlo luego- susurré intentando no presionarlo ni parecer desesperada cuando todo me consumía por dentro. Hay recuerdos y fantasmas que dan más sombra que nosotros y ese era mi caso, mi condena, mi ruina. A esas alturas ya debía de parecer una desquiciada, uno de esos vampiros que pierden la cordura y la coherencia a mano tomada. Pero tampoco eso tenía importancia. Nada más me importaba que recuperar mis memorias, nunca se le niega un trago a quien está muerto de sed.
Lara Karstein- Vampiro Clase Alta
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