Retando a la Ley. [Gillian Imogen]

Qué estaba a punto de hacer? Cómo podría haber llegado a pensar en hacer semejante cosa? Si algo salía mal, sabía perfectamente cual iba a hacer mi castigo, y eso no era para nada agradable. Sin embargo, ya no soportaba no tener nada de dinero, no poder alimentarme, y no podía pasar una noche más durmiendo en las calles. Algo debía hacer; sabía que eso no estaba bien. Hacerlo iba contra todos mis principios y valores, pero necesitaba conseguir dinero de alguna manera, y ya no se me ocurría nada.

Era una noche húmeda; había bastante neblina, lo cual podía ser tanto beneficioso, como volverse una dificultad. Estaba detrás de la taberna, cerca del centro de la ciudad de París. Era un lugar bastante sucio y lleno de ebrios. La noche estaba bastante entrada y los hombres estaban bebiendo ron adentro. Donde yo estaba era donde ellos depositaban a sus caballos. Claro que no los dejaban sueltos; estaban amarrados con unas sogas a unos postes de madera y un joven muchacho bastante sucio los cuidaba. El joven era menudo y de poca altura. No parecía un gran desafío para lo que me estaba disponiendo a hacer.

Si, mi idea era robar uno de los caballos y huir con él. Luego lo podría vender y con ese dinero rentar algún lugar donde vivir. Sin embargo, todo era muy arriesgado y si no actuaba con sumo cuidado podría terminar en la prisión. Yo estaba escondido detrás de unos arbustos observando con plena atención cada movimiento del joven y a todos los caballos. Había uno en particular que estaba bastante cerca mio y alejado del joven. Yo tenía puesto una capa de color negro que me serviría para camuflarme con la noche.

Mi objetivo era escabullirme mientras el joven se encontrara distraído, desatar al caballo y huir con él lo más veloz que pudiera.  Decirlo era fácil, pero hacerlo...de hecho atreverse a hacerlo era la parte más complicada. Siempre fui un chico más bien temeroso en estas cosas. El hambre de todos modos gano esta vez y me dio el coraje que necesitaba. Mi habilidad andando a caballo era moderadamente buena; tenía algo de experiencia.

Vi que el muchacho observaba para otro lado y sigilosamente me acerqué al caballo. Con sumo cuidado comencé a desatar el nudo; no era nada fácil y me llevo varios minutos hacerlo. Por ahora todo iba bien. El joven no parecía haberse dado cuenta de mi presencia allí. Sin embargo, cuando logré desatar el nudo el caballo relincho haciendo un estruendo y obviamente llamando la atención del chico. Me quedé petrificado durante un momento. Luego pensé que antes de que me alcanzara el chico debía aunque sea intentar subirme al caballo y salir trotando. El problema era si el tiempo era suficiente...

Gillian resoplaba mientras se acercaba a los caballos, la capucha se interponía en su visión impidiéndole ver con claridad donde daba los pasos. La tela sobrante bajo sus pies de la enorme capa se interponía en sus pisadas y debía extremar precauciones con tal de no acabar cara al suelo de los establos. –“Debo recordar arreglarlos”- se dijo mientras llegaba al precioso semental acarreando un cubo de agua para lanzarlo en la cuba y que el animal se refrescara.

Había tenido suerte, una vez más. En caer la noche había caído en su carromato, exhausta, preocupada… o eso pensaban todos, antes de lograr escapar y correr hacia el bosque. Su refugio la aguardaba cuidando del disfraz que le proporcionaba en la noche ganar una que otra moneda.
No había sido demasiado difícil encontrar un lugar. Esta vez se había centrado en las tabernas de menos calidad, o como mínimo en aquellas que no contasen ya con alguien para cuidar de los caballos de sus clientes. Era menos conflictivo no tener que estar a las órdenes de otro mozo. La soledad le permitía hablar con los caballos, calmarlos más fácilmente cuando se alterasen y ganarse un pequeño reconocimiento por el trabajo hecho. Pero no monetario. En este tipo de tabernas, las menos agraciadas lo que buscaba era poder regresar. Trabajaba no por un puesto, no por un plato de comida o un trozo de pan, mucho menos dinero… no. Su recurso era centrarse en las necesidades de los caballos y las escasas monedas que conseguía provenían de los propietarios de estos. En ocasiones gente de la lata sociedad que uno no imaginaba que se reuniera en tal tugurio.

Acaríciala la crin del caballo con reverencia hasta que los sonidos provenientes del interior le recordaban donde estaba y en que debía centrar sus pensamientos. –“centrate en los caballos”- era lo que debía. Decidida se encamino una vez más a rellenar el cubo de agua. Se maravillaba de como su cuerpo ya no reaciónaba al peso extra que suponía al haberlo acarreado tantas veces cuando oyo el relincho de uno de los caballos. El cubo cayo a sus pies al girarse rápidamente empapando sus botas. Podía notar el agua fría filtrándose por ella hasta su piel, pero no podía pararse a reparar el desastre. Su mirada recorria el lugar hasta encontrar el jamelgo que había emitido el resoplido. Y entonces fue cuando lo vio.

– Tú!- chillo en voz alta. Su voz sonaba aspera debido a las hierbas que había masticado en el camino, pero no era potente y maldijo mientras se disponía a hacer lo único que podía, aun a riesgo de ser descubierta en un enfrentamiento. No podía perder a uno de los caballos. –Maldito zopenco. Deja al jamelgo en su lugar -ordena corriendo para eliminar la distancia que lo separaba encontrando la daga entre sus pantalones- la pobre bestia está herida. Lleva cabalgando con su señor demasiao- se tropiesa al hablar a propósito mientras aun camina. La niebla en el ambiente más el largo extra en su capa no la favorecían en nada esta noche- pa´ que tu intentes ponerlo andar- dice intentando persuadirlo al imaginar lo que el otro hombre desea, pero sin llegar a mentir. La verdad era que el animal si había llegado demasido agotado y había sido la razón de que ella lo mantuviera alejado de los demás- Solo obtendrías carne muerta de caballo y no es grato, huele peor

Estaba asustado. No sabía que debía hacer. Podía intentar subir al caballo y huir; el muchacho caído en el suelo no iba a llegar a atraparme probablemente. Sin embargo lo que me dijo me puso en un dilema. Miré un segundo el rostro del caballo y en verdad parecía muy agotado el pobre animal. En primer lugar, me sentía mal de hacerlo sufrir, y por otro lado si estaba en ese estado no llegaríamos muy lejos y me terminarían por atrapar.

Pero había algo que hizo que me arrepintiera de lo que iba a hacer. Ver a aquel pobre muchacho en el suelo intentando hacer que no me llevara al caballo me hizo pensar. Ese joven era un pobre chico que solo estaba allí para ganarse unos chelines, y si yo me robaba ese caballo le causaría muchos problemas a él. Cuanto menos una gran paliza del dueño del caballo, pero hasta tal vez lo llevarían a la prisión por un delito que ni siquiera cometió, y mi conciencia no permitía causarle ese daño.

Me detuve finalmente antes de subirme al caballo. Mire al joven que aún permanecía en el suelo, pensé un segundo y decidí ir a ayudarlo. Me acerqué. '¿Te encuentras bien?' le dije intentando ser lo más educado posible y tratando de que se de cuente de que estaba arrepentido. 'Siento mucho realmente lo que sucedió. Estoy completamente arrepentido. Se podrá imaginar joven que lo que estuve por hacer jamás lo hubiera hecho si no estuviera tan desesperado como lo estoy ahora,' lo miré, 'realmente le pido disculpas. Mi situación en estos momentos no es de lo mejor. Nunca pensé que podía llegar a intentar cometer tan maquiavélica acción como esta,' le dije intentando ser lo más convincente posible.

Sin embargo no sabía si aquellas palabras podrían suavizar al joven. Lo que había hecho estaba mal, y tal vez pensaba avisarle a alguien dentro de la taberna. Esperaba que valorara el hecho de que no me llevara al caballo, o que saliera corriendo sin él.

Gime, mordiendo la parte interna de su mandíbula al intentar levantarse de repente. La caída no había sido para nada estrepitosa, pero confirmaba que el largo de su capa debería ser reparado inmediatamente. Si en otra ocasión ocurriese algo similar ella no podía verse en el suelo por tropezar al andar. La pérdida del jamelgo conllevaría castigos, que como hombre, y mucho menos como mujer, deseaba aceptar. Por suerte el joven parecía recapacitar sus acciones , sus pasos dubitativos parecían dirigirse a ella y Gillian tuvo que agachar la cabeza para evitar que su expresión de alivio se revelara a su acompañante. –Loado el señor- murmura mas para si que para nadie en particular antes de girar la cabeza al cielo y escucharlo hablar.

-Si- logra gruñir apretando su mandíbula al intentar una vez mas ponerse en pie. Algo había pasado durante la caída y su tobillo parecía resentirse. Una debilidad que no podía aceptar ahora mismo. –¿Que demonios pensabais!?- continua gruñendo porque era la mejor manera de tapar su feminidad al hablar. El muchacho comienza a disculparse y ella no puede mas que cerrar los ojos al ponerse en pie. Tanto como por la ráfaga de dolor como por el arrepentimiento en su voz que hacía que no pudiera estar del todo enfadada con el, mucho menos después de escuchar su historia- Primero de todo no deberíais haber intentado apropiaros de algo que no es vuestro- regaño de igual manera que había escuchado a su tío mucho tiempo atrás. –Las consecuencias podrías ser mu grandes para un muchacho como vos, podría hacer que os encerraran, que os castigaran… - ella entendía su situación. No era realmente quien para decirle que no robase cuando en las ocasiones pertinentes era la primera en llevar a cabo el hurto, pero nunca como primera opción. Aunque todo le decía que de igual manera, aquello no era ni mucho menos la primera opción del muchacho frente a ella- cuantos años tenéis, muchacho?- podría superarla en altura y contextura, pero había algo en sus ojos que le decía a Gillian que el era menor. – La desesperación lleva al hombre por caminos poco merecedores de perdón- dijo mirándolo fijamente durante un segundo antes de reusar su mirada. –No se que debería hacer ahora contigo – rumia en voz alta intentando dar un paso y parando en seco. –Hiciste que me tropezara- lo acusa aun si no había sido su culpa- mi pie necesita descanso y tu un par de monedas sino he entendido mal…- gillan camina hasta el muro del establo cerca del agua , esperando a que asienta antes de continuar- puedo hacer dos cosas. Permitirte ayudarme con la mitad de las ganancias por esta noche en compensación y escuchar tu triste historia para decidir si te doy perdon, o… puedo dejar que el tabernero imparta justicia. – dice esperando su decisión.-Dudo el este deseoso de escuchar la escusa-  No estaba segura de que hubiera echo otro en su situación, pero ella se veía incapaz de no darle una oportunidad al pobre muchacho, aun si tendría que cuidarse de ser descubierta y mantener la cabeza gacha.
Con suerte el pensara que estaba enfermo , que por eso no se mostraba y se alejaría cumpliendo o cualquier cosa similar que lo explicara.

Al principio el modo en que el muchacho me hablaba me provocó miedo. No parecía para nada agradable y daba la sensación de que me quería castigar de alguna manera. Sin embargo luego me retracté de mis pensamientos.

Tengo veintiún años, ¿y usted? - Me atreví a preguntarle al joven. - Si, se que lo que he hecho esta pésimo... - Cuando observé que se acercaba al estanque de agua pude darme cuenta que su pie no andaba nada bien. - ¿Se encuentra bien? ¿Le sucede algo en el tobillo? Tal vez precisa que lo ayude ¿Quiere que le eche un vistazo? - Realmente no podría darme cuenta al palpar su tobillo y nada podría hacer, pero intentaba ser amable con el chico.

Escuché la oferta que me hacía con detenimiento. Lo pensé un momento y mientras pensaba observaba la extraña actitud del muchacho. Se mantenía bastante cubierto con su capa y apenas si podía observarle el rostro. Eso me llamaba bastante la atención, pero no estaba en posición de exigirle nada. - Realmente le estaría inmensamente agradecido si me dejara ayudarle. Aparte veo que su pie no anda muy bien. le podría ser muy útil...Aunque es usted el que debe tomar esa decisión.

La envergaba la inseguridad junto a aquel muchacho. No por ser el, sino por la compañía. En su mente Gillian había planeado una noche tranquila de trabajo, centrándose en cuidar de los caballos lo mejor que sabía antes de reaparecer en su verdadera vida con el peso de las monedas ganadas en sus bolsillos. Ahora debía decidir si echarlo o condenarlo cuando su intención hubiera sido ignorarlo.

-“21 años…”- el muchacho no estaba lejos de ella y aquello le hizo enviar una sonrisa al suelo al imaginar la escena como un tercer espectador sabedor de toda la verdad. Con un carraspeo ronco omitió su pregunta. –Pésimo no. Arriesgado- dijo apoyando su peso contra el muro ya cerca del agua- l’animal anda alterado podría ser peligroso de montar- comenta entorpeciendo su pronunciación y alejando la atención de su voz. -Te repites muchacho, o acaso estas bromeando con migo?- brama al oírlo repetir sus palabras, tosiendo violentamente para tapar su aprensión. Lo que menos necesitaba era al joven palpando su tobillo y decidiendo que no era el de un hombre. Se atreve a alzar la vista, rápidamente cubriéndose con un movimiento de su mano de un lado al otro, desestimando la idea- No, no es necesario. Mejor decide rápido si aceptas…

Mientras espera su decisión va tanteando su tobillo dando pequeños golpecitos contra la tierra y cortos pasos. Uno de los caballos se mueve, estirando de su agarre violentamente ante el sonido de jaleo proveniente del interior y Gillian camina hacia él.  – No tengo toda la noche- dice sobre su hombro llegando al caballo hasta colocar su mano sobre su cuello –Shooo- el animal resopla y ella suspira-He dicho que tengo dos opciones. – Niega con la cabeza, echando un vistazo al caballo que hacia escasos momentos había intentado robar- Ve hacia el- señala- llévale agua y comida lo primero y ve si sigue alterado- pasa una de su manos sobre su rostro, intentando no pensar más en si era una buena idea o no- Cálmate antes de acercarte!- medio gruñe hacia el chico – podría notarlo. Empecemos por ahí. Puedes seguir por explicarme porque andas tan desesperado- realmente no era que le importaba, pero ya que tendría que pasar tiempo con el chico mejor mantenerlo hablando y trabajando que quiera que hable ella.

El muchacho era bastante mandón, y la verdad creo que se estaba aprovechando bastante de mi y usarme para hacer todo el trabajo. Pero ¿Qué podía hacer? Me había comportado pésimamente y aparte por mi culpa el chico se había tropezado y doblado el tobillo. Solo me quedaba escuchar sus ordenes y hacer lo que me pidiera, y tener la esperanza de que luego me diera parte de la paga.

Si, si...Intentaré hacer esto lo más calmo posible - De a poco me fui acercando al caballo con el balde de agua y un tarro de comida. Se notaba que el caballo estaba agotado y algo alterado. Me acerque lo suficiente como para dejarle el alimento e irme sin hacer demasiado ruido. Cuando estaba de espaldas pude oír como el caballo comenzaba a tomar agua. Eso me puso contento.

Me acerqué al muchacho y le extendí la mano. - Creo que aún no nos hemos presentado. Mi nombre es Timothy... - Intentaba caerle lo mejor posible. El chico parecía bastante enojado todo el tiempo y eso no me agradaba, menos aún si debía pasarme allí el resto de la noche. - La verdad es que soy nuevo en Francia. Probablemente lo hayas notado en mi acento. Vengo de Inglaterra. Cuando llegué aquí todo estaba bien pero luego me estafaron y robaron el dinero que tenía. Ahora hace tres noches que vago de aquí para allá en busca de comida y de un lugar para dormir. Es esa la razón por la cual intenté apropiarme del caballo. Realmente estoy muy hambriento... - No es que quisiera darle pena el chico, pero tal vez tendría algo que pudiera convidarme. - A mi jamás me falto nada mientras estuve en Inglaterra, por lo tanto no se como hacer para rebuscarmelas...Claro que no creo que robar este para nada bien, ni pueda justificarse. Fue tan solo un momento de desesperación. - Creo que el chico se iba a irritar si volvía a escuchar que estaba arrepentido de lo que hice, pero es que verdaderamente lo estaba.

Y cuénteme de usted...¿Se dedica solamente a cuidar caballos? No creo que con eso solo pueda sobrevivir. - Tal vez el chico no quisiera contarme sobre su vida, pero quería ser amable con él. Probablemente estuviera en una situación difícil como la mía.

Estaba inclinada sobre otro de los caballos, comprobando una de sus patas al tiempo que daba pequeños vistazos hacia atrás comprobando el progreso del chico. No parecía que le estuviera yendo mal con el caballo y aquello me alegraba. Cuanto mejor se aviniera con las bestias más podría ayudar y aquello significaba por tanto más ganancias.

Andaba susurrando palabras tranquilizadoras, no estaba segura de si para sí o para el caballo cuando lo oyó llegar. La verdad, no había esperado aquello aun si hubiera debido hacerlo. Observa fijamente la mano que le  extendía y sabía que no podía rechazarla, que sería demasiado desaire. –Tiendo a olvidar mis modales, entre tantas bestias- se excusa  ondeando la mano abarcando los pobres establos antes de tenderle su propia mano. No podía evitarlo,  tan solo se alegraba de estar utilizando guantes- Giim- se presenta. Una mueca ante el nuevo nombre, cada noche usaba uno distinto. Al menos eso era lo que intentaba para no dejar rastro de si misma y en ocasiones era difícil llevar la cuenta o recordar quien se suponía que era. –“No he dicho al tabernero que era Drago, aquí?”- se pregunta. El daño bien, ya estaba hecho. Dio un rápido apretón a su mano antes de soltarse.

-Nuevo, he?- sonrió – He ingles… también lo soy – di un fuerte asentimiento a sus palabras. Entendía porque no había reconocido su extraña procedencia. Puesto era la suya no le había sonado extraña su pronunciación. –Que eras en Inglaterra?- el afirmaba no saber rebuscárselas y por eso haber intentado robarle. La curiosidad la embargaba y tuvo que morderse para no inclinar la cabeza, mirarlo e indagar. En cambio camino a un lado del establo donde había arrojado sus pertenencias escondidas tras un par de piedras. Extrajo un pequeño bulto de dentro antes de caminar de regreso y tenderle la mitad del pequeño pan que había traído consigo- No es mucho…- se encogió de hombros. No le hizo falta comunicarle que posiblemente estaba duro, puesto que lo notaria, pero si realmente hacía tiempo que no comía, seguramente saberla a ambrosia.

Suspiro hondo ante la pregunta, intentando que sus hombros no se vinieran abajo al responder. - Yo hago todo lo que se requiera de mi- respondía sincera, al menos a lo que a su vida como hombre respectaba- la vida es dura. - "más aún cuando uno no puede elegir como ganársela" quedo un segundo observándolo – el tabernero dijo que si no la fastidiaba me traería algo decente – seguramente sobras y un poco de alcohol, cosa que no le había hecho caer de rodillas pero quizás si al joven- quizás en un par de horas, cuando la clientela empiece a amainar tengas más suerte.

Off: perdón el retraso.

Mientras estaba haciendo mi labor me sorprendí gratamente al escuchar que el muchacho, Giim, era de origen inglés.- Bueno en realidad allí estudiaba...Es una historia bastante difícil. - Prefería no hablar demasiado de mi pasado. - Mi madre falleció cuando yo estaba allí y luego de un tiempo decidí cambiar de aire y vine a conocer París.- Con eso bastaba. No era necesario que el pobre chico tuviera que escuchar la macabra forma en que asesinaron a mi madre. - Y tu ¿Qué te hizo venir aquí? -.

Seguí con mi labor al observar como andaban los caballos y cuidarlos un poco. - Ya me imagino que la vida es dura. - Tomé el pan que me ofreció con amabilidad y esbocé una sonrisa. - Muchas gracias, aunque no sea mucho, para mi es más que suficiente...De verdad, gracias Giim. - Devoré el trozó de pan. Tal vez en otro momento jamás hubiera comido ese pan que le hubiera encontrado un sabor horrible. Pero luego de días de no comer lo encontraba como comer caviar. - La verdad que esto de cuidar caballos no es trabajo muy duro...Digo tan solo debes ver que estén bien y que no les falte agua y comida. - Al escuchar que el tabernero podría traer más comida mis ojos brillaron. - Bueno el pan no estaba nada mal, pero no me quejo si el tabernero nos regala algunas sobras...

Lo que sucedió fue bastante confuso, y algo muy torpe de mi parte. En realidad ya había terminado de darle de beber y comer a los caballos y decidí acercarme a donde se había sentado Giil para sentarme un rato junto a él y descansar las piernas. Sin embargo el suelo estaba cubierto por pequeñas piedras y una de ellas era algo grande. En la oscuridad de la noche mis ojos no pudieron vislumbrarla y mi pie tropezó con ella, cayendo yo encima del chico. Mi caída sobré él provocó que la capucha que había llevado puesta hasta ese momento se saliera y yo pudiera verle el rostro destapado. - Lo siento muchísimo, debes pensar que soy tan torpe, de verdad lo... - Y no pude terminar la oración ya que al observar su rostro con detenimiento pude darme cuenta que no era el rostro de un muchacho. Era una chica. No entendía nada y me quedé helado. Jamás mi intención había sido sacarle la capucha a propósito, pero lo hice, y era toda una sorpresa para mi ahora ver que el tal Giil era una muchacha.

Como pude me levanté. - Pero es que...Eres una chica. - No sabía que decirle. Se notaba que estaba furiosa. - Disculpa realmente por lo de caer encima tuyo pero...¿Por qué te haces pasar por un muchacho?

Off: No hay problema! No te retrasaste mucho

Escuchaba la historia de Timothy y asentía con la cabeza. Entendía lo que quería decir, o al menos creía comprenderlo, ella también había perdido su madre aun si no la había conocido siquiera, la perdida dolía.  –Lo lamento- gruño las palabras encaminándose hacia otro de los caballos. –Hubo las suficientes razones para marcharme. – era irónico, porque Gillian nunca estuvo segura de cuales eran estas razones. Pero había confiado en su abuela. – Tan solo era un muchacho cuando nos mudamos – dijo al decidir compartir algo más.

el rostro de Gillian reflejaba calma hasta oír sus siguientes palabras. – No sabes de que hablas- no era solo que los caballos habían sido la responsabilidad de su hermano, también lo era que habían sido la forma de vida de su antigua familia y que un desconocido simplemente llegase y dijera que no era duro resultaba doloroso. –todo depende del jamelgo…

Aun no estaban a mediados de la madrugada y ya estaba agotada por el cansancio acumulado, su tobillo no parecía mejorar y por si fuese poco sin razón o con ella había enfado en su mente, molestia, quizás lo describía mejor. Suspiró hondo, frotándose la cien con el talón de la mano antes de dejarse caer sobre el frio suelo, sució y enbarrado. No le importaba, el polvo y el barro solo servían para que las miradas resbalaran sobre ella.
Las rodillas pegadas a su pecho, una de sus manos rodeándolas mientras la otra palpaba el tobillo bajo el ancho del pantalón.  Aprovechando el momento de descanso que se había permitido tomar en horas, ahora que tenia al muchacho ayudándola.

Un sonido estrepitoso capto su atención. Algo tropezando, alguien. Alzo la vista lo a tiempo de ver lo que ocurría, pero no con el tiempo suficiente como para apartarse de la trayectoria del muchacho. Este había tropezado y ahora caía sobre ella. Intento arrastrarse hacia atrás sin lograr nada. Al instante siguiente su cuerpo estaba siendo arrastrado hacia atrás, el golpe contra el suelo la hizo rebotar una vez y sacar el aire de sus pulmones.– Sal de encima!- medio chillo sin poder evitarlo al retomar su voz – no dais más que problemas- gruño intentando ponerse en pie, colocando ambas palmas sobre su pecho y empujando con fuerza para apartarlo.
Por un momento olvido su condición, la de su disfraz, la de su voz saliendo con normalidad instando al pobre muchacho a levantarse rápidamente acompañado de un sinfín de palabrotas.
Gillian gimió de horror cuando se percato de lo que había pasado. Llevo una de sus manos a su cabeza, notando la perdida de su capucha y sus ojos a poder ser se abrieron mas al mirar su expresión. Porque sabía lo que el estaba viendo. Frente a el, no había un muchacho desgarbado o enfermo, sino una muchacha mucho mas menuda que el. Y el continuaba sobre ella. -Sal de encima idiota!- gruño poniéndose en pie en cuanto el lo consiguió. Corrió a llevar la capucha sobre su rostro lo primero. Dio un empujón con fuerza sobre su pecho cuando este hablo. –Cállate- su cuerpo balanceándose hacia delante por el impulso del golpe  a la vez que gemía por el dolor de su tobillo .–PORQUE LA VIDA ES DURA-  respondió pasando una mano por su frente. No había mas respuestas. No podía haberla.

Paso unos segundos sin saber que hacer antes de capturar la pechera del joven en un puño apretado – ven aquí- dijo. Arrastrándolo lejos en el establo hasta un lugar donde no pudieran verlos u oírlos. –[color=#35bfa8] Ti

La pobre chica se notaba dolorida, y vaya que yo había metido la pata. Por alguna razón que aún me era desconocida esta muchacha deseaba ocultar su verdadera identidad, y yo accidentalmente la descubrí. Se notaba llena de ira, más aún de cuando me descubrió intentando robar. Me sentía pésimo. No paraba de hacer cosas para que la chica se enfureciera. No sabía que decirle. Me daba miedo hablarle. Temía que me quisiera golpear. Aunque si lo hacía no me defendería, eso no sería para nada caballero.

Me agarro y me arrastro lejos de los establos a un lugar oculto. No sabía cuales eran sus intenciones. ¿Acaso me iría a contar porque estaba ocultando su identidad? Era bastante bruta para ser una mujer, y tenía mucha fuerza porque aún cuando intenté resistirme pudo conmigo. - Oye ya esta bien ¿Qué pretendes al traerme aquí? - Nuestros cuerpos estaban muy cerca el uno del otro. Me llamo bastante la atención lo bella que era la joven, aún estando sucia y embarrada. Poseía, ademas, unos ojos de un color intenso que resaltaban en la oscuridad.

Los ojos de Gillian iban de un lado al otro registrando cada una de las muecas del muchacho. Había temor en su interior, un temor que iba más allá de perder la noche de trabajo y se extendía hasta la perdida completa de su hermano. Algo quizás irracional, pero que estaba intentando con todas sus fuerzas evitar exteriorizar. –Dejad de mirarme así!- sus palabras ya no eran gruñidos, más bien parecidos a gemidos. Darse cuenta provoco que se mordiera el labio con violencia y cerrara los ojos suspirando. –“No pierdas el control, Gillian”- se dijo a si misma dejando ir sus manos del agarre que aún mantenía sobre el muchacho, mirándolo fijamente cuando hablo.

-Yo.. yo.. Pero no podéis delatarme!- Que podía decir? Ni ella misma estaba segura de lo que pretendía. Se sentía incluso dispuesta a suplicar, pero en lugar de ello sus palabras salieron en una amenaza vacía – Si me descubren no obtendré benefició de esta noche y si yo no lo obtengo, tu tampoco- dijo dando un pequeño empujón con la punta de sus dedos sobre su pecho. –callareis? – pregunto respirando hondo.

Se notaba que la chica estaba realmente preocupada a causa de que yo descubrí su identidad. Se le podía ver en el rostro; no sabía que estaría pensando pero claramente temía que yo pudiera delatarla en la taberna o en algún otro lugar. Por supuesto que mi intención no era esa. Después de todo la muchacha no me había delatado a mi por el intento del robo.

Escucha, no podría delatarte. - Le dije intentando calmarla. - Tu no de delataste a mi, y eso lo tendré en consideración contigo. No se que es lo que te hace hacer esto, pero no es de mi incumbencia y te prometo que no se lo diré a nadie. - Estaba bastante intrigado por el motivo que llevaba a la muchacha cambiar su identidad. - Mira no te preguntaré nada a menos que me quieras decir vos que es lo que te lleva a hacer esto. Tal vez podría ayudarte. Si quieres puedes empezar por decirme tu verdadero nombre... - Aunque no estaba seguro de que ella quisiera. - Solamente si quieres, prefiero que no me digas nada si me vas a dar otro nombre falso. Y creo que deberías taparte de nuevo el rostro...y cambiar tu tono de voz. Digo, por las dudas si alguien se acerca. - Miré para ambas direcciones. - Y para no levantar sospechas será mejor volvamos al establo...

Escuchar que no la delataría era un alivio. Claro que a partir de ahora no volvería a ser lo mismo. Cada noche se la pasaría comprobando una y otra vez que su capucha estuviera en su lugar, que su tono fuese el correcto... – al menos hasta que el temor irracional pasases.- Había sido tan solo un accidente pero incluso así su mente ya barajaba la posibilidad de hacer algunos pequeños arreglos en su disfraz, con tal de que descubrirla fuese un poquito más difícil.

-Te lo agradezco- dejo salir las palabras con un tono seco. Había acabado de un modo u otro en una situación parecida a la que él se había encontrado hacia momentos. –Creo que es justo- un mohín se formó en sus labios y sus mejillas no evitaron tintarse de rojo por la vergüenza de haber sido descubierta en la mentira- Podéis llamarme Gillian. – dedico una pequeña sonrisa al muchacho y volvió a suspirar, cruzando los brazos sobre su pecho espero mientras lo oía, meciendo su cuerpo levente sin darse cuenta de un lado.

Con rapidez acepto su consejo, volviendo a cubrirse empezó a caminar lentamente hacia los caballos una vez más –Puede haberos chocado- dijo carraspeando – pero tengo mis motivos. – lo miro llegando hasta los cubos de agua, agachándose sobre ellos, demorándose en cargarlos mientras su mente se preguntaba si lo que estaba a punto de hacer era sensato o no. Su cordura bien sabía que necesitaba dejar ir parte de la verdad o aquello la mataría – Necesito el dinero, perdí a alguien y necesito ir en su búsqueda, si fuese “mi hermana” todo esto le sería más difícil de conseguir. – conto esperando por su respuesta.

Por lo visto la muchacha ya no parecía estar tan enojada como lo había estado. Esbozaba una que otra sonrisa, y eso me ponía feliz, ya que no me agradaba para nada que otras personas estuvieran enojadas conmigo. - Muy lindo nombre, Gillian. - Le dediqué una sonrisa.

Regresamos a los establos y volvió hacer una voz rasposa que simulaba la de un chico. Comenzamos a atender a los caballos nuevamente. Escuché con detenimiento su explicación acerca de por qué estaba haciendo todo eso. Sin embargo, me dejo algo confundido y no pude entenderla del todo. - Osea que lo que necesitas es dinero, ¿verdad? - Al fin y al cabo, el mundo se movía por medio de eso. - Me imagino que perder a alguien debe ser de lo más doloroso. Aunque evidentemente la persona a la que perdiste ha desaparecido, no esta muerta, ¿no? - Bueno, de hecho era evidente que si estaba en la búsqueda tenía que ser una persona viva. Me di cuenta que mi pregunta era bastante estúpida.

Lo que si no pude descifrar del todo era lo de 'si fuese "mi hermana"...' No entendía a que se había querido referir con eso, tal vez era algún tipo de mensaje oculto. - Pero, la persona que ha desaparecido entonces ¿Es tu hermana? - Le dije con un tono muy bajo para que se quedara tranquila de que nadie nos oyera.

Asintió en agradecimiento sin poder pronunciar palabra. Su hermano siempre había dicho que Gillian no sabía aceptar cumplidos, y tenía razón.

-Veo que lo habéis entendido. Como la mayoría, lo necesito. – había cierta sonrisa en su voz que procuro remediar al instante. –Muerto!?, no.- la sola idea de que su hermano pudiese estar muerto la aterraba y amenazaba con calarle en los huesos durante toda la eternidad. Él no podía estar muerto, era la última familia que poseía y por más egoísta que fuese Gillian no podía tolerar que lo estuviera. –No- rezo como un mantra en su mente -“no puede estarlo”

Timothy hablo, Gilian negó con la cabeza a la par que sonreía. Entendía que toda la situación podía resultar confusa para quien no la llevase en sus carnes y de alguna manera él le transmitía la confianza suficiente como para poder levantar la mirada y dejarle ver sus ojos al hablar – No, quien ha desaparecido es mi hermano- respondió inclinándose hacia delante y en un murmullo –Pero comprenderéis que como mujer, los trabajos que podría encontrar a realizar a estas horas son… no me son gratos – por un momento en su mente bailo la lista de las actividades que podría estar ejerciendo, ninguna de ellas ponía una sonrisa en su rostro o agrado en sus pensamientos- No soy buena con aguja e hilo, sin embargo me avengo con los caballos e intento tratar lo mínimo con los humanos. Mientras a la bestia no le ocurra nada y no la pierda - lo miro significativamente, sin intenciones de recordarle que había intentado robarle hacia nada, pero intentando explicarse- Todo va bien.
Dejo escapar un suspiro- Entenderéis que no puedo ir hablando en tales lugares de mi misma como una mujer. Resulta más fácil si hago referencia a mi hermana - volvía a comprender la complejidad del problema. Ella había dicho "si fuese mi hermana " con la intención de que el muchacho comprendiera las dificultades que tendría intentando encontrar dinero siendo mujer... y al parecer el único resultado que había conseguido había sido confundir más al pobre hombre.

Estaba sonriendo -Perdonad si os mareo- excusándose divertida cuando escucho los gritos provenientes de la parte delantera. El tabernero estaba allí, de pie observándolos con crispación reflejada en el rostro. Gillian se apuró a cuadrar sus hombros y caminar lo mas rápido posible hacia el hombre que gruñía obscenidades a su falta de ganas al trabajar. -Podéis buscaros otro lugar donde hablar muchacho, si no estáis dispuesto a trabajar, bien podéis largaros de mi propiedad- Gillian suspiro llegando hasta el.- No es lo que pensáis, señor- se apuró a defenderse- uno de los jamelgos llego muy alterado y en lo que procuraba reparar el daño tuve un percanse y resulte lesionado, pero no tenéis que preocuparos - hablo rápido, pero el hombre no parecía querer escuchar nada -Escusas!. no me vengas con escusas muchacho cuando hay uno de mis cliente esperando por ti. – Gillian estaba empezando a decir que iría de inmediato cuando el tabernero se le adelanto –Miradme cuando os hablo. Claro que seguramente es la vergüenza por traer a tus amigos a aprovecharse de mi hospitalidad - escupió las palabras acompañándolas con una bofetada que resonó en el aire al dar contra la mejilla de Gillian. No podía hacer nada con ello, si llevaba la mano al ardor caliente en su rostro el podría hacer algo peor. Tan solo callo, bajando la mirada – Es por mi molestia, señor. He conseguido a mi primo para ayudar, tiene buena mano con las bestias y no me retrasara. No modifica en nada nuestro trato – las palabras salían de su mandíbula apretada. El hombre frente a ella no parecía dispuesto a creerle, pero tampoco en desacuerdo... –Eso está por ver. Y ahora ocúpate de los animales.- Apuntalo las riendas del animal contra su pecho antes de marcharse gruñendo . ya había notado el desagrado del tabernero por ellos y en realidad era una suerte que lo hubiera traído consigo y que no hubiera arrastrado a Gillian hasta el, en su lugar.

Sin dar tiempo a que cambiase de idea tomo las riendas y se giró, guiando al caballo dentro de una cuadra calmando al pobre animal agitado por los gritos. – Entiendes que si hubiera sido una mujer esto podría haber empeorado? El siquiera me ha mirado. – no, tan solo se había preocupado por levantar su rostro lo suficiente para darle la cachetada antes de ordenarle seguir.

Era lógico que la chica reaccionara un poco asustada ante la idea de la muerte de aquella persona a la que estaba buscando. También eso me llevo a deducir que sus intenciones de encontrar a esa persona eran buenas; no es que quisiera encontrar a una persona para ejecutar una venganza o algo así.

Ah! Ahora entiendo... - Le dije cuando me explicó que buscaba a su hermano. Luego la chica comenzó a explicar los motivos que la llevaban a vestirse de hombre y comprendí realmente por qué lo hacía. El lugar de la mujer en la sociedad estaba bien definido, y tenía tareas muy específicas. Las mujeres de clase alta no se dedicaban al trabajo, y en general permanecían en sus casas haciendo fiestas y encargándose de administrar todo el hogar. A las mujeres de las clases más bajas que no tenían más alternativa que trabajar, solían hacerlo en talleres textiles, o sirviendo a familiar más ricas. - Entiendo ahora a lo que te refieres. Supongo que prefieres este tipo de ocupaciones, a las que deberías tener como mujer. Pero debes tener sumo cuidado Gillian...No se que podría sucederte si alguien te descubriera. - Realmente el tipo de castigo que se le podría aplicar no sabría cual es, pero seguramente no era nada leve. Falsificar una identidad no esta para nada bien visto.

Estaba a punto de preguntarle que es lo que había sucedido con su hermano cuando se oyeron unos pasos y una voz firme y ruda penetró en el establo. Me asusté y giré la cabeza para observar que el tabernero se encontraba allí regañando a Gillian. Me sentí muy mal por ella y observé cómo se adelantaba para excusarse ante el hombre. Yo me quedé allí, la verdad es que no quería empeorar las cosas, y preferí no abrir la boca.

Me sorprendí negativamente cuando el hombre golpeo a Gil. Pero me quedé inmóvil donde estaba. Ella estaba vestida como hombre y no sería para nada apropiado de mi parte salir en la defensa de un hombre, aunque realmente ella no lo fuera. Escuché luego como le inventó que yo tan solo era su primo, y vi luego al jefe alejándose.

Si...Entiendo que tu situación es bastante complicada... - Me sentía muy apenado por la muchacha. - Siento mucho si por mi culpa te cause todos estos problemas. Desde que llegué solo te provoqué conflictos...Mira no quiero seguir perjudicándote, si prefieres que me vaya, tan solo dímelo...No me enfada para nada - No deseaba irme para nada. Gillian parecía una chica en la que se podía confiar y sería agradable tener a una especie de amiga, pero la verdad es que estaba harto de causarle problemas.

Las palabras de advertencia que había pronunciado Timothy resonaban en su cabeza. El tenia razón. Gillian sabía que la tenía – “pero que podría hacer?”- se preguntaba. Seguramente había mil maneras mas segura de conseguir el dinero que necesitaba, eso no significaba que aquellas vías estuvieran marcadas por tareas que a ella se le dieran bien.

Se encogió de hombros, volviendo a agitar la mano frente a su rostro quitando importancia- no tienes culpa. – la verdad era que si el destino quería que ella se retrasase lo hubiera echo con el o sin el. Quizás hubiera sido aquel momento el que decidía ir y caer sobre su pierna, o habría estado absorta hablando con uno de los caballos lo suficiente mente distraída como perder los indicios que auguraban la llegada de un nuevo cliente… - No te preocupes Timothy. El tabernero se ha despachado a gusto, solo necesitaba reafirmar su autoridad y con seguridad ya no volverá a molestar- intento que sus palabras saliesen con convicción aun si no estaba segura, era lo que solia pasar- créeme que me duele mas el tobillo que la mejilla- bromeo – y además. Algo me dice que preferirá darnos la comida sobrante a nosotros antes que tirarla lejos- había estado investigando sobre la taberna antes de caer y era casi de dominio público que el tabernero odiaba desechar los alimentos. Su infancia había sido como lo podía haber sido la de Gillian en las calles y eso le daba una pizca de sentido común que otros hombres no llegaban a comprender. –Centrémonos en los caballos, si?. Me han dicho se te dan verdaderamente bien- bromeo fingiendo una toz ronca para aplacar el sonido de su risa al recordar la mentira que había dicho al tabernero. – has trabajado con ellos antes?, as tenido alguno a tu cuidado, al menos?- pregunto, curiosa queriendo llevar lejos su mente por unos instantes sabiendo que la noche seria mas amena con su presencia.

Por suerte la chica fue bastante amable conmigo y no consideraba que tuviera la culpa. Esbocé una sonrisa cuando me dijo que le dolía mas el tobillo que la rodilla. Por lo menos, no me sentía tan mal por no haber salido en su ayuda. De todas maneras me parecía bastante mal que ese hombre impusiera de esa forma su autoridad. - Esperemos que si. Realmente estoy hambriento...

Reí cuando me dijo lo de los caballos. - Bueno...Cuando vivía en Inglaterra anduve algunas veces a caballo. Pero eran prestados...Jamás tuve uno a mi cuidado. Me imagino que no debe ser tarea fácil. - Se podía apreciar a simple viste que los caballos no eran animales sencillos de tratar. Había que tener ciertas habilidades, y parecía que la chica las poseía. - Se puede ver que tienes algo especial con ellos. No se, pero los tratas con sumo cuidado, y se nota que les tienes un cariño especial.

Gillian niega con la cabeza para comenzar a reír por lo bajo al minuto siguiente. Su mentira al parecer había ido exactamente por el otro lado del camino de la verdad, y resultaba, visto lo visto hasta ahora… un tanto sarcástico. – Entiendo… - murmuro intentando calmarse. –aun así te fue bien con el – dijo señalando al caballo más alejado al que él había dado de comer. Sonreír se sentía bien y en al parecer lo necesitaba después del intercambio con el tabernero. Era eso o echarse al suelo y temblar ante la posibilidad de que la descubran al mismo tiempo que su mejilla aun ardía y su tobillo protestaba. –Lo principal es que son muy sensibles a tus emociones. Mientras te mantengas calmado a su alrededor lo demás ira bien.

El comentario de el sobre su trato con los caballos la hizo centrarse en eso, ayudándola a relajarse. Como el chico había sabido que decir era un misterio, pero se lo agradecía. –No es que sean difíciles, es que hay que comprenderlos, como a todos nosotros. – se encogió de hombros- créeme que no poseo nada especial – dijo con sinceridad. Mañana, durante la feria mientras paseara leyendo las manos podría fingir tener un don que no poseía. Pero ahora, vestida de su hermano y junto a Timothy y los caballos… no tenía ganas de mentir. Ya fingía ser otro que no era y sería demasiado.

– En Inglaterra, pertenecía a un clan cíngaro que comerciaba sobre todo con jamelgos- comentó, se había criado con muchos de ellos. -Eran algo que estaba ahí… - había sido al llegar a Francia y no tenerlos a su alrededor cuando aun siendo niña, se percató realmente de cuanto los amaba. De cuanto los necesitaba de alguna manera. – Aprender a tratarlos resulto algo natural para mi, supongo- y tratarlos era una forma de agradecimiento por la paz que le otorgaban ellos cuando todo lo demás la abrumaba.

Mientras hablaba caminaba de un lado al otro, limpiando y traqueteando con el agua y la comida de un lado al otro.

-As dicho que en Inglaterra estudiabas…- pregunto observándolo después de unos momentos, la curiosidad se reflejaba en sus ojos. Un defecto, una virtud, en ocasiones podía ser ambas cosas a la vez. Masticando la posibilidad de saciarla pidió a Timothy que le ayudase a mover un jamelgo de cuadra. La bestia era demasiado grande para el espació en la que la habían llevado.

Habían comenzado a trabajar cuando ella hablo - puedo preguntar que? Claro que no tienes que responder…