Coffee and Cookies ~ [Privado]

por **Cilla Citroen** Lun Ago 11, 2014 8:54 pm

Haría ya una semana desde que le enviara la una nota avisándole de su llegada a la ciudad, le había dejado la dirección de los lugares donde podría encontrarla, entre ellos del café del que ahora era propietaria, de modo que pudiera buscarla; sin embargo, aún no tenía noticias sobre él. Al principio pensó que podría haberse enterado de alguna manera que había llegado mucho antes a la ciudad y que no lo había buscado, y por eso se vengaba de ella haciéndola sufrir un poco. Otra de las teorías que se había planteado es que se encontrara fuera de la ciudad y que ni siquiera hubiera recibido aún su mensaje, ¿Quién sabe? Él era tan amante de viajar como lo era ella, de esa manera habían llevado su amistad los últimos 100 años.

Esa noche en el café estaba medianamente tranquila. No había muchos clientes, y los pocos que llegaban a esas horas pedían un café y se marchaban, no se quedaban a tomarlo en el local. Lo más emocionante de la noche fue cuando un vampiro entró al local con una niña en apariencia desnutrida y bastante sucia a cuestas y uno de los empleados, sin su consentimiento, se atrevió a intentar echarlo, ganándose un susto cuando el hombre se levantó e impuso su autoridad vampírica sobre el pobre muchacho, cosa que provocó diversión en la dueña del local, quien luego exigió al mesero que tratara con mayor respeto a sus clientes y no se tomara tantas libertades.

A partir de entonces, la noche fue totalmente aburrida. Lo único que odiaba de su condición de vampiro era no poder salir a la luz del sol, muchas cosas divertidas pasaban en el día y ella no podía disfrutar de aquello, lo que era lamentable. Concentró entonces sus pensamientos en todo lo que había ocurrido hasta el momento, su reencuentro con aquel que ella llamaba ‘su salvador’ aquella fiesta romana a la que se coló la noche que llegó a París… Definitivamente había mucho que contarle y suponía que él tendría otras tantas cosas para compartir con ella.

Con un suspiro de aburrimiento, se sirvió una copa de vino y se refugió en la cocina con intención de prepararse un emparedado. Sí, se supone que los vampiros sólo se alimentan de sangre, pero a pesar de los años ella seguía disfrutando de la comida humana. Después de construir una pequeña montaña de jamones, quesos, lechuga y tomate, terminó cubriéndolo con la cubierta de pan untada en salsa, lo sirvió en un plato y salió a seguir ‘atendiendo’ su querido café.

La sorpresa que se llevó fue tal que por poco deja caer el plato y la copa que llevaba en sus manos, en cambio dejó su carga sobre el mostrador, le indicó a su joven empleado que ella atendería al nuevo cliente, y se acercó a su mesa con la mirada más seria y profesional de la que fue capaz. Esperando que él le siguiera el juego al menos por un momento, tomó la carta y se la ofreció al tiempo que decía: -Buenas noches, bienvenido al café de París. ¿Desea algo de tomar mientras escoge qué desea ordenar, señor?-. Los juegos no eran mucho lo suyo, pero con él se le hacía fácil actuar, aunque también se hacían sus papeles más falsos ya que la conocía demasiado para caer en sus trampas. Era ella la que la mayor parte del tiempo se llevaba sustos con las actuaciones de él.

por **Burke Eichmann** Lun Ago 25, 2014 12:13 am

¿En serio estaba ella en París? Era una noticia que no se esperaba y que de alguna forma le había parecido agradable, a pesar de no manifestarlo. Había dejado pasar un par de días, sólo para hacerla sufrir, era parte del contrato de amistad que habían firmado sin darse cuenta cuando habían decidido que serían amigos. Había ido a la Iglesia y después de dejar los folios que le habían pedido su noche se había hecho aburrida, comenzó a caminar por aquellos callejones que ya se conocía y que no terminaban por "asustarle" al contrario, ellos eran los que parecían temer al hombre que iba dando pasos por la acera.

Pronto vio el letrero de aquél café y la idea surgió de forma casi inmediata, se quedó fuera por un momento, ya la había visto y presenciado el accidente con el vampiro, levantó una de sus cejas. Aunque la actuación de Katrynna le parecía un poco adecuada ante la situación. Sonrió para sí y meditó un poco entre entrar y no, pero al final se decidió, justo cuando ella se había ido a quién sabe donde. Se quedó sentado de frente a la puerta por donde ella había desaparecido, esperaba que saliera pronto o se iría, y ella tendría la culpa de que no se vieran, sonrió de lado.

Miró a la mujer y se mantuvo serio mientras observaba como se acercaba hacia él, una sonrisa se cruzó en sus labios. -Buena noche, señorita.- Tomó la carta, a él ya se le había olvidado lo que era la comida humana desde hace mucho tiempo, ni siquiera sabía si era dulce o salado, amargo o picante, ya no sabía nada de aquello que para los humanos podría llegar a ser un verdadero festín y en realidad tampoco le interesaba demasiado. -Un café por favor, que sean dos, estoy esperando a una amiga.- Terminó de decir y dejó la carta sobre la mesa mientras miraba al hombre de reojo, parecía que no le gustaba la presencia de Burke, pero se tendría que conformar.

por **Cilla Citroen** Lun Sep 29, 2014 7:49 pm

Cuando el “joven cliente” mencionó lo último, la vampiro no pudo evitar esbozar una sonrisa de añoranza. El olvido del reciente pedido no había sido algo espontáneo, ella sabía que para él los alimentos humanos no tenían ningún gusto, así que no sería ella quien lo obligara a tomarlos, por lo que en lugar de ir en buscar de los cafés, Katrynna tomó asiento en el puesto junto a él en la pequeña mesa cuadrada y posó su mano sobre la de su viejo amigo, un gesto con el que intentaba expresar lo mucho que lo había extrañado así mismo como lo mucho que apreciaba tenerlo allí esa noche. Él debía saber también lo difícil que era para ella demostrar sus emociones.

-Ha sido mucho tiempo desde la última vez que nos vimos ¿No es así?- suspiró cansinamente, los años y décadas pasaban tan rápido que ya incluso había dejado de contarlos, no podía recordar con exactitud cuando había sido la última vez que habían estado uno frente al otro. -¿Cómo estás, Burke? ¿Qué ha sido de ti estos últimos años?- eran las principales interrogantes que se presentaban en su cabeza entre tantas que podría preguntarle, pero siendo tanto el tiempo alejados prefirió proceder con calma, después de todo el tiempo no era un obstáculo para ellos.

Unos pocos minutos pasaron antes que su empleado, Josh, se acercara a ellos con un par de capuccinos y un pequeño plato de galletas con chispas. Al ponerlo todo sobre la mesa le guiñó un ojo a su jefa, entonces ella supo que intentaba disculparse por el incidente que habían tenido antes que su amigo llegara, motivo por el cual no pudo menos que brindarle una mirada de aprobación -Gracias, Josh-. Él asintió a las palabras de la mujer y se retiró dándoles algo de privacidad. -No volverá a molestarnos- le indicó ahora a su compañero una vez que el joven humano se retirase de su presencia.

por **Burke Eichmann** Dom Oct 12, 2014 11:46 pm

Cuando la mujer se sentó delante de él, tomó su mano y llevó hacia sus labios dejando un beso en el dorso, era de las pocas, por no decir la única con la que realmente podía ser un tanto amable, quizá hasta cariñoso, pero sabía que ella no tomaba las cosas por otros rumbos que para él prácticamente eran imposibles, muchos años de amistad habían hecho que las cosas se dieran exactamente como debían, dejó la mano femenina sobre la mesa y una sonrisa torcida se apoderó de sus labios. -He estado de un lado a otro, volví a la Iglesia.- Mencionó con toda la calma observando con detenimiento los ojos de su amiga, no sabía cuánto tiempo había pasado desde la última vez que se vieron y no recordaba si ella ya sabía de aquello, pero prefería irse con tranquilidad, si había alguien en ese mundo que lo conocía era ella, no podía ocultarle casi nada, a menos que fuera una sorpresa, tenía ella esas ventajas de ver cosas de él que casi nadie veía, que podían parecer simplemente imposibles.

-¿Y tú, preciosa? ¿Cómo has estado?- Cuestionó observando al humano, haciendo una mueca con los labios por aquél alimento que había puesto sobre la mesa. -Si se vuelve a acercar será él mi cena.- Mencionó en tono de broma mientras se quedaba sentado plácidamente en aquél lugar. -¿Cuánto tiempo estarás en París? ¿Por qué no me habías buscado antes?- Sí, aquella pregunta había salido con burla, pues él se había tardado demasiado en aparecer, pero así podía ser de cínico y ella no dejaba de quererlo o al menos eso era lo que pensaba él, además, ya eran tantas cosas que por esas pequeñeces no se podía dañar la amistad.

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