AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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I'm pretty when I cry - Privado.
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I'm pretty when I cry - Privado.
Recuerdo del primer mensaje :
Don't say you need me when
you leave and you leave again.
you leave and you leave again.
Nos conocimos, por primera vez, en una pastelería cercana al burdel. Él se levantó las solapas del abrigo y no me permitió verle el rostro del todo, sabía que yo estaba mirándole, que tenía puestos los ojos en él desde que se acomodó a mi lado y quizás por eso se escondió de mí como si estuviéramos jugando. No me gustan los juegos, le diría después. Estuve preguntándome quién era y por qué su semblante me parecía familiar, cercano del tipo cliente y no un amigo, pese a no serlo. Cuando ordené el último croissant que quedaba puso mala cara, como si él lo deseara tanto como yo y en secreto me odiara por arruinarle los planes. Era más de mediodía y sólo las putas teníamos un desayuno tan tardío, quizás él también lo era, al menos eso fue lo que pensé al principio, o tal vez sólo sus raras costumbres le permitían pedir lo que muchos sólo destinan a la primera comida de la mañana.
Nos conocimos, por segunda vez, por mera casualidad. Estuve paseando por el bosque más alejado que pude encontrar, intentando recoger los pedazos rotos de mí que aún no consigo unir del todo. Esa vez lo divisé desde lejos y reprimí los deseos de correr hasta abrazarlo, no sería correcto, lo sentía como un extraño pese a compartir los recuerdos que nosotros compartíamos. Me miró como si me conociera y al mismo tiempo desconociera todo de mí. Me sentí desnuda y nada tuvo que ver con la ropa, con sus ojos me volvió a destrozar el alma herida y tal vez por eso nos alejamos, sus palabras son crueles cuando se trata de mí, pero no por eso menos necesarias. De cierto modo me molestaba que conociera las esquinas oscuras de mi vida y aún lo hace, aunque a ratos quiero creer que el pasado pese a ser indeleble es fácilmente olvidable.
Aún no nos conocemos por tercera vez, envié la nota hace un par de días y le pedí que nos reunamos a la misma hora de nuestros dos encuentros anteriores. El sol está en lo alto y de cierto modo es mejor así, ahora le temo a la noche pero no puedo decirlo en voz alta. Temo también que me escuchen en cualquier lugar. Supongo que acá el ruido de las olas podrá acallar nuestra conversación y lo pienso como si fuera incorrecto hablar de lo que sucede. Aún no puedo creer que me he convertido en lo que siempre pretendí no ser. El vestido esconde las marcas en la piel y la sonrisa de mi rostro intenta hacer lo mismo con la soledad de mis entrañas. Me siento vacía en un mundo lleno de lujos. Mi letra era temblorosa por los nervios, pero estoy segura que eso no tendré que explicarlo.
Nos conocimos, por segunda vez, por mera casualidad. Estuve paseando por el bosque más alejado que pude encontrar, intentando recoger los pedazos rotos de mí que aún no consigo unir del todo. Esa vez lo divisé desde lejos y reprimí los deseos de correr hasta abrazarlo, no sería correcto, lo sentía como un extraño pese a compartir los recuerdos que nosotros compartíamos. Me miró como si me conociera y al mismo tiempo desconociera todo de mí. Me sentí desnuda y nada tuvo que ver con la ropa, con sus ojos me volvió a destrozar el alma herida y tal vez por eso nos alejamos, sus palabras son crueles cuando se trata de mí, pero no por eso menos necesarias. De cierto modo me molestaba que conociera las esquinas oscuras de mi vida y aún lo hace, aunque a ratos quiero creer que el pasado pese a ser indeleble es fácilmente olvidable.
Aún no nos conocemos por tercera vez, envié la nota hace un par de días y le pedí que nos reunamos a la misma hora de nuestros dos encuentros anteriores. El sol está en lo alto y de cierto modo es mejor así, ahora le temo a la noche pero no puedo decirlo en voz alta. Temo también que me escuchen en cualquier lugar. Supongo que acá el ruido de las olas podrá acallar nuestra conversación y lo pienso como si fuera incorrecto hablar de lo que sucede. Aún no puedo creer que me he convertido en lo que siempre pretendí no ser. El vestido esconde las marcas en la piel y la sonrisa de mi rostro intenta hacer lo mismo con la soledad de mis entrañas. Me siento vacía en un mundo lleno de lujos. Mi letra era temblorosa por los nervios, pero estoy segura que eso no tendré que explicarlo.
Claire Quartermane- Realeza Francesa
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Re: I'm pretty when I cry - Privado.
La decisión la había tomado hace bastante tiempo pero como todo últimamente, me costaba encontrar aquel momento preciso para escribir la nota, para buscarlo, para decirle lo que tengo que decirle. Me gustaría salir corriendo y escapar sabiendo que me seguirá los pasos hasta encontrarme, pero no lo sé, tengo la eterna duda de que estará siempre cerca de mí y por lo mismo es que sólo puedo confiar en él. Porque justo ahora ni siquiera confío en mí misma. Nunca lo hice de todos modos, nadie podría confiar en una puta y así es como me lo hizo saber mi esposo tan pronto como pudo. Fue por eso que eligió marcharse en vez de revelarme sus planes. Él no confía en mí, yo no confío en mí. Nadie podría confiar en mí.
—Lo que te voy a pedir es una estupidez, yo lo sé, pero nadie más que tú podría entenderlo, porque sólo tú conoces cada capítulo del cuento… —me acerqué a él y sentí un escalofrío que no provenía del agua ni de la temperatura, venía desde mi interior y del terror que poner algunas cosas en voz alta puede provocar. —Tengo dinero ahorrado, lo tengo desde cuando vendí unas tierras que tenía en el campo luego de que me casara, ese terreno lo compré con lo que gané en mi trabajo… y ahora necesito que ese dinero lo tengas tú…. —respiré profundo, una vez, quizás mil veces, y mis pulmones seguían sintiéndose cargados de una arena espesa que me impedía hablar correctamente.
Lo miré directo al rostro pero no pude llegar a sus ojos, siento vergüenza después de todo. No es fácil reconocer que has fracasado. —Quiero que ese dinero sea un seguro por si necesito escapar, por si no puedo seguir aquí… ¿entiendes a qué me refiero, Alde? Ese dinero debe estar por si no tengo más opciones… por si mis hijos no tienen más opciones… —mi garganta se cerró y sentí como el mar me mojaba la piel tras las rodillas, se me puso la piel de gallina y segundos después descubrí que me tiritaban los labios. —Si me llega a pasar algo, quiero que mis hijos salgan de esa casa, que estén lejos de ese hombre… lejos de Nigel y dejaré todas las instrucciones para que así sea, pero tú serías parte de ese plan, sólo si aceptas… sólo si aceptas lo que te estoy pidiendo. —
—Lo que te voy a pedir es una estupidez, yo lo sé, pero nadie más que tú podría entenderlo, porque sólo tú conoces cada capítulo del cuento… —me acerqué a él y sentí un escalofrío que no provenía del agua ni de la temperatura, venía desde mi interior y del terror que poner algunas cosas en voz alta puede provocar. —Tengo dinero ahorrado, lo tengo desde cuando vendí unas tierras que tenía en el campo luego de que me casara, ese terreno lo compré con lo que gané en mi trabajo… y ahora necesito que ese dinero lo tengas tú…. —respiré profundo, una vez, quizás mil veces, y mis pulmones seguían sintiéndose cargados de una arena espesa que me impedía hablar correctamente.
Lo miré directo al rostro pero no pude llegar a sus ojos, siento vergüenza después de todo. No es fácil reconocer que has fracasado. —Quiero que ese dinero sea un seguro por si necesito escapar, por si no puedo seguir aquí… ¿entiendes a qué me refiero, Alde? Ese dinero debe estar por si no tengo más opciones… por si mis hijos no tienen más opciones… —mi garganta se cerró y sentí como el mar me mojaba la piel tras las rodillas, se me puso la piel de gallina y segundos después descubrí que me tiritaban los labios. —Si me llega a pasar algo, quiero que mis hijos salgan de esa casa, que estén lejos de ese hombre… lejos de Nigel y dejaré todas las instrucciones para que así sea, pero tú serías parte de ese plan, sólo si aceptas… sólo si aceptas lo que te estoy pidiendo. —
Claire Quartermane- Realeza Francesa
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Re: I'm pretty when I cry - Privado.
El mar y la corriente que chocaba en nuestros pies hacían estragos en el momento que los dos nos encontrábamos ahí. Solos, sin ninguna clase de mirada chismosa o siquiera testigo alguno salvo el ruido que las olas dejaban salir cuando arremetían contra la costa, algo que realmente estaba disfrutando y sin embargo no lo podía demostrar al tener un rostro serio, atento y por no decir preocupado una vez que Claire pronunció sus palabras y su singular petición -Me sorprende el que me confíes, más no lo desprecio... Tomaré ese dinero, te hago la promesa ahorita mismo de ver a por ti o por tus hijos en caso de que así lo necesites y que contarán no solo con este dinero sino también con mi apoyo y protección- Mis palabras un poco secas pero llenas de sinceridad; realmente no podía formular una explicación lógica para todo lo que pasaba y no es como que todo en antaño haya tenido explicación cuando se trataba de Quatermane y de mí... Después de todo, la mayoría del tiempo era simple y entero placer. Viejos tiempos, gratos, pero viejos.
No quise preguntar detalles, ni siquiera el motivo de este arranque que ha tenido. Tratar de indagar en la vida de esta mujer sin que ella misma me invite a ser parte de es un paraje seguro al desprecio y el silencio. La conozco bien, sé que ha sufrido y sé que si está aquí ahora mismo es no solo por miedo sino por desesperación; no le daré un discurso de buenos modales ni mucho menos trataré de mentirle alegando que todo estará bien cuando ni siquiera yo puedo prometerle eso... Lo que sí puedo es demostrarle que aquí estoy y que puede confiar en mí aunque sea un poco -Guardaré este dinero bien, lo tendré reservado para ti y tus hijos... Pero dime, si hay algo más no dudes en compartirlo. Sé que soy la persona menos indicada para sermonear acerca de los secretos, pero te diré que puedes confiar en mí una vez más y que lejos de nuestras locuras apasionadas que nos llevaban a terminar desnudos en una cama... o mesa- No pude evitar reír e interrumpir mis diálogos, de nuevo esos recuerdos salen a flote en mi mente y son buenos, muy buenos -Aquí me tienes, para bien o para mal- terminando mis diálogos una vez que decidí abrazarla de manera posesiva y con fuerza. ¿Una bofetada? Quizás, pero no soy de los que se arrepienten por las cosas que hace.
No quise preguntar detalles, ni siquiera el motivo de este arranque que ha tenido. Tratar de indagar en la vida de esta mujer sin que ella misma me invite a ser parte de es un paraje seguro al desprecio y el silencio. La conozco bien, sé que ha sufrido y sé que si está aquí ahora mismo es no solo por miedo sino por desesperación; no le daré un discurso de buenos modales ni mucho menos trataré de mentirle alegando que todo estará bien cuando ni siquiera yo puedo prometerle eso... Lo que sí puedo es demostrarle que aquí estoy y que puede confiar en mí aunque sea un poco -Guardaré este dinero bien, lo tendré reservado para ti y tus hijos... Pero dime, si hay algo más no dudes en compartirlo. Sé que soy la persona menos indicada para sermonear acerca de los secretos, pero te diré que puedes confiar en mí una vez más y que lejos de nuestras locuras apasionadas que nos llevaban a terminar desnudos en una cama... o mesa- No pude evitar reír e interrumpir mis diálogos, de nuevo esos recuerdos salen a flote en mi mente y son buenos, muy buenos -Aquí me tienes, para bien o para mal- terminando mis diálogos una vez que decidí abrazarla de manera posesiva y con fuerza. ¿Una bofetada? Quizás, pero no soy de los que se arrepienten por las cosas que hace.
Aldebaran Ballester- Realeza Española
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Re: I'm pretty when I cry - Privado.
No pude responder a su abrazo y no lo hice porque no sintiera cariño hacia él o despreciara su gesto, de hecho le respondí con una sonrisa agradecida que apenas curvó mis labios. Es sólo que mis brazos estaban tan congelados como el resto de mí y se mantuvieron pegados a mi cuerpo como dos entes inertes. Repasé sus palabras, repasé mis palabras y me dolió el alma pensar que alguna vez podría llegar a ese extremo. Todo lo sucedido con Nigel era sin dudas difícil y muy complicado, pero ¿de verdad alejaría a mis hijos de su padre si yo no estuviera presente? Tantos años soñé con la remota posibilidad de tener una familia y siento que ahora la estoy botando sólo porque no salió como yo lo esperaba. Fue un error pedirle eso a Aldebarán y me di cuenta aún más cuando él aceptó y me miró como nunca pensé que lo haría.
Soy indigna de su amistad y de su ayuda, también de la protección que me ofrece, sobre todo porque es una estupidez que yo esté pidiéndola. De ninguna forma León podría escapar de la custodia de mi esposo y aún cuando consiguiera alejarlo, la figura del príncipe de Francia es conocida y se esperan cosas de él. Mucha razón tienen esos murmullos cuando dicen que no merezco el lugar que tengo. —Olvida todo lo que dije… —esperé hasta que se separara del abrazo que acababa de darme para comenzar a caminar y salir del agua, de no ser porque él aún cargaba mis zapatos habría vuelto corriendo al carruaje que me esperaba. Es cierto que tengo miedo de lo que él, Nigel, sea capaz de hacer, pero tengo más miedo de mí. Era yo quien hasta hace unos minutos planeaba destruir a mi familia.
¡Cómo si no estuviera lo suficientemente destruida ya!
—Olvida lo que pedí ¿sí? Porque no lo necesito y nunca va a suceder, no es necesario que tengas nada ni que protejas nada, no necesitamos protección, estamos bien y todo estará bien… —pero mi voz se quebró al final porque todo el que pudiera escucharme sabía que aquella era una mentira. Nada está bien y parecía como que nada estaría bien tampoco en el futuro. Me dejé caer y me senté en la arena observando como el cielo se mantenía igual aunque las nubes se movieran. No fui consciente de los movimientos de Aldebarán seguramente porque pese a la distancia siempre lo he sentido cerca. Es una de las ventajas de tener amigos, dicen, pero yo nunca he tenido un amigo y dudo que él lo sea. No sería justo ponerle un calificativo tan común. —¿Qué crees tú que está pasando? ¿Por qué crees que te pediría algo así? —mis preguntas sonaron irónicas y no esperaba que sonaran de otro modo.
Soy indigna de su amistad y de su ayuda, también de la protección que me ofrece, sobre todo porque es una estupidez que yo esté pidiéndola. De ninguna forma León podría escapar de la custodia de mi esposo y aún cuando consiguiera alejarlo, la figura del príncipe de Francia es conocida y se esperan cosas de él. Mucha razón tienen esos murmullos cuando dicen que no merezco el lugar que tengo. —Olvida todo lo que dije… —esperé hasta que se separara del abrazo que acababa de darme para comenzar a caminar y salir del agua, de no ser porque él aún cargaba mis zapatos habría vuelto corriendo al carruaje que me esperaba. Es cierto que tengo miedo de lo que él, Nigel, sea capaz de hacer, pero tengo más miedo de mí. Era yo quien hasta hace unos minutos planeaba destruir a mi familia.
¡Cómo si no estuviera lo suficientemente destruida ya!
—Olvida lo que pedí ¿sí? Porque no lo necesito y nunca va a suceder, no es necesario que tengas nada ni que protejas nada, no necesitamos protección, estamos bien y todo estará bien… —pero mi voz se quebró al final porque todo el que pudiera escucharme sabía que aquella era una mentira. Nada está bien y parecía como que nada estaría bien tampoco en el futuro. Me dejé caer y me senté en la arena observando como el cielo se mantenía igual aunque las nubes se movieran. No fui consciente de los movimientos de Aldebarán seguramente porque pese a la distancia siempre lo he sentido cerca. Es una de las ventajas de tener amigos, dicen, pero yo nunca he tenido un amigo y dudo que él lo sea. No sería justo ponerle un calificativo tan común. —¿Qué crees tú que está pasando? ¿Por qué crees que te pediría algo así? —mis preguntas sonaron irónicas y no esperaba que sonaran de otro modo.
Claire Quartermane- Realeza Francesa
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Re: I'm pretty when I cry - Privado.
La noté débil, también ida y un poco insegura... Sigo diciéndome y diciéndome y diciéndome lo mismo una y otra vez: Ella no es Claire, no es la que conocí años atrás, la que me arrancaba los labios con sus besos o sabía quitarse el corsé sin usar las manos, esa que no solo tuvo la grandiosa aventura que combinaba caricias, respiraciones y camas junto conmigo. ¿Qué es lo que realmente está pasando? No puedo decir nada, ni siquiera tener objeción por su repentino cambio de decisión... Ahora solo estoy ahí en el mar, escuchándola hablar mientras ella se aleja de mí para sentarse en la arena y entonces yo la persigo. ¿Por qué? Porque la apoyo y porque no pude negarle a ella y negarme a mi mismo que la protegería a ella y a su familia de ser necesario, porque pese a todo me importa... No sé que somos, por seguro amigos no. Pero somos algo, un "algo" que es tan elocuente y sincero que me hace recordar las ironías de la vida. Una noche ella me está montando y yo disfruto de su cuerpo mientras que una tarde estamos ahí los dos... Sincerándonos como nunca antes.
-No tienes que tomar la decisión ahora mismo, Claire- le dije una vez que con mis lentos pasos llegué hacia donde ella, poniendo sus zapatos al lado y yo sentándome justo en el suyo, casi hubiese podido abrazarla de no ser que terminaría con su mano golpeando mi mejilla... Ja! Pagaría por ver una escena tan graciosa -Ahora que lo pediste y te retractaste al mismo tiempo me queda confirmado que no puedo darte la espalda, ni a ti ni a León... Vendrán conmigo si así lo crees prudente, no es necesario un previo aviso pues cuentan conmigo y todos mis recursos. Tampoco te insultaré tomando la decisión por ti o empujándote a hacer algo que quizás no quieras, tampoco te voy a sermonear... Simplemente de dejo claro que estoy para ustedes, desde dinero hasta protección... Hasta...- me callé, la rodeé con mi brazo siniestro y la acurruqué de nuevo contra mí, tomando todo el riesgo que conllevaba el contacto físico con una de las personas más bipolares que conocía, pero que era mi algo...
-Hasta un simple abrazo si eso te hace sentir aunque sea, un poco mejor...-
-No tienes que tomar la decisión ahora mismo, Claire- le dije una vez que con mis lentos pasos llegué hacia donde ella, poniendo sus zapatos al lado y yo sentándome justo en el suyo, casi hubiese podido abrazarla de no ser que terminaría con su mano golpeando mi mejilla... Ja! Pagaría por ver una escena tan graciosa -Ahora que lo pediste y te retractaste al mismo tiempo me queda confirmado que no puedo darte la espalda, ni a ti ni a León... Vendrán conmigo si así lo crees prudente, no es necesario un previo aviso pues cuentan conmigo y todos mis recursos. Tampoco te insultaré tomando la decisión por ti o empujándote a hacer algo que quizás no quieras, tampoco te voy a sermonear... Simplemente de dejo claro que estoy para ustedes, desde dinero hasta protección... Hasta...- me callé, la rodeé con mi brazo siniestro y la acurruqué de nuevo contra mí, tomando todo el riesgo que conllevaba el contacto físico con una de las personas más bipolares que conocía, pero que era mi algo...
-Hasta un simple abrazo si eso te hace sentir aunque sea, un poco mejor...-
Aldebaran Ballester- Realeza Española
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Re: I'm pretty when I cry - Privado.
Me quebré por dentro e intenté no demostrarlo por fuera. Me sentí destrozada y dejé que sus brazos me rodearan mientras me inclinaba hacia él y descansaba en ese abrazo que tanto necesitaba. No estábamos solos en esa playa y quienes me vigilaban es probable que luego llevaran cada detalle de este encuentro a los oídos de quien los había contratado. Es probable. Pero prefiero lidiar con las consecuencias a limitarme en mis deseos. Deseo seguir a su lado, deseo que me abrace un poco más y deseo también que nos olvidemos un poco de quiénes somos y volvamos a quienes éramos. Ya sé que es imposible porque mucha agua ha pasado bajo nuestros puentes.
—Alde… —mi voz se había convertido en un susurro, temerosa de los oídos que pudieran escucharnos y temiendo también de mí misma y de lo que era capaz de decir. —¿Alguna vez… mientras estuvimos juntos en esas noches… o después… te di asco? —apenas lo dije supe que con eso abría la puerta para que comenzaran las preguntas, para que quisiera indagar aún más ahí. Pero tenía que hacerlo, las dudas me comían desde que escuché esas palabras salir de una boca de labios finos pero amados. —¿Sentiste asco de tocarme o de estar conmigo? Necesito saber la verdad, la necesito. —
Cerré los ojos y enterré mi rostro entre mis piernas, necesitaba respirar y pensar con claridad. No sé para qué hice esa pregunta si no quería escuchar su respuesta. Era probable que Nigel sólo lo dijera porque estaba enfadado conmigo, pero… ¿qué pasa si en realidad fue lo que siempre pensó y que guardó por mucho tiempo? Ahora que él no sentía lo mismo porque mí ya no era inmune a su verdad dolorosa. Lo fui desde que nos conocimos pero me he convertido sólo en una decoración más de su castillo y la madre de su hijo que debe mantenerlo calmado. Aldebarán no debería ser quien respondiera esa pregunta pero es el único que no me respondería con un mentira.
Porque de él se pueden decir muchas cosas, pero nadie podría decir que es un total mentiroso. Al menos no conmigo.
—Alde… —mi voz se había convertido en un susurro, temerosa de los oídos que pudieran escucharnos y temiendo también de mí misma y de lo que era capaz de decir. —¿Alguna vez… mientras estuvimos juntos en esas noches… o después… te di asco? —apenas lo dije supe que con eso abría la puerta para que comenzaran las preguntas, para que quisiera indagar aún más ahí. Pero tenía que hacerlo, las dudas me comían desde que escuché esas palabras salir de una boca de labios finos pero amados. —¿Sentiste asco de tocarme o de estar conmigo? Necesito saber la verdad, la necesito. —
Cerré los ojos y enterré mi rostro entre mis piernas, necesitaba respirar y pensar con claridad. No sé para qué hice esa pregunta si no quería escuchar su respuesta. Era probable que Nigel sólo lo dijera porque estaba enfadado conmigo, pero… ¿qué pasa si en realidad fue lo que siempre pensó y que guardó por mucho tiempo? Ahora que él no sentía lo mismo porque mí ya no era inmune a su verdad dolorosa. Lo fui desde que nos conocimos pero me he convertido sólo en una decoración más de su castillo y la madre de su hijo que debe mantenerlo calmado. Aldebarán no debería ser quien respondiera esa pregunta pero es el único que no me respondería con un mentira.
Porque de él se pueden decir muchas cosas, pero nadie podría decir que es un total mentiroso. Al menos no conmigo.
Claire Quartermane- Realeza Francesa
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Re: I'm pretty when I cry - Privado.
La marea empezó a subir un poco y eso reconfortaba de cierta manera; mis ojos se mostraban atentos a cada semblante y acto que Claire me regalaba, no sabía si enternecerme por lo que sucedía o sentirme destrozado al ver a una mujer tan fuerte por primera vez sintiéndose desmoronarse -Delacroix, esa pregunta realmente me sorprende y debo decir que no te creí tan ingenua como para no saber la respuesta- le acaricié la espalda sonriendo, como si quisiera reconfortarla una vez que puso su rostro entre sus piernas -Cada noche que nos perdimos entre las sabanas.. O el sillón.. O el suelo.. O bueno, tú me entiendes...- reí por lo bajo y proseguí -Cada instante que toqué tu piel, que te hice mía. Que nuestros labios se juntaron y desesperadamente quería comerte.. Eran el mayor de los placeres que se me pudiese conceder-
Me acerqué y entonces le tomé del mentón para dirigir su mirada a que se conectara con la mía. Así, sonreí ladino y clavando mis pupilas en las de ella traté de atenuar mi voz para que pudiese ver la sinceridad con la que después hablaría -De ninguna manera sentí asco, jamás lo hice y mucho menos lo sentiría- le acaricié la mejilla con mi pulgar, quise tranquilizarla y sintiendo una adrenalina consumirme como la arena sucumbía a la marea -Hacer el amor contigo siempre fue algo por lo que valía la pena vivir una noche más- acercándome a su rostro lentamente. ¿Qué demonios estoy haciendo? ¿Es correcto? ¿Ella lo permitiría?... ¿Por qué hago preguntas tan idiotas?
Sentí lo que sentí, mis ojos se cerraron y abandonándome a mis impulsos así como deseos terminé por unir mis labios con los de ella. No busqué profundizar el beso, simplemente lo dejé ahí por varios segundos esperando que más que mis palabras mis acciones pudiera hablar por mí, esperando que ella sintiera lo que yo sentí al recordar esas deliciosas aventuras a su lado con el beso que le dejé. Inocente, quizás inesperado, pero lleno de sinceridad.
Me separé después. Me levanté y con una gran sonrisa le dije -Ven, tengamos una aventura aunque sea como si fuéramos niños... Tienes miedo de estar aquí, entonces te llevaré a otro lado- me dirigí un poco al oeste donde una balsa abandonada estaba. Parecía en buen estado, simplemente descuidada estéticamente. La tomé con ambas manos y con un poco de dificultad la logré llevar hacia el mar dónde para evitar que se fuese más hacia adentro amarré una soga a mi brazo, esperando que Claire atendiera mi invitación -Sube, vámonos- le guiñé el ojo diestro, mostré mi sonrisa como único incentivo a que hiciera segunda en mis locuras y totalmente esperé que los tipejos que vi al llegar al lugar no fuesen lo que creía que eran.
Me acerqué y entonces le tomé del mentón para dirigir su mirada a que se conectara con la mía. Así, sonreí ladino y clavando mis pupilas en las de ella traté de atenuar mi voz para que pudiese ver la sinceridad con la que después hablaría -De ninguna manera sentí asco, jamás lo hice y mucho menos lo sentiría- le acaricié la mejilla con mi pulgar, quise tranquilizarla y sintiendo una adrenalina consumirme como la arena sucumbía a la marea -Hacer el amor contigo siempre fue algo por lo que valía la pena vivir una noche más- acercándome a su rostro lentamente. ¿Qué demonios estoy haciendo? ¿Es correcto? ¿Ella lo permitiría?... ¿Por qué hago preguntas tan idiotas?
Sentí lo que sentí, mis ojos se cerraron y abandonándome a mis impulsos así como deseos terminé por unir mis labios con los de ella. No busqué profundizar el beso, simplemente lo dejé ahí por varios segundos esperando que más que mis palabras mis acciones pudiera hablar por mí, esperando que ella sintiera lo que yo sentí al recordar esas deliciosas aventuras a su lado con el beso que le dejé. Inocente, quizás inesperado, pero lleno de sinceridad.
Me separé después. Me levanté y con una gran sonrisa le dije -Ven, tengamos una aventura aunque sea como si fuéramos niños... Tienes miedo de estar aquí, entonces te llevaré a otro lado- me dirigí un poco al oeste donde una balsa abandonada estaba. Parecía en buen estado, simplemente descuidada estéticamente. La tomé con ambas manos y con un poco de dificultad la logré llevar hacia el mar dónde para evitar que se fuese más hacia adentro amarré una soga a mi brazo, esperando que Claire atendiera mi invitación -Sube, vámonos- le guiñé el ojo diestro, mostré mi sonrisa como único incentivo a que hiciera segunda en mis locuras y totalmente esperé que los tipejos que vi al llegar al lugar no fuesen lo que creía que eran.
Aldebaran Ballester- Realeza Española
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Re: I'm pretty when I cry - Privado.
La respuesta que escuché de su parte me hizo creer que no había tomado mi pregunta en serio, lo que de cierto modo me hizo sentir mejor y mucho más aliviada. Para él entonces sólo significaba inseguridad de mi parte, pero no la repetición de algo que alguien más había dicho. Debía seguir adelante, levantar la cabeza con la ayuda de sus dedos y continuar avanzando, porque si no lo hacía, la única que saldría perjudicada de todo esto sería yo.
Lo miré de frente, tal como solía hacer siempre que estaba en su presencia. Con Aldebaran nunca han sido necesarias las dobles lecturas, vi como su boca se acercó a la mía y supe que llegaría pronto un beso. Lo que me sorprendió quizás fue la suavidad con la que me tocó, fue casi como si estuviera pidiéndome permiso. ¿Por qué antes se produjo el rechazo instantáneo y ahora era él quien hacía el primer movimiento? De entre todas las ideas que pasaron por mi mente la que tenía mayor fuerza era que lo hacía para hacerme sentir mejor, pero me bastó ver en sus ojos una vez para notar el deseo que estos escondían. No era sólo yo que me olvidaría de mi pasado y de lo que me esperaba en casa, también lo haría él. Realmente no supe qué cambio se produjo en su interior para tomar esta nueva decisión.
Al carajo, me importa poco lo que sucediera antes, prefiero pensar en lo que sucederá después.
—Si nos hundimos, juro por Dios que tú tendrás que sacarme nadando aunque el agua apenas nos llegue a las rodillas… —volví a reír como lo hacía antes, antes cuando nos conocimos y aún conservaba ese apellido por el que me había llamado. Desde hace mucho que no lo escuchaba, ni siquiera de mis propios labios. No siento vergüenza de lo que hice pero me he acostumbrado a la nueva imagen que se espera de mí, a lo que debo hacer para no perder a mi familia. Me puse de pie para seguirlo pero antes debí girarme y alejarme de él un poco, aún llevaba mis zapatos en las manos y apenas estuve más cerca del camino debí calzarme. Los hombres se acercaron a mí y di las instrucciones que necesitaban. Nunca antes habían cuestionado mi palabra ni tampoco lo harían ahora, todo estaba dentro de los límites, que para mí consistía básicamente en cumplir con los horarios de llegada que tenía, igual que una niña pequeña.
Volví rápido y respondí a su invitación con una sonrisa, dejé los zapatos a un lado y me senté en el suelo del bote. No creo que fuera necesario que él supiera mi temor a navegar, impulsado tal vez por los recuerdos de la última vez que estuve en un barco, hace tantos años y dejando Inglaterra para llegar a Francia. —¿En qué consiste esta aventura? ¿Puedo saberlo o no? Quiero saberlo… —él dijo que seríamos niños y yo estaba comportándome como una. Me sentí llena de una impulsividad que creía dormida y lo tomé de la camisa para que estuviera más cerca, esperé a que se inclinara, elevé mi cuerpo y lo besé de nuevo, lo besé varias veces hasta dejar claro qué era lo que quería.
Lo miré de frente, tal como solía hacer siempre que estaba en su presencia. Con Aldebaran nunca han sido necesarias las dobles lecturas, vi como su boca se acercó a la mía y supe que llegaría pronto un beso. Lo que me sorprendió quizás fue la suavidad con la que me tocó, fue casi como si estuviera pidiéndome permiso. ¿Por qué antes se produjo el rechazo instantáneo y ahora era él quien hacía el primer movimiento? De entre todas las ideas que pasaron por mi mente la que tenía mayor fuerza era que lo hacía para hacerme sentir mejor, pero me bastó ver en sus ojos una vez para notar el deseo que estos escondían. No era sólo yo que me olvidaría de mi pasado y de lo que me esperaba en casa, también lo haría él. Realmente no supe qué cambio se produjo en su interior para tomar esta nueva decisión.
Al carajo, me importa poco lo que sucediera antes, prefiero pensar en lo que sucederá después.
—Si nos hundimos, juro por Dios que tú tendrás que sacarme nadando aunque el agua apenas nos llegue a las rodillas… —volví a reír como lo hacía antes, antes cuando nos conocimos y aún conservaba ese apellido por el que me había llamado. Desde hace mucho que no lo escuchaba, ni siquiera de mis propios labios. No siento vergüenza de lo que hice pero me he acostumbrado a la nueva imagen que se espera de mí, a lo que debo hacer para no perder a mi familia. Me puse de pie para seguirlo pero antes debí girarme y alejarme de él un poco, aún llevaba mis zapatos en las manos y apenas estuve más cerca del camino debí calzarme. Los hombres se acercaron a mí y di las instrucciones que necesitaban. Nunca antes habían cuestionado mi palabra ni tampoco lo harían ahora, todo estaba dentro de los límites, que para mí consistía básicamente en cumplir con los horarios de llegada que tenía, igual que una niña pequeña.
Volví rápido y respondí a su invitación con una sonrisa, dejé los zapatos a un lado y me senté en el suelo del bote. No creo que fuera necesario que él supiera mi temor a navegar, impulsado tal vez por los recuerdos de la última vez que estuve en un barco, hace tantos años y dejando Inglaterra para llegar a Francia. —¿En qué consiste esta aventura? ¿Puedo saberlo o no? Quiero saberlo… —él dijo que seríamos niños y yo estaba comportándome como una. Me sentí llena de una impulsividad que creía dormida y lo tomé de la camisa para que estuviera más cerca, esperé a que se inclinara, elevé mi cuerpo y lo besé de nuevo, lo besé varias veces hasta dejar claro qué era lo que quería.
Claire Quartermane- Realeza Francesa
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Re: I'm pretty when I cry - Privado.
Seguí preparando el bote mientras que no pude evitar mostrar una gran sonrisa en mi rostro no sólo cuándo ella aceptó mi irreverente invitación, sino de la forma que rio, de una que pareciese habíamos olvidado y que rompió luego con la cruel y triste realidad para así dejarnos a la deriva de nuestros propios impulsos. Mientras ella fue a dar instrucciones a sus perros falderos, yo me quedé cuidando la balsa, misma que tenía dentro un especie de sombrero de capitán, realmente polvoreado pero que instantáneamente dejó a un lado el polvo cuando lo recogí y le soplé fuerte.
-Pase usted, hermosa capitana- dije cuando se subió y dejó sus zapatos a un lado. Yo por otro lado empujé con fuerza nuestro pequeño gran navío y de un salto pude subirme en éste. Ella empezó a besarme con cierta euforia y yo más que gustoso trataba de responder a cada uno de sus muestras de afecto -Bueno, bueno... Pero ¿por qué me preguntas eso? Tú eres la capitana. Tocamos el mar, estamos en tu nave y ahora...- me dispuse a colocarle susodicho sombrero que había encontrado -Nos disponemos a adentrarnos en una aventura- le sonreí con sinceridad, me acerqué un poco más a ella hasta casi subirme sobre su cuerpo, realmente estaba disfrutando ese escape del mundo.
Nuestra lejanía con la orilla fue ciertamente agradable, lo suficiente para que nadie nos molestara pero sin ir mar adentro aun -Debo decir que eres la Reina, pero ese sombrero de Capitán te queda mucho mejor que la corona- le guiñé el ojo y le acaricié la mejilla, luego le di un par de besos efímeros en sus labios y terminé por morder súbitamente el inferior de éstos, apegándola a mí desde la cintura. Estando ahí sentados juntos en la balsa, a la deriva y sin nadie que nos molestara o nos dijera que era o que no era correcto hacer.
-Soy un fiel marinero y acataré a todas y cada una de tus órdenes- dije haciendo la mímica de disciplina al colocar mi mano diestra por encima de mi frente, carcajeándome y de pronto sentándome detrás de ella, abrazándola con fuerza para que su espalda recayera sobre mi pecho; mis labios quedaron pegados a sus orejas y entonces deposité un beso en la misma zona, ahí en ese lugar que era solo nuestro, ahí dónde nadie nos va a molestar.
-Pase usted, hermosa capitana- dije cuando se subió y dejó sus zapatos a un lado. Yo por otro lado empujé con fuerza nuestro pequeño gran navío y de un salto pude subirme en éste. Ella empezó a besarme con cierta euforia y yo más que gustoso trataba de responder a cada uno de sus muestras de afecto -Bueno, bueno... Pero ¿por qué me preguntas eso? Tú eres la capitana. Tocamos el mar, estamos en tu nave y ahora...- me dispuse a colocarle susodicho sombrero que había encontrado -Nos disponemos a adentrarnos en una aventura- le sonreí con sinceridad, me acerqué un poco más a ella hasta casi subirme sobre su cuerpo, realmente estaba disfrutando ese escape del mundo.
Nuestra lejanía con la orilla fue ciertamente agradable, lo suficiente para que nadie nos molestara pero sin ir mar adentro aun -Debo decir que eres la Reina, pero ese sombrero de Capitán te queda mucho mejor que la corona- le guiñé el ojo y le acaricié la mejilla, luego le di un par de besos efímeros en sus labios y terminé por morder súbitamente el inferior de éstos, apegándola a mí desde la cintura. Estando ahí sentados juntos en la balsa, a la deriva y sin nadie que nos molestara o nos dijera que era o que no era correcto hacer.
-Soy un fiel marinero y acataré a todas y cada una de tus órdenes- dije haciendo la mímica de disciplina al colocar mi mano diestra por encima de mi frente, carcajeándome y de pronto sentándome detrás de ella, abrazándola con fuerza para que su espalda recayera sobre mi pecho; mis labios quedaron pegados a sus orejas y entonces deposité un beso en la misma zona, ahí en ese lugar que era solo nuestro, ahí dónde nadie nos va a molestar.
Aldebaran Ballester- Realeza Española
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Re: I'm pretty when I cry - Privado.
Recostada sobre su cuerpo no sé si es la respiración que sube y baja su pecho o el movimiento del barco lo que logra que mis entrañas se aprieten con una sensación parecida a los nervios antes de una función artística. Mis latidos se hacen cada vez más rápidos y cerré los ojos para disfrutar de la tranquilidad que la distancia podía otorgarnos. En el mar no hay obligaciones ni responsabilidades, no hay decisiones con respecto al futuro que tomar. Ahí en el mar sólo está él, estoy yo y están mis labios deseosos de besar lugares distintos a sus labios.
Giré mi rostro apenas y pude mirarlo de reojo. ¿Qué hay en él que me da la seguridad suficiente para sentir que soy yo de nuevo? Por mucho tiempo he luchado con la extraña sensación de estar en un cuerpo equivocado. Y no es que me sienta extraña ahí o desee cambiar algo de mi vida, es sólo que lo que se espera que haga es tan diferente a lo que quiero hacer que no dejo de sentirme culpable. Aún me siento culpable por no estar “preparándome” para algo para lo que sé que nunca estaré preparada. —¿Recuerdas mi talento secreto? —dije la pregunta acompañada de una risa de la que no puedo avergonzarme, es del tipo de risa que suelo tener cuando sé que estoy haciendo una travesura.
—Cuando estaba en el burdel muchos sabían de mi talento secreto, un talento que no todos pudieron ver pero que muchos escucharon… y si mal no recuerdo tú no fuiste testigo de él, llegué a contarte pero nunca lo viste con tus propios ojos… —me alejé un poco de él a medida que hablaba y me puse de rodillas nuevamente mirándolo de frente. El espacio dentro del bote era reducido pero yo había estado en peores condiciones al hacer ese “truco” por lo que la falta de éste no sería problema alguno. —Mi talento es poder quitarme el corsé sin usar las manos, ¿lo recuerdas? Y lo voy a hacer ahora contigo… —
Me incliné ayudada por el movimiento del oleaje y le besé los labios hasta que ambos necesitamos del aire. Me gusta ponernos a prueba e ir de salvaje a dulce cuando se trata de nuestros besos. Le sonreí al separarnos y notar que los fantasmas volvían a desaparecer, con el atardecer llegaba también mi valentía. —Este juego se llama uno y uno… yo haré algo y luego tú harás algo y quien haga la última cosa tiene derecho a elegir cómo continuamos… —antes de que Aldebaran pudiera responder comencé a jugar. Debía hacerlo rápido o se perdería la gracia. —Yo primero me quitaré el vestido y luego tú me quitarás el corsé… y así con lo siguiente hasta que alguno de los dos pierda… —
Al estar de rodillas se me hace fácil abrir la tela y dejarla caer, ahora está en sus manos expertas continuar y si estoy de suerte, hacer que sea yo quien pierda.
Giré mi rostro apenas y pude mirarlo de reojo. ¿Qué hay en él que me da la seguridad suficiente para sentir que soy yo de nuevo? Por mucho tiempo he luchado con la extraña sensación de estar en un cuerpo equivocado. Y no es que me sienta extraña ahí o desee cambiar algo de mi vida, es sólo que lo que se espera que haga es tan diferente a lo que quiero hacer que no dejo de sentirme culpable. Aún me siento culpable por no estar “preparándome” para algo para lo que sé que nunca estaré preparada. —¿Recuerdas mi talento secreto? —dije la pregunta acompañada de una risa de la que no puedo avergonzarme, es del tipo de risa que suelo tener cuando sé que estoy haciendo una travesura.
—Cuando estaba en el burdel muchos sabían de mi talento secreto, un talento que no todos pudieron ver pero que muchos escucharon… y si mal no recuerdo tú no fuiste testigo de él, llegué a contarte pero nunca lo viste con tus propios ojos… —me alejé un poco de él a medida que hablaba y me puse de rodillas nuevamente mirándolo de frente. El espacio dentro del bote era reducido pero yo había estado en peores condiciones al hacer ese “truco” por lo que la falta de éste no sería problema alguno. —Mi talento es poder quitarme el corsé sin usar las manos, ¿lo recuerdas? Y lo voy a hacer ahora contigo… —
Me incliné ayudada por el movimiento del oleaje y le besé los labios hasta que ambos necesitamos del aire. Me gusta ponernos a prueba e ir de salvaje a dulce cuando se trata de nuestros besos. Le sonreí al separarnos y notar que los fantasmas volvían a desaparecer, con el atardecer llegaba también mi valentía. —Este juego se llama uno y uno… yo haré algo y luego tú harás algo y quien haga la última cosa tiene derecho a elegir cómo continuamos… —antes de que Aldebaran pudiera responder comencé a jugar. Debía hacerlo rápido o se perdería la gracia. —Yo primero me quitaré el vestido y luego tú me quitarás el corsé… y así con lo siguiente hasta que alguno de los dos pierda… —
Al estar de rodillas se me hace fácil abrir la tela y dejarla caer, ahora está en sus manos expertas continuar y si estoy de suerte, hacer que sea yo quien pierda.
Claire Quartermane- Realeza Francesa
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Re: I'm pretty when I cry - Privado.
Mucho tiempo no pasó antes que la Reina decidiera alejarse de nuevo... Tan escurridiza, pero tan diabólicamente traviesa. Justo cómo me gusta -Entonces ese famoso talento es real... Mira que yo creía que solo lo decían por lo buena que eres en la cama- No pude evitar mi cinismo y más cuando una sonrisa traviesa se asomó en mi rostro mientras ella me explicaba sobre un juego, uno que estaba ansioso por intentar -Veamos si entendí... Y aclaro que me siento bastante honrado al ser testigo de esa fantástica habilidad.. Pero...- vi su vestido caer, su tela resbalar y esa invitación al pecado que despertó una llama en mi abdomen y sin piedad consumió todo mi cuerpo -¿Sabes? Olvídalo...- dije como imbécil sin evitar un rostro hipnotizado por su cuerpo semidesnudo ante mí.
-Tú retiraste tu vestido... Cosa que me agrada, ahora yo debo retirar tu corsé...- Con suavidad relamí mis labios, esos que habían respondido al beso hace no mucho y que ahora me exigían volver a poseer esa boca -Me encanta este juego- susurré una vez que me acerqué a ella y coloqué mis brazos por detrás de su espalda, retirando poco a poco los listones de su ajuste hasta aflojarlo y entonces de manera casi automática tomé del borde del corsé con mis dientes y lo hice descender por su cuerpo muy lentamente, rozando mi respiración con la piel de Claire hasta que con una sonrisa de malicia recuperé mi posición.
La vi fijamente, justo a los ojos. No quería desviar mis pupilas a su cuerpo y no porque no quisiera verlo sino porque quería mantener esa sensualidad y delicadeza en nuestras travesuras -Bueno, creo que ahora te toca a ti quitarme la camisa..- le dije con una sonrisa en mis labios y así me acomodé para darle la facilidad, aun con mis obres sobre los ajenos, haciendo de todo para no arrojarme contra ella y tomarla ahí mismo. Sin delicadeza, lleno de pasión, sin nada de cuidado, ahogado en la lujuria... Pero a ella le gusta jugar y a mí aun más, quizás deba dejar esos pensamientos tan poco caballerosos solo para mí hasta que... Bueno... Nos arrojemos a la pasión que inevitablemente sentimos el uno por el otro.
¿Ir al puerto a platicar?... ¿Quién pudo creer que estando Claire y Aldebarán en un mismo sitió no se dispararía una bomba de pasión?... Solo sé que anhelo su cuerpo, deseo sus besos y muero por sus caricias.
-Tú retiraste tu vestido... Cosa que me agrada, ahora yo debo retirar tu corsé...- Con suavidad relamí mis labios, esos que habían respondido al beso hace no mucho y que ahora me exigían volver a poseer esa boca -Me encanta este juego- susurré una vez que me acerqué a ella y coloqué mis brazos por detrás de su espalda, retirando poco a poco los listones de su ajuste hasta aflojarlo y entonces de manera casi automática tomé del borde del corsé con mis dientes y lo hice descender por su cuerpo muy lentamente, rozando mi respiración con la piel de Claire hasta que con una sonrisa de malicia recuperé mi posición.
La vi fijamente, justo a los ojos. No quería desviar mis pupilas a su cuerpo y no porque no quisiera verlo sino porque quería mantener esa sensualidad y delicadeza en nuestras travesuras -Bueno, creo que ahora te toca a ti quitarme la camisa..- le dije con una sonrisa en mis labios y así me acomodé para darle la facilidad, aun con mis obres sobre los ajenos, haciendo de todo para no arrojarme contra ella y tomarla ahí mismo. Sin delicadeza, lleno de pasión, sin nada de cuidado, ahogado en la lujuria... Pero a ella le gusta jugar y a mí aun más, quizás deba dejar esos pensamientos tan poco caballerosos solo para mí hasta que... Bueno... Nos arrojemos a la pasión que inevitablemente sentimos el uno por el otro.
¿Ir al puerto a platicar?... ¿Quién pudo creer que estando Claire y Aldebarán en un mismo sitió no se dispararía una bomba de pasión?... Solo sé que anhelo su cuerpo, deseo sus besos y muero por sus caricias.
Aldebaran Ballester- Realeza Española
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Re: I'm pretty when I cry - Privado.
El aire se sentía tan frío sobre mi cuerpo que comencé a preguntar si era debido a mi propia temperatura corporal o a la excitación que estaba sintiendo. A medida que él deslizaba el corsé por mi cuerpo y lo arrancaba de su posición original, la humedad entre mis piernas crecía sin que yo pudiera creerlo. ¿Hace cuánto tiempo que no me sentía así? Meses, tal vez un año, un poco más. Clavándose en mi corazón, una espina se asentó ahí y me cortó la respiración por algunos segundos. No soy deseable, no soy digna de ser amada y querida, él me lo ha repetido y yo estuve creyéndole todo este tiempo. Cuando digo él no me refiero a Aldebaran y cuando digo que le creí en realidad quiero decir que he sido una idiota por creer en una mentira.
—Tú me quitaste el corsé, no lo hice yo, tampoco lo hicieron mis manos… ¿entiendes ahora de qué se trata mi poder especial? —mi cuerpo se movió para acomodarse al de él. Ahí juntos no importaba la ausencia de espacio ni tampoco que alguna otra alma pudiera estar mirándonos a lo lejos. El sol seguía en su camino a esconderse y mientras no fuera de noche me sentía libre, junto a Aldebaran siempre sería libre y quizás por eso es que lo buscaba. Mi respiración sigue agitada pero ahora no es debido a los recuerdos ni tampoco al dolor. Es deseo, porque es a él a quien deseo dentro de mí, sobre mí, en cada espacio de mí hasta que su olor quede impregnado en mi cabello y pueda ir a dormir esta noche pensando en lo que acabamos de hacer.
No soy culpable. Nunca seré culpable de lo que haga. —No le digas a nadie mi poder o tendré que negarlo todo… —entre besos le regalo una sonrisa cómplice, mis manos se mueven bajo sus órdenes y comienzan a soltar los botones de su camisa. El color de su piel, ligeramente bronceada de forma natural, es un bálsamo delicioso que alborota mis sentidos. Quiero tocarlo más intensamente, sentirlo parte de mí y descubrir caminos que lo llenen de placer, que también lo hagan conmigo. Un descubrimiento mutuo que nos obligue a gritar hasta estar liberados. Quiero gritar en su boca los planes que tengo para esta tarde, palabras sucias que él aceptaría porque me conoce y no se sorprende de mi vulgaridad. —¿Qué más viene a continuación? Tú pediste el último movimiento, es también tu turno ahora. —
Susurré sobre su boca, me deshice del resto de mi ropa y no esperé las instrucciones. No me importa perder cuando sé que estoy ganando. Lo deseo. No voy a decírselo porque la obviedad puede dañar el secreto ambiente en el que nos estamos moviendo. El bote se mantiene cerca de la orilla pero yo me siento en el borde de un precipicio. Me gusta jugar con el peligro y quiero que Aldebaran juegue conmigo como si de una muñeca se tratase. Por esta tarde no quiero romance ni promesas de amor, no quiero flores ni poesía. Quiero su cuerpo unido al mío las veces que sea suficiente. No hay veces suficientes. —Es tu turno… ¿lo entiendes? Es tu turno y va a seguir siéndolo por esta tarde… —dentro de mí no está el futuro, tampoco en mis labios. Estoy viviendo el presente y también estoy desnuda. Totalmente desnuda para él.
—Tú me quitaste el corsé, no lo hice yo, tampoco lo hicieron mis manos… ¿entiendes ahora de qué se trata mi poder especial? —mi cuerpo se movió para acomodarse al de él. Ahí juntos no importaba la ausencia de espacio ni tampoco que alguna otra alma pudiera estar mirándonos a lo lejos. El sol seguía en su camino a esconderse y mientras no fuera de noche me sentía libre, junto a Aldebaran siempre sería libre y quizás por eso es que lo buscaba. Mi respiración sigue agitada pero ahora no es debido a los recuerdos ni tampoco al dolor. Es deseo, porque es a él a quien deseo dentro de mí, sobre mí, en cada espacio de mí hasta que su olor quede impregnado en mi cabello y pueda ir a dormir esta noche pensando en lo que acabamos de hacer.
No soy culpable. Nunca seré culpable de lo que haga. —No le digas a nadie mi poder o tendré que negarlo todo… —entre besos le regalo una sonrisa cómplice, mis manos se mueven bajo sus órdenes y comienzan a soltar los botones de su camisa. El color de su piel, ligeramente bronceada de forma natural, es un bálsamo delicioso que alborota mis sentidos. Quiero tocarlo más intensamente, sentirlo parte de mí y descubrir caminos que lo llenen de placer, que también lo hagan conmigo. Un descubrimiento mutuo que nos obligue a gritar hasta estar liberados. Quiero gritar en su boca los planes que tengo para esta tarde, palabras sucias que él aceptaría porque me conoce y no se sorprende de mi vulgaridad. —¿Qué más viene a continuación? Tú pediste el último movimiento, es también tu turno ahora. —
Susurré sobre su boca, me deshice del resto de mi ropa y no esperé las instrucciones. No me importa perder cuando sé que estoy ganando. Lo deseo. No voy a decírselo porque la obviedad puede dañar el secreto ambiente en el que nos estamos moviendo. El bote se mantiene cerca de la orilla pero yo me siento en el borde de un precipicio. Me gusta jugar con el peligro y quiero que Aldebaran juegue conmigo como si de una muñeca se tratase. Por esta tarde no quiero romance ni promesas de amor, no quiero flores ni poesía. Quiero su cuerpo unido al mío las veces que sea suficiente. No hay veces suficientes. —Es tu turno… ¿lo entiendes? Es tu turno y va a seguir siéndolo por esta tarde… —dentro de mí no está el futuro, tampoco en mis labios. Estoy viviendo el presente y también estoy desnuda. Totalmente desnuda para él.
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Re: I'm pretty when I cry - Privado.
Mis ojos no tardaron en seguir los movimientos de Claire paso a paso, sintiendo como mi camisa terminaba fuera de mi cuerpo hasta mostrar mi torso desnudo, bronceado y lleno de cicatrices por el tipo de vida que llevo -Prometo no decir nada, después de todo... Soy muy bueno para guardar secretos y muy malo para compartir mis memorias- me mordí el labio una vez que ella misma empezó a despojarse de su ropa, terminó tan rápido que no pude hacer otra cosa más que quedar con la boca abierta y una cara de imbécil que podría matar cualquier momento apasionado. Más no éste... Éste era demasiado fuerte.
-Así que he ganado- reí un poco cínicamente cuándo desabroché mi cinturón con un poco de disimulo. Mis orbes marrones apreciaron el cuerpo de ella, su perfección y su invitación al pecado. Sus senos redondos que por la misma gracia de la gravedad penden perfectamente a la altura de mi mirada; su cintura tan exquisita que era cubierta por su piel blanca hasta sus piernas, esas que puedo sujetar tan fuerte como deseo porque sé cómo tomarla, cómo besarla, cómo hablarle... Cómo poseerla.
Pasé saliva, entonces desabroché mi pantalón hasta sentir la molestia de mi miembro engrosado y queriendo salir -Al carajo los turnos, yo te deseo a ti- respondí con impulso, casi arranqué mi pantalón junto a mi ropa interior y entonces de igual forma quedé desnudo con mi piel bronceada al aire así como mi erecto falo. Mis ojos se clavaron en su rostro y fue lo último que vi, ya que al cerrarlos me abalancé sobre ella ante un beso lleno de pasión, de entrega y sobre todo de lujuria. Ese "te extrañé" no dicho que se demuestra con lo ferviente que decidí mostrarme cuándo le besé, lo impaciente cuándo mi cuerpo se fue contra el de ella y terminamos recostados en la balsa, esa que cada vez se alejaba más de la orilla.
El sol sobre mi espalda y mi cuerpo sobre su anatomía. Mis besos rompiendo con sus labios, mi lengua buscando desesperadamente la de ella para entrelazarse y así danzar ante un vals apasionado que se mantenía al ritmo de una respiración agitada que proyectaba. La sentía tan apegada a mí, su calor, sus pechos siendo aplastados contra mis pectorales. Mis piernas entrelazándose entre las de ellas junto con el desastre de ropa que de manera aleatoria quedaron sobre nuestro reducido transporte.
Éramos ella y yo, nuestros besos, nuestras caricias y una insaciable pasión. Anhelaba tanto de ella cómo del aire cuándo entrecortando nuestros besos lo tomaba y lo exhalaba... Y en cada suspiro, un "te deseo".
-Así que he ganado- reí un poco cínicamente cuándo desabroché mi cinturón con un poco de disimulo. Mis orbes marrones apreciaron el cuerpo de ella, su perfección y su invitación al pecado. Sus senos redondos que por la misma gracia de la gravedad penden perfectamente a la altura de mi mirada; su cintura tan exquisita que era cubierta por su piel blanca hasta sus piernas, esas que puedo sujetar tan fuerte como deseo porque sé cómo tomarla, cómo besarla, cómo hablarle... Cómo poseerla.
Pasé saliva, entonces desabroché mi pantalón hasta sentir la molestia de mi miembro engrosado y queriendo salir -Al carajo los turnos, yo te deseo a ti- respondí con impulso, casi arranqué mi pantalón junto a mi ropa interior y entonces de igual forma quedé desnudo con mi piel bronceada al aire así como mi erecto falo. Mis ojos se clavaron en su rostro y fue lo último que vi, ya que al cerrarlos me abalancé sobre ella ante un beso lleno de pasión, de entrega y sobre todo de lujuria. Ese "te extrañé" no dicho que se demuestra con lo ferviente que decidí mostrarme cuándo le besé, lo impaciente cuándo mi cuerpo se fue contra el de ella y terminamos recostados en la balsa, esa que cada vez se alejaba más de la orilla.
El sol sobre mi espalda y mi cuerpo sobre su anatomía. Mis besos rompiendo con sus labios, mi lengua buscando desesperadamente la de ella para entrelazarse y así danzar ante un vals apasionado que se mantenía al ritmo de una respiración agitada que proyectaba. La sentía tan apegada a mí, su calor, sus pechos siendo aplastados contra mis pectorales. Mis piernas entrelazándose entre las de ellas junto con el desastre de ropa que de manera aleatoria quedaron sobre nuestro reducido transporte.
Éramos ella y yo, nuestros besos, nuestras caricias y una insaciable pasión. Anhelaba tanto de ella cómo del aire cuándo entrecortando nuestros besos lo tomaba y lo exhalaba... Y en cada suspiro, un "te deseo".
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Re: I'm pretty when I cry - Privado.
Deseé por momentos que las cosas no fueran tan rápido, que el maldito tiempo se detuviera hasta que sea yo quien decida que puede continuar. Pero los minutos no le obedecen a los mortales y gracias a todos los dioses, él y yo sólo somos dos seres finitos, no dotados de esa inmortalidad que a ratos deseo pero la mayoría del tiempo odio desde lo más profundo de mi ser. Aldebarán es certero en quitarme la cordura, lo hace con sus besos y también con el recorrido que realizan sus manos. Siento la piel en carne viva y no veo las marcas de las quemaduras, de igual forma deseo que selle con su boca las heridas que puedan formarse; quiero, también nuevamente deseo, que sea él quien termine con la tortura que ha creado. Lo quiero dentro de mí. ¿Será muy pronto? ¿Cuánto más tendré que esperar? Podría exigirlo justo ahora, pero soy egoísta y también quiero dejar que sea él quien guíe nuestros pasos.
Sin embargo, metí los dedos en sus hebras castañas y no le permití que se alejara de mi boca. Hay muchos años aún que debo saborear, mucha distancia entre nosotros que debe ser recorrida a punta de besos y rellena del calor que no tiene que ver con el sol tibio que apenas caliente el ambiente. Me alejé brevemente y le mordí el labio inferior con suavidad, recién en ese momento abrí los ojos y ahí estaban los suyos, oscuros, intensos, como los ojos de un animal que ha encontrado el modo de cautivar a su presa. No me importa ser la supuesta víctima de este depredador hambriento. ¿Será capaz de leer lo que mis labios no son capaces de gritar a los cuatro vientos? Suspiré en su boca, agotada por aquella sesión que sólo crecía al igual que aquello que él tiene en sus piernas. Me acomodé de forma que pudiéramos estar un poco más separados y bajé una de mis manos y lo tomé con la misma cantidad de fuerza y delicadeza, comencé a masajearlo sin dejar de clavar mi mirada en su rostro. Quiero ver los cambios, quiero sentir que ahora está mucho más despierto que antes.
—Sólo puedes hacer una cosa para que yo me detenga… —pero no quiero detenerme, quiero seguir dándole placer y tomarlo también con mi boca. Quiero que su liberación quede dentro de mis labios. —Puedes elegir el camino que tú desees y ese será el camino que yo seguiré… nos llevarás a ambos por la misma senda… —lo besé con fuerza, como si aquel beso fuera el punto final a una frase que no tiene cabida a los cuestionamientos. Imposible era quedarme ahí por mucho más, maldecir de nuevo al tiempo sería culparme a mí misma por mi ansiedad, por esa eterna inquietud que no me permite soportar una cena completa hasta llegar al postre. Comencé a descender y llené de mordidas la piel de su cuello, de su torso cultivado por la misma pasión que ahora me demuestra. Fue entonces así como me detuve en su abdomen y sonreí complacida, solté su miembro que yacía en mi mano y agarré con fuerza sus caderas de modo que mi risa traviesa quedó justo frente al motivo de tanta alegría.
Él ya sabe que viene, yo también. Pero esta vez quiero escuchar cómo lo pide. Aunque sólo voy a contar hasta tres.
Sin embargo, metí los dedos en sus hebras castañas y no le permití que se alejara de mi boca. Hay muchos años aún que debo saborear, mucha distancia entre nosotros que debe ser recorrida a punta de besos y rellena del calor que no tiene que ver con el sol tibio que apenas caliente el ambiente. Me alejé brevemente y le mordí el labio inferior con suavidad, recién en ese momento abrí los ojos y ahí estaban los suyos, oscuros, intensos, como los ojos de un animal que ha encontrado el modo de cautivar a su presa. No me importa ser la supuesta víctima de este depredador hambriento. ¿Será capaz de leer lo que mis labios no son capaces de gritar a los cuatro vientos? Suspiré en su boca, agotada por aquella sesión que sólo crecía al igual que aquello que él tiene en sus piernas. Me acomodé de forma que pudiéramos estar un poco más separados y bajé una de mis manos y lo tomé con la misma cantidad de fuerza y delicadeza, comencé a masajearlo sin dejar de clavar mi mirada en su rostro. Quiero ver los cambios, quiero sentir que ahora está mucho más despierto que antes.
—Sólo puedes hacer una cosa para que yo me detenga… —pero no quiero detenerme, quiero seguir dándole placer y tomarlo también con mi boca. Quiero que su liberación quede dentro de mis labios. —Puedes elegir el camino que tú desees y ese será el camino que yo seguiré… nos llevarás a ambos por la misma senda… —lo besé con fuerza, como si aquel beso fuera el punto final a una frase que no tiene cabida a los cuestionamientos. Imposible era quedarme ahí por mucho más, maldecir de nuevo al tiempo sería culparme a mí misma por mi ansiedad, por esa eterna inquietud que no me permite soportar una cena completa hasta llegar al postre. Comencé a descender y llené de mordidas la piel de su cuello, de su torso cultivado por la misma pasión que ahora me demuestra. Fue entonces así como me detuve en su abdomen y sonreí complacida, solté su miembro que yacía en mi mano y agarré con fuerza sus caderas de modo que mi risa traviesa quedó justo frente al motivo de tanta alegría.
Él ya sabe que viene, yo también. Pero esta vez quiero escuchar cómo lo pide. Aunque sólo voy a contar hasta tres.
Claire Quartermane- Realeza Francesa
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Re: I'm pretty when I cry - Privado.
En el mismo momento que nos separamos un poco pareciese que mi cuerpo me reclamara totalmente enfadado. No era posible quedarme a solo centímetros ya, no podía pensar el poder dejar mi cuerpo sin el calor del suyo por más que sabía que los minutos y el tiempo son nuestro mejor amigo y a la vez el mismo que nos terminará apuñalándonos por la espalda al obligarnos a separarnos quién sabe si por días, meses, años u horas. No la quiero soltar, no ahora que por fin entre besos y caricias podemos dejarnos ir por los más fervientes impulsos que solamente conocemos el uno con el otro.
-Claire...- susurré cuándo empezó a acariciarme y a besarme todo el cuerpo, al sentir cómo tomó con tanto recelo mi miembro y éste no pudo ponerse más duro, más ansioso por la excitación que Delacroix me provocaba desde que nos conocimos; sus anhelos los conocía bien, podía leerla cómo un astrólogo puede leer las constelaciones y cómo un poeta puede leer los sentimientos de sus obras; puedo leerla porque ella quiere lo que yo quiero, porque somos uno solo ahí mismo y ya venía siendo hora de que selláramos el momento cómo tal.
Mi sexo fue liberado y con ello sus palabras resonaron en mi cabeza por lo que con una sonrisa sincera, de esas que no suelo dedicar seguido, le respondí -Quiero lo que ambos queremos desde hace tiempo y solamente nos lo podemos dar el uno al otro.. El sendero que elijo es el sendero que no necesita nombre porque lo bautizamos con las llamas que arden dentro de nosotros- entonces tomé sus piernas con fuerza, casi pude dejar mis dedos marcados en su piel y no para dañarla sino porque simplemente sabía que le gustaba ser tomada cómo lo que es... Una mujer.
Bajé mi rostro hacia su cuello, me recosté sobre ella y comencé a besarla con un ritmo suave, recorrí su barbilla entre mordidas y tomé sus labios mientras que mi lengua buscaba una vez más la suya sedienta por volver a entrelazarse. Mis manos aun en sus piernas las fueron separando poco a poco mientras que mi falo duro y erecto rozaba con la entrepierna de ella; le estimulaba al acariciar su clítoris para así hacerla humedecerse.
Mi respiración cambió a una más agitada, quise controlarme y sin embargo no pude más, quería llevar las riendas y tomar el ritmo correcto, pero los planes cambiaron una vez que la realidad me golpeó y me hizo ver que era real, que ella estaba ahí... Entre mis brazos, por ello no esperé más, le tomé de la espalda baja con mi mano derecha y la alcé. Con mi zurda acomodé bien mi cuerpo y entonces sujeté su muslo cuándo sentí mi pene introducirse poco a poco en ella, resbalando ante las ansias y la excitación de ambos, adentrándose no solo en ella cómo algo carnal sino adentrándonos a ambos bajo un trance exquisito de placer, así, llenándola por completo solté un fuerte gemido, sintiéndome por fin uno solo con ella.
Mi pecho subía y bajaba con gran brusquedad al tener mi corazón latiendo al mil por segundo, mi cuerpo sin ser controlado por mí comenzó a embestirle soltando algunos rugidos de toro sobre su oreja, moviendo inclusive la balsa. Todo era perfecto en ese momento, en nuestro momento. Éramos el lago... El día... Y nosotros siendo uno cómo tanto queríamos.
-Claire...- susurré cuándo empezó a acariciarme y a besarme todo el cuerpo, al sentir cómo tomó con tanto recelo mi miembro y éste no pudo ponerse más duro, más ansioso por la excitación que Delacroix me provocaba desde que nos conocimos; sus anhelos los conocía bien, podía leerla cómo un astrólogo puede leer las constelaciones y cómo un poeta puede leer los sentimientos de sus obras; puedo leerla porque ella quiere lo que yo quiero, porque somos uno solo ahí mismo y ya venía siendo hora de que selláramos el momento cómo tal.
Mi sexo fue liberado y con ello sus palabras resonaron en mi cabeza por lo que con una sonrisa sincera, de esas que no suelo dedicar seguido, le respondí -Quiero lo que ambos queremos desde hace tiempo y solamente nos lo podemos dar el uno al otro.. El sendero que elijo es el sendero que no necesita nombre porque lo bautizamos con las llamas que arden dentro de nosotros- entonces tomé sus piernas con fuerza, casi pude dejar mis dedos marcados en su piel y no para dañarla sino porque simplemente sabía que le gustaba ser tomada cómo lo que es... Una mujer.
Bajé mi rostro hacia su cuello, me recosté sobre ella y comencé a besarla con un ritmo suave, recorrí su barbilla entre mordidas y tomé sus labios mientras que mi lengua buscaba una vez más la suya sedienta por volver a entrelazarse. Mis manos aun en sus piernas las fueron separando poco a poco mientras que mi falo duro y erecto rozaba con la entrepierna de ella; le estimulaba al acariciar su clítoris para así hacerla humedecerse.
Mi respiración cambió a una más agitada, quise controlarme y sin embargo no pude más, quería llevar las riendas y tomar el ritmo correcto, pero los planes cambiaron una vez que la realidad me golpeó y me hizo ver que era real, que ella estaba ahí... Entre mis brazos, por ello no esperé más, le tomé de la espalda baja con mi mano derecha y la alcé. Con mi zurda acomodé bien mi cuerpo y entonces sujeté su muslo cuándo sentí mi pene introducirse poco a poco en ella, resbalando ante las ansias y la excitación de ambos, adentrándose no solo en ella cómo algo carnal sino adentrándonos a ambos bajo un trance exquisito de placer, así, llenándola por completo solté un fuerte gemido, sintiéndome por fin uno solo con ella.
Mi pecho subía y bajaba con gran brusquedad al tener mi corazón latiendo al mil por segundo, mi cuerpo sin ser controlado por mí comenzó a embestirle soltando algunos rugidos de toro sobre su oreja, moviendo inclusive la balsa. Todo era perfecto en ese momento, en nuestro momento. Éramos el lago... El día... Y nosotros siendo uno cómo tanto queríamos.
Aldebaran Ballester- Realeza Española
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Re: I'm pretty when I cry - Privado.
En el momento exacto en que Aldebarán Ballester se adentró en mi cuerpo dejé de pertenecerme por completo. Ya había vivido esa sensación antes, de hecho era una constante en mi existencia que me hacía creer que parte de mí estaría siempre en otro lugar, en otro pecho. Pero acá era diferente, esto no se trataba de latidos del corazón ni de lágrimas derramadas. Su cuerpo conectado al mío era una conexión animal que parecía primitiva, que se sentía primitiva como debieron sentirla las generaciones antes de nosotros. Y era por ello que se sentía correcto, bien, adecuado. Se sentía increíble.
Siempre me ha gustado morder y dar besos mientras tengo sexo con alguien. El cuerpo de Alde me invita a rozar el peligro de ir un poco más allá. Pareciera incluso que fuera él quien rogara por mi boca, quiero creerlo de ese modo porque deseo responder a su llamado, quiero beber de sus labios hasta que sea su nombre el que pronuncie cuando esté totalmente saciada y con la mente repleta de un grito silencioso que sólo pide más. Siempre quiero más. Mejor dicho casi siempre. El casi no existe ahora, tengo en mis manos su piel y se siente como un pecado permitido que refuerza con las embestidas con que golpea mi cuerpo. Nuestra diferencia de tamaño lo hace aún más intenso, me siento pequeña pero no disminuida, soy como la compañera de aquel viajero que prefiere compartir la historia y no escribirla a solas.
Junto a él siempre me he sentido como una igual, pese a que me muestro como si quisiera ser superior. Ese sólo es uno de los muchos secretos que le he guardado.
Muy despacio susurré una petición que no fue escuchada, no tenía cómo hacerlo si apenas las palabras habían salido de mi boca. —No te detengas… —volví a repetir inútilmente ya que sabía que él no lo haría. Una de las ventajas de conocerse, conocerse en el sentido del cuerpo, desde mucho antes, es que sabes lo que la otra persona disfruta y también que las sorpresas pueden ser parte de sus encuentros. Adoro que me sorprenda como acaba de hacerlo. Mi garganta gime y se expresa con lujuria cada vez que me toma con fuerza. Agradezco que no olvidara que la suavidad no es algo que vaya conmigo, que es algo que sólo he probado con una persona y ahora me tiene al borde de la locura. Una locura deliciosa luego de buscar fuera de casa lo que debería tener dentro de ella.
Aldebarán hace reaccionar a mi cuerpo y a mi mente. Ambos están ahora conectados y se mueven tal como lo hace la balsa que ya no reacciona al ritmo del mar, lo hace al nuestro y al vaivén que su cadera conectada a la mía va creado. Me alzo un poco para que se introduzca mejor en mí, puedo sentirlo en todas mis fibras, en las dormidas y en aquellas que lo esperaban con tantas ansias. No quiero que se acabe aún pero siento que no seré capaz de soportarlo más. Más que nunca me doy cuenta que quien está en este pequeño bote no es la puta de antes por mucho que lo quiera. Mi espalda se arquea y con eso demuestra lo que estoy sintiendo. Claire Delacroix nunca habría permitido que un cliente creyera que ella estaba totalmente satisfecha, necesitaba dejarlos con la duda para que volviera. Pero yo no soy Claire Delacroix, soy Claire Quartermane y Aldebarán Ballester no es mi cliente, es el hombre con quien engaño a mi esposo. Y me alegro de que así sea.
Siempre me ha gustado morder y dar besos mientras tengo sexo con alguien. El cuerpo de Alde me invita a rozar el peligro de ir un poco más allá. Pareciera incluso que fuera él quien rogara por mi boca, quiero creerlo de ese modo porque deseo responder a su llamado, quiero beber de sus labios hasta que sea su nombre el que pronuncie cuando esté totalmente saciada y con la mente repleta de un grito silencioso que sólo pide más. Siempre quiero más. Mejor dicho casi siempre. El casi no existe ahora, tengo en mis manos su piel y se siente como un pecado permitido que refuerza con las embestidas con que golpea mi cuerpo. Nuestra diferencia de tamaño lo hace aún más intenso, me siento pequeña pero no disminuida, soy como la compañera de aquel viajero que prefiere compartir la historia y no escribirla a solas.
Junto a él siempre me he sentido como una igual, pese a que me muestro como si quisiera ser superior. Ese sólo es uno de los muchos secretos que le he guardado.
Muy despacio susurré una petición que no fue escuchada, no tenía cómo hacerlo si apenas las palabras habían salido de mi boca. —No te detengas… —volví a repetir inútilmente ya que sabía que él no lo haría. Una de las ventajas de conocerse, conocerse en el sentido del cuerpo, desde mucho antes, es que sabes lo que la otra persona disfruta y también que las sorpresas pueden ser parte de sus encuentros. Adoro que me sorprenda como acaba de hacerlo. Mi garganta gime y se expresa con lujuria cada vez que me toma con fuerza. Agradezco que no olvidara que la suavidad no es algo que vaya conmigo, que es algo que sólo he probado con una persona y ahora me tiene al borde de la locura. Una locura deliciosa luego de buscar fuera de casa lo que debería tener dentro de ella.
Aldebarán hace reaccionar a mi cuerpo y a mi mente. Ambos están ahora conectados y se mueven tal como lo hace la balsa que ya no reacciona al ritmo del mar, lo hace al nuestro y al vaivén que su cadera conectada a la mía va creado. Me alzo un poco para que se introduzca mejor en mí, puedo sentirlo en todas mis fibras, en las dormidas y en aquellas que lo esperaban con tantas ansias. No quiero que se acabe aún pero siento que no seré capaz de soportarlo más. Más que nunca me doy cuenta que quien está en este pequeño bote no es la puta de antes por mucho que lo quiera. Mi espalda se arquea y con eso demuestra lo que estoy sintiendo. Claire Delacroix nunca habría permitido que un cliente creyera que ella estaba totalmente satisfecha, necesitaba dejarlos con la duda para que volviera. Pero yo no soy Claire Delacroix, soy Claire Quartermane y Aldebarán Ballester no es mi cliente, es el hombre con quien engaño a mi esposo. Y me alegro de que así sea.
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Re: I'm pretty when I cry - Privado.
El tiempo pasa sobre nosotros y no nos importa en lo más mínimo, queremos estar ahí y estamos ahí el uno con el otro, haciendo una locura como dos adolescentes encendidos por la atracción hormonal que conlleva el pertenecer a dos sexos distintos. Sí, estamos así pero estamos así de forma diferente; no es una mujer cualquiera, no es un llamado salvaje que me hace querer poseer su cuerpo solo para tener donde meter mi verga y ya. Es Claire, es la mujer que no lo quiere suave, que lo anhela duro y no es necesario que me lo diga porque yo estoy igual o peor que ella; Quien sabe si somos conocidos, amigos o amantes. Lo que si se es que nos conocemos, nos abrazamos con sinceridad, nos besamos con la pasión que es el fruto de nuestra química. Solo sé que esto se siente bien.
Mi cuerpo se mantiene firme y embistiéndola, ella me susurra al oído entre gemidos que no me detenga y si no la conociera, si no supiera que es un arranque por el placer que compartimos, me sentiría insultado y ofendido… Porque no quiero detenerme, jamás me detendría, es algo tan exquisito y algo que necesitaba tanto que por ningún motivo le pondría marcha atrás a lo que ya explotó. A lo que significa estar el uno con el otro.
Nuestro transporte se mantiene yendo de aquí y allá, las maderas rechinan quizás por la dureza con la que ambos estamos entregándonos. El sol viene y va entre nubes que nos vigilan celosas ante tal momento tan sincero… Porque aunque follemos y aunque sea algo que socialmente recae en la etiqueta incorrecta no podemos evitar sentirnos tan bien. Tan delicioso. Tan único.
Bajo mis manos por todo su cuerpo y las vuelvo a subir casi al instante para sujetarla de ambas mejillas, la toco y la acaricio como si fuera mi guitarra. Con dedicación, con un cuidado que no recae en lo lento sino en lo entregado. Porque la tomo cuidando de no dejar de hacerle ver lo mucho que la deseo y lo mucho que me gusta, lo masivo que es ese momento en todas las fibras de mi cuerpo. Así pues, con una desesperación inclusive tomo sus labios, los beso con las ganas infinitas de devorarlos, de morderlos y por eso mismo mi lengua busca la suya. Se entrelazan en una pelea magna de control y disfrute; maldición Claire, besas tan bien… Eso es lo que pienso.
Sin descuidar aquel acto sexual, mi cuerpo se mantiene con el movimiento hacia atrás y delante, tan repetitivo pero tan exquisito. Siento recorrer ese escalofrío que nace en mi sexo y se expande como rayos incontables por todo mi cuerpo; la subida y bajada de mi pecho entre respiros agitados son solo la muestra del placer que me invade, que me provoca tener a tal mujer entre mis brazos.
Esa era la diferencia, me gusta pensar. Nunca la vi como la puta, tampoco como una amante, muchísimo menos como La Reina cuando se coronio… Yo siempre la vi como una mujer. No mía, pero al fin y al cabo la mujer más apasionada que había conocido.
Regresa mi atención a nuestras bocas. Muerdo su labio inferior, juega mi lengua con la suya y ambos intercambiamos nuestros gemidos que chocan entre los respiros de nuestras gargantas ya secas por el ritmo desenfrenado que manteníamos.
Que es exactamente lo que hacemos? Yo sé bien que no es solo follar por follar… Tampoco serle infiel al Rey por diversión… Esto no es tan básico, ni tan superficial. Estamos haciendo el amor? Estamos desgarrando nuestros cuerpos entre besos y caricias por la necesidad del uno por el otro? O simplemente se nos antojó tomar esa balsa, el lago y decidimos besarnos sin pensar en las consecuencias?
No lo sé y quizás ella tampoco.
Solo sé… Que es delicioso.
Mi cuerpo se mantiene firme y embistiéndola, ella me susurra al oído entre gemidos que no me detenga y si no la conociera, si no supiera que es un arranque por el placer que compartimos, me sentiría insultado y ofendido… Porque no quiero detenerme, jamás me detendría, es algo tan exquisito y algo que necesitaba tanto que por ningún motivo le pondría marcha atrás a lo que ya explotó. A lo que significa estar el uno con el otro.
Nuestro transporte se mantiene yendo de aquí y allá, las maderas rechinan quizás por la dureza con la que ambos estamos entregándonos. El sol viene y va entre nubes que nos vigilan celosas ante tal momento tan sincero… Porque aunque follemos y aunque sea algo que socialmente recae en la etiqueta incorrecta no podemos evitar sentirnos tan bien. Tan delicioso. Tan único.
Bajo mis manos por todo su cuerpo y las vuelvo a subir casi al instante para sujetarla de ambas mejillas, la toco y la acaricio como si fuera mi guitarra. Con dedicación, con un cuidado que no recae en lo lento sino en lo entregado. Porque la tomo cuidando de no dejar de hacerle ver lo mucho que la deseo y lo mucho que me gusta, lo masivo que es ese momento en todas las fibras de mi cuerpo. Así pues, con una desesperación inclusive tomo sus labios, los beso con las ganas infinitas de devorarlos, de morderlos y por eso mismo mi lengua busca la suya. Se entrelazan en una pelea magna de control y disfrute; maldición Claire, besas tan bien… Eso es lo que pienso.
Sin descuidar aquel acto sexual, mi cuerpo se mantiene con el movimiento hacia atrás y delante, tan repetitivo pero tan exquisito. Siento recorrer ese escalofrío que nace en mi sexo y se expande como rayos incontables por todo mi cuerpo; la subida y bajada de mi pecho entre respiros agitados son solo la muestra del placer que me invade, que me provoca tener a tal mujer entre mis brazos.
Esa era la diferencia, me gusta pensar. Nunca la vi como la puta, tampoco como una amante, muchísimo menos como La Reina cuando se coronio… Yo siempre la vi como una mujer. No mía, pero al fin y al cabo la mujer más apasionada que había conocido.
Regresa mi atención a nuestras bocas. Muerdo su labio inferior, juega mi lengua con la suya y ambos intercambiamos nuestros gemidos que chocan entre los respiros de nuestras gargantas ya secas por el ritmo desenfrenado que manteníamos.
Que es exactamente lo que hacemos? Yo sé bien que no es solo follar por follar… Tampoco serle infiel al Rey por diversión… Esto no es tan básico, ni tan superficial. Estamos haciendo el amor? Estamos desgarrando nuestros cuerpos entre besos y caricias por la necesidad del uno por el otro? O simplemente se nos antojó tomar esa balsa, el lago y decidimos besarnos sin pensar en las consecuencias?
No lo sé y quizás ella tampoco.
Solo sé… Que es delicioso.
Aldebaran Ballester- Realeza Española
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Re: I'm pretty when I cry - Privado.
Sobre mí el cielo parecía tan amenazante como el sonido desesperado de mi corazón. Tenía la inquietud de un día de tormenta y la tranquilidad de saber que luego de la escampada inicial vendría el sol más radiante. Sin embargo, extrañamente me sentía en calma, sentía de hecho cada rincón de mi piel como si mis sentidos estuvieran aumentados. Tenía, a diferencia de lo que pasaba el resto del tiempo, la sensación de existir todo el tiempo, ya nada más de aquella muerte en vida que por tantos meses fue mi único acompañante. Ahora, justo ahora cuando explotaba el orgasmo en mi cuerpo, la calma se transformó en la paz que tanto había buscado. Contradictorio fue encontrar la plenitud en aquel momento tan íntimo y tan complejo.
Seguí besándolo hasta que la última onda me abandonó. Sentía las mejillas ardiendo y la respiración entrecortada. Intenté encontrar las palabras pero mi mente también me había abandonado. Lo deseaba, seguía deseándolo incluso ahora cuando mi cuerpo no era capaz de seguir lo que mis impulsos ordenaban. Quería un poco más aunque no necesariamente físico. Habíamos conectado, quizás ahí estaba mi respuesta. Habíamos conectado incluso antes de tener sexo, lo habíamos hecho cuando respondió a mi nota y cuando dejamos junto la orilla. ¿Sería una locura seguir navegando y no volver antes de que termine mi toque de queda? Sólo mirarlo a los ojos me dio la respuesta. A veces siento que Aldebarán ha vivido escapando de algo y seguir sus pasos no sería lo mismo para mí. No tengo su fuerza, no tengo su coraje, me veo como alguien fuerte pero no podría dejar atrás la seguridad de esa cárcel de oro en la que estoy día a día.
Me moví hasta quedar a la altura de su rostro, mi nariz rozó la suya y sonreí un poco adormecida. Así quedas cuando disfrutas algo más allá de lo mucho que quieras esconderlo. Cuando le mordí el labio inferior intentaba expresar un poco más de aquel silencio que nos rodeaba. No quiero ser quien diga las primeras palabras porque temo que puedan malinterpretarse. Si estuviéramos en otro lugar es muy probable que ya estaría poniéndome la ropa para salir lo antes posible de ahí. Suelo arrancar de mí misma aunque parece que lo estoy haciendo de quien me acompaña. En cambio ahora que estoy atrapada no me siento asfixiada, no tengo el deseo intenso de salir corriendo. Si vuelvo a la orilla es sólo porque tengo un hijo que me espera y nada más.
—¿Sabes nadar? —con la punta de mis dedos tocaba las hebras gruesas de su cabello. El pelo oscuro siempre ha sido mi preferido y en él quien además posee en la piel los rastros de la exposición al sol todo luce mejor. Quiero hacerle más preguntas pero no me atrevo, ni siquiera puedo tocarlo con más intensidad. Tengo miedo de comenzar a sentirme aún más vacía mientras paso más tiempo con él. Tengo que volver. Deseo volver para no caer de nuevo.
La balsa ahora apenas se mueve pero mi corazón parece querer salir de mi boca. Estoy cayendo y me siento sola. No lo estoy.
—Enséñame a nadar en el mar, nunca lo he hecho…—
Seguí besándolo hasta que la última onda me abandonó. Sentía las mejillas ardiendo y la respiración entrecortada. Intenté encontrar las palabras pero mi mente también me había abandonado. Lo deseaba, seguía deseándolo incluso ahora cuando mi cuerpo no era capaz de seguir lo que mis impulsos ordenaban. Quería un poco más aunque no necesariamente físico. Habíamos conectado, quizás ahí estaba mi respuesta. Habíamos conectado incluso antes de tener sexo, lo habíamos hecho cuando respondió a mi nota y cuando dejamos junto la orilla. ¿Sería una locura seguir navegando y no volver antes de que termine mi toque de queda? Sólo mirarlo a los ojos me dio la respuesta. A veces siento que Aldebarán ha vivido escapando de algo y seguir sus pasos no sería lo mismo para mí. No tengo su fuerza, no tengo su coraje, me veo como alguien fuerte pero no podría dejar atrás la seguridad de esa cárcel de oro en la que estoy día a día.
Me moví hasta quedar a la altura de su rostro, mi nariz rozó la suya y sonreí un poco adormecida. Así quedas cuando disfrutas algo más allá de lo mucho que quieras esconderlo. Cuando le mordí el labio inferior intentaba expresar un poco más de aquel silencio que nos rodeaba. No quiero ser quien diga las primeras palabras porque temo que puedan malinterpretarse. Si estuviéramos en otro lugar es muy probable que ya estaría poniéndome la ropa para salir lo antes posible de ahí. Suelo arrancar de mí misma aunque parece que lo estoy haciendo de quien me acompaña. En cambio ahora que estoy atrapada no me siento asfixiada, no tengo el deseo intenso de salir corriendo. Si vuelvo a la orilla es sólo porque tengo un hijo que me espera y nada más.
—¿Sabes nadar? —con la punta de mis dedos tocaba las hebras gruesas de su cabello. El pelo oscuro siempre ha sido mi preferido y en él quien además posee en la piel los rastros de la exposición al sol todo luce mejor. Quiero hacerle más preguntas pero no me atrevo, ni siquiera puedo tocarlo con más intensidad. Tengo miedo de comenzar a sentirme aún más vacía mientras paso más tiempo con él. Tengo que volver. Deseo volver para no caer de nuevo.
La balsa ahora apenas se mueve pero mi corazón parece querer salir de mi boca. Estoy cayendo y me siento sola. No lo estoy.
—Enséñame a nadar en el mar, nunca lo he hecho…—
Claire Quartermane- Realeza Francesa
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Re: I'm pretty when I cry - Privado.
Las memorias vienen a mi como si se trataran de rayos que iluminan toda mi mente. Aun cuando mis ojos se mantienen cerrados puedo ver a través de tu alma, de su cuerpo desnudo, de sus gemidos y gestos de placer; La llama dentro de mi pecho se vuelve un torrente que se expande cual descarga eléctrica por todo mi ser una vez que mis manos se entrelazan con las de ella… Siento no solo su piel, no solo la unión de dos locos amantes. Siento su necesidad por mí, mi necesidad por ella, lo bueno, lo exquisito, lo correcto que era estar ahí solamente ella y yo. El mar, la brisa y lo indebido… Por favor, esos idiotas jamás entenderán por que hacemos esto y que bien... Porque nadie tiene por que entenderlo.
Muerdo su labio inferior, sostengo fuertemente sus manos y entonces a través de los impulsos siento mis caderas paralizarse por un segundo cuando en mi abdomen se empieza a aglomerar una sensación tan única y perfecta que poco a poco se funde con cada terminal nerviosa de mi cuerpo. Siento la falta de aire, la contracción de mis músculos y asimismo la deliciosa llamada natural que me obliga a apretar mis ojos y trazar una mueca envuelta en el máximo placer experimentado por el cuerpo humano. Al igual que ella, yo había llegado a la cúspide, al clímax, a lo tan anhelado.
-Claire…- dije difícilmente, mi voz entrecortada susurro y preferí ahogar todas las expresiones que me habían llegado a mi mente. De pronto no pude evitarlo, mi cuerpo comenzó a embestirle con más fuerza, con más dureza hasta lograr arrancar gemidos de mi garganta y con obviedad de la de ella. Apreté todos mis músculos, los calambres llegaron y entonces sucedió… Deje salir un fuerte y hondo suspiro que en combinación con un valiente gemido anunciaron como el orgasmo llego a mi cuerpo proyectándose por medio de una abundante y exquisita eyaculación que colmo todos los adentro de ella, que me llevo a encorvar mi espalda y dejar salir ese aire contenido por el momento épico que estaba viviendo con ella y solo con ella. Ese instante donde todo el mundo se detuvo y yo sencillamente fui uno con no la puta, no la reina… Sino Claire.
Los segundos se volvieron minutos luego que ambos pechos respiraban agitados y las gargantas tanto de ella como mía buscaban retomar el aliento adecuado. Ella me lleno de gestos y yo respondí acariciando la punta de mi nariz contra la de ella, luego bese su frente y por alguna razón la abrace con fuerza, con mucha fuerza… Un abrazo sincero que luego se interrumpió por una pregunta llena de inocencia que en ese exacto ápice de segundo me mostro una Claire que jamás había conocido…
-Claro, yo mismo te enseñare… Ven conmigo- me puse de pie, me deje caer al agua, sumergiéndome un poco para al cabo de los segundos salir a flote, acomodándome el cabello y sonriente extendí ambos brazos -Déjate caer, te cuidare… Lo prometo-
Muerdo su labio inferior, sostengo fuertemente sus manos y entonces a través de los impulsos siento mis caderas paralizarse por un segundo cuando en mi abdomen se empieza a aglomerar una sensación tan única y perfecta que poco a poco se funde con cada terminal nerviosa de mi cuerpo. Siento la falta de aire, la contracción de mis músculos y asimismo la deliciosa llamada natural que me obliga a apretar mis ojos y trazar una mueca envuelta en el máximo placer experimentado por el cuerpo humano. Al igual que ella, yo había llegado a la cúspide, al clímax, a lo tan anhelado.
-Claire…- dije difícilmente, mi voz entrecortada susurro y preferí ahogar todas las expresiones que me habían llegado a mi mente. De pronto no pude evitarlo, mi cuerpo comenzó a embestirle con más fuerza, con más dureza hasta lograr arrancar gemidos de mi garganta y con obviedad de la de ella. Apreté todos mis músculos, los calambres llegaron y entonces sucedió… Deje salir un fuerte y hondo suspiro que en combinación con un valiente gemido anunciaron como el orgasmo llego a mi cuerpo proyectándose por medio de una abundante y exquisita eyaculación que colmo todos los adentro de ella, que me llevo a encorvar mi espalda y dejar salir ese aire contenido por el momento épico que estaba viviendo con ella y solo con ella. Ese instante donde todo el mundo se detuvo y yo sencillamente fui uno con no la puta, no la reina… Sino Claire.
Los segundos se volvieron minutos luego que ambos pechos respiraban agitados y las gargantas tanto de ella como mía buscaban retomar el aliento adecuado. Ella me lleno de gestos y yo respondí acariciando la punta de mi nariz contra la de ella, luego bese su frente y por alguna razón la abrace con fuerza, con mucha fuerza… Un abrazo sincero que luego se interrumpió por una pregunta llena de inocencia que en ese exacto ápice de segundo me mostro una Claire que jamás había conocido…
-Claro, yo mismo te enseñare… Ven conmigo- me puse de pie, me deje caer al agua, sumergiéndome un poco para al cabo de los segundos salir a flote, acomodándome el cabello y sonriente extendí ambos brazos -Déjate caer, te cuidare… Lo prometo-
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Re: I'm pretty when I cry - Privado.
No sólo sus brazos, también su rostro y todo lo que incluyera su postura me invitaban a caer y dejar que él me atrapara. Lo pensaba en más de un sentido. Porque estaba segura que si alguna vez estuviera incluso más abajo del suelo, él sería el primero en ir en mi rescate. ¿Realmente necesitaba eso? ¿Realmente necesitaba esos brazos abiertos? Sí, al menos en ese momento esa era la respuesta. Y no porque no supiera nadar o porque necesitara que alguien me ayudara a flotar tan lejos de la orilla, algo que había aprendido de niña en una tierra muy lejos. Lo que necesitaba era que al menos por unas horas una persona deseara tenerme, deseara sostenerme. Que por algunas horas él me desee. No quiero volver a pensar que busco en él lo que no encuentro en mi casa porque no es así, no hay comparaciones, ambos van por caminos distintos de mi vida.
—¿Estás seguro que puedes atraparme? ¿Estás seguro que no vas a dejarme caer? —lo pregunté mirándolo a los ojos, lo decía quizás más serio de lo que debería pero no había vuelta atrás, no podía comenzar a remar y alejarme de él. Maldecía un poco tener que estar en medio del mar y salir de mi zona de confort. Aún así me puse de pie y quedé mirando hacia la orilla, quienes me vigilaban seguían ahí, esperando quizás tener que intervenir como si pudiera escapar hacia algún lado, sabía que Nigel los había escogido más por sus músculos que por su cerebro, pero nunca había pensado que tenía a los guardias más estúpidos posibles. —Voy a lanzarme y más te vale que me atrapes… —sonreí y simplemente me dejé caer, el agua me bañó por completo e hizo tal vez lo que el aire libre no había hecho antes. Me sentía en paz, sin respirar pero en paz. Sería tan fácil simplemente continuar ahí abajo.
Al resurgir me abracé a su cuello y fingí no saber qué hacer, parecía un pequeño animalito aferrado a un gran tronco. Mi cuerpo delgado se notaba por completo bajo la prenda blanca casi transparente que me cubría, no importaba mucho eso ahí, no me importaría en ningún lugar. Era el atardecer, nuestro atardecer. —¿Vas a hundirte conmigo? ¿Vamos a hundirnos juntos? —lo besé por unos instantes y sabía que ya estábamos hundidos. Siempre he sido egoísta pero con él era imposible serlo, alguien como él nunca sería sólo mío. Aldebaran tenía su vida y no podía estar para mí siempre que yo lo quisiera, era injusto según mi punto de vista, pero era una realidad que yo no podía cambiar ni siendo la reina de Francia. Tal vez si yo fuera un poco más como Nigel haría algo al respecto, algo como él manteniéndome a mí como una prisionera.
—¿Por qué lo prometiste? ¿Por qué antes prometiste que me cuidarías? No estoy diciendo que no lo necesite, lo pregunto porque no es necesario, no es necesario que prometas que me cuidarás… —lo solté y me alejé nadando, no era primera vez que estaba en el mar, sólo se lo había preguntado porque quería que él me enseñara algo, quería aprender algo nuevo. —Yo sé que lo harás aunque no lo prometas… vas a cuidarme porque así eres tú. —le di la espalda y volví a alejarme, al hacerlo me acercaba un poco más a la orilla y aumentaba la distancia entre mi cuerpo y el bote. Quería flotar y así lo hice por unos segundos, cerré los ojos y dejé que los rastros del último sol del día me bañara el rostro. Nunca he tenido confianza, no la tengo incluso ahora. No tengo confianza en lo que sucederá ni tampoco tengo la confianza para al menos disfrutar una tarde. —¿Crees que soy un desastre, Alde? —
—¿Estás seguro que puedes atraparme? ¿Estás seguro que no vas a dejarme caer? —lo pregunté mirándolo a los ojos, lo decía quizás más serio de lo que debería pero no había vuelta atrás, no podía comenzar a remar y alejarme de él. Maldecía un poco tener que estar en medio del mar y salir de mi zona de confort. Aún así me puse de pie y quedé mirando hacia la orilla, quienes me vigilaban seguían ahí, esperando quizás tener que intervenir como si pudiera escapar hacia algún lado, sabía que Nigel los había escogido más por sus músculos que por su cerebro, pero nunca había pensado que tenía a los guardias más estúpidos posibles. —Voy a lanzarme y más te vale que me atrapes… —sonreí y simplemente me dejé caer, el agua me bañó por completo e hizo tal vez lo que el aire libre no había hecho antes. Me sentía en paz, sin respirar pero en paz. Sería tan fácil simplemente continuar ahí abajo.
Al resurgir me abracé a su cuello y fingí no saber qué hacer, parecía un pequeño animalito aferrado a un gran tronco. Mi cuerpo delgado se notaba por completo bajo la prenda blanca casi transparente que me cubría, no importaba mucho eso ahí, no me importaría en ningún lugar. Era el atardecer, nuestro atardecer. —¿Vas a hundirte conmigo? ¿Vamos a hundirnos juntos? —lo besé por unos instantes y sabía que ya estábamos hundidos. Siempre he sido egoísta pero con él era imposible serlo, alguien como él nunca sería sólo mío. Aldebaran tenía su vida y no podía estar para mí siempre que yo lo quisiera, era injusto según mi punto de vista, pero era una realidad que yo no podía cambiar ni siendo la reina de Francia. Tal vez si yo fuera un poco más como Nigel haría algo al respecto, algo como él manteniéndome a mí como una prisionera.
—¿Por qué lo prometiste? ¿Por qué antes prometiste que me cuidarías? No estoy diciendo que no lo necesite, lo pregunto porque no es necesario, no es necesario que prometas que me cuidarás… —lo solté y me alejé nadando, no era primera vez que estaba en el mar, sólo se lo había preguntado porque quería que él me enseñara algo, quería aprender algo nuevo. —Yo sé que lo harás aunque no lo prometas… vas a cuidarme porque así eres tú. —le di la espalda y volví a alejarme, al hacerlo me acercaba un poco más a la orilla y aumentaba la distancia entre mi cuerpo y el bote. Quería flotar y así lo hice por unos segundos, cerré los ojos y dejé que los rastros del último sol del día me bañara el rostro. Nunca he tenido confianza, no la tengo incluso ahora. No tengo confianza en lo que sucederá ni tampoco tengo la confianza para al menos disfrutar una tarde. —¿Crees que soy un desastre, Alde? —
Claire Quartermane- Realeza Francesa
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Fecha de inscripción : 24/05/2010
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Re: I'm pretty when I cry - Privado.
De pronto le observé una vez que se colocó de pie y me miró fijamente. Mis ojos cafés se clavaron en los de ella y de pronto a mi mente se dejaron venir todos esos recuerdos de cuando nos conocimos, porque claro, ¿cómo olvidar cuando alguien te roba el ultimo croissant? Jamás y en ese momento supe que Claire y yo estábamos destinados a compartir nuestras vidas. Lo hicimos, no como en las novelas románticas se hace o de la manera que alguien piensa cuando escucha esa frase. No, nosotros la compartimos realmente, de esa forma que nadie más tiene.
-Claro que te atraparé, no te dejaré caer... Lo prometo, dime, ¿cuándo es que te he fallado? – guiñé mi ojo así tan común como siempre, extendí mis brazos y ella se lanzó al agua… La atrapé, la sujeté fuerte y entonces al cabo de los segundos salió a flote y se aferró a mi como si su vida dependiera de ello. ¡Oh Claire! Tan única, tan diferente, tan tú misma.
Entonces me beso, de esa manera tan apasionada y cálida a la vez. De una forma única sin igual, solo ella podía hacerlo así… Y lo hizo -Pero por supuesto que sí, de hecho…- y al cabo de mis palabras volví a besarla y la jalé conmigo hacia abajo el mar. Ahí sumergidos mientras nos besábamos, nos acariciábamos por completo, nos volvíamos una vez más uno solo en el fondo de las aguas que mecían nuestros cuerpos hasta de pronto por la necesidad del oxígeno regresamos a la superficie -A eso le llamo yo un beso…- reí y le di otro pico, algo tierno y efímero.
Ella me preguntó por qué prometí cuidarla, porque es que seguía haciéndolo después de tanto tiempo y aunque no sonara como reclamo, ella decidió alejarse. Alejarse como siempre… -Querida, te he protegido desde el primer momento que te conocí, empezando por protegerte de mí mal genio al llevarte el ultimo croissant que había- solté una carcajada y de pronto ella ya había llegado a cierta distancia. Entonces continuó e insistió en el asunto de cuidarla y sin darse cuenta, creo yo, ya había tomado demasiada distancia de mí. No lo permití. Yo la sujeté. Yo la jale de nuevo a mí.
-Lo eres, eres un desastre… Eres todo un caso tan particular que realmente deberías ser estudiada para el avance médico- Le dije esto mientras la iba acercando a mí, lentamente recortaba una vez mas la distancia entre los dos hasta llegar a sujetarla bien de la cintura sin permitirse alejarse otra vez de mi -Pero esa es tu esencia, es la esencia que yo veo y nadie más… Que eres un desastre, pero un desastre que sin duda alguna es excepcional, eres como el mayor de los desastres… Y el mejor de todos- sonreí y le bese los labios, le acaricie su mejilla, le consolé cual pequeña sin importarme mucho su orgullo.
Apegué su cabeza a mi pecho, la aferré totalmente a mi y en un abrazo de candado me quedé respirando tranquilamente, disfrutando esos momentos que después de tantos años pude volver a disfrutar a su lado, me quedé ahí mismo protegiéndola, cuidándola… Ya sea de los brutos en la lejana orilla o de ella misma… Porque Claire tiene muchísimas virtudes, tiene todas las que hay, pero eso que nos hace tan unidos, tan cercanos el uno al otro… Es el simple hecho de que adoro sus errores, sus desastres y yo se bien que dentro de ella… Adora por igual los pecados de este ladrón.
-Claro que te atraparé, no te dejaré caer... Lo prometo, dime, ¿cuándo es que te he fallado? – guiñé mi ojo así tan común como siempre, extendí mis brazos y ella se lanzó al agua… La atrapé, la sujeté fuerte y entonces al cabo de los segundos salió a flote y se aferró a mi como si su vida dependiera de ello. ¡Oh Claire! Tan única, tan diferente, tan tú misma.
Entonces me beso, de esa manera tan apasionada y cálida a la vez. De una forma única sin igual, solo ella podía hacerlo así… Y lo hizo -Pero por supuesto que sí, de hecho…- y al cabo de mis palabras volví a besarla y la jalé conmigo hacia abajo el mar. Ahí sumergidos mientras nos besábamos, nos acariciábamos por completo, nos volvíamos una vez más uno solo en el fondo de las aguas que mecían nuestros cuerpos hasta de pronto por la necesidad del oxígeno regresamos a la superficie -A eso le llamo yo un beso…- reí y le di otro pico, algo tierno y efímero.
Ella me preguntó por qué prometí cuidarla, porque es que seguía haciéndolo después de tanto tiempo y aunque no sonara como reclamo, ella decidió alejarse. Alejarse como siempre… -Querida, te he protegido desde el primer momento que te conocí, empezando por protegerte de mí mal genio al llevarte el ultimo croissant que había- solté una carcajada y de pronto ella ya había llegado a cierta distancia. Entonces continuó e insistió en el asunto de cuidarla y sin darse cuenta, creo yo, ya había tomado demasiada distancia de mí. No lo permití. Yo la sujeté. Yo la jale de nuevo a mí.
-Lo eres, eres un desastre… Eres todo un caso tan particular que realmente deberías ser estudiada para el avance médico- Le dije esto mientras la iba acercando a mí, lentamente recortaba una vez mas la distancia entre los dos hasta llegar a sujetarla bien de la cintura sin permitirse alejarse otra vez de mi -Pero esa es tu esencia, es la esencia que yo veo y nadie más… Que eres un desastre, pero un desastre que sin duda alguna es excepcional, eres como el mayor de los desastres… Y el mejor de todos- sonreí y le bese los labios, le acaricie su mejilla, le consolé cual pequeña sin importarme mucho su orgullo.
Apegué su cabeza a mi pecho, la aferré totalmente a mi y en un abrazo de candado me quedé respirando tranquilamente, disfrutando esos momentos que después de tantos años pude volver a disfrutar a su lado, me quedé ahí mismo protegiéndola, cuidándola… Ya sea de los brutos en la lejana orilla o de ella misma… Porque Claire tiene muchísimas virtudes, tiene todas las que hay, pero eso que nos hace tan unidos, tan cercanos el uno al otro… Es el simple hecho de que adoro sus errores, sus desastres y yo se bien que dentro de ella… Adora por igual los pecados de este ladrón.
Aldebaran Ballester- Realeza Española
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Fecha de inscripción : 06/06/2012
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Localización : Abrazado a las sombras
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