AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Un escape que me acercó a ti {Aldebaran}
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Un escape que me acercó a ti {Aldebaran}
Recuerdo del primer mensaje :
Mi estancia iba a ser corta, esa decisión yo la había tomado.
¿Era el segundo día?, quizás el tercero, ya no lo sabía. Así como no sabía que hora era.
No importaba, en ese momento lo relevante era que en cortejo de Juan y Alfonso -mis guardias- y Teodora- mi dama de compañía-, habíamos llegado al destino que en capricho significaba el viaje. Observar los jardines parisienses, ya había olvidado quien había sido la persona causante de que hiciera ese largo viaje.
―Desde la ventanilla luce hermoso señorita.
―Lo sé Teodora, luce esplendido. ¿Qué opinas tu Juan?.
―Estoy de acuerdo señorita.
―¿Alfonso?
―El clima es muy favorable, la luz del sol hace que la belleza del lugar deslumbre― concluyó Alfonso, aunque a veces peco de inocente, conocía al galante Alfonso y el sentimiento que sentía por mí, no en balde la prosa que usaba en sus oraciones. A veces, al pensar en él sentía melancolía. Era un pobre hombre que nunca sería correspondido por mi amor, lo que era cruel, muchas veces insistí a mi padre en que se me asignara otro guardia pero se me negaba. Mi padre también lo sabía -el sentimiento de él-así como conocía mis sentimientos y al no temer que él pudiera representar un candidato a obtener mi amor aprovechaba esa devoción hacia mí convirtiéndolo en la persona más calificada en cuidar a su niña. ¿Quién sino un enamorado para defender con su propia vida a su amada.
Reí.
El carruaje se detuvo completamente, escuché el relinchido de los caballos y no dejé de sonreír como una niña mimada y ansiosa por pisar el suelo. Alfonso fue el primero en salir, luego, lo hizo Juan, Teodora y finalmente yo. Tomé la mano que me extendió Alfonso y descendí del carruaje, pero antes de que me ofreciera el brazo para ser mi acompañante me adelante extendiendo mis brazos y dejando que mis sentidos capturaran todo, absolutamente todos.
―Mi niña espere― se apresuró a decir Teodora, que no solamente era mi dama de compañía sino también mi nana, yo reí y esperé a que llegara con la sombrilla. la abrió con elegancia y me cubrió de los radiantes rayos del sol.
―No debe dejar que el sol dañe su piel señorita― conminó con una sonrisa y yo reí, tomé la palabra y lancé una rápida mirada a Alfonso que me contemplaba con fervor, le sonreí coqueta y después me reprimí desviando la mirada por ser tan cruel con él.
Sin permitir que se me acercara avancé a la entrada tarareando una canción de cuna, soltando a veces una risilla risueña y brincando como una niña.
Entonces me detuve en el campo de los jazmines, me agache para tomar uno de ellos y así poder olerlo.
―No mi niña, quién sabe que tantas infecciones puede contagiarse si toca eso.
―Por favor nana, no me pasará nada― dije e hice un puchero aunque sabía a que se refería. A pesar de tantos años que habían pasado, todos temían que enfermaría por haber sido parte de un parto prematuro, lo que yo creía imposible.
―Además está Juan y Alfonso que podrán auxiliarme― contemplé a Alfonso con una sonrisa, él se ruborizó. ―Verdad que me protegerás― él se quedó mudo, lo único que pudo hacer fue afirmar con su cabeza.
Caminamos hasta el siguiente jardín pero fue en ese momento en el que decidí hacer una travesura. En los días que llevaba en París me había sentido ya sofocada por mi compañía por lo que me les escaparía. Cuando llegamos a los claveles fingí una fractura de mi pie. Juan evitó mi caída y cargándome me puso en una banca cercana.
―Iré por un doctor
―Acompañe a Juan Teodora.
―Pero mi niña.
―Estaré bien, Alfonso estará conmigo.
―No tardaremos― anunció Juan y ambos se fueron dejándome sola con Alfonso.
―Alfonso tengo mucha sed.
―Quiere que la lleve a algún lugar a tomar agua.
―No por favor, me duele el tobillo ve por ella.
―Pero mi señorita no puedo dejarla.
―Entonces dejarás que tenga sed― reproché.
―De acuerdo, no tardaré.
Y en cuanto se fue me puse de pie y riendo triunfante corrí hacia los narcisos.
Mi estancia iba a ser corta, esa decisión yo la había tomado.
¿Era el segundo día?, quizás el tercero, ya no lo sabía. Así como no sabía que hora era.
No importaba, en ese momento lo relevante era que en cortejo de Juan y Alfonso -mis guardias- y Teodora- mi dama de compañía-, habíamos llegado al destino que en capricho significaba el viaje. Observar los jardines parisienses, ya había olvidado quien había sido la persona causante de que hiciera ese largo viaje.
―Desde la ventanilla luce hermoso señorita.
―Lo sé Teodora, luce esplendido. ¿Qué opinas tu Juan?.
―Estoy de acuerdo señorita.
―¿Alfonso?
―El clima es muy favorable, la luz del sol hace que la belleza del lugar deslumbre― concluyó Alfonso, aunque a veces peco de inocente, conocía al galante Alfonso y el sentimiento que sentía por mí, no en balde la prosa que usaba en sus oraciones. A veces, al pensar en él sentía melancolía. Era un pobre hombre que nunca sería correspondido por mi amor, lo que era cruel, muchas veces insistí a mi padre en que se me asignara otro guardia pero se me negaba. Mi padre también lo sabía -el sentimiento de él-así como conocía mis sentimientos y al no temer que él pudiera representar un candidato a obtener mi amor aprovechaba esa devoción hacia mí convirtiéndolo en la persona más calificada en cuidar a su niña. ¿Quién sino un enamorado para defender con su propia vida a su amada.
Reí.
El carruaje se detuvo completamente, escuché el relinchido de los caballos y no dejé de sonreír como una niña mimada y ansiosa por pisar el suelo. Alfonso fue el primero en salir, luego, lo hizo Juan, Teodora y finalmente yo. Tomé la mano que me extendió Alfonso y descendí del carruaje, pero antes de que me ofreciera el brazo para ser mi acompañante me adelante extendiendo mis brazos y dejando que mis sentidos capturaran todo, absolutamente todos.
―Mi niña espere― se apresuró a decir Teodora, que no solamente era mi dama de compañía sino también mi nana, yo reí y esperé a que llegara con la sombrilla. la abrió con elegancia y me cubrió de los radiantes rayos del sol.
―No debe dejar que el sol dañe su piel señorita― conminó con una sonrisa y yo reí, tomé la palabra y lancé una rápida mirada a Alfonso que me contemplaba con fervor, le sonreí coqueta y después me reprimí desviando la mirada por ser tan cruel con él.
Sin permitir que se me acercara avancé a la entrada tarareando una canción de cuna, soltando a veces una risilla risueña y brincando como una niña.
Entonces me detuve en el campo de los jazmines, me agache para tomar uno de ellos y así poder olerlo.
―No mi niña, quién sabe que tantas infecciones puede contagiarse si toca eso.
―Por favor nana, no me pasará nada― dije e hice un puchero aunque sabía a que se refería. A pesar de tantos años que habían pasado, todos temían que enfermaría por haber sido parte de un parto prematuro, lo que yo creía imposible.
―Además está Juan y Alfonso que podrán auxiliarme― contemplé a Alfonso con una sonrisa, él se ruborizó. ―Verdad que me protegerás― él se quedó mudo, lo único que pudo hacer fue afirmar con su cabeza.
Caminamos hasta el siguiente jardín pero fue en ese momento en el que decidí hacer una travesura. En los días que llevaba en París me había sentido ya sofocada por mi compañía por lo que me les escaparía. Cuando llegamos a los claveles fingí una fractura de mi pie. Juan evitó mi caída y cargándome me puso en una banca cercana.
―Iré por un doctor
―Acompañe a Juan Teodora.
―Pero mi niña.
―Estaré bien, Alfonso estará conmigo.
―No tardaremos― anunció Juan y ambos se fueron dejándome sola con Alfonso.
―Alfonso tengo mucha sed.
―Quiere que la lleve a algún lugar a tomar agua.
―No por favor, me duele el tobillo ve por ella.
―Pero mi señorita no puedo dejarla.
―Entonces dejarás que tenga sed― reproché.
―De acuerdo, no tardaré.
Y en cuanto se fue me puse de pie y riendo triunfante corrí hacia los narcisos.
Última edición por Dayanara Montero el Sáb Sep 06, 2014 4:12 pm, editado 1 vez
Dayanara Montero- Realeza Española
- Mensajes : 33
Fecha de inscripción : 21/08/2014
Re: Un escape que me acercó a ti {Aldebaran}
Mis lágrimas cayeron lentamente sobre la camisa de mi querido Aldebarán, tenía la boca abierta y nuevamente me sentí a gusto en sus brazos, cerré mis ojos y posteriormente mi boca, ¿seguía llamándome Alfonso? Era muy seguro, tenía que ser, mas mi realidad me decía que el mundo giraba para Aldebarán y para mí. Ya no había más sonidos que el de la lluvia. No, no sólo ese; podía escuchar su corazón, me acurruqué en él y sentí como trabajaba su respiración.
Otra vez esa sensación de sentirme completa con él.
―¡Señorita Montero!
Esa voz me arrastra a una realidad que me sofoca, a la realidad de la alcurnia social. Entonces me separo de él, limpio mis ojos y suelto una pequeña risa.
―Soy una llorona―vuelvo a reír y con mi cabeza le digo que sí, ¿a qué? No estoy segura, mis reflexiones suceden después de tomar la decisión y aunque sabía que eso era una total imprudencia, no, locura nada me importaba no si estaba con él.
―Si Aldebarán, quiero huir contigo, pero antes dime lo que querías decir, así podré confiar en ti―le condicioné lo más seria que pude, por supuesto, eso sería mal visto ¿cómo me había atrevido a condicionar a un hombre? Él era el culpable de que perdiera la razón, de que me comportara como una mujer sin educación.
Maldito Aldebarán que me lleva a la locura.
Bendito Aldebarán por acercarme al amor.
―Dime quién eres.
Otra vez esa sensación de sentirme completa con él.
―¡Señorita Montero!
Esa voz me arrastra a una realidad que me sofoca, a la realidad de la alcurnia social. Entonces me separo de él, limpio mis ojos y suelto una pequeña risa.
―Soy una llorona―vuelvo a reír y con mi cabeza le digo que sí, ¿a qué? No estoy segura, mis reflexiones suceden después de tomar la decisión y aunque sabía que eso era una total imprudencia, no, locura nada me importaba no si estaba con él.
―Si Aldebarán, quiero huir contigo, pero antes dime lo que querías decir, así podré confiar en ti―le condicioné lo más seria que pude, por supuesto, eso sería mal visto ¿cómo me había atrevido a condicionar a un hombre? Él era el culpable de que perdiera la razón, de que me comportara como una mujer sin educación.
Maldito Aldebarán que me lleva a la locura.
Bendito Aldebarán por acercarme al amor.
―Dime quién eres.
Dayanara Montero- Realeza Española
- Mensajes : 33
Fecha de inscripción : 21/08/2014
Re: Un escape que me acercó a ti {Aldebaran}
La felicidad me invadió cual instante una vez que ella aceptó huir conmigo. ¿Pero a dónde? Quizás a solo metros más lejos o quizás kilómetros; sea el lugar o la cantidad que sea… Quiero estar a su lado.
-Dayanara, no digas eso- refiriéndome a lo de llorona, riendo un poco –Simplemente tienes mucha agua en los ojos- reí al demostrarle mi pésimo sentido del humor.
De pronto, el grito que aclamaba por mi hermosa acompañante se hacía más cercano a lo cual una vez que me dispuse a partir con ella, fue ella misma quien me detuvo al preguntarme y condicionarme –Verás lo que sucede es que…-
Y entonces la puerta se abrió de golpe, mostrando la silueta de Alfonso por lo cual me apresuré a tomar una de las herramientas de jardinería, lanzándola con destreza poco común en un miembro común y corriente de la realeza; golpeando una lámpara de aceite que cae sobre Alfonso.
-Es nuestra oportunidad- susurré cuando él empezó a tratar de quitarse el aceite del rostro así como renegar por la temperatura del artefacto. Quizás le lastimé un poco pero no mentiré… Me hizo sentir muy bien.
Tomé de la mano a Dayanara y salí corriendo junto con ella por la otra puerta, tratando de alejarnos lo más posible de su acosador para así regresar a la privacidad…
Por este momento la campana me había salvado, interrumpido el momento. Quizás lo mejor por ahora.
-Princesa, vamos… Quizás en la terraza estemos mejor- le dije para dirigirnos a la edificación con una vista formidable de un París nublado, envuelto en la lluvia y con los rayos como testigos de dos aventureros que dejan detrás todo para arrojarse a la aventura.
-Eso estuvo cerca- reí sin poderme contener.
Que aventuras he estado viviendo con ella.
-Dayanara, no digas eso- refiriéndome a lo de llorona, riendo un poco –Simplemente tienes mucha agua en los ojos- reí al demostrarle mi pésimo sentido del humor.
De pronto, el grito que aclamaba por mi hermosa acompañante se hacía más cercano a lo cual una vez que me dispuse a partir con ella, fue ella misma quien me detuvo al preguntarme y condicionarme –Verás lo que sucede es que…-
Y entonces la puerta se abrió de golpe, mostrando la silueta de Alfonso por lo cual me apresuré a tomar una de las herramientas de jardinería, lanzándola con destreza poco común en un miembro común y corriente de la realeza; golpeando una lámpara de aceite que cae sobre Alfonso.
-Es nuestra oportunidad- susurré cuando él empezó a tratar de quitarse el aceite del rostro así como renegar por la temperatura del artefacto. Quizás le lastimé un poco pero no mentiré… Me hizo sentir muy bien.
Tomé de la mano a Dayanara y salí corriendo junto con ella por la otra puerta, tratando de alejarnos lo más posible de su acosador para así regresar a la privacidad…
Por este momento la campana me había salvado, interrumpido el momento. Quizás lo mejor por ahora.
-Princesa, vamos… Quizás en la terraza estemos mejor- le dije para dirigirnos a la edificación con una vista formidable de un París nublado, envuelto en la lluvia y con los rayos como testigos de dos aventureros que dejan detrás todo para arrojarse a la aventura.
-Eso estuvo cerca- reí sin poderme contener.
Que aventuras he estado viviendo con ella.
Aldebaran Ballester- Realeza Española
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Re: Un escape que me acercó a ti {Aldebaran}
Todo fue demasiado rápido, no tuve la oportunidad de prever lo que Aldebarán hizo. Mientras me llevaba de la mano pensé en Alfonso. ¿Cómo había sido capaz de eso?, ¿y si Alfonso resultó muy mal herido? No podía ahuyentar esas preguntas. Alfonso siempre había cuidado de mí y creí que me correspondía a mi cuidar de él. Pensé en zafarme de la mano de Aldebarán, huir de él y regresar con Alfonso.
Escuché que mi raptor hablaba pero no pude comprender, estaba perdida, confundida y sin embargo, mi corazón no sentí temor u odio. Ahora no era tiempo de claudicar, me dije, yo había decidido quedarme, iniciar esta aventura con él, ya no había marcha atrás, no quería que la hubiera.
Cuando llegamos a una especie de terraza, lo miré a los ojos.
―¿Por qué hiciste eso?―cuestioné, a pesar de mi decisión de quedarme con él Alfonso no salió de mi mente― puede estar gravemente herido.
La realidad era que exageraba, no lo podía estar, pero eso no era lo importante para mí, necesitaba escuchar la razón de su gallardía.
Me adelanté al balcón y posee mis manos en éste, aún llovía pero no tenía frío, contemplé el bello panorama pese a la lluvia. El agua fue llevándose mis preocupaciones y suspiré con los ojos cerrados, luego me giré para ver los ojos intensos de Aldebarán.
―¿Y ahora qué?―no sabía ahora que hacer, como reaccionar. De pronto sentí un gran temor por lo que pudiera suceder a continuación― no tengo idea de que podemos hacer, nunca he hecho esto...― mis ojos se quisieron humedecer― tengo miedo Aldebarán, tengo mucho miedo―le confesé, mi cuerpo temblaba y sentía escalofríos.
Escuché que mi raptor hablaba pero no pude comprender, estaba perdida, confundida y sin embargo, mi corazón no sentí temor u odio. Ahora no era tiempo de claudicar, me dije, yo había decidido quedarme, iniciar esta aventura con él, ya no había marcha atrás, no quería que la hubiera.
Cuando llegamos a una especie de terraza, lo miré a los ojos.
―¿Por qué hiciste eso?―cuestioné, a pesar de mi decisión de quedarme con él Alfonso no salió de mi mente― puede estar gravemente herido.
La realidad era que exageraba, no lo podía estar, pero eso no era lo importante para mí, necesitaba escuchar la razón de su gallardía.
Me adelanté al balcón y posee mis manos en éste, aún llovía pero no tenía frío, contemplé el bello panorama pese a la lluvia. El agua fue llevándose mis preocupaciones y suspiré con los ojos cerrados, luego me giré para ver los ojos intensos de Aldebarán.
―¿Y ahora qué?―no sabía ahora que hacer, como reaccionar. De pronto sentí un gran temor por lo que pudiera suceder a continuación― no tengo idea de que podemos hacer, nunca he hecho esto...― mis ojos se quisieron humedecer― tengo miedo Aldebarán, tengo mucho miedo―le confesé, mi cuerpo temblaba y sentía escalofríos.
Dayanara Montero- Realeza Española
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Re: Un escape que me acercó a ti {Aldebaran}
Escuché el reclamo de Dayanara y preferí quedarme callado, empuñando mis manos por el cierto coraje que me causaba la intromisión del otro gilipollas.
-Lo lamento-
Me limité a decir, calmando mis impulsos pues comprendía que él era alguien especial para Dayanara y por ende su preocupación se entiende.
Con calma caminé hacia ella una vez que empezó a decirme que tenía miedo, por lo que decidí abrazarla con toda prisa mientras que con una sonrisa contesté –Ni yo sé que hacer-
Ambos empapados por la lluvia y solos sin abrigo evidentemente causaría estragos en nuestros cuerpos si no nos poníamos a cubierto.
–Ven, vayamos al pequeño museo que hay dentro, ahí estaremos lejos de la lluvia-
Así con toda calma decidí caminar abrazándola, cubriéndola lo más que podía de las gotas de lluvia mientras iba abriéndonos paso entre los parajes bajo un marco lluvioso y elocuentemente hermoso.
-Alfonso es importante para ti, ¿cierto? ¿Puedo preguntar por qué?-
La curiosidad es evidente, quizás no sean celos pero me causó una impresión grande ver como se preocupó por él, creo debo empezar a medir mis travesuras desde ahora.
-Lo lamento-
Me limité a decir, calmando mis impulsos pues comprendía que él era alguien especial para Dayanara y por ende su preocupación se entiende.
Con calma caminé hacia ella una vez que empezó a decirme que tenía miedo, por lo que decidí abrazarla con toda prisa mientras que con una sonrisa contesté –Ni yo sé que hacer-
Ambos empapados por la lluvia y solos sin abrigo evidentemente causaría estragos en nuestros cuerpos si no nos poníamos a cubierto.
–Ven, vayamos al pequeño museo que hay dentro, ahí estaremos lejos de la lluvia-
Así con toda calma decidí caminar abrazándola, cubriéndola lo más que podía de las gotas de lluvia mientras iba abriéndonos paso entre los parajes bajo un marco lluvioso y elocuentemente hermoso.
-Alfonso es importante para ti, ¿cierto? ¿Puedo preguntar por qué?-
La curiosidad es evidente, quizás no sean celos pero me causó una impresión grande ver como se preocupó por él, creo debo empezar a medir mis travesuras desde ahora.
Aldebaran Ballester- Realeza Española
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Re: Un escape que me acercó a ti {Aldebaran}
Me dejé llevar por él, por sus palabras, por sus brazos, por los pasos que me guiaban a un destino incierto. Pensaba... ni siquiera tenía mis ideas bien concretas, mi cabeza estaba echa un desastre y lo único que se me ocurría estando junto a él era mirar el piso y sentir la calidez que se presentaba a pesar del infortunio tiempo. Llegamos al museo, refugiados de la lluvia pero yo no tenía nada que decir. Me sentía triste por lo que había sucedido con Alfonso, había sido mi culpa; pero no quería alejarme de Aldebarán.
De pronto e inesperadamente para mí preguntó por Alfonso.
―Humm―no supe que decir en ese momento así que simplemente me encogí de hombros―me ha cuidado desde que fui una pequeña, es como un amigo... supongo―me puse a reflexionar en mis palabras y me arriesgue a ver a Aldebarán y sus ojos llenos de aventura―siempre ha estado para mí, cuando lo he necesitado pero siento mucha lastima por él―no lo pude evitar y unas lágrimas se derramaron por mis mejillas, luego me aventé al pecho de Aldebarán para que me abrazara.―Está enamorado de mí pero yo no de él...―confesé sujetándome con fuerza a las ropas de Aldebarán.
Cuando me di cuenta de lo que hacía dejé de apretar sus prendas y miré a las afueras, el sol ya se veía en el horizonte y un arcoiris había salido.
―¿Por qué me has preguntado eso?―ahora yo cuestioné―¿por qué es importante si es o no valioso para mí Alfonso?
De pronto e inesperadamente para mí preguntó por Alfonso.
―Humm―no supe que decir en ese momento así que simplemente me encogí de hombros―me ha cuidado desde que fui una pequeña, es como un amigo... supongo―me puse a reflexionar en mis palabras y me arriesgue a ver a Aldebarán y sus ojos llenos de aventura―siempre ha estado para mí, cuando lo he necesitado pero siento mucha lastima por él―no lo pude evitar y unas lágrimas se derramaron por mis mejillas, luego me aventé al pecho de Aldebarán para que me abrazara.―Está enamorado de mí pero yo no de él...―confesé sujetándome con fuerza a las ropas de Aldebarán.
Cuando me di cuenta de lo que hacía dejé de apretar sus prendas y miré a las afueras, el sol ya se veía en el horizonte y un arcoiris había salido.
―¿Por qué me has preguntado eso?―ahora yo cuestioné―¿por qué es importante si es o no valioso para mí Alfonso?
Dayanara Montero- Realeza Española
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Re: Un escape que me acercó a ti {Aldebaran}
Entonces emití un suspiro mientras le veía directamente a sus hermosos ojos, oh! Pero que bellas esferas divinas me presenta Dayanara y junto con ellas casi paso por alto la contestación a mis preguntas -Comprendo- dije mientras sonreí de lado.
Me abrazó fuerte, sujetó casi desesperada mi ropa y entonces comenzó a llorar explicándome la situación. Ahora todo tiene sentido. Ese tal Alfonso no era más que el perro faldero que anhelaba algo más.. Reí por lo bajo, más luego recordé que realmente esa situación no era graciosa.
-No llores- le pedí, limpié con mi pulgar sus lagrimas y le acaricié su cabello mojado -En el corazón no se manda, jamás se hará... Si él te ama pero tú a él no, entonces no hay más que decir... No te tortures por algo que no es tu culpa- le besé en la sien y luego mi corazón latió al escuchar su pregunta.
-Bueno, es simple...- cerré mis ojos y recargué mi mentón sobre la cabeza de ella, sentí cómo al lluvia poco a poco iba desapareciendo y los rayos del sol salían entre las nubes grises del horizonte, provocando un espectacular arcoíris -… Porque me dan celos tus preocupaciones por él-
El cinismo es algo que me caracterizaba, pero algo que no había usado con ella.. Hasta hora.
¿Y que quería yo decir? ¿Si esa es la verdad?... Alfonso desafortunado por no ser correspondido, pero infinitamente bendecido por tener esa importancia para Ella.
Me abrazó fuerte, sujetó casi desesperada mi ropa y entonces comenzó a llorar explicándome la situación. Ahora todo tiene sentido. Ese tal Alfonso no era más que el perro faldero que anhelaba algo más.. Reí por lo bajo, más luego recordé que realmente esa situación no era graciosa.
-No llores- le pedí, limpié con mi pulgar sus lagrimas y le acaricié su cabello mojado -En el corazón no se manda, jamás se hará... Si él te ama pero tú a él no, entonces no hay más que decir... No te tortures por algo que no es tu culpa- le besé en la sien y luego mi corazón latió al escuchar su pregunta.
-Bueno, es simple...- cerré mis ojos y recargué mi mentón sobre la cabeza de ella, sentí cómo al lluvia poco a poco iba desapareciendo y los rayos del sol salían entre las nubes grises del horizonte, provocando un espectacular arcoíris -… Porque me dan celos tus preocupaciones por él-
El cinismo es algo que me caracterizaba, pero algo que no había usado con ella.. Hasta hora.
¿Y que quería yo decir? ¿Si esa es la verdad?... Alfonso desafortunado por no ser correspondido, pero infinitamente bendecido por tener esa importancia para Ella.
Aldebaran Ballester- Realeza Española
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Re: Un escape que me acercó a ti {Aldebaran}
―¿Celos?―me acurruqué en su pecho y respiré aliviada. No era la palabra que pensaba escuchar pero sí la que mi corazón quería oír. Pobre de Alfonso, pensé de pronto. No podía imaginarme bajo ninguna circunstancia amar a alguien y no ser correspondido; pero entonces tuve otra perspectiva que me involucraba. ¿Qué pasaría sí yo amara a Aldebaran y éste no correspondía mi amor?; me encontraría en la misma situación que Alfonso y pensar en ello me hizo ocultar mi sonrisa.
―¿Sabes?―dejé salir mis palabras consciente de que no tendrían sentido o quizás sí todo dependía de él.―Me encuentro en la misma situación de Alfonso―después de todo si tenían sentido. Alcé la vista un momento y contemplé los hermosos ojos de la persona que creía ya amar y luego sin sonrisa di unos pasos hacía adelante abrazándome con mis propios brazos.
Ya no había lluvia, tan sólo gotas suspendidas en los árboles y los jardines. Sonreí.―¿Me haces un favor?―pregunté dándome la vuelta e intentando sonreír sin tener éxito. Y es que finalmente comprendía la razón de venir a París, en ningún momento fueron los jardines, quise engañarme para olvidar mi compromiso.―¿Me puedes besar?―sonreí esta vez contenta mientras me tocaba el anillo de compromiso que llevaba puesto en una cadena, oculto en mi vestido y que aparentaba ser un dije.
―¿Sabes?―dejé salir mis palabras consciente de que no tendrían sentido o quizás sí todo dependía de él.―Me encuentro en la misma situación de Alfonso―después de todo si tenían sentido. Alcé la vista un momento y contemplé los hermosos ojos de la persona que creía ya amar y luego sin sonrisa di unos pasos hacía adelante abrazándome con mis propios brazos.
Ya no había lluvia, tan sólo gotas suspendidas en los árboles y los jardines. Sonreí.―¿Me haces un favor?―pregunté dándome la vuelta e intentando sonreír sin tener éxito. Y es que finalmente comprendía la razón de venir a París, en ningún momento fueron los jardines, quise engañarme para olvidar mi compromiso.―¿Me puedes besar?―sonreí esta vez contenta mientras me tocaba el anillo de compromiso que llevaba puesto en una cadena, oculto en mi vestido y que aparentaba ser un dije.
Dayanara Montero- Realeza Española
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Re: Un escape que me acercó a ti {Aldebaran}
-¿En la misma situación que él?- pregunté estúpidamente cuándo de pronto le vi girarse y alejarse un momento, rodeándose ella misma con sus brazos -Dayanara...- musité un poco cuándo ella se giró y me vio cómo si quisiera sonreír. Después, sus palabras me sorprendieron.
Sentí una revoltura de océanos volcánicos por todo mi estómago, mi piel se erizó y mis ojos se abrieron de par en par, quise decir algo pero no pude... Solamente di un paso al frente, después otro, seguido de uno más y así sucesivamente hasta posicionarme frente a ella.
Toqué su rostro, acaricié su mejilla y luego admiré su belleza... Con mi pulgar fui definiendo cada una de sus facciones y mis ojos se ahogaron en los de ella sin poder siquiera articular alguna frase coherente, solamente mi boca entreabierta y mis ojos negándose a parpadear.
Habían pasado varios segundos y no había dicho siquiera algo, yo me quedé ahí atónito y con una felicidad que me embriagaba... Sin embargo, no pude evitar observar ese anillo que pendía de su cuello, todo era demasiado bueno para ser cierto. ¿Verdad?
-He visto tu anillo, no haré preguntas... Ahorita mismo... Aquí contigo... Estoy demasiado contento cómo para poder ponerle trabas a esto. Si es un día, si es para siempre... Si esto se vuelve un sueño, entonces quiero soñarlo contigo..- Le tomé de la cintura y le miré fijo a los ojos.
Poco a poco mi caras se iba aproximando a la de ella y entonces apegué nuestros cuerpos rápidamente al jalarle desde su esbelta cintura. No pude resistirme más, mi sangre era lava que corría por mi cuerpo envuelto de una ansiedad por sus labios que se manifestaba con mi respiración entrecortada y mi mirada perdida entre la de ella; Solamente Dayanara y yo... Nadie más.
Con mi mano libre le acaricié la mejilla, con la otra la sujeté bien y entonces pasó... Uní mis labios con los de ella, sentí y probé esa boca que tanto me llamaba y envuelto en una intensidad inexplicable por fin la besé; sentí mi cuerpo acalorarse y ser recorrido por una felicidad que ni siquiera las obras de ilustres científicos, religiosos o artistas pueden expresar.
No necesitaba nada más... Salvo a ella y sus labios.
Pero ya estaban ocupados besando los míos. Era perfecto.
Sentí una revoltura de océanos volcánicos por todo mi estómago, mi piel se erizó y mis ojos se abrieron de par en par, quise decir algo pero no pude... Solamente di un paso al frente, después otro, seguido de uno más y así sucesivamente hasta posicionarme frente a ella.
Toqué su rostro, acaricié su mejilla y luego admiré su belleza... Con mi pulgar fui definiendo cada una de sus facciones y mis ojos se ahogaron en los de ella sin poder siquiera articular alguna frase coherente, solamente mi boca entreabierta y mis ojos negándose a parpadear.
Habían pasado varios segundos y no había dicho siquiera algo, yo me quedé ahí atónito y con una felicidad que me embriagaba... Sin embargo, no pude evitar observar ese anillo que pendía de su cuello, todo era demasiado bueno para ser cierto. ¿Verdad?
-He visto tu anillo, no haré preguntas... Ahorita mismo... Aquí contigo... Estoy demasiado contento cómo para poder ponerle trabas a esto. Si es un día, si es para siempre... Si esto se vuelve un sueño, entonces quiero soñarlo contigo..- Le tomé de la cintura y le miré fijo a los ojos.
Poco a poco mi caras se iba aproximando a la de ella y entonces apegué nuestros cuerpos rápidamente al jalarle desde su esbelta cintura. No pude resistirme más, mi sangre era lava que corría por mi cuerpo envuelto de una ansiedad por sus labios que se manifestaba con mi respiración entrecortada y mi mirada perdida entre la de ella; Solamente Dayanara y yo... Nadie más.
Con mi mano libre le acaricié la mejilla, con la otra la sujeté bien y entonces pasó... Uní mis labios con los de ella, sentí y probé esa boca que tanto me llamaba y envuelto en una intensidad inexplicable por fin la besé; sentí mi cuerpo acalorarse y ser recorrido por una felicidad que ni siquiera las obras de ilustres científicos, religiosos o artistas pueden expresar.
No necesitaba nada más... Salvo a ella y sus labios.
Pero ya estaban ocupados besando los míos. Era perfecto.
Aldebaran Ballester- Realeza Española
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Re: Un escape que me acercó a ti {Aldebaran}
Lo esperé ansiando ya sus labios en los míos cuando me se dio cuenta de mi anillo de compromiso, ¿acaso salía de mi escote reservado, para revelar mi traición, mi deshonra?
―He visto tu anillo, no haré preguntas... Ahorita mismo... Aquí contigo... Estoy demasiado contento cómo para poder ponerle trabas a esto. Si es un día, si es para siempre... Si esto se vuelve un sueño, entonces quiero soñarlo contigo...―dijo y quise echarme a llorar, irme de ahí pero no podía moverme, no quería, no sin antes probar sus labios.
La espera me pareció eterna, sentir sus brazos tomarme como sí él fuera mi dueño; me arrebató el aliento, mi corazón se aceleró y cerré mis ojos antes de sentir el contacto de sus labios. Por fin me besó, me afiancé a su cuello cruzando mis brazos por detrás de su nuca y como mis pies de puntas le ayudé a que no se agachara demasiado. El beso se prolongó, así lo quise yo, así lo quiso él y cuando ninguno de los dos teníamos más aliento separamos nuestros labios y mi rostro ya estaba cubierto de lágrimas.
Me quité el anillo de la cadena y lo coloqué donde debió estar desde el principio. Lo miré con tristeza.
―Yo sólo soy una mujer más que ha caído en su encanto, ¿no es así?, ¡seguramente has robado más corazones de los que me pueda imaginar!―le dije con mi mirada ausente pero llevé mi dedo índice a su boca para evitar que se defendiera.―No me respondas, por favor no lo hagas―yo misma sequé mis lágrimas, di dos pasos atrás sin darle la espalda y me abracé a mí misma.―He deshonrado a mi familia, a la familia de mi prometido. Pero, usted me dijo que en el corazón no se manda y ya se lo he entregado a usted. Antes de irme dígame duque Ballester, ¿qué haría sí supiera que su prometida ya dio su primer beso a otra persona y le entregó su corazón?
―He visto tu anillo, no haré preguntas... Ahorita mismo... Aquí contigo... Estoy demasiado contento cómo para poder ponerle trabas a esto. Si es un día, si es para siempre... Si esto se vuelve un sueño, entonces quiero soñarlo contigo...―dijo y quise echarme a llorar, irme de ahí pero no podía moverme, no quería, no sin antes probar sus labios.
La espera me pareció eterna, sentir sus brazos tomarme como sí él fuera mi dueño; me arrebató el aliento, mi corazón se aceleró y cerré mis ojos antes de sentir el contacto de sus labios. Por fin me besó, me afiancé a su cuello cruzando mis brazos por detrás de su nuca y como mis pies de puntas le ayudé a que no se agachara demasiado. El beso se prolongó, así lo quise yo, así lo quiso él y cuando ninguno de los dos teníamos más aliento separamos nuestros labios y mi rostro ya estaba cubierto de lágrimas.
Me quité el anillo de la cadena y lo coloqué donde debió estar desde el principio. Lo miré con tristeza.
―Yo sólo soy una mujer más que ha caído en su encanto, ¿no es así?, ¡seguramente has robado más corazones de los que me pueda imaginar!―le dije con mi mirada ausente pero llevé mi dedo índice a su boca para evitar que se defendiera.―No me respondas, por favor no lo hagas―yo misma sequé mis lágrimas, di dos pasos atrás sin darle la espalda y me abracé a mí misma.―He deshonrado a mi familia, a la familia de mi prometido. Pero, usted me dijo que en el corazón no se manda y ya se lo he entregado a usted. Antes de irme dígame duque Ballester, ¿qué haría sí supiera que su prometida ya dio su primer beso a otra persona y le entregó su corazón?
Dayanara Montero- Realeza Española
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Re: Un escape que me acercó a ti {Aldebaran}
Comenzó a llorar y yo me quedé simplemente confundido por el cambio de matices tan radical que se llevó a cabo. No quise decir nada aún cuándo mis impulsos casi me apuñalaban el corazón por decir algo. Ella había mal entendido mis palabras y ahora con sus lagrimas rodando y mi boca callada por su pulgar no me quedó otra cosa más que escuchar.
-Dayanara...- y me callé, ella siguió hasta que me hizo una pregunta que no tardé en responder -Le preguntaría si lo hizo con amor- no mentí, fui sincero -No has deshonrado a nadie, no ante mis ojos... No soy yo alguien para juzgarte- cerré mis ojos y di un paso al frente.
-Lo que pasó aquí, ahora... No es para mi un objeto de colección, tampoco algo que fuese a la ligera para mí... Dayanara, no me creas alguien tan maldito y cruel cómo para jugar contigo y si me preguntas a cuántas mujeres he besado o siquiera he tocado o conocido la respuesta siempre será la misma... No lo diré, no tengo memoria pues respeto esa intimidad-
Mis ojos se cerraron y di otro paso para quedar frente a ella. Le tomé de la barbilla para que nuestras miradas se juntaran de nuevo y con un titubeo en mi garganta pero claridad en mis palabras añadí -Si quieres puedes pensar que nada ha pasado aquí.. Si quieres puedes dejarme cómo una pesadilla en algún sueño camino a tu hogar.. Pero para mi... Ese beso fue real.. Fue especial.. Fue maravilloso-
-Dayanara...- y me callé, ella siguió hasta que me hizo una pregunta que no tardé en responder -Le preguntaría si lo hizo con amor- no mentí, fui sincero -No has deshonrado a nadie, no ante mis ojos... No soy yo alguien para juzgarte- cerré mis ojos y di un paso al frente.
-Lo que pasó aquí, ahora... No es para mi un objeto de colección, tampoco algo que fuese a la ligera para mí... Dayanara, no me creas alguien tan maldito y cruel cómo para jugar contigo y si me preguntas a cuántas mujeres he besado o siquiera he tocado o conocido la respuesta siempre será la misma... No lo diré, no tengo memoria pues respeto esa intimidad-
Mis ojos se cerraron y di otro paso para quedar frente a ella. Le tomé de la barbilla para que nuestras miradas se juntaran de nuevo y con un titubeo en mi garganta pero claridad en mis palabras añadí -Si quieres puedes pensar que nada ha pasado aquí.. Si quieres puedes dejarme cómo una pesadilla en algún sueño camino a tu hogar.. Pero para mi... Ese beso fue real.. Fue especial.. Fue maravilloso-
Aldebaran Ballester- Realeza Española
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Re: Un escape que me acercó a ti {Aldebaran}
Respiré profundo aceptando sus palabras. Empero, al mismo tiempo las negaba. No quería que se tratara sólo de un sueño pero comprendía que de pedirle algo más sería ser egoísta.
―No le puedo juzgar. No le acuso ni le espeto que haya jugado conmigo. Porque no lo sentí así, sé que ha sido sincero conmigo. ¿Sabe por qué? Porque mi corazón me lo dice, posiblemente es tonto pero es certero.
Busqué sus ojos, una última mirada antes de partir, de irme. No de París, pero sí de ese jardín. Alfonso no estaba bien y segura buscándome y lo menos que quería era enemistarme con Aldebaran. Pese al amor que haya le había entregado, se me había enseñado a proteger a los míos y eso incluía a mi compañía y aunque celara de ello Aldebaran, también contemplaba a Alfonso.
―Esto para mí nunca será una pesadilla, tampoco un sueño―llevé mis manos al corazón sin apartar la vista de sus encantadores ojos―, será el más hermoso recuerdo que seguramente tenga en la vida. No creo que cualquier mujer pueda olvidar a su primer amor, eso sería un crimen―sinceré con una sonrisa.
Volví a entregarme a él, descargué el peso de mi cuerpo sobre su pecho para sentir una vez más su abrazo y cerré los ojos. Sonreí, guardando el olor de su húmedo cuerpo, el tacto de sus manos. Recorrí con mis dedos su cuello hasta lo que su camisa podía permitirme tocar y luego cogí sus manos, fuertes, grandes; todo en él era perfección. A mis ojos lo era.
―¿Sabes cuál sería mi mayor deseo?―me aparté de él para que pudiera verme a los ojos―que fuera tuya, que fueras mi esposo y formemos una familia, suena tan hermoso. Pero te quitaría tu libertad, te encerraría en una jaula como lo van hacer conmigo y nunca me lo perdonaría. Creo que la vida que llevas te gusta, por eso siempre brillan tu ojos, escuchar matrimonio seguro te ha de revolver el estomago― solté una risa y me arrojé a sus labios, a besarlo nuevamente.
―No le puedo juzgar. No le acuso ni le espeto que haya jugado conmigo. Porque no lo sentí así, sé que ha sido sincero conmigo. ¿Sabe por qué? Porque mi corazón me lo dice, posiblemente es tonto pero es certero.
Busqué sus ojos, una última mirada antes de partir, de irme. No de París, pero sí de ese jardín. Alfonso no estaba bien y segura buscándome y lo menos que quería era enemistarme con Aldebaran. Pese al amor que haya le había entregado, se me había enseñado a proteger a los míos y eso incluía a mi compañía y aunque celara de ello Aldebaran, también contemplaba a Alfonso.
―Esto para mí nunca será una pesadilla, tampoco un sueño―llevé mis manos al corazón sin apartar la vista de sus encantadores ojos―, será el más hermoso recuerdo que seguramente tenga en la vida. No creo que cualquier mujer pueda olvidar a su primer amor, eso sería un crimen―sinceré con una sonrisa.
Volví a entregarme a él, descargué el peso de mi cuerpo sobre su pecho para sentir una vez más su abrazo y cerré los ojos. Sonreí, guardando el olor de su húmedo cuerpo, el tacto de sus manos. Recorrí con mis dedos su cuello hasta lo que su camisa podía permitirme tocar y luego cogí sus manos, fuertes, grandes; todo en él era perfección. A mis ojos lo era.
―¿Sabes cuál sería mi mayor deseo?―me aparté de él para que pudiera verme a los ojos―que fuera tuya, que fueras mi esposo y formemos una familia, suena tan hermoso. Pero te quitaría tu libertad, te encerraría en una jaula como lo van hacer conmigo y nunca me lo perdonaría. Creo que la vida que llevas te gusta, por eso siempre brillan tu ojos, escuchar matrimonio seguro te ha de revolver el estomago― solté una risa y me arrojé a sus labios, a besarlo nuevamente.
Dayanara Montero- Realeza Española
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Fecha de inscripción : 21/08/2014
Re: Un escape que me acercó a ti {Aldebaran}
Me abrazó y yo le abracé, la envolví en mí cómo si se tratara de una hermosa ave de la cuál quisiera cuidar sin escatimar en la voluntad por su bienestar. Quisiera ahí mismo mantener la ilusión, ese sueño en el que estábamos volando juntos, sin embargo... No era real.
Ella me empezó a tocar y yo solamente me quedé ahí respirando y embriagándome con su perfume, con su esencia tan inocente, tan tierna, tan... Tan ella -Dayanara...- susurré cuándo ella sujetó mis manos, luego simplemente le vi a sus hermosos ojos.
-No... No digas eso- me apresuré a contestar una vez que me hizo ver sus propias ilusiones, sus deseos y anhelos... Ser el primer amor de ella fue algo que regresó a la vida todo mi cuerpo, que me recordó el que estaba vivo, ahí, ahí mismo... -Construir una familia a tu lado sería algo verdaderamente bello... Compartir mi vida contigo suena tan perfecto- sonreí de lado a lado, le acaricié la mejilla y luego besé su frente.
Por un momento lo medité, por un segundo creí en la posibilidad de salir corriendo con ella y perdernos para así volver realidad esa ilusión.
Mi rostro cambió, mis ojos se cerraron y esa sonrisa se borró de golpe una vez que recordé algo que me impedía hacer eso y muchas otras cosas más... Él.
-Pero no puedo... Me encantaría... Pero...- No podía decirle la verdad, no podía decirle que no hay futuro conmigo pues mi deber y mi juramento es tan fuerte que mis principios me prohíben romper con lo que yo mismo me prometí: Cuidar de las calles...
-Pero no puedo- repetí, sentencié y agaché la cabeza con el alma destrozada... Por más que desee vivir una vida normal con una hermosa y excelente mujer cómo ella, tener hijos, volver al atardecer para recibir un beso de sus labios... Simplemente es imposible, no con el manto del Caballero de la Noche sobre mi.
-Discúlpame... Dayanara-
Ella me empezó a tocar y yo solamente me quedé ahí respirando y embriagándome con su perfume, con su esencia tan inocente, tan tierna, tan... Tan ella -Dayanara...- susurré cuándo ella sujetó mis manos, luego simplemente le vi a sus hermosos ojos.
-No... No digas eso- me apresuré a contestar una vez que me hizo ver sus propias ilusiones, sus deseos y anhelos... Ser el primer amor de ella fue algo que regresó a la vida todo mi cuerpo, que me recordó el que estaba vivo, ahí, ahí mismo... -Construir una familia a tu lado sería algo verdaderamente bello... Compartir mi vida contigo suena tan perfecto- sonreí de lado a lado, le acaricié la mejilla y luego besé su frente.
Por un momento lo medité, por un segundo creí en la posibilidad de salir corriendo con ella y perdernos para así volver realidad esa ilusión.
Mi rostro cambió, mis ojos se cerraron y esa sonrisa se borró de golpe una vez que recordé algo que me impedía hacer eso y muchas otras cosas más... Él.
-Pero no puedo... Me encantaría... Pero...- No podía decirle la verdad, no podía decirle que no hay futuro conmigo pues mi deber y mi juramento es tan fuerte que mis principios me prohíben romper con lo que yo mismo me prometí: Cuidar de las calles...
-Pero no puedo- repetí, sentencié y agaché la cabeza con el alma destrozada... Por más que desee vivir una vida normal con una hermosa y excelente mujer cómo ella, tener hijos, volver al atardecer para recibir un beso de sus labios... Simplemente es imposible, no con el manto del Caballero de la Noche sobre mi.
-Discúlpame... Dayanara-
Aldebaran Ballester- Realeza Española
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