Haciendo Trampas [Nimue Bellamy]

Recuerdo del primer mensaje :

No llevar ni dos días en París, y ya parecía que Emhyr le había cogido el truco a aquellas calles por las que caminaba.

Creer que su francés era malo, hizo que al principio se echará atrás a la hora de atreverse con al gente, y de empezar sus pequeños espectáculos ambulantes, donde el sonido de la guitarra española y la magia absurda inundaba las calles atrayendo a todo tipo de público de cualquier clase. Pero no, la lengua no le complico las cosas, incluso su leve acento se dejaba llevar entre el sonido de aquel idioma que incluso podía disimularlo. Lo que no disimulaba su extranjería, eran sus facciones orientales, incluso su ropa, a pesar de ser humildes y no llamar mucho la atención, no era lo que precisamente vestían en París, ni los más pobres.

Sería fácil sobrevivir en aquel entorno, donde con un simple truco de cartas ya llamaba la atención al más insensato, que por creer la buena suerte y en la diosa fortuna, se dejaba los bolsillos apostando con cada uno de los truco que beneficiarían al desterrado.

Había llegado la hora, otro día más, en el que la nocturna había desterrado al día, y a pesar de estar en verano, la temperatura no era tan alta como en las tierra de Andalucía, último hogar fijo de Emhyr.

La noche, el llamado momento de la melancolía por algunos, pero allí y siguiendo el rumor, no era así, sino era el momento de la vulnerabilidad, del peligro, y de lo oculto. Aunque para algunos mortales era la hora en la que podían saciar sus vicios sin que otros lo estuviesen vigilando.

Para Emhyr era la hora de su búsqueda, ya que, el objetivo de viajar hasta París era encontrar su obsesión particular y aquella que le había dejado cicatrices en su piel, y dejado con vida sin explicación alguna. Vampiros, era lo que ha Emhyr tanto le llamaba la atención en su pequeño mundo sobrenatural, era algo curioso que debía descubrir aunque su vida estuviese en juego, y esa ambicionada inmortalidad.

Sus manos barajaron aquellas cartas españolas, mientras apoyaba su espalda en un muro, su gesto era entretenido y sus dedos con habilidad sacaban hacían aparecer de la nada alguna carta descarriada que él contemplaba largamente, como si quisiese descifrar algo en ella, con si leyese en un libro algo interesante lleno de significado.

Una sota de oro entre el azar apareció en sus dedos, los labios de Emhyr se curvaron creando una divertida sonrisa, ya que le hacia gracia la casualidad de la carta y lo que, en los bajos fondos solía significar aquella carta.

Emhyr mientras hablaba sus ojos intentaban mirarla, pero luego estos los volvió hacia el techo, así permaneciendo quieto, e intentando distraerse esperando la primera punzada de dolor.

-Mejor no la temas, ¿tan lamentable es mi aspecto?

Dijo riendo, teniendo de donde ella permanecía y con la gente con la que él se movía, no le pareció una impertinencia por su parte el preguntarle por su cuerpo. Era normal, aquellos, más bien aquellas que habían conseguido verle el torso desnudo se había impresionado por las marcas de las mordeduras y por los tatuajes.
Unas se habían echado atrás respecto a él, tachandole de brujo o hechicero, al fin y al cabo Emhyr lo era a pesar de que lo ocultaba y ya se acostrumbraba a espantar a la gente respecto a sus mordeduras. Aquellas mordeduras, fue el principal motivo por el que lo echarán de su antiguo grupo, aquellos gitanos con los que convivian cuando vivía en España. Eran superticiosos y temerosos de la causa de aquellos mordeduras, vampiros, y hacían bien en temer.


-¡Auch! -La primera queja, venida por la introducción de la aguja. Un gesto incomodo se mostro en su rostro y sus mandíbulas se apretaron. Suspiro, aguantando aquella incomoda sensación, cerrando los ojos hasta que sintio que ya paraba.

No se porque, pero en su interior se dió cuenta que hacía cuanto tiempo que nadie le cuidaba lo mínimo, era un sensación rara, que alguien se preocupase por su estado a pesar de que no sabía si era por interés o por gusto, las dos posibilidades quedaban al aire, pero al fin y al cabo un cosquilleo de bienestrar quedo en su interior.

-Va, no me muevo de aquí. -Dijo suavemente, mirando el techo y aun perdido en sus pensamientos. -Más bien me lo han hecho tus amigos, no se el motivo exacto ni que le hicistes a ellos. Tampoco quiero meterme en lo que hagas con tu vida, solo fue la casualidad yo estaba allí tu estabas allí y paso lo que paso.

No sabía porque ella esperaba a que él se enojase o algo, pero Emhyr no era quien se enfadaba por nada, solo creía en las casualidades y que todo aquello había ocurrido por algo, además no podía estar enfadado a causa de aquel cosquilleo que causaba biniestar en su interior.

-Además, no me has dejado tirado, estas aquí cuidandome y dandome una cama. -

La observo tumbarse en el suelo, Emhyr se incorporo sintiendo la tiradez de los puntos y la venda. Quedando sentado sobre la cama, mirando su abrigo junto a él luego comenzo a buscar dentro de sus bolsillos que aquella pregunta le abordo.

La seriedad apareció en su rostro. De repente recuerdos sueltos, recuerdos confundidos entre la realidad y la inconciencia se removieron en su mente.

Sus labios rozando su piel, el doloroso placer de cada mordida, sus ojos inmortales hipnoticos y apetecibles, la debilidad de la perdida de la sangre, el pedir más sabiendo que la muerte se encontraba entre los brazos de la criatura nocturna.

Sus ojos estaba allí fijos en otra parte, hasta que aparecieron repentinos en la habitación. Su respiración se contuvo, y palideció recordando, luego se volvio a ella y le sonrio disimulando y soltando el aire.

-Me atacaron unos...

"Piensa rápido Emhyr piensa rápido..."

-..unos... unos animales salvajes...-Suspiro, mientras sacaba una pipa de madera de uno de sus bolsillos, esta estaba tallada por si mismo y tenía corte oriental. Se quedo un rato mirandola y luego recordo que no tenía cerillas ni tabaco para prepararla, la había gastado el día anterior. Blasfemo mientras volvía a guardarla.

-Oye no tienes porque dormir en el suelo, creo que cabemos aquí los dos. A no ser que te de cosa de dormir con un hombre, o creas que te vaya hacer nada mientras duermes. -Pronto desvió el tema, burlon. -Yo no haré nada que ti no quieras, así que estate tranquila.-Rió.

Escuché las palabras que tenía que decir. Sabía a ciencia cierta que recordar cosas del pasado era doloroso, sobretodo cuando tenías un presente y un futuro de delincuente por culpa del pasado. Preferí ante su reacción ignorar el tema y me obligué a mi misma a prometerme que jamás volvería a preguntar por el pasado o por los actos de nadie. Esperaría paciente a que la persona en cuestión decidiera contármelo.

El sonido de sus movimientos hizo que mi cabeza se girara al tiempo de ver como buscaba algo en su abrigo, una pipa de madera que pronto guardó. De todas maneras no estaba permitido encender fuego en la pensión. Jalim temía a los incendios, los cuales en una ocasión me contó, le costó todos los ahorros de una vida para reformar el edificio.

Las palabras de Emhyr me sorprendieron, un leve rubor tiñó mis mejillas de rojo, sentía el calor de la sangre en esa zona de la cara, pese a que había vivo prácticamente toda mi vida con un hombre, jamás había osado meterme en cama de uno hasta hacía bien poco y por cuestiones de supervivencia. Pero debía reconocer que, la oferta era demasiado tentadora, tenía el cuerpo molido por el esfuerzo que había realizado y dormir en el suelo solo empeoraría las cosas.

-Si no te importa meter en la cama donde vais a descansar a una ramera ladrona y música de calle, desde luego a mi no me importa dormir con un hombre malherido que lo único capaz de hacer sería quedarse tumbado mientras duermo a su lado. A demás, tengo el sueño ligero y cualquier movimiento extraño te costaría otra herida y eso significa que volvería a coserte.-dije casi riendo por los pensamientos que se iban sucediendo uno tras otro.-Pero yo no soy la que debería preocuparse por lo que me vayas a hacer. Al fin y al cabo el único indefenso en este momento y en este lugar eres tu.- me reí del comentario que había hecho, aun que no tuviera gracia. Creo que más bien me reía por nerviosismo.

Me levanté intentando no mirar directamente a Emhyr -ya que temía ponerme tan roja como mi cabello- y me quité los viejos zapatos que llevaba puestos y me despojé del vestido quedando en ropa interior (bastante desgatada) cogí un cepillo que tenía en un pequeño y derrocado tocador y me cepillé la melena, tardé varios minutos en mentalizarme para lo que iba a hacer: meterme en un cama a dormir con un completo desconocido que además, estaba herido. me di la vuelta y enfrenté directamente el problema.

-Venga corderito, hazme un lugar en tu lecho.- dije sonriendo mientras me acercaba a la cama.

-Con peores personas he dormido. -Sonrió pensando en sus infinidades aventuras. -Y no para dormir solo.

Levantandose de la cama, con el abrigo entre las manos lo dejo a un lado de la habitación, así se agacho precavidamente para tomar su camisa. Volviendo a la cama, esperando a que ella se acomodará mientras observo la mancha de sangre.

"Vaya será dificil sacar esta mancha."

De nuevo se sento sobre la cama, y no como ella le evitaba.

-Creo que me arrigaré a obtener otra herida, esta noche. Oye, ¿oye te incomoda que duerma sin la camiseta? Es que esta toda manchada.

Penso que no era formal dormir con una mujer sin llevar nada tapando su torso. Aunque en la sociedad de aquel siglo, no era tampoco formal dormir con uan mujer en una misma cama sin no haberse casado antes o algo por el estilo, pero no se consideraba normal dentro de aquella sociedad y al no pertenecer a una clase alta, tampoco le importaba las típicas normas de cortesía.

Sin poder evitarlo de reojo Emhyr observo como ella se desvetía, y como comenzaba a peinarse, mientras decidía tumbarme a la cama a esperarla. Aunque seguía sin apartar los ojos de ella, Emhyr ligeramente se dió cuenta que se había quedado un momento con la mente en blanco y por ello rápidamente desvió sus ojos al techo.

-Tú lecho, corrijo. Aqui tienes tu hueco.

Sonreí,. Aquel chico sabía dibujar infinidades de sonrisas en mi boca. Era extraño ya que yo , acostumbrada a sonreír bajo un disfraz tejido de falsedad, en aquel momento sonreía con total sinceridad. Estaba recuperando la calma en mi interior. Estaba empezando a estar en paz conmigo misma.

Me senté en la cama, la cual hizo un ruido al sostener el peso de ambos. yo puse los ojos en blanco y me tumbé, mirando al techo, con las manos puestas sobre el pecho, algo cohibida por la presencia de Emhyr, pero a gusto por la misma razón. Esa noche no tendría miedo de estar sola y ser asaltada, no tenía miedo, estaba segura de mi misma. Emhyr me y transmitía protección y eso para mi era un punto a su favor. Me convertiría con el tiempo en una persona débil si sentía que él tenía el deber de proteger a una muñeca rota como lo era yo.

-No te preocupes por la camisa, he robado suficiente dinero como para comprar unas cuantas y algún que otro vestido de segunda mano en una tienda que hay por aquí cerca.- suspiré- Tengo que decirte que aun que se lavar mejor que nadie, la sangre que tiene no va a saltar. Si le tienes aprecio , temo decirte que tendrás que despedirte de ella.

Quedé unos segundos en silencio, meditando por las palabras que había dicho.

-¿Eso de que has estado con peores personas quiere deir que antes de venir aquí eras un estupendo cortés de damiselas?- pregunté con la más buena intención. Esa noche no tenía ganas de dormir.

-Pues adiós camisa... -Dijo lanzandola hacia el abrigo, mientras se incorporaba un poco, sintiendo un doloroso tiron solo hizo gesto, no el sonido.

"No debería haber echo eso"

Mientras se echaba de nuevo hacia atras para tumbarse, escucho el ruido producido en la cama al ella apoyase en esta. Sonrió.

Un silencio incómodo se hizo, cuando ambos ya estaban tumbado en la cama y ella hizo aquella pregunta.
Emhyr se sonrojo un poco sin querer, no solía hablar de sus conquistas, había tenido épocas en las que había sido bastante mujerigego, pero parecía que París lo había calmado ciertamente, o más bien desde que recibió aquellas mordedura. Aunque eso no le había quitado el haber pasado alguna noche rápida con un hola y un adiós de alguna desprevenida. Había de admitir que no le costaba aquello del hola y adiós, nunca se había enamorado.

-Ehh... -Emhyr carraspeó pensando su respuesta. No sabía que decir. -Bueno no sé, ellas juzgarán... No me paso la vida detrás de mujeres. Solo lo que ha surgido... Y ya esta. Mirala ella curiosa, seguro que ella tendrá algunos pretendientes...

Escuché sus palabras y reí por todo lo alto, si algo siempre se me había dado bien era conocer a las personas a través de sus mentiras. Tenía la sensación -o más bien la certeza- de que sus palabras me llevarían al fondo de alguna entramada relación con el pecado más cruel de todos: la lujuria.

Sin embargo pronto mi rostro se volvió sería, mi mirada se perdió en el techo y sentí una fuerte punzada en el pecho. el inconveniente de preguntar es que luego podrías tener que responder tu la misma pregunta.Recordé el frío de la mirada de Calé y sus besos brutos y sin sentimientos, recordé como, antes de marcharme le había entregado mi corazón sin que él lo supiera.

Pero ahora, en aquel momento no sentía la punzada de dolor por haber perdido a alguien a quien quería -y mucho además- si no por no haber sido nada para nadie. Ni si quiera para los que preferían mis servicios esporadicamente antes que los de una cortesana verdadera.

-No, nadie me ve como una mujer.- dije secamente.- Todos me han visto siempre como una niña indefensa que necesita robar para subsistir, en cierto modo tienen razón.Los únicos que piensan en conquistar mi corazón, o mejor dicho, mi cuerpo, son hombres borrachos que buscan el calor de una mujer fuera del hogar ya que allí no la encuentran. Aún así muchos terminan por dormirse antes de que yo pueda hacer algo debido al alcohol. Soy un corazón solitario.- añadí con una sonrisa, no quería ponerme melodramática en un momento como aquel.

Sentía la tirantez de los puntos que bajo la venda crujían debido al menor movimiento del cuerpo de Emhyr. notaba el calor que emanaba su cuerpo moreno lleno de cicatrices y tatuajes. La respiración acompasada. Los latidos de mi corazón.

-Pero bueno.- dije rápidamente para desviar mi mente de todo aquello que podía hacer más débil de lo que ya lo era.- Tampoco es que yo haya hecho para tener pretendientes, mi vida es demasiado ajetreada para pensar en eso.

Sus ojos dejaron de mirar el techo, y su rostro se volvio al de ella, moviendo un poco su cuerpo para acomodarse como podía en aquella cama, para mirarla mientras hablaban. Emhyr tuvo todo el cuidado con su hombro herido, penso que el podría acelerar la curación si quería evitandose la angustiosa sensación que iba a vivir en aquella noche. Pero no tenía ni las fuerzas para algun conjuro ni los medios necesarios.

-Dudo que una niña indefensa pueda sobrevivir en las calles... Aunque la verdad, ¿qué edad tienes? Comparada conmigo, que estoy echo casi un viejo... -Su mano tomo su barbilla de manera atrevida, he hizo gesto de examinarla. Con sus palabras volvió a bromear, intentando sacarle una sonrisa. Él era así simplemente y más si se sentía agusto junto a alguien, que era nunca y el ahora era un gran excepción-... Yo podría considerarte una niña y no lo he hecho.

Aquello último se alejo de las bromas, y tomo un tono más serio, sobre todo cuando escucho aquello de los que solo buscaban su cuerpo. Había de admitir que él había tenido sus temporadas de ser un mujeriego. Él nunca había buscado enamorar a ninguna mujer cuando tenía la oportunidad, y ocasión de pasar una noche compartiendo el cálido lecho, si era un lecho lo que encontraba esa noche. Tampoco solo buscaba el poseer sus cuerpos, exactamente, no sabía exactamente lo que buscaba, nunca había llegado a enamorarse, pero no desechaba la idea de recibir calor y compañía, incluso diversión.
Solo eran ocasiones en lo que él esperaba que se le entregase lo mismo que él entragaba, a veces vacías y sin sentido, pero aquello tampoco el importaba. Además que siempre ignoraba si había llegado o no romper algún corazón (siempre existían excepciones), ya que siempre desaparecía centrado en su camino y sus objetivos, una actitud egoísta que no llegaba a pinchar lo suficientemente fuerte su conciencia.

-Nuestras vidas son complejas, es lo que nos ha tocado.

"Aunque yo podría haber continuado con mi situación"

Un silencio largo se hizo, y Emhyr volvio a tomar la postura anterior para mirar el techo.

-Tengo diez y siete años.- dije con un suspiro.- Y después de decírtelo me tratarás como una infante indefensa. pero si logro sobrevivir a las calles es porque siempre e tenido a un viejo como tu a mi lado.- quería apartar de mi mente todo el dolor que había sentido y que sin duda nunca desaparecería. -Pero si te digo la verdad no eres mucho más viejo que la persona que a cuidado de mi toda mi vida. ¿Tienes veinticinco? ¿Treinta? tu rostro es el de un niño maduro.- y era cierto, ya que su rostro tenía una expresión bastante infantil, al mismo tiempo madura, era diferente a los rostros parisinos, era realmente bello y atractivo, pero aún así sus facciones reflejaban fugaces rasgos de inmadurez.

Pero después, su ojos castaños y su cuerpo refinado me dieron a entender que aun que podría pasar perfectamente por un hombre de mi edad era mayor que yo.

-Sabes, las cartas que llevabas esta noche, una baraja española me has dicho. Podrías enseñarme algún truco con ellas. Seguro que podré conseguir una baraja yo también y así podré sacar un dinero extra para comprar ropa y comida y pagar esta dichosa pensión.

Me giré en la cama para mirar el cuerpo herido de Emhyr, cada vez que le miraba me convencía más a mi misma de que aquello que pasaba por mi mente era demasiado pecaminoso incluso para mi. Pero tenía que cambiar de conversación, tenía que sonreír y tragarme todo el dolor y evitar preguntas que luego rebotarían hacia a mi y que no me gustaban contestar.

-Veintisiete, ya veo como has sobrevivido todo este tiempo. -Penso en su anterior acompañante, a saber lo que le había ocurrido o si le había abandonado.

"Muy típico"

Le miro con cara de ofendido cuando le dijo ella lo de "cara de niño", luego penso en preguntarle por su acompañante, pero tampoco iba a entrometerse en aquellos temas, solía ser mas silencioso de lo que estaba siendo estan noche, pero aquello no le quitaba el ser discreto.Además su atención se desvió en cuenta ella apelo a las cartas, y eso hizo que Emhyr pensase que algunos trucos no podría enseñarle, ya que algunos de estos no iban vinculado con la habilidad de sus manos, sino con la propia y bien disimulada hechicería.

-Llevo varias barajas, encima la verdad, no importa de que tipo son exactamente para los trucos, así que cualquiera que encuentres te servirá. Pero te avisó, no es fácil, son años de practicas, y aun día tras día tengo que seguri practicando para no perder la habilidad en las manos. También podría enseñarte a echar el tarot, pero, no se, eso ya me lo pensaré.

Emhyr se quedo en silencio, cuando de nuevo volvió sus ojos a ella y noto como le miraba, conocía aquella mirada perfectamente en las mujeres. Siempre había sido muy observador y eso le había enseñado bastante a interpretar el lenguaje corporal de las personas. Pensó en la de veces que se había aprovechado de esa mirada, pero esta vez dudaba, así que decidió ser descarado e intentar sacarle los colores a aquella chica.

-Mmm... ¿Te desagradan las cicatrices? -Comenzo con aquella pregunta, aunque por la mirada de ella, se veía que era todo lo contrario.

-Bueno, da igual que tarde meses , días incluso años si algún día puedo utilizar tus enseñanzas para sobrevivir y sacarles todo el dinero posible a la gente que le sobra y no lo comparte- dije medio bromeando medio en serio.

En realidad, quería robar todo el dinero posible para aparentar se alguien de la alta sociedad y de aquel modo aspirar a unos hurtos mayores o incluso quien sabe si casarme con algún hombre adinerado. Eso solucionaría toda mi vida, pero no estaba muy segura de que me diera la felicidad, por eso mis todavía no había dado el paso ni me había decidido a enamorar a ningún hombre en concreto. Mis sentimientos se contradecían con mi forma de ser.

Lo que dijo Emhyr hizo que me sonrojara más de lo que siempre me permitía sonrojarme. Se había dado cuenta de como le observaba y aquello era un error cometido por mi parte. Tuve ganas de levantarme y salir corriendo por mi impertinencia. Pero en vez de eso me quedé mirándole fijamente intentando dar una respuesta coherente a su pregunta.

-No es que no me gusten las cicatrices, pero pienso en que han debido doler bastante. Dios me a dado una suerte y protección que no merezco porque sin ninguna duda algo así podría pasarme a mi en cualquier momento. La cantidad de animales que hay por la zona donde solía vivir es muy alta y no solo eso, también podría acabar muerta algún día por los errores que puedo cometer con las personas.-La respuesta hubiera sido bastante convincente si no hubiera sido por que ni yo misma me creía esa mentira.

Si, me gustaban las cicatrices, a Emhyr le daban un toque místico , era como una marca que le caracterizaba, algo que podría llegar hasta admirar por la fortaleza de su cuerpo y de su mente. Tragué silaba.

-No quiero ofenderte, pero me impresiona de verdad.

"¡Y Tanto que me impresiona!" pensé en mi fuero interno. La verdad es que aquel chico era todo un misterio y por eso me quedaba embelesada mirando cada rincón de su cuerpo, intentando penetrar también en lo más profundo de su mente y de ese modo saber que hacía en París y que le había pasado realmente en su vida.

Emhyr noto como ella se sonrijaba, sus labios dibujaron una sonrisa involuntaria, luego silencioso escucho su justificación. Una de sus deja se alzo levemente con gesto irónico, al escuchar aquella respuesta que no llegaba a convencerle.

-Ah, vale. Creía. -Pauso, y luego le dio un golpecito en la nariz suave. -¿Sabes que estas roja?

Emhyr rió, estaba claro, su observación había acertado respecto a aquella mirada que no paraba de lanzarle su compañera. Él conseguir sonrojarla, y aquella respuesta que no le convencía le había dado la señal. Al menos no era descarada, otra mujeres no solo le habría mirado de aquel modo, sino ya se le hubiese lanzado, aunque a Emhyr no le hubiese importado sinceramente.

De nuevo penso en aprovechar aquella ocasión, y las dudas también surgieron. Se sentía cansado, entonces se le ocurrió una picaresca idea.

-Creo que deberíamos dormir. -Sugirió, susurrante.

Incorporándose un poco de lado, alzo una de sus manos y sus dedos acariciantes recorrieron el rostro de ella, precavido en primer lugar. Luego se inclino su rostro y arriesgandose recibir el rechazo, rozo sus labios con los de ella levemente, acariando sus labios con los de ella, dandole un corto beso.

-Buenas noches, o casi días. -Le susurro con una sonrisa pícara.

Volviendose a tumbar de lado, le dió la espalda, sonriendo para sí, quedandose tan ancho con lo que acaba de hacer.

Al recordarme lo roja que estaba, todavía me sonrojé más. ¿Se aprovechaba de mi inocencia solo por pura diversión? Me indigné, o más bien me enfadé conmigo misma al demostrar cualquier tipo de debilidad o interés hacia alguien. Pero no iba a darme por vencida, de modo que en mi fuero interno decidí relajarme , entrar en un estado de meditación para que palabras y sus actos no afectasen los más mínimo a mi pecaminosa mente.

-Si estoy roja es porque tu has buscado que esté así.- reproché casi con un murmullo.-Y si deberías dormir, estás herido y eres un hombre yo tengo que vigilar para que no hagas nada.- dije entornando los ojos y dibujando en mi rostro una expresión de desconfianza, desconfianza que en realidad no tenía hacia él.

Cual fue mi sorpresa al sentir sus abrasadores dedos recorriendo mi rostro, me quedé -literalmente hablando- paralizada, casi sin aliento al encontrarme cara a cara con sus labios. unos labios que por un momento había pensado que eran irresistibles. Pero que después de ese beso pensé que eran demasiado insolentes. Su beso sin embargo, no había demostrado brutalidad como Calé expresaba con ellos. No, para nada, no podía comparar ambos hombres, ni ambos sentimientos ni sensaciones que hacían crecer en mi interior. Mi corazón acelerado iba a salirse del pecho, me quedé en blanco sin saber que hacer o que decir.

Por un lado me hubiera abalanzado sobre él como un tigre se abalanza sobre su presa, ni el cansancio ni sus heridas hubieran servido como excusa para que no deshaogara toda mi rabia y frustracios sobre su cuerpo. Pero eso hubiera pasado si hubiera sido yo el hombre y ´él la mujer, pero como mujer debía hacerme de valer. Yo no era ninguna cortesana, ninguna chica a la que un simple beso la enamorara . Había abandonado a Calé por ello y temía que Emhyr con el paso del tiempo me tratara de la misma forma.

-Si, buenas noches...- dije intentando controlar los impulsos de mi cuerpo por devolverle el beso, y las palabras de mi boca que deseaban con toda fuerza salir y blasfemar a todo lo sagrado que había y por haber.

Quise darme la vuelta, pero en vez de eso me quedé con la mirada fija en la espalda de Emhyr. ¿Que le había motiva a hacer aquello?

-¿Lo haces para robarme todo el dinero que hay en la habitación?¿O solo para quedarte satisfecho contigo mismo?- le pregunté algo preocupada por la situación. Quizás me preocupara demasiado por un simple beso. Quizás de donde el venía las buenas noches se dieran así, aun que sinceramente lo dudaba y mucho.

Allí permaneció Emhyr tranquilo, tumbado dandole la espalda, con los ojos cerrados un suave sonrisa.

Escuchando con atención sus palabras, supo que la había ofendido, incluso enojado, pero él ya había pensado en las consecuencias de sus actos, podía esperarselo, aunque se esperaba una buena bofetada o algo por el estilo, no otro silencio largo que se hizo.

El silencio continuo incluso con sus palabras y la sonrisa se esfumo, Emhyr continuo con los ojos cerrados, con su respiración tan serena y tranquila, de vez en cuando recordaba el dolor de la herida, pero no era nada que lo asaltase.

Luego penso que era comprensible que ella desconfiará de él, ciertamente él estaba siendo confiado con ella, extrañamente confiado, de todas maneras si estuviesen en la situación inversa no le hubiese preocupado el dinero, le hubiese preocupado mas otras pertenencias y ni eso. Solo le hubiese preocupado el continuar con vida, eso solo era lo que necesitaba continuar con vida, y obtener el objetivo de su viaje a París. La inmortalidad.

-Lo dudo, ¿para que querría tu dinero? Nunca robo, como mucho estafo, pero el dinero no me dice nada ni me mueve, y tampoco me gustaría nunca enriquecerme... -Dijo sususurrando, serio, en su tono de voz no había nada de enojo, simplemente calma y suavidad. -Más bien al contrario, quería concederte esa satisfacción, aunque sin quererla yo también me la he ganado.

De nuevo, hablo sin tapujo, otro de los problemas de Emhyr, no podía callarse, no podía evitar decir la verdad. Prefería callar antes que mentir.

-Si satisfacción...- no pude evitar reírme, el enfado conmigo misma se había esfumado.- Emhyr, si crees que un simple beso iba a satisfacerme estás equivocado.necesitaras mucho más para hacerlo. Tu y cualquier hombre.-me moví un poco en la cama intentando acomodarme en el poco espacio que teníamos, ya que quería dejar que Emhyr tuviera el máximo espacio posible y de aquella manera no rozar su herida. Pero fue un error por mi parte intentar moverme porque gracias a aquella estúpida consideración mi cuerpo rozó el suyo. No lo hice a propósito, pero debía reconocer que la textura de su piel morena dejaba a cualquiera sin sentido.

-Pero has de saber que aun que me e quedado bastante satisfecha. Al menos no me tratas como a una niña. ¡Gracias dios por enviarme a este ángel!- dije alzando un poco la voz con una sonrisa en los labios.-No estaba enfadada porque me besaras, estaba sorprendida, nada más.Me sorprenden muchas cosas en la vida y tu has sido la mayor sorpresa.

El estaba de espaldas a mi, sin embargo yo me había puesto de lado mirando su figura fijamente. Extendí un brazo y acaricié su espalda, era algo que siempre había querido hacer y ahora tenía la oportunidad.

-Buenas noches, días.- terminé por decir con una sonrisa. Paré de tocar su espalda y cerré los ojos. Aun que no iba a dormirme, no quería despertar y saber que él se había marchado, prefería estar despierta y matarle si intentaba irse.

Ni un centímetro se movió de donde estaba, paciente solo la escuchaba con loa ojos cerrados, aunque no pudo evitar abrirlos un instante mirando a la nada, pero con la mente atenta a ella.

Era lógica la insatisfacción, para él también lo era. De nuevo cerro los ojos, para luego abrirlo, ya que lo hizo al notar como ella se movía y sin quererlo rozaba su cuerpo. Algo salto en su interior repentino e hizo que se tensaran sus musculos levemente.

Sus palabras le hicieron sonreir satisfecho, al menos alguien se alegraba que estuviese en aquel país extranjero, penso, hacía ya tiempo que no tenía ni compañía la terminaba repeliendo a causa de sus cicatrices. Y aquello era algo que echaba demasiado de menos como para rechazarlo, y más una compañía como la de ella, una curiosa compañía.

De nuevo sintió su mano recorrer su espalda, sus musculos antes tensados se relajaron, pero su piel tatuada no pudo evitar notar un escalofrío.

De repente recordo aquellos dibujos que emergian de uno de sus hombros; palabras en diferentes idiomas, los idiomas de los lugares en los que había estado, formandp así una figura compleja e incompleta, podía leerse la misma palabra una y otra vez "maktud" en letras árabes, "esta escrito" en castellano... en diferentes idiomas. Recordo que aquella palabra no la tenía en francés escrito, debía de añadirla a al colección.

-Mmm...-Le respondió cuando le dijo "buenas noches", y lamentando que ella deshaciera el contacto.

Con tranquilidad cerro sus ojos y se dejo invadir por el cansancio y el manto de morfeo, el mero hecho de estar tan tranquilo y en una cama, una blanda cama despues de años sin rozar una, le causaba ya aquel sueño.

Se durmió. O al menos eso creía. Su respiración se había vuelto acompasada, su cuerpo emanaba más calor de lo normal. Se quejaba de vez en cuando al hacer algún movimiento. Soñaba, probablemente con su pasado y su futuro. Yo no iba a interrumpir ese sueño placentero ya que si lo que decía era cierto. Aquella era la primera noche en mucho tiempo que descansaba en una cama, seguro y a gusto.

Su compañía me abrumaba, sus palabras y sus actos que los demás calificarían como actos humanos y de poca importancia para mi habían significado mucho. Pero recordar que había puesto su vida en peligro me animaba nuevamente a abandonar a la persona que tenía a mi lado. Era eso o quizás mi miedo a sentir algo por el lo que me empujaba a marcharme de aquel lugar, al menos por un tiempo.

Me levanté sigilosamente, no quería alarmar a Emhyr, y dispuse todo para marcharme. Dejé sobre la mesa, un saquito negro con algunas monedas que le servirían para pasar unos días más en la pensión. Estaba segura de que Jalim se portaría muy bien con él y que su hija cuidaría sus heridas.

Sentí una punzada en el pecho al aferrar el macuto con la poca ropa que tenía y dirigirme hacia la puerta. me volví para echarle una ultima mirada a aquel hombre misterioso y cariñoso que se había topado conmigo por casualidad.

-Buenas noches Emhyr, gracias por todo.- susurré en el silencio de la noche mientras salía de la habitación. La puerta se cerró y con ella todos mis sentimientos.

Al bajar Jalim me preguntó preocupado que que había pasado ya que no solía salir a altas horas de la madrugada de la habitación. Yo le dije que no pasaba nada, pero que ya no era necesario que yo estuviera allí. Le pedí una hoja y una pluma que gustosamente me dio. Y escribí con letra no muy bonita lo siguiente:

"Querido Emhyr, el poco tiempo pasado a tu lado a sido esplendido. Me has dado nuevas cosas en las que pensar y en las que aventurarme. Desgraciadamente no soy una compañía lo suficiente buena como para estar a tu lado. Te e he puesto en peligro y eso es algo que no perdonaría nunca. Dios no quiera que te pase algo malo por culpa de mis palabras o mis actos. Seguro que algún día nuestros caminos volverán a cruzarse. Ese es mi más profundo deseo. Hasta entonces, cuídate."

Doblé el papel y le di instrucciones a Jalim. Por la mañana Emhyr encontraría la cama vacía y una nota pobre y sincera de despedida.