Que Dios se lo pague (Privado)

por **Gabrielle A. Valois** Mar Sep 16, 2014 7:43 pm

A pesar del miedo que pudo haber sentido mientras el hombre cabalgaba, se sostuvo de su espalda con todas sus fuerzas, no quería terminar el piso y menos ser aplastada por una bestia como aquella. Escuchaba cada una de las palabras que el hombre le decía y hasta cierto punto su mente no podía realmente cuadrar en cada una de estas, se le hacía inverosímil que nadie nunca se hubiera fijado en ellos, él era guapo, aquél pensamiento la hizo sonrojarse un poco, además era todo un caballero y también sabía como hacer sentir protegida a una persona, era alguien del cual parecía fácil encariñarse, por lo tanto no podía creer nada de lo que decía, sin embargo estaba la idea de que él no mentía, no tenía razón alguna para hacerlo, por lo tanto, su ceño se frunció ligeramente intentando pensar por qué las mujeres eran tan tontas y entonces recordaba a su hermano y entendía todo o por lo menos un poco mejor. No quiso decir nada más durante el camino pues se le podía hacer de mala educación, él se estaba confesando, o al menos así lo sentía ella. Además de que el viento le golpeaba el rostro y era un poco incómodo, aunque al mismo tiempo, absolutamente liberador.

Bajó del caballo con sumo cuidado y se puso delante del hombre, con una sonrisa en los labios y tomó su rostro con las manos -Estoy segura que en algún momento ambos encontrarán a lo mujer que realmente les valore, no pierda las esperanzas- ahora sí podía sonreír, al menos estaba un poco más tranquila que momentos antes. Se puso en puntas y besó su frente como si fueran conocidos de hacía mucho tiempo -Hace muchas cosas buenas y dicen que siempre se compensan, así que no desespere- Soltó finalmente sus mejillas, que aunque estaban un poco rasposas, eran agradables al tacto. Miró la casa de arriba a abajo y suspiró, aún tenía algunas dudas, no quería meter a nadie en problemas pero tampoco tenía a ningún lugar a donde ir y el temor de ser encontrada sola, le hacía quedarse petrificada, no podía imaginar que alguien osara en ponerle una mano encima, eso haría que su hermano se enfureciera demasiado provocando más problemas que beneficios en realidad.

Se adentró en el lugar, pudiendo llegar a sentir aquél calor de hogar que hacía mucho no encontraba en ningún sitio, pero eso ahora no importaba, no daría muchas molestias -En cuanto pueda comunicarme con mi padre tenga por seguro que dejaré de ser una molestia...- insistía con aquello porque le causaba mucha vergüenza -Si usted gusta le podría llegar a ayudar con las labores del hogar- eso lo dijo casi de manera apresurada, tal vez esa sería una buena forma de pagar lo que harían por ella, pues estando sola en París había aprendido varias cosas que en casa no, como lavar, cocinar y barrer que eran tareas prácticamente esenciales.

por **Bran & Ben Chevalier** Dom Oct 26, 2014 11:06 pm

Quien le hubiera predicho que un paseo salvaje a altas horas en los bosques le darían la mayor satisfacción encontrar a una pequeña alma cuyo único pecado ha sido creer en los cuentos con los que duermen a los pequeños sus nanas, el único delirio con el que muchas señoritas y señoritos sueñan encontrar, el amor ideal y verdadero aquel que te entiende y te ayuda, el que te ama sin recelo, quizás de formas violentas o dulces pero que siempre está a junto a ti, solo por aquel pecado ahora se veía condenada al mayor de lo sufrimientos encarnados.

¡Vivir sin amor, no es vivir!

¡Una sola vez se vive, una sola vez se ama de verdad!

Eran las palabras de su padre que venían al recuerdo de la mente del caballero que con una sonrisa toma la mano de la pequeña nada -No tiene por qué agradecer y menos trabajar para pagar algo que de buena voluntad hago, más bien aquello me ofendería mucho, no busco retribución por las acciones que de corazón realizo al contrario lo único que pediré es que se sienta como un miembro más de esta familia, siéntase como en su hogar pero mejor aún porque tendrá toda la libertad que guste- la puerta se abre lentamente embargando con una melodía de las notas de un piano que lento van muriendo.

Invita a la mujer a pasar con su voz anuncia su llegad -Hermano- deja su abrigo en la percha de la entrada donde une espejo colgada a la pared sobre una mesa los recibe una estancia, un pequeño salón con una candelabro y una mesa con flores, a los lados están las habitaciones de la sala, comedor, estudio y salón de música de donde aparece la figura de otro sujeto algo inquieto -Nunca sueles llamar a menos que vengas con alguien a quien deseas que conozca porque se quedará en casa- al terminar el joven hermano mira al a doncella haciendo una reverencia a la dama -Mil disculpas señorita no quise ofenderla, pero me ha asombrado que mi hermano me llame y ahora veo que ha sido por justa causa, bueno no tan justa porque mi imaginación me ha engañado y no le hace tanta justicia como su presencia ante mis ojos-

La sonrisa del hermano mayor solo muestra el agrado en el uso de las palabras de su fraterno -Señorita Gabrielle, él es mi hermano Ben, Ben, la señorita Grabielle se quedará con nosotros indefinidamente hasta que arregle un inconveniente que tiene con sus padres- una reverencia a la dama de parte del caballero -No se preocupe, arreglaré de la mejor forma su dilema, vaya con mi hermana le mostrará la casa, espero que se sienta realmente cómoda aquí- atento y caballeroso se presentan los dos hermanos.

Ben se acerca a la dama más tranquilo sonriéndole para extender la mano -Señorita, es todo un gusto que se quede en nuestra humilde morada- reverenció a la dama con una sonrisa en su rostro.

por **Gabrielle A. Valois** Sáb Nov 15, 2014 10:32 pm

Este hombre tenía que ganarse un lugar en el cielo, aunque claro, esperaba que para eso faltara mucho, la verdad es que hacía tanto que no sentía la buena voluntad de las personas que quizá ya se le había olvidado, pero para su buena fortuna aún habían humanos con sentimientos verdaderos que podían ayudar a otro sin querer nada a cambio, aquello era un gusto que de algún modo pagaría, sin ofenderlos, pero ya vería lo que haría para mostrar cuan agradecida estaba de aquellos ángeles que habían caído en su vida por mera gracia del destino y que la habían salvado quizá hasta de morir porque no pensaba hacer nada que no quisiera, y no sabía hasta que grado estaba dispuesta por defender sus ideales.

Miró al nuevo hermano y le sonrió de forma gentil, mientras observaba la plática que tenían entre ellos simplemente se quedó callada, esperando a que ambos terminaran con las presentaciones -Mucho gusto, señor Ben, y agradezco su amabilidad, su hermano y usted en verdad son unos ángeles- terminó por decir, al final no iba a contarle a él también lo que había sucedido, o tal vez sí, pero no los agobiaría con eso, tal vez se pondría tan enojado como su hermano -Pero yo no sé si el señor Ben tenga algo que hacer, ahora no es necesario que me hagan conocer la casa, no es necesario que cambien lo que están haciendo- se sentía avergonzada de estar ahí, quitando el tiempo a los demás mientras ella tenía que estar velando por su madre, pero no sabía como.

Esa casa no tenía nada de humilde, pero parecía que ellos dejaban a un lado todas sus buenas acciones, pues el recibir nada a cambio no era lo primordial -¿Puedo hacer algo por ustedes?- preguntó aunque tal vez sabía la respuesta, sin embargo había algo dentro de ella que no le permitía quedarse en paz sin hacer nada realmente.

por **Bran & Ben Chevalier** Miér Dic 24, 2014 3:12 pm

Los ojos de la pequeña señorita estaban llenos de agradecimiento algo que aquel hermano menor admiró ese brillo en los ojos de la dama perdiéndose en ellos en segundos que le parecieron horas para él quizás porque jamás había visto aquellos ojos tan llenos de emociones y sentimientos de bondad, unos ojos que repudian la maldad en lágrimas, una belleza de ángel, Ben tuvo que obligarse a alzar la vista para no intimidar a la joven, los nervios estaban atacándolo porque en cuestión de segundos volvía a perderse en aquellos pozos lunares que representa la dama.

Entre el carraspeo que anunciaba que sus palabras estaban siendo forzadas a salir, porque de no frenarlas terminaría metiéndose en problemas por lo que diga o deje de decir, se limitó a sonreir negando a las palabras de la dama –El que esté bien y a salvo es el agradecimiento que queremos– tomó la mano de la joven dejando un beso en su dorso –Sea lo que sea que mi hermano le ha prometido será igual conmigo, no dude en contar con nosotros en lo que desee– la sonrisa nerviosa comenzaba a hacerse visible

Dejo la mano de la joven extendiendo la suya para estrechar la de ella –No es molestia alguna, en mi caso estaba leyendo un poco antes de salir al bosque a… – se reprime, a lo mejor ella no sabía de la condición de su hermano y menos la de él –a dar un paseo nocturno– gira el rostro llevándola al salón de música una pequeña habitación con un piano forte, un sillón y una pequeña mesa de te y ventanales grandes que dejaban entrar las frías brisas invernales, a un rincón un arpa y un violín junto a unas partituras y libros de música –si desea puede venir y practicar aquí…yo no soy bueno en esto pero lo que mi hermano dijo se lo diré, siéntase como si fuera su casa estamos para ayudar señorita… – quedó blanco sin recordar el nombre de la dama, se sintió avergonzado y solo lo remedio con una sonrisa.

Sudaba, sus manos temblaban porque jamás había estado cerca de una mujer, menos de una tan bella como aquel ángel encarnado.

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