AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
Yo crei que eran fabulas!! (Ophelia)
2 participantes
Página 1 de 1.
Yo crei que eran fabulas!! (Ophelia)
Son las 6 de la tarde, Vogel esta junto a Tom, el mayordomo de mi capataz, tienen cogido un gran cajón de madera tallada con motivos florales, representando un bosque con algún animal tallado con sumo cuidado, esta cerrado con dos candados gruesos. El chico observa el cajón y se pregunta por que estará tan bien cerrado. El mayordomo da un leve tirón. -Vamos Vogel, que esto pesa.- Dice el hombre con voz de estar sobreesforzando demasiado su cuerpo, la verdad es que pesa como un muerto. -Va, tranquilo ya estamos casi.- Le dice Vogel al hombre y continúan en silencio hacía la salida, donde les espera el carruaje de la familia Gardiux.
Cargan el gran cajón en la parte trasera de la carroza. -Bueno Vogel, ya esta todo. Con tu permiso?- Dice el mayordomo caminando hacía un lateral del vehículo para abrir la puerta. Se coloca bien la ropa y espera que la familia salga, erguido como un palo con rostro sereno. Vogel tan solo espera y observa.
Unos segundo mas tarde aparece madame Gadiux, una mujer voluptuosa y de rostro agrio, camina rápida levantando un poco sus faldas y se sube al carruaje sin siquiera mirarnos, tras ella va su hija menor, Wendolyn, hermosa pero muy tímida, detrás se hijo mayor Fred, mira a Vogel y le guiña un ojo, y le hace un gesto para que mire a su padre. Vogel por inercia obedece y ve a su capataz que sale sonriente, cierra la verja con llave y se pone frente a mi.
-Vogel, gracias por ayudarme a cargar y demás. Con esto deberías tener para toda la semana.- Le dice entregándole treinta y cinco francos. El chico tan solo sonríe y finalmente dice. -Que tenga buen viaje señor!- Pero cuando termina la frase, su señor ya se había montado en la carroza, el mayordomo me mira dedicándome una sonrisa, cierra la puerta, se sube al frente del carruaje y dando una sacudida de los estribos -Ya!- los caballos comienzan a alejarse del lugar.
Una vez esta solo, comienza a pensar que hacer, y lo primero que piensa es en ir a cenar algo. Sin más se dirige a la taberna mas cercana que encuentra, entra y se sienta en una mesa. Pasan unos minutos, donde Vogel observa la gente, y nadie parece mas sospechoso que un ladrón o estafador, una chica rubia de delantera muy desarrollada. -Hola señor!- Dice con una gran sonrisa y voz seductora. -¿Le apetece tomar algo?- El chico sonríe y dice que si con la cabeza. -Tráeme algo para cenar, lo que quieras.- Le dice a la vez que le guiña un ojo, la chica sonríe complacida. -Enseguida se lo traigo señor!- Y se pierde tras una puerta a la derecha de la barra.
La cena, no era mas que un mendrugo de pan con un estofado de carne de dudosa frescura, y el chico termino pidiendo un par de copas de vino de más para quitarse el mal sabor del estofado. Vogel pagó los dos francos y salio del lugar. Se aburre y no le apetece ir a casa, por lo que decide darse una vuelta a ver si hay algo que hacer.
Sus pasos lo llevan hasta la mansión de su capataz, donde la penumbra hace que se vea algo tétrica. Vogel se para frente a la verja y observa el interior, y una idea recorre su mente. “Hace calor, la mansión esta vacía, no tendré otra oportunidad de darme un baño yo solo en su piscina, y no hago daño a nadie.” Mientras lo piensa, comienza caminar rodeando el muro exterior hasta llegar a la parte de atrás, donde hay un gran pino con el que se ayuda para saltar el muro, se sienta en lo alto de este y observa que verdaderamente no haya nadie en el lugar. Una vez esta seguro, baja de un salto al interior, se acerca a la piscina, que esta con el agua cristalina y perfectamente cuidada.
Vogel sonríe animado y se quita la camiseta, doblándola mas o menos bien y dejando sobre una mesa de piedra, se quita los zapatos, calcetines y pantalón, y los pone bien junto a la camiseta.
El chico, tan solo en calzoncillos, camina hacía el borde de la piscina, se cruje el cuello y se dispone a lanzarse al agua.
Cargan el gran cajón en la parte trasera de la carroza. -Bueno Vogel, ya esta todo. Con tu permiso?- Dice el mayordomo caminando hacía un lateral del vehículo para abrir la puerta. Se coloca bien la ropa y espera que la familia salga, erguido como un palo con rostro sereno. Vogel tan solo espera y observa.
Unos segundo mas tarde aparece madame Gadiux, una mujer voluptuosa y de rostro agrio, camina rápida levantando un poco sus faldas y se sube al carruaje sin siquiera mirarnos, tras ella va su hija menor, Wendolyn, hermosa pero muy tímida, detrás se hijo mayor Fred, mira a Vogel y le guiña un ojo, y le hace un gesto para que mire a su padre. Vogel por inercia obedece y ve a su capataz que sale sonriente, cierra la verja con llave y se pone frente a mi.
-Vogel, gracias por ayudarme a cargar y demás. Con esto deberías tener para toda la semana.- Le dice entregándole treinta y cinco francos. El chico tan solo sonríe y finalmente dice. -Que tenga buen viaje señor!- Pero cuando termina la frase, su señor ya se había montado en la carroza, el mayordomo me mira dedicándome una sonrisa, cierra la puerta, se sube al frente del carruaje y dando una sacudida de los estribos -Ya!- los caballos comienzan a alejarse del lugar.
Una vez esta solo, comienza a pensar que hacer, y lo primero que piensa es en ir a cenar algo. Sin más se dirige a la taberna mas cercana que encuentra, entra y se sienta en una mesa. Pasan unos minutos, donde Vogel observa la gente, y nadie parece mas sospechoso que un ladrón o estafador, una chica rubia de delantera muy desarrollada. -Hola señor!- Dice con una gran sonrisa y voz seductora. -¿Le apetece tomar algo?- El chico sonríe y dice que si con la cabeza. -Tráeme algo para cenar, lo que quieras.- Le dice a la vez que le guiña un ojo, la chica sonríe complacida. -Enseguida se lo traigo señor!- Y se pierde tras una puerta a la derecha de la barra.
La cena, no era mas que un mendrugo de pan con un estofado de carne de dudosa frescura, y el chico termino pidiendo un par de copas de vino de más para quitarse el mal sabor del estofado. Vogel pagó los dos francos y salio del lugar. Se aburre y no le apetece ir a casa, por lo que decide darse una vuelta a ver si hay algo que hacer.
Sus pasos lo llevan hasta la mansión de su capataz, donde la penumbra hace que se vea algo tétrica. Vogel se para frente a la verja y observa el interior, y una idea recorre su mente. “Hace calor, la mansión esta vacía, no tendré otra oportunidad de darme un baño yo solo en su piscina, y no hago daño a nadie.” Mientras lo piensa, comienza caminar rodeando el muro exterior hasta llegar a la parte de atrás, donde hay un gran pino con el que se ayuda para saltar el muro, se sienta en lo alto de este y observa que verdaderamente no haya nadie en el lugar. Una vez esta seguro, baja de un salto al interior, se acerca a la piscina, que esta con el agua cristalina y perfectamente cuidada.
Vogel sonríe animado y se quita la camiseta, doblándola mas o menos bien y dejando sobre una mesa de piedra, se quita los zapatos, calcetines y pantalón, y los pone bien junto a la camiseta.
El chico, tan solo en calzoncillos, camina hacía el borde de la piscina, se cruje el cuello y se dispone a lanzarse al agua.
Vogel Woldman- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 24
Fecha de inscripción : 02/09/2014
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Yo crei que eran fabulas!! (Ophelia)
¿En qué consiste madurar? El término, cuando va referido al ámbito humano, no es demasiado complejo de definir. Madurar implica crecer, física y mentalmente, evolucionar hacia un estado superior de estatus intelectual, o hacia una forma de ser distinta y más "responsable" con uno mismo y respecto a los demás. Madurar implica asumir nuevas y más complejas responsabilidades, en cierta forma, mejorar, convertirse en una persona nueva y más dispuesta y preparada para enfrentarse a un mundo bastante complejo. Pero, ¿qué ocurre si trasladamos el concepto madurar hacia otros ámbitos o especies? Y más concretamente, ¿que pasaría si tratásemos de asumir el significado de madurar en seres como los vampiros? Pues nos encontrábamos que Ophelia no sólo no había madurado, sino que había hecho todo lo contrario a lo que se esperaba que debía ocurrir en una persona que estuviese en proceso de hacerlo. Su actitud, impulsiva hasta decir basta, hacía que los más de mil ochocientos años de experiencias que llevaba a sus espaldas significasen más bien poco. Podía pasar fácilmente como una joven y seductora veinteañera de clase alta, dispuesta a devorar el mundo sin temer a las consecuencias que sus actos pudieran acarrear. Obviamente, los que examinaban sus pasos con ojo clínico no sabían que tras aquella forma de ser irreflexiva e intempestiva no había ninguna familia que tuviese que limpiar los desastres de la que parecía evidente que era la oveja negra. Porque bajo aquella fachada de muñeca perfecta, de piel tersa y mirada penetrante, se escondía un corazón congelado. Un cadáver andante. Un vampiro, con todas las letras.
Porque sí, madurar no significa lo mismo para los vivos que para los que deben hacerse pasar por sus iguales. Porque tras aquella sonrisa aparentemente despreocupada que cautivaba miradas y corazones, se escondía un alma repleto de la más absoluta nada. Ophelia estaba vacía, y como tal, su forma de madurar era afrontar ese problema haciéndose pasar por lo que la sociedad quería creer que realmente era. Por mucho que la fachada le pesara o le fastidiara. Y oh... vaya si lo hacía. Estaba cansada de esconderse, cansada de conversar sobre cosas insustanciales con personas que no le importaban nada en absoluto. Estaba aburrida de fingir que esas personas no eran más para ella que trozos de carne que usar como alimento para luego tirar sin más. Estaba profundamente hastiada de tener que disimular su condición para contentar a una humanidad que llevaba demasiado tiempo siendo sorda, ciega y muda al respecto de las muchas cosas "sobrenaturales" que había en el mundo que pisaban, pero al que habían llegado mucho más tarde que la mayoría de ellas. ¿Cómo iba a sentirse cuando le hablaban de madurar aquellas personas a las que sacaba casi dos mil años de diferencia? Sus problemas le parecían estúpidos, infantiles, profundamente egocéntricos. Y tenía cosas más importantes que hacer, o por lo menos, más divertidas. Divertidas bajo su oscuro y excéntrico criterio, por supuesto.
Por suerte para ella, el vestido escogido para aquella noche hizo bastante fácil la misión de engatusar a alguien en poco tiempo. En menos de treinta minutos tras su entrada en la fiesta, la cola de pretendientes era únicamente comparable con la repulsión que sentía, cada vez mayor, hacia el género humano. La víctima escogida acabó siendo un barón de Inglaterra que, además de ser un completo imbécil, hablaba hasta por los codos. La razón era simple: era el que más injusticias había cometido para alcanzar el estatus que ahora tenía, motivo más que suficiente para despertar el apetito de la vampiresa. No porque no le gustaran las injusticias, sino porque consideraba estúpido y un insulto a su inteligencia que seres tan inferiores como los humanos se sintieran con derecho a pisar a otros humanos, sin darse cuenta de que todos era patéticos en la misma medida. Tras dejarse manosear lo suficiente para apestar a su saliva y conocer todos y cada uno de los detalles de su vida, le sugirió que fueran a un lugar más apartado. El barón, que además de ser un baboso era un infiel, le dijo que antes debía avisar a su esposa e hijos. Y entonces, todo cobró sentido en su cabeza como si se tratara de un rompecabezas. ¿Qué otra cosa podría ser mejor que tomar una familia "unida" entera como plato principal para aquella noche? El cochero que la había traído a la fiesta apenas si había sido un simple entrante. La cena, ahora, estaba servida.
No necesitó forzar en demasía sus habilidades para que la familia al completo acabara convencida de que ella era la condesa en cuyo hogar iban a pasar aquella noche. Su última noche en la tierra. Literalmente. Con una sonrisa de oreja a oreja, sobornó a uno de los cocheros del palacio para que la llevaran hacia un lugar apartado de París, donde luego se decantó por una de las mansiones que permanecían cerradas a cal y canto. No le resultó demasiado complicado romper las cadenas que bloqueaban el acceso al interior. La familia, encantada con la "condesa", entraron a la mansión alegremente, persuadidos por las habilidades de la vampiresa que, a esas alturas, ya se relamía al pensar en la dulzura de la sangre de los dos críos, de cinco y siete años, recorriendo su garganta. Ni sabía a quién pertenecía esa casa ni le importaba lo más mínimo. ¿Pero qué mejor que alejar las sospechas sobre tu persona, que el hecho de que los cadáveres aparezcan en casa de otra persona? El plan era perfecto. ¿Quién iba a dudar de la palabra de una joven distinguida de la alta sociedad que, además de parecer perfecta en todos los aspectos, tenía suficiente dinero para comprar la mitad del territorio local? Nadie. Una vez estuvieron delante de la puerta, partió el cuello al cochero y la abrió de un simple empujón. Una bandada de pájaros se alzaron debido al estruendo, rompiendo con sus quejidos la quietud del jardín que rodeaba la mansión. El interior tampoco era nada del otro mundo. Incluso ella, que ni necesitaba ni era especialista en decoración, podía reconocer que su castillo estaba bastante más cuidado en lo que respectaba a los detalles. Claro que, ella tenía todo el tiempo del mundo para acumular riquezas, y ellos, fueran quienes fueran, no. ¡Y al regresar se encontrarían con una bonita estampa familiar! Era maravilloso.
Recorrió las estancias de la casa, fantaseando con el lugar elegido para cometer su crimen. Luego, desangró a la madre sin demasiado interés. Era una mujer sosa, por fuera, y por dentro, y su inteligencia daba mucho que desear. Con el padre se recreó durante más tiempo, desechando la sangre, por supuesto. No quería beber la sangre de alguien que probablemente hubiese cometido tantos crímenes como ella misma. Sería agria. Tras hacerle tantos cortes como cabían en su cuerpo, lo ensartó con la vara que servía para mover la leña y lo dejó tirado en un extremo del salón principal. Ya a esas alturas, los dos niños estaban lo suficientemente asustados para que tuviera que ejercer aún más influencia sobre sus mentes. Claro que al ser pequeños tampoco le resultó tan difícil. Cuando se quiso dar cuenta, su vestido estaba salpicado por cientos de gotas de sangre, que quedaron disimuladas en forma de lunares sobre el motivo abstracto de su vestido, y los dos infantes estaban jugando y riendo sobre la sangre de su recién asesinado padre. Una sonrisa maliciosa se dibujó en su semblante. ¿Había una peor forma de pervertir la humanidad, la vida y la muerte, que jugar a semejante juego? Probablemente no. Pero cuando acabase con ellos estarían muertos o no recordarían nada, así que, ¿a quién le importaba? Además, el tipo se lo merecía. Por mentiroso, por criminal, por asesinar inocentes para conseguir sus propósitos y por haber robado a Inglaterra todas las tierras que luego se autoadjudicó. Al final, estaba haciendo un favor al mundo al matar gente así. Aunque sus métodos fuesen un poco... drásticos.
Marchó entonces junto con los niños, a los que trataba como si realmente les importara su seguridad, hacia la estancia de la mansión a la que era menos probable que fuese nadie a aquellas horas. La piscina. Hacía, ¿cuánto? ¿mil años? desde que pisara una, que ni siquiera recordaba que fueran tan grandes. Soltó al más pequeño de los niños en el suelo al llegar, sonriendo como si más que una asesina fuese la perfecta niñera para ellos. Y ellos, inocentes, se lo creyeron. Todo eran risas y juegos en la fachada. En su interior, la bestia se removía, expectante, deseosa por probar de una vez la sangre de aquellos que, en su inocencia, eran incapaces de ver la maldad en sus ojos vacíos.
Porque sí, madurar no significa lo mismo para los vivos que para los que deben hacerse pasar por sus iguales. Porque tras aquella sonrisa aparentemente despreocupada que cautivaba miradas y corazones, se escondía un alma repleto de la más absoluta nada. Ophelia estaba vacía, y como tal, su forma de madurar era afrontar ese problema haciéndose pasar por lo que la sociedad quería creer que realmente era. Por mucho que la fachada le pesara o le fastidiara. Y oh... vaya si lo hacía. Estaba cansada de esconderse, cansada de conversar sobre cosas insustanciales con personas que no le importaban nada en absoluto. Estaba aburrida de fingir que esas personas no eran más para ella que trozos de carne que usar como alimento para luego tirar sin más. Estaba profundamente hastiada de tener que disimular su condición para contentar a una humanidad que llevaba demasiado tiempo siendo sorda, ciega y muda al respecto de las muchas cosas "sobrenaturales" que había en el mundo que pisaban, pero al que habían llegado mucho más tarde que la mayoría de ellas. ¿Cómo iba a sentirse cuando le hablaban de madurar aquellas personas a las que sacaba casi dos mil años de diferencia? Sus problemas le parecían estúpidos, infantiles, profundamente egocéntricos. Y tenía cosas más importantes que hacer, o por lo menos, más divertidas. Divertidas bajo su oscuro y excéntrico criterio, por supuesto.
Por suerte para ella, el vestido escogido para aquella noche hizo bastante fácil la misión de engatusar a alguien en poco tiempo. En menos de treinta minutos tras su entrada en la fiesta, la cola de pretendientes era únicamente comparable con la repulsión que sentía, cada vez mayor, hacia el género humano. La víctima escogida acabó siendo un barón de Inglaterra que, además de ser un completo imbécil, hablaba hasta por los codos. La razón era simple: era el que más injusticias había cometido para alcanzar el estatus que ahora tenía, motivo más que suficiente para despertar el apetito de la vampiresa. No porque no le gustaran las injusticias, sino porque consideraba estúpido y un insulto a su inteligencia que seres tan inferiores como los humanos se sintieran con derecho a pisar a otros humanos, sin darse cuenta de que todos era patéticos en la misma medida. Tras dejarse manosear lo suficiente para apestar a su saliva y conocer todos y cada uno de los detalles de su vida, le sugirió que fueran a un lugar más apartado. El barón, que además de ser un baboso era un infiel, le dijo que antes debía avisar a su esposa e hijos. Y entonces, todo cobró sentido en su cabeza como si se tratara de un rompecabezas. ¿Qué otra cosa podría ser mejor que tomar una familia "unida" entera como plato principal para aquella noche? El cochero que la había traído a la fiesta apenas si había sido un simple entrante. La cena, ahora, estaba servida.
No necesitó forzar en demasía sus habilidades para que la familia al completo acabara convencida de que ella era la condesa en cuyo hogar iban a pasar aquella noche. Su última noche en la tierra. Literalmente. Con una sonrisa de oreja a oreja, sobornó a uno de los cocheros del palacio para que la llevaran hacia un lugar apartado de París, donde luego se decantó por una de las mansiones que permanecían cerradas a cal y canto. No le resultó demasiado complicado romper las cadenas que bloqueaban el acceso al interior. La familia, encantada con la "condesa", entraron a la mansión alegremente, persuadidos por las habilidades de la vampiresa que, a esas alturas, ya se relamía al pensar en la dulzura de la sangre de los dos críos, de cinco y siete años, recorriendo su garganta. Ni sabía a quién pertenecía esa casa ni le importaba lo más mínimo. ¿Pero qué mejor que alejar las sospechas sobre tu persona, que el hecho de que los cadáveres aparezcan en casa de otra persona? El plan era perfecto. ¿Quién iba a dudar de la palabra de una joven distinguida de la alta sociedad que, además de parecer perfecta en todos los aspectos, tenía suficiente dinero para comprar la mitad del territorio local? Nadie. Una vez estuvieron delante de la puerta, partió el cuello al cochero y la abrió de un simple empujón. Una bandada de pájaros se alzaron debido al estruendo, rompiendo con sus quejidos la quietud del jardín que rodeaba la mansión. El interior tampoco era nada del otro mundo. Incluso ella, que ni necesitaba ni era especialista en decoración, podía reconocer que su castillo estaba bastante más cuidado en lo que respectaba a los detalles. Claro que, ella tenía todo el tiempo del mundo para acumular riquezas, y ellos, fueran quienes fueran, no. ¡Y al regresar se encontrarían con una bonita estampa familiar! Era maravilloso.
Recorrió las estancias de la casa, fantaseando con el lugar elegido para cometer su crimen. Luego, desangró a la madre sin demasiado interés. Era una mujer sosa, por fuera, y por dentro, y su inteligencia daba mucho que desear. Con el padre se recreó durante más tiempo, desechando la sangre, por supuesto. No quería beber la sangre de alguien que probablemente hubiese cometido tantos crímenes como ella misma. Sería agria. Tras hacerle tantos cortes como cabían en su cuerpo, lo ensartó con la vara que servía para mover la leña y lo dejó tirado en un extremo del salón principal. Ya a esas alturas, los dos niños estaban lo suficientemente asustados para que tuviera que ejercer aún más influencia sobre sus mentes. Claro que al ser pequeños tampoco le resultó tan difícil. Cuando se quiso dar cuenta, su vestido estaba salpicado por cientos de gotas de sangre, que quedaron disimuladas en forma de lunares sobre el motivo abstracto de su vestido, y los dos infantes estaban jugando y riendo sobre la sangre de su recién asesinado padre. Una sonrisa maliciosa se dibujó en su semblante. ¿Había una peor forma de pervertir la humanidad, la vida y la muerte, que jugar a semejante juego? Probablemente no. Pero cuando acabase con ellos estarían muertos o no recordarían nada, así que, ¿a quién le importaba? Además, el tipo se lo merecía. Por mentiroso, por criminal, por asesinar inocentes para conseguir sus propósitos y por haber robado a Inglaterra todas las tierras que luego se autoadjudicó. Al final, estaba haciendo un favor al mundo al matar gente así. Aunque sus métodos fuesen un poco... drásticos.
Marchó entonces junto con los niños, a los que trataba como si realmente les importara su seguridad, hacia la estancia de la mansión a la que era menos probable que fuese nadie a aquellas horas. La piscina. Hacía, ¿cuánto? ¿mil años? desde que pisara una, que ni siquiera recordaba que fueran tan grandes. Soltó al más pequeño de los niños en el suelo al llegar, sonriendo como si más que una asesina fuese la perfecta niñera para ellos. Y ellos, inocentes, se lo creyeron. Todo eran risas y juegos en la fachada. En su interior, la bestia se removía, expectante, deseosa por probar de una vez la sangre de aquellos que, en su inocencia, eran incapaces de ver la maldad en sus ojos vacíos.
Última edición por Ophelia M. Haborym el Dom Sep 21, 2014 11:59 am, editado 1 vez
Ophelia M. Haborym- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 568
Fecha de inscripción : 09/07/2013
Localización : Under your bed
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Yo crei que eran fabulas!! (Ophelia)
La oscuridad y el silencio son la única compañía de Vogel que esta en uno de los bordes de la piscina. Mira el agua, que se agita con suavidad por efecto de una pequeña y cálida brisa, y se tira de cabeza con un salto efectuado a la perfección.
Vogel se sumerge en el agua, notando como cientos de burbujas de aire se forman alrededor de su cuerpo desprendiéndose tal como se forman, con el impulso llega hasta la mitad de la piscina sumergido, abre los ojos y con una sonrisa bucea hasta llegar al otro extremo. Emerge tomando una buena bocanada de oxigeno, se echa el cabello hacía atrás y cruza sus brazos sobre el borde de la piscina, apoyando su mandíbula en sus brazos mientras observa distraído el baile de cortejo de unas polillas, giran alrededor una de otra, sin llegar a tocarse, ascendiendo despacio para finalmente perderse en la oscuridad. Una sonrisa despreocupada se dibuja en la cara de Vogel.
Ayudándose de los pies, se da un poco de impulsa y empieza a nadar de espaldas despacio y relajado, cierra los ojos, pone los brazos en cruz y se queda flotando, casi dormido, hipnotizado por el ulular de un búho que suena a lo lejos.
El sonido de una puerta abriéndose cerca perturba la paz del momento, y se queda nadando, solo sacando media cabeza, mirando hacía la puerta. Una chica joven, de aspecto dulce y muy elegante aparece con dos niños pequeños, pero la belleza de la mujer es enorme y Vogel no puede evitar mirarla de arriba abajo, lleva un vestido fino y elegante de color claro, con pequeños detalles de flores lilas y rojas, que dibujan una silueta digna de una diosa, el chico se muerde el labio bajo el agua, sorprendido por ver a la chica. Pero su mente vuelve un segundo a la normalidad, “Quien es esta chica?” Se pregunta, mira a los niños con ojos de sorpresa. No logra reconocerlos. “Estoy seguro que vi a todo el mundo marcharse, la casa tendría que estar vacía."
Vogel nada hacía el borde de la piscina mas cercano a los recién llegados, cruza los brazos y apoya la cabeza en ellos sobre el borde. -Buenas noches mademoiselle.- Dice mirando a la chica con una sonrisa atrevida. Ayudándose con los brazos, Vogel sale de la piscina, miles de gotas forman un charco a sus pies y su cuerpo tiene un brillo pálido. -¿Se puede saber quien es usted?- Le pregunta el chico a la dama, mientras con una mano se tira el pelo hacía atrás.
Vogel solo sabe que esa mujer no debería estar allí.
Vogel se sumerge en el agua, notando como cientos de burbujas de aire se forman alrededor de su cuerpo desprendiéndose tal como se forman, con el impulso llega hasta la mitad de la piscina sumergido, abre los ojos y con una sonrisa bucea hasta llegar al otro extremo. Emerge tomando una buena bocanada de oxigeno, se echa el cabello hacía atrás y cruza sus brazos sobre el borde de la piscina, apoyando su mandíbula en sus brazos mientras observa distraído el baile de cortejo de unas polillas, giran alrededor una de otra, sin llegar a tocarse, ascendiendo despacio para finalmente perderse en la oscuridad. Una sonrisa despreocupada se dibuja en la cara de Vogel.
Ayudándose de los pies, se da un poco de impulsa y empieza a nadar de espaldas despacio y relajado, cierra los ojos, pone los brazos en cruz y se queda flotando, casi dormido, hipnotizado por el ulular de un búho que suena a lo lejos.
El sonido de una puerta abriéndose cerca perturba la paz del momento, y se queda nadando, solo sacando media cabeza, mirando hacía la puerta. Una chica joven, de aspecto dulce y muy elegante aparece con dos niños pequeños, pero la belleza de la mujer es enorme y Vogel no puede evitar mirarla de arriba abajo, lleva un vestido fino y elegante de color claro, con pequeños detalles de flores lilas y rojas, que dibujan una silueta digna de una diosa, el chico se muerde el labio bajo el agua, sorprendido por ver a la chica. Pero su mente vuelve un segundo a la normalidad, “Quien es esta chica?” Se pregunta, mira a los niños con ojos de sorpresa. No logra reconocerlos. “Estoy seguro que vi a todo el mundo marcharse, la casa tendría que estar vacía."
Vogel nada hacía el borde de la piscina mas cercano a los recién llegados, cruza los brazos y apoya la cabeza en ellos sobre el borde. -Buenas noches mademoiselle.- Dice mirando a la chica con una sonrisa atrevida. Ayudándose con los brazos, Vogel sale de la piscina, miles de gotas forman un charco a sus pies y su cuerpo tiene un brillo pálido. -¿Se puede saber quien es usted?- Le pregunta el chico a la dama, mientras con una mano se tira el pelo hacía atrás.
Vogel solo sabe que esa mujer no debería estar allí.
Vogel Woldman- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 24
Fecha de inscripción : 02/09/2014
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Temas similares
» O mi Domine {Ophelia}
» Las mujeres, ya no son lo que eran~ [Privado]
» Eran mucho mas que palabras.
» Destroying hope {Ophelia}
» "Humanidad" [Ophelia]
» Las mujeres, ya no son lo que eran~ [Privado]
» Eran mucho mas que palabras.
» Destroying hope {Ophelia}
» "Humanidad" [Ophelia]
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour