Huye a las colinas (Marie Paulette)

por **Epoch** Jue Sep 02, 2010 6:58 pm

Finalmente llegó la hora de enterrar a Burno, pobre Bruno, comenzaba a apestar la carreta, y eso probablemente sería malo para el negocio. Fue el ultimo que quedó, tuve que mantenerlo vivo, por que de otro modo ¿que comería en el camino? Finalmente encontré un lugar con suficiente espacio y comencé a cavar.

No iba a hacer ocho tumbas; solo un gran agujero y debía hacerlo rápido. Como la luna estaba parcialmente oculta entre densas nubes, podría pasar desapercibido sin problemas... podría llamar a Kodiak y transformarme sin peligro. En menos de lo que tardó Ágata en exhalar su último suspiro, el agujero estuvo abierto. ¡De ella si que no quedaron restos! que triste hubiera sido dejarla ahi... en ese claro.

Como un mal presagio la luna asomó su sonrisa de nuevo sobre mi piel, mi pelaje blanco brillaba bajo la luz como si tuviese luz propia, comenzé a echar tierra encima de los huesos lo mas rápido que pude pues el olor de alguien o algo.... se acercaba.

Cuando el hoyo estuvo tapado, miré alrededor. Ahora estaba seguro que alguien me observaba y la sensación en mi pecho jamás me había engañado. Era un licantropo. Parecía de algun modo diferente a los que había combatido en la Germania. Sobre todo por el hecho que de aun no me había atacado.
Sus primos Deutchs ya me hubieran clavado el diente en lugar de solo observarme.

Mas esta criatura maldita ha visto demasiado... En cuanto consegí ubicar su olor me lancé sobre la loba que en lugar de enfrentarme pegó tremenda carrera. Ninguna criatura que yo hubiese perseguido antes me había logrado superar en una carrera; mas esta loba (lo supe por que estuve a punto de darle alcance un par de veces y su olor entonces fue inconfundible) me mantuvo siempre a distancia.

Cuando creí que la había perdido la encontré en un claro del bosque donde la luna radíaba en tonos azul brillante, había abandonado su tranformación lupina. ¿Es que no pensaba pelear contra mi? Quizás me considerara inferior, como sus parientes lo hicieron. Quizás cometía ese error.

- Escúchame Lycan... no quiero problemas... puedo pagarte por tu silencio.

Dije sin abandonar mi cuerpo de oso, irguiendome cuan alto era, proyectando mi sombra sobre ella.