Piedra Luna [Privado]

por **Karin Schütz** Vie Oct 03, 2014 5:09 am

El miedo llamó a la puerta,
la confianza abrió y fuera no había nadie.

Mire a mi alrededor todos con aquellas mascaras que solían poner, ¿Por qué? Porque mentíamos inclusive a nuestros más cercanos. No entendía como las personas podían vivir vidas de mentiras, ¿Cómo? Muy simple, el engaño, la infidelidad, la soberbia, la avaricia y podría seguir, todos mentían en algún punto de la vida. ¿Lo abre hecho yo? De muy pequeña me enseñaron a jamás hacerlo, mis padres eran sabios y sabían lo que decían, nunca me ocultaron su verdadera naturaleza y eso amaba de mi familia, eran así, unos vampiros engreídos, hermosos, sociables, leales entre si, a mis ojos eran la perfección. Siempre les pregunte que pensaban y con todo lo que aprendí de ellos y de los libros puedo decir y dar fe que todo lo que me dijeron fue verdad. NO quería cuestionarme ahora eso. Había caído en la trampa de Edmon, y maldeciría de por vida por haber infringido una de mis leyes más propias… jamás dejar de leer a las personas…

Tome de un puesto de telas, unos trozos de cuero que servirían para el regalo que quería hacerle a Pav en agradecimiento por todo lo que había hecho por mí. Con suavidad pase el dedo revisando que estuviera firme, no demasiado seco ni muy húmedo, el anciano que vendía me quedo mirando con una expresión diferente, sus ojos apagados penetraron no solo mis ojos sentí un pinchazo en el alma al ver aquellos ojos grises, un escalofríos recorrió mi cuerpo y no le quite la mirada hasta que su rostro se suavizo aun cuando las arrugas le cubrían el rostro. – El cuero es bueno por su resistencia – dijo con la voz apagada y ahí note que ambos compartíamos algo más que solo aquel espacio, era como yo – Es perfecto para lo que necesito – sonreí solamente con los ojos mas no con los labios, le pague un buen precio no solo por ese pedazo de cuero si no que había comprado más de lo normal. Camine entre la gente buscando sus historias, depresivos, infieles, amantes, cómplices, ladrones, mentirosos, en aquel lugar se podía encontrar de todo. Al llegar donde el viejo Thot, le sonreí mientras el ordenaba las piedras y joyas traídas de la misma india – Tienes las piedras que te encargue – le dije echando un ojo al mesón que estaba, parecía una vitrina, algo rustica pero cumplía la función de no al robo, extendió la mano hacia mí con un saquito rojo, me hice a un lado y sobre el vidrio esparcí las dos piedras una del tamaño de mi pulgar y otra un poco más grande, las tome entre mis manos y la alce hacia el sol – Piedra Luna… tan mágica como si contuviera los enigmas de la luna llena – susurre y tome la otra – Rubí, tan carmesí como la sangre latente – los guarde en la bolsa y le di un saquito pequeño al vendedor, en su interior estaban los gramos de oro que me había pedido por aquellas piedras, sabía que la exclusividad era algo bien pagado, y aunque regateamos habíamos llegado a un acuerdo.

Guarde las piedras en el bolsillo interior del faldón que andaba trayendo, que era de cuero grabado con flores, algo totalmente poco común, ¿Pero, para que ser igual que el resto? Mi corsé negro se ajustaba perfectamente, de seguro me tacharían de bruja o quien sabe de qué otra cosa… Prejuicios… gente sin cerebro que no sabe de comodidad ante todo. Llegue hasta el puesto del herrero, que parecía más cansado de lo común- ¿Mucho trabajo? – dije con amabilidad y este me miro con un deje de fastidio, cerré la boca y cruce mis brazos, si él podía ser mal genio, yo podía ser peor, le quede mirando con mis cejas levantadas… sin musitar ninguna palabra, mas él con sus microexpresiones me decía mucho más de lo que sus labios decían. Y ahí espere…

por **Xaziel Morel** Lun Oct 13, 2014 2:13 am

Lo que alimenta el alma del depredador es el miedo de su presa

Hora de la mañana y una mujer de cabellos rojos baja por las escaleras de su mansión, sus atuendos no son para nada los de una señorita de clase alta y la verdad no le interesa al contrario lo que más le gusta es llamar la atención dar a la sociedad algo más de que hablar, muy aparte de lo que en su familia se dicta ser por las noches de lunas llenas y sangrientas, unos pantalones que ajustas sus piernas y caderas en tonos cremas, unas botas negras altas, y una camisa blanca que es ajusta pro un corsé negro, sus cabellos recogidos en una coleta alta que marca un rostro duro y apático, mejor dicho un rostro con ojos fríos.

Al salir de la mansión sigue con aquel porte montando a caballo, en las mangas de la blus lleva estampadas flores, cuyos colores se asemejan a la sangre tan rojas como si hubieran sido pintadas con sangre fresca, tras de ella va un carruaje con un encargo, espadas que amoldar, llega a la ciudad la mirada de todos va a ella pero no le importa ni le interesa pasa de ellos caminando hasta el herrero el cual solo trabajaba a pedido, pero al ver a la pelirroja y discutir con ella por una horas accede a templar las espadas con algo que le da Xaziel en unos frascos, mientras tanto decide dar un paseo por todo aquel lugar transitado.

Va a la librería por una buena obra que alimente el tiempo que tendrá que esperar la persona encargada la recibe de buen grado pero Xaziel pasa de ellos va directo a las obras clásicas –Oh madame tenemos mejores obras de bordado por aquí- mira el atuendo de ella lo cual le saca una risa irónica –Cree signorina que necesito bordados con este tipo de atuendos? Yo no lo creo, me llevare estos- la mujer niega porque son libros viejos –Tenemos mejores madame- Xaziel muestra dos tomos que ha escogido de obras clásica antiguas a regañadientes aceptan la compra, regresa donde el herrero con un cesto de frutas frescas, sentada tras las sombras, allá en la oscuridad de la herrería con su libro cubriéndole los ojos, llevaba así algunas horas con apenas unas uvas probadas hasta que la voz de una mujer le hace percatarse del aura tan pacífico que emana la visitante que incordia al trabajador, solo una sonrisa en los labios se dibuja, una sonrisa que es más bien un auto reflejo usado por años –interesante- murmura tras las viejas hojas de aquella obra.

Baja un poco el libro mostrando poco sus ojos para ver el cuerpo femenino que había hablado entonces aquella silueta desconocida se vuelve familiar, era la misma lycan que había conocido tiempo atrás cuando se había enterado de aquella fatídica muerta una de la que su hermano tenía conocimiento y no es que a la lycana le haya parecido hermosa aquella matanza pero sabía muy bien que donde su hermano metía las manos o tenía conocimiento era por alguna traición o estafa así que no había más que pueda hacer por lo que le dejo pasar aunque sabía bien Xaziel que quizás aquella mujer no lo haría no sería tan condescendiente con ella y con su hermano de saberlo, quizás eso le hizo hablarle.

Bajo el libro con sus ojos cerrando pareciendo lo más natural con su sonrisa en los labios una que siempre está pero es más por costumbre que por naturalidad, con ese rostro impávido de emoción alguna –Si, el hombre tiene mucho trabajo, no lo culpes por mirarte así o tratar con piedra en mano, es mía la culpa por exigirle cosas que quizás no lo hará competentemente y sabe que se ganará castigo por su ineptitud- ahora mostraba una verdadera sonrisa por sus palabras –Signorina me presento, Xaziel Morel, y usted debe ser una miembro de la familia Schütz, será usted hermana de Marie o de Jon- pregunta ladeando la cabeza, muestra la carta de que conocía a la familia de la mujer pero opta por no conocerla a ella, si la conoce y sabe bien de su familia pero antes que nada había que mostrar que solo conocía de lejos, de vista en ciertos momentos por los padres de ella –Como está Marie y Jon, mi madre hace tiempo que no los ve- una mueca de tristeza que es en parte engaño y en parte real porque la matanza de alguno de los suyos, de sus semejantes no es algo que la ponga tan feliz, aunque en este caso la otra parte era porque no la conocía directamente solo su hermano la conocía y ella solo por documentos que reviso la conoció y ahora que la tenía en frente.

por **Karin Schütz** Vie Oct 24, 2014 3:50 am

Toda mentira tiene algo de verdad...
cuidado con tu mentira te puede revelar...

Hacia dos días que había mandado al herrero hacer un encargo, uno especial una pequeña espada o mejor dicho un pequeño cuchillo que más para ser cortado era de adorno o en caso de emergencia, la utilidad podría ser variada y ahí iba la joyería que había comprado incrustada en aquel fierro forjado de la mano de aquel hombre que fastidiado, por alguna razón no le había causado ni la más mínima gracia en mis palabras. Pero lo deje, yo solo quería ser agradable como el a final de cuentas siempre acudía a él y era extraño verlo de esa manera. Mas no me pondría a leerle sus expresiones podría ser una pérdida de tiempo ¿o tal vez no?

Poco tuvo que pasar y basto con solo el sonido de una palabra para que las facciones del herrero cambiaran por completo, y ahí estaba lo que ocurría, en el rostro de aquel hombre que estaba siendo tratado como esclavo se podía ver el miedo hacia la pelirroja, que su voz decía una cosa pero su rostro decía aún más, aguarde silencio con una media sonrisa en mi rostro, yo desaprobaba la palabra esclavo y más tratarlos como tales no me gustaba denigrar a nadie y mucho menos a un hombre que se ganaba la vida a buena fe. Abrí mi boca para decir una palabra y todo se esfumo cuando escuche mi apellido ser pronunciado por la joven, que apresuradamente se presentaba como Xaxiel Morel, había captado toda mi atención y eso era muy malo o muy bueno, tal vez ninguna o ambas. Sus facciones eran un libro abierto, aquella mujer sabía que yo no era hermana de aquellos pero aun así había preguntado, la comisura de sus labios la había delatado y más sus ojos mostraban aquel despiste que tiene todo buen mentiroso, escuchar sus nombres hizo que mi corazón se acelerara a mil por hora apreté mis labios con fuerzas y esboce una sonrisa absurda – Hija, soy la Hija de Marie y Jhon – mis palabras salieron con un deje de melancolía más bien rabia porque ella parecía burlarse en mi cara Morel… Morel, pensé… - Ellos están descansando en Paz – absurdamente se me ocurrió decir aquello, lo más probable que entendiera la indirecta más que directa con lo que iban mis palabras.

¡Santiago! Se me vino a la cabeza aquel vampiro que tenía más información de la que necesitaba y solo se me escurría cada vez que me lo topaba – ¿Por casualidad tu eres familiar de Santiago Morel? – la pregunta era la intriga más clara, ya que él era vampiro y por el aura vibrante de la pelirroja y por a hora del día, estaba más que claro que uno de la noche no era, sino que más bien hermanas de la luna parecíamos ser. En ese momento una oleada de pensamientos comenzó a rondar mi cabeza, imágenes del pasado lejano y de un pasado más cercano iban y venían. Paris era la clave, siempre me lo habían dicho y si ella tenía un vínculo con ese vampiro podría sacar provecho si es que me lo permitía. A final de cuentas nadie podría salir perdiendo de todo esto. Atrás quedaba el motivo que me había traído hasta el herrero ahora tan solo tenía los ojos bien abiertos para que ningún gesto de aquella mujer se me escapara, porque si algo sabia con firmeza era encontrar una mentira en los rostros de los demás… el estudio de las micro expresiones tenía sus privilegios y era hora de sacarle el máximo provecho posible. – Karin Schütz, soy la única de la familia con vida – termine por decir mientras el aire que quedaba en mis pulmones se extinguía por completo.

por **Xaziel Morel** Dom Dic 14, 2014 10:56 pm

Su cuerpo rígido y sus manos delicadas pero rígidas cerraron aquel libro cortando el silencio tras las palabras de le joven licana, tomando el impulso dejó su comodidad para acercarse a la mujer con aquel rostro impávido sin emoción alguna que siempre se gastaba aquella loba, primero medito sus propios pensamientos para luego dejar que las palabras fueran las que terminaran con aquel hielo, su labio se curvo en una sonrisa apagada, tendía mucho a cambiar sus emociones que eran siempre la misma, una mirada con ojos apagados y sin brillo como si no pudiera sentir nada.

Tomo la mano de lo joven estrechándola –Lamento mucho la perdida pensé que solo habían sido rumores, ya veo que no, aunque aún se espera que si- masculla molesta recordando una charla con su hermano sobre ello, aun cuando su familia era una constituida híbridamente conocían todos los movimientos de ambos bandos y justo eso fue lo que ocurrió con la familia de la signorina, una traición y una error lo ocurrido. Negó alejando aquellas conversaciones para dar paso a una pequeña mentira –Hace años que conocí a sus padres cuando aún era picola, lamento su perdida en verdad- gira dándole la espalda para así tomar sus cosas, cuando las toma sus ojos se cierran en una sonrisa tan siniestra como la de su hermano, quizás porque le fue nombrado ¡Así que la loba conoce también a mi hermano, alguna conquista de él o quizás sabe que él estuvo esa noche, eso se acaba de poner interesante! la sonrisa desaparece cuando sus pasos le llevan al herrero –Espero que termines pronto mi encargo o en la noche no tratarás conmigo si no con mi hermano y sabes lo que piensa sobre los errores de las personas- su mano se deslizo por el hombro del fornido hombre bajando por su brazo y antebrazo, alejándose el hombre. –Marie y Jhon eran grandes personas, como líderes y pensadores, puedo si no es mucha molestia saber el motivo de su deceso, alguna causa natural o más bien provocada- no puede alejar el incierto de su tono de voz, aun cuando ella sabe la verdad no puede asimilarla. Algunos resultados nos resultan difíciles aun después de años de ser pronunciados.

Volvió su mirada la chica con una seriedad sin mediar palabra alguna, casi al salir de la herrería asintió –Efectivamente, es mi hermano mayor aunque no es igual a mí y a ti, puedo preguntar ¿cómo lo has conocido? Y no me digas que me lo imagine porque créeme, en el fondo no querrás ello porque no te dejaría en un justo lugar, bella- una mirada vaga al horizonte de otro recuerdo, cuántas mujeres no pasaron por las manos de su hermano, amantes, amigas, familias, desconocidas y todas terminaban conociendo a la loba por ello era siempre el mismo motivo, la desolación que causaba su hermano, aunque en este caso no era diferentes, no del todo, y aunque rogaba que la joven no lo conociera de aquella forma porque arruinaría sus planes, esperó que al menos solo fuera de nombre, pero eso también le alarmaba, porque jamás es bueno cuando nombran a su hermano, aunque ahora podría cambiar un poco la conversación, o quizás pueda desviar la atención a su hermano, por lo menos un poco. Caminó fuera de la herrería regresando la vista taciturna a la joven loba y luego al herrero –Somos los esclavos de nosotros mismos- susurra con una sonrisa oculta tras su mejilla derecha, pronto aparecería la crueldad de su sangre, de su linaje y familia, no podía dejarla de lado pero no está de humor ¿Cuándo lo está? Pero ahora mismo su ánimo estaba apagado, ¿sospechas? Digamos que la cautela entre lobos es necesaria, más cuando hay secretos de por medio.

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