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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Bethania Miér Dic 06, 2017 9:32 am

Contaban las leyendas incas que el dios Inti, el soberano del Sol, regaló a los primeros homabres una joya de jade verde en forma de corazón para que la colocasen en una estatuilla con su efigie en el templo elevado en forma de pirámide en Cuzco. Cada amanecer, sus rayos la atravesarían y proyectarían en el techo del templo sus símbolos sagrados. Los sacerdotes y sacerdotisas del dios Inti interpretarían los signos que portarían los mensajes del destino, el corazón de piedra verda otorgaría a su portador el don de la visión futura. Cuando los conquistadores españoles llegaron a Perú y saquearon la ciudad, el templo fue sepultado por los sacerdotes, convirtiéndose en ruinas que con el tiempo se cubrieron de vegetación, escondiendo también el paradero y la historia de la joya mágica. Muchos trataron de encontrarla, pero con el tiempo y los fracasos cayó en el olvido, quedadando como una mera leyenda.

* * * * * * *

Bethania repasaba con los dedos el mapa dibujado toscamente sobre un pergamino de tela desgastada mientras con la otra mordisqueaba una manzana, sentada en su cama a bordo del Inferno, el buque de guerra de 74 cañones que fondeaba en Akershus. La Almirante Morgan comandaba la flota rebelde que contaba varios barcos cañoneros, su buque insignia seguía siendo la Venganza de la Reina Ana, pero el Inferno y el Avenger era los más pesados y armados. Había sido la pupila y mano derecha de Danielle desde que ella la sacó del mercado de esclavos, pero llegada la mayoría de edad, la dejó formar parte de la tripulación del Inferno en calidad de contramaestre, necesitaba que se formase, que aprendiese todo cuanto le faltaba para ser algun dia capitán.

Seguía pasando temporadas a bordo de la Reina Ana, pero ahora volaba sola en el otro cañonero. Hacía unos años que llegó a sus manos ese mapa acompañado de leyendas sobre la joya de jade inca y al haber ido a Perú en un par de ocasiones, recabó la información necesaria para creer que en verdad existía tal joya y podía encontrarse. Algún día lo haría, viajaría hasta allí y encontraría esa reliquia que les otorgaría a los norteños el don de la visión, la posibilidad de anticiparse a los movimientos de Randulf sin la necesidad de utilizar a jóvenes vírgenes oráculo. Necesitaba preguntarle una cosa a la hechicera del conde Cannif, la mujer del general Ulf. Ella también tenía el don de la clarividencia, pero era distinta, y quería estar segura de cómo se podía usar tal joya a su favor.

Descendió la pasarela y se encaminó hacia la casa de los Tollak, normalmente solía estar allí, pero en esa ocasión Giuliana se había ausentado. Cuando llamó a la puerta Arne, el sirviente, la hizo pasar al salón donde el segundo hijo de los Tollak se encontraba discutiendo con su padre porque éste no le dejaba ir con él a una expedición al Norte. El primogénito, Brökk, sí que viajaba con el ejército de Cannif a pesar de ser tan sólo un año más mayor que Alrek. La discusión se detuvo cuando Bethania hizo aparción en el salón.

Ehm...lamento si interrumpo algo. Buscaba a la señora Giuliana pero... puedo volver más tarde.


Última edición por Bethania el Vie Dic 08, 2017 4:46 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Alrek Tollak Miér Dic 06, 2017 10:18 am

Una discusión campal era lo que había en el salón de mi casa, para variar, mi hermano Bröok acompañaría a mi padre a la batalla, Höor acudiría con la inmensa mayoría de sus hijos, pero al parecer yo no estaba lo suficientemente ducho para acudir a ese encuentro.
Padre no era por supuesto eso lo que decía, según él, tenia otros planes para mi.
-¿cuales padre? ¿Pastorear a las gallinas? -rugí sarcástico porque estaba ciego, ciego con su maldito primogénito.
Brökk nunca me igualaría en el manejo del acero, peor claro, que importaba eso cunado viajaba por el puente bifrost y Loqui lo recibía en Asgard con cada puto colocon.

Rugí malhumorado, mi carácter impetuoso no era muy distinto al de mi padre.
-Alrek, te quedaras porque esa es la orden de tu general y ya sea dicho de paso, de tu padre. Hay muchas gestas que librar y en esta ocasión será Bröok el que me acompañe a esta.
Apreté los dientes, no estaba de acuerdo y así se lo hice ver.
-Estáis ciegos, Akershus es una ciudad de acero, de fraguas y de fuego ..pero parece que con la llegada de Sirius “la reencarnación de Thor” apunté con mofa y de Brökk, el elegido por los dioses, Akershus navega entre dos aguas.

Mi padre y sus ojos ámbar chocaron con los míos, acaso no era capa de ver lo que yo veía, que eramos iguales ¿por que no me valoraba?
La llegada de la joven pirata, Bethania nos silenció a los dos, aunque nuestro malhumor era evidente, ambos furibundos seguíamos con ese tono lobuno en nuestras pupilas.
-¿Que pasa Bethania? -preguntó mi padre enfocándola a ella y tratando de dar así por zanjada nuestra conversación.
-¡No he terminado! -rugí.
-Ese no es mi problema -sentenció mi padre – no me acompañaras en esta batalla, lo hará tu hermano porque así yo lo he decidido. Fin.
-¡No! Gruñí mostrandole los dientes desafiante.

Mi padre arrugó la nariz, no gruñó, solo enseñó sus afiladas fauces, mas por suerte fue mi madre la que llegó poniendo paz en ese instante en el que bien ambos podríamos habernos lanzado sobre el otro quebrando parte de la confianza.
El era el alfa, yo beta, pero me estaba convirtiendo en un hombre, mi envergadura aumentaba y iba en mi natura que al alcanzar el poder de padre los desafíos entre ambos se produjeran.
-Cariño, la joven aprendiz de Dani te busca, voy a despejarme o le tendré que enseñar a tu hijo algo sobre la sumisión que ha de mostrar ante un alfa -dijo mi padre largándose de allí entre gruñidos.

Madre últimamente lidiaba con demasiados encontronazos entre ambos, Bröok en ocasiones también se metía por medio, algo que terminaba en una batalla campal en nuestra casa.
Solo la pequeña de nosotros parecía comprenderme pues madre estaba demasiado ocupada con nuestro hermano pequeño que enfermaba con demasiada frecuencia por las gélidas temperatura de Akershus.


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Mensaje por Bethania Vie Dic 08, 2017 4:32 pm

Eira y Kenna acompañaban a Giuliana al entrar que llevaba de la mano a Yrian, siempre enfermo y débil de pulmones a pesar de los esfuerzos de su madre por sanarlo con todas las armas a su alcance. Venían de tomar un baño con vapores a ver si así se le aliviaba la congestión al niño. La mayor de las hijas de los Tollak y gemela de Yrian miró a Beth y le sonrió con malicia, era demasiado espabilada y tenía el mismo carácter endiablado de Ulf.

¿Esta es tu novia? ve con cuidado no te la levante Brökk.— le encantaba pinchar a Alrek, su hermano inmediatamente mayor.
Eira... eso te va a costar la cena de hoy. Fregarás tú los platos.— Giuliana la corrigió en seco, a Eira tenían que atarla en corto.
pero...
ni peros ni nada. Pide disculpas ahora mismo.— a regañadientes la niña frunció el ceño y pidió disculpas marchándose escaleras arriba. Los otros dos corrieron al encuentro de Ulf.— Disculpala, con tal de meterse con su hermano... son cambiantes ambos pero a ella le permitimos menos cosas por su edad y a veces le pueden los celos.
No se preocupe señora Tollak. Cuando crezca le vendrá el buen juicio, o lo aprenderá a escobazos, una de dos.
¿Me buscabas a mi? ¿Hay alguien enfermo en el Inferno?
No, no, señora. Es otro tipo de...hum.. asunto.— por su expresión, le gritaba a Giuliana que prefería comentarle en privado y la bruja la hizo pasar a su despacho, donde supuso que se trataría de alguna cosa de mujeres, algo que podía tener que ver con filtros de amor, de embarzo, aborto y esas cosas. La rubia la invitó a sentarse y la miró con esos ojos maternales pensando que la muchacha que Danielle trajo de un mercado de esclavos se había convertido en una jovencita muy guapa y con la misma mirada intrépida que tenía la pirata cuando llegó a Akershus.
¿Es algo que tenga que ver con las cosas que nos pasan a las mujeres? tranquila, nunca sale nada de aquí.
¿Qué? no, por todos los dioses!! no.— Beth se removió incómoda en el asiento. ¿Cosas de mujeres? ¿qué cosas les pasaban a las mujeres que requiriesen el trabajo de una bruja? mejor no quería saberlo ni preguntarlo.— Lo que quería preguntarle es sobre la magia y las visiones. Dani dice que usted ve el futuro, pero a veces esas visiones no se cumplen, que es un don con el que nació y no se va como el de las oráculo. Hay leyendas sobre objetos que pueden otorgar un poder así a quien las tenga. ¿Eso es verdad? quiero decir...¿es posible ver el futuro a través de objetos mágicos?.— Bethania no llamaba "madre" a Danielle aunque había sido una para ella. La bruja se recostó sobre el sillón pensativa.
Diría que sí. No he tenido en las manos ningun objeto así, pero existen muchos tipos de objetos mágicos que hacen multitud de cosas, no siempre buenas. Una vez tuvimos que recuperar una reliquia druida que controlaba el agua y viajamos hasta Escocia a por ella. Pero en el caso de esos objetos videntes más que su poder es el uso que hagamos de ellos. ¿Para qué quieres saber el futuro? si lo conoces puedes alterarlo, y toda magia tiene un precio.
Eso siempre lo dice Brökk.
Le he inculcado esa frase porque la magia no se puede tomar a la ligera. Si tienes un objeto así, ten mucho cuidado y recuerda mis palabras, toda magia tiene un precio.

La joven asintió, no era tonta, su cabecita era tan despierta como la de la inglesa y ésta la había enseñado bien a valerse por si misma. Eso es lo que necesitaba saber, porque embarcarse hasta Cuzco si no había posibilidad alguna de que eso fuera cierto, era tontería. Pero si el corazón de piedra verde era una piedra vidente, entonces estaba dispuesta a encontrarlo y traérselo al conde Cannif. Se ganaría su título de capitán por su propia valía no por se "la hija" de nadie. Le dio las gracias la señora Tollak y se despidió. Sacó del bolsillo otra manzana y la mordisqueó mientras se encaminaba hacia el puerto, pero al salir por el callejón donde estaban los establos vio a Alrek enfurruñado cepillando el palafrén de su padre. seguramente tendrían a alguien que lo hiciera por él, pero al estar cabreado necesitaría soltar su enfado haciendo algo. Se detuvo apoyada en la barrera de madera mordisqueando la fruta.

Tu padre no tiene razón. Debería dejarte ir.— A ella Danielle la había llevado a misiones peligrosas, aunque otro tanto de las veces la dejaba en Akershus cuando entrañaba demasiado riesgo. Todo el mundo sabía que el primogénito de los Tollak y el joven Sirius eran los "niños bonitos" de sus padres, pero eso no le restaba valía a Alrek y podía entenderlo. Entonces se le encendió la bombilla en la cabeza.— ¿quieres hacer algo que haría que te ganaras una buena bronca y el respeto de todo el mundo?
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Mensaje por Alrek Tollak Dom Dic 10, 2017 11:01 am

Caminé hacia los establos enfurecido, necesitaba sacar la rabia que anidaba en mi interior, rugí dándole una patada al heno, como si eso solucionara todos mis males.
Padre no era justo, Bröok era el niño mimado de los dioses, con eso podía lidiar, pero también lo era para padre y para madre, estaba cansado de que la magia gobernara Akershus cuando siempre el acero fue nuestro elemento.
Sirius era un buen muchacho, no tenia esos aires de grandeza de los que Bröok hacia gala, no solo en el patio de armas, si no en la taberna o en todas partes que pisaba, caminaba como un pavo real inflado de ego.
Mas de una vez le hice morder el polvo con el acero, pero al parecer eso no era suficiente para padre que estaba ciego con su primogénito.

Cepillaba el corcel de padre cuando la hija de Dani mordisqueando una manzana se detuvo frente a mi, enarqué una ceja foribundo, si tenia algún mordaz comentario que decir podía ahorrárselo porque bien podría echarle un bocado con los humos endiablados que me gastaba esa mañana.
Ella y yo no eramos precisamente amigos, frecuentaba mas a los hijos de los Cannif, y claro como no a Bröok que siempre andaba enredado en las chanzas de estos.

“Tu padre no tiene razón. Debería dejarte ir. ¿quieres hacer algo que haría que te ganaras una buena bronca y el respeto de todo el mundo?”
Ladeé la sonrisa dejando caer el cepillo en el pozal de agua mientras ahora la joven pirata acaparaba toda mi atención.
Sinceramente no sabia que me apetecía mas, si ganarme el respeto o la bronca de mi padre desobedeciendo todas y cada una de sus ordenes.
-Habla -la instigue.

Aun no había escuchado su oferta y ya sabia la respuesta, fuere lo que fuere iría, pues sinceramente ahora mismo un viaje a Hel me parecería incluso apropiado si con eso podía demostrar que también yo podía ser el guerrero que yo sentía corría por mis venas.

Di un trago de la bota de agua que caia en el suelo, y me mojé la cara y el pelo mientras esperaba su propuesta limpiando así el sudor que resbalaba por mi mentón y mi frente.






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Mensaje por Brökk Tollak Dom Dic 10, 2017 3:54 pm

Brökk no había sido testigo de la bronca porque estaba con Orn y Dritt en el patio de armas repasando el equipo, partirían al día siguiente y estaban como locos por ir a una misión importante. Cuando llegó a casa Eira le informó de lo que había pasado, por eso Ulf estaba tenso y su madre trataba de calmarlo razonando con él. El lobo y su segundo hijo eran muy temperamentales y a veces chocaban de frente con un impacto terrible. Aunque la bruja quería a todos sus hijos por igual, no conectaba con todos de la misma forma, le resultaba más sencillo con Brökk y Kenna que tenían el don de la magia, y con Yrian porque siempre estaba enfermo. Pero Alrek y Eira tenía un carácter endemoniado y no se sometían a su madre de la misma forma que los otros, apenas obedecían a su padre que era la autoridad en su hogar.

A Brökk no le gustaba estar siempre de bronca con su hermano, pero es que el segundo era muy cabezón, tanto que se ofuscaba y no medía las consecuencias de sus actos y palabras. Los dioses sabían que él lo había intentado en multitud de ocasiones, pero Alrek siempre acababa malinterpretando sus gestos y acababan a vueltas. Tampoco es que tuviera una paciencia infinita, más bien acababa pronto mandándolo todo a rodar con él porque ya estaba cansado de sus celos infundados, o fundados, qué mas daba. Aún así salió al establo a avisarle de que al día siguiente le tocaba guardia en la almena, ya que todos hacían tareas rutinarias de soldado aunque aún estuvieran en formación.

Apareció tras Beth, a la que dirigió una miradita ya que estaba de espaldas y tenía un bonito y redondo trasero.

¿Qué hay, Bethania?
Hola Brökk. ¿Te has ido de juerga con Loki hoy?
No, todavía no, esperaba que quisieras acompañarme a la taberna, eres más guapa que él.
Ah!... para. Eso no te pega, le pega más a Orn. ¿Se lo has copiado?
¿tanto se nota?
mucho. Otro día quizás, vine a buscar a Alrek, necesito que me ayude con un cargamento de cajas cerradas, mi olfato no es tan bueno.— Mentía tan bien con Danielle, una mentira piadosa evitaba muchos males a tiempo. Desvió la mirada hacia el joven Tollak y esperó a que la siguiera hacia el Inferno, el buque del que era contramaestre.
Tu y yo...ya hablaremos luego. Padre está muy enfadado y madre muy disgustada.— era el mayor y tenía que tratar de poner orden en casa.

Beth sabía de los choques entre ellos, eran bastante frecuentes, pero bueno, no estaba allí para ayudar a reconciliación familiar. Tenía un objetivo, y si Alrek sabía en qué se estaba metiendo, las consecuncias para él las asumiría él. Subieron a bordo del Inferno y fue derecha a su camarote. Era pequeño y funcional, no como el del capitán, ella estaba allí en calidad de mano derecha, pero nada más. Su "hogar" era la Reina Ana y en tierra la casa de Dagmar, la viuda que la alojaba de pequeña cuando Danielle se ausentaba demasiado tiempo. Sacó una caja de debajo del catre y la abrió con la llave que llevaba colgada al cuello extrayendo el mapa. Se lo tendió a Alrek y le explicó la leyenda inca del Corazón de piedra verde, la reliquia que otorgaba el poder de ver el futuro exacto.

Puede hacerse, este mapa nos llevará a su ubicación precisa. Es un viaje de tres semanas hasta Cuzco y estamos en temporada de mar calma, no habrá tormentas tropicales. Si lo conseguimos me ganaré el respeto de toda esta tripulación y tú el de tu padre, claro que a Danielle le dará un ataque, pero luego se le pasará. Mañana embarcaré en el Doña Juana, un carguero dominicano que me llevará hasta allí. ¿Te unes?
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Mensaje por Alrek Tollak Lun Dic 11, 2017 11:21 am

Eso de que tres eramos multitud parecía que Bröok no era capaz de pillarlo porque llegó a las cuadras con ese derroche de soberbia del que hacia gala.
Ladeé la sonrisa negando con la cabeza cuando se dirigió a Beth como si fuera él Loqui y no su criado.
El muy gilipollas no era ni siquiera capa de respetar que estaba yo hablando con ella y no él, elevé ligeramente mi labio superior arrugando la nariz en un acto reflejo muy lobuno, no porque bebiera los vientos por la muchacha, si no porque Bröok siempre hacia lo mismo, si me veía con una mujer era motivo suficiente para que a él se le despertaran las ganas.

Por suerte Beth le dijo que me necesitaba en el barco, así que le dediqué una mirada de autosuficiencia y cuando dijo que teníamos que hablar porque nuestros padres andaban muy cabreados me limité a encogerme de hombros con indiferencia  dándole la espalda.
Si le contestaba nos enredaríamos en una de nuestras discusión
Él se creía con la necesidad de hacer de hermano mayor y yo con la seguridad de no querer escuchar sus sandeces.

Seguí a Beth hasta el barco, de alguna manera si algo teníamos en común esa mujer y yo, es que ambos queríamos destacar por lo que eramos y no por quienes eramos.
Ella hija de la mítica pirata Danielle Morgan, yo del general Ulf.
Subimos raudos la escalinata del Reina Ana, cualquiera que nos conociera hubiera adivinado que nos traíamos algo entre manos.
Bajamos hasta el camarote, allí Beth sacó un mapa que extendió sobre la mesa, a su espalda alargué mi brazo posando la mono sobre una de las esquinas del mapa y por encima de su hombro miré todo cuanto me explicaba, la leyenda de ser cierta, nos ofrecería un objeto de valor incalculable para Akershus. Hacernos con esa pieza, nos daría reconocimiento.
Ademas cabrearía a mi padre lo suficiente como para oírlo aullar desde Cuzco.
-Me apunto -dije ladeando la sonrisa. Esta noche tengo guardia, así que no me será difícil escabullirme a ultima hora, estaré en le puerto para coger ese carguero contigo y que los dioses nos guíen.

Pasé el resto de la tarde nervioso, tenia ganas de emprender la aventura, así que ciertamente estuve algo ausente y eso que Niles no dejaba de señalarme a todas las mujeres que pasaban.
Llegó mi hora de guardia y me despedí de los hijos del conde en el lago, me situé en las almenas con el carcaj a mi espalda y el arco largo en mi mano. La noche fue pasando sin mayores problemas que los típicos.
Llegado el momento me apeé de las almenas, otro soldado cubrió mi puesto así solo tuve que tomar el petate que por la tarde a escondidas había preparado y corre en dirección al puerto sin ser visto por nadie.

Beth ya estaba allí, al verme sus ojos centellearon fruto del nerviosismo que implicaba esto para ambos.
Mis ojos se centraron en sus nalgas, prietas, redondas.
-Uffff - no pude evitar que mis cejas se alzaran en un claro gesto mientras mi sonrisa de ladeaba.
-¿Vamos pirata?


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Mensaje por Bethania Miér Dic 13, 2017 3:55 pm

Llevaba un petate con lo necesario para emprender la aventura, contaba con sus aparejos náuticos para calcular la longitud y latitud de la cruz marcada en el mapa. Llevaba un pequeño cuaderno para tomar notas, yesca, cuerda, recambio de ropa y un par de ungüentos para curar heridas. Un marinero que solía viajar al otro lado de océano le recomendó un potingue para repeler los mosquitos, que según él eran grandes como libélulas.

¿Listo? le he dejado una nota a Danielle, sé que se preocupará y que mandará a alguien a buscarnos, pero no sale ningun barco hasta dentro de dos días, es el margen que tendremos.

El Doña Juana era un carguero, pero moviendo hilos había conseguido que los aceptaran como tripulación, ella no tendría problemas para trabajar en el barco pero Alrek no tenía ni idea de navegar, así que tendría que ayudarlo para ponerlo al día. Se presentaron al capitán, un dominicano llamado Manuel, moreno y de sonrisa algo mellada, y de inmediato los envió a la bodega, allí había un pequeño cuartito con dos hamacas colgando de dos ganchos. No tenían más camarotes que el del capitán y el médico, todos los demás, unos cien hombres, dormían en hamacas en la sala común, pero Bethania había conseguido negociar el cuarto de escobas.

Colgaron allí los petates de un gancho, porque si entraba agua se mojaría todo y comprobó que las camas colgantes estuvieran bien falcadas en la pared.

Pues...no te puedes quejar, tenemos camarote propio!!.— le dio unas palmaditas en el hombro y subieron a cubierta, el barco ya estaba abandonando el puerto.— ven, te enseñaré las partes más importantes del barco y cuando me diga el capitán donde me necesita vendrás conmigo hasta que te conviertas en un marinero experto. Espero que no te den mareos, porque vamos a estar tres semanas aquí dentro.

Uno de los marienros del Doña Juana miró a Beth frunciendo el ceño y al joven vikingo que se veía a leguas que no sabía nada del mar. Se pararon delante de un pilón de madera que tenía una herradura.

Tócala, nos dará suerte. Toda la tripulación debe tocarla antes de partir para tener una buena travesía, son tradiciones marineras.— Ella pasó la mano y le susurró al oido.— Ya es bastante mal fario una mujer a bordo, no en todas partes nos aprecian como en la flota de Akershus.

El capitán la mandó a la cubierta de popa a asegurar la vela sobremesana, necesitaban parejas de dos o tres para ciertas velas más grandes, pero esa era la segunda y con la chica y el novato podrían tirar de los cabos y asegurarlos, la fuerza del viento la hinchaba y les tocaría tirar con fuerza y anudarla. Ambos batallaron un rato con los cabos pero con la fuerza de Alrek y la pericia de Bethania la aseguraron y ayudaron a los que estaban peleando con la cangreja, la vela vertical trasera.
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Mensaje por Alrek Tollak Jue Dic 14, 2017 4:46 am

Enarqué una ceja cuando la pirata bromeó sobre que teníamos un camarote para nosotros solos.
-Y para todas las escobas, mochos y mierda del barco, pero bueno, he dormido en sitios peores -aseguré guiñándole un ojo – y con peor compañía -apunté lanzandole un mordisco antes de echarme a reír – eso ha sonado a Orn -dije animado.

Estaba acostumbrado al trabajo duro, entrenaba con el acero cada mañana, luego ayudaba en casa y por la tarde hacia guardias cuando no me tocaban por la noche, así que ayudar en el barco no me suponía demasiado, lo importante era llegar Cuzco.
-Soy un vikingo -aseguré de forma engreída -no me mareo.

Subimos a cubierta, pronto nos mandaron un trabajo, no me enteré bien, iba mas perdido que un pingüino en el desierto, pero yo trataba de imitar a la pirata que si había sido educada en esto de dirigir un barco.
Todos nos miraban, a ella porque estaba buena a mi porque no tenia ni puta idea de lo que hacia.
-No te miran porque des mal fario, esta claro que no lo dais, y si no mira la flota de Akershus -te miran porque tienes un buen culo -dije con esa barbarie que nos caracterizaba para decir las cosas exactamente como eran.

Hace ya mucho tiempo que Höor sugirió a Dani que se creara una flota que ayudara en las misiones, esta había crecido desde entonces, fue una sabia decisión que Danielle supo aprovechar y no decepcionó.
Desde entonces, era el terror de los mares, solo que en vez de la bandera pirata, Dani ondeaba la de Akershus.

Oque enarcando una ceja eso que ella dijo daría suerte, negué divertido por las creencias de Beth, pero no hice ningún comentario.
Pasamos el día trabajando sin parar, el mar estaba calmo así que todo resultó mas o menos sencillo, aunque la joven tuvo que ayudarme con los nudos.
Me encaré a uno que aseguró que deberían tirarme de la borda por inútil. Mi carácter tempestuoso era un problema al parecer a bordo, mas aun cuando lo cogí de la pechera dispuesto a reventarlo a hostias, pero Beth consiguió tranquilizarme y tiró de mi para que dejara la bronca y me centrara en lo que hacia.

Cuando la noche cayó ambos acabamos en el “ camarote de las escobas”.
-Dime que tienes una botella de ron -dije dejándome caer en la hamaca mientras esta se balanceaba – dices que Dani mandará a alguien por nosotros, tendremos que camuflar bien nuestro rastro una vez pisemos tierra.
Padre iba a arder en llamas cuando descubriera mi ausencia, yo a diferencia de Beth no había dejado nota alguna.




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Mensaje por Bethania Miér Dic 20, 2017 10:41 am

El joven Tollak era un pequeño problema del tamaño de un guerrero vikingo con la furia de un cambiante cánido. Casi nada. Su hermano mayor era más tranquilo, lo conocía mejor que a Alrek porque contaban con él más veces para las misiones y ella solía estar a bordo cuando esas misiones no entrañaban gran riesgo para los pequeños. Sin embargo el segundo había crecido un poco más lejos de la batalla y no porque no fuera apto sino porque sus padres lo protegían más. Ladeó la cabeza y lo observó en silencio, uno tan largo que llegó a ser incómodo.

— ¿sabes qué? que eres un gañán. A partir de ahora te llamaré gañán. No sabes comportarte, si no quieres que te comparen siempre con tu hermano, deberías dejar de actuar como un crio molesto. Estamos en un barco donde nadie nos va a dar palmaditas en la espalda. ¿Quieres hacer enemigos ya tan pronto?.
— le golpeó en la sien con el dedo índice.— Sé más listo, Tollak...¿o prefieres que te llame gañán? vamos a ver. Esto es así: tienes que aprender los entresijos del barco, no te metas con nadie y cuando pisemos tierra, todos felices. Aquí las cosas no se arreglan con la fuerza sino con la picardía. El más listo sobrevive, y no siempre ese el más fuerte. ¿Lo entiendes?

Lo había agarrado de los brazos para explicarle todo eso y no dejaba de ser cómico porque le sacaba más de una cabeza, Bethania era menuda y morena, pero espabilada como una rata y con la determinación de hierro que le había inculcado Danielle. Sacó la navaja de su bolsillo, una botella de ron del petate y clavó la punta en el corcho sacándolo y dándole un trago para pasárselo después a Alrek.

No te emborraches, no podemos permitirnos el lujo de que te líes a hostias con nadie y nos echen por la borda. Estamos muy lejos de cualquier tierra, así que no lo hagas. Quédate aqui, ahora vengo.

De todas formas ya tenía pensado un plan B si al cambiante se le iba la pinza, lo encerraría bajo llave si era necesario, pero lo cierto es que le preocupaba que Alrek nno supiera controlarse. Fue hasta la cocina y pidió sus raciones, no las comerían con todos en el comedor, mejor dejar espacio hasta que las cosas estuvieran más rodadas, lo sabía por experiencia. Regresó al cuarto de escobas y le tendió al vikingo su cuenco, empezsando a comer el estofado de pescado, un plato típico de barco, salvo que ése llevaba piña, debía ser cosa de los dominicanos.

¿por qué te llevas tan mal con tu hermano? es un poco petulante, pero la mayoría lo sois, no sé.
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Mensaje por Alrek Tollak Miér Dic 20, 2017 2:45 pm

Enarqué una ceja cuando la joven pirata me dijo que era un gañan, viniendo de otro quizás le hubiera partido la cara, pero francamente la hija de Dani sabia que no lo decía con maldad, si no porque mi impetuoso carácter difícil de controlar no favorecía para el “buen ambiente en el barco” y si me metía en problemas acabaría arrastrándola a ella conmigo
-Puede que tengas razón -¿yo dando la razón a alguien? - pero soy un guerrero, un vikingo y un cambiante lo que aunque no lo creas es una mezcla bastante explosiva. Suele pasarnos a los cambiantes, es como la época en la que los machos estamos en nuestro apogeo, mas desafiantes, mas...machos. No se explicártelo, pero a fin de cuentas parte de mi es un lobo, siento los instintos salvajes llamarme y no puedo controlarme. Si a eso le unes que mi carácter no es especialmente tranquilo, como el de mi padre ,y que llevo entrenando desde niño para ser un guerrero pues esto es lo que te encuentras.

Me pasó la bota pidiéndome que no me emborrachara, ladeé divertido la sonrisa.
-Creo que necesitaría bastante mas que una bota compartida para ir beodo, así que tranquila, no voy a emborracharme, no con esto al menos.
Bufé cuando aseguró que no podía liarme a puñetazos.
-¿entonces he de dejar que me vacilen? Tu eres picara, no eres en si una guerrera, quizás estas acostumbrada a sobrevivir entre “gilipollas” yo estoy acostumbrado a romperles la boca.
Ya estaba acostumbrado a estas mierdas, a que me juzgaran por mi carácter, peor me preguntaba en que difería exactamente del de mi padre y a él nadie se lo reprochaba.

Beth se largó dejándome gruñendo, al parecer mi compañía no le resultaba agradable, me llamaba necio, pero no era así exactamente. Yo no había sido educado para eludir problemas si no para enfrentarlos y ella me pedía un milagro.
Cuando volvió con dos cuencos empecé a comer, la verdad es que no se podía decir que aquella sopa de pescado me estuviera llenando.
-Ahora entiendo porque los piratas son tan enclenques, con esta comida es imposible mantenerse. ¿Te lo vas a acabar? -pregunté mirando su cuenco con hambruna.

Dejé el cuenco vació a un lado al escuchar la pregunta.
-Vamos a ver, se que eres amiga de mi hermano, tu y yo nos conocemos de coincidir por Akershus pero con mi hermano has ido de fiesta y de misión.
No pienso que mi hermano sea un mal tío, simplemente creo que nunca me a apoyado Nos llevamos un puto año y el por tener magia y un carácter mas tranquilo parece estar mas capacitado que yo El no tiene nada que demostrar, Loqui lo eligió y eso lo ha elevado a ser un semidiós, pero yo me parto los cuernos en el patio de armas de sol a sol.
Da igual que yo sea mejor con el acero, que yo pueda ir al campo de batalla y mate mas enemigos, nada de lo que yo hago es suficiente, nada parece estar bien y la indiferencia de mi padre y la sobreproteccion de mi madre me cabrea.










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Mensaje por Bethania Vie Dic 22, 2017 3:31 pm

Enarcó una ceja y protegió su cuenco contra su abdomen retirándolo del alcance del cambiante.

¿Qué te hace pensar que como poco? porque soy bajita? hum!! siempre hay cosas que hacer y pasar hambre no es mi idea. Si quieres más, todos los marineros tienen derecho a otro cuenco siempre que midan más de seis pies. Tú eres alto, así que puedes pedirlo.

Alrek tenía mucho que aprender de ese mundillo, de la misma forma que ella se quedaba perdida en tierra y por eso había ido a buscarlo a él, porque además era un cánido y sus enorme olfato podrían ayudarles en la misión cuando llegasen a Cuzco.

No soy muy amiga de tu hermano, tan sólo he coincidido con él y con los otros dos integrantes del trío calavera unas cuantas veces, pero no ha habido nada. Orn me tiró los trastos una temporada, pero lo realmente interesante sería saber a quién no le ha tirado los tejos Orn.— Corría un rumor por ahi sobre algunas de las mujeres que formaban parte de la flota a las órdenes de Morgan, muchos decían que eran lesbianas porque no se les conocían maridos, novios etc. Beth era una de esas que más rumores alimentaba. Rara vez se la veía por la taberna, nunca intimando con nadie y solía rechazar las insinuaciones como las que Orn le había hecho. Realmente Beth quería ser tan grande como su "madre", tenía toda su voluntad puesta en aprenderlo todo, en labrarse su hueco ganándolo a base de trabajar y desarrollar todo ese potencial que Danielle había visto en ella. A veces el ser espabilada jugaba en su contra porque se arriesgaba demasiado o metía la pata. Tenía que encontrar un poco de equilibrio con esa impulsividad juvenil para que surápida mente llegase exactamente donde debía sin pasarse de frenada.

Enarcó una ceja cuando Alrek la miró y chasqueó la lengua, seguro que había escuchado las tonterías que se decían ella.

— No te lo voy a negar ni a desmentir...sé lo que estás pensando, pero te vas a quedar con la duda de si soy lesbiana. No entiendo ese afán por juzgar a las mujeres que no quieren una familia y un marido.

Se acabó el cuenco y le dio un trago al ron dejándolo después sobre una caja de madera que hacía de improvisada mesita. Se quitó la casaca y el chalecho de curo aceitado que llevaba sujeto con algunas correas. Casi toda su ropa estaba impermeabilizada, en un barco lo más fácil era mojarse, pero la camisa y el pantalón no. Guardó las prendas en el petate y se colocó una camisa de dormir dándole la espalda a Alrek. Estaba acostumbrada a los espacios estrechos y a compartir hasta el orinal, pero no podía pasar por alto que el hijo del general Ulf estaba de muy buen ver y solía ser el centro de atención de muchas muchachas que suspiraban por él.

Si sales avisame para echar la llave, no quiero que nos roben el mapa, sería un desastre. Esto ya no tiene vuelta atrás, regresaremos siendo leyendas.
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Mensaje por Alrek Tollak Vie Dic 22, 2017 4:19 pm

Enarque una ceja cuando el tema desvarió en los rumores que se escuchaban sobre ella y las piratas de la flota de Dani, ciertamente estaba seguro que muchas lo eran. No tenia otra explicación, muchas rehuían todo contacto carnal con hombres. Beth a decir verdad no lo sabia, seria un desperdicio porque tenia una cara muy morbosa con esos labios en los que ahora centré mi mirada relamiendome los propios.
-No te he preguntado, con lo cual ¿por que deduces me quedaré con esa curiosidad? -pregunte con ese tono arrogante del que los Tollak haciamos gala mientras una sonrisa socarrona se pintaba en mi cara.

La joven pirata me dio la espalda, no podía quejarme de las vistas, tenia un culo redondo, prieto y estaba muy buena.
-¿salir? ¿a donde quieres que vaya? No he visto muchas mujeres con las que divertirme a bordo, de echo, creo que tengo la suerte de compartir “camarote” con la única, seria un necio, mas bien tendría que partirme la cara para que el resto de idiotas no entrara -apunté siendo todo lo bocazas que tendía a ser.

Me dejé caer en mi hamaca con la vista en el techo de aquel escobero, no estaba acostumbrado a conciliar el sueño en un barco, yo allí estaba como pez fuera del agua, ella por contra estaba en su medio y se desenvolvía con facilidad en el.
-Vamos Beth, vamos a estar durante demasiados días juntos como para que me des el culo la primera noche y no puedo dormir con este vaivén. Estoy seguro que podrías enseñarme algo de este barco aprovechando la oscuridad y la clandestinidad de las sombras ¿donde esta tu espíritu aventurero? -la piqué con esa tendencia a meterme en líos.

Mi animal salvaje, impulsivo rugía por dentro, no me apetecía dormir, no tenia sueño e irme solo seria meterme en algún jaleo, algo que sabíamos ambos.
- o juguemos a algo...nos queda ron -dije moviendo la bota ¿que me dices Beth? No nos conocemos demasiado, así que porque no hacer preguntas al otro...sin mentir.


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Mensaje por Bethania Dom Dic 24, 2017 6:23 am

Salir no era buena idea, los marineros aun no se conocían entre ellos y los ánimos estaban algo tensos con lo cual era mejor dormir, y acatar órdenes al día siguiente. Cogió una caja de madera la volteó y se sentó encima agarrando la botella de ron y dándole un trago.

Vale, yo empiezo. Siempre me has parecido un poco capullo, como enfadado por cualquier cosa. ¿Eres siempre tan impulsivo e insensato o es solo una fachada?.— Buuuum. Ahí tenía la primera pregunta acompañada de su opinión personal, si ibvan a jugar en serio, lo haría con todas las armas porque además iban a compartir un par de meses de compañía, era mejor saber a qué se atenía. Ella tampoco era de las que se dejaba conocer fácilmente y posiblemente Alrek tuviera en mente alguno de los arquetipos que la gente solía colgarle.

Ahora que lo miraba, se parecía más al general Ulf que su hermano mayor, ese pelo rubio como el trigo, los ojos claros medio grisáceos, esos gestos arrogantes, esa sonrisa que pasaba de petulante a sincera si realmente lo requería la ocasión. Su padre era leyenda en Akershus, una de las parejas más sólidas que había visto nunca. Su madre era una bruja que todos decían que era muy sabia, que a pesar de tener poderes oscuros jamás había perdido el control de forma dañina para los suyos. Alrek no había heredado ese buen juicio de ella, al parecer era Brökk el que estaba más inclinado a pensar antes de actuar.

El general Ulf siempre había sido un hombre muy deseado, además por su condición de cambiante apenas envejecía, con lo que seguía ostentando ese atractivo intacto. Ella misma se había sorprendido siguiendo con los ojos al lobo blanco y carraspeando para sacarlo de su cabeza. Pero ahora que veía a su hijo se estaba fijando en que tenía muchos detalles similares. Ulf se convertía en lobo, pero al parecer Alrek también podía hacerlo en perro y zorro, eso era algo que le gustaría ver algun día, ya se lo propondría.

Se relamió el ron del labio inferior, tenía unos labios jugosos y ése en concreto hendido en el medio como si se tratase de dos piezas de deliciosa fruta. Clavó sus ojos castaños y mediterráneos en los acuosos del cambiante haciendo una mueca de "venga, va, que estoy esperando la respuesta", con cierta provocación. Se suponía que los piratas eran bravucones, pero la flota de Danielle era más inteligente que bravucona, su objetivo era ser el azxote del mar del Norte y no se conseguía si se perdía la fuerza por la boca.
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Mensaje por Alrek Tollak Lun Dic 25, 2017 4:21 am

La joven pirata tomó asiento en uno de los barriles, lo que me llevó a ladear la sonrisa tomando asiento frente a ella para jugar a conocer a la desconocida que tenia frente a mi.
Dio un trago y escupió su primera pregunta, directa al grano, con ese impetuoso carácter avispado del que hacia gala.
Puede que no fuera hija de Danielle, pero sin duda se le parecía...no fisicamente, si en ese carácter implacable, tenaz y directo.
¿una fachada? No, soy así de capullo e impulsivo -aseguré llevando la bota a mis labios y dándole un buen trago.

Me tocaba disparar, así que mi sonrisa petulante atravesó fugaz mi rostro centrando mis pantanos en aquellos intensos pardos.
Tenia que reconocer que era muy guapa, tenia un rostro morboso, unos labios carnosos que con gusto devoraría.
Ademas su pelo como una cascada enmarcaba aquellas perfectas facciones que bien hubiera podido cincelar la misma Freya para hacerle la competencia a la mujer mas bella.
-Bien, dicho esto. ¿Lo de aparentar ser lesbiana es una mascara para que los tíos como yo no te entremos o mas bien es que te has hecho tanto a la mar que solo te gusta comer almejas? -pregunté sin poder evitar reírme por la cara que ponía.

Sabia que Orn le había estado un tiempo pretendiendo, tampoco era algo raro, Orn siempre andaba detrás de todas las faldas, pero de normal acababa funcionando la técnica perfeccionada de pico y pala, mas no con Beth.

Mis ojos bajaron por su escote, dos buenas tetas asomaban por la camisa, joder, esa mujer estaba muy buena.
¿Has estado alguna vez con un hombre? -pregunté con curiosidad alzando mis azules hasta su imperturbable mirada.

Alcé sendas manos cuando puso cara de que había hecho dos preguntas.
- Es cierto, te toca ¿que quieres saber de mi?



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Mensaje por Bethania Mar Dic 26, 2017 5:26 pm

Acababa de dejar la botella de ron sobre la mesita y se tomó su tiempo cuando Alrek le soltó aquellas dos preguntas. Estiró la mano hacia su petate y sacó de un pequeño bolsillo un saquito de almendras tendiéndole unas pocas al cambiante. Se metió una en la boca y la masticó mirándolo con cierta sorna.

Acabas de desaprovechar una oportunidad, las preguntas no pueden repetirse y has hecho dos. ¿Almejas? bueno, están ricas recién pescadas y con salsa de vino blanco, ya las probarás, es un alimento básico a bordo.— mordió otra almendra.— No, prefiero los hombres. Pero la mayoría son unos salidos o unos cansinos, prefiero ser libre como el viento sin que nadie me moleste.

Y así la segunda pregunta se quedaría sin respuesta, lanzó un fruto seco al aire y lo cogió con la boca masticándolo y dándole un trago al ron después.

— Te pareces a tu padre. No hay mujer que no tenga ojos a bordo del Inferno que no opine que el general Ulf tiene un polvazo, pero tranquilo, que todo el mundo sabe que tu madre es intocable. Vale… a ver, me toca. ¿Tú no estabas con esa cambiante gata? Los rumores vuelan como ves.
*

Enarqué una ceja al verla sacar el saquito con almendras esparciendo unas pocas por encima de la improvisada mesa.
-Asi que libre como el viento -repetí su frase con cierta picardia -pero de vez en cuando hay que quitar las telarañas. No se te conoce hombre, ni mujer ¿eres virgen? -pregunté apretando los labios e hinchando los mofletes para no explotar de la risa.

Mi sonrisa se curvó engreída cuando dijo que me parecía a mi padre, no tanto por eso como por lo que dijo después.
-¿lo de probar las almejas con vino lo decías por esta noche? -pregunté ensanchado la sonrisa - a ver...admito que me gusta, o gustaba ,es una mujer guapa, peor solo tiene ojos para Sirius y no me ha prestado atención. Vamos, como le ha pasado a Orn contigo, de vez en cuando nos dan calabazas, es lo que tiene ser el que tira la caña, que no siempre pescas aunque lo intentas.
Al parecer últimamente en Akershus se lleva la magia y no el acero de las fraguas norteñas.*

¿Qué parte de “una pregunta” no entiendes? ¿Una? O ¿Pregunta? no, no lo digo por esta noche, hoy no hay almejas en el menú.— y lo mejor es que lo estaba diciendo por la cena no por otra cosa.— Pues si le gusta Sirius lo lleva claro porque él sólo tiene ojos para la princesa rumana. La magia es… extraña. Yo prefiero contar con lo que veo, con la fuerza del viento, con el sable del cinto… no sé. Orn le tira la caña a todo lo que se mueve, si supiera escribir tendría para escribir un libro. Bueno, no hables muy fuerte, porque si te pareces a tu padre acabarás con una bruja poderosa y tendrás un montón de Tollaks rubios.

Lo dijo con media sonrisa, porque eran un clan muy conocido en Akershus y a ella le hacía gracia verlos a todos tan rubios, tan norteños, todos juntos bajo la guía del lobo y la bruja. Ella era “hija única” y no llamaba “madre” a Danielle, se había criado de otro modo y no veía el mundo de la misma forma que ellos, para ella era muy grande e inexplorado, lleno de aventuras que vivir y horizontes que descubrir.*

-El menú se puede cambiar..almejas la ¿ron? -dije alzando la botella antes de dar un trago. Por la cara que puso la pirata algo me decía que no iba a colar, asi que me llevé una almendra a la boca masticándola.
-¿y la pregunta? y luego dices que yo no he entendido el juego -bromeó mordiéndose la lengua -pues no lo se, no se si acabaré solo, muerto o con una bruja poderosa..dejare que el designio de los dioses marquen mi camino..de momento, estoy solo y algo me dice que al menos esta noche no va a cambiar mi suerte ¿cierto?

Sabia que esa mujer se habia criado de un modo distinto a como lo habiamos hecho mis hermanos y yo o los Cannif, que eran una piña.
Ella era mas parecida a Dani, un espíritu libre difícil de gobernar y a quien habia que dar libertad.
Yo por contra me parecía mas a mi padre, necesitaba una mujer familiar, pocas mujeres eran como mi madre y eso lo sabia, asi que..ya veriamos.

Le puso una mueca ratificando su afirmación de que es noche no iba a cambiar su suerte. Bostezó antes de dar otro trago y encaramarse a la hamaca. Colocó las manos cruzadas bajo su nuca mirando al techo y balanceándose en la tela colgada por dos ganchos, para ella era realmente cómodo, estaba hecha al mar.

Aún queda mucho viaje por delante Alrek, ¿sabes una cosa? Danielle me dijo una vez que en las grandes aventuras normalmente sólo un diez por ciento es gloria, el otro noventa por ciento es trabajo duro. Queda mucho noventa por delante, deberías dormir y tratar de adaptarte, es mejor no tener problemas en un barco, es un espacio muy reducido. Sé que no va con tu carácter, pero al menos hasta que pisemos tierra… ¿Quieres un besito de buenas noches? Como no está tu madre para dártelo…— lo estaba picando porque ella había tenido una infancia dura porque su familia había sido asesinada, y pensaba que Alrek estaba muy apegado a los suyos.

Puse un mohin al verla retirarse a su hamaca como si el cuerno sonara y los guerreros se replegaran, lo dicho, hoy los dioses no me acompañaban.
Me encogí de hombros ante aquella frase, faltaba mucho trabajo duro, ese no era le problema, yo estaba acostumbrado a currármelo de sol a sol, puede que ella creyera que era un consentido, era cierto que habia crecido en un ambiente donde la familia lo es todo, peor no por ello había tenido privilegios, había demostrado en el campo de armas tanto como ninguno y estaba preparado para derramar mi sangre en el campo de batalla, yo era un guerrero y si el Valhalla me llamaba iría con orgullo.
-Intentaré no buscar problemas -dije sin mas.
El problema es que eran los piratas los que me buscaban y no luchar iba en contra de mi propia esencia.

Ladeé la sonrisa cuando me dijo si quería un beso, si creía que me iba a sentar mal aquella tomadura de pelo no me conocía.
Me puse en pie y me acerqué a ella con los labios juntos mientras pedía lo que me había prometido.
-Y no se si padre dormir con este vaivén, quizás si me haces un hueco en tu hamaca -bromeé

¡Menuda jeta tenia el cambiante! Sonrió entre dientes y se incorporó un poco agarrándolo por la barbilla y aproximándose a él.

Estás muy gordo, se rompería, esta hamaca es sólo para un peso ligero.— Le iba a dar un beso en los labios pero pasó de largo y se lo dio en la nariz.— Tu madre estará orgullosa de ti, no has llorado al alejarte de sus faldas.— le guiñó el ojo y se dejó caer en la hamaca de nuevo. Podría habérselo dado, no le costaba nada, pero Alrek era como su padre tenía ese aire despreocupado y sobrado que destilaban por los cuatro costados. De alguna manera sentía que estaba cediendo en algo y no quería hacerlo, a pesar de que, como le había dicho, tenía un polvazo, ella misma hubiera podido disfrutar de una buena noche, pero no, era cuestión de orgullo.*

Negué abriendo los ojos al recibir aquel fraternal beso en la nariz.
-Si hay algo peor que que te den calabazas, es que te besen como si fueras un puto crio -aseguré frunciendo el ceño dándome la vuelta para dejarme caer en mi hamaca clavando los ojos en el techo.
No me gustaba aquel vaivén, no estaba acostumbrado a dormir en un barco y mi cuerpo andaba algo revuelto durante todo el día.
Cerré los ojos, en algo tenia razón la pirata, teníamos que descansar, al día siguiente nos esperaba otro día duro de trabajo y aunque francamente eso no era algo que me preocupara, el ambiente con el resto de los hombres estaba bastante tenso.
Olian que yo no conocía nada del mar y eso era motivo de mofa y a mi no se me daba bien permitir que nadie me tocara los cojones mas de la cuenta.
-Buenas noches pirata -dije finalmente cerrando los ojos.

La noche fue tranquila, al alba tocaron una campana y el sonido despertó a toda la tripulación que dormía, que eran la mayoría. A menos que hubiera tormenta solían dejar poca gente en el turno de noche. Se pasaron el día realizando tareas, algunas eran rotativas y todos tendrían que hacerlas, como las de limpieza o avituallamiento. Bethania estaba acostumbrada a hacerlas desde pequeña y no le resultaba extraño, pero a Alrek le costaría un poco más. Desde Akershus hasta Cuzco había exactamente cuatro semanas de viaje y fue al quinto día cuando el cambiante se metió en líos. Un marinero pasó por su lado y volcó el cubo de brea con el que estaban impermeabilizando la cubierta con sendos trapos, era un trabajo duro pero necesario y todos pasaban por ese puesto. El tipo en vez de pedir disculpas amonestó al vikingo por ser tan torpe de haber dejado caer el cubo.*

Me alcé con el trapo aun en la mano gruñendo, llevaba arrodillado pasando ese put trapo demasiadas horas por encima de los maderos como para tener humor para que me tocaran las pelotas a dos manos.
Lo enganche de las solapas con mis Ambar centelleando.
El marino no esperó mi reacción, lo que lo hizo retroceder, mas la bestia ya había sido desatada, alcé el brazo con toda la intención de dejarlo caer sobre aquel puto capullo que levaba todo el viaje buscándome las vueltas, mas fue la pirata la que desde atrás me enganchó pidiéndome calma.
Sabia sobradamente que si lo mataba a golpes no llegaríamos a Cuzco, pero mi ira en ese instante me impedía pensar.

Gruñí acabando por estampar el brazo en uno de los maderos, le lancé el trapo a la cara al muy cretino, airado, bufando y gruñendo me largué al camarote de mierda, ese donde guardaban las escobas y a nosotros.
Cerré la puerta de un portazo y me fuí directo a la palangana para mojar mi rostro y nuca a ver si me calmaba, de no hacerlo, acabaría la cosa en desastre, mi lobo salvaje quería cobrarse carnaza y sangre.

Beth lo había observado todo y sabía que eso llegaría tarde o temprano. Fue directa a hablar con el capitán, tenía un plan B para calmar los ánimos de Alrek. El dominicano asintió, porque la muy jodida tenía ese arte de embaucar que tan bien le había enseñado Dani, esa habilidad para vender la idea y hacer que el otro pensara que además era afortunado.

Entró en el improvisado camarote, agarró la bastarda del rubio y se la lanzó a la mano mientras ella cogía su sable.

sal a cubierta. Hora de entrenar, nos relevan del trabajo para dejarnos entrenar pero como no les guste lo que vean volveremos a frotar suelos.

Algunos marineros se arremolinaron cerca de la mayor para ver el “entrenamiento”, había pocos espectáculos a bordo, y la mayoría no sabían blandir bien las armas, eran marineros forjados en los suburbios no es en escuelas de esgrima y tener a bordo a dos guerreros diestros era algo que podían llevar relativamente bien si éstos les ofrecían un entretenimiento o les enseñaban algunos trucos para defenderse mejor.*

Sinceramente esperaba que entrara por la puerta como un basilisco, pero por contra me lanzó la espada para "entrenar"
Ladeé la sonrisa como si acabaran de insuflarme vida, estaba hasta las pelotas de darle brillo al puto barco, por fin iba a hacer algo productivo.

Caminé hacia ella con una sonrisa engreída deteniéndome justo a su lado.
-No se como lo has hecho, pero gracias susurré pasando después de largo con la espada aun envainada en la mano.
Conocía los dotes de persuasión de Dani y creo que a Beth no le faltaba aprender mas de ese arte.

Una vez arriba desenvainé el acero dejando caer la vaina sobre los maderos de la cubierta.
La espada bailo entre mis dedos mientras mis grises se centraban en aquellos pardos que bien podían desatar la tormenta en cualquier hombre.
-Vamos pirata.*

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Mensaje por Alrek Tollak Vie Dic 29, 2017 3:43 am

Bethania sacó el sable de la vaina y la dejó a un lado colocándose sobre la cubierta en posición de guardia. Obviamente Alrek era mucho más diestro en el uso de la espada, era un guerrero, pero ella trataría de hacerlo lo mejor posible y plantarle cara. Usaría su avispada cabeza para usar todo tipo de triquiñuelas que pudieran equilibrar la balanza a su favor. Comenzaron con un choque de espadas para tantear, se movieron despacio, calibrando al contrario y en un momento dado se lanzó como una avispa a pincharlo, el cambiante la bloqueó y comenzó la danza de espadas. Chocaban a la altura de la cabeza, del costado y de los pies, sus cuerpos se movían al compás como si estuvieran ejecutando una pieza de baile. En algun momento la morena saltó sobre una caja y de ahí se agarró a un cabo sobrepasando al rubio  por encima y cayendo a unos metros de él, ganando unos segundos de ventaja.*

Beth era lista, su técnica no era mala, Höor había insistido en que se formara con el resto de escuderas en el patio de armas, aun asi, sus quehaceres en el barco le habían robado muchas horas de entrenamiento y no llegaba al nivel del resto.
Algo que suplía sobradamente con esa capacidad que tenia para pensar rápido planes complicados que le dieran cierta ventaja.

Ladeé la sonrisa la verla saltar agarrándose a un cabo, pasando asi por encima de mi cuerpo y cayendo justo a mi espalda lo que me hizo girar con rapidez poniéndome en un compromiso que no esperaba e interceptando su estocada por los pelos.
Me relamí los labios clavando mi mirada de acero en sus pardos, ella sonreía con los labios entreabiertos mientras yo giraba como le depredador que era alrededor de su cuerpo.
-Eso ha estado bien pirata -aseguré antes de embestir de nuevo obligándola a interponer su sable en la trayectoria de mi espada.

Con mis instintos sobrenaturales, clavé el pie derecho en el suelo, viré sobre este y giré quedando en el lateral del cuerpo de la dama,  con mi diestra golpeé el trasero de  Beth mientras el acero bailaba en la zurda para despistarla.
La oí resoplar, los marineros jalearon mi hazaña y en ese instante me separé alzando los brazos de forma engreida para escuchar los vítores mientras me reia contemplándola enfadada.
-Estas muy guapa cuando pones esa cara *

Cuando quería podía tener cara de arpía, pero normalmente le iba mejor dejando esa expresión inocente y de buena niña, porque luego no se esperaban lo que se loes venía encima. Se encogió de hombros y se retiró el pelo de la cara.

— Oh! Que gran hazaña. ¿Cuanto pesas, mastodonte? Ya podrás con una chica que no pesa ni la tercera parte que tu.

Los marineros lo jaleaban a él, pero se reían porque estaba claro que la que dominaba el terreno era ella, llevaba mucho barco a cuestas. El acero volvió a bailar y de nuevo se enzarzaron en una serie de estocadas rápidas que los llevó a moverse y desplazarse por la cubierta. Beth era rápida corriendo, como un conejo, y saltó por encima de unas redes para interponer el timón entre ambos, agarró una jarra olvidada encima de un barril y se la lanzó a Alrek impactando contra su hombro. Seguidamente se  sentó sobre la barandilla de madera y dejó que su trasero deslizara hasta la cubierta de nuevo, terminando en una pequeña reverencia y sacándole la lengua al rubio.*

Me eché a reir al ver como se movía con esa cara de no haber roto un plato en su puta vida aunque yo bien sabia que era capaz de romper toda la vajilla y en mi cabeza si podía.
- La hazaña es no sucumbir ante esos labios -le dije lanzándole un bocado al aire intentado darle caza.
Parecían una pieza de fruta, jugosos, partidos en el centro de su labio bajo, era difícil no despistarse mirando eso y sus dos buenos atributos que se movían al ritmo de su cuerpo bajo la tela de su camisa.
Era rápida como un felino, se notaba que sabia moverse por un barco y tomaba cada atajo para escabullirse de la hoja de mi acero que mas de una vez terminaba clavada en los maderos.

Las tornas habian cambiado, los piratas jaleaban a la chica del culo bonito y no los culpaba.
Di un trago a la jarra que habia sobre un barril mientras apuntaba con mi acero a la dama que me provocaba dejándose ir por una barandilla.
De un salto bajé tras ella, de nuevo los aceros entrechocaron, ambos jadeábamos mirándonos fijamente, retándonos con cada golpe, con el modo en el que nuestros cuerpos se buscaban y alejaban de un modo fiero.*

En algún momento la griega desvió un envite del cambiante, que terminó por clavar su bastarda en una pila de redes de pesca, enredándose con ella, sin pensarlo dos veces, hizo un movimiento rápido de muñeca que tajó el cinto de cuero de Alrek provocando que éste cayera al suelo arrastrando la vaina de la espada y con ella los pantalones del rubio. Ni siquiera ella misma se lo esperaba, enarcó las cejas y sus labios quedaron cubiertos por la mano, presa de la sorpresa. Se escucharon algunas exclamaciones y unas pocas risas. Fueron apenas unos segundos los que se quedó quieta, suficiente para perder la ventaja.*
Ladeé la sonrisa, no porque mis pantalones hubieran quedado bajados mostrando mi atributo en todo su esplendor, si no porque eso bastó para que la pirata quedara inmóvil el tiempo suficiente como para que mi acero se posara hábil sobre su gaznate, elevando asi su barbilla para enfrentar aquella mirada turbia que ahora tenia.
-Aquí preciosa -le dije con cierta sorna -esta claro que no son las almejas lo que llama tu atención -apunté con ese aire engreído del que hacia gala -podías echarme una mano y subir lo que has bajado -apunté negando cuando esta iba a moverse acariciando con el filo su inmaculado cuello.
-Te he vencido, merezco una recompensa ¿no?*

Hizo un gesto de fastidio tras acabar vencida por el cambiante que tenía sus partes bajas al aire…¡vaya momento más absurdo y avergonzante! Negó con la cabeza y chasqueó la lengua con un mohin y se agachó a subirle los pantalones atándolos después con brusquedad ya que el cinto estaba roto.

—¿qué estáis mirando?!! A trabajar, panda de holgazanes!!.— el contramaestre repitió la orden y se dispersaron, ya habían tenido algo de lo que hablar cuando fueran a cenar o a sus hamacas. A veces el espectáculo era necesario para mantener a los hombres lejos del aburrimiento, la superstición y las habladurías que podían joder el ambiente a bordo.

Aparté mi acero de su cuello sin poder borrar esa sonrisa engreida que me gastaba y en un rapido movimiento colgué la bastarda a mi espalda acercándome a la joven pirata.
Pasé mi brazo por encima de su cuello de forma amistosa.
-¿vamos hablando de mi premio por ganar en este encuentro? -bromeé -pero de momento vamos a comer algo las tripas me rugen, en este barco me matan de hambre.

Mis ojos bajaron a la media luna que se formaba en sus labios, aun tenia un mueca de enfado por haber perdido, lo que me divertía enormemente, si algo tenia esa mujer era mal perder.
- De momento creo que puedo pedirte tu postre -puse cara pensativa sin soltarla acercándola mas a mi -o quizas tu ración de alcohol -dije con picardia.

— ¿Mi postre?jamás. Puedes quedarte con el alcohol, pequeño borracho. Entiendo que sea tan desagradable tu estancia aqui como para que necesites embriagarte.— la avispa picaba con furia por haber perdido al quedarse con cara de idiota mirando los bajos fondos del rubio.— Da gracias que no te haya cortado tú única parte útil…

Guardó el sable en la vaina y cuando vio a un marinero sonreir de medio lado al verla pasar, frunció los labios y apretó el puño. Acababa de perder todo el respeto que había ganado, y todo por ser una mujer que se había quedado mirando un badajo. Daba igual que fuera diestra en el uso de la espada, daba igual que supiera mucho más de barcos que algunos de los que estaban allí media vida… la juzgaban por ese solo hecho y eso la cabreaba un montón. Bajó la escaleta y se dirigió al escobero cerrando la puerta de un portazo. Lanzó el sable a un rincón y se dejó caer sobre una caja enterrando la cara en las manos. ¡Que rabia! Era como Dani le decía siempre: el mundo no acepta a mujeres líderes, no está preparado para entender que somos iguales, que somos válidas. Que tenía que reforzar su armadura y su escudo si quería seguir en la brecha peleando por esa opción, la de ser libre y decidir por ella misma, la de tener un lugar ganado con esfuerzo y sudor. Pero para eso necesitaba mantenerse en pie , no flaquear y encajar esos patinazos, aprender para no volver a cometerlos, apretar los dientes y seguir adelante.

Abrí la puerta tras el portazo de la pirata, el escobero habia temblado ante la ira titánica de aquella mujer que francamente parecía mas jodida de lo que podía en un principio imaginar.
-Al final necesitaras tu mi ración de ron -dije acercándole la bota y dejándome caer a su lado -vamos pirata, lo has hecho bien, pero yo iba mejor armado -bromeé intentando quitarle hierro al asunto.

La pirata ni me miraba, entendía que estuviera jodida, allí, fuera de Akershus, las mujeres no servían para mucho mas que tener hijos y remendar pantalones, incluso había escuchado rumores sobre la mala suerte que daba llevarlas a bordo, eso es porque no conocían la flota de Akershus.
-No debería afectarte lo que piensen los demás, al menso no lo que opine la gente que no te importa ¿no crees?
Di un trago de la bota mirándola con una petulante sonrisa
-No todos somos dioses como yo -bromeé intentando hacerla reir, algo que no funcionó.
Dejé caer mi frente contra su hombro
- le pediré un mapa a Höor para entenderte, algo me dice que ha tenido que crear todo un manual para sobrellevar con Dani el día a día.
Desde que he subido a bordo he escuchado lo inutil que soy..que cierto es, no habia trabajado en un barco en mi puta vida, me pediste calma y la he tenido, yo te pido que deje de afectarte lo que piensen ellos y veas lo que pienso yo.

De todo lo que dijo, lo que más gracia le hizo fue lo del mapa, porque tenía toda la razón del mundo, finalmente sonrió relajando el gesto y bufando para sacudirse la rabia.

— Dile a Höor que te lo preste, parece que al final ha descubierto la forma de llegar al final del dia sin matarse. Yo la entiendo a la perfección, lo que no sé es por qué a vosotros os cuesta tanto. A ver, es que…— resopló de nuevo.— Vale, tu madre es bruja, en otros lugares la habrían quemado sólo por  mujer y pensar y tener habilidades fuera de lo común, pero de haber sido hombre y ser lo mismo, lo habrían hecho conde. ¿Ves la diferencia? Es lo que me da rabia de todo esto. Que me paso años esforzándome y lo pierdo todo en un segundo.— se encogió de hombros.— sé que te pasa algo parecido, así que supongo que me entiendes.*

Di un nuevo trago de la bota escuchándola, tenia razón en parte, pero era su carácter temperamental el que no la dejaba ver mas allá, quizás como me pasaba a mi, pero con una diferencia.
En su caso eran los hombres extranjeros los que la veían simplemente como una mujer y con eso perdía ya todo el crédito, pero en mi caso era mi familia la que no me daba mi sitio.
-En ocasiones creo que os cegáis, Dani al menos que es a la que conozco mas, no se da cuenta de que no tiene que demostrar a Höor constantemente su valía..él ya aprecia lo que es, una mujer fuerte, valida y con liderazgo.
Sois vuestras peores enemigas porque no parais de poneros metas para demostrar que sois tan buenas como lo hombres, eso es algo que ninguno de Akershus pone en duda y sin embargo vosotras seguir empecinadas en demostrarlo contra viento y marea ¿me equivoco?
Si te hubiera abierto la camisa en esa batalla de ahi arriba me hubiera quedado mirándote las tetas y hubiera perdido, si ya te las miro cuando las tienes tapadas -aseguré ladeando la sonrisa y poniendo las manos cóncavas como si se las tocar mientras me reia -¿ves? no somos tan distintos.
Ladeé la sonrisa.
-Creo que no será el postre lo que voy a pedir de premio, esta noche ... un beso de buenas noches, ya sabes que echo de menos a mi madre y...me cuesta conciliar el sueño -bromeé divertido.

¿En serio era tan payaso? No pensaba que el general Ulf lo fuera, aunque Dani solía comentarlo, ella pensaba que eran guerreros serios, solemnes…vale que con dos cuernos de mas llenos de hidromiel soltaban la lengua, pero no los hacía tan cachondos a todas horas. Le dio una colleja sonriendo.

— A ver si voy a tener que sacarte los ojos, Tollak!! Que de mirarlas también se desgastan!!.— Vale, era cierto que en Akershus había poca gente que las siguiera tratando como meros objetos decorativos, pero ella pensaba que se debía a que mantenía las distancias y no dejaba nunca de prestar atención a su misión, a su trabajo, a su aprendizaje para ser cada día mejor. No pensaba que fuera tan así como lo describía Alrek, que fuera tan intrínseco en su cultura eso de mantener una paridad entre sexos. Dani siempre le había dicho que mantuviese la mano firme sobre el timón, que relajarse era perder nudos, y así lo había hecho. La duda quedó sembrada en su cabeza pero ante lo desconocido, lo normal en el ser humano era seguir comportándose de la forma que conocía y que le funcionaba. Sin bajar la guardia, sin demostrar “las debilidades” asociadas a su condición de mujer.

Me encogí de hombros mirándola.
-Si se desgastaran no te quedarían perolas, tus tetas son patrimonio de Akershus -dije mordiéndome la lengua después en un gesto divertido.
Negué con la cabeza poniéndome en pie, dejando caer la bota cerrada a su lado.
-Me voy a comer, tengo hambre y por lo que veo, ni hay beso, ni puedo mirarte las tetas y no es que como amigo consejero gay no siento tenga yo mucho papel que hacer -le dije guiñándole un ojo -¿te vienes o te quedas a llorar tu desgracia por no tener rabo entre las piernas?

Me detuve en la puerta.
-He pensado el modo de poder dormir juntos sin que te entre la paranoia de estar con un hombre como yo.
Si vienes te lo cuento.

Enarcó las cejas. Menudo idiota!!! ¿pero qué se había creido? Que era una llorona? Se levantó de la caja y pasó por delante de él, empujándolo para salir primero.

– Vamos a comer, que darle palizas a los pazguatos me da hambre, aunque luego hagan trucos sucios para ganar. ¿Dormir contigo? Para qué querría dormir contigo si ya tengo hamaca…pfff.

Le dio la espalda encaminandose al comedor. Esperaba que se refiriese a dormir, a roncar. Porque si estaba insinuando tener sexo…lo llevaba claro. Con un idiota engreido ya tenía suficiente. Falkor era también así, el hermano de Atharal también pensaba que podía trajinarse a Bethania y que no sucediese nada. Y así debería haber sido, pero ella se colgó de él y cuando descubrió que estaba casado y tenía un bebé de camino se le cayó el mundo encima. Se sintió completamente estúpida por haber sucumbido a eso de “los vikingos follamos libremente, aquí no pasa nada, todo es muy divertido por ambas partes”. Cuando lo descubrió encaró al vikingo para pedirle explicaciones y Falkor fue muy claro: “nunca me lo preguntaste” y tenía razón, no se lo había preguntado porque daba por supuesto que no y pensaba que los hombres en Noruega o eran fieles con sus mujeres o se dedicaban a follarse cualquier cosa que se pusiera a tiro, pero al parecer también había infieles, como era lo natural.

Ya llevaba a cuestas un buen desengaño, y todavía no se creía que el hermano del general siguiese buscándola. Si, a ella le gustaba, pero había estado enredada con un hombre casado sin saberlo y por esa razón había puesto tierra de por medio, porque la búsqueda del corazón de piedra verde podría haberla hecho seis mese más tarde tranquilamente. Así que lo que Alrek le estaba proponiendo, si ella no lo había entendido mal, era sexo sin compromiso. Ya. Claro. Como Falkor.

Habían sido discretos y en teoría nadie debería saberlo, pero ya no estaba segura de que no los hubieran visto, porque aunque ella pensaba que el recelo de Falkor era por otro motivo, no imaginaba que fuera porque tenía esposa, así que igual había sido descuidada en alguna ocasión. Pues que se jodiera, y ojalá su mujer se enterase… pero claro, ella quedaría como la zorra que lo sedujo… los piratas siempre salian escaldados, así que se largó sin más.*

Paso por delante de mi con ese carácter salido del mismo Hel, frío y mordaz, negué con la cabeza mirándole el trasero, al menos no podía quejarme de las impresionantes vistas que se gastaba tanto por delante como por detrás.
La seguí hasta el comedor, como de costumbre lleno de marineros que tenian ganas de llenar la panza, en eso el barco se parecía a Akershus, el comedor era bullicioso y las jarras corrían rápidas de mano en mano.
Beth era la única mujer, asi que como era normal era le centro de atención, todos lso ojos se centraban en su curvilíneo cuerpo y sabia sobradamente que ella era consciente de ellos.

Nos dejamos caer en una de las mesas una vez nos sirvieron en la bandeja aquella bazofia de comida.
-Definitivamente puedes quedarte el postre -aseguré mirando con cara de asco aquellas natillas caldosas -asco. ¿entonces..no quieres escuchar como podemos dormir juntos? -repetí ignorando lo que me había dicho ahí arriba.
No entendía bien su problema, íbamos a pasar mucho tiempo de viaje y supongo que..no pensaba que iba a pasarlo sin tener sexo con nadie..aunque en esta ocasión no iban por ahí los tiros ciertamente.

Mordisqueaba un mendrugo de pan mientras Alrek hablaba y en un momento dado chasqueó la lengua con cierto fastidio dejandole el pan al lado del plato para que se lo comiese, ella estaba más acostumbrada a la cocina de barco él necesitaba un rancho más contundente.

— Venga, sorprendeme, a ver qué chorrada has pensado.*

Ladeé la sonrisa mordaz clavando mis aceros en sus pardos.
-Como veo que pasas frío por las noches ¿que te parecería dormir con un lobo? se que mi cuerpo humano te excita demasiado y aunque te calentaría con gusto, pues no veo nada malo en darnos un alivio mutuo, pareces rehacía a dejarte hacer..no se bien porque,.
Asi que...¿por que no nos calentamos en una forma que no puede incomodarte de ninguna de las maneras? Tienes que reconocer que el camarote escobero es frio, la humedad del mar se cala en los huesos ¿por que seguir pasando frio preciosa?

Realmente las palabras de Alrek eran más interesantes de lo que había supuesto anteriormente, pensaba que le propondría un encuentro casual o cualquier tonteria, disfrazado de masaje y vete a saber qué. Enarcó una ceja.

— ¿Dónde está el truco? Me gustan los lobos, son animales muy bonitos, cuando no están enfadados, claro.— ciertamente siempre había querido tener un perro, pero Dani nunca le dejó porque a bordo no podían tenerlo, como tampoco podían tener caballos, así que siempre que podía pasaba horas con los del castillo, le gustaban los animalejos porque eran cálidos y fieles, amorosos y no juzgaban a nadie por su sexo o procedencia. Ella seguía siendo legalmente una esclava, porque Dani no conseguía su nacionalidad inglesa, pero nunca la trató como tal.*

-¿Truco?¿ tengo pinta de necesitar de tucos para colarme entre las piernas de una mujer? -pregunté enarcando una ceja -no voy a pasarme el viaje cascándomela en el baño, pero al parecer tu no estas por la labor y tampoco voy a estar detrás de ti. No soy asi, sin embargo, hace frio y creo que podemos los dos salir ganando, ademas ya sabes, puedes darme besos de buenas noches, mi madre me arropa y me los da en la frente, a ti te dejo dármelo en la boca -bromeé con picardia -¿te gustan los lobos? ¿eso quiere decir que te gusto?

La miré fijamente poniéndome serio.
-¿Pero estas segura de que no te van las almejas?
Era raro porque yo no le conocía rollo en Akershus, algo raro teniendo en cuenta que para nosotros el sexo no era un tabú como en otros de los lugares.

- eres un soberano idiota!! - exclamó la pirata poniendo cara de hastío.-Desde luego que me gustan los lobos, pero esos que no dicen tantas sandeces como las que sueltas tú por tu bocaza.- ¿ en serio se estaba refiriendo a dormir acurrucados como si se tratase de de una niña y su fiel perrito faldero? Lo cierto es que no sonaba mal del todo eso de dormir calentitos pero no se acababa de fiar del cambiante.- si me metes mano mientras duermo la próxima vez que entrenemos te corto el badajo sin vacilar.

-No podría meterte mano -le dije enseñándosela -porque se convierte en pata con zarpas incluidas -añadí de forma engreída -ademas si me cortas la verga, cosa que dudo pudieras, después me irias llorando.
Eres como la gata flora que si te la meten gritas y si te la sacan lloras -dije riéndome antes de dar un trago a la jarra.
Cuando frunció el ceño alcé la mano en forma de promesa.
-Te doy mi palabra de que no te meteré mano en la hamaca, al menos si no me pides que cambie de forma.

No se acababa de fiar, pero ¿por qué no? Si finalmente se quedaba en eso, sería una noche agradable y nada más, y si se complicaba se bastaba sola para darle una patada en el trasero y enviarlo a su hamaca.

— Vale, hagámoslo. Pero cuidado con las pulgas, que en el barco hay ratas y podrían querer cambiar de inquilino.

Tras establecer algunas conversaciones banales con varios marineros que tras el entrenamiento habían sentido curiosidad por ellos, se largaron al camarote a descansar. La pirata se quitó la ropa quedándose sólo con la ropa de dormir y se sentó en la hamaca a observar la transformación de Alrek, no había visto ninguna en directo.*

Ladee la sonrisa fingiendo rascarme detrás de la oreja por su comentario de las pulgas, algo que la hizo enarcar una ceja poniendo esa cara que tanto me atraía.
Beth sentada en su hamaca y ya con ropa para dormir me miraba atenta dispuesta a ver el espectáculo de cerca.
-Tampoco te creas que es como la transformación de un licantropo, esto no es una maldición, no es tan doloroso, es parte de mi, nací siendo cambiante, siempre he podido trasformarme a voluntad.

Mi respiración empezó a agitarse cayendo casi de inmediato al suelo a cuatro patas,, mi labios superior se alzó, el tono de mis ojos empezó a cambiar de color tornándose ambar.
Tras eso, mi cuerpo crujió, los huesos se quebraron adquiriendo una forma distinta. Mi boca se trasformó en hocico, mis dientes en afiliados colmillos y pronto mi piel se cubrio de un manto tupido y rojizo.
Alcé la mirada hundiéndola en la de la pirata, si fuera cambiante como la gata seria capaz de conversar con ella en esta forma, pero así, solo era un animal.

Observó todo el proceso con atención y le pareció realmente alucinante. Se acercó al lobo extendiendo la mano y acariciandole la cabeza y después el hocico, que levantó un segundo para observar los colmillos.

— Guau, es alucinante… ¿así no puedes hablar?…— al ver que Alrek no le contestaba sonrió con picardía.…— ¡bien! Así no puedes decir estupideces jajajaja.— pasó la mano por el pelaje tupido, suave y rojo y le rascó tras las orejas. Era como un perro enorme con esas formas tan peculiares de los lobos y esa mirada inteligente que seguía siendo identificativa del rubio.— Vale pues… vayamos a dormir.

Me dejé acariciar ladeando ligeramente la cabeza al sentir las atenciones detrás de las orejas, mas fueron sus palabras las que me hicieron alzar una pata y taparme el hocico.
¿estupideces? le gruñí para mostrarle mi desagrado, algo que no la intimido en absoluto.
La verdad es que para lidiar con un animal de mi envergadura la mujer tenia que reconocer era valiente.

Me invitó a su hamaca, no dude, de un salto me subí en esta acomodándome a cada curva de su cuerpo.
Olia muy bien, su piel era suave y de forma instintiva mi hocico recorrió su cuello, un gesto muy lobuno.
No podía hablar, algo que al parecer la pirata valoraba. Posé mi pata sobre sus pechos, hubiera ladeado la sonrisa de poder hacerlo y apoyé mi cabeza sobre esta con una inocencia que no tenia ni de lejos.*

— Esas patas…no te pases, que te veo venir.— cogió al cambiante por las almohadillas y se las retiró pero mucho más suavemente que si hubieran sido sus manazas, a las que le habría dado un mamporro sin dudar.— Se acomodó en aquella cama colgante y dejó que el lobo se enroscara con ella pasándole el brazo por encima y acariciando con la mano el pelaje suave.— Así eres muy bonito…— le dio un beso en la frente peluda, era muy distinto, así como animal no le parecía tan bocazas y tan idiota, al contrario, era muy achuchable y le apetecía darle esas caricias y muestras de cariño que tampoco solía darle a nadie.*

Joder si hubiera sabido que trasformado en lobo iba a obtener tantas caricias de esa mujer lo hubiera hecho mucho antes.
Cerré los ojos estaba a gusto recibiendo atenciones, no podía decirle nada, pero de poder, seguramente la habría cagado con algún comentario de esos que me gastaba.
Al final iba a tener razón y iba a estar mejor callado. Hundí mi hocico en su cuello, mi respiración se tornó cada vez mas pesada, me estaba durmiendo cuando escuché un ruido fuera, algo que me hizo levantar la cabeza dirigiendo mis orejas hacia el sonido.

Alguien se acercaba a nuestro camarote, mas de uno, olfateé, eran marineros, olian a ron...
Alcé mi labio superior gruñendo, ella era la única mujer del barco y a los hombres a veces las ganas nos apretaban demasiado, envalentonados por el alcohol…

Estaba ya casi dormida cuando notó que el lobo se revolvía, abrió los ojos y trató de despertarse un poco, se había quedado traspuesta.

— ¿Qué…? ¿qué pasa? Por qué gruñes?…*

Salté de la improvisada cama sacando los dientes y gruñendo al otro lado de la puerta. No podía decirle lo que pasaba, pero mi actitud amenazante y ella lo suficiente lista como para entender que un peligro se acercaba.
No me daba tiempo a trasformarme, no si no metía algo delante de la puerta para pararles el paso.

Si me pillaban en medio de la transformación me condenarían por brujo o vete tu a saber, pero si tenia que hacerlo, lo haría.*

Escuchó los pasos cerca de la puerta y saltó de la hamaca con rapidez colocando la bastarda de Alrek entre el pomo y el suelo, impidiendo que la puerta se abriese, miró al cambiante inquisitiva, para saber si eso es lo que le indicaba y luego se paró a escuchar los comentarios de los marineros al otro lado. Sus intenciones eran entrar en el escobero a buscarla para invitarla a…

— shhhhh…— le hizo un gesto al cambiante y le habló por lo bajo.— cambia de forma ahora.— le dejó unos instantes para cambiar y cuando lo hizo gimió en voz alta golpeando contra la madera con la mano.— Así!! ooohhh!! ahhhh!!! dios!! sigue…— animó a Alrek a fingir que estaban echando un polvo y despues habló en alto.— Para!! espera!! Creo que hay alguien ahí fuera…— Abrió la puerta un poco enrollada con la camisa y con el rubio desnudo tras ella.— Ah… hola…¿estabamos haciendo mucho ruido? Lo siento… mis disculpas. Bajaremos la voz. Buenas noches.

Los hombres la miraron con cierta perplejidad y luego con fastidio porque el rubio se les había adelantado.*

Mi cara de pocos amigos lo decía todo, me acerqué desnudo rodeando con mi brazo la cintura de la pirata.
Su espalda se recostó ligeramente contra mi pecho cuando mi mano afianzó la puerta.
-Si no os importa, estamos...ocupados
Cerré la puerta de un portazo, ladeé la sonrisa relamiéndome los labios por la cara de gilipollas que se les había quedado a los marineros al pillarnos de esa guisa.
No tardé en escuchar como se alejaban, quedando de nuevo solos en el escobero.
-Ohhh! siiii! ahhh! -bromeé divertido buscando sus pardos -no se te da mal fingir, ¿lo haces a menudo?*
— estabas más guapo calladito. ¿Vas a cambiar de nuevo?.— se colocó bien la camisa de dormir.
-¿quieres que cambie? -pregunté clavando mis ojos en sus pardos.
— Si, porque mientras sigas aquí en pie y desnudo non podré dormir. Ya he tenido suficientes sobresaltos por hoy.
-Y si...¿me pongo unos pantalones y vuelvo a la hamaca...manteniendo mis manos quietas? ¡vamos pirata! me portaré bien... -creo que no sonaba muy creíble viniendo de mi sinceramente.
— Alrek…ya caí una vez en la trampa, pero no caeré más veces.— se tumbó en la hamaca mirando al techo y pensando en que Falkor la engañó como a una completa mema.
No entendía a que se refería, me acerqué hasta donde estaban mis pantalones y me los calcé para no incomodarla.
Me dejé caer en mi hamaca girando la cabeza hacia Beth.
-¿que trampa Beth? ¿de que hablas? -pregunté intentando que me contara que era eso que al parecer la había convertido en una huraña con los hombres.*

—Olvídalo, fue hace un tiempo… creí en las palabras de un hombre, pensaba que era otra cosa y…resultó que todo fue mentira. No me gusta que me tomen el pelo ni que me tomen por tonta.
-todos hemos tenido desengaños Beth...tampoco hay que darles tantas vueltas - elevé mis aceros al techo -mi palabra es valiosa, Höor y mi padre nos han enseñado bien, hoy en día la gente no le da importancia, pero al final es de lo poco que te queda, honor y palabra.

—Ya… pues por eso, olvídalo.— que había aprendido la lección, y no se fiaba de ninguno.— Buenas noches.— se dio la vuelta en su hamaca.

Resoplé dandole la espalda con un gruñido que delataba mi condición.
No se el tiempo que tarde en conciliar el suelo, animado de mas por los refregones que nos habíamos dado, mis ganas y mi falta de intimidad para descargar hicieron que me costara mas de la cuenta dormir, pero al final acabe sucumbiendo a los brazos de Morfeo.

Le costó dormirse, pero cuando lo hizo, el contacto con el cuerpo desnudo de Alrek la había dejado algo  excitada, posiblemente tuvo algun  sueño húmedo pero en algun momento salió a relucir el episodio que la había mandado a ese barco porque no quería seguir en Akershus. Murmuró en sueños.

— Falkor… ¿me crees imbécil? Déjame en paz…no quiero saber nada más de ti…

¿Falkor? si algo tenia ser un lobo es que el sentido del oido lo tenia muy desarrollado, bueno, ese y todos.
-¡No me jodas! -dije mas para mi que para ella.
Falkor era el hermano pequeño de Atharal, uno de los generales de Höor y gran amigo de mi padre.
Su hermano no tenia mucho que ver con este, era mas bien un hombre de mucha verborrea, no tan dado a las armas como el cambiante pájaro y un seductor nato.
Llevaba casado años y había tenido hacia apenas un par un crio.
A ver, tampoco era el primer hombre que ponía los cuernos a su mujer con otra, los viajes eran largos, las guerras sangrientas y a veces..acababan los guerreros buscando consuelo fuera, pero en el caso de este, era un jeta.

No lo escuchó exclamar porque estaba dormida y no se despertó hasta el amanecer. Los sonidos del barco la llevaron a abrir los ojos y desperezarse.

— Venga rubiales, arriba, es la hora.

Me tapé con un brazo la cara, no me jodas uqe ya era de dia, con tanto trajín había dormido una mierda y todo por su culpa.
Con cara de pocos amigos me levanté bostezando, me rasque la nuca rumbo a la palangana para mojarme la cara.

- pirata me debes un rato de intimidad -dije ladeando la sonrisa vamos que quiero cascarmela
No es que los vikingos nos caracterizáramos por decir las cosas con mucha suavidad.

—Vale, guapito, no sabía que fueras de gatillo fácil.— cogió la ropa y se puso los pantalones y botas, la camisa la abrochó hasta la mitad y se echó la casaca por encima.— nos vemos en el desayuno.


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El corazón de piedra verde (privado) Empty Re: El corazón de piedra verde (privado)

Mensaje por Bethania Miér Ene 03, 2018 4:53 pm

La morenita entornó los ojos mirando a los hombres de aquella posada y finalmente se decidió a abordar a uno que tenía pinta de estar más o menos sano, fuerte y ser de aquel lugar. Le habló en español y le explicó que querían ir a Aguas Calientes, cerca del rio Vilcanota, concretamente a la montaña de Sahuasiray, donde en teoría había un pico rocoso y allí comenzaban las pistas para dar con el misterioso santuario del dios Sol. El hombre dijo llamarse Santiago y que estaba conforme con el pago que le ofrecía la mujer. Partirían al alba, y hasta entonces podrían descansar en aquella fonda. Regresó hasta Alrek.
Ya tenemos guía, ese está bien, no me ha regateado demasiado y dice que conoce bien la senda, que algunos familiares suyos viven por allí. Una vez lleguemos al pico, ya seguiremos solos, porque no hay sendero.*

Alcé la mirada de la refrescante bebida para centrarme en la morenita, no se podía negar que era eficiente, había conseguido un guía en menos de lo que yo beberme una jarra.
Ladeé la sonrisa moviendo un taburete para que tomara asiento a mi lado.
-¿Y ahora pirata que tenemos guía...podemos pasarlo bien en tierra una noche?
He hablado con la hija del posadero, dice que tiene habitaciones libres para poder quedarnos aquí mismo, asi que...parece que la suerte nos sonríe -apunté dando un nuevo trago a mi jarra -¿brindamos pirata?*

Levantó el vaso de pisco con una sonrisa, ya estaban en tierra y si conseguía ese corazón de jade, al regresar a Akershus se llevarían una buena bronca pero serían leyenda.
Salud!! Por los planes descabellados y la gloria!!.— no le vendría mal pasar un rato divertido con el cambiante, podrían probar a lanzar anillas en el cuello de las botellas, que era uno de los entretenimientos típicos de allí, o quedarse en la plaza donde habían empezado a tocar música y la gen te hacía palmas.

Mi jarra chocó con la ajena desbordando un poco de la bebida sobre mi mano, estaba de buen humor, a fin de cuentas mis pies tocaban tierra y no tenia una panda de rufianes observando mis movimientos para corregirlos en cada momento.
Di un nuevo trago y me puse en pie con aire engreído alzando varias veces las cejas en dirección a al pirata poniendo cara de estar dispuesto a hacer una de las mías.
Un par de hombres jugaban al juego de meter aros en el cuello de las botellas, no se me antojó difícil, en Akershus tirabamos cuchillos contra improvisadas dianas, la puntería era lo nuestro.
-Vamos pirata, quien pierda le toca pagar la siguiente ronda ¿o quieres apostar mas fuerte? -señalé una fuente que había en medio de la plaza donde los músicos habían empezado a tocar -quizás si pierdes te haga bañarte en esa fuente -bromeé picándola para que moviera ese precioso culo y viniera.*

Enarcó una ceja, porque Alrek no la había visto tirar cuchillos, dardos y similar, no es que fuera la mejor del Inferno en ese menester, pero no se le daba nada mal.
¡Oh! No me gusta nada el olor de perro mojado, y creo que esta noche voy a compartir habitación con uno.— Pasó por su lado y le hizo una mueca.— Lástima… hoy pensaba meterte mano, pero si hueles a eso, va a ser que no.

Eso ya no era cierto, ¿pero qué pirata no iba de farol? En eso era igual que el joven Tollak, sacaba algo de su bravuconería para darle más acicate al asunto. Se plantó delante de las botellas y le dieron tres anillas. Lanzó la primera y aunque estaba bien lanzada, rebotó en la boquilla, estaban muy juntas.
Mierda…te toca. El mejor de tres rondas gana.

Como si su falló fuera mi triunfo pasé por delante de ella cogiendo uno de los aros, aun sin tirar ya estaba celebrándolo, vociferando, alzando los brazos para pedir al publico que jaleara para que acertara.
-Sin el ruido de Akershus no me concentro -apunté divertido al ver como gritaban obedientes mi nombre.
-¿entonces dices que si no huelo a perro mojado me meterás mano? -pregunté sabiendo sobradamente que iba de farol -sois testigos todos los aquí presentes -dije antes de tirar el aro, que por poco entra pero que se salió del cuello al rebotar en la cara interna del aro.
-¡Mierda! -gruñí -eso es porque voy sobrio -apunté caminando de vuelta a por mi jarra para regresar junto a la pirata para ver su siguiente lanzada.*
Beth cogió otra argolla y se colocó en la señal del suelo cerrando un ojo y haciendo una postura muy rara, como si estuviera de puntillas, apuntando con una mano y lanzandola hacia la botellas, pero parecía una bailarina de ballet más que una pirata con esa forma de moverse. Esta vez entró y como la gente miraba a Alrek sin saber si podían jalearla a ella, les habló en español.
Podeis animarme!! La morenita o el rubio??.— la gente empezó a exclamar “la morenita” en ese idioma que sonaba tan dulce a oídos de la griega en contrapunto al idioma vikingo.*

Enarqué una ceja, algo me decía que esos traidores se estaban arrimando al sol que mas calienta y ese no era yo en este momento.
Di un nuevo trago y dejé la jarra apoyada en uno de los barriles para volver a tomar uno de los aros, al pasar por detrás de la "morenita" le di un azote en el cuelo.
-No se lo que le has dicho pero ... acabaré la noche dormido entre tus piernas..me lo has prometido -ensanché la sonrisa mirándola desafiante, hundiendo mis aceros en sus pardos y ahora si me fijé en esa botella.

Yo era mas alto que ella, así que algo de ventaja tenia pues si el aro caía desde mas arriba seria mas fácil entrara limpio. Calculé a ojo la fuerza y lancé.
Cuando el aro entro alcé los brazos gritando, moviéndolos de arriba a bajo para que la gente coreara nuevamente mi nombre.
-Vamos preciosa, este tiro marcará tu noche, entre dormir caliente conmigo o aburrida con otro desgraciado.*
Eres tan arrogante que algún día te caerás desde lo alto de tu propio orgullo y te partirás los morros.— Agarró una nueva anilla y se colocó de nuevo en la raya haciendo sus cálculos y adoptando una postura casi ridícula que hizo que a ella misma le diera la risa. Así no podía ganar, se puso más seria y lanzó, esta vez rebotó en una botella, rebotó en otra y la santa suerte hizo que el tercer rebote encajase con una boquilla. Saltó de la alegría cuando lo vio y le sacó la lengua a Alrek. No dejaban de ser dos chavales jóvenes lejos de casa y con ganas de divertirse.*

-¡Joder! -gruñí ofuscado al ver como de pura chamba a la pirata le entraba el aro en la boca de la botella.
Fruncí el ceño, mi mal peder era clónico al de mi padre y cuando me sacó la lengua alegué que había hecho trampas que de rebote no valía y que repitiera la tirada, peor esta se negaba, reía sin parar viéndome cabreado como si eso fuera lo mejor de todo el santo viaje.
Cogí el aro, ofuscado como estaba debí hacer mal los cálculos porque al lanzar, el puto aro, rebotó cayendo al suelo.
La gente gritaba "morenita" mi mirada los hizo enmudecer a todos menos a la pirata que celebraba su victoria.
-No se porque te pones tan contenta -miré a todos los presentes, no me jodas ¿on cual de todos estos enanos piensas ...-me eché a reir -creo que aun perdiendo acabaras en mi lecho.
Vale, era un engreído ególatra, pero...asi había sido educado, los vikingos no careciamos de ego. Éramos hijos de Odin ¿que menso que sabernos los mejores?*

Puso los brazos en jarras frunciendo el ceño.— Menos mal que esta gente no entiende lo que dices, pero yo si…y te mereces una paliza. Si estuvieras en mi barco y fuera la capitana ibas a fregar los suelos durante un año. No porque los ofendas a ellos, sino a mi. ¿Quién te crees que eres?.— No le dio tiempo de decir mucho más porque el rubio con esa sonrisa traviesa la enganchó y la cargó al hombro como si fuera un saco de patatas caminando hacia la fuente.
¡Sueltameee! Te juro que te cuelgo por los pulgares!!! Te lanzaré a los tiburones!!! bajameeeee!!!.— pataleó porque se veía venir lo que iba a suceder y la gente se reía acompañando con palmas la música que sonaba alegre de fondo.*
La cargué como un saco de patatas sobre mi hombro, mi sonrisa me delataba, ligeramente ladeada mientras esta se revolvía llenando esa gran bocaza que tenia de amenazas.
No pude evitar poner una mano en sus nalgas para que no se fuera de bruces, vale, pude, peor no quise porque su culo era épico y la gente me animaba viendo claramente el final de todo eso.
-¡Gritas mucho pirata! -le dije subiéndome a la fuente y en el agua, sin mas, la dejé caer, obedeciendo esa orden de "¡Suéltame!" claro que algo me decía que no era exactamente donde me lo había pedido.
La miraba riéndome, viendo como los mechones oscuros se pegaban en su rostro, como la tela se pegaba a un cuerpo curvilíneo perfecto y como la blanca camisa trasparentaba dejando a la vista sus dos senos alzados y ahora puntiagudos por el frío.
-¡Joder! menudas vistas pirata -apunté sin borrar de mi cara la sonrisa, es mas di palmas congregandome con la gente como si bailara..para que luego dijera que no socializaba.*
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El corazón de piedra verde (privado) Empty Re: El corazón de piedra verde (privado)

Mensaje por Alrek Tollak Dom Ene 07, 2018 2:42 pm

Le dirigió al vikingo una mirada cargada de odio, antes se estaba riendo y pasándolo bien, pero en ese momento deseaba que se abrieran las aguas de la fuente y se la tragasen. Salió del agua sacudiéndose la humedad del pelo y recuperando cierta dignidad, aunque era complicado con la camisa trasparentando y muchos ojos puestos en ella.
— ¿este era tu brillante plan para acabar entre mis piernas? Pues te ha fallado al cien por cien.— le dio la espalda y se dirigió a la fonda a cambiarse de ropa para estar seca y según lo viera, saldría de nuevo o se iría a la cama, porque el plan era un fracaso, los hombres eran todos unos idiotas.*

La pirata gruñía como de costumbre clavando sus dos orbes oscuros en mis grises, yo seguía dando palmas al ritmo de la música, ahora acompañándolas de un sexy movimiento de cuerpo que posiblemente despertaba la rabia de la pirata y la risa de todos los hombres de facciones oscuras y marcadas.
Beth se iba hacia la taberna malhumorada, pero corté su huida con rapidez tirando de su brazo hasta pegarla a mi cuerpo.
-Vamos pirata, hace calor, hay hogueras encendidas, suena la música, se te secará en nada, de peores tormentas has enfrentado y no te ha molestado se te trasparentara la camisa, voy a pensar que es porque soy yo el que ve .. -bajé la mirada hasta sus trasparencias con picardía -anda, baila conmigo.*

Le arrebató una bebida de la mano a uno de los que aplaudía y se la bebió de un trago limpiándose los labios con la manga mojada.
— eres un tramposo! Lugo dicen de los piratas! Se dejó arrastrar al baile algo incomoda porque todos le miraban el escote.— esto es lo que has conseguido, maldigo vikingo cabezota. Si crees que siempre vas a salirte con la tuya, vas mal. — pero seguía sus pasos y se balanceaba al ritmo de la música, a la par que se pegaba un poco al rubio para no llevar la delantera al descubierto y que las miradas pasaran un poco más de largo.*

Mi mano se deslizó ligeramente por su espalda, la hubiera apoyado con descaro en sus nalgas pero la mirada de "si bajas mas te la corto" bastó para que la dejara a medio camino, eso si, sin borrar la sonrisa triunfal de mis labios, a fin de cuenta allí estábamos los dos bailando.
-Todo esto tiene un lado bueno -apunté logrando captar la atención de la pirata -no me mires asi, estar tan cerca de mi ya es algo épico, ademas..volveremos a Akershus siendo héroes y .antes de volver me habrás acunado entre tus piernas...me gusta que los planes salgan bien -bromeé riéndome.

La hice girar cuando la música fue cogiendo intensidad hasta dejarla caer de nuevo entre mis brazos, podía ver como la pirata me desafiaba con su mirada, pero a mi eso me divertía lo suficiente como para pegarla mas contra mi cuerpo, creo que ni el fuego de la hoguera quemaba mas que la fricción de nuestros cuerpos.*

Giraba y giraba en el baile y le iban pasando vasos de pisco, que estaba bueno y era muy refrescante. Le subió un poco el calor y se le colorearon las mejillas; bailaron un buen rato y cuando la gente comenzó a marcharse se dio cuenta de lo tarde que era.

— deberrrriamos marrrrcharrrrnos ya...— arrastraba las palabras porque el alcohol le había subido de más..— ay... mierda otra vez no... que este un poco borracha no significa nada...vale? No quiero retozar, me quiero ir a dormir...pero de verdad...no hagas como Fa...— se callo en seco y se dio la vuelta, casi se lo suelta a Alrek.— nada... nada...olvídalo...vamos.*

No podía evitar reírme al verla en ese estado, con las mejillas sonrosadas, la mirada turbia. La pirata que siempre se controlaba, era casi perfecta, nunca se permitía pasarse de la raya y allí estaba como una mortal mas, dando tumbos entre mis brazos.
-Estas preciosa ahora mismo -era verdad, relajado, sonriendo y feliz, la imagen de ella era distinta.
Yo había bebido, peor resistía el alcohol bastante mejor, así que solo estaba un poco contento, me reí cuando dijo que solo quería dormir, yo asentía rodeando con mi brazo su cintura.
-Promesa de vikingo, te llevaré al lecho, te arroparé y te dejaré dormir la mona.
Me gesto cambió cuando hablo del gilipollas ese, el hermano de Atharal ¿que cojones había hecho?
Yo podía ser muchas cosas, un engreído vikingo bocazas y bravucón la que mejor me definía, pero nunca me había aprovechado de una mujer...
-Vamos -dije hundiendo mi hombro bajo su estomago para alzarla como si fuera un saco de patatas.
Posé mi mano en su trasero caminando hacia la taberna -pensión donde habíamos reservado habitación.
-¿vas a hacerme un hueco entre tus piernas? -bromeé riéndome mientras subía las escaleras hacia el primer piso donde estaban las habitaciones*


Lo que Falkor había hecho era aprovecharse de su inocencia en ese tema, no sabía mucho de los hombres y supo embaucarla para caer una y otra vez en sus brazos con argucias algo sucias. Cuando se dio cuenta se sintió muy herida porque la había usado, se había aprovechado de su candidez y eso la molestó mucho más que cualquier otra cosa. A fin de cuentas el sexo había estado bien y la había complacido bastante, pero le sentó muy mal que la manipulara así para después resultar que estaba casado. Ciertamente Alrek era guapo y esa sonrisa socarrona era muy sexy, habían bailado pegados y su cuerpo no le era indiferente. Pero la cabeza le daba unas pocas vueltas y ya no sabía si lo veía así por el alcohol o no.
— para que luego puedas decir que soy una fresca? No gracias, eso se os da muy bien. ¿No estarás casado? Pfffff ni de coña, de estarlo no habrías venido...— farfulló para ella misma mientras el rubio la bajaba de su hombro.*

La dejé caer con suavidad hasta que sus botas se apoyaron en el viejo suelo de madera.
-¿casado? no hay quien me aguante pirata -bromeé.
No iba a entrar en hablar del hermano de Atharal, no ahora y no viéndola en el estado que estaba, quizás me contaría todo, pero..si no lo había hecho sobria, no creo fuera lo correcto.
La empujé dejándola caer sobre el lecho y tiré de una de sus botas y luego de la otra, dejando ambas desperdigadas en el suelo.
-Muy bien preciosa, ahora de dormir -le dije empujando su cuerpo hacia dentro y recolocandolo bajo de las mantas.
-¿necesitas un beso de buenas noches? ya te he arropado como lo haría Dani -bromeé devolviéndole la broma que me gastó ella el primer día.*

— ¿ y si luego me gusta? Tendrías que darme uno cada noche.— se incorporó un poco con ese tipo de sonrisa feliz de quien está flotando aún en el vapor del alcohol que va de subida.— entreabrió los labios y ronroneo un poco, estaba juguetona, pero a la vez lo provocaba esperando que no cayera en su provocación y a la vez que si...no sabía lo que quería, su cuerpo le pedía algo que su mente trataba de negar.*

Mis ojos se deslizaron hasta sus labios entreabiertos, de forma instintiva me acerque a ellos, nuestra nariz se rozó un instante, el aliento bañado en alcohol impactó contra los labios ajenos dejando claro la tensión que suscitaban nuestros cuerpos.
La deseaba, pero..
Me relamí los labios recuperando mi posición tras acabar de arroparla.
-Buenas noches pirata, que descanses, hemos bebido mucho y mañana nos espera un día duro.
Gilipollas, era gilipollas, pero...
Me di la vuelta para salir de la habitación porque de no hacerlo tardaría nada y menos en colarme en su lecho, eso me pedía mi cuerpo.*

Pensaba que la besaría, sus alientos entraron en contacto como si fueran dos trenes de mercancías chocando frontalmente. ¿Deseaba que lo hiciera? Dioses, si!! Y ahí estaba su debilidad. Se había jurado no sucumbir al poder de ningún hombre, casi con la misma fiereza que Danielle, defendiendo su posición. Pero esos ojos grises y esa sonrisa de macarra la hacían escorar y el alcohol provocaba que bajase sus defensas.
Resoplo frustrada, sin saber muy bien qué de todas las cosas le molestaba más, si el hecho de que no la besara o de desear que la o hiciera. Finalmente se durmió y el alcohol provocó que tuviera sueños inquietos y que despertara con resaca, tenían por delante un día duro pero muy emocionante, con suerte en dos jornadas llegarían al pico atravesando algo de selva.

Me eché a reir cuando la vi bajar con esa cara de llevar encima una resaca épica, yo sentado en al barra me tomaba un buen café cargado cuando la vi y no pude evitar ladear la sonrisa.
-Ayer me pediste un beso de buenas noches -dije con picardia -¿lo quieres ahora? -pregunté pidiendo un zumo de granadilla al tabernero.
-Te irá bien para la resaca, no es como el batido de hierbas que hace mi madre y que sabe a rayos, ahora, te quita la resaca de inmediato, pero bueno.

Se dejó caer en el taburete a mi lado pidiéndome que me callara.
-Ayer estabas muy sexy, deberías dejarte llevar mas a menudo, siempre tan correcta como Dani ¿no os cansáis de no dejaros llevar nunca?
Llegó nuestro guía, asi que el viaje a través de la selva empezaba, estaba impaciente, conseguir la piedra verde iba a convertirnos en héroes y los dos necesitábamos ganarnos de algún modo la aprobación de Akershus.

Escucharlo decir que estaba sexy, que se podría dejar llevar alguna vez y que si quería un beso, la hizo sentir de nuevo como una tonta, la bebida le había afectado más de la cuenta y ahora se enfrentaba a la vergüenza de la mañana junto a ese joven irreverente y descarado que le gastaba bromas sin cesar.

— Me dejaré llevar cuando merezca la pena. Desayuna algo, que necesitamos fuerzas.— se centró en el zumo que se suponía que debía quitarle la resaca y resopló.— vale…olvidemos lo de ayer.*

Enarqué una ceja mirándola por encima de la taza de cafe, ya se había evaporado esa mujer alegre que podía simplemente divertirse.
No es que me disgustara se centrara en su trabajo, eso estaba bien, peor en el caso de ella y de Dani, siempre estaban con esa actitud altiva de estar por encima de todos..como si no pudiera bajar la guardia.
-No, no olvidaré lo de ayer porque me lo pasé bien, no hicimos nada que dos jóvenes no hagan para divertirse ¿de acuerdo? asi que no, no pienso olvidarme.

Cogí un par de dulces de la bandeja y metí el primero en la boca poniéndome en pie.
-Vamos preciosa, tenemos prisa por convertirnos en héroes -dije con una ladeada sonrisa.
Nos quedaba un día duro por delante siguiendo al guía, aunque seguramente lo peligroso empezaría cuando el tipo nos dijera que ya no podía ir mas allá.*

La primera parte del camino fue tranquilo, caminaron adentrándose en territorio verde, las selvas peruanas eran frondosas y se extendían hasta donde alcanzaban los ojos. La cordillera andina quedaba a la izquierda, coronada con sus picos nevados, un paisaje de contrastes que no dejaba de maravillarla. El guía les fue contando historias de la zona, ella le preguntó por el dios Sol de los Incas, Inti y sobre la cultura que lo veneraba tantos siglos atrás. Les contó un montón de leyendas de Cuzco que seguramente tendrían cierta parte de verdad oculta en ellas. Se estaba acabando el día cuando se detuvieron en la falda de una montaña y el guía les dijo que su camino acababa allí. Él no cruzaría ese vado y esa montaña, al otro lado sólo había selva y no pensaba adentrarse en la espesura. Se marchó dejando que acamparan esa noche al raso. Apilaron leña y la prendieron en un círculo de piedras, sentándose frente al fuego.

— ¿Qué clase de animales habrá aquí? ¿Puedes olerlos?

Me dejé caer frente al fuego sacando del petate las provisiones que nos habíamos llevado de la cantina, no era demasiado, queso, pan y algo de carne que se mantenla hecha hasta la noche pero que no nos serviría para mas.
Tendríamos que cazar en al selva, algo que en principio no se me antojaba un problema.
-¿y por que en vez de preguntarle al payaso ese por los dioses no le has preguntado por los depredadores? -pregunté ladeando la sonrisa de forma engreida.
¿tenia yo pinta de saber algo sobre los bichos de Perú?
No tenia ni idea, pero eramos vikingos, todos los bichos mueren si les atraviesas con el acero, así que ¿que nos podía pasar?*

— Porque tú los hueles…yo que sé!! No sé nada de cambiantes ni de criaturas. Pensaba que tu olfato daba para más.
Enarqué el ceño.
-¿para mas? ¿define para mas? ¿que te crees que tengo un radar de todo bicho y sus características? sabré si alguno se nos acerca ¿te vale con eso? es mas, me encargaré de él si te da miedo -apunté de forma socarrona -tu pegate al mayor depredador que conoce esta selva.*

Puso los ojos en blanco y resopló, pero acabó por reirse, Alrek era extremadamente arrogante pero a la vez su persistencia en serlo le hacía gracia, no se cansaba nunca de ser el depredador máximo, el vikingo más valiente, el heredero del mejor linaje, el hombre que todas las mujeres deben desear…

— Oh, si! Me pegaré a ti, muy bien pegada, para que me protejas…y seguro que tus manos pondrán a salvo mi trasero…¿no es así?*

Alcé sendas manos encogiendo los hombros con cara de diversión.
-Lo has dicho tu, no yo -apunté abriendo los brazos para que hiciera lo dicho, pegarse al depredador que la protegería esa noche.
No podía evitar reirme por las caras que ponía, hubiera colado en el norte decirle que para soportar mejor las frías temperaturas ya que dormíamos al raso deberíamos dormir piel con piel, por por Odin hacia un puto calor ...

Se acostaron sobre los petates y las ropas dobladas a modo de cama, el fuego debería ser suficiente para ahuyentar a los animales. Pasadas unas horas, la griega estaba soñando algo sobre un barco y una discusión en la cual alguien gritaba que la colgasen de la vela mayor, ella protestaba y gritaba que no tenía nada que ver, pero le pusieron la soga al cuello. Notaba la presión, el dolor alrededor del cuello y las asfixia que comenzaba a ser muy real. Una serpiente enorme la había elegido como presa en la realidad y presionaba su garganta enroscándose alrededor y en silencio.*

Dormía escuchando el rítmico sonido del Corazon de la pirata, en un ligero duermevela pues el calor y las picaduras de mosquito y las mordeduras de hormigas no me dejaban del todo coger el sueño.
Fue entonces, con los ojos aun cerrados cuando noté un ligero cambio en su ritmo cardiaco, como si le faltara el aire y su Corazon bombeara por ello mas despacio, abrí los ojos y salté sobresaltado al darme cuenta de que una enorme serpiente se enroscaba en su cuello.
-¡Joder pirata! -le dije corriendo hacia ella para tomar el bicho por el cuerpo y forcejear para conseguir holgura para que al menos una brizna de aire entrara en sus pulmones.
-Despierta -rugí con mis ambar centelleando.- el cuchillo, en mi bota.
No podía trasformarme pues si dejaba de hacer fuerza con mis brazos la estrangularía.*

Se despertó del sobresalto boqueando porque el aire no entraba lo suficiente, agarró la serpiente con ambas manos forcejeando también con ella y consiguió sacar la cabeza por debajo reptando unos metros tosiendo y ahogándose, habría muerto si Alrek no se hubiera despertado. Había faltado poco y estaba asustada.*

Saqué la daga de la bota y de un movimiento diestro le arranqué la cabeza al reptil mientras le gruñía con los ojos en un tono mostaza radioactivo.
-Tranquila -le dije acercándome a ella para rodearla con mis brazos, parecía aterrada, respiraba aun con dificultad -lo siento, no me he dado cuenta...no he notado que se acercaba.
Atrapé su rostro con mis manos para que me mirara.
-No volverá a pasar ¿estas bien?*

Respiraba muy agitada y las manos le temblaban, por primera vez había estado expuesta a la muerte sin verla venir. Las pocas veces que había luchado en alguna batalla naval sabía que todos los que estaban en el otro barco la querían matar y actuó en consecuencia. Pero la muerte silenciosa, inesperada y traidora a manos de aquel simple animal, la había hecho percatarse de lo realmente débil y vulnerable que era. Asintió e inconscientemente se abrazó al cambiante.*

Correspondí su abrazo, atrayéndola mas, tratando de calmarla, sabia lo que era mirar a la parca de frente y aunque no era ni de lejos su primera batalla, de seguro nunca había paladeado a Hela tan de cerca.
-No volverá a pasar, voy a trasformarme -susurré meciendo su pelo con mis palabras, será mas fácil protegerte, protegernos en mi forma animal.
-Joder me han picado todos los mosquitos del puto lugar -gruñí intentando restar al asunto hierro, pero ciertamente tenia la piel irritada, me picaba mucho y las mordeduras de las hormigas no ayudaban en absoluto, con mi tupido pelaje evitarla también eso.*

Era la mejor opción, él tenía los sentidos mucho más desarrollados, y por otro lado si al menos se podía librar de los insectos molestos, mejor para él. Para la morena sería más molesto pero por lo pronto se sentiría más segura agarrada al lobo. Se tumbó junto a él paseando las manos por su pelaje y hundiendo la cabeza cerca de su cuello. Cuando estaba en forma de lobo se sentía mucho más tranquila y cómoda con él, le gustaba su tacto, la suavidad de su pelo, incluso su olor, era como primitivo y auténtico. Así si que se podía dormir, aunque tras lo ocurrido era algo difícil. Tardó un buen rato, pero finalmente se relajó, abrazada al lobo y tranquila.*
A la mañana siguiente me desperté con un mareo que me llevó a levantarme tambaleándome ligeramente, creo que tenia fiebre, por suerte en esta forma lupina para ella era difícil diagnosticarlo,no así para madre experta en cambiantes.
Mii pelaje tupido no le permitía alcanzar a tocar mi piel y si no era porque mi hocico estaba seco y llevaba la boca entreabierta para captar mas aire con la lengua, algo que bien podía asociarse también a las elevadas temperaturas del páramo nunca lo sabría.
Sabia que de decirlo no querría adentrarse en la selva y los dos necesitábamos esa puta piedra, no iba a detenerme por un poco de fiebre seguramente debida al cambio de clima.
Comimos algo y así nos adentramos entre las espesas plantas altas de aquella selva peruana.*

La vegetación era espesa y se escuchaban ruidos extraños, como trinos de aves exóticas, algo que se arrastraba o sonido de insectos zumbando. Seguía el mapa que tenía entre las manos y con el sable iba despejando un poco el paso ascendiendo por la ladera. Iba hablando de algo cuando se dio cuenta que Alrek estaba más fatigado de lo que cabría esperar.
— Espera!! vaya…esas picaduras se están infectando. Escucho agua…vamos por aquí.— Al salir de entre las anchas hojas verdes se abrió ante ellos un remanso de un río donde el agua corría bastante cristalina. Se acercó y la probó, parecía limpia. Se quitó las botas, los pantalones y el chaleco dejando sólo la camisa y tomando entre las manos un pequeño paño y un poco de jabón.— Vamos, ven, te lavaré esas picaduras que ya rezuman pus.*

No era buena idea acercarse al agua, todo depredador bebería en ese lugar y no conocía los peligros de ese lugar.
Ella se adelantó y aunque intenté tirando de su ropa hacerla desistir de la idea, era terca como una mula.
Gruñí ligeramente mostrándole mi desacuerdo, pero algo me decía que hasta que no me dejara hacer no iba a cesar en su empeño.

Bebí una buena cantidad de agua, la fiebre y las altas temperaturas me daban mucha sed.
Ella mientras iba lavando mi pelaje, apartándolo hasta dar con cada mordedura y picotazo, cuando un ruido alzó mis orejas y mi cabeza tras ellas buscando de donde provenía.
Arrugué la nariz, era un felino, no conocía la especie (otorongo)
Entre la maleza apareció una especie de pantera moteada en tonos negros y amarillos, de bastante envergadura, sedienta y ahora posiblemente hambrienta.
Me coloqué cubriendo a la joven pirata, mostrando mis colmillos desafiante, quizás yo para ese bicho era tan desconocido como a la inversa y no todos los animales salvajes se la juegan en una pelea de la que pueden salir heridos.
En la naturaleza, una herida te puede arrastrar al fin de tus días, esperaba no equivocarme, no estaba en el mejor momento para un enfrentamiento y por desgracia eso si era algo que mi adversario percibía.*

Reculó unos pasos y su mano chocó con una rama gruesa, la agarró y se la lanzó al felino, tratando de ahuyentarlo, el tronco cayó sobre él, pero se apartó en un ágil movimiento, necesitaba algo de tiempo para desenvainar el acero, Alrek era muy fiero y sus colmillos muy afilados pero no estaba en su entorno, tendría que ayudarle.

— Vale…tengo mi sable justo ahí… ¿esperamos?*

Imprudente e impulsivo, así era y no seria esta la primera vez que meditara mis actos, menso sabiendo que aquel animal no iba a retirarse, atacaría dispuesto a darnos caza y muerte.
Me abalancé sobre el, como lo hacen los lobos, asediando, lanzando bocados rápidos que intentaban dar alcance a su cuello, peor el felino era rápido, esquivaba y sus constitución mas grande que la mía lo convertía en un oponente temible.
Intentaba mantenerme a la distancia adecuada para que sus grandes fauces no me dieran alcancé.
Cuartos trasero, mordí uno de ellos haciéndolo sangrar, pero el jaguar se revolvió arañando mi rostro con la zarpa atravesando mi ojo de parte a parte.
Aullé de dolor, peor no me lo pensé y aprovechando el flanco derecho descubierto me colgué de su yugular, sentía la sangre manchar mi hocico.
Sacudí la cabeza desgarrando carne con mis afilados colmillos.

Las zarpas de la bestia se enredaron en mi cuerpo, dolía cuando me abrió la carne de un costado.
Los dos enzarzados en un duelo salvaje, uno del que solo uno se coronaria como vencedor y el otro seria vencido y muerto al instante.

Beth rodó por la orilla del rio corriendo hasta su sable que sacó de la vaina y se dirigió hacia el felino sajando su tendón de Aquiles. Ahora esa extremiedad posterior non podía usarla para sostenerse sobre ella, así que lo dejó algo inmovilizado, con una pata no podía impulsarse hacia Alrek. Aprovechó el movimiento del lobo para sajar en otro lugar, cuanto menos movimiento pudiera hacer el jaguar, mejor, porque el problema de los gatos era su inmensa agilidad. Enganchó de nuevo a Alrek entre sus potentes zarpas y ahí Beth no lo dudó, atravesó su cuello con la fina espada que portaba y que usaba como una costurera manejaba su aguja. Cuando el animal cayó en la ribera del Vilcanota el agua se cubrió de sangre, pero la morena no le hizo ni caso, fue directa al lobo frente al que se arrodilló.

— ¡Alrek! ¡Alrek! ¿Estás bien? Dime algo!! bueno… gruñe.. no sé… ¿qué hago? mierda…no sé hablar con perros. Vale. Lavemos tus heridas y te coso ese tajo…pero no sé si sería mejor sin tantos pelos.*

Beth fue rápida, su acero de menos envergadura que el mío era ágil, similar a una aguja que atravesó al felino de forma eficaz, mortífera.
Este cayó a un lado, gruñí de dolor sintiendo mi carne desgarrada por varias partes aunque admito que la pirata era graciosa aun en esas situaciones tan sumamente jodidas.
Agotado me deje vencer frente a ella, la sangre mojaba mi pelo rojizo, cerré por un momento los ambar, me costaba mantenerme despierto.
Curaría mas rápido en esta forma, pero es cierto que era mas fácil limpiar y suturar con la humana, así que simplemente me dejé ir.
Mis huesos crujieron, el pelo fue desapareciendo, mi hocico encogió convirtiéndose en labios y msi colmillos se acortaron hasta que la mirada que le devolví fue la gris de un humano.
-Estoy bien -le dije intentando ponerme en pie para ir al lago -cose, tomémonos un breve descanso y emprendamos marcha -señale el sol que iba corriendo -no podemos pasar noche al raso, no aquí en medio de una selva que no conocemos y menos con el olor a sangre que desprendo, estaríamos muertos antes del amanecer.




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El corazón de piedra verde (privado) Empty Re: El corazón de piedra verde (privado)

Mensaje por Bethania Miér Ene 10, 2018 6:06 am

Alrek se sumergió en el rio y con un trozo que rasgó de la camisa fue lavándole las heridas y suturando las más abiertas. Lo hizo concienzudamente, solía remendar velas o redes cuando pasaban mucho tiempo en puerto. Las desinfectó con un chorrito de aguardiente que llevaba en el petate y finalmente se las vendó.

— Tienes que descansar, estás herido…¿y si no es al raso? No sé donde podría ser…¿subidos a algun árbol?*

Apretó los dientes mientras sentía la aguja perforar la piel y el hilo correr raudo entre los jirones, apenas siseé con el agua ardiente, no dirían que un Tollak no era capaz de aguantar unas suturas.
-No, tenemos que seguir -dije con seguridad buscando su mirada -no rechistes -dije antes de que abriera su gran bocaza - apesto a sangre, si nos quedamos aquí vendrán mas y si subimos a un árbol no creo que cambie la cosa mucho dado que son felinos...
Nuestra opción es llegar a una gruta y encender fuego, mantendrá a los depredadores lejos, solo ahí me permitiré descansar, confia en mi, llegaré*

Asintió, si él estaba tan seguro, le daría el voto de confianza, ella se movía bien en el mar no en la tierra, ahí era él quien sabía lo que se hacía. Le tendió su ropa, que la llevaba también en el petate dado que Alrek iba en forma lupina cuando se adentraron en la selva. Echaron a andar y el sol empezaba a caer ocultándose por las montañas. Vislumbró una ladera con menos vegetación y se dirigieron hacia allí. En uno de sus lados había salientes rocosos que se abrían a la inmensa vegetación verde y en uno de ellos, bajo una cortina de plantas trepadoras había un gruta cuya entrada sería del tamaño de un Alrek y medio, podría servir. Dejó la bolsa en la entrada y que el lobo husmeara dentro por si vivía alguna fiera allí, ella no veía en la oscuridad. Mientras tanto recolectó algunos troncos para encender una fogata.*

La grieta no era demasiado profunda, no serviría de madriguera, lo que en parte jugaba a nuestro favor, de servir estaría ocupada por algún animal y seria difícil de cohabitar y mas de echarlo en el estado que yo llegaba.
Beth se encargó de recopilar troncos, así que en poco tiempo estábamos a cubierto con una fogata justo en la boca de la gruta que espantaría cualquier tipo de alimaña o animal salvaje.
Mientras la mantuviéramos encendida estaríamos ademas de calientes, a salvo.

Me dejé caer apoyando la espalda en la pared, estaba cansado, una evidencia pues mi sentido del humor hacia unas horas que se había evaporado, entrecerré los ojos.
-deberia haber cazado algo, apenas tenemos provisiones.*

La morena sonrió con suficiencia y sacó del cinto algunos cuchillos adentrándose en la selva, no muy lejos. Tardó un rato en regresar pero lo hizo con una serpiente de buen tamaño y unos cocos. Dejó caer las frutas en el suelo que hicieron un “clonk” bastante alentador, estarían llenas de agua de coco, tan rica en azúcares que necesitaría Alrek. Luego se sentó a su lado y le cortó la cabeza a la serpiente ensartándola en un palo, era bastante gorda y tendría carne suficiente para esa cena.

— No está mal para una chica de mar ¿no? Los cuchillos se me dan bien. No he comido serpiente nunca, pero dicen que sabe a pollo.*

Enarqué una ceja al verla venir con un arsenal de alimento ¿se habían propuesto todos dejarme por un inútil? gruñí, no pude evitar que mis ojos centellearan en ambar.
- ¿una serpiente? yo hubiera cazado un corzo -dije con ese carácter bravucón que me caracterizaba, mas no pude evitar echarme a reir, no porque no fueran ciertas msi palabras, si no porque me estaba comportando como un imbecil -a ver, dame n trozo de pollo de ese -bromeé.

Estaba bueno, lo mordí con hambruna, me vendría bien para sanar antes, por suerte mi condición de cambiante me tendría para el día siguiente en un estado mas o menso aceptable para emprender marcha.
-Dime que de esos cocos vas a sacar hidromiel -bromeé apoyando mi cabeza en su hombro un instante*

— Oh, pues claro que cazarás un corzo o algo grande cuando estés bien, pienso darme un festín de…¿gato?¿puma? Lo que fuera eso que nos ha atacado antes. Pero para cenar y descansar tendrás que conformarte con esto. Al menos está más bueno que el rancho del barco.— Abrió los cocos con una piedra y le dio a Alrek un trozo que tenía forma de cuenco y vertió en él un poco de aguardiente. Hizo lo mismo en el suyo mientras esperaban que la serpiente estuviera asada al fuego.— chin chin!! No sé que tal estará…— lo probó y enarcó una ceja, eran sabores extraños para su paladar, pero se lo bebió de un trago y después empezó a mordisquear la carne del coco cuando Alrek apoyó su cabeza en ella. De alguna forma ahora eran “familia” on algo así, porque sólo se tenían el uno al otro en mitad de ese país lejano y extraño, en esa selva salvaje y furiosa con los intrusos. Además ya llevaban semanas charlando y conociéndose un poco. Levantó la mano y acarició su pelo, no era como cuando estaba en forma de lobo, pero igualmente era suave y olía a él.*

El sabor del agua de coco con agua ardiente era raro, suave, francamente no es que subiera demasiado, pero ¿acaso podía quejarme?
Cerré los ojos al sentir sus dedos acariciando mi pelo como si tuviera mi forma lupina, mi sonrisa se ladeó contra la piel de su cuello meciendo sus mechones pardos con mi aliento.

Frente a nosotros las llamas chisporroteaban, llegaba el olor a carne, tonos naranjas lamian su piel y bailaban sobre las paredes de aquel refugio improvisado en la montaña.
Besé su cuello de forma lenta, marcando un camino ascendente con mis labios hasta que ambos quedamos de frente, mirándonos por unos instantes que detuvieron el tiempo.
Me acerqué mas, nos convertimos en cíclopes cuando nuestra nariz se rozó, cerré los ojos y con mis labios presioné los ajenos suavemente, rozándolos pidiéndole mas que eso.*

A pesar de haber estado expuestos al peligro varias veces, lejos de casa, solos en un rincón del mundo, por primera vez se sentía a gusto con Alrek, sin necesidad de levantar escudos, no había nadie más que la juzgara con ojo crítico, no tenía que demostrar que era fuerte, que era lista, que merecía una vida mejor que esa a la que la habían condenado como esclava. Quizás el cambiante no tuviera más intención que descargar una necesidad física, pero en ese momento todo fluía y estaban conectados. Seguramente porque él había dejado de soltar bravuconerías por esa bocaza y ella había decidido relajarse y bajar la guardia. Quizás fuera un momento efímero en esa cueva, pero estaba dispuesta a descubrirlo y a dejar que cuando saliera el sol las cosas fueran diferentes, o no. Colocó las manos en sus mejillas, empezaba a ostentar algo de barba y más que le saldría mientras no pudieran volver a la civilización. El rubio era un hombre muy guapo, bien hecho, con ese aspecto salvaje de los lobos, esos ojos grises que relampagueaban en amarillo cuando se desbocaba y sin duda despertaba su deseo. Entreabrió los labios y se permitió recorrer su boca húmeda, jugar con su lengua y degustarlo conteniendo las prisas, que apenas podía retener. Se sentó sobre sus muslos, ya que estaba apoyado contra la pared de la cueva, pero sin dejarse caer, estaba herido y aunque era fuerte no quería reventarle los puntos.*

Mis labios se entreabrieron permitiendo que su lengua profundizara en el beso, envolví su sinhueso recorriéndola despacio, acariciandola de forma lenta, disfrutando de ese beso que desde hacia dias deseaba.
Alcé mi mano hasta enredarla en su larga melena oscura, mi otra mano se posó en sus nalgas atrayéndola mas contra mi cuerpo hasta que nuestros sexos friccionaron encendiendo mis ojos en un ambar radioactivo.

Ladeé la sonrisa bajando la mirada a sus labios húmedos.
-Se nos quema la carne -bromeé oliendo a churrascado.
La atraje de nuevo por la nuca para besarla de nuevo esta vez emitiendo un ronco gruñido contra sus labios.*

Esbozó una sonrisa sincera por la broma del rubio, que además estaba llena de dobles sentidos, porque se sentía arder también por dentro. Pero ante todo, era una pirata, nada se le escapaba de su ágil mente y no pensaba echar a perder lo único que tenían para cenar, así que sin soltarse del cambiante le dio un manotazo a la serpiente para sacarla del fuego, luego ya limpiarian la arena que contuviese. ¡Mierda! Acababa de acordarse de algo. Se separó respirando agitadamente y miró al lobo a los ojos.

— No quiero quedarme embarazada. No tengo hierbas para evitarlo.*

Mi aliento agitado y plagado de deseo golpeaba su rostro mientras sus palabras hacian lo propio.
-Saldré antes de acabar -aseguré sin ver mas problema en las palabras de la pirata, aunque cuando frunció el ceño creo que empecé a ver que no estaba muy dispuesta a confiar en mi hasta ese punto.
— ¿Seguro? Si no lo haces no te lo perdonaré jamás.— ya no se fiaba de ninguna promesa realizada por un hombre, no después de que Falkor le asegurara que la quería, que era su luz, su vida y su todo mientras estaba casado y tenía a su primer vástago.*

Me relamí los labios mirándola mientras asentía como respuesta a su pregunta, le hubiera dicho que yo tampoco quería ahora mismo hijos, ni atarme a ella sin conocerla.
Eso supondría lo nuestro, una atadura para ambos, si se quedara embarazada, yo no era de esos que dejan a la mujer tirada y aunque la pirata me gustaba, solo había que mirarla para saber que los dioses la habían esculpido para el pecado, no nos conociamos suficiente...

No podía asegurarse de ningún otro modo, su palabra debería bastarle porque no había nada más. Se sacó la camisa por la cabeza dejando al descubierto el torso y después tiró de las botas y los pantalones para dejarlos a un lado, tan sólo el pelo que caía sobre sus hombros tapaban parcialmente sus pechos. Se sentó de nuevo sobre él mordiéndose el labio inferior porque ese cuerpo caliente y esculpido la ponía a cien, mas tendría que obligarse a estar atenta por si Alrek se descontrolaba sin querer. Siguió besando sus labios, sus lenguas luchaban en una pugna por conseguir ser dueña y señora de la boca del otro y sus manos se afianzaron en su nuca, así como los muslos se anclaron a los del cambiante aprisionándolo contra la pared. No quería la posición de desventaja.*

Nuestros cuerpos friccionaron, me quité la camisola lanzándola a un lado de la gruta, ahora piel con piel prendimos apenas capaces de contemplarnos.
Mi boca surcó su cuello, ascendiendo por su mandíbula, gruñendo contra esta y adueñándome de su boca que saqueé sin piedad ninguna, un tornado se creó entre nuestras lenguas hambrientas del otro, que Beth me excitaba mucho era un hecho.
Sus caderas bailaban ocntra mi alzada entrepierna, la tela de mi pantalón, lo único que impedía que me adentrara en su caverna se empapaba de la excitación de los dos.

La pirata llevaba la voz cantante, no era algo que me disgustara, mas bien no estaba acostumbrado.
Desabroché el botón liberando a la bestia que emergió voraz en busca de su caverna.
Su espalda se arqueó entre mis manos al sentir como se abría paso por sus paredes que se dilataban estrangulando mi dureza.

El calor y la fricción que dejó a su paso cuando la penetró hizo que se arquease y gimiera de placer, era una recompensa carnal a todo aquel esfuerzo, a esas semanas de tira y afloja, de escudos levantados, de mirar de reojo la tentación y tratar de evitarla. De alguna manera caer entre sus brazos así no le estaba suponiendo una humillación, como pensaba que sería tras haber sido engañada tan vilmente, pero por si las moscas, no cedió ni un ápice la posición y se encargó de llevar el ritmo, arriba y abajo, entrando y saliendo, describiendo círculos mientras se dejaba invadir por el placer de ese encuentro. Su respiración se tornó agitada y superficial, sus labios entreabiertos dejaron escapar gemidos y jadeos con cada movimiento que la llevaba a rozar un poco más el éxtasis.*

La penetración era profunda, sentía mi glande rozar la pared interna, al borde del abismo por como se movía. Jadeaba contra sus labios apenas tomándome una pausa para tomar aliento entre cada desmesurado beso lleno de mordiscos que engrosaban nuestros labios.
Empujé a la pirata para tumbarla sobre el suelo de la gruta, pude ver que no le gustaba pues se revolvió ligeramente cuando me puse encima de ella.
-Me voy a correr -dije con la voz ronca contra sus labios entrando de nuevo en ella con rudeza
Sus piernas se abrieron ayudándome así a encajar en ellas como un puzzle. El ritmo se torno violento, vertiginoso, me adentraba hasta dentro del todo para sacarla casi por completo.
Mi boca succionó sus pechos, estimulándolos, coronando las cúspides con mi lengua.
A punto de llegar al climas la saqué de su interior apoyándola sobre su monte de Venus.
Apoyé mi frente contra la ajena gruñendo mientras mi verga se sacudía sobre ella manchando su bajo vientre y la media luna de su ombligo cumpliendo así la promesa dada.
Yo era hombre de palabra.*

Se revolvió cuando se vio debajo, no es que no le gustara la posición, es que no lo soportaba desde que sentía que le habían tomado el pelo por idiota, por confiada y por no saber ponerse en su sitio. Pero Alrek mantenía la promesa y cuando lo dijo, sabía que estaba tratando de hacerlo bien. Sus embestidas la llevaron volando hasta el cielo del placer, sentía su propio deseo explotar y bailar mientras enredaba sus piernas alrededor de la cintura del rubio que tuvo la suficiente fuerza de voluntad para salir casi al final y terminar fuera. Cuando acabó lo mantuvo pegado a ella con sus manos recorriendo la espalda, había sido legal y eso rompía uno de los escudos que tenía interpuestos frente a él. Tardó un rato en regular la respiración y que ambos se acompasaran más relajados, entonces se movió para salir de debajo del lobo. Se limpió con el paño con el que había lavado sus heridas y se colocó la camisa yendo en busca de la serpiente y soplándole el polvo que tenía encima.

— Normalmente la regla de los cinco segundos dice que si pasa menos de ese tiempo en el suelo es comestible…pero aquí tendrá que serlo igualmente.— no necesitaban hablar de lo que había pasado, ya había pasado y estaba bien.*

La ví levantarse apartándome con suavidad de encima de ella. Me dejé caer boca arriba observando sus movimientos en silencio, como se limpiaba, vestía, recolocaba la ropa, sin mirarme en ningún momento.
Se acercó a la comida y la tomó soplando la arena y quitando un poco de esta con la mano.
Incluso acompaño con una "broma" aquel gesto, señal inequívoca de que estaba incomoda y no quería hablar de lo que acababa de pasar entre los dos.
-Ha estado bien -dije ladeando la sonrisa y pasando de su regla de los 5 segundos -me he quedado saciado -bromeé levantándome del suelo recordando ahora que las heridas aun estaban tiernas y dolían.
Me acerqué al pantalón para calzarmelo, las botas y después la camisola, todo había quedado esparcido por el suelo de la gruta
-¿sabe a pollo? -pregunté mirándola de reojo por encima del hombro.
Me había acercado a la lumbre para echar un nuevo tronco que mantendría mas tiempo el fuego prendido*

¿Que se había quedado saciado? Ya lo creía que si, acababa de limpiar su “saciedad” de su piel. Obvió decirle “ya me he dado cuenta, gracias por preguntar si yo también he quedado saciada”, porque no quería discutir en ese momento. Había estado bien, él había mantenido su palabra, se habían desfogado ambos y listo. No es como si fueran novios, estuvieran enamorados y toda esa palabreria barata que ella no se creía. Enarcó una ceja y le pasó el espeto.

— Pollo a la carbonilla. Está un poco quemado. Todo tuyo.— Cuando le pasó la cena se dedicó a vestirse del todo, porque no sabían si tendrían que salir corriendo o enfrentar algun peligro durante la noche. Quedaba un trozo de coco y se dedicó a roerlo sentada frente al fuego, Alrek necesitaba más proteínas que ella, tenía que sanar sus heridas.*

Me comí la carne pinchada dedicando furtivas miradas a Beth que parecía sumida e sus propios pensamientos.
-¿No quieres?
Esta negó mordiendo el coco, deduje que la carne quemada de serpiente no era su plato preferido y yo necesitaba todo el aporte de energía posible para sanar, así que no le hice asco, no estaba malo al fin y al cabo.
-Cosas peores que esto te habrás comido -bromeé ensanchando la sonrisa.
La pirata no parecía reir mis gracias.
-¡Vamos Beth! ¿que te pasa? solo hemos echado un polvo, no es necesario esto...
No entendía su actitud, los dos nos habíamos quedado bien, joder, nos habíamos convertido en amigos durante estos días y llevábamos tiempo con este tira y afloja, una tensión sexual no resuelta hasta ahora ¿donde cojones estaba el problema?*

— No es por ti ¿vale?.— escupió un trozo de corteza de coco a un lado.— para ti es muy fácil echar un polvo y ya está, y si la cosa va bien, pues repites y si no, pues a otra cosa…pero yo no soy así… bueno, no era así. Y me siento estúpida porque no sé hasta que punto estoy haciendo el ridículo. Ya me han tomado el pelo una vez y no quiero ser el hazmerreir dos veces, ya está. Olvídalo.— Su argumento no era muy entendible porque no lo estaba contando bien para que se pudiera entender, pero no iba a contarle la historia completa y cómo se sentía aún de herida en su dignidad. Y echar un polvo estaba bien, no lo negaba ni se arrepentía, pero no sabía muy bien como encajarlo en ese cabreo que tenía con los hombres y el mundo.*

Fruncí el ceño, si se creía que esto iba a quedar aíi se equivocaba conmigo.
-Si no va conmigo, págalo con ese hijo de puta que te jodió, yo no soy el hermano de Atharal ¿entiendes? -gruñí lanzando el palo vacío al fuego.
-Yo no se que pasó entre los dos, ni las promesas que te hizo y rompió, pero yo he cumplido con mi parte, asi que no entiendo porque ahora tenemos que estar así, como si te arrepintieras de lo que acabas de hacer conmigo.
No te pido que estes entre mis brazos dándome besitos, tampoco lo necesito, pero joder..de eso a que me estes perdonando la vida por haber follado contigo...*

¡Así que lo sabía! Sabía que Falkor y ella habían tenido algo (no recordaba haber hablado en sueños por culpa del alcohol).
— Déjalo, no lo puedes entender. Tan sólo olvidemos el tema y ya está ¿vale?.— no le estaba perdonando la vida, pero había vuelto a levantar la barrera entre ella y el mundo masculino, porque no quería que nadie se colara tras sus defensas y la destruyese del todo.— deberíamos dormir, mañana hay un buen trozo hasta la cumbre y allí sólo será el comienzo hasta encontrar el templo perdido.*

¿Ya esta? ¿su solución era dejarlo? ¿no hablar de por que se estaba comportando como una autentica loca conmigo?
Pues bien, si eso quería, eso tendría. Joder ni siquiera me había largado o me había apartado de ella..no había hecho ademan alguno de desprecio, peor pagaba los platos rotos de un tio que si parece que lo hizo.
No conocía su puta historia y no me importaba una mierda, todos habíamos tenido desengaños, superarlos y seguir era el tema.
-Bien -dije con un gruñido como única respuesta.
Me volteé dandole la espalda y me tumbé cerrando los ojos, no pude dejar de gruñir varias veces fruto de la frustración, no entendía porque después de pasar un buen rato juntos que habíamos buscado desde hacia días...teníamos que acabar asi.*

Y encima se enfadaba!! ah! A tomar viento fresco!! Vale, él no había sido y no había hecho nada malo en si, pero si creía que podía satisfacer sus necesidades y largarse con otra cuando le viniese en gana…pues no, porque ella no era un objeto de uso que se podía dejar tirado en cualquier momento. El problema no es que Alrek lo hubiera hecho, es que lo pensara, o lo que en verdad sucedía: que ella temía que lo pensara. Todo muy enrevesado, pero fruto de un desengaño que le había dolido mucho y que no quería repetir.

Acabó el coco y se salió un rato a la boca de la cueva a mirar la selva, a escuchar sus sonidos y a pensar en lo lejos que estaba de casa. No había tenido una “casa” como tal, ya que Danielle la recogió con cinco o seis años tras dar tumbos de señorío en señorío en calidad de esclava. Le había costado mucho confiar en ella y años en no pensar que cualquier dia al despertarse estaría de nuevo en el barco de esclavos. Era desconfiada, sí, y no se daba a la primera. Y la mala suerte había confundido sus términos; que un hombre fuera un idiota no significaba que todos lo fueran. Por ejemplo los padres de Alrek eran el ejemplo más vivo de una relación de pareja normal a pesar de que cada cual fuera como fuera. Se había sentido a gusto con el cambiante, un poco más cerca de ese “hogar” que había sido Akershus, la Reina Ana y todo su mundillo. Eso no era malo, no tenía por qué ser tan dura consigo misma. Resopló y volvió adentro tumbándose al lado del rubio.

— Tienes razón, he pagado contigo algo que no es tu culpa, pero no puedo evitarlo. Ha estado bien.— Se quedó mirando al techo un rato, sintiendo que algo bueno se estaba escapando de sus manos…¿por qué la vida era tan jodidamente difícil y cruel?*

Estaba ya casi dormido cuando escuché a mis espaldas la voz de la pirata que se había dejado caer a mi lado disculpándose.
Podía tener el carácter endemoniado de mi padre, pero como él, no era rencoroso, no era necesario humillar al otro, algo que aprendí de madre y su capacidad para perdonar las meteduras de pata de padre.
Me volteé adormilado y pasé mi brazo por encima de su cintura atrayéndola contra mi cuerpo.
-¿solo bien? -pregunté meciendo el pelo que enmarcaba su oido con mi aliento. Me rei porque podía sin necesidad de abrir los ojos imaginar la cara que estaría poniendo en ese momento -ya sabes, has estado muy bien, al nivel de Thor y su martillo, eres un dios...

Abrí los ojos para enfrentar sus pardos.
-Te perdono -terminé diciendo sonriendo haciéndola fruncir el ceño -ahora te toca aguantar mis ronquidos, mañana nos espera un día duro.*

— ¡Eres un idiota! Sólo bien, no te lo creas tanto…— evidentemente por sus gemidos había disfrutado bastante más de lo que reconocía, pero al menos no iban a dormir enfurruñados, que por lo que restaba de viaje iban a tener que aguantarse porque estaban solos en aquella locura descabellada. Estaban pegados de nuevo y esta vez no se apartó al contacto, enterrando la cabeza entre el hueco que dejaba la barbilla y el pecho. Al perro apaleado no le sentaban bien las caricias, pero tendría que aprender a apreciarlas.*
Puse mi mano en sus nalgas pegándola mas contra mi cuerpo.
-Entonces tendremos que repetir hasta que sea épico, no soy conformista pirata -apunté con una engreída sonrisa y dando la vuelta a sus palabras para conseguir mas de lo que me gustaba.
La dejé acomodarse en mi pecho, al menos ahora estábamos tranquilos, como debió ser después del polvo.
Yo no pensaba en el mañana, pero hoy estábamos allí, solos, en medio de la selva ¿acaso estábamos seguros de que existiría ese mañana?
Las cosas tenían su ritmo, peor si las jodías por miedo al final ...no disfrutarías nunca del hecho de llevarlas a cabo.
Yo vivía mi presente y ella debería hacer lo mismo olvidando el pasado.
-A mi padre tu madre no le gusta -dije con una sonrisa imaginando lo que diría si supiera que entre nosotros había habido algo.*

—A tu padre no le gusta ninguna mujer que no sea la suya. Tardó 60 años en encontrarla…eso habla muy mal de su carácter.— Defendió a Dani a capa y espada, porque ella había sido recta y dura por su propio bien, pero le había dado cariño, un hogar y un lugar en el mundo libre. La sacó de esa vida de condena y todo lo que pudiera llegar a ser, sería gracias a esa pirata.— Supongo que se huele que somos ingobernables. Pues ahora ya lo sabes tú también.*

-¿ingobernables? -mi sonrisa se ensanchó picara -estas aquí, abrazada a mi, y me has pedido perdón...no te veo ingobernable -confesé -mi padre tiene mal carácter y mi madre es una santa por aguantarlo, pero bueno..es lo bueno de los cambiantes, que vivimos lo suficiente como para encontrar una tonta que nos aguante -bromeé divertido.
Por supuesto que no pensaba eso exactamente de mis padres. Mi padre amaba a mi madre como nunca había visto a n hombre querer a una mujer, a veces tenia un carácter fuerte, rudo, pero madre había aprendido a llevarlo a base de sartenazos y de explicarle las cosas con calma.
Madre no era una mujer sumisa, si no inteligente, no era tan explosiva como él, por eso hacían una pareja que encajaba de forma perfecta.*

— Ser ingobernable no es lo mismo que ser imbécil. Si me equivoco lo reconozco. Pero trata de imponerme algo y verás lo que significa la palabra. Tu padre entiende que sea normal que él se imponga. Pues no lo es, o no todo el mundo está dispuesto a eso, yo no lo estoy, Danielle no lo está y eso es todo. Tampoco veo a Höor sufrir demasiado, así que…¿Quieres conversar o dormir?*

Resoplé por su ultima pregunta y le saque la lengua de forma infantil.
-Al próximo polvo me sobo y ni te hablo -alcé el dedo para advertirla -y no quiero escuchar ni una queja al respecto mujer.
Sonreí cerrando los ojos de nuevo, ya me había cortado la conversación, asi que a dormir.*

Soltó media carcajada y negó con la cabeza. “Al próximo polvo, me pienso imponer” eso es lo que había dicho entre bromas. Ajá. Eso estaba por ver. Cerró los ojos y respiró hondo, relajada por fin y sin más, se durmió.
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Mensaje por Alrek Tollak Miér Ene 10, 2018 3:11 pm

Abrí los ojos a la mañana siguiente, el fuego se había convertido en brasas pero la pirata seguía pegada a mi cuerpo lo que me hizo ladear la sonrisa con picardía.
-Ingobernable -dije refiriéndome a ella -deja de babear mi camisa preciosa, es hora de despertar y me tienes que preparar un buen desayuno, tengo hambre.
La vi resolverse frunciendo el ceño lo que me llevó a reirme.
-Estoy herido, merezco recibir cuidados ¿no? -bromeé cuando alzó la mano para atizarme en el pecho.
Me sentía mucho mejor, la mayor parte de las heridas habían cerrado, la fiebre desaparecido, una de las ventajas de ser un cambiante.*


—Tú tienes más jeta que un pirata y eso ya es mucho decir.— bostezó y y se retiró el pelo enmarañado de la cara.— ¿Ni un besito de buenos dias? Luego dirás que la rancia soy yo… y te pondrás sensible y enfurruñado porque no te doy mimitos.— no se lo decía en serio, sólo estaba provocando mientras se levantaba y se estiraba. Tenía razón en que necesitaban desayunar. Había visto un árbol con frutas de color verde y rojo que tenían bastante carne. Se acercó y cortó algunas, eran mangos y su sabor era extraño pero no olía a veneno y la planta no tenía savia blanca, un indicador de la toxicidad. Se encogió de hombros y le dio la mitad al cambiante.— no es corzo…pero hasta que lo caces servirá.

Recogí la gruta metiendo en el petate los útiles que habíamos sacado, yesca, pedernal, la cuerda y la manta que levábamos de pieles para pasar la noche.
La pirata había salido a por un par de frutas para desayunar, era un fruto rojo con bastante pulpa, no tenia mala pinta y olía bien.
Me senté al lado de la pirata besando su cuello, mordiendo su hombro de forma juguetona.
-Dame -dije cuando me pasó la fruta para que la cogiera.
Ensanché la sonrisa pícaramente abriendo la boca.
Tenia las manos ocupadas en acariciar su cuerpo, recorrer sus muslos, tentarla con mis labios.
Quería mimos y burlarse de mi por ello, no me conocía, yo no era de los que se hacían los machos diciendo que no gastaba de eso, tampoco de los que tenían necesidad de salir corriendo, a fin de cuentas estaba buena y en la selva no iba a llegar muy lejos.
-Te estoy mimando y no puedo hacerlo todo a la vez -apunté con mas cara que espalda -hambre, dame de comer -repetí.


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