AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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El corazón de piedra verde (privado)
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El corazón de piedra verde (privado)
Recuerdo del primer mensaje :
Contaban las leyendas incas que el dios Inti, el soberano del Sol, regaló a los primeros homabres una joya de jade verde en forma de corazón para que la colocasen en una estatuilla con su efigie en el templo elevado en forma de pirámide en Cuzco. Cada amanecer, sus rayos la atravesarían y proyectarían en el techo del templo sus símbolos sagrados. Los sacerdotes y sacerdotisas del dios Inti interpretarían los signos que portarían los mensajes del destino, el corazón de piedra verda otorgaría a su portador el don de la visión futura. Cuando los conquistadores españoles llegaron a Perú y saquearon la ciudad, el templo fue sepultado por los sacerdotes, convirtiéndose en ruinas que con el tiempo se cubrieron de vegetación, escondiendo también el paradero y la historia de la joya mágica. Muchos trataron de encontrarla, pero con el tiempo y los fracasos cayó en el olvido, quedadando como una mera leyenda.
Bethania repasaba con los dedos el mapa dibujado toscamente sobre un pergamino de tela desgastada mientras con la otra mordisqueaba una manzana, sentada en su cama a bordo del Inferno, el buque de guerra de 74 cañones que fondeaba en Akershus. La Almirante Morgan comandaba la flota rebelde que contaba varios barcos cañoneros, su buque insignia seguía siendo la Venganza de la Reina Ana, pero el Inferno y el Avenger era los más pesados y armados. Había sido la pupila y mano derecha de Danielle desde que ella la sacó del mercado de esclavos, pero llegada la mayoría de edad, la dejó formar parte de la tripulación del Inferno en calidad de contramaestre, necesitaba que se formase, que aprendiese todo cuanto le faltaba para ser algun dia capitán.
Seguía pasando temporadas a bordo de la Reina Ana, pero ahora volaba sola en el otro cañonero. Hacía unos años que llegó a sus manos ese mapa acompañado de leyendas sobre la joya de jade inca y al haber ido a Perú en un par de ocasiones, recabó la información necesaria para creer que en verdad existía tal joya y podía encontrarse. Algún día lo haría, viajaría hasta allí y encontraría esa reliquia que les otorgaría a los norteños el don de la visión, la posibilidad de anticiparse a los movimientos de Randulf sin la necesidad de utilizar a jóvenes vírgenes oráculo. Necesitaba preguntarle una cosa a la hechicera del conde Cannif, la mujer del general Ulf. Ella también tenía el don de la clarividencia, pero era distinta, y quería estar segura de cómo se podía usar tal joya a su favor.
Descendió la pasarela y se encaminó hacia la casa de los Tollak, normalmente solía estar allí, pero en esa ocasión Giuliana se había ausentado. Cuando llamó a la puerta Arne, el sirviente, la hizo pasar al salón donde el segundo hijo de los Tollak se encontraba discutiendo con su padre porque éste no le dejaba ir con él a una expedición al Norte. El primogénito, Brökk, sí que viajaba con el ejército de Cannif a pesar de ser tan sólo un año más mayor que Alrek. La discusión se detuvo cuando Bethania hizo aparción en el salón.
— Ehm...lamento si interrumpo algo. Buscaba a la señora Giuliana pero... puedo volver más tarde.
Contaban las leyendas incas que el dios Inti, el soberano del Sol, regaló a los primeros homabres una joya de jade verde en forma de corazón para que la colocasen en una estatuilla con su efigie en el templo elevado en forma de pirámide en Cuzco. Cada amanecer, sus rayos la atravesarían y proyectarían en el techo del templo sus símbolos sagrados. Los sacerdotes y sacerdotisas del dios Inti interpretarían los signos que portarían los mensajes del destino, el corazón de piedra verda otorgaría a su portador el don de la visión futura. Cuando los conquistadores españoles llegaron a Perú y saquearon la ciudad, el templo fue sepultado por los sacerdotes, convirtiéndose en ruinas que con el tiempo se cubrieron de vegetación, escondiendo también el paradero y la historia de la joya mágica. Muchos trataron de encontrarla, pero con el tiempo y los fracasos cayó en el olvido, quedadando como una mera leyenda.
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Bethania repasaba con los dedos el mapa dibujado toscamente sobre un pergamino de tela desgastada mientras con la otra mordisqueaba una manzana, sentada en su cama a bordo del Inferno, el buque de guerra de 74 cañones que fondeaba en Akershus. La Almirante Morgan comandaba la flota rebelde que contaba varios barcos cañoneros, su buque insignia seguía siendo la Venganza de la Reina Ana, pero el Inferno y el Avenger era los más pesados y armados. Había sido la pupila y mano derecha de Danielle desde que ella la sacó del mercado de esclavos, pero llegada la mayoría de edad, la dejó formar parte de la tripulación del Inferno en calidad de contramaestre, necesitaba que se formase, que aprendiese todo cuanto le faltaba para ser algun dia capitán.
Seguía pasando temporadas a bordo de la Reina Ana, pero ahora volaba sola en el otro cañonero. Hacía unos años que llegó a sus manos ese mapa acompañado de leyendas sobre la joya de jade inca y al haber ido a Perú en un par de ocasiones, recabó la información necesaria para creer que en verdad existía tal joya y podía encontrarse. Algún día lo haría, viajaría hasta allí y encontraría esa reliquia que les otorgaría a los norteños el don de la visión, la posibilidad de anticiparse a los movimientos de Randulf sin la necesidad de utilizar a jóvenes vírgenes oráculo. Necesitaba preguntarle una cosa a la hechicera del conde Cannif, la mujer del general Ulf. Ella también tenía el don de la clarividencia, pero era distinta, y quería estar segura de cómo se podía usar tal joya a su favor.
Descendió la pasarela y se encaminó hacia la casa de los Tollak, normalmente solía estar allí, pero en esa ocasión Giuliana se había ausentado. Cuando llamó a la puerta Arne, el sirviente, la hizo pasar al salón donde el segundo hijo de los Tollak se encontraba discutiendo con su padre porque éste no le dejaba ir con él a una expedición al Norte. El primogénito, Brökk, sí que viajaba con el ejército de Cannif a pesar de ser tan sólo un año más mayor que Alrek. La discusión se detuvo cuando Bethania hizo aparción en el salón.
— Ehm...lamento si interrumpo algo. Buscaba a la señora Giuliana pero... puedo volver más tarde.
Última edición por Bethania el Vie Dic 08, 2017 4:46 pm, editado 1 vez
Bethania- Humano Clase Baja
- Mensajes : 39
Fecha de inscripción : 02/12/2017
Localización : Akershus
Re: El corazón de piedra verde (privado)
Enarcó una ceja resoplando, olía el timo a la legua porque Dani la había enseñado a desconfiar de todo acuerdo o trato y más si era ventajoso y sin regateo. Alrek estaba de buen humor, al menos no iba a estar de morros todo el viaje, porque eso era una jodienda ya que no se tenían más que el uno al otro. Repasó con los dedos su ojo, había curado muy rápidamente pero se le quedaría cicatriz.
— Toma.— le dio un trozo de mango.— con esa cicatriz vas a volver locas a todas las jovencitas de Akershus, cuando les cuentes que Alrek el intrépido se marchó a un país remoto y lejano, se enfrentó a un puma furioso y salió justo vencedor… te van a faltar manos para acariciar traseros.— le peinó con los dedos el pelo que tenía de punta de dormir y se zafó de sus manos, que empezaban a recorrer territorios peligrosos.— tenemos que ponernos en marcha, si te encuentras bien ya, deberíamos llegar al menos a la cumbre porque desde allí deberíamos divisar esta zona del mapa.— señaló con el dedo una cruz que había marcado quien lo pintó.*
Abrí los labios y con los dientes le di un bocado al mango dejando que los dedos de la pirata recorrieran la cicatriz que el puma había hecho marcando mi rostro. Por suerte el ojo no había sido dañado, así que supongo que estaba bien que la herida cerrara sin dar mas problemas que una cicatriz que no me importaba.
-¿te pone mi cicatriz? -bromeé sin dejar de tocar su cuerpo con una picara sonrisa -¿son celos lo que detecto?
La pirata era rápida y acabó escabulléndose de mis brazos, así que me centré en el mapa y en lo que decía.
-Bien -señalé un pequeño riachuelo en una zona con vegetación mas baja, que nos permitiría ver la llegada de depredadores sin que nos pillaran desprevenidos, ademas podríamos darnos un baño, bajar las altas temperaturas del sofocante día -podremos hacer ahí alto, supongo que no tendré problemas para dar caza a algo que llevarnos a la boca por las inmediaciones y de ahi daremos un ultimo empujón hasta la cumbre.
—Me gusta tu cicatriz, pero lamentablemente sigues teniendo cara de crío.— como si ella fuera una mujer hecha y derecha a su edad.— y alégrate de que no haya dicho…de mono.— le sacó la lengua y fue a cargar el petate. Emprendieron el ascenso mucho más animados que el día anterior, por delante tenían una vasta extensión de selva, pero eso no los podía desanimar, debían llegar a esa explanada donde en teoría la pirámide inca se derrumbó cerrando el paso al templo del dios Inti. Se detuvo a observar unas frutas de color morado que al abrirlas eran naranja y tenían semillas, era la fruta de la pasión, no la había probado, pero la reconoció de un dibujo de un libro. La olió y le dio un mordisquito.— es… rara, pero está buena.— cortó unas cuantas más y las guardó en el petate, por si no encontraban comida, eso nunca estaba de mas.*
Paramos en el punto que yo habÍa marcado con el dedo antes de emprender camino. Allí dejé caer el petate y sincronicé con la bestia que llevaba dentro dejando de ser un humano para trasformarme en el lobo rojo que ahora era mas necesario.
Me perdí entre los arboles agudizando los sentidos al máximo. una parte de ellos estaban en ese rio donde haba dejado a la pirata prendiendo un fuego para poder cocinar la comida, el resto estaban en dar caza a un animal con carne suficiente para saciar nuestra hambre.
Sabia que no podríamos mantener este ritmo sin comer proteinas, Beth no había comido mas que fruta desde que partimos, así que era necesaria la caza.
No fue fácil, pero tras una hora hallé el rastro de una manada de corzos, por suerte habían crías, animales débiles, así que en la carrera por la supervivencia, donde la presa intenta correr mas rápido para ver un nuevo amanecer y el depredador alcanzar a la presa para poder comer, me cobré la vida de un macho viejo. Cojeaba de los cuartos traseros, así que poco mas de vida podía quedarle a ese animal que nos serviría para darnos un gran banquete.
Regresé a mi forma humana para poder cargar la presa con mas facilidad y con premura regresé junto a la pirata que ya me esperaba con el ceño fruncido y mi ropa en las mansos para que me vistiera.
-Ya somos intimos, no me mires con esa cara -bromeé dejando caer la carnaza*
— Lo que tu digas, rubito, pero a la mesa se sienta uno con la ropa.¿Dónde están tus modales?.— vale que ni siquiera había mesa, pero el fuego había dejado ya brasas, y con unos palos había fabricado un asador de cruz donde colocaron el corzo abierto por la mitad sin tripas y esperaron a que el calor lo fuera cocinando. Había aprovechado también para lavar las vendas y paños en el rio y ya estaban casi secos porque el calor de ese lugar lo secaba todo al momento.*
Comimos riéndonos, hablando de todo un poco, sin duda con el estomago lleno era mas fácil mantener el humor elevado, bueno y en mi caso tras la noche pasada...eso también ayudaba mucho.
Acabada la comida recogimos, no podíamos perder mucho tiempo y aunque bien me hubiera quedado tumbado un par de horas descansando bajo la sombra de un árbol, tendría que bastarnos con mojarnos un poco y emprender la marcha, si queríamos llegar a la cumbre tendría que ser antes de que el sol se ocultara.
no había luna llena, al anochecer no se veía nada y muchos eran los depredadores y alimañas que salían de caza.*
Llegaron a la cumbre un par de horas después, el sol aún no se ocultaba por el horizonte pero le faltaba poco. Desde allí se dominaba todo el valle y lo cierto es que apenas se veía nada más que tupida vegetación excepto por una pequeña zona despoblada de árboles en dirección suroeste. Debía ser allí, seguramente los Incas establecieron la pirámide justo en ese lugar porque al amanecer estaría en la trayectoria propicia para el sol y a esas horas aún estaba iluminada. En tres o cuatro horas lo tendrían hecho, pero ya empezaba a ser tarde. Habían llevado porciones de carne con ellos para la cena y decidieron encender otro fuego, allí era necesario porque las bestias podían atacar en cualquier momento. Tajó una caña de azucar con el sable y la cortó al bies, eso podía servir de pica. Repitió la operación con seis o siete más y le pidió al cambiante que la ayudase a clavarlas en el suelo a sus espaldas, eso les protegería de una fiera que saltase contra ellos, así cubrirían la retaguardia, por delante el fuego y un par de troncos más al lado para no dejarlo decaer.
— ¿Como lo hacemos? Dos turnos de guardia?*
-Lo hacemos por detrás, por variar la postura -bromeé con picardia -¡ah!, las guardias -dije con cara de fastidio -pues si quieres empiezo yo y te despierto en un par de horas.
Junté los labios acercándome a ella, pero esta enarcó la ceja la ver mi cara de pez.
-¿el beso de buenas noches? ya sabes, mi madre me arropa, me da besos, me mete mano -me eche a reir -¿eso no cuela no?*
— ¡Por supuesto que non cuela! Aunque por detrás… mmmm…— paseó el dedo por el pecho de Alrek insinuantemente hasta que le sonrió con cara de triunfo pegada a sus labios.— No te hagas ilusiones, ¿habia colado?.— no es que no le apeteciera, pero no se sentía muy segura en ese páramo, estaban muy al descubierto, no como en la cueva, y no era lo mejor para despistarse, podrían acabar muertos.—este sitio no me da buena espina, no sé.*
Entreabrí mis labios cuando paseando su dedo por mi pecho acercó su boca, claro que todo quedó en un espejismo que me hizo ladear la sonrisa, desde luego que me había dado caza en mi mismo terreno.
Mire alrededor cuando dijo que no se sentía segura.
-No huelo nada mas allá de animales pequeños, rapaces..nada que pueda suponernos un riesgo, pero estaré atento dije alzando la mano a modo de promesa -anda duerme, ya que no vas a dejarme darte por detrás hagamos algo de provecho.
Para no dormirme me alcé de su lado caminando hacia la lumbre. Tomé asiento sobre una piedra plana y contemplé las naranjas llamas, era agradable escuchar no solo los sonidos de la naturaleza de nuestro alrededor, si no el crepitar del fuego cálido frente a nosotros, cuando volviéramos a Akershus seriamos héroes y no esos dos "hijos de" que parecían no haberse ganado nada por méritos propios.*
Se quitó las botas y desplegó la manta apoyando la cabeza en el regazo de Alrek, pensando que al día siguiente encontrarían por fin la pirámide y todo estaría ya más cerca. Quería regresar a Akershus con esa piedra vidente que les otorgaría ventaja frente a Randulf y demostrando a todos que era capaz de irse a la selva peruana y regresar sin más problemas. Tenía sueños, sueños de gloria, de reconocimiento, por tanto esfuerzo y superación, alcanzar por fin el éxito y demostrar que lo merecía.*
Bethania- Humano Clase Baja
- Mensajes : 39
Fecha de inscripción : 02/12/2017
Localización : Akershus
Re: El corazón de piedra verde (privado)
La noche pasó sin ningún sobresalto, el fuego ahuyentó todo animal que pudiera ver en nosotros una caza fácil y tras tomar algo de fruta que Beth había ido recolectando por el camino como desayuno y que francamente estaba muy sabrosa, aunque su sabor era algo extraño.
Emprendimos marcha, apenas nos separaban unas cuatro horas del destino marcado, íbamos descendiendo por la ladera de la montaña, el terreno era bastante escarpado, así que mas de una vez tuve que ayudar a la pirata para que no se despeñara.
-Entonces, solo por saber -dije ladeando la sonrisa mientras esta ya viéndome venir fruncía el ceño .-si estamos a cubierto ¿lo de darte por detrás...entra en tus planes?*
— ¿Por qué no? Si lo haces bien…No te creas que soy una beata. Pero no fornico con el primero que me lo pide, y menos con los que ni siquiera lo piden.— lo cierto es que siempre había sido discreta con sus escarceos, pocos sabían con quién se había enrollado.— ¿Y si te dijera que hay hombres que me ponen tanto que creo que me dejaría sin rechistar? Por ejemplo… tu padre.— y se lo soltó así, sin más, reprimiendo una sonrisa y tratando de parecer seria cuando lo decía. ¿Quería tomarle el pelo? Ella podía hacer lo mismo.*
-¡¿que cojones?! ¡¿como que mi padre?! -fruncí el ceño, ya lo que me faltaba por escuchar, que la mujer que me había follado era una grupi que se hubiera bajado las bragas para que mi padre le hubiera dado por todos lados - ¡¿Sin rechistar?! ahora entiendo lo de que te parezco un crío, porque a ti te va los abuelos -gruñí furibundo.*
Estalló en carcajadas, había tocado el hueso al parecer. Negó con la cabeza y le dio unas palmaditas en el hombro.
— Tu padre está muy bueno, tu madre hace bien de marcar su territorio a sartenazos…pero no te preocupes, de momento tengo planes con su hijo que no está tan mal…— fueron bajando por la ladera metiéndose caña el uno al otro y así las horas pasaban más rápidas.—Guarda tu energía para la pirámide, porque la vamos a necesitar. Yo no puedo ver en la oscuridad y seguro que los incas no custodiaban sus objetos valiosos sin colocar trampas mortales.*
La pirata se pasó todo el viaje picándome, francamente el rolLo que nos llevábamos, me divertía, no era como las típicas mujeres medio tontas, esta tenia carácter, me seguía las bromas y en mas de una me pillaba en renuncios dejándome con para de pazguato frente a ella.
-pero vas conmigo -dije con ese carácter altivo del que siempre hacia gala - los incas pueden poner trampas, pero..yo soy un experto en sortearlas -tomo moco que acaba de echarme..lo que había que hacer para echar un polvo en tierras extrañas.
Entre una tontería y otra llegamos frente a la pirámide, una construcción antigua de mediados del siglo XIV, construida en adobe y otros materiales.
La construcción mas grande en la base terminaba en punta por arriba, piedra gris, y una puerta rectangular medio derruida.
-Las bellas damas primero -apunté con una sonrisa, deteniéndola cuando me hizo caso. -Iré delante, mas que nada para que no te pierdas las vistas.*
Entraron en el primer atrio de la construcción cuadrangular, pero el derrumbe había hundido todo el techo y no se podía acceder a los pisos inferiores, Buscaron la forma, pero no se podía porque mover aquellas piedras inmensas era misión imposible. Tendrían que hallar el modo de acceder al interior de otra forma. Se sentó sobre una roca y observó el mapa pellizcándose el puente de la nariz. Había unas rayas que no sabía que eran y cruzaban el punto de la X por debajo.
— ¡espera! Ya sé! Esto debía ser agua subterránea, el rio debía pasar lejos y esto serán canales subterráneos, si los encontramos, quizás podamos entrar en la pirámide.*
Cogí el mapa echándole un vistazo, tenia razón, habían como unas rayas que pasaban por debajo de la pirámide, no era descabellado pensar que hubieran unos canales por donde traer del rio el agua.
-podría ser -dije encogiéndome de hombros.
Todo eran suposiciones, pero la puerta estaba obstruida, así que como darnos la vuelta no era una opción, no nos quedaba mas remedio que probar lo que la pirata decía.
-¿Por donde crees que podremos dar con la boca de alguno de esos canales, aquí solo veo vegetación y esto derruido.
Enarqué una ceja pensativo.
-El rio, tiene por cojones que salir de ahí -busca el rio mas cercano en ese mapa…*
Colocó el dedo en un punto y lo siguió hasta donde creía que podría haber un canal.
—Mira ahí, eso parece una pequeña ensenada, es donde el agua se estanca y no fluye tan rápida, puede ser que por ese motivo la desviaran hacia la pirámide, quizás no eran túneles naturales…vayamos a verlo.
Descendieron los mil escalones que había subido y se internaron de nuevo en la selva hasta dar con el rio y la planicie donde se estancaba como una poza. Se fijó en la vegetación y en el suelo y se percató de que la forma de esa poza no tenía mucho sentido, eso no era natural, allí habían excavado bien profundo así que siguió la vereda hasta dar con unas rocas cubiertas de hiedras. Las apartó y a priori era un simple agujero en la pared de piedra, pero al introducirse por él, continuaba hacia delante. Dejó que Alrek pasara primero y cuando pudo, encendió la antorcha que acababa de improvisar con un palo y hojas secas atadas con un trozo de venda. Las paredes estaban recubiertas de adobe, alguien había empleado mucho esfuerzo en apuntalarlas y dejarlas practicables.*
Empezamos a andar por aquel tubo bien apuntalado aunque lleno de moho por todos lados, por nuestros pies corría agua en dirección a la pirámide, no era un caudal elevado, no mas allá de la altura de los tobillos pero resbalaba bastante por el verde musgo y había que afianzar bien ls pies a cada paso para no irnos de culo.
Las bromas se sucedieron entre nosotros, básicamente porque con las posaderas que se gastaba la pirata, si se resbalaba iba a caer sobre mullido.
-Claro que tu delantera uffff -dije sacudiendo la cabeza con cara de pervertido riéndome mientras esta me daba un capón y me decía que mirara hacia delante y me dejara de chorradas varias.
Descendimos hasta un recoveco un poco mas grande que el anterior donde había mas caudal de agua, llegándonos por la cintura, varias bifurcaciones se abrían paso ante nuestros ojos.
-¿pone algo en el mapa? si no , lo echaremos a suertes -bromeé -supongo que todas ellas daran a la pirámide o puede alguna desemboque en el mar.
El mar quedaba algo lejos, así que más les valía acertar con la bifurcación. Alrek había estado bromeando con el tamaño de su culo y de sus pechos y la morena no dejaba de atacarle con comentario del estilo de “pues a la mayor parte de los hombres maduros les gustan así”, en clara referencia a que había estado liada con un casado más mayor o incluso al general Ulf por el que todas andaban locas, dejándolo a él como un niñato. Lo cierto es que el camino se hacía más divertido así. Eligieron el ramo de la derecha y descendieron hasta una especie de nivel inferior, allí la canalización se convertía claramente en una especie de cloaca, revestida de ladrillos rojos que se abrían a una especie de sala circular. Las paredes tenían grabados y se quedaron un rato contemplándolos, a ver si eso les decía algo. Beth sacó un lápiz y los dibujó en la parte de atrás del mapa. Tenía pinta de ser algun tipo de indicación, un mapa dentro de un mapa. Tras darle vueltas al asunto su rápida mente dio con la solución al problema.
— ¡Ya sé lo que es! mira, fijate…esto es la efigie de Inti, el dios inca del sol, esta serpiente es el Quetzacoal, un dios maya, y apunta hacia donde venimos, es la salida. Ese bicho con forma rara y dientes puntiagudos, tiene pinta de ser algun tipo de sumidero, donde si caemos seremos devorados por la nada…es un mapa de estos subterráneos. Tenemos que encontrar el pasillo que corresponde a la serpiente. ¿Hueles alguna brizna de aire seco? Debe ser en la dirección de ese aire.*
Pasé mi brazo por encima de su cuello besando su cabeza de forma ruda.
-¡Que haríamos sin esa mente tan brillante y perturbada por las viejas glorias de Akershus!
Arrugue ligeramente la nariz intentando husmear algo de aire seco, complicado porque la humedad calaba y olía a moho y agua estancada.
-Que sepas que mi madre guarda una sartén bajo la cama, ni las valquirias tienen narices de acercarse al Tollak, imagínate una cria con cara morbosa -bromeé acercándome al ultimo tunel que me quedaba por olisquear.
-Creo que es este, tiene un olor distinto, sangre, hay sangre al otro lado -alcé la mirada -es este el camino, alguna trampa activada debe haber mandado al valhalla al pobre desgraciado que ha intentado atravesarlo. Dudo pongan trampas en los túneles que te llevan ya de por si a la nada.*
En eso tenía razón, nadie protegía el camino al infierno, porque normalmente ya te llevaba a él. Beth no podía ver en la oscuridad, pero el cambiante si. La antorcha iluminaba más bien poco así que decidió pegarse a él.
— Avancemos con cuidado, las trampas pueden venir de las paredes, del techo o del suelo, hay que ser cautelosos.— se agarró de la mano de Alrek, por si cedía el suelo bajo sus pies o cualquier cosa similar, y que hiciera las bromas que quisiera.— ¿Hueles algo más? Los incas eran especialistas en usar cerbatanas con dardos de veneno de serpiente o batracio, no me extrañaría que…¡Fiiiiuuuu!.— no le dio tiempo de acabar la frase, rozando su nariz pasó un dardo de parte a parte del túnel.— Agáchate!!.— se lanzó cuerpo a tierra mientras entre las paredes había un intercambio de proyectiles venenosos que impactaban contra los ladrillos, saliendo de unas bocanas circulares que no había visto antes.*
-¡Joder! -rugí lanzándome al suelo con mi brazo por encima de la cabeza de la pirata en un instintivo gesto protector muy característico a mi condición.
Por encima de nuestras cabezas los silbidos de los dardos se sucedían, fue rápido aunque pasaban tan cerca que se hizo eterno.
-Creo que ya está - dije levantando la cabeza para ver como la pared que enfrentaba a la de los agujeros había quedado como un colador.
-Mira que tienen mala puntería estos incas. -Ladeé la sonrisa poniéndome en pie -al menos hay que ver el punto positivo a esto, estamos en el camino correcto.
Avanzamos durante algo mas de media hora sin mayores contratiempos, imagino que la mayor cantidad de trampas se situaban en la puerta de la base del templo, por esa regla de tres, tal y como ascendiéramos hacia la cumbre de la pirámide las medidas se irían recrudeciendo en su empeño de darnos muerte y que no salieramos victoriosos con la joya entre las manos.
-Los dioses incas no conocen a los norteños, estaré encantado de darles muestra de que su poder no es nada comparado con el nuestro.*
La pirata era menos bravucona que el rubio, podía ser cierto lo que decía pero no era nunca conveniente vanagloriarse de la propia pericia cuando aún no has conseguido el objetivo porque puede que te descalabres desde tu ego hasta el suelo.
– Recuerda que esta civilización existió muchos años antes que la tuya, yo no los subestimaría.— el agua se canalizó por una especie de acequia y sus pies se colocaron en terreno seco, lo cual era un alivio, estaban empapados de cintura para abajo. Se detuvieron unos instantes a escurrir las botas y a recolocar el equipo. El petate lo llevaba ella, porque Alrek quizás debía cambiar de forma, y era mucho mejor que llevase cuantos menos trastos mejor. Caminaron un poco más y se hallaron frente a una puerta cuadrada de piedra, llena de inscripciones y cerrada a cal y canto. La cosa se complicaba, no tenían un ariete para echarla abajo, así que tendrían que ingeniárselas.
— esto debe ser un jeroglífico, si sabes la combinación correcta de presionar en los grabados, la puerta se abrirá.— repasó con la vista los símbolos y se dio cuenta de que había un calendario circular, como el maya lleno de grabados, y algunos se repetían en las paredes.
— Los incas comenzaban el año aquí.— señaló un símbolo que correspondía al mes de diciembre y era la Gran Fiesta del Sol, y le dijo a Alrek que apretase el mismo en la pared. Después le señaló el siguiente que estaba repetido, que correspondería al tercer mes del año, y así sucesivamente con los que estaban repetidos. Se escuchó un crujido y un sonido como de poleas, la puerta sacó polvo y se abrió como medio metro.
Beth iba indicándome aquello que tenia que apretar y yo obediente seguí sus instrucciones. No tenia ni puta idea de lo que me estaba explicando de los calendarios lunares de los putos incas esos, pero yo asentía mirando a ver que apretaba ella para hacer lo mismo, el caso es que funcionaba pues las poleas se pusieron en marcha y la puerta se abrió lo suficiente al menso para poder atravesarla.
-¿No te sientes vikinga? -pregunté por el comentario hecho anteriormente, a ver, sabia que no lo era, que fue esclava y que Dani la trajo a Akershus siendo una niña, pero me extrañaba que habiendo tenido a Höor como "padre" no sintiera que mi cultura nórdica en parte también era la suya.
En el interior de la nueva sala que se abria ante nosotros, no de gran tamaño, solo habían unos grabados en las paredes, la verdad es que por las caras feas de los hombres dibujados con lanzas en las manos, todo daba a pensar que nuestro sino no seria el mejor si seguíamos avanzando. Un puente colgante atravesaba esa sala hasta el otro lado, vacío en el centro de las dos partes.
Elevé la mirada al techo, e este caso no se habían cortado en ocultar lo que sucedería si colocábamos un pie en el puente, un arsenal de armas afiladas se desataría sobre nosotros y el baile comenzaría.
-Soy mas rápido, intentare cruzarlo -señalé la otra parte de la sala -si lo consigo detendré le mecanismo y podrás pasar.
Una palanca que intuía seria para eso reposaba al otro lado de la estancia.
-No parece tan difícil -apunté con aire bravucón.*
– Soy griega, me arrancaron de mi familia para servir en casas nórdicas, odié a los vikingo durante años. Me crió una inglesa que no cree en Odin, en casa siempre tomamos té y me acostumbré a esas cosas. No me siento de ningun lugar en particular, esa es la verdad. Es decir, soy de Akershus y esa es mi casa, pero no comparto vuestras raíces ni vuestras creencias.— en realidad seguía creyendo en los dioses griegos, Zeus, Apolo, Atenea etc. Los griegos fueron grandes filósofos, historiadores, médicos y navegantes y su cultura perdida le atraía más que ninguna que le hubieran podido imponer. Valoró la distancia del puente y la altura y resopló, era difícil, mucho, y si Alrek fallaba no sólo podía tener consecuencias catastróficas sino que la misión habría sido fallida quedándose muy cerca del final.— ¿Estas seguro?.— lo atrajo de la nuca y lo besó en un gesto instintivo, quizás porque podría verlo caer al vacío y esa visión sería horrenda.
Emprendimos marcha, apenas nos separaban unas cuatro horas del destino marcado, íbamos descendiendo por la ladera de la montaña, el terreno era bastante escarpado, así que mas de una vez tuve que ayudar a la pirata para que no se despeñara.
-Entonces, solo por saber -dije ladeando la sonrisa mientras esta ya viéndome venir fruncía el ceño .-si estamos a cubierto ¿lo de darte por detrás...entra en tus planes?*
— ¿Por qué no? Si lo haces bien…No te creas que soy una beata. Pero no fornico con el primero que me lo pide, y menos con los que ni siquiera lo piden.— lo cierto es que siempre había sido discreta con sus escarceos, pocos sabían con quién se había enrollado.— ¿Y si te dijera que hay hombres que me ponen tanto que creo que me dejaría sin rechistar? Por ejemplo… tu padre.— y se lo soltó así, sin más, reprimiendo una sonrisa y tratando de parecer seria cuando lo decía. ¿Quería tomarle el pelo? Ella podía hacer lo mismo.*
-¡¿que cojones?! ¡¿como que mi padre?! -fruncí el ceño, ya lo que me faltaba por escuchar, que la mujer que me había follado era una grupi que se hubiera bajado las bragas para que mi padre le hubiera dado por todos lados - ¡¿Sin rechistar?! ahora entiendo lo de que te parezco un crío, porque a ti te va los abuelos -gruñí furibundo.*
Estalló en carcajadas, había tocado el hueso al parecer. Negó con la cabeza y le dio unas palmaditas en el hombro.
— Tu padre está muy bueno, tu madre hace bien de marcar su territorio a sartenazos…pero no te preocupes, de momento tengo planes con su hijo que no está tan mal…— fueron bajando por la ladera metiéndose caña el uno al otro y así las horas pasaban más rápidas.—Guarda tu energía para la pirámide, porque la vamos a necesitar. Yo no puedo ver en la oscuridad y seguro que los incas no custodiaban sus objetos valiosos sin colocar trampas mortales.*
La pirata se pasó todo el viaje picándome, francamente el rolLo que nos llevábamos, me divertía, no era como las típicas mujeres medio tontas, esta tenia carácter, me seguía las bromas y en mas de una me pillaba en renuncios dejándome con para de pazguato frente a ella.
-pero vas conmigo -dije con ese carácter altivo del que siempre hacia gala - los incas pueden poner trampas, pero..yo soy un experto en sortearlas -tomo moco que acaba de echarme..lo que había que hacer para echar un polvo en tierras extrañas.
Entre una tontería y otra llegamos frente a la pirámide, una construcción antigua de mediados del siglo XIV, construida en adobe y otros materiales.
La construcción mas grande en la base terminaba en punta por arriba, piedra gris, y una puerta rectangular medio derruida.
-Las bellas damas primero -apunté con una sonrisa, deteniéndola cuando me hizo caso. -Iré delante, mas que nada para que no te pierdas las vistas.*
Entraron en el primer atrio de la construcción cuadrangular, pero el derrumbe había hundido todo el techo y no se podía acceder a los pisos inferiores, Buscaron la forma, pero no se podía porque mover aquellas piedras inmensas era misión imposible. Tendrían que hallar el modo de acceder al interior de otra forma. Se sentó sobre una roca y observó el mapa pellizcándose el puente de la nariz. Había unas rayas que no sabía que eran y cruzaban el punto de la X por debajo.
— ¡espera! Ya sé! Esto debía ser agua subterránea, el rio debía pasar lejos y esto serán canales subterráneos, si los encontramos, quizás podamos entrar en la pirámide.*
Cogí el mapa echándole un vistazo, tenia razón, habían como unas rayas que pasaban por debajo de la pirámide, no era descabellado pensar que hubieran unos canales por donde traer del rio el agua.
-podría ser -dije encogiéndome de hombros.
Todo eran suposiciones, pero la puerta estaba obstruida, así que como darnos la vuelta no era una opción, no nos quedaba mas remedio que probar lo que la pirata decía.
-¿Por donde crees que podremos dar con la boca de alguno de esos canales, aquí solo veo vegetación y esto derruido.
Enarqué una ceja pensativo.
-El rio, tiene por cojones que salir de ahí -busca el rio mas cercano en ese mapa…*
Colocó el dedo en un punto y lo siguió hasta donde creía que podría haber un canal.
—Mira ahí, eso parece una pequeña ensenada, es donde el agua se estanca y no fluye tan rápida, puede ser que por ese motivo la desviaran hacia la pirámide, quizás no eran túneles naturales…vayamos a verlo.
Descendieron los mil escalones que había subido y se internaron de nuevo en la selva hasta dar con el rio y la planicie donde se estancaba como una poza. Se fijó en la vegetación y en el suelo y se percató de que la forma de esa poza no tenía mucho sentido, eso no era natural, allí habían excavado bien profundo así que siguió la vereda hasta dar con unas rocas cubiertas de hiedras. Las apartó y a priori era un simple agujero en la pared de piedra, pero al introducirse por él, continuaba hacia delante. Dejó que Alrek pasara primero y cuando pudo, encendió la antorcha que acababa de improvisar con un palo y hojas secas atadas con un trozo de venda. Las paredes estaban recubiertas de adobe, alguien había empleado mucho esfuerzo en apuntalarlas y dejarlas practicables.*
Empezamos a andar por aquel tubo bien apuntalado aunque lleno de moho por todos lados, por nuestros pies corría agua en dirección a la pirámide, no era un caudal elevado, no mas allá de la altura de los tobillos pero resbalaba bastante por el verde musgo y había que afianzar bien ls pies a cada paso para no irnos de culo.
Las bromas se sucedieron entre nosotros, básicamente porque con las posaderas que se gastaba la pirata, si se resbalaba iba a caer sobre mullido.
-Claro que tu delantera uffff -dije sacudiendo la cabeza con cara de pervertido riéndome mientras esta me daba un capón y me decía que mirara hacia delante y me dejara de chorradas varias.
Descendimos hasta un recoveco un poco mas grande que el anterior donde había mas caudal de agua, llegándonos por la cintura, varias bifurcaciones se abrían paso ante nuestros ojos.
-¿pone algo en el mapa? si no , lo echaremos a suertes -bromeé -supongo que todas ellas daran a la pirámide o puede alguna desemboque en el mar.
El mar quedaba algo lejos, así que más les valía acertar con la bifurcación. Alrek había estado bromeando con el tamaño de su culo y de sus pechos y la morena no dejaba de atacarle con comentario del estilo de “pues a la mayor parte de los hombres maduros les gustan así”, en clara referencia a que había estado liada con un casado más mayor o incluso al general Ulf por el que todas andaban locas, dejándolo a él como un niñato. Lo cierto es que el camino se hacía más divertido así. Eligieron el ramo de la derecha y descendieron hasta una especie de nivel inferior, allí la canalización se convertía claramente en una especie de cloaca, revestida de ladrillos rojos que se abrían a una especie de sala circular. Las paredes tenían grabados y se quedaron un rato contemplándolos, a ver si eso les decía algo. Beth sacó un lápiz y los dibujó en la parte de atrás del mapa. Tenía pinta de ser algun tipo de indicación, un mapa dentro de un mapa. Tras darle vueltas al asunto su rápida mente dio con la solución al problema.
— ¡Ya sé lo que es! mira, fijate…esto es la efigie de Inti, el dios inca del sol, esta serpiente es el Quetzacoal, un dios maya, y apunta hacia donde venimos, es la salida. Ese bicho con forma rara y dientes puntiagudos, tiene pinta de ser algun tipo de sumidero, donde si caemos seremos devorados por la nada…es un mapa de estos subterráneos. Tenemos que encontrar el pasillo que corresponde a la serpiente. ¿Hueles alguna brizna de aire seco? Debe ser en la dirección de ese aire.*
Pasé mi brazo por encima de su cuello besando su cabeza de forma ruda.
-¡Que haríamos sin esa mente tan brillante y perturbada por las viejas glorias de Akershus!
Arrugue ligeramente la nariz intentando husmear algo de aire seco, complicado porque la humedad calaba y olía a moho y agua estancada.
-Que sepas que mi madre guarda una sartén bajo la cama, ni las valquirias tienen narices de acercarse al Tollak, imagínate una cria con cara morbosa -bromeé acercándome al ultimo tunel que me quedaba por olisquear.
-Creo que es este, tiene un olor distinto, sangre, hay sangre al otro lado -alcé la mirada -es este el camino, alguna trampa activada debe haber mandado al valhalla al pobre desgraciado que ha intentado atravesarlo. Dudo pongan trampas en los túneles que te llevan ya de por si a la nada.*
En eso tenía razón, nadie protegía el camino al infierno, porque normalmente ya te llevaba a él. Beth no podía ver en la oscuridad, pero el cambiante si. La antorcha iluminaba más bien poco así que decidió pegarse a él.
— Avancemos con cuidado, las trampas pueden venir de las paredes, del techo o del suelo, hay que ser cautelosos.— se agarró de la mano de Alrek, por si cedía el suelo bajo sus pies o cualquier cosa similar, y que hiciera las bromas que quisiera.— ¿Hueles algo más? Los incas eran especialistas en usar cerbatanas con dardos de veneno de serpiente o batracio, no me extrañaría que…¡Fiiiiuuuu!.— no le dio tiempo de acabar la frase, rozando su nariz pasó un dardo de parte a parte del túnel.— Agáchate!!.— se lanzó cuerpo a tierra mientras entre las paredes había un intercambio de proyectiles venenosos que impactaban contra los ladrillos, saliendo de unas bocanas circulares que no había visto antes.*
-¡Joder! -rugí lanzándome al suelo con mi brazo por encima de la cabeza de la pirata en un instintivo gesto protector muy característico a mi condición.
Por encima de nuestras cabezas los silbidos de los dardos se sucedían, fue rápido aunque pasaban tan cerca que se hizo eterno.
-Creo que ya está - dije levantando la cabeza para ver como la pared que enfrentaba a la de los agujeros había quedado como un colador.
-Mira que tienen mala puntería estos incas. -Ladeé la sonrisa poniéndome en pie -al menos hay que ver el punto positivo a esto, estamos en el camino correcto.
Avanzamos durante algo mas de media hora sin mayores contratiempos, imagino que la mayor cantidad de trampas se situaban en la puerta de la base del templo, por esa regla de tres, tal y como ascendiéramos hacia la cumbre de la pirámide las medidas se irían recrudeciendo en su empeño de darnos muerte y que no salieramos victoriosos con la joya entre las manos.
-Los dioses incas no conocen a los norteños, estaré encantado de darles muestra de que su poder no es nada comparado con el nuestro.*
La pirata era menos bravucona que el rubio, podía ser cierto lo que decía pero no era nunca conveniente vanagloriarse de la propia pericia cuando aún no has conseguido el objetivo porque puede que te descalabres desde tu ego hasta el suelo.
– Recuerda que esta civilización existió muchos años antes que la tuya, yo no los subestimaría.— el agua se canalizó por una especie de acequia y sus pies se colocaron en terreno seco, lo cual era un alivio, estaban empapados de cintura para abajo. Se detuvieron unos instantes a escurrir las botas y a recolocar el equipo. El petate lo llevaba ella, porque Alrek quizás debía cambiar de forma, y era mucho mejor que llevase cuantos menos trastos mejor. Caminaron un poco más y se hallaron frente a una puerta cuadrada de piedra, llena de inscripciones y cerrada a cal y canto. La cosa se complicaba, no tenían un ariete para echarla abajo, así que tendrían que ingeniárselas.
— esto debe ser un jeroglífico, si sabes la combinación correcta de presionar en los grabados, la puerta se abrirá.— repasó con la vista los símbolos y se dio cuenta de que había un calendario circular, como el maya lleno de grabados, y algunos se repetían en las paredes.
— Los incas comenzaban el año aquí.— señaló un símbolo que correspondía al mes de diciembre y era la Gran Fiesta del Sol, y le dijo a Alrek que apretase el mismo en la pared. Después le señaló el siguiente que estaba repetido, que correspondería al tercer mes del año, y así sucesivamente con los que estaban repetidos. Se escuchó un crujido y un sonido como de poleas, la puerta sacó polvo y se abrió como medio metro.
Beth iba indicándome aquello que tenia que apretar y yo obediente seguí sus instrucciones. No tenia ni puta idea de lo que me estaba explicando de los calendarios lunares de los putos incas esos, pero yo asentía mirando a ver que apretaba ella para hacer lo mismo, el caso es que funcionaba pues las poleas se pusieron en marcha y la puerta se abrió lo suficiente al menso para poder atravesarla.
-¿No te sientes vikinga? -pregunté por el comentario hecho anteriormente, a ver, sabia que no lo era, que fue esclava y que Dani la trajo a Akershus siendo una niña, pero me extrañaba que habiendo tenido a Höor como "padre" no sintiera que mi cultura nórdica en parte también era la suya.
En el interior de la nueva sala que se abria ante nosotros, no de gran tamaño, solo habían unos grabados en las paredes, la verdad es que por las caras feas de los hombres dibujados con lanzas en las manos, todo daba a pensar que nuestro sino no seria el mejor si seguíamos avanzando. Un puente colgante atravesaba esa sala hasta el otro lado, vacío en el centro de las dos partes.
Elevé la mirada al techo, e este caso no se habían cortado en ocultar lo que sucedería si colocábamos un pie en el puente, un arsenal de armas afiladas se desataría sobre nosotros y el baile comenzaría.
-Soy mas rápido, intentare cruzarlo -señalé la otra parte de la sala -si lo consigo detendré le mecanismo y podrás pasar.
Una palanca que intuía seria para eso reposaba al otro lado de la estancia.
-No parece tan difícil -apunté con aire bravucón.*
– Soy griega, me arrancaron de mi familia para servir en casas nórdicas, odié a los vikingo durante años. Me crió una inglesa que no cree en Odin, en casa siempre tomamos té y me acostumbré a esas cosas. No me siento de ningun lugar en particular, esa es la verdad. Es decir, soy de Akershus y esa es mi casa, pero no comparto vuestras raíces ni vuestras creencias.— en realidad seguía creyendo en los dioses griegos, Zeus, Apolo, Atenea etc. Los griegos fueron grandes filósofos, historiadores, médicos y navegantes y su cultura perdida le atraía más que ninguna que le hubieran podido imponer. Valoró la distancia del puente y la altura y resopló, era difícil, mucho, y si Alrek fallaba no sólo podía tener consecuencias catastróficas sino que la misión habría sido fallida quedándose muy cerca del final.— ¿Estas seguro?.— lo atrajo de la nuca y lo besó en un gesto instintivo, quizás porque podría verlo caer al vacío y esa visión sería horrenda.
Alrek Tollak- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 21/06/2017
Re: El corazón de piedra verde (privado)
Acogí el beso con una medio sonrisa mientras mis manos la pegaban contra mi cuerpo, no iba a desaprovechar aquel arranque de la morena.
No respondí a su pregunta ¿acaso no era obvio que estaba seguro? no conoceria a nadie tan seguro de si mismo en estas cosas como yo.
-Nos vemos al otro lado -apunté dandole una palmada en el trasero.
-Por lógica cuanto mas corriera seria mejor, dudaba que los incas hubieran hecho esta trampa dando opción a ser atravesada, la palanca solo era una "motivación" para que alguien como yo pensara que al atravesarla podría llevar al resto de la comitiva hasta la piedra verde.
Como Lobo seria infinitamente mas rápido, peor me seria mas complicado por las dimensiones quebrar los aceros, así que decidí recorrer el puente en mi forma humana.
Dejé escapar el aire y sn pensarlo demasiado empecé a correr como si la misma Hela me persiguiera por el puente que se movía a un ritmo vertiginoso bajo mis pies.
Primero fueron hachas que como péndulos buscaban morder mi carne a cada paso, lo bueno es que llevaban cierto ritmo cruzándose entre ellas, así que corrí deteniéndome en seco cuando sentía el filo de la hoja casi acariciando mi pecho.
Gruñí cuando la ultima rozó mi brazo, por suerte fue un corte limpio, no sangre en abundancia pues apenas me había rozado, me centré en continuar corriendo sin mirar atrás, pero esta vez no había nada, miré de reojo las paredes esperando dardos, flechas ¿algo? pero no, nada.
Craso error al confiarme pues bajo mis pies uno de los maderos cedió y me precipité al vacío.
Gruñí enganchándome de una de las cuerdas con mi diestra mientras me impulsaba para volver a la superficie del puente.
Por las cuerdas avanzaban escorpiones, pestañeé algo aturdido ¿que cojones?
Sentía picotazos en la mano, pero no veía sangre.
Lo que no me daba cuenta es que realmente no había bicho alguno picando mi mano aunque así yo lo creía al parecer el hacha impregnada de algún liquido me llevaba a imaginar coas que no sucedían.
Con la otra mano luchaba por quitarme de encima los bichos despintándome de lo que de verdad debía preocuparme, el vacío que bajo mi cuerpo estaba dispuesto a engullirme.*
—¡Alrek!.— gritó.—agarrate!!! Voy a por ti!!.— intentó correr por el puente esquivando hachas colgantes y péndulos, pero eran muy rápidos y cuando casi la engancha uno, tuvo que recular unos pasos hacia atrás.
-¡Estate quieta joder! -rugí intentando subir.
Se quedó quieta al escucharlo, pero le pareció ver unos gestos extraños, como si se estuviera sacando de encima mil hormigas aunque en realidad no podía ver desde esa distancia nada que le picotease. —¿¡Qué sucede!?*
-¡Escorpiones! ¿me pican! -gruñí afianzando el pie en la madera y tomando impulso con los brazos logre volver sobre el puente, poco había faltado para despeñarme.
Seguía sintiendo los bichos correr por mi cuerpo, me sacudía de vez en cuando, peor sabia que eso ahora era lo de menos, el puente no era seguro, tenia que pasarlo.
De nuevo emprendí una carrera, que se vio frustrada por una bola de piedra que venia cara a mi y rodaba a toda velocidad dispuesta a aplastarme como una mosca.
-¡Joder! - grité pensando en dar la vuelta, saltarla era imposible, demasiado alta y yo no tenia tanta superficie para tomar impulso, pero en ese momento caí en algo, el puente no tenia desnivel, era recto ¿como cojones rodaba la bola a tanta velocidad?
Beth no había gritado para advertirme, o me quería muerto o no había nada frente a mi.
-¿Beth? ¿ves eso? -pregunté sin detener la carrera hacia delante, me la estaba jugando, pero creo que no exista tal esfera, y si me equivocaba pues, no la contaría*
Miró hacia delante con una ceja elevada. El cambiante veía mejor sin luz, pero no estaba tan cegata como para no ver lo que fuera que Alrek estuviera viendo.
—Ahí delante no hay nada!! ¿qué cojones te pasa? Tampoco hay escorpiones!! Has inspirado algún gas venenoso? Estás alucinando!!
No le respondí, ahora que era evidente estaba alucinando, seguí corriendo sin detenerme hasta alcanzar el otro extremo del puente, la bola había pasado sobre mi como un ente.
Posé la mano en la palanca y tiré de esta deteniendo los péndulos afilados.
-Ya está!!! -le grité desde el otro lado, dejándome caer al suelo con la respiración agitada.*
Aprovechó para correr tan rápido como sus piernas se lo permitieron, el puente crujía bajo sus botas y por un instante imaginó que las cuerdas que lo sujetaban a la piedra se rompían…solo que no se lo estaba imaginando. Escuchó el chasquido y aceleró todavía más la carrera pero cuando le faltaba un metro sintió como sus pies perdían gravedad y se agarró a la madera, casi al borde del del otro lado. La mano del cambiante se asomó por el filo y la agarró del antebrazo elevándola hasta que alcanzase el suelo firme. Su corazón latía desbocado, rodó por el suelo quedando bocarriba y respirando agitadamente.
— ha faltado poco…pffff…*
Tumbado sobre el suelo miraba a la pirata con mi pecho subiendo y bajando de forma brusca, había faltado poco para no salir de esta sala.
-No ha estado mal pirata -apunté antes de ponerme en pie y tender mi mano para que se levantara -señalé las dos puertas que había frente a nosotros ¿y ahora?
Nos acercamos a ellas, en el centro de ambas había na inscripción y grabadas con cincel la figura de sendos guerreros mayas con distintos atuendos.
No entendía una mierda de esos grabados, pero entre la pirata, mucho mas hábil para estas cosas y yo, llegamos a una conclusión.
El Guardian de una de las puertas pertenecía a una tribu de seres oscuros que mentían por norma.
Por contra la representación del guerrero de la verdad, implicaba que formularíamos la pregunta que fuera siempre nos contestaría la verdad.
Solo podíamos formular una pregunta..asi que nuestras opciones eran poca.
-¿y si lo echamos a suerte? -dije ladeando la sonrisa.*
El mentiroso siempre diría la puerta que conduce a la muerte, y el guardián de la verdad señalaría la puerta que va a la muerte, así que deberían hacer una pregunta, pero en cualquier caso tendrían que salir en dirección contraria a la respuesta.
— ¿qué me diría tu compañero sobre cuál es la puerta que conduce a la salida?.— le preguntó a uno de los guardianes y éste movió su brazo de piedra señalando una puerta. No sabía si sería el que mentía o el que no, pero en cualquier caso, irían por la otra, porque el mentiros tenía que mentir y mandarlos a la muerte y el que decía la verdad, les señalaba la que diría el mentiroso.— Es por esa.— señaló la que era.*
Asentí acercándome con seguridad a la puerta que Beth había señalado, a fin de cuentas a esa chica se le daba bien pensar, no era solo una cara bonita, un culo prieto y un buen par de tetas.
Le miré las tetas ladeando la sonrisa mientras le hacia un gesto para que pasara.
-Uffffff, pero que lista eres.*
— serás imbécil!! Me estás mirando las tetas!!. Le dio una colleja a Alrek y resopló atravesando la puerta y saliendo a un pasillo que luego ascendía por unas escaleras. Dicho pasillo estaba flanqueado por unas esfinges con cabeza de serpiente. ¿Qué diablos les pasaba a los incas con esos bichos?— no sé qué será lo próximo pero no me atrevo a pasar…a ver…— sacó una de las frutas y la lanzó hacia delante, de las bocas de las serpientes salió un veneno corrosivo. Tendrían que inactivarlas todas para que no les escupieran esa mierda gangrenosa.*
Miré las serpientes enarcando una ceja
-pues yo no pienso pasar, ya voy bastante colocado con lo de ahí atrás, de echo te veo desnuda -bromeé con una picara sonrisa.
Me quité la camisa y empecé a lanzarla para una a una ir in activando las bocas de serpiente, al menso así podríamos llegar al otro extremo de la sala.
-¿tu crees que los incas estos habrán puesto muchas mas trampas? ¡joder yo creo que nadie debe haber llegado aquí porque si no !¿por que esta cargadas?
— Evidentemente nadie habrá llegado porque una vez robado el corazón, no hay necesidad de proteger nada.— Recogió la antorcha del suelo y la acercó a uno de los monumentos haciendo que descargase el veneno.— ¡no me jodas!.— exclamó cuando se acabó la sala. Frente a ella se extendía una red de laberintos de paredes. ¿Qué más tenían que superar para llegar al centro de la pirámide?*
¿Un puto laberinto? ¿pero esto que broma era? esos putos incas tiraban de imaginación.
Bueno ¿que podía pasar en el laberinto? ¿que con lo que les gustaban las serpientes estuviera lleno de ellas?
-Deberíamos marcar el camino, al menos así encontremos dentro lo que encontremos no nos perderemos.
No es que lleváramos nada con lo que marcar las paredes, el suelo era de piedra, así que complicado.
-Vamos.
Nos adentramos en el laberinto, pronto el camino se bifurcó en sendas vias. Mordí mi mano haciéndome una herida con la que manche el suelo antes de meternos por el sendero derecho.*
—¡pero mira que eres bruto!.— le regañó la morena sacando del petate una de esas frutas pulposas y restregando un poco de la misma en la piedra cada pocos metros, sabía que Alrek lo podría rastrear con su insuperable olfato. El laberinto les llevó un rato de idas y venidas topándose con paredes sin salida y teniendo que recular. La pirámide era de base cuadrangular y los pisos superiores se habían derrumbado, salir de allí iba a ser complicado ya que el puente de cuerda estaba en el fondo del abismo. Finalmente encontraron la puerta que los llevó a la pirámide propiamente dicha, había varias salas dispuestas alrededor de un hall cuadrado. En una parecía que su cometido era albergar rituales, pues había como un altar. Otra parecía una sala de descanso, oración o similar, había sillas y reclinatorios. Otras parecían salas auxiliares, como un comedor, y le llamó la atención que la cubertería y las copas de eran de oro puro. Al fondo parecía estar la sala que buscaban, su puerta estaba grabada con el sol de Inti. Allí dentro debía guardarse el corazón de piedra verde y los tesoros que lo acompañaban.*
Deslicé mis dedos por el sol cincelado en la puerta que de seguro nos debía llevar hasta esa joya que nos convertiría en héroes.
Ladeé la sonrisa mirando a la pirata.
-¿Te das cuenta de que cuando volvamos nada será lo mismo?
Iba a echar de menso en parte tenerla a todas horas, fijo que en Akershus acabaría liada con algún viejo de esos que tanto le gustaban.
Empujé la puerta que cedió con un rechinar, demasiado fácil, algo me decía que esto no iba a ser tan bonito como parecía.
—A mi me va a caer una bronca monumental. Me veo fregando el suelo del Inferno por tres meses.
-El tiempo que necesitas para conocerme de forma mas profunda -le lancé un bocado -ya me entiendes.
En el centro de la sala un cristal, una especie de bóveda que cubría la reluciente piedra verde. El resto de la sala estaba vacía, diáfana, aunque resplandecía en esos tonos dorados que deslumbraban.
-Pues, vamos a por la piedra.
Se acercaron hasta el pilar de piedra que descansaba en mitad de la sala, sobre éste había una urna de cristal y en el centro, sobre una superficie de oro, un corazón de jade con unas inscripciones, unas runas incas. Sin duda era ése. Con la emoción brillando en sus ojos levantó el cristal y tomó aire.
— hagámoslo juntos, esto lo hemos conseguido a partes iguales.— Posó su mano sobre la piedra junto a la de Alrek y cuando lo levantaron de su lecho una energía mágica los envolvió. Las runas comenzaron a brillar en un verde azulado intenso y se les pusieron los ojos blancos, presos del hechizo de la reliquia del dios sol. El corazón de jade se convirtió en uno real, palpitante y blando, uniendo los destinos de ambos jóvenes, conectándolos a través del don de la visión a la energía de Inti y sus designios. Beth notó como un hormigueo en todo su cuerpo y como si la luz la llenase. Poco a poco se apagó el fogonazo y el corazón volvió a ser una piedra inerte.*
Abrí los ojos hundiéndolo en los de Beth, no se si había sentido lo mismo que yo, esa extraña conexión que como una corriente eléctrica recorría todo mi cuerpo.
Abrí la boca para preguntar cuando noté como mis pies vibraban, bajé la cabeza, el suelo parecía preso de un terremoto, grietas en las paredes, el techo se resquebrajaba tirando sobre nuestras cabezas cascotes.
Afiancé la mano de Beth dando un tirón, esta iba mientras metiendo la piedra verde en su zurrón.
-¡Corre! -rugí -De nada vale la puta piedra si no salimos de aquí con ella.*
Cogió un saquito que asomaba por debajo de la peana de la piedra, no sabía lo que era, pero por si acaso se lo llevó también. Cogida de la mano del rubio emprendieron una veloz carrera hacia los pasillos anteriores y pronto empezaron a caerles piedras alrededor, ladrillos y adobe que había usado para pegarlos. Salieron al laberinto y Alrek se oriento por su olfato siguiendo el rastro que habían dejado antes. Las estatuas de las serpientes empezaban a caer como si fueran fichas de dominó dispuestas en fila y al llegar al abismo del puente la pirata no se lo pensó. Cortó la cuerda de la pasarela, tiró de ella subiéndola, le hizo un nudo corredizo y la lanzó contra las hachas colgantes, enganchándola en ella. Hizo un lazo con doble nudo donde ambos pudieran meter un pie y agarrándose entre ellos y a la cuerda, se lanzaron al vacío cuando la caverna de las serpientes empezaba a desmoronarse. Por los pelos llegaron al otro lado, saltando y rodando por el suelo.
— No puedo creerlo!!! Estamos vivos!!!.— miró por encima del hombro y vio como los escombros caían al vacío, pero aun les quedaban los túneles de agua subterránea.*
Tiré de su cintura para levantarla y emprender de nuevo la marcha, estábamos vivos, pero yo no lo gritaría muy alto hasta que estuviéramos de nuevo en la selva.
-Los túneles si esto se derrumba y quedan inutilizados quedaremos presos como ratas bajo los escombros, hay que darse prisa.
Atravesamos las puertas de los grabados, la de la verdad, la de los boquetes en la pared que habían lanzado dardos, todo ello en una carrera a contrarreloj, en la que mas de un cascoteé casi cae sobre nuestros cuerpos, las grietas del suelo nos obligaban a saltar, quebrar los agujeros. Un traspiés nos llevaría a quedar enterrados bajo todo aquello.
Finalmente llegamos a los túneles, eran mas estrechos, así que la dejé pasar primero.
-No dejes de correr y no mires atrás -rugí empujándola con las manos.
Detrás todo iba derrumbándose, el agua iba subiendo de nivel y me preocupaba la idea de que al final en ese pequeño embalse no pudiéramos pasar sin tener que sumergirnos para llegar al túnel siguiente.
Yo no es que buceara demasiado bien a decir verdad.*
Aunque no debía mirar atrás, miró y vio el agua subir, apresurándose todo cuanto sus piernas podían correr, pero llegó el momento en el que el nivel empezó a cubrirles por encima de las rodillas, rápidamente por la cintura y finalmente hasta los hombros. Su padre era un pescador griego, ella tenía complejo de pez, nadaba mejor que montaba a caballo y eso que Danielle se había empeñado en que lo hiciera a diario porque en Noruega lo iba a necesitar. Agarró a Alrek del cinto, pasó el suyo propio anudándolo y se sumergió nadando y tirando de él hacia la abertura de las rocas, deberían llegar antes de que los escombros la taponasen. Nadaron y bracearon sumergidos en el agua y cuando apenas les quedaba aliento, fueron escupidos con violencia por el agua a presión a través de las rocas que estaban cubiertas de hiedras; poco después los cascotes taponaron la brecha.
— ¡Joder…! Nacer debe ser algo así, te echan al mundo con un empujón.— tosió y estalló en carcajadas dejándose caer con la espalda en el suelo y con el cinto aun atado al del cambiante.*
De rodillas sobre ella, tosí sin parar escupiendo a un lado el agua que había tragado, mis pulmones se esforzaban por atrapar aire, mientras yo daba bocanadas como pez fuera del agua.
Ladeé la sonrisa finalmente con la respiración agitada escuchando a la pirata hablar sobre el nacimiento ¿ni que yo me acordara de eso?
Centré mi mirada en sus dos oscuros pozos y en uno de mis arranques atrapé sus labios con los mios besándola despacio.
-Creía que te estabas ahogando -bromeé al ver su gesto - ¡lo hemos conseguido! ¡tenemos la piedra verde!
No nos costó demasiado cruzar la selva, después del templo eso parecía un juego de niños, ya habíamos aprendido bastante sobre la fauna, así como sobre la vegetación, incluso las frutas comestibles. En cuestión de dos días volvíamos a la taberna posada desde la que iniciamos el viaje.*
No sin antes dejar marcadas las rocas de la cueva de la montaña en sus espaldas, estaban eufóricos y la ocasión lo merecía, una celebración dándose el atracón de carne que la selva no había ofrecido. Por delante tendrían más días de barco, tres semanas en concreto, pero eso ya iba por delante. En Cuzco no dijeron a nadie que habían encontrado nada y fueron directos a la posada. Allí, en el cuarto Beth sacó del doble fondo de su petate el saquito que había cogido junto al corazón.
— ¿Qué crees que será?.— no se había acordado de él, con sobrevivir ya tenía suficiente. Lo abrió despacio y al vislumbrar su interior puso los ojos como platos. Le dijo a Alrek que extendiese la mano y depositó sobre su palma unas monedas con forma del dios Inca que tenían incrustaciones de rubíes y zafiros.— son alucinantes…creo que mandaré engarzar esta en mi sable.— señaló una pequeña, ya que su empuñadura lo era.— y esa podría quedar bien en la tuya.— le señaló otra más grande.*
Esa noche, bebimos, bromeamos, tonteamos y acabamos haciendo el amor sobre el lecho de la habitación de la pirata.
Durante esta travesía habíamos intimado varias veces, seguíamos con ese pique entre los dos, supongo que porque ninguno terminaba de dar pasos en ninguna dirección y así montamos sobre el navío que en cuestión de un mes nos devolvería a tierras norteñas.
Cuando el barco atracó en puerto, Höor y mi padre ya habian preparado un dispositivo para buscarnos.
El entrecejo de Ulf me dejó claro dos cosas, que si no había muerto, pensaba él matarme y dos que mas me valía tener una explicación buena para haberme largado sin dar explicaciones a nadie.
El gesto de Höor no mejoraba al de mi padre en absoluto, con sus ojos fijos en Beth esperaba que bajara la rampa no se bien para que.*
Danielle estaba atracando la Reina Ana y no había llegado aún a puerto, pero Höor si y la miraba desde el espigón con gesto de pocos amigos. Le entraron los mil males cuando iban llegando a Akershus, porque si bien había disfrutado enormemente de la aventura, de la libertad, de hacer las cosas sin la supervisión de “los adultos”, al regresar sabía que le lloverían los reproches y las recriminaciones. Estaba nerviosa y tragó saliva cuando avanzó por la pasarela junto a Alrek y detenerse frente a sendos hombres. Ahora el general Ulf ya no le parecía tan sexy, más bien le daba miedo.
— es todo culpa mía, yo fui a buscarlo para que me acompañara.— le salió así sin más, cuando vio el entrecejo de Ulf.
Mi padre ni siquiera desvió su mirada hacia la joven pirata, sus ambar centelleaban clamando a los dioses mi justa venganza y llegó en forma de petate que dejó caer a mis pies sin titubear un ápice.
-Cada hombre es responsable de sus actos, tu te has largado saltándote la cadena de mandos, por no añadir a eso la preocupación de tu madre. Te consideras un hombre con capacidad de hacer y deshacer a tu antojo, pues coje ese petate y búscate la vida.
Höor miró a Beth con cara de pocos amigos.
-Has sido imprudente, has arriesgado tu vida y la de el cambiante y te has ido sin avisarnos a ninguno de nosotros como si fueras una ladrona. Vas a comerte todas las guardias de la noche ya que la clandestinidad ha sido tu bandera en esta gesta, espero aprendas un poco de disciplina en las almenas porque me has decepcionado.*
Sabía que estaba degradada, que desde ese instante ya no era contramaestre del busque Inferno, que empezaría de cero para ganarse de nuevo tal honor, pero era el justo castigo, porque si no la hubieran castigado por algo así es que les habría sucedido algo muy grave en la cabeza. Asintió aceptando y miró al suelo, luego miró al rubio y metió la mano en el petate sacando el saco con el corazón de jade y las piedras preciosas y monedas incas. Se lo tendió a Höor con gesto grave, casi reverencial.
— Lo hemos conseguido, el corazón de piedra verde. Ahora Akershus será más segura.*
Höor tomó la piedra y aquello que la joven pirata le ofrecía, su gesto no cambió un ápice, su enfado era palpable, tanto como la preocupación que mi padre llevaba pintada camuflada con una ira incontrolable.
-Esto no justifica vuestros actos, las cosas no funcionan así, pertenecéis a Akershus y las decisiones de este calibre pasan por nosotros, vuestros padres y superiores.
Le devolvió la piedra a Beth, así como el resto de cosas.
-Las oráculos quizás puedan explicarnos el funcionamiento de la piedra verde. Lo demás servirá para las cosas necesarias de Akershus. -Sentenció sin mas alzando la mirada hacia Dani que se acercaba a nosotros como un polvorín.
Mi madre por la diestra de mi padre llegaba con el gesto fruncido, creo que mas por el petate que seguia a mis pies que en si por mi imprudente fuga.*
La pirata estaba muy cabreada pero sobre todo preocupada y cuando se acercó a Beth la abrazó con cierta violencia en el choque.
— No vuelvas a hacer algo así!!! Lo hemos pasado fatal sin saber si estabas viva o muerta… vas a pagar por esto, jovencita.— Miró a Ulf y a Höor de reojo y adoptó pose severa de nuevo carraspeando.— A la Reina Ana. Ya!.— ante la voz de mando de la almirante, Bethania miró a Alrek y suspiró encaminandose al barco y subiendo por la pasarela hasta el camarote del capitán donde Danielle cerró la puerta. Allí relajó la pose marcial y sonrió con media sonrisa.— ¿Lo has conseguido?
La joven pirata le devolvió la sonrisa, al final ambas eran piratas, y el honor estaba muy bien, pero una vez hecho el mal, al menos sacar el mayor partido de la situación.
— Si!! Y también un saco con monedas incas y piedras preciosas, fue todo alucinante, la pirámide estaba derruida, encontramos los túneles y…— Cuando se lo contó todo Danielle la miró con orgullo.
— Eres toda una pirata. Pero esto no te salva de fregar la cubierta durante un mes y quedas degradada…
— lo sé, pero ha valido la pena. ¿Lo ves? Sé valerme por mi misma, es lo que quería demostrarte.
— Ya sé que eres válida, pero no vuelvas a hacer algo así. He estado con el corazón en un puño estos tres meses. Al menos fuiste lista y te llevaste un buen compañero. ¿Qué tal ha ido?
— Bien, un lobo siempre es útil.
— ¿Sólo util?
— ehm…sí, sólo útil. Estoy… cansada. ¿Puedo retirarme? Necesito un baño y me muero por un filete.
— Descansa grumete.
—¿Grumete?.— su cara de desesperación lo decía todo, ese era el ultimo puesto.
— Si, ya puedes trabajar duro.*
Hoor:
Me crucé con Beth saliendo del camarote de Dani, mi sonrisa se ensanchó al verla bufar.
-Lo has hecho bien -aseguré llevando su frente contra la mía -pero a la próxima habla con nosotros, no hubierais tenido que ir de polizones, tenéis barcos.
Dejé que la joven pirata siguiera su camino y entré en el camarote de Dani riéndome.
-Cambia esa cara pirata, de peores cosas hemos hecho nosotros a su edad.
Alrek:
En puerto, mi padre me miraba fijamente, no había dicho mucho, mas allá de que tenia que abandonar nuestro hogar. Madre me abrazó y yo correspondí ese abrazo besando su cuello.
-La piedra verde tiene mucho poder, lo siento correr por mi cuerpo madre, ha sido extraño.
Sabia que ella tenia magia y quizas pudiera ayudarnos a mi y a Beth a entenderlo.
Cuando me soltó cogí el petate del suelo elevando la mirada hasta la de mi padre que seguía guardando un tenso silencio.
Entre nosotros las cosas iban así, éramos dos lobos y machos, nos costaba a veces relacionarnos, peor yo estaba orgulloso de ser hijo de quien era, Ulf era leyenda y mi sueño solo era convertirme en alguien como él.*
Días más tarde...
Fueron llamados a la sala capitular del castillo, Höor estaba presente, también Giuliana, Ulf y Danielle. El asunto era la piedra vidente. La habían examinado tanto la bruja como las oráculo y notaban su gran poder, pero les resultaba imposible hacerla funcionar, era como si el corazón se cerrase para guardar sus secretos a los desconocidos. Hacía días que no veía al cambiante y cuando lo vio en la sala, con la barba de varios días sonrió. Se había tenido que buscar la vida, como Ulf dijo. Ella había estado incomunicada a bordo, trabajo, trabajo y más trabajo. Se detuvo frente a los “sabios” y al lado de Alrek, esperando que les dijeran lo que habían averiguado o lo que fuera.*
Ladeé la sonrisa al verla entrar por la puerta, desde que regresamos del viaje no habíamos vuelto a vernos. Mi padre me pidió que me buscara la vida y eso era exactamente lo que había estado haciendo, eso y todas las guardias nocturnas que de normal recaían sobre los jóvenes soldados.
Me había instalado en una casa vieja, madre insistió en ayudarme, pero quería hacerlo solo, sin que Höor intercediera por mi.
La casa estaba medio derruida, pero trabajé duro y había conseguido apuntalarla, Ubbe y Niels me estaban ayudando con el techo.
Aren muy bueno en la herrería se encargaba de todo aquello que necesitara trabajando el metal.
íbamos despacio porque todos teníamos que entrenar y poco era el tiempo que nos quedaba libre. Akershus siempre estaba en guerra, asi que nuestra vida era un sin parar.
Al parecer pesé al poder de madre y de las oráculos, la piedra se había cerrado a ellos, como si no les dejará ver sus entresijos.
-Funcionaba -aseguré caminando con esa impulsividad que me caracterizaba y la toé en mis manos dandole vueltas.
No pasaba nada, pero cuando la cogimos Beth y yo, si que la sentimos ,se convirtió en un corazon que latió enérgico entre nuestras manos.
-Beth, no pasa nada -aseguré buscándola con la mirada -te ha sentado bien el trabajo -le dije alzando dos veces las cejas de forma picara.
Casi me tira la bota por mi imprudencia delante de toda aquella gente, incluidos nuestros padres.*
Al colocar su mano junto a la de Alrek el corazón de piedra se convirtió en uno latente, con las inscripciones runicas de los incas brillando en color azul rabioso. Los ojos de ambos jóvenes se tornaron blancos y accedieron a una visión compartida en la que un ejército de Randulf saqueaba la aldea de la atalaya del rio. Reconocieron sus emblemas y la guarnición de la aldea se vio superada. Miraron hacia arriba y contemplaron la luna llena, eso sería de antro de tres noches. El trance acabó y ambos regresaron a la realidad depositando la piedra sobre una caja forrada de piel. Les contaron lo que habían visto y ambos se dieron cuenta de que habían quedado conectados a la piedra en el mismo momento en que la tocaron. Además había sentido hambre, pero eso no podía ser porque acababa de desayunar. Las tripas de Alrek rugieron y lo comprendió de inmediato, de alguna forma se conectaban mediante la piedra.*
No necesité que madre nos explicara que solo cuando ambos estábamos juntos y entrábamos en contacto con el corazón verde este nos desvelaba sus secretos.
Los dos estábamos conectados y nuestros ojos se encontraron llenos de dudas.
-He sentido tu deseo por mi -bromeé en el oido de la joven pirata.
Beth me miró con una ceja enarcada encontrándose con mi ladeada sonrisa.
Tampoco era tan malo estar conectado a ella, de echo si fuera por mi, me pasaría el día encajado de otra manera.
-Tendremos que quedar mas, ya sabes, ahora que sabemos que esto nos une, no podemos defraudar a Akershus -dije volviendo a mecer el pelo de su oido con mi aliento.
No podía decirse que yo no lo intentaba.*
Le dio un codazo al rubio para que se mantuviera callado mientras deliberaban qué hacer con esa información y finalmente decidieron que irían con un contingente a esa aldea y si la visión era cierta, contendrían el ataque. Pero ellos no irían, y de momento no usarían más la piedra hasta que observaran si eso tenía consecuencias sobre sus cuerpos, pues toda magia tiene un precio. La morena se sentó afuera del despacho donde lo tratarían a puerta cerrada, y cuando Alrek se sentó a su lado charlaron.
¿como te apañas? ¿Necesitas alguna cosa? Yo estoy castigada pero si puedo hacer algo... me han dicho que tienes una casa cerca del Aifur.- ése era el nombre de una taberna que solían frecuentar.*
- Estas hablando de mi Beth ¿como crees tu que me apaño? -dije con ese aire engreído que me caracterizaba.
Los chicos me están echando una mano, la casa es vieja, peor va tomando forma y esta cerca de la taberna lo que me ayudará a llegar a casa después de las noches de borrachera -bromeé -¿por que no te pasas por la noche? te has escapado para irte al otro lado del mundo, solo te pido escapes hasta el otro lado del puerto -bromeé.
Mordí su hombro cuando nuestros padres no miraban.
-Hace tempo que tu y yo no...
La mirada de Dani me hizo callar y poner una sonrisa de no romper un plato.*
La almirante no era tonta. Conocía a su hija lo bastante bien para saber que le ocultaba algo relacionado con el hijo de Ulf. Suponía que ambos habrían tenido algo y el muchacho no le disgustaba en el sentido de que si era como su padre, trataría a Beth como se merecía, pues Ulf podría ser muchas cosas, pero era completamente fiel a su esposa. Sin embargo ese pronto tan explosivo unido al temperamento temerario de Bethania le proporcionaría no pocas broncas y no pocos problemas. Pero al menos era transparente el muchacho y eso era algo bueno. Sonrió para si, le recordaba mucho a ella misma y a Höor, siempre enganchados de los pelos y chocando, pero capaces de hacer grandes cosas juntos si trabajaban en equipo.
- si no te toca guardia mañana, ven a cenar a bordo.- le dijo la Almirante a Alrek para sorpresa de la morena.- aún no me habéis contado todo lo que paso en Peru.*
Abrí los ojos como platos ¿que cojones?
-Pe, pe -creo fue la primera vez en mi existencia que tartamudeé -¿pero cenar contigo? -pregunté sin acabar de entender lo que me proponía -¿los tres? estoy arreglando la casa y no se yo si sacaré mucho tiempo.
Mi padre se descojonaba, podía escucharlo aunque intentaba que no se le notara.
Höor le daba codazos para que disimulara y mi madre con los brazos en jarra los miraba a los dos para que dejaran de ponerme nervioso.
-Bien, iré a cenar -dije finalmente mirando a Beth sin saber muy bien si eso era lo que quería ella.*
No respondí a su pregunta ¿acaso no era obvio que estaba seguro? no conoceria a nadie tan seguro de si mismo en estas cosas como yo.
-Nos vemos al otro lado -apunté dandole una palmada en el trasero.
-Por lógica cuanto mas corriera seria mejor, dudaba que los incas hubieran hecho esta trampa dando opción a ser atravesada, la palanca solo era una "motivación" para que alguien como yo pensara que al atravesarla podría llevar al resto de la comitiva hasta la piedra verde.
Como Lobo seria infinitamente mas rápido, peor me seria mas complicado por las dimensiones quebrar los aceros, así que decidí recorrer el puente en mi forma humana.
Dejé escapar el aire y sn pensarlo demasiado empecé a correr como si la misma Hela me persiguiera por el puente que se movía a un ritmo vertiginoso bajo mis pies.
Primero fueron hachas que como péndulos buscaban morder mi carne a cada paso, lo bueno es que llevaban cierto ritmo cruzándose entre ellas, así que corrí deteniéndome en seco cuando sentía el filo de la hoja casi acariciando mi pecho.
Gruñí cuando la ultima rozó mi brazo, por suerte fue un corte limpio, no sangre en abundancia pues apenas me había rozado, me centré en continuar corriendo sin mirar atrás, pero esta vez no había nada, miré de reojo las paredes esperando dardos, flechas ¿algo? pero no, nada.
Craso error al confiarme pues bajo mis pies uno de los maderos cedió y me precipité al vacío.
Gruñí enganchándome de una de las cuerdas con mi diestra mientras me impulsaba para volver a la superficie del puente.
Por las cuerdas avanzaban escorpiones, pestañeé algo aturdido ¿que cojones?
Sentía picotazos en la mano, pero no veía sangre.
Lo que no me daba cuenta es que realmente no había bicho alguno picando mi mano aunque así yo lo creía al parecer el hacha impregnada de algún liquido me llevaba a imaginar coas que no sucedían.
Con la otra mano luchaba por quitarme de encima los bichos despintándome de lo que de verdad debía preocuparme, el vacío que bajo mi cuerpo estaba dispuesto a engullirme.*
—¡Alrek!.— gritó.—agarrate!!! Voy a por ti!!.— intentó correr por el puente esquivando hachas colgantes y péndulos, pero eran muy rápidos y cuando casi la engancha uno, tuvo que recular unos pasos hacia atrás.
-¡Estate quieta joder! -rugí intentando subir.
Se quedó quieta al escucharlo, pero le pareció ver unos gestos extraños, como si se estuviera sacando de encima mil hormigas aunque en realidad no podía ver desde esa distancia nada que le picotease. —¿¡Qué sucede!?*
-¡Escorpiones! ¿me pican! -gruñí afianzando el pie en la madera y tomando impulso con los brazos logre volver sobre el puente, poco había faltado para despeñarme.
Seguía sintiendo los bichos correr por mi cuerpo, me sacudía de vez en cuando, peor sabia que eso ahora era lo de menos, el puente no era seguro, tenia que pasarlo.
De nuevo emprendí una carrera, que se vio frustrada por una bola de piedra que venia cara a mi y rodaba a toda velocidad dispuesta a aplastarme como una mosca.
-¡Joder! - grité pensando en dar la vuelta, saltarla era imposible, demasiado alta y yo no tenia tanta superficie para tomar impulso, pero en ese momento caí en algo, el puente no tenia desnivel, era recto ¿como cojones rodaba la bola a tanta velocidad?
Beth no había gritado para advertirme, o me quería muerto o no había nada frente a mi.
-¿Beth? ¿ves eso? -pregunté sin detener la carrera hacia delante, me la estaba jugando, pero creo que no exista tal esfera, y si me equivocaba pues, no la contaría*
Miró hacia delante con una ceja elevada. El cambiante veía mejor sin luz, pero no estaba tan cegata como para no ver lo que fuera que Alrek estuviera viendo.
—Ahí delante no hay nada!! ¿qué cojones te pasa? Tampoco hay escorpiones!! Has inspirado algún gas venenoso? Estás alucinando!!
No le respondí, ahora que era evidente estaba alucinando, seguí corriendo sin detenerme hasta alcanzar el otro extremo del puente, la bola había pasado sobre mi como un ente.
Posé la mano en la palanca y tiré de esta deteniendo los péndulos afilados.
-Ya está!!! -le grité desde el otro lado, dejándome caer al suelo con la respiración agitada.*
Aprovechó para correr tan rápido como sus piernas se lo permitieron, el puente crujía bajo sus botas y por un instante imaginó que las cuerdas que lo sujetaban a la piedra se rompían…solo que no se lo estaba imaginando. Escuchó el chasquido y aceleró todavía más la carrera pero cuando le faltaba un metro sintió como sus pies perdían gravedad y se agarró a la madera, casi al borde del del otro lado. La mano del cambiante se asomó por el filo y la agarró del antebrazo elevándola hasta que alcanzase el suelo firme. Su corazón latía desbocado, rodó por el suelo quedando bocarriba y respirando agitadamente.
— ha faltado poco…pffff…*
Tumbado sobre el suelo miraba a la pirata con mi pecho subiendo y bajando de forma brusca, había faltado poco para no salir de esta sala.
-No ha estado mal pirata -apunté antes de ponerme en pie y tender mi mano para que se levantara -señalé las dos puertas que había frente a nosotros ¿y ahora?
Nos acercamos a ellas, en el centro de ambas había na inscripción y grabadas con cincel la figura de sendos guerreros mayas con distintos atuendos.
No entendía una mierda de esos grabados, pero entre la pirata, mucho mas hábil para estas cosas y yo, llegamos a una conclusión.
El Guardian de una de las puertas pertenecía a una tribu de seres oscuros que mentían por norma.
Por contra la representación del guerrero de la verdad, implicaba que formularíamos la pregunta que fuera siempre nos contestaría la verdad.
Solo podíamos formular una pregunta..asi que nuestras opciones eran poca.
-¿y si lo echamos a suerte? -dije ladeando la sonrisa.*
El mentiroso siempre diría la puerta que conduce a la muerte, y el guardián de la verdad señalaría la puerta que va a la muerte, así que deberían hacer una pregunta, pero en cualquier caso tendrían que salir en dirección contraria a la respuesta.
— ¿qué me diría tu compañero sobre cuál es la puerta que conduce a la salida?.— le preguntó a uno de los guardianes y éste movió su brazo de piedra señalando una puerta. No sabía si sería el que mentía o el que no, pero en cualquier caso, irían por la otra, porque el mentiros tenía que mentir y mandarlos a la muerte y el que decía la verdad, les señalaba la que diría el mentiroso.— Es por esa.— señaló la que era.*
Asentí acercándome con seguridad a la puerta que Beth había señalado, a fin de cuentas a esa chica se le daba bien pensar, no era solo una cara bonita, un culo prieto y un buen par de tetas.
Le miré las tetas ladeando la sonrisa mientras le hacia un gesto para que pasara.
-Uffffff, pero que lista eres.*
— serás imbécil!! Me estás mirando las tetas!!. Le dio una colleja a Alrek y resopló atravesando la puerta y saliendo a un pasillo que luego ascendía por unas escaleras. Dicho pasillo estaba flanqueado por unas esfinges con cabeza de serpiente. ¿Qué diablos les pasaba a los incas con esos bichos?— no sé qué será lo próximo pero no me atrevo a pasar…a ver…— sacó una de las frutas y la lanzó hacia delante, de las bocas de las serpientes salió un veneno corrosivo. Tendrían que inactivarlas todas para que no les escupieran esa mierda gangrenosa.*
Miré las serpientes enarcando una ceja
-pues yo no pienso pasar, ya voy bastante colocado con lo de ahí atrás, de echo te veo desnuda -bromeé con una picara sonrisa.
Me quité la camisa y empecé a lanzarla para una a una ir in activando las bocas de serpiente, al menso así podríamos llegar al otro extremo de la sala.
-¿tu crees que los incas estos habrán puesto muchas mas trampas? ¡joder yo creo que nadie debe haber llegado aquí porque si no !¿por que esta cargadas?
— Evidentemente nadie habrá llegado porque una vez robado el corazón, no hay necesidad de proteger nada.— Recogió la antorcha del suelo y la acercó a uno de los monumentos haciendo que descargase el veneno.— ¡no me jodas!.— exclamó cuando se acabó la sala. Frente a ella se extendía una red de laberintos de paredes. ¿Qué más tenían que superar para llegar al centro de la pirámide?*
¿Un puto laberinto? ¿pero esto que broma era? esos putos incas tiraban de imaginación.
Bueno ¿que podía pasar en el laberinto? ¿que con lo que les gustaban las serpientes estuviera lleno de ellas?
-Deberíamos marcar el camino, al menos así encontremos dentro lo que encontremos no nos perderemos.
No es que lleváramos nada con lo que marcar las paredes, el suelo era de piedra, así que complicado.
-Vamos.
Nos adentramos en el laberinto, pronto el camino se bifurcó en sendas vias. Mordí mi mano haciéndome una herida con la que manche el suelo antes de meternos por el sendero derecho.*
—¡pero mira que eres bruto!.— le regañó la morena sacando del petate una de esas frutas pulposas y restregando un poco de la misma en la piedra cada pocos metros, sabía que Alrek lo podría rastrear con su insuperable olfato. El laberinto les llevó un rato de idas y venidas topándose con paredes sin salida y teniendo que recular. La pirámide era de base cuadrangular y los pisos superiores se habían derrumbado, salir de allí iba a ser complicado ya que el puente de cuerda estaba en el fondo del abismo. Finalmente encontraron la puerta que los llevó a la pirámide propiamente dicha, había varias salas dispuestas alrededor de un hall cuadrado. En una parecía que su cometido era albergar rituales, pues había como un altar. Otra parecía una sala de descanso, oración o similar, había sillas y reclinatorios. Otras parecían salas auxiliares, como un comedor, y le llamó la atención que la cubertería y las copas de eran de oro puro. Al fondo parecía estar la sala que buscaban, su puerta estaba grabada con el sol de Inti. Allí dentro debía guardarse el corazón de piedra verde y los tesoros que lo acompañaban.*
Deslicé mis dedos por el sol cincelado en la puerta que de seguro nos debía llevar hasta esa joya que nos convertiría en héroes.
Ladeé la sonrisa mirando a la pirata.
-¿Te das cuenta de que cuando volvamos nada será lo mismo?
Iba a echar de menso en parte tenerla a todas horas, fijo que en Akershus acabaría liada con algún viejo de esos que tanto le gustaban.
Empujé la puerta que cedió con un rechinar, demasiado fácil, algo me decía que esto no iba a ser tan bonito como parecía.
—A mi me va a caer una bronca monumental. Me veo fregando el suelo del Inferno por tres meses.
-El tiempo que necesitas para conocerme de forma mas profunda -le lancé un bocado -ya me entiendes.
En el centro de la sala un cristal, una especie de bóveda que cubría la reluciente piedra verde. El resto de la sala estaba vacía, diáfana, aunque resplandecía en esos tonos dorados que deslumbraban.
-Pues, vamos a por la piedra.
Se acercaron hasta el pilar de piedra que descansaba en mitad de la sala, sobre éste había una urna de cristal y en el centro, sobre una superficie de oro, un corazón de jade con unas inscripciones, unas runas incas. Sin duda era ése. Con la emoción brillando en sus ojos levantó el cristal y tomó aire.
— hagámoslo juntos, esto lo hemos conseguido a partes iguales.— Posó su mano sobre la piedra junto a la de Alrek y cuando lo levantaron de su lecho una energía mágica los envolvió. Las runas comenzaron a brillar en un verde azulado intenso y se les pusieron los ojos blancos, presos del hechizo de la reliquia del dios sol. El corazón de jade se convirtió en uno real, palpitante y blando, uniendo los destinos de ambos jóvenes, conectándolos a través del don de la visión a la energía de Inti y sus designios. Beth notó como un hormigueo en todo su cuerpo y como si la luz la llenase. Poco a poco se apagó el fogonazo y el corazón volvió a ser una piedra inerte.*
Abrí los ojos hundiéndolo en los de Beth, no se si había sentido lo mismo que yo, esa extraña conexión que como una corriente eléctrica recorría todo mi cuerpo.
Abrí la boca para preguntar cuando noté como mis pies vibraban, bajé la cabeza, el suelo parecía preso de un terremoto, grietas en las paredes, el techo se resquebrajaba tirando sobre nuestras cabezas cascotes.
Afiancé la mano de Beth dando un tirón, esta iba mientras metiendo la piedra verde en su zurrón.
-¡Corre! -rugí -De nada vale la puta piedra si no salimos de aquí con ella.*
Cogió un saquito que asomaba por debajo de la peana de la piedra, no sabía lo que era, pero por si acaso se lo llevó también. Cogida de la mano del rubio emprendieron una veloz carrera hacia los pasillos anteriores y pronto empezaron a caerles piedras alrededor, ladrillos y adobe que había usado para pegarlos. Salieron al laberinto y Alrek se oriento por su olfato siguiendo el rastro que habían dejado antes. Las estatuas de las serpientes empezaban a caer como si fueran fichas de dominó dispuestas en fila y al llegar al abismo del puente la pirata no se lo pensó. Cortó la cuerda de la pasarela, tiró de ella subiéndola, le hizo un nudo corredizo y la lanzó contra las hachas colgantes, enganchándola en ella. Hizo un lazo con doble nudo donde ambos pudieran meter un pie y agarrándose entre ellos y a la cuerda, se lanzaron al vacío cuando la caverna de las serpientes empezaba a desmoronarse. Por los pelos llegaron al otro lado, saltando y rodando por el suelo.
— No puedo creerlo!!! Estamos vivos!!!.— miró por encima del hombro y vio como los escombros caían al vacío, pero aun les quedaban los túneles de agua subterránea.*
Tiré de su cintura para levantarla y emprender de nuevo la marcha, estábamos vivos, pero yo no lo gritaría muy alto hasta que estuviéramos de nuevo en la selva.
-Los túneles si esto se derrumba y quedan inutilizados quedaremos presos como ratas bajo los escombros, hay que darse prisa.
Atravesamos las puertas de los grabados, la de la verdad, la de los boquetes en la pared que habían lanzado dardos, todo ello en una carrera a contrarreloj, en la que mas de un cascoteé casi cae sobre nuestros cuerpos, las grietas del suelo nos obligaban a saltar, quebrar los agujeros. Un traspiés nos llevaría a quedar enterrados bajo todo aquello.
Finalmente llegamos a los túneles, eran mas estrechos, así que la dejé pasar primero.
-No dejes de correr y no mires atrás -rugí empujándola con las manos.
Detrás todo iba derrumbándose, el agua iba subiendo de nivel y me preocupaba la idea de que al final en ese pequeño embalse no pudiéramos pasar sin tener que sumergirnos para llegar al túnel siguiente.
Yo no es que buceara demasiado bien a decir verdad.*
Aunque no debía mirar atrás, miró y vio el agua subir, apresurándose todo cuanto sus piernas podían correr, pero llegó el momento en el que el nivel empezó a cubrirles por encima de las rodillas, rápidamente por la cintura y finalmente hasta los hombros. Su padre era un pescador griego, ella tenía complejo de pez, nadaba mejor que montaba a caballo y eso que Danielle se había empeñado en que lo hiciera a diario porque en Noruega lo iba a necesitar. Agarró a Alrek del cinto, pasó el suyo propio anudándolo y se sumergió nadando y tirando de él hacia la abertura de las rocas, deberían llegar antes de que los escombros la taponasen. Nadaron y bracearon sumergidos en el agua y cuando apenas les quedaba aliento, fueron escupidos con violencia por el agua a presión a través de las rocas que estaban cubiertas de hiedras; poco después los cascotes taponaron la brecha.
— ¡Joder…! Nacer debe ser algo así, te echan al mundo con un empujón.— tosió y estalló en carcajadas dejándose caer con la espalda en el suelo y con el cinto aun atado al del cambiante.*
De rodillas sobre ella, tosí sin parar escupiendo a un lado el agua que había tragado, mis pulmones se esforzaban por atrapar aire, mientras yo daba bocanadas como pez fuera del agua.
Ladeé la sonrisa finalmente con la respiración agitada escuchando a la pirata hablar sobre el nacimiento ¿ni que yo me acordara de eso?
Centré mi mirada en sus dos oscuros pozos y en uno de mis arranques atrapé sus labios con los mios besándola despacio.
-Creía que te estabas ahogando -bromeé al ver su gesto - ¡lo hemos conseguido! ¡tenemos la piedra verde!
No nos costó demasiado cruzar la selva, después del templo eso parecía un juego de niños, ya habíamos aprendido bastante sobre la fauna, así como sobre la vegetación, incluso las frutas comestibles. En cuestión de dos días volvíamos a la taberna posada desde la que iniciamos el viaje.*
No sin antes dejar marcadas las rocas de la cueva de la montaña en sus espaldas, estaban eufóricos y la ocasión lo merecía, una celebración dándose el atracón de carne que la selva no había ofrecido. Por delante tendrían más días de barco, tres semanas en concreto, pero eso ya iba por delante. En Cuzco no dijeron a nadie que habían encontrado nada y fueron directos a la posada. Allí, en el cuarto Beth sacó del doble fondo de su petate el saquito que había cogido junto al corazón.
— ¿Qué crees que será?.— no se había acordado de él, con sobrevivir ya tenía suficiente. Lo abrió despacio y al vislumbrar su interior puso los ojos como platos. Le dijo a Alrek que extendiese la mano y depositó sobre su palma unas monedas con forma del dios Inca que tenían incrustaciones de rubíes y zafiros.— son alucinantes…creo que mandaré engarzar esta en mi sable.— señaló una pequeña, ya que su empuñadura lo era.— y esa podría quedar bien en la tuya.— le señaló otra más grande.*
Esa noche, bebimos, bromeamos, tonteamos y acabamos haciendo el amor sobre el lecho de la habitación de la pirata.
Durante esta travesía habíamos intimado varias veces, seguíamos con ese pique entre los dos, supongo que porque ninguno terminaba de dar pasos en ninguna dirección y así montamos sobre el navío que en cuestión de un mes nos devolvería a tierras norteñas.
Cuando el barco atracó en puerto, Höor y mi padre ya habian preparado un dispositivo para buscarnos.
El entrecejo de Ulf me dejó claro dos cosas, que si no había muerto, pensaba él matarme y dos que mas me valía tener una explicación buena para haberme largado sin dar explicaciones a nadie.
El gesto de Höor no mejoraba al de mi padre en absoluto, con sus ojos fijos en Beth esperaba que bajara la rampa no se bien para que.*
Danielle estaba atracando la Reina Ana y no había llegado aún a puerto, pero Höor si y la miraba desde el espigón con gesto de pocos amigos. Le entraron los mil males cuando iban llegando a Akershus, porque si bien había disfrutado enormemente de la aventura, de la libertad, de hacer las cosas sin la supervisión de “los adultos”, al regresar sabía que le lloverían los reproches y las recriminaciones. Estaba nerviosa y tragó saliva cuando avanzó por la pasarela junto a Alrek y detenerse frente a sendos hombres. Ahora el general Ulf ya no le parecía tan sexy, más bien le daba miedo.
— es todo culpa mía, yo fui a buscarlo para que me acompañara.— le salió así sin más, cuando vio el entrecejo de Ulf.
Mi padre ni siquiera desvió su mirada hacia la joven pirata, sus ambar centelleaban clamando a los dioses mi justa venganza y llegó en forma de petate que dejó caer a mis pies sin titubear un ápice.
-Cada hombre es responsable de sus actos, tu te has largado saltándote la cadena de mandos, por no añadir a eso la preocupación de tu madre. Te consideras un hombre con capacidad de hacer y deshacer a tu antojo, pues coje ese petate y búscate la vida.
Höor miró a Beth con cara de pocos amigos.
-Has sido imprudente, has arriesgado tu vida y la de el cambiante y te has ido sin avisarnos a ninguno de nosotros como si fueras una ladrona. Vas a comerte todas las guardias de la noche ya que la clandestinidad ha sido tu bandera en esta gesta, espero aprendas un poco de disciplina en las almenas porque me has decepcionado.*
Sabía que estaba degradada, que desde ese instante ya no era contramaestre del busque Inferno, que empezaría de cero para ganarse de nuevo tal honor, pero era el justo castigo, porque si no la hubieran castigado por algo así es que les habría sucedido algo muy grave en la cabeza. Asintió aceptando y miró al suelo, luego miró al rubio y metió la mano en el petate sacando el saco con el corazón de jade y las piedras preciosas y monedas incas. Se lo tendió a Höor con gesto grave, casi reverencial.
— Lo hemos conseguido, el corazón de piedra verde. Ahora Akershus será más segura.*
Höor tomó la piedra y aquello que la joven pirata le ofrecía, su gesto no cambió un ápice, su enfado era palpable, tanto como la preocupación que mi padre llevaba pintada camuflada con una ira incontrolable.
-Esto no justifica vuestros actos, las cosas no funcionan así, pertenecéis a Akershus y las decisiones de este calibre pasan por nosotros, vuestros padres y superiores.
Le devolvió la piedra a Beth, así como el resto de cosas.
-Las oráculos quizás puedan explicarnos el funcionamiento de la piedra verde. Lo demás servirá para las cosas necesarias de Akershus. -Sentenció sin mas alzando la mirada hacia Dani que se acercaba a nosotros como un polvorín.
Mi madre por la diestra de mi padre llegaba con el gesto fruncido, creo que mas por el petate que seguia a mis pies que en si por mi imprudente fuga.*
La pirata estaba muy cabreada pero sobre todo preocupada y cuando se acercó a Beth la abrazó con cierta violencia en el choque.
— No vuelvas a hacer algo así!!! Lo hemos pasado fatal sin saber si estabas viva o muerta… vas a pagar por esto, jovencita.— Miró a Ulf y a Höor de reojo y adoptó pose severa de nuevo carraspeando.— A la Reina Ana. Ya!.— ante la voz de mando de la almirante, Bethania miró a Alrek y suspiró encaminandose al barco y subiendo por la pasarela hasta el camarote del capitán donde Danielle cerró la puerta. Allí relajó la pose marcial y sonrió con media sonrisa.— ¿Lo has conseguido?
La joven pirata le devolvió la sonrisa, al final ambas eran piratas, y el honor estaba muy bien, pero una vez hecho el mal, al menos sacar el mayor partido de la situación.
— Si!! Y también un saco con monedas incas y piedras preciosas, fue todo alucinante, la pirámide estaba derruida, encontramos los túneles y…— Cuando se lo contó todo Danielle la miró con orgullo.
— Eres toda una pirata. Pero esto no te salva de fregar la cubierta durante un mes y quedas degradada…
— lo sé, pero ha valido la pena. ¿Lo ves? Sé valerme por mi misma, es lo que quería demostrarte.
— Ya sé que eres válida, pero no vuelvas a hacer algo así. He estado con el corazón en un puño estos tres meses. Al menos fuiste lista y te llevaste un buen compañero. ¿Qué tal ha ido?
— Bien, un lobo siempre es útil.
— ¿Sólo util?
— ehm…sí, sólo útil. Estoy… cansada. ¿Puedo retirarme? Necesito un baño y me muero por un filete.
— Descansa grumete.
—¿Grumete?.— su cara de desesperación lo decía todo, ese era el ultimo puesto.
— Si, ya puedes trabajar duro.*
Hoor:
Me crucé con Beth saliendo del camarote de Dani, mi sonrisa se ensanchó al verla bufar.
-Lo has hecho bien -aseguré llevando su frente contra la mía -pero a la próxima habla con nosotros, no hubierais tenido que ir de polizones, tenéis barcos.
Dejé que la joven pirata siguiera su camino y entré en el camarote de Dani riéndome.
-Cambia esa cara pirata, de peores cosas hemos hecho nosotros a su edad.
Alrek:
En puerto, mi padre me miraba fijamente, no había dicho mucho, mas allá de que tenia que abandonar nuestro hogar. Madre me abrazó y yo correspondí ese abrazo besando su cuello.
-La piedra verde tiene mucho poder, lo siento correr por mi cuerpo madre, ha sido extraño.
Sabia que ella tenia magia y quizas pudiera ayudarnos a mi y a Beth a entenderlo.
Cuando me soltó cogí el petate del suelo elevando la mirada hasta la de mi padre que seguía guardando un tenso silencio.
Entre nosotros las cosas iban así, éramos dos lobos y machos, nos costaba a veces relacionarnos, peor yo estaba orgulloso de ser hijo de quien era, Ulf era leyenda y mi sueño solo era convertirme en alguien como él.*
Días más tarde...
Fueron llamados a la sala capitular del castillo, Höor estaba presente, también Giuliana, Ulf y Danielle. El asunto era la piedra vidente. La habían examinado tanto la bruja como las oráculo y notaban su gran poder, pero les resultaba imposible hacerla funcionar, era como si el corazón se cerrase para guardar sus secretos a los desconocidos. Hacía días que no veía al cambiante y cuando lo vio en la sala, con la barba de varios días sonrió. Se había tenido que buscar la vida, como Ulf dijo. Ella había estado incomunicada a bordo, trabajo, trabajo y más trabajo. Se detuvo frente a los “sabios” y al lado de Alrek, esperando que les dijeran lo que habían averiguado o lo que fuera.*
Ladeé la sonrisa al verla entrar por la puerta, desde que regresamos del viaje no habíamos vuelto a vernos. Mi padre me pidió que me buscara la vida y eso era exactamente lo que había estado haciendo, eso y todas las guardias nocturnas que de normal recaían sobre los jóvenes soldados.
Me había instalado en una casa vieja, madre insistió en ayudarme, pero quería hacerlo solo, sin que Höor intercediera por mi.
La casa estaba medio derruida, pero trabajé duro y había conseguido apuntalarla, Ubbe y Niels me estaban ayudando con el techo.
Aren muy bueno en la herrería se encargaba de todo aquello que necesitara trabajando el metal.
íbamos despacio porque todos teníamos que entrenar y poco era el tiempo que nos quedaba libre. Akershus siempre estaba en guerra, asi que nuestra vida era un sin parar.
Al parecer pesé al poder de madre y de las oráculos, la piedra se había cerrado a ellos, como si no les dejará ver sus entresijos.
-Funcionaba -aseguré caminando con esa impulsividad que me caracterizaba y la toé en mis manos dandole vueltas.
No pasaba nada, pero cuando la cogimos Beth y yo, si que la sentimos ,se convirtió en un corazon que latió enérgico entre nuestras manos.
-Beth, no pasa nada -aseguré buscándola con la mirada -te ha sentado bien el trabajo -le dije alzando dos veces las cejas de forma picara.
Casi me tira la bota por mi imprudencia delante de toda aquella gente, incluidos nuestros padres.*
Al colocar su mano junto a la de Alrek el corazón de piedra se convirtió en uno latente, con las inscripciones runicas de los incas brillando en color azul rabioso. Los ojos de ambos jóvenes se tornaron blancos y accedieron a una visión compartida en la que un ejército de Randulf saqueaba la aldea de la atalaya del rio. Reconocieron sus emblemas y la guarnición de la aldea se vio superada. Miraron hacia arriba y contemplaron la luna llena, eso sería de antro de tres noches. El trance acabó y ambos regresaron a la realidad depositando la piedra sobre una caja forrada de piel. Les contaron lo que habían visto y ambos se dieron cuenta de que habían quedado conectados a la piedra en el mismo momento en que la tocaron. Además había sentido hambre, pero eso no podía ser porque acababa de desayunar. Las tripas de Alrek rugieron y lo comprendió de inmediato, de alguna forma se conectaban mediante la piedra.*
No necesité que madre nos explicara que solo cuando ambos estábamos juntos y entrábamos en contacto con el corazón verde este nos desvelaba sus secretos.
Los dos estábamos conectados y nuestros ojos se encontraron llenos de dudas.
-He sentido tu deseo por mi -bromeé en el oido de la joven pirata.
Beth me miró con una ceja enarcada encontrándose con mi ladeada sonrisa.
Tampoco era tan malo estar conectado a ella, de echo si fuera por mi, me pasaría el día encajado de otra manera.
-Tendremos que quedar mas, ya sabes, ahora que sabemos que esto nos une, no podemos defraudar a Akershus -dije volviendo a mecer el pelo de su oido con mi aliento.
No podía decirse que yo no lo intentaba.*
Le dio un codazo al rubio para que se mantuviera callado mientras deliberaban qué hacer con esa información y finalmente decidieron que irían con un contingente a esa aldea y si la visión era cierta, contendrían el ataque. Pero ellos no irían, y de momento no usarían más la piedra hasta que observaran si eso tenía consecuencias sobre sus cuerpos, pues toda magia tiene un precio. La morena se sentó afuera del despacho donde lo tratarían a puerta cerrada, y cuando Alrek se sentó a su lado charlaron.
¿como te apañas? ¿Necesitas alguna cosa? Yo estoy castigada pero si puedo hacer algo... me han dicho que tienes una casa cerca del Aifur.- ése era el nombre de una taberna que solían frecuentar.*
- Estas hablando de mi Beth ¿como crees tu que me apaño? -dije con ese aire engreído que me caracterizaba.
Los chicos me están echando una mano, la casa es vieja, peor va tomando forma y esta cerca de la taberna lo que me ayudará a llegar a casa después de las noches de borrachera -bromeé -¿por que no te pasas por la noche? te has escapado para irte al otro lado del mundo, solo te pido escapes hasta el otro lado del puerto -bromeé.
Mordí su hombro cuando nuestros padres no miraban.
-Hace tempo que tu y yo no...
La mirada de Dani me hizo callar y poner una sonrisa de no romper un plato.*
La almirante no era tonta. Conocía a su hija lo bastante bien para saber que le ocultaba algo relacionado con el hijo de Ulf. Suponía que ambos habrían tenido algo y el muchacho no le disgustaba en el sentido de que si era como su padre, trataría a Beth como se merecía, pues Ulf podría ser muchas cosas, pero era completamente fiel a su esposa. Sin embargo ese pronto tan explosivo unido al temperamento temerario de Bethania le proporcionaría no pocas broncas y no pocos problemas. Pero al menos era transparente el muchacho y eso era algo bueno. Sonrió para si, le recordaba mucho a ella misma y a Höor, siempre enganchados de los pelos y chocando, pero capaces de hacer grandes cosas juntos si trabajaban en equipo.
- si no te toca guardia mañana, ven a cenar a bordo.- le dijo la Almirante a Alrek para sorpresa de la morena.- aún no me habéis contado todo lo que paso en Peru.*
Abrí los ojos como platos ¿que cojones?
-Pe, pe -creo fue la primera vez en mi existencia que tartamudeé -¿pero cenar contigo? -pregunté sin acabar de entender lo que me proponía -¿los tres? estoy arreglando la casa y no se yo si sacaré mucho tiempo.
Mi padre se descojonaba, podía escucharlo aunque intentaba que no se le notara.
Höor le daba codazos para que disimulara y mi madre con los brazos en jarra los miraba a los dos para que dejaran de ponerme nervioso.
-Bien, iré a cenar -dije finalmente mirando a Beth sin saber muy bien si eso era lo que quería ella.*
Bethania- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 02/12/2017
Localización : Akershus
Re: El corazón de piedra verde (privado)
Beth estaba algo nerviosa, no sabía muy bien que pretendía Danielle con aquella cena y le había sorprendido mucho la invitación.
- ponte un vestido, será una cena oficial, así que nada de botas llenas de barro.- la almirante ponía las reglas a bordo y en ese momento Bethania estaba degradada, ya no era contramaestre. Era solo un marinero más. Se lavaron a conciencia, se cambiaron y recibieron al cambiante en el comedor del capitán, una pequeña salida privada donde la mesa estaba preparada con las viandas sobre la mesa. La inglesa llevaba una casaca burdeos y oro, botas lustradas y el sable pulido. Por contra, la morena llevaba un vestido azul pastel, el pelo suelto y cepillado y una flor en el lateral, total, no iba a bajar del barco.*
No dejé de darle vueltas a la cena que me esperaba en el barco durante toda la tarde, apenas capaz de concentrarme en el trabajo de dejar mi casa en buenas condiciones acabé golpeándome un dedo con el martillo y casi clavándome uno de los clavos.
No sabia bien que pretendía Dani, ni que le había contado Beth con respecto a lo "nuestro" si es que existía ese "nosotros"
A la hora prevista llegué a puerto subiendo la rampa de la Reina Anna. No iba demasiado elegante, algo de lo que me arrepentí nada mas ver a Beth, la miré boquiabierto, no estaba acostumbrado a verla con un atuendo femenino y aunque no podía decir que vestida ganaba, estaba muy guapa.
-Ufffff -resoplé
Pronto me di cuenta que no estábamos solos, pero es que ni siquiera había reparado en la mujer de casaca burdeos.
-Buenas noches, si hubiera sabido que la cena era..así, me hubiera...¿peinado? -bromeé.
Padre me había tirado de casa y no es que tuviera la ropa muy limpia, digamos que en mi petate había..pues eso, lo que llevaba puesto y ropa de muda.*
Bienvenido a bordo, Alrek Tollak.- la almirante en persona le daba la bienvenida oficial a ese barco y algunos marineros detuvieron sus trabajos para mirar y luego seguir a lo suyo.- pasemos al comedor, a menos que quieras ver la Reina Ana.
Beth se encogió de hombros mirando al rubio, ella tampoco sabía de que iba todo aquello. Miro a Danielle y esta miro a Alrek invitándole a responder que prefería.*
Enarqué una ceja ¿seria una pregunta trampa? si le decía que prefería cenar porque mis tripas rugían parecería no me importaba su barco..pero es que tenia hambre.
-Si me lo enseña Beth después -apunté ensanchando la sonrisa.
Supongo que mis modales nada tenían que ver con los ingleses, pero Dani ya estaba acostumbrada a tratar con mi padre, a sortear los modos vikingos y yo no era precisamente menos bocazas.
-¿por que me has invitado Dani? -pregunté sin dar rodeos a aquello a lo que no dejaba de dar vueltas - me refiero, a los tres..
Beth creo se hacia la misma pregunta pues al escucharla salir de mis labios puso interés.*
almirante Morgan. Quizás yo te llame Tollak, pero tú no puedes dirigirte a mi como Dani, soy la máxima autoridad en este barco.- corrigió a Alrek sin más dilación, en el mar la jerarquia lo era todo.- paseamos entonces al comedor.- le hizo un gesto a Beth y al rubio para que bajasen por la escalinata. En el interior del comedor del capitán Danielle se sentó concierta ceremonia y colocó su servilleta en las rodillas disfrutando un poco más de la expectación y de la ansiedad provocada en los dos jóvenes, después de lo que habían hecho, se merecían mucho más. Sirvió tres copas de ron añejo cubano y levantó la copa.- brindemos. Por las aventuras descabelladas y los castigos infinitos! Salud!
Les sonrió y bebió de su copa, lo cierto es que Morgan no tenía intención de alejarse de su hija tanto como para dejarla en manos de Alrek sin dejarle claro al chaval que ella siempre sería el sabueso que lo perseguiría de cerca.*
La corrección de Dani me hizo tragar saliva, esa mujer parecía dispuesta a acecharme como un depredador y yo de eso sabia lo suficiente como para saber que tenia la partida perdida.
Mientras bajábamos las escalinatas, atrapé la cintura de Beth acercando mis labios a su oido.
-¿que mierdas le has contado? -pregunté en un inaudible susurro.
Beth parecía tan perdida como yo mismo y entre miradas de desconcertó que uno al otro nos dedicamos, llegamos al comedor.
Tomé asiento y cogí la copa vaciándola casi de un trago, iba a necesitar muchas de estas para aguantar lo que se me avecinaba encima. No salté del barco porque de seguro el agua andaba congelada y no tenia mas ropa, que si no, por Odin que ya no estaría allí.
-¡Skol! Se que no os ha gustado que nos largáramos sin avisar, pero os hemos demostrado que somos capaces de mucho, formamos un buen equipo ¿verdad? -le pregunté a Beth ampliando la sonrisa de forma engreida.*
La inglesa entornó los ojos como diciendo “tal vez sí y tal vez no” y se dedicó a cortar su filete regado con salsa gravy.
-Beth me avisó, tu padre estaba más cabreado por ese asunto. Pero es lo de menos. Lo verdaderamente grave es la estupidez que cometisteis, para viajar al otro lado del mundo hay que estar preparado y claramente no lo estáis. Por buen equipo que veáis que hacéis, habéis tenido mucha suerte, y la suerte es tan cambiante como el viento.
Cogió un trozo de pan para acompañar mientras Beth fijaba los ojos en el plato y de vez en cuando miraba a Alrek gritándole con los ojos que fuera prudente en sus comentarios, bajo aquel aspecto sereno y ceremonioso se escondía el diablo que movía las velas del Inferno, el Avenger y la Reina Ana. Pocas veces había visto enloquecer a Dani, perder los estribos y el control y siempre había sido con Höor o con ella, en contadas ocasiones también con el Jotunheim, y no quería verla así.
tu padre es un buen hombre, un guerrero fiero y leal, pero tú eres más estupido que el.- buuuuum!! Ahí estaba.- ¿te importa Bethania? No creo que te importe mucho, porque sabías que ella tenía un futuro prometedor en la armada, la contramaestre más joven nada más y nada menos que del buque Inferno. Y se te ocurre darle alas a su locura de cruzar el océano para recuperar una reliquia que ni siquiera sabemos para qué sirve, costándole su puesto, he tenido que degradarla... y de no haber sido ella, estaría de patitas en la calle. ¿Por que motivo debería fiarme de ti? Se que habéis pasado por peligros, me ha contado casi toda la aventura, y que los habéis superado, se que tenéis algo, no os esforcéis por negármelo... solo te diré algo. No esperes mi aprobación mientras seas un insensato. Demuéstrame que eres un hombre con lo que hay que tener y si lo consigues no tendré nada que reprocharte, es más, yo misma te daré la enhorabuena.
Desvió esta vez los ojos hacia la morena y esta escogió las palabras con cuidado cuando vio la oportunidad.
yo fui a buscarle, él no me animó a nada.
Me da igual, los dos habéis sido participes de esta insensatez y mientras no recapacitéis, tú no bajarás de este barco y él no volverá a subir a bordo, a menos que sea por trabajo y obedeciendo órdenes.
No puedes decirme lo que puedo o no puedo hacer, soy mayor de edad.
No, no puedo, no soy tu verdadera madre, pero soy tu superior. ¿Quieres ponerme a prueba? Piensa bien la respuesta Bethania, siempre has querido ser capitán del Inferno, estudia qué posibilidades tienes de conseguirlo si desafías y desobedeces a tu superior.
Como madre se preocupaba por ella, pero no tenía potestad para tratarla como tal, porque no lo era y la joven ya era mayor de edad. Jamás utilizaría el argumento de la esclavitud en su contra, pero la realidad es que ella era propiedad de Morgan, literalmente y frente a la ley, porque sus papeles no llegaban.
no nos pongamos tan tensos, no quería que esta cena fuera un rapapolvo, aunque lo merecéis con creces. En realidad quería conocerte un poco más.- se dirigió a Alrek esta vez.- para saber que me puedo esperar, tú harías lo mismo en mi lugar.
- ponte un vestido, será una cena oficial, así que nada de botas llenas de barro.- la almirante ponía las reglas a bordo y en ese momento Bethania estaba degradada, ya no era contramaestre. Era solo un marinero más. Se lavaron a conciencia, se cambiaron y recibieron al cambiante en el comedor del capitán, una pequeña salida privada donde la mesa estaba preparada con las viandas sobre la mesa. La inglesa llevaba una casaca burdeos y oro, botas lustradas y el sable pulido. Por contra, la morena llevaba un vestido azul pastel, el pelo suelto y cepillado y una flor en el lateral, total, no iba a bajar del barco.*
No dejé de darle vueltas a la cena que me esperaba en el barco durante toda la tarde, apenas capaz de concentrarme en el trabajo de dejar mi casa en buenas condiciones acabé golpeándome un dedo con el martillo y casi clavándome uno de los clavos.
No sabia bien que pretendía Dani, ni que le había contado Beth con respecto a lo "nuestro" si es que existía ese "nosotros"
A la hora prevista llegué a puerto subiendo la rampa de la Reina Anna. No iba demasiado elegante, algo de lo que me arrepentí nada mas ver a Beth, la miré boquiabierto, no estaba acostumbrado a verla con un atuendo femenino y aunque no podía decir que vestida ganaba, estaba muy guapa.
-Ufffff -resoplé
Pronto me di cuenta que no estábamos solos, pero es que ni siquiera había reparado en la mujer de casaca burdeos.
-Buenas noches, si hubiera sabido que la cena era..así, me hubiera...¿peinado? -bromeé.
Padre me había tirado de casa y no es que tuviera la ropa muy limpia, digamos que en mi petate había..pues eso, lo que llevaba puesto y ropa de muda.*
Bienvenido a bordo, Alrek Tollak.- la almirante en persona le daba la bienvenida oficial a ese barco y algunos marineros detuvieron sus trabajos para mirar y luego seguir a lo suyo.- pasemos al comedor, a menos que quieras ver la Reina Ana.
Beth se encogió de hombros mirando al rubio, ella tampoco sabía de que iba todo aquello. Miro a Danielle y esta miro a Alrek invitándole a responder que prefería.*
Enarqué una ceja ¿seria una pregunta trampa? si le decía que prefería cenar porque mis tripas rugían parecería no me importaba su barco..pero es que tenia hambre.
-Si me lo enseña Beth después -apunté ensanchando la sonrisa.
Supongo que mis modales nada tenían que ver con los ingleses, pero Dani ya estaba acostumbrada a tratar con mi padre, a sortear los modos vikingos y yo no era precisamente menos bocazas.
-¿por que me has invitado Dani? -pregunté sin dar rodeos a aquello a lo que no dejaba de dar vueltas - me refiero, a los tres..
Beth creo se hacia la misma pregunta pues al escucharla salir de mis labios puso interés.*
almirante Morgan. Quizás yo te llame Tollak, pero tú no puedes dirigirte a mi como Dani, soy la máxima autoridad en este barco.- corrigió a Alrek sin más dilación, en el mar la jerarquia lo era todo.- paseamos entonces al comedor.- le hizo un gesto a Beth y al rubio para que bajasen por la escalinata. En el interior del comedor del capitán Danielle se sentó concierta ceremonia y colocó su servilleta en las rodillas disfrutando un poco más de la expectación y de la ansiedad provocada en los dos jóvenes, después de lo que habían hecho, se merecían mucho más. Sirvió tres copas de ron añejo cubano y levantó la copa.- brindemos. Por las aventuras descabelladas y los castigos infinitos! Salud!
Les sonrió y bebió de su copa, lo cierto es que Morgan no tenía intención de alejarse de su hija tanto como para dejarla en manos de Alrek sin dejarle claro al chaval que ella siempre sería el sabueso que lo perseguiría de cerca.*
La corrección de Dani me hizo tragar saliva, esa mujer parecía dispuesta a acecharme como un depredador y yo de eso sabia lo suficiente como para saber que tenia la partida perdida.
Mientras bajábamos las escalinatas, atrapé la cintura de Beth acercando mis labios a su oido.
-¿que mierdas le has contado? -pregunté en un inaudible susurro.
Beth parecía tan perdida como yo mismo y entre miradas de desconcertó que uno al otro nos dedicamos, llegamos al comedor.
Tomé asiento y cogí la copa vaciándola casi de un trago, iba a necesitar muchas de estas para aguantar lo que se me avecinaba encima. No salté del barco porque de seguro el agua andaba congelada y no tenia mas ropa, que si no, por Odin que ya no estaría allí.
-¡Skol! Se que no os ha gustado que nos largáramos sin avisar, pero os hemos demostrado que somos capaces de mucho, formamos un buen equipo ¿verdad? -le pregunté a Beth ampliando la sonrisa de forma engreida.*
La inglesa entornó los ojos como diciendo “tal vez sí y tal vez no” y se dedicó a cortar su filete regado con salsa gravy.
-Beth me avisó, tu padre estaba más cabreado por ese asunto. Pero es lo de menos. Lo verdaderamente grave es la estupidez que cometisteis, para viajar al otro lado del mundo hay que estar preparado y claramente no lo estáis. Por buen equipo que veáis que hacéis, habéis tenido mucha suerte, y la suerte es tan cambiante como el viento.
Cogió un trozo de pan para acompañar mientras Beth fijaba los ojos en el plato y de vez en cuando miraba a Alrek gritándole con los ojos que fuera prudente en sus comentarios, bajo aquel aspecto sereno y ceremonioso se escondía el diablo que movía las velas del Inferno, el Avenger y la Reina Ana. Pocas veces había visto enloquecer a Dani, perder los estribos y el control y siempre había sido con Höor o con ella, en contadas ocasiones también con el Jotunheim, y no quería verla así.
tu padre es un buen hombre, un guerrero fiero y leal, pero tú eres más estupido que el.- buuuuum!! Ahí estaba.- ¿te importa Bethania? No creo que te importe mucho, porque sabías que ella tenía un futuro prometedor en la armada, la contramaestre más joven nada más y nada menos que del buque Inferno. Y se te ocurre darle alas a su locura de cruzar el océano para recuperar una reliquia que ni siquiera sabemos para qué sirve, costándole su puesto, he tenido que degradarla... y de no haber sido ella, estaría de patitas en la calle. ¿Por que motivo debería fiarme de ti? Se que habéis pasado por peligros, me ha contado casi toda la aventura, y que los habéis superado, se que tenéis algo, no os esforcéis por negármelo... solo te diré algo. No esperes mi aprobación mientras seas un insensato. Demuéstrame que eres un hombre con lo que hay que tener y si lo consigues no tendré nada que reprocharte, es más, yo misma te daré la enhorabuena.
Desvió esta vez los ojos hacia la morena y esta escogió las palabras con cuidado cuando vio la oportunidad.
yo fui a buscarle, él no me animó a nada.
Me da igual, los dos habéis sido participes de esta insensatez y mientras no recapacitéis, tú no bajarás de este barco y él no volverá a subir a bordo, a menos que sea por trabajo y obedeciendo órdenes.
No puedes decirme lo que puedo o no puedo hacer, soy mayor de edad.
No, no puedo, no soy tu verdadera madre, pero soy tu superior. ¿Quieres ponerme a prueba? Piensa bien la respuesta Bethania, siempre has querido ser capitán del Inferno, estudia qué posibilidades tienes de conseguirlo si desafías y desobedeces a tu superior.
Como madre se preocupaba por ella, pero no tenía potestad para tratarla como tal, porque no lo era y la joven ya era mayor de edad. Jamás utilizaría el argumento de la esclavitud en su contra, pero la realidad es que ella era propiedad de Morgan, literalmente y frente a la ley, porque sus papeles no llegaban.
no nos pongamos tan tensos, no quería que esta cena fuera un rapapolvo, aunque lo merecéis con creces. En realidad quería conocerte un poco más.- se dirigió a Alrek esta vez.- para saber que me puedo esperar, tú harías lo mismo en mi lugar.
Alrek Tollak- Cambiante Clase Alta
- Mensajes : 54
Fecha de inscripción : 21/06/2017
Re: El corazón de piedra verde (privado)
Tragué saliva cuando le dijo a su hija que ella era su superior, al parecer Dani no se había puesto la casaca de domingo para dar buena impresión al "novio" de su hija, si no para hacerme un interrogatorio que bien podía incluir la tortura.
Deslicé mis ojos por los afilaos cuchillos de la mesa, era consciente de que al menos aquí no los usaría ¿o si?
-¿Conocerme mejor? -pregunté con cierta sorpresa -Dan...Capitán Morgan, me conoces desde que me meaba encima ¿mejor?
Me eche a reir pero al parecer a la pirata no le hizo mucha gracia, así que con la copa llena pase el trago de nuevo mirando a ambas.
-Pues Padre me ha tirado de casa, estoy arreglándome una casa algo destartalada que hay cerca de la taberna, los hijos del Conde me ayudan y poco a poco toma forma.
Di un nuevo trago hundiendo mis lobunos ojos en los de la pirata.
-Pero algo me dice que no es exactamente lo que necesitas saber de mi, así que dispara.*
Bien, eso de que Ulf lo echara de casa era algo que ya sabía porque el general lo había comentado durante aquellos días antes de que los chicos regresaran, desde que ella tuvo noticias de sus informadores, tres semanas atrás, de que ponían rumbo a Noruega. Pinchó otro trozo de carne y comió con normalidad, como si aquello no fuera una situación incómoda, que desde luego para Bethania lo era.
— Me parece bien que te busques la vida, eso te curte más pronto. Supongo que serás un guerrero, un soldado como tu padre y tu hermano. ¿Qué opinas de que una mujer se dedique a l,o que le de la gana en vez de a hacerte la cena y limpiarle el culo a los niños?.— Buuuuuum!!. Directo al grano.
— Danielle!!.— Beth no la llamaba nunca “mamá” sólo cuando alguna vez habia estado enferme con fiebre y deliraba, a fin de cuentas ella nunca se lo impuso, y la niña ya habia tenido una madre antes.
— ¡Qué! ¿no me digas que tú no te lo preguntas? Son vikingos!! Hablan mucho de la libertad de sus mujeres pero en el fondo les encanta que te dediques a las labores de la casa y los esperes con la cena puesta. Es mejor saberlo antes, ¿no?*
Casi me atraganto ocn el trozo de carne que estaba masticando, tosí y di un buen trago para después mirar a Beth con cara de ¿a donde cojones me has metido?
Mis Ambar centellearon y se hundieron en los de la pirata.
-¿Que pienso de que las mujeres combatan, que sean escuderas? Pues que están en su derecho, como yo de derramar su sangre por estas tierras. Nada me anclaría si el valhalla me llamara, se lo que soy, se por lo que lucho y puedo entender que mi futura mujer tenga también sus guerras. Pero si me estas preguntando si quiero una mujer que coja el barco y se largue 6 meses a conocer nuevas tierras, te aseguro que la respuesta es no, a no ser que pueda ir con ella. ¿He respondido?*
Danielle se recostó sobre el respaldo de la silla y le hizo un gesto a Beth que significaba “ahí lo tienes”. Si no quería ser la fregona del cambiante, ya haría ella por buscarse otro lio más comprensivo, pero en fin, ya estaba dicho.
— Desde luego. Has respondido con creces.— siguió cenando con tranquilidad y rellenó las copas de vino, como si aquello no fuera más allá de unos simples comentarios incómodos.
No me pasó desapercibido ese gesto que le dedicó a su hija, como si le dejara claro que antes de dar mi respuesta ella ya la supiera.
Mi carácter Tollak, mas caótico que el de mi padre por la juventud no tardó en explotar, de un manotazo llamé su atención para que quitara de su gesto ese aire de superioridad que ostentaba.
Yo no era uno de sus putos marineros, quizás podía hacer callar a Beth, mas ni de lejos a mi.
-No se que crees estar haciendo, pero deja de trasladar a mi relación con tu hija los problemas que tengas con Höor y su afán por mantenerte en puerto.
Yo no miento, soy un lobo, necesito a mi pareja, y si es cierto que puedo separarme por breves temporadas de ella, pero no es exactamente lo que quiero. Pero hay muchas formas de hacer las cosas y si tu hija quiere saberlas, mas le vale preguntarlas y no darlas por hechas.*
La almirante sonrió de oreja a oreja. Igualito que su padre, sólo que Ulf tenía una Giuliana que lo hacía ser más sereno, y unos cuantos años más que le habían dado madurez.
— Te van a curtir el lomo, Tollak. Mucho. Esa bocaza como la de tu padre te costará muchos quebraderos de cabeza. Tienes razón, que lo pregunte ella, yo sólo pongo negro sobre blanco para que caigais en la cuenta de las consecuencias de las cosas y las penséis un poco antes de volver a cometer estupideces como la que habeis hecho. Por lo demás, no voy a discutir contigo, así que puedes tratar de provocarme cuanto quieras, si tu padre no lo consigue, menos lo conseguirás tú. ¿Postre?
Beth estaba alucinada, pero tomaba nota de todo cuanto estaba pasando allí, todos midiéndose y dando puñetazos sobre la mesa cada cual a su modo.
— Yo… creo que me voy a dormir. No tengo hambre.— se levantó de la mesa y salió del comedor zanjando así esa cena, que no había ido para nada bien, pero tampoco esperaba otra cosa. Si los Tollak pensaban que Morgan se había amansado con los años, estaban muy equivocados, no al menos en lo que concernía a su hija.*
-¿en que nos hemos equivocado exactamente? en ir a por la puta piedra que ayudará a Akershus o en acostarnos? ¿no te sigo?
Mas cuando Beth se puso de pie, también lo hice yo, señalando con el dedo a la pirata Morgan.
-No se que te ha hecho mi familia para este desprecio, peor la verdad, es que deberías de dejar que nosotros hablemos las cosas porque tu quizás tienes sueños frustrados distintos a los de tu hija.
Si, acaba de llamarla amargada y con esas se salió tras Beth interceptandola en el comedor.
-Lo siento, no esperaba esta cena.*
Danielle estalló en carcajadas y levantó la copa de vino cuando Alrek le espetó lo de su frustración y le dedicó un “¡Salud!” Antes de que se marchase. Estaba viendo en él todos los defectos de Ulf pero magnificados por las hormonas juveniles. No era un secreto que el lobo y ella no se llevaban del todo bien, él siempre había cuestionado su relación y sus métodos para todo, aunque habían sido capaces de trabajar en equipo por Akershus y por Höor. Ella se preguntaba si Alrek sería capaz de hacer eso, cosa que dudaba, porque el joven estaba hecho de guerra y belicosidad. Le importaba que Beth no echase por la borda su vida por un gañán, si es que finalmente Tollak lo era; podía ser que no, pero tan sólo quería protegerla de esos fracasos que tanto daño podían hacer.
— No pasa nada… ha sido… raro. Es mejor que te marches, ya… hablaremos.— Elma estaba tan desconcertada como decepcionada, por muchos motivos, por la desconfianza de Dani, por las palabras de Alrek, por todo en general y necesitaba un poco de tiempo para procesarlo.*
-pero...-abrí los brazos sin comprender, tensé el gesto apreté los dientes y resoplé dandole la espalda.
No entendía una mierda a ninguna de las dos.
Había accedido a ir a la cena porque Beth me importaba pero lo que había encontrado era un reproche tras otro por ser lo que era. Yo era un lobo, para mi el amor era importante, cuando lo sentía era de por vida y podía ser muy malo por no querer vivir una relación a distancia, pero no la quería.
No era mi padre, era capaz de apostar por rumbos diferentes, tampoco quería una esclava que me cocinara, desde luego las cosas no se solucionaban huyendo.
-Bien.
Y así me largué a mi casa destartalada, por esa noche había tenido mas que suficiente dosis pirata.*
Sabía que Beth se pasaría la noche reflexionando sobre lo que había sucedido allí dentro, y que no dormiría apenas, la conocía bien. Pero siempre había tratado de hacerla fuerte, y esta vez no sería distinto. Llamó a la puerta de su camarote y entró, encontrándola sobre la cama mirando por la ventana, ya sin el vestido, con la ropa cómoda de dormir.
— ¿Entiendes por qué lo he hecho?.— la morena asintió, pero evidentemente no estaba de acuerdo en algunas cosas.
— Lo has ofendido, porque en pocas palabras le has dicho que es un gañán.
— Lo sé, y sabía lo que estaba diciendo. No eres tonta y espero que él tampoco. Si lo es, te dejará marchar, porque nadie soporta una suegra así y una perspectiva de futuro como la que él mismo ha descrito, pero que podría ser cierta si fueras capitán de barco. Prefiero que me odie a mi que a ti, y prefiero que si esto es una aventura sin importancia, se acabe ya aquí, por tu bien y por el de todos. Si no lo es… entonces no habrá nada que pueda decir o hacer para impedirlo. Pero se lo tenía que poner difícil. ¿No se jacta de ser un guerrero? Pues que pelee un poco.
Besó la cabeza de Beth, como había hecho en infinidad de veces y se marchó a su camarote. El papel de bruja y de odiosa se le daba muy bien, ¿no eran acaso los piratas lo peor de todo? Pues ya está. Pero sus métodos siempre le habían funcionado, y pocas veces su instinto se equivocaba. Si el joven Tollak quería algo serio con Bethania, se lo tendría ganar, no sería una conquista más que añadir a sus cuentas. Ya la había visto llorar en silencio por culpa de Falkor, y lamentaba profundamente no poder colgar a ese imbécil por los huevos del palo mayor.*
Esa noche no dejé de darle vueltas a las palabras de Dani, si bien era cierto que me jodian en lo mas profundo de mi orgullo, no podía quitarles una parte de razón. Ella conocía mucho mejor los sueños de su hija que yo.
En nuestro viaje Beth hablaba del mar como si fuera su hogar, le brillaban los ojos cuando posaba las manso en el timón y curvaba su sonrisa cuando el viento golpeaba su rostro con aquel olor a salitre.
Por contra, yo era bosque, era madero, era fuego y mis instintos salvajes me llevaban a querer algo distinto a eso.
Si Beth llegaba a capitán, pasaría mucho tiempo en la mar, la guerra también robaría una gran parte del mío y nos convertiríamos en Höor y en Dani, apenas viéndonos.
La pregunta era ¿quería eso? ¿estaba dispuesto a luchar contra mis instintos por tener quizás dos meses de un año junto a Beth?
Lo que tenia claro es que ella me importaba y no pensaba ni de lejos arruinar sus sueños, si para ello tenia que hacerme a un lado hasta que tuviera respuesta a todas esas preguntas...lo haría*
Preguntas sin respuesta. Toda la noche dándole vueltas a esas cuestiones. Seguramente Alrek quisiera un modelo de familia como el suyo, y eso era algo que ella siempre había envidiado. Incluso los hijos de Höor, aunque su padre pasase largas temporadas fuera, habían recibido ese cariño y se apoyaban los unos a los otros. Sus circunstancias habían sido distintas y estaba agradecida por lo que había recibido, pero no estaba segura de querer el mismo tipo de vida para ella. Si lo analizaba friamente ¿un pirata no podía tener una familia o una relación si no era como la de Dani y Höor? ¿Quien dictaba la normas? ¿quién decía que no se podía tener todo? A fin de cuentas eran cuanto habían vivido. Posiblemente Alrek ansiaría lo que no tenia: esa libertad y esa forma de tener aventuras sin fin que podían tener quienes no se ataban a nada, pero al final volvería a sus costumbres. Y ella al contrario: teniendo la posibilidad de hacer carrera en la historia naval, ansiaría esa familia, ese hogar construido en piedra con chimenea y muchas risas infantiles. Pero luego siempre miraría al mar suspirando. ¡Joder que difícil! Preguntas que no tenían contestación por el momento pero que quizás pudiera hallar más adelante.
… Unos días más tarde…
No podía bajar del barco si no era por trabajo, y había cumplido las órdenes al menos hasta tener algo más claras las cosas. Esa noche Dani estaba en el castillo y el sobrecargo avisó a Beth que debía llevarle un mensaje urgente de una mercancía que se esperaba para primera hora y se retrasaría. Así que bajó a puerto, fue al castillo y entregó la misiva regresando después rumbo al Inferno. Cuando giró en la plaza donde estaba el Aifur desvió los ojos hacia la casa de Alrek y suspiró, iba a pasar de largo pero una mano salió de la oscuridad y la arrastró al callejón.
— shhhhh… ¿como estás? Me tenías preocupado.
— Falkor?…— gruñó y guardó la daga en el cinto.— te podría haber matado. No hagas eso nunca más.
— menudo lio habéis montado. Pensé que no regresarías y… me he dado cuenta de que eres muy importante para mi.— Beth puso los ojos en blanco y sacudió el brazo.
— Ya…suéltame. Vete a la taberna a tomar algo o yo que se… no quiero hablar contigo.
— ¿Por qué? vamos…antes teníamos confianza.hasta que descubrí que me mentías.
— no te mentí, no me preguntaste…
— no empieces de nuevo!! mira… da igual, déjame en paz.*
Llevaba días sin verla, dejé que pasara la tormenta, sin duda era lo mas adecuado dada la situación. Fue ella la que me pidió que abandonara el barco y volver a este no era para mi una opción, había escapado hasta Cuzco para coger una piedra, si quería verme, de seguro escaparía de puerto.
Esa noche los Cannif me dijeron de ir a la taberna, no me vendrían mal unas jarras para olvidarla, así que accedí.
Tras una noche de risas, pulsos, tiradas de dardos y alguna que otra bronca, los Cannif decidieron terminar la fiesta en el lago, yo por contra me iba ya a casa al igual que Sirius, había entrenado toda la mañana y llevaba la tarde entera acabando el tejado de la casa, así que necesitaba unas horas de sueño.
Fue cuando llegaba cuando ladeé la cabeza al escuchar la voz de Beth, por un momento pensé que el alcohol me jugaba malas pasadas, peor también mis sentidos captaban su olor, así que me dirigí al callejón para encontrarla con Falkor.
Gruñí, mis ojos centellearon en un ambar radioactivo.
Para verme a mi no había escapado pero para liarse con ese imbecil en el primer callejón a mano parecía si sacar tiempo la pirata.
Dejé escapar el aire mirando a ambos, mientras el cambiante me pedía que me largara que estaban "hablando" de cosas de mayores.*
— Alrek…— no acabó la frase porque Falkor la cogió de la cintura como si fueran íntimos o algo así. Beth se revolvió.— ¡te he dicho que me dejes en paz! ¿qué parte no has entendido?.
— Ajá. No me digas que tú y este…? ¿en serio?.— el hermano de Ataharal se echó a reir y negó con la cabeza.— pero si no es más que un crío con aires de grandeza.*
Me adentré en el callejón sin apartar mis ojos de los de Falkor, me sacaba años, no así envergadura.
- ¡Suéltala! solo lo diré una vez -mi labio superior se alzó mostrando mis colmillos. Si quería pelea no iba a achantarme por ser quien era, así que mas le valía meter su lengua de conquistador por el culo y probar mas suerte en la taberna.
Tiré de Beth para llevarla a mi espalda.
-¡Sal de aquí!*
Beth miró a Falkor con cierto rencor. ¿Aparecía para tratar de llevársela de nuevo a la cama? ¿se podía tener más jeta? Y encima se burlaba de Alrek, algo que no debería haber hecho porque conocía el temperamento del cambiante. Falkor lo miró con cierta diversión en la mirada, no le tenía mucha fe al pequeño Tollak por muy alto que fuera. Los ojos del búfalo se tornaron rojizos mientras cambiaba, sus enormes astas empezaban a crecer en su mata de pelo moreno. ¿En serio? Se estaban retando?? No tenía sentido, era una provocación de mierda, y veía que se iban a zurrar sin más.*
Caí de cuatro patas, tentado estuve de trasformarme en zorro, sin duda mucho mas acorde a la personalidad del hijo de puta que tenia delante.
Sacudí la cabeza al tiempo que mi espina dorsal se quebraba adquiriendo la forma de un lobo, el pelo rojizo cubría mi cuerpo y mi boca se afilaba hasta dar forma a un hocico cuadrado con potentes colmillos.
No esperé a que me invitara al baile, haberla tocado era mas que suficiente para que saltara y así lo hice. Zigzagueé, sabía que eran poderosos sus cuernos, aunque algo me decía que bastante mas los de su mujer, y busqué quebrarlo en el ultimo momento para abalanzarme por su flanco derecho hasta la yugular del búfalo.*
— Alrek por dios!! Falkor!! deteneos!!! Parad ya!!!.— agarró una caja que estaba en el callejón y la estampó contra los potentes cuartos delanteros del búfalo y con un tablón le dio al lobo.— ¡Ya está bien! Dejadlo ya!!.— no quería que se matasen por algo así. El gran cornudo pateó el suelo y sacudió fuerte la cabeza para sacarse al lobo de encima y de pronto se le ocurrió algo. Sacó la cuerda que llevaba en el cinto y la pasó alrededor del cuerno atándola a una canaleta de la casa colindante asegurándola con nudo corredero de doble ocho. Tiró y la cabeza de Falkor quedó atada sin más.
— Alrek ya!! sueltalo!!.— tiró del lobo para que lo soltase, tan sólo quería separarlos y entrar con él en su casa, alejarse del hermano de Atharal y que a la mañana siguiente no hubiera sangre en el callejón y dos vidas menos en Akershus.*
Sabor férreo en mi boca, aferrado a su cuello, gruñía sin aflojar el bocado mientras este se sacudía dispuesto a lanzarme contra las paredes y embestirme mas tarde.
Beth gritaba, pero con el ruido de uno y otro, su voz apenas era audible.
No se bien que pasó, cegado por la pelea y la adrenalina, solo supe que la cabeza de mi enemigo quedaba anudada y quieta y Beth colgada de mi cuello imploraba que aflojara.
Gruñí furioso, mas cedí finalmente no por ello sin dejar de gruñir desafiante.
Aun con la forma de lobo y echando furtivas miradas al callejón me dejé llevar por la pirata hasta mi propia casa.
Recuperé mi forma humana, permaneciendo solo los ámbar como reflejo claro de la tensión que acumulaba mi cuerpo, eso y las manchas de sangre que resbalaban por mi labios como recuerdo de una afrenta que ese cornudo se había buscado.
-¿estas bien? -pegunté preocupado repasando con mis manos su cuerpo como si pretendiera encontrar algo.*
Deslicé mis ojos por los afilaos cuchillos de la mesa, era consciente de que al menos aquí no los usaría ¿o si?
-¿Conocerme mejor? -pregunté con cierta sorpresa -Dan...Capitán Morgan, me conoces desde que me meaba encima ¿mejor?
Me eche a reir pero al parecer a la pirata no le hizo mucha gracia, así que con la copa llena pase el trago de nuevo mirando a ambas.
-Pues Padre me ha tirado de casa, estoy arreglándome una casa algo destartalada que hay cerca de la taberna, los hijos del Conde me ayudan y poco a poco toma forma.
Di un nuevo trago hundiendo mis lobunos ojos en los de la pirata.
-Pero algo me dice que no es exactamente lo que necesitas saber de mi, así que dispara.*
Bien, eso de que Ulf lo echara de casa era algo que ya sabía porque el general lo había comentado durante aquellos días antes de que los chicos regresaran, desde que ella tuvo noticias de sus informadores, tres semanas atrás, de que ponían rumbo a Noruega. Pinchó otro trozo de carne y comió con normalidad, como si aquello no fuera una situación incómoda, que desde luego para Bethania lo era.
— Me parece bien que te busques la vida, eso te curte más pronto. Supongo que serás un guerrero, un soldado como tu padre y tu hermano. ¿Qué opinas de que una mujer se dedique a l,o que le de la gana en vez de a hacerte la cena y limpiarle el culo a los niños?.— Buuuuuum!!. Directo al grano.
— Danielle!!.— Beth no la llamaba nunca “mamá” sólo cuando alguna vez habia estado enferme con fiebre y deliraba, a fin de cuentas ella nunca se lo impuso, y la niña ya habia tenido una madre antes.
— ¡Qué! ¿no me digas que tú no te lo preguntas? Son vikingos!! Hablan mucho de la libertad de sus mujeres pero en el fondo les encanta que te dediques a las labores de la casa y los esperes con la cena puesta. Es mejor saberlo antes, ¿no?*
Casi me atraganto ocn el trozo de carne que estaba masticando, tosí y di un buen trago para después mirar a Beth con cara de ¿a donde cojones me has metido?
Mis Ambar centellearon y se hundieron en los de la pirata.
-¿Que pienso de que las mujeres combatan, que sean escuderas? Pues que están en su derecho, como yo de derramar su sangre por estas tierras. Nada me anclaría si el valhalla me llamara, se lo que soy, se por lo que lucho y puedo entender que mi futura mujer tenga también sus guerras. Pero si me estas preguntando si quiero una mujer que coja el barco y se largue 6 meses a conocer nuevas tierras, te aseguro que la respuesta es no, a no ser que pueda ir con ella. ¿He respondido?*
Danielle se recostó sobre el respaldo de la silla y le hizo un gesto a Beth que significaba “ahí lo tienes”. Si no quería ser la fregona del cambiante, ya haría ella por buscarse otro lio más comprensivo, pero en fin, ya estaba dicho.
— Desde luego. Has respondido con creces.— siguió cenando con tranquilidad y rellenó las copas de vino, como si aquello no fuera más allá de unos simples comentarios incómodos.
No me pasó desapercibido ese gesto que le dedicó a su hija, como si le dejara claro que antes de dar mi respuesta ella ya la supiera.
Mi carácter Tollak, mas caótico que el de mi padre por la juventud no tardó en explotar, de un manotazo llamé su atención para que quitara de su gesto ese aire de superioridad que ostentaba.
Yo no era uno de sus putos marineros, quizás podía hacer callar a Beth, mas ni de lejos a mi.
-No se que crees estar haciendo, pero deja de trasladar a mi relación con tu hija los problemas que tengas con Höor y su afán por mantenerte en puerto.
Yo no miento, soy un lobo, necesito a mi pareja, y si es cierto que puedo separarme por breves temporadas de ella, pero no es exactamente lo que quiero. Pero hay muchas formas de hacer las cosas y si tu hija quiere saberlas, mas le vale preguntarlas y no darlas por hechas.*
La almirante sonrió de oreja a oreja. Igualito que su padre, sólo que Ulf tenía una Giuliana que lo hacía ser más sereno, y unos cuantos años más que le habían dado madurez.
— Te van a curtir el lomo, Tollak. Mucho. Esa bocaza como la de tu padre te costará muchos quebraderos de cabeza. Tienes razón, que lo pregunte ella, yo sólo pongo negro sobre blanco para que caigais en la cuenta de las consecuencias de las cosas y las penséis un poco antes de volver a cometer estupideces como la que habeis hecho. Por lo demás, no voy a discutir contigo, así que puedes tratar de provocarme cuanto quieras, si tu padre no lo consigue, menos lo conseguirás tú. ¿Postre?
Beth estaba alucinada, pero tomaba nota de todo cuanto estaba pasando allí, todos midiéndose y dando puñetazos sobre la mesa cada cual a su modo.
— Yo… creo que me voy a dormir. No tengo hambre.— se levantó de la mesa y salió del comedor zanjando así esa cena, que no había ido para nada bien, pero tampoco esperaba otra cosa. Si los Tollak pensaban que Morgan se había amansado con los años, estaban muy equivocados, no al menos en lo que concernía a su hija.*
-¿en que nos hemos equivocado exactamente? en ir a por la puta piedra que ayudará a Akershus o en acostarnos? ¿no te sigo?
Mas cuando Beth se puso de pie, también lo hice yo, señalando con el dedo a la pirata Morgan.
-No se que te ha hecho mi familia para este desprecio, peor la verdad, es que deberías de dejar que nosotros hablemos las cosas porque tu quizás tienes sueños frustrados distintos a los de tu hija.
Si, acaba de llamarla amargada y con esas se salió tras Beth interceptandola en el comedor.
-Lo siento, no esperaba esta cena.*
Danielle estalló en carcajadas y levantó la copa de vino cuando Alrek le espetó lo de su frustración y le dedicó un “¡Salud!” Antes de que se marchase. Estaba viendo en él todos los defectos de Ulf pero magnificados por las hormonas juveniles. No era un secreto que el lobo y ella no se llevaban del todo bien, él siempre había cuestionado su relación y sus métodos para todo, aunque habían sido capaces de trabajar en equipo por Akershus y por Höor. Ella se preguntaba si Alrek sería capaz de hacer eso, cosa que dudaba, porque el joven estaba hecho de guerra y belicosidad. Le importaba que Beth no echase por la borda su vida por un gañán, si es que finalmente Tollak lo era; podía ser que no, pero tan sólo quería protegerla de esos fracasos que tanto daño podían hacer.
— No pasa nada… ha sido… raro. Es mejor que te marches, ya… hablaremos.— Elma estaba tan desconcertada como decepcionada, por muchos motivos, por la desconfianza de Dani, por las palabras de Alrek, por todo en general y necesitaba un poco de tiempo para procesarlo.*
-pero...-abrí los brazos sin comprender, tensé el gesto apreté los dientes y resoplé dandole la espalda.
No entendía una mierda a ninguna de las dos.
Había accedido a ir a la cena porque Beth me importaba pero lo que había encontrado era un reproche tras otro por ser lo que era. Yo era un lobo, para mi el amor era importante, cuando lo sentía era de por vida y podía ser muy malo por no querer vivir una relación a distancia, pero no la quería.
No era mi padre, era capaz de apostar por rumbos diferentes, tampoco quería una esclava que me cocinara, desde luego las cosas no se solucionaban huyendo.
-Bien.
Y así me largué a mi casa destartalada, por esa noche había tenido mas que suficiente dosis pirata.*
Sabía que Beth se pasaría la noche reflexionando sobre lo que había sucedido allí dentro, y que no dormiría apenas, la conocía bien. Pero siempre había tratado de hacerla fuerte, y esta vez no sería distinto. Llamó a la puerta de su camarote y entró, encontrándola sobre la cama mirando por la ventana, ya sin el vestido, con la ropa cómoda de dormir.
— ¿Entiendes por qué lo he hecho?.— la morena asintió, pero evidentemente no estaba de acuerdo en algunas cosas.
— Lo has ofendido, porque en pocas palabras le has dicho que es un gañán.
— Lo sé, y sabía lo que estaba diciendo. No eres tonta y espero que él tampoco. Si lo es, te dejará marchar, porque nadie soporta una suegra así y una perspectiva de futuro como la que él mismo ha descrito, pero que podría ser cierta si fueras capitán de barco. Prefiero que me odie a mi que a ti, y prefiero que si esto es una aventura sin importancia, se acabe ya aquí, por tu bien y por el de todos. Si no lo es… entonces no habrá nada que pueda decir o hacer para impedirlo. Pero se lo tenía que poner difícil. ¿No se jacta de ser un guerrero? Pues que pelee un poco.
Besó la cabeza de Beth, como había hecho en infinidad de veces y se marchó a su camarote. El papel de bruja y de odiosa se le daba muy bien, ¿no eran acaso los piratas lo peor de todo? Pues ya está. Pero sus métodos siempre le habían funcionado, y pocas veces su instinto se equivocaba. Si el joven Tollak quería algo serio con Bethania, se lo tendría ganar, no sería una conquista más que añadir a sus cuentas. Ya la había visto llorar en silencio por culpa de Falkor, y lamentaba profundamente no poder colgar a ese imbécil por los huevos del palo mayor.*
Esa noche no dejé de darle vueltas a las palabras de Dani, si bien era cierto que me jodian en lo mas profundo de mi orgullo, no podía quitarles una parte de razón. Ella conocía mucho mejor los sueños de su hija que yo.
En nuestro viaje Beth hablaba del mar como si fuera su hogar, le brillaban los ojos cuando posaba las manso en el timón y curvaba su sonrisa cuando el viento golpeaba su rostro con aquel olor a salitre.
Por contra, yo era bosque, era madero, era fuego y mis instintos salvajes me llevaban a querer algo distinto a eso.
Si Beth llegaba a capitán, pasaría mucho tiempo en la mar, la guerra también robaría una gran parte del mío y nos convertiríamos en Höor y en Dani, apenas viéndonos.
La pregunta era ¿quería eso? ¿estaba dispuesto a luchar contra mis instintos por tener quizás dos meses de un año junto a Beth?
Lo que tenia claro es que ella me importaba y no pensaba ni de lejos arruinar sus sueños, si para ello tenia que hacerme a un lado hasta que tuviera respuesta a todas esas preguntas...lo haría*
Preguntas sin respuesta. Toda la noche dándole vueltas a esas cuestiones. Seguramente Alrek quisiera un modelo de familia como el suyo, y eso era algo que ella siempre había envidiado. Incluso los hijos de Höor, aunque su padre pasase largas temporadas fuera, habían recibido ese cariño y se apoyaban los unos a los otros. Sus circunstancias habían sido distintas y estaba agradecida por lo que había recibido, pero no estaba segura de querer el mismo tipo de vida para ella. Si lo analizaba friamente ¿un pirata no podía tener una familia o una relación si no era como la de Dani y Höor? ¿Quien dictaba la normas? ¿quién decía que no se podía tener todo? A fin de cuentas eran cuanto habían vivido. Posiblemente Alrek ansiaría lo que no tenia: esa libertad y esa forma de tener aventuras sin fin que podían tener quienes no se ataban a nada, pero al final volvería a sus costumbres. Y ella al contrario: teniendo la posibilidad de hacer carrera en la historia naval, ansiaría esa familia, ese hogar construido en piedra con chimenea y muchas risas infantiles. Pero luego siempre miraría al mar suspirando. ¡Joder que difícil! Preguntas que no tenían contestación por el momento pero que quizás pudiera hallar más adelante.
… Unos días más tarde…
No podía bajar del barco si no era por trabajo, y había cumplido las órdenes al menos hasta tener algo más claras las cosas. Esa noche Dani estaba en el castillo y el sobrecargo avisó a Beth que debía llevarle un mensaje urgente de una mercancía que se esperaba para primera hora y se retrasaría. Así que bajó a puerto, fue al castillo y entregó la misiva regresando después rumbo al Inferno. Cuando giró en la plaza donde estaba el Aifur desvió los ojos hacia la casa de Alrek y suspiró, iba a pasar de largo pero una mano salió de la oscuridad y la arrastró al callejón.
— shhhhh… ¿como estás? Me tenías preocupado.
— Falkor?…— gruñó y guardó la daga en el cinto.— te podría haber matado. No hagas eso nunca más.
— menudo lio habéis montado. Pensé que no regresarías y… me he dado cuenta de que eres muy importante para mi.— Beth puso los ojos en blanco y sacudió el brazo.
— Ya…suéltame. Vete a la taberna a tomar algo o yo que se… no quiero hablar contigo.
— ¿Por qué? vamos…antes teníamos confianza.hasta que descubrí que me mentías.
— no te mentí, no me preguntaste…
— no empieces de nuevo!! mira… da igual, déjame en paz.*
Llevaba días sin verla, dejé que pasara la tormenta, sin duda era lo mas adecuado dada la situación. Fue ella la que me pidió que abandonara el barco y volver a este no era para mi una opción, había escapado hasta Cuzco para coger una piedra, si quería verme, de seguro escaparía de puerto.
Esa noche los Cannif me dijeron de ir a la taberna, no me vendrían mal unas jarras para olvidarla, así que accedí.
Tras una noche de risas, pulsos, tiradas de dardos y alguna que otra bronca, los Cannif decidieron terminar la fiesta en el lago, yo por contra me iba ya a casa al igual que Sirius, había entrenado toda la mañana y llevaba la tarde entera acabando el tejado de la casa, así que necesitaba unas horas de sueño.
Fue cuando llegaba cuando ladeé la cabeza al escuchar la voz de Beth, por un momento pensé que el alcohol me jugaba malas pasadas, peor también mis sentidos captaban su olor, así que me dirigí al callejón para encontrarla con Falkor.
Gruñí, mis ojos centellearon en un ambar radioactivo.
Para verme a mi no había escapado pero para liarse con ese imbecil en el primer callejón a mano parecía si sacar tiempo la pirata.
Dejé escapar el aire mirando a ambos, mientras el cambiante me pedía que me largara que estaban "hablando" de cosas de mayores.*
— Alrek…— no acabó la frase porque Falkor la cogió de la cintura como si fueran íntimos o algo así. Beth se revolvió.— ¡te he dicho que me dejes en paz! ¿qué parte no has entendido?.
— Ajá. No me digas que tú y este…? ¿en serio?.— el hermano de Ataharal se echó a reir y negó con la cabeza.— pero si no es más que un crío con aires de grandeza.*
Me adentré en el callejón sin apartar mis ojos de los de Falkor, me sacaba años, no así envergadura.
- ¡Suéltala! solo lo diré una vez -mi labio superior se alzó mostrando mis colmillos. Si quería pelea no iba a achantarme por ser quien era, así que mas le valía meter su lengua de conquistador por el culo y probar mas suerte en la taberna.
Tiré de Beth para llevarla a mi espalda.
-¡Sal de aquí!*
Beth miró a Falkor con cierto rencor. ¿Aparecía para tratar de llevársela de nuevo a la cama? ¿se podía tener más jeta? Y encima se burlaba de Alrek, algo que no debería haber hecho porque conocía el temperamento del cambiante. Falkor lo miró con cierta diversión en la mirada, no le tenía mucha fe al pequeño Tollak por muy alto que fuera. Los ojos del búfalo se tornaron rojizos mientras cambiaba, sus enormes astas empezaban a crecer en su mata de pelo moreno. ¿En serio? Se estaban retando?? No tenía sentido, era una provocación de mierda, y veía que se iban a zurrar sin más.*
Caí de cuatro patas, tentado estuve de trasformarme en zorro, sin duda mucho mas acorde a la personalidad del hijo de puta que tenia delante.
Sacudí la cabeza al tiempo que mi espina dorsal se quebraba adquiriendo la forma de un lobo, el pelo rojizo cubría mi cuerpo y mi boca se afilaba hasta dar forma a un hocico cuadrado con potentes colmillos.
No esperé a que me invitara al baile, haberla tocado era mas que suficiente para que saltara y así lo hice. Zigzagueé, sabía que eran poderosos sus cuernos, aunque algo me decía que bastante mas los de su mujer, y busqué quebrarlo en el ultimo momento para abalanzarme por su flanco derecho hasta la yugular del búfalo.*
— Alrek por dios!! Falkor!! deteneos!!! Parad ya!!!.— agarró una caja que estaba en el callejón y la estampó contra los potentes cuartos delanteros del búfalo y con un tablón le dio al lobo.— ¡Ya está bien! Dejadlo ya!!.— no quería que se matasen por algo así. El gran cornudo pateó el suelo y sacudió fuerte la cabeza para sacarse al lobo de encima y de pronto se le ocurrió algo. Sacó la cuerda que llevaba en el cinto y la pasó alrededor del cuerno atándola a una canaleta de la casa colindante asegurándola con nudo corredero de doble ocho. Tiró y la cabeza de Falkor quedó atada sin más.
— Alrek ya!! sueltalo!!.— tiró del lobo para que lo soltase, tan sólo quería separarlos y entrar con él en su casa, alejarse del hermano de Atharal y que a la mañana siguiente no hubiera sangre en el callejón y dos vidas menos en Akershus.*
Sabor férreo en mi boca, aferrado a su cuello, gruñía sin aflojar el bocado mientras este se sacudía dispuesto a lanzarme contra las paredes y embestirme mas tarde.
Beth gritaba, pero con el ruido de uno y otro, su voz apenas era audible.
No se bien que pasó, cegado por la pelea y la adrenalina, solo supe que la cabeza de mi enemigo quedaba anudada y quieta y Beth colgada de mi cuello imploraba que aflojara.
Gruñí furioso, mas cedí finalmente no por ello sin dejar de gruñir desafiante.
Aun con la forma de lobo y echando furtivas miradas al callejón me dejé llevar por la pirata hasta mi propia casa.
Recuperé mi forma humana, permaneciendo solo los ámbar como reflejo claro de la tensión que acumulaba mi cuerpo, eso y las manchas de sangre que resbalaban por mi labios como recuerdo de una afrenta que ese cornudo se había buscado.
-¿estas bien? -pegunté preocupado repasando con mis manos su cuerpo como si pretendiera encontrar algo.*
Bethania- Humano Clase Baja
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Localización : Akershus
Re: El corazón de piedra verde (privado)
Estaba tensa, la confrontación entre Alrek y Falkor la había puesto muy nerviosa, sabía lo brutos que eran los vikingos y no imaginaba que los cambiantes fueran aún más viscerales, pero por lo que había podido comprobar, lo eran. Respiraba agitada, Dani la iba a matar si se enteraba que había provocado un lío en un trayecto tan corto. Joder!! Sólo tenia que entregar un maldito mensaje en el castillo y volver, no era tan complicado ¿no?. Alrek sangraba por el labio, al parecer era casi toda la sangre del búfalo, él era un carnívoro y el otro un herbívoro con muy mala leche. Miró alrededor y vio una toalla sobre una silla y se acercó a quitarle la sangre de la cara.
— ¿Y tú estás bien?.— estaba deseando poder cruzar algunas palabras con él, pero a la vez lo evitaba porque sabía que sería un lio y…¡basta ya de pensar tonterías!.— quería venir pero…no puedo escaparme tan fácilmente.*
La miré mientras esta deslizaba el trapo por mis labios para limpiarme los restos de sangre aun viva.
Era evidente que esto iba a traerme consecuencias, el gilipollas cornudo ese era hermano de Atharal y le había abierto el cuello.
-Estoy bien -dije sin poder dejar de buscar heridas por su cuerpo -¿te ha hecho algo ese hijo de puta? lo hubiera matado.
La adrenalina aun corría por mis venas, era un lobo y la verdad en pleno apogeo, el control no era mi fuerte en estos momentos.
-Escapaste para cruzar medio mundo, dudo que no hayas podido venir antes, mas bien no has querido.
Siempre era directo, decía lo que pensaba y las medias tintas no eran lo mío.
-pero lo entiendo.
Hizo un mohín y lanzó la toalla a la silla de nuevo. Eso no era verdad.
— Eso es injusto. Quería venir, pero me juego mucho. Tenía que pensar y no está la situación para que nos caigan ya más broncas. Igual a ti te da lo mismo, pero a mi no. Quiero ser capitán, algun día lo seré, es lo que siempre he querido, demostrar que soy mucho más que una cría enclenque que Dani rescató de un mercado de carne. Me crucé con Falkor por casualidad, y… bah! Da igual. No te importa en absoluto.*
Enarque una ceja todavía con el cabreo patente en mi mirada.
-¿Tengo pinta de que me importe un mierda lo que me cuentas?
Me encogí de hombros, dejando escapar el aire algo frustrado y caminé hacia la mesa donde una botella de whisky medio vacía y dos vasos se encontraba.
-¿quieres? -pregunté llenando a medias mi vaso y esperando una respuesta.
-Tu madre es una gran anfitriona, no le presentes a muchos novios parece experta en lanzarlos por la borda.*
Puso lo ojos en blanco, no le faltaba razón en lo que estaba diciendo, pero él no tenía ni idea de cómo era Dani en realidad.
— Vale, no fue la mejor cena del mundo, pero tú tampoco tienes la razón universal!! No tienes ni idea de quién es!! Es la única persona que sin saber ni mi nombre se apiadó de mi. ¿Qué hubiera hecho tu padre? ¿comprarme para ordeñaros las vacas? Me ha dado una vida, una educación y aunque no pienso como ella, le debo un montón de cosas y no quiero joderla más. ¿Tanto te cuesta entenderlo? .— cogió uno de los vasos y se bebió el contenido de un trago.*
Guardé silencio por un momento mordiéndome la lengua, no porque esencia le faltara razón. Mi padre era un lobo, no lleva bien machos en su territorio, ni siquiera sus propios hijos cuando ya alcanzábamos cierta edad, de igual modo en tiempos difíciles lo primero era criar a su prole y si, supongo que la hubiera comprado como mucho para eso.
Pero no hablábamos de mi padre, si no de su madre y si bien era cierto que la había acogido como una hija, eso no le daba derecho a mover los hilos de su vida, a no ser que en parte a Beth le interesara que así fuera.
-Es mas fácil poner como excusa a tu madre que tener que decirme a la cara que ni de lejos soy lo que quieres en tu vida.
-¡BOOM! También se me daba bien eso de soltar las cosas directas, en algo me parecía a su querida madre.*
Lo miró de hito en hito cerrando los puños, la barbilla empezó a temblarle notando como la ira la corroía y pujaba por salir. En eso no era como dani, tenía tendencia aq explotar mucho más fácilmente que ella.
— ¿Y qué quieres tú? Una aventura como Falkor? Pues te puedes ir a la mierda como él!! ¿qué quieres de mi? Que te prometa que te haré la cena y te llevaré las zapatillas si llegamos a algo? Pues no!! Ve enterándote ya!! .— su pecho subía y bajaba agitado, plantándole cara al cambiante, una dura lucha interna en la que se debatía su temperamento contra sus instintos. No era norteña, nació bajo el sol mediterráneo y no iba con ella ese carácter tan frío que ostentaban los británicos.*
El vaso que sujetaba con la diestra fue lanzado con fuerza contra la medio apagada chimenea, el fogonazo no se hizo de esperar, tampoco mi gruñido que delataba hasta que punto sus palabras me habían ofendido.
-¿eso piensas de mi? Lo mismo que Dani ¿verdad? Por eso no replicaste, no te has esforzado en conocerme una mierda, aquí el único sincero he sido yo. Tu eres una cobarde que se esconde detrás de la casaca y de tus sueños para no afrontar la única verdad que hay en esto. ¡No soy mi padre!
Me acerqué a la puerta para abrirla.
-Tenias razón, esto es una muy mala idea, te acompañaré a puerto.*
— desde luego que no eres tu padre…piensas demasiado.— le replicó cerrando la puerta en sus narices y agarrándolo por las mejillas para besarlo con furia. Era un maldito cabezota engreído que pensaba cuando no tenía que pensar. No era ahora cuando deseaba que le entrase el sentido común, joder. No pensaba que fuera exactamente como Dani dijo, pero estaba insegura, tampoco pensaba que Falkor estuviera casado, ya se la habían colado una vez, y deseaba que Alrek no se la colara pero ¿cómo saberlo? Era complicado conocer a la personas, y que éstas no cambiasen con los años y las cosas que les sucedían… qué sabía ella!! Si sólo era una pipiola con más responsabilidades de las que la chicas de su edad solían asumir.*
La puerta se cerró en mis narices, iba a replicar cuando un beso salvaje acalló mi furibundo gruñido. Mis manso ávidas de ella se deslizaron por su cuerpo mientras mis labios respondían aquel frenético beso en el que nos habíamos sumido. La puerta se convirtió en lecho improvisado, mi cuerpo en cárcel y el encuentro empezó rudo, ambos necesitábamos descargar toda al adrenalina de la pelea, de la discusión y de nuestros propios miedos.Mas terminamos desnudos frente a la lumbre buscándonos, encontrándonos, saboreando un instante mas calmo en el que las caricias se sucedieron y las miradas se prendieron de fuego.
Me dejé caer a un lado de la alfombra con mi pecho aun subiendo y bajando, giré la cabeza con una sonrisa boba para mirarla.
-No ha estado mal -bromee riéndome -supongo que no puedes quedarte…*
Resopló colocándose la mano en la frente, no, no podía quedarse si no quería que la castigaran a limpiar las letrinas todos los días de su vida.
— No puedo. Pero espero que me pasen al primer grado pronto. Cuando al menos me deje bajar a puerto y hacer las labores normales, aunque sean de marinero raso…— se mordió el labio inferior.— No creo que seas como tu padre. Estaba enfadada por haberme encontrado con Falkor, que me dijo que… bah, da igual. No quiero pensarlo. Lo siento, yo sólo… quiero creer que te importo lo suficiente como para…pffff…tengo que irme.— se levantó y empezó a vestirse, no podía demorarse más y tampoco quería hablar más porque ya se había ido de la boca demasiado.*
Beth se levanto dejando las frases a medias, eso no me ayudaría a comprender que demonios esperaba de mi.
-No puedes hablar y no decir nada...termina la frase, no es tan difícil -dije mientras buscaba mis pantalones, mi camisola y como ella me calzaba las botas.
-Voy acompañarte, no porque sea un machista que piensa que una mujer no es capaz de protegerse sola, si no porque me preocupo por ti y no quiero vuelvas a encontrarte a ese cretino,sin mi. Se que tu madre y mi padre no son precisamente grandes amigos, se que tu madre piensa que mi padre es un bárbaro que tiene a mi madre esclavizada, quizás deberías hablar con Giuliana, te darías cuenta de que no es así. No voy a decirte que es fácil estar con un lobo, pero ¿acaso lo es con un pirata? Höor no es lobo y tampoco siempre lidia fácil con tu madre ¿no es cierto?*
— Lo sé, los he visto durante años mirarse en silencio porque estaban enfadados y a la vez desear que el otro rompiera ese silencio…absurdo, estúpido…yo que sé. Pero.. lo que quiero decir es que… no puedo creer en la palabra de nadie Alrek. No tienes ni idea de lo que es ser vendida una y otra vez, no saber si mañana despertarás o te habrán comido los cerdos. Mi madre me prometió que cuidaría de mi, y…la mataron. Falkor me prometió cosas y nada era verdad…¿cómo puedo fiarme de alguien? Dani siempre me dijo que tengo que ser fuerte porque el mundo es duro, y lo he comprobado desde pequeña, ella no me ha engañado ni me ha prometido nada. Ha cumplido su palabra, me dijo que aprendería a ser lo que yo quisiera y que su misión siempre sería ayudarme en eso.— se encogió de hombros colocándose su camisa y abotonando las piezas redondas que se había soltado.— ¿cómo puedo saber que no me estoy exponiendo a sufrir de nuevo? Llámame cobarde, no me importa, los piratas no somos héroes.*
-No lo sabes, tampoco yo, en esto no hay el camino fácil, bueno si, el de salir corriendo, pero tampoco pensaba que los piratas fuerais unos cobardes.
No te he prometido nada...Falkor si lo hizo ¿sabes por que no he prometido que te haré feliz? porque no se si seré capaz de hacerlo, ni si esto es lo que quiero. Se que aspiras ser capitán, yo se que no quiero una vida como la de Höor. Llámame bocazas, lo soy, pero mi padre me enseño a decir la verdad.
Él mostró a mi madre su cara desde el principio,ella fue libre de tomarla o no... yo veo la tuya aunque me la escondas, el mar es tu hogar, pero la tierra es el mío y no se si puedo encontrar puntos intermedios.
Anda, vamos a puerto, o tu madre te colgará o te hará saltar de las tablas esas... o como quiera castiguéis los piratas.*
Al final resultaría que Alrek Tollak no era un completo patán, y había hablado con mucho sentido común. No podía prometerle nada porque no sabía si era lo que quería, porque si lo supiera como poco sería extraño, a esa edad y sin conocerse, no sería normal que considerasen que estaban hechos el uno para el otro, sería de memos. Asintió y se alejaron hacia el puerto donde la pasarela de la Reina Ana unía tierra y mar.
— Bueno… entonces…nos vemos por ahí…cuando no esté castigada. Que descanses.— no iba a decirle que no buscase a Falkor, porque al final entre ellos pasaría lo que tuviera que pasar y ella no podría hacer nada al estar encerrada en el buque. Cruzó la pasarela y subió a cubierta saludando al vigía del segundo turno de noche.*
— ¿Y tú estás bien?.— estaba deseando poder cruzar algunas palabras con él, pero a la vez lo evitaba porque sabía que sería un lio y…¡basta ya de pensar tonterías!.— quería venir pero…no puedo escaparme tan fácilmente.*
La miré mientras esta deslizaba el trapo por mis labios para limpiarme los restos de sangre aun viva.
Era evidente que esto iba a traerme consecuencias, el gilipollas cornudo ese era hermano de Atharal y le había abierto el cuello.
-Estoy bien -dije sin poder dejar de buscar heridas por su cuerpo -¿te ha hecho algo ese hijo de puta? lo hubiera matado.
La adrenalina aun corría por mis venas, era un lobo y la verdad en pleno apogeo, el control no era mi fuerte en estos momentos.
-Escapaste para cruzar medio mundo, dudo que no hayas podido venir antes, mas bien no has querido.
Siempre era directo, decía lo que pensaba y las medias tintas no eran lo mío.
-pero lo entiendo.
Hizo un mohín y lanzó la toalla a la silla de nuevo. Eso no era verdad.
— Eso es injusto. Quería venir, pero me juego mucho. Tenía que pensar y no está la situación para que nos caigan ya más broncas. Igual a ti te da lo mismo, pero a mi no. Quiero ser capitán, algun día lo seré, es lo que siempre he querido, demostrar que soy mucho más que una cría enclenque que Dani rescató de un mercado de carne. Me crucé con Falkor por casualidad, y… bah! Da igual. No te importa en absoluto.*
Enarque una ceja todavía con el cabreo patente en mi mirada.
-¿Tengo pinta de que me importe un mierda lo que me cuentas?
Me encogí de hombros, dejando escapar el aire algo frustrado y caminé hacia la mesa donde una botella de whisky medio vacía y dos vasos se encontraba.
-¿quieres? -pregunté llenando a medias mi vaso y esperando una respuesta.
-Tu madre es una gran anfitriona, no le presentes a muchos novios parece experta en lanzarlos por la borda.*
Puso lo ojos en blanco, no le faltaba razón en lo que estaba diciendo, pero él no tenía ni idea de cómo era Dani en realidad.
— Vale, no fue la mejor cena del mundo, pero tú tampoco tienes la razón universal!! No tienes ni idea de quién es!! Es la única persona que sin saber ni mi nombre se apiadó de mi. ¿Qué hubiera hecho tu padre? ¿comprarme para ordeñaros las vacas? Me ha dado una vida, una educación y aunque no pienso como ella, le debo un montón de cosas y no quiero joderla más. ¿Tanto te cuesta entenderlo? .— cogió uno de los vasos y se bebió el contenido de un trago.*
Guardé silencio por un momento mordiéndome la lengua, no porque esencia le faltara razón. Mi padre era un lobo, no lleva bien machos en su territorio, ni siquiera sus propios hijos cuando ya alcanzábamos cierta edad, de igual modo en tiempos difíciles lo primero era criar a su prole y si, supongo que la hubiera comprado como mucho para eso.
Pero no hablábamos de mi padre, si no de su madre y si bien era cierto que la había acogido como una hija, eso no le daba derecho a mover los hilos de su vida, a no ser que en parte a Beth le interesara que así fuera.
-Es mas fácil poner como excusa a tu madre que tener que decirme a la cara que ni de lejos soy lo que quieres en tu vida.
-¡BOOM! También se me daba bien eso de soltar las cosas directas, en algo me parecía a su querida madre.*
Lo miró de hito en hito cerrando los puños, la barbilla empezó a temblarle notando como la ira la corroía y pujaba por salir. En eso no era como dani, tenía tendencia aq explotar mucho más fácilmente que ella.
— ¿Y qué quieres tú? Una aventura como Falkor? Pues te puedes ir a la mierda como él!! ¿qué quieres de mi? Que te prometa que te haré la cena y te llevaré las zapatillas si llegamos a algo? Pues no!! Ve enterándote ya!! .— su pecho subía y bajaba agitado, plantándole cara al cambiante, una dura lucha interna en la que se debatía su temperamento contra sus instintos. No era norteña, nació bajo el sol mediterráneo y no iba con ella ese carácter tan frío que ostentaban los británicos.*
El vaso que sujetaba con la diestra fue lanzado con fuerza contra la medio apagada chimenea, el fogonazo no se hizo de esperar, tampoco mi gruñido que delataba hasta que punto sus palabras me habían ofendido.
-¿eso piensas de mi? Lo mismo que Dani ¿verdad? Por eso no replicaste, no te has esforzado en conocerme una mierda, aquí el único sincero he sido yo. Tu eres una cobarde que se esconde detrás de la casaca y de tus sueños para no afrontar la única verdad que hay en esto. ¡No soy mi padre!
Me acerqué a la puerta para abrirla.
-Tenias razón, esto es una muy mala idea, te acompañaré a puerto.*
— desde luego que no eres tu padre…piensas demasiado.— le replicó cerrando la puerta en sus narices y agarrándolo por las mejillas para besarlo con furia. Era un maldito cabezota engreído que pensaba cuando no tenía que pensar. No era ahora cuando deseaba que le entrase el sentido común, joder. No pensaba que fuera exactamente como Dani dijo, pero estaba insegura, tampoco pensaba que Falkor estuviera casado, ya se la habían colado una vez, y deseaba que Alrek no se la colara pero ¿cómo saberlo? Era complicado conocer a la personas, y que éstas no cambiasen con los años y las cosas que les sucedían… qué sabía ella!! Si sólo era una pipiola con más responsabilidades de las que la chicas de su edad solían asumir.*
La puerta se cerró en mis narices, iba a replicar cuando un beso salvaje acalló mi furibundo gruñido. Mis manso ávidas de ella se deslizaron por su cuerpo mientras mis labios respondían aquel frenético beso en el que nos habíamos sumido. La puerta se convirtió en lecho improvisado, mi cuerpo en cárcel y el encuentro empezó rudo, ambos necesitábamos descargar toda al adrenalina de la pelea, de la discusión y de nuestros propios miedos.Mas terminamos desnudos frente a la lumbre buscándonos, encontrándonos, saboreando un instante mas calmo en el que las caricias se sucedieron y las miradas se prendieron de fuego.
Me dejé caer a un lado de la alfombra con mi pecho aun subiendo y bajando, giré la cabeza con una sonrisa boba para mirarla.
-No ha estado mal -bromee riéndome -supongo que no puedes quedarte…*
Resopló colocándose la mano en la frente, no, no podía quedarse si no quería que la castigaran a limpiar las letrinas todos los días de su vida.
— No puedo. Pero espero que me pasen al primer grado pronto. Cuando al menos me deje bajar a puerto y hacer las labores normales, aunque sean de marinero raso…— se mordió el labio inferior.— No creo que seas como tu padre. Estaba enfadada por haberme encontrado con Falkor, que me dijo que… bah, da igual. No quiero pensarlo. Lo siento, yo sólo… quiero creer que te importo lo suficiente como para…pffff…tengo que irme.— se levantó y empezó a vestirse, no podía demorarse más y tampoco quería hablar más porque ya se había ido de la boca demasiado.*
Beth se levanto dejando las frases a medias, eso no me ayudaría a comprender que demonios esperaba de mi.
-No puedes hablar y no decir nada...termina la frase, no es tan difícil -dije mientras buscaba mis pantalones, mi camisola y como ella me calzaba las botas.
-Voy acompañarte, no porque sea un machista que piensa que una mujer no es capaz de protegerse sola, si no porque me preocupo por ti y no quiero vuelvas a encontrarte a ese cretino,sin mi. Se que tu madre y mi padre no son precisamente grandes amigos, se que tu madre piensa que mi padre es un bárbaro que tiene a mi madre esclavizada, quizás deberías hablar con Giuliana, te darías cuenta de que no es así. No voy a decirte que es fácil estar con un lobo, pero ¿acaso lo es con un pirata? Höor no es lobo y tampoco siempre lidia fácil con tu madre ¿no es cierto?*
— Lo sé, los he visto durante años mirarse en silencio porque estaban enfadados y a la vez desear que el otro rompiera ese silencio…absurdo, estúpido…yo que sé. Pero.. lo que quiero decir es que… no puedo creer en la palabra de nadie Alrek. No tienes ni idea de lo que es ser vendida una y otra vez, no saber si mañana despertarás o te habrán comido los cerdos. Mi madre me prometió que cuidaría de mi, y…la mataron. Falkor me prometió cosas y nada era verdad…¿cómo puedo fiarme de alguien? Dani siempre me dijo que tengo que ser fuerte porque el mundo es duro, y lo he comprobado desde pequeña, ella no me ha engañado ni me ha prometido nada. Ha cumplido su palabra, me dijo que aprendería a ser lo que yo quisiera y que su misión siempre sería ayudarme en eso.— se encogió de hombros colocándose su camisa y abotonando las piezas redondas que se había soltado.— ¿cómo puedo saber que no me estoy exponiendo a sufrir de nuevo? Llámame cobarde, no me importa, los piratas no somos héroes.*
-No lo sabes, tampoco yo, en esto no hay el camino fácil, bueno si, el de salir corriendo, pero tampoco pensaba que los piratas fuerais unos cobardes.
No te he prometido nada...Falkor si lo hizo ¿sabes por que no he prometido que te haré feliz? porque no se si seré capaz de hacerlo, ni si esto es lo que quiero. Se que aspiras ser capitán, yo se que no quiero una vida como la de Höor. Llámame bocazas, lo soy, pero mi padre me enseño a decir la verdad.
Él mostró a mi madre su cara desde el principio,ella fue libre de tomarla o no... yo veo la tuya aunque me la escondas, el mar es tu hogar, pero la tierra es el mío y no se si puedo encontrar puntos intermedios.
Anda, vamos a puerto, o tu madre te colgará o te hará saltar de las tablas esas... o como quiera castiguéis los piratas.*
Al final resultaría que Alrek Tollak no era un completo patán, y había hablado con mucho sentido común. No podía prometerle nada porque no sabía si era lo que quería, porque si lo supiera como poco sería extraño, a esa edad y sin conocerse, no sería normal que considerasen que estaban hechos el uno para el otro, sería de memos. Asintió y se alejaron hacia el puerto donde la pasarela de la Reina Ana unía tierra y mar.
— Bueno… entonces…nos vemos por ahí…cuando no esté castigada. Que descanses.— no iba a decirle que no buscase a Falkor, porque al final entre ellos pasaría lo que tuviera que pasar y ella no podría hacer nada al estar encerrada en el buque. Cruzó la pasarela y subió a cubierta saludando al vigía del segundo turno de noche.*
Alrek Tollak- Cambiante Clase Alta
- Mensajes : 54
Fecha de inscripción : 21/06/2017
Re: El corazón de piedra verde (privado)
Danielle se quedó en el castillo tras recibir el mensaje de manos de la morenita, como sabía que estaría tentada de pasar a ver a Alrek mandó a alguien a seguirla y regresó al rato con el informe. Se sentó en el borde de la cama de Höor.
— Lo que imaginaba. ¿Qué hago? Lo dejo pasar? Ha desobedecido la orden de no desviarse de sus tareas…pero también puedo entenderla. No quiero que le rompan el corazón.— le preguntó a Höor que estaba lavándose la cara frente al espejo.— pffff… no me mires como si estuviera loca. Estoy segura de que si en vez de Alrek fuera Sirius estarías frenético porque una pirata con malas pulgas lo podría hacer trizas sentimentalmente hablando.*
Ladeé la sonrisa escuchándola, tomé la toalla secando las gotas que resbalaban por mi mentón y mis pestañas y tras devolverla a su lugar caminé hacia la pirata.
-Es Joven, es normal que se salte las normas y los castigos y tu has impuesto uno demasiado duro. Por esa regla de tres Niels viviría eternamente en el torreón del castillo.
— pues deberías valorarlo…los padres de las muchachas de Akershus te lo agradecerian.— sonrió, porque en cuestiones de hijos Höor tenía más experiencia y se fiaba bastante de su consejo.
-Pues agradece que Beth tenga buen juicio y en vez de fijarse en mi hijo, lo haga en el del General Tollak. Es un buen muchacho, es cierto que tiene carácter ¿pero quien no lo tiene a esa edad?. No podemos protegerlos de sufrir, hemos criado a nuestros hijos, les hemos dado herramientas para discernir lo correcto de lo incorrecto y equivocarse es parte del aprendizaje, no decidas por ella. Sirius ama una loba que en luna llena se convierte en bestia y ¿me ves nervioso?. También es verdad que mi hijo puede arrasar Akershus con una tormenta, quizás, eso me ayuda a pensar que nada es lo suficiente peligroso para él -bromeé.
Asintió reflexionando sobre aquellas palabras. Él había sido un padre bastante ausente por las incesantes campañas y no habían salido nada mal, ella había estado bastante encima de Bethania, quizás se estaba equivocando en presionarla así. Hablaria con ella cuando regresase al puerto.
— Quizás tengas razón, he sido bastante dura, pero sin disciplina no se sobrevive en el mar, aquí las cosas son distintas. Supongo que por esta vez tendré que fiarme de la forma “Cannif” de hacer las cosas…— estiró las manos haciendole un gesto para que se acercara, siempre había preocupaciones en Akershus, ya fuera la guerra, la cosecha, los negocios o los hijos. Como equipo funcionaban bastante bien, así que se tomaría en serio el consejo que había pedido.— Así que soy demasiado dura…¿y contigo? Tú también te saltas mis cabreos por el forro?*
Gateé sobre su piel con picardia, quedando sobre ella, mi aliento penetró entre sus labios mientras admiraba a la mujer que tenia entre mis brazos. - Me salto tus cabreos porque ya tengo practica en ello. Eres imposible, pero admito que nunca me han ido las cosas fáciles. ¿y tu que? me dejas con la palabra en la boca y me das la espalda, hacerte claudicar es mas difícil que traer a Akershsus la paz.
Deslicé mis dedos por su rostro, Dani y yo habíamos pasado mucho y aun a día de hoy siempre sentía que nuestra relación estaba en una cuerda floja.
Supongo que ambos eramos complicados…*
— El héroe perfecto y la mujer equivocada…¿qué esperabas?.— pasaba el tiempo y se entendían algo mejor, eran capaces de no romperse la vajilla en la cabeza a la mínima que soplara el viento en otra dirección. Pero seguían siendo como dos elementos distintos chocando sin parar: fuego y agua.— ahora no estoy enfadada…¿acaso quieres empezar una batalla?.— lo provocó conteniendo la sonrisa a duras penas.*
Empuje mi pelvis contra su centro acomodándome entre sus piernas.
-Batallar contigo es un placer indescriptible pirata -susurré contra sus labios devolviéndole la provocación.
-¿te arrepientes? ya sabes a lo que me refiero... dices que temes que Alrek haga daño a Beth, pero nosotros nos hemos hecho daño muchas veces, tu vida hubiera sido mas fácil lejos del rebelde equivocado.*
Deslizó los dedos por su rostro aún húmedo al que seguía sin acostumbrarse, era como contemplarlo por primera vez cuando lo tenía cerca.
— Y las que nos quedan…¿cuándo he dejado yo escapar un reto?. Hum. Es cierto que quizás mi vida sería más fácil de haber elegido a un cocinero, a estas horas lo tendría haciendome postres y trayendo chocolate para hacer más dulce la batalla…pero como eres un guerrero más agrio que la bilis de troll, me conformaré con un meneo así, al estilo nórdico. Bleh.— picarse era cuanto necesitaban para acabar riendose o dando un portazo, el resultado era variable segun la ocasión.*
Me eché a reír negando con la cabeza, con la pirata no se podía hablar en serio, siempre salía con alguna de estas.
-Asi que un cocinero -susurré arrastrando las palabras -tendré que matarlos a todos -musité antes de perderme en el sabor de sus besos.
Alcé su camisola y con rudeza le arranqué las bragas ladeando la sonrisa.
-Dosis de troll en marcha -bromeé adentrándome en su abismo despacio, acallando sus gruñidos con mis labios.
Nuestros cuerpos se enredaron como la hiedra sobre el blanco lecho de sabanas recién puestas.
La lumbre lamió nuestra piel que se perlaba en sudor por la fricción de dos cuerpos que como nosotros combustionaban cada vez que se encontraban.
Si bien era cierto que éramos polos opuestos, era innegable la atracción que producía eso.
-Te quiero -susurré centrando mi mirada turbia en sus dos mares navegables.
Puede que mi vida siempre pendiera de una soga, no solo porque Dani era una pirata y yo el Héroe de una tierra infestada de monstruos, si no porque la vida que habíamos elegido era demasiado complicada para dos humanos.*
Muchas veces había subestimado la capacidad emocional de Höor y finalmente era él el más expresivo de los dos, aunque a veces perdiera el control con más furia, se desbloqueaba antes que ella. Le había costado mucho tiempo decirle que le quería, no era dada a ello, era como si al decirlo fuera más vulnerable o como si perdiera sentido…era extraño. Pero sabía que él también necesitaba oirlo.
— Y sigo sin saber si lo merezco. Yo también te quiero, Höor Cannif.— acarició su nuca instándolo a quedarse así abrazados un rato, no le molestaba su peso, si apoyaba la rodilla en el hueco de sus piernas, no la aplastaba y le apetecía sentirlo así, completamente en sus brazos.*
Aun adentró, acompasando nuestra respiración a la del otro y con los dedos de Dani paseándose por mi espalda y nuca me pregunté si yo hubiera dado la misma respuesta que ella.Sin duda era la mujer de mi vida, pero si había algo de lo que me arrepentía, al final siempre entre nosotros quedaban medias tintas, había evolucionado mucho la relación hasta nuestros días y aun así, guardábamos miedos y secretos bajo las sabanas.
— Lo que imaginaba. ¿Qué hago? Lo dejo pasar? Ha desobedecido la orden de no desviarse de sus tareas…pero también puedo entenderla. No quiero que le rompan el corazón.— le preguntó a Höor que estaba lavándose la cara frente al espejo.— pffff… no me mires como si estuviera loca. Estoy segura de que si en vez de Alrek fuera Sirius estarías frenético porque una pirata con malas pulgas lo podría hacer trizas sentimentalmente hablando.*
Ladeé la sonrisa escuchándola, tomé la toalla secando las gotas que resbalaban por mi mentón y mis pestañas y tras devolverla a su lugar caminé hacia la pirata.
-Es Joven, es normal que se salte las normas y los castigos y tu has impuesto uno demasiado duro. Por esa regla de tres Niels viviría eternamente en el torreón del castillo.
— pues deberías valorarlo…los padres de las muchachas de Akershus te lo agradecerian.— sonrió, porque en cuestiones de hijos Höor tenía más experiencia y se fiaba bastante de su consejo.
-Pues agradece que Beth tenga buen juicio y en vez de fijarse en mi hijo, lo haga en el del General Tollak. Es un buen muchacho, es cierto que tiene carácter ¿pero quien no lo tiene a esa edad?. No podemos protegerlos de sufrir, hemos criado a nuestros hijos, les hemos dado herramientas para discernir lo correcto de lo incorrecto y equivocarse es parte del aprendizaje, no decidas por ella. Sirius ama una loba que en luna llena se convierte en bestia y ¿me ves nervioso?. También es verdad que mi hijo puede arrasar Akershus con una tormenta, quizás, eso me ayuda a pensar que nada es lo suficiente peligroso para él -bromeé.
Asintió reflexionando sobre aquellas palabras. Él había sido un padre bastante ausente por las incesantes campañas y no habían salido nada mal, ella había estado bastante encima de Bethania, quizás se estaba equivocando en presionarla así. Hablaria con ella cuando regresase al puerto.
— Quizás tengas razón, he sido bastante dura, pero sin disciplina no se sobrevive en el mar, aquí las cosas son distintas. Supongo que por esta vez tendré que fiarme de la forma “Cannif” de hacer las cosas…— estiró las manos haciendole un gesto para que se acercara, siempre había preocupaciones en Akershus, ya fuera la guerra, la cosecha, los negocios o los hijos. Como equipo funcionaban bastante bien, así que se tomaría en serio el consejo que había pedido.— Así que soy demasiado dura…¿y contigo? Tú también te saltas mis cabreos por el forro?*
Gateé sobre su piel con picardia, quedando sobre ella, mi aliento penetró entre sus labios mientras admiraba a la mujer que tenia entre mis brazos. - Me salto tus cabreos porque ya tengo practica en ello. Eres imposible, pero admito que nunca me han ido las cosas fáciles. ¿y tu que? me dejas con la palabra en la boca y me das la espalda, hacerte claudicar es mas difícil que traer a Akershsus la paz.
Deslicé mis dedos por su rostro, Dani y yo habíamos pasado mucho y aun a día de hoy siempre sentía que nuestra relación estaba en una cuerda floja.
Supongo que ambos eramos complicados…*
— El héroe perfecto y la mujer equivocada…¿qué esperabas?.— pasaba el tiempo y se entendían algo mejor, eran capaces de no romperse la vajilla en la cabeza a la mínima que soplara el viento en otra dirección. Pero seguían siendo como dos elementos distintos chocando sin parar: fuego y agua.— ahora no estoy enfadada…¿acaso quieres empezar una batalla?.— lo provocó conteniendo la sonrisa a duras penas.*
Empuje mi pelvis contra su centro acomodándome entre sus piernas.
-Batallar contigo es un placer indescriptible pirata -susurré contra sus labios devolviéndole la provocación.
-¿te arrepientes? ya sabes a lo que me refiero... dices que temes que Alrek haga daño a Beth, pero nosotros nos hemos hecho daño muchas veces, tu vida hubiera sido mas fácil lejos del rebelde equivocado.*
Deslizó los dedos por su rostro aún húmedo al que seguía sin acostumbrarse, era como contemplarlo por primera vez cuando lo tenía cerca.
— Y las que nos quedan…¿cuándo he dejado yo escapar un reto?. Hum. Es cierto que quizás mi vida sería más fácil de haber elegido a un cocinero, a estas horas lo tendría haciendome postres y trayendo chocolate para hacer más dulce la batalla…pero como eres un guerrero más agrio que la bilis de troll, me conformaré con un meneo así, al estilo nórdico. Bleh.— picarse era cuanto necesitaban para acabar riendose o dando un portazo, el resultado era variable segun la ocasión.*
Me eché a reír negando con la cabeza, con la pirata no se podía hablar en serio, siempre salía con alguna de estas.
-Asi que un cocinero -susurré arrastrando las palabras -tendré que matarlos a todos -musité antes de perderme en el sabor de sus besos.
Alcé su camisola y con rudeza le arranqué las bragas ladeando la sonrisa.
-Dosis de troll en marcha -bromeé adentrándome en su abismo despacio, acallando sus gruñidos con mis labios.
Nuestros cuerpos se enredaron como la hiedra sobre el blanco lecho de sabanas recién puestas.
La lumbre lamió nuestra piel que se perlaba en sudor por la fricción de dos cuerpos que como nosotros combustionaban cada vez que se encontraban.
Si bien era cierto que éramos polos opuestos, era innegable la atracción que producía eso.
-Te quiero -susurré centrando mi mirada turbia en sus dos mares navegables.
Puede que mi vida siempre pendiera de una soga, no solo porque Dani era una pirata y yo el Héroe de una tierra infestada de monstruos, si no porque la vida que habíamos elegido era demasiado complicada para dos humanos.*
Muchas veces había subestimado la capacidad emocional de Höor y finalmente era él el más expresivo de los dos, aunque a veces perdiera el control con más furia, se desbloqueaba antes que ella. Le había costado mucho tiempo decirle que le quería, no era dada a ello, era como si al decirlo fuera más vulnerable o como si perdiera sentido…era extraño. Pero sabía que él también necesitaba oirlo.
— Y sigo sin saber si lo merezco. Yo también te quiero, Höor Cannif.— acarició su nuca instándolo a quedarse así abrazados un rato, no le molestaba su peso, si apoyaba la rodilla en el hueco de sus piernas, no la aplastaba y le apetecía sentirlo así, completamente en sus brazos.*
Aun adentró, acompasando nuestra respiración a la del otro y con los dedos de Dani paseándose por mi espalda y nuca me pregunté si yo hubiera dado la misma respuesta que ella.Sin duda era la mujer de mi vida, pero si había algo de lo que me arrepentía, al final siempre entre nosotros quedaban medias tintas, había evolucionado mucho la relación hasta nuestros días y aun así, guardábamos miedos y secretos bajo las sabanas.
Danielle Morgan- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 21/08/2017
Re: El corazón de piedra verde (privado)
Lo sucedido esa noche se quedó ahí, Danielle regresó a la mañana siguiente al barco y se sentó a desayunar con Bethania, indicándole que sabía lo que había ocurrido.
— Esto es una ciudad pequeña, aquí todo se sabe.— La morenita iba a protestar para decirle que no fue culpa suya que Falkor anduviera por allí dando la murga, pero la almirante levantó la mano en un gesto autoritario.— Déjalo. Estás relevada de tu castigo, tienes el primer grado, empieza por traer los albaranes de descarga de los próximos días.
La inglesa decidió hacerle caso a Höor y dejar que su niña cometiera sus propios errores. No podía protegerla de todo, ya era una mujer y aunque en el fondo siempre sería para ella esa niña desvalida que la miraba con ojos de corderito sobre la tarima del mercado de esclavos, debía dejarla volar. Beth enarcó las cejas. ¿En serio? No solo no la castigaba sino que le levantaba el otro castigo? De qué iba todo aquello? Danielle levantó los ojos del té y la miró.— ¿Piensas que me voy a hacer vieja esperando esos albaranes? largo!.— cuando Beth se marchó todavía algo alucinada, la rubia sonrió y negó con la cabeza apurando su té, tenía mucho papeleo que hacer.*
Como esperaba, de vuelta del puerto, Falkor clamaba venganza, claro que no solo. Bien sabia que quejarse a mi padre o a su hermano del ultraje recibido por un niñato de nada le serviría, los vikingos solucionábamos a golpes nuestros problemas con frecuencia, asi que nadie se metería en esto que nos enfrentaba a ambos.
Ladeé la sonrisa con mis ojos centelleando ámbar.
-Vaya, una reunión de herbívoros, ¿que habéis decidido dar una lección al lobo? -bromeé con cierta diversión, mientras me ponía en guardia.
La paliza de seis contra uno no fue poca cosa, pero mi honor quedó intacto y Beth había llegado sana y salva, si tenia que evaluar la noche con una palabra, seria positiva.
A la mañana siguiente como de costumbre fui al patio de armas a entrenar, padre me giró la cara con los dedos percatándose de que iba marcado con puñetazos, el labio roto, peor no hizo comentario al respecto, posiblemente ya sabia lo que había sucedido con Beth, en Akershus la información corría como la pólvora.
-Tu madre dice que tienes que pasar después por el templo ,algo relacionado con la piedra verde que encontrasteis.
Asentí volviendo a lazar el acero para golpear el del general...
Horas después, tras darme un baño en el lago, acudí ante madre donde me habían requerido, debía ser algo importante, pues desde la ultima vez que vimos algo ayudados por la piedra de la clarividencia, no habíamos vuelto a ser convocados.*
Tras acabar sus menesteres en el puerto, regresó al barco a llevar los papeles. Lo cierto es que sentaba de lujo volver a pisar tierra, a hablar con la gente y simplemente a oler los puestos de comida, porque estar encerrada en el barco era un suplicio, más que nada porque estaba anclado, no tenía nada que ver con cuando se echaban al mar. Buscó entre la gente los ojos traviesos del cambiante, pero no caería esa breva, era un guerrero y debía entrenar para sus objetivos. Después de comer llegó un mensajero de Giuliana, que requería a Beth en el templo. Habían reconstruido un viejo templo de piedra que ya no estaba consagrado a ningun dios en particular y lo usaban a veces de improvisado laboratorio de magia o para cualquier cosa que necesitasen. El corazón de piedra verde había sido ubicado allí para estudio y vigilancia por parte de las oráculo y las brujas y brujos del lugar, pero no le habían sacado apenas nada en claro.
Beth llegó sola hasta la puerta y atravesó el linde, que estaba protegido por unas runas. Allí estaba Alrek también y lo miró con cierta cara de extrañeza. La madre del rubio se acercó a ellos, ya debía estar al tanto de lo que había pasado, pero al parecer había algo urgente que tratar. Ulf también estaba y Danielle acudió más tarde con Höor, andaban repasando la reconstrucción del Avenger, seriamente tocado tras la última batalla. Atharal se adelantó unos pasos y se colocó en medio de todos para ser escuchado.
— traigo nuevas de Siveringen. El ataque que fue predicho por esa piedra, se dio tal cual lo describisteis. Lo pudimos contener, gracias a la advertencia, y las bajas han sido mínimas. El resultado ha sido muy positivo. La visión fue completamente igual a la descrita.
Así que era eso, habían sido los receptores de la visión y se había cumplido al cien por cien. Giuliana miró a los dos jóvenes.
— Necesitamos que pongáis de nuevo las manos sobre la piedra, yo intentaré unir las mías, a ver si consigo entender cómo funciona y por qué lo hace sólo con vosotros.*
Me acerqué al altar donde tenían la piedra, Beth caminaba a mi lado, sin duda si aquello ayudaba a los míos, si evitaba ataques de Randulf bienvenida fuera esa magia que nos unia a ambos.
Ladeé la sonrisa de forma engreída mirando a la pirata.
-Parece que el destino se empeña en juntarnos ¿vas a desobedecer los designios de los dioses? -pregunté guiñándole un ojo mientras posaba mis manso en la piedra de Cuzco.
Era un bocazas, eso era innegable, pero de momento quería seguir conociendo a la pirata, había pasado una buena noche con ella y me era indiferente las advertencias de Dani.*
No había más remedio que hacerlo, igualmente no estaba muy segura de por qué eso funcionaba sólo cuando ambos colocaban las manos a la vez, había hipotetizado un montón de tonterías sobre eso, y no daba con ninguna que pudiera servir. Avanzó y lo hizo igual que la otra vez, pero cuando los ojos se les pusieron blancos absorbidos por la potente magia de la piedra de jade, Giuliana colocó la mano sobre las de los dos y su magia oscura entró en conflicto con la del dios sol Inti. Al parecer, no era capaz de conectarse a la energía limpia de esa piedra y la bruja fue sacudida hacia atrás con violencia. Inti no quería revelarle el sino a nadie más que a sus dos descubridores. La visión fue bastante potente: una boda en una aldea, la plaza del pueblo adornada y engalanada y de pronto ríos de sangre carmesí tiñendo el suelo. El ataque sería fatídico y los resultados muy penosos para los rebeldes. La visión se desvaneció y despertaron del trance.
— Podría ser cualquier aldea…— protestó Atharal.
— había un pequeño fauno con dos flautas en la fuente del pueblo…— Beth trataba de fijarse en los detalles, porque eso era lo que les ayudaría a descifrarlo.*
Al poner ambos las manos sobre la piedra verde sentí una sacudida de poder, mis ojos se volvieron blancos y de un respingó mi cabeza se lanzó hacia atrás adentrándome en una especie de sueño. Es ese duermevela, vi aquella aldea donde se celebraba una boda llena de felicidad, niños e invitados celebraban ante nuestros dioses el enlace de sus allegados
Luego caos, sangre, muerte, niños con miembros cercenados, mujeres violadas...
Abrí los ojos de golpe y los hundí en los de Beth por un instante.
Mi madre había salido despedida, Ulf la ayudaba a levantarse, aferrándola con fuerza preocupado.
-No, no es cualquier aldea -corregí a Atharal, la cascada cae del fiordo directo a un lago de aguas claras. Lo vi a sus espaldas.
-Es la aldea de Fossmork -atajó Höor -estoy casi seguro, por la descripción, ha de ser ahí.
-Era de día -dije mirando a Höor, tenemos que ir, no sabemos cuando se producirá el ataque, ni si ya ha pasado.*
— Yo también voy.— sentenció la morenita. Danielle enarcó una ceja e iba a responder que ni hablar, pero Höor le puso la mano sobre el antebrazo deteniéndola. ¿Y ahora qué? También tenía que dejar que fuera a ponerse en peligro? Resopló y frunció el ceño. Miró a Höor y a Alrek y les apuntó con el dedo.
— Es responsabilidad vuestra si le pasa algo, os cortaré los huevos y los colgaré del palo mayor.*
-Tu mujer tiene muy mala Hostia Höor -dije ladeando la sonrisa mientras este se echaba a reír.
-Pues mas te vale que no le pase nada, le tengo gran estima a los huevos que cuelgan entre mis piernas.
Höor confiaba en los dos, supongo que estaba mas acostumbrado a dejar que sus hijos corrieran peligros, al fin de cuentas nos habían entrenado para ser guerreros, no niños a los que meter en burbujas.
-Y tu Beth, cuida del mendrugo del hijo de mi general, tienes mas cabeza que él insensato ese -dijo Höor sin mas dándonos la espalda. Dani no parecía muy contenta con la decisión, pude verlo en su mirada, pero no enfrentó en ese momento a Höor y su decisión tomada. Padre dijo que prepararía un pequeño ejercito que nos acompañara y que partiríamos con las primeras luces del alba, que mas nos valía descansar.
-¿Te vienes a mi casa a descansar Beth? - dije con una sonrisa antes de que Dani me atravesara con sus afiladas dagas.*
Los ojos de Morgan fulminaron a Alrek, de no ser porque Höor y Ulf estaban delante y se llevaría infinidad de chascarrillos durante días, le habría arrancado las orejas. Frunció los labios en una mueca de no estar nada conforme pero dio su brazo a torcer.
— bien. Pero no te acostumbres.— miró al cambiante y entornó los ojos.— bien jugado, por esta vez.*
Ladeé la sonrisa de forma soberbia, sabia lo que Dani pensaba de mi y Beth lo que yo pensaba de lo nuestro, así que supongo que las cartas estaban sobre la mesa a falta de que la joven pirata levantara las suyas. Mi padre no se materia en nada de esto, como Höor pensaba que los líos de faldas eran cosa mía, y aunque imaginaba lo que podía pensar de Dani y de la vida que tenia, él no iba a opinar si una vida sin mujer que calentara mi lecho cada noche es lo que yo elegía.
-¿eso es un si Beth? -pregunté devolviendo mis ojos pardos a ella.*
La joven miró a unos y otros como pensando “¿qué cojones pasa aquí?” Que todo el mundo opinaba sobre su vida y lo que debería o no hacer. Se cruzó de brazos y compuso una mueca de disconformidad.
— No, no quiero descansar, quiero ir a cenar y a la taberna, llevo un mes recluida.— y luego lo que sucediese a continuación, sería solo cosa de ellos, como si quería dormir colgada del palo de la bandera.
A Dani no le hizo gracia, evidentemente, pero al menos Beth había dado una respuesta completamente suya, sin darle la razón a ninguno, ni a su madre que prefería que durmiese en el barco, ni a Alrek que daba por hecho que iría con él. Los piratas siempre hacían lo que les daba la gana. La morena se dio la vuelta y salió del templo resoplando pero al sentir los rayos del sol en la cara se detuvo e hizo un gesto con el puño. Era libre otra vez!! Encaró a Alrek con la sonrisa en el rostro.
— ¿Vamos? Y mañana iremos a impedir que eso suceda!! Serás el héroe y yo te ayudaré, como habíamos planeado!!.*
El plan sonaba bien, cena y taberna ¿que mas podía pedirle a una mujer?
-¿Cenamos en mi casa? estamos al lado de la taberna y así puedes probar lo bien que preparó la carne poco hecha.
-No seas rata -le dijo mi padre pegándome una colleja -saca a la chica fuera, beber y divertiros, ya a tu casa llévala al final de la noche.- Cuando la pirata lo fulminó con la mirada se echó a reir echándole el brazo a Hoor por encima.
-¿Vamos al asador? -le pregunté rodeando su cintura con mi brazo divertido -¿así que seré el Héroe?*
— humm… te dejaré el mérito a ti, bocazas. Como siempre pasa con los piratas. Al menos pagarás tú la cena ¿no?.— Se marcharon bromeando y dándose empujones y collejas.
Danielle se cruzó de brazos y miró a Höor un poco contrariada. Había dado su brazo a torcer al levantarle el castigo a Beth, pero de ahí a que Alrek le tomase el pelo de esa forma y con Ulf delante…el cabreo estaba servido, pero no lo manifestaría delante del lobo.
— Tengo trabajo que hacer, nos vemos luego.— salió del templo algo airada y resoplando.
— Esto es una ciudad pequeña, aquí todo se sabe.— La morenita iba a protestar para decirle que no fue culpa suya que Falkor anduviera por allí dando la murga, pero la almirante levantó la mano en un gesto autoritario.— Déjalo. Estás relevada de tu castigo, tienes el primer grado, empieza por traer los albaranes de descarga de los próximos días.
La inglesa decidió hacerle caso a Höor y dejar que su niña cometiera sus propios errores. No podía protegerla de todo, ya era una mujer y aunque en el fondo siempre sería para ella esa niña desvalida que la miraba con ojos de corderito sobre la tarima del mercado de esclavos, debía dejarla volar. Beth enarcó las cejas. ¿En serio? No solo no la castigaba sino que le levantaba el otro castigo? De qué iba todo aquello? Danielle levantó los ojos del té y la miró.— ¿Piensas que me voy a hacer vieja esperando esos albaranes? largo!.— cuando Beth se marchó todavía algo alucinada, la rubia sonrió y negó con la cabeza apurando su té, tenía mucho papeleo que hacer.*
Como esperaba, de vuelta del puerto, Falkor clamaba venganza, claro que no solo. Bien sabia que quejarse a mi padre o a su hermano del ultraje recibido por un niñato de nada le serviría, los vikingos solucionábamos a golpes nuestros problemas con frecuencia, asi que nadie se metería en esto que nos enfrentaba a ambos.
Ladeé la sonrisa con mis ojos centelleando ámbar.
-Vaya, una reunión de herbívoros, ¿que habéis decidido dar una lección al lobo? -bromeé con cierta diversión, mientras me ponía en guardia.
La paliza de seis contra uno no fue poca cosa, pero mi honor quedó intacto y Beth había llegado sana y salva, si tenia que evaluar la noche con una palabra, seria positiva.
A la mañana siguiente como de costumbre fui al patio de armas a entrenar, padre me giró la cara con los dedos percatándose de que iba marcado con puñetazos, el labio roto, peor no hizo comentario al respecto, posiblemente ya sabia lo que había sucedido con Beth, en Akershus la información corría como la pólvora.
-Tu madre dice que tienes que pasar después por el templo ,algo relacionado con la piedra verde que encontrasteis.
Asentí volviendo a lazar el acero para golpear el del general...
Horas después, tras darme un baño en el lago, acudí ante madre donde me habían requerido, debía ser algo importante, pues desde la ultima vez que vimos algo ayudados por la piedra de la clarividencia, no habíamos vuelto a ser convocados.*
Tras acabar sus menesteres en el puerto, regresó al barco a llevar los papeles. Lo cierto es que sentaba de lujo volver a pisar tierra, a hablar con la gente y simplemente a oler los puestos de comida, porque estar encerrada en el barco era un suplicio, más que nada porque estaba anclado, no tenía nada que ver con cuando se echaban al mar. Buscó entre la gente los ojos traviesos del cambiante, pero no caería esa breva, era un guerrero y debía entrenar para sus objetivos. Después de comer llegó un mensajero de Giuliana, que requería a Beth en el templo. Habían reconstruido un viejo templo de piedra que ya no estaba consagrado a ningun dios en particular y lo usaban a veces de improvisado laboratorio de magia o para cualquier cosa que necesitasen. El corazón de piedra verde había sido ubicado allí para estudio y vigilancia por parte de las oráculo y las brujas y brujos del lugar, pero no le habían sacado apenas nada en claro.
Beth llegó sola hasta la puerta y atravesó el linde, que estaba protegido por unas runas. Allí estaba Alrek también y lo miró con cierta cara de extrañeza. La madre del rubio se acercó a ellos, ya debía estar al tanto de lo que había pasado, pero al parecer había algo urgente que tratar. Ulf también estaba y Danielle acudió más tarde con Höor, andaban repasando la reconstrucción del Avenger, seriamente tocado tras la última batalla. Atharal se adelantó unos pasos y se colocó en medio de todos para ser escuchado.
— traigo nuevas de Siveringen. El ataque que fue predicho por esa piedra, se dio tal cual lo describisteis. Lo pudimos contener, gracias a la advertencia, y las bajas han sido mínimas. El resultado ha sido muy positivo. La visión fue completamente igual a la descrita.
Así que era eso, habían sido los receptores de la visión y se había cumplido al cien por cien. Giuliana miró a los dos jóvenes.
— Necesitamos que pongáis de nuevo las manos sobre la piedra, yo intentaré unir las mías, a ver si consigo entender cómo funciona y por qué lo hace sólo con vosotros.*
Me acerqué al altar donde tenían la piedra, Beth caminaba a mi lado, sin duda si aquello ayudaba a los míos, si evitaba ataques de Randulf bienvenida fuera esa magia que nos unia a ambos.
Ladeé la sonrisa de forma engreída mirando a la pirata.
-Parece que el destino se empeña en juntarnos ¿vas a desobedecer los designios de los dioses? -pregunté guiñándole un ojo mientras posaba mis manso en la piedra de Cuzco.
Era un bocazas, eso era innegable, pero de momento quería seguir conociendo a la pirata, había pasado una buena noche con ella y me era indiferente las advertencias de Dani.*
No había más remedio que hacerlo, igualmente no estaba muy segura de por qué eso funcionaba sólo cuando ambos colocaban las manos a la vez, había hipotetizado un montón de tonterías sobre eso, y no daba con ninguna que pudiera servir. Avanzó y lo hizo igual que la otra vez, pero cuando los ojos se les pusieron blancos absorbidos por la potente magia de la piedra de jade, Giuliana colocó la mano sobre las de los dos y su magia oscura entró en conflicto con la del dios sol Inti. Al parecer, no era capaz de conectarse a la energía limpia de esa piedra y la bruja fue sacudida hacia atrás con violencia. Inti no quería revelarle el sino a nadie más que a sus dos descubridores. La visión fue bastante potente: una boda en una aldea, la plaza del pueblo adornada y engalanada y de pronto ríos de sangre carmesí tiñendo el suelo. El ataque sería fatídico y los resultados muy penosos para los rebeldes. La visión se desvaneció y despertaron del trance.
— Podría ser cualquier aldea…— protestó Atharal.
— había un pequeño fauno con dos flautas en la fuente del pueblo…— Beth trataba de fijarse en los detalles, porque eso era lo que les ayudaría a descifrarlo.*
Al poner ambos las manos sobre la piedra verde sentí una sacudida de poder, mis ojos se volvieron blancos y de un respingó mi cabeza se lanzó hacia atrás adentrándome en una especie de sueño. Es ese duermevela, vi aquella aldea donde se celebraba una boda llena de felicidad, niños e invitados celebraban ante nuestros dioses el enlace de sus allegados
Luego caos, sangre, muerte, niños con miembros cercenados, mujeres violadas...
Abrí los ojos de golpe y los hundí en los de Beth por un instante.
Mi madre había salido despedida, Ulf la ayudaba a levantarse, aferrándola con fuerza preocupado.
-No, no es cualquier aldea -corregí a Atharal, la cascada cae del fiordo directo a un lago de aguas claras. Lo vi a sus espaldas.
-Es la aldea de Fossmork -atajó Höor -estoy casi seguro, por la descripción, ha de ser ahí.
-Era de día -dije mirando a Höor, tenemos que ir, no sabemos cuando se producirá el ataque, ni si ya ha pasado.*
— Yo también voy.— sentenció la morenita. Danielle enarcó una ceja e iba a responder que ni hablar, pero Höor le puso la mano sobre el antebrazo deteniéndola. ¿Y ahora qué? También tenía que dejar que fuera a ponerse en peligro? Resopló y frunció el ceño. Miró a Höor y a Alrek y les apuntó con el dedo.
— Es responsabilidad vuestra si le pasa algo, os cortaré los huevos y los colgaré del palo mayor.*
-Tu mujer tiene muy mala Hostia Höor -dije ladeando la sonrisa mientras este se echaba a reír.
-Pues mas te vale que no le pase nada, le tengo gran estima a los huevos que cuelgan entre mis piernas.
Höor confiaba en los dos, supongo que estaba mas acostumbrado a dejar que sus hijos corrieran peligros, al fin de cuentas nos habían entrenado para ser guerreros, no niños a los que meter en burbujas.
-Y tu Beth, cuida del mendrugo del hijo de mi general, tienes mas cabeza que él insensato ese -dijo Höor sin mas dándonos la espalda. Dani no parecía muy contenta con la decisión, pude verlo en su mirada, pero no enfrentó en ese momento a Höor y su decisión tomada. Padre dijo que prepararía un pequeño ejercito que nos acompañara y que partiríamos con las primeras luces del alba, que mas nos valía descansar.
-¿Te vienes a mi casa a descansar Beth? - dije con una sonrisa antes de que Dani me atravesara con sus afiladas dagas.*
Los ojos de Morgan fulminaron a Alrek, de no ser porque Höor y Ulf estaban delante y se llevaría infinidad de chascarrillos durante días, le habría arrancado las orejas. Frunció los labios en una mueca de no estar nada conforme pero dio su brazo a torcer.
— bien. Pero no te acostumbres.— miró al cambiante y entornó los ojos.— bien jugado, por esta vez.*
Ladeé la sonrisa de forma soberbia, sabia lo que Dani pensaba de mi y Beth lo que yo pensaba de lo nuestro, así que supongo que las cartas estaban sobre la mesa a falta de que la joven pirata levantara las suyas. Mi padre no se materia en nada de esto, como Höor pensaba que los líos de faldas eran cosa mía, y aunque imaginaba lo que podía pensar de Dani y de la vida que tenia, él no iba a opinar si una vida sin mujer que calentara mi lecho cada noche es lo que yo elegía.
-¿eso es un si Beth? -pregunté devolviendo mis ojos pardos a ella.*
La joven miró a unos y otros como pensando “¿qué cojones pasa aquí?” Que todo el mundo opinaba sobre su vida y lo que debería o no hacer. Se cruzó de brazos y compuso una mueca de disconformidad.
— No, no quiero descansar, quiero ir a cenar y a la taberna, llevo un mes recluida.— y luego lo que sucediese a continuación, sería solo cosa de ellos, como si quería dormir colgada del palo de la bandera.
A Dani no le hizo gracia, evidentemente, pero al menos Beth había dado una respuesta completamente suya, sin darle la razón a ninguno, ni a su madre que prefería que durmiese en el barco, ni a Alrek que daba por hecho que iría con él. Los piratas siempre hacían lo que les daba la gana. La morena se dio la vuelta y salió del templo resoplando pero al sentir los rayos del sol en la cara se detuvo e hizo un gesto con el puño. Era libre otra vez!! Encaró a Alrek con la sonrisa en el rostro.
— ¿Vamos? Y mañana iremos a impedir que eso suceda!! Serás el héroe y yo te ayudaré, como habíamos planeado!!.*
El plan sonaba bien, cena y taberna ¿que mas podía pedirle a una mujer?
-¿Cenamos en mi casa? estamos al lado de la taberna y así puedes probar lo bien que preparó la carne poco hecha.
-No seas rata -le dijo mi padre pegándome una colleja -saca a la chica fuera, beber y divertiros, ya a tu casa llévala al final de la noche.- Cuando la pirata lo fulminó con la mirada se echó a reir echándole el brazo a Hoor por encima.
-¿Vamos al asador? -le pregunté rodeando su cintura con mi brazo divertido -¿así que seré el Héroe?*
— humm… te dejaré el mérito a ti, bocazas. Como siempre pasa con los piratas. Al menos pagarás tú la cena ¿no?.— Se marcharon bromeando y dándose empujones y collejas.
Danielle se cruzó de brazos y miró a Höor un poco contrariada. Había dado su brazo a torcer al levantarle el castigo a Beth, pero de ahí a que Alrek le tomase el pelo de esa forma y con Ulf delante…el cabreo estaba servido, pero no lo manifestaría delante del lobo.
— Tengo trabajo que hacer, nos vemos luego.— salió del templo algo airada y resoplando.
Bethania- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 02/12/2017
Localización : Akershus
Re: El corazón de piedra verde (privado)
En el asador olía a carnes y a especias formando una amalgama de deliciosos olores. Ocuparon una mesa y pidieron cervezas mientras debatían como hacer las cosas al día siguiente. Seguro que Ulf llevaba en el contingente a los soldados más preparados, sabrían reaccionar y actuar, pero ellos habían tenido la visión y ellos podían saber con cierta antelación lo que iba a suceder.*
Mi padre le dejó claro a Höor con un codazo que esa noche le dejaba la llave de la casa bajo el felpudo, sin duda iba a necesitar el sofá para aposentar su culo.
Yo, con la victoria en mis alforjas me fui con Beth hacia el asador, bromeábamos, reíamos dándonso empujones y en alguna ocasión me quejé con un siseo al tocarme las costillas que llevaba amoratadas por la paliza de los herbívoros.
-Tienes que cuidarme -dije echándole morro al asunto -un masaje, unas friegas en la verga, ya sabes -bromeé mientras esta negaba.
Así llegamos al asador, olía a carne medio cruda y eso despertó mis mas puros instintos.
-Ummmmm que hambre tengo -la repasé de arriba a bajo dejando claro que no era solo de carne de lo que vivía el hombre.
No estaba nervioso, padre llevaría algunos soldados experimentados y otros jóvenes para disimular un poco...
Yo estaba hecho para la guerra, así que la verdad es que tenia que acostumbrarme a que esto bien podía ser mi día a día.*
Ya lo había curado en Cuzco, y el cambiante le echó el mismo morro que le estaba echando ahora. Le dio un trago a la cerveza y decidió descolocarlo un poco.
—yo también tengo hambre, quizás debería pasar de la carne asada y directamente pasar a la poco hecha.— lo miró de arriba a abajo deteniendose en su entrepierna y relamiendose el labio inferior. Sabía que le gustaban sus labios, solía besarlos y morderlos incluso cuando ya no estaban empujando.— ehm… no! paso, prefiero cenar primero.!!— soltó después alegremente mientras pedía una bandeja para los dos, estaba hambrienta de verdad.*
Tal y como hablaba mi hombría se enardecía, su boca era una fruta jugosa, me excitaba mucho, aun no había decidido si tanto o mas que sus dos montañas o ese pandero redondo, duro y perfecto, peor entre esas tras partes andaba el juego.
-No te faltará estando conmigo un trozo de carne que llevarte a la boca -dije casi ya decidido a pedir la cuenta, no había que dejar desaprovechar la ocasión, pero entonces -¡boom! otra vez me hizo lo mismo, dejarme con las ganas.Gruñí malhumorado mientras maldecía por lo bajo, aunque el enfado se me pasó en cuanto llegó la carne.Tiré de la morena sentándola en mi regazo mientras con mi zurda iba cogiendo trozos de carne y llevándolos a mis labios.
-¿estas nerviosa por lo de mañana? -pregunté relamiéndome los labios.*
— hmmm… supongo que un poco. No es lo mismo estar a bordo y esperar el abordaje, pelear a sable y pistola contra otros que son como tú… es decir… humanos. Pero Randulf tiene criaturas horrendas a su servicio y…¿y si mañana me las encuentro de frente? No sé qué haré, es la primera vez que participo en algo así. Antes sonaba muy bien pero ahora que lo digo en alto…me dan ganas de quedarme hecha una bola en la cama y no salir.— cogió un trozo de carne que le robó de sus dedos cuando casi iba a comérsela y la engulló sin darle opción a recuperarla.*
-Yo te protegeré -bromeé quitándole hierro al asunto. Entendía que estuviera nerviosa, si bien era cierto Höor insistió aprendiera a esgrimir el acero no era una escudera si no una pirata.Me quedé con la boca abierta cuando devoró mi trozo de carne, una pirata con ciertos dotes de ladrona. Mis labios buscaron los suyos como si pretendiera recuperar la carne, no podía decirse que yo no le echaba morro a las cosas.
-Saldré bien, evitaremos esa masacre y te dejo que te hagas una bola bajo mis mantas durante todo el viaje -dije guiñándole un ojo -creo que hoy a Höor le toca una buena..tu madre estaba furibunda -bromeé pasando con la cerveza la carne. -¿Te he dicho que tienes una boca muy apetecible? -dije con mis ojos fijos en esta.*
Tonteaban, se echaban los trastos a todas horas, se insinuaban sin pudor y después cumplían parte de las provocaciones cuando chocaban a solas sin ropa. Quizás fuera cosa de la edad, o bien de que no tenían tantas cicatrices en el corazón como Danielle y Höor, eran más inconscientes y sólo disfrutaban del momento. ¿Por qué no? Beth no quería involucrarse demasiado con el rubio, pero tampoco iba a desaprovechar la oportunidad de pasarlo bien, de reirse, de estar a gusto con alguien y de paso borrar la mala experiencia acumulada con el hermano de Atharal.
Le guiñó el ojo a Alrek cuando le dijo algo que ya sabía, pero que como a cualquier mujer, le gustaba oir: que era deseable.
— No me lo habías dicho, pero ya lo sabía. Tú tienes un morro muy mono.— le dio un bocado en la nariz, se refería al morro en forma de lobo, por supuesto. Le gustaba mucho su forma animal, era precioso y suave.— ¡Eh! No lo harás todo tú, yo también quiero evitar la masacre! Y si eso sucede igual te dejo a ti hacerte bolita bajo las mantas. Pero… buf, no! Lejos del barco por favor. He tenido mar para una larga temporada.
En eso hablaba en serio, el castigo la había hecho aburrir los viejos maderos del Inferno.*
-¿un morro mono? -enarque una ceja bufando, aunque en el fondo me estaba descojonando por dentro -¿eso es todo lo que me tienes que decir? - pregunté fingiendo estar ofendido -en vez de ..¡oh, que verga mas gorda tienes! oh que bueno que estas..yo que se, algo mas allá de que mono eres -dije frunciendo mas el ceño.
Beth se moría de la risa, los dos nos picábamos, nos llevábamos bien y si no pensábamos en nada mas que en el presente, como tenia que ser ahora, nos lo pasábamos bien.
Ninguno tenia nada claro, pero nosotros no éramos nuestros padres, éramos jóvenes, teníamos derecho a equivocarnos, a vivir y a hacernos daño. Ya veríamos que nos deparaba el destino, quizás murieramos en este viaje y habernos comido la cabeza era una tontería, así que...carpe diem.
Acabamos los postres, una tarta de chocolate fundido por encima que me hizo relamerme y chuparme los dedos.
-Gracias por la cena -dije ensanchando la sonrisa. -Ya que queréis tanta igualdad, deduzco me invitaras -bromeé sacado unas monedas que dejé caer sobre la mesa -anda, vamos a la taberna, bebamos un poco, tengo que emborracharte para que dejes de verme mono.*
Bufó por el comentario de la igualdad, si no estuviera degradada y sin un miserable real, habría pagado al menos la mitad. Tampoco sabía que Danielle le había heredado un buen patrimonio, cuentas bancarias incluidas, porque la pirata aún no se lo había dicho. Beth era propietaria del Inferno junto con otras propiedades, ya que la Reina Ana estaría a nombre de Sirius.
— No necesitas emborracharme para eso, cuando no te veo mono, te veo como un cerdo, así que tú eliges!!.— cambiaron del mesón a la taberna y allí se tomaron unas cuantas jarras, pero la pirata no quería abusar porque al día siguiente debían rendir.— ¿y tú nunca te pones nervioso?.— le preguntó al rubio, que siempre aparentaba estar sentado sobre sus cojones.*
Me eché a reir con la jarra en la mano, ella era muy divertida y esa pregunta se las traía.
-Claro que tengo miedo -sabia que esto iba a ser motivo de mofa, algo que ningún vikingo reconocía ni aunque le aplastaran los huevos para ello -si, también estoy nervioso, pero supongo que el entrenamiento hace su parte..ya he matado antes y cuando lo haces sabes que el acero no solo hiere..soy consciente de que mañana puede que los dioses me reclame para subir al Valhalla y ¿te cuento un secreto? No quiero ir, al menos no todavía...nuestros padres hablan de la muerte como si fuera un paso...algo que llegará y que esperan con valor. No parecen sentir miedo, bromean con que las valquirias tetonas vendrán por ellos, peor..¿que quieres que te diga? yo prefiero tocarte a ti las tetas y dejar lo del Valhalla para bastante mas adelante. creo que la final nos acostumbramos a bromear sobre la muerte porque la enfrentamos a diario, es el modo de protegernos del miedo, pero todos lo sentimos, porque si nos vamos dejamos aquí demasiadas cosas, hijos, padres, hermanos... *
Tenía bastante sentido lo que decía, siempre había pensado que los vikingos estaban locos por desear el Valhalla, por buscar la muerte de esa forma. Pero era su creencia, y de la misma forma no entendía a los cristianos por poner la otra mejilla. Se levantó y tiró de la mano de Alrek sonriendo entre dientes.
— Pues tendrás que añadir un nuevo miedo a tu lista…podría engullirte con esta tentadora boca mientras duermes. ¿Y si resulta que soy un súcubo y no lo sabéis ninguno?.— el alcohol la había achispado un poco y estaba juguetona, el miedo regresaría luego, pero en ese momento sólo tenía ganas de saborear de nuevo la rebeldía, la libertad de estar fuera del castigo y encima “premiada” con una excursión.*
Me alcé de la silla riéndome, ella bromeaba mirándome, moviéndose delate mío como si fuera un súcubo. Hundí mi hombro en la boca de su estomago y la lacé como si fuera un saco, los vitorees ebrios de los norteños retumbaron en nuestros oídos mientras yo le daba un manotazo en el trasero.
-Vamos a ver lo súcubo que eres -añadí saliendo de la taberna rumbo a mi casa.
No estaba lejos, era cruzar la calle y dábamos de bruces con mi puerta, así que mientras esta se reía, con su larga melena casi rozando el suelo yo me divertía de ese incesante suéltame.
Cumplí sus deseos una vez atravesamos le umbral de la puerta, la dejé caer sobre las pieles que cubrían el lecho mientras la miraba de arriba a bajo.
-¿que ibas a comerme? -pregunté tentándola.*
Se incorporó y paseó las manos por la camisa sacándosela por la cabeza luego deslizó los dedos por los abdominales hasta llegar al cinto. Lo desabrochó hábilmente mientras su bocas apenas se mantenían separadas por unos milímetros.
— la vida…debería comerte la vida.— desgranó lentos besos por su cuello, bajando por el pectoral y después por la línea alba hasta el ombligo. Sus labios iban dejando el rastro de su calor por la piel del cambiante hasta descubrir su dureza por la que paseó también la lengua. Por un instante recordó a Falkor, eso era algo que le gustaba que le hiciera y se lo sacó de inmediato de la cabeza. No era el búfalo, era el lobo y era allí donde quería estar y con quien quería estar. No iba a permitir que los malos recuerdos de la otra experiencia ensuciaran lo que fuera que tuvieran ahora.*
Con la cabeza ligeramente hacia atrás y los labios entreabiertos por donde escapaba mi pesada respiración me dejé hacer. Los gemidos inundaban la estancia sintiendo mi piel arder, mi hombría vibraba entre sus labios engrosada sintiendo como la pirata la colmaba de atenciones. Tiré de su pelo cuando no pude aguantar mas y despacio gateé sobre su piel buscando sus labios, que mordí con placer relamiendo el sabor de ambos.
Sobre el lecho hicimos el amor despacio, plagándolos de besos de caricias, de risas cómplices.
El vaivén de sus caderas marcó un nuevo ritmo al encuentro, embestidas mas rudas se sucedieron hasta que acabé sucumbiendo sobre su cuerpo tras alcanzar juntos el clímax.
Cerré los ojos sin bajarme de ella, sintiendo sus dedos revolver mi pelo juguetones.
-no puedo moverme -bromeé. Tampoco quería hacerlo*
— es porque al final te he comido la vida.— murmuró relajada, casi somnolienta, había sido un día de muchas emociones, el regreso al trabajo, la magia del corazón de jade, la cita en toda regla que había tenido con el rubio y el postre final. Así iría menos tensa al día siguiente, de hecho, en ese momento se encontraba en un estado de idiotez curioso, tenía la felicidad del borracho o del que acaba de descargar en el burdel, sabiendo que se iba derecha a una masacre y sin importarle…bendita hidromiel. Si Alrek le contestó o no, no estaba segura porque se le empezaban a cerrar los ojos. Esperaba que él se despertase a tiempo por que si no…— mmmm…pues… no te muevasss…— arrastró las palabras mientras se enroscaba contra su cuerpo, pero con la intención de dormirse.*
Mi padre le dejó claro a Höor con un codazo que esa noche le dejaba la llave de la casa bajo el felpudo, sin duda iba a necesitar el sofá para aposentar su culo.
Yo, con la victoria en mis alforjas me fui con Beth hacia el asador, bromeábamos, reíamos dándonso empujones y en alguna ocasión me quejé con un siseo al tocarme las costillas que llevaba amoratadas por la paliza de los herbívoros.
-Tienes que cuidarme -dije echándole morro al asunto -un masaje, unas friegas en la verga, ya sabes -bromeé mientras esta negaba.
Así llegamos al asador, olía a carne medio cruda y eso despertó mis mas puros instintos.
-Ummmmm que hambre tengo -la repasé de arriba a bajo dejando claro que no era solo de carne de lo que vivía el hombre.
No estaba nervioso, padre llevaría algunos soldados experimentados y otros jóvenes para disimular un poco...
Yo estaba hecho para la guerra, así que la verdad es que tenia que acostumbrarme a que esto bien podía ser mi día a día.*
Ya lo había curado en Cuzco, y el cambiante le echó el mismo morro que le estaba echando ahora. Le dio un trago a la cerveza y decidió descolocarlo un poco.
—yo también tengo hambre, quizás debería pasar de la carne asada y directamente pasar a la poco hecha.— lo miró de arriba a abajo deteniendose en su entrepierna y relamiendose el labio inferior. Sabía que le gustaban sus labios, solía besarlos y morderlos incluso cuando ya no estaban empujando.— ehm… no! paso, prefiero cenar primero.!!— soltó después alegremente mientras pedía una bandeja para los dos, estaba hambrienta de verdad.*
Tal y como hablaba mi hombría se enardecía, su boca era una fruta jugosa, me excitaba mucho, aun no había decidido si tanto o mas que sus dos montañas o ese pandero redondo, duro y perfecto, peor entre esas tras partes andaba el juego.
-No te faltará estando conmigo un trozo de carne que llevarte a la boca -dije casi ya decidido a pedir la cuenta, no había que dejar desaprovechar la ocasión, pero entonces -¡boom! otra vez me hizo lo mismo, dejarme con las ganas.Gruñí malhumorado mientras maldecía por lo bajo, aunque el enfado se me pasó en cuanto llegó la carne.Tiré de la morena sentándola en mi regazo mientras con mi zurda iba cogiendo trozos de carne y llevándolos a mis labios.
-¿estas nerviosa por lo de mañana? -pregunté relamiéndome los labios.*
— hmmm… supongo que un poco. No es lo mismo estar a bordo y esperar el abordaje, pelear a sable y pistola contra otros que son como tú… es decir… humanos. Pero Randulf tiene criaturas horrendas a su servicio y…¿y si mañana me las encuentro de frente? No sé qué haré, es la primera vez que participo en algo así. Antes sonaba muy bien pero ahora que lo digo en alto…me dan ganas de quedarme hecha una bola en la cama y no salir.— cogió un trozo de carne que le robó de sus dedos cuando casi iba a comérsela y la engulló sin darle opción a recuperarla.*
-Yo te protegeré -bromeé quitándole hierro al asunto. Entendía que estuviera nerviosa, si bien era cierto Höor insistió aprendiera a esgrimir el acero no era una escudera si no una pirata.Me quedé con la boca abierta cuando devoró mi trozo de carne, una pirata con ciertos dotes de ladrona. Mis labios buscaron los suyos como si pretendiera recuperar la carne, no podía decirse que yo no le echaba morro a las cosas.
-Saldré bien, evitaremos esa masacre y te dejo que te hagas una bola bajo mis mantas durante todo el viaje -dije guiñándole un ojo -creo que hoy a Höor le toca una buena..tu madre estaba furibunda -bromeé pasando con la cerveza la carne. -¿Te he dicho que tienes una boca muy apetecible? -dije con mis ojos fijos en esta.*
Tonteaban, se echaban los trastos a todas horas, se insinuaban sin pudor y después cumplían parte de las provocaciones cuando chocaban a solas sin ropa. Quizás fuera cosa de la edad, o bien de que no tenían tantas cicatrices en el corazón como Danielle y Höor, eran más inconscientes y sólo disfrutaban del momento. ¿Por qué no? Beth no quería involucrarse demasiado con el rubio, pero tampoco iba a desaprovechar la oportunidad de pasarlo bien, de reirse, de estar a gusto con alguien y de paso borrar la mala experiencia acumulada con el hermano de Atharal.
Le guiñó el ojo a Alrek cuando le dijo algo que ya sabía, pero que como a cualquier mujer, le gustaba oir: que era deseable.
— No me lo habías dicho, pero ya lo sabía. Tú tienes un morro muy mono.— le dio un bocado en la nariz, se refería al morro en forma de lobo, por supuesto. Le gustaba mucho su forma animal, era precioso y suave.— ¡Eh! No lo harás todo tú, yo también quiero evitar la masacre! Y si eso sucede igual te dejo a ti hacerte bolita bajo las mantas. Pero… buf, no! Lejos del barco por favor. He tenido mar para una larga temporada.
En eso hablaba en serio, el castigo la había hecho aburrir los viejos maderos del Inferno.*
-¿un morro mono? -enarque una ceja bufando, aunque en el fondo me estaba descojonando por dentro -¿eso es todo lo que me tienes que decir? - pregunté fingiendo estar ofendido -en vez de ..¡oh, que verga mas gorda tienes! oh que bueno que estas..yo que se, algo mas allá de que mono eres -dije frunciendo mas el ceño.
Beth se moría de la risa, los dos nos picábamos, nos llevábamos bien y si no pensábamos en nada mas que en el presente, como tenia que ser ahora, nos lo pasábamos bien.
Ninguno tenia nada claro, pero nosotros no éramos nuestros padres, éramos jóvenes, teníamos derecho a equivocarnos, a vivir y a hacernos daño. Ya veríamos que nos deparaba el destino, quizás murieramos en este viaje y habernos comido la cabeza era una tontería, así que...carpe diem.
Acabamos los postres, una tarta de chocolate fundido por encima que me hizo relamerme y chuparme los dedos.
-Gracias por la cena -dije ensanchando la sonrisa. -Ya que queréis tanta igualdad, deduzco me invitaras -bromeé sacado unas monedas que dejé caer sobre la mesa -anda, vamos a la taberna, bebamos un poco, tengo que emborracharte para que dejes de verme mono.*
Bufó por el comentario de la igualdad, si no estuviera degradada y sin un miserable real, habría pagado al menos la mitad. Tampoco sabía que Danielle le había heredado un buen patrimonio, cuentas bancarias incluidas, porque la pirata aún no se lo había dicho. Beth era propietaria del Inferno junto con otras propiedades, ya que la Reina Ana estaría a nombre de Sirius.
— No necesitas emborracharme para eso, cuando no te veo mono, te veo como un cerdo, así que tú eliges!!.— cambiaron del mesón a la taberna y allí se tomaron unas cuantas jarras, pero la pirata no quería abusar porque al día siguiente debían rendir.— ¿y tú nunca te pones nervioso?.— le preguntó al rubio, que siempre aparentaba estar sentado sobre sus cojones.*
Me eché a reir con la jarra en la mano, ella era muy divertida y esa pregunta se las traía.
-Claro que tengo miedo -sabia que esto iba a ser motivo de mofa, algo que ningún vikingo reconocía ni aunque le aplastaran los huevos para ello -si, también estoy nervioso, pero supongo que el entrenamiento hace su parte..ya he matado antes y cuando lo haces sabes que el acero no solo hiere..soy consciente de que mañana puede que los dioses me reclame para subir al Valhalla y ¿te cuento un secreto? No quiero ir, al menos no todavía...nuestros padres hablan de la muerte como si fuera un paso...algo que llegará y que esperan con valor. No parecen sentir miedo, bromean con que las valquirias tetonas vendrán por ellos, peor..¿que quieres que te diga? yo prefiero tocarte a ti las tetas y dejar lo del Valhalla para bastante mas adelante. creo que la final nos acostumbramos a bromear sobre la muerte porque la enfrentamos a diario, es el modo de protegernos del miedo, pero todos lo sentimos, porque si nos vamos dejamos aquí demasiadas cosas, hijos, padres, hermanos... *
Tenía bastante sentido lo que decía, siempre había pensado que los vikingos estaban locos por desear el Valhalla, por buscar la muerte de esa forma. Pero era su creencia, y de la misma forma no entendía a los cristianos por poner la otra mejilla. Se levantó y tiró de la mano de Alrek sonriendo entre dientes.
— Pues tendrás que añadir un nuevo miedo a tu lista…podría engullirte con esta tentadora boca mientras duermes. ¿Y si resulta que soy un súcubo y no lo sabéis ninguno?.— el alcohol la había achispado un poco y estaba juguetona, el miedo regresaría luego, pero en ese momento sólo tenía ganas de saborear de nuevo la rebeldía, la libertad de estar fuera del castigo y encima “premiada” con una excursión.*
Me alcé de la silla riéndome, ella bromeaba mirándome, moviéndose delate mío como si fuera un súcubo. Hundí mi hombro en la boca de su estomago y la lacé como si fuera un saco, los vitorees ebrios de los norteños retumbaron en nuestros oídos mientras yo le daba un manotazo en el trasero.
-Vamos a ver lo súcubo que eres -añadí saliendo de la taberna rumbo a mi casa.
No estaba lejos, era cruzar la calle y dábamos de bruces con mi puerta, así que mientras esta se reía, con su larga melena casi rozando el suelo yo me divertía de ese incesante suéltame.
Cumplí sus deseos una vez atravesamos le umbral de la puerta, la dejé caer sobre las pieles que cubrían el lecho mientras la miraba de arriba a bajo.
-¿que ibas a comerme? -pregunté tentándola.*
Se incorporó y paseó las manos por la camisa sacándosela por la cabeza luego deslizó los dedos por los abdominales hasta llegar al cinto. Lo desabrochó hábilmente mientras su bocas apenas se mantenían separadas por unos milímetros.
— la vida…debería comerte la vida.— desgranó lentos besos por su cuello, bajando por el pectoral y después por la línea alba hasta el ombligo. Sus labios iban dejando el rastro de su calor por la piel del cambiante hasta descubrir su dureza por la que paseó también la lengua. Por un instante recordó a Falkor, eso era algo que le gustaba que le hiciera y se lo sacó de inmediato de la cabeza. No era el búfalo, era el lobo y era allí donde quería estar y con quien quería estar. No iba a permitir que los malos recuerdos de la otra experiencia ensuciaran lo que fuera que tuvieran ahora.*
Con la cabeza ligeramente hacia atrás y los labios entreabiertos por donde escapaba mi pesada respiración me dejé hacer. Los gemidos inundaban la estancia sintiendo mi piel arder, mi hombría vibraba entre sus labios engrosada sintiendo como la pirata la colmaba de atenciones. Tiré de su pelo cuando no pude aguantar mas y despacio gateé sobre su piel buscando sus labios, que mordí con placer relamiendo el sabor de ambos.
Sobre el lecho hicimos el amor despacio, plagándolos de besos de caricias, de risas cómplices.
El vaivén de sus caderas marcó un nuevo ritmo al encuentro, embestidas mas rudas se sucedieron hasta que acabé sucumbiendo sobre su cuerpo tras alcanzar juntos el clímax.
Cerré los ojos sin bajarme de ella, sintiendo sus dedos revolver mi pelo juguetones.
-no puedo moverme -bromeé. Tampoco quería hacerlo*
— es porque al final te he comido la vida.— murmuró relajada, casi somnolienta, había sido un día de muchas emociones, el regreso al trabajo, la magia del corazón de jade, la cita en toda regla que había tenido con el rubio y el postre final. Así iría menos tensa al día siguiente, de hecho, en ese momento se encontraba en un estado de idiotez curioso, tenía la felicidad del borracho o del que acaba de descargar en el burdel, sabiendo que se iba derecha a una masacre y sin importarle…bendita hidromiel. Si Alrek le contestó o no, no estaba segura porque se le empezaban a cerrar los ojos. Esperaba que él se despertase a tiempo por que si no…— mmmm…pues… no te muevasss…— arrastró las palabras mientras se enroscaba contra su cuerpo, pero con la intención de dormirse.*
Alrek Tollak- Cambiante Clase Alta
- Mensajes : 54
Fecha de inscripción : 21/06/2017
Re: El corazón de piedra verde (privado)
Se despertaron temprano porque Alrek abrió los ojos y la sacudió, a ella la hidromiel la había dejado bastante dormida. Se levantó bostezando y desayunaron algo rápido, sólo para tener algo de energía pues tenían que llegar a la aldea y después ya se vería. En teoría iban a llegar antes que los enemigos, porque en la visión se estaba poniendo el sol, pero aún así se marcharon temprano, acudiendo al patio de armas a reunirse con los soldados que Höor había designado a aquella misión, y finalmente decidió que también Sirius los acompañase. El hechicero podía provocar una tempestad, un terremoto o una ventolera bárbara, y siempre podría ser de utilidad.*
Sacudí a Beth cuando las primeras luces del alba se colaron por los postigos de la habitación. Me reí por la cara que se gastaba, apenas había bebido, peor aparentaba tener una resaca de esas épicas que no te permitían hacer nada. Besé su nariz, sus labios, mordí su mandíbula y arrastré por su cuello mi nariz hasta que ella me dio un manotazo pidiéndome que nos pusiéramos en marcha, algo que me hizo gracia.
Tras un desayuno mas ligero de lo que me hubiera gustado, algo que me permitió bromear durante todo el camino por sus malos dotes culinarios llegamos al patio de armas.
Al parecer, ademas de los soldados también nos acompañaría Sirius, era un hechicero poderoso que bien podía salvarnos el culo a todos, me atrevería a decir, que él solo podía hacerse cargo de la misión y en ese instante me sentí un poco fastidiado pues pensaba que yo estaría al mando. Sirius se acercó con la humildad que le caracterizaba y me preguntó que hacia donde íbamos, era un tío bastante elocuente y también empático, sabia que yo necesitaba sentirme como mi padre, el general en esto, y para nada se mostró altivo pese a que para él ni de lejos era la primera gesta a la que acudía.
Saludó a su "hermana" y bromeó con ella para quitar hierro al asunto y así emprendimos la marcha hacia la aldea de la "boda roja”*
Cuando vio a Sirius se quedó más tranquila, de pequeña siempre prefería pasar tiempo con él antes que con Orn o Fio, que sólo querían pegarse y Valeska que sólo quería hacerle trenzas. Era inteligente y más callado, quizás era no era la palabra, ”prudente” lo definía mejor. Sabía de su gran poder y de sus enormes esfuerzos por controlarlo y lo cierto es que si iban con él, no había nada que temer. Montaron en los caballos que les correspondían y salieron al trote hacia la aldea, mientras iban conversando. Sirius quería saber todos los detalles del viaje a Perú, como había estado castigada sin salir del Inferno, no habían podido hablar. Le contó todas las peripecias que sufrieron en aquella pirámide inca y cómo las superaron. Sirius se rió de los pasajes más divertidos y los tres hicieron medio camino con tranquilidad. A medida que se acercaban al poblado cambiaron la conversación por el plan, la organización y lo que haría cada uno.*
Pasamos un buen rato riéndonos de todo aquello que habíamos pasado e Perú, hasta le enseñé mi cicatriz echándole un poco de belicosidad a la escena del puma, los vikingos tediamos a hacerlo todo a veces mas grande de lo que era, sobre todo si así sonaba épico.
-No sabes lo que ligo con esto -dije señalando la marca que atravesaba mi ojo.
Fue cuando a mitad camino nos dimos cuenta de que la gesta se aproximaba cuando el semblante discernido de todos los presentes fue mudando en uno mas solemne. Ahora el punto fuerte era hablar de las posibilidades que encontraríamos para proteger una aldea de ganaderos en su mayoría.
-Creo que deberíamos aprovechar la situación estratégica del terreno, quizás podamos montar trampas, enterrar algunas picas, de ese modo cuando los jinetes vengan hacia la aldea, podemso elevar la barricada y al menso perderan la primera linea de caballeria, si los pillamso por sorpresa podremso darles muerte en el suelo a melé.
La segunda podríamos echarla a bajo con arqueros...
Si pudiéramos ocultarnos ya que no nos esperan seria como pillarlos con la verga fuera.
-yo me ocuparé de crear una neblina lo suficientemente espesa como para que no distingan nada hasta que no estén encima -dijo Sirius.*
Beth los escuchaba y trataba de entender la estrategia que querían hacer, pero no había peleado en batallas de tierra y estaba algo perdida.
—¿Y qué hago yo? ¿con quién voy?.— porque ella sabía luchar con el sable y disparar con las pistolas, llevaba dos, un saco de pólvora y treinta proyectiles. Sabía que tardaría en recargar, así cuando más lejos de la batalla, más segura estaría, pero no a más cincuenta metros, porque necesitaba al menos quince segundos para recargar el arma disparada. El concepto de francotirador se acuñaría años más tarde, pero lo más sensato para la pirata era quedarse oculta, atrincherada en algún lugar desde el que tuviera ángulo de visión.*
Miré a Beth fijamente, no quería que le sentaran mal mis palabras, porque ya me conocía yo eso de "¿lo dices porque soy mujer?"
-Tu, al igual que los dos arqueros que nos acompañan quedareis atrás, en principio he pensado que podíamos colocar algunos carros volcados, incluso cavar unas trincheras pequeñas e individuales desde donde tengáis bastante ángulo para la batalla. Las dos escuderas y los guerreros experimentados junto a mi estaremos en la primera fila del combate, remataremos a la caballería y lucharemos a melé contra lo que venga. Sirius debería estar atrás del todo, su magia es mas efectiva que el acero en sus manos.*
Asintió porque ella no tenía mucha idea de lo que se cocía en una batalla de infantería de tierra y caballería, tenía claro que la jerarquía se respetaba en el ejército, al igual que en la flota y allí mandaba Alrek, a Sirius lo habían enviado de apoyo, era la forma de “probar” al cambiante, su padre lo enviaba como líder a una misión y tendría que dar la talla.
Llegaron a la aldea y avisaron a la gente que se preparaba para la boda. Les dijeron que se encerrasen en sus casas a partir del mediodía, pero en ese momento les tendrían que ayudar a levantar la barricada. Beth observó la plaza del pueblo, estaba abierta a donde seguramente llegaría la caballería enemiga, no era una aldea grande, apenas 15 o 20 casas. Distinguió la fuente y un pequeño templo con una campana en la pared. Se la señaló a Alrek.
— ¿Ese te parece buen sitio? Está en alto y a cubierto.— desde allí podría verlo todo y disparar sin ser alcanzada.*
Si algo tenia de bueno el norte es que hasta en el caso de las aldeas mas pequeñas estaba acostumbradas a la devastación, a la guerra y a la muerte.
No se instaló en el lugar el pánico, si no mas bien una colaboración intensa con los soldados de Akershus por salvar su propio pellejo aferrándose así a la esperanza como si este fuera un clavo ardiendo.
Elevé la mirada cuando Beth me preguntó si ese campanario seria un buen lugar.
-Si, desde ahí tendréis una visión estrategia de todo, ademas de que estaréis a salvo de los ataques con el acero, el punto elevado también os garantizará mas aciertos.
En este momento no le hablaba tanto como el joven que sierpe le tiraba puas y trataba de besarla. Estaba demasiado ocupado en pensar como salvar el culo de todas esas personas que depositaban sus vidas en nuestras manos.
Todos nos ayudaron a cavar, algunos hombres sacaron filo a troncos no demasiado anchas pero lo suficiente como para aguantar el envite del caballo. Las mujeres preparaban un rincón para poder curar a los heridos en la casa central. Desde allí tendrían acceso a todo. También recopilaban las pocas medicinas y vendas que encontraban. Los niños eran útiles en la guerra, aquí teníamos que aportar todos nuestro gano de arena, así que en la empalizada buscaron fallos, cualquier tronco movido o hueco que necesitara ser reforzado.*
Se prepararon lo mejor que pudieron, cada uno sabía qué lugar debía ocupar y cuando se dio cuenta el sol comenzaba a bajar y se puso nerviosa. La hora llegaba y en su cabeza se le repetían las imágenes que vio en el templo: sangre mezclada con el barro, una manita muy pequeña inerte en el suelo al girar una esquina…gritos y ese silencio odioso que precede a la muerte y que se instala tras su paso. Respiró hondo y se acercó a Alrek.
— ten cuidado…yo… estaré ahí arriba.— como si no lo supiera, pero era la forma que tenía de decirle que estaba preocupada ante la inminente pelea y nerviosa porque en teoría acababa en masacre y ahora empezaba a ser consciente de ello.*
Acuné su rostro al ver su gesto desencajado.
-Te prometo que no voy a dejar que te hagan daño, vamos a salir airosos de esto -ladeé la sonrisa con ese aire engreído que me caracterizaba y el di un azote haciéndola dar un respingo y de paso fruncirme el ceño. -Vamos pirata, he sobrevivido a semanas de travesía en un barco y admito que mas de una vez me hubiera lanzado por la borda enloquecido en busca de tierra, esto comparado es pan comido -le guiñé el ojo soltándola - manda a muchos de esos al Valhalla*
Sacudí a Beth cuando las primeras luces del alba se colaron por los postigos de la habitación. Me reí por la cara que se gastaba, apenas había bebido, peor aparentaba tener una resaca de esas épicas que no te permitían hacer nada. Besé su nariz, sus labios, mordí su mandíbula y arrastré por su cuello mi nariz hasta que ella me dio un manotazo pidiéndome que nos pusiéramos en marcha, algo que me hizo gracia.
Tras un desayuno mas ligero de lo que me hubiera gustado, algo que me permitió bromear durante todo el camino por sus malos dotes culinarios llegamos al patio de armas.
Al parecer, ademas de los soldados también nos acompañaría Sirius, era un hechicero poderoso que bien podía salvarnos el culo a todos, me atrevería a decir, que él solo podía hacerse cargo de la misión y en ese instante me sentí un poco fastidiado pues pensaba que yo estaría al mando. Sirius se acercó con la humildad que le caracterizaba y me preguntó que hacia donde íbamos, era un tío bastante elocuente y también empático, sabia que yo necesitaba sentirme como mi padre, el general en esto, y para nada se mostró altivo pese a que para él ni de lejos era la primera gesta a la que acudía.
Saludó a su "hermana" y bromeó con ella para quitar hierro al asunto y así emprendimos la marcha hacia la aldea de la "boda roja”*
Cuando vio a Sirius se quedó más tranquila, de pequeña siempre prefería pasar tiempo con él antes que con Orn o Fio, que sólo querían pegarse y Valeska que sólo quería hacerle trenzas. Era inteligente y más callado, quizás era no era la palabra, ”prudente” lo definía mejor. Sabía de su gran poder y de sus enormes esfuerzos por controlarlo y lo cierto es que si iban con él, no había nada que temer. Montaron en los caballos que les correspondían y salieron al trote hacia la aldea, mientras iban conversando. Sirius quería saber todos los detalles del viaje a Perú, como había estado castigada sin salir del Inferno, no habían podido hablar. Le contó todas las peripecias que sufrieron en aquella pirámide inca y cómo las superaron. Sirius se rió de los pasajes más divertidos y los tres hicieron medio camino con tranquilidad. A medida que se acercaban al poblado cambiaron la conversación por el plan, la organización y lo que haría cada uno.*
Pasamos un buen rato riéndonos de todo aquello que habíamos pasado e Perú, hasta le enseñé mi cicatriz echándole un poco de belicosidad a la escena del puma, los vikingos tediamos a hacerlo todo a veces mas grande de lo que era, sobre todo si así sonaba épico.
-No sabes lo que ligo con esto -dije señalando la marca que atravesaba mi ojo.
Fue cuando a mitad camino nos dimos cuenta de que la gesta se aproximaba cuando el semblante discernido de todos los presentes fue mudando en uno mas solemne. Ahora el punto fuerte era hablar de las posibilidades que encontraríamos para proteger una aldea de ganaderos en su mayoría.
-Creo que deberíamos aprovechar la situación estratégica del terreno, quizás podamos montar trampas, enterrar algunas picas, de ese modo cuando los jinetes vengan hacia la aldea, podemso elevar la barricada y al menso perderan la primera linea de caballeria, si los pillamso por sorpresa podremso darles muerte en el suelo a melé.
La segunda podríamos echarla a bajo con arqueros...
Si pudiéramos ocultarnos ya que no nos esperan seria como pillarlos con la verga fuera.
-yo me ocuparé de crear una neblina lo suficientemente espesa como para que no distingan nada hasta que no estén encima -dijo Sirius.*
Beth los escuchaba y trataba de entender la estrategia que querían hacer, pero no había peleado en batallas de tierra y estaba algo perdida.
—¿Y qué hago yo? ¿con quién voy?.— porque ella sabía luchar con el sable y disparar con las pistolas, llevaba dos, un saco de pólvora y treinta proyectiles. Sabía que tardaría en recargar, así cuando más lejos de la batalla, más segura estaría, pero no a más cincuenta metros, porque necesitaba al menos quince segundos para recargar el arma disparada. El concepto de francotirador se acuñaría años más tarde, pero lo más sensato para la pirata era quedarse oculta, atrincherada en algún lugar desde el que tuviera ángulo de visión.*
Miré a Beth fijamente, no quería que le sentaran mal mis palabras, porque ya me conocía yo eso de "¿lo dices porque soy mujer?"
-Tu, al igual que los dos arqueros que nos acompañan quedareis atrás, en principio he pensado que podíamos colocar algunos carros volcados, incluso cavar unas trincheras pequeñas e individuales desde donde tengáis bastante ángulo para la batalla. Las dos escuderas y los guerreros experimentados junto a mi estaremos en la primera fila del combate, remataremos a la caballería y lucharemos a melé contra lo que venga. Sirius debería estar atrás del todo, su magia es mas efectiva que el acero en sus manos.*
Asintió porque ella no tenía mucha idea de lo que se cocía en una batalla de infantería de tierra y caballería, tenía claro que la jerarquía se respetaba en el ejército, al igual que en la flota y allí mandaba Alrek, a Sirius lo habían enviado de apoyo, era la forma de “probar” al cambiante, su padre lo enviaba como líder a una misión y tendría que dar la talla.
Llegaron a la aldea y avisaron a la gente que se preparaba para la boda. Les dijeron que se encerrasen en sus casas a partir del mediodía, pero en ese momento les tendrían que ayudar a levantar la barricada. Beth observó la plaza del pueblo, estaba abierta a donde seguramente llegaría la caballería enemiga, no era una aldea grande, apenas 15 o 20 casas. Distinguió la fuente y un pequeño templo con una campana en la pared. Se la señaló a Alrek.
— ¿Ese te parece buen sitio? Está en alto y a cubierto.— desde allí podría verlo todo y disparar sin ser alcanzada.*
Si algo tenia de bueno el norte es que hasta en el caso de las aldeas mas pequeñas estaba acostumbradas a la devastación, a la guerra y a la muerte.
No se instaló en el lugar el pánico, si no mas bien una colaboración intensa con los soldados de Akershus por salvar su propio pellejo aferrándose así a la esperanza como si este fuera un clavo ardiendo.
Elevé la mirada cuando Beth me preguntó si ese campanario seria un buen lugar.
-Si, desde ahí tendréis una visión estrategia de todo, ademas de que estaréis a salvo de los ataques con el acero, el punto elevado también os garantizará mas aciertos.
En este momento no le hablaba tanto como el joven que sierpe le tiraba puas y trataba de besarla. Estaba demasiado ocupado en pensar como salvar el culo de todas esas personas que depositaban sus vidas en nuestras manos.
Todos nos ayudaron a cavar, algunos hombres sacaron filo a troncos no demasiado anchas pero lo suficiente como para aguantar el envite del caballo. Las mujeres preparaban un rincón para poder curar a los heridos en la casa central. Desde allí tendrían acceso a todo. También recopilaban las pocas medicinas y vendas que encontraban. Los niños eran útiles en la guerra, aquí teníamos que aportar todos nuestro gano de arena, así que en la empalizada buscaron fallos, cualquier tronco movido o hueco que necesitara ser reforzado.*
Se prepararon lo mejor que pudieron, cada uno sabía qué lugar debía ocupar y cuando se dio cuenta el sol comenzaba a bajar y se puso nerviosa. La hora llegaba y en su cabeza se le repetían las imágenes que vio en el templo: sangre mezclada con el barro, una manita muy pequeña inerte en el suelo al girar una esquina…gritos y ese silencio odioso que precede a la muerte y que se instala tras su paso. Respiró hondo y se acercó a Alrek.
— ten cuidado…yo… estaré ahí arriba.— como si no lo supiera, pero era la forma que tenía de decirle que estaba preocupada ante la inminente pelea y nerviosa porque en teoría acababa en masacre y ahora empezaba a ser consciente de ello.*
Acuné su rostro al ver su gesto desencajado.
-Te prometo que no voy a dejar que te hagan daño, vamos a salir airosos de esto -ladeé la sonrisa con ese aire engreído que me caracterizaba y el di un azote haciéndola dar un respingo y de paso fruncirme el ceño. -Vamos pirata, he sobrevivido a semanas de travesía en un barco y admito que mas de una vez me hubiera lanzado por la borda enloquecido en busca de tierra, esto comparado es pan comido -le guiñé el ojo soltándola - manda a muchos de esos al Valhalla*
Bethania- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 02/12/2017
Localización : Akershus
Re: El corazón de piedra verde (privado)
Se encaminó a la torrecilla del templo donde tenía visión elevada y se atrincheró allí con dos arqueros. Oteó todo el poblado tratando de vislumbrar alguna señal de que se acercaban los enemigos, pero estaba en clama. ¿Esa era la sensación de la calma que precede a la batalla? Respiró hondo un par de veces y cuando escuchó unos gritos supo que había comenzado. El contingente de Randulf, montado en gélidos, una especie de reptilianos bípedos, atacó a los rebeldes. Habían fallado, no eran caballos, eran criaturas escamosas, y algunos de ellos cayeron en la empalizada de estacas, atravesados por las puntas de madera entre sus placas grimosas. Otros consiguieron sortearlas o saltar y se colaron dentro del poblado, allí algun soldado fue engullido por esos reptiles de fauces afiladas, la sangre manchó la tierra y todo se disparó a un ritmo frenético. Apuntó a un gélido y le metió una bala en el cuello, desvió su trayectoria hacia un rebelde, pero no lo mató. Cargó de nuevo y disparó esta vez contra el que lo montaba, y el bicho suelto se encabritó y fue a por otro bocado de carne. Le dio instrucciones a un arquero y éste abatió al monstruo mientras ella recargaba, sus pistolas requerían al menos 15 segundos de recarga. Se le disparó la adrenalina y se vio abrumada por demasiadas cosas que hacer y tan poco tiempo.*
Me equivoqué, aquellos jinetes lejos de venir a caballo según lo previsto montaban unos reptilianos de cuerpo escamoso verdusco y ojos de lagarto. En su mayoría lograron vencer la muerte de las estacas, su piel mucho mas dura les sirvió como escudo y si bien era cierto les hirió, no les mató.
Rugí de plena rabia con el acero bailando entre mis dedos.
Descargué una estocada en el pecho de uno de los jinetes que se había venido abajo con su montura empalada entre los maderos.
Ordené a los arqueros a voz en grito abatir a los que habían superado la primera linea.
Uno de esos reptiles se lanzó hacia mi, con la zurda, saqué, una pequeña hacha de mano y la incrusté en su craneo, la espada danzó en mi diestra incrustandosela por debajo de la barbilla donde no parecía tener el escudo natural de su piel y lo abatí plantando cara ahora al jinete, abriendo los brazos en cruz rugiendo para una batalla a mele.
Era un orco que bien podía sacarme un cuerpo.
-¡Vamos!
Cuando consiguió recargar de polvora las dos pistolas disparó fijando el objetivo a un orco que estaba justo detrás de Alrek y que avanzaba maza en mano dispuesto a hundirle el cráneo. Después abatió a otro que se acercaba a un rebelde desarmado porque en el choque había dejado caer la espada, y de nuevo tuvo que recargar. ¡Maldita sea! Aquello era lento!! Pero era lo mejor que podía hacer, era de largo alcance y preciso, una bala, una muerte. Siguió recargando y disparando, a la vez que los arqueros hacían lo mismo.*
Atrás Sirius clavaba su mano en el suelo, bajo nuestros pies la tierra tembló sus ojos del mismo tono rojizo con toques un tanto pedregosos lo fusionaban con el elemento tierra, que a su voluntad se alzó en una especie de muro que se elevó varios metros frente a sus manso protegiendo y así aislando a las personas de aquellos seres, el ejercito de Randulf era como el circo de los horrores.
Un disparó pasó por mi lado abatiendo con tino al orco que a mis espaldas se acercaba maza en mano, hubiera alzado la cabeza para mirar a la dueña del disparo, pero el orco que había frente a mi no se paró en tonterias y descargó su enorme clava contra mi.
Rodé por el suelo esquivando así la mordedura mientras atacaba su flanco derecho con mi espada haciéndole un buen tajo.
Otro se acercó a mi espalda, eran demasiados, mis ambar centellaron ladeando mi cuerpo lo suficiente como para que el hacha saliera disparada de mi mano hundiéndose en su frente.
-¡Ahhhhhhhh! -rugí sintiendo la sangre caliente resbalar por mi cuerpo.*
Escuchó el rugido de Alrek y se puso nerviosa, tiró el balín que tenía entre los dedos, sacó la cabeza para ver qué pasaba y al verlo aún se puso más nerviosa. Con dedos temblorosos consiguió recargar pero al volver a asomarse divisó a otro soldado a punto de ser devorado por una bestia y a Alrek defendiéndose del ataque ¿qué hacía? ¿a quién debía disparar? Un instante de duda bastó para que la bestia cerrase las mandíbulas entorno a la cintura del vikingo y le sacó las tripas. Esa visión se congeló en sus ojos. Un segundo de duda y ese hombre estaba muerto, ella la culpable de que ese norteño hoy no regresase a Akershus. Uno de los arqueros la sacudió para que reaccionase y finalmente su mente entró en piloto automático, recargando y disparando, hasta que no quedaron proyectiles en su bolsa.*
Sirius apretaba los dientes, no sabia cuanto podría aguantar, frente al muro se congregaba una buena parte de los draconianos con aquellos jinetes oscuros montados completamente cubiertos de armadura completa, no tenían ojos, solo oscuridad, vacío y frío. Un grito que se trasformó en gruñido y la tierra se convirtió en afilados picos que salieron disparados de sus manos dejando así lo que antes era un muro en una infinita secesión del lanzas que como lluvia afilada se hundió en el cuerpo del enemigo.
Sirius cayó de rodillas posando una de sus manos en el suelo para sujetarse, la magia era poderosa, pero tenia un precio.
Salí corriendo en su dirección, muchos habían muerto con aquel devastador ataque pero otros quedaban en pie y lo matarían si no lograba evitarlo.
Me fui abriendo paso acero en mano, abriendo el pecho de los orcos, destripándolos en una carrera hacia el mago.*
Ya no le quedaban balas, así que descendió de la torreta y sacó el sable de la vaina corriendo en la misma dirección que Alrek, hacia Sirius, se zafó un mandoble y le barrió los pies a un orco sajando sus tendones, éste hincó las rodillas en tierra y con el cuchillo lo apuñaló bajo la barbilla sacando la hoja por la nariz. Le costó un poco desincrustarla, Beth no era un guerrero, su tamaño cuadraba mejor con una asesina o con lo que era, una pirata, y aunque estaba fuerte, no lo estaba tanto como para rendir bien en una batalla así, donde los enemigos le doblaban el tamaño. Corrió empujando una puerta y atravesando una vivienda, huyendo de uno enorme que la perseguía. Se pegó a la pared y esperó que entrase en tromba, entonces le hundió el sable en el estómago y le lanzó una silla, rompiéndola contra la mole negra. En el segundo que estuvo aturdido, hundió por el mismo lugar que al de antes una de las patas de la silla y la dejó ahí, recuperando su arma y saliendo por la puerta de atrás. ¿Qué estaría pasando en la plaza principal? Los había perdido de vista.*
-¡Sirius! -rugí al ver como uno de los jinetes oscuros viendo al hechicero en el suelo alzaba la espada para descargarla sobre su cuello.
El mago se revolvió, con las pocas fuerzas que le quedaban, sacó de su bota una daga que clavó en la yugular del monstruo, justo donde el cascó dejaba la obertura para unirse con el resto de la armadura. Lo empujó con el pie lanzándolo al suelo.
Ruido metálico al desplomarse el cuerpo, ríos carmesí bañaban las tierras de nuestros ancestros. Un segundo enemigo no llegó al mago, pues salté por los aires convirtiéndome en un enorme lobo rojo que cayó sobre el orco devorandole la cara, tirando con mis dientes y haciendo palanca con mi poderosas patas de las venas de su cuello, mientras gruñía plantando cara a un segundo.*
Corrió a la plaza principal donde Alrek convertido en lobo desguazaba a la criatura con sus dientes y garras, la sangre teñía su pelaje y la cara de Sirius, que agotado estaba arrodillado en el suelo. Todavía chocaban aceros y se escuchaban los sonidos de la muerte, pero poco a poco iban acallándose, la morenita consiguió llegar cerca de donde estaban ambos, pero se detuvo cuando vio al soldado devorado porque ella no había disparado a tiempo. Tenía los ojos abiertos y las tripas fuera, se detuvo frente a él y ese rostro se le grabó en las retinas. Ya no lo olvidaría jamás.*
Me alcé relamiéndome el hocico, pocos eran ya los enemigos que quedaban en pie, el cuerno llamaba a retirada. Donó con fuerza, retumbando en la aldea, habíamos ganado, la profecía de la piedra verde no se produciría.
Fue entonces cuando me percate, Beth estaba parada frente a un cadaver, absorta en sus pensamientos de un modo tal que n ose dio cuenta que pro su flanco derecho un huargo malherido alzó la cabeza casi atrapando su brazo, con al potencia de sus mandíbulas bien podía cercenarselo. Me lancé a la desesperada rodando en mi caída por el suelo con el perro ensangrentado, los dos mostrándonos las fauces, claro que a mi me pillo de refilón y eso hizo que la bestia clavara en mi un bocado rápido que me hizo aullar de dolor.
Me revolví empujándolo con las patas traseras y cuando me lo saque de encima cargué de nuevo enganchando su yugular, desgarrando su carne sintiendo como daba sus últimos coletazos de vida entre mis dientes.*
El aullido del lobo la sobresaltó y la sacó de su ensimismamiento. Llevaba el cuchillo en la mano y apuñaló al huargo con saña, una y otra vez, incluso cuando ya estaba muerto, sumida en un bucle caótico, donde su cabeza estaba tratando de no sucumbir por completo a la devastación de la culpabilidad, y ese pellejo sanguinolento era quien lo estaba pagando.*
Fue Sirius el que abrazó a Beth desde atrás susurrando que ya había terminado todo.
Su mano atrapaba el puñal de acero para quitárselo a la pirata que había entrado en bucle y no pensaba. Mis ambar se hundían en sus dos tormentas pendencieras mientras frente a sus ojos y con gesto de dolor empezaba a recuperar mi forma. Me puse en pie, manchado de sangre, mas del enemigo que propia, caminé hacia ella abriendo los brazos para acogerla. Sirius la soltó para que yo pudiera calmarla mientras cansado se dejaba de nuevo caer al suelo evaluando los daños.*
Me equivoqué, aquellos jinetes lejos de venir a caballo según lo previsto montaban unos reptilianos de cuerpo escamoso verdusco y ojos de lagarto. En su mayoría lograron vencer la muerte de las estacas, su piel mucho mas dura les sirvió como escudo y si bien era cierto les hirió, no les mató.
Rugí de plena rabia con el acero bailando entre mis dedos.
Descargué una estocada en el pecho de uno de los jinetes que se había venido abajo con su montura empalada entre los maderos.
Ordené a los arqueros a voz en grito abatir a los que habían superado la primera linea.
Uno de esos reptiles se lanzó hacia mi, con la zurda, saqué, una pequeña hacha de mano y la incrusté en su craneo, la espada danzó en mi diestra incrustandosela por debajo de la barbilla donde no parecía tener el escudo natural de su piel y lo abatí plantando cara ahora al jinete, abriendo los brazos en cruz rugiendo para una batalla a mele.
Era un orco que bien podía sacarme un cuerpo.
-¡Vamos!
Cuando consiguió recargar de polvora las dos pistolas disparó fijando el objetivo a un orco que estaba justo detrás de Alrek y que avanzaba maza en mano dispuesto a hundirle el cráneo. Después abatió a otro que se acercaba a un rebelde desarmado porque en el choque había dejado caer la espada, y de nuevo tuvo que recargar. ¡Maldita sea! Aquello era lento!! Pero era lo mejor que podía hacer, era de largo alcance y preciso, una bala, una muerte. Siguió recargando y disparando, a la vez que los arqueros hacían lo mismo.*
Atrás Sirius clavaba su mano en el suelo, bajo nuestros pies la tierra tembló sus ojos del mismo tono rojizo con toques un tanto pedregosos lo fusionaban con el elemento tierra, que a su voluntad se alzó en una especie de muro que se elevó varios metros frente a sus manso protegiendo y así aislando a las personas de aquellos seres, el ejercito de Randulf era como el circo de los horrores.
Un disparó pasó por mi lado abatiendo con tino al orco que a mis espaldas se acercaba maza en mano, hubiera alzado la cabeza para mirar a la dueña del disparo, pero el orco que había frente a mi no se paró en tonterias y descargó su enorme clava contra mi.
Rodé por el suelo esquivando así la mordedura mientras atacaba su flanco derecho con mi espada haciéndole un buen tajo.
Otro se acercó a mi espalda, eran demasiados, mis ambar centellaron ladeando mi cuerpo lo suficiente como para que el hacha saliera disparada de mi mano hundiéndose en su frente.
-¡Ahhhhhhhh! -rugí sintiendo la sangre caliente resbalar por mi cuerpo.*
Escuchó el rugido de Alrek y se puso nerviosa, tiró el balín que tenía entre los dedos, sacó la cabeza para ver qué pasaba y al verlo aún se puso más nerviosa. Con dedos temblorosos consiguió recargar pero al volver a asomarse divisó a otro soldado a punto de ser devorado por una bestia y a Alrek defendiéndose del ataque ¿qué hacía? ¿a quién debía disparar? Un instante de duda bastó para que la bestia cerrase las mandíbulas entorno a la cintura del vikingo y le sacó las tripas. Esa visión se congeló en sus ojos. Un segundo de duda y ese hombre estaba muerto, ella la culpable de que ese norteño hoy no regresase a Akershus. Uno de los arqueros la sacudió para que reaccionase y finalmente su mente entró en piloto automático, recargando y disparando, hasta que no quedaron proyectiles en su bolsa.*
Sirius apretaba los dientes, no sabia cuanto podría aguantar, frente al muro se congregaba una buena parte de los draconianos con aquellos jinetes oscuros montados completamente cubiertos de armadura completa, no tenían ojos, solo oscuridad, vacío y frío. Un grito que se trasformó en gruñido y la tierra se convirtió en afilados picos que salieron disparados de sus manos dejando así lo que antes era un muro en una infinita secesión del lanzas que como lluvia afilada se hundió en el cuerpo del enemigo.
Sirius cayó de rodillas posando una de sus manos en el suelo para sujetarse, la magia era poderosa, pero tenia un precio.
Salí corriendo en su dirección, muchos habían muerto con aquel devastador ataque pero otros quedaban en pie y lo matarían si no lograba evitarlo.
Me fui abriendo paso acero en mano, abriendo el pecho de los orcos, destripándolos en una carrera hacia el mago.*
Ya no le quedaban balas, así que descendió de la torreta y sacó el sable de la vaina corriendo en la misma dirección que Alrek, hacia Sirius, se zafó un mandoble y le barrió los pies a un orco sajando sus tendones, éste hincó las rodillas en tierra y con el cuchillo lo apuñaló bajo la barbilla sacando la hoja por la nariz. Le costó un poco desincrustarla, Beth no era un guerrero, su tamaño cuadraba mejor con una asesina o con lo que era, una pirata, y aunque estaba fuerte, no lo estaba tanto como para rendir bien en una batalla así, donde los enemigos le doblaban el tamaño. Corrió empujando una puerta y atravesando una vivienda, huyendo de uno enorme que la perseguía. Se pegó a la pared y esperó que entrase en tromba, entonces le hundió el sable en el estómago y le lanzó una silla, rompiéndola contra la mole negra. En el segundo que estuvo aturdido, hundió por el mismo lugar que al de antes una de las patas de la silla y la dejó ahí, recuperando su arma y saliendo por la puerta de atrás. ¿Qué estaría pasando en la plaza principal? Los había perdido de vista.*
-¡Sirius! -rugí al ver como uno de los jinetes oscuros viendo al hechicero en el suelo alzaba la espada para descargarla sobre su cuello.
El mago se revolvió, con las pocas fuerzas que le quedaban, sacó de su bota una daga que clavó en la yugular del monstruo, justo donde el cascó dejaba la obertura para unirse con el resto de la armadura. Lo empujó con el pie lanzándolo al suelo.
Ruido metálico al desplomarse el cuerpo, ríos carmesí bañaban las tierras de nuestros ancestros. Un segundo enemigo no llegó al mago, pues salté por los aires convirtiéndome en un enorme lobo rojo que cayó sobre el orco devorandole la cara, tirando con mis dientes y haciendo palanca con mi poderosas patas de las venas de su cuello, mientras gruñía plantando cara a un segundo.*
Corrió a la plaza principal donde Alrek convertido en lobo desguazaba a la criatura con sus dientes y garras, la sangre teñía su pelaje y la cara de Sirius, que agotado estaba arrodillado en el suelo. Todavía chocaban aceros y se escuchaban los sonidos de la muerte, pero poco a poco iban acallándose, la morenita consiguió llegar cerca de donde estaban ambos, pero se detuvo cuando vio al soldado devorado porque ella no había disparado a tiempo. Tenía los ojos abiertos y las tripas fuera, se detuvo frente a él y ese rostro se le grabó en las retinas. Ya no lo olvidaría jamás.*
Me alcé relamiéndome el hocico, pocos eran ya los enemigos que quedaban en pie, el cuerno llamaba a retirada. Donó con fuerza, retumbando en la aldea, habíamos ganado, la profecía de la piedra verde no se produciría.
Fue entonces cuando me percate, Beth estaba parada frente a un cadaver, absorta en sus pensamientos de un modo tal que n ose dio cuenta que pro su flanco derecho un huargo malherido alzó la cabeza casi atrapando su brazo, con al potencia de sus mandíbulas bien podía cercenarselo. Me lancé a la desesperada rodando en mi caída por el suelo con el perro ensangrentado, los dos mostrándonos las fauces, claro que a mi me pillo de refilón y eso hizo que la bestia clavara en mi un bocado rápido que me hizo aullar de dolor.
Me revolví empujándolo con las patas traseras y cuando me lo saque de encima cargué de nuevo enganchando su yugular, desgarrando su carne sintiendo como daba sus últimos coletazos de vida entre mis dientes.*
El aullido del lobo la sobresaltó y la sacó de su ensimismamiento. Llevaba el cuchillo en la mano y apuñaló al huargo con saña, una y otra vez, incluso cuando ya estaba muerto, sumida en un bucle caótico, donde su cabeza estaba tratando de no sucumbir por completo a la devastación de la culpabilidad, y ese pellejo sanguinolento era quien lo estaba pagando.*
Fue Sirius el que abrazó a Beth desde atrás susurrando que ya había terminado todo.
Su mano atrapaba el puñal de acero para quitárselo a la pirata que había entrado en bucle y no pensaba. Mis ambar se hundían en sus dos tormentas pendencieras mientras frente a sus ojos y con gesto de dolor empezaba a recuperar mi forma. Me puse en pie, manchado de sangre, mas del enemigo que propia, caminé hacia ella abriendo los brazos para acogerla. Sirius la soltó para que yo pudiera calmarla mientras cansado se dejaba de nuevo caer al suelo evaluando los daños.*
Alrek Tollak- Cambiante Clase Alta
- Mensajes : 54
Fecha de inscripción : 21/06/2017
Re: El corazón de piedra verde (privado)
Bethania temblaba y tenía las manos llenas de sangre, esa sangre podía ser la del soldado caído por su culpa, esa sangre tampoco se la quitaría de la cabeza de ahora en adelante. Cuando sintió el abrazo del cambiante se revolvió y después poco a poco se calmó, bloqueada, en bucle hasta que el silencio tras la batalla se impuso y sólo la propia respiración y la de Alrek era todo cuanto podía oir. Se levantó despacio y miró alrededor. Habían evitado la masacre, los gélidos y los orcos estaban desparramados por doquier y ni una baja civil, tan sólo tres o cuatro guerreros.*
Aparté los mechones ensangrentados de su rostro acunando con mi mano su rostro para que me mirara.
-Hemos ganado, hemos salvado a la gente, has sido una gran escudera -susurré buscando sus labios.
Su cuerpo temblaba entre mis brazos. Sabia como se sentía pues la guerra es cruenta y ver de frente a la parca en ocasiones demasiado difícil de asimilar a la primera.
-Ha terminado todo Beth, estas viva, estas conmigo*
En ese momento no sabía cómo reaccionar, se dejó llevar de aquí para allá, aseguraron el perímetro, pidieron a los lugareños que les ayudaran a retirar los cadáveres, las mesas que habían sido preparadas para la boda, sirvieron de asiento y descanso para los soldados, aquellos que estaban heridos fueron atendidos en el mismo lugar para al menos poder llegar bien a Akershus. La profecía no se había cumplido y cuando la noche dio paso al dia y hubieron descansado un poco, montaron de nuevo y regresaron a la fortaleza. Beth no había dicho ni una palabra, se centraba en realizar tareas, curar heridos, limpiar la zona… cualquier cosa que le impidiera pensar. Tan sólo quería irse, largarse de allí…olvidar la sangre que manchaba sus manos.*
La llegada a Akershus fue como la de nuestros padres antes que nosotros, llena de vítores, de felicitaciones, la gente se arremolinaba a nuestro alrededor tocandonos como si fuéramos héroes. Al llegar al patio de armas solo vi los ojo de mi padre orgullosos, fue un instante, como si todo lo demás no importara, desde niño llevaba esperando esa aprobación que hoy encontraba. Madre me abrazó con fuerza, ella también sufría por su hijo, pero se resignaba a lo que era, un guerrero como mi padre con las mismas ambiciones, ser algún día general.
No pude evitar buscar con la mirada a Beth, la había traído con vida, pero algo se había roto dentro de ella y yo lo sabia. Sirius golpeaba su frente con la de su padre, ambos se reían, conversaban, los dos tenían una gran relación. El brazo de Höor atrapó a Beth para atraerla hacia ellos, parecía tan destrozada que ni siquiera reaccionaba ante un abrazo.*
Se perdió entre los brazos de Höor que la abrazó, pero sin responder a su contacto, estaba como rígida, abatida. Danielle lo notó de inmediato y atrapó su cara mirándola a los ojos, sabía que le sucedía algo, pero allí no era el momento de hablarlo, así que le pasó el brazo por encima de los hombros.
— ¿Nos vamos al barco o prefieres el castillo?
— Barco.
Respondió como una autómata, y lo lógico hubiera sido que prefiriese el castillo, después de haber estado castigada en el barco durante un mes. Pero en ese momento no quería que nadie la molestara, le preguntara por los detalles de la incursión, no quería hablar, quería simplemente encerrarse en su cuarto y desaparecer. Danielle miró a Höor con una elocuente mirada, y éste entendió que algo sucedía, asintiendo. Se marcharon hacia el puerto y como ya venía siendo costumbre, la dejó a su aire un rato. Beth se encerró en el camarote, se quitó la ropa y se metió en la tina, frotándose bien, como si quitar esos restos de sangre de su piel pudieran hacer que olvidara aquellos ojos abiertos e inertes frente a ella. Soltó la esponja cuando la piel le ardía de tanto frotar y apretó los dientes. ¿Por qué era tan cobarde? Alrek y Sirius habían ido, habían cumplido con su deber y habían vuelto, y como si nada. Pero ella se había bloqueado varias veces, no había reaccionado como debería y por su culpa había muerto alguien. Su puto miedo es lo que había causado el mal.
Salió del baño y se enrolló en una toalla tumbándose en la cama, y acabó por sucumbir al sueño, mecida por las familiares olas, escuchando los crujidos de la madera y las gaviotas de fondo. Despertó un par de horas más tarde cuando escuchó a Dani llamar a la puerta. Se frotó los ojos, se vistió, y con ropa limpia y algo más descansada salió a cubierta.
— ¿Necesitas algo?
— No.
— ¿Tienes hambre?.— Beth se encogió de hombros, no sabía muy bien ni lo que quería. Esa noche seguramente cenarían todos juntos en el castillo, o al menos es lo que solían hacer.
— ¿Vendrás a cenar?.— la morena se lo pensó un poco, porque realmente no le apetecía hablar con nadie, pero tampoco podía estar así eternamente. Asintió. Danielle suspiró, no sabía qué decirle, entendía que estaba afectaba por lo que hubiera pasado allí, pero si no quería contárselo, aunque se lo preguntase le daría respuestas esquivas, tenía que esperar a que ella quisiera hacerlo, era su forma de ser y ya se conocían.*
Con mi brazo rodeando la cintura de madre me iba hacia su casa, según ella había preparado un buen entrecot que era mi plato preferido con patatas y guarnición.
Padre se reía por la cara que ponía, pero francamente estaba hambriento, podría comerme una vaca entera yo solo literalmente. Como un ciclón vi pasar a Elaine a caballo cruzando el patio de armas con una sonrisa en sus labios. Al parecer estaba fuera de Akershus, apuesto que con las manadas que lideraba y al saber de la llegada de su esposo había venido lo mas rápido que había podido para el reencuentro.
Ladeé la sonrisa al escuchar atrás el choque de ambos cuerpos, los besos y las palabras cómplices que se dedicaban. De nuevo pensé en Beth, sabia que no estaba bien pero me sentía impotente, lo intenté, intenté comprender, lo hice durante todo el viaje pero me esquivaba.
Comí con mis padres y hermanos, risas, alcohol, y como no, la narración con todo detalle de lo que había pasado y como habíamos impedido la boda de sangre. Tras acabar el postre, darme un baño y dormir un poco me despedí de mis padres, a fin de cuentas yo ya no vivía con ellos y esto no cambiaba nada, me gustaba tener mi propio territorio y así mi relación con padre sin duda mejoraba.
No pude evitar pasar por puerto, quizás no debí, pero quería saber como se encontraba, así que me encalomé por la pasarela del Reina Anna siendo parado por un marinero que al verme me saludo y avisó a Dani de inmediato.*
La almirante salió a cubierta y cuando vio al cambiante le hizo un gesto para que subiese a bordo, llevándolo a donde estaba el timón. Beth aún estaba en su camarote y quedaba un rato para irse al castillo.
— ¿Qué pasó en esa aldea? no me digas que se lo pregunte a ella, te lo estoy preguntando a ti, ella no quiere hablar, y no te atrevas a mentirme.*
-¿mentir? -dejé escapar una risa irónica. Sabia que Dani me odiaba, me lo dejó claro la última vez que pisé su barco - ha pasado lo que en todas las guerras, que la gente muere, que quitas vida para salvar otra. Que el acero baila entre tus manos y hace sangrar. No lo se, no se que le pasa..tampoco ha querido hablar conmigo.- Fui sincero, estaba tan perdido como ella.*
Se pellizcó el puente de la nariz. Lo que fuera que le pasaba a Beth, no tenía al cambiante en medio, ni siquiera le había hecho responsable de nada. Era algo suyo, algo interno, algo que le había supuesto un antes y un después, como le sucedió a Morgan tras el asunto “Japón”.
— Bien, de acuerdo. Si habla contigo dímelo. Temo que pueda hacer otra estupidez como la de largarse a Perú. Espera aquí un momento.
Eso era verdad, si Beth se sentía fuera de lugar no dudaría en embarcarse rumbo a donde fuera y poner millas de distancia con Akershus. Había salido igual de terca que Danielle, sólo que la inglesa ya contaba con la madurez de la experiencia y sabía que si lo hacía sería por no hablar las cosas. Bajó la escaleta y llamó a la puerta de la morenita.
— Alrek está aquí, ¿sales?.— la joven se pensó un poco y respondió.
— Dile que lo veré mañana.— Danielle se acercó al rubio con cara de resignación.
— Necesita un tiempo. Dice que mañana te verá.*
Enarqué una ceja ante la negativa de Beth de verme ¿mañana? esta noche iríamos a la taberna y quería que viniera conmigo después de cenar con sus padres.
-Tengo que hablar con ella -dije sin mas esquivando el cuerpo de Dani para bajar las escaleras.
Nunca se me dio bien obedecer y si Beth quería que me marchara, tendría que pedírmelo en persona. Yo no había hecho nada para merecer su indiferencia y su actitud me cabreaba.*
Estaba sentada sobre la cama, vestida para ir a cenar, pero con el pelo suelto y sin trenzar, no había tenido ganas después del baño, y francamente tampoco tenía ganas de levantarse para ir al castillo, pero había ciertas cosas que eran de obligado cumplimiento. El cambiante irrumpió en su camarote y Danielle detrás de él. Se enfrentó con los ojos de ambos y finalmente asintió a la pirata.
— Está bien.— Danielle cerró la puerta y salió a cubierta lamentando la maldita hora en la que su hija tocó aquella piedra. Beth miró a Alrek alzando los escudos, como había hecho desde que acabó el fatídico día.— Me alegro de que tu padre esté orgulloso de ti.*
-No he venido para hablar de mi padre -atajé caminando hacia ella con el gesto sobrio, me detuve frente a ella, sin saber bien si podía o no tocarla -¿que pasa Beth? llevas esquivándome días. Tu madre me ha dicho que no quieres verme ¿por que?.- Aparté con mi mano el pelo rebelde y suelto que caía sobre su rostro. -Quiero entenderte Beth, pero no me lo estas poniendo fácil.*
Se levantó y resopló cogiendo el cinto y colocándolo alrededor de sus pantalones, también ella quería entender algunas cosas, pero no encontraba las respuestas.
—No soy una guerrera, ya lo hemos comprobado. Me bloqueé, me quedé en blanco, no supe reaccionar… un instante de duda y a ese soldado lo devoraron, le sacaron las tripas…un sólo instante, un segundo…y lo tenía a tiro, podría haberlo evitado pero te escuché gritar y miré hacia otro lado y… por mi culpa no ha regresado vivo. Siento… siento vergüenza de mí misma, siento que soy una decepción. He intentado morder más de lo que podía abarcar, creía que podría ser una heroína, como siempre han sido tu padre y Höor, pero soy una rata cobarde, una inútil en la batalla y por mi culpa muere gente. Sirius y tú nos sacasteis de ese entuerto, si no hubierais estado…pfffff… si esa gente dependiera de mi actuación estarían todos muertos.*
Negué con la cabeza hundiendo en sus pardos mis aceros.
-¿sabes cuantos civiles hemos salvado? lo viste Beth, lo viste cogida de mi mano, ríos de sangre, cuerpos de niños cercenados. En la guerra siempre hay bajas, es cierto hemos perdido amigos en esto, pero...ellos saben a lo que se enfrentan al desenvainar el acero. No eres una cobarde, has hecho un gran trabajo, eres valiente, mas de lo que esperaba, francamente. Se que no te importa, pero yo estoy orgulloso de ti. No tienes porque volver a luchar, no tienes porque ser una escudera, eres una pirata y no volveré a llevarte conmigo a la guerra, pero olvida esto, porque no tienes la culpa.Yo dirigía la misión, si necesitas culpar a alguien, deberías mirar al frente, soy el único a quien puedes acarrear muertes.*
— ¿Orgulloso de mi?.— frunció el ceño. ¿Era broma?.— ¿cómo puedes estarlo, si fui una inútil, salí corriendo cuando ese orco se me acercó y sólo tuve el valor de matarlo emboscándolo en la casa.?— Si hubiera una guerra que sólo discurriese a campo abierto, tenía la duda de si ella saldría corriendo en la dirección opuesta y eso la avergonzaba profundamente. No había sido educada para blandir el acero en modo berserker, ella había aprendido las triquiñuelas navales, las jugarretas que podían decantar la victoria por mar y en el ámbito del comercio, pero se sentía como un pequeño león que quería rugir y no sabía cómo. Crecer a la sombra de Danielle, una maestra del ardid, y de los hijos de Höor, todos muy competentes y grandes guerreros o hechiceros, la dejaban a ella un poco eclipsada y si bien antes había pensado que ser intrépida y buscar aventuras le daría su lugar, hoy estaba aún más lejos de saber cuál era, de lo que estaba al principio.*
-No estas siendo justa contigo, lo mejor es que sabes que tengo razón. ¿Soy útil en alta mar? quizás podría sacar como mucho lustre a cubierta..me desesperé en el viaje, me sacaste las castañas del fuego mas de dos y tres veces. Si hubiera ido sin ti me hubieran tirado al mar para convertirme en pasto de tiburones.No soy un pirata...-me eche a reir -puedo hace joooo, beber ron, pero no se mas de barcos. Soy un guerrero, llevo con el acero en mi mano desde que tuve uso de razón, una espada de madera era mi juguete.
Somos distintos ¿y? yo puedo defenderme en tierra, he sido entrenado para ello, tu podrías por contra sortear una tempestad, enfrentar a Randulf a cañonazos. Beth estoy orgulloso de ti porque has luchado con valor, porque lo mas sensato para ti hubiera sido ni si quiere venir y Höor te hubiera dado la razón, pero has venido para luchar por los míos, por el norte y por eso estoy orgulloso de ti.*
— Pero si no lo hago más…dejarás de estar orgulloso. Y me dirás que todo lo arreglo huyendo. Lo he visto demasiadas veces en las discusiones de Höor y Dani. ¡Ahhh…! Yo que sé. Todo es muy confuso.— se echó las manos a la cabeza, que le iba a estallar y acabó mirando a la puerta.— Tengo que ir a cenar al castillo.*
Me eché a reír mirándola, su cabeza iba demasiado rápido hasta para mi.
-Siempre podemos hacer una estupidez y volver a Peru a beber y jugar a las anillas -le dije guiñándole un ojo.-Me puse en la puerta impidiendo que saliera -antes dos promesas..bueno, una.Que vendrás esta noche conmigo a la taberna y dos..no es una promesa, es una petición, no vas a irte sin darme un beso.*
— No me apetece celebrar nada…¿lo podemos dejar para mañana?.— se refería a la taberna, lo del beso no estaba tan mal, ahora sí le apetecía ese abrazo que se había negado a si misma porque pensaba que no merecía que la reconfortaran, sino que la castigaran por haberlo hecho tan mal. Se acercó casi tímidamente apoyando la mejilla en su pecho y rodeando con los brazos su cintura.*
Dejé escapar el aire contra su pelo, supuse que era lo mas justo, no podía obligarla a venir conmigo aunque yo así lo deseaba.
-Nos vemos mañana -susurré meciendo sus mechones rebeldes.
Alcé su mentón para depositar un casto beso en sus labios y me hice a un lado para darle paso y que pudiera marcharse.Yo había quedado con los chicos para cenar y después celebraríamos en la taberna que seguíamos vivos y que la masacre había sido evitada.*
Salió a cubierta y se cruzó con Danielle que estaba apoyada en la baranda cruzada de brazos, la joven cruzó la pasarela y la almirante esperó a que el cambiante saliese para detenerlo sujetando su brazo.
— ¿Y bien?¿qué te ha dicho?*
Sabia de la preocupación de Danielle y aunque una parte de mi la hubiera mandado a la mierda después del trato recibido, en el fondo no quise hacer saña con esto. Si decírselo podía ayudar a madre e hija, lo haría con gusto.
-Piensa que ha sido cobarde, que ha dudado y que por eso han muerto soldados. Ya se lo he explicado y creo que me ha entendido, aunque con tu hija nunca se sabe, os parecéis demasiado -ladeé la sonrisa, bien podía entender Danielle a lo que me refería.*
Soltó el brazo de Alrek mirándolo intensamente. Era un niñato sobrado que no entendía de modales y que creía que podía hablarle como si fuera uno de sus colegas. No lo era, era la almirante de Akershus y debería saber comportarse ante un superior con las formas correctas. Frunció los labios y le hizo un leve asentimiento de cabeza. Eso sería todo el “gracias” que recibiría por su parte, dado su exceso de confianza.
Enfilaron la subida al castillo, allí les esperaban los Cannif para cenar. Recibió felicitaciones pero ella desvió todo el mérito hacia Sirius, que era el verdadero héroe, sin él no habrían tenido posibilidades. Cenaron en familia y se quedaron a dormir allí, como tantas veces antes.
Cené con algunos de los soldados que nos habían acompañado y después me reuní con los Cannif y mis hermanos en la taberna para beber, contar las chanzas de la batalla y echarnos unas risas. Cuando ya no nos teníamos en pie nos fuimos a dormirla a casa y aunque con el alcohol corriendo por mis venas sentí el deseo de ir a ver a Beth, desistí ante la idea de encontrarme en este estado de frente a la almirante con cara de condescendencia.
UNOS DÍAS MÁS TARDE…
Habían capturado a Brökk en una misión al borde de la frontera cercana a Trondheim. Habían rescatado a una mujer que huyó de la fortaleza de Randulf vestida de novia y después cuando les atacaron se los llevaron a ambos.
SIGUE LA HISTORIA AQUÍ:
El mensajero de Loki
Aparté los mechones ensangrentados de su rostro acunando con mi mano su rostro para que me mirara.
-Hemos ganado, hemos salvado a la gente, has sido una gran escudera -susurré buscando sus labios.
Su cuerpo temblaba entre mis brazos. Sabia como se sentía pues la guerra es cruenta y ver de frente a la parca en ocasiones demasiado difícil de asimilar a la primera.
-Ha terminado todo Beth, estas viva, estas conmigo*
En ese momento no sabía cómo reaccionar, se dejó llevar de aquí para allá, aseguraron el perímetro, pidieron a los lugareños que les ayudaran a retirar los cadáveres, las mesas que habían sido preparadas para la boda, sirvieron de asiento y descanso para los soldados, aquellos que estaban heridos fueron atendidos en el mismo lugar para al menos poder llegar bien a Akershus. La profecía no se había cumplido y cuando la noche dio paso al dia y hubieron descansado un poco, montaron de nuevo y regresaron a la fortaleza. Beth no había dicho ni una palabra, se centraba en realizar tareas, curar heridos, limpiar la zona… cualquier cosa que le impidiera pensar. Tan sólo quería irse, largarse de allí…olvidar la sangre que manchaba sus manos.*
La llegada a Akershus fue como la de nuestros padres antes que nosotros, llena de vítores, de felicitaciones, la gente se arremolinaba a nuestro alrededor tocandonos como si fuéramos héroes. Al llegar al patio de armas solo vi los ojo de mi padre orgullosos, fue un instante, como si todo lo demás no importara, desde niño llevaba esperando esa aprobación que hoy encontraba. Madre me abrazó con fuerza, ella también sufría por su hijo, pero se resignaba a lo que era, un guerrero como mi padre con las mismas ambiciones, ser algún día general.
No pude evitar buscar con la mirada a Beth, la había traído con vida, pero algo se había roto dentro de ella y yo lo sabia. Sirius golpeaba su frente con la de su padre, ambos se reían, conversaban, los dos tenían una gran relación. El brazo de Höor atrapó a Beth para atraerla hacia ellos, parecía tan destrozada que ni siquiera reaccionaba ante un abrazo.*
Se perdió entre los brazos de Höor que la abrazó, pero sin responder a su contacto, estaba como rígida, abatida. Danielle lo notó de inmediato y atrapó su cara mirándola a los ojos, sabía que le sucedía algo, pero allí no era el momento de hablarlo, así que le pasó el brazo por encima de los hombros.
— ¿Nos vamos al barco o prefieres el castillo?
— Barco.
Respondió como una autómata, y lo lógico hubiera sido que prefiriese el castillo, después de haber estado castigada en el barco durante un mes. Pero en ese momento no quería que nadie la molestara, le preguntara por los detalles de la incursión, no quería hablar, quería simplemente encerrarse en su cuarto y desaparecer. Danielle miró a Höor con una elocuente mirada, y éste entendió que algo sucedía, asintiendo. Se marcharon hacia el puerto y como ya venía siendo costumbre, la dejó a su aire un rato. Beth se encerró en el camarote, se quitó la ropa y se metió en la tina, frotándose bien, como si quitar esos restos de sangre de su piel pudieran hacer que olvidara aquellos ojos abiertos e inertes frente a ella. Soltó la esponja cuando la piel le ardía de tanto frotar y apretó los dientes. ¿Por qué era tan cobarde? Alrek y Sirius habían ido, habían cumplido con su deber y habían vuelto, y como si nada. Pero ella se había bloqueado varias veces, no había reaccionado como debería y por su culpa había muerto alguien. Su puto miedo es lo que había causado el mal.
Salió del baño y se enrolló en una toalla tumbándose en la cama, y acabó por sucumbir al sueño, mecida por las familiares olas, escuchando los crujidos de la madera y las gaviotas de fondo. Despertó un par de horas más tarde cuando escuchó a Dani llamar a la puerta. Se frotó los ojos, se vistió, y con ropa limpia y algo más descansada salió a cubierta.
— ¿Necesitas algo?
— No.
— ¿Tienes hambre?.— Beth se encogió de hombros, no sabía muy bien ni lo que quería. Esa noche seguramente cenarían todos juntos en el castillo, o al menos es lo que solían hacer.
— ¿Vendrás a cenar?.— la morena se lo pensó un poco, porque realmente no le apetecía hablar con nadie, pero tampoco podía estar así eternamente. Asintió. Danielle suspiró, no sabía qué decirle, entendía que estaba afectaba por lo que hubiera pasado allí, pero si no quería contárselo, aunque se lo preguntase le daría respuestas esquivas, tenía que esperar a que ella quisiera hacerlo, era su forma de ser y ya se conocían.*
Con mi brazo rodeando la cintura de madre me iba hacia su casa, según ella había preparado un buen entrecot que era mi plato preferido con patatas y guarnición.
Padre se reía por la cara que ponía, pero francamente estaba hambriento, podría comerme una vaca entera yo solo literalmente. Como un ciclón vi pasar a Elaine a caballo cruzando el patio de armas con una sonrisa en sus labios. Al parecer estaba fuera de Akershus, apuesto que con las manadas que lideraba y al saber de la llegada de su esposo había venido lo mas rápido que había podido para el reencuentro.
Ladeé la sonrisa al escuchar atrás el choque de ambos cuerpos, los besos y las palabras cómplices que se dedicaban. De nuevo pensé en Beth, sabia que no estaba bien pero me sentía impotente, lo intenté, intenté comprender, lo hice durante todo el viaje pero me esquivaba.
Comí con mis padres y hermanos, risas, alcohol, y como no, la narración con todo detalle de lo que había pasado y como habíamos impedido la boda de sangre. Tras acabar el postre, darme un baño y dormir un poco me despedí de mis padres, a fin de cuentas yo ya no vivía con ellos y esto no cambiaba nada, me gustaba tener mi propio territorio y así mi relación con padre sin duda mejoraba.
No pude evitar pasar por puerto, quizás no debí, pero quería saber como se encontraba, así que me encalomé por la pasarela del Reina Anna siendo parado por un marinero que al verme me saludo y avisó a Dani de inmediato.*
La almirante salió a cubierta y cuando vio al cambiante le hizo un gesto para que subiese a bordo, llevándolo a donde estaba el timón. Beth aún estaba en su camarote y quedaba un rato para irse al castillo.
— ¿Qué pasó en esa aldea? no me digas que se lo pregunte a ella, te lo estoy preguntando a ti, ella no quiere hablar, y no te atrevas a mentirme.*
-¿mentir? -dejé escapar una risa irónica. Sabia que Dani me odiaba, me lo dejó claro la última vez que pisé su barco - ha pasado lo que en todas las guerras, que la gente muere, que quitas vida para salvar otra. Que el acero baila entre tus manos y hace sangrar. No lo se, no se que le pasa..tampoco ha querido hablar conmigo.- Fui sincero, estaba tan perdido como ella.*
Se pellizcó el puente de la nariz. Lo que fuera que le pasaba a Beth, no tenía al cambiante en medio, ni siquiera le había hecho responsable de nada. Era algo suyo, algo interno, algo que le había supuesto un antes y un después, como le sucedió a Morgan tras el asunto “Japón”.
— Bien, de acuerdo. Si habla contigo dímelo. Temo que pueda hacer otra estupidez como la de largarse a Perú. Espera aquí un momento.
Eso era verdad, si Beth se sentía fuera de lugar no dudaría en embarcarse rumbo a donde fuera y poner millas de distancia con Akershus. Había salido igual de terca que Danielle, sólo que la inglesa ya contaba con la madurez de la experiencia y sabía que si lo hacía sería por no hablar las cosas. Bajó la escaleta y llamó a la puerta de la morenita.
— Alrek está aquí, ¿sales?.— la joven se pensó un poco y respondió.
— Dile que lo veré mañana.— Danielle se acercó al rubio con cara de resignación.
— Necesita un tiempo. Dice que mañana te verá.*
Enarqué una ceja ante la negativa de Beth de verme ¿mañana? esta noche iríamos a la taberna y quería que viniera conmigo después de cenar con sus padres.
-Tengo que hablar con ella -dije sin mas esquivando el cuerpo de Dani para bajar las escaleras.
Nunca se me dio bien obedecer y si Beth quería que me marchara, tendría que pedírmelo en persona. Yo no había hecho nada para merecer su indiferencia y su actitud me cabreaba.*
Estaba sentada sobre la cama, vestida para ir a cenar, pero con el pelo suelto y sin trenzar, no había tenido ganas después del baño, y francamente tampoco tenía ganas de levantarse para ir al castillo, pero había ciertas cosas que eran de obligado cumplimiento. El cambiante irrumpió en su camarote y Danielle detrás de él. Se enfrentó con los ojos de ambos y finalmente asintió a la pirata.
— Está bien.— Danielle cerró la puerta y salió a cubierta lamentando la maldita hora en la que su hija tocó aquella piedra. Beth miró a Alrek alzando los escudos, como había hecho desde que acabó el fatídico día.— Me alegro de que tu padre esté orgulloso de ti.*
-No he venido para hablar de mi padre -atajé caminando hacia ella con el gesto sobrio, me detuve frente a ella, sin saber bien si podía o no tocarla -¿que pasa Beth? llevas esquivándome días. Tu madre me ha dicho que no quieres verme ¿por que?.- Aparté con mi mano el pelo rebelde y suelto que caía sobre su rostro. -Quiero entenderte Beth, pero no me lo estas poniendo fácil.*
Se levantó y resopló cogiendo el cinto y colocándolo alrededor de sus pantalones, también ella quería entender algunas cosas, pero no encontraba las respuestas.
—No soy una guerrera, ya lo hemos comprobado. Me bloqueé, me quedé en blanco, no supe reaccionar… un instante de duda y a ese soldado lo devoraron, le sacaron las tripas…un sólo instante, un segundo…y lo tenía a tiro, podría haberlo evitado pero te escuché gritar y miré hacia otro lado y… por mi culpa no ha regresado vivo. Siento… siento vergüenza de mí misma, siento que soy una decepción. He intentado morder más de lo que podía abarcar, creía que podría ser una heroína, como siempre han sido tu padre y Höor, pero soy una rata cobarde, una inútil en la batalla y por mi culpa muere gente. Sirius y tú nos sacasteis de ese entuerto, si no hubierais estado…pfffff… si esa gente dependiera de mi actuación estarían todos muertos.*
Negué con la cabeza hundiendo en sus pardos mis aceros.
-¿sabes cuantos civiles hemos salvado? lo viste Beth, lo viste cogida de mi mano, ríos de sangre, cuerpos de niños cercenados. En la guerra siempre hay bajas, es cierto hemos perdido amigos en esto, pero...ellos saben a lo que se enfrentan al desenvainar el acero. No eres una cobarde, has hecho un gran trabajo, eres valiente, mas de lo que esperaba, francamente. Se que no te importa, pero yo estoy orgulloso de ti. No tienes porque volver a luchar, no tienes porque ser una escudera, eres una pirata y no volveré a llevarte conmigo a la guerra, pero olvida esto, porque no tienes la culpa.Yo dirigía la misión, si necesitas culpar a alguien, deberías mirar al frente, soy el único a quien puedes acarrear muertes.*
— ¿Orgulloso de mi?.— frunció el ceño. ¿Era broma?.— ¿cómo puedes estarlo, si fui una inútil, salí corriendo cuando ese orco se me acercó y sólo tuve el valor de matarlo emboscándolo en la casa.?— Si hubiera una guerra que sólo discurriese a campo abierto, tenía la duda de si ella saldría corriendo en la dirección opuesta y eso la avergonzaba profundamente. No había sido educada para blandir el acero en modo berserker, ella había aprendido las triquiñuelas navales, las jugarretas que podían decantar la victoria por mar y en el ámbito del comercio, pero se sentía como un pequeño león que quería rugir y no sabía cómo. Crecer a la sombra de Danielle, una maestra del ardid, y de los hijos de Höor, todos muy competentes y grandes guerreros o hechiceros, la dejaban a ella un poco eclipsada y si bien antes había pensado que ser intrépida y buscar aventuras le daría su lugar, hoy estaba aún más lejos de saber cuál era, de lo que estaba al principio.*
-No estas siendo justa contigo, lo mejor es que sabes que tengo razón. ¿Soy útil en alta mar? quizás podría sacar como mucho lustre a cubierta..me desesperé en el viaje, me sacaste las castañas del fuego mas de dos y tres veces. Si hubiera ido sin ti me hubieran tirado al mar para convertirme en pasto de tiburones.No soy un pirata...-me eche a reir -puedo hace joooo, beber ron, pero no se mas de barcos. Soy un guerrero, llevo con el acero en mi mano desde que tuve uso de razón, una espada de madera era mi juguete.
Somos distintos ¿y? yo puedo defenderme en tierra, he sido entrenado para ello, tu podrías por contra sortear una tempestad, enfrentar a Randulf a cañonazos. Beth estoy orgulloso de ti porque has luchado con valor, porque lo mas sensato para ti hubiera sido ni si quiere venir y Höor te hubiera dado la razón, pero has venido para luchar por los míos, por el norte y por eso estoy orgulloso de ti.*
— Pero si no lo hago más…dejarás de estar orgulloso. Y me dirás que todo lo arreglo huyendo. Lo he visto demasiadas veces en las discusiones de Höor y Dani. ¡Ahhh…! Yo que sé. Todo es muy confuso.— se echó las manos a la cabeza, que le iba a estallar y acabó mirando a la puerta.— Tengo que ir a cenar al castillo.*
Me eché a reír mirándola, su cabeza iba demasiado rápido hasta para mi.
-Siempre podemos hacer una estupidez y volver a Peru a beber y jugar a las anillas -le dije guiñándole un ojo.-Me puse en la puerta impidiendo que saliera -antes dos promesas..bueno, una.Que vendrás esta noche conmigo a la taberna y dos..no es una promesa, es una petición, no vas a irte sin darme un beso.*
— No me apetece celebrar nada…¿lo podemos dejar para mañana?.— se refería a la taberna, lo del beso no estaba tan mal, ahora sí le apetecía ese abrazo que se había negado a si misma porque pensaba que no merecía que la reconfortaran, sino que la castigaran por haberlo hecho tan mal. Se acercó casi tímidamente apoyando la mejilla en su pecho y rodeando con los brazos su cintura.*
Dejé escapar el aire contra su pelo, supuse que era lo mas justo, no podía obligarla a venir conmigo aunque yo así lo deseaba.
-Nos vemos mañana -susurré meciendo sus mechones rebeldes.
Alcé su mentón para depositar un casto beso en sus labios y me hice a un lado para darle paso y que pudiera marcharse.Yo había quedado con los chicos para cenar y después celebraríamos en la taberna que seguíamos vivos y que la masacre había sido evitada.*
Salió a cubierta y se cruzó con Danielle que estaba apoyada en la baranda cruzada de brazos, la joven cruzó la pasarela y la almirante esperó a que el cambiante saliese para detenerlo sujetando su brazo.
— ¿Y bien?¿qué te ha dicho?*
Sabia de la preocupación de Danielle y aunque una parte de mi la hubiera mandado a la mierda después del trato recibido, en el fondo no quise hacer saña con esto. Si decírselo podía ayudar a madre e hija, lo haría con gusto.
-Piensa que ha sido cobarde, que ha dudado y que por eso han muerto soldados. Ya se lo he explicado y creo que me ha entendido, aunque con tu hija nunca se sabe, os parecéis demasiado -ladeé la sonrisa, bien podía entender Danielle a lo que me refería.*
Soltó el brazo de Alrek mirándolo intensamente. Era un niñato sobrado que no entendía de modales y que creía que podía hablarle como si fuera uno de sus colegas. No lo era, era la almirante de Akershus y debería saber comportarse ante un superior con las formas correctas. Frunció los labios y le hizo un leve asentimiento de cabeza. Eso sería todo el “gracias” que recibiría por su parte, dado su exceso de confianza.
Enfilaron la subida al castillo, allí les esperaban los Cannif para cenar. Recibió felicitaciones pero ella desvió todo el mérito hacia Sirius, que era el verdadero héroe, sin él no habrían tenido posibilidades. Cenaron en familia y se quedaron a dormir allí, como tantas veces antes.
Cené con algunos de los soldados que nos habían acompañado y después me reuní con los Cannif y mis hermanos en la taberna para beber, contar las chanzas de la batalla y echarnos unas risas. Cuando ya no nos teníamos en pie nos fuimos a dormirla a casa y aunque con el alcohol corriendo por mis venas sentí el deseo de ir a ver a Beth, desistí ante la idea de encontrarme en este estado de frente a la almirante con cara de condescendencia.
* * * * * * * * * * *
UNOS DÍAS MÁS TARDE…
Habían capturado a Brökk en una misión al borde de la frontera cercana a Trondheim. Habían rescatado a una mujer que huyó de la fortaleza de Randulf vestida de novia y después cuando les atacaron se los llevaron a ambos.
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Bethania- Humano Clase Baja
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