Cacería en una noche de verano.

por **Molly Winslet** Miér Oct 08, 2014 2:44 am

No me detuve. Aquel muchacho olía especialmente bien, y parecía estar perfectamente sano y en plena flor de vida. Se me hacía la boca agua de solo pensar en aquel fuerte y acompasado corazón, bombeando tantísima sangre a cada uno de sus músculos. Un pobre joven aspirante a ser un gran cazador, pero con la desgraciada situación de pertenecer a una familia pobre con numerosos hermanos.
El sol se ponía paulatinamente, y yo me sentía algo incómoda con aquella gruesa capa cuya capucha me cubría casi todo el rostro. El camino de tierra se difuminaba cada vez más, dando paso a un sendero menos transitado y rodeado de maleza, pero aún quedaba un poco más para llegar al bosque.
Sabía que aquel chico se sentía inquieto por mi presencia, pero no de la manera que debería hacerlo. El muy iluso me veía como una chiquilla tímida en indefensa que se internaba en una zona peligrosa en soledad. Induje sus pensamientos a sentir menos curiosidad y preocupación por mí y a concentrarse en su objetivo: cazar una buena cierva antes de que la oscuridad lo atrapase.
Aunque, obviamente, acabaría por atraparle. Yo me aseguraría de ello.
En cuanto nos internamos en el bosque, uno detrás de otro, me aseguré de desaparecer. Di un sigiloso salto a una de las ramas más escondidas, moviéndome entre las sombras que poco a poco iban inundándolo todo. Le hice creer que seguía el camino correcto, acercándose cada vez más a la boca del lobo, y nunca mejor dicho.
La manada estaba cerca, y olía tan nítidamente como yo la carne blanda de aquel humano. Tenían hambre, a pesar de ser pleno verano, yo me había asegurado de que no consiguieran alimento durante varios días. Me encantaba acechar a mis víctimas con aquella precisión algunas veces, era divertido vigilar sus vidas y dirigirlas a una muerte segura.
No tardaron mucho en acorralarle y hacerle huir. Sus gritos de terror eran música para mis oídos, y con una sonrisa placentera fui matando a cada uno de los animales. Uno a uno, según se iban acercando a mi presa. El último de todos tuvo más suerte, y le permití que asustara un poco más al muchacho.
Se había caído de bruces con las raíces de un árbol. "Pobrecito" me regodeé.
El canino se preparó para saltar, con las fauces enterradas y mostrando unos dientes desgarradores, pero no tan letales como los míos. Justo a tiempo, el sol por fín había desaparecido, y una neblina algo traslúcida bañaba el ambiente, antes de dar paso a la cálida noche de verano.
El salto no llegó a su fin, me lancé desde la rama hacia el animal con elegancia, clavando el tacón de mi zapato en su cráneo con una violencia tremenda. La capucha se había caído, y con ella se iba deslizando lentamente el resto de la capa hacia el suelo. Sus ojos desorbitados parecieron adquirir un minúsculo destello de esperanza.

-Oh no, no te ilusiones -le espeté, con una voz dulce y tierna-, vas a morir de todas formas.

Me acerqué con autosuficiencia al muchacho asustado y me arrodillé frente a él, dejando nuestros rostros a escasos centímetros. La desesperación comenzaba a plasmarse en sus facciones, con unos ojos vidriosos y suplicantes. Recogí su cara con la mano, alzando su barbilla con delicadeza.

-Shhh -mi mirada se volvió comprensiva-, no llores. En realidad, no es tan malo como parece. Terminaré pronto.

Sonreí con fingida empatía.

-¿V...vas a matarme? - su voz temblorosa se me antojaba ridícula.

Ya está bien, me reprendí con ironía, es suficiente temor. Clavé mis pupilas en las suyas, y me metí en su mente.

-No temas -susurré, incitándole a apaciguarse. Y así lo hizo-. Ahora, no te resistas.

Bajé mis dedos al cuello de su camisa, y arranqué la tela de aquella parte con brusquedad. El muchacho no se movió, como si aquello fuera de su agrado. Me devolvió la sonrisa, y yo me incliné para darle un dulce beso en los labios.

-No temas- repetí, con aire juguetón.

El asintió con la cabeza, entregando su garganta palpitante. De inmediato, me invadió una sed enloquecedora. Mis ojos se tornaron de un color escarlata y solté un gemido ante aquella irresistible tentación. Olía increíblemente bien, y nadie sospecharía con tantos lobos a su alrededor.
Besé su cuello, y él se estremeció, la fragancia era infinitamente suculenta, y el bombeo de su agitado corazón lo intensificaba todavía más. No pude esperar más, clavé mis colmillos en su yugular como si del mayor manjar se tratase. El sabor era todavía mejor que el aroma, inundándome de un placer vibrante y vital, que me infundía poder hasta límites inimaginables.
Pero entonces, en mi momento de gloria, el sonido de algo o alguien me interrumpió.

por **Dev Peltier** Miér Oct 08, 2014 8:49 pm

Cacería en una noche de verano

>> Actos irresponsables <<

Con el anochecer muchas bestias abandonan sus escondites y salen de caza; algunas, en su forma animal, debían mantenerse en la espesura del bosque; mientras que otros, con una apariencia menos llamativa, podían pasar desapercibidos en la ciudad y entre los humanos, pero eso no los hacía menos salvajes o peligrosos, al contrario. Aquella noche calurosa de verano parecía perfecta para cazar, el cielo estaba despejado y las calles tranquilas, por ser día de semana los humanos iban pronto a casa para descansar de la jornada de trabaja y prepararse para la siguiente, pero siempre quedaba alguno que otro en las calles tentando a su suerte, sin saber cuándo podría ser su turno de convertirse en alimento de bestias.

Había llegado desde su castillo hasta la ciudad a caballo, dejándolo atado a las afueras de una taberna y comenzando a caminar por la calle que lindaba con el bosque, en busca de alguna presa apropiada y solitaria a quien cazar resultara fácil pues no tenía ganas de jugar esa noche, todo lo que deseaba en ese momento era la ansiada sangre, sin más. Aunque, sinceramente, aquello no podía ser más falso, el vampiro siempre se ponía exigente a la hora de buscar una presa: debía ser joven pero no tanto, de preferencia mujer aunque también había tenido algún que otro chico en su lista, sin importar el sexo debía tener cierto atractivo… En fin, toda una gama de exigencias que no todo vampiro tomaba en cuenta.

El número de posibles presas descartadas por algún o ningún motivo ya iba por 3 cuando sintió el aire impregnarse fuertemente por el olor de la sangre. Esta sangre no era humana, por lo que no le tentaba en absoluto, pero poco a poco se hacía más fuerte; se estaba derramando demasiada sangre, hecho que llamó la atención del vampiro llevándolo a internarse en el bosque en busca del motivo, aunque este fuese ya sospechado por él. A una distancia prudencial para no ser notado, pero lo suficientemente cerca para observar y escuchar lo que sucedía, Olivier se detuvo. Una joven vampiro hacía de las suyas, no debía tener 20 años de edad y realmente pocos de haber sido transformada. Dada la irresponsabilidad con la que actuaba, sospechaba seriamente que había sido abandonada sin más por su creador, eso o sencillamente quien la transformó era igual de irresponsable.

Se quedó observando hasta que ella obtuvo lo que deseaba. El dulce aroma de sangre joven y fresca invadió sus fosas nasales, haciéndolo cerrar los ojos antes el deleite, casi podía saborearlo. Al menos podía poner un punto bueno a la joven, tenía muy buen gusto a la hora de escoger presas. Cuando notó que la vida escapaba sin remedio del joven humano se acercó a la escena, haciéndose notar.

Con los ojos inyectados en sangre, muestra inequívoca de su sed, dedicó una mirada reprobatoria a la chica. -Debes ser demasiado joven, o demasiado estúpida, para hacer lo que has hecho- recriminó. No le importaba en absoluto que matara al muchacho, tampoco el asesinato de una manada de lobos entera, lo que le disgustaba era el hecho de que lo hiciera tan cerca de la ciudad, en los límites donde los cazadores solían patrullar. ¿Qué pensaba? ¿Que un cazador se creería el cuento de que los lobos se habían matado entre ellos por un humano? Ni en los más dulces sueños, los cazadores eran humanos pero no idiotas, y sabían que los lobos eran criaturas de manada que cazan juntos, no se cazan entre ellos. Y aunque así fuera, alguno habría quedado vivo y ese se habría encargado del cuerpo humano, o ¿Qué pensaba hacer ella con el cadáver? ¿Comerlo? Si los cazadores se sentían amenazados comenzarían a poner toque de queda y habría más de ellos rondando las calles por las noches, cosa que no solo la afectaría a ella sino a todos los de su especie, e incluso a los licántropos.

Desde su completa altura, y con los ojos fijos en los de ella, la miró amenazante -Semejante irresponsabilidad debe ser castigada. ¿Acaso crees que eres la única como tú en esta zona? Si actúas de esta manera terminarás afectándonos a todos, chiquilla. Y créeme que ya no sólo tendrías a los cazadores detrás de ti, sino también a todos los vampiros de París y probablemente a los licántropos y algunos cambiaformas. ¿Te crees suficientemente fuerte para enfrentarte si quiera a uno de esos bandos completos? ¿Te crees suficientemente fuerte para enfrentarte a un solo vampiro que sea más fuerte que tú?- pronunció lo último dando un paso al frente, dejando claro que si lo creía, sería él mismo quien se encargara de darle su merecido. Generalmente era un hombre pacífico; aunque amaba la lucha, la evitaba hasta las últimas consecuencias. -¿Dónde se esconde la escoria de tu creador?- exigió saber, intentando calmarse con la idea de que ella no tenía toda la culpa, había un irresponsable mucho mayor detrás de aquellos actos.

por **Molly Winslet** Jue Oct 09, 2014 4:19 am

No me dio tiempo a dejar de beber antes de que aquella presencia hablara.

-Debes ser demasiado joven, o demasiado estúpida, para hacer lo que has hecho - una voz grave que emanaba de un aura que irradiaba irritación y sed al mismo tiempo.

Un vampiro.
Desconcertada, me aparté de mi presa, no sin cierta dificultad, para clavar mis ojos enfebrecidos en los ajenos. La reprobación era clara en sus pupilas, y aquello sólo consiguió incordiarme, ¿qué pintaba allí aquel intruso? ¿Y por qué se veía en el derecho de recriminarme nada?
La sangre me manchaba los labios, derramándose por mi cuello blanco como el mármol.

-Semejante irresponsabilidad debe ser castigada. ¿Acaso crees que eres la única como tú en esta zona? Si actúas de esta manera terminarás afectándonos a todos, chiquilla. Y créeme que ya no sólo tendrías a los cazadores detrás de ti, sino también a todos los vampiros de París y probablemente a los licántropos y algunos cambiaformas. ¿Te crees suficientemente fuerte para enfrentarte si quiera a uno de esos bandos completos? ¿Te crees suficientemente fuerte para enfrentarte a un solo vampiro que sea más fuerte que tú?

Se aproximó de modo amenazante, y yo no pude evitar echarme hacia atrás y dejar escapar un siseo de entre mis labios. ¿De qué me hablaba aquel vampiro arrogante? ¿Acaso se estaba burlando de mí? Todo aquello me superaba.

-¿Dónde se esconde la escoria de tu creador?

Su autoritaria forma de exigirme que respondiera me afectaba de alguna forma que yo no comprendía. Inevitablemente, un sentimiento de cierto temor y quizá también respeto me invadía al escuchar y observar al caballero. Mi cara debía ser todo un espectáculo, con la sorpresa y la irritación plasmadas en cada facción. Sí, me había pillado con las manos en la masa, y sí, también había conseguido asustarme.

-¿De qué estás hablando? -le espeté, intentando abandonar aquella forma agazapada y patética-. Hasta donde yo sé, tengo todo el derecho a buscar mi alimento como me plazca, y supongo que esa regla no sólo se aplica a mí.

Lancé una mirada de soslayo a sus iris escarlata, en un intento penoso de exculparme por lo que me acusaba, pero en mi interior podía sentir la verdad en su reprimenda. ¿Licántropos? ¿Cambiaformas? Los nombres de esas criaturas se me hacían irreales e infantiles, cómo si sólo pudieran habitar en los ridículos cuentos de niños.
Pero bien pensado... ¿acaso no era yo misma un protagonista de aquellas leyendas?

-Y con respecto a quien me creó -me adelante con todo el valor del que fui capaz, dejando tan sólo un metro entre nosotros-, me temo que no te incumbe. Además, ¿por qué te importa lo más mínimo? Si lo que te preocupa es que me delate, me desharé de los lobos y del cuerpo en cuanto acabe.

Recé para que aquella afirmación fuera suficiente y aquel inquietante vampiro decidiera largarse de una vez para continuar con lo que dejé. El olor de la sangre aún era intenso en el ambiente, y de sólo recordarlo comencé a sentir que se me secaba la boca. Su aura y el intenso color rojo de sus iris denotaba que se encontraba igualmente hambriento.
Aquello me sacó una sonrisa burlona que quizá debería haber evitado.

por **Dev Peltier** Sáb Oct 11, 2014 1:23 pm

Cacería en una noche de verano

>> ¿Qué haré contigo, niña? <<

Ver el miedo brillando en los ojos de una presa siempre había conseguido excitarlo, ver dicha expresión en el rostro de uno de su especie lo superaba con creces, aún más viéndola con los ojos aún carmesí y la sangre de su víctima cayendo por su mentón y cuello. Aquella era sin duda una imagen que mantendría en su memoria por largo tiempo a partir de entonces; sin embargo, aquello no aplacó en absoluto su enojo ante lo sucedido. Mientras ella hablaba, por un lado llamándolo entrometido y por otro retrocediendo ante su acercamiento, Olivier dedicó toda su atención a la joven y pequeña chica ante él; el joven humano que había sido usado como presa fue dejado de lado, inconsciente, sobre la tierra reseca por el intenso sol del verano.

Cuando finalmente el mayor dejó de acercarse, ella se mantuvo por un momento en su lugar y luego fue quien disminuyera la distancia entre ambos, dándole pie a que él la eliminarla casi por completo, quedando a apenas un paso de ella. “Si lo que te preocupa es que me delate, me desharé de los lobos y del cuerpo en cuanto acabe.” Fue lo último que la escuchó pronunciar, palabras que llegaron acompañadas de una sonrisa burlona que provocaron más su enojo. Finalmente, extendió su mano hasta el rostro femenino, acariciando por un segundo su mejilla, acto que fue reemplazado por uno mucho menos delicado -Ahora aprenderás a tener cuidado de con quién te metes y de quién te burlas-. De un momento a otro le volteó el rostro para tener más fácil acceso a su cuello.

Con sumo cuidado acercó su rostro al hueco del cuello de la chica y comenzó a remover con su lengua el camino de sangre, sosteniéndola al mismo tiempo de la cintura con su otra mano por si intentaba alejarse, de forma tal que no tuviese escapatoria. Fue lamiendo la pálida piel de su compañera con lentitud, deleitándose no sólo con el sabor de la sangre, sino también con el de la que podría convertirse en su presa de aquella noche. Recorrió todo su cuello, la barbilla y sus labios, pero no la besó, únicamente retiró la mancha roja que distorsionaba la marfileña belleza de su piel. Una vez su tarea se vio finalizada, alejó apenas su rostro para poder verla a los ojos nuevamente, quien sonreía burlonamente ahora era él.

El color de sus ojos había perdido todo rastro de azul, y el tono de carmesí se había tornado casi negro. -Tienes razón. No sólo no me incumbe quién te convirtió en lo que eres, tampoco me importa en absoluto. Pero si él no supo darte algunas lecciones, no tengo ningún inconveniente en ser yo quien lo haga- reforzó el agarre con el que la tenía sujeta y con violenta rapidez encajó sus colmillos en el delgado cuello de la neófita. Su apetito, contrario a lo que se pensaría, en lugar de disminuir se acrecentó al probar el manjar que recorría las venas de la mujer entre sus brazos. Al haber sido convertida recientemente pero haber probado ya la sangre de muchos humanos hacía de su sabor uno especialmente delicioso a su paladar. Ella era sangre fresca y dulce.

Sin poder controlarse, acorraló a la chica contra el tronco de un árbol, succionando todo cuanto deseó de aquel elixir, hasta un punto en el que logró sentirse medianamente saciado pero sin llegar al punto de dejarla totalmente sin energías, simplemente debilitándola lo suficiente para hacerla saber quién dominaba y quién debía temer y respetar al otro. Sus ojos volvían a un tono entre azulado y carmesí, sus labios dibujaban una sonrisa lunática que no muestra seguido acompañada de la sangre manchando desde su boca al cuello de su camisa blanca, anteriormente impecable. -El cazador ha sido cazado esta noche, ¿No cree?- pronunció sin alejarse ni soltarla, creyó que si lo hacía ella caería de golpe contra el suelo.

-¿Qué haré contigo, niña?- aquello se lo preguntaba a sí mismo, ¿Qué hacer? No quería que su actitud descuidada volviera a molestarlo, por lo que eliminarla podría ser una opción. Sin embargo, el sabor de tan dulce sangre no debía ser desperdiciado de aquella manera. Tal vez podría recurrir a ella cuando se hallara sediento, aquello era algo que no podía hacer con Aneu, al menos no de momento. Por lo que debía encontrar un saco de sangre recurrente, y esta chica podría servirle.

por **Molly Winslet** Sáb Oct 11, 2014 6:09 pm

Alargó el brazo en un gesto que se mi hizo amenazador a pesar de la delicada caricia que realmente fue. Sentí el apremiante deseo de apartarme de aquella mano peligrosa, y me arrepentí de no haberlo hecho en cuanto pronunció su respuesta con una voz ronca llena de malicia.

-Ahora aprenderás a tener cuidado de con quién te metes y de quién te burlas.

Con un gesto brusco e insolente me apartó el rostro, dejando mi garganta pulida a su merced. ¿Qué se proponía? Debía apartarme, golpearle, huir y no volver jamás. Pero no era capaz, algo me decía que mi única opción era dejar que aquel inquietante vampiro hiciera de las suyas.
En cuanto su lengua húmeda rozó la piel de mi cuello un escalofrío recorrió mi columna, erizándome la nuca. Su mano era una firme trampa depositada de forma estratégica en mi cintura. Me hervía la sangre de ira, y el hecho de sentirme inútil ante su propósito no hacía más que intensificarlo. Tuve que contar los segundos inmóvil y tensa hasta que hubo dejado de juguetear.

-Tienes razón. No sólo no me incumbe quién te convirtió en lo que eres, tampoco me importa en absoluto. Pero si él no supo darte algunas lecciones, no tengo ningún inconveniente en ser yo quien lo haga.

Sus colmillos perforaron violentamente mi yugular antes de que pudiera hacer o decir nada. Me sentí humillada, como si invadieran mi intimidad, como si pudieran ver todos mis pensamientos, como si fuera vulnerable y débil... En definitiva, me sentí una temblorosa humana frente a la fuerza descomunal de un vampiro. Por fin, conseguí recuperar algo de mí misma e intentar resistirme a empujones.
Pero entonces me empotró contra el tronco de aquel enorme árbol, y mis fuerzas me abandonaban a la par que aquel cruel hombre absorbía mi vitalidad. Por un motivo que no podía explicarme, sabía que su objetivo era más bien la dominación que la matanza. Cuando por fin me liberó, no tuve la energía suficiente como para escapar, y me resigné a sostener su mirada desorbitada y triunfante.

-El cazador ha sido cazado esta noche, ¿No cree?

En aquellos momentos, si hubiera tenido la fuerza que me había abandonado, le hubiera matado con mis propias manos. Aunque lo más probable es que muriera en el intento.

-¿Qué haré contigo, niña?

El odio en mi interior era tan tangible que podía percibir cómo se expandía por cada una de mis extremidades.

-Yo diría que ya has hecho bastante -mis labios eran una línea recta-. Creo que ha quedado totalmente claro que clase de caballero eres.

No estaba dispuesta a enfrentarme a él en mi debilidad, inmóvil entre sus brazos y observando como la sangre (mi sangre) se escurría de sus carnosos labios a su camisa blanca. Ni siquiera era capaz de evocar la aversión que sentía en aquellos momentos en mi mirada, hasta la voz que salía de mi boca era pastosa y pausada.
Me mantuve inmóvil, esperando que se decidiera.

-Si vas a matarme, hazlo de una vez -las palabras se escurrían de forma cansina-. Y si no es así, déjame en soledad, ha sido suficiente humillación.

Quizá por la falta de fuerzas, o quizá por no ver solución a aquella situación, mis párpados se cerraron lentamente, y sentí que el cuerpo se me hacía demasiado pesado. Aun así, no perdí la consciencia, simplemente me dejé caer ante mi depredador. Sus manos firmes no se movieron, y mi cabeza cayó desvalida hacia atrás.
El olor de la sangre humana me llegó débilmente, pero estaba tan lejos...

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