AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Un poema del corazón.. [LIBRE]
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Un poema del corazón.. [LIBRE]
Se unieron sus almas nuevamente después de largos recorridos y formaron parte del éter hasta traspasar todo tiempo, todo lugar inimaginable por el hombre.
Vivieron diferentes existencias, en diferentes lugares en diferentes cuerpos pero sus almas siempre se reconocieron como fuente mensajera del amor divino.
Anhelaron y sintieron la libertad que solo se consigue cuando las almas entienden que no hay límites, sólo los impuestos por la mente del hombre.
Leo con gran expectación hasta la última letra del poema que precede a la última página del libro que tengo en mis manos, el cual ha sido mi compañero por tres días, los cuales he tardado en terminarlo debido al poco tiempo en que puedo gozar de un buen rato lejos de casa y de mis Damas de compañia, eso sin contar el tiempo que le dedico a poder escapar a mi otra vida. Cierro el libro y meneo la cabeza, la mayoría de los poemas escritos en las múltiples y amarillentas páginas hablan del amor, de la felicidad, la alegría, la unión de almas, de cosas..... que no existen para mi, de cosas que en dieciocho años no han tocado a mi puerta, y mismas que dudo que lleguen a alojarse algún dia en mi alma.
Pongo las manos sobre la mesa dejando a un lado el libro rojizo, color apto para su contenido lleno de infamias que llenan mi corazón de falsas esperanzas, pero... ¿Que pasa? de pronto una gota cae a mi mano y estoy segura que no llueve, no llueve en el cielo pero si en mi alma, y la única forma de derramar las gotas de lluvia es en forma de lágrimas, entonces llevo las puntas de mis dedos hacia mis ojos húmedos y por un momento recuerdo la razón por la cual estoy aqui.
.-Solo un año mas Elizabeth, si en este plazo no consigues unirte a algún buen partido, entonces tendre que tomar medidas...-. musitó mi padre frente a mí la tarde anterior, tranquilo, sereno pero firme, con esa voz que no admitía reclamaciones, tal como es su costumbre, mi madre, sumisa como siempre no dijo nada, acepta cualquier cosa que le diga el hombre que la tiene presa desde el momento en que se casó con ella, pero mi mente no penso en ello, mi mente pensaba en las palabras de mi padre, que quedaron resonando como un duro golpe, un año.... solo un año, no podía permitirlo.
.-Un solo año! no puedes hacerme esto padre... un año no es suficie...-. mis palabras se vieron interrumpidas por un manotazo masculino. .-A mi jovencita, no me levantas la voz, he dicho un año, pero ahora que lo pienso no podría ser tan bondadoso con tal bestia que se atreve a contradecirme, sin embargo aún así lo sere, solo necesito que tengas lo mejor, entiendelo ahora y acepta tu futuro por las buenas y si no lo haces entonces puedes ir a condenarte sola a tu propio infierno porque las cosas no van a cambiar-. me quede callada entonces y mi padre salio con mi madre detrás, como un perro de compañia, maldición!
Volvi a la realidad dandome cuenta de que mis labios rosaceos temblaban al igual que mis manos, pero no era de miedo, era de mera inconformidad, "condenarte sola a tu propio infierno porque las cosas no van a cambiar" En un año todo puede cambiar.. pensé mientras mis ojos se entornaban lentamente.
Vivieron diferentes existencias, en diferentes lugares en diferentes cuerpos pero sus almas siempre se reconocieron como fuente mensajera del amor divino.
Anhelaron y sintieron la libertad que solo se consigue cuando las almas entienden que no hay límites, sólo los impuestos por la mente del hombre.
Leo con gran expectación hasta la última letra del poema que precede a la última página del libro que tengo en mis manos, el cual ha sido mi compañero por tres días, los cuales he tardado en terminarlo debido al poco tiempo en que puedo gozar de un buen rato lejos de casa y de mis Damas de compañia, eso sin contar el tiempo que le dedico a poder escapar a mi otra vida. Cierro el libro y meneo la cabeza, la mayoría de los poemas escritos en las múltiples y amarillentas páginas hablan del amor, de la felicidad, la alegría, la unión de almas, de cosas..... que no existen para mi, de cosas que en dieciocho años no han tocado a mi puerta, y mismas que dudo que lleguen a alojarse algún dia en mi alma.
Pongo las manos sobre la mesa dejando a un lado el libro rojizo, color apto para su contenido lleno de infamias que llenan mi corazón de falsas esperanzas, pero... ¿Que pasa? de pronto una gota cae a mi mano y estoy segura que no llueve, no llueve en el cielo pero si en mi alma, y la única forma de derramar las gotas de lluvia es en forma de lágrimas, entonces llevo las puntas de mis dedos hacia mis ojos húmedos y por un momento recuerdo la razón por la cual estoy aqui.
.-Solo un año mas Elizabeth, si en este plazo no consigues unirte a algún buen partido, entonces tendre que tomar medidas...-. musitó mi padre frente a mí la tarde anterior, tranquilo, sereno pero firme, con esa voz que no admitía reclamaciones, tal como es su costumbre, mi madre, sumisa como siempre no dijo nada, acepta cualquier cosa que le diga el hombre que la tiene presa desde el momento en que se casó con ella, pero mi mente no penso en ello, mi mente pensaba en las palabras de mi padre, que quedaron resonando como un duro golpe, un año.... solo un año, no podía permitirlo.
.-Un solo año! no puedes hacerme esto padre... un año no es suficie...-. mis palabras se vieron interrumpidas por un manotazo masculino. .-A mi jovencita, no me levantas la voz, he dicho un año, pero ahora que lo pienso no podría ser tan bondadoso con tal bestia que se atreve a contradecirme, sin embargo aún así lo sere, solo necesito que tengas lo mejor, entiendelo ahora y acepta tu futuro por las buenas y si no lo haces entonces puedes ir a condenarte sola a tu propio infierno porque las cosas no van a cambiar-. me quede callada entonces y mi padre salio con mi madre detrás, como un perro de compañia, maldición!
Volvi a la realidad dandome cuenta de que mis labios rosaceos temblaban al igual que mis manos, pero no era de miedo, era de mera inconformidad, "condenarte sola a tu propio infierno porque las cosas no van a cambiar" En un año todo puede cambiar.. pensé mientras mis ojos se entornaban lentamente.
Amber Le Vaillant- Humano Clase Media
- Mensajes : 187
Fecha de inscripción : 27/08/2010
Re: Un poema del corazón.. [LIBRE]
[[ ¡Buenisimo! No he podido evitar leerlo...y ¡ay! Dios xD qué poético...
Aqui el Joven Gerard para alegrarla ]]
Aqui el Joven Gerard para alegrarla ]]
Desde hace un día, vivía temporalmente en casa del profesor Kaarkarogf, parecía que mi vida empezaba a normalizarse poco a poco.
Salí de su casa como todas las mañanas para hacer algo producente, porque allí mientras él dormía por su condición vampírica, me aburría.
Llevaba puesto mi abrigo negro, mis pantalones marrones y un suéter gris, porque últimamente pasaba un poco de frío. A cada paso que daba mi maletín se movía con cierta gracia por el movimiento de mis brazos al caminar.
Llevaba lo imprescindible en aquel maletín, papeles y grafitos de distintas durezas, y por supuesto ¡la botella de vino que había recargado antes de salir! Eso que no falte.
Hoy no había clase, así que me fui directo a la Biblioteca de París, porque tenía que hacer un pequeño trabajo para la Universidad. Antes de entrar, me pasé por la cafetería para desayunar un poco. Tras comerme el croissant subí con ánimo las escaleras que llevaban al gran portón de la inmensa biblioteca, antes de entrar tuve que dejarle mis datos a la mujer que había pasando lista, apuntando los nombres de quién entraba y salía de allí, era lógico.
Una vez hecho, entré sin hacer ruido, y me fui a la sección de Arte. Había como 60 personas en toda la biblioteca, aún era pronto. Dejé el maletín y el abrigo en la esquina de la mesa donde solía sentarme (cerca de una ventana), y comencé a andar entre las estanterías, necesitaba un libro de Arte Romano, en especial del emperador Adriano.
No me impaciente puesto que sabía que alguno debía haber, lo complicado sería encontrarlo en inglés, es que el francés no lo dominaba a la perfección.
Pasé mi dedo indicé por el título de los libros, “Etruscos…la república…Julio Claudios…Severos… ¡Antoninos!” Se me iluminaron los ojos al ver que estaba cerca. Cogí con las dos manos un gran libro, y me lo llevé con cierta dificultad a mi sitio.
Lo dejé con cuidado en la dura mesa. Me senté sin arrastrar la silla, mientras cogía unos papeles y una pluma que tenía perdida entre la marabunta de cosas que tenía dentro del maletín, entre pañuelos y suciedad. Al final, dí con él. Comencé a escribir mi nombre, y de lo que trataba el trabajo. Abrí el libro por la primera página y empecé a leer.
Salí de su casa como todas las mañanas para hacer algo producente, porque allí mientras él dormía por su condición vampírica, me aburría.
Llevaba puesto mi abrigo negro, mis pantalones marrones y un suéter gris, porque últimamente pasaba un poco de frío. A cada paso que daba mi maletín se movía con cierta gracia por el movimiento de mis brazos al caminar.
Llevaba lo imprescindible en aquel maletín, papeles y grafitos de distintas durezas, y por supuesto ¡la botella de vino que había recargado antes de salir! Eso que no falte.
Hoy no había clase, así que me fui directo a la Biblioteca de París, porque tenía que hacer un pequeño trabajo para la Universidad. Antes de entrar, me pasé por la cafetería para desayunar un poco. Tras comerme el croissant subí con ánimo las escaleras que llevaban al gran portón de la inmensa biblioteca, antes de entrar tuve que dejarle mis datos a la mujer que había pasando lista, apuntando los nombres de quién entraba y salía de allí, era lógico.
Una vez hecho, entré sin hacer ruido, y me fui a la sección de Arte. Había como 60 personas en toda la biblioteca, aún era pronto. Dejé el maletín y el abrigo en la esquina de la mesa donde solía sentarme (cerca de una ventana), y comencé a andar entre las estanterías, necesitaba un libro de Arte Romano, en especial del emperador Adriano.
No me impaciente puesto que sabía que alguno debía haber, lo complicado sería encontrarlo en inglés, es que el francés no lo dominaba a la perfección.
Pasé mi dedo indicé por el título de los libros, “Etruscos…la república…Julio Claudios…Severos… ¡Antoninos!” Se me iluminaron los ojos al ver que estaba cerca. Cogí con las dos manos un gran libro, y me lo llevé con cierta dificultad a mi sitio.
Lo dejé con cuidado en la dura mesa. Me senté sin arrastrar la silla, mientras cogía unos papeles y una pluma que tenía perdida entre la marabunta de cosas que tenía dentro del maletín, entre pañuelos y suciedad. Al final, dí con él. Comencé a escribir mi nombre, y de lo que trataba el trabajo. Abrí el libro por la primera página y empecé a leer.
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
- Mensajes : 402
Fecha de inscripción : 30/06/2010
Edad : 41
Localización : York (Inglaterra). Residente en Paris.
Re: Un poema del corazón.. [LIBRE]
Una última gota de la lluvia de mi alma pasa por mi rostro hasta deshacerse en mi cuello, no más, es suficiente, voy hacia la estantería y tomo un volúmen más, dejando de paso el libro de piel rojiza en su antiguo espacio. Poemas anónimos dice la pasta del libro que ahora tiene cubierta café, ladeo la cabeza y mecánicamente, casi sin darme cuenta vuelvo a mi antiguo lugar para abrir el nuevo ejemplar que esta en mis manos y leerlo.
Y aquel círculo sacro cerró entorno nuestro.
Todo era oscuridad y atmósfera callada.
Un centro nos unía y una emoción muy cálida.
Los cuerpos se rozaban exactos y encendidos,
y la piel profería su lenguaje perfecto.
Una dulce pasión en un círculo negro,
mientras la hoguera llena de sentidos el tiempo
y me cuenta tu mano la maravilla toda.
Si algún día he de hablar en favor de la vida,
no olvidaré esa noche en el círculo ciego,
ni a ti, que me enseñabas minucioso lo eterno.
.-Lo eterno...-. repetí pero mi voz suena muy lejana, casi como si no fuese la mía, ¿existe lo eterno? y si así es, ¿para qué sirve lo eterno? recuerdo que algún día me hablaron de ese tema, mas sin embargo nunca me explicaron que beneficios y que cosas malas atraía consigo la eternidad.... para mí la eternidad sería una oportunidad, pero para tener algo tan grande, tan maravilloso, seguramente habria que pagar un precio alto.
Coloco mis manos en mi barbilla y miro la palabra escrita en el libro, "lo eterno" vuelvo a leer pensando en mil cosas y a la vez en ninguna, mi mente se encuentra distraída, sin conexion...
Y aquel círculo sacro cerró entorno nuestro.
Todo era oscuridad y atmósfera callada.
Un centro nos unía y una emoción muy cálida.
Los cuerpos se rozaban exactos y encendidos,
y la piel profería su lenguaje perfecto.
Una dulce pasión en un círculo negro,
mientras la hoguera llena de sentidos el tiempo
y me cuenta tu mano la maravilla toda.
Si algún día he de hablar en favor de la vida,
no olvidaré esa noche en el círculo ciego,
ni a ti, que me enseñabas minucioso lo eterno.
.-Lo eterno...-. repetí pero mi voz suena muy lejana, casi como si no fuese la mía, ¿existe lo eterno? y si así es, ¿para qué sirve lo eterno? recuerdo que algún día me hablaron de ese tema, mas sin embargo nunca me explicaron que beneficios y que cosas malas atraía consigo la eternidad.... para mí la eternidad sería una oportunidad, pero para tener algo tan grande, tan maravilloso, seguramente habria que pagar un precio alto.
Coloco mis manos en mi barbilla y miro la palabra escrita en el libro, "lo eterno" vuelvo a leer pensando en mil cosas y a la vez en ninguna, mi mente se encuentra distraída, sin conexion...
Amber Le Vaillant- Humano Clase Media
- Mensajes : 187
Fecha de inscripción : 27/08/2010
Re: Un poema del corazón.. [LIBRE]
Ya me había leído siete páginas sin descanso de aquel libro, me daba cuenta de que debía descansar más por las noches.
Me quedé un momento recostado sobre la mesa mirando un grabado del Panteón por Piranesi, que inicialmente fue concebido por Agripa, pero que más tarde sería construido desde sus cimientos por Adriano.
Sonrió de medio lado al ver ciertos elementos que no encajaban en la estructura del edificio, “Bernini, ¿por qué tuviste que echarle mano?” y menos mal que quitaron lo que él ideó.
Tras mirar el grabado en su conjunto, me quedé absorto en las líneas del dibujo, solo en eso, Piranesi siempre fue para mí un gran Maestro.
Me aburría de estar leyendo siempre lo mismo, porque ya me lo sabía, fue por eso que escogí ese tema para el trabajo, porque no tiene ningún misterio para mí, y me encantaba.
Me levanté de nuevo de mi asiento y me encaminé a la estantería de grabados, buscando lo que primero llamase mi atención, mis ojos pasaban por aquellas letras doradas.
Cerré los ojos al no encontrar lo que venía buscando, asi que me quedé delante de los libros con las manos en los bolsillos, a los pocos segundos abrí los ojos con un suspiró, y por el hueco que había entre la estantería y los libros pude ver a una mujer en la planta de abajo.
Me saqué las manos de los bolsillos para apartar dos tomos que me obstaculizaban la vista completa. Así me quedé un rato, observando cómo aquella señorita leía su libro, desconocía de qué iría, pero vaya era una imagen hermosísima.
Me sonrojé al ser consciente de lo que estaba haciendo, me quedé de espaldas a los libros y a la mujer. "Seguro que no me ha visto", caminé entre las estanterías apartándo los necios pensamientos que rondaban por mi cabeza.
Bajé la escalera de caracol, las cuales te llevaban a la gran nave, desde allí se podía ver toda la cúpula que cubría la biblioteca, me quedé mirando hacia arriba con la mano aún agarrada en la barandilla, por miedo a que me diera vértigo.
Tras esto, inconscientemente me iba acercando a aquel espejismo, para que no fuera tan evidente me distraje mirando los libros que me rodeaban. Era literatura en general, tanto internacional como local.
No pretendía llamar su atención, solo quería mirarla. “Estás loco Gerard…” me dije a mi mismo con una torpe sonrisa, cogí el primer libro que ví, y me senté en el lado opuesto de la mujer, dos sillas a su derecha, para que no fuera tan obvio.
Abrí el libro, y para mi sorpresa era “Ars Amatoria” de Ovidio, sonreí divertido mientras comenzaba a leer las recomendaciones del gran escritor romano. De vez en cuando levantaba la vista para maravillarme a mí mismo. Al detenerme más en su rostro, pude distinguir la tristeza, parpadeé confuso, ¿cómo alguien como ella podría estar triste?
Bajé la cabeza frunciendo el ceño, pensando que yo no debía entrometerme, que era un estúpido.
Me quedé un momento recostado sobre la mesa mirando un grabado del Panteón por Piranesi, que inicialmente fue concebido por Agripa, pero que más tarde sería construido desde sus cimientos por Adriano.
Sonrió de medio lado al ver ciertos elementos que no encajaban en la estructura del edificio, “Bernini, ¿por qué tuviste que echarle mano?” y menos mal que quitaron lo que él ideó.
Tras mirar el grabado en su conjunto, me quedé absorto en las líneas del dibujo, solo en eso, Piranesi siempre fue para mí un gran Maestro.
Me aburría de estar leyendo siempre lo mismo, porque ya me lo sabía, fue por eso que escogí ese tema para el trabajo, porque no tiene ningún misterio para mí, y me encantaba.
Me levanté de nuevo de mi asiento y me encaminé a la estantería de grabados, buscando lo que primero llamase mi atención, mis ojos pasaban por aquellas letras doradas.
Cerré los ojos al no encontrar lo que venía buscando, asi que me quedé delante de los libros con las manos en los bolsillos, a los pocos segundos abrí los ojos con un suspiró, y por el hueco que había entre la estantería y los libros pude ver a una mujer en la planta de abajo.
Me saqué las manos de los bolsillos para apartar dos tomos que me obstaculizaban la vista completa. Así me quedé un rato, observando cómo aquella señorita leía su libro, desconocía de qué iría, pero vaya era una imagen hermosísima.
Me sonrojé al ser consciente de lo que estaba haciendo, me quedé de espaldas a los libros y a la mujer. "Seguro que no me ha visto", caminé entre las estanterías apartándo los necios pensamientos que rondaban por mi cabeza.
Bajé la escalera de caracol, las cuales te llevaban a la gran nave, desde allí se podía ver toda la cúpula que cubría la biblioteca, me quedé mirando hacia arriba con la mano aún agarrada en la barandilla, por miedo a que me diera vértigo.
Tras esto, inconscientemente me iba acercando a aquel espejismo, para que no fuera tan evidente me distraje mirando los libros que me rodeaban. Era literatura en general, tanto internacional como local.
No pretendía llamar su atención, solo quería mirarla. “Estás loco Gerard…” me dije a mi mismo con una torpe sonrisa, cogí el primer libro que ví, y me senté en el lado opuesto de la mujer, dos sillas a su derecha, para que no fuera tan obvio.
Abrí el libro, y para mi sorpresa era “Ars Amatoria” de Ovidio, sonreí divertido mientras comenzaba a leer las recomendaciones del gran escritor romano. De vez en cuando levantaba la vista para maravillarme a mí mismo. Al detenerme más en su rostro, pude distinguir la tristeza, parpadeé confuso, ¿cómo alguien como ella podría estar triste?
Bajé la cabeza frunciendo el ceño, pensando que yo no debía entrometerme, que era un estúpido.
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
- Mensajes : 402
Fecha de inscripción : 30/06/2010
Edad : 41
Localización : York (Inglaterra). Residente en Paris.
Re: Un poema del corazón.. [LIBRE]
Arrebato… tocan las campanas,
lanzan al aire su voces,
llamando a los ángeles,
y tu no respondes.
Arrebato de salir a buscar tu sombra
por las calles de la vida,
que sin piedad me castiga
a caminar siempre perdida.
Un poema más, sin embargo, este va un poco acorde a mi situación igualmente, al menos ahora se que no soy la única que siente desconsuelo, por eso me gustan los libros, porque en ellos encuentro desahogo, y comparto los sentimientos con alguien más, son maravillosos los textos, compañeros cuando los necesitas más....
Respire pesarosamente y pasee mis dedos sobre la portada rugosa, había ya estado algunas horas en la biblioteca terminando de leer cualquier libro que mis manos tomaran, y los ojos me escocían un poco, tal vez no es bueno llorar y leer a la vez, pero ahora que ya no lloraba, mis ojos resecos se quejaban, probablemente estuviesen un poco irritados. Saque de mi canasto un pañuelo y me lo pase por los ojos, ya no tenían lágrimas, así que fue inutil tratar de reconfortarlos así, los cerre un momento y luego parpadee varias veces dandome masaje con las puntas de mis dedos, parpadeando una vez mas ya no tenía los ojos tan nublados.
Entoncesmiro bien y me doy cuenta que la mesa en la que había estado sola sentada ahora está tambien un muchacho leyendo un ejemplar, parpadeo pero ahora pro la sorpresa, no me había percatado de su presencia, esto pasa eneralmente cuando leo, no me doy cuenta de nada a mi alrededor, pero mi mayor sorpresa fue descubrirlo mirandome en vez de leer su libro, me pregunto si le habrá llamado la atención verme en tal estado, me sonrojo un poco debido a eso, no quisiera pensar que me ha visto llorar, no me gusta que me vean llorar. Me aclaro la garganta un poco pero ni sus ojos ni los míos se atreven a moverse, el también se ha sonrojado al descubrirme pillandolo en su atrevida acción. No se que debo hacer, así que simplemente me limito a volver penosamente mi vista a mi ejemplar para continuar leyendo el texto.
lanzan al aire su voces,
llamando a los ángeles,
y tu no respondes.
Arrebato de salir a buscar tu sombra
por las calles de la vida,
que sin piedad me castiga
a caminar siempre perdida.
Un poema más, sin embargo, este va un poco acorde a mi situación igualmente, al menos ahora se que no soy la única que siente desconsuelo, por eso me gustan los libros, porque en ellos encuentro desahogo, y comparto los sentimientos con alguien más, son maravillosos los textos, compañeros cuando los necesitas más....
Respire pesarosamente y pasee mis dedos sobre la portada rugosa, había ya estado algunas horas en la biblioteca terminando de leer cualquier libro que mis manos tomaran, y los ojos me escocían un poco, tal vez no es bueno llorar y leer a la vez, pero ahora que ya no lloraba, mis ojos resecos se quejaban, probablemente estuviesen un poco irritados. Saque de mi canasto un pañuelo y me lo pase por los ojos, ya no tenían lágrimas, así que fue inutil tratar de reconfortarlos así, los cerre un momento y luego parpadee varias veces dandome masaje con las puntas de mis dedos, parpadeando una vez mas ya no tenía los ojos tan nublados.
Entoncesmiro bien y me doy cuenta que la mesa en la que había estado sola sentada ahora está tambien un muchacho leyendo un ejemplar, parpadeo pero ahora pro la sorpresa, no me había percatado de su presencia, esto pasa eneralmente cuando leo, no me doy cuenta de nada a mi alrededor, pero mi mayor sorpresa fue descubrirlo mirandome en vez de leer su libro, me pregunto si le habrá llamado la atención verme en tal estado, me sonrojo un poco debido a eso, no quisiera pensar que me ha visto llorar, no me gusta que me vean llorar. Me aclaro la garganta un poco pero ni sus ojos ni los míos se atreven a moverse, el también se ha sonrojado al descubrirme pillandolo en su atrevida acción. No se que debo hacer, así que simplemente me limito a volver penosamente mi vista a mi ejemplar para continuar leyendo el texto.
Amber Le Vaillant- Humano Clase Media
- Mensajes : 187
Fecha de inscripción : 27/08/2010
Re: Un poema del corazón.. [LIBRE]
Era entretenido observar lo que hacía, se pasó un pañuelo por los ojos, yo desvié la mirada al creer que me había pillado, pero pude ver que simplemente estaba aclarándose de cierta manera los ojos, los tenía un poco rojos, todo hay que decirlo.
A veces se me olvidaba que la estaba mirando, era como un sueño en el que tú simplemente eres el espectador y que a ti nadie puede verte.
Cuando me di cuenta de la torpeza que era quedarme en ese estado de mutismo e inmovilidad los ojos de la joven se juntaron con los míos, por extraño que pareciese no pude desviar mi atención hacia otro lado.
“Ya la has cagado, Gerard. Ahora llamará a la seguridad de la Biblioteca y éste te invitará a salir.” Eso era lo que hacían con los depravados, ¿no?
Pero yo no lo era, ¿qué malo tiene mirar? No hay ninguna maldad más allá del simple hecho de hacerlo.
A lo mejor se había asustado al verme, ¡pero podía justificarme! La Biblioteca era un lugar libre y público, podía sentarme donde quisiera… aunque claro necesariamente tenías que leer, eso hacía ¿no?
El rubor había teñido mis mejillas, pude sentirlo. “Ahora tímido, ¿no?” también ella se puso colorada ¿por qué? Quizá la había incomodado mi presencia, yo no quería eso.
Sus ojos volvieron a su destino, yo me quedé mirando a la estantería de su izquierda, para luego bajar la cabeza, me pasé la mano por la frente, dejándola ahí un rato, se supone que tendría que estar leyendo pero mis ojos solo distinguían una y otra vez la palabra “amor” en toda esa página, ¿qué pasaba?
Me empecé a agobiar, cerré el libro y lo dejé sobre la mesa, me quedé unos minutos recostado en la silla mirando las betas de la mesa, porque sinceramente no quería crearme castillos en el aire, ni volverme un paranoico. Yo no solía comportarme así ¿pero cómo me estaba comportando?
En las bibliotecas no se puede hablar más de lo estrictamente necesario, ¿acaso pretendía hablar con la señorita? Me levanté de la mesa sin hacer ruido y fui a la estantería a dejar el libro que había cogido. Giré la cabeza para mirar de nuevo a la joven, fue una mirada fugaz, no quería alarmarla.
Me pasé la mano por la cabeza y comencé a dirigirme hacia la escalera por donde antes había bajado.
Volví a mi mesa donde las cosas estaban como yo las había dejado, me senté y me cubrí el rostro con ambas manos, tenía que terminar el trabajo y no distraerme como la juventud de hoy en día hace. Yo no iba detrás de las damiselas, yo no perdía el tiempo en esas cosas.
Volví a coger la pluma y comencé a escribir sobre la Villa Adriana en Tívoli.
[off: es que el pobre es tímido xD]
A veces se me olvidaba que la estaba mirando, era como un sueño en el que tú simplemente eres el espectador y que a ti nadie puede verte.
Cuando me di cuenta de la torpeza que era quedarme en ese estado de mutismo e inmovilidad los ojos de la joven se juntaron con los míos, por extraño que pareciese no pude desviar mi atención hacia otro lado.
“Ya la has cagado, Gerard. Ahora llamará a la seguridad de la Biblioteca y éste te invitará a salir.” Eso era lo que hacían con los depravados, ¿no?
Pero yo no lo era, ¿qué malo tiene mirar? No hay ninguna maldad más allá del simple hecho de hacerlo.
A lo mejor se había asustado al verme, ¡pero podía justificarme! La Biblioteca era un lugar libre y público, podía sentarme donde quisiera… aunque claro necesariamente tenías que leer, eso hacía ¿no?
El rubor había teñido mis mejillas, pude sentirlo. “Ahora tímido, ¿no?” también ella se puso colorada ¿por qué? Quizá la había incomodado mi presencia, yo no quería eso.
Sus ojos volvieron a su destino, yo me quedé mirando a la estantería de su izquierda, para luego bajar la cabeza, me pasé la mano por la frente, dejándola ahí un rato, se supone que tendría que estar leyendo pero mis ojos solo distinguían una y otra vez la palabra “amor” en toda esa página, ¿qué pasaba?
Me empecé a agobiar, cerré el libro y lo dejé sobre la mesa, me quedé unos minutos recostado en la silla mirando las betas de la mesa, porque sinceramente no quería crearme castillos en el aire, ni volverme un paranoico. Yo no solía comportarme así ¿pero cómo me estaba comportando?
En las bibliotecas no se puede hablar más de lo estrictamente necesario, ¿acaso pretendía hablar con la señorita? Me levanté de la mesa sin hacer ruido y fui a la estantería a dejar el libro que había cogido. Giré la cabeza para mirar de nuevo a la joven, fue una mirada fugaz, no quería alarmarla.
Me pasé la mano por la cabeza y comencé a dirigirme hacia la escalera por donde antes había bajado.
Volví a mi mesa donde las cosas estaban como yo las había dejado, me senté y me cubrí el rostro con ambas manos, tenía que terminar el trabajo y no distraerme como la juventud de hoy en día hace. Yo no iba detrás de las damiselas, yo no perdía el tiempo en esas cosas.
Volví a coger la pluma y comencé a escribir sobre la Villa Adriana en Tívoli.
[off: es que el pobre es tímido xD]
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
- Mensajes : 402
Fecha de inscripción : 30/06/2010
Edad : 41
Localización : York (Inglaterra). Residente en Paris.
Re: Un poema del corazón.. [LIBRE]
Letras y mas letras, y había muchas que se repetían una y otra y otra vez.......... "amor" "eternidad" "pasión" "belleza" "vida" cada una de ellas unida a la otra por muchas razones, y sin embargo cada una con un significado tan diferente....
Amor... como aquel que jamás había estado cerca de mí.... Eternidad.... preciado y costoso regalo que a´n no alcanzaba a comprender del todo... Pasión... aquella que es desenfranada .. que te llena por dentro y que compartes con quien verdaderamente amas.. o tal vez no.... Belleza.... aquella que rodea muchas de las cosas en la vida, no simplemente belleza exterior, como aquella que te profesa na hermosa rosa roja abierta, sino también intewrior, aquella que solamente puedes encontrar en los sentimientos puros.... y por último ... Vida... oh preciado don! un regalo de el ser mas poderoso de todos... algo que para muchos es efímero... prolongado para unos mas, pero la mayoría de los que la viven no se da cuenta de lo que tienen.....
No quiero seguir leyendo esas cosas, ahora no, tal vez ya haya sido suficiente por ahora, mis sentidos me exigían escribir algo, lo que fuese, pero tomar un papel y escribir, eso simplemente, desahogarme de esa forma, o cantar... pero debido a que me encuentro en un lugar de silencio sepulcral eso no va a ser posible.... Cierro el libro que tengo en las manos y una fina capa de polvo se levanta de la tapa y sube hasta llegar a mi nariz, la cual me empieza a picar para después provocar unos leves estornudos en mi.
No puedo evitar hacer algo de ruido por tal acción, cuando termino de estornudar me doy cuenta que he movido un poco la mesa en la que me encontraba sentada... misma en la que el otro muchacho estaba también, al parecer escribiendo, tal vez lo he movido un poco y haya fallado su caligrafía por mi culpa.
.-Dios me libre, lo siento mucho milord-. digo en voz baja, espero no haber causado estragos, me levanto inmediatamente y voy a dejar el libro a su estante y regreso a mi lugar esperando a que haya una reclamación por parte de aquel hombre o por el contrario un reconfortante "no ha pasado nada".
Amor... como aquel que jamás había estado cerca de mí.... Eternidad.... preciado y costoso regalo que a´n no alcanzaba a comprender del todo... Pasión... aquella que es desenfranada .. que te llena por dentro y que compartes con quien verdaderamente amas.. o tal vez no.... Belleza.... aquella que rodea muchas de las cosas en la vida, no simplemente belleza exterior, como aquella que te profesa na hermosa rosa roja abierta, sino también intewrior, aquella que solamente puedes encontrar en los sentimientos puros.... y por último ... Vida... oh preciado don! un regalo de el ser mas poderoso de todos... algo que para muchos es efímero... prolongado para unos mas, pero la mayoría de los que la viven no se da cuenta de lo que tienen.....
No quiero seguir leyendo esas cosas, ahora no, tal vez ya haya sido suficiente por ahora, mis sentidos me exigían escribir algo, lo que fuese, pero tomar un papel y escribir, eso simplemente, desahogarme de esa forma, o cantar... pero debido a que me encuentro en un lugar de silencio sepulcral eso no va a ser posible.... Cierro el libro que tengo en las manos y una fina capa de polvo se levanta de la tapa y sube hasta llegar a mi nariz, la cual me empieza a picar para después provocar unos leves estornudos en mi.
No puedo evitar hacer algo de ruido por tal acción, cuando termino de estornudar me doy cuenta que he movido un poco la mesa en la que me encontraba sentada... misma en la que el otro muchacho estaba también, al parecer escribiendo, tal vez lo he movido un poco y haya fallado su caligrafía por mi culpa.
.-Dios me libre, lo siento mucho milord-. digo en voz baja, espero no haber causado estragos, me levanto inmediatamente y voy a dejar el libro a su estante y regreso a mi lugar esperando a que haya una reclamación por parte de aquel hombre o por el contrario un reconfortante "no ha pasado nada".
Amber Le Vaillant- Humano Clase Media
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Re: Un poema del corazón.. [LIBRE]
Al rato sentí cómo la mesa comenzaba a moverse y, sí, parecía ser la señorita la que estaba estornudando, me sorprendió escucharla, aquella melodiosa voz.
-Dios me libre, lo siento mucho milord- Levantó la cabeza para mirarla, ¿me lo había dicho a mí?
Al momento se fue a dejar el libro, dejandome sumido en la duda, después volvió, yo seguí confuso ¿por qué iba me iba pedir disculpas…a mí? Dejé la pluma sobre los papeles, y busqué en mi bolsillo un pañuelo limpio (el cual tenía mis iniciales bordadas GM). Me incliné en la mesa y se lo tendí con una torpe sonrisa, que de haberme visto algún compañero de clase seguro que se habría reído de mí.
-No es nada.- murmuré volviéndome a sentar.
¿Me había llamado milord? Yo estaba muy lejos de ser uno, inglés era, pero la clase alta me la había dejado en casa (por así decirlo). Bajé la mirada algo consternado, dándole vueltas a la cabeza ¡por una simple frase!
Después sonreí inconscientemente mirando lo que había escrito, ¿y qué habría pasado de haberme movido? “Sabes que nada…habrías hecho exactamente lo mismo.” Me dije a mi mismo, y así era.
Aunque me tirase veinte libros encima le habría dicho “No es nada” con toda la naturalidad del mundo.
Me decidí por fin, deteniendo tanta estupidez que era capaz de pensar, rasgué la esquina de un folio y escribí en él lo mejor que pude:
“Con tal que de vuestros ojos no estén tristes dejaría caer esta tinta sobre mis insignificantes palabras.”
Doblé la nota y la arrojé a su lado. Cogí el frasco de tinta que usaba para recargar la pluma y la incliné peligrosamente sobre mis apuntes.
-Dios me libre, lo siento mucho milord- Levantó la cabeza para mirarla, ¿me lo había dicho a mí?
Al momento se fue a dejar el libro, dejandome sumido en la duda, después volvió, yo seguí confuso ¿por qué iba me iba pedir disculpas…a mí? Dejé la pluma sobre los papeles, y busqué en mi bolsillo un pañuelo limpio (el cual tenía mis iniciales bordadas GM). Me incliné en la mesa y se lo tendí con una torpe sonrisa, que de haberme visto algún compañero de clase seguro que se habría reído de mí.
-No es nada.- murmuré volviéndome a sentar.
¿Me había llamado milord? Yo estaba muy lejos de ser uno, inglés era, pero la clase alta me la había dejado en casa (por así decirlo). Bajé la mirada algo consternado, dándole vueltas a la cabeza ¡por una simple frase!
Después sonreí inconscientemente mirando lo que había escrito, ¿y qué habría pasado de haberme movido? “Sabes que nada…habrías hecho exactamente lo mismo.” Me dije a mi mismo, y así era.
Aunque me tirase veinte libros encima le habría dicho “No es nada” con toda la naturalidad del mundo.
Me decidí por fin, deteniendo tanta estupidez que era capaz de pensar, rasgué la esquina de un folio y escribí en él lo mejor que pude:
“Con tal que de vuestros ojos no estén tristes dejaría caer esta tinta sobre mis insignificantes palabras.”
Doblé la nota y la arrojé a su lado. Cogí el frasco de tinta que usaba para recargar la pluma y la incliné peligrosamente sobre mis apuntes.
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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Re: Un poema del corazón.. [LIBRE]
Sonreí al causarme gracia su comentario, algo parecido a lo que había yo pensado, una de las posibilidades que pensé que diría, pues que cosas tan graciosas y curiosas trae la vida, sin querer en un momento ya había sacado de mi rostro una sonrisa, leve pero al fin y al cabo una sonrisa.
.-De cualquier modo le agradezco mucho-. musito con la voz aún algo distorsionada por el nudo que instantes antes estaba atravesando mi garganta, me aclaro un poco y luego miro el pañuelo que me esta ofreciendo con dos iniciales tal vez, marcadas con un fino bordado GM, mil posibilidades de nombres se esconden detras de dichas letras, German, Galindo, Gerard, Gaunt..... Montalvo, Michells, Mayfer... miles y miles de posibilidades, sin embargo no voy a preguntarle al respecto, aunque debería presentarme también, pero me da algo de pena despues de todo, y por otro lado, en la biblioteca no se puede estar hablando.....
De pronto me ofrece un papel, o mas bien un pedazo, que tenía consigo una inscripción de tinta negra, una lindacaligrafía... Lo mire. “Con tal que de vuestros ojos no estén tristes dejaría caer esta tinta sobre mis insignificantes palabras.” me quede un rato pensando en ello y mi corazón me latió algo precipitadamente, nadie había dicho cosas así refiriendose a mi, por lo general eran halagos físicos de tipo "Lindo vestido milady" "Excelente peinado" "Oh querida, te mantienes muy bien" o de mis bienes, mansiones, fincas etcétera, nunca nada acerca del alma o los ojos.. los cuales dicen que son las ventanas del alma.
Ladee la cabeza y me levanté para regresarle el papel, como yo no tengo nada con que escribirle un mensaje de regreso me acerco a el y susurro.
.-Muy bellas palabras milord, gracias una vez más-.me inclino un poco haciendo una semi reverencia y luego de devolverle su pañuelo y el pedazo de papel escrito regreso a mi lugar mordiendome el labio sin saber que mas decir.
.-De cualquier modo le agradezco mucho-. musito con la voz aún algo distorsionada por el nudo que instantes antes estaba atravesando mi garganta, me aclaro un poco y luego miro el pañuelo que me esta ofreciendo con dos iniciales tal vez, marcadas con un fino bordado GM, mil posibilidades de nombres se esconden detras de dichas letras, German, Galindo, Gerard, Gaunt..... Montalvo, Michells, Mayfer... miles y miles de posibilidades, sin embargo no voy a preguntarle al respecto, aunque debería presentarme también, pero me da algo de pena despues de todo, y por otro lado, en la biblioteca no se puede estar hablando.....
De pronto me ofrece un papel, o mas bien un pedazo, que tenía consigo una inscripción de tinta negra, una lindacaligrafía... Lo mire. “Con tal que de vuestros ojos no estén tristes dejaría caer esta tinta sobre mis insignificantes palabras.” me quede un rato pensando en ello y mi corazón me latió algo precipitadamente, nadie había dicho cosas así refiriendose a mi, por lo general eran halagos físicos de tipo "Lindo vestido milady" "Excelente peinado" "Oh querida, te mantienes muy bien" o de mis bienes, mansiones, fincas etcétera, nunca nada acerca del alma o los ojos.. los cuales dicen que son las ventanas del alma.
Ladee la cabeza y me levanté para regresarle el papel, como yo no tengo nada con que escribirle un mensaje de regreso me acerco a el y susurro.
.-Muy bellas palabras milord, gracias una vez más-.me inclino un poco haciendo una semi reverencia y luego de devolverle su pañuelo y el pedazo de papel escrito regreso a mi lugar mordiendome el labio sin saber que mas decir.
Amber Le Vaillant- Humano Clase Media
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Re: Un poema del corazón.. [LIBRE]
Cuando se levantó creí que iba a recriminarme el atrevimiento, así que me quedé a la expectativa hasta que me susurró aquellas palabras, me quedé mirando mi pañuelo (el cual estaba intacto) y el trozo de papel, no hacía falta que me lo devolviera, pero así lo hizo.
“A lo mejor piensa que no tengo dónde caerme muerto…” pensé volviéndome a meter el pañuelo en el bolsillo, un suspiro inaudible se escapó de los labios.
De nuevo la señorita estaba sentada en su sitio, y yo en el mío con una sensación extraña, me volví a sentir increíblemente imbécil, rompí el trozo de papel y dejé que cayese al suelo en dos pedazos.
Ya era suficiente, recogí los papeles que había utilizado para hacer el trabajo, la pluma, la tinta y los metí en mi maletín. Estaba cansado quizá a consecuencia de la noche anterior, al quedarme hasta el amanecer despierto bebiendo junto al profesor, asi que me puse el abrigo y me fui a paso lento de aquella mesa sin mirar a nadie, ni siquiera miré por última vez a la joven porque me daba vergüenza.
Ahora lo que necesitaba era un poco el aire, para que el calor de mi rostro desapareciera. En la puerta de salida me despedí de la amable bibliotecaria, y salí de allí sin hacer ruido.
Al abrir la gran puerta una fresca brisa me rodeó.
La gente fluía por delante de la Biblioteca con normalidad, faltarían una o dos horas para la hora de comer. Toda larga escalinata de la Biblioteca estaba en sombra ya que el sol estaba en el otro lado, así que por un lado era mejor, así no me cegaba.
Estando allí de pie busqué en mi abrigo un cigarro liado, me lo lleve a los labios y lo encendí con calma con una cerilla. “¿Ya estás fumando?” me pregunté
Y como si alguien me apretara por los hombros hacia abajo, me dejé caer en uno de los escalones de la salida del edificio, y así me senté con las rodillas recogidas, dejé el maletín a mi lado, como siempre.
Ahí estaba yo con el cigarro en los labios mirando a la gente que pasaba, pero sin mirar a nadie realmente.
¿Y qué pasaría si sacaba la botella de vino? ¿Vendrían los guardias a decirme que no daba una buena imagen a la fachada parisina? Bufé cansado, apoyando la cabeza entre mis rodillas.
“No he terminado el trabajo…” pensé con los ojos cerrados.
Sí pude oír el traqueteo de los carruajes llevados por caballos, y el ruido de la gente al pasar por delante de mí, levanté la cabeza para dar una nueva calada.
“A lo mejor piensa que no tengo dónde caerme muerto…” pensé volviéndome a meter el pañuelo en el bolsillo, un suspiro inaudible se escapó de los labios.
De nuevo la señorita estaba sentada en su sitio, y yo en el mío con una sensación extraña, me volví a sentir increíblemente imbécil, rompí el trozo de papel y dejé que cayese al suelo en dos pedazos.
Ya era suficiente, recogí los papeles que había utilizado para hacer el trabajo, la pluma, la tinta y los metí en mi maletín. Estaba cansado quizá a consecuencia de la noche anterior, al quedarme hasta el amanecer despierto bebiendo junto al profesor, asi que me puse el abrigo y me fui a paso lento de aquella mesa sin mirar a nadie, ni siquiera miré por última vez a la joven porque me daba vergüenza.
Ahora lo que necesitaba era un poco el aire, para que el calor de mi rostro desapareciera. En la puerta de salida me despedí de la amable bibliotecaria, y salí de allí sin hacer ruido.
Al abrir la gran puerta una fresca brisa me rodeó.
La gente fluía por delante de la Biblioteca con normalidad, faltarían una o dos horas para la hora de comer. Toda larga escalinata de la Biblioteca estaba en sombra ya que el sol estaba en el otro lado, así que por un lado era mejor, así no me cegaba.
Estando allí de pie busqué en mi abrigo un cigarro liado, me lo lleve a los labios y lo encendí con calma con una cerilla. “¿Ya estás fumando?” me pregunté
Y como si alguien me apretara por los hombros hacia abajo, me dejé caer en uno de los escalones de la salida del edificio, y así me senté con las rodillas recogidas, dejé el maletín a mi lado, como siempre.
Ahí estaba yo con el cigarro en los labios mirando a la gente que pasaba, pero sin mirar a nadie realmente.
¿Y qué pasaría si sacaba la botella de vino? ¿Vendrían los guardias a decirme que no daba una buena imagen a la fachada parisina? Bufé cansado, apoyando la cabeza entre mis rodillas.
“No he terminado el trabajo…” pensé con los ojos cerrados.
Sí pude oír el traqueteo de los carruajes llevados por caballos, y el ruido de la gente al pasar por delante de mí, levanté la cabeza para dar una nueva calada.
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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Re: Un poema del corazón.. [LIBRE]
Estaba a la expectativa, pero de pronto sucedió algo que yo no tenía planeado, el chico se levantó y se fue sin mas ¿Qué habré hecho yo? ¿acaso habrá pensado que mi acto ha sido una falta de respeto? Fruncí el entrecejo, al verle marchar, no se veía muy contento que digamos, me siento culpable por una razón inexistente, ¿Por qué? las cosas a veces dan giros que tu no te esperas y este es un caso como esos, pero tal parece que la que estaba equivocada era yo, yo y mis imaginaciones de que alguien pudiese llegar a ser alguien cordial verdaderamente, al parecer no es así, nadie lo es, el mundo está sumido en un desastre sin fin, y toda la gente es lo mismo, es como una epidemia que se extiende mas rápido de lo que se cree.
Enterrando la cabeza entre mis manos, harta de imaginar cosas o a personas que nunca van a existir me derrumbo entre mis propias sombras internas, no vale la pena seguir insistiendo en lo mismo, tal vez sea eso, pero..... yo nunca he sido así, nunca me he rendido ante algún hecho que considero posible, pero .... esta vez es diferente, tal vez porque inconscientemente, en el fondo se que mi situación ya no tiene remedio, que estoy rodeada de gente a la que no le interesa mas que su propia sombra, gente que se ve gentil y educada por fuera, pero por dentro no es mas que un cuerpo relleno de demonios....
Tal vez no vale la pena seguir pensando en eso, ¿y si termino con esto de una buena vez? ¿Y si le digo a mi padre que haga lo que quiera.... que seguire sus mandatos? que ya me he dado cuenta que nunca encontrare a esa persona especial pro mi misma... que él tenía razón...."No Amber No.-.."
Respiro hondo y me decido al fin "No haré lo que los demás quieren que haga de mí" así no soy yo, yo soy... libre. Me levanto de mi lugar y guardo mis cosas en mi canasto dirigiendome a la puerta, salgo de la biblioteca y el viento arroja mi cabello ondulado hacia un lado, bajo cuidadosamente las escaleras y de pronto me percato de que el muchacho al que al parecer había ofendido sigue ahí, y fuma, lo miro un solo instante pero decido no hablar, tal vez si mi gesto antes le ha causado una ofensa o pensamientos desagradables, no deba decirle nada y deba simplemente seguir, lentamente bajo otro y otro escalon esperando...... ¿esperando qué? al parecer nada.
Enterrando la cabeza entre mis manos, harta de imaginar cosas o a personas que nunca van a existir me derrumbo entre mis propias sombras internas, no vale la pena seguir insistiendo en lo mismo, tal vez sea eso, pero..... yo nunca he sido así, nunca me he rendido ante algún hecho que considero posible, pero .... esta vez es diferente, tal vez porque inconscientemente, en el fondo se que mi situación ya no tiene remedio, que estoy rodeada de gente a la que no le interesa mas que su propia sombra, gente que se ve gentil y educada por fuera, pero por dentro no es mas que un cuerpo relleno de demonios....
Tal vez no vale la pena seguir pensando en eso, ¿y si termino con esto de una buena vez? ¿Y si le digo a mi padre que haga lo que quiera.... que seguire sus mandatos? que ya me he dado cuenta que nunca encontrare a esa persona especial pro mi misma... que él tenía razón...."No Amber No.-.."
Respiro hondo y me decido al fin "No haré lo que los demás quieren que haga de mí" así no soy yo, yo soy... libre. Me levanto de mi lugar y guardo mis cosas en mi canasto dirigiendome a la puerta, salgo de la biblioteca y el viento arroja mi cabello ondulado hacia un lado, bajo cuidadosamente las escaleras y de pronto me percato de que el muchacho al que al parecer había ofendido sigue ahí, y fuma, lo miro un solo instante pero decido no hablar, tal vez si mi gesto antes le ha causado una ofensa o pensamientos desagradables, no deba decirle nada y deba simplemente seguir, lentamente bajo otro y otro escalon esperando...... ¿esperando qué? al parecer nada.
Amber Le Vaillant- Humano Clase Media
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Re: Un poema del corazón.. [LIBRE]
Seguí allí un rato más, sin ningún motivo aparente por el cual quedarme allí, simplemente siempre me había gustado quedarme a una distancia del populacho y obsérvales, y quizá si me aburría pensar: a dónde irían, qué tipo de vida llevaban, si iba una pareja de la mano imaginarme cuánto les quedaba de relacion… ese tipo de cosas que no le importa a nadie, a mi tampoco, pero cuando se está aburrido, da igual...
Pasaron como cinco o diez minutos cuando vi bajar las escaleras a la joven que por decirlo de algún modo había rechazado mis buenas intenciones, no la juzgué, yo ya estaba lo suficientemente quemado en ese aspecto para volver a ofenderme.
Pude ver como su cabello se agitaba al bajar un escalón, otro y otro, aunque con cierta carencia en sus pasos, su vestido se movía naturalmente, dí otra calada al cigarro, y miré hacia el cielo…era posible que dentro de poco comenzase a llover ya que las nubes iban invadiendo la calle principal de París.
Pensé qué poder decirla, ¿pero por qué iba a decir nada…? ¿Es que no aprendía…? No me daba cuenta que realmente ya no había nada que decir, ella me había dado a entender que nada podría pasar. Era una escalinata muy larga, eso me daba algo de tiempo para pensar. ¿Qué habría hecho? ¿Agarrarla de la mano para que se detuviera? Si ni siquiera se había girado para mirarme. ¿Qué era yo? No era nadie.
Me pasé la mano por la cabeza intentando sacar toda la angustia que me recorría. Cuando miré a los pies de la joven me percaté que justo el escalón que le tocaba estaba destrozado, si la mujer no miraba hacia abajo podría caerse.
Me levanté alarmado del escalón tirando el cigarro a un lado.
-¡Cuidado madame!- exclamé bajando las escaleras a toda prisa para llegar antes de que la mujer perdiera el equilibrio.
Pasaron como cinco o diez minutos cuando vi bajar las escaleras a la joven que por decirlo de algún modo había rechazado mis buenas intenciones, no la juzgué, yo ya estaba lo suficientemente quemado en ese aspecto para volver a ofenderme.
Pude ver como su cabello se agitaba al bajar un escalón, otro y otro, aunque con cierta carencia en sus pasos, su vestido se movía naturalmente, dí otra calada al cigarro, y miré hacia el cielo…era posible que dentro de poco comenzase a llover ya que las nubes iban invadiendo la calle principal de París.
Pensé qué poder decirla, ¿pero por qué iba a decir nada…? ¿Es que no aprendía…? No me daba cuenta que realmente ya no había nada que decir, ella me había dado a entender que nada podría pasar. Era una escalinata muy larga, eso me daba algo de tiempo para pensar. ¿Qué habría hecho? ¿Agarrarla de la mano para que se detuviera? Si ni siquiera se había girado para mirarme. ¿Qué era yo? No era nadie.
Me pasé la mano por la cabeza intentando sacar toda la angustia que me recorría. Cuando miré a los pies de la joven me percaté que justo el escalón que le tocaba estaba destrozado, si la mujer no miraba hacia abajo podría caerse.
Me levanté alarmado del escalón tirando el cigarro a un lado.
-¡Cuidado madame!- exclamé bajando las escaleras a toda prisa para llegar antes de que la mujer perdiera el equilibrio.
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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Re: Un poema del corazón.. [LIBRE]
-¡Cuidado madame!- gritaron, nadie más había ahí para que le pudieran haber gritado aquello, asumo entonces que es a mi a quien me lo dicen, pero ¿por qué? no hay ningun peligro cerca, me desconcentro y volteo para ver de quien se trata y entonces doy un paso en falso, mi cuerpo se va hacia adelante y si la mano de aquel hombre no me hubiera detenido a tiempo seguramente hubiese caido directamente a la acera.
Lancé un pequeño gemido, no estoy acostumbrada a gritar, mis ojos se encuentran de nuevo con aquellos ojos oscuros que me habían mirado dentro de la biblioteca, mi pie derecho baja al escalón siguiente y el izquierdo hace lo mismo con cuidado para no caer en el agujero del cual me previno el chico con su grito, pero al apoyarlo duele, tal vez la distracción hizo que se torciera, aprieto los dientes sin apoyar demasiado el pie.
.-Gracias milord-. comenté ¿por qué había ido a "salvarme"? hacía unos instantes había salido con cara de pocos amigos lejos de mi compañía, al parecer por algun acto que yo había cometido y que le había causado desagrado. Ladee la cabeza y me mordí el labio inferior notando que su mano aún sostenía mi brazo apretándolo cerca de sí.
.-Creo... que estoy bien, me podría... devolver mi brazo?-. le espeté con una voz suave. Cuando lo hubo hecho me apoyé en la barandilla para no tener que apoyar el pie izquierdo en el suelo, mas bien que el vestido largo tapaba bien este desperfecto. .-Elizabeth Le Vaillant, co..... ese es mi nombre, quisiera saber a quien debo agradecerle el haberme salvado de una dura caida-. digo, por poco menciono "condesa de Escocia" pero por ahora no quiero que se entere de mi situación social, si no fuera por ese maldito título no me encontraría en una embarazosa y difícil situación. Si no fuera parte de la realeza no tendría que vivir obligada a lo que no deseo.
Lancé un pequeño gemido, no estoy acostumbrada a gritar, mis ojos se encuentran de nuevo con aquellos ojos oscuros que me habían mirado dentro de la biblioteca, mi pie derecho baja al escalón siguiente y el izquierdo hace lo mismo con cuidado para no caer en el agujero del cual me previno el chico con su grito, pero al apoyarlo duele, tal vez la distracción hizo que se torciera, aprieto los dientes sin apoyar demasiado el pie.
.-Gracias milord-. comenté ¿por qué había ido a "salvarme"? hacía unos instantes había salido con cara de pocos amigos lejos de mi compañía, al parecer por algun acto que yo había cometido y que le había causado desagrado. Ladee la cabeza y me mordí el labio inferior notando que su mano aún sostenía mi brazo apretándolo cerca de sí.
.-Creo... que estoy bien, me podría... devolver mi brazo?-. le espeté con una voz suave. Cuando lo hubo hecho me apoyé en la barandilla para no tener que apoyar el pie izquierdo en el suelo, mas bien que el vestido largo tapaba bien este desperfecto. .-Elizabeth Le Vaillant, co..... ese es mi nombre, quisiera saber a quien debo agradecerle el haberme salvado de una dura caida-. digo, por poco menciono "condesa de Escocia" pero por ahora no quiero que se entere de mi situación social, si no fuera por ese maldito título no me encontraría en una embarazosa y difícil situación. Si no fuera parte de la realeza no tendría que vivir obligada a lo que no deseo.
Amber Le Vaillant- Humano Clase Media
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Re: Un poema del corazón.. [LIBRE]
La vi girarse para ver quién había proferido ese grito, o séase yo. Vi cómo su pie se quedaba en el aire, yo estaba a cuatro escalones para alcanzarla, “Dios mío” pensé con una renovada adrenalina (la cual hacía mucho que no sentía), la agarré del brazo, atrayendo su cuerpo hacía mí.
Menos mal, todo había quedado en un susto. La miré directamente a los ojos, los míos debían estar ciertamente alarmados por lo ocurrido, mi corazón latía acelerado. Ella bajó el escalón haciendo que nuestros cuerpos se separasen, aún la tenía fuertemente sujeta.
.-Gracias milord-. Me quedé sin palabras sosteniendo la mirada de la dama, volví a tomar aire, pude percibir en el aire que nos rodeaba su fresca fragancia.
Yo aún estaba rígido, mi cuerpo se fue gradualmente relajando, la solté el brazo delicadamente cuando me lo pidió ¿cómo no me había dado cuenta? A lo mejor no le gustaba que la tocaran, era muy normal.
Para mi sorpresa pronuncio su nombre, sin que yo si quiera se lo hubiera pedido. –Elizabeth…- murmuré para mí. – encantado.- y tan encantado, moví la mano a modo de mientras inclinaba levemente la cabeza, pero manteniendo el contacto visual. – Gerard Montefeltro.- espeté, no me acerqué si quiera por temor a que la señorita se alejara.
–No habría dejado que cayese. – comenté humildemente.
-¿De verdad qué estáis bien? Quizá deberíais sentaros. – hice un ademán de acercarme, dudé al querer hacerlo, pero mis pies ya se habían movido, pero no por ordenes de mi cerebro.
-Permítame ayudarla. – le dije con una sonrisa mientras le ofrecía mi brazo para que me siguiera, una vez que conseguí que pasase su brazo por el mío, me encaminé a bajar los escalones. Noté un desequilibrio en la dama. –Mmmmh… el banco está a un par de metros, creo que podría llevarla en brazos.- “vamos Gerard, no tienes la fuerza suficiente.” Quizá debí dejarla, quizá debí olvidarme de lo ocurrido, pero no pude.
-¿Puedo?- pregunté sin más.
Menos mal, todo había quedado en un susto. La miré directamente a los ojos, los míos debían estar ciertamente alarmados por lo ocurrido, mi corazón latía acelerado. Ella bajó el escalón haciendo que nuestros cuerpos se separasen, aún la tenía fuertemente sujeta.
.-Gracias milord-. Me quedé sin palabras sosteniendo la mirada de la dama, volví a tomar aire, pude percibir en el aire que nos rodeaba su fresca fragancia.
Yo aún estaba rígido, mi cuerpo se fue gradualmente relajando, la solté el brazo delicadamente cuando me lo pidió ¿cómo no me había dado cuenta? A lo mejor no le gustaba que la tocaran, era muy normal.
Para mi sorpresa pronuncio su nombre, sin que yo si quiera se lo hubiera pedido. –Elizabeth…- murmuré para mí. – encantado.- y tan encantado, moví la mano a modo de mientras inclinaba levemente la cabeza, pero manteniendo el contacto visual. – Gerard Montefeltro.- espeté, no me acerqué si quiera por temor a que la señorita se alejara.
–No habría dejado que cayese. – comenté humildemente.
-¿De verdad qué estáis bien? Quizá deberíais sentaros. – hice un ademán de acercarme, dudé al querer hacerlo, pero mis pies ya se habían movido, pero no por ordenes de mi cerebro.
-Permítame ayudarla. – le dije con una sonrisa mientras le ofrecía mi brazo para que me siguiera, una vez que conseguí que pasase su brazo por el mío, me encaminé a bajar los escalones. Noté un desequilibrio en la dama. –Mmmmh… el banco está a un par de metros, creo que podría llevarla en brazos.- “vamos Gerard, no tienes la fuerza suficiente.” Quizá debí dejarla, quizá debí olvidarme de lo ocurrido, pero no pude.
-¿Puedo?- pregunté sin más.
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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Re: Un poema del corazón.. [LIBRE]
Me sonrojé un poco al notar las atenciones, baje la mirada viendo la acera dura color grisaceo. .-Un gusto Gerard Montefeltro-. dije, se veía mas o menos de mi edad aunque ignoraba cuántos años tenía. Escuché como me llamaba sólo por mi nombre, sin un Lady delante, me pareció bien, cuando decían "Lady Eliza" o "Condesa Elizabeth" me hacían sentir tonta, con un título tan pomposo que me sentía fuera de lugar, lo pronunciaban como si se fuese la vida en ello y yo dudaba de ser mas humana y mas normal que cualquiera que lo pronunciaba, pero al final uno se acaba acostumbrando a esas cosas, no hay opción.
.-Sí, tal vez deba sentarme-. digo por cortesía, aunque mi pie comienza a doler otro poco, maldición, debo llegar a casa sin lesión alguna o la Dama de compañía se dara cuenta y tendrá mas de una razón para acusarme con mi padre, con el cual no tengo el mas mínimo deseo de hablar.
Miro a Gerard parpadeando un par de veces, ¿Llevarme en brazos? nadie lo había hecho nunca, y no creo que sea lo mejor, además el banco de piedra está a menos de dos metros de distancia, con cuatro pasos basta para llegar, puedo hacerlo, o eso espero.
.-Oh no no no de verdad no dejaría que cargaras conmigo, solo son cinco pasos, creo que puedo, además el vestido es todo un problema creeme, creo que mi vestimenta pesa mas que yo misma-. sonrío ante la broma .-Pero le agradecería que me dejara apoyarme en su brazo un poco-. le comento tomando su brazo para caminar hasta el banco. Al llegar me siento despacio y me muevo un poco para dejarle espacio .-Pero por favor toma asiento un momento Gerard-. le digo indicando con mi mano el lugar vacante, espero que quiera hacerlo, aunque no esta obligado a acompañarme claro.
.-Sí, tal vez deba sentarme-. digo por cortesía, aunque mi pie comienza a doler otro poco, maldición, debo llegar a casa sin lesión alguna o la Dama de compañía se dara cuenta y tendrá mas de una razón para acusarme con mi padre, con el cual no tengo el mas mínimo deseo de hablar.
Miro a Gerard parpadeando un par de veces, ¿Llevarme en brazos? nadie lo había hecho nunca, y no creo que sea lo mejor, además el banco de piedra está a menos de dos metros de distancia, con cuatro pasos basta para llegar, puedo hacerlo, o eso espero.
.-Oh no no no de verdad no dejaría que cargaras conmigo, solo son cinco pasos, creo que puedo, además el vestido es todo un problema creeme, creo que mi vestimenta pesa mas que yo misma-. sonrío ante la broma .-Pero le agradecería que me dejara apoyarme en su brazo un poco-. le comento tomando su brazo para caminar hasta el banco. Al llegar me siento despacio y me muevo un poco para dejarle espacio .-Pero por favor toma asiento un momento Gerard-. le digo indicando con mi mano el lugar vacante, espero que quiera hacerlo, aunque no esta obligado a acompañarme claro.
Amber Le Vaillant- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 27/08/2010
Re: Un poema del corazón.. [LIBRE]
¡Por supuesto que no! Miré hacia otro lado desilusionado, me lo había tomado como otro rechazo, aunque quizá no fuera asi, ¿estaba yo susceptible? Estaba casi seguro.
Me encogí de hombros cuando dijo que ella podía, sonriendo con toda la amabilidad que fui capaz de reunir, “puede que de haberla cogido en brazos los dos cayésemos rodando por las escaleras…” pensé mirando de soslayo su vestido.
Se sostuvo de mi brazo para bajar, yo me quedé mirando el suelo, aún sentía la resaca de la noche anterior, quizá eso también tuvo que ver en mi estado de ánimo, yo siempre lograba estar alegre, hoy lo intentaría de todas maneras.
Al llega se sentó en el banco, me quedé de pie observando cómo se movía a un lado ¿quería que me sentase con ella?
-Cla-claro.- estaba nervioso, las mujeres siempre me han puesto nervioso.
Me senté tranquilamente en el otro lado del banco, desde ahí me quedé mirando a un niño que pasaba dando saltos por delante del banco, tenía las manos sucias de barro, a saber lo que habría hecho, sonreí al recordar los años en los que jugaba con cualquier cosa, y me lo pasaba bien. Suspiré nostálgico. Giré la cabeza para mirar a Elizabeth, inconscientemente sonrio.
-Me alegro de no haberme marchado.- dije en alto, ¿realmente quería que ella escuchase eso? Me sonrojé desviando la mirada al niño que ahora estaba jugando con un palo dando golpes a una farola. -¿Estáis preocupada por algo? – pregunté sin quitar los ojos del niño, estaba armando el solo ¡un escándalo! “la juventud…” pensé.
–Bueno…no hace falta que me lo contéis…siento el atrevimiento.- comenté derrotado mirando los pequeños yerbajos que estaban naciendo entre las baldosas. Mis ojos dieron a parar en los pies de la joven, uno de ellos estaba algo hinchado, abrí la boca parcialmente revelando mi preocupacion. No había estado lo rápido que habría querido, al final se había hecho daño, fruncí el ceño frustrado.
–Habría que poner hielo en ese pie. – dije alzando la cabeza encontrandome de nuevo con sus ojos. –Si no lo hacemos ahora… puede ponerse peor... – pero quizá me estaba entrometiendo demasiado “sí, lo estás haciendo…”
Me encogí de hombros cuando dijo que ella podía, sonriendo con toda la amabilidad que fui capaz de reunir, “puede que de haberla cogido en brazos los dos cayésemos rodando por las escaleras…” pensé mirando de soslayo su vestido.
Se sostuvo de mi brazo para bajar, yo me quedé mirando el suelo, aún sentía la resaca de la noche anterior, quizá eso también tuvo que ver en mi estado de ánimo, yo siempre lograba estar alegre, hoy lo intentaría de todas maneras.
Al llega se sentó en el banco, me quedé de pie observando cómo se movía a un lado ¿quería que me sentase con ella?
-Cla-claro.- estaba nervioso, las mujeres siempre me han puesto nervioso.
Me senté tranquilamente en el otro lado del banco, desde ahí me quedé mirando a un niño que pasaba dando saltos por delante del banco, tenía las manos sucias de barro, a saber lo que habría hecho, sonreí al recordar los años en los que jugaba con cualquier cosa, y me lo pasaba bien. Suspiré nostálgico. Giré la cabeza para mirar a Elizabeth, inconscientemente sonrio.
-Me alegro de no haberme marchado.- dije en alto, ¿realmente quería que ella escuchase eso? Me sonrojé desviando la mirada al niño que ahora estaba jugando con un palo dando golpes a una farola. -¿Estáis preocupada por algo? – pregunté sin quitar los ojos del niño, estaba armando el solo ¡un escándalo! “la juventud…” pensé.
–Bueno…no hace falta que me lo contéis…siento el atrevimiento.- comenté derrotado mirando los pequeños yerbajos que estaban naciendo entre las baldosas. Mis ojos dieron a parar en los pies de la joven, uno de ellos estaba algo hinchado, abrí la boca parcialmente revelando mi preocupacion. No había estado lo rápido que habría querido, al final se había hecho daño, fruncí el ceño frustrado.
–Habría que poner hielo en ese pie. – dije alzando la cabeza encontrandome de nuevo con sus ojos. –Si no lo hacemos ahora… puede ponerse peor... – pero quizá me estaba entrometiendo demasiado “sí, lo estás haciendo…”
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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Localización : York (Inglaterra). Residente en Paris.
Re: Un poema del corazón.. [LIBRE]
Me causo gracia su tartamudeo ¿acaso estaba nervioso? no tiene por qué estarlo Amber, por amor a Dios! Es toda una bendición coincido con su comentario mirando al suelo, pero su comentario siguiente me desconcentra, preocupada por algo , más bien, preocupada por muchas cosas, que derivaban de una sola, la sentencia de mi padre, esas poderosas palabras que me condenaban acababan por arruinar mi futuro, mas bien, el futuro que yo quería, porque si bien el seguramente me casaría con un hombre de la realeza con dinero para tirar y un buen título, eso no iba con lo que yo anhelaba. A cambio de todo eso viviré en una desgracia constante al lado de un hombre que simplemente va a usarme, como mi padre a mi madre, y yo no quiero ser un objeto, ni una nodriza, mucho menos un accesorio para alguien. Recordé las palabras de Lady Erzébet "una mujer como usted no está hecha para el amor, sino para el poder" ¿Y de que.......me servía el maldito poder? si estaba vacía por dentro....
Bueno…no hace falta que me lo contéis…siento el atrevimiento. me dice entonces Gerard sacándome de mis cavilaciones Emm no mil... Gerard, es sólo que me quedé pensando en cosas, nada importante, no os preocupeis por mi sonrío de lado.
Ah eso... no es nada, una simple lesión, se va a quitar de inmediato, me han pasado cosas peores... digo con un mohin en la cara al ver que mi pie comienza a hincharse, me compongo el vestido para que no se vea y me aflojo un poco las cintas del zapato para que no empeore la situación. Hmmm no creo que haya hielo por aquí cerca... así que, serpa mejor que utilice otra cosa ladeo la cabeza, y me cruzo de piernas dejando mi pie hinchado arriba.
Bueno…no hace falta que me lo contéis…siento el atrevimiento. me dice entonces Gerard sacándome de mis cavilaciones Emm no mil... Gerard, es sólo que me quedé pensando en cosas, nada importante, no os preocupeis por mi sonrío de lado.
Ah eso... no es nada, una simple lesión, se va a quitar de inmediato, me han pasado cosas peores... digo con un mohin en la cara al ver que mi pie comienza a hincharse, me compongo el vestido para que no se vea y me aflojo un poco las cintas del zapato para que no empeore la situación. Hmmm no creo que haya hielo por aquí cerca... así que, serpa mejor que utilice otra cosa ladeo la cabeza, y me cruzo de piernas dejando mi pie hinchado arriba.
Amber Le Vaillant- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 27/08/2010
Re: Un poema del corazón.. [LIBRE]
¿Qué no me preocupara por ella? ¿No lo había hecho ya? Bueno en ese caso no preguntaría más. Me quedé mirando cómo quitaba importancia a la hinchazón que tenía en el pie ¿cómo me podía decir aquello si lo había visto con mis propios ojos? ¿Cosas peores?
Lo intentó esconder, pero ya era tarde, me quedé con cara de tonto, no sabía qué decir. Bueno posiblemente no encontraría fácilmente un poco de hielo, pero ya me buscaría la vida.
-Espere.- me levanté y moví las manos para que no se moviera, era lo mejor. Miré a los lados buscando algo que poder usar. Vi una fuente a pocos pasos del banco, me acerqué allí y metí la mano en el agua, estaba bastante fría, con la otra mano saqué el pañuelo que tenía en el bolsillo, sí el pañuelo que había ofrecido a Elizabeth minutos antes. Lo empapé bien con el agua, se me pusieron las manos un poco moradas de lo fría que estaba, no me importó.
Volví dando zancadas hasta el banco, me senté con una enorme sonrisa. –Espero que esto sea suficiente, o por lo menos de momento.- me quedé dudando si sería lo mejor darle el pañuelo a ella o ponérselo en el pie yo mismo. –Bu…bueno, permítame. – murmuré con una sonrisa extraña, subí un poco el final de la falda para colocar en su sitio el pañuelo empapado.
-Qué vergüenza…- dije cuando ya por fin había dejado mi ‘improvisado antiinflamatorio’ en su delicado pie. –Nunca he…hecho algo así.- me pasé la mano por el pelo nervioso.
- Creo que ya no…soy necesario aquí. – me levanté del banco en un brinco. –Espero que le vaya mejor con vuestros asuntos sin importancia,- sonreí intentando bromear.- y que…en fin, vuestro pie se recupere. Ha sido un gusto, Elizabeth. – me quedé pensando en cuánto hacia que no trataba con una dama en una situación normal, cotidiana, me parecía tan violento.
Me giré y vi mi maletín tirado en las escaleras de la Biblioteca, ladeé la cabeza volviendo a sonreír a la joven ¿cuántos años tendría? ¡Eso no se pregunta! ¿Y ya qué más daba? Comencé a andar hacia las escaleras para recoger mi maletín. Mientras lo hacía me daba cuenta de que me intrigaba aquella mujer, pero no me veía con el valor suficiente como para volver y comenzar una conversación normal. Yo que solo hablo de arte, y que de ahí no salgo. Bajé los escalones uno por uno mirando al suelo.
Lo intentó esconder, pero ya era tarde, me quedé con cara de tonto, no sabía qué decir. Bueno posiblemente no encontraría fácilmente un poco de hielo, pero ya me buscaría la vida.
-Espere.- me levanté y moví las manos para que no se moviera, era lo mejor. Miré a los lados buscando algo que poder usar. Vi una fuente a pocos pasos del banco, me acerqué allí y metí la mano en el agua, estaba bastante fría, con la otra mano saqué el pañuelo que tenía en el bolsillo, sí el pañuelo que había ofrecido a Elizabeth minutos antes. Lo empapé bien con el agua, se me pusieron las manos un poco moradas de lo fría que estaba, no me importó.
Volví dando zancadas hasta el banco, me senté con una enorme sonrisa. –Espero que esto sea suficiente, o por lo menos de momento.- me quedé dudando si sería lo mejor darle el pañuelo a ella o ponérselo en el pie yo mismo. –Bu…bueno, permítame. – murmuré con una sonrisa extraña, subí un poco el final de la falda para colocar en su sitio el pañuelo empapado.
-Qué vergüenza…- dije cuando ya por fin había dejado mi ‘improvisado antiinflamatorio’ en su delicado pie. –Nunca he…hecho algo así.- me pasé la mano por el pelo nervioso.
- Creo que ya no…soy necesario aquí. – me levanté del banco en un brinco. –Espero que le vaya mejor con vuestros asuntos sin importancia,- sonreí intentando bromear.- y que…en fin, vuestro pie se recupere. Ha sido un gusto, Elizabeth. – me quedé pensando en cuánto hacia que no trataba con una dama en una situación normal, cotidiana, me parecía tan violento.
Me giré y vi mi maletín tirado en las escaleras de la Biblioteca, ladeé la cabeza volviendo a sonreír a la joven ¿cuántos años tendría? ¡Eso no se pregunta! ¿Y ya qué más daba? Comencé a andar hacia las escaleras para recoger mi maletín. Mientras lo hacía me daba cuenta de que me intrigaba aquella mujer, pero no me veía con el valor suficiente como para volver y comenzar una conversación normal. Yo que solo hablo de arte, y que de ahí no salgo. Bajé los escalones uno por uno mirando al suelo.
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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Localización : York (Inglaterra). Residente en Paris.
Re: Un poema del corazón.. [LIBRE]
Le miro desconcertada cuando se va hacia no se donde, parpadeo varias veces y luego caigo en la cuenta, la fuente, claro, en otoño el agua que corre allí debería ser lo suficientemente fría como para compararse con un hielo sin problemas. Doy un respiro antes de verlo regresar y colocar el improvisado vendaje, cuando sus manos rozaron mi tobillo y alzaron la falda de mi vestido no pude reprimir un pequeño escalofrío, no se si se deba a lo frío de la banda o a alguna otra cosa, en fin.
.-Nunca había colocado un paño mojado con agua helada en el pie de ninguna joven? vaya pues que raro, pense que esto sucedía a diario-. río un poco para que no se sienta apenado. .-Bueno le agradezco mucho la atención, espero volverle a ver para poderle devolver su pañuelo cuando lo haya lavado-. digo sonriendole.
.-El gusto ha sido mío Gerard, y gracias por sus buenos deseos-. aunque esos buenos deseos solo se queden en ello, deseos... deseos de algo imposible para como está la situación, la del pie claro que no, la otra, la de los "asuntos sin importancia" ojala hubiese un paño frío que usar para amortiguar el dolor que siento en el alma así como lo hubo para la hinchazon de mi pie, pero esas cosas son inexistentes.... tal vez.
Veo al caballero retirarse y luego observo mi pie, ahora ya entiendo las iniciales de aquella pañoleta blanca que alguien debió haber bordado para el, tal vez su madre, tal vez una sirvienta, un familiar..... una esposa..... No había pensado en ello, probablemente el fuese casado o comprometido. Era muy probable.
Despues de un pequeño instante decido pararme antes de que las cosas se pongan peor, siento mi zapato izquierdo apretado, pero espero que caminar unas calles para llegar hasta algún sitio donde haya algún carruaje que me lleve a casa no sea tan molesto. Me pongo en pie pero de inmediato me arrepiento de la acción, un dolor mas intenso de lo que había sido el de antes me atraviesa la planta del pie y el tobillo, intento no hacer ruido pero no puedo evitar que se me escape una palabra.
.-Maldición!-. digo cerrando la boca al instante, espero que nadie haya oido tal blasfemia por parte mía, me vuelvo a sentar para pensar en como lograr caminar a lo menos una calle, algún carruaje debera pasar por allí.
.-Nunca había colocado un paño mojado con agua helada en el pie de ninguna joven? vaya pues que raro, pense que esto sucedía a diario-. río un poco para que no se sienta apenado. .-Bueno le agradezco mucho la atención, espero volverle a ver para poderle devolver su pañuelo cuando lo haya lavado-. digo sonriendole.
.-El gusto ha sido mío Gerard, y gracias por sus buenos deseos-. aunque esos buenos deseos solo se queden en ello, deseos... deseos de algo imposible para como está la situación, la del pie claro que no, la otra, la de los "asuntos sin importancia" ojala hubiese un paño frío que usar para amortiguar el dolor que siento en el alma así como lo hubo para la hinchazon de mi pie, pero esas cosas son inexistentes.... tal vez.
Veo al caballero retirarse y luego observo mi pie, ahora ya entiendo las iniciales de aquella pañoleta blanca que alguien debió haber bordado para el, tal vez su madre, tal vez una sirvienta, un familiar..... una esposa..... No había pensado en ello, probablemente el fuese casado o comprometido. Era muy probable.
Despues de un pequeño instante decido pararme antes de que las cosas se pongan peor, siento mi zapato izquierdo apretado, pero espero que caminar unas calles para llegar hasta algún sitio donde haya algún carruaje que me lleve a casa no sea tan molesto. Me pongo en pie pero de inmediato me arrepiento de la acción, un dolor mas intenso de lo que había sido el de antes me atraviesa la planta del pie y el tobillo, intento no hacer ruido pero no puedo evitar que se me escape una palabra.
.-Maldición!-. digo cerrando la boca al instante, espero que nadie haya oido tal blasfemia por parte mía, me vuelvo a sentar para pensar en como lograr caminar a lo menos una calle, algún carruaje debera pasar por allí.
Amber Le Vaillant- Humano Clase Media
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Re: Un poema del corazón.. [LIBRE]
Antes de coger la primera bocacalle para marcharme en dirección a cualquier sitio, me giró para mirar por última vez a la joven solitaria, al hacerlo ví como se sentaba de golpe con un gesto de dolor en su rostro, me paré en seco chocandome con un hombre. Vi que los labios de Elizabeth se movieron pero desde donde estaba no escuchaba nada, había demasiada gente de por medio. Aparté con cuidado a la gente, para abrirme paso, a los diez pasos me quedé de nuevo delante de Elizabeth, con un semblante serio.
-No puedo irme e ignorar lo que os está pasando. Decidme qué necesitáis y yo lo traeré, sea lo que sea, lo digo en serio. – dije con voz preocupada. –Y no me digáis que no es nada, porque no es así, a mí me podéis mentir, pero a vos misma no.
Me senté de nuevo en el hueco bacante del banco, porque los bancos son de todos ¿no?
–Por cierto os podéis quedar el pañuelo…tengo más, mi madre cuando estaba bien se entretenía cosiendo mis iniciales…cosas de madres, ya sabe.- dije moviendo la mano, con una tímida sonrisa.
Miré de nuevo a su pie. –He visto a gente que hace masajes cuando suceden este tipo de cosas...- puse una mueca que reflejaba mi inseguridad, yo no sabía hacer esos masajes, y de hacerlo seguramente se lo pondría peor, además dudaba de que se dejara hacerselo (es muy normal).
-¿Tenéis prisa por llegar a vuestra casa?
-No puedo irme e ignorar lo que os está pasando. Decidme qué necesitáis y yo lo traeré, sea lo que sea, lo digo en serio. – dije con voz preocupada. –Y no me digáis que no es nada, porque no es así, a mí me podéis mentir, pero a vos misma no.
Me senté de nuevo en el hueco bacante del banco, porque los bancos son de todos ¿no?
–Por cierto os podéis quedar el pañuelo…tengo más, mi madre cuando estaba bien se entretenía cosiendo mis iniciales…cosas de madres, ya sabe.- dije moviendo la mano, con una tímida sonrisa.
Miré de nuevo a su pie. –He visto a gente que hace masajes cuando suceden este tipo de cosas...- puse una mueca que reflejaba mi inseguridad, yo no sabía hacer esos masajes, y de hacerlo seguramente se lo pondría peor, además dudaba de que se dejara hacerselo (es muy normal).
-¿Tenéis prisa por llegar a vuestra casa?
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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